Ezequiel Zaidenwerg - Primer Movimiento

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 ENRIQUE WINTER: NO ES LA FIGURA , SINO EL MOVIMIENTO Ezequiel Zaidenwerg New York University [email protected] 1 ¿Qué hace el oeta que naci! "aduro# ¿$acia d!nde deslaza su escritura# ¿%!"o avanza# Esos interrogantes& con sus ra"i'caciones& i"ulsan la oes(a de Enrique )inter desde su ri"er li*ro&  Atar las naves& co"uesto entre sus dieciséis y veinte a+os. )inter goz! del rivilegio *('do de no contarse entre aquellos autores que alcanzan un reconoci"iento tan tard(o co"o rearador& sino que de*i! ar aetarse en las trincheras de la visi*ilidad tan ronto co"enz! su carrera literaria. %o"o o*serv! la cr(tica& el autor hizo su dese"*arco "unido de un con,unto de aare,os ret!ricos que lo dis tin gui ! enseguida tanto de sus con te"or -ne os co"o de la generaci!n anterior. esde el ri"er "o"ento& la oes(a de )inter se caracteriz! or un "ane,o terso y /uido de la "étrica i"aris(la*a que /oreci! en 0"érica 1atina en el siglo 22 antes del adveni"iento del versoli*ris"o ac r( ti co. En la o*ra de )inter& esta r -ctica se aco"a+a de la t-cita reivindicaci!n& tan diestra co"o audaz en su anacronis"o& de la ri"a. 0l reertorio de 'ntas técnicas& )inter le su"! una gran claridad concetual& sorrendente en un autor tan  ,oven& que le er"iti! tanto situarse en la escena oética chilena co"o cali*rar sus 3uerzas y de*ilidades. El li*ro se a*re con dos citas& entre las que destaca una de las Car tas de rel aci ón de $ern-n %ort és. 4e trata& or su uesto& del le*r e eis odio en que el conqui st ador cuenta el ar di d con que volvi! i"osi*le el regreso de su troa a %u*a& tras el dese"*arco en la "enos l-cida en(nsula de Yucat-n. %on el rete5to de que sus

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No es la figura sino el movimiento - Prólogo a Primer movimiento, de Enrique Winter (Sudaquia, 2014)

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ENRIQUE WINTER: NO ES LA FIGURA, SINO EL MOVIMIENTO

Ezequiel ZaidenwergNew York [email protected]

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Qu hace el poeta que naci maduro? Hacia dnde desplaza su escritura? Cmo avanza? Esos interrogantes, con sus ramificaciones, impulsan la poesa de Enrique Winter desde su primer libro, Atar las naves, compuesto entre sus diecisis y veinte aos.Winter goz del privilegio bfido de no contarse entre aquellos autores que alcanzan un reconocimiento tan tardo como reparador, sino que debi parapetarse en las trincheras de la visibilidad tan pronto comenz su carrera literaria. Como observ la crtica, el autor hizo su desembarco munido de un conjunto de aparejos retricos que lo distingui enseguida tanto de sus contemporneos como de la generacin anterior.Desde el primer momento, la poesa de Winter se caracteriz por un manejo terso y fluido de la mtrica imparislaba que floreci en Amrica Latina en el siglo XX antes del advenimiento del versolibrismo acrtico. En la obra de Winter, esta prctica se acompaa de la tcita reivindicacin, tan diestra como audaz en su anacronismo, de la rima. Al repertorio de fintas tcnicas, Winter le sum una gran claridad conceptual, sorprendente en un autor tan joven, que le permiti tanto situarse en la escena potica chilena como calibrar sus fuerzas y debilidades.El libro se abre con dos citas, entre las que destaca una de las Cartas de relacin de Hernn Corts. Se trata, por supuesto, del clebre episodio en que el conquistador cuenta el ardid con que volvi imposible el regreso de su tropa a Cuba, tras el desembarco en la menos plcida pennsula de Yucatn. Con el pretexto de que sus barcos no estaban aptos para la navegacin, Corts solt las amarras y los lanz al ocano.Esta ancdota revela la preocupacin por el movimiento y su sentido, tanto en trminos direccionales como hermenuticos, que guan la escritura de Winter desde el principio. De todos modos, vale la pena analizar las implicancias ms profundas de esta cita, que el autor coloca como mascarn de proa de su obra. En una primera lectura, segn sugiere el ttulo, Atar las naves representara la imposibilidad del viaje. A la luz de la cita de Corts, esta interpretacin se vuelve, si no errnea, al menos insuficiente. El problema surge de una confusin entre el origen y el destino. Sin dudas, en el caso de Corts, la travesa es hacia el interior del actual Mxico y no el regreso a Cuba. Nadie dira que en el caso del conquistador el gesto de soltar las naves constituye la negacin del viaje, sino ms bien su condicin de posibilidad. Si Corts no hubiera obligado a sus soldados a internarse en el continente mesoamericano, su travesa, como hecho histrico, no habra tenido lugar, y la historia de la conquista de la Nueva Espaa con toda probabilidad habra sido otra, aunque seguramente igual de sangrienta.Atar las naves no representa, entonces, la imposibilidad del viaje, sino la posibilidad constante del retorno. En la poesa de Winter, el movimiento es pendular, de oscilacin entre dos polos antitticos que se repelen y se atraen a la vez.En esta lnea, el segundo poema del libro cuya infatigable mencin en reseas y obstinada inclusin en antologas constituyen pruebas de su relevancia crtica es toda una declaracin programtica.

