Faure Sebastian-La Podredumbre Parlamentaria

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  • 7/30/2019 Faure Sebastian-La Podredumbre Parlamentaria

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    La podredumbre parlamentaria de Sebastin Faure

    LA PODREDUMBRE PARLAMENTARIA*

    Sebastin Faure

    Camaradas:

    Quiero, ante todo, relacionar esta tercer conferencia a las dos precedentes, a fin de que podis,de un modo ms fcil, apercibir su unin.

    En mi primera conferencia he dicho: Este continente sobre el cual vivimos ha sido en dosocasiones teatro de una falsa redencin; la primera vez, hace un poco ms de diez y nuevesiglos, por el cristianismo; la segunda hace ciento treinta aos, por la revolucin francesa.

    Consagr la primera conferencia a la bancarrota de la redencin cristiana y la segunda a la dela redencin burguesa. Estas dos bancarrotas has llegado: la primera a la dictadura delcristianismo, desde el comienzo del siglo V hasta el fin del siglo XVIII; la segunda a la dictadurade la clase burguesa, desde 1789 hasta nuestros das.

    He concretado lo que habra que entender por estas palabras: dictadura de la burguesa. Y lasresum en una frmula tan concisa como comprensible: dominacin absoluta de la claseburguesa sobre la clase obrera, dominacin econmica por el capital, dominacinpoltica por elEstado.

    Se comprende fcilmente que la clase que posee a la vez el poder y el dinero pueda hacerpesar el yugo de su dictadura sobre la clase que no posee el dinero ni el poder.

    El capital, es decir, el dinero, no ser nunca nada sin el apoyo del poder, es decir del Estado.

    Sin el Estado, el capital sera como una ciudad abierta, expuesta a todos los asaltos, a mercedde todas las sorpresas, de un simple golpe de fuerza. El Estado burgus tiene por misin vigilarlas maniobras de la clase obrera, impedir que sta agrupe sus fuerzas, que fortifique su accin,y si acontece que esta clase obrera, saliendo de su torpeza, de su apata habitual, libra batalla,la misin -no, no dir la misin, la expresin es demasiado noble-, el rol del Estado es intervenirpor la fuerza y derrotar a los insurrectos.

    El Estado no es slo, como se cree comnmente, un agente de administracin; es, sobre todo,un agente de represin. Es como el perro de guardia que, atado a su casilla, previene a lospropietarios del lugar, al principio por sus gruidos, luego por sus ladridos furiosos, de laaproximacin del enemigo; y s, no dejndose intimidar por los ladridos del perro de guardia, elenemigo penetra en el lugar, el Estado se convierte en la fuerza encargada de la defensa de lacaja de caudales y de salvarla a toda costa, an a costa de la sangre.

    Bajo los aspectos falaces de administrador de la cosa pblica, de defensor de la ley, deprotector del orden, el Estado no es, en el fondo, ms que el gendarme presupuesto a lasalvaguardia, por la violencia, sistemticamente organizada, de las instituciones establecidas.Sin duda, el Estado tiene por funcin administrar la cosa pblica. Slo que no hay cosa pblica,y no puede haberla en un rgimen donde, polticamente, todos obedecen a algunos y donde,econmicamente, todo pertenece a unos pocos. Los intereses son diversos, opuestos,contradictorios. No hay inters comn, no hay inters general, no hay cosa pblica.

    * Digitalizacin KCL.5

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    El Estado es igualmente el defensor de la ley. Pero la ley -contrariamente a lo que un vanopueblo piensa- no es hecha para proteger a los pequeos, a los humildes y a los pobres contralos grandes, los poderosos y los ricos. Es hecha para defender los privilegios de los grandes, delos poderosos, de los ricos contra las reivindicaciones constantes y las tentativas peridicas delos despojados y los esclavizados.

    En fin, el Estado es protector del orden. Es l quien tiene el encargo de asegurar el orden y no

    falta a esta obligacin. Pero lo que se llama orden en la jerga oficial, orden burgus, es eldesorden ms ignominioso y ms criminal. Escuchad lo que dijo Kropotkin:

    El orden, hoy -lo que ellos entienden por orden- en las nueve dcimas partes de la humanidadtrabajando para procurar el lujo, los placeres, la satisfaccin de las pasiones ms execrables aun puado de haraganes.

    El orden es la privacin de estas nueve dcimas partes de todo lo que es condicin necesaria auna vida higinica, a un desenvolvimiento racional de las cualidades intelectuales. Reducirnueve dcimas partes de la humanidad al estado de bestias de carga, viviendo al da el da, sinatreverse jams a pensar en los placeres procurados al hombre por el estudio de las ciencias,por la creacin artstica, he aqu el orden!

    El orden es la miseria, el hambre, convertida en el estado normal de la sociedad.

    El orden, es la mujer que se vende para alimentar a sus hijos; es el nio reducido a serencerrado en una fbrica o a morir de inanicin; es el obrero reducido al estado de mquina.

    Es el fantasma del obrero insurreccionado a las puertas del rico, el fantasma del puebloinsurreccionado a las puertas de los gobernantes.

    El orden es una ntima minora elevada en las ctedras gubernamentales, que se impone, poresta razn, a la mayora y que prepara a sus hijos para ocupar ms tarde las mismas funcionesa fin de mantener los mismos privilegios por el engao, la corrupcin la fuerza, la masacre.

    El orden es la guerra continua de hombre a hombre, de oficio a oficio, de clase a clase, denacin a nacin. Es el can que no cesa de tronar, es la devastacin de las campias, elsacrificio de generaciones enteras en los campos de batalla, la destruccin en un ao de lasriquezas acumuladas por siglos de ruda labor.

    El orden es la servidumbre, el encadenamiento del pensamiento, el envilecimiento de la razahumana mantenida por el hierro y por el ltigo. Es la muerte repentina por el gris o la muertelenta por el encierro de centenares de mineros, desgarrados o enterrados cada ao por laavaricia de los patronos y ametrallados o perseguidos a la bayoneta cuando se atreven aquejarse.

    El orden, en fin, es el ahogamiento en sangre de la Comuna de Pars. Es la muerte de treintamil hombres, mujeres y nios, desmenuzados por los obuses, ametrallados, enterrados en la calviva, bajo el adoqun de Pars.

    He ah el orden!

    Y el desorden, lo que ellos llaman desorden?

    Es la sublevacin del pueblo contra este orden innoble, que quebranta sus cadenas, quedestruye los obstculos y marcha hacia un porvenir mejor. Es lo que tiene la humanidad de msglorioso en su historia.

