Eternos - ForuQ

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Eternos

Lighling Tucker

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Copyright © 2020 LIGHLING TUCKER1ªedición Junio 2020.

ISBNFotos portada: Shutterstock.

Diseño de portada: Tania-Lighling Tucker. Maquetación: Tania-Lighling Tucker.

Queda totalmente prohibido la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, y ya sea electrónico omecánico, alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la previa autorización y por escrito del propietario y titular del

Copyright.Todos los derechos reservados. Registrado en copyright y safecreative.

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A ti, esa pequeña fuente de energía inagotable, por enseñarme a querer. Algún día podrás leerestos libros, cuando seas muy muy muy mayor.

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Gracias a todos los que me dais esta nueva oportunidad. Gracias por

leerme y seguir ahí día tras día apoyándome. A los recién llegados:¡Bienvenidos!

Espero que disfrutes de la lectura.A todos los que amaron sin contemplaciones, sin miedos y sin pensar

en el qué dirán. A los que lo dejaron todo por seguir al corazón. El amorpuede ser complejo, duro y descelebrado, pero si estás seguro de amarlánzate sin miedo.

Si te equivocas siempre puedes volver a intentarlo. No importa a quiénsea, ama y disfruta y no solo a tu pareja también a tus amigos yfamiliares.

Porque amar siempre fue de valientes y el amor puede convertirse eneterno.

¿Amas?

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ÍNDICEKatariel de NislavaPrólogoCapítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Capítulo 15Capítulo 16Capítulo 17Capítulo 18Capítulo 19Capítulo 20Capítulo 21Capítulo 22Capítulo 23Capítulo 24Capítulo 25Capítulo 26Capítulo 27Capítulo 28Capítulo 29Capítulo 30Capítulo 31Capítulo 32Capítulo 33Capítulo 34Capítulo 35Capítulo 36Capítulo 37Capítulo 38

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Capítulo 39Capítulo 40Capítulo 41Capítulo 42Capítulo 43Capítulo 44Capítulo 45Capítulo 46Capítulo 47Capítulo 48Capítulo 49Capítulo 50Capítulo 51Capítulo 52Capítulo 53Capítulo 54Capítulo 55Capítulo 56Capítulo 57Capítulo 58Capítulo 59Epílogo

Tu opinión marca la diferenciaBúscameOTROS TÍTULOSOtros libros de la Autora: "No te enamores del Devorador”Otros títulos:BIOGRAFIA

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Katariel de Nislava Estamos en guerra.Dicen que años atrás todo este lugar era cálido y acogedor, pero ahora es frío y cruel.No soy nadie, salvo una mota de polvo en el lugar más sucio del mundo. Aún así te invito a

conocerme y, tal vez, puedas ver la belleza de las pequeñas cosas como hago yo.Sí, estamos en guerra, no obstante, no permitas que la oscuridad no te deje disfrutar de las vistas.Bienvenido.

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Prólogo

Érase una vez que se era un gran mundo distinto al tuyo. Un mundo formado por un único y grancontinente repartido en cinco reinos. Cada uno distinto al siguiente, con seres muy dispares comohabitantes.

Quiero que sepas que es un mundo mágico, capaz de cambiar a voluntad tanto en clima como encultivos.

El reino del norte: Kaharos. Reino repleto de ninfas, elfos y seres mágicos que solo tuimaginación es capaz de crear. Una ciudad pacífica y en armonía con la naturaleza donde la calmasuele reinar, aunque peligroso en su esencia.

El reino colindante: Draoid. La magia en este lugar es mucho más visceral y peligrosa, su genteestudia durante largos años antes de poder ser capaz de lanzar su primer hechizo. Peligrosos y conejércitos capaces de doblegar a cualquier enemigo.

Al sur el reino de Reiyar. Ciudad de grandes montañas y colinas, sus gentes aprendieron a extraerminerales y piedras preciosas vendiéndolas por una gran suma de dinero.

A su lado izquierdo, el reino de Diamon. Poco se sabe del reino en ruinas, se dice que susbosques están malditos como envenenados sus ríos. Tras la maldición de una bruja a la que se lenegó el trono fue totalmente deshabitado; incluso los animales huyeron despavoridos.

Y el último reino, en el centro: Nislava: antaño fue la ciudad más hermosa del universo. Lasmejores flores se cultivaban en él, había sido el centro turístico y la gente podía viajar durante díassolo para contemplar sus hermosos campos. El reino del sol se hacía llamar antes de caer endesgracia.

Pero la guerra estalló por culpa de su rey y el reino quedó sumido en un perpetuo invierno. Treintaaños hace ya de los primeros copos y sigue nevando como si no fuera a parar jamás.

La naturaleza castigó al rey y sus gentes ante la barbarie que crearon. Sus ejércitos saquearon,mataron y torturaron en un intento de adueñarse de todo. El castigo fue eterno, aunque eso no hizocambiar a su monarca solo consiguió hacerlo más oscuro.

Visualiza este mundo. Distinto al tuyo, no obstante, con cosas en común. Ellos conocen la

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electricidad, el agua y el gas, aunque con ciertas diferencias. No es un mundo antiguo, es moderno,con gente curiosa y ansiosa por descubrir más.

La guerra ha hecho que muchas vidas se pierdan en vano, odiándose entre los cinco son incapacesde dar con una solución.

Y es aquí donde empieza esta historia.Porque a veces una brisa alzando una mota de polvo puede hacer que todo cambie.Es posible.

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Capítulo 1

—Señorita Kata, debería apurarse si no desea llegar tarde.Las palabras de su doncella hicieron que saliera del baño a toda prisa con el peine todavía

enredado en sus cabellos. Ellos habían decidido que no iban a colaborar esa mañana y poco teníaque decir en su defensa.

Malorie, con signos evidentes de estar aguantando la risa, señaló hacia arriba como si tratara dehacerle entender algo.

—¿Piensa ir así?Kata cabeceó un poco ante la posibilidad de hacerlo, pero decidió cambiar de táctica y atacar al

problema de una forma mucho más sencilla.Giró sobre los talones entrando nuevamente en el baño. Allí registró un par de cajones con la

esperanza de encontrar lo que deseaba y, al hacerlo, emitió un pequeño suspiro.Decidida, y con unas tijeras entre los dedos, cortó el primer mechón de su melena pelirroja

dejando que cayera al suelo sin remedio. El sonido del peine le indicó que ya era libre.—Vale, ahora solo tenemos que igualar el resto —se dijo a sí misma decidida.Siguió cortando sin titubear ni un instante y no le resultó tan difícil como imaginó en un principio.

Hubo un momento en el que dejó que sus labios tararearan una canción mientras se desprendía de sularga cabellera. No la necesitaba.

De pronto un grito hizo que dejara caer las tijeras al suelo y diera un brinco al mismo tiempo quesu corazón parecía colapsar.

—¡¿Qué ha hecho?!Malorie la miraba desde la puerta con los ojos tan abiertos que creyó que iban a salírsele de las

cuencas.—Estoy cansada de batallar cada mañana, pierdo mucho tiempo cuidando un pelo que escondo

con recogidos interminables —se justificó.La doncella seguía petrificada sin dar crédito a lo que acababa de hacer. Kata, sin embargo, tomó

las tijeras de nuevo e igualó un par de mechones que le quedaban para sentirse satisfecha con el

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trabajo.Cuando miró al suelo no sintió pena. Aquella melena había sido una condena durante todos

aquellos años. Malorie cada noche la cepillaba sin cesar dando tirones innecesarios para dejarlasuave y brillante.

Ahora eso no era un problema.Se miró al espejo y sonrió al verse bien. Su cabello apenas colgaba bajo sus orejas y se sintió la

mujer más hermosa del reino; no importaba si el resto no podían verlo. Casi creyó que esa melenaera una pesada carga.

Comenzó a recoger aquel deshecho y consiguió que ocupase entre sus manos mucho más de lo quehubiera esperado en un principio. Era demasiado larga como para seguir cargando con ella.

—Su padre la matará —susurró Malorie con horror.Kata volvió la mirada al espejo.—No. Hace años que no se fija en mí —contestó sin rastro de pesar en sus palabras.El sonido de unos nudillos golpeando su puerta hizo que reaccionara al instante. Dejó sus cabellos

caer ante la imperiosa necesidad de salir corriendo y sorteó a su doncella a toda prisa.—Lo lamento, después lo recogeré —explicó sin mirar atrás.Interceptó el picaporte, abrió y cerró tras de sí a tanta velocidad que acabó impactando contra el

pecho del hombre que acababa de llamar. El olor a mar inundó sus fosas nasales reconociéndolo alinstante. Kata gimió lastimeramente antes de apartarse para mirarle.

Nixon era su mejor amigo, tal vez el único en todo aquel estúpido reino.Era un guerrero al servicio del rey y al que todos temían. Tenía la capacidad de atemorizar a

todos sus hombres solo con una mirada, algo que era totalmente inútil con ella. Lo conocíademasiado bien como para dejarse amedrentar por él.

Iba pulcramente vestido de negro, de los pies a la cabeza, toda la tela se apretaba a su cuerpoluciendo sus músculos; los mismos que tenían a las mujeres del reino suspirando sin cesar.

Ahora lucían casi el mismo peinado, él algo más corto y sus cabellos negros como la nochedistaban de los suyos. Su rostro, según decían las mujeres, era el más atractivo que los dioses habíanpodido esculpir. Ella solo veía un hombre de rasgos duros y cincelados para culminar en unos labiosfinos y rojos que escondían la mejor de las sonrisas.

—Vas tarde, otra vez —reprochó él.La joven se encogió de hombros fingiendo indiferencia a pesar de que temía las posibles

represalias de sus actos.—Tú también —acusó ella enarcando una ceja.Los ojos azules de Nixon la contemplaron de arriba abajo hasta detenerse más segundos de la

cuenta en su recién estrenado peinado. Frunció el ceño unos instantes, como si su cerebro hubieracolapsado en aquel instante, y la rodeó con un brazo posándolo sobre sus hombros. La aplastó contrasu pecho con fuerza poco antes de dejar caer la mano libre sobre su cabeza, acto seguido, la moviócon rapidez, despeinándola.

—¡Nixon! ¡No! ¡Para!—Vaya, pero si nuestra princesita ha perdido esa larguísima melena que todos los hombres del

reino adoran. ¿Serán ciertos los rumores y eres más hombre de lo que pensábamos?Ante las burlas de él usó una táctica sencilla para liberarse: lanzó su codo contra sus costillas y el

agarre desapareció.Kata se alejó unos pasos mientras trató de peinarse con los dedos, una tarea difícil ya que no

podía verse reflejada en ningún sitio y no podía saber el resultado.

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—Eres un estúpido.No lo dijo en serio y él lo sabía bien. En el transcurso de su amistad se habían dicho cientos de

barbaridades, a cada cual más pintoresca y eso no la había mellado lo más mínimo.—Muchas dirían lo contrario. Creo que has querido decir que soy el hombre de tus sueños.Kata fingió una arcada antes de regalarle un corte de mangas.—¡Eso no es gesto para una princesa! —se quejó Nixon.La joven se llevó las manos al pecho fingiendo sorpresa y, después, dolor como si sus palabras la

hubieran disparado en el centro de su corazón.—Bésame el culo mientras te adelanto hasta el despacho de mi padre —le retó.No esperó a que contestase, giró sobre sus talones y arrancó a correr sabiendo que él era mucho

más rápido que ella. Debía usar esa débil ventaja que acababa de robarle para tratar de ganar aquellacarrera.

Los pasos de Nixon tras de sí le provocaron una risa nerviosa, siempre lo conseguía. Tenerloatrás, a aquel hombre imponente, hacía que su adrenalina se disparase y su cuerpo se activase.

Corrieron por los pasillos del castillo, sortearon empleados y algún que otro animal que decidiócortarles el paso mientras las risas de ambos se entremezclaban creando una sola.

Kata mantuvo la ventaja hasta pocos metros antes de llegar al despacho del rey. Fue cuando secreyó victoriosa que Nixon la tomó de la muñeca y tiró de ella con cierta fuerza.

Ella gruñó enfadada por perder y peleó. Forcejeó dispuesta a ganarle de una vez, lo empujódejando que las palmas de sus manos hicieran fuerza sobre su pecho y salió disparada hacia la puertade espaldas.

No estaba cerrada, lo que provocó que el mayor de sus miedos se hiciera realidad. Al impactarcontra la madera cedió y notó, con horror, como la sensación de caída la abrazaba. Condesesperación trató de sujetarse a Nixon y él también intentó alcanzarla, no obstante, fue inútil y cayódemasiado sonoramente contra el suelo.

El golpe fue duro, cortándole la respiración en cuanto la espalda tocó el suelo. Asustada, girósobre sí misma y trató de levantarse, aunque fue demasiado rápido consiguiendo marearse mientrasluchaba contra su cuerpo.