Soltar la cuerda

Nunca aprendimos a saltar la cuerda.Mis padres la olvidaronen el bazar de Presidente Errzurizdos nueve cero uno.

Al techo del lugar sigue amarrada,balanceando a mi abuelo.

Qu significa, entonces, este salto? De qu quiere soltarse, a quin se amarra Winter?En primer lugar, en consonancia con lo ya observado por la crtica, es posible hablar de un salto generacional. Esa cuerda, en la que sigue balancendose el abuelo, puede entenderse como un smbolo del lazo que une a Winter con la gran tradicin de la poesa chilena. Por consiguiente, saltar la soga aqu podra equivaler a saltarse la generacin previa, la de los padres poticos, y remitirse a la de los antepasados anteriores: Enrique Lihn, Gonzalo Milln, el patriarca Gonzalo Rojas, la vertiente endecasilbica de Nicanor Parra. Pero esta declaracin, considerando que el poeta manifiesta en el primer verso el fracaso de su aprendizaje, ms que un desligamiento de la tradicin parece una reafirmacin de la misma. A diferencia de los nuevos de aqu y all, que irrumpen en el escenario de la poesa renegando de cualquier verticalismo genealgico y haciendo gala de una fe tan montaosa como clientelar en las solidaridades horizontales con sus contemporneos, Winter pareciera evitar la tentacin de la partenognesis. De esta manera, se hace cargo de la deuda con sus mayores: aunque el padre pueda haber sido abandnico, siempre queda un abuelo que nos recuerda y revive una filiacin. En segundo lugar, y en tanto smbolo de este linaje, el abuelo de Soltar la cuerda no termina de irse al cielo, sino que permanece suspendido del techo. Es importante no perder de vista la naturaleza de ese movimiento entre los extremos de la cuerda: es, como dijimos, un balanceo, una oscilacin pendular cada vez ms pronunciada en la obra de Winter.