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    Es la revuelta del pensamiento en la vspera de las revoluciones; es el derrumbamiento de lahiptesis sancionada por la inmovilidad de los siglos precedentes; es la aparicin de toda unaola de ideas nuevas, de invenciones audaces; es la solucin de los problemas de la ciencia.

    El desorden es la abolicin de la esclavitud antigua; es la insurreccin de las comunas, laabolicin de la servidumbre feudal, las tentativas de abolicin de la servidumbre econmica.

    El desorden de la insurreccin de los campesinos contra los sacerdotes y los seores, quequeman los castillos para hacer lugar a las chozas, que salen de sus guaridas para buscar unpuesto al sol.

    En la Francia aboliendo la realeza y asestando un golpe mortal a la servidumbre en toda laEuropa occidental.

    El desorden en 1848, que hace temblar a los reyes y proclama el derecho al trabajo. Es elpueblo de Pars que combate por una idea nueva y que, an sucumbiendo en las masacres,lega a la humanidad la idea de la comuna libre, le abre el camino hacia esa revolucin de quesentimos la aproximacin, y cuyo nombre ser el de Revolucin Social.

    El desorden -lo que ellos llaman desorden-, son las pocas durante las cuales generacionesenteras soportan una lucha incesante y se sacrifican para preparar a la humanidad unaexistencia mejor, libertndola de las servidumbres del pasado. Son las pocas durante las queel genio popular adquiere su libre expansin y da, en algunos aos, pasos gigantescos, sin loscuales el hombre habra quedado en el estado de esclavo antiguo, de ser rastrero, envilecido enla miseria.

    El desorden es el florecimiento de las ms bellas pasiones y de las ms grandes abnegaciones;es la epopeya del supremo amor a la humanidad.

    No se podra decir nada mejor y es por esto que os le esta pgina de Kropotkin, que es de unvigor magistral. Cules son los servicios que el gobierno, el poder, el Estado hace a la clase

    obrera en cambio de lo que exige de ella? Porque, en fin, si el Estado exige de la clase obrerauna sumisin absoluta; si la agobia con impuestos, confiscando as en su provecho nico unaparte de su trabajo; si l exige al trabajador varios aos de su juventud, durante los cuales stees encerrado en el cuartel; si no da a los proletarios viejos ms que un irrisorio retiro, serarazonable esperar que en cambio de todo esto el Estado preste a la clase obrera algunosservicios.

    Y bien, es el Estado quien cultiva la tierra, quien siembra el grano, quien recoge la cosecha,quien muele el pan, quien construye las casas, quien teje los vestidos, el que en la fbrica y enel taller maneja las mquinas y transforma inteligentemente la materia prima en productosmanufacturados? En una palabra, es el Estado el que asegura, por su trabajo, la produccinnecesaria a la satisfaccin de las necesidades de la poblacin? Es l quien, obtenida esta

    produccin, asegura el transporte, vigila el reparto equitativo de modo que evite el espectculorepulsivo de un puado de individuos que tienen demasiado y que derrochan, mientras que unamultitud de otros seres no tienen bastante, se privan de lo necesario y se ajustan el cinto?Hay! No: el Estado no trabaja, consume; no produce, devora.

    En el dominio intelectual, hace el Estado algn servicio a la humanidad? Distribuyegenerosamente la instruccin a los nios del pueblo, a fin de que ninguna de estas inteligenciasquede en las tinieblas y para que, por consiguiente, cualesquiera que sean, se convierten enlumbreras destinadas a iluminar la ruta dolorosa de la humanidad? Es el Estado es queescribe los libros, el que crea las obras de arte? Es l quien favorece los descubrimientosgeniales, quien suscita las iniciativas fecundas, quien lanza el pensamiento por nuevos

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    derroteros, quien rompe las barreras que nos separan del porvenir, quien remueve lasmontaas y ampla los horizontes?

    Ay! No. El Estado no puede ms que mantener en las masas la ignorancia profunda, porquesabe que es el mejor medio de sujetarlas, de expoliarlas y de domesticarlas.

    Vis bien, por consiguiente, que el Estado no presta ningn servicio.

    S! Presta uno. Pero no a vosotros, no a m, no a nosotros, no a los que trabajan, no a los quesufren. Presta un servicio -y sealado, importante, indispensable-, pero a la clase burguesa: ladefiende, defiende sus privilegios, ensea los dientes a cualquiera que se acerque a la caja decaudales, salva la caja siempre que es amenazada; no tiene, por decirlo as, ms que un papel,uno solo: el de gendarme. Lo dems no es ms que milagro y prestidigitacin.

    Y, anteriormente, camaradas, he claramente definido y precisado -lo espero, al menos- lafuncin del Estado, y es preciso preguntarse por qu juego de manos el gobierno, el Estadollega a disimular su verdadero rol a los ojos de la muchedumbre, rol que, si fuese conocido,sublevara de indignacin a la masa obrera.

    Como todas obras malas, como todas las instituciones del crimen, el Estado se refugia en elmisterio.

    Para simular sus manejos criminales, tiene necesidad de obrar en la sombra, lleno de engaosy de trampas; a la sombra del dogma, del no s qu, religioso o laico, que se opone a todocontrol y a toda discusin.

    Cul es el dogma sobre el que, en el presente, se apoya el Estado? Este dogma, y loconocis. Se dice que reside en nosotros, en vosotros y en m, en m y en vosotros: es eldogma de la soberana del pueblo.

    La soberana del pueblo! Palabras cabalsticas que gargarizan de buena gana las gargantas

    republicanas y democrticas sobre los mil y mil tablados donde es corriente hacer or el verbodemocrtico y republicano y ver agitarse los titiriteros de la poltica.

    El discurso -iba a decir la charlatanera- es siempre el mismo. Todos los comediantes de lapoltica dicen:

    Pueblo, no escuches a los Sebastin Faure de tu tiempo ni a sus amigos. Ellos te dicen que noeres libre, que sufres una dictadura.

