Fanzine "Megáfono de Eros"

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Megáfono de Eros En agosto, el Colectivo Interdisciplinario TXT (CI- TXT) cumple tres años. Re- cuerdo aún las editoriales del primer número de nuestra re- vista en donde decíamos que queríamos “hacer bulla en la Universidad”, recuerdo asimis- mo la necesidad de “provocar, de debatir y polemizar” con la que nació nuestro Colectivo. Hoy, vale la pena preguntarse, ¿qué significa esto? ¿Qué impli- ca ese molestar, ese hacer bulla que nos identifica? El hacer bulla, el provocar, la polémica, aparecen frente al asombro causado por una insa- tisfacción (de allí la relación recíproca de la crítica con la filosofía). Insatisfacción y asombro debido a un espacio académico apático, centrado en la investigación erudita y el prestigio granjeado en el ex- tranjero. ¿Y acaso eso es un problema? Pues no. El proble- ma es el olvido de la realidad en la que vivimos, el olvido de que las humanidades y la políti- ca son dos caras de la misma moneda, el olvido de que la cómoda neutralidad académica no existe y que una clase “neutral” y “no ideológica” es tan política como un adoctrina- miento político si es que no se manifiesta la verdad de la críti- ca, que es asumir responsable- mente la parcialidad. El olvido de las Humanidades como compromiso político-educativo es el que hace de la Academia, hoy, un espacio donde se busca el poder, donde la sangre de estatua anhela un prestigio nutrido en base al número de publicaciones. El problema no es la publicación, es el olvido. En este sentido, el asombro y la insatisfacción originan la necesidad de “hacer algo” y para el CI-TXT esa praxis, que es siempre político-educativa, es denominada IRRUPCIÓN. La irrupción trastoca cualquier estructura inmóvil que se con- sidere a sí misma como verdad. Si se nos enseña la literatura, la filosofía o la historia en perío- dos cronológicos, la Irrupción cuestionará racional y pasional- mente esa estructura y pro- pondrá un idea provisional más precisa. En ese sentido, los espacios que el CI-TXT ha expresado a lo largo de tres años de trabajo, no han sido talleres, cursos o seminarios, sino Irrupciones y Detonacio- nes Poéticas. Los espacios del CI-TXT irrumpen cualquier continuo hegemónico que asu- ma que posee la verdad o la autoridad, ya que la verdad es un espacio que se construye entre todos a partir del diálogo entre iguales, unos y unos, no unos y “otros”. De este modo, este Fanzi- ne, cual portavoz aguerrido del amor, Megáfono de Eros, irrumpe, presagiando el cuarto número de nuestra revista y proponiéndoles críticamente que conozcan este proyecto y que se acerquen a él, ya que para nosotros acercarse es atreverse a aprender y a en- señar, es atreverse a escu- char, no al “otro que se estu- dia” sino a aquella persona particularísima a la que que- remos conocer. Irrumpir es aprender y enseñar críticamen- te, es recordar que el humanis- ta tiene un deber político- educativo, crítico, y, por eso mismo, hoy, revolucionario. CI-TXT y la Irrupción ATRÉVETE A ENSEÑAR (AE) se inició el 2010 con una intervención en el jardín de la Cafetería Cen- tral-PUCP (fotos en Facebook, álbum “Voces Imagi- nadas Vol. II”). AE es una irrupción que cree que todos podemos enseñar algo. AE busca que las per- sonas que quieran enseñar, sin censuras, lo puedan hacer. El CI-TXT te ayuda a organizar tu Irrupción y te brinda todo el apoyo logístico. Si te interesa enseñar, escríbenos a [email protected]. El próximo semestre se reinician las Irrupcio- nes Críticas. Los miembros del CI-TXT lle- varán a cabo tres espacios de diálogo perso- nal. Las tres Irrupciones que se abrirán el 2012-2 serán: “Sobre el Mito de Huaro- chirí”: la actualidad del pensamiento an- dino, “Erotismo y Política en la poesía peruana” y “Sobre el alcohol, la política y el amor: meditaciones revolucionarias”. Inscríbete en [email protected] Texto Colectivo: ¡Atrévete a enseñar! Colectivo Interdisciplinario TXT Junio-Agosto 2012 Volumen 1 N° 1 Irrupciones por Z.E. Javier Suárez 2 La tierra quiere la sangre por Juan Felipe Galindo 3 Punto de quiebre por Esteban Poole 3 El hombre de arena por Marko Araníbar 4 Río Rímac por d. 4 Coffee Break por M.Z. 5 Inocencia Sangrienta por Martha Robles 7 Contenido: “Irrumpir es aprender y enseñar críticamente, es recordar que el huma- nista tiene un deber político-educativo, críti- co, y, por eso mismo, hoy, revolucionario.”

