Faberman. La Rioja

download Faberman. La Rioja

of 32

Transcript of Faberman. La Rioja

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    1/32

    Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Tercera serie, nm. 31.

    oprimidosdemUcHosvecinosenelparajedenUestraHaBitacin. tierra, casayFamilia

    en

    los

    llanos

    de

    la

    rioja

    colonial

    Roxana Boixads / Judith Farberman1

    UNQ / CONICET

    La regin de Los Llanos de La Rioja rene al menos dos caracte-rsticas que concitan un sostenido inters por su historia y su gente. Porun lado, lo adverso de sus condiciones ambientales extrema aridez,temperaturas rigurosas, vastos salares que sin embargo no impidieronsu progresiva colonizacin en los siglos XVIII y XIX y una importanteexpansin de la ganadera extensiva. Por el otro, el enmeno de lasmontoneras y de sus carismticos lderes, en particular de los notables

    caudillos Facundo Quiroga y Chacho Pealoza. Si bien se reconoce queestos dos rasgos han estado proundamente vinculados otorgndolea Los Llanos una identidad bien defnida an no conocemos con su-fciente proundidad el proceso histrico durante el cual se construyesta relacin, as como las variables que intervinieron.2

    En buena medida, tal desconocimiento se debe a la escasez deuentes coloniales conservadas para la regin; de hecho, slo a partir dela segunda mitad del siglo XVIII los registros documentales aumentande manera ms signifcativa. No por azar, las solicitudes de mercedes de

    1 Las autoras agradecen los comentarios de Orieta Zeberio, comentarista de una versinpreliminar de este trabajo. Son deudoras tambin de Jorge Gelman, Silvia Palomeque yde los evaluadores annimos del Boletn que han contribuido a mejorar sustancialmenteel texto. A Daniel Santilli le agradecemos la asesora tcnica y a las colegas del Programade Historia de la Universidad Nacional de Quilmes el apoyo y la paciencia demostrada.

    2 Entre otros autores, cr. Armando Ral Bazn, Las bases sociales de la montonera, enRevista de Historia Americana y Argentina, nms. 7 y 8, Mendoza, Universidad Nacional deCuyo, 1962-1963 y La Rioja en la poca del gobernador Sobremonte (1783-1797), enInvestigaciones y Ensayos, nm. 14, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1973;

    Marcelo Bazn Lezcano, La sociedad riojana en las postrimeras del virreinato y en lapoca de la independencia, en I Congreso de Historia Argentina y Regional(Tucumn, 1971),Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia, 1973; Tulio Halpern Donghi, Revoluciny guerra. Formacin de una lite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972;Ariel de la Fuente, Los hijos de Facundo. Caudillos y montoneras en la provincia de La Rioja duranteel proceso de ormacin del estado nacional argentino (1853-1870),Buenos Aires, Prometeo, 2007.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    2/32

    12

    tierra, dos censos completos del curato adems de un conjunto discretopero interesante de conictos por linderos y precedencia de ttulos entrelos pobladores locales, conorman lo principal de este corpus tardocolo-nial, confrmando la importancia creciente que ue adquiriendo la zonay la disputa por sus recursos.

    Este artculo, que se enmarca en un proyecto de ms largo alientosobre la cartograa social de la campaa riojana, est organizado endos partes. En la primera, se propone recuperar la historia ms remotay menos conocida de Los Llanos, reconstruyendo con las pocas uentesdisponibles el proceso de ocupacin regional desde el perodo prehisp-nico hasta el siglo XVIII. La segunda parte se concentra en la dinmicademogrfca de Los Llanos a partir de mediados del siglo XVIII y, de

    manera especfca, se ocupa de la relacin entre poblacin, apropia-cin de recursos y estructura amiliar. En este perodo ms reciente, eneecto, tiene lugar un importante crecimiento demogrfco del cual sonprotagonistas las amilias de migrantes provenientes de la jurisdiccinriojana y de otras cabeceras vecinas y distantes.

    Los actores que hicieron de Los Llanos una regin atractiva en lasegunda mitad del siglo XVIII quedan an por esclarecer, ya que poco seconoce de la historia econmica riojana. Es posible que la saturacin de-mogrfca de los oasis viateros de La Rioja haya alentado la expulsin

    de los oprimidos campesinos mestizos e indgenas y tambin de algunosnotables de segundo rango. Sin embargo, ms signifcativo aun parece serun segundo proceso, que compromete a una regin mucho ms vasta, deexpansin ganadera extensiva, basada undamentalmente en la pequeaproduccin campesina. En este sentido, es posible pensar en Los Llanoscomo parte de un espacio econmico tardocolonial que tuvo en Cuyo (yparticularmente en San Juan) y en el Norte Chico chileno sus ms impor-tantes polos de arrastre y cuyas dinmicas undamentales ha develado

    Silvia Palomeque en un par de artculos de reciente publicacin.3

    3 Silvia Palomeque, Circuitos mercantiles de San Juan, Mendoza y San Luis. Relacionescon el Interior Argentino, Chile y el Pacfco Sur (1800-1810), enAnuario IEHS, nm.21, 2006, pp. 255-286. Los Llanos abastecan de animales a la ciudad de Mendoza,San Juan y al Norte Chico chileno, abocado a la minera, zonas todas stas escasas deganado. Como contrapartida, ingresaba a La Rioja (y a otras zonas proveedoras) azcarperuana importada desde el Pacfco. La autora ha destacado el carcter campesino deesta produccin que identifca a travs del examen de los pases y manifestos de lasimportaciones de San Juan. Cr. de la misma autora Un espacio mercantil poco estudia-do. Relaciones entre el interior y los mercados del Pacfco a travs de San Juan y Jchal.

    (1750-1850 aproximadamente), en VI Encuentro de historia regional comparada. Siglos XVI amediados del XIX, Salta, UNSA, 2004. Este trabajo de Palomeque ha recuperado datos eideas de Gabriela Olivera, quien trabaj con uentes escritas del siglo XX y testimoniosorales. Olivera ya haba identifcado las estrategias campesinas de los llanistas comode largusima duracin y las haba conrontado con registros histricos. De la mismamanera, tambin eran antiqusimos algunos circuitos mercantiles vigentes en el siglo

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    3/32

    13

    Los Llanos en perspectiva histrica

    En el mapa de Martn de Moussy, las sierras de Los Llanos se dis-tinguen como una ormacin peculiar, separada por travesassemidesr-ticas de otras cadenas montaosas (cr. mapas 1 y 2). La aridez agudizla confguracin de aislamiento de la regin, as como su patrn inicialde poblamiento costero, entendiendo por costa la lnea de oasisespaciados, adosados a una misma ladera, relativamente benefciadaspor lluvias orogrfcas4.

    No obstante, poniendo a prueba la adaptacin al medio ambiente,la zona ya estaba ocupada en el perodo prehispnico, al parecer poretnias de distinta procedencia.5 En este sentido, Carrizo reconoci la

    presencia simultnea de diaguitas, huarpes y comechingones, permi-tiendo pensar a la regin como un espacio multitnico y abierto a larecepcin de migrantes.6 Canals Frau propuso, siguiendo a P. Cabrera,que los habitantes originarios de Los Llanos eran los olongastas, quese dierenciaban de los pueblos vecinos conocidos en las uentes comodiaguitas, capayanes, huarpes y comechingones, por su lengua, su cul-tura y su raza.7 Sin embargo, la existencia de los olongastascomo etniadierenciada cuenta con pocas evidencias frmes; un examen de la topo-nimia de la regin, de los rasgos de la cermica local y de los patron-

    micos registrados en uentes y padrones de la temprana colonia apoyanen cambio la idea de una zona cultural y tnicamente no homognea.Todo esto situara a Los Llanos en relacin con las dinmicas regiona-les vecinas, desde donde pudieron provenir colonos que la ocuparonen pequea escala compartiendo, quizs desde tiempos preincaicos, elespacio y sus limitados recursos.

    Estos vnculos ueron alterados, o tal vez interrumpidos, porla colonizacin espaola. De hecho, las ragmentarias uentes

    tempranas disponibles indican que la regin suri un procesosistemtico de despoblacin en aquellos aos. Recordemos que,

    XX, como el que conectaba La Rioja y el Norte Chico chileno. Cr. Gabriela Olivera,Por travesas y oasis. Mercados, produccin agraria y actores sociales de La Rioja (Los Llanos y Arauco,1900-1960), Crdoba, Editorial Universitaria, 2000.

    4 Pierre Denis, La valorizacin del pas. La Repblica Argentina, 1920, Buenos Aires, SolarHachette, 1987, p. 83.

    5 En el perodo prehispnico, la agricultura de regado sustent algunos pocos pobladospermanentes; otros asentamientos, en cambio, ueron temporarios, avoreciendo la movi-

    lidad en pequeos grupos y acentuando la complementariedad de las actividades de cazay recoleccin de los habitantes locales.

    6 Juan Alonso Carrizo, Cancionero popular de La Rioja, Tucumn, Universidad de Tucumn,1942.

    7 Salvador Canals Frau, La poblacin de Los Llanos, enAnales del Instituto tnico Nacional,III, 1951, pp. 67-81.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    4/32

    14

    inicialmente, el sur de La Rioja ormaba parte de la jurisdiccinde San Juan de la Frontera (1562) y que los vecinos de esta ciu-dad y luego los de la tambin prxima San Luis extendieronsus malocas por la zona, llevndose parte de la poblacin ind-gena local. As, los antiguos pobladores de Los Llanos pudieronhaber corrido la misma suerte que varios pueblos del oeste rio-jano (valles de Capayn Guandacol) encomendados desde SanJuan y trasladados por sus amos a Chile. La ltima saca denativos se produjo en 1591, casi al mismo tiempo que el gober-nador Ramrez de Velasco inclua a Los Llanos en la jurisdiccinde La Rioja, y tambin coincidi en tiempo la entrada punitivaque realiz desde Crdoba Tristn de Tejeda para controlar a los

    grupos rebelados de la Sierra Grande. En su avance de dirigihacia el oeste donde descubri la regin de Los Llanos, llevn-dose como botn a la poblacin indgena hacia el interior de lajurisdiccin cordobesa.8

    Como consecuencia de este proceso, la regin de Los Llanos co-menz a ser percibida (desde la perspectiva hispana) como lejana y pro-gresivamente aislada en relacin con las ciudades, tanto por las largasdistancias que la separaban de cualquiera de ellas (Crdoba, La Rioja,San Juan, San Luis) como por las difcultades de acceso que supona el

    cruce de las penosas travesas. A los determinantes geogrfcos se su-maban tambin las distintas dinmicas de expansin territorial de cadajurisdiccin. En el caso de La Rioja, el poblamiento se orient hacia zo-nas cercanas (el valle de Famatina y, posteriormente, Arauco) dotadasde mayores recursos y poblacin indgena y objeto de una conquista ycolonizacin ms rpida y eectiva.

