EXTRA NCTO DEL oLIBRO SOBvRE COoSQUÍNy ROCK … · 19 2001 Odisea del espacio Esa. La película...

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18 POR JOSÉ PALAZZO. FOTOS DE ANÍBAL MANGONI. A diez años del primer Cosquín Rock que se convertió en el evento roquero más importante del interior; uno de sus creadores, protagonista y testigo privilegiado, se despachó con un libro recopilador de anécdotas. Aquí, una muestra para catar el capítulo en el que se narra una de las películas de hondo suspenso y desopilantes enredos provocadas por la imprevisibilidad de Charly García. Sírvanse. EXTRACTO DEL LIBRO SOBRE COSQUÍN ROCK No voy en tren

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POR JOSÉ PALAZZO. FOTOS DE ANÍBAL

MANGONI. A diez años delprimer Cosquín Rock que seconvertió en el eventoroquero más importante delinterior; uno de suscreadores, protagonista ytestigo privilegiado, sedespachó con un librorecopilador de anécdotas.Aquí, una muestra paracatar el capítulo en el quese narra una de laspelículas de hondosuspenso y desopilantesenredos provocadas por laimprevisibilidad de CharlyGarcía. Sírvanse.

EXTRACTO DEL LIBRO SOBRE COSQUÍN ROCK

No voyen tren

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2001 Odisea del espacioEsa.La película que hizo Stanley Kubricken el 68 es la que me pidió CharlyGarcía para que proyectáramos des-pués de su actuación en el CosquínRock 2005, el primero en la ComunaSan Roque.Muy buena idea.–Imaginate: las luces apagadas, todooscuro, y las estrellas continúan lapantalla –me dijo. –Sí, genial.Quería que Charly tocara gratis enese Cosquín para que se reivindicaralo del 2004, que había terminadocon él huyendo y la gente destrozan-do la Plaza Próspero Molina mientrasyo estaba desmayado.Empezamos a charlar sobre esto ensu casa, a la que nos invitó una no-che a la Caro, mi mujer, y a mí.Primero vimos dos películas de MelBrooks y lloramos de risa.Después le mostré las fotos del pre-dio que le había llevado.Le gustaron.Después me dijo lo de 2001.Esa noche del festival, la suya, termi-naría siendo eso. Una odisea. Charly tenía un ticket para el vuelo deBuenos Aires a Córdoba ese día. Eraa las seis de la tarde.A las seis y veinte llamó una personadesde su casa para avisarnos que éltodavía estaba ahí, que no había via-jado, y que decía que le alquiláramosun avión privado.Le hicimos saber que no iba a ser ne-cesario, porque había otro vuelo a lasocho.Ya estábamos muy preocupados. Yno sabíamos lo que luego sucedería.Desde las cinco había gente en elpredio, esperando por su concierto. Habíamos dado puerta a las cuatro.Charly fue a Aeroparque, pero comose había olvidado algo, no se qué,decidió volver a su casa y perdió elavión de las ocho.En la Comuna ya había 40mil personas.La verdad es que, imagi-nando algo por el estilo,habíamos pensado en unavión privado. Y a él recurrimos.

No viajaba solo. Lo acompañaba lafotógrafa Nora Lezano, muy amigasuya.Por un lado Santiago Zambonini ypor el otro yo, llamábamos al celularde Nora y ella nos decía qué iba pa-sando.En eso, el Gobernador apareció ofre-ciéndonos una guardia especial.Su secretario privado puso a disposi-ción un helicóptero de la provinciapara que hiciera la combinación conel avión, pero el piloto del helicópte-ro dijo que no.Recomendaba no volar a esa horapor las sierras porque además de lasalturas del terreno, el trayecto tienemuchos cables y antenas.Así que empezamos a pensar en unplan B.El asunto era cómo llevar lo máspronto posible a Charly García desdesu departamento de Palermo a la Co-muna de San Roque donde ya lo es-peraban 45 mil personas.Lo que yo sentía era angustia.Tenía taquicardia.Venía de tener un gravísimo incidentecon mi socio, que había dejado deser mi socio y ya me estaba pidiendoque le pagara su parte; había subidoal nuevo proyecto a muchas personasque confiaban en mí y debía retribuira esa confianza; y este hijodeputa deCharly García no venía y su conciertoya llevaba cinco horas de retraso.No llegaba, no llegaba.Me preguntaron qué pasaría si le de-cíamos a la gente que no habría con-cierto.Imaginé: “Váyanse en paz, Charly noviene”.No, de ninguna forma.Todos habían entrado gratis, así queeran el peor público para decirle quese gaste unos pesos para tomarse unbondi sin haber recibido nada.Igual llamé para que le dije-