    Impostura y mentira! Pueblo, eres libre, porque eres soberano. Es una verdad tan evidente queno es necesario establecer la demostracin, es una de esas verdades tan palpables que seraintil insistir sobre ella: t eres libre porque eres soberano. Sin duda, hay duda no puedes

    ejercer directamente esta soberana. Pero es porque hay una imposibilidad material que, en laprctica, nos aleja de lo que sera el ideal; el ideal sera que el pueblo estuviese perfectamentereunido, discutiendo o considerando las condiciones de su existencia, haciendo or su opinin,expresando su sentimiento y haciendo prevalecer su voluntad sobre todos los problemas queatormentan o apasionan a la humanidad en marcha hacia el porvenir. Esto sera el ideal, unideal hermoso, pero t sabes bien, pueblo, que es imposible. Cmo se obtendra el trabajo, laproduccin necesaria a las necesidades de la vida? Cmo se realizara la produccin yejecutara el trabajo, si la poblacin tuviese que preocuparse de estudiar primero, y luego dediscutir y solucionar los problemas que, por millares, conciernen al bienestar pblico? T ves,pueblo, que si posees la soberana, no te es posible ejercerla directamente. Pero sernate:nuestra fraternal y democrtica constitucin lo ha previsto todo; lo ha regulado todo; ha dividido

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    el pas en circunscripciones electorales, basadas en las divisiones administrativas, en lasuperficie y en la cifra de la poblacin.

    Ciudadanos, reunos en vuestros colegios electorales; estudiad juntos el programa sobre elque podis poneros de acuerdo; estableced el pliego de vuestras reivindicaciones comunes;despus, cuando hayis hecho este trabajo, elegiris entre vosotros los mejores, los mshonrados, los ms competentes, aquellos en quien tengis ms confianza y los encargis de

    vuestros intereses; ellos pensarn, trabajarn, hablarn, decidirn por vosotros; y en todas lasasambleas: comunales, departamentales, nacionales, por su intermedio, vuestra voluntad seafirmar; de suerte que, teniendo representantes en todas partes, eres t en realidad, oh,pueblo! el que, por la intervencin de tus delegados, administras la comuna, el distrito y lanacin.

    Sin duda, el parlamento dictar la ley y vosotros, trabajadores, estaris en la obligacin deinclinaros ante ella, de conformaros a sus mandatos, a las decisiones del legislador.

    Pero pensad que ese legislador es vuestro delegado, vuestro representante; pensad que la leyno ser ms que la expresin de vuestra voluntad y de vuestra aspiracin, o lo que es lo mismo,que sois vosotros mismos quienes hacis la ley y, cuando se obedece uno a s, es como si no

    obedeciese a nadie. Veis perfectamente que sois libres, todo lo que puede haber de ms libres,puesto que sois soberanos. Y en fin, si acontece que, por casualidad, vuestra eleccin fuedesgraciada, que vuestro mandatario desconoce vuestras intenciones, traiciona vuestraspromesas, tendris siempre el derecho de renovarlo y de elegir a otro que sea ms digno. Veisque, al fin de cuentas, ciudadanos, es siempre a vosotros, nada ms que a vosotros, a quienpertenece la ltima palabra. Antes soportabais el Poder, hoy lo ejercis vosotros. En la edadmedia, el poder descenda del cielo, hoy sube de la tierra. En tiempos en que la religin eraomnipotente, llenaba de tinieblas los cerebros y obscureca las conciencias; los gobernanteseran aqu abajo los representantes de Dios; hoy los gobernantes son los representantes delpueblo. En la aristocracia, el Estado estaba en manos de una casta privilegiada; hoy, en lademocracia, el Estado est en manos del pueblo. En la monarqua, el Estado era personal,revesta un carcter de autoridad absoluta; un monarca dijo: El Estado soy yo!; hoy el Estado

    est en vosotros, est en m, est en todo el mundo.

    Soberano? S, pueblo, t lo eres, puesto que en realidad t haces y deshaces los soberanos.

    A las urnas, ciudadanos! Votad! Nada de abstenciones! No slo el votar es un derechoimprescriptible sino que es un sagrado deber. A las urnas, a las urnas!.

    Este discurso lo hemos odo todos. Y los hombres de mi generacin lo oyeron centenares ycentenares de veces. Es siempre el mismo. Y, cosa increble, el elector ingenuo, crdulo,confiado, se deja siempre atrapar. Cree de un modo tan inverosmil, que nos preguntamoscmo puede existir todava un animal tan milagroso, tan incomprensible, tan inexplicable comoel elector.

    Cul es el artista que podr, con la riqueza de colorido necesario y el lujo de detalles suficienteesbozar el retrato de ese ser problemtico, fantstico, extraordinario, incomparable, milagrosoque se llama un elector?

    Un caso ms. (Reconoceris que no tengo el hbito de abusar): Yo s que la cita hace pesadoel discurso, y es por eso que evito todo lo que me sea posible recurrir a ella. Pero no me resistoal deseo de leeros esta pgina de Octavio Mirbeau, que se expresa mejor de lo que yo sabrahacerlo. Escuchad:

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    Una cosa me asombra prodigiosamente -me atrevera a decir que me deja estupefacto- y esque en el momento cientfico en que escribo, despus de las innumerables experiencias,despus del escndalo diario, pueda existir todava en nuestra querida Francia (como dicen enla Comisin de Presupuesto) un elector, un solo elector, ese animal irracional, inorgnico,alucinado, que consienta en desarreglar sus asuntos, sus sueos o sus placeres, para votar enfavor de alguno o de alguna cosa. Cuando se reflexione un solo instante, este sorprendentefenmeno no es propio para derrotar las filosofas ms sutiles y confundir la razn? Dnde

    estar el Balzac que nos d la fisiologa de elector moderno? Y el Charcot que nos explique laanatoma y la mentalidad de ese incurable demente? Los esperamos. Comprendo que unestafador encuentre siempre accionistas, la censura de los defensores, la Opera-cmica de losdilettantis; comprendo a Mr. Chantavoine obstinndose en encontrar rimas; lo comprendo todo.Pero que un diputado, un senador encuentre un elector, es decir, el mrtir improbable, que losalimente con su pan, que los vista con su lana, que los engorde con su carne, que losenriquezca con su dinero, y no tenga ms perspectiva que la de recibir, a cambio de esasprodigalidades, garrotazos en la nuca, puntapis en salva sea la parte, cuando no balazos en elpecho, verdaderamente, eso sobre pasa las nociones ya tan pesimistas que me haba formadohasta ahora de la tontera humana.

    Se entiende que hablo aqu del elector convencido, del elector terico, del que se imagina,

    pobre diablo! cumplir una obligacin de ciudadano libre, desplegar en soberana, expresar susopiniones, imponer -oh, locura admirable y desconcertante!- programas polticos yreivindicaciones sociales, y no del que conoce el pao y que se burla de su soberana.