    Aun as, desde la misma undacin de La Rioja, las cdulas deencomienda no dejaron de alcanzar a los remotos pueblos de Los

    Llanos. Nicols Carrizo, por ejemplo, recibi en 1591 la encomiendade Nepe, Tama y Puluchn.9 Este ltimo pueblo ue visitado por el oi-

    8 Pedro Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Ro de la Plata y Tucumn, tomo IV,Buenos Aires, Imprenta Popular, 1874, pp. 398-399. Agreguemos que, analizando la do-cumentacin desde Crdoba, Josefna Piana de Cuestas refere los conictos habidos enun perodo temprano entre los encomenderos de Crdoba, San Luis y La Rioja por lapoblacin indgena localizada en los mrgenes de sus ronteras jurisdiccionales (las quea su vez se modifcaban con cada nueva undacin). Y agrega que la estrecha relacintnica de los indgenas de esas jurisdicciones con los de la zona occidental de Crdoba

    y la prctica hispnica de las malocas contribuyen a agudizar y complicar las disputas(Josefna Piana de Cuestas, Los indgenas de Crdoba bajo el rgimen colonial, Crdoba. Ed.Del Autor, 1992, p. 148). Por su parte, Canals Frau afrma que durante mucho tiempoaquel territorio (Los Llanos) ue coto de caza de indios abierto a todos los pobladores delas ciudades vecinas (Canals Frau, op. cit., p. 73).

    9 Roxana Boixads, Inorme de avance de la beca de Iniciacin UBA, (m/s) 1990, p. 20.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    5/32

    15

    dor Francisco de Alaro en abril de 1611, quien hall a la gente casadaen su ley de infely a los tributarios prestando servicios en la casa delamoy en la estancia del cuado de ste.10 Los pueblos de Tama, Ichila,Acalo, Tanmaha y Guayuma integraban en 1591 la encomienda deRaael Palomares, eudo que en 1617 pas al soldado de la conquistaAntonio de Guzmn. Colosacn ue encomendado por primera vezen Sebastin de Loria y luego a fnales del siglo XVII al capitn PedroQuintero.11 Polco, Patqua y Guayapa ueron otorgados a Hernandode Arroyo, en cuya amilia quedaron hasta mediados del siglo XVII12 yOlta, eudo de Gonzalo Duarte de Meneses desde 1591, pas despusa los Nuez Pinazo (parientes muy prximos de los Arroyo Illanes13) ya Gregorio Brizuela hasta 1705.14 Vacante durante aos, el pueblo de

    Olta ue nuevamente encomendado en 1756 en Santiago de Castro yFras, cuando contaba apenas con una decena de indios de tasa en total.Por ltimo, los indios de Atiles se destacaron por su participacin enla rebelin de 1630-43, durante la cual capturaron, martirizaron y ma-taron al sacerdote Antonio Torino. No menos conocida es la represinque, como respuesta, llev adelante don Gregorio de Luna y Crdenasen el pueblo, episodios todos relatados por Lozano (1874). Como re-sultado de esta violenta historia, a fnes del siglo XVII la encomiendahaba mermado sustancialmente su poblacin, al punto de que nadie

    la solicit una vez que qued vacante. Recin en 1726, el alrez donPedro de Mercado y Reynoso, el administrador, se hizo con ella graciasa la merced otorgada por el gobernador Abarca y Velasco.15

    A pesar del carcter ragmentario de la inormacin disponiblepara este perodo, dos cuestiones se presentan con claridad. Por unlado, que durante el primer cuarto del siglo XVII la poblacin nativaque an quedaba en Los Llanos haba sido repartida en encomienda aunos eudatarios que, en su mayora, no ormaban parte de la elite local

    sino ms bien de sectores medios del grupo hispano criollo. Esto mar-ca un acusado contraste con los encomenderos del Valle de Famatinay Arauco, todos ellos propietarios de tierras y miembros de amiliasprominentes y de destacada actuacin en el gobierno de la ciudad. Enotras palabras, los seores de Los Llanos se valieron de la institucin de la

    10 Archivo General de Indias AGI-, Charcas 101, 36 A.11 Entra en vigor una real cdula de 1731 que dispona que las encomiendas que queda-

    ban vacantes deban ser incorporadas a la real Corona. Archivo Histrico de Crdoba

    (AHC), Escribana 2, Legajo 17, Expediente 24 (1729). El hijo de Quintero ue nombradocomo administrador.

    12 AGI, Charcas 102, 8.13 Archivo Histrico de Crdoba, - AHC-, Escribana 2, Legajo 2, Expediente 14 (1672).14 AHC, Escribana 2, legajo 9 (II), expediente 21 (1695).15 AHC, 2.17.8 (1726).

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    6/32

    16

    encomienda para sostener un prestigio social que no podan acompaar con unasituacin econmica acorde.

    Por otro lado, el accionar desaprensivo de estos eudatarios sobrela poblacin encomendada colabor con el colapso de los ya mermadospueblos de indios de la regin16. Los padrones del siglo XVIII eviden-cian el fnal de un proceso que tambin otras uentes insinan: paraentonces, slo sobrevivan, con nfma poblacin, los pueblos de Oltay Atiles. En los padrones quedaron registrados los tributarios ausentesdurante aos en San Luis, San Juan o Crdoba; el casamiento de muje-res indias con mestizos y mulatos y la presencia de soldados agrega-dos a las tierras de comunidad (y a veces empadronados errneamentecomo tributarios).17

    Como en otras regiones marginales del dominio colonial, las tie-rras de los pueblos de indios ueron ocupadas aprovechando el des-censo de la poblacin nativa o a partir de la usurpacin lisa y llana porespaoles pobres y mestizos. Se advierte tambin aqu la tendencia aque los encomenderos, sus amiliares directos o descendientes ueranlos principales benefciarios de aquellas tierras o de otras prximas.Pero, por supuesto, no ueron estos privilegiados los nicos ocupantes.Como ha sido sealado ya, oleadas migratorias ms recientes, de varia-do origen tnico y social, tambin buscaron en Los Llanos un espacio

    donde asentarse a lo largo del siglo XVIII.Las solicitudes de mercedes de tierras llanistas conservadas en el

    archivo, adems de otras que conocemos indirectamente a travs delos escritos de Dardo de la Vega Daz, nos aportan algn indicio acercade estas nuevas camadas de hispanocriollos.18 El ormato de las soli-citudes es bastante homogneo: se referen en primer lugar los mritosrealizados en avor de la Corona (la participacin en las jornadas deCalchaqu y el Chaco ocupan un lugar importante entre ellos), aluden

    al peso de una amilia que mantener y a la carencia de tierras propias.Y aunque entre los solicitantes fguran algunos notables de la elite lo-

    16 Por ejemplo, los tributarios de Olta ueron trasladados a San Miguel por su encomen-dero en echas tempranas y no sabemos si alguna vez retornaron a sus tierras. La visitade Alaro descubre situaciones de alquiler y desvo de mano de obra ya en 1611 enPuluchn. Hacia 1693, los pocos tributarios que quedaban de este pueblo vivan en LaRioja en la chacra del encomendero, como consta en la Visita de Lujn de Vargas. Cr.Roxana Boixads y Carlos Zanolli, La visita de Lujn de Vargas a las encomiendas de La Riojay Jujuy (1693-94), Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2003.

    17 Entendemos que tambin aqu el trmino soldado designa a la poblacin de mestizoso indios libres que vive en el pueblo de indios. En los repartimientos santiagueos eransoldados los cnyuges libres de las mujeres de casta tributaria. Cr. Judith Farberman,Los caminos del mestizaje. Soldados, tributarios y ronterizos en la rontera chaqueadel siglo XVII I,en Estudos de Historia, vol. 13, nm 2, Franca, 2006, pp. 177-206.

    18 Dardo de la Vega Daz, Toponimia Riojana, La Rioja. Ed. Canguro, 1994.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    7/32

    17

    cal (como Villaae),19 abundan en mayor medida personas de escasosrecursos o descendientes ilegtimos de amilias ilustres, posiblemente deorigen mestizo.20 Tambin encontramos soldados de orgenes modestosaunque todos con apellido espaol que pretextan no haber encon-trado un sitio donde instalar a los suyos de regreso de sus campaaschaqueas.21

    Este redescubrimiento de Los Llanos se expresa tambin en latoponimia regional y en una descripcin ms minuciosa de los terrenospretendidos. As, junto a los topnimos en lengua nativa comienzan aaparecer otros hispanos, signos inequvocos de la colonizacin y apro-piacin del territorio, y del surgimiento de nuevos poblados de espa-oles. Las uentes registran estas recientes marcas en el paisaje como

    estancias, parajes, lugares, aguadas, potreros acompaados denombres nativos o espaoles (por ejemplo, estancia de Nacate, estanciade Las Minas; potrero de Colosacn, potrero de los Veras; paraje deSanta Brbara, paraje de Talba; etc.). Por lo general, las solicitudes demercedes de tierras tomaban como reerencia una aguada, a partir dela que se sealaban los linderos solicitados. Solan indicar si se tratabade agua permanente, de manantial o llovediza y su volumen, medi-do de acuerdo con la cantidad de cabezas ganado que poda beber enellas. En cuanto a los linderos, poda tratarse de accidentes geogrfcos

    (quebradas, ros, cerros) o bien de tierras colonizadas y designadas conel apellido de sus moradores (los Quintero, los vila, los Zrate),as ueran propietarios u ocupantes.22

    Volveremos con detalle sobre todo esto ms adelante; lo que porahora nos interesa destacar es que, a lo largo del siglo XVIII, se advier-ten ciertos cambios en la modalidad de solicitud de mercedes de tierra yen la orma jurdica de su eectiva concesin. Si durante la primera mitaddel siglo se mantiene el ormato y el estilo de las solicitudes tempranas

    ms vagas en la descripcin del terreno y de otorgamiento casi inme-diato, acompaado apenas de la rmula sin perjuicio de terceros,trasponiendo 1750, las solicitudes de merced de tierras y los pasos con-secuentes hasta su eectivo otorgamiento redundan en expedientes msnutridos en inormacin acerca de todo el proceso. No slo stos contie-nen mayores precisiones respecto de quien las pide, sino que tambin sonms abundantes los datos sobre las tierras en cuestin (linderos, medidassolicitadas, reconocimiento de mojones). Adems, se designaban comi-

    19 AHC, Escribana 2, Legajo 18, Expediente 8 (1730).20 AHC, Escribana 2, Legajo 73, Expediente 24 (1789).21 AHC, Escribana 2, Legajo 27, Expediente 16 (1757).22 A esta conclusin tambin arriba Adrin Mercado Reynoso, Tierras, cosas, consuetudes.

