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octubre 2015 | www.lamarea.com 30 CAMBIO CLIMÁTICO Ecologismo radical F ue hace ahora un año, en octubre de 2014. El nutrido grupo de biólogos, geólogos, arqueó- logos y antropólogos que forman la Comisión Internacional de Estratigrafía, uno de los más importantes comités científicos del mundo, se reunió en Berlín para discutir sobre algo que apenas ocupó un pequeño espacio en la sección de ciencia de los principales diarios. Nada menos que consensuar un nuevo término con el que designar la era geológica ac- tual de nuestro planeta: el Antropoceno. Acuñado en 2000 por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen, el término pretendía sustituir al utilizado hasta el momento, el Holoceno, que define la época en la que se encuentra la Tierra tras la última glaciación. Para Crutzen, el impacto de la actividad humana es tal que ha constituido por sí solo una nueva era geológica. No hay consenso sobre si ésta comenzó hace 8.000 años, con la aparición y el desarrollo de la agricultura, o a finales del siglo XVIII, con la Revolución Industrial. Pero una cosa parece obvia: el planeta está cambiando por nuestra culpa, y el cambio no es precisamente a mejor. Mucho antes de aquella reunión en la capital alema- na, en 1991, un residente de Portland (Oregón, EEUU) Extincionismo: nacer, vivir… y desaparecer Para el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria no valen las recetas ecologistas para salvar al planeta. Lo que sobra es el ser humano. POR DANI CABEZAS La calle Preciados de Madrid en plena campaña navideña. FERNANDO SÁNCHEZ llamado Les U. Knight fundó el Movimiento por la Ex- tinción Humana Voluntaria (VHEMT, en sus siglas en inglés). Sus tesis entroncan de manera directa, aunque mucho más radical y desde una perspectiva ecologista, con las que pusieron encima de la mesa aquel grupo de científicos: nuestro planeta se encuentra seriamente amenazado por una ingente cantidad de males de los que el ser humano es responsable directo. Cambio cli- mático, superpoblación, extinción de especies, conta- minación de los acuíferos… La Tierra está herida, casi de muerte. Y frente a tal perspectiva, sólo cabe una op- ción: dejar de tener hijos y extinguirnos voluntaria y pacíficamente. "El planteamiento no es nuevo", explica Les U. Knight a La Marea. "Desde la antigüedad, son muchos los seres humanos que han llegado a la conclusión de que lo mejor para el planeta sería que desapareciéramos del mismo". No es sólo una cuestión meramente teórica, sino tam- bién práctica: a los 24 años, Les decidió predicar con el ejemplo y hacerse la vasectomía. Fue su singular mane- ra de dejar de participar en lo que parece inevitable: que llegue un momento en el que, simplemente, el planeta y sus limitados recursos no den más de sí. Porque, en

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cambio climático Ecologismo radical

Fue hace ahora un año, en octubre de 2014. El nutrido grupo de biólogos, geólogos, arqueó-logos y antropólogos que forman la Comisión Internacional de Estratigrafía, uno de los más importantes comités científicos del mundo, se

reunió en Berlín para discutir sobre algo que apenas ocupó un pequeño espacio en la sección de ciencia de los principales diarios. Nada menos que consensuar un nuevo término con el que designar la era geológica ac-tual de nuestro planeta: el Antropoceno.

Acuñado en 2000 por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen, el término pretendía sustituir al utilizado hasta el momento, el Holoceno, que define la época en la que se encuentra la Tierra tras la última glaciación. Para Crutzen, el impacto de la actividad humana es tal que ha constituido por sí solo una nueva era geológica. No hay consenso sobre si ésta comenzó hace 8.000 años, con la aparición y el desarrollo de la agricultura, o a finales del siglo XVIII, con la Revolución Industrial. Pero una cosa parece obvia: el planeta está cambiando por nuestra culpa, y el cambio no es precisamente a mejor.

Mucho antes de aquella reunión en la capital alema-na, en 1991, un residente de Portland (Oregón, EEUU)

Extincionismo: nacer, vivir… y desaparecer

Para el Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria no valen las recetas ecologistas para salvar al planeta. Lo que sobra es el ser humano. Por Dani Cabezas

La calle Preciados de Madrid en plena campaña navideña. fernanDo sánChez

llamado Les U. Knight fundó el Movimiento por la Ex-tinción Humana Voluntaria (VHEMT, en sus siglas en inglés). Sus tesis entroncan de manera directa, aunque mucho más radical y desde una perspectiva ecologista, con las que pusieron encima de la mesa aquel grupo de científicos: nuestro planeta se encuentra seriamente amenazado por una ingente cantidad de males de los que el ser humano es responsable directo. Cambio cli-mático, superpoblación, extinción de especies, conta-minación de los acuíferos… La Tierra está herida, casi de muerte. Y frente a tal perspectiva, sólo cabe una op-ción: dejar de tener hijos y extinguirnos voluntaria y pacíficamente.

