Farge Arlette - La Atraccion Del Archivo (Scan)

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    I" 1 ' - 1 -

    I~(En este siglo no hay manuscritos medie::~::l:::::~

    r oo ' : ; : : ; : i ; ; itables iluminaciones; ela!chivo es simplemente uno de lot . Imedias de que se sirve la monarquia para administrarse

    1

    1" 1 ' " ~ ; . ! civil y penalmente, y que el tiempo ha conservauo con~oi I: \!Jna huella de su paso. Como !lay, aunque de forma dls-J L,. tinta, la policia instruye atestados y rellena regislros. Los

    i t : > comisarios y los inspectores de policia envian a sus supe-

    i riores notas e informes; 105 delincuentes sufren interroga-i \ ; torios y los testigos confian sus impresiones a escribanos

    i, que las anotan sin puntuaci6n, segLln la relajada costUnJ-

    i I; bre de la epoca.);:l arc)1ivojudicial del siglo XVIII esta for-i ~. ma.~or~_d~.es~20~ -la"~~ii"~~2!!;'-!1.Qj~i"s;j~[\iLt!:9-si ; ~ l hOJ~.?u~.H~!.ge Clemand~~!p.~2ces~, !.!!.~~!LQg

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    10 inaccesible, sino 10 vivo. Trozos de verdad actualmen- Ph'~I\,/(Jte' vencidos aparecen ante la vista: cegadores de nitidez

    y de credibilidad, NQSJ1beil_LJ.:~_a,el descl1br:LpJ~~.tQ..c!.~l ar-t ~. J Ichi.~~~~~_~ m~_f!_'LqL!.~_se.ofrece'-=Y_gliej~iC~Lplenamen.: I r \A .Q / ) t..< ! . . te su EQmhr.eJuen~e. " . .

    '---Sin comparaci6n can ninguna otra, la fuente de los '

    interrogatorios y de los testimonios de la policia parece

    realizar un milagro, el de unir el pasado con el presente;

    al descubrirla se d a en pensar que no se trabaja con los

    O1uertos (ciertamente, la historia es ante todo un encuen-

    tro can la muerte), yque la materia es tan aguda que soli-

    cita simult el metlecins. Vi,,

    Iences el singulariles dans Ie discollrs du corps u'apres les manuscrils me

    dicaux de la fin du XVIII' sieclc, Erhllologiefran,aise, l. 6. n" ]4,1976.

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    pes,cuyo dorso a veces sirve para anotar cuentas 0 para

    apuntar una direccion. Ni siquiera Ios dibujos 0 garaba-

    tos, al margen de uno u otro atestado, testimonios de al-

    gunos momentos sooadores de un escribano poco concen-

    trado, 0 de la pluma distraida de un inspector al releer suspapeles. Como si de un mundo desaparecido volviesen Ias

    huellas materiales de los instantes mas intimos y Ios me-

    nos frecuentemente expresados por una poblacion enfren-

    . tada a la sorpresa, al dolor 0 al fingimiento. El archivo

    , petrifica esos momentos al a7ar yen desorden; cad a vez. c quien 10 lee, 10 toea 0 10 descubre, se siente aI principio

    presa de un efecto de certeza. La palabra dicha, el objeto

    halJado, la huelJa dejadasr.: convierten en figuras de 10real.

    Como si la prueba de 10 q le fue el pasado estu viese ill fin

    ahi, definitiva y proxima. Como si, al desplegar el archi-

    vo, se hubiese obtenido el privilegio de tocar 10 real. A

    partir de ahi, para que disc urrir, proporcionar nuevas ex-

    presiones, para explicar 10 que senciJlamente yace sobrelas hojas 0 entre ellas.

    t

    Por otra parte, la inva~.ion de esas sensaciones nunca

    dura, dicen que sucede 10 n,ismo con los espejismos, Pormucho que 10 real parezca ::star ahi, visible y aprehensi-

    ble, nunca dice nada mas que a si mismo, y es una inge-

    nuidad el creer que aqui se ha reducido a Ia esencia. EI

    regteso del archivo9 a vece!; es dificil: al placer fisico de

    la. huella enconrrada sucede :a duda mezclada con la im-patencia. de no saber que hacer con ella.

    Ciartamente, la carta de tL1PO es emocionalmente im-

    presionante, y sin duda muchos museos estarian conten-

    tos de tenerla bajo un cristal, pero 10 importante esta en

    otro lugar. Reside en la dificil interpretacion de su pre-sencia, en la busqueda de su significaci'on, en la ubicacion

    \

    ' de su realidad en medio de sisu:mas de sign os cuya his-

    toria puede interttar ser la gramtica'. Los granos solea-

    \

    dos y 10s naipe.s 50n al mismo tiem;Jo todo y nada. Todo,

    porque sorprendt n y desafian al seetido; nada, porque no

    (

    . son sino huellas ::n bruto, que solo a sl mismas remiten

    si no llOS a ten err . os ~a~ que a ellas. :~u\historia no exist~

    9 Jerga profeslona' que slgnlflca: yolver a ca sa despues de haber t ra ba .

    jado en la Bibliolec,., " 1

    I

    LA'ATRACCION DEL ARCHIVO 15 ..

    hasta eI momento en que se les plantea un cierto tipo d e ; . : : . t ~ . ~ . " ; : ; [ : [ : 1preguntas y no cuando se las recoge, aunque se haga con jt~;::alegria, Y sin embargo, nadie olvida jnmas el color de Jos : ; Y J r ; :

    granos entrevistos un din, ni tall1poCO las palabras de tela_.. tJ~;:Seamos justos: no es tan frecucnte que el trigo crez')f0\:'

    ca en un archivo. Una vez ha pasado la sorpresa, la mo-' ~t,.notonia de Ios acontecimientos reunidos supera a los des .. ~ ! ! ! . : : : icubrimientos, Una vaga lasitud enLOrpece la lectura.:~ii

    Evidentemcnte, ninguna demanda se parece realmente a i H H . :otra, ninguna pelea turba al vecindario del mismo modo, .c;;;t

    pero los atestados tienen todos el mismo formato, y los . ' . ' . _. i, :. ;. 'ti :' ~ i< .t ,: . .interrogatorios, a primera vista, tienen mas 0 menos Ja mis- '"

    ma estructura. Asi como las informaciones, la ratificacion ? ? , .

    (recolement)'O de los testigCis, In sentencia pronunciada:

    muchos mala'ndrines se pasean entre el destierro tempo-

    ral y tres aoos de galeras, sin haber tenido mas que unos

    instantes para grit:1f su fechoria 0 con tar qu~ ellos nunCH

    estuvieron en el Jugar donde el agente Ios detuvo. .~ .Los registros de deJincuentes 0 de prisioneros son in- " ,l ~ '

    c6modos de manejar -hay que adosarlos sobre un puri- '.} . ,tre de madera para consultarlos- y laconicos: hacen so-'! ,.

    brevivir en innumerables columl1as millares de nombres "~desconocidos, seguidos de escasas inforrnaciones que dl: ;;;:

    entrada no sabemos como tratar. Lejos de Ja precision d e : ! i i ~10s registros actuales, no ofrecen mas que el esbozo de un' ..~ ..

    fichero y de un control que apenas nacian. Se [rata de lar--i :

    gas listas aburridas, frecuentemen[e escritas por un mis- . . ~;

    mo escribano, a menudo interrumpidas no se sabe por que t::y nunca reanudadas a pesar de un titulo proine[edor que'~, ..

    indicaba una larga cronologia que nunca sera respetada. ~i~.:; ~

    NOh~s fa.cidl~e,sollver 10sl?rObl~mas de, manItel~imi~nto del .....: .: ~ '. " .i > ,! .- . :.. ' . ' rarc IVOJU ICla , yesas Istas SIrven mas a a listOrIa cuan-,

    titativa que a la de Ias mentalidades. Un dia, para huir deJ;ii ;

    aburrimiento, dicen que una habitual de las salas de ar-:l' .

    chivos deslizo en casi todos sus dedos un anillo 0 una 50r- : . , ftija) con la unica fjnalidad de ver como jugaba la luz 'cuan- < V ~,

    d~: ~:::~~ ~"~~.J ~ , ~ m ~: : : : . : " ~ : o~ ~: ~ : o: : : ~ ~ : :, : " ,Vq~I,V~;:: :; r~ ..... . ' . ~ . ~ _ i l .ca Hamada de los testigos tras la declaraci6n de Jos acusados. ""

    ....1i!,.

    ':~ff

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    pasar a 10 largo de las altas paginas para no perder la esen- frecuente con mucho; en Francia, la mecanizacion a van

    cia de ese material, en definitiva pocas veces mudo, aun za a pasos cortos.

    cuando sea opaco. No se pueden fotocopiar los manuscritos del si

    Los personajes abundan en el archivo, mas que en glo XVI/I, demasiado fnigiles, la modernidad 10'; capta so

    cualquier texto 0en cualquier novela. E~a poblacil')I1 in lamente a traves de microfilms 0microfichas. indispensa-

    habitual de hombres y mujeres, cuyo nombre desvelado bles pero daninos para 105 ojos. Compulsar el archivo.

    en absoluto reduce el anonimato, refuerza en ellector la hojearlo, ir d e atras adelante, se haee imposible con esa

    ( sensacion de aislamienlo. EI archlvo pronto impone una tecnica despiadadaque caliihia sensiblemenie su ke[ura,

    sorprendente contradiccion; al mismo tiempo que invade y por 10 tanto su interpretacion. Uti'les para la conserva

    y sumerge, remite, por su desmesura, a la soledad. Una cion, esos sistemas de reproduccion ue archivo suponensoledad donde bullen tantos seres vivos que no parece seguramente otras fructiferas formas de plantear pregurl

    en absoluto posible dar cuenta de ellos, hacer su his Loria, Las a los textos, pero haran que algunos olviden la aproxi-

    en suni~1. Millares de huellas ... es el sueno de todo investi macion tacti! e inmediata al material, la sensacian prensi-

    gador (pensemos por un instante 'en los historiadores de ble de las hu,ellas del pasado. EI archivo manuscrito es Ull

    la antigOedad). Su abundancia seduce y solicita, manteo i \ material ViVO,Sll reproduccion microfilmada es un poconiendo al lector en una especie; de inhibici6n. lelra mllerta, aun cllando se haga indispensable.

    l,Que quiere decir exactamente: disponer de innurne- Leer el,archivo es una cosa; enconlrat el mouo de reo

    rabies fuentes, y como sacar eficazrnente del olvido exis, ----7 tcnerlo es otra distinta. Puede sorprender la afirmucion

    tencias que nunca fueron notadas. ni siquiera en vida (si de que las horas pasadas'en la biblioleca consulLando el

    no era eventualmente para ser castigadas 0amonestauas)? archivo ~on horas declicadas a copiarlo, sin cambiar.ni una

    Si la historia es resurreccion intacta del pasado, la tarea palabra. Cuahdo llega la noche, despu

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    repetirse que es posible conocer bien a qiderot si~ sentir

    jamas la necesidad de copiarlo; sin embargo, anteel ar-

    chivo manuscrito se crea una urgencia, la de dejarse arras-

    trar por el gesto en el flujo irregul~r de lasfrases, 'en la

    elo"cuci6n en trecortada de las preguntas y las respuestas,

    en la anarqufa de las palabras. Dejarse' arrastrar, pero tam-

    I l bien dejarse extra.viar, enht~e.la familiaridady lat extrtafieza.La atracci6n del arc IVO pasa por ese ges 0 ar esano,lerito y poco rentable, durante el cual se copian Ios tex-

    tos trozo tras trozo, sin transformar su forma, ni s~ orto-

    gra'fia, ni siquiera la puntuacion. Sin siquiera'pensar de-

    masiado en ello. Per sando en ello continuamente. Como

    si la Olano, al actuar asi,permitiese que el espiritu perma-

    nezca simuluineam,;nte c6mplice y extrano al tiempo y

    a esas mujeres y esos hombres que se expresan. Como si

    la Olano, al reproducir a su modo el contorno de las sila-

    bas y de las palabras de 'antano, al conservar la sin taxis

    del siglopasado se introdujese en el tiempo con mas auda-

    cia que a traves de notas pensadas, en las que la inteligen-cia hubiese esc )gido de antemano 1 0 que considera indis-

    pensable y hu' ,iese dejado de lado el exceso del archivo.