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En Rascacielos, todos los procedimientos compositivos de Atar las naves aparecen no slo refinados y profundizados, sino tambin puestos en tela de juicio. Pareciera que el poeta, tras haber templado su instrumento y comprobado su pericia tcnica, decide ponerse obstculos para saltar en el camino. Pero estas dificultades, paradjicamente, no lo entorpecen, sino que le sirven de entrenamiento. Podra decirse que Rascacielos es el libro de factura ms lograda en la obra de Winter, aunque ello no necesariamente signifique que se trata del mejor.Las imgenes, cuya calidad era una de las virtudes de su primer libro, ganan aun ms plasticidad. De esta manera, Rascacielos ahonda en el trabajo con las percepciones sensoriales y la seduccin solar del mundo, que ya ocupaban un lugar de privilegio en Atar las naves desde la cita de Jean Baudrillard que acompaa la de Corts. Por lo dems, esta profundizacin invita a zambullirse en las aguas procelosas, y a menudo terribles, de la pasin poltica. Una pulsin social latinoamericanista, y cierta revisin que no revisionismo de la historia chilena posterior a la dictadura, cobran gran importancia en Rascacielos.Sin embargo, el comentario social nunca se vuelve maniqueo ni adquiere una forma declarativa. El procedimiento esbozado en Atar las naves, aunque con menor claridad a la hora de repartir las voces poticas consiste aqu en convocar un reparto de personajes identificables para prestarles la palabra. La mayora de ellos Brenda, Jorge, Marco, la entraable Cindy Sols, entre otros sufren en carne propia la siempre difcil realidad de las clases populares latinoamericanas. Aunque los atraviesen la angustia y la desgracia, se resisten a abundar en la queja y se obstinan en comunicar cierto vitalismo, si no en lo que cuentan, al menos en la modulacin de sus voces. Aunque la fijeza que convoca su ttulo pretenda desmentirlo, Rascacielos es, en realidad, un libro de trnsito. Este trnsito se verifica en tres niveles. El primero de ellos es el trfico de voces antedicho. El segundo, la ampliacin y perfeccionamiento del repertorio estilstico. Y el tercero, no menos importante, se da en un sentido literal y narrativo. Estas voces, apoyadas en las tcnicas de la mscara y el monlogo dramtico, tienen como espacio principal de confluencia el mnibus que atraviesa el continente latinoamericano. En efecto, este medio de transporte es uno de los escenarios preferidos de Winter, y en Primer movimiento no aparecen otros vehculos. Vale la pena sealar que en modo alguno se trata del viaje como ritual de iniciacin en que el poeta se legitima por medio del traslado, sea desde la periferia hacia una gran metrpolis el viaje modernista, o bien desde una periferia relativa hacia unos mrgenes ms lejanos y exticos el viaje nerudiano. Es verdad que Rascacielos rompe con cierta preferencia de la poesa latinoamericana joven por los interiores urbanos, preferencia que tal vez constituya una valerosa denuncia de la alienacin en las grandes ciudades o, simplemente, una disculpable falta de esperanza e imaginacin. Por el contrario, las cmaras fotogrfica y de resonancia con que Winter retrata a sus personajes jams nos ofrecen una imagen turstica. Lo que nos muestran a uno y otro lado de la ventanilla del mnibus nunca es lo que separa de nosotros a estos hombres y mujeres cuya voz toma prestada, sino aquello que tenemos en comn. De esta manera, es posible esbozar una explicacin para la paradoja que le da vida al libro: que un texto dedicado al trnsito se llame Rascacielos. El edificio, a travs de cuyas ventanas podemos observar la realidad de los personajes que viven en l, est cambiado de eje. Sin jerarquas que distingan entre los ocupantes de los pisos bajos y los de los altos, el edificio se acuesta sobre el plano horizontal, como la imagen congelada de un mnibus en pleno movimiento por el paisaje latinoamericano.Pese al espritu eminentemente narrativo que anima Rascacielos, es de fundamental importancia llamar la atencin sobre un procedimiento que ya apareca marginalmente en Atar las naves, y que cobrar aun ms fuerza en Gua de despacho para volverse definitivamente central en Lengua de seas, el poemario indito de Winter. Me refiero a la acumulacin de imgenes y metforas, a menudo intercambiables, que se introducen en el esqueleto narrativo del poema y lo socavan. Este procedimiento se observa, por ejemplo, en Las patas de los pjaros.

Las patas de los pjaros

Calientes como el universo antes de armar galaxiasy comprimidos como ese universo, cual saco de dormir en la mochilaa punto de estallarcomo quien pinta el altiplano mirando al sol de frenteo quien decide mientras corre buscar su muerte en otro sitio,jugamos a engaarnos,alzando el velo de otras novias como neblina que al volcn levanta;la bufanda es el yugo que ha tejido la sobra de cario y de minutos,el vapor que madruga en las colinas.Y recorremos los destrozos, as pisando lavadonde la noche es nuestra lengua y es nuestros dedos,todo lo que se escapa de nosotros:el sudor y las lgrimas, el semenen las piernas delgadas y sin garbode flamencos rosados en la altura, picoteando los restos,doblando el cuello hacia nuestra espalda,rascndonos la tarde con las uas de pjaras tan nuevascomo lagos congeladosapareciendo all donde aletebamos las aguas.