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Megáfono de Eros

En agosto, el Colectivo Interdisciplinario TXT (CI-TXT) cumple tres años. Re-cuerdo aún las editoriales del primer número de nuestra re-vista en donde decíamos que queríamos “hacer bulla en la Universidad”, recuerdo asimis-mo la necesidad de “provocar, de debatir y polemizar” con la que nació nuestro Colectivo. Hoy, vale la pena preguntarse, ¿qué significa esto? ¿Qué impli-ca ese molestar, ese hacer bulla que nos identifica?

El hacer bulla, el provocar, la polémica, aparecen frente al asombro causado por una insa-tisfacción (de allí la relación recíproca de la crítica con la filosofía). Insatisfacción y asombro debido a un espacio académico apático, centrado en la investigación erudita y el prestigio granjeado en el ex-tranjero. ¿Y acaso eso es un problema? Pues no. El proble-ma es el olvido de la realidad en la que vivimos, el olvido de que las humanidades y la políti-ca son dos caras de la misma moneda, el olvido de que la cómoda neutralidad académica no existe y que una clase

“neutral” y “no ideológica” es tan política como un adoctrina-miento político si es que no se manifiesta la verdad de la críti-ca, que es asumir responsable-mente la parcialidad. El olvido de las Humanidades como compromiso político-educativo es el que hace de la Academia, hoy, un espacio donde se busca el poder, donde la sangre de estatua anhela un prestigio nutrido en base al número de publicaciones. El problema no es la publicación, es el olvido.

En este sentido, el asombro y la insatisfacción originan la necesidad de “hacer algo” y para el CI-TXT esa praxis, que es siempre político-educativa, es denominada IRRUPCIÓN. La irrupción trastoca cualquier estructura inmóvil que se con-sidere a sí misma como verdad. Si se nos enseña la literatura, la filosofía o la historia en perío-dos cronológicos, la Irrupción cuestionará racional y pasional-mente esa estructura y pro-pondrá un idea provisional más precisa. En ese sentido, los espacios que el CI-TXT ha

expresado a lo largo de tres años de trabajo, no han sido talleres, cursos o seminarios, sino Irrupciones y Detonacio-nes Poéticas. Los espacios del CI-TXT irrumpen cualquier continuo hegemónico que asu-ma que posee la verdad o la autoridad, ya que la verdad es un espacio que se construye entre todos a partir del diálogo entre iguales, unos y unos, no unos y “otros”.

De este modo, este Fanzi-ne, cual portavoz aguerrido del amor, Megáfono de Eros, irrumpe, presagiando el cuarto número de nuestra revista y proponiéndoles críticamente que conozcan este proyecto y que se acerquen a él, ya que para nosotros acercarse es atreverse a aprender y a en-señar, es atreverse a escu-char, no al “otro que se estu-dia” sino a aquella persona particularísima a la que que-remos conocer. Irrumpir es aprender y enseñar críticamen-te, es recordar que el humanis-ta tiene un deber político-educativo, crítico, y, por eso mismo, hoy, revolucionario.

CI-TXT y la Irrupción

ATRÉVETE A ENSEÑAR (AE) se inició el 2010

con una intervención en el jardín de la Cafetería Cen-

tral-PUCP (fotos en Facebook, álbum “Voces Imagi-

nadas Vol. II”). AE es una irrupción que cree que

todos podemos enseñar algo. AE busca que las per-

sonas que quieran enseñar, sin censuras, lo puedan

hacer. El CI-TXT te ayuda a organizar tu Irrupción

y te brinda todo el apoyo logístico. Si te interesa

enseñar, escríbenos a [email protected].

El próximo semestre se reinician las Irrupcio-

nes Críticas. Los miembros del CI-TXT lle-

varán a cabo tres espacios de diálogo perso-

nal. Las tres Irrupciones que se abrirán el

2012-2 serán: “Sobre el Mito de Huaro-

chirí”: la actualidad del pensamiento an-

dino, “Erotismo y Política en la poesía

peruana” y “Sobre el alcohol, la política y

el amor: meditaciones revolucionarias”.

Inscríbete en [email protected]

Texto Colectivo: ¡Atrévete a enseñar!

Colectivo Interdisciplinario TXT Junio-Agosto 2012

Volumen 1 N° 1

Irrupciones por Z.E. Javier Suárez

2

La tierra quiere la sangre por Juan Felipe Galindo

3

Punto de quiebre por Esteban Poole

3

El hombre de arena por Marko Araníbar

4

Río Rímac por d.

4

Coffee Break por M.Z.

5

Inocencia Sangrienta por Martha Robles

7

Contenido:

“Irrumpir es aprender y enseñar críticamente, es recordar que el huma-nista tiene un deber

político-educativo, críti-co, y, por eso mismo, hoy, revolucionario.”

Page 2: Fanzine "Megáfono de Eros"

“La paradoja suprema que

hemos olvidado es que la

plenitud (y no la

perpetuidad del

significante) es posible

sólo en el diálogo sin

máscaras, y que la plenitud

no es un exceso, sino un

equilibrio que se nutre de

la eterna lucha erótica de

opuestos: Zorro de Arriba,

Zorro de Abajo.”.