—Señor, discúlpenos, ha tropezado por mi culpa. No vi por dónde caminaba y la empujé sinquerer —la excusó Nixon.

Kata se paralizó en el suelo, siendo incapaz de mover extremidad alguna durante unos angustiosossegundos. Levantó la cabeza y vio, con estupor, como todos los guerreros de su padre la miraban conmiedo.

Y supo lo que iba a pasarle.Tragó saliva antes de mirar hacia el escritorio de roble que tenía su padre. Tras él, su temible

figura se erigía con severidad.Era un hombre que rondaba los cincuenta años, aunque parecía tener diez menos. Sus cabellos

oscuros y sin rastro de canas le dotaban de una juventud que sabían que no era cierta.Sus pobladas y anchas cejas subieron y bajaron con desaprobación como si acabase de ver a una

cucaracha sobre su impoluta alfombra.Presa del miedo, la joven alcanzó a ponerse de rodillas mientras el rey se levantaba de su asiento

para caminar hacia ella.—Lo siento mucho, padre. Resbalé… —explicó titubeante.El rey no prestó atención a sus palabras. Se colocó ante su hija y la tomó por la barbilla de forma

dolorosa haciendo que ella luchara contra sí misma por no gritar.

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No se detuvo ahí, la levantó sin miramiento alguno y sin importar el dolor que le causó cuandotiró de su cuerpo desde el rostro. Cuando la tuvo en pie la miró de forma acusatoria y Kata recordóque no era nadie en aquel lugar.

Menos que nadie.—Te has cortado el pelo.Su voz severa provocó que temblase de los pies a la cabeza sabiendo bien que eso no le gustaba a

su padre.—Sí, señor…El primer bofetón llegó sin avisar, ladeando su cara con fuerza, pero sin liberarse del agarre

impasible que su padre seguía ejerciendo sobre su barbilla. Kata contuvo las ganas de pelear porquesabía que eso empeoraría las cosas.

Tragó aire y dejó que dos golpes más señalaran su rostro.—Señor, es culpa mía. Yo la empujé —dijo Nixon en un intento inútil de exculparla.El rey asintió.—Si es tu culpa tendrás el placer de contemplar lo que hago con los que me molestan —explicó.Kata gimió entonces sabiendo lo que ocurriría.La soltó para mirar a sus guerreros, ellos ya supieron lo que tenían que hacer. Con pesar, se

acercaron a ella y la tomaron de los brazos para sacarla de allí arrastrándola.La princesa miró al rey sabiendo que no había grito o llanto que pudiera provocarle sentimiento

alguno. Se resignó aceptando bien lo que iba a ocurrir y que no podía evitar.Dejó caer la mirada mientras la guiaron al patio trasero del castillo, justo ahí donde había ido

cientos de veces, donde él podría dañarla.

*** Nixon reprimió las ganas de gritar cuando se llevaron a Kata sin oponer resistencia. Todos sabían

lo que vendría después y no había forma de evitarlo. Lo mejor era superarlo para no volver a caer enel mismo error.

Siguió a su rey Negan cuando arrancó a andar.Al salir el frío les golpeó el rostro. La nieve superaba los cincuenta centímetros de altura a pesar

de que un equipo de limpieza se encargaba de rebajar el grosor de nieve para hacer habitable laciudad.

Llevaron a Kata al centro, donde una T de madera la esperaba. La regularon a su altura y le ataronlas muñecas a cada extremo y los tobillos en la base para evitar que pudiera escapar.

Ella no lo haría, la conocía bien, aunque su padre se empeñase en tratarla como si fuera unaextraña.

Uno de esos guerreros entró en el castillo para salir con una especie de mordaza que le colocó ala princesa en la boca. Ella la abrió de forma sumisa dejando que se la pusieran como tocaba.

La primera descarga eléctrica hizo que la joven se estremeciera, cerró los ojos intentandosoportar las que vendrían después. La segunda dio paso a la tercera, cada vez más intensas y largasprovocando que los gritos rompieran el aire.

Excepto al rey, a todos los presentes se les encogió el corazón, deseaban con todas sus fuerzasmirar hacia otro lado, pero no podían hacerlo o ella sufriría las consecuencias de la piedad.

Porque sí, todo era culpa de la princesa.Si sentían pena por ella ese motivo, significaba que era lo suficiente mala persona como para

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crear ese sentimiento. No valía nada y no debía hacer que los demás se compadeciesen de susituación.

—Cuando seas rey serás tú quien deba hacer esto —comentó Negan.Nixon asintió.—Su madre fue más fácil de doblegar, le bastaron un par de descargas para comprender cuál era

su sitio. Ella es trabajo duro, sin embargo, estoy convencido de que podrás.Kata gritó a pleno pulmón y luchó por liberarse cuando la séptima descarga pudo con su cuerpo.

Eran demasiadas como para soportarlo.Nixon quiso detener aquello, aunque supo que no podía. Únicamente se le permitía mirar.La octava duró casi diez segundos, lo que hizo que él apretase los puños con rabia mientras veía a

la princesa llorar y gritar al mismo tiempo. La novena no fue mejor y la décima casi parecióromperla en dos.

Negan rio cuando comprobó que el esfínter de su hija no pudo soportarlo más y el orín bajó porsus piernas hasta convertirse en un charco.

—¿Cuántas crees que merece?La pregunta le sorprendió, dudó unos segundos antes de debatir consigo mismo qué debía

contestar.—¿Señor? —preguntó.Negan alzó una mano deteniendo la tortura lo justo como para mirarlo a los ojos esperando una

respuesta.—Quizás sea suficiente. La princesa Kata debe estar viva el día de la boda para poder

proclamarme rey.Nixon sintió asco de sí mismo al pronunciar esas palabras. Jugaba en el terrero del rey y todos

sabían bien que su hija seguía con vida solo porque todos sabían que lo era. Se convirtió en un trofeoal que regalar cuando encontrase heredero al trono.

El rey sonrió satisfecho.—Buena respuesta. Soltadla.Los soldados soltaron los tobillos de la princesa antes que las muñecas, aunque el resultado fue el

mismo. Con dolor y bajo la atenta mirada del rey, tuvieron que dejarla caer duramente contra elsuelo.

La volvieron a coger y la arrastraron camino al interior del castillo. Cuando pasaron por su ladoél no pudo evitar mirarla. La pobre muchacha apenas se mantenía consciente después de todo.

—Si tanto te gusta mirarla pídeles que la dejen ahí —propuso el rey.Él se estremeció cuando supo que acababa de cometer un gran error. Tragó saliva antes de pedirle

a los soldados que hicieran justo lo que su monarca acababa de pedir y lo hicieron sin pestañear.La nieve estaba demasiado fría.—¿Sabes? Creo que no solo hay que doblegar a Katariel. Tal vez su futuro esposo necesite una

lección…Nixon se quedó paralizado al sentir sus palabras sabiendo que su destino estaba marcado. Sus

compañeros lo rodearon sabiendo bien lo que debían hacer y él decidió alzar las manos en señal derendición antes de arrancar a andar hacia la T que lo esperaba.

Sin mediar palabra dejó que lo ataran a aquella máquina de tortura.—¿Algo que decir? —preguntó el rey con una sonrisa.—Siento mi error.La primera descarga hizo que la sonrisa se expandiera casi de oreja a oreja.

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—Un rey nunca pide perdón —sentenció Negan.Giró sobre sus talones y caminó hacia el interior del castillo.—Seis más y dejadlo en el patio. Un día al raso hará que ambos sepan dónde está su lugar.Las órdenes fueron claras y pobre del que no hiciera caso al rey, correría la misma suerte o peor.

Estaba convencido de que cualquier otro moriría sin contemplaciones, no obstante, a ellos dos solopodía torturarlos.

Nixon cerró los ojos y soportó lo que cayó sobre él.¿Qué otra cosa podía hacer?

*** La nieve estaba demasiado fría, pero Kata estaba tan paralizaba que no podía moverse y huir del

hielo que quemaba su piel.Los brazos de Nixon la envolvieron en un intento de proporcionarle calor para que ninguno de los

dos muriera de hipotermia. Llevaban tantas horas allí que habían perdido la noción del tiempo, sinembargo, el sol ya había abandonado el firmamento lo que significaba que llevaban más de diezhoras.

—He sido una estúpida… —susurró lamentándose por lo que sus actos habían provocado.Él temblaba más que ella y se apretó en su pecho intentando hacerle sentir mejor.—Yo nunca te haré eso cuando sea rey —sentenció castañeando los dientes.Lo sabía, Nixon no era su padre. Confiaba en él más que en cualquier otra persona en el mundo y

sabía que las cosas malas que le habían ocurrido no las había provocado buscando su dolor.El rey la odiaba, a decir verdad, odiaba a todo el mundo y no se podía luchar contra eso.—Se me olvidó decirte algo —comentó Nixon.Ella escuchó la puerta del patio abrirse y temió por ver el rostro de su padre.—Me gusta tu pelo corto, estás guapa.Kata sonrió y llevó los dedos de una mano sobre sus labios para instarlo a callar. No podían

seguir hablando si el rey Negan estaba allí.—Santo cielo, que los dioses lo castiguen algún día.La voz de su doncella Malorie hizo que todas sus defensas cayeran y las lágrimas mancharan su

rostro. Su presencia significaba que el rey daba por finalizado el castigo y podían volver al interior.Por fin había acabado todo.Esta vez.

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Capítulo 2

Kata había perdido la noción del tiempo en aquella habitación. Llevaba encerrada lo que ellapensaba que era una semana, pero las horas comenzaban a ser todas iguales y ahí, privada de luz, nopodía ver los ciclos lunares.

¿Cómo había llegado allí?Se envolvió con la manta que Nixon había conseguido colar antes de tratar de recordar qué acto

tan malo había hecho en su vida para revivir aquella tortura año tras año.La fecha de su nacimiento marcaba una de los peores días de todo el calendario. Por decreto de su

monarca, todo el mundo estaba de luto ese día. Los comercios debían permanecer cerrados y todaclase de vida social quedaba terminantemente prohibida.

Y a ella la encerraban unos días en ese estúpido cuarto que había ordenado hacer desde quecumplió catorce años.

Ahora, con poco más de treinta sobre sus hombros, comenzaban a pesar los años y los castigosque no comprendía.

Negan, su padre y castigador, hizo aquella especie de cuarto o armario a conciencia. Era un lugarpequeño, oscuro, de no más de metro veinte de ancho y dos de largo. Las paredes eran de piedra,dura, la misma que había arañado los primeros años buscando huir.

Lo había dotado de todo “lujo” de detalles, un retrete donde poder hacer sus necesidades y unacomodísima almohada para que pudiera conciliar el sueño las noches que él creyera convenientetenerla allí.

Kata, en su infinita soledad, no podía evitar echar la vista atrás año a año para recordar laprimera vez que la trajo allí. Hasta aquel día su padre era una figura retórica porque había sidocriada por el personal que tenía contratado.

Inocentemente creyó que venía a felicitarla, no obstante, la agarró de la muñeca y, sin mediarpalabra, la arrastró hasta allí.

Gritó, lo hizo durante horas y días en un intento absurdo de comprender el delito tan terrible quehabía cometido. Luchó por escaparse y eso solo hizo que añadiera días a su eterna agonía. Al final,los días dejaron de ser días, rindiéndose al cansancio y a la pena que provocaron que cayera

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enferma.Malorie siempre explicaba que estuvo con fiebres altas y delirios cerca de un mes. Uno en el que

su padre no se preocupó por ella salvo cuando el médico certificó que estaba a punto de morir.Eso lo desesperó.Trajo a los mejores médicos del reino exigiéndoles salvar la vida de su hija. Por desgracia lo

hicieron.Los años siguientes no mejoraron la perspectiva, pasar encerrada el día de su cumpleaños no

debía ser lo que todas las niñas de su edad hacían. No se atrevió a preguntar los motivos por miedo aser recluida de nuevo.

Él no volvió a hacerlo de esa forma tan brusca. Días antes se cercioraba de ir a hablar con ella ynotificarle lo que iba a ocurrir, como si eso mitigase el dolor, la rabia y el terror que pasaba.

No volvió a pelear. Era casi el único día que su padre le dirigía unas pocas palabras y lasaceptaba como si de un sermón se tratase.

“—Recuerda bien: eres mi hija y eso significa que debo hacerte fuerte ante cualquiersituación. Esto es de lo más suave que vivirás a partir de hoy —sentenció Negan.