    Ese gesto de a )roximaci6n se ha impu'esto hasta tal pun-

    to que jamas ~e distingue del resto del trabajo. EI archivo

    copiado a mallO, en una pagina blanca, ~s un trozo de tiem-

    j I pO domestic; do; mas tarde, se delimit'aran los temas, seI ( formlllanin i,1terpretaciones. Ello Sllpone mucho tiempo

    y a veces du::le el hombro al estirar el cuello; pero asi se

    descubre un se'ntido. :

    ,SOBRE la puerta de entrada, tin cartel indica las horas de

    apertura y cicrre de la bihlioteca; nadie puede saber que

    no coinciden necesariamente con las de consulta de do

    cumentos; abajo, se puede leer la lista de dias festivos, asi

    como la de los dias de cierre que los acompafia a uno y

    otro lado de los fines de semana. La inscripci6n es larga.

    mecanografiada sin mas sobre un simple pupel con memobrete del ministerio de Cultura, y esta colocada tan dis

    cretamente que raravez se distingue a primera vista. Eso

    es exactamente 10 que Ie sucede al lector; al empujar la

    pesada puerta, no se habia dado cuenta de que faltahan

    diez minutos para el final de las consultas de archivo dl:

    la manana. No 10 sospecha; alsalir del metro solamente

    ha dado un vago vistazo a su ~lrededor para localizar el

    cafe mas proximo, que le._sefvira en el momenta de lapausa.

    EI edificio es majestuoso, la escalera de piedra ahso

    lutamente c6moda: anchos peldanos ajustados alritmo de

    la ascensi6n, y suave barand? acabada en una falsa bola

    de cristal, excesivamente inc).inada hacia la derecha. Enel rellano, el bus~o de un desconocido; eJ nombre grabado

    debajo no Ie da mas informaci6n. Uno s e imagina a un

    conservador erudite, 0posiblemente a un don ante mece-

    nas, y sigue su camino. Grandes pinturas murales, vaga-

    mente buc6licas, claramente academicas, ensombrecen los

    corredores contiguos. Hace fresco; a pesar de la suavidad

    de la temperatura exterior, el aire es aJ mismo tiempo frio

    y humedo, hace encogerse de hombros. Frente a eJ, puer-

    tas cerradas; a pesar de estarlo, abren Jas paredes con su

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    promesa de clar a una saIa de lectura.Nada invita a eni-

    pujar una antes que otra. En ese momento pierde aIgode

    su despreocupaci6n. Se Ie ve v8ciIar, tntimidarse ligera-

    . mente, adoptar un falso aspecto de saber. Ya no tiene la

    flexible negligencia de cuando ha llegado, mas a ll 11 cuan-

    do aeaba de cruzarse can varias personas cuyo aspecto no

    da Jugar a equivocos. Son lectores, de pasos regulares y

    rapidos, habitando el espacio sin enfasis, pero can Ja faci-

    lidad caracteristica de quienes, desde hace tiempo, han es-

    tablecido una connivencia can ese.genero de madrigue-

    ras. Alguien Ie adelanta, con el brazo Izquierdo eargaclo

    can una cartera de cuero, el otro doblado sabre una car-

    peta que debi6 ser naranja. Es una suerte: sigue sLis pasos

    y finge, a partir de entonees, un rostra mas aereo. Reco-

    rre un primer corredor, atraviesa un espacio vacio, perci-

    be el nombre de una sala inscrito sabre el dintel de una

    puerta, mira distraidamente las copas de los arboles por

    la ventan8, entra en Una vasta antecamara amueblada con

    tres banquetas de terciopelo ajado y eon dos vitrinas que

    contienen algunas medallas antiguas. A la derecha, una

    puerta entreabierta deja ver largos anaqueIes negros don-

    de se aprietan millares de cajas de carton como en la vis-

    pera de un traslado 0en eI dia de despues de una eatastro-

    fe. Sigue escrupulosamente al que, cortesmente, mantiene

    abiertas Ias puertas a pesar de sus manos cargadas. Una

    vez atravesado eI ultimo paso, una bocanada de calor Ie

    informa: acaLJa de eritrar en una sala c},electura.

    El puesto numero 1 es, can mucho, eI mejor de Ia saIa;

    pro~.imo aI elevado crucero, esta bien iIuminado; ningun

    veCInO a Ia izquierda, el pas ilia de comunicacion invita al

    espacio, especialmente a dejar que eI coda note tranqui-

    lamente. Una vez instal ado, se d escubre una agradable

    perspectiva sobre la sala y sobre la estrecha galeria cle ma-

    dera can balaustrada que la don1ina a la rnitad de su altu-

    ra. Todas las mananas a las 10, al menos dos personas handecidido que ese es su lugar. Asi se crea pern1anentemen-

    te una pequena guerra, muda, invisible, pero tozuda. Para

    vence" b,,'a con lIegac eI

    P ' i m r oaJ patio de entcada, Y

    con no dejarse desbordar por ningun movimiento que per-

    mit41 al otro pasar delante en un momento.de distracci6n.De hecho, nadie p'uede imaginarse que se trata de un com-

    bate implacable, y que un buen puesto en una sala de ar-

    chivo es uno de los bienes mas preciados que pllcden exis-

    tir. Para obtener sin dificultad, y sin tener aspecto de

    luchar, ese benefico puesto nLlmero 1 ., hay que empezar

    temprano. No entretenerse demasiado en el uesayuno,

    cornprar el diario sin dejarse atraer por 105 titulares, s::1lir

    del metro can ojos vigilantes para reconoceral intruso,

    avanzar sin apresurar el paso hasta la ruerca. Si, por ca-

    sualidad, sale del mismo metro, no correr jamas, ni siljuiel'a

    saludarlo 0sonreirle, cualquier complicicJad provoca por

    fuerza fastidiosos compromisos. Hay que continuar erea

    mino y tomara escondidas el peLjuefio callejon pUCOco-

    nocido que lleva mas rapidamenle al cJestino. AI abrir las

    puertas si se encuentra uno cacJo con cado rara "uhir las

    escaleras, hay que acJortar el aire cJesrreoclJpacJo dt: ljuien

    sabe que, evidcnLemenLe, tiene tkrccho III rucsto IlLIITlt:

    ro I. El oLro, ante tan La seguricJad, ocurara el 2, justo al

    lado; 0 mejor, el 16, exactamente frente all, ror 10 tan

    to, bien iluminado, buena perspeetiva il1versa, etc. y que

    posee la incuesLionable ventaja de poder ,lavar los ojos

    irriLados implacablemente sobre el delentacJor del nLlfTle-

    ro I. Es un cara a eara insoportable para el vencedor, siem

    pre alga lastimoso por haber-logrado una victoria tan irri-

    soria. No hay treglJa en esa comrc[ici6n que se encarnizutad as los dias; alguna_s mananas, puede suceder que L1nCJ

    se encuenLre mas cansado que o[[as, y que t'irme la derro-

    ta en cuanto se rone en pie. Entonces, es t'acil sonar ante

    una taza de te, 0sumergirse en un banG espumoso~char-

    lando con 11 gata, esbozar tres pasos de gimnasia ante una

    ventana casi abierta. La guerra esta perdida pues, a esta

    hora, el otro ya esta en el puestOnurnero I; basta con trans

    [ormar la derrota en indiferencia 0sentirla como o[ra vic-

    toria. Depende de la forma y juslamenlC del modo en que

    la tetera hay ha vertido su contcnido en la taza sin inllndarlo todo alrededor. En ese easo, se puede uno t~n1ar lOdoel tiempo, yair 'jas noticias hasta Ja rne[eorologia, bajar

    par la avenida acariciando a rodos Jos perros en vez de

    renegar par tener que esquivar sus hU,ellas. La salida del

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    metro se parece a una manana de Austerlitz: son las diez

    y media y ya no queda nadie ante la puerta. La entrada

    en la sala de lectura es triunfal: ahi est a el numero 1, cris-

    pado por nohaber tenido que combatir esa manana_ No

    C]ueda mas que rozarlo un poco, negligentemente, con la

    vista perdida hacia los libros del fondo, y despues alejarsenormalmen te hacia el lado opuesto: de la sala, detnls de

    el, hacia el puesto 37. Una mirada fJrtiva de costado per-

    mite vislumbrar la nura dell que acaba de ponerse osten-

    siblemente rigida. Esnormal, el puesto 37 es tan agra-

    dable ...

    PRIVIL=:OIAR el archivo judicial supone una elecci6n y sig-

    nifica un itinerario; no es tan natural trabajar solamentp.

    a partir de 61 e introducirlo en el debate hist6rico adop

    tandolo como interlocutor principal. l,Por que negarlo''>

    Ciertamente, hay algo de trivialidad en obstinarse duran

    te anos en busc~lr siempre mas informaciones concretas

    sobre la vida de gente de un siglo pasado, mientras se organizan de forma cada vez mas elaborada Jas nuevas ma

    neras de reflexionar sobre la historia. Pero ello signifiea

    ria olvidar hasta que punto el archivo judicial ha permitido

    apariciones 'en escena espectaculares.

    LA CIUDAD ATENTA

    Antetodo, he' aqui la ciudad, g,como un perso,naje, que reside por completo en los actores que la habi

    tan y eonforman, fabricada con modos de sociabilidad que

    concuerdan con s u aspecto enmaraf\ado y con sus edifj

    cios sin secretos.

    Llena a re.bosar de gente, atenta al menor aconteci\~ \

    miento. tiene todos 105 motivos para sentirse conmocio-

    nada por la avalancha de notieias y de rumores que Ia

    lIenan cada dia. A'veces, afligida por intemperies 0acci

    dentes,. se defiende con e nergia de las agresiones. Natu

    ralmente receptiva a los acontecimientos colectivos que

    jalonan su calendario, se presta de buena gana 0con indi

    ferencia segun los casos al alborozo organizado de Jas

    fiestas reales y los fuegos artificiales. En el infinito deta-

    'l;,

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    lie de sus reglamentaciones, 105 informes policiales Ia re-fieren a veces inquieta, otras febril e incluso implorante;

    tam bien la muestran despreocupada .0 coJerica, reaccio-

    nando con tenacidad y vigor a todo cuanto sucede.