    Formas disociadas de propiedad inmobiliaria en la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioxa (siglosXVI-XVIII),Rosario, Universidad Nacional de Rosario, 2003.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    8/32

    18

    sionados que citaban a los vecinos para que testimoniaran si las tierrasestaban eectivamente vacantes, se las tasaba para enterar la media ana-ta correspondiente y la concesin era medida con vara y cuerda porprcticos en agrimensura. Aunque estos procedimientos existan desdeantes, ahora se ponen en prctica de manera eectiva y bajo la autoridadde los delegados y subdelegados de los gobernadores intendentes. Estasprcticas, adems de mostrar a las claras los cambios en el sistema de laburocracia administrativa y la constante preocupacin de los unciona-rios para no perjudicar el erario real se articulan con el renovado intersdespertado por nuestra regin en estos aos.23

    Obviamente, las mercedes de tierras no ueron la nica modalidadde acceso a la tierra en Los Llanos; tambin aqu existieron cesiones de

    derechos por testamentos y dotes, operaciones de compra-venta y rema-tes en pblica almoneda de tierras realengas, adems de ocupacionesde hecho. Algunas de las cesiones y/o divisiones pueden entreverse alanalizar los pleitos por tierras que se ventilaron durante el siglo XIX, mu-chos de los cuales permiten reconstruir los procesos previos.24 Como enbreve habremos de comprobar, tanto las condiciones ambientales comola velocidad del poblamiento llanista, desalentaron la subdivisin de laspropiedades a travs de la herencia y de la compraventa. Para podersubsistir, estos colonos organizaron su produccin en tierras indivisas,

    de uso mancomunado. No casualmente, tales estructuras agrarias que enbuena medida perduran hasta hoy, siguieron llamndose mercedes.25

    Un acelerado poblamiento

    Las uentes principales que sustentarn nuestros argumentos deahora en ms son dos padrones de Los Llanos levantados respecti-

    vamente en 1767 y 1795.26

    Hasta donde sabemos, el primero de ellosordenado por Don Juan Manuel Fernndez Campero, gobernador delTucumn y ejecutado por don Joseph Antonio Baigorri de la Fuente,vecino de la ciudad de Crdoba abarc solamente nuestra jurisdic-cin, Arauco y el curato rectoral.27 Por el contrario, el padrn de origen

    23 AHC, Escribana 2, Legajo 72, Expediente 17 (1789).24 Dardo de la Vega Daz, Toponimia, op. cit., 1994 y Adrin Mercado Reynoso, Tierras, co-

    sas..., op. cit., 2003.25 Sobre las mercedes en el siglo XX cr. Gabriela Olivera, Por travesas..., op. cit., pp. 86-

    104. Se volver sobre el tema.26 AHC, Escribana 2, Legajo 37, Expediente 21 (1767) y Archivo del Arzobispado de

    Crdoba, AAC, leg. 20, t. 2, 1795.27 Al parecer, el recuento ue suspendido. El padrn de Arauco no ha llegado hasta noso-

    tros pero tenemos noticias a travs de Boman, que consult el documento (Eric Boman,

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    9/32

    19

    eclesistico de 1795 se conserva completo y su riqueza inormativa tam-bin ha llamado la atencin de otros investigadores.28 Debemos la sec-cin llanista de este padrn al rigor del prroco don Sebastin Cndidode Sotomayor, quien uera tambin el autor de un segundo censo diezaos posterior, lamentablemente perdido. Solamente el resumen del pa-drn de 1805 y una breve pero muy valiosa descripcin del curato hanllegado hasta nosotros y ambos documentos sern considerados veloz-mente en este trabajo.29 Adems de los datos mencionados, optamospor rescatar en el cuadro I las ciras aportadas por Antonio Larrouy(padrn de 1778) y Martn de Moussy (censo de 1814),30 con el pro-psito de contextualizar mejor la inormacin hasta ahora disponible.

    CUADRO I. Poblacin de La Rioja y de Los Llanos

    Ao La Rioja Los Llanos Fuente

    1767 1.732AHC, 2.37.21

    (1767)

    1778 9.723 1.802Larrouy 1927,

    t. II

    1795 14.231 3.475AAC, leg. 20,

    t.2, 1795

    1805 3.866AAC, leg. 20,

    t.2, 1795

    1814 14.092De Moussy

    1864, III,399.

    A pesar de la inormacin altante, tres tendencias parecen muy cla-ras. La primera es el notable crecimiento de Los Llanos a fnes del sigloXVIII, y ms precisamente en el intervalo de siete aos que separa los dospadrones intermedios de 1778 y 1795, cuando la poblacin prcticamentese duplicara, creciendo a un ritmo del 3,95% anual.31 Hagamos notar

    Pueblos de indios del antiguo curato de San Blas de los Sauces (provincias de La Riojay Catamarca), en Estudios arqueolgicos riojanos, Buenos Aires, Coni, 1927-1932).28 Emiliano Endrek, La poblacin de La Rioja en 1795. Anlisis de un padrn eclesis-

    tico, en Revista de la Junta Provincia de Historia de Crdoba, nm. 11, 1986, pp. 179-220.Florencia Guzmn, Los mulatos mestizos en la jurisdiccin riojana a fnes del sigloXVII I: el caso de Los Llanos, en Temas de rica y Asia, nm. 2, 1993, pp. 71-107.

    29 AAC, leg. 20, t. 2.30 Antonio Larrouy, Documentos del Archivo de Indias para la historia del Tucumn, Toulouse,

    1927. Martin de Moussy, Description Geographique et Statistique de la Conederation Argentine,tomo III, Pars, 1864, p. 399. No consideramos, en cambio, las ciras aportadas en elinorme de 1760 comentado por Edberto O. Acevedo. Por ser demasiado cercano al

    primer censo y ocuparse slo de los espaoles varones y de los indios en encomienda,optamos por dejarlo de lado en nuestro cuadro (Edberto Oscar Acevedo, La Rioja hacedos siglos, en Investigaciones y Ensayos, nm. 5, Buenos Aires, Academia Nacional de laHistoria, 1968, pp. 191-213).

    31 Se trata de una tasa de crecimiento altsima, incluso en el contexto general de expan-sin de esos aos. Sirvan como punto de comparacin las tasas relativas de crecimiento

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    10/32

    20

    que, aunque todos los partidos riojanos acrecientan signifcativamenteel nmero de sus habitantes, ninguno lo hace a tal ritmo y lo mismo po-demos decir de otras regiones del virreinato platense.32 La segunda ten-dencia, aunque menos impactante, es laparticipacin demogrfca crecientedela regin llanista en la jurisdiccin: si en 1778 habitaba all el 18% de losriojanos, en 1795 la proporcin habra ascendido a casi el 25%. En tercerlugar, y aunque contemos con datos menos confables para ponderarlo,el proceso de colonizacin llanista parecera perder intensidad en las pri-meras dcadas del siglo XIX para reconquistar parte de su vigor muyposteriormente. Si bien este perodo excede el alcance temporal de estetrabajo, los cambios apuntados resultan verosmiles en el mediano plazo.En eecto, las condiciones ambientales de la regin sumadas al bajo ni-

    vel tcnico de su ganadera le imponan al poblamiento un escollo dicilde sortear que slo atenu, en alguna medida, la colonizacin de nuevaszonas internas.33 Sostenemos as la hiptesis de una rontera abierta acorto plazo y de modo intermitente; de una regin cuya poblacin uecreciendo de manera sustantiva gracias a los movimientos migratorios

    calculadas por Sonia Tell para otras regiones en perodos cercanos. As por ejemplo,en Buenos Aires, habra sido de casi el 2% anual entre 1744 y 1815 mientras que enCrdoba, entre 1778 y 1813, slo habra alcanzado el 1,3%. Incluso Colonia, en la Banda

    Oriental, regin en la que Tell seala la ms alta tasa de crecimiento entre 1777 y 1798(2,7% anual) sera superada por Los Llanos riojanos de ser correctas nuestras ciras(Sonia Tell, Persistencias y transormaciones de una sociedad rural. Crdoba entre fnes de la coloniay principios de la repblica, Tesis de doctorado indita, Universidad Nacional de Crdoba,2005, cap. 1). Por cierto, existen razonables motivos para desconfar de las uentes rela-tivas al curato de Los Llanos, en particular del padrn de 1778, que bien podra habersubregistrado la poblacin de zonas internas. Sin embargo, como se tratar ms adelante,encontramos evidencias que acompaan la idea de un salto demogrfco, quizs menosnotable que el que arroja la comparacin de los censos pero en cualquier caso bastanteabrupto. En este sentido, el abigarramiento de las estructuras amiliares, la generalizacinde la agregadura y el aumento del nmero de topnimos registrados confrmaran los

    datos censales as como la creciente conictividad por la tierra en el ltimo tramo delsiglo XVIII. Slo cuando incorporemos el anlisis de los registros parroquiales, quetodava no hemos procesado, podr zanjarse la cuestin.

    32 He aqu las ciras para los otros partidos, tomando los datos de Emiliano Endrek, Lapoblacin..., op. cit.. El curato rectoral pasa de 2.172 habitantes en 1778 a 2.941 en 1795;Guandacol de 1.167 a 1.173; Arauco, 2.518 a 3.657 y Anguinan (Famatina) de 2.064a 2.937. Las respectivas tasas de crecimiento relativo seran del 1,8%; 0,03%; 2,2%; y2,1%. Tambin supera Los Llanos el crecimiento promedio de La Rioja que es, de todasormas, muy alto (2,27%).

    33 En eecto, este cierre de la rontera parece ser temporario ya que en 1855, segn losdatos de un censo reproducido por Martin de Moussy, vivan en Los Llanos (regin

    ahora dividida en dos departamentos, Costa Baja y Costa Arriba) 10.615 almas. Estapoblacin, que crece al 2,04% entre 1814 y 1855, conormaba a mediados del siglo XIXcasi un tercio de la provincial. Para esta poca se haba avanzado ya sobre las zonas llanasy secas anqueadas por las sierras, no habitadas en el perodo que nos concierne. Sobreeste proceso, que implicaba la construccin de represas para acceder al agua, encontra-mos inormacin en Pierre Denis, La valorizacin..., op. cit., 1987, p. 101.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    11/32

    21

    que, aunque antiguos, ganan en consistencia a fnes del siglo XVIII.34En este sentido, el padrn de 1767 est tal vez sealando el despuntarde un proceso que habra alcanzado hacia 1795 un techo demogrfcotemporal de por lo menos dos dcadas.

    Cmo se distribuan los pobladores en esta inmensa y predominan-temente estril geograa?35 Don Sebastin Cndido de Sotomayor die-renci cuatro subregiones, delimitadas por cordones montaosos. Segnnuestro prroco, el vasto espacio del curato, aunque quebrado por dosmontes altos, que corren de norte a sur, en cuyo centro van ormando lomas, caadas,vallecitos y estancias con sus aguadas muy cortas y salobres pero potablesreplicabasus paisajes en las costas de ambos montes, as a la parte del Oriente como a ladel Poniente. As pues, los contrastes ambientales ms signifcativos eran

    observables en el interior de cada costa, donde alternaban pequeos oasisavorecidos por las lluvias orogrfcas y dotadas de avaros manantiales, yzonas secas tan imposibles de habitar como penosas para recorrer.

    La primera de las subregiones que Sotomayor identifc era la Costade Arriba, comenzando desde Patqua, de norte a sur hasta Chepes exclu-sive que se compone de 46 leguas y la segunda el Valle del MediodesdeCatuna hasta Chepes inclusive, que consta de treinta leguas de Norte a Sury se compone de Serranas, Potreros y Valles. A continuacin, el prrocose dirigi hacia el borde occidental de la Sierra de Los Llanos, uniendo por

    el sur las costas de Arriba y del Medio, a uno y otro lado de la Sierra de

    34 Todava no hemos procesado la inormacin de los registros parroquiales de Los Llanos,disponible sin grandes lagunas para el perodo 1783-1825. Aunque los datos sobre los or-genes de los padres de los nios bautizados o de los cnyuges son intermitentes, es nota-ble la uerte presencia de migrantes puntanos, sanjuaninos (Valle Frtil), de otros curatosde La Rioja (Anguinn, Arauco y rectoral), de las sierras de Crdoba y de Catamarca.Tales orgenes guardan relacin con los circuitos mercantiles de los arrieros que describeSilvia Palomeque en Circuitos mercantiles..., op.cit.