En los primeros cinco versos, Winter apila una serie de clusulas comparativas para introducir, recin en el sexto, el primer verbo principal, que nos informa que la voz potica se hace carne en un nosotros. A continuacin, vuelven a aparecer comparaciones e identificaciones (a es b) que anteceden al segundo y ltimo verbo principal (recorremos), ubicado en el dcimo verso del poema. De aqu hasta el final, slo encontramos verbos subordinados y construcciones en gerundio. Sin adentrarnos en el anlisis del contenido del poema, que responde al erotismo torrencial y csmico por el que la poesa chilena se ha hecho conocida especialmente fuera de Chile, la preeminencia elptica de la rbita por sobre el eje de gravitacin esa acumulacin de pequeos satlites que brillan en torno a un centro difuso constituye un procedimiento tpicamente barroco del que Winter se servir cada vez ms en lo subsiguiente. Si bien el poeta utilizar con mayor frecuencia este recurso, lo hace con pragmatismo antes que intencin programtica, y no podra decirse que estemos en presencia de un neo-neobarroco. Sin embargo, para comprender el arco que describe la poesa de Winter en su balanceo pendular, este prstamo se revela sumamente importante.

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Uno de los procedimientos que ligan Rascacielos con Gua de despacho es la persistencia de los prstamos de voces y personas poticas. Sin embargo, se verifica una diferencia fundamental: mientras que en el libro anterior los personajes eran llamados por sus nombres de pila, en ste suele presentrselos por sus apellidos (Agero, Guzmn y Ribeiro, por ejemplo). En consonancia con esta relativa despersonalizacin, aunque con excepciones el caso de Ribeiro, casi un catlogo de eslganes, es el ms patente, los relatos de los personajes empiezan a disiparse en una profusin de instantneas. En simultneo, el yo lrico cobra una mayor presencia que en los libros anteriores, y alterna entre la ancdota plenamente inteligible (Arquitectura, Valentines) y una especie de negativo del relato que se cuenta a travs de las imgenes, despojadas de su esqueleto narrativo (Declamacin).Hay, adems, dos elementos que establecen una continuidad manifiesta: los mnibus, que siguen marcando el trnsito de la escritura de Winter, y el sol, cuya presencia talismnica ya se manifestaba en varias ocasiones en Atar las naves y Rascacielos. Por otra parte, anima su poesa un vitalismo luminoso que, an en los momentos ms crpticos, logra colarse por las rendijas. En efecto, el poema central de Gua de despacho verdadera piedra fundamental del libro y probablemente de la obra de Winter se llama Soles. En vez de presentar un relato en que las imgenes suplen la elisin de una trama visible el procedimiento tpicamente barroco del que hablbamos antes, aqu hay una serie de escenas independientes enhebradas por la aparicin recurrente del sol: un bar y una mesera en Per, una playa y un atardecer, el interior de un mnibus en viaje, los recuerdos de infancia, una cocina en alguna ciudad, donde se fre un huevo. Hace falta sealar que aqu no se trata nicamente del sol como smbolo, sino como fuente de luz y condicin de posibilidad de la vista. Es en este sentido que el poema insiste en relatar los intentos por capturar la luz (y la experiencia) por medio de la fotografa:

Un sol rojo en la playa, pxel en el ojode una foto digital que no debimos sacarnos,interrumpido por lneas de nube (las cataratas)y la tele del bus ()

Estos esfuerzos, sin embargo, se antojan condenados al fracaso. Adems, el momento solar que elige el poeta para fotografiar no es precisamente el de la heliofana meridiana, sino la puesta de sol, instante en que conviven, en un mismo cielo, la luz y la oscuridad:

las decenas de veces que intentamos la fotocon la puesta de sol, la esperapor revelar un rollo que nos presentaranegros de nuevo, tapando un rojo inentendiblecomo el del ojo en tomas digitales.Acaso quede el puro rojoque ven los cerrados cuando al sol,delgados pjaros de interferencia.

Esta importancia de los claroscuros el rojo y negro de la foto que sali velada se condice perfectamente con la apropiacin de principios constructivos del barroco. En Winter, estos procedimientos forman parte de un programa esttico ms amplio, que hace un uso selectivo de otros aparatos retricos, cuya difusin debemos a poetas estadounidenses como Gertrude Stein, Wallace Stevens y John Ashbery. Dicho programa supondra que la poesa es un arte de contrastes y que, para que las zonas luminosas del poema brillen con mayor nitidez, es necesario rodearlas de opacidad.Volviendo a Soles, a pesar de su relativa autonoma, las diversas escenas dispuestas en montaje alcanzan a sugerir un marco comn: el de la pantalla de los monitores del mnibus que, durante el viaje, proyectan la pelcula del poema.