    Siempre despierta, Ia ciudad se mantk.ne vigilante: po-

    see los medios para hacer que se manifieste su opini6n,

    buena 0 mala, sobre 10 que se Ie hace vivir, pues da mie-

    do. Da miedo a las gentes de bien,a Ios vi~jeros, a la poli-

    cia como al rey, y conser va el misterio suficiente para ha-

    cer que nazcan a 10 largo del siglo XVIII innumerables

    notas de la policia que intentan que nada se oculte en su

    sombra. A traves de este impresionante material, como

    a traves de Ias cr6nicas de Louis-Sebaslien Mercier" 0 de

    los relatos de Nicolas Retif de La Brelonlle," la descubri-mos huidiza, aUl1que minuciosamente vigilada por una ad-

    ministraci6n que la quiere Uana y d6cil. De hecho, es opaca

    y m6vil, y es s u desorden 10 que adivinamos inmediata-

    mente tras Ia monotonia de las reglamentaciones incan-

    sablemente repelidas mes tras mes y pocas veces obedeci-

    das; la ciudad escucha poco, y las 6rdenes recibidas de

    arriba no tienen mucha influencia en su tumulto f estivo

    o picaro. EI archivo policial Ia muestra aI deSnLldo, disco-

    la casi siempre, a veces sumisa, siempre ausente, alIi dOll-

    de el sueflo policial desearia inmovilizarla dcfinitivamente.

    En cierta forma, el archivo sorprende a la ciudad en

    flagrante deli to: trampear con la orden, por ejemplo, de

    no aceptar la utopia de Ios hombres de la policia 0 inclusodecidir, segun 105 acontecimientos, aclamar 0 abuchear a

    sus reyes, y rebelarse cuando se siente amellazada. Leyendo

    los registros de la policia, se coristata hasta que punto la

    revuelta, el desafio 0 incluso larebeli6n, sari hecllos 50-

    ciales habituales que la ciudad sabe gestionar, sLlscitar y

    cuyas primeras senaIes reconoce facilnJente.

    II L.S. MERCIER, TdiJleau de Paris, Amsterdam; 1782, 12 YOI.

    l> N. RT1F DE LA BRETONNE, Les Nuils de Paris, 2 vol., ed. Paris, 1930.

    Ahora, he aqui al pueblo y sus multiples rostros ilLl-minados: se destacan de la multitud, sombras chinescas

    sobre 105 murosde la ciudad. EI archivu nac~ del desor'

    .den, por minimo que sea; arranca de la oscuridau largas

    listas de seres jadeantes, desarticulados, obligados a ex-

    plicarse an te la justicia. --

    Mendigos, desocupados, demaridantes, ladrofl3s D se

    ductores agresivos, un dia surgen de la masa compacta,

    atrapados por el p oeler que los ha perseguielo en el centro

    de su algarabia ordinaria, bien por haberse encontrado elon

    de no c1ebian, bien porque ellos mismos hayan Cjueriuo

    transgredir y atronar,0

    quidl nOlllhrar;,e al fin Ur1lCcl flU-deLIJ Los pedazos de vida, alll eSlaillflauos, sun breves y

    sin embargo impresionan: ceflidos entre las pocas palabras

    que los definen y la violencia que, ele golpe, 105 hace exis

    tir ante nosotros, llenan registros y elocumentos con su pre-

    sencia. Si hay proceso y mas tarele sentencias, eSlas, por

    lac6nicas que sean -galeras temporales, sospechoso

    de sedici6n, enviado a prisi6n-," revelan, no la oua

    cara del decorado, sino las escenas farniliares de la vida

    \ 1 urbana donde el orden y el desorden a rnenudo secont"un-I clen, antes incluso de enfrentarse.

    Con frecuencia, el archivo no describe compklamente

    a Ios hombres; los saca de:su vida cotidiana, 10s fija en

    algllnas reclamaciones 0 en algunas lamentables negativas, sujetos como mariposas de alas vibrantes, incluso

    cuando consienten. Consienten en quejarse, con palabras

    torpes y timidas, en J as que su aparente seguriuau aeulla

    un miedo infanti!. A menos que no sean astutos y respon-

    clones 0, peor aun, burlones y mentirosos desvergonzados.

    De entrada, el archivo juega con la verdad, asi como

    con 1 0 real; tambien impresiona por esa posicion ambigua

    en la cual, al des velar un drama, se alzan los actores atra-

    1J A. FARGE, NL FOUCAULT, Le desordre desfamiiies, les Ie{(rei de' cacht'{

    des Archives de la Basliile, Gallimard, Paris, 1981.

    14 Son las denominaciones de las penas impueslas en el siglo ." III; se pue

    de ai)adir la de la picota, asi como la del exilio, Cjue obli"gaba al delincuenlc

    a abandonar su provincia.

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    pados, cuyas palabras transcritas seguramente contienen

    mas intensidad que verdad. La evasiva, la confesi6n, la

    obstinaci6n y la desesperaci6n se mezclan sin separarse,

    y sin que, por ello, podamos preservarnos de ]a intensi-

    dad que ese estallido de vida provoca. Ese estremecimien-

    to del archivo, tan portador de realidad a pesar de sus po-

    sibles mentiras, suscita la reflexi6n.

    Na turalmente, se puede decidir, como sucede con fre-cuencia, trabajar el archivo en sus informaciones tangibles

    y ciertas. Las listas de prisioneros, los registros de galeotes,

    contabilizan a una poblaci6n aparte sobre la que se puede

    basar una investigaci6n.Es absoluta'mente legitimo e irri-

    portante detenerse, par ejemplo, en una categoria particular

    de delincuentes -Iadrones 0 asesinos, contrabandistas 0

    I linfanticidas- cuyo examen informa tanto sobre eUos como

    sobre la sociedad que los condena. La anormalidad y mar-

    ginaci6n dicen mucho sabre la norma y el poder politico,

    ycada tipo'de delito refleja un aspecto de la sociedad.

    Est.e modo de leer los documentos a traves de la fia-

    bilidad de las informaciones tangibles, sin embargo, ex-

    cluye todo cuanto no es debidamente verdadero, veri-

    ficable, y que, sin embargo, aparece notificado: algunas

    [rases transcritas, procedentes de interrogatorios y testi-

    monios; las que no se pueden contabilizar ni clasificar, pera

    que un dia fueron dichas y f ormaron un discurso -par

    cxiguo que fuese- en el que se jug6 un destino. Ese dis-

    curso precariamente elaborado, verdadero 0 falso, ese des-

    tino. suspendido, producen emoci6n, y par 10 tanto obli-

    gan a la inteligencia a descifrarlos profundamente dentrode 10 que los permiti6 y produjo.

    A traves del discurso, se juegan vidas en algunas fra-

    ses, y la posibilidad del exito 0 el fracaso residen en unas

    palabras. La importante no es saber si los hechos referi-

    dos tuvieron lugar exactamente de esa forma, sino com-prender c6mo se articul6 la narraci6nentre un poder que

    la obligaba a ello, un deseo de convencer y una practica

    de las palabras de la'que se puede intentar saber si adopta

    o no modelos culturales ambientales.'5

    15 N. Z. D., VIS, Pour saul'er s a vie. Les recifS de pardon au xvi' siecle,

    Editions du Seuil, Paris, 1988. -

    La palabra retenida esta contenida en el centro del

    sistema politico y policial del siglo XVIII que la gobierna

    y la produce. Ofrece a la mirada la consecuencia de su

    origen y no existe, naturalmente, mas que por una prac-

    tica especifica de poder que la ha hecho nacer. En el

    enunciado de las respuestas, 0 en las explicaciones ora-

    lesdadas, seesboza primeramente la forma en que se

    imbrican (bien 0 mal) ]os comportamientos person ales ycolectivos en ]as condiciones formuladas por el poder.

    Esos fragiles trayectos, expuestos en unas pocas palabras

    par mujeres y hombres, que oscilan entre la mediocridad

    y el genio, muestran el funcionamiento de los ajustes ne-

    cesarios entre uno mismo, el grupo social y el poder. Na-

    turalmente, hay miles de formas de responder a un inte-

    rrogatorio; todas reveIan que el fragil refugio que ofrecen

    las paIabras con las que cada uno constniye su defensa,

    se organiza por fuerza entre las estructuras de poder exis-

    tentes y las costumbres contemporaneas de explicaci6n

    y de descripci6n de 105 acontecimientos. Esas vidas, ni .

    grandes ni pequenas, que se encuentran can la historia

    a traves del universo policial, el dia necesario, en el mie-

    do 0 ]a resignaci6n, inventanrespuestas enigmaticas 0

    incisivas, fruto de su improbable inserci6n en el sistemasocial.

    Esos discursos inacabados, obligados par el poder a

    expresarse, son uno de los elementos de la sociedad, uno

    de los puntas que la caracterizan. EI hecho de que sea pre-

    ciso expresarse, confesar a no, en funci6n de un poder con-

    tra el cual uno choca, contra el cual uno lucha; para que

    no 10 encarcelen, es una circunstancia que marca 10s des-

    tinos singulares. A partir de ahi, que el discurso resulte

    embrollado, que mezcle la verdad con la mentira, el' odio

    can la astucia, la sumisi6n con el desafio, en nada manci-

    lIa su verdad. 'Posiblemente el archivo no dice la ver-

    dad, pero habla de la verdad, en el s~ntido en que 10 en-

    tendia Michel Foucault, es decir, eiJ1a forma unica que

    tiene de exponer el Habla del otTo, atrapado entre las re-

    Iaciones de poder y el mismo, relaciones que no solamen-

    te sufre, sino que las actualiza al verba]izarlas. La visible,

    ahi, en esas pa]abras esparcidas, son elementos de la reali-

    . dad que, por su a~arici6n en un tiempo hist6rico 'dado,

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    producen sentido. Sobre su aparici6n es sobre 10 que hay diferente en cad a uno, pero en [Odos 10s itiner:arios sur

    que trabajar, a partir de ella hay que intentar su descifra- gen encuentros que facilitan el acceso a ese lugar y sabremien to. .i: ., todo a su expresion. lvfichel Foucault fue. uno de esos en

    Tras las palabras que muestran ios atestados se pue- cuentros, al mismo tiempo simple y desconcenante. Amabade leer la configuracion en la que cada cual trata de posi- los manuscritos y el archivo, y podia escribir cuanto Ie im-

    cionarse [rente a un poder opresor, en la que cada uno presionaban esos t~xtos: Sin duda una de esas irnpresio-artiCLJla, con exito 0 sin el, su propia vida frente a la del nes de las que se dice que son :fisi~as", como.si pLidiese

    grupo social yen relacion con las autoridades. Para ello, haber otrasY Conmoci()nado, sabia que el amilisis nose apropia, de forma correcta 0no, del vocabulario dorni- podia decirlo todo, pero rambic!:n qu.e la emocion eXfJresa-nante, e intenta simultaneamenle reflejar inteligiblemen- da en absoluto satisfacia a los historiadores; sinembargo,te aquello que puede permitir hacerlo inocenle 0 10 me- no rechazaba esa forma de aprehension del documento tannos culpable posible. Hcita como otras y poco conocida en el: Confieso que.esas

    Bajo el archivo se organiza el relieve, simplernente. "noticias" que de pronto surgen a tra yeS de dos siglos y

    hay que saber !eerlo; y ver que hay produccion de sentido medio de silencio han sacLldido en mi mas fibrp.s que eso

    en e1lugar exacto en que las vidas chocan contra el [Joder que normalmenlt Ilaman lileratura [...] si las he utilizacJosin haberlo pretendido. Hay que poner orden pacientemen- sin duda ha sido a causa de la vibracion que siento cuan-

    te en esas situaciones sacadas a la 11 Iz por el subito cho- do Ilego a encontrar esas vidas infimas convertidas en ce-

    que, localizar las discordancias y las desviaciones. Lo real nizas en las pocas frases que las abatieron.,7del archivo se convierle no s610 en huella sino tambien Quien siente la atracci6n del archivo intenta arran

    en planificacion de las figuras de la realiclad; y el archivo car un senlido suplementario a 10s jirones de frases halla

    siernpre mantiene una cantidad infinita de relaciones COlVI., tf '\ das; la emoci6n es un instrumento mas para cincelar la10 real. . _ - , - - - , r :

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    ostrar sus huellas como se exhibe a una muerta. Gestci

    il de coleccionisra, pero inacabado; hacer visible a la mu-

    " alIi donde la historia omitia su vision, obliga a un co-

    lario: trabajar sobre Jas relaciones entre sexos, hacer de

    :lS relaciones un objeto historico. "

    En la ciudad del siglo XVIII, la mujer esta sorprenden-

    mente presente: trabaja, se desplaza y tom a parte de for-

    1fJuida y 'natural en el conjunto de las actividades ur-

    nas. Localizarla es juego de ninos, puesto que ocupanstantemente los edificios, los mercados, las ferias y las .

    i1las del Sena. A menudo migradora cQmo el hombre,

    ga del campo, sola 0 acompanada, e intenta establecer-

    dominando a la ciudad y sus barrios.