"El planteamiento no es nuevo", explica Les U. Knight a La Marea. "Desde la antigüedad, son muchos los seres humanos que han llegado a la conclusión de que lo mejor para el planeta sería que desapareciéramos del mismo". No es sólo una cuestión meramente teórica, sino tam-bién práctica: a los 24 años, Les decidió predicar con el ejemplo y hacerse la vasectomía. Fue su singular mane-ra de dejar de participar en lo que parece inevitable: que llegue un momento en el que, simplemente, el planeta y sus limitados recursos no den más de sí. Porque, en

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Ecologismo radical cambio climático

su opinión, las tradicionales tres erres del ecologismo (reciclar, reutilizar, reducir) pueden servir para acallar conciencias, pero no para dar el drástico giro de 180 gra-dos que realmente necesita el planeta. Al fin y al cabo, no sólo no somos tan importantes, sino que somos lo peor que ha pasado nunca por él.

Con nosotros no hay futuroPara muchos, los postulados del VHEMT son abierta-mente contranatura. ¿Acaso no estamos programados para nacer, crecer y reproducirnos? ¿No es la perpetua-ción de la especie el objetivo último de nuestra presen-cia en este mundo? Les U. Knight argumenta con de-cisión: nada hay más absurdo y contraproducente que una especie destruya sistemáticamente el medio que necesita para vivir. Y ante la pers-pectiva de que esa destrucción con-tinúe indefinidamente –algo que parece altamente probable– lo me-jor es pasar a la acción. No se trata de esterilizar masivamente a la po-blación, ni de presionar a nadie para que tome una decisión, la de no te-ner hijos, que en palabras de Les es "totalmente personal", sino de con-cienciar a la especie humana de que, de seguir así, no hay futuro posible. Ni para nosotros, ni para el resto de especies con las que compartimos el planeta.

"Cuanto más veo hacia dónde vamos como especie, más necesario veo cuestionar nuestra visión antropo-céntrica", explica Santiago, de 35 años. Hace diez, des-cubrió casualmente la página de VHEMT buceando por Internet y le llamó poderosamente la atención. "Pasé de ver el movimiento con cierto humor, ya que parece utó-pico, a plantearme si no es más utópica la inercia actual y pensar que reproduciéndonos sin límite nuestro pla-neta va a aguantar". Aunque Santiago no se considera a sí mismo extincionista en el sentido más estricto del término, simpatiza con una causa que considera justa y justificada.

A pesar de las simpatías que puede generar el VHE-MT entre algunos ciudadanos concienciados, las prin-cipales organizaciones ecologistas prefieren no mojar-se en un tema que consideran espinoso e incómodo. La organización Greenpeace declinó la invitación a opinar sobre esta cuestión para La Marea ("es un tema en el que no nos metemos", fue la respuesta), y no son pocos los antropólogos que tuercen el gesto, a mitad de camino entre la burla y la incredulidad, cuando se les habla de la extinción humana voluntaria.

"Les U. Knight nos vende el mundo como un siste-ma cerrado y estable, una positivista –por negacionis-ta– evolución lineal", opina Ignacio Galán Ugartemen-día, antropólogo. "El del VHEMT es un planteamiento pobre, autojustificativo e irresponsable: presentar el mayor fracaso posible de la Humanidad como especie como un éxito, si quiera llegar a planteárselo, como mu-cho, y siendo generoso, puede tener su punto literario, pero poco más", argumenta.

En opinión de Galán, existen recursos de sobra para todos los habitantes del planeta, pero hay que cambiar radicalmente nuestra manera de hacer las cosas como especie. "No podemos seguir consumiendo como con-sume Occidente, ni podemos seguir apostando por tec-nologías proyectivas y energías extractivas que desan-gran la Tierra, ni por una concepción del mundo que sobrevalora las relaciones de poder e infravalora las de pertenencia". Llegados a este punto, Galán se hace una pregunta: "¿no sería más lógico preocuparnos por in-tentar entendernos lo mejor posible y transformar esa realidad?". Para los extincionistas, hace tiempo que esa pregunta tiene una respuesta clara. �

PaRa El VHmEt, laS tRES ERRES DEl EcoloGiSmo No SiRVEN PaRa El cambio QUE NEcESita El PlaNEta

ES tal El imPacto DE la actiViDaD HUmaNa QUE Ha coNStitUiDo PoR Si Solo UNa NUEVa ERa GEolóGica

El faSciSmo QUE jUEGa a camUflaRSE DE EcoloGiStaHay quien aprovecha las tesis del extincionismo para justificar sus postulados más fascistas. Son alternativas que nada tienen que ver con la voluntariedad de espíri-tu pacifista que defiende el VHEMT. El finlandés Pentti Linkola es uno de los más célebres y controvertidos. Su posición ideológica defiende la eugenesia y el asesina-to masivo como formas válidas para combatir la super-población y las amenazas al planeta causadas por el hombre, pero también un singular modelo de gobierno que garantice la pervivencia de los ecosistemas. En el en-fermizo mundo ideal imaginado por Linkola, la sociedad se regiría por una dictadura totalitaria gobernada por una élite de intelectuales y sustentada por una población con el nivel de vida del medievo. Un sistema ferozmen-te militarizado, de cara a combatir las sociedades no ecocentristas, y en el que el consumo estaría limitado exclusivamente a los recursos renovables. Su particu-lar esquema de valores, desarrollado en ensayos como Unelmat paremmasta maailmasta (Un mundo mejor), le llevó incluso a defender la Alemania nazi, lo que causó un gran revuelo en su país.