    35 Siguiendo a Diez y otros, segn el rgimen pluviomtrico pueden distinguirse en Los

    Llanos tres zonas. La de mejores condiciones hdricas (300 y 400 mm) limita al oeste conla Sierra de las Minas y Ulapes, que actan como barrera originando lluvias orogrfcas.La segunda ranja, en la que caen entre 300 y 200 mm de agua, comprende las Sierras deMalanzn, los Porongos y Argaaraz. Tambin stas producen lluvias orogrfcas a partirde los vientos hmedos que superan las Sierras de Las Minas y Ulapes. Por ltimo, aloeste del sistema de Argaaraz o de Chepes las precipitaciones son ineriores a 200 mm.Estos datos, no obstante, son actuales y probablemente estn inuidos por la destructivaexplotacin orestal llevada adelante en el siglo XX, que incidi en la desertifcacin dela zona (Horacio Diez, Carlos Piedrabuena, Hctor Calolla y Julio Penna, Desarrollo ruralintegral del rea de Los Llanos. Sistemas actuales de produccin ganadera, Buenos Aires, ConsejoFederal de Inversiones, 1988). Por otra parte, notemos que la relativa homogeneidad

    ambiental quizs no se reejara en homogeneidad productiva. Aunque no contamos coninormacin sufciente para nuestro perodo, no podemos dejar de considerar aqu el an-lisis de la estructura agraria y ocupacional de Los Llanos que realiza Ariel de la Fuenteen Los hijos..., op. cit., 2007, p. 92. Este autor encuentra una marcada vocacin agrcola enla Costa Baja (visto el dominio de los labradores entre los propietarios censados en elregistro de 1855) as como una ms decidida especializacin ganadera en la Costa Alta.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    12/32

    22

    las Minas. Aunque se abstuvo de nombrar este tramo, seal sus ronterasprecisando que dista desde Chepes a las Minas de la Capilla de San Isidrode norte a sur 30 leguas de atravesa y desde Chepes a Salanita, cuasi almismo viento, 19 leguas de atravesa. Por ltimo, nuestro censista conclu-y su recorrido en la Costa de Olta, de Norte a Sur, desde la Edionda hastaChelcos y parte de la Sierra, que compone la distancia de 40 leguas. Estaltima subregin comprende lo que habitualmente se designa como CostaBaja o Costa de Abajode la sierra de Los Llanos y as hemos de llamarlatambin nosotros. En estas cuatro subregiones, Sotomayor dierenci unespectro de lugares, parajes, aguadas y potreros adems de sealarotros topnimos no precedidos por descripcin alguna. Algunos de ellossugieren con su corto nmero de habitantes sitios de ocupacin ms recien-

    te y, de hecho, el censo de 1767 no los detalla.36

    El conjunto de reerencias espaciales incluido en los dos censos secompleta con la enumeracin de la sede parroquial, las viceparroquiasy las capillas. Destaquemos que, aunque el curato ue undado en 1735,nicamente Tama era parroquia seis dcadas despus, mientras queSolca, Polco, Olta, Ambil, Patqua, Quebrada, Malanzn, San Antonio,Chepes y Minas de San Isidro uncionaban ya en 1767 como sede deviceparroquias, no agregndose ninguna otra (no obstante el pronun-ciado aumento de la eligresa) en 1795. Hechas estas necesarias acla-

    raciones, observemos en primer lugar la distribucin demogrfca enel interior de Los Llanos al momento de levantarse nuestros padrones.

    CUADRO II. Subregiones en Los Llanos

    Sub regin

    N.topnimos

    N. deindividuos

    % en conjuntollanista

    Tasa decrec.Relativo1767-17951767 1795 1767 1795 1767 1795

    Costa de Arriba 11 23 474 813 27,3 23,3 1,9

    Casta del Medio 14 35 624 1112 36 32 2,0

    Sierra de las Minas 2 11 66 259 3,8 7,4 5

    Costa de Abajo 18 29 562 1289 32,3 36 3,0

    Totales 43 98 1726 3476 99,4 98,7

    La primera conclusin que surge de estas ciras es el crecimiento pa-rejo de las Costas de Arriba y del Medio y el ms acelerado de la Costa

    36 En rigor, Baigorri de la Fuente, al igual que otros censistas ms o menos contemporneos,slo parece haber encontrado estancias a su paso, adems de un solitario pueblo deindios, Olta, registrado como tal tambin en 1795. Al parecer, Baigorri est utilizando eltrmino estancia como sinnimo de lugar o paraje habitado por espaoles y no en re-erencia a una unidad productiva. As, estancia se opondra a pueblo de indios. As lodestaca Eric Boman para el curato de Arauco en Pueblos de indios..., op. cit. p. 227.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    13/32

    23

    de Abajo y sobre todo de la Sierra de las Minas (aunque esta ltimasubregin siga representando una situacin muy marginal en el conjuntollanista) en el intervalo que separa los dos censos. Notemos tambin que,acompaando el proceso de crecimiento global y por subregiones y de-jando de lado la Sierra de las Minas, el nmero de reerencias geogrfcasaportadas por los censistas se dobla en estas tres dcadas, distribuyndo-se las mismas de manera ms o menos equitativa en las tres costas.

    Esta expansin demogrfca tena que dejar sus huellas en el pai-saje, huellas que no siempre son posibles de rastrear en la cartograahistrica ni en la actual.37 Ya se ha hecho reerencia al incremento delnmero de topnimos entre un padrn y otro; puntualicemos que, ex-ceptuando seis casos, todas las estancias mencionadas en el censo de

    1767 fguran tambin en el padrn posterior. En cambio, en 1795 se re-gistran 59 nuevos asentamientos, aunque no podamos asegurar quetodos ellos ueran de origen reciente.38

    En cualquier caso, no cabe duda de que buena parte de los sitiosnuevos de 1795 resultan del avance pionero de amilias migrantes que,en muchos casos, abandonaban hogares situados en tierras (o mejor di-cho, aguadas) no demasiado distantes. En ocasiones, los mismos top-nimos parecen relatarnos esas historias. Por ejemplo, en Ambil (Costade Abajo) ueron empadronadas 76 personas en 1767, nmero relativa-

    mente abultado si se considera que menos de un cuarto de las estan-cias entonces relevadas contaba con ms de 50 habitantes, prvulos in-cluidos.39 Tres dcadas ms tarde, la poblacin del paraje de Ambil sehaba incrementado y ascenda a 93 personas. Y quizs aqul uera sutecho ya que, no muy distante, en el paraje de la aguadita de Ambil,una treintena de pobladores ms haban encontrado su alojamiento encuatro casas. Dado que cuatro de los apellidos registrados son comunesa los dos parajes, podemos conjeturar la participacin de las amilias de

    Ambil en la undacin de un sitio nuevo y poco distante. Es nuestrahiptesis, y ms adelante hemos de aportar un ejemplo concreto, queeste tipo de dinmica ue habitual en el proceso de poblamiento llanista(y en su expansin ganadera) as como en la ormacin de las merce-des de uso comn sobre las que en breve hablaremos.40

    37 Un excelente anlisis sobre los topnimos riojanos en la cartograa histrica en ClaudiaNatenzon, El manejo de los recursos naturales renovables en Los Llanos de La Rioja durante el ltimosiglo(Inorme beca de pereccionamiento CONICET), Buenos Aires, 1988, pp. 41-45.

    38 Nos consta, por ejemplo, que Patqua y Quebrada ya eran sede de viceparroquias en

    1767 no obstante el censista, o bien no registr a sus habitantes, o bien lo hizo en estan-cias vecinas cuya localizacin no logramos identifcar.

    39 No parece tratarse de la actual localidad de Ambil, situada en el Valle del Medio. Seguimosal censista de 1795 y a Dardo de la Vega Daz, Toponimia..., op. cit., 1994, pp. 23, 24 y 30.

    40 Esta dinmica, siguiendo a Olivera, requera de la apertura de aguadas pequeos sur-gentes de manantiales de agua subterrnea, o donde los hombres construan algn tipo

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    14/32

    24

    Un segundo indicio que nos orecen los padrones, y que antici-pamos ya, concierne al rango demogrfco de los parajes antiguosentre uno y otro censo. As pues, de las 43 estancias mencionadas en1767, 25 aumentan su cantidad de pobladores en 1795 y, lo que es msrelevante, en casi la mitad de los casos tal aumento es muy signifcativo(del doble o ms). Viceversa, en once casos la poblacin registrada en1795 es inerior a la de 1767 si bien nicamente en Atiles donde las 71personas empadronadas se reducen a slo 11 en 1795 la disminucines de verdad pronunciada.

    Como conclusin, podemos aceptar que ms de un tercio de la po-blacin registrada se encontraba instalada en parajes nuevos en 1795,que las estancias viejas y ya saturadas haban expulsado amilias mi-

    grantes entre los dos censos y que stas se haban lanzado a colonizarnuevos espacios. Funcionaban acaso las nuevas unidades productivascomo una suerte de apndice de las anteriores? Probablemente. As losugiere la reiteracin de los mismos apellidos y lo confrman algunos ex-pedientes judiciales. Y quizs algn vnculo pueda establecerse entre estaestrategia colonizadora y el sistema disperso de acceso a los recursos queAriel de la Fuente encuentra ya consolidado a mediados del siglo XIX yque segua vigente, segn Gabriela Olivera, todava en el XX.41

    Se nos podra cuestionar que parte de los 59 asentamientos que

    consideramos en su mayora recientes (y que constituyen ms de lamitad de los topnimos registrados en el censo de 1795) ormaran par-te de estancias ms extensas y ya sealadas por Baigorri de la Fuente.Sin embargo, aunque as uera, nos parece sintomtico que Sotomayorhaya desagregado la inormacin en 1795. Por lo pronto, ms de dostercios de tales lugares, parajes y reerencias geogrfcas sin carac-terizacin renen a menos de 20 individuos, es decir no ms de unao dos casas, cuyos cabezas de amilia posiblemente estuvieran unidos

    por lazos de parentesco. Aclarado esto, retorna la pregunta inicial cules el origen de la distribucin demogrfca que adquieren Los Llanosriojanos hacia fnes del siglo XVIII?

    Por cierto, las desigualdades no deberan apoyarse en razonesecolgicas. Como se dijo, las tres costas no presentaban grandescontrastes ambientales entre s sino entre los oasis y la montonaaridez que los circundaba. En eecto, siguiendo a don Cndido, sloen algunos sitios privilegiados de las tres costas era posible practicar(con gran esuerzo) la agricultura. En su inorme de 1806, el prroco

    de reservorio como las represas o los pozos de balde. Aunque la cita se refere a laspostrimeras del siglo XIX, vale sin dudas tambin para este perodo (Por travesas.., op..cit., p. 53).

    41 Ariel de la Fuente, Los hijos..., op. cit, p. 96.; Gabriela Olivera, Por travesas..., op. cit., pp. 30y 87-93.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    15/32

    25

    identifc cuatro lugares que disponan de condiciones hdricas re-lativamente ventajosas: el pueblo de indios de Olta (Costa Baja),Ulapes (Sierra de las Minas), Atiles (Costa Alta) y Malanzn (CostaAlta), todos de vieja ocupacin y con poblaciones que reunan en1795 entre 50 y 100 personas (salvo Malanzn, que alcanzaba los185 habitantes y era despus de Tama la localidad ms poblada deLos Llanos).42 En estos cuatro parajes, deca don Cndido, crecanlas higueras, los duraznos, el algodn y algunas modestas vias. Encambio, los resultados de esta agricultura mediterrnea eran msaleatorios en Tama de la Costa del Medio (hay algunos huertecitoscon sus higueras, duraznos y algodonalillo, que por su cortedad nomerecen ninguna atencin por alta de agua), en Santa Luca de

    la Costa Baja (hay otra estancia en donde mantienen una viita,higuerales, duraznos y naranjos chinos que por la cortedad de laagua los ms de los aos se pierden su ruto) y en La Chimeneade la Costa del Medio (he visto haberse perdido en la estancia [...]dos vias de alguna consideracin que slo han quedado higueras yhuerto de algodn). Por fn, en Atiles, Ambil (Costa Baja), Catuna(Costa Alta), Chepes (Costa Alta), Colosacan y Solca (ambas en laCosta del Medio) nuestro censista dilecto identifc las principalesestancias de ganado vacuno, que podan sostener cargas de entre

    5.000 y 1.500 cabezas. Los otros establecimientos que conorma-ban la abrumadora mayora- parecen haber sido minsculos y larelacin de buena parte de los pobladores con la tierra sumamenteprecaria.