    Tiene que encontrar alojamien"to, asi como un traba-

    y el archivo la sigue en sus peregrinaciones.Un incidente

    lejero, un robe en el mercado, una carroza volcada 0 la

    Jrdedura de un perro la ponen facilmente en escena en

    atestados y declaraciones; asi la vemos actuar en el cen-

    , de una sociabilidad fabricada tanto con dificiles pro-

    ;cuidades como con eficaces solidaridades. EI archivo

    10suficientemente claro y rico para permitir ir mas alla

    una reproduccion fija de su persona que la petrifica-

    , como un grabado de la epoca, en sus gestos como en

    atuendo. EI archivo, fragmentariamente, da un esbozo

    0, en el que ella se muestra tal como es, es decir, enfren-

    a con las incertidumbres de la vida social y politica.

    Naturalmente. los manuscritos informan primerainen-

    sobre sus funciones supuestamente mas tradicionales:

    ,mesas de matrimonio, muchachas seducidas y aban-

    ladas, certificados de hijos abandonados, disputas con-

    ;ales. Archivos rutinarios la interceptan en medio de~hoques y de sus deseos; :aveces sacudida por ,ja vio-

    ::;Iade la epoca, por la agresividad masculina, por'la mi-

    ,a demasiado evidente y el simple deseo de encuentros

    epcionados mas tarde. Pero el archivo ademas la sor-

    :-Ideno solo en sus estados, sino en sus gdtos cuando

    \n realiza.ndose. Gracias a el, la mujer no es un objeto

    rte, cuyos habitos y costumbres nos complaceriamos

    7 ~xhjbir, sino un ser inmerso de forma especifica en la). ::i social y politica de su tiempo. Inmersa en el mundo

    :culino y participando cada dia.

    Ello permite superar una delas desventajas que

    pesaron ligeramente sobre los principios de la historia

    de las mujeres, puesto que hemos de denominarla asi.

    Su necesaria aparici6n en las investigaciones y 10s tra-

    bajos se parecia mas a un saber superfluo que a una

    interrogaci6n sobre su interacci6n con el mundo que

    la rodeaba.

    Al describir eXCesivamente alas mujeres, al conver-tirlas en un capitulo aparte de toda tesis bien documenta-

    da, no se explicaba nada y se hacia creer que de todas for-

    roas la historia se hacia en otro sitio y de otra forma. Se

    conoela alas mujeres, se sabia de su existencia, se descri-

    bian sus trabajos, sus tasas de producci6n, sus enferme-

    dades y sus desventuras, sin introducirlas en absoluto en

    el acontecimiento, sea este cual fuere.

    ,EI archivo, tal como es, no las aisla, sino muy al con-

    trario; pero a traves de rinas y disputas, escenas callejeras

    o de casa, trabajos en taUeres 0 tiendas, se las diferencia

    sin esfuerzo, haciendo posible una profunda reflexi6n so-

    bre 10s papeles masculino y femenino. .

    Para empezar, obligadas a explicarse ante el comisa-rio,no se expresan del mismo modo que los hombres, y

    responden alas preguntas con estructuras de pensamien-

    to que les son propias. Las diferencias no siempre son muy

    visibles en 10s interrogatorios en los que Ias respuestas es-

    tan severamente conducidas por una serie de preguntas

    mon6tonas. Pero cuando acuden a demandar, ocuando

    escriben una instancia, expresan su pena y su desagrado

    de forma diferente alos hombres. Ello no quiere decir que 1 \utilicen los medios qu~ se creen tradi~ionales: el gemido,. W 0la llamada a los sentlmlentos, la necesldad de compasion, I 1son raros. Prefieren hablar alto y fuerte, violentas y deci- d L b ldidas" sin explotar su legendaria debilidad, y utilizan para '?convencer todo un juego de detalles que rompe la solem- +nidad de la narraci6n, haciendola al mismo tiempo masaccesible y mas familiar, si bien mas entrecortada. La pa-

    labra femenina a menudo' esta sacudida por el movimien-

    to, con ef dtmo de la enumeraci6n sucesiva y breve de las

    secuencias que aparecen y donde se percibe algo mas que

    una integraci6n en la vida colectiva, es decir, ve'rdaderasfunciones en la ciudad.

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    Gracias alas palabras a'rchivadas,'se reconoce la sin- e$perando eJ regreso del barco, buscando sus inicia les 50-

    gular y eficaz connivencia establecida entre la mlljer y Sll bre la ropa del nino, unica serial que Ies permilira recono-

    ambiente: a traves de ella se anima el barrio'8 -hecho de cerlo con seguridad.rumores y noticias transmitidas por personajes cuya 10- Con oeasi6n 'de las visitas del alguacil y del comisa-

    calizacion y costumbres ellas siempre conocen-'-, Rcflc- rio encargados de praclicar los embargos en los talleres

    jados porellas, el edificio y eI mercado se adivinan cons- conlravenlores, aHi estan elIas, frecuentemente sol as, elltruidos .con idas y venidas, con vagabundeos y con plena negociacion y disculpando sin limic1ez a Sli esposo.

    emigracion, asi como con hombres y mujeres empenados Lo mismo hacen cuando'son comraneras de un ohrero

    en sacar de ellos provecho 0 bienestar, si no es que cose. por cuen ta proria (chambrelan)'" descuhierln ror 18 ro-chan desgracia. Al margen de las estructuras fijas de co- licia: defienden SllS herramienlas y SliS bienes conobsli

    munidades de oficios, existen redes de sociabilidad y de nacion mientras el habilmente se haalejado par un

    vecindario en las que las mujeres ocupan un papel de pri tiempo.mer plano, haciendo que funcionen las solidaridades tra- JvIujeres furiosas tam bien, y decididas a seguir estan-

    dicionales 0 salpicando el espacio con disparidades y con- dolo: en un pueblo proximo a Paris, diseminado sabre una

    flictos que mas tarde habra que calmar. colina, 10s recaudadores de impuestos han Ikgado a reeo-

    Si el archivo aparece menos desmenuzado -es de- ger el dinero que se les debe; Ilegan a caballo, se sorpren-

    cir, si las respuestas a 10s interrogatorios forman cortos den al ver que no sale humo de Jas chimeneas_ El pueblorelatos- y a traves de el reconstituimos 10s acontecimien- se finge muerto, esta vacio de loda alma. En una revuella

    tos euyo hila se puede trazar, las funciones se ponen en del camino que conduce a el, un poco mas abaju, se adivi-

    Sll lugar, y el juego de 10 masculine) y 10femenino, en toda na a un grupo: en silencio, las mujeres y ios ninos se han

    su complejidad, se solidi fica ante la vista. En lugar de es- reunido, inmoviles, petrificados como inseclOs que' se con-

    tar dislocada por trozos de descripcion entrevistos aqui y funden con una rama. Al interpelarlas de lejos, g'rilan que

    alia, la Figura femenina se desprendedel anonimato de la estan solas, y que los recaudadores deben seguir su cami

    muchedumbre, perfilada en todo su volumen. A partir de no. Y eso es 10que hacen sin Yaciiar,volviendose sin em-enlonces no pocos estereotipos se horran, y mas tarde se bargo tres 0 cualro veces cuando notan que ellas 105 si-

    ~:)fganizan y se ordenan distribuciones de papeles, a yeces gllen, amenazadoras, armadas can horeas, desplles de dej~r

    Inesperadas y contradictorias.' a los ninos atr

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    forzada forman parte de su cotidianeidad; Y la avidez de

    los ullimos tiempos por verlas mas aut6nomas que depen

    dientes no debe ocultar estos hechos. El discurso que los

    hombre; de suepoca man'tenian sobre ellas es undiscur-

    so acerbo; la literatura popular de la epoca no es avara

    en descripciones demenciales en las que se mezclan la mu-jer y el odio hacia la mujer.21 En boca de testigos 0 sos-

    pechosos, el archivo, en algunos momentos, recoge esas

    requisitorias en las que la mujer adopta el rostro de la des-

    gracia, de la destrucci6n Y de la muerte devoradora. Elarchivo no es simple; su lectura contradictorja arrastra al

    lector alii donde funcionan sistemas de compensaciones

    reciprocas, y donde se delerminan actitudes ambiguas, don-

    de se revela e! funcionamiento del enfrentamiento entre

    10 masculino Y 10 femeriino. Si existe alguna realidad

    e~ este caso, es la de la plura)idad de las maneras de ac-

    tuar, en las que el desorden es solamente aparente. En-

    tonces se descubren pacientemente eonductas femeninas

    razon~das, pactando 0 no con otras cOJ;1ductas, masc~li-

    nas, y euyo razonamiento se apoya, entre otras, en Cler-

    tas formas de apropiaci6n del poder. I.La escena politica oficial no perttinece alas muje-

    res; sin embargo, en el siglo XV1Jl,estas no la abando-nan nunca. Una vez mas, el archivo sorprende: en todas

    las emociones populares, grandes 0pequenas, alii est{m

    ellas y participan de lIeno en la aeei6n: No s610 incitan

    al hombre a que se agite, sino que estan entre la multi-

    tud, con palos y bastones, y se enfrentan duramente con

    la pplicia 0105 soldados. Entonces, los hombres no sesorprenden; algunos' incluso las empujan a la primer a

    fila, 0 las animan para que griten desde las ventanas,

    pues conocen su poder, por una parte, y por otra, la cos-

    tumbre que tienen las autoridades de respetarlas o. decastigarlas poco. Tambien 'las vemos crueles, encarniza~-.

    dose con las victimas; por otra parte, 'Ios cronistas son

    inago.tables en losdetalles morbosos, atribuyendo sin dudaa la mujer la violencia que no siempre quieren ver en

    21' Los textos de la Biblioteca azul, per ejemplo, contienen numerosos

    ataques contra las mujeres, Cf. A. Farge, Le Miroir des femmes, textes

    de la Bibliorheque bieue. Edit.ion~ Montalba, Paris, 1982.

    r (!..vOC,(JO j 1k Ir/ \Q..Vl, Y\0...

    LA ATRACCION .DEL ARCHlVO - 1 ;

    si mismos.22 Pero de.vez en euando hay que rendirse ante

    la evidencia cuando coinciden numerosos testimonios so-

    bre tal 0cual gesto femenino sanguinario 0 barbaro; en-

    tonces, haY que analizar, reladonar esos gestos con otros,con los de los hombres y con los de la literatura, que segu- .

    ramente sirvieron de modeloY 0tambien intentar vincu-lar la ferocidad femenina, siempre denunciada, con el sis-

    tema social y politico en su totalidad. Buscar desde lomas

    remoto a partirde que mecanismos de carencias y de com-

    pensaciones existen el furor y el gusto por la muerte enellas, que primero dan la vida. Se pueden adelantar algu-

    nas hip6tesis: participar tozudamente en un motin en pri-

    mer lugar es 6 1 result ado de la evidencia. Activas en subarrio, rapidas en propalar las noticias, las mujeres pue-

    den incitar facilmente a la rebeli6n sin ruptura real con

    su funcionamiento cotidiano de presencia y de animacion.