Kata asintió con cierto pesar.Eso fue cierto, porque los castigos empezaron. Primero fue por un vaso que se precipitó contra

el suelo, después por suspender una asignatura en el colegio y otras veces solo por respirar.Eso la fortalecía, decía.—Sabes porqué hago esto, ¿verdad, Katariel? —preguntó.La joven, sin levantar la vista del suelo, asintió.—Dímelo —ordenó el Rey.—Porque tengo tu sangre y no puedo ser débil como mi madre.Percibió cómo asentía orgulloso y se lo imaginó sonriendo al escuchar esas palabras que se

había preocupado de calar en su mente a golpe de cinturón.—¿Qué más?Kata tragó saliva segundos antes de levantar el mentón para mirarlo a los ojos.—Ella nos abandonó de la forma más ruin y debo repudiar la sangre que me quede en las venas

de su procedencia. Soy Katariel de Nislava y debo estar a la altura de mi nacimiento.Negan sonrió como una serpiente, era tan viperino que podía ver la maldad en aquellos ojos

oscuros como la noche.—Tu madre se suicidó a las pocas horas de tenerte y yo limpiaré el mal que queda en ti.Kata asintió.—Sí, señor…”El eco de sus recuerdos rebotó unos segundos en aquellas cuatro paredes desprovistas de

recovecos. Casi fue como si aquellas palabras fueran una canción de cuna que la advertía de lo queera.

La hija de una mujer que no pudo soportar a Negan y, aunque pudiera parecer sorprendente, lacomprendía.

Cuando cumplió veinte años nadie vino a buscarla, así pues, se dirigió a su habitáculo a la esperade que la encerrase. En lugar de eso, se encontró a su padre vociferando por todo el castillobuscándola. Al encontrarla tiró de ella sin explicar nada, como era de costumbre.

La llevó a su despacho, no sin antes advertirle lo refinada que había sido su educación y queesperaba haber dado los golpes suficientes como para que recordase el protocolo adecuado.

“Kata entró en el despacho temblando como una hoja siendo incapaz de imaginar qué nueva

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tortura habría ideado.Se topó con tres personas perfectamente sentadas a la espera de su Rey. Al verlos entrar se

levantaron e inclinaron como marcaba el protocolo.Eran un matrimonio, de una edad similar a la de su padre, y el que parecía ser su hijo. Él se

llevó toda su atención como si el resto se acabase de desvanecer en el aire por arte de magia.Kata, tratando de contener los latidos asustados de su corazón, alcanzó a recordar que debía

caminar hasta colocarse en el lado izquierdo de su padre. Lo hizo en el momento justo en el que sesentó en su gran silla y les separaba una mesa de sus invitados.

Tras unas justas presentaciones en las que comprendió que eran grandes benefactores de lacorona y que sus donaciones sustentaban la guerra que tenía abierta con el resto de los reinos, lepresentaron al muchacho.

—Este es Nixon, mi alteza. —presentó su madre orgullosa como quien exhibe un coche reciéncomprado. Le acariciaba la nuca de forma que le hizo pensar en un perro—. Tendrá un par deaños más que usted.

Explicó sus atributos y la meticulosa educación a la que había sido sometido. Eso provocó quese lo imaginara como una pertenencia la cual vender al mejor postor, en este caso al Rey.

—Se someterá a un curso militar para pasar a ser guardián de confianza. Si quiere ser reydeberá cuidarme bien —explicó Negan.

Ella luchó para esconder su sorpresa cuando él se giró hacia ella tan sonriente que no creyóque fuera posible. Aquel hombre estaba desprovisto de emoción alguna, pero ese día se anunciabaglorioso.

—Katariel. Nixon será, el día de mi muerte, mi sucesor al trono. Será tu deber complacer alpróximo monarca y proveerlo de la felicidad que crean las buenas esposas.

Porque ese era su lugar en el mundo. No era una persona a la que amar o apreciar, era unsímbolo absurdo de una corona. El Rey no podía nombrar a otro que no tuviera parentescosanguíneo.

Nadie heredaba la corona salvo ella, no obstante, él prefería convertirla en un símbolo derealeza y cederla a un hombre que disfrutase de su derecho de nacimiento.

Pasada la sorpresa inicial, Kata miró a Nixon con rostro desencajado. Rápidamente serecompuso y sonrió como si fuera la mejor de las noticias antes de inclinarse ante el joven.

—Será un placer cuidar de usted el resto de mi larga vida, solo deseo estar a la altura de lasexpectativas.

Nixon la miró a los ojos con tanta lástima que se vieron por primera vez.—El placer es todo mío, su alteza —contestó.Él no estaba allí por voluntad propia. Desde su nacimiento lo habían instruido para

impresionar a Negan y pretenderla como esposa. Aquel hombre había vivido su propio infierno.Y las almas condenadas siempre se reconocían con una simple mirada.Nixon estaba tan atrapado como Kata.”Alguien golpeó la puerta con los nudillos un par de veces. El toque fue suave y firme a la vez,

intentando llamar su atención, aunque no la del resto del castillo.—¿Kata? ¿Estás despierta?Ella sonrió al reconocer la voz.—Nixon… —susurró.Cambió de postura, se aproximó a la puerta todo lo que pudo y se sentó con las manos sobre el

frío acero como si buscara el contacto de otro ser humano. La única persona en el mundo que la

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comprendía estaba al otro lado de la puerta.—No voy a poder entrarlo, pero te he traído la cena con una vela.Ya era el día de su cumpleaños, aquella vez la había encerrado mucho antes, como si el recuerdo

del día que vino al mundo atormentase al Rey como la peor de sus pesadillas.—Pide un deseo y yo soplaré por ti —pidió el joven.Kata puso la oreja en la puerta para escucharlo mejor. Nixon susurraba para no ser descubierto, lo

que entorpecía poder oírlo con claridad.—¿Lo has hecho? —preguntó para cerciorarse.Ella susurró de forma afirmativa, sintió temor a que alguien pudiera escucharla y no pudo más que

dejar escapar un delicado hilo de voz.—De acuerdo, ahora cierra los ojos y sopla conmigo —pidió Nixon.Kata lo hizo imaginándose una gran tarta de chocolate cubierta con treinta velas a las que soplar,

rodeada de gente que podía ser su amiga. El salón principal estaría lleno de comida, bebida y gentesde todo tipo celebrando su día.

—Una, dos, tres…Ambos soplaron, cada uno en un extremo de la puerta como si el aliento de ambos pudiera apagar

esa vela.No esperaba que su deseo se cumpliese, ser libre no entraba en los planes del rey.—Feliz cumpleaños, Kata.No pudo contestar, solo acurrucarse más sobre la puerta en un intento desesperado de sentir

contacto.La rendija del suelo se abrió dejando entrar una bandeja de acero con algo de pasta con tomate,

pan y agua.Nixon acompañó su comida unos centímetros más de lo permitido dejando que ella pudiera

tocarlo. Tragó saliva antes de armarse de valor, sabía que si aquello llegaba a oídos de su padre elcastigo iba a ser terrible, pero no pudo negarse, lo necesitaba más que respirar.

El contacto fue suave, con el dedo índice y el corazón acarició sobre las falanges de aquelhombre. Volvió a cerrar los ojos al mismo tiempo que eso la reconfortaba mucho más que cualquierdeseo.

—Algún día todo esto pasará, te lo prometo —aseguró Nixon.Ella no pudo estar de acuerdo porque no creía en cuentos de hadas, su vida no tenía final feliz.

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Capítulo 3

—¡No voy a permitirlo de ninguna manera! —exclamó Kata levantando la voz de tal forma queMalorie se removió en su asiento.

Supo que no debía llamar la atención porque si su padre se enfadaba con ella volvería acastigarla. No era una novedad, pero llevaba una buena racha y no deseaba romperla por su propiaestupidez.

—No puedo negarme —se justificó un Nixon más que mortificado.Estaba sentado en el suelo con las manos extendidas casi pidiendo clemencia, pero no era

suficiente para Kata.Aquella mañana soleada era portadora de malas noticias. El Rey Negan hacía treinta años declaró

la guerra al resto de reinos, los mismos que no dudaron en no doblegarse y presentar batalla.Todos creyeron que, tras unos años de duro asedio, el rey de Nislava se rendiría, no obstante,

nada más lejos de la realidad. Así seguían, con la certeza de que sus enemigos caerían bajo elmandato del hombre más cruel de la tierra.

Nislava era el reino más grande, pero eso solo era a causa de hierro y sangre, las fronteras habíancrecido ganando batallas y su plan era seguir conquistando hasta reducir a cenizas el resto de países.

Al parecer, Draoid había conseguido avanzar y en una noche había arrasado todo un asentamientoNislavo. La sangre derramada debía pagarse, a lo que el rey respondía con su feroz ejército.

Kata cerró los ojos, era incapaz de comprender los motivos por los cuales quería que fueranliderados por Nixon.

—No tengo opción. Tu padre quiere que le demuestre que soy capaz de ganar batallas paraganarme el puesto.

Tenía sentido y no esperaba menos de su padre. Nadie podía ganarse ese puesto sin demostrar serdigno. Eso no quitaba que el temor a perderlo la bloquease de los pies a la cabeza.

Kata asintió aceptando que no tenían opción alguna. No había nada que hacer ante el decreto de supadre.

—Tranquila, estaré de vuelta pronto.La promesa de Nixon caló hondo en su corazón y rezó para que se cumpliera. Iban a ser días

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largos de espera, incluso semanas sin saber nada concreto del campo de batalla.Se levantó reprimiendo las ganas de llorar y caminó hacia la ventana. Fuera nevaba, como llevaba

haciendo los últimos treinta años. Los mayores siempre explicaban historias de una Nislavadiferente, una verde y con tanta vegetación por doquier que era imposible de creer.

Y todo residía en el rey Negan.El resto de reinos lo castigaron condenando su reino a una helada perpetua mermando la vida. Los

animales habían huido despavoridos por el frío y por la falta de alimentos. No existían los campos decultivo, solo invernaderos que producían alimentos casi insípidos.

—Te veo preocupada, princesa. ¿No me ves capaz de volver?La pregunta de Nixon la sacó de su ensimismamiento, trayéndola de vuelta al mundo real; uno que

amenazaba con quitarle una de las pocas personas que cuidaba de ella.Él se había sentado en el alféizar de la ventana por donde ella había estado mirando. A su lado

quedó un hueco que llenó dejándose caer con hastío. No contestó inmediatamente, solo lo miró a losojos.

Era un gran hombre y había sido entrenado por los mejores. Sabía de lo que era capaz, perotambién sabía que eso no era suficiente. No peleaban con seres iguales a ellos, las armas de fuego noiban a salvarlo de la magia de los guerreros de Draoid.

La formación militar que habían recibido era de las mejores, no obstante, eran simples humanosante un ejército de magos y eso la hacía temer por su vida.

—Claro que sí, creo en ti —contestó esperanzada.Ambos sabían los peligros de enfrentarse al reino vecino. Históricamente, Nislava solía ganar la

gran mayoría de enfrentamientos, solo esperó que esa batalla no fuera de las pocas que perdieran.—¿Cuándo te vas? —preguntó Kata con un hilo de voz, casi sin querer molestar al aire con la

pregunta.Nixon tomó las manos de la princesa y se las llevó sobre sus rodillas con pesar, lo que le indicó

que el viaje era inminente.—¿Mañana? —preguntó ella con un nudo en la garganta.Él, para su desgracia, asintió haciendo que aquello fuera más aterrador.La princesa tragó saliva siendo consciente de que él la miraba como si esperase una reacción

visceral por su parte. Quedaban apenas unas horas para verlo partir y volverse loca no era lasolución.

Cerró los ojos unos segundos interiorizando la noticia, si mantenía la esperanza tal vez regresasea su lado.

Al final, cuando fue demasiado para soportarlo, soltó sus manos, giró sobre sí misma y dejó quesu espalda se apoyara en el pecho de Nixon, el cual la recibió con los brazos abiertos.

Con lentitud, juntaron sus manos y las entrelazaron al mismo tiempo que miraban la terribletormenta de nieve que no parecía tener intención de parar.

Kata respiró profundamente buscando la forma de no pensar en todo aquello, no obstante, no loconsiguió. Se aferró a él con la esperanza de aquel momento pudiera durar toda la vida.

—Voy a volver —prometió Nixon.La princesa solo cerró los ojos y se impregnó de su aroma, para recordarlo en todos esos días en

los que no lo vería.

***

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No había llegado el alba cuando Kata se despertó. Saltó de la cama como si esta se hubieraenvuelto en llamas y corrió a vestirse, no se fijó si la ropa estaba del revés y tampoco le importó.

Nixon se había marchado poco después de media noche. Ella había estado dispuesta a suplicarque se quedase a su lado, pero no lo hizo por intentar hacerle más soportable la despedida.

Abrió la puerta de su habitación topando directamente con Malorie, la cual llegaba a despertarla.—¡Señorita! —exclamó sorprendida.A Katariel no le importó, salió disparada pasillo abajo para salir a despedirse de los guerreros

que se iban a marchar aquel día. Cientos de hombres y mujeres saldrían a enfrentarse a la muertesabiendo bien que no todos volverían.

Descendió las escaleras a toda velocidad, casi saltándolos de cuatro en cuatro sin tener en cuentael riesgo que podía conllevarle.