2 Megáfono de Eros Volumen 1 N° 1

...debemos intentar recupe-rar el sentido político-educativo de la labor humanís-tica. El eros humanístico no implica un distanciamiento de la familia, del alcohol, del espí-ritu dionisíaco (casi siempre entendido como desmesura, y no como recinto nouménico de la sabiduría). El dualismo maniqueo es una plaga que recorre nuestra Academia: la creación del “otro”, el miedo al “otro” y la evaporización de los sujetos bajo la vorágine del significante posmoderno nos dejan mendigos de sentidos que se escapan cada vez que compramos una nueva prenda de vestir, un teléfono último modelo o quizás el último libro de teoría literaria. Pero quizás valga la pena aún preguntarse, ¿cuál es la verdad del sentido? O quizás ¿cuál es el sentido en la verdad?

El sentido se apropia de la verdad, la partícula posesiva “de” asfixia la verdad con ese poseer que ha signado la histo-ria de Occidente: saber es po-der, poder es poseer. Sin em-bargo, el sentido en la verdad expresa la dinámica revolucio-naria del eros que se manifiesta en el encuentro de Diónisos y Apolo, qué más sino el diálogo divino del Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo: diálogo y juego entre iguales, sin otros que estudiar, sino personas a quienes amar en el espíritu del agon crítico, pasión de la traducción, amoroso encuentro entre dos o más dioses-hombres que se conocen traduciéndose dentro de la comunidad política. La academia parece haber olvidado que su destino divino es la revolución de sí misma: San Francisco de Asís y Wittgenstein.

No se trata de matar gente o de ideologizar, se trata de retomar el espíritu cristiano (o religioso) más profundo: el logos de la praxis, el sentido en la verdad,

es decir, predicar con el ejem-plo. No se trata de ir a una conferencia, a congreso o a perogrulladas académicas cuya dinámica es una verticalidad que nadie cuestiona: ¿mesas magistrales?... y adelante un público que mira al cielo estéril del auditorio o que se entrega a los brazos de la imaginación onírica o que quizás han ido engrilletados por unos cuantos puntos en un curso universita-rio. Las estructuras están cadu-cas: ¡veamos más allá de las conferencias, de los coloquios! Se necesita romper la distancia del congreso y acercarnos al rostro desconocido de la per-sona que miramos, que nos escucha y que anhelamos (si es que no estamos perdidos en el egocentrismo del significante) escuchar también. Pero el diá-logo agónico y apasionado frente a frente no es posible hoy en la academia, sino solo en la calle, en el bar, en el hogar, en la cena familiar-amical. Academia y hogar no son espacios físicos o geográfi-cos, son universales divinos que han sido encerrados y se-parados maniqueamente por el poder: Diónisos opuesto a Apolo, el Zorro de Arriba opuesto al Zorro de Abajo.

Platón emplea el inicio de Las Leyes para expresar la im-portancia del alcohol en el diá-logo; el alcohol aquí no es una bebida hallable en el mundo de la materia, sino una atmósfera espiritual que irrumpe, des-truyéndola, toda norma de lo políticamente correcto que herrumbra el corazón del humanista que son todos aque-llos que anhelan enseñar y aprender, buenos padres, edu-cadores, madejas hacia el cen-tro del laberinto del Minotauro: espacio de la decisión existen-cial y, por eso, político-religiosa, a saber, revoluciona-

ria. El amor que se alimenta a sí mismo es fruto de la vida en comunidad, del diálogo frente a frente, en el Elos, en la Pa-rroquia, en el Hogar; no espa-cios de la desmesura, de la ti-ranía o el trauma, como se no ha hecho creer, sino espacios del sentido que se encarna en el pathos y el agon del diálogo, la erótica de la fraterna polémi-ca, la guerra. La paradoja su-prema que hemos olvidado es que la plenitud (y no la perpe-tuidad del significante) es posi-ble sólo en el diálogo sin máscaras, y que la plenitud no es un exceso, sino un equilibrio que se nutre de la eterna lucha erótica de opuestos: Zorro de Arriba, Zorro de Abajo. Platón, San Pablo y Arguedas así lo entendieron. Y el diálogo es condición de la política y la política condición de la praxis revolucionario-religiosa. Es la vida, y no el texto, el acceso al sentido de la verdad (nunca a la verdad del sentido). “No existe ni existirá escrito mío acerca de estas cuestiones, y nunca exis-tirá. De hecho, este concepto no puede expresarse como los demás conocimientos, sino que después de haberlo discutido en común muchas veces y des-pués de una verdadera y es-pontánea comunión de vida, como la luz que brota de chis-pas palpitantes, nace en el alma y entonces crece nutriéndose a sí misma”. ¿No es este acaso el espíritu de las primeras comu-nidades cristianas? ¿No es este el espíritu de la comunidad andina? ¿No es este el espíritu de esos amigos que se reúnen a conversar habitualmente en un Bar eleusino? Podría ser San Pablo, podría ser Arguedas, podría ser tú o yo, nosotros, Podría ser Platón. Qué impor-tan las citas frente al sentido de la verdad. En la verdad divina,