    En cuanto a su entusiasmo declarado por la sangre, des-

    pues de tomar cuenta de la denuncia, siempre rnasculina, ~

    l,acaso no habria que intentar relacionado con el estatu- /

    to de impureza y de ineficacia que afecta a la suya, en el

    momento del derrame menstrual? Si la suya es regularmen-

    te impura y fluye sin motive (en aquella epoca todavia no

    se conoce exactamente el papel de la sangre en la activi-dad femenina de la reproducci6n), l,acaso no hay una cierta

    transgresi6n absoluta maxima y satisfactoria en ver c6mo

    se derrama eficazmente la de aquellos contra quienes se

    lucha?

    A traves del granpuzz/e de palabras pronunciadas yde acciones 10calizadas se pueden encontrar algunos prin-

    cipios de respuestas a preguntas dificiles 0mal plantea-

    das. Nunca de forma definitiva, pues en otro documento,

    o mas tarde a prop6sito de otros acontecimientos, apare-cen otros detalles que interpelan a 10s primeros y produ-

    cen otras figuras coherentes.

    "\Al permitir vislumbrar 10 que los discursos ocultan,

    al romper modelos y estereotipos para hacer aparecer con-

    22 A. FARGE, Les femmes, la violence elk sang au XVIII" sieck, i'v/en

    ralice s, nO 1, septiembre, 1988. . .'

    ... ( JJ N.Z. DAVIS, Les Culrures du peuple. Riruels. savoir~ et resistances au

    xVl'slecle, Aubier, Paris, 1979.

    - :".,

  • 8/2/2019 Farge Arlette - La Atraccion Del Archivo (Scan)

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    ductas diversas imprevistas, lease divergentes, a menudonos encontramos lejos del concepto habitual y tan mani-

    do de la dominaci6n y la opresi6n. Pero que los olvida-

    dizos del feminismo no se regocijen demasiado pronto,

    el archivo no abole los esquemas. Con el pretexto de que

    alli se encuentran mujeres trabajadoras, decididas y ocu-padas en el juego politico, no se lee necesariamente su li-bertad 0emancipaci6n, cuya presencia permitiria zanjar

    con alivio el debate sobre 10 masculino y 10 femenino. EI

    archivo, sin dejar de mostrar 10 mismo, 10 diferente y 10

    distinto, hace mas complejo el enfoque del problema, sub-

    raya las oposiciones, obliga a renexionar de forma conti-

    nua sobre aquel parad6jico siglo XVIII, en que la l1lujer se

    ve obligada a tomar responsabilidades econ6micas, 0 seapoli~icas, mientras que ~sta privada de poderes reales. Tam-

    bien permite atravesar el conjunto de esos actos femeni-

    nos (Jecisiones, resistencias, violencias, seducciones) con

    los discursos medicos 0filos6ficos que se mantienen so-

    bre ella, y que en aquella epoca la convierten en proble-ma y en problema-tica.

    Comparado con los discursos, el archivo rompe las

    imagenes preestablecidas, y al mismo tiempo refuerza la

    reflexi6n sobre la diferenciaci6n sexual. Por otra parte,

    i.,acaso el debate en la epoca de las Luces no refleja Ia ex-

    traordinaria relaci6n de fllerzas entre hombres y mlljeres,

    discurriendo sobre la falta de raz6n de las mujeres, sin ni

    siquiera percibir su evidente aprehensi6n racional de lasformas del saber y su intrusi6n natural en las l6gicas de lasrelaciones sociales (la Revoluci6n, como sabemos, resoh'erael problema a su manera excluyendolas del poeler politico)?

    Al hacer que surja el detalle que desengana 0descon-

    cierta, al romper de entrada cualquier esperanza de linea-

    lidad y de positivismo, la irrupci6n de las palabras y de lo~\

    actos destruye los modelos establecidos, aporta la separa:'

    cion de la norma, desplaza el sentido adquirido de una vez

    por todas y, muy a menu do, crea una ciertaconfusi6n en

    10 que antes creiamos simple: En la historia de Ius rnuje-res es un regalo, pues las mil' y una facetas conlrastadas ,

    del conf1icto entre 105 sexes adquieren asi un mayor relie-ve. La intensidael del movimt'ento anima esla import.ante

    cue,tion dej ada de lada en el ra"da como en el ",",en leo

    l,la diferencia sexual puede plan tearse en otros term inosque en 105 de de~igualdad, aun cuando se admita que 5e

    com pone y se descompone constantemente un juego su-

    tilmente organizado de libertades y de compensaciones'?

    . hrch\\f'O } P(As.\O/I\~SELCONFLlCT~ ~~.AC,.jo \ / U - < ? 5 - 0YGQ/\es

    EI archivo judicial introduce, necesariarnente, en e[

    terreno accidentado de las pasiolles y de los desordenes:

    presos en sus redes, la ciudad, el pueblo, la mujer, presen-

    tan un rostro exacerbado. Se dice incluso que esta defor-

    mado por el material que reune. Pero ya hemos dilucida-

    do anteriormente la naturaleza de ese vinculo forzado en trepalabras y poderes; i.,por que no escoger ahora una posi-

    ci6n deliberadamente ofensiva en relaci6n con la vieja cues-

    ti6n de las fuentes necesariamente tergiversadas desde el

    momenta en que emanan de la justicia? Simplemente, de-

    ciclienclo que el antagonismo y la discordia son tambienmedios de explicitaci6n de 10 social. Con mayor can vic-

    ci6n ahora, cuando una cierta corriente parece despreciar-

    los abusivamente. Despues del desarrollo d~ la historia de

    Ias mentalidades que focaliza su objeto en la vida cotidia-

    na y en el mundo de las sensibilidades, la disciplina hi5to-

    rica ha podido desarrollar con entusiasmo los temas des

    denados que se refieren a la vida privada, como el habitat~

    el vestido, la alimentacion, In sexualidad 0 la maternidad,por ejemplo. Tras lashuellas de una antropologia en pieno desarrollo, estos temas se han estudiado con mayor vi

    gor cuanto que destruian 105 edificios precedentes, dernasiado envarados en su sistema e icJeologia: alii c.1onc.1elacantidad era la norma,al fin se Jiberaba la desmesura de

    10 singular y 10 intimo; allidonde una !ectura marxista

    aportaba claves de interpretaci6n demasiado pesadas, eJ

    historiador huia hacia el muncIo abandonado de las cos-

    tlll1lbres cullurales, de las formas de ser y de actuar. Si-rnult

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    38 I ARLETTE FARGE

    I

    mientos, practicas y afectividades. No es qt'Ie omitiese des-

    cribir las diferencias sociales, sino que no las convertia en

    absoluto.en uno de los resortes de su argumentaci6n. Por

    otra parte i.acaso el recorte del objeto hist6rico no provo-

    caba poco a poco esta carencia?

    Desmenuzada, poco apta para restituir la intensidad

    de las relaciones sociales, la historia de las mentalidades

    poco a poco ha sido sustituida por una historia de los acon-cecimientos relativamente clasica, salpicada por una his-

    tori a de. las ideas de la que dicen que esta rejuvenecida.

    EI gran debate intelectual sobre la cultura popular ha de-

    jado el puesto a una especie de consenso tacito sobre la

    nocion de culturas compartidas, de la que pocos actual-

    ,-nente se preguntan c6mo se efectuaron efectivamente los

    -epartos, y si no seria ya tiempci de volver a plantear la

    :uestion de sus configuraciones. Lo minimo que se puede

    Jecir es que muy a menudo son desiguales ... y que pocas

    veces se han.realizado en el respeto por el pr6jimo, dejan-

    do entrever casi siempre el deseo de dominaci6n de un gru-

    ;:>0sobre otro.

    El desacuerdo y el enfrentamiento estan en el centroje las Fuentes de la policia: i.por que no sacar partido para

    hacer de la perturbaci6n y de las rupturas una gram"Hica

    1ue permita leer c6mo unas existencias se han f orjado, ne-

    ;!;ado 0deshecho en ellas? Dificilmente se puede separar

    a historia de los hombres de la de las relaciones sociales

    v de Ios antagonismos; tambien se puede afirmar que cier-

    (OS grupos sociales han Ilegado a existir solamente por el

    lecho de haber luchado. Asimismo, los enfrentamientos

    ~ntre grupos, entre sexos 0 entre pueblos y elites han crea-

    Jo momentos de historias que han transformado su curso

    I cuyas formas se han de dilucidar. Sin con tar con que

    'lna historia de las relaciones de fuerza tam bien es aque-

    'la que puede tener en cuenta los sufrimientos y los enga-10S, ias ilusiones y las esperanzas. La historia debe saber

    )Cuparse de ellos, medir su patetismo, pensar en la impo-

    ;ibilidad de enumerarlos. EI conflicto es un lugar de naci-

    niento, y 10 que sucede tras el poco tiene -que ver con 10

    ~ue pasaba antes. Inclusominimo 0 irrisorio, es decir, ri-'

    cual, el connicto es una fisura que traza otros lugares

    '/ crea nuevos estados>). Al historiador corresponde, no

    s610 relatarlo, sino c onvertirlo en motor de su reflexi6n,

    Fuente de su propio relato.

    A veces, el archivo miniaturiza el objeto hist6rico:si da la medida de grandes movimientos sociales (como las

    huelgas, los motines, los fen6menos de la mendicidad 0

    de criminalidad), aisla como si fuese un microscopio el ejer-

    cicio de las pasiones personales. En las palabras que l os

    documentos retienen, la venganza, la gesticulaci6n, el odioy la envidia, hacen su aparici6n, figuran en la dramatur-

    f gia de 10reallp ~ismo que el arnor 0la pena. Ello obliga

    \,) a no omitir en: ,,(bsoluto esa parte de sombra, ese placer

    de la destrucci6h' y de la muerte que habitan en el hom-

    ') bre; ello obliga a no dejar a un lade la insociable sociabi-

    ( lidad del ser en la que el interes de unos por la servidum-

    bre de los otros, la astucia y la mentira luchan sin tregua

    con el deseo de mas libertad y concordia: La tragedia hu-

    mana se inscribe en el desacuerdo fundamental de los se-

    res con su propia carne. Escribir la historia significa le-

    van tar acta de ese desacuerdo.2' Entre ultraje y perd6n

    divagan las palabras; a traves de vidas insignificantes, se

    oye la parte inaudible -a veces in noble- de 10 humano,mientras que se sorprende la insistente melodia de las fe-

    licidades intentadas y de las dignidades conquistadas.

    La atracci6n del archivo arraiga en esos encuentros

    con siluetas desfallecientes 0 sublimes. Oscura belleza de

    ~.

    tantas ~~_2ena~)[email protected].., tanprisioneras de si mismas como deshechas por el tiempo que

    las acoge.

    H Cf. METTRA, U; ventre e t so n royaume , L'Arc, nO 52, Michelet,

    p.38.

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    ELLA ACABA DE LLEGAR

    ~t f}(c,.~iViO, '

    ELLA acaba de IJegar; Ie piden una tarjeta que no tiene.