La princesa se detuvo en seco cuando entró en el vestíbulo del palacio, no fue por llegar a la metasino por reconocer la figura que había de espaldas a ella. La frenada fue tan brusca que cayó al suelode culo.

Ante el estruendo no pudo pasar desapercibida. El rey Negan giró sobre sus talones para mirar asu hija con la desaprobación de siempre. No estaba a la altura y apareciendo así tampoco ganabapuntos.

—Me sorprende que llegues antes de la hora, sin embargo, las formas dejan que desear. Después,cuando se hayan marchado los soldados, trataremos ese tema.

La nuca de Kata se erizó, sabiendo bien lo que eso significaba. El castigo iba a ser terrible.Se levantó como pudo y se estiró la ropa como si quitar las arrugas de la vestimenta provocase

que él la viera mejor. Eso no iba a pasar jamás, aquel hombre la tenía sentenciada de por vida, loque provocaba que no existiera forma humana posible para hacerle cambiar de opinión.

—Espero que no montes una escena como viuda afligida, deja que ese papel lo haga su madre.Lleva telefoneándome los últimos tres días intentando hacerme cambiar de opinión.

La joven no tuvo claro porqué le explicaba todo aquello, pero no pensaba preguntar. Suficientetenía que soportar en los próximos minutos como para lidiar con aquel ataque de verborrea que no leinteresaba.

—¿Tengo permiso para hablar con Nixon? —preguntó Kata segundos antes de ver como abría lapuerta para dirigirse a sus masas.

El Rey comenzó a caminar seguido de su fiel hija, la cual temblaba como una hoja. No fue por elfrío, sino por el gran ejército reunido en los jardines del palacio de hielo.

Aquellos hombres y mujeres estaban dispuestos a morir por su rey y por la causa; tampoco es quetuvieran opción alguna. Creían estar en posesión de la verdad absoluta al creer que el resto de reinosdebía rendirse a su único Rey y él sería lo más piadoso posible.

Un «spoiler»: Negan no conocía el significado de la compasión.El resto de personas del mundo se evaporaron justo en el instante en el que los ojos de la princesa

vieron al orgulloso coronel del ejército. Se emocionó casi sin poder controlarlo y tuvo que haceracopio de toda su fuerza de voluntad para no derramar ni una sola lágrima.

Nixon estaba imponente. Vestido con los colores del reino, rojo y naranja, con el escudo deNislava pintado en el centro del pecho: una corona sobre la forma del reino mostrando locomprometidos que estaban a su rey.

Todo giraba a su alrededor.Kata, de soslayo, pudo ver a una desconsolada madre de Nixon abrazada a su marido. Nadie

podía convencer al Rey de cambiar de opinión y había llegado el día en el que, su hijo, debía mostrar

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su valía o morir en el campo de batalla.Negan avanzó hasta el micrófono colocado a pocos metros de Nixon y sus valientes guerreros.

Estaba a punto de decir unas palabras, unas que, la princesa, no quiso escuchar.Se mordió el moflete por dentro buscando sentir dolor y, al no despertar, comprobó que la

pesadilla se había hecho realidad.—Hoy es un día glorioso. Hoy, mi futuro yerno, Nixon, parte al frente para traer consigo su

primera victoria y la cabeza del enemigo. No hay lugar para el miedo porque nuestro reino no sabede su existencia.

»Vais a demostrarles lo equivocados que están al retarnos y caerán bajo mis pies. Ellos pagaráncon sangre cada muerte, provocación y ataque sufridos estos años. El fin del invierno está cerca.

La ciudad rugió alabando a su Rey y señor, supo que en realidad no importaba lo que dijeraporque inspiraba tanto temor que podían aplaudir cualquier cosa que saliera de sus labios.

De lo contrario los asesinarían públicamente. Los castigos, humillaciones y asesinatos eran eldeporte favorito de su padre y su atención no iba destinada exclusivamente a su hija «non grata».Tenía maldad en su corazón para todos.

—Id con mi bendición —sentenció Negan.Pocas palabras para un Rey que enviaba a la muerte a sus fieles, no obstante, sabía bien que ni el

mejor de los discursos hubiera hecho más llevadero aquel día.El Rey dio por acabado su emotivo momento dando por terminadas las palabras que pudiera

decirles a sus guerreros. Fue justo en ese momento en el que se dio cuenta de que muchos de ellostemblaban presos del terror.

Kata se compadeció, en silencio, permaneciendo impasible al lado de su padre.Inocentemente buscó su mirada cuando este se giró para regresar al interior de su palacio. Solo

deseaba una cosa, una que no le concedió. Negó como solo él sabía hacer arrancándole toda la vidade su pecho y obligándola a contemplar a Nixon con una mirada desconsolada.

No quería volver a esa cárcel de marfil sin poder abrazarlo. Había sido estúpida al pensar queaquel hombre pudiera tener un poco de corazón y la dejase decir adiós.

Nixon y Katariel se contemplaron en completo silencio y ante la mirada de todo un reino quelloraba la partida de sus seres queridos. Fueron un par de segundos, pero los suficientes como parahablar sin palabras todo lo que sentían el uno por el otro.

No podía morir.Nixon debía regresar con vida.

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Capítulo 4

Los últimos seis días habían sido una tortura y, sorprendentemente, no de una forma física opsicológica por parte de su padre. Lo curioso era que cada minuto sin saber de Nixon era como unpuñal en la espalda clavándose sin piedad.

Había vislumbrado en su mente cientos de finales posibles y la noche no ayudaba a sentirse mejor.Las pesadillas la perseguían noche tras noche, desde el momento en el que cerraba los ojos.

Y así despertó, envuelta en su propio sudor impregnado en las sábanas y el corazón a punto desalírsele del pecho.

Los gritos resonaban en su cabeza, de cientos de personas e imágenes que se alternaban en sumente una detrás de otra a una velocidad apabullante. En sueños veía rostros que jamás antes habíacontemplado, voces que vociferaban sin haberlas escuchado jamás acompañada de la sensación dehaber estado allí.

Necesitó unos segundos antes de poder acostumbrarse a la poca luz que había en la habitación.Giró sobre sí misma y atravesó la almohada de tal forma que pudo apoyar la cabeza y abrazarla conla pierna a la vez.

Pronto los rayos de sol lucharían por entrar entre las rendijas de la ventana. Según los cuentos,antaño, los pájaros habían sobrevolado el reino. Ahora era el silencio abrumador el que losdespertaba día tras día.

Solo esperó que no nevara durante más de dos días seguidos, lo cuál era una gran novedad. Estabacansada de los copos, del frío y de las veces que había tenido que usar la pala para despejar elcamino de entrada al palacio.

Curiosamente, la idea de reinar le llenó la mente. A pesar de todas las torturas y castigos, llegaríael día en el que Negan moriría. Katariel y Nixon gobernarían aquel lugar, si es que eran capaces desobrevivir a su padre.

Lo primero que deseaba cambiar era la guerra que les hacía pasar dolor, miedo y hambre.Después buscaría ayuda mágica para hacer retroceder el invierno perpetuo y buscaría la forma enque aquel lugar volviera a ser cálido como años atrás.

Aunque, lo que más quería hacer, era visitar la playa. En su cabeza la había visto cientos de veces

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como si de una película se tratase, no obstante, en la vida real jamás se lo habían permitido.«Tal vez Nixon quisiera acompañarme». Pensó.Las ideas volaron. Ellos serían matrimonio y su deber era tener descendencia, lo que implicaba

tener sexo, algo que la enrojeció.Kata rodó hacia el lado contrario en el que estaba colocada como si la almohada sintiera

vergüenza de sus pensamientos. No era virgen, aunque tampoco era la más alocada del reino.Estaban siendo obligados a casarse, estar juntos y amarse el resto de sus vidas, pero el cariño no

llegó de golpe. Antes pasaron años compitiendo el uno contra el otro, tratando de superarse paraacabar dándose cuenta de que estaban en el mismo barco y estaban a punto de hundirlo.

El jugar en el mismo equipo les dio ventaja, pronto descubrieron que se complementaban losuficiente como para hacer soportable la convivencia.

Pasado unos pocos minutos no pudo soportar seguir tumbada. Salió de la cama derecha a la duchaesperando poder despejarse y sentirse mejor. Las voces de la guerra que se imaginaba amenazabancon volverla loca.

—¿Señorita Katariel?La voz de su doncella la hizo sonreír. Apenas se había desvestido y el grifo seguía cerrado cuando

la escuchó.—En el baño —contestó.La escuchó subir las persianas antes de entrar en la estancia donde se encontraba. Kata ya había

entrado en la ducha y su piel recibió las primeras gotas calientes del grifo.—Buenos días, señorita —saludó Malorie.Ella contestó sin muchas ganas, aquella mañana las reglas sociales no le interesaban lo suficiente.

Únicamente buscaba consuelo para sí misma y para el terrible agobio que sentía.—Su padre la espera en media hora en su despacho. Ha sido muy claro en su orden.Por supuesto. Días atrás había sido claro en su objetivo, iba a proporcionarle un nuevo

entrenamiento militar.—¿De qué sirve saber pelear si nunca me lleva al frente? Al menos allí podría ser útil —se quejó

furiosa por no poder estar junto a Nixon.No lo vio venir ya que nunca se esperó una reacción así por parte de su doncella. Ella, la gentil y

amable, Malorie, le dio una sonora colleja que hizo que Kata se encogiera a causa de la sorpresa.—¡No diga eso! —La reprendió visiblemente molesta—. Los príncipes no pueden ir a la guerra,

son el futuro del reino. Hasta su padre sabe eso.Katariel quiso rebatirla, pero no encontró palabras suficientes. Así pues, después de aclararse el

jabón, salió y se envolvió en el albornoz.Lo hizo de forma rápida, sin reparar en el reflejo en el espejo de la mujer que era. Tenía el cuerpo

tan lleno de cicatrices que siempre rehusaba mirarse para no recordar todo lo vivido.—La entrena por si algún día toman el palacio. Debe ser fuerte.Malorie dijo eso mientras ella se sentaba en el borde de la bañera dejando que, la doncella, le

secara el cabello.—¿Ella lo fue? —preguntó Kata.Ambas sabían a quién se refería. A la misma mujer a la que había servido mucho antes de su

nacimiento: a su madre. Todo el reino tenía prohibido hablar de la mujer que había enfurecido al rey.Conocía detalles de la que había sido su progenitora, no obstante, no tenía ni una imagen de ella.

A veces, la curiosidad era mucho más grande que la razón.—Su madre era una gran mujer. Yo era muy joven cuando empecé a servirla y tuvo mucha

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paciencia conmigo. Era gentil, cálida y generosa, aunque…La doncella calló como si los recuerdos fueran más fuertes que la realidad.Kata, se giró hacia ella en busca de un poco de verdad. Nadie hablaba de aquella mujer y

necesitaba saber algo más. Sabía que había sido una traidora a su reino, que el suicidio la habíacondenado a vivir sola, pero a veces sentía curiosidad por aquella extraña.

—Su sonrisa se apagó con los años hasta convertirse en un fantasma de lo que fue.La princesa lo comprendió y no la culpó, de alguna forma supo que su padre tuvo que ver en todo

aquello. Convivir con él no era algo sencillo, lo que sus cicatrices hablaban por sí solas.—Ella no era de este reino, ¿verdad? —preguntó queriendo saber un poco más.Malorie suspiró.—No. Al igual que usted, Negan concertó el matrimonio con la hija de uno de los mayores reinos,

creyendo así que gobernaría en los dos. La boda fue por todo lo alto, nunca antes vi Nislava tan llenade vida. Gente de todo el mundo asistió a la celebración.

Se tomó un par de segundos para proseguir.»Poco después descubrió que, a pesar de casarse y tener un aliado fuerte, no pensaban ceder a ser

reinados por él. Las fricciones hicieron que todo se fuera tensando hasta poco después de sunacimiento y fallecimiento de su madre. Ahí la guerra comenzó.

Katariel se estremeció. La información encontrada en la biblioteca era difusa y poco clara sobretodo aquello. Era mucho mayor de lo que contaban, como si hubieran maquillado la historia pormiedo al Rey Negan.

—¿De dónde era mi madre?No sabía su nombre, nadie lo pronunciaba como si fuera un pecado terrible.—Del mismo reino al que hoy Nixon se enfrenta. No es azar que lo haya enviado a un

contraataque con Draoid. Quiere que le muestre que es capaz de matar a las personas que una vez seatrevieron a desafiarle.

Malorie le dio un golpecito en el hombro instándola a levantarse e ir a vestirse. Estaba claro queaquella conversación acababa de finalizar y no pensaba seguir insistiendo. Su doncella se entristecíacon aquel tema.

—Vístase rápido o llegará tarde a la reunión con su padre. No le de motivos… —No fue capaz deacabar.