    Otra parte de la respuesta podra encontrarse en el acceso a loscircuitos de comercializacin. Las tres costas, adems de estar situadasen una misma ranja ambiental, eran zonas de paso y comunicacincon otras jurisdicciones (cr. mapa 2). En suma, vale la pena reiterar

    que a fnes del siglo XVIII Los Llanos ya no conormaban una reginaislada; siguiendo a Silvia Palomeque hay un ujo constante de ga-nado vacuno hacia San Juan que proviene principalmente de la vecinaSan Luis, La Rioja y Crdoba.43 Puede explicarse el mayor creci-miento relativo de la Costa Baja a partir del incremento de los ujos deintercambio con Crdoba y de la conexin con Traslasierra? Todava

    42 Pierre Denis tambin aporta inormacin demostrativa de hasta qu punto la abundanciade agua de aquellos sitios privilegiados era slo relativa. En Ulapes, que es, sin em-

    bargo, uno de los centros principales, se necesita todo el caudal del manantial durante 16horas para regar una cuadra, es decir, un poco ms de una hectrea y el turno es de 17das. El oasis entero mide 25 ha. En Olta es tan dbil el chorro de agua y tan codiciadoque el turno es de 58 das, es decir que cada campo debe vivir 58 das de un nico riego(Pierre Denis, La valorizacin... op. cit., 1987, p. 103).

    43 Silvia Palomeque, Un espacio mercantil..., op. cit., p. 8.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    16/32

    26

    no lo sabemos con certeza. En todo caso, segn la misma autora hacomprobado siguiendo los pases y manifestos de San Juan, la abru-madora mayora de los trfcos regionales era realizada por un enjam-bre de pequeos productores, imagen que don Cndido corrobora ensu inorme de 1806. Con la excepcin de siete grandes criadores (pro-pietarios de entre 5.000 y 1.000 cabezas, que identifca con nombre yapellido) y de muy pocos vecinos annimos que disponan de entre100 y 400 cabezas, los dems tienen de 6, 10, 30 y otros ni una cabezay estos son los ms.44 Este ganado vacuno, al que se sumaban algunasque otras mulas, era objeto de trfcos minsculos, a menudo a cargode los mismos productores. En su relacin, don Cndido se refere msespecfcamente al comercio de mulas:

    Los que tienen algunas mulas mansas salen en ellas a otros curatos en buscade algodn, harinas y otros meses, para su sustento y esto lo van a comprarcon reses, charque, jabn y grasa, siendo ste el nico comercio que tienenen este curato que por la pobreza no entran mercaderes sino con yerba delParaguay a cambiar con pellejos de cabros para curtiembre.

    Nos encontramos, entonces, rente a una sociedad campesina y pas-toril, que carece de algodn, yerba, azcar y granos, que slo puedeobtener por intercambios con otros campesinos de zonas vecinas peroseparadas por las arduas travesas. El anlisis de la estructura de hogaresde Los Llanos, que sigue a continuacin, puede proporcionarnos algunaspistas suplementarias para imaginarla con mayor riqueza de detalles.

    Las casasde Los LlanosBaigorri de la Fuente organiz su registrode 1767 a partir de estancias (que podemos considerar sinnimo depueblos de espaoles), en cuyo interior dierenci un nmero varia-ble de unidades que podemos, hipotticamente, considerar hogares.Cada una de estas unidades ue a su vez separada de la sucesiva em-pleando el trmino tem y, siguiendo un meticuloso orden, ueron

    empadronados en ellas el jee de amilia, su esposa e hijos, de los quese distingue a los prvulos o menores de 5 aos. Aunque los hogarespodan tambin incluir a otros parientes, a personas sin parentescoexplcito y a dependientes (esclavos, criados y agregados), lo cierto esque stos eran en 1767 predominantemente nucleares. No obstante,muy rara vez estos hogares se encontraban aislados sino que, porel contrario, la contigidad de los mismos apellidos sugiere cercanaresidencial y relaciones de parentesco entre los jees de amilia o susesposas.

    En 1795 don Sebastin Cndido de Sotomayor ue ms elocuenteque su antecesor en materias censales y emple diversos trminos para

    44 AAC, leg. 20, t. 2, s/.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    17/32

    27

    aprehender el espacio. A la homogeneidad de las estanciasde Baigorri,se oponen los lugares, parajes, potreros, aguadas o aguaditasy pueblos de su padrn aunque todava no hayamos conseguido des-entraar la lgica que rega la clasifcacin (si es que eectivamente ha-ba alguna).45 Despus de anotar las reerencias espaciales, Sotomayorregistr sucesivamente las casas llanistas, que por analoga podemosasimilar a los hogares reconocidos por Baigorri de la Fuente en 1767 yque adoptaremos como unidad de nuestro anlisis.

    Ahora bien, constituan estas casas, ante todo, unidades de residen-cia? Podemos considerarlas como sinnimos de unidad productiva?46No podemos responder con certeza a estos dos interrogantes pero has-ta qu punto seran las respuestas tan importantes en un contexto en el

    que la vivienda no era ms que un precario rancho, ciertas instalacio-nes (como la cocina) eran compartidas por varias amilias, la propiedadindivisa era recuente y la cooperacin en el trabajo agrcola y pastorilla norma general?

    Por cierto, nos resulta dicil creer a pies juntillas que las casasdenuestro censista de 1795 designaran invariablemente a un grupo depersonas (emparentadas o no) residentes bajo un mismo techo. Muchomenos ajustado todava sera asimilar la casaa la vivienda o a la propie-dad de la tierra. Ms bien, y sin negar un patrn territorial que tiene

    su peso (y que se reeja, por ejemplo, en la toponimia regional), la casallanista nos est sugiriendo un conjunto de relaciones personales estre-chas, de obligaciones y reciprocidades de los miembros respecto de sutitular o cabeza. En otras palabras, la casaenglobaba a quienes se halla-ban en la compaa del jee de amilia, abarcando a una multiplicidadde personas de diversa jerarqua, emparentadas o no, y tambin dedierente calidad tnica (materia que no abordaremos en este trabajo).47Con seguridad, no pocos de los integrantes de estos squitos mora-

    45 Al menos, la clasifcacin no tiene un correlato evidente con las dimensiones del espacioconsiderado, ni con el nmero de amilias o poblacin que albergaba. Es llamativo, sinembargo, que la casi totalidad de los parajes ueron registrados para la subregin dela Costa de Abajo. Los datos disponibles no nos permiten establecer tampoco relacionesclaras con la antigedad de ocupacin o con un tipo predominante de produccin.

    46 El sentido de casa como unidad de corresidencia y sobre todo como unidad productivaes el que predomina en los estudios de hogares realizados para nuestra regin. Citemoscomo ejemplos los trabajos de Judith Farberman, Familia, ciclo de vida y economa do-mstica. El caso de Salavina, Santiago del Estero, en 1819, en Boletn del Instituto Ravignani,nm. 12, 1996, pp. 33-59; y de Sonia Tell, El calendario de actividades y la participacin

    mercantil campesina. Crdoba 1750-1850, enAndes. Antropologa e Historia, nm.17, 2006,pp. 85-137, que describen estructuras de hogares similares a los llanistas. En Los Llanos,no obstante, detectamos una impronta seorial que nos impulsa a considerar la casatambin en los trminos que se detallan ms adelante.

    47 Nos ocupamos especfcamente de la cuestin sociotnica en Roxana Boixads y JudithFarberman, Clasifcaciones mestizas. Una aproximacin a la diversidad tnica y so-

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    18/32

    28

    ban en un rancho cercano (prximo o contiguo), bajo un techo distintode quien era sindicado como cabeza de la casa. La corresidencia, enton-ces, nos parece en sentido estricto menos importante que las relacionespersonales para comprender el sentido de la pertenencia a la casa. Aspues, y de acuerdo con los criterios expuestos, entendemos que paraacercarnos a las casasde Los Llanos y desde aqu a la estructura agra-ria de la regin es necesario tomar en cuenta por lo menos tres varia-bles en simultaneidad:

    La orma de la casa, unidad mnima delimitada por el censista.Como se aclar ya, en todos los casos estamos presuponiendo aqu unconjunto de relaciones jerrquicas entre las personas halladas en lacompaa del jee de amilia mientras que slo en algunos podemos

    aseverar la corresidencia bajo un mismo techo. De la misma manera,poda existir o no correspondencia entre la casay la unidad productiva,que bien poda albergar ms de una casa.

    La contigidad de los apellidos de los hombres y/o mujeres re-gistrados en las casas, que sugiere a la vez parentesco y cercanaespacial. Aunque no siempre podamos dar por segura esta relacin(hay apellidos de enorme dispersin de los que no pueden inerirserelaciones de parentesco y, viceversa, por omisin de datos, soninvisibles otras relaciones), no deja de ser til considerada como

    hiptesis. De aceptarla, la poblacin llanista se nos presenta articu-lada en una apretadsima trama en la que cada casaconstituye unnudo de la red. Por razones de espacio, no tendremos ocasin deproundizar este aspecto aqu pero dejemos asentado que en ambospadrones puede establecerse contigidad de las casasen porcentajessuperiores al 50%: otro dato que relativiza la importancia de ocali-zar el anlisis en la estructura amiliar y que nos evoca una vez msla existencia de algn tipo de vnculo con la propiedad comunera

    que pervive hoy da.El peso de los agregadosen la poblacin llanista y en el conjuntode las casasque los hospedaban. En su sentido ms general, entende-mos por agregadoa una fgura dependiente, cobijada habitualmenteen compaa de su amilia por el titular de una casa, a cambio deeventuales prestaciones laborales en un marco de reciprocidad. Comoes sabido, los agregados son numerosos all donde las difcultades deacceso a la tierra son mayores, es decir, donde las posibilidades deinstalacin autnoma se rarifcan.48 Aunque la fgura del agregadosue-

    cial de Los Llanos, siglo XVIII, en IX Jornadas de la Asociacin Argentina de estudios de lapoblacin, Huerta Grande, 30 de octubre de 2007.