    Hablo de los serios, de los austeros, de los del pueblo soberano, de los que dicen: Yo soyelector! Nada se hace sin m. Soy la base de la sociedad moderna. Cmo existe todava esaralea? Cmo, por testarudos, por orgullosos, por paradojales que sean, no se desalentaron yavergonzaron de su obra en tanto tiempo? Cmo es posible que se encuentre en alguna parte,an en el fondo de las landas perdidas de la Bretaa, o en las inaccesibles cavernas deCevennes y de los Pirineos, un filisteo tan estpido, tan irrazonable, tan ciego a lo que se ve,tan sordo a lo que se dice, para votar por los azules, los blancos o los rojos, sin que nada leobligue, sin que se le pague o sin que se le emborrache? A qu sentimiento extravagante, a

    que misteriosa sugestin puede obedecer ese bpedo pensante, dotado de una voluntad, segnse pretende, que marcha altivo y recto, seguro de que cumple un deber, a depositar en una cajaelectoral cualquiera una boleta cualquiera, poco importa el nombre en ella escrito?... Qu es loque pensar, en su interior, que justifique, o que explique simplemente su extravagancia? Ques lo que espera? Porque, en fin, para consentir en darse amos vidos que le pegan y leacogotan es preciso que se diga o que se espere algo extraordinario que nosotros nosuponemos. Es preciso que, por poderosas desviaciones cerebrales, la idea de diputadocorresponda en l a las ideas de ciencia, de justicia, de desinters, de trabajo y de probidad. Yes esto de lo que verdaderamente espanta. Nada le sirve de leccin, ni las cometidas msburlescas ni las ms siniestras tragedias.

    Qu le importa que sea Pedro o Juan el que le pida el dinero y el que le exija la vida, puesto

    que est obligado a despojarse del uno y a dar la otra? Y bien, no! Entre estos ladrones y estosverdugos, l tiene preferencia, vota por los ms rapaces y los ms feroces Vot ayer, votarmaana y votar siempre Los carneros van al matadero No se dicen nada y no esperan nada.Pero, al menos, no votan por el carnicero que habr de matarlos, ni por el burgus que habrde comerlos. Ms carnero que las bestias, ms carneros que los carneros, el elector nombra sucarnicero y escoge su burgus. Hicieron falta muchas revoluciones para conquistar estederecho.

    Cuantas ms promesas haga el candidato, ms probabilidad hay de obtener un mandato: loshombres estn hechos de tal modo que, cuanto ms se les prometa, ms confianza tienen.Todo candidato promete. Lleva sus manos al corazn, eleva los ojos al cielo, como si as

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    quisiera atestiguar la sinceridad de sus convicciones, declarara que est pronto a sacrificarsepor el bien pblico y que, en ese fin, no retroceder ante ningn esfuerzo. Y llega el da!

    Este consiste en despojar al ciudadano de su soberana, simulando conservrsela. En engaoconsiste en suprimir la soberana que est en lo bajo, en principio, para instalarla en lo alto, dehecho.

    Luego, el parlamento es elegido. De qu elementos se compone? Qu hace? Cmofunciona? Qu puede esperarse de l?

    Toda la accin parlamentaria, camaradas, la he resumida en cuatro palabras: Absurdidad,Hipocresa, Corrupcin y Nocividad.

    Primero absurdidad. Hablemos Vivimos en una sociedad en que todos los intereses estn enconflicto. Esto salta a la vista. Los intereses del patrn y del obrero son contradictorios; elinters de los gobernantes est en oposicin con el de los gobernados; el inters del propietarioest en conflicto con el del inquilino; el inters de los comerciantes es inconciliable con el de losconsumidores. Uno tiene el deseo de vender lo ms caro posible; el otro, de comprar lo msbarato que pueda. Lo mismo sucede con patrones y obreros propietarios e inquilinos. Todos los

    intereses estn en conflicto.

    No es absurdo suponer que un hombre, el mismo hombre pueda representar completamentesolo, intereses tan contradictorios?

    Helo ah, en el Parlamento, llamado a pronunciarse sobre una cuestin en la cual estnempeados, del modo ms serio, por ejemplo, los intereses de los patrones y de los obreros, delos inquilinos y de los propietarios Representa a la vez a unos y a otros. Estar, entonces,obligado a favorecer a unos en detrimentos de los otros, fatalmente. Y sin embargo, fue elegidopor un colegio electoral determinado, que comprenda 10.000 100.000 electores, segn elmodo de sufragio -no es esto lo que discuto, pues son tan malos unos como otros-. Ese elegidorepresenta a la vez los intereses ms contradictorios. Es absurdo confiar al mismo individuo

    intereses que chocan, que se repelen. Por lo dems, aunque esos intereses fuesen armnicos,el nmero de los electores es demasiado considerable para que puedan ponerse de acuerdosobre los mltiples aspectos de un programa de conjunto. Lo sabemos perfectamente; encuanto somos solamente ocho o diez discutiendo sobre varios puntos, basta agitar ciertascuestiones para que inmediatamente nos apasionemos en la discusin y cesemos de estar deacuerdo. Cmo queris que millares y millares de individuos, que tienen mentalidad diferente ya menudo opuesta, que no pertenecen a la misma clase ni tienen la misma cultura intelectual, niviven en el mismo medio, cmo queris que esos hombres, ruta dolorosa de la humanidad? Esl quien favorece aun cuando sus intereses no estn en oposicin, puedan entenderse, ponersede acuerdo? Y, por consiguiente, cmo queris que un individuo, refleje en l la totalidad deesas mentalidades, de esas aspiraciones, de esas culturas intelectuales, de esos mediosdiversos? Es imposible.

    Voy ms lejos. An en el caso de que los electores se concertaran casi sobre todos los puntos,las cuestiones que el legislador tiene que estudiar, debatir y resolver, son demasiadonumerosas, pertenecen a una porcin de dominios diversos, para que pueda, a satisfaccin detodos, llevar a cada una de esas cuestiones una solucin adecuada.

    Y adems, es un contrato el que se establece entre el elegido y el elector, y un contrato decuatro aos. Cuntos acontecimientos en el curso de cuatro aos, pueden presentarse ymodificar sensiblemente la manera de pensar de cada uno! Puede acontecer que en 1912nosotros estemos de acuerdo sobre tal o cual punto. Pero en 1916 continuaremos de acuerdo,cuando sucesos de la ms alta importancia se produjeron en la vida social y han introducido en

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    nuestra vida particular elementos nuevos, inesperados: la guerra? Y sin embargo, es el nicoindividuo nombrado en tiempo de paz para determinadas tareas -nadie haba previsto que dosaos ms tarde se encontrara frente a una situacin excepcional-, es el mismo hombre el quecontina siendo nuestro representante durante la guerra, lo mismo que durante la paz.