Kata lo hizo por ella.—Para castigarme. Sí, lo sé.Se vistió a toda prisa y se peinó lo mejor posible para estar ante él con su mejor cara. Antes de

salir de la habitación tragó saliva y se tomó unos segundos para respirar profundamente.«Permíteme no meter la pata para que no me…». Pensó sin ser capaz de terminar, esta vez era ella

misma la que no podía.

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Capítulo 5

Katariel estaba camino al despacho de su padre cuando Carisa Myara la asaltó. Supuso que acaba

de tener una audiencia con el rey para informarse sobre el frente y el estado de su hijo Nixon.La mujer iba vestida con un largo vestido color marfil, casi parecía ser una novia a escasos

minutos de casarse. Tenía un cinturón dorado que resaltaba su cintura pequeña, casi de avispa y unaespecie de corpiño provocativo. Le gustaba embelesar a los hombres a pesar de estar casada, dehecho, alguna vez había intentado embaucar a su padre con sus curvas y su verborrea incansable.

La trenza que acostumbraba a llevar, morena y larga, descansaba sobre su hombro izquierdo conuna pequeña cadena plateada que la rodeaba y adornaba hasta la base.

Kata podía ver la sirena que había en ella. Aquella mujer parecía dulce y amable, con tonosensual, pero escondía una auténtica harpía que podía hundirte en las profundidades del mar.

—Señora Myara, buenos días —saludó la princesa tratando pasar de largo lo más rápido posible.Esta le cortó el paso justo en el momento en el que quiso sortearla. No podía decirse que fueran

grandes amigas y, a pesar de estar comprometida con su hijo, jamás iba a verla como parte de sufamilia.

—¿Para ti son buenos? ¿Sabiendo que tu prometido podría haber muerto? —preguntó Carisacompletamente enfurecida.

Su mano agarró el brazo de la princesa y ella, sin hacer un movimiento brusco, buscó la forma deliberarse, pero no lo consiguió.

—Es solo una formalidad. Nada es bueno desde que Nixon no está —contestó sin titubearmirándola a los ojos.

Aquella madre afligida no la creyó, nunca le había caído bien y aquello era la excusa perfectapara odiarla todavía más.

—¿Fuiste tú quién lo envió al frente?Kata, presa de la sorpresa, sonrió incapaz de creer que la viera de tal forma.—Me hubiera ido con él si así me hubiera sido permitido —contestó la princesa.El agarre sobre su brazo se hizo más fuerte hasta convertirse en doloroso. Ella hizo una mueca de

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desagrado antes de volver a encararse con su futura suegra.—Cuando mi hijo sea rey me encargaré de que te traten como te mereces. Nixon va a gobernar

sobre todos y tú solo serás una mancha en la alfombra que limpiar. Después de que le des lossuficientes hijos que perpetúen la línea de sangre Nislava, ya no habrá lugar para ti —susurró Carisaacercándose a su oído.

Escupió tanto odio que casi sintió que era la mordedura de una serpiente y no las palabras de unapersona. Kata supo que era el dolor el que hablaba, no obstante, fue como si algo se activara casi deforma primitiva.

La mano derecha de la princesa, que quedaba libre, tomó a Carisa Myara del cuello y la hizoretroceder hasta que su espalda, al igual que su nuca, tocaron la pared. No fue de forma violenta, niproduciéndolo dolor, pero sí lo suficiente como para que ella se quedara completamente paralizada.

—No vuelvas a amenazarme —advirtió de forma lenta y pausada —. Si tengo que soportar undesprecio más por tu parte, te desollaré viva y dejaré que los cerdos se coman el resto.

Kata, mostrando una sonrisa terriblemente fría, se acercó a su oído antes de susurrar:—Nunca podrás entender lo mucho que me importa tu hijo, sin embargo, no creas que, por ser

golpeada por mi padre, seré igual contigo.Se alejó y disfrutó de las vistas. Las pupilas de su futura suegra estaban dilatadas, además, el

temblor que la acompañaba de los pies a la cabeza la complacían hasta límites insospechados.—¿Me he explicado con claridad?Carisa asintió como pudo y fue entonces cuando la dejó ir. Se acomodó las ropas como si de esa

forma volviera a recobrar la compostura e hizo un leve asentimiento de cabeza mientras decía:—Bien pues, como decía antes: buenos días.La dejó marchar sin reparar en su ausencia, se limitó a caminar hacia el despacho de su padre sin

tener en cuenta lo que acababa de pasar.La gente tenía la mala costumbre de juzgarla conforme a cómo la trataba su padre. La veían débil,

una carga o una mujer que apenas merecía respirar. Muchos cometían el error de creer que eraalguien sumiso e incapaz de defenderse y acababan lamentándose de su error.

Negan era su torturador, sin embargo, el resto no tenían ese privilegio y ella tenía carta blanca deaplastarlos como si de cucarachas se tratase.

La respiración se le entrecortó cuando vislumbró a su padre ante la puerta del despacho, allí,mirándola impasiblemente. Fue ahí, cuando los ojos de Negan se hicieron más oscuros indicándoleque lo había visto todo.

Katariel tragó saliva, como si de alguna forma se animara a sí misma a seguir caminando en lugarde echarse al suelo y hacerse un ovillo suplicando perdón. Llegó hasta él bajo un silencio sepulcralque hizo que toda ella se estremeciera.

—¿Así es cómo te haces valer? —preguntó decepcionado.Ella, agachó la cabeza y asintió.—La próxima vez córtale un dedo o una mano, entenderá el mensaje.—Sí, señor —contestó casi al momento.Esperó un golpe que acompañara a su enseñanza, pero, por suerte, no fue así. Al parecer tenían

trabajo que hacer que requería su atención más que la madre de Nixon y sus pretensiones a ser unasuegra entrometida.

Acompañó a su padre hasta el despacho, esperó a que él entrase y cerró tras de sí sin mediarpalabra alguna. Ambos caminaron hasta el escritorio y se sentaron en lugares opuestos quedando eluno ante el otro.

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—Han llegado noticias del frente y no son buenas. Al parecer, tu prometido no está resultando serel comandante que esperaba. Una decepción más para una lista larga de fracasos.

Sus palabras fueron frías y distantes, como si el hecho de que estuvieran muriendo personas en laguerra no fuera importante.

Antes de que Kata fuera a decir algo, su padre le tendió una carta dentro de un sobre. El selloestaba roto, evidentemente, había sido traída por algún emisario o alguna ave destinada para ello.

Escribirse por carta era algo bastante antiguo, pero cuando peleaban contra los Draoid era laforma más efectiva de conseguir que llegase. Al ser conocedores de magia, podían bloquearcualquier señal de internet. Nada salía del campo de batalla de forma digital si sus enemigos así loquerían.

A Kata le temblaban las manos, aunque luchó por disimularlo para que él no se percatara de esedetalle. Abrió el sobre y sacó la carta, casi pudo sentir el olor a azufre; fue como si la muerte hubieraimpregnado todo vaticinando el horror que aquellos hombres estaban viviendo. Desdobló el pequeñotrozo de papel y las letras de su interior, ahora algo borrosas, contaban la terrible emboscada en laque habían sido sorprendidos.

Ahí comprendió que no había sido culpa de nadie.Las pocas líneas que quedaban decían que los supervivientes se habían refugiado en un bosque

cercano, además de pedir permiso para regresar a casa ante la evidente inferioridad numérica.La joven tragó saliva tratando de deshacer el nudo que tenía en la garganta mientras mantenía bajo

control todos sus gestos faciales. No iba a darle una excusa a su padre para atormentarla más de loque ya lo estaba.

La carta no mencionaba si Nixon había sobrevivido o estaba herido, nada, solo una súplica pararetirarse de aquel campo de batalla.

Volvió a guardar aquel trozo de papel y se tomó su tiempo bajo la atenta mirada de su padre.Ninguno de los dos articuló palabra como si esperasen que fuera el otro el que rompiese el hielo.

Finalmente, Negan lo hizo volar por los aires.—Si esa rata no sabe volver por su propio pie será mejor que muera como un hombre por su rey.Katariel recordó las miles de razones que tenía para callar, todas y cada una implicaban dolor y

sangre, pero fue como si la cordura acabase de volatizarse en mil pedazos sin ser capaz decontrolarlo.

—No es una rata, ni él ni ninguno de tus títeres.Acababa de hablar, siendo consciente de las consecuencias que vendrían a continuación.Negan se levantó, sorprendido por su ataque repentino de rebeldía. Eso provocó que Kata saltara

de su asiento como un resorte y retrocediera mucho más rápido que él.Tomó la puerta a toda velocidad, arrancando a correr por el pasillo como si la peor de sus

pesadillas la persiguiera.—¡Guardias! —bramó el Rey haciendo que estos, que caminaban de un lado al otro del castillo,

corrieran a la llamada de su señor.Casi como perros rabiosos, dos de ellos aparecieron ante Katariel cortándole el paso. Ella se

detuvo en seco antes de mirarlos sabiendo que no la dejarían pasar, así pues, resignada, giró sobresus talones y lo encaró.

—¡No son guardias! ¡Son guardaespaldas! ¡No estamos en la Edad Antigua! —Dispuestos aenfurecerlo iba a sacar lo que llevase dentro.

El Rey enrojeció de puro enfado, avanzó hacia ella de forma amenazante y supo que estabaatrapada. Así pues, cuando faltaban unos pocos metros para prenderla, ella se llevó la mano al

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interior de la chaqueta que llevaba. Ahí, cerca del pecho, tenía bien protegida una pistola. La sacó ydesbloqueó a toda velocidad para acabar apuntándose a sí misma a la sien.

Su padre se detuvo en seco.—¿Qué haces? —preguntó exigiendo saberlo.Ella, sin titubear y presa del enfado, sonrió.—Si me vuelo los sesos no tendrás tu juguete para torturar.Negan no reaccionó como ella esperó. Sin venir a cuento, echó la cabeza hacia atrás arrancando a

reír como si acabasen de contarle el mejor chiste del mundo.—Eres una cobarde como lo fue en su día tu madre.—¡No soy cobarde! —gritó enfurecida.Pero su padre no creía sus palabras, estaba convencido de las suyas propias.—Claro que sí. En vez de apuntarme a mí, te has apuntado a ti.Kata se sorprendió de descubrir que así era. Estaba tan atemorizada por ese hombre que no había

visto la posibilidad de acabar con su vida. Eso la hizo gemir lastimeramente, casi dejándose vencerpor aquel hombre. La conocía mejor que ella misma.

—Suelta el arma, acepta tu castigo y aprende de tus errores —exigió Negan.No le dio tiempo a pensar. La joven pudo ver como hacía un leve movimiento de mano dándole la

orden a sus hombres para que la capturaran. Eso casi fue como un pistoletazo de salida justo paradefenderse.

Kata giró sobre sus talones justo en el momento en el que uno de ellos lanzó sus manos hacia sucuerpo. Reaccionó sin pensar en lo que hacía, lanzó su pie propinándole una fuerte patada en el plexosolar haciendo que este cayera al suelo estrepitosamente.

El segundo también quiso detenerla. Ella esquivó el puñetazo que le lanzó y, con la mano libre, ledio uno en el costado lo justo como para hacerlo doblarse hacia delante. Allí aprovechó paraenvolver sus brazos en su cuello y presionar el punto justo como para hacerle perder elconocimiento. No tardó más de veinte segundos, los que sirvieron para que el primero comenzara ano estar tan aturdido, así pues, con la culata de su arma, le golpeó duramente la cabeza para hacerleperder el conocimiento.

Fue entonces cuando miró a su padre, desafiándolo.—No soy débil —sentenció convencida.Él, en cambio, no parecía sorprendido por su hazaña.—Claro que lo eres. No los has matado —comentó sin más segundos antes de sacar el arma que

tenía en el cinturón.Fue cuestión de segundos, unos en los que ella vio todo como si de una película se tratase. Incapaz

de reaccionar, contempló cómo Negan disparaba a sus dos guardaespaldas en la cabeza.Entonces sus instintos le pidieron que corriera.No preguntó, arrancó a correr pasillo abajo sin esperar a que nadie le dijera nada. Lo hizo

sabiendo bien que su padre era peligroso en aquel momento. No iba a darle la oportunidad dedescargar su ira sobre ella.

El primer disparo rozó su oreja arrancándole un grito desgarrador y el siguiente pasó zumbandomuy próximo a su rodilla. Su padre había abierto fuego contra ella, lo que afianzó su idea de seguircorriendo.

Poco después llegó a su habitación, estaba abierta porque seguramente Malorie había entrado allevarle el correo como cada mañana.