    48 De aqu que los agregados, la polilla de la campaa sean tan pocos en la campaa deBuenos Aires, zona de rontera abierta, en la poca colonial y tantos en algunas zonasdel interior, donde la presencia sobre tierras aptas era muy intensa. Sobre Buenos Aires

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    19/32

    29

    le enriquecerse con connotaciones locales, nuestro efciente censistaSotomayor nos dej una imagen que no se aparta demasiado del lugarcomn. Tras aclarar que no haba olvidado en su registro a ningunapersona de uno y otro sexo, advirti la difcultad de empadronar ala gente agregada [que] tan presto est en un lugar, como en otro, ycuando hacen algn delito, o adeudan con el cura, se mudan a otroscuratos por librarse de la Justicia o del Cura. La siempre sospechosamovilidad espacial de los agregados reveladora tambin de lo re-versible del vnculo dependiente es convocada tambin aqu paracaracterizar a estos esquivos sujetos.49

    Explicitados nuestros criterios, podemos preguntarnos ahora porlos del censista. Por qu motivo don Cndido de Sotomayor emple

    el trmino casapara censar a la poblacin de Los Llanos en 1795, dejn-donos la tarea de comprender su signifcacin?En primer lugar, digamos que se trataba de un trmino de uso co-

    rriente en el pasado colonial y, de hecho, en el censo de la ciudad deLa Rioja levantado en 1767 por Baigorri de la Fuente con motivo dela venta de la Bula de la Santa Cruzada, tambin ue empleado comocategora central en torno a la cual se registr a toda la poblacin queen ella resida. Las casasde este censo reunan todas las caractersticasque propusimos tener en cuenta para problematizar el trmino: un

    jee de amilia, su mujer e hijos y un nmero variable de criados, alos que podan sumarse amiliares prximos y huranos. La canti-dad de personas agrupadas en tales casasa veces superaba el nmerode 30, lo que nos permite poner en duda que todos compartieranuna residencia comn. Por otro lado, no consta que el censista hayavisitado personalmente los domicilios; ms probablemente, ueron

    vase, por ejemplo, Carlos Mayo, Estancia y sociedad en la poca colonial, Buenos Aires,

    Biblos, 1995, pp. 71-85. En el Interior, el problema de la agregadura se encuentra tam-bin en estrecha relacin con el ciclo vital de las amilias. En este sentido se orienta elanlisis del amplio mundo dependiente en la campaa santiaguea, curato de Salavina, aprincipios del siglo XIX realizado por Judith Farberman, Familia, ciclo de vida..., op.cit.La misma clave interpretativa encontramos en los trabajos de Sonia Tell que analizan laincorporacin de agregados a los hogares cordobeses de Ro Seco y Ro Cuarto en 1750y 1778. Cr. Sonia Tell, Caractersticas de las unidades domsticas a travs del anlisiscomparativo del ciclo vital (Jurisdiccin de Crdoba, 1750-1778), enMemoria Americana.Cuadernos de Etnohistoria, nm. 10, 2001, pp. 67-93.

    49 En la campaa de Buenos Aires, segn ha constatado Carlos Mayo, algunos agregadossolan estar emparentados con los jees de amilia. Cr. Estancia y sociedad..., op. cit., pp.

    71-85, situacin que se repite en las casasde Ro Cuarto y Ro Seco a fnes de la colonia,estudiadas por Sonia Tell en Caractersticas..., op. cit. No era el caso, al menos en apa-riencia, de los agregados santiagueos de Salavina (cr. Familia, ciclo de vida..., op.cit.)ni de Los Llanos. Bien que, en este ltimo caso no podemos dar por cerrada la cuestin,vista la dispersin de los derechos de propiedad, notable desde la misma concesin delas mercedes.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    20/32

    30

    los titulares a comparecer ante l para ser anotados en el registro,mencionando a todos los miembros de su casa. Por fn, en este censose dej constancia de que varios de los anotados como vecinos pa-tricios de la ciudad (o bien los ms principales) eran propietariosde haciendas o estancias prximas a la ciudad, donde probablementeresidan muchos de los criados y personas libres aectados al traba-jo (e incluso algunos de los titulares que preeran la vivienda rural ala urbana). Es claro, entonces, que la residencia comn es un rasgoimportante en la comprensin del signifcado de la casa, pero no elnico ni el distintivo.

    En segundo lugar, es interesante notar que Baigorri de la Fuenteemple el trmino casapara registrar a la poblacin de la ciudad pero

    en cambio no utiliz ninguno equivalente para clasifcar a la poblacinrural de los Llanos en el mismo censo. Como ya vimos, recurri auna designacin ms amplia, la de estancias, dentro de las cuales ueanotando a las unidades domsticas que separ con el trmino tem.Como seala Boman, estanciaera la denominacin usualmente emplea-da para reerir a la poblacin de espaoles asentada en zonas rurales,en contraposicin a los pueblos de indios y ue seguramente ste elsentido en que Baigorri lo emple. Aos ms tarde, la casarural parecahaber ganado terreno, al menos as parece a travs de la mirada de don

    Cndido.Mientras la estanciase desdibujaba, la casaprecisaba los contornos

    de un tipo de organizacin de ormato piramidal en la que prevalecaun sentido de pertenencia a una unidad distinguible de otras. En eecto,la casa(de Baigorri o de Sotomayor) aglutinaba a un nmero variablede personas ligadas por vnculos dierentes (sangre, alianza, dependen-cia) en sentido horizontal y vertical, que la defnan como una entidad.Los miembros de las casas compartan adems un comn anclaje a un

    espacio sico, ya uera ste una misma vivienda o bien propiedades odominios que aunque estuvieran diseminados en varios lugares reor-zaban el sentido de unidad.

    Sabemos que el trmino casaera empleado por los miembros de laelite riojana para autorreconocerse y dierenciarse como descendientesde los primeros conquistadores, connotando una condicin social pri-vilegiada que les permita ejercer control sobre parientes pobres, cria-dos y paniaguados.50 Para comienzos del siglo XVIII las casaslocalesexpresaban una identidad defnida construida a travs del tiempo, pero

    la dimensin simblica de la casa iba ms all de un uso exclusivo de la

    50 Roxana Boixads, Parentesco e identidad en las amilias de la elite riojana colonial, Tesis doctoralindita, Universidad de Buenos Aires, 2003.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    21/32

    31

    elite51 y se ensambla con el sentido que Baigorri de la Fuente le otorgaen 1767 para censar a la poblacin de la ciudad. Si nuestra interpreta-cin es correcta, Sotomayor quien era adems descendiente de aquellaelite jactanciosa de sus antiguos blasones de nobleza pudo reconoceren Los Llanos a la poblacin organizada en torno a agrupaciones decasasy emple este trmino para dar cuenta de una particular confgu-racin que con el tiempo adquirir mayor complejidad.

    Podemos ahora regresar al anlisis de los padrones, comenzandopor las dimensiones de la casay la estructura amiliar, sosteniendo lahiptesis de que los dos censistas entendieron lo mismo cuando trasla-daron al papel las casasque tenan rente a sus ojos.52

    CUADRO III. Dimensin y estructura de la casa

    ReginCasas Mbs. / casa N. estr.Simples

    N. estr.Complejas

    1767 1795 1767 1795 1767 1795 1767 1795

    CostaDeArriba

    88 103 5,3 7,8 76 39 12 64

    CostaDel

    Medio 126 147 4,9 7,5 106 60 20 66Sierra delas Minas

    9 14 7,3 18,5 7 1 2 13

    CostaDeAbajo

    104 179 5,4 7,2 75 117 29 62

    Totales 327 443 5,2 7,8 264 217 63 205

    51 Lvi-Strauss ue quien analiz a las casascomo una institucin que est presente tanto enlas sociedades europeas (para el sector de la nobleza) como en las etnogrfcas, enatizan-do su carcter de dominio colectivo que unifca en trminos simblicos la dialctica de lafliacin, la residencia y las jerarquas internas que las constituyen, apelando a comunesancestralidades. Cr. Claude Lvi-Strauss, La organizacin social de los Kwakiutl, enLa va de las mscaras. Tres excursiones, Madrid, Siglo XXI, 1981, pp. 140-162. Por otrolado, en varias regiones de Espaa predomin un tipo de estructura agraria basada enel rgimen de heredero nico para evitar la divisin de la propiedad amiliar, las que seidentifcaban como casas, portadoras de un nombre de amilia. Por ejemplo, cr. AndrsBarrera Gonzlez. Casa, herencia y amilia en la Catalua Rural, Madrid, Alianza, 1990.

    52 En la clasifcacin de estructuras amiliares hemos simplifcado al mximo el conocido

    esquema de Laslett. As, en las estructuras simples estamos incluyendo a los hogares desolitarios y a los nucleares, a las hermandades y a las amilias sin estructura. En lasestructuras complejas incluimos las casas que contando con una nica unidad conyugalalojan a por lo menos otro pariente (excluimos de esta categora a las que incluyen hur-anos, que asimilamos en principio a los hijos) y a las unidades mltiples (ms de unaunidad conyugal).

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    22/32

    32

    Como se desprende del cuadro, el ya comentado aumento depoblacin en todas las subregiones no tiene un correlato equivalente en elincremento del nmero decasas(siempre dejando de lado la Sierra de lasMinas). As pues, la modifcacin sustancial entre un censo y otropasa por una mayor complejizacin de las estructuras amiliares y,en estrecha relacin con esto, por el aumento del nmero de miem-bros de la unidad domstica. Si el 20% de estructuras complejas en1767 era de por s un porcentaje importante, el 46% de 1795 resultala maniestacin ms clara del abigarramiento al que haba dado lugarel acelerado proceso de poblamiento llanista. Agreguemos que, en algoms de la mitad de los casos, esta mayor complejidad y dimensinde la casase explica a partir de la inclusin de agregados extraparentales

    (que, en general, se agrupan en amilias). He aqu la otra az de estarontera con mrgenes limitados de recepcin de migrantes: laproporcin de agregados y de casasque los reciben crece de mane-ra extraordinaria en poco ms de tres dcadas. Podemos observarloen el cuadro IV.

    CUADRO IV. Dependientes

    Regin

    Dependientes

    en N.

    Deps. en %Casas quereciben deps.

    en N.

    Casas que reci-

    ben deps. en %

    1767 1795 1767 1795 1767 1795 1767 1795

    CostaDeArriba

    40 192 8,4 23,6 10 35 11,3 33,9

    CostaDelMedio

    56 294 8,9 26,4 23 44 18,2 29,3

    Sierra deLas Minas

    6 153 9 59 1 14 100

    CostaDeAbajo 90 224 16 17,3 31 62 29,8 34,6

    Totales 202 863 11,7 24,8 65 155 19,8 34,9

    Los resultados expuestos son, a nuestro entender, ms que elo-cuentes: no slo casi una cuarta parte de la poblacin llanista entrabaen la categora dependiente sino que ms de un tercio de las casasseserva de ellos.53 En tres dcadas, las amilias se haban ido apretan-

    53 Una vez ms puede aportar la comparacin con casos santiagueos y cordobeses de echarelativamente cercana. Siguiendo el censo de 1778, Sonia Tell encontr que el 78% de losdependientes libres y todos los esclavos se hallaban incluidos en unidades de produccingrandes en los curatos de Ro Seco y Ro Cuarto (Sonia Tell, Caracterizacin de las uni-dades domsticas a travs del anlisis comparativo del ciclo vital (jurisdiccin de Crdoba,1750-1778), enMemoria Americana, nm. 10, pp. 67-94). En cuanto a Salavina, Santiago del

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    23/32

    33

    do progresivamente en sus casasy las casasen sus estancias, lugares oparajes. De esta suerte, Los Llanos haba perdido en poco tiempo sufsonoma ronteriza para ganar la apariencia abigarrada de las reas devieja colonizacin. No se trataba, sin embargo, de una mera rplica dela sociedad seorial de los oasis viateros de Anguinn o de Arauco;los altos porcentajes de individuos percibidos como espaoles en elpartido de Los Llanos (en torno al 40% en 1795) nos hablan a las clarasde que, en trminos relativos, la regin o ms probablemente unaparte de ella sigui mantenindose, al menos por un tiempo, como unespacio propicio para valer ms.54

    Casas, parientes y mercedes

    En 1914 el gegrao rancs Pierre Denis recorri los Llanos rioja-nos y redact la ascinante crnica que hemos citado con abundancia.Haba transcurrido ms de un siglo desde el padrn de Sotomayor y,para entonces, alentada por el renovado estmulo del comercio gana-dero con Chile, la poblacin llanista haba avanzado sobre las planiciesintermontanas gracias a la excavacin de represas.55 Sin embargo, en

    Estero, en 1819 revistaba en calidad de esclavo, criado o agregado un 15% de la poblaciny el 20% de las casas se serva de ellos. A dierencia de Crdoba, no solamente los notables(que distinguimos por el don) tenan acceso a los dependientes; por el contrario, la mayorparte de los agregados eran alojados por amilias que podemos suponer pobres.