    Es insensato! Hablo de la guerra porque es un gran acontecimiento que domina en estemomento la situacin. Pero, en cuatro aos, hay casi siempre algn suceso ms o menos grave

    que transforma o subvierte la situacin, no en el pensamiento, sino en los hechos. Y entonceses una locura encargarse de esos intereses variables, durante cuatro aos, a un hombre.

    Y adems, se ha tenido el hbito de decir que, para la solucin de problemas complejos,delicados, que conciernen al inters pblico, hacen falta hombres competentes y que en lamasa, hay pocas personas que tengan esa cualidad. La masa es ignorante, ineducada, obrapor instinto, no piensa, por decirlo as, por su cuenta. Pero es a esa multitud, que acusis deignorante, a la que negis totalmente lucidez, a la que exigs el acto que necesita, quizs, msdelicadeza, previsin y psicologa el de elegir a uno entre varios, el de fijar su eleccin y decir:es este el que tiene ms inteligencia, ms convicciones, el que defender mejor mis intereses.Cmo no os apercibs de esta contradiccin? De una parte se dice: la masa es torpe, estpida,ignorante, y de otra parte se le exige a esa misma masa la accin que necesita ms conciencia

    ms inteligencia y ms psicologa. Esto es absurdo.

    Otro argumento que traigo de los que os presento bajo el ttulo de la absurdidad del rgimenrepresentativo, es la imposibilidad en que se encuentra el legislador de ponerse al corriente detodas las cuestiones sobre las que es preciso pronunciarse. Sera preciso que fueseomnisciente. Y la omnisciencia es a la vez, para el legislador, indispensable e imposible.

    Indispensable porque es preciso que el legislador sea a la vez marino para pronunciarse sobrelas cosas concernientes a la marina, guerrero para votar las cosas de la guerra, financistacuando se trata el presupuesto -mecanismo complicado y delicado-, administrador para opinarsobre cuestiones administrativas, educador, diplomtico, ingeniero; en una palabra, que tengatodos los conocimientos.

    Imposible porque, en la hora que vivimos, el campo cientfico se ha hecho tan vasto que, parabrillar en un solo punto, es indispensable que un hombre inteligente y estudioso consagre todasu vida a especializarse; no es sino tras largos y tenaces estudios, despus de haber adquiridouna experiencia indiscutible, que un hombre, sobre un punto determinado puede hacersecompetente o superior; y se pide al legislador que sea competente y superior en todo! Espreciso que sea marino, guerrero, financista, administrador, diplomtico, ingeniero, educador,todo! Pero vivimos en una poca en que eso es imposible. No estamos ya en los tiempos dePico de la Mirndola! No hay un hombre capaz de disertar sobre todas las cosas. Cuando unhombre es competente sobre uno o dos puntos, ya es mucho. Es demasiado pedirle, el pedirleuna competencia universal. Por consiguiente, la omnisciencia ser necesaria, pero es imposibley es absurdo pedir que alguien la posea.

    He ah, camaradas, un cierto nmero de argumentos que tena que presentaros sobre laprimera parte: la absurdidez de la representacin parlamentaria.

    Pasemos a su impotencia. Quienes son los que componen el parlamento? De qu elementosson constituidas las asambleas parlamentarias? No os har la injuria de pensar que creis en lasuperioridad de los elegidos y de los que se sientan en las asambleas parlamentarias. Tampococreis que representan lo que hay en Francia de ms glorioso en las artes, de ms ilustre en lasciencias, de ms profundo en la filosofa, de ms competente en todas las materias, de mshonrado en las finanzas. Lanzad una mirada a la Cmara y al Senado. Veris sin duda, loreconozco, algunos hombres de valor real, muy pocos!, porque el hombre de un valor real se

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    aleja de la poltica, la considera como algo inferior a su superioridad, creera caer y mancharsesi descendiese hasta esa farsa, hasta las mentiras, hasta las vulgaridades que exige la batallaelectoral. El hombre verdaderamente superior permanece siendo lo que es, al margen de lapoltica, unido a su ideal. No se rebaja hasta el pantano de la poltica.

    Pasad revista a nuestros parlamentarios. Encontraris mdicos sin clientela, abogados sinpleitos, a menos que no sean abogados de comerciantes dudosos, de financistas que no estn

    nunca lejos del correccional, o que estn en el Parlamento como representantes de la altaBanca; un haz de mediocridades y de incompetencias que, unidas, forman un conjunto msformidable todava de incompetencias y de nulidades.

    Montesquieu ha dicho con razn: Tomad, hombres inteligentes, ponedlos juntos, reunidos; y,por un fenmeno singular, inexplicable, esos hombres inteligentes se convertirn en brutos oimbciles tan luego como estn agrupados, reunidos en asamblea.

    No soy yo quien lo digo; es Montesquieu el que ha hecho esa observacin profunda y exacta.

    Pero aunque las asambleas estuvieran pobladas de hombres que se recomendaran por susmritos personales, por los brillantes servicios prestados, por la integridad de su conciencia, por

    la firmeza de sus convicciones, por todo un pasado meritorio, qu podran hacer?

    El parlamentarismo es la impotencia. Es como una especie de lago rodeado de montaas.Pueden producirse sobre ese lago algunas tempestades, una cierta agitacin, pero esaagitacin no pasa de los lmites del lago, sujetado, aprisionado en las montaas que lodominan. En el Parlamenta, las violentas cleras, las exasperaciones, los juramentos solemnes,las promesas sagradas no son nunca otra cosa que pequeas tempestades, agitaciones desuperficie sin repercusin en las profundidades; la calma, pasada la agitacin se restableceinmediatamente y no deja seal alguna. Impotencia, s! Aunque estos hombres hicieranreformas seran atribuibles al Parlamento mismo? Si lo creis as, os engais. Nunca vienende lo alto esas reformas. No es el que come copiosamente el que piensa en mejorar laexistencia del que vive de las sobras. No es el que habita en departamentos lujosos el que se

    preocupa de introducir alguna comodidad, alguna higiene, alguna limpieza, en el zaquizammiserable. No es el que no trabaja el que puede darse cuenta de las condiciones deplorables enque la clase obrera desarrolla su labor. No es el ocioso el que intentar mejorar las condicionesdel trabajo, ni disminuir la jornada y aumentar las horas de holgura. Es siempre de abajo dedonde vienen las ideas de reformas. En el crisol del sufrimiento humano, donde se elabora eldeseo de mejoramiento. Son aquellos que sufren en carnes propias, aquellos sobre los quepesa el yugo, los que estn sometidos a las humillaciones, los que conocen la angustia, lasincertidumbres del maana; son los que preocupados, atormentados, acosados por el porvenir,se comunican poco a poco sus ideas, cambian sus impresiones entre unos cuantos al principio;despus, insensiblemente, la idea nueva abre su camino. Y no es sino despus de habersehecho poderosa, irresistible, que un partido poltico se apodera de ella y la presenta comooriginaria de l mismo. Se encuentra siempre un partido que se hace campen del xito de tal o

    cual reforma y que, a fuerza de insistir, acaba por hacerla triunfar. Pero cuando triunfa es queest sostenida por una masa tan poderosa y cuyo esfuerzo se hizo tan irresistible que serapeligroso no registrarla en la ley. Las reformas, lo veis bien, no vienen de arriba; vienen siemprede abajo. No es preciso contar con el parlamentarismo para realizarlas, sino solamente pararegistrarlas.