    Entonces Ie dicen que vuelva all'aS, a la citra habitaei6n,

    para que Ie hagan un pase para el dia. AlJi, Ie invitan a

    'que presente otra tarjeta que esta vez tiene. Toma pose

    si6n de su pase, vuelve al Jugal' de donde viene, 10 tiende

    al director de Ia sala, que 10 coge. Espera a que Ie asigne

    un puesto, pero el no levanta Is cabeza. Entonces, ella pre

    gunta muy bajo d6nde tiene que colocarse. EI director,

    .exasperado, Ie ordena que se ponga donde quiera, excep

    to en la primera fila, reservada a Ios manuscritos mas an

    tiguos. Ella obedece, elige, deja su bolso, busca una hoja,

    se sienta. Inmediatamente, el director la llama y todas las

    cabezas de la sala se levantan al misfIlo tiempo. Le pide

    que de su numero de mesa. Ella acude a deeirselo despuesde un momento dedicado a descubrir el sitio en que se

    encuentra el numero de su puesto. EI Ie da una fieha deplastico rosa que Ileva el mismo nLlmero que la mesa. Ellavuelve. EI almaeenero de guardapulvus gris solo podra en

    lregarle el manuscrito que necesita y euya signatura co

    noce si ella rellena una fieha blanca. No sa be d6nde esteinlas fichas y no ve nada que las senale. Observa en silen

    cio. Las ve en un cesto de nino de plastico verde, en la

    primera sala donde Ie han pedido por segunda vez una tar

    ,jets. Se dirige hacia alii, coge una, vue!ve a su puesto, saca

    un boligrafo para rellenarla pon~uplicado. Adivina quetiene que dejar la [icha en algLin sitia y vuelve hacia el

    cesto de nino de la primera sala.:Noes al1i; ahora debe

    c1irigirse a un pequeno escritorio, [.ras el cLlal hay un homo

    bre, tambien eon guarclapolvos gris. Aeepta su [icha, J?ero

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    LA ATRACCI6N DEL ARCHIVO 43 . :;i j ; 1':::\./

    ~ ~ ~ ~ ~ : ~ : : ~ ~ : : : : ' ~ ~ ~ : t : ~ s ~ i : ~ : : ~ : ~ : ~ : : ~s : : ; ~ : ~ :i~ ,.~ : , ~ : ~ ~ r ~ i ; e ' ~ ~ i ; ~ ~ ~ ~~ ~ C ~ ~ ~ ; a ~ e t ~ O ; ' ~ \ ~ i ~ % '~ ~l - r i;dole incluso refunfunar contra la luz electrica, culpable ' : ~ f : ] ~k : : : /de amenazar la buena conservaci6n de los manuscritos. N f & .

    r 'c

    : : a : : l ~ ~ ~ ~ ~ ~ , ~ ~ ~ ~ ; : ; ~ ~ a t :~ ~ C ; ; ; ~ e ~ ~ ~ ~ ~ ; ~ o ~ e : i ~I t f ! i :de recogimiento de iglesia, recorta, aisla implacablemen-"" i

    t a c o ; : : ~ ; : o ~ ~ ~ ~ : ' d e ~ ; ad ~ ; ' ~ ~ ; ; : l ~ : ~ ~ e d ~ l s~ : ; ~ : ~~ ~ : ~ ~ s ~ f F E f f ~ 7 ~ ~ { ' ~ i f ~ 2 f { ~ ~ ~ ~ ~ l ~ ~ ! { ; Y f ~{ r f. ., . : ;. .~ : :te entre dos tablas mal ajustadas. (,Por que, desde que ha nariz en senal de meditaci6n intensa, por ejemplo) se trans- ~. t _Ilegado, se obstina en hacer mas de cinco idas y venidas forma en tic monstruoso, que habria que trata.r urgente-

    infructuosas entre su mesa y los estantes donde estan dis- mente en un hospital psiquiatrico. Todo se amplifica des- J ,puestos los volumenes de la gran Enciclopedia? (,Por que mesuradamente, y sin motivo, en esos espacias cerrados,

    nunca se decide a colocarse en algun sitio, en esos princi- y el mismovecino puede transformarse tanto en carro de 1 f'pios de manana? asalto de la guerra del 14 como en sonrisa de Reims. Ef ec- ~.'(

    (,Cuando pondran en el suelo una moqueta que amor- tivamente, aseguran que hay gente que trabaja desde hace'~' i f . '

    tigue los pas os? Incluso de color feo y de mediana cali- af'\os con una sonrisa interminable en la comisura de la ,~ ~'

    dad, seguramente aliviaria a todo el mundo. boca; ese detalle agradable, es decir, amable, puede aca- ::.,~.;..: . i " . ; . . . .El juega sin parar con su sortija de sella. EI repique- bar por petrificar al mas paciente de los lectores que bus- ;:.

    teo del oro contra la una da dentera y se hace tan crispan- cara desesperadamente un medio discreto para ver c6mo

    te que el rugido de los coches en la avenida proporciona . se borra ese rictus. Lo extraf'\o (un inofensivo vaso de agua

    un autentico consuelo. 1 ostensiblemente colocado sobre la mesa donde acaba deLo peor es la agitacion de esa joven desde hace unt instalarse un investigador americano), el mas minimo as- .,~t

    mes; siempre sentada en el mismo lugar, hojea a todave- " ~ pecto poco habitual, el gesto normalmente sin importan- 'l ~ 1 : ,Jocidad la 'obra d e un fj'16sofo en ] 5 volumenes. No se preo- ~ cia (una vecina que retuerce desagradablemente una fea '"\f~' ".cupa por ir mas despacio ni mas deprisa, cada pagina que ,} mecha rojiza) adquieren en esos lugares un relieve tal que ' f~ ;i :vuelve hiere los oidos, corta la respir~ci6n; y sin embar- roza 10 fantastico, poblando la sala de lectura de indivi-

    tgo, esta lejos de acabar la Iectura de la obra... ' , duos ex6ticos de 16s que ninguna etnologia poclra daf'cuen-Hoy, el vecino de los cabellos color ceniza esta 'aca- ~ ta, 0 de seres devastados por la locura reunidos alli para

    tarrado, perdido en los manuscritos sibilinos donde 5egu- i: desgracia de uno 5610.

    ramente busca la piedra filosofal. Es la decima vez que~' La que mira y escucha ese paisaje de catastrofe sa be

    resopla, sua ve, concienzudamente. Por otra parte, el es j que el cord6n de su zapata desatado esta en camino de ". muy concienzudo, se Ie conoce por ellc:i,asi como por 'su ~ obnubilar a su vecino hasta el punta de hacer que la con- il

    amabilidad: es casi seguro que no dejara de resoplar. Se ~ sidere una vibora. Un vecino no es un enemigo, pero todo : , : ' j :< I H : : " : 1

    ~".iIf""",~",, .,=";:ii'";:':"'~

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    ' F [ j f ~ , ' - -f:t~~" .

    ~i 44

    vecino tiene alga que intriga. 1;os docu~eritos que con-suIta, por ejemplo, dan unas ganas furiosas de adivinar

    en que trabaja, a no ser que un detalle de su persona atraiga

    maquina:Imente Ia atenci6n. EI silt~neiode'una sala de ar- .

    chivo esta fabricado con mirada,~ que se fijan sin ver 0en-

    focan como ciegos. Nadie escapa a ese vagabundea de Ios

    ojos, ni siquiera el mas obstinad'o de .Ios lectores derostrosombrio por el trabajo. Las larf~as filasde estudiosos en

    . las que las espaldas se encorvan y se traicionan los zurdos

    no ofrecen nada para descansar del esfuerzo. EI reposo

    s~ toma sin pensar en ello, insensibIemente los ojos se de-tlenen sobre un rostro desconocido, se incrustanen un p6-

    mulo oun rizo deshecho. La insistencia de una mirada hace

    alzar Ia cara, los ojos se cruzan sin raz6n pcro sin separar- .se demasiado rapido. Volverse de golpe es' una respuesta -

    mantener la mirada, un reto. .' \)

    En las salas de los archivos, los SLlsurros rizan la su- : ; ; . , 1perficie del silencio, los ojos se pierden y Ia historia se de- ~ \

    cide. El conocimiento y la incertidumbre mezC1ados se or- ~. I

    denan en una ritualizaci6n exigente en la que los colores ? \\de las fichas, Ia austeridad de los archiveros y eI olor de (;i ( Ilos manuscritos hacen de balizas en un mundo siempre \

    iniciatico. Mas alia de las instrucciones de uso, siempre )

    ubuescas, se encuentra el archivo. A partir de entonces

    comienza el trabajo.

    Lo anteriormente escrito puede clar fe para algunos deuna manera ingenua y pasada cJe moJa de consiJerar el

    archivo. Esa forma apasionaJa de conslruir Ull relato deesuibJecer una relaci6n can el docun:enlO ycon las pe;so-

    nas que muestra, puede aparecer C0l110 el indicia de ex i -gencias actualrnente desapare

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    no es un dep6sito del que se extrae por pla-temente una carencia. Una carencia seme-escribia Michel de Certeau a prop6sito delcuando 10 describia asi: Aquello que no:arse a causa de una carencia inolvidable.

    : existan millares de legajos de demandas,s que se debe refJejar parezcan no ago tar-J6jicamente, la carencia opone su presen-a la abundancia de documentos. Las fra-bano eopi6 producen la ilusi6n de que setodo, y es una equivocaci6n; su profusionde conocimiento. Evidentemente, es esta

    con veneer al historiador de que los indi-os son literalmente incalificables, y de queapaz de comprender las razones de quie-ron inmovilizados en el documento. En el

    :hivo no fal,a, crea un vado y una caren-saber puede colmar. Utilizar hOY'eL&IChi-.ducir esa carencia, significa en princlpio

    ) con el archivo comienza con operacio--e otras, el hacerse cargo manualmente de,Iexamen ~termino agradablemente evo-

    a una seri~ de gestos, y, laoperaci6n in-la al princiuio, por compleja que sea, no::n ningun easo, Son familiares y simples,amiento, pJlen el sentido de la sofistica-la curic:isid:ld. Se efectuan sin prisas, ne-prisas; nUf!case explicarci suficientemente

    es l~I1JQeltrabajo de archivo, y cuiln crea-a lentitul~f~(j"e-YasmanosYelespiri tu. An-reativa, es ineluctable: nunca se acaba de,ajos uno tras otro; aun cuando esten li-ativament':~ por los sond~os preparados

    . . I .I

    iepouiller ade nas del significado de analizan>, exa:

    ido de desn',dap>, quitar Ja ropa. [N. de la T.].

    I

    de antemano y calculados minuciosamente, exigen unagran paciencia del lector.

    Paciencia en la lectura: se recorre el manuscritoconla vista a traves de no pocos obstaculos. Se puede trape-

    ~ zar con los defectos materiales de un documento: los can-

    i : tos raidos y los bordes estropeados se comen las palabras;10que esta escrito al margen (inspectores y jefes de poli-cia anotan facilmente el documento que reciben de un ob-servador 0 de un comisario) a menudo es ilegible, una pa-labra que falta deja el sentido en suspenso; a veces laspai)es superior e inferior del documento h~l.I1sufrido da-nos'y las frases han desaparecido, si no es en el pliegue(no"pocos documentos fueran enviados en misivas al jefesuperior 0 a otra persona) donde se encuentran los rotos,es decir, las ausencias.