Katariel lloriqueó contenta de no tener que lidiar con aquel portón grande y pesado. Entró casi

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derrapando, antes de tomar aquel trozo de madera y cerrar a toda velocidad.Antes de hacerlo pudo ver a su padre, con el rostro completamente desencajado por la ira,

persiguiéndola con la promesa de dolor.Ella alcanzó a cerrar, dejándolo fuera, y puso el pestillo. Era una puerta de seguridad, lo que la

hacía muy difícil de abrir por alguien desde afuera.—¿Qué ha hecho? —preguntó Malorie.La mujer estaba a pocos pasos de ella, tan blanca como una hoja. Katariel quiso contestar, no

obstante, todo se ensordeció cuando el primer disparo impactó contra la puerta.Las dos mujeres gritaron asustadas al escucharlo. Estaba claro que su padre pensaba derribar la

puerta fuera como fuera.—¡KATARIEL! —bramó.—¡No! —contestó ella.Ella, buscando a su alrededor, se acercó corriendo a la gran cajonera que tenía al lado, casi de su

misma altura, y comenzó a empujarla para bloquear, todavía más, la puerta.Impulsó aquel pesado mueble, dejando toda su fuerza para conseguir moverlo unos pocos

centímetros.Malorie corrió en su ayuda, cosa que facilitó que se pudiera desplazar hasta quedar delante de la

puerta, cortando el paso a todo el que quisiera entrar.—¡Niña, vas a contarme que has hecho! —Gritó asustada.Ella reparó en aquel instante, la había tuteado, algo que no había pasado jamás en los años que

llevaba cuidándola.—Ellos han caído en una emboscada y no pone nada de Nixon, él dijo que era una rata y yo… yo

no sé cómo… me apunté con mi propia arma.Supo bien que había sido una explicación pésima de lo que acababa de suceder, no obstante, su

mente no era capaz de conectar nada en aquel estado. Fue como si se hubiera quedado totalmenteparalizada por el miedo.

Malorie no pudo hablar, cuando abrió la boca para hacerlo algo contundente golpeó la puerta.Ambas gritaron antes de que la doncella abrazara a la joven, la cual temblaba sin control.

El segundo golpe les hizo adivinar que se trataba de un hacha, aquel hombre había enloquecido ypensaba llegar hasta ella como fuera.

—¡Abre la puerta ahora mismo! —gritó enfadado.—¡No pienso hacerlo! —contestó ella convencida.Si lo hacía las consecuencias iban a ser terribles.—¡Será mejor que hagas buen uso de esa pistola y te vuelas los sesos! ¡Si yo te alcanzo lo haré

mucho más doloroso!Su padre estaba enajenado por la rabia, ella no solía desobedecerle y no abrir estaba empeorando

las cosas, sin embargo, si lo hacía iba a sufrir toda su rabia en sus propias carnes.Kata miró a su alrededor sabiendo que esa puerta no aguantaría eternamente. Además, no iban a

sobrevivir allí dentro muchos días. Necesitaba una escapatoria factible.Se acercó a su ventana y abrió sopesando sus posibilidades.—¡¿Qué haces?! —preguntó Malorie aterrorizada.No podía saltar como si de un pájaro se tratase porque se trataba de un segundo, corría la

posibilidad de aplastarse contra el suelo, aunque esa forma de morir le resultó más agradable que laque su padre tenía preparada.

—Tengo que irme —sentenció Kata—. A ti no te tocará, pero a mí va a matarme.

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Malorie negó con la cabeza.—No, niña. Arrepiéntete y seguro que será menos duro contigo.Ella arrancó a reír, algo extraño teniendo como banda sonora los hachazos de su padre contra la

puerta.—Va a dejar morir a los pocos hombres que quedan en el campo de batalla. Los ha abandonado a

su suerte. Y yo necesito saber que Nixon sigue con vida, tengo que traerlo a casa.Kata volvió a asomarse a la ventana, era el único lugar por el que salir, pero la caída era tan

fuerte que sabía que iba a romperse algo.La doncella la tomó de la cintura, retirándola de su vía de escape, tratando de poner serenidad a

aquella locura.—¡No puedes ir al campo de batalla! —exclamó sorprendida con ella.Kata asintió.—No puedo dejarlo morir, no me lo perdonaría jamás —explicó con tanto dolor en el corazón que

pensó que dejaría de latir.Malorie acunó su rostro con cariño.—Si me quedo aquí me matará. ¿No lo ves? Tengo que ir a por Nixon y, tal vez, podamos huir

juntos. A algún lugar en el que no seamos sus peones —gimió deseando que la comprendieran.La mujer mayor la abrazó como solo una madre sabía hacer, meciendo a su pequeña como si fuera

la última vez. Amasándole el cabello como cientos de veces había hecho a lo largo de los años.—De acuerdo, ve a por él. Ve a por tu amor y volved juntos. Los días harán que la ira de tu padre

mengüe y todo volverá a su cauce.Aquello tenía sentido, pero no era capaz de pensar en nada más que en los trozos de madera que

salían disparados con cada golpe. A pesar de la plancha de metal que tenía en el centro, pronto nopodía soportar seguir siendo agredida de esa forma.

—Ve a por él y regresad a casa. Comprende una cosa, la sangre de ese hombre —señaló la puerta—, corre por tus venas. No estarás a salvo en otro reino. Solo te queda volver aquí y esperar a quelos años se lo lleven.

Katariel gimió con horror. Aquello era cierto, siendo quién era no tenía escapatoria en reinoalguno.

—Corre, mi pequeña y trae de vuelta a ese muchacho. Los días harán que el mal humor de tupadre se esfume.

Asintió.Entonces, Malorie la soltó para meter las manos en su mandil. Allí tomó su teléfono móvil y

mando un par de mensajes.—¿Qué… qué haces? —preguntó aturdida.—Pedir ayuda, no podemos salir volando como pájaros —contestó.Fue entonces cuando volvió a guiarla hacia la ventana. Pocos segundos después, llegaron un par

de criadas acompañadas por un par de hombres del equipo de seguridad. Ellos cargaban una granescalera que apoyaron contra la pared del castillo, quedando a un par de metros de su ventana.

—Vamos, pequeña. Ellos te ayudarán a salir del castillo —explicó la doncella.Katariel, después de volver a enfundar su arma, pensó en la locura que era aquello. Reaccionó

negando con la cabeza y se abrazó a la única mujer que la había querido en toda su vida.—Tienes que venir conmigo o te matará —pidió desesperada.Malorie, mucho más centrada que ella, acunó su rostro asegurándose de que recibía toda la

atención.

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—No lo hará, confía en mí.Aquellas palabras no significaban nada y sabía bien que cuando esa puerta cayera alguien debería

asumir las consecuencias.Negó con fervor mientras la empujaban hacia su escapatoria. Allí calculó lo que tendría que

descolgarse antes de que sus pies alcanzasen el primer escalón. Era un salto grande, pero podíaconseguirlo.

—Toma —dijo Malorie.Se llevó las manos a la nuca y allí abrió el broche de uno de los dos collares que llevaba. Era un

medallón de oro con una flor de invierno grabada, lo conocía bien porque llevaba en ese lugar todala vida.

—Perteneció a tu madre. Ella me lo encomendó poco antes de su partida. Pensaba dártelo el díade tu boda, pero creo que lo necesitarás antes —explicó de forma confusa antes de atárselo a sucuello.

Aquel colgante pesó mucho más de lo que hubiera esperado en un principio. Como si fuera muchomás que un mineral precioso.

—Corre y vete. Y ve con mucho cuidado, mi niña.Kata la abrazó con fuerza antes de que esta volviera a guiarla hacia la escapatoria.Era un salto sencillo, pero le dio miedo la altura. Antes de hacerlo cerró los ojos y pidió al cielo

conseguirlo. Se sentó en el alféizar, giró sobre sí misma y se descolgó lentamente mientras sus manosse aferraban al marco con fuerza.

Le quedaban unos centímetros para alcanzarla, lo comprobó al mirar abajo. Así pues, le quedabaun acto de fe. Soltó sus manos y cayó con todo su peso producto de la gravedad. Por suerte,reaccionó rápido y se aferró a la escalera.

Bajó a toda velocidad y en los últimos peldaños, uno de los hombres la tomó de la cintura.Lo siguiente pasó a toda velocidad. Ellos le colocaron una sudadera con el escudo del ejército de

Nislava, además, le pusieron la capucha para evitar que nadie le viera el rostro.—Tenemos que irnos, princesa —anunció uno de ellos.Asintió.Las criadas tomaron la escalera y se fueron de allí a toda prisa. Fue el momento en el que Kata

reaccionó estirando los brazos, titubeando de aquella decisión.—No, esperad…Miró hacia arriba.—Ven conmigo, por favor —susurró sabiendo bien que Malorie sabía lo que decía.Esta miró a su pequeña con una sonrisa en los labios.—Todo irá bien.La princesa odió con todo su ser aquel dichoso cliché, porque nada de lo que estaba ocurriendo

estaba bien. Ella quería llevársela para asegurarse que su padre no la dañaba de ninguna forma.De pronto un estruendo hizo que su doncella se girase. Aquel golpe provocó que el corazón se le

parase en seco. Supo bien que la puerta acababa de ceder y Malorie quedaba a las manos de supadre.

Quiso gritar, subir aquella pared que acababa de descender y ser capaz de lo que no había sido:disparar al Rey.

No obstante, los hombres la tomaron de los hombros y arrastraron su cuerpo mientras ella luchabapor ver a través de esa ventana. Su corazón necesitaba saber qué ocurría en el interior de suhabitación porque, a fin de cuentas, había provocado aquello.

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—No puedo irme —dijo convencida.—Demasiado tarde, señora —explicó uno de ellos.Por desgracia supo que tenía razón, pero eso no lo hizo más fácil.Fue entonces cuando se marchó de aquel lugar que la vio crecer. Dejó de oponer resistencia,

dejando que sus piernas la llevaran lejos de todo aquello. Aunque no fue fácil cuando escuchó elcargador del arma de su padre vaciarse por completo.

Su corazón se rompió un poco más aquel día.Para siempre.

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Capítulo 6

A Katariel le dejaron una moto para que saliera de allí lo más rápido posible. Un coche puede quefuera más seguro, pero más lento si el Rey decidía iniciar una persecución.

Ella tenía una, aunque por razones obvias no la había cogido. Era como ponerse una diana en laespalda para que la encontrasen. No podía permitirse el lujo de llamar así la atención.

Se había despedido de aquellas personas que tan altruistamente le acababan de echar una mano ypartió lejos del hombre que se había atrevido a dispararle con un arma de fuego.

Las lágrimas empañaban sus ojos, por desgracia no pudo apartarlas de su rostro porque el cascose lo impedía. Así pues, siguió conduciendo hasta la primera parada de su camino.

Ese lugar no entraba en los planes de Malorie, no obstante, no estaba allí para impedirle hacerlo.Aparcó en el jardín de los Myara y caminó por el césped a toda velocidad. El personal de

servicio, extrañado, fue hacia ella en pos de detenerla. No quiso tener que explicar nada, así pues,sacó su arma y apuntó a todo el que se acercó.

Los gritos no tardaron en sonar, todos alzaron las manos y dejaron que ella prosiguiera su camino.Llamó al timbre, ocultando la pistola de la mirilla para que se negasen a abrir. La pobre doncella

que abrió bramó asustada cuando Katariel se la mostró en cuanto la puerta cedió.Entró y cerró la puerta con un talón antes de que los Myara bajaran la enorme escalera que tenían

en el vestíbulo de su casa. Ninguno de los dos vio el arma hasta que no fue demasiado tarde.—¡Santo cielo! ¿Qué quiere de nosotros? —preguntó el señor de la casa con las manos en alto.Ella se retiró la capucha descubriendo quién era.—¿Qué es esto? ¿Una especie de juego o algo? —preguntó Carisa totalmente indignada con

aquella intromisión.Kata no la miró, decidió tratar con el marido porque era el más cuerdo de aquellos dos.—Necesito ropa de Nixon, a ser posible un uniforme del ejército —pidió.Cornelius Myara se detuvo unos segundos a mirarla. Era mejor que su mujer, pero no era un

hombre al que menospreciar. No había llegado a su cargo y su puesto por sus atributos de maduritointeresante.

Muchas hablaban de su tupé blanco como la nieve a conjunto con su barba poblada repleta de

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canas. Sus ojos azules, tan claros como las costas de Nislava, casi parecían hipnóticos, como sifueran capaces de adentrarse en tu alma.

—¿Qué ha pasado? —preguntó sin preocuparse del arma que apuntaba directamente a su cabeza.Kata suspiró.—Necesito la ropa de su hijo —repitió ella.Los Myara no se movieron ni un centímetro del lugar, incapaces de moverse por mucho que ella

pudiera matarlos.—Voy a llamar a palacio —anunció Carisa.La princesa quitó el seguro del arma entonces, dejando el mensaje alto y claro. Quería que

supieran que era capaz de hacer cualquier cosa en el estado en el que estaba.—Si llamas tu hijo no tendrá ninguna oportunidad —anunció.Cornelius tomó el control de la situación agitando un poco las manos tratando de que ambas

mujeres lo mirasen a él.—Si su alteza se explicase puede que pudiéramos comprenderla mejor.La bilis se le atascó en la garganta a la muchacha, sabía bien que aquel hombre podía ser un

encantador de serpientes y no pensaba bajar la guardia.—Habéis visto la carta que me ha enseñado a mí. Piensa dejarlo morir en el frente, si no lo ha

hecho ya. Pienso ir a buscarlo, pero las prisas no me han dejado ir vestida como se merece. Esto esparte del uniforme de entrenamiento, si quiero adentrarme allí, necesito pasar como un soldado más.