    Si quisiramos profundizar el problema verais que las reformas son, por otra parte, ineficaces,dado el medio social. No son nunca positivas ni fecundas.

    Las reformas no reforman. Se ha reformado bastante! Hubo centenares, millares, decenas demillares de reformas introducidas en la legislacin. Pero abrid los ojos. Veis que haya

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    Decir que el rgimen representativo es un rgimen de corrupcin es ya una banalidad y meimagino que no es necesario entrar sobre este punto, en un desarrollo considerable. Sera, creyo, superfluo. Sabis todos que las tareas polticas son unas tareas sucias, que los mediospolticos estn corrompidos, y por excelencia, el Parlamento, porque es en el Parlamento dondese encuentran todos los apetitos, todas las codicias, todas las rivalidades, todas las ambiciones,y por lo mismo, no se pueden realizar en l ms que trabajos sucios, y los que toman parte enellos no pueden ser ms que sucios tambin.

    He visto de cerca estas cosas y mi larga experiencia me ha enseado que en la poltica -hablode la poltica que se estila en el Parlamento, de la poltica prctica y no de la poltica comociencia-, no hay ms que dos ideas: la primera es que, cuando se es minora debe intentarsetodo para llegar a ser mayora; la segunda es que cuando se ha llegado a ser mayora ygobierno, se debe recurrir a todos los medios posibles para seguir siendo gobierno y mayora.

    No creis que esto sea un hallazgo de mi imaginacin proficua. No. Es una observacin basadaen la experiencia. No quiero remontarme mucho en la historia. Pero, examinemos, si queris,los cincuenta aos que nos separan de la proclamacin de la tercera Repblica.

    Al principio es la Repblica de los Thiers, de los Mac-Mahon, la Repblica conservadora de

    quien Thiers deca: La Repblica ser conservadora o no ser nada. Pero haba una minora,convertida ms tarde, con los 363, en mayora, cuando Gambetta y sus amigos, los oportunistasde entonces, se esparcieron por el pas, fueron a todas las regiones a sublevar en favor de lademocracia y de la idea republicana, las masas campesinas y urbanas. Cuando volvieron comomayora a la Cmara, conquistaron el poder, y, despus de haber sido, durante cinco aos,minora y oposicin, se hicieron a su vez mayora y gobierno. En esta forma se mantuvierontodo el tiempo que les fue imposible.

    Pero, durante este tiempo, haba otra minora republicana con Brisson, Floquet, Goblet,Clemenceau, Pelletan: Menciono a los mejores! Esta minora marchaba al asalto del poder.Permanecieron durante dieciocho aos como minora en la oposicin. Un da, estos opositoresse apoderaron del poder; derribaron a los oportunistas, de los cuales se estaba cansado, pues

    prometan siempre y no cumplan nunca. A su vez, la minora radical se hizo mayora ygobierno.

    Pero haba otro partido, an, el radical-socialista. No se sabe exactamente si es ms bienradical que socialista o ms bien socialista que radical. Lo cierto que se intitulaba radical-socialista. Y este partido, entonces minora y oposicin quera, tambin l, apoderarse delPoder. Se han visto misterios en donde estaban representadas las ideas radicales, las ideasradicales-socialistas y aun las ideas socialistas, en dosis casi proporcionales. Coaliciones,nacidas de las ambiciones y los apetitos, sostenidas por las intrigas financieras, apoyadas enturbias combinaciones de negocios y de poltica, cuyo fin verdadero es gobernar. Ya veis quetengo razn al decir que en la poltica no hay ms que dos ideas: cuando no se es nada, tratarde serlo todo; cuando se es todo, tratar de conservar la situacin.

    Tal sistema no es hecho para educar el pensamiento, fortificar, esclarecer las conciencias, nipara afirmar los corazones en la solidez de los principios. Tales procedimientos sonforzosamente corruptores. Y cmo queris que estos hombres, constantemente mezcladoscon los deshonestos, escapen a la corrupcin? Es imposible. No hablo ni de los escndalosque estallan y hacen ruido, ni de los escndalos ms numerosos aun que se ahogan! Todo estoes cosa sabida, archisabida.

    Adems, hay una certidumbre cientfica: que el hombre se adapta al medio en que vive. Ydesde el momento que el medio es un medio poltico en que se hacen concesiones recprocas,en que se prestan servicios unos a otros, en que nadie se preocupa ms que de su inters, al

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    adaptarse a ese medio dnde queda el inters del pas? He conocido hombres convencidos,cuya conciencia era recta, cuyo pensamiento era elevado, cuyo espritu era generoso, cuyocorazn era sensible; los he visto entrar en la poltica, penetrar en el Parlamento. Qu fue deellos? Hablo de los que entraron llenos de entusiasmo, con el deseo de hacer bien y que fueronobligados a constatar que si en el Parlamento se es impotente para el bien, en cambio, se esomnipotente para el mal. Unos se retiraron, descorazonados; otros cedieron, y, una vez en lapendiente, llegaron hasta el fin. Crean que se preservaran del contagio, pero el contagio fue

    ms fuerte que ellos y los arrastr. La mayora de los parlamentarios estn corrompidos deantemano. Aquellos no tienen necesidad de esperar para corromperse; aportan una corrupcinms, la que lleva consigo.

    Me recuerdo ahora de un caso particular que os voy a relatar, ya que se me ha ocurrido la idea.Eso os har rer un poco.

    Era en 1901. Yo haba ido a Lyon a dar conferencias. Un diario socialista Le Peuple, acababade aparecer. Los amigos me dijeron: Es preciso fundar un peridico; fundmoslo contigo queeres conocido en la regin. Acept y fundamos Le Quotidien.

    Siete u ocho meses despus, si no muy holgadamente, se mantena y en regin de Rhone, de

    Loire, de Isere, del Saone et-Loire, es decir en los cinco departamentos limtrofes, estababastante difundido.