(Continúa en la página 3)

Irrupciones por Z.E. Javier Suárez

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El universo está constituido en esferas, concéntricas de alguna manera, pues toda esfera contiene otra más pequeña y está contenida a su vez en otra mayor. El hom-bre y la mayoría de seres por él conocidos han habitado esta esfe-ra específica a la que llamamos Tierra. Si reducimos la mirada encontraremos células, núcleos, moléculas, átomos y partículas subatómicas que danzan poseídas por su específica carga eléctrica. De manera análoga, si ampliamos nuestro punto de observación, las esferas se dilatarán y encontrare-mos galaxias: entes gaseosos, esencias vívidas que habitan el universo y contienen en su plasma soles y planetas. Que hasta un momento deter-minado el hombre desconozca estructuras mayores o menores no impone un límite, es solo el esta-

do actual de su conocimiento. Esferas de capas concéntricas, es la conformación presente desde la célula hasta el globo terráqueo. Los humanos siempre buscamos nichos dónde establecer habitácu-los. En este planeta habitamos la bóveda formada entre la corteza terrestre y la capa de la atmósfera más próxima a nosotros, es fácil deducir entonces la naturaleza intersticial humana. La sangre derramada, si es absorbida por la tierra, la alimenta y fortifica, la hace prolífica para el cultivo. Pero si es en el agua di-suelta, además de debilitar sus propiedades intrínsecas, se espar-ce descuidadamente por el globo entero. El flujo de las aguas es una red que conecta ríos y mares, y en su ciclo continuo y eterno conecta también con la bóveda celeste al evaporarse y nutrir las

nubes. Sería fácil ignorar el riesgo de tal flujo, alegando su carácter natural y obligatorio, pero debe tenerse en cuenta que existe un orden más sutil, que conjunta-mente con los físicos ciclos natu-rales trabaja para mantener el equilibrio de toda la existencia. Que los ríos fluyen, los mares azotan y los seres mueren para alimentar la tierra de donde na-cerán sus hijos es un hecho; pero, qué decir de la información, de los rumores que, aunque fluyen tam-bién en un ciclo natural y orgáni-co, describen un curso más com-plejo; nunca se repiten, pues aun-que puedan describir un ciclo completo y volver al mismo pun-to, este ya no será el mismo lugar, ya que en su tránsito el rumor modifica la esencia del lugar tran-sitado, e incluso el mismo rumor se modifica en su curso pues su naturaleza es siempre cambiante.

(Continúa en la página 8)

través del diálogo constante y agónico a lo largo del tiempo, cuya intensidad no geométrica es el recuerdo de la eternidad enamorada, comprendemos el. diálogo como el apasionado espacio de lucha, cuya conjun-ción es el eros del riesgo, la dulce ansiedad del amor que se produce cuando alguien nos interesa y estamos a punto de

conocer. El amor no es sino el diálogo agónico, apasiona-do; el diálogo de todos los amantes, yo, tú, todos noso-tros, que escuchamos y pode-mos hablar, no como unos y otros, sino como unos-divinos que palabra a palabra nos re-conoceremos en el agon de la crítica.

La tierra quiere la sangre por Juan Felipe Galindo Márquez

todos somos iguales, no hay “otros”. Debemos preguntar-nos ¿dónde está la Academia peruana hoy? ¿En la creación de “otros” a granel, a la medida del consumidor?

Gracias a este espíritu revo-lucionario, que no es sino amor del pastor-amigo-oveja que conoce a las ovejas-amigos-pastores por su nombre a

3 Megáfono de Eros Volumen 1 N° 1

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El signo de los tiempos

hostiga con mandatos de autonomía, sumisión a renovadas dependencias.

Se vuelve más y más difícil fantasear,

en tardes grises donde las ilusiones se diluyen en neblinas de futilidad

y emergen memorias de frustración, en el aire cargado de soledades.

Entre el hambre del aislamiento

y el vacío de la pasividad deambulo en la incertidumbre

de lisiadas destrezas interpersonales, dispuesto a morder el anzuelo de la esquiva adaptación social.

Las promesas de goces finalmente negados,

se acumulan en un mar de impulsos incapaces de ser sublimados.

¿Cuándo llegarán los puntos de quiebre?

El peso del tiempo va siendo inexorablemente más apremiante,

carga de deberes decantándose en la copa de madurez que evito apurar.

Cantos de sirena anuncian la sumisión

de quienes enajenan tiempo, gustos y principios, a sensualmente esquivas dichas de la conformidad.

La selección natural de estilos de vida

va desamparando mis añoranzas: las desocupadas jornadas

en cómodas playas de inspiración serán pasatiempos inviables.