    54 Es un contraste que tambin Tulio Halpern Donghi y Ariel de la Fuente han adverti-do para el siglo XIX en las obras ya citadas. En Revolucin y guerra..., op. cit., pp. 24-25,Halpern destac la modernidad de la sociedad y de la economa llanistas, que considerya visible en el perodo que nos ocupa. Para De la Fuente, en la segunda mitad del sigloXIX la disponibilidad de tierras ue la causa de la relacin relativamente armoniosa en-tre los grandes criadores y labradores e incluso trabajadores legalmente sin tierras, lo que

    acilit el establecimiento de relaciones verticales de solidaridad(Los hijos..., op. cit., pp.90-91). En este sentido, Los Llanos contrastaban con el partido de Famatina (Anguinnen la colonia) que an entonces presentaba una estructura seorial. Sobre los abundantesespaoles de Los Llanos, cr. Clasifcaciones..., op. cit.

    55 Las dos costas constituyen la tierra histrica de Los Llanos. Fue desde all desde donde,mucho tiempo despus, la colonizacin se esparci alrededor, hacia la llanura. Los orge-nes de este movimiento de expansin remontan aproximadamente a 1850, es decir a lapoca en que una seguridad y una paz relativas ueron aseguradas a los criadores y sobretodo cuando se desarrollaron las invernadas en San Juan y Mendoza y la exportacin devacunos hacia las provincias agrcolas de Chile. Aument el precio del ganado, y cobrvalor la tierra desocupada. La ocupacin y la organizacin de las llanuras ueron obra de

    las dos ltimas generaciones. Avanzaron, sin dejar ningn espacio libre, hasta el borde delas salinas. As las travesas, que cercaban la estrecha zona de poblamiento de las costas,se animaron. Ya no son la sierra y las dos costas, como en la poca de Sarmiento, un oasisen medio del desierto; sin embargo se distinguen todava del resto de la zona pastoril porla densidad de poblacin y la variedad de sus recursos (Pierre Denis, La valorizacin...,op. cit., pp. 101-102).

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    24/32

    34

    las costas el acceso a los recursos haba permanecido casi sin cambiosdesde tiempos coloniales. De hecho, Denis dierenciaba las modalida-des de apropiacin del suelo en las llanuras un proceso del siglo XIX,regido por operaciones de compra venta y por la concesin de tierrapblica y en las costas, donde haba dominado el pasaje de las estan-cias a las mercedes.56 Segn Denis, y como se anticip ya, se entendapor merced cualquier propiedad indivisa de derecho comn. De pre-sunto origen colonial, probablemente la merced uera una estructuramuy similar a la propiedad mancomunada presente en otras provin-cias del interior argentino como Catamarca y Tucumn.57

    56 Pierre Denis, La valorizacin..., op. cit., p. 102.57 A partir de la literatura existente, podemos distinguir dos tipos de propiedad comunera.

    Por un lado, la heredera de la estructura de los pueblos de indios coloniales que, por lomenos en algunos casos, sobrevivi a las revoluciones de independencia, sobre la que nopodemos explayarnos. Remitimos a los trabajos especfcos de Guillermo Madrazo sobreJujuy, Contribucin para un estudio histrico de la tenencia colectiva de tierras en laprovincia de Jujuy, en Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa, vol. V, nm. 1,Buenos Aires, 1970, pp. 57-67; el de Sonia Tell para el caso de Crdoba, Los pueblos deindios de Crdoba en la primera mitad del siglo XIX. Conictos internos, justicia priva-da, pleitos por tierra y distribucin del agua, en IX Jornadas Interescuelas Departamentos deHistoria, Tucumn, 2007; y el de Cristina Lpez sobre San Miguel de Tucumn, Tierrascomunales, tierras fscales. El trnsito del orden colonial a la revolucin, en Revista

    Andina,nm. 43, 2006, pp. 215-238. Por otro lado, y aqu entrara el caso que nos ocupa,tenemos los campos comuneros que tienen por origen mercedes coloniales y que se hanmantenido indivisos a partir de prcticas consuetudinarias muy antiguas. Los campos co-muneros actuales suelen extenderse sobre tierras de escaso valor econmico, orientadasa la ganadera extensiva y a la recoleccin de lea. En el interior de estos predios, suelencontenerse manchones cercados, que las amilias propietarias delimitan al ormar sunuevo hogar, de diversa envergadura de acuerdo a la regin. Estas parcelas se hallanamparadas por el rgimen de propiedad individual, que tiende a avanzar a medida queel valor del suelo aumenta. Todos los trabajos consultados coinciden en que son sobretodo las relaciones de parentesco las que regulan el acceso a tierras y por lo menos enlos casos riojano y catamarqueo tambin a aguadas, represas o acequias. Adems del

    parentesco, otorgan legitimidad a los propietarios la posesin de papeles no importacuan antiguos y, por los menos en Asampay, Catamarca, el pago de impuestos territo-riales. La transmisin de los campos comuneros se realiza a partir de la transerencia dederechos y acciones de pastaje o de uso del agua: ello introduce dierenciaciones entre lostitulares, de acuerdo a la cantidad y a la localizacin de los mismos. Debido la existenciade esta mecnica, en Los Llanos y en Asampay los propietarios se autodesignan comoderechosos(con la dierencia de que en Los Llanos viven en las tierras y en Asampay sloposeen derechos en ellas). Finalmente, tan slo en Amaicha (Tucumn) existe algn tipode administracin comn para resolver eventuales conictos; en los otros casos, la comu-nidad slo expresa la tenencia compartida de los terrenos de pastoreo. Tal vez, el origende Amaicha como pueblo de indios inuya en ello. Para terminar, digamos que si en

    Tucumn y en Hualn, el valle catamarqueo en el que se sita Asampay, el campo co-munero representa una orma marginal de estructura agraria, en Los Llanos Riojanos si-gue siendo undamental. Segn un inorme del Consejo Federal de Inversiones de 1964,la mitad del territorio regional se encontraba bajo el rgimen de propiedad comunera.Esta sntesis se bas en CFI, Estudio sobre las mercedes de Los Llanos de La Rioja, Buenos Aires,1964, mimeo; Ricardo Doro, Diagnstico expeditivo de la situacin jurdica, econmica y social de

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    25/32

    35

    El estudio de Ariel de la Fuente nos permite imaginar con ma-yor precisin cmo se relacionaban los comuneros entre ellos y conlas tierras que ocupaban durante el siglo XIX. Si bien stas no erandivisibles entre los herederos y exista una administracin comn delas pasturas, el agua y las instalaciones, los titulares gozaban de de-rechos de propiedad privada individual sobre huertos o campos demaz (y obviamente sobre el ganado), derechos que podan comprary vender en el mercado. Como resultado de esta estrategia, hacia1855, una caracterstica distintiva de la tenencia de la tierra en LosLlanos de La Rioja era la dispersin geogrfca de los derechos demuchos propietarios. Para De La Fuente, ste era el sistema domi-nante de tenencia de la tierra en Los Llanos, una estructura agraria

    avorable al entramado de una red invisible y casi infnita de rela-ciones entre comuneros [...] cuya inuencia en las prcticas socialeses dicil de calcular.58

    La extensin de la cita queda a nuestro juicio justifcada, en lamedida en que se corresponde ajustadamente a la abigarrada ima-gen demogrfca que proyectan los censos ya comentados. Aunquetodava nos hace alta mayor evidencia, hipotetizamos que la com-plejidad creciente de las unidades amiliares, su contigidad espacialy la expansin del mundo dependiente de las casasde las costas lla-

    nistas ueron paulatinamente construyendo el andamiaje de la mer-ced decimonnica que tanto De la Fuente y Denis como Oliveradescribieron para momentos dierentes de la historia llanista. Estasmercedes campos comuneros podan tener diverso origen: al-gunas ueron otorgadas tempranamente por los uncionarios colo-niales, motorizando la ocupacin del espacio; otras eran ocupacio-nes antiguas ormalizadas a posteriori a partir de mltiples canales(compras, remates, cesiones). Por fn existan ormas de acceso a la

    tierra en las que no siempre estaba en juego un ttulo de propiedad(individual o colectiva). El rasgo comn a todas ellas era la tenenciacompartida, que aparece consolidada en el siglo XIX como una par-ticularidad de la regin pero cuyas condiciones de ormacin, segnnuestras especulaciones, se encuentran en el perodo que estamos

    las reas en situacin de comunidades indivisas de la provincia de Tucumn, Consejo Federal deInversiones, Buenos Aires, 1974, mimeo; Bernarda Zubrkycki, Marta Mafa y LeonardoPastorino, La propiedad de la tierra y el agua en el Noroeste Argentino. El caso de los

    campos comuneros en el valle de Hualn, en Estudios atacameos, nm. 25, San Pedro deAtacama, 2003, pp. 103-116; Bernarda Zubrzycki, Herederos, dueos y derechosos.Propiedad y herencia de la tierra en Asampay, Argentina, en Sociedades rurales. Producciny medio ambiente, vol. 4, nm. 1, UAM, 2003, pp. 19-27; y Gabriela Olivera, El campocomunero..., op.cit., Ruralia, nm. 4, octubre de 1993, pp. 61-79.

    58 Ariel de la Fuente, Los hijos..., op. cit., p. 98.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    26/32

    36

    analizando y en estrecha correspondencia con el acelerado procesode poblamiento. Regresemos pues al siglo XVIII para analizar unejemplo puntual que, de alguna manera, resume lo expuesto hastaaqu.

    Nuestra historia comienza en 1789 y concierne a don LaurencioTiburcio de Arce, vecino de Los Llanos y denunciante de tierras en laAguada del Portezuelo (Sierra de las Minas).59 Don Laurencio se pre-senta como capitn de milicias un perfl paradigmtico de los colonosllanistas y es acompaado en su peticin por dos vecinos espaoles,don Manuel y don Antonio de Agero, quienes haban descubier-to para Arce las ambicionadas tierras. Situada a la parte del Sur delLugar de las Minas que poseen los Ageros, para ortuna de don Arce,

    la aguada se encontraba en lo realengo (lo cual no era necesariamentesinnimo de desocupado...), lo que aumentaba sus posibilidades de seravorecido.

    De dnde provenan don Arce y su amilia? Tal vez ueran ori-ginarios de Colosacn, donde unos cuantos Arces mantenan su ha-bitacin en 1767 y en 1795, pero no podemos asegurarlo todava. Encualquier caso, y ms all de que uera costumbre llorar miseria paraconseguir la gracia de un puado de tierras, resulta verosmil el ago-bio de don Laurencio Arce rente a lasexcesivas obligaciones que susten-

    tar encontrndose con sus parientes oprimidos de muchos vecinos en elparaje de nuestra habitacin. As pues, para descargar la tierra pedadon Laurencio Arce la Aguada del Portezuelo, de la que se orece unapormenorizada descripcin.

