Explosión

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“Explosión” de Delmira Agustini El poema “Explosión” de Delmira Agustini es uno de los más célebres y pertenece a “El libro blanco (Frágil)”, primer poemario de la autora publicado en 1907 cuando sólo tenía 21 años. Se trata de un soneto: composición literaria que presenta 14 versos organizados en dos cuartetos y dos tercetos. La métrica establece versos endecasílabos (de once sílabas cada uno) y la rima es asonante y consonante cruzada en los cuartetos; en los tercetos es asonante en los dos primeros versos y consonante en los últimos. La estructura interna de todo soneto facilita el desarrollo del tema que se plantea en los cuartetos y llega a su desenlace en los tercetos. El yo lírico establece, en el primer verso, que si vivir equivale a amar, entonces la existencia es feliz o dichosa, y lo expresa con un signo de exclamación al final. Es así como desea más tiempo de vida para entregarse al amor y aparece otro signo de exclamación. En el mismo verso comienza una frase que se continúa en el otro por lo tanto hay un encabalgamiento. El yo lírico expresa lo que siente en el momento presente “Hoy siento”, el verbo conjugado deja en claro la primera persona gramatical desde la cual se emite el poema. El tercer verso también tiene un encabalgamiento que lo une al cuarto. Para el yo lírico “mil años de la idea” tienen menor importancia que “un minuto azul de sentimiento”: en los dos casos se presentan hipérboles, la primera es una exageración que aumenta el concepto, un tiempo infinito de usar la razón y

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Analisis del poema Explosión de Delmira Agustini.

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“Explosión” de Delmira Agustini

El poema “Explosión” de Delmira Agustini es uno de los más célebres y pertenece a “El libro blanco (Frágil)”, primer poemario de la autora publicado en 1907 cuando sólo tenía 21 años. Se trata de un soneto: composición literaria que presenta 14 versos organizados en dos cuartetos y dos tercetos. La métrica establece versos endecasílabos (de once sílabas cada uno) y la rima es asonante y consonante cruzada en los cuartetos; en los tercetos es asonante en los dos primeros versos y consonante en los últimos. La estructura interna de todo soneto facilita el desarrollo del tema que se plantea en los cuartetos y llega a su desenlace en los tercetos.

El yo lírico establece, en el primer verso, que si vivir equivale a amar, entonces la existencia es feliz o dichosa, y lo expresa con un signo de exclamación al final. Es así como desea más tiempo de vida para entregarse al amor y aparece otro signo de exclamación. En el mismo verso comienza una frase que se continúa en el otro por lo tanto hay un encabalgamiento. El yo lírico expresa lo que siente en el momento presente “Hoy siento”, el verbo conjugado deja en claro la primera persona gramatical desde la cual se emite el poema. El tercer verso también tiene un encabalgamiento que lo une al cuarto. Para el yo lírico “mil años de la idea” tienen menor importancia que “un minuto azul de sentimiento”: en los dos casos se presentan hipérboles, la primera es una exageración que aumenta el concepto, un tiempo infinito de usar la razón y el pensamiento como forma de percibir la realidad y vivir; la segunda hipérbole es en disminución, resulta imposible un sentimiento que dure sólo un minuto. Se quiere expresar que sentir es más relevante en este momento, que usar la razón o el entendimiento, por más breve o pequeño que ese sentimiento sea.

En la segunda estrofa, a tarvés de la metáfora del “corazón” se presenta el espíritu del yo lírico, su capacidad de sentir y amar. En un tiempo pasado la voz poética sufría por falta de amor, se encontraba en agonía: “moría triste y lento”. Se contrapone el pasado al tiempo presente ya que ahora “abre en luz”, esta imagen es metáfora de despertar y

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entregarse a la vida y al goce del amor, la luz es símbolo de vida y energía, de fuerza positiva. En el mismo verso se establece una comparación entre la metáfora ya mencionada y “una flor febea”, las flores son símbolo de belleza y juventud, de frescura, esta flor en particular lleva un adjetivo que la vincula con el dios griego Febo Apolo, divinidad de la luz y el sol. Por lo tanto, el corazón del yo lírico se dirige hacia el amor de la misma forma que una flor luminosa y brillante se abre a los rayos del sol. Los dos versos siguientes están encabalgados: la idea que comienza en uno, concluye en el siguiente, se termina la medida del verso (sus once sílabas) pero no la frase que se comienza a desarrollar. Se plantea otra comparación: “La vida brota como un mar violento”, el nexo comparativo es “como”, el elemento real es “la vida” que nace con fuerza e ímpetu, y la imagen de la comparación es “un mar violento” que se relaciona con la energía de la vida que nace. Así como se desata un mar en plena tempestad, esta nueva etapa de la voz poética se expresa en toda su intensidad. Y será en esta existencia colmada de emociones que “la mano del amor” llega para llamar y convocar al yo lírico a amar. Hay una personificación del amor ya que se le atribuyen características o acciones puramente humanas, como goplear llamando a alguien y tener una mano. Estos dos últimos versos del segundo cuarteto se encuentran entre signos de exclamación y dejan en claro que el tema del texto es la llegada del amor.

En el primer terceto los dos primeros versos se encuentran encabalgados y plantean que la melancolía que embargaba el alma de la voz poética se va, se aleja por la llegada del amor, parecería que este hubiera luchado con la melancolía para desterrala del corazón del yo lírico, ya que se va con las alas rotas. La noche y sus tinieblas son el contexto ideal para la retirada de la trsiteza y el desconsuelo. También en estos dos versos hay un hipérbaton, la sintaxis está alterada ya que las palabras no se ordenan correctamente. El tercer verso está encabalagado al primero del último terceto y sigue la idea de la partida de la melancolía que se transfora en “una vieja mancha de dolor”, que se deshace o desata en la oscuridad de la noche.

Los dos últimos versos del poema son paralelos en cuanto a su contenido y también presentan una anáfora, la repetición de la expresión “Mi vida toda”. En este momento existencial, el yo lírico siente que todo su ser está completo

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por la felicidad y el amor, de allí la enumeración de acciones que expresan alegría como “canta, besa, ríe” seguidas de un signo de exclamación. Y por último, la metáfora “boca en flor” alude a la belleza en plenitud y a la juventud que se disfruta con intensidad.