Carisa amaba a su hijo con devoción, lo que provocó que cediera al instante.Los Myara la guiaron hasta la habitación de Nixon. Al entrar su colonia le picó en la nariz

trayendo consigo tantos recuerdos que tuvo que hacer acopio de todo el esfuerzo posible para nollorar.

Miró a su alrededor, era una estancia muy amplia, pero con pocos muebles. Había lo esencial,todo de colores claros.

Carisa se adelantó a rebuscar en el armario de su hijo, lo hizo con prisa sabiendo que la presenciade la princesa no era algo normal.

Katariel siguió mirando. Nunca había estado en esa casa y le sorprendió encontrar cientos defotografías en una pared. Se acercó a ellas quedando prendada con la belleza que encontró en ellas.

Muchas eran de cosas normales, árboles, nubes, sin embargo, poseían una magia especial. Eranpequeñas obras de arte que formaban un conjunto digno de mirar.

Tragó saliva comprendiendo partes de Nixon que no conocía. Él podría haber sido un granfotógrafo, el mundo a través del visor de su cámara se veía mucho más hermoso de lo que era enrealidad.

Nadie le había preguntado si quería ser el heredero al trono, dieron por hecho que estaríaencantado de asumir ese puesto a pesar de los castigos.

—Toma —dijo Carisa sacándola de su ensimismamiento.La joven giró sobre sus talones descubriendo que Cornelius la había estado mirando todo el

tiempo, comprobando sus reacciones.—Él te quiere mucho —anunció como si con eso le descubriera algo del mundo que no hubiera

visto antes.Se acercó a las fotos y retiró una de un gran lago helado para mostrar otra mucho más increíble.

Le costó reconocerse en aquella instantánea, pero cuando lo hizo se quedó boquiabierta.No se había dado cuenta de aquel momento, estaba sentada sobre el muro de la torre más alta del

castillo; el mismo que les gustaba escalar para ver las estrellas, y sonreía mirando al cielo.

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Recordó que no tenía tiempo que perder. Dejó los sentimentalismos a un lado y corrió a tomar lasropas para vestirse.

Cosas del destino, no le importó que sus futuros suegros la vieran en ropa interior. Tampoco quedescubrieran la infinidad de cicatrices que decoraban su cuerpo de arriba abajo por arte y obra de supadre.

Cuando estuvo vestida, volvió a tomar su arma, la cual había dejado sobre la cama, y se preparópara marchar.

—Gracias —dijo a modo de disculpa.Salió de aquella habitación seguida muy de cerca por el matrimonio. Descendieron las escaleras a

toda velocidad y decidieron romper el silencio en cuanto tocó el picaporte.—Nixon es todo lo que tengo, no sabría vivir sin él —explicó Carisa.Kata chistó con la lengua. Al parecer pensaban lo mismo de ese hombre, aunque cada una

obtuviera su amor de forma diferente.—Espera, Katariel —pidió él.Su nombre en sus labios sonó diferente, como si fuera la primera vez en toda su vida que lo sentía.Giró en pos de él, tratando de mirar esos labios, los mismos que acababan de provocar que su

nombre le erizase el bello del cuerpo.Cornelius se acercó a la joven. Sus manos cayeron, con suavidad, sobre sus hombros y su mirada

caló en ella.—Tu madre fue, hasta la fecha, una mujer increíble, pero hasta ella sucumbió en las manos de tu

padre. Si mi hijo sigue con vida, aléjalo de aquí porque no habrá paz para vosotros mientras Neganreine.

Sus palabras calaron en ella de una forma tan profunda que se encogió un poco, fue casi como unabofetada, una de realidad que agradeció.

—Gracias, señor.No pudo seguir hablando, el tiempo corría en su contra.Una criada corrió con una bolsa en las manos. Al parecer, a Cornelius le había dado tiempo a

ordenar que le dieran una mochila de provisiones para el camino. Algo que agradeció más de lo quenadie pudo imaginar. Y, es que, huir a la desesperada provocaba cabos sueltos.

Salió al jardín cuando los primeros copos de nieve comenzaron a caer. No importaba la tormentaque tenían encima, existía una peor que pronto soltaría a sus perros para encontrarla.

Se montó en su moto y echó un último vistazo hacia los Myara. Estos asintieron antes de dejarlamarchar, lejos, donde el bosque se acababa y el reino llegaba a su fin.

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Capítulo 7

El mundo que conocía en palacio era mucho más pequeño de lo que imaginó en un principio.Ahora era grande, inhóspito y peligroso. Había aprendido una cosa que nadie le explicó en sumomento: contra más se separaban de palacio menos gente había.

Los poblados vivían muy cerca de la capital ya que era casi imposible sobrevivir en el frío yhelado reino que quedaba.

Pronto las horas se convirtieron en días y cuando quiso darse cuenta el viaje le había tomado unasemana. Por suerte, en cada poblado que visitó, hizo mal uso de quién era para conseguir provisionesy energía para la moto.

Esperó a atravesar la gran explanada para poder detenerse unos minutos en el gran bosque que seabría ante sus ojos. Bajó de la moto como pudo ya que, después de tantos días, sentía tan dolorida lazona de las piernas y las ingles que no podía caminar con normalidad.

Se dejó caer al suelo cuando comprendió que sus rodillas ya no querían colaborar. Dejó suespalda reposar apoyada contra el tronco de un árbol y cerró los ojos unos segundos.

El frío calaba sus huesos, ya no recordaba la última vez que había dejado de temblar. Toda ellaera un amasijo de agujetas, dolor y frío.

Llevó una de sus manos al colgante que le había dado Malorie. El mero recuerdo le produjo unapunzada en el corazón. Su mente rememoró cómo su padre había disparado al descubrir que ellahabía escapado.

Su muerte era culpa suya.Se había esforzado en seguir las directrices de su padre toda la vida. Cierto era que no era la

primera vez que lo cuestionaba, pero sí la vez que peor había reaccionado. Estaba tan fuera de sí quesabía que la hubiera asesinado.

El colgante pesó entre sus dedos. Esa era la única pertenencia que le quedaba de la persona que lahabía amado toda la vida. Además, parecía ser que era una pertenencia de su difunta madre.

—Me hubiera gustado conocerte… —susurró dejando que el vaho se escapase de su boca.Lo agitó un poco recordando los pasos que la habían conducido a ese lugar inhóspito, muy cerca

de las fronteras del reino.

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—¿A quién quiero engañar? Necesito un milagro para encontrarlos y otro para poder huir de aquí.Los Draoid no debían estar muy lejos de su localización, lo que podía hacer que muriera mucho

antes de dar con Nixon.—¿Podrías ayudarme? —preguntó mirando al cielo—. Sé que nunca te he rezado, que he hecho

pocas preguntas y que, seguramente, esté enloqueciendo por culpa del frío, pero necesito un milagroy no se me ocurre a nadie a quién ir a rogar. Por favor…

Sus palabras solo fueron un susurro al aire que nadie escuchó. Estaba sola y únicamente se tenía así misma para sobrevivir.

Supo que había sobrepasado el tiempo de descanso, debía ponerse en marcha si no quería morir acausa de una hipotermia. Tiró de sí misma tratando de levantarse descubriendo que le llevó muchomás tiempo del esperado.

Lloriqueó agotada cuando sus piernas volvieron a sentarse en la moto de motocross. Estabapreparada para la nieve, aunque hasta sus ruedas comenzaban a mostrar el paso del tiempo.

Secándose las lágrimas con el dorso de la mano, fue a colocarse el casco. De pronto un crujidollamó su atención.

Si algo había aprendido era que, en Nislava, no quedaban animales. Todo ruido procedía de otroser muchísimo peor.

Con el corazón desbocado, se colocó la capucha de su sudadera y tomó su pistola paradefenderse. Iba a disparar a toda sombra que viera moverse, sin hacer preguntas porque ese segundoera el decisivo entre vida y muerte.

Bajó de la moto con suma lentitud. Un segundo crujido le indicó que en uno de los árboles máspróximos había alguien.

En silencio deseó no morir allí mismo, su vida no podía acabar de una forma tan absurda y sinpoder cumplir el cometido que ella misma se había impuesto.

Decidió avanzar hacia ese árbol, pero sin dar señales de que sabía bien que había algo detrás.Disimuló revisando todo el alrededor con lentitud, dándose cuenta de que había pisadas que no eransuyas.

Haciendo acopio de todo el valor posible, caminó a grandes zancadas hasta el punto dónde habíaescuchado los ruidos dispuesta a matar a quién estuviera allí.

Con rapidez giró hacia la parte trasera y, antes de poder apretar el gatillo, un brazo la golpeó en elcodo haciéndola impactar con el tronco. Un enorme cuerpo apareció ante ella y todo sucediódemasiado deprisa.

Kata lanzó un puñetazo hacia la cara de aquella persona, él lo esquivó y, antes de que pudieracontraatacar, recibió un rodillazo en todo el estómago. Fue entonces cuando ella pudo liberar elbrazo con la pistola, ese era su segundo de suerte.

O al menos eso fue lo que creyó.—¿Por qué no usas tu magia en vez de matarme como uno de los nuestros? —dijo el desconocido.La joven, sin embargo, retrocedió un par de pasos casi aturdida por la confusión. Aquella voz era

demasiado familiar para pasarla por algo. Gimió una mezcla de alegría, dolor y agotamiento antes depoder aclarar su garganta.

—¿Nixon?Este, casi más confundido que ella, se levantó segundos antes de retirarse la capucha. El bosque

era tan oscuro que se esforzó por poder ver con claridad la persona que tenía ante sí.Era él.—¿Kata?

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Ella, al borde de las lágrimas, asintió para proseguir mostrándose. No era su día de suerte, peroeso era lo más cercano posible a la felicidad.

Nixon fue el primero en reaccionar, acortó la distancia que les separaba a toda velocidad y laestrechó entre sus brazos con mucha fuerza. La joven necesitó un par de segundos más, los mismosque él aprovechó para acunar su rostro en un intento desesperado de verla con claridad.

—¿Qué haces aquí? —preguntó atónito.Y ahí el mundo pareció romperse. Ella gorgoteó algo antes de romper a llorar producto de la

alegría. Fue incapaz de pronunciar palabra, solo aferrarse a aquel hombre como si llevasen años sinverse.

La carta no decía nada de él y era una opción real que estuviera muerto. Había luchado contra esepensamiento todo ese tiempo para evitar volverse loca. Ahora podía tocarlo y sentir lo real que era.

—Él iba a dejaros morir aquí… Dijo tantas cosas… Me disparó, Malorie no sé si… Huí…Sus palabras inconexas desorientaron un poco más al pobre hombre que la sostenía.Antes de seguir hablando, de poderse explicar con claridad, él rompió la distancia que les

separaba besándola en los labios.Kata tardó unos segundos en procesar esa información. Que recordase era el primer beso que se

daban de esa forma tan real. Alguna vez, hablando del matrimonio, habían probado a darse un pico,sin embargo, jamás de esa forma tan profunda y visceral.

Se rindió a su toque como si acabase de ser bendecida por los ángeles. Su lengua barrió todo a supaso, dejándola sin aliento y loca por aquel hombre. Sabía que sus sentimientos eran tan reales quedolían.

—Eres una estúpida —dijo él finalmente, frente con frente.Sus manos acunaron su rostro unos segundos antes de secar sus lágrimas y dirigirse al pelo. Lo

hizo a toda velocidad como si tuviera prisa, como si aquel instante fuera a desvanecerse de unmomento a otro.

—¿Has venido a por nosotros? ¿Te has enfrentado a él?¿En serio había podido entenderla?Ella asintió.Nixon volvió a besarla.—No tenías que hacer eso. Él… Él va a estar muy enfadado contigo —dijo sin ser capaz de

tocarla.Kata tragó saliva recordando las palabras de Cornelius. Ellos no tenían lugar en Nislava ahora.—No podemos volver o nos matará —sentenció convencida de las intenciones de su padre.Nixon se retiró unos pasos antes de volver a abrazarla. Estaba tan contento de volverla a ver que

casi podía vislumbrar una sonrisa en sus labios cada vez que la tocaba.—Pensé que no volvería a verte —confesó él.Ambos habían sentido lo mismo. Su relación no había empezado de forma normal, pero se

necesitaban el uno al otro.—¿Eres el único que queda? —preguntó ella tratando de pensar con claridad.Nixon negó con la cabeza.—Quedamos unos pocos, muy pocos —enfatizó—. He salido a buscar provisiones cuando he

escuchado tu moto. Creí que eran los Draoidianos de nuevo y pensé que, si tengo que irme de estemundo, que sea habiendo matado a todos los posibles antes.