ran a Charly que iba a suspender.–Se va a armar quilombo. Suspendo.–No, no suspendas. Estoy saliendopara allá.Nora me dijo: –Tranquilo, está subido al remise.–Bueno.Al rato, llamado al piloto del avión:–¿Lo tenés?–Sí, está acá.Ufff.–No, pará, se acaba de bajar.–¿Cómooo?-Sí, no sé. Se volvió al remise, se fue.–¿Y Nora?–Está acá conmigo.–¿¡¡Se volvió solo!!?Charly se había ido a un kiosco 24horas a buscar una botella de whisky.Al rato volvió y se subió al avión.Antes de salir, el piloto alcanzó a de-cirme:–Hay viento de frente, vamos a tar-dar dos horas treinta.Eran las 11 de la noche.Iban a llegar a la 1 y media con suerte.La gente miraba la película, que habí-amos decidido pasar antes del showy no después, para que tuviera algocon qué entretenerse, y cada tantocoreaba: “¡Charly, Charlyyyyy…!!”Yo estaba a punto de morir.Zambonini agarró el micrófono y dijo:–Charly está viniendo.Rechifla.Ahí me dijeron que la ruta que uneLa Calera con San Roque estaba co-lapsada.Los autos sólo podían avanzar a pasode hombre.Entonces decidimos: autopista hastaCarlos Paz y de ahí, lancha cruzandoel lago.De película.

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Y en el último tramo, Charly en unamoto o en un cuatriciclo hasta que losubamos al escenario.Ahora suena gracioso, pero era patético.Después de la medianoche, mientrasel avión estaba en viaje, la autopistaempezó a quedar bastante liviana.Entonces dijimos: –Vamos con ésa.Así fue que un policía experto en elvolante subió a Charly en una 4x4 y lollevó a 180 por hora en contramanopor la autopista Córdoba-Carlos Pazpara que llegara no tan tarde.Y llegó.Pero antes de subir al escenario, parópara decirme:–Hay un flash, un solo flash, y canceloel concierto.Yo pensé: “Ahí hay 45 mil personas…¿Cuántas cámaras y cuántos celulareshay? ¡Por Dios!”.Santiago Zambonini avisó a la multi-tud: –Llegó Charly. Por favor, si hay unflash, se suspende el concierto.Chiflatina, puteadas, de todo.

Yo pensé que nos íbamos a morir to-dos del estrés.Como siempre, teníamos previsto to-do lo necesario para decidir sobre lascosas lógicas que pueden pasar en unfestival, pero no teníamos previstoqué hacer con un Charly García quellegaba seis horas tarde.Eso no estaba en ningún plan.Al rato llamó el Gobernador para pre-guntar si Charly había llegado.–Sí, está acá. Y subió.Charly salió al escenario con un ma-meluco blanco.Pisó el escenario y…¡Flash!Al instante, hizo un gesto furioso conla guitarra, se dio vuelta y empezó abajar la escalera.Yo casi muero del susto.Charly me miró como diciendo:–Dije que si había un flash, no se-guiría.Y sonrió.Agarró el vaso de whisky, que era enrealidad lo que había vuelto a buscar,subió la escalera de nuevo y ahí sí

arrancó el show.Ésos fueron cuatro segundos demuerte.Vi el túnel, lo juro.Todos lo vimos.Una luz al final, el túnel.La muerte.Pero no, el tipo había vuelto a buscarel vaso de whisky.No había sido por el flash.Esa noche Charly tocó dos horas cua-renta.Hizo cosas de Pink Floyd y le dedicótemas a la luna llena.Fue el mejor concierto suyo que vi entoda mi vida.Lástima que no pude disfrutarlo.Unos me decían: –No lo contratemos nunca más a estehijodeputa que nos hizo sufrir tanto.Otros:–Lo vamos a matar.Todo eso lo pasó Telefé.Esa presencia la habían conseguidolos amigos que me ayudaron.Estaba Telefé y no TN porque Guinz-burg era del grupo Clarín.

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