    En primer lugar, interesa la manera en que se delimitaron lastierras y que parece tpica: dos leguas a cada viento a partir de laaguada principal.60 El terreno que circundaba el manantial se halla-ba cubierto por montes ragosos, espinosos e intransitables y

    apenas si contaba con dos aguaditas [...] contingentes que por tiempos sesecan y slo habiendo muchas lluvias nacen. Por otra parte, la aguada quedaba nombre a la estancia era tan modesta que no alcanza a suragara seis animales juntos y en parte ni an para dos, y muy dicil para trabajarlarespecto a estar en una quebrada muy estrecha y peascos que le embarazan y notiene ningn lugar para plantos y sembrado alguno. Tasada en 20 pesospor las limitaciones aludidas, las tierras ueron fnalmente entrega-das a don Laurencio Arce.

    59 AHC, Escribana 2, leg. 73, exp. 17 (1789).60 Denis lo not en su estupenda crnica: La redaccin del ttulo de la merced subrayaa menudo la atraccin ejercida sobre la colonizacin por los manantiales del pie de lasierra. El territorio de la merced de Ulapes se defne as: el manantial y las tierras hastados leguas de distancia en todas direcciones. El centro es el manantial, all viven susdivinidades protectoras (Pierre Denis, La valorizacin..., op. cit., 1987, p. 102).

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    27/32

    37

    Y es as que nos lo encontramos en los padrones de 1795, en sucasadel Paraje del Portezuelo junto a su esposa, sus siete vstagossolteros, otros dos sujetos que por apellidos y edad podemos suponersus hijos casados, sus respectivas esposas y un nieto pequeo. Por siueran pocos, tambin integraban esta casa cinco agregados espa-oles, todos ellos adultos. Pero adems de la casade don LaurencioArce, y desafando su desavorable emplazamiento, la Aguada delPortezuelo alojaba otras dos grandes casas. No por azar, los jees deamilia de aqullas llevaban el apellido de los descubridores deaquel retacito de tierra realenga: la anciana Tomasina Flores, viudade Agero, con sus hijos y agregados (es de notar que estos ltimosllevan el mismo apellido que Tomasina) y Antonino Agero, viudo

    tambin l y tambin l acompaado de sus hijos y de su squito deagregados.Por supuesto que muchos Ageros se quedaron en sus tierras ori-

    ginarias de Las Minas de San Isidro. Como evidentemente stas ya noalcanzaban para albergar a toda la parentela, el traslado al Portezueloue imperioso y all quedaron, compartiendo la merced, tal vez a lamanera de una verdadera propiedad comunal, como deca PierreDenis. Por ltimo, no deja de ser un dato signifcativo que exacta-mente la mitad de los hombres y mujeres registrados en el Portezuelo

    (45 en total) ueran agregados. Se trataba, es nuestra hiptesis, de loscolonos que haban llegado ms tarde y que no tuvieron ms remedioque vivir oprimidos por sus nuevos vecinos. Conormaban aquellamayora de pastores pobres que segn narraba Sotomayor en suinorme de 1806 dispona de 6, 10, 30 y otros ni una cabeza (deganado) y estos son los ms, la nube de los destinados a continuarmigrando...

    Comentarios fnales

    A lo largo de este trabajo hemos situado el anlisis sobre la re-gin de Los Llanos en el largo plazo para algunos de los procesos decambio que coadyuvaron a otorgarle un perfl especfco. Si bien estosprocesos han sido el oco de atencin principal, tambin reparamosen algunas lneas de continuidad, interrumpidas y recuperadas a tra-vs de los siglos en dierentes contextos. stas aparecen al ubicar a

    Los Llanos dentro de una dinmica ms amplia, considerando a lasregiones vecinas de donde provinieron los grupos nativos que inicial-mente la poblaron, haciendo de ella un espacio de ocupacin multit-nico. La regin ue adems territorio en disputa entre las ciudades deMendoza, San Luis y Crdoba hasta su defnitiva incorporacin a la

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    28/32

    38

    de La Rioja y esto explica que durante algunas dcadas ese espacioconfgurara un coto de caza para los vecinos vidos de hacerse demano de obra indgena. Aos despus, el proceso de repoblamientoparece haber puesto a Los Llanos en una relacin ms directa conLa Rioja. Sin embargo, la importancia progresiva de la ganadera apartir de mediados del siglo XVIII vuelve a conectar a Los Llanoscon una dinmica regional ms amplia: el crecimiento acelerado dela poblacin es deudor de migraciones provenientes de las zonas cir-cundantes segn se aprecia en los registros parroquiales, que venen Los Llanos una opcin viable para la cra de ganado. El desarrollode esta actividad reafrma la integracin de Los Llanos a un circui-to comercial de baja escala pero consistente, que una a San Juan,

    Mendoza, San Luis y, quizs en mayor medida, a Crdoba. En suma,estas consideraciones desdibujan la imagen de Los Llanos como unaregin aislada, ronteriza y marginal. Por el contrario, la regin eraparte de un escenario mucho ms amplio y complejo, por el que cir-culaba gente y ganado.

    Por otra parte, los procesos de cambio son visibles al analizar loscensos de 1767 y de 1795. Cada uno de ellos reeja dierentes mo-mentos en la historia de la regin de Los Llanos y de su poblacin yla comparacin permite advertir una notable transormacin vincula-

    da al crecimiento demogrfco y a la ocupacin del espacio. Sin duda,Sotomayor se conront con una sociedad que haba surido cambiosmuy signifcativos y que era mucho ms compleja que la que Baigorride la Fuente haba reconocido 28 aos antes.

    Quizs una de las pistas ms valiosas orecidas por el censo deSotomayor es el empleo del concepto de casa como organizador yestructurante de la poblacin empadronada. Se trata de un trminoiluminador en la medida en que lo aplica tanto a lo que parecen ser

    unidades amiliares y residenciales simples (un jee de amilia, su es-posa y sus hijos), como a ormaciones ms complejas que incluyendos o ms parejas con sus descendientes, personas sin vnculo pa-rental evidente, a los que se suman amilias de agregados, huranosy dependientes. Nuestra hiptesis es que Sotomayor supo captar losrasgos distintivos de la organizacin social y amiliar de la reginque se expresa a travs del trmino casa, en la que el parentesco esun elemento undamental pero no el nico, y en la que las relacionessociales amiliares, de dependencia y de jerarquas diversas defnan

    las modalidades de trabajo de cooperacin e incluso, las ormas deacceso a la tierra. La contigidad de los apellidos de las casas ylas reiteraciones en su interior permiten establecer relaciones conotros datos que aparecen en uentes judiciales vinculados a la tenenciacompartida de la tierra. Y ms all de los topnimos y nombres de

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    29/32

    39

    accidentes geogrfcos que van jalonando la cartograa de la regin,de manera creciente las uentes registran designaciones colectivas dela tierra, identifcadas con apellidos de las amilias ms numerosas, ode aquellas que ueron pioneras en la colonizacin, como las tierrasde los Agero, los Barrionuevo, los Reynoso, los Argaaraz.En un punto, las casasde Los Llanos no eran tan dierentes de las dela campaa santiaguea del ro Dulce o de algunas unidades producti-vas rurales de Crdoba. Lo que de alguna manera las hace peculiares,y es por eso que nos detuvimos tan largamente en el concepto, es laimpronta seorial que terminaron adoptando esos hogares tan popu-losos y a la vez tan atravesados por jerarquas.

    El concepto de casa, adems, se nos present como una herra-

    mienta til para acceder al anlisis de la organizacin social regional ypara establecer vnculos con las ormas de acceso, propiedad, tenenciay usuructo de la tierra (a los que habra que agregar las pasturas, elagua y el ganado). Gracias al trabajo de Pierre Denis ya comentado,sabemos que hacia 1920 la regin de Los Llanos se caracterizaba poruna persistente indivisin de los derechos de propiedad y distintas or-mas de uso colectivo de la tierra.61 Por su parte, Ariel de la Fuente(2007) precis el modo en que ueron subdividindose los derechos deusuructo entre los comuneros a lo largo del siglo XIX. Estas ormas

    particulares de herencia, la condicin de comuneros que asumieronquienes compartan los derechos de uso y otras modalidades de acce-so a la tierra que no necesariamente revisten condicin de propiedad,imprimieron a la regin unas caractersticas si bien no nicas, al menossingulares. Cmo, cundo y a partir de qu actores se ueron dandolos contextos de ormacin de una estructura agraria singular y conuna persistencia en el tiempo tan prolongada?

    Pensamos que la respuesta a este interrogante se encuentra en el

    perodo colonial y en particular en la segunda mitad del siglo XVIII,perodo en el cual el aumento sustantivo de la poblacin desaf lascondiciones de adaptacin, instalacin, sobrevivencia y reproduccinde las amilias en un ecosistema con importantes limitaciones. El abiga-rramiento, la colonizacin interna de las subregiones, la ampliacin delos lazos amiliares, la endogamia, la existencia de agregados cuya mo-vilidad habr que examinar con detenimiento, son elementos que sur-gen al comparar los censos de 1767 y 1795, y al analizar el segundo concierto detalle. Es posible, entonces, que en este perodo se confguraran

    61 Segn un inorme del Instituto de Miniundio y Tierras indivisas del Gobierno de LaRioja, en 1999 se censaron 78 mercedes de tierras que totalizaron casi tres millones dehectreas en la regin de Los Llanos de La Rioja (Mercado Reynoso, Tierras, cosas..., op.cit., pp. 142-144).

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    30/32

    40

    y situaran histricamente las condiciones que sern distintivas de laregin de los siglos siguientes. Pero sin duda, todava resulta prematuroavanzar ideas sobre un tema que requiere una investigacin minuciosa:por un lado, es preciso volver sobre el concepto de casay poner a prue-ba su capacidad para comprender las relaciones amiliares y su vincula-cin real o simblica con la tierra o sus dueos. Por el otro, orientare-mos la atencin sobre un conjunto de pleitos por tierra que entre fnalesde la colonia y comienzos del siglo XIX agitaron la realidad social delos vecinos, estantes y ocupantes de Los Llanos, y que complementande manera dinmica, la imagen esttica que nos devuelve el anlisis delcenso de 1795. El cierre de este trabajo es por tanto provisorio ya quenuevos interrogantes se plantean a partir de las respuestas alcanzadas.

    Mapa 1. La regin de Los Llanos

    Este mapa ue realizado por Mara Amalia Zaburlin, a quien agra-decemos por su gentileza en permitirnos su utilizacin aqu.

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    31/32

    41

    Mapa 2. La regin de Los Llanos segn el mapa de VictorMartn de Moussy, publicado en el Atlas que acompaara

    su Description de la Confdration Argentine (1867)

  • 7/31/2019 Faberman. La Rioja

    32/32

    42

    Resumen

    Este trabajo analiza la regin de Los Llanos de La Rioja colonial apartir de un enoque demogrfco y socioeconmico. En el artculo seestudian las conexiones espaciales y mercantiles de la regin, as comolos complejos procesos sociales y demogrfcos de sus habitantes, enrelacin a sus estrategias de recursos y de reproduccin amiliar duran-te el siglo XVIII. Se realizan tambin algunas inerencias acerca de lapermanencia de esas estrategias hasta tiempos recientes.

    Palabras clave: historia regional, amilia, demograa.

    Abstract

    This work analyzes the region o Los Llanos in colonial La Riojarom a demographic and socio-economic point o view. In the articlethe space and mercantile connections o the region are studied, as wellas the complex social and demographic processes o their inhabitants,in relation to their strategies o resources and amily reproduction du-ring the XVIII century. Also, there are some spots on the remains o

    these strategies through present times.Keywords: regional history, amily, demography.