Puntos de quiebre por Esteban Poole

4 Megáfono de Eros Volumen 1 N° 1

Hombre de Arena por Marko Araníbar Santisteban

Terminado el viernes 21 de Octubre del 2011, a las 06:24am

I El abismo arrastra, los sueños caducan, caminando, con el ardor de la arena pegándose a los pies, la piel que gotea el tiempo vacío, mientras un “no” resuena a lo lejos, avanzando en sigilo, por momentos llueve el límite del silencio y la muerte, y otra vez una carta cualquiera con palabras desnudas. Recuerdos de barro, siento escurrirse la resaca del mar entre la arena y un cuerpo caído. II Dormir y ser envuelto por tres sombras que hacen perder incontables gritos (mundano acto) que se pierden en disyuntivas, y no hay más opción (ni temor) que el silencio. Ojos cerrados, la flora inconsciente hace que todo se olvide (por momentos, solo segundos) en un resplandor de odio, y el perdón hace que las estrellas se inclinen para ver un cuerpo que rebosa de silencio. III Un mar de luces abruptamente calladas, la sangre va lamiendo la costa en donde llevo esperando los horrores de la inconsciencia del tiempo. Las olas van exterminando la calma, el ventarrón quiebra el cuerpo. Y sucede…me hundo en el desierto, el cuerpo estará en paz.

Page 5: Fanzine "Megáfono de Eros"

“La Vida pasa y se refleja en el Río, tal cual como se siente en realidad, mi Ciudad se refleja en las aguas del Río Rímac, que ninguna autoridad ha cuidado jamás (ni siquiera los ciudadanos que también tiran desperdicios) antes los niños nadaban en el Rímac, incluso podían cazar camarones en su rivera, ahora es común ver basura flotando sobre él, en algún tiempo salió caca de los caños de Sedapal (que alimenta el Rímac) y ahora también (novedad), existe la minera “Volcán Casapalca San Juan” de la que si se cae algo, por el Cerro Tamboraque, o cerca, se pudrirán las aguas del Hablador, morirá mi Río, sufrirá mi Ciudad”

5 Megáfono de Eros Volumen 1 N°

Río

Rím

ac p

or d

.

A la universidad..

nuestros cuerpos hoy

modestos sueños de piedra prefiguran el ritmo de lo imposible unos divandinos estallan nuestra soledad y distancia la esterilidad de la farsa dura 20 minutos !no más! y después los bocaditos una bestia repite uno más otro siempre es dos aunque (en lo profundo de su bolsillo sabe:) uno más otro siempre es EL las lágrimas de nuestro mundo su bestialidad

la tuya la nuestra es la farsa del yo te quiero (mejor dicho, yo te estudio) aquí la muerte es el ser sin manos ¿cómo abrirnos las ventanas? dios no es otro su mirada se aproxima siempre desde una distancia incalculable frente a mi ventana, ya lejos, atisbo la divinidad aquí perdida para siempre convertida en nada por el hechizo del cristal

quedan 5 minutos

Coffee Break por M.Z.

- Base: Denuncias periodísticas (2011) sobre contaminación y sentencia de muerte al Río Rímac por envenenamiento de aguas. Implicados: mineras Casa-palca, Volcán y San Juan. Medios donde fueron denunciados estos hechos: Hil-debrandt en sus Trece, El Comercio, La Primera, Diario 16, La República, etc. - Si no fuera justicia para tu ciudad, te llegaría al pincho. Como te llega al pincho tantas ciudades, tantas cosas.

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6 Megáfono de Eros Volumen 1 N° 1

Gordas, el penal donde Marcos - desde su camarote - se estre-mece por el frío implacable de la puna. Las paredes lo conge-laban tanto, que él solo tiritaba mirando al cielo, tratando de recordar aquellas estrellas que de pequeño divisaba cuando vivía en su natal Chuschi. En ese entonces, solía extasiarse con su cielo serrano, de azul vivo y salpicado de constelacio-nes. Marcos compartía la celda con alias ‘Rubén’, otro miem-bro de su base, pero quince años mayor que él. Sin siquiera imaginárselo, una de esas no-ches interminables en reclu-sión, ‘Rubén’ le reveló que el Movimiento Senderista Maoís-ta lo secuestró como a otros tantos niños. “Marcos, a ti te raptaron en calidad de pago porque tu padre desertó de nuestras filas”. Encerrado entre cuatro paredes despintadas y corroí-das por el moho, Marcos no pudo contener las lágrimas. Rondaba por todo su ser la contradicción de no saber si sentir rabia, tristeza, resigna-ción… La mañana del diecisiete de mayo del 82 todo discurría con total tranquilidad en la casita de adobe y quincha de doña Agri-pina. Mateo y su hermano Ga-briel – tres años menor que él – se encontraban jugando en el gallinero ubicado en la parte trasera. Ambos pequeños ten-ían en sus manos los carritos de madera que papá les regaló antes de internarse en la selva ayacuchana.