La idea de la muerte golpeó el pecho de Kata de forma tan brutal, que fue ella la que se acercó aél para besarlo.

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—Tenemos que irnos de aquí. A donde sea, pero alejarnos de este bosque —sentenció laprincesa.

Él, en cambio, negó con la cabeza.—Eso es lo que llevamos intentando semanas. Cada vez que lo hacemos ellos nos rodean y nos

matan.Ella, incapaz de creerlo, acunó su rostro tratando de llamar su atención.—Yo he podido entrar sin que me vean, así que, podremos salir.La mirada que le echó Nixon entonces supo que no iba a olvidarla jamás en toda su vida, por corta

que fuera. Una de lástima, como si ella fuera una ingenua en un juego demasiado grande.—Nadie sale o entra sin que ellos lo vean, lo hemos aprendido a las malas. —Hizo una pausa,

como si le diera miedo pronunciarlo—. Te han dejado entrar.Eso la impactó mucho más de lo que hubiera esperado. Ellos estaban en un tablero con todas las

fichas comidas y casi sin turnos para tirar los dados.—Algo podemos hacer, ¿no? —preguntó ella algo desesperada.Nixon se encogió de hombros.—Algo se nos ocurrirá —prometió—. Coge tu moto, el resto se alegrará de verte.

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Capítulo 8

Apenas quedaban un puñado de hombres y mujeres desgastados por la guerra, heridos tanto físicacomo psicológicamente. Al verla creyeron que el Rey había mandado un gran ejército pararescatarlos. La decepción al saber la verdad fue tan dura que sintió una punzada en el corazón.

Todos ellos tenían familias a las que amaban, las mismas que rezaban cada día por su vuelta y suseñor les había abandonado.

Kata les dio las provisiones, ellos la necesitaban mucho más que ella y se negó a comer cuando ledieron una parte. Podía aguantar, ellos llevaban días sin probar bocado.

Escuchó con atención todo lo que quisieron contarle. Llevaban viviendo un infierno desde queabandonaron palacio. Les habían dado la espalda, los habían destruido hasta conseguir que fueranunos pobres y asustados humanos luchando contra seres muy poderosos.

—El tema es que vamos a morir de todas formas, ¿no? —preguntó Kata atrayendo la atención detodos.

Nixon tosió un poco ante la crudeza de sus palabas.—Es una forma poco diplomática de decirlo —contestó.Ella se encogió de hombros, las formas en un lugar como ese no importaban lo más mínimo.—Solo se me ocurre que salgamos corriendo cada uno en direcciones distintas. No podrán

seguirnos a todos y alguien se salvará.La miraron como si acabara de enloquecer, lo que hizo que tuviera más ganas de defender su

única idea.—Sí, es una locura, pero si os quedáis aquí os matarán de uno en uno o dejarán que el hambre

haga su trabajo. Además, si salimos todos a la vez tendrán difícil darnos caza. Os quedan unas pocasmotos, yo traigo algo de gasolina y el tanque lleno. Conduzcamos hasta donde nos dejen, lejos deaquí.

Tomó una bocanada de aire.—Es verdad que no todos los aquí presentes vamos a salir con vida, no obstante, es una

oportunidad. Porque quedarnos aquí y esperar a que nos maten es la peor de las opciones, casiprefiero volarme yo los sesos antes.

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Su franqueza caló en todos ellos. No había querido arrebatar esperanzas a nadie, solo abrirles losojos. No había ningún Rey rezando por su regreso, ni ejército que viniera en su ayuda. Estaban solos.

Katariel no habló más en toda la noche, no quiso obligarles a obedecer por ser princesa ogritarles por su propia estupidez. Dejó que hablaran entre ellos, sopesando las pocas posibilidadesque tenían.

Ella se limitó a ir hacia su moto y sentarse delante, no quería perderla de vista porque era elmedio de transporte más rápido del que disponían. La nieve no era un sitio agradable para correr, asípues, debían tomar lo que tenían.

Nixon se acercó a ella pocas horas después. Su rostro serio mostró el cansancio que cargabasobre sus espaldas. Además, también lo había escuchado discutir con alguno de sus soldados.

—Has sido un cuervo portador de malas noticias —dijo sonriendo, algo que no casaba con suspalabras.

Ella asintió.—Tengo razón y ojalá no la tuviera —deseó.Nixon, cariñosamente, llevó sus manos a su capucha y se la colocó ocultando su rostro.—¿Qué haces?Él acomodó su pelo dentro, ocultándola por completo. Solo él era capaz de verla y era porque

estaba apabullantemente cerca.Nixon, antes de contestar, también se puso la suya. Aquello cada vez era más confuso.—Nadie debe saber que estás aquí, eso daría una ventaja al enemigo. Todos han ocultado sus

rostros para darte una oportunidad.La seriedad de sus palabras le indicó que habían tomado a una decisión y que tener allí a la

princesa era algo más peligroso de lo que hubiera imaginado en un principio.Siempre olvidaba su cargo, como si no lo fuera, de hecho, nunca antes la habían hecho sentirse

así. Su padre se había encargado de enseñarle que no era más que un insecto que no merecía vivir.—Hemos decidido seguir lo que nos dices, no podemos esperar a tu padre sabiendo que no

llegará.Las palabras de Nixon le dolieron en el corazón, ellos confiaban en el hombre que les acababa de

dar la espalda.—Tenemos motos suficientes como para salir de aquí cada uno en una. Muchas ya tenían energía

para seguir, solo unas pocas irán con dos ocupantes. Se están preparando para salir ahora,aprovecharemos la noche para correr el máximo posible. No dejaremos a nadie atrás.

Kata se levantó a toda prisa, aquello era inminente, algo que no hubiera imaginado.—De acuerdo —aceptó la joven.Nixon se colocó ante ella para darle un beso, uno rápido y fugaz.—Tú ve hacia el oeste. Los que podamos huir nos reuniremos en Sazer, el primer poblado que hay

en dirección a palacio, tienen una gran fortificación que ha logrado detener a los Draoid duranteaños.

Kata escuchó las indicaciones de Nixon poco antes de escuchar como las motos comenzaban aarrancar. El plan se ponía en marcha ya, sin opciones a pensar o añadir algo más.

Le tendió su casco y se lo colocó a regañadientes. Todo era tan confuso que notaba como a sumente se le escapaba algo. Aquello era demasiado precipitado como para tener la suerte a su favor.

—Nix…Él la mandó callar poniéndose un dedo sobre los labios. Cuando lo hizo, también se colocó su

casco.

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—¿Y tú en qué dirección irás? —preguntó asustada.La muerte era demasiado real como para asimilarla.—Nos veremos en Sazer. Corre, monta.Volvió a preguntar, pero él se alejó de ella para tomar su moto, así pues, no le quedó más remedio

que obedecer.Todos estaban ya en sus puestos como si aquello fuera una carrera y esperasen el disparo de

salida. No hubo arma de fuego que les instara a apretar el gas de sus vehículos, pero si un Nixon quepareció rugir en la noche.

Las motos arrancaron resquebrajando el silencio de aquel bosque, casi como si fuera un pecadohacerlo.

Kata reunió el valor necesario como para tomar la dirección que le acababan de decir. Lo hizo atanta velocidad que temió caerse y romperse el cuello allí mismo.

Pocos segundos después el suelo tembló anunciando la llegada de los fieros guerreros de Draoid.Era un gran ejército, mucho mayor que ninguno que hubiera visto antes. Salieron de todas partes,

algunos hasta de las copas de los árboles que les habían cobijado segundos antes.Entonces comprendió las palabras de Nixon: la habían dejado entrar.Supo que era una locura, sin embargo, y a pesar de la velocidad, miró absorta a aquellos

guerreros. No se parecían a los de Nislava en nada, ellos eran mucho más altos y corpulentos.Además, algunos parecían estar envueltos en llamas mostrando así sus feroces poderes.

La joven buscó con la mirada las motos de los suyos, algunas ya estaban muy alejadas entre ellas.Fue imposible encontrar la de Nixon, pero no escucharle.

—¡Aquí me tenéis! ¡Soy Nixon Myara, prometido de la princesa y próximo rey de Nislava!El grito atravesó la tierra y lo inundó todo.Tarde comprendía el plan que habían orquestado sin su aprobación. Él se entregaba como señuelo

a cambio de la vida del resto, era un suicidio anunciado. El corazón de Katariel se rompió en milpedazos al descubrir lo estúpida que había sido.

«No dejaremos a nadie atrás»Recordó las palabras de Nixon y tomó una decisión.Giró su moto a toda velocidad, levantando nieve derrapando en un terreno demasiado peligroso

para hacerlo.Y allí, en la lejanía, vio al hombre por el que se había enfrentado a su padre.Nixon, detenido sobre la moto, se había quitado el casco y la capucha mostrando así su rostro y su

identidad para sorpresa de todos sus enemigos. Pocos segundos después arrancó dejando que unahorda de Draoids lo siguieran a toda prisa.

Kata se lanzó, sin pensarlo lo suficiente, hacia él. No importó que un par de los suyos trataran decortarle el paso para detenerla. Continuó como si Nixon fuera la única estrella en el cielo y tuvieraque seguirla.

Subió la velocidad en un intento desesperado por llegar a él antes que nadie. No fue así, vio comoun choque de energía detuvo la moto de Nixon lanzándolo por los aires varios metros.

En un parpadeo estuvo rodeado por una docena, quitándole la única posibilidad que tenía paraseguir con vida.

Kata llegó a ellos antes de lo esperado. Cuando estaba a pocos metros bajó un poco la velocidady decidió hacer una locura.

Tomando la moto caída de Nixon como rampa, subió para tomar altura. Fue cuestión de segundos,desmontó y empujó con sus piernas el asiento para lanzarla sobre el primer Draoid que le cortó el

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paso.La joven cayó al suelo poco después.El golpe fue de lejos suave, rodó, gritó y se rasgaron sus vestiduras durante unos largos y

dolorosos metros. Justo después, completamente aturdida, luchó por ponerse en pie.Alguien la tomó de la ropa logrando, con un fuerte tirón, ponerla en pie. Ella gritó enfurecida

antes de lanzar la cabeza hacia atrás dejando que impactase sobre la nariz de alguien, una que cediócon un fuerte crujido.

Justo al soltarla ella aprovechó para tomar su arma, le quedaban un puñado de balas que usaríabien.

Disparó al guerrero que se sujetaba la nariz con dolor, acabando con su vida en el acto y se giróhacia el siguiente más cercano.

Este le lanzó una especie de golpe de aire, uno que esquivó lanzándose al suelo y rodando. Llegóhasta él, lo hizo caer barriéndolo con sus piernas y volvió a disparar sin dar opción a atacar.

Algo golpeó su casco, provocando que todo girase un poco, no obstante, no tenía tiempo para eso.Se levantó lanzando una patada en el plexo solar de aquel hombre y disparó, descubriendo con horrorque no le quedaban balas.

Un par de segundos de desconcierto por parte de ambos sucumbió dándole la vuelta a la pistola ygolpeándole con la culata en la cabeza tumbándolo al momento.

Quiso alegrarse, aunque no pudo al comprobar la cantidad de hombres que caminaban hacia ella.Fue entonces cuando una moto pasó por su lado a muy poca velocidad. Kata aprovechó para

montar y aumentó la velocidad al máximo posible para huir de ahí.—¡¿Te has vuelto loca?! —bramó Nixon.Ella, abrazada a él, solo pudo sonreír.—¡No dejamos a nadie atrás! ¿Recuerdas? —contestó ella convencida de sus actos.Un choque de energía impactó muy cerca de ellos provocando que la moto se desestabilizara unos

segundos antes de seguir su camino.Kata, en su abrazo, notó las dos armas que él llevaba en su cuerpo. Las tomó con cierta dificultad

y las desbloqueó. Iban a salir de aquel dichoso bosque o iban a morir en el intento.Giró sobre su asiento quedando de espaldas a Nixon, afianzó las piernas en la moto como pudo y

levantó ambos brazos.Los disparos cortaron el aire alcanzando de forma efectiva a algunos de los guerreros que los

perseguían. Los vio caer al suelo y rodar sin vida haciendo un hueco en los pocos centímetros denieve que había.

En ese momento uno de ellos despuntó de una forma peligrosa, sus ropas mostraban un estatussuperior dentro de ese ejército. Iba completamente rapado, cosa que en ese momento no le debióimportar, pero lo hizo por algún motivo. Su mirada, oscura y penetrante le vaticinó lo peor.

Aquel ser era mucho más peligroso que el resto.Kata solo pudo desear que Nixon saliera con vida de aquel lugar. No había