    Tenamos en todas partes corresponsales, sobre todo en la Loire, en esa regin industrial queva de Rivede Gier a Firminy, por St-Chamond, La Ricamarie y el Chambon.

    Un da, lea los peridicos de la regin y de Pars, cuando llamaron a la puerta y entr uno demis buenos amigos, que vena de Pars, el cual me dijo:

    Me alegro de verte.

    En que puedo servirle?

    Usted sabe lo qu vengo a hacer aqu?

    Qu es ello?

    Vengo a presentar mi candidatura en Loire.

    S?

    No estoy todava seguro, pero he sido designado; soy secretario general del Partidosocialista y conozco a fondo, por consiguiente, todo el mapa electoral de Francia; he puestolos ojos en la segunda circunscripcin de Saint-Etiene y estoy seguro de ser elegido; vengo

    simplemente a sondear un poco el terreno y a crearme algunas amistades. Sabe lo queusted mismo debiera hacer?

    No.

    Pues bien; hay cerca, en Rive de Gier, una circunscripcin aprovechable, y si usted quiereser candidato, estoy seguro del xito. No tendr necesidad de molestarse: yo har lacampaa como si fuese para m.

    Y entonces me mir y me dijo:

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    Oh, Sebastin, dos hombres como usted y yo en la Cmara; yo estratega maoso y hbil;usted orador lleno de fuego, impetuoso; eso sera soberbio, eso sera la Revolucin en laCmara!...

    Sabis quien hablaba as? Vosotros lo habis adivinado, seguramente: era Briand. Yo meimit a decirle, palmendole familiarmente en la espalda:

    Volveremos a hablar de esto dentro de un ao; de aqu a seis meses, ser usted,probablemente, diputado; si ello puede satisfacerle, le deseo el triunfo; pero no cuenteconmigo para hacer el viaje; continuaremos la conversacin dentro de un ao.

    El se asombr:

    Qu quiere decir? Es qu, por casualidad, cree que all no ser lo que soy ahora?Hemos luchado juntos en circunstancias bastante peligrosas para que dude usted de lasinceridad de mis convicciones.

    Yo respond:

    Tengo la certidumbre que dentro de seis meses ser usted diputado y de que, dentro de unao, habr cambiado de hombro el fusil.

    Vosotros sabis camaradas, que no me enga. Y cuantos he conocido as!

    Pero, sigamos.

    El rgimen representativo, en fin, tiene un cuarto defecto: es nocivo, es decir, es perjudicial.

    Desde el momento que es favorable a la clase capitalista se deduce que es daino para la claseobrera.

    La corrupcin domina sobre todo a los trabajadores que, de tanto en tanto, figuran en la escenadel Parlamento.

    Un burgus vive all como el pez en el agua. Est en su medio. Tiene el hbito del mundoparlamentario. Su vida, por decirlo as, no ha cambiado. Sus intereses estn quizs, mejorservidos. Antes era burgus, y burgus sigue siendo.

    Pero el trabajador, el obrero al que un escrutinio favorable substrae de su trabajo, donde seesforzaba ocho, nueve y diez horas por da para ganar un salario de hambre; un hombre cuyasituacin es en tal modo subvertida, se ve claramente, ofrece a la corrupcin un campo frtil,una especie de caldo de cultivo en que se desarrolla fcilmente el microbio de la podredumbre.

    He ah porqu es ms peligroso para un trabajador el extraviarse en el Parlamento.El burgus est corrompido ya, por anticipado; esto no lo cambia; no est sino un poco mspodrido, un poco ms corrompido; pero el obrero que conoci las angustias del maana y que,perdiendo de golpe el contacto con sus camaradas de trabajo, entra bruscamente en elParlamento, se hace six centime de roi.

    Esto se hace para darle vuelta y trastornar las condiciones de su existencia.

    No es extraordinario que sea transformado. Espera conquistar, absorber el Poder, un da, enprovecho de su clase y es el Poder el que lo absorbe a l!

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    Es preciso, por otra parte, que el medio sea apropiado al fin y que el proletario no se contentecon reformas que, digmoslo una vez ms, no reforman nada, con mejoramientos que nadamejoran.

    La clase obrera debe querer una revolucin profunda, una transformacin social integral.

    La supresin del salario, la liberacin del trabajo, no puede ser obra del Parlamento sino de la

    revolucin.

    Todas estas verdades son admitidas hoy por todos los socialistas convencidos, sinceros yesclarecidos.

    Solamente, dicen, por qu descuidar un medio que es quizs de alguna utilidad, a condicinde que se sepa servir de l? Por qu no conducir conjuntamente las dos acciones, la accinparlamentaria y la accin obrera, la batalla en lo alto y la batalla desde abajo? Por quprivarnos voluntariamente de una de esas secciones? Eso es disminuir nuestra fuerza. Esreducir nuestro campo de batalla.

    Los que hablan as, quiero creerlos sinceros, no ven claro. No se dan cuenta de la labor hecha

    por un lado y descuidada en el otro, de una actividad obrando en un sentido y de una actividadobrando en el sentido opuesto. El bien que, por excepcin, se pueda obtener desde arriba esampliamente sobrepasado por el malestar que se sufrir abajo. No hay que creer que losesfuerzos gastados en lo alto y en lo bajo, en el dominio parlamentario, electoral, y en eldominio obrero popular, se combinen y se sumen. No se suman, sino que se restan. Laoperacin no da una adicin, sino una substraccin. No son la misma cosa, son cosasexactamente opuestas.

    Y adems, no sents el peligro que tiene el decir al pueblo, al mundo obrero, que su deber esdepositar una vez cada cuatro aos, un minuto cada quince mil horas, piadosamente,tranquilamente, sin esfuerzo y sin riesgo, una boleta en la urna del sufragio? La batalla exigealgo ms que ese gesto peridico. Exige una actividad constante. Todos los socialistas creen

    llegar ms pronto al fin propuesto atacando al mundo burgus desde arriba y desde abajo,introducindose en las asambleas para decir, desde lo alto de esa tribuna magnfica, su doctrinay sus esperanzas. As creen llegar ms pronto. Suponen que los anarquistas son idelogos, yno tienen ms que sonrisas desdeosas para lo que ellos llaman utopa libertaria.