    Las intemperies no son buenas conservadoras: e'n los

    Archivos de la 'BastiIla,26 algunos documentos permpne-cieron en subternlneos humedos y absorbieron, las filtra-ciones de las lIuvias antes de que los inventariaran y cla-sificaran cuidadosamente. Ell0 hace su lectura dificil, conpalabras desaparecidas, borradas 0 medio borradas: eI velodel tiempo Ias ha difumihado. Tambien es posible que eldocumento conservado fuese arrancado directamente deun soporte iniciaI que 10 mantenia en buen estado, comolos panfJetos y libeIos despegados de las paredes de la ciu-dad por una policia del siglo XVIIlempenada en que nadasubversivo quedase fuera. En la Biblioteca de l'Arsenal,

    una caja contiene algunos de esos jirones de carteles pr.o-hibidos. Si se quiere, se puede hablar de restos, si bien eltermino tiene una connotacion demasiado funebre paratantas alegres elucubraciones y obscenas desverguenzas.AI ,/tbrir la caja27 y al extender sobre la mesa palabrasprohibidas pegadas rapidamente sobre Ias fachadas urba-nas';'~emprendemos un viaje barraco aI pais de las den un-cias; 'de las invectiva's, de Ias mezquindades y de las espe-ranZas politicas. Panfletos en trozos, destrozados por elplacer de la censura, desgastados por el tiempo, en gene-ral fueron'recogidos para perseguir a la cater-va de sus

    26 Todos conservados en 1a B.A.

    27 A.B. 10019.

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    !

    autores clandestinos, diseminados por la ciudad. Hoy, son

    insignificantes cuerpos del oelito, completamente aguje:

    reados. .

    Algunos estcin impresos y cuidadosamente compues-

    tos, adornados con grabados; la mayor parle son rnanllS-

    critos, escritos en mayusculas hechas con grandes trazos

    rigidos, para que no se reconozca la escritura. Es la pe-

    quena multitud de Jas an6nimas denuncias vengativas, de

    las calumnias audaces y asperas, que intentan denigrar al

    vecino, 0mejor ala mujer de este, blanco al mismo tiern-

    po mas faciJ y mas apropiado. Escritas con una plurna de-

    fectuosa sobre un pape] malo, conservan, a pesar del tiern-

    po, prisa, odio y torpeza, asi como una improbable

    ortografia fonetica. Todas, 0casi todas, han conservaclo

    IDS estigmas de su periodo mural: se percibe en las yemas

    de los dedos la rugosidad del grana de l a piedra que ha

    quedado pegada a la cola de antano, mas bien tosca y ha-

    rinosa. Recuerdo digital del archivo.

    Hay manuscritos perfectamente conservados y legi-

    bles, pero de dificiliectura. EngeneraJ, la escritura del si-

    glo XVIIIno presenta las mismas dificultades de interpre-

    taci6n que la de finales del siglo XVI 0 principios del XVII;

    sin embargo, surgen obst

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    contienen una voz, una entonaci6n, un dtmo: descubrenuna cultura sonora que pocos archivos pueden mostrar.Posiblemente Thorin fuese un iletrado, sin embargo la me-diocridad caligrafica de sus escritos transmite algo que nin-

    gun texto puede dar, la forma como eran pronunciados,articulados.

    Asi hay que descifrar, con esos gestos lentos en los

    que se esfuerzan las manos y los ojos. Aun cuando no esdemasiado dificH, sigue sin ser c6modo, pues las piezas delproceso son largas y los interrogatorios se inician obliga-toriamente con sempiternos enunciados juridicos. En cuan-to alas notas de la policia, son oscuras 0se extienden in- ,-~;:"

    il~:}terminablemente en digresiones cenagosas. Lo esencial no ; ; , ; J : 1

    ~ ~ ;:~ :~ !i{ ~ ~ a~ ~ ::~ ~ :~ ~ :':~ ~ ;L ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ f~ E.,: , ~ , . : ~: . [ .' . :: ~ , ;, i , . . - " , : , r , :, r, :, , ' " ' ,, , ' , , : , ., . ; :" : ' : " , , j :ta vien to. Lo cual sucede a veces, cuando uno menos se '- , ;~

    :~:

    10 es~e~~rtir de esa lectura obstinada se Orga~iZa el tra- .'.~~ i ibajo. No es cuesti6n de decir aqui c6mo hay que hacerlo, ~, ':~

    ~~~t~i~~~~beaj~\f~:~ ~:~~ciandose de esa mania casi "~ l~ :". : . ~ !, ~

    Se empieza suavemente por manipulaciones casi ba- )~l~nales en las que finalmentese piensa pocas veces. Sin em- :~ 1 1 ;;bargo, al realizarlas, un nuevo objeto se fabrica, se cons-~' < ,

    ; : 7 1 ; ~tituye una forma diferente de saber, se escribe un nuevo _ :~ ~archivo ..Al.~~l.a!.'.t,..~_!:.:.::!iU~.!l~fOJ:ill.~.~~xi~.!~..!l.t~~..iI1.:-,~i'tentando ajusta,r.!~s de. [J:!a.neradlstmta para hacer posibk. ~ 4 -

    -ci1rana'rracio'r; de' 10~eal. -No'setratacCevolvera-enwe--- zar , ~in0 oe c o r n e~]ll.illd.~vo Lred istL~b\J~n.d.QjlliJli:.-_tas: Y ello se hace de forma insensible, yuxtaponiendo una

    [ serie de gestos, tratando los materiales con juegos simul- \:

    I Hmeos de oposici6n y de construcci6n. A cada juego Ie ' ; , : c ~ . , ' : , - : . - , ' . : , : , . 1 ' ;corresponcj.~ una elecci6n, prevista, 0que sobreviene su- ~.:' . l'brepticiamente, casi impuesta por el contenido del archivo. ';if., ,'.:II ltj 'i~ J l!~ 1I - 1 , 1 'I

    ~~~,-",~-,,"-~~..;;;~~."

    prisan: Je vous pri de me laise antrepar sone de ,ma co-naysanse (it faut faire dire tous les 28 une messe pour Iesames du Purgatoire, je n'ai jamais connu votre attache-,

    , mentjusqu'a present, je vous prie de me laisser er:tre per~sonnes de ma connaissance. [Hay que hacer declr todos10s 28 una misa por las almas del Purgatorio, nunca has-ta ahora habia conocido vuestro afecto, os ruego que me

    dejeis entre personas que conozcaJ). Mas ad~lante,.un8: I~r. 'Iga confesi6n escrita de Thorin obliga al mlsm.o eJerclcl~: i

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    Una vez leido, al principio el archivo se deja a un

    lado,30 con el simple gesto de copiar 0de fotocopiar. Se ..

    puede dejar a un lado reuniendo 10 mismQ, colecCionan-.

    do,o por el contrario aislando, y todo clepende del objeto

    estudiado.

    Si se trata, por ejemplo, de estudiar cierto tipo de cri-

    minalidad 0 de deli to, el primer geslo consiste en extraer-

    10 del lote, en el interior de un perfodo definido de ante-

    mano. Si se escoge estudiar mas bien un tema amplio (la

    mujer, el trabajo, eI Sena ... ), en principio es necesario ex-

    traer de todo docu/llento 10 que se refiere al objeto. En-

    tonces, se pueden atravesar largas series de documentos

    (notas de la policia, demand as 0 conflictos de corporaci6n)

    y aislar aquello que se necesita. Es una manipulaci6n li-

    geramente diferente ala pfimera; de lodos modos, una for-

    ma nace por acumulaci6n; se estudia en el Jetalle, sin 01-

    vidarse de e stablecer las posibles diferencias con olras

    temas.

    EI trabajo es simple; consiste en analizar, y mas tar-

    de en recoger ciedo tipo de documentos: la serie, organi-

    zada asi, hace de objeto de la investigaci6n. Inf antiles en

    apariencia, esos gestos' se apartan por primera vez de 10

    real, aunque s610 sea por la operaci6n de clasificaci6n que

    exigen,y la focalizaci6n precisa sobre el tema muy parti-

    cular (embriaguez, robe 0 adulterio) crea una mirada es-

    pecifica que merece una explicaci6n, pues el espacio se re-

    distribuye forzosamente a partir del objeto investigaclo.

    A menudo el analisis remite a unacosa diferellte de

    sl mismo: por ejemplo, se puede decidir eSludiar el delito

    de juego considerando que esta actividad del siglo X VIII

    ayudara a comprender las relaciones entre Ja policia, el )\mundo de los libertinos, la aristocracia y las fjnanzas; 0

    bien se puede examinar un tipo m.uy particular de robe,

    porque 10 consideraIl1os representativo de Ias preocupa-

    ciones de un siglo y deseamos profundizar en Ios fen6me-.nos de la pobreza y de la miseria. Podemos detellernos e n

    301\'1. DE CERTE.~LJ. L'ecrilure dr: I'his(oire, GalIimard, Paris, '1975.

    i

    I

    Ias peleas callejeras y Jas rinas de taberna comprobando

    la hip6tesis segun la cLIal Ja violencia es LIna de las claves

    de la sociedad urbana, 0bien tomar en cuenta el crimen

    de adulterio para afinar el estudio de Jas relaciones entre

    10 masculino y 10 femenino. Sea cual sea la finalidad, en

    este casola: investigacion se efectLla a parrir de 10 mismo,-

    de 10 aparentemente identico, y la colecci6n de textos reu.

    nidos sera tratada a continuacion intentando romper el

    juego de los parecidos para enconlrar.lo Jiferente, es ~e-

    cir, 10 singLdar.

    En plena recoleccion, no hay forma de prescindir de

    algLInas informaciones, pues 10 importante es eontar con ~el conjunto de 105 datos sobre la cuestion, naturalmenle

    dentro de unos limites cronol6gicos y espaeiales esrable.-. (

    cidos de antemano. En cambio, para seleccionar 10 mis- \

    mo, la mirada no puede dejar de c!ctenerse en 10 diferen-

    te, aunque solo sea para saber si realmente no tiene que

    preocuparse de ello. .' . " J

    A rnenudo, en ese l"Clpido recorrido apC!recen Ias sor

    presas: un archivo inesperaclo, fuera del campo al cual nos

    dedicamos, haee tarnbalearse la monotonia de la eolecci6n.

    Diferente, 10cLIaz 0 sugestivo, ofrece con su singularidacJ

    llna especie de contrapunto a una serie que .se establece.l)ivaga, disiente, ofrece nuevos horizontes de conocimien-

    to, aporta una canticJad de informacione.s q~e t:n ah~(Jlu

    to nos esperabarnos en el habitual caueJal (kl anali~is. I'ut:de

    adoptar toda clase de formas, unas diyertidas, otras ins

    tructivas, 0Jas dos cosas al misrno tiempo. Un dia tenia

    mos que investigar en Ja serie Y de las demandas al corn i

    sario realizadas ante eJ Pequeno Criminallconservadas en

    105 Archivos nacionaJes), todo cuanta se referia a los he .

    chos violentos entre 1720 y 1775. Un sondeo decidido pre

    viamente obligaba a analizar un Illes de demandas-en cada

    uno de los anos escogidos_ Nunca se ncababa de hojear

    Jas demandas, clasificadas cronologicamente, y las violen

    cias reurliclas as! empezaban a f orrnar largas (iscas, mien

    tras llenaban numerosas fichas. Entre dos delllandas, una

    r

  • 8/2/2019 Farge Arlette - La Atraccion Del Archivo (Scan)

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    . = - ; r \ o -~ -- :: :'7

    /.

    manana de cansancio, un papel parecia diferente' al tac-to. Recuerdo tactil del archivo.

    La sensaci6n habia precedido a la vista; ademas, e Ipapel en a bsoluto era del mismo formato que todos los an-

    teriormente consultados. Ruptura del gesto y de la copia

    en curso. Es una carta, una carta extraviada: lee ria ma-

    quinalmente, por la costumbre de fijar la vista sobre pa-

    pel descolorido. Comprendemos que se trata de una cartaescrita por un comisario a un colega.