Era alrededor de las nueve de la mañana, Agripina - madre respetable y luchadora - notó que no tenía más leña en la cocina, entonces ordenó: “Mateo, anda corre tráeme leña para el almuerzo”. Mateo se paró con enorme flojera, tomó

el costalillo de yute y caminó con dirección al bosque de eucaliptos. Con pasos despre-ocupados, Mateo se detuvo en medio del bosque para empe-zar a talar. Dejó caer su mache-te para inclinarse y tomar cada tronco que había cortado. Uno a uno los iba metiendo en el saco sin siquiera notar que por la espalda era observado sigilo-samente por un grupo de jóve-nes con pasamontañas y trapos rojos en el brazo derecho. Ellos contaron solo con los dedos: tres, dos, uno.

Tras unos segundos, Ma-teo entró en un profundo sue-ño cuando apenas sintió el cloroformo impregnado en un pañuelo de color rojo y al me-dio, la hoz y el martillo estam-pada.

Uno de los jóvenes del comité de reclutamiento “Niños para la Causa” lo tomó en brazos y cargándolo en su hombro lo condujo al campa-mento Umaru. Desde ese mo-mento, Agripina no vio más a su pequeño Mateo.

Luego de permanecer dos horas en el campamento, Ma-teo despertó en un cuarto com-pletamente vacío, alumbrado por un débil haz que se filtraba desde el tejado.

Cuando el pequeño miró hacia arriba, pudo notar las telarañas que caían como pe-queñas cortinas. A su costado, había un posillo blanco con un poco de té y un pan duro de maíz. Aún se encontraba un poco mareado por el químico, pero estaba lo suficientemente consciente como para escuchar pasos marciales a lo lejos.

Cuando pasaron aproxi-madamente veinte minutos, el camarada Fulgencio, un hom-bre de aspecto recio y ceño fruncido, abrió la puerta de la habitación… - “¡Párate niño! –. Mateo sintió

tanto miedo que los ojos se le pusieron vidriosos. - Vengo para informarte que desde este momento has sido enrolado al Movimiento Sende-rista Maoísta. A partir de aho-ra, nosotros somos tu única familia y te llamarás camarada Marcos. Aprenderás a luchar y pelear por la causa. Ponte aho-rita este pantalón y polo que te traído y en cinco minutos te quiero afuera para que te reú-nas con los demás. ¡Entendiste! Completamente confundido Mateo permanecía inmóvil, solo atinó a mirar fijamente al camarada, con los ojos aún más vidriosos, consiguiendo que éste se impacientara más.

-Marcos en el Movimiento Senderista Maoísta no se admi-ten las lágrimas -. Sin trastabi-llar Fulgencio estampó su ma-no sobre la carita del pequeño. -Por maricón -, dijo.

Fue desde ese momento que Mateo sintió que su vida cambiaría para siempre, pues aún siendo niño sabía lo que era la lucha armada, por las conversaciones de los mayores que escuchaba.

De pronto, el camarada Marcos salió por la puerta vis-tiendo ese polo y pantalón azul oscuro. Lo llevaron a cortarse el pelo, tan raso como militar. Cuando estuvo listo se pre-sentó ante el Comandante Ful-gencio y desde entonces inició su vida sirviendo a la causa fundamentalista.

Todos los días se levantaba a las cinco de la mañana, luego del primer rancho, subía con los demás niños al monte para arar la tierra, cosechar papas, tunas, melocotones y luego recoger lo sembrado. Resistía toda la jornada solo con agua, pues para el segundo rancho tenía que esperar hasta la no-che, es por eso que varios de

(Continúa en la página 7)

Inocencia Sangrienta por Martha Robles

“… el camarada Fulgencio, un hombre de aspecto re-cio y ceño fruncido, abrió la puerta de la habita-ción… - “¡Párate niño! –. Mateo sintió tanto miedo que los ojos se le pusieron vidrio-sos. - Vengo para informarte que desde este momento has sido enrolado al Movi-miento Senderista Maoísta. A partir de ahora, nosotros somos tu única familia y te llamarás camarada Mar-cos.”

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sus compañeritos morían de inanición.

Eran niños adoctrinados ideológicamente. Se les co-nocía como los ‘pioneritos’. Marcos era uno de ellos. Él atendía las clases sentado en una de las carpetas corroídas por el tiempo. Devoraba libros sobre Mao Tse Tung, aprendía sobre la teoría de Marx y la lucha del pueblo. Cada clase le significaba escuchar extensos discursos concluyentes en un solo mensaje: “Solo hay una ma-nera de llegar al poder y es a través de la guerra popular. Para eso estamos luchan-do…”. Cada día de internamiento, Marcos empezaba a enten-der que había que estudiar mucho para preservar el pensamiento del Presidente Gonzalo, estudiar sin des-mayar para que un día la Patria sea roja, roja por la sangre enemiga. Para acostumbrarlo a la san-gre, una tarde dispusieron que Marcos empiece a ma-tar. Al principio tuvo que dego-llar a una gallina – su carne después le serviría de comi-da, luego le tocó arrancar todas las vísceras de un solo tirón al perro que había ca-zado. Se acostumbró tanto que el contacto con la sangre se le hacía cosa de todos los días. En una de esas tardes de cacería, el camarada Toma-sio de solo ocho años le contó cómo había repasado a un cachaco. “Estábamos en el monte, todos se queda-ron tirados y como algunos temblaban como pollos, con una sola pasada se los baja-ron con las metralletas, pero como quedó uno medio vi-vo; por detrás escuché a la camarada Nelly, ‘¡Está vivo, mátalo!’ Entonces yo le volé los sesos, ahí nomás tuvimos que quitarles sus armas”. Tomasio se convirtió en un niño rojo porque fue produc-to de un embarazo forzado,