La terramoza (qu palabra) diceque para una mejor visin de la pelculase cierren las cortinas.

Esta declaracin parece programtica: qu significa, aqu, que para una mejor visin de la pelcula se cierren las cortinas? Creemos que esta pregunta se relaciona de manera muy estrecha con los dos interrogantes fundamentales que planteaba Atar las naves, ellos mismos intrnsecamente vinculados: qu hacer con el talento y cmo usar la herencia recibida. Como todo poeta que ha alcanzado la madurez, sin importar su edad, Winter sabe perfectamente que no se escribe contra o a favor de la tradicin, sino contra uno mismo: contra los propios automatismos y trucos retricos, contra las propias facilidades. Y entre las destrezas de Winter, desde el primer libro destaca su capacidad para producir imgenes impactantes. A qu nos referimos con que hay que escribir contra uno mismo? En el caso de Winter, no se trata de renunciar al propio talento, sino de confrontarlo. Es por esto que el autor no abandona su don para la manufactura de imgenes, sino que intenta llevarlo hasta las ltimas consecuencias. El mnibus ya no es un rascacielos acostado, con sus ventanas iluminadas que permiten ver las vidas de quienes viajan o residen en su interior. Las cortinas cerradas exigen aislarse de lo que ocurre afuera y concentrarse en la pelcula, en el paisaje interior del poema. Llama la atencin, adems, que este oscurecimiento que se verifica en Gua de despacho, ligado a la acumulacin a menudo excntrica de imgenes, se vea acompaado de un movimiento inverso de apertura. Si bien la poesa de Winter tiene desde siempre una afinidad rtmica y de entonacin con las msicas populares de Amrica Latina en sus poemas hay cuecas chilenas, cumbias y otros ritmos, por primera vez en este libro aparecen textos que recogen una diccin ms propia del pop globalizado. Tal es el caso de Ribeiro, Diez y Mercadera. En Gua de despacho, donde la poesa de Winter parece disponerse a darle la espalda al sol, aparecen los momentos de mayor llaneza expresiva. En consonancia con esto, el libro tambin incluye experimentos tpicamente pop como Monitor, un collage que rene el manual de instrucciones de dicho aparato con las quejas de una exnovia. Esta bsqueda de comunicabilidad, que paradjicamente convive con una tendencia a una progresiva turbidez, preanuncia otros experimentos como Agua en polvo, el excelente disco realizado en colaboracin con Gonzalo Planet. Este lbum, donde Planet musicaliza los textos a los que el mismo Winter con ayuda de otros les presta su voz, completa el arco de Primer movimiento. Es notable comprobar que poemas de la complejidad de Soles, al volverse plenamente msica y por ende liberarse de la responsabilidad de significar, cobran mayor sentido.

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Si bien por ser an indito, Lengua de seas no integra este volumen, consideramos que es el ltimo estadio de Primer movimiento y que, por consiguiente, merece algunas notas. Quien haya podido leer los borradores, habr percibido que a pesar de una serie de poemas breves y trasparentes que sirven como descansos en la lectura la mayora de los textos son largos y estn compuestos de acumulaciones de imgenes proliferantes, a menudo sin centros de gravitacin claros. Para entender este procedimiento, hay que tener en cuenta la experiencia de Winter en Nueva York, donde vive desde 2012, y su contacto con la poesa del lenguaje y sus herederos conceptualistas. En este sentido, cabe sealar que Winter antolog y tradujo a Charles Bernstein, principal exponente y terico de esta escuela. En su ensayo El artificio de la absorcin, Bernstein distingue entre estrategias absorbentes, que producen un efecto de familiaridad e identificacin en el lector, y otras de impermeabilizacin, que propician la extraeza. Una vez ms, Winter hace un uso productivo y parcial. No trata de impermeabilizar por completo el poema. De hecho, a menudo estas estrategias antiabsorbentes, al evitar que el poema se vuelva una mera instancia comunicativa, no hacen sino posibilitar la absorcin. As, con sus ramalazos de luz que se recortan contra un fondo de opacidad, da la sensacin de que la escritura de Winter no mut a partir del contacto con estas estrategias, sino que sali a buscarlas por una necesidad interna. Para responderse a s misma de qu se trata hacer poesa. Para completar el primero de sus movimientos.