    Sonrisa y asombro; leemos: querido amigo, no soy

    cruel, si tu mujercita no 10 fuese mas que yo serias cornu-

    do a partir de esta noche pues te confesare que pone terri-

    blemente en movimiento a la naturaleza en mi casa y no

    dude que produce el mismo'efecto en casa de los demas,

    bromeo pero hablemos seriamente, hare 10que pueda para

    estar en tu casa esta noche temprano, me has avisado algotarde y tengo mas de treinta invitaciones para hoy. Adi6s .

    Besa a tu mujercita de mi parte, cuandole robo besos; siem-

    pre los tomo en la barbilla 0 sobre los ojos 0 en la mejilla

    pero tu pillo tienes el cant6n de reserva, un beso, mil be-

    sos en la mejilia 0los ojos de tu mujer valen la mitad de

    105 que tu robas en su boca, que me Jleve el diablo, me

    gusta 'esa boca; adi6s.JI Besos robados, carta sin fecha,

    signatura Y 13728; inmediatamente copiar todos los ter-

    minos de ese mensaje medio amistoso, medio licencioso.Inclasificable, este texto,y sin embargo, tan valioso. Mas

    tarde, sl mas tarde, nos preguntaremos 5i esa clase de agil

    misiva es 0 no un objeto cultural, una manera normal dedirigirse a los demas, en aquel siglo XVIlI de fulgores liber-linos. Nada apremia y poco importa hoy para que servira

    el archivo; 10 urgente es recoger esa palabra viva, sin fe-"

    cha, suspendida entre muy serios asuntos policiales. Pi-caro archivo.

    Mas tarde, hablamos decidido poner aparte los archi-vas de un magistrado deun barrio muypopular (el comi-sario Hugues, barrio de les HaIles))) y estudiar exhaus-

    tivamente sus notas y su colecci 6n de demandas, infor-

    )1 A,N" Y 13728 s.f.

    )~A,N., Y 10999 a Y 11032. 'comisario Hugues; barrio de Les Hailes,1757a1788 ,

    maciones y sentencias, a fin de comprender mejor los fe-

    n6menos de sociabilidad parisina, durante todo el pe'rio-

    do de su ejercicio profesional, es decir, entre diciembre

    de 1757 y junio de 1788. Treinta y un anos. Aqui, no hay

    que separar nada, hay que almacenarl0 todo; una vez mas,

    una' infinidad de demandas, y el embrutecimiento que se

    anuncia .. Un regalito del archivo aparece de propina: con fe-

    cha de 18 de enero de 1766/) se interpone una demand a

    a prop6sito de una disputa, en la plaza de les Victoires,

    entre un senor y un cochero de pun to, uno de cuyos ca-ballos ha sido herido por una estocada. Nos enteramos de

    que Paul Lefevre, de profesi6n cochero, ha vis to' un ca-

    briole con un s610 caballo en el cual habia un senor que

    ha sabido que era el marques de Sade y su criado; y de

    que el se ha para do para dejar que bajase su cIiente, 10

    cual impedia al cabriole continuar su camino. A continua-

    ci6n, se ha producido una disputa; el marques de Sade,

    que habia bajado, asest a estocadas contra los caballos y

    una de ellas perfora el vientre de un caballo.

    . El asunto se arregla amistosamente: el marques de

    Sade -pues efectivamente se trata de el- paga 24 1ibras

    en pago por el caballo herido y por el tiempo de su cura.

    En la parte inferior de la pieza judicial, esta estampada

    la firma del marques. Inesperado placer el de encontrarse

    de pronto a Sade atascado en la plaza de les Victoires, en-

    tre un cochero y su cabriole; es como atrapar al vuelo a

    un personajeque en principio pertenece a la literatura ya los fantasmas. He aqui al marques sorprendido en 10 quefue su reputaci6n: violencia gnltuita, con el extremo de'

    la espada clavado en el vientre de un caballo que no po-

    dia mas. Este detalle sin importancia confirma tanto el ca-

    racter maldito del personaje que llegamos a dudar del de-

    "masiado bello. descubrimiento, de la sorprendente

    'coincidencia.

    Evidentemente, podriamos citar muchos ejemplos

    'mas de este tipo, encontrados al azar, que hacen que nos.

    'desviernos de la ruta marcada del anal isis, pero tambien

    'tenemos que anadir que el archivo no tiene que ser nece-

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    __ _ - . . ~ ~ - - - - ~ ~ - . ~ - - ~ - - ' . ~ - , IL'I'

    I

    sariamente divertido para extraviar aliector.Hay docu-

    mentos apacibles, normales, que desvian y conducen adonde nunca habiamos decidido ir ni siquiera compren-

    der. Posiblemente, esto significa dejarse impregnar par el

    archivo, permanecer 10 suficientemente disp'onible alas

    [ormasque eontiene, a fin de not ar mejor aqllello que a

    priori no era importante. Se puede objetar a esto que la

    impregnaei6n no es en absoluto un metoda cientifico, qll~

    fa palabra misma es de una vaguedad enormemente inge-

    nua, y que en este juego easi i nfant il pueden deslizarseLicilmente en la investigaei6n defectos de interpretaci6n.

    Naturalmente. Sin embargo tenemos ganas de contestar

    ) J

    ean una metafora, aun sabiendo que agra vamos el caso:

    el archivo es semejante a un bosque sin claros; al perma-

    necer en eI mucho tiempo, los ojos se acostumbran a lapenumbra, se entreve la linde. -

    \ i I .TRAMPAS Y TENTACIONES 0(,,\ UfCV\l.[O

    Sucede insensiblemente, sin que nos fijemos casi; la

    predilecci6n por el archivo puede sobrevenir de tal forma

    que no nos ponemos en guardia, no vemos ni las trampas

    que tiende ni los riesgos que se corren al no imponerJe una

    cierta distancia.

    Una vida no bastaria para leer la totalidad de Ios ar-

    chivos judiciales del sigl0 XVlIl; en vez de desanimar, esta

    evidencia estimula las ganas de consultarlos, incluso endesorden, 0 sin una finalidad definida. Por el placer de ver-

    se sorprendida, por la belleza de 10s texlos yel exceso de

    vida que se ofrece en tantas !ineas ordinarias. Sin dllda,

    el deseo de no olvidar esas historias de vida y de comuni-

    carlas no es un grave defecto. Hay tanta felicida-d en acu-

    mular una infinidad de precisiones sobre miles de an6ni-

    mos desaparecidos hace mucho tiempo que casi olvjdamos ,

    que escribir la historia supone otro ejercicio intelectualen el cual ya no basta la restiluci6n fascinada. A pesar de_

    todo, entendendamonos: si esta no basla, al menos es la

    base sobre la CJuese puede fundar cl pensami'ent-o.La tram-

    pa se limita solamenle a eslo: ser absomida pOl' eI arcllivo

    hasta dpunto Lie no saber ya c6mo inferrcigad6.- __.

    r

    Sea cual sea el proyecto a queobedecemos, el traba-

    jo d e archivo obliga-forzosamente a unas operacione~ de

    fselecci6n, de separaci6n de 105 docurnentos. La cuesti6n-:;7 esta en saber que seleccionar y que abanclonar. A veces,

    sucede que, a ~s, el hislOiTador ya ha

    escogido loque va a recoger y apartar; sin ningun genera

    de: duda, esto Ie priva de disponibilidad, es clecir, de la ap-

    titucl para almacenar aquello qLfe no parece inrnediatamen-

    te necesario y que, mas tarde -nunca se sabe-, podrltl

    resultar indispensable.i,C6rno decidir entre 10 esencial y 10 inutil, 10 necesa-

    ria y 10 superfluo, entre un texto significalivo y 0([0 que

    consitleraremos repetitivo? En realidad, no hay metodo

    vfllido, ni reglas estrictas que haya que seguir cuando du-

    damos en la elecci6n de un document.o- De hecho, 105 pa- ~sos son semejantes a los del vagabundo,J cuando se bus-

    ca en el archivo aquello que esta sepultado en el como

    huella positiva de un ser a de un acol1tecimiento, sin de-

    jar de permanecer atento a la_que huye, a 10 que se sus-

    trae y se hace, a 10 que notamos como ausencia. La pre- .

    sencia de un archivo y su ausencia son signos que hay que

    pOller en duda, es decir, en orden. En este camino 'poco I

    frecuentado, hay que desconfiar de una identificaci6n siem-

    -.p~~p..Q.~.L\,Jl~_Q.qnJQ_~~PfJ.s,onajes,las~-sTtuac',o'n~'~';;I;s'f~-~~~s (de ser y de pensar que los textos ponen en escena_ Iden-

    t.ificaciQP?!.s, ignifjC:Cl..t:;.sqJ~qLQ1?)n,5.e:0sib Ie pero rea f(J~e 'eT--j!Ti'toriador tieqe __desentjrse teDta,9q~QJqrnen-tc-por a'q ue-'

    -- llo CJue plledeapoyar sus_h ip_6t~sis_d.e lra bajo 9ccicJ iclas:de.__j1.rH~rri,e!l.Q:Si no-selrata de ese exlri1fio azar que haee que

    solamente se descubra 10 CJuese husea y que, rnilagrosa-

    mente, parece ajustarseal cleseo inicial y profunda del his-toriador. Hay mil formas solapadas de iden tificarse con

    \ un objeto de estudio. Puede 1Jegar hasta no reconocer cli-

    ferencias, excepciones 0 contradicciones que no subrayen

    la belleza de la hip6tesis de partida que hace tiemiJo que

    son-am_os con establecer s61idamenle. -Esta simbiosis cega-'

    d.ora con el objelo escogido es en cierta medida inevi ta-ble, confortable, y a menudo indiscernible para aquel que

    _3-1 C. GINZBURG, 'C _ P m" , La micro-ltislOire. Le Debar, n O /7, diciem-. lJJe, 1981, p _ 133_

    ~ ) ~ rde " '~f C D c r ; , . \ .r r l A n - s - \ e,. (T2. f" - , ~ ." ,-l\: .. \

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    Ia practica. Inevitable, porque no existe ningun historia-

    dor que pueda decir razonablemente que su elecci6n no

    ha estado en absoluto orientada, poco 0 mucho, por una

    dialect'ica del reflejo 0 del contras'te consigo mismo. Seria

    una mentira. ConfortabIe, porque identificarse, de la for-'

    ma que sea, aporta un aIivio. Peligroso sin embargo, por-

    que ese juego de espejos bloquea la imaginaci6n, detiene

    Ia inteligencia y la curiosidad, manteniendose confimido

    en senderos estrechos y opresivos. Identificarse significa

    anesresiar eI documento y la comprensi6n de el que poda-

    mos tener.

    Se debe mantener Ia vigilancia para que una lucidez

    siempre despierta actue como parapeto contra la ausencia

    de distancia. Quede bien claro 'que esta ascesis no ex-

    cluye el intercambio entre el archivo y su lector, ni tam-

    poco Ia empatia. El intercambio no es fusi6n, ni abolici6nde las separaciones, sino el necesario reco.nocimiento de

    la extraneza y de la familiaridad del otro sin la cual no existe

    cuestionamiento inteligente y, por tanto, eficaz. El inter-

    cambio exige la confrontaci6n. Por otra parte, sucede muy

    a menudo que Ios materiales se resisten, presentando aI lec-

    tor su fgceta enigmatica, lease sibilina. Cuando la investi-

    gaci6n choca con la opacidad de los documentos, y el ar~

    chivo ya no declina facilfTlente los trazos gruesos y los

    debiles de un comodo as! era puesto que esta escrito, el

    trabajo puede comenzar realmente. Buscando en primer

    lugar 10 improbable que Ics textos co