    A aquellos que pretenden inspirarse solamente en los hechos, les invito a consultar los hechos.Vern que los hechos desmienten sus afirmaciones. Hace al menos treinta aos - desde 1890,podra decir cuarenta, pero quiero quedar ms ac de la verdad-, que los socialistas tomanparte de una manera activa, en las elecciones. Cuntos hay desde entonces en el Palais-Bourbon? Son sesenta. Sin duda, fueron ms; pero hoy son sesenta. No me importa saber sieran cien hace algunos aos. Confirmo solamente que hace treinta aos que los candidatossocialistas se presentan a las elecciones y se ocupan de accin parlamentaria y que, despus

    de treinta aos de lucha, son sesenta diputados. Esto es, por consiguiente, dos diputados poraos. De suerte que, habiendo de conquistar la mayora, es decir unos 300 diputados en elPalais-Bourbon y 150 senadores en el Luxemburgo, o sea 450 elegidos, seran necesarios 225aos para ello. Si consideris que eso es marchar rpido, yo estimo que es mentira! Si entrelos sesenta diputados actualmente en el Parlamento hay talentos y lumbreras del partido-supongo que el partido socialista no envi a la Cmara a los menos elocuentes, a los menostalentosos, si no al contrario a los ms elocuentes y a los ms cultos-, les dijo: Salid delParlamento, clausurad sus puertas, arrojad vuestra dimisin a la cara de vuestros colegas,como un escupitajo. Y despus, cuando hayis hecho esto, os esparciris por el pas, iris atodos los lugares, a las ciudades y a las aldeas, con el bastn del peregrino, recorriendo losmontes y los valles, no pidiendo nada a nadie, por lo cual tendris razn para decir: He aqu lo

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    que podemos hacer juntos, no os pedimos mandato alguno, ni un asiento en el Palais-Bourbon,queremos permanecer con vosotros, es junto a vosotros que queremos combatir. Qu fuerzano os dara tal desinters! Y de ese modo, estoy convencido de que no haran falta 225 aospara apasionar a este pas hacindole or la palabra revolucionaria. Si hubiese as 50 o 60apstoles recorriendo a Francia, inspirando el espritu de la revuelta y animando con ese soploel pensamiento del pueblo entero, en bien poco tiempo levantaramos una fuerza revolucionariaque hara temblar y retroceder al Poder.

    Es hora, camaradas de concluir.

    La soberana del pueblo es un engao y una mentira; un juego de palabras, un gesto deprestidigitacin. El parlamentarismo es un hogar de podredumbre. El parlamento es un rgimenabsurdo, impotente, corrompido y nocivo.

    Parlamentarismo es un rgimen absurdo, impotente, corrompido y nocivo.

    La accin parlamentaria es un terreno excelente para la clase burguesa, pero un mal terreno, elpeor, para la clase obrera.

    Es preciso desertar de ella y permanecer resueltamente en el campo de la batallarevolucionaria.

    nicamente, los anarquistas luchan contra la sociedad capitalista de un modo constante,consciente y activo por el abstencionismo, que no consiste solamente en no servirse del armairrisoria que la Constitucin pone en nuestras manos: la papeleta del voto.

    Su abstencionismo es consciente y activo. Los anarquistas tienen un cuerpo de doctrina y demtodos de accin que deben, creo yo, impresionar a los hombres de buen sentido, deconviccin, de corazn y de voluntad independiente.

    nicamente, los anarquistas se abstienen, porque estn convencidos de que la accin

    parlamentaria es nefasta y de que la lucha electoral es nociva; porque saben que la accinpoltica es perniciosa.

    En el dominio electoral se est obligado a hacer ms o menos concesiones.

    No se puede nunca decir lo que se piensa todo lo que se piensa; y los anarquistas deseanpermanecer independientes ante su pensamiento, ante su conciencia y reservarse la posibilidadde decir, sin rodeos, lo que piensan, todo lo que piensan, nada ms que lo que piensan.

    Los anarquistas se abstienen, porque no quieren participar en los crmenes gubernamentales, yporque saben que, cuando se acerca uno al poder, se hace cmplice, no implcita sinoexplcitamente, de todos los crmenes cometidos por los gobiernos.

    Los anarquistas no quieren tener la menor participacin en estos crmenes, y no quieren cargarsobre este punto, con ninguna responsabilidad.

    Se abstienen, porque quieren permanecer en la muchedumbre, porque desean quedar encontacto permanente con la masa que trabaja brutalmente, que sufre, que soporta la autoridady que est sublevada y exasperada.

    Se abstienen, porque entienden, de ese modo, conservar intacto su derecho a la revuelta. Sivotis perdis el derecho a la insurreccin y desde entonces os inclinis por anticipado, eslgico, ante la ley del nmero, ante esa fuerza ciega y estpida de la mayora. Si me sirviese de

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    la papeleta del voto, tendra la certidumbre de que pierdo mi derecho a la revuelta, pues acepto,de esa manera, la ley de la mayora y exijo, implcitamente, que todo el mundo se incline anteella.

    Yo que no voto, tengo el derecho de decir: Venga de donde venga, cualesquiera que sean susorgenes y sea quien sea el legislador, la ley no puede ms que mantener y agravar lainiquidad. Aun cuando ella la disminuya en cierta medida, la iniquidad queda. Yo me rehso a

    reconocer la ley, porque es la inepta aplicacin de la fuerza ciega y estpida del nmero, comosi hubiese algo de comn entre el nmero y el progreso, el derecho, la justicia y la humanidad.Quiero conservar mi derecho a la revuelta y he ah, por qu me abstengo. Si los anarquistas seabstienen, es porque quieren permanecer fieles a su alta y pura filosofa.

    Esta filosofa consiste en alejarse con tanto cuidado de la autoridad que se ejerce como de laque se sufre.

    Consiste en mantener una guerra implacable a los que hacen la ley y a los que la soportan: alos unos, porque abusan de la autoridad, a los otros, porque se humillan ante ella.

    El anarquista se distingue y se separa de todos, porque no quiere ser amo ni esclavo. No quiere

    inclinarse ante nadie, pero tampoco quiere que los otros se inclinen ante l.

    No quiere ser esclavo y ejecutar rdenes extraas; pero tampoco quiere ser amo ni ordenar anadie.

    Tiene horror a la autoridad que se le impone, como tendra horror a la autoridad que limpusiera a otro.

    Admite esta frmula maravillosa que inspirar probablemente, a la humanidad futura: Ni amo,ni esclavo.

    Y para terminar, dir que, en el estado presente, ante la sociedad en que vivimos y que hemos

    de sufrir hasta que tengamos fuerzas para derribarla, haremos nuestra la frase lapidaria de unode nuestros camaradas ms ilustres, Elseo Rclus: Ante la iniquidad y en tanto que ellapersista, los anarquistas estn y permanecen en estado de insurreccin permanente.

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