una práctica que se ejerce en aras de preservar la lucha armada en futuras genera-ciones. Nancy, su madre, tuvo que tenerlo para cum-plir con la cuota de niños que se sumarían a la causa. Como muchos, Nancy llegó a esas filas porque de niña fue arrancada de los brazos de su madre. Nelly era de-masiado pequeña como para recordarlo claramente y ni siquiera sabía cuál era su verdadero nombre. Cuando apenas bordeaba los catorce años, Nelly fue de-signada - sin su consenti-miento – al camarada Alipio, el comandante principal de la base. Durante el tiempo que estuvo cautiva, Nelly solo sabía obedecer órdenes de ‘Alipio’, a quien lo llama-ba ‘esposo’. Noche tras noche, las ma-drugadas le parecían eternas de tanto vejamen. Nelly es-taba obligada a dormir des-nuda en un cuarto apartado del pabellón y cuando Alipio tenía necesidad, se apostaba sobre ella como animal en celo. Acostumbra-ba taparle la boca con una mano para que soporte el dolor. Cuanto más dolor, más estimulado se sentía Alipio de poseerla. Conforme pasaban los años, Marcos llegó a convertirse en un experto en el manejo de las AKM. Sabía cómo meter las balas en la caceri-na en menos de medio mi-nuto. Cuando limpiaba su AKM, lo hacía con un cuidado ex-tremo. Pasaba la mayor par-te del día sin desprenderse de ella, corría, rampeaba con el arma junto al torso. Sabía cómo ocultarse en el follaje, apretándola siempre a su pecho. Aprendió a utilizar los ex-plosivos con precisión envi-diable. Su rutina se volvió en clases de supervivencia, en-trenamientos físicos de exi-gencia extrema. Durante

madrugadas enteras, se pre-paraba para el combate con p l a n c h a s , r a n a s …Terminaba su jornada física danto treinta vueltas a la cancha de puro pasto árido. Los años pasaron, Marcos convertido en un hombre, tenía que cumplir con su primera operación encomen-dada. Fue la mañana del 23 de enero del 93 cuando un gru-po de treinta subversivos – entre ellos el camarada Mar-cos -, llegaron al poblado de Chuschi. Un pueblo que debía serle muy familiar. Primero, quemaron el pues-to de vigilancia y la Prefec-tura, para luego pedir cupo casa por casa. Desde la plaza, se oía a lo lejos el estruendo de los fusi-les y alrededor de ella se iba esparciendo el odio con hambre de sangre inocente. Con dos camaradas a su costado y una metralleta colgando de su hombro, Marcos tocó la puerta de una de las casitas de adobe y quincha. Al ver que no res-pondían de un patadón la tumbó. En su interior se encontra-ban una anciana con cabe-llera plateada y brillosa – que no paraba de persignar-se -, y un muchacho de unos quince años que la abrazaba tembloroso. Sin pronunciar palabra, el camarada Marcos, acompa-ñado de uno de sus compa-ñeros, se dirigió a la parte trasera para tomar las galli-nas que había, pero la ancia-na desesperada corrió hacia ellos… - No por favor papacito, es todo lo que tenemos. - Quédate quieta vieja -. Marcos la redujo con un solo culatazo Al ver esto, el muchacho que observaba tembloroso no pudo contenerse y con cu-chillo en mano se fue enci-ma de Marcos quien hacien-do un gesto a sus compañe-

ros les advirtió… - De éste me encargo yo - . El camarada apretó el gatillo sin dubitación alguna. La bala le cayó al muchacho en la pierna derecha. Luego del tiro, una sensa-ción extraña empezó a reco-rrer por todo el cuerpo de Marcos. Era una comezón que no lo dejaba en paz, mientras miraba fijamente al muchacho. Su corazón em-pezó a palpitar con más fuerza, pero su mano seguía firme sujetando el arma. Aunque algo temblorosa, escuchaba como fondo… - Dispara camarada, dispa-ra…Sí, acábalo… Tras unos minutos, los sesos terminaron esparcidos por el piso bañado en sangre, sin perder más tiempo los tres se retiraron de la casita de adobe llevándose un costal repleto de gallinas. Tuvieron que pasar dos años para que el Ejército llegara a Chuschi, los pobladores de-cían que eran los sinchis. A los pocos días de instalados, ubicaron el campamento Umaru donde destruyeron todo a su paso. La mayoría de camaradas habían podido huir a tiempo, menos Mar-cos y tres más. Por desgracia en un país de desplazados como este, el Estado casi no llega a los pueblos, lo que obligó a los militares a ir todas las maña-nas casa por casa para pedir rancho. Una de esas mañanas, el cabo Rigoberto Pérez tocó la puerta de una de las casitas de adobe, donde le abrió una anciana que con las jus-tas podía caminar. Al cabo le sorprendió que la señora se mantuviera en pie y le preguntó. - Señora, ¿dónde está su familia? - La anciana bajó la cabeza y respondió. Mi marido partió para nunca más volver, mi hijo el mayor desapareció y al menor lo mataron los te-rrucos.

7 Megáfono de Eros Volumen 1 N° 1

Page 8: Fanzine "Megáfono de Eros"

Vitae Marko Araníbar, estudiante de Literatura, PUCP: [email protected]

d.: [email protected]

Juan Felipe Galindo: [email protected]

Esteban Poole, estudiante de Derecho, PUCP: [email protected]

Martha Robles, estudiante de Ciencias de la Comunicación, PUCP: [email protected]

Javier Suárez, estudiante de Filosofía, UNMSM: [email protected].

Rocío del Águila ([email protected])

Tania Herrera ([email protected])

Diana Maceda ([email protected])

Jonathan Narciso ([email protected])

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(Viene de la página 3)

Por esto debe dirigirse y curarse el curso que estas informaciones describan. ¿Qué sería de la humanidad si el crimen de un noble hombre no fuera olvidado? o por lo menos resguardado, y llegara a oídos de los dioses una narración alterna de los acontecimientos en la que el noble hombre no cede su vida orgulloso ante el asesino, sino que suplica y pide a los dioses por su vida como no lo hace ni el más vil de los animales. Esto acarrearía la muerte de la humanidad entera (como ha ocurrido ya en sucesivas ocasiones), pues ningún dios quiere conservar la vida de una humanidad ya vencida, abnegada a sus designios, suplicante y arrastrada. Lo que nos mantiene vivos es nuestra insurrección, nuestras recaídas y blasfe-mias, nuestro carácter veleidoso e inconstante. Si nuestros dioses nos saben con-vencidos y piadosos, esto los hace innecesarios, y ante su inminente destrucción nos prefieren destruidos a nosotros que también nos hemos hecho innecesarios. En momentos claves del devenir cósmico se presenta a alguno de los hom-bres una información que debe cuidar, corregir su curso, o guardar eternamente (la mejor forma de guardar es olvidar). Si esta información cae en un medio equi-vocado y fluye en un curso peligroso que llega a boca y oídos de quien no debe, las consecuencias seguro serán terribles. Un ejemplo clásico es el chisme y sus fatales desenlaces. Cuando el equilibrio de la información es alterado debe resarcirse por medio de un ritual que invoca lo femenino. Deben abordarse rutas descendentes que conducen a cuevas, intersticios o grutas; estimular un poco las entrañas de la tie-rra y encontrar allí, entre sus pliegues, el altar a la restauradora deidad femenina. Se le ofrece en tributo un feto contenido en alcohol, la deidad complacida beberá el licor de esencia infantil sazonado, haciéndose veleidosa, antojadiza y ligera, esto la pone en condición y facilita la obtención de sus favores. Sin embargo, dejar las cosas a este punto sería torpe y arriesgado, es arma de doble filo, pues la diosa al no complacer sus antojos se hace furiosa y destructiva, no responsable de sus actos. Por eso la ofrenda debe ser completa, pues el licor estimulante aguza también sus ansias, se le antojara un bocado y deliciosa tragará al infante; enton-ces, estimulada y satisfecha, se regulan las funciones todas del universo y el orden prosigue.

“Cuando el equilibrio de la

información es alterado debe

resarcirse por medio de un

ritual que invoca lo femenino.”

Colectivo

Interdisciplinario TXT

Ilustraciones p. 1: Fernando Canchanya ([email protected]) p. 2 y 3: No se ha encontrado al autor de los “Zorros Danzantes”, espera-mos que el autor vea su ilustración y se comunique con nosotros; Daniel Nicoletta (1954), “Hans Models”, New York Library; Daryl Vocat (Canadá, 1976), “Trading licks may seem like a friendly exchange”, NYL. p. 4: Carlos Merida (Guatemala, 1891-1984), “Devil and Skeleton” from the portfolio Carnivals in Mexico. New York Library. p. 5: Andy Warhol (1928-1987), “Photo Edition”, published in Parkett, no 12 (1987). New York. Library. Edición: Javier Suárez. p. 6: http://violencia-en-el-peru.blogspot.com; Fernando Canchanya. p. 7: J.J. Grandville (1803-1847). Caricaturista francés. Sátira política. p. 8: Dante Gabriel Rosetti (1828-1882), “Astarte Syriaca”.

Diagramación y Diseño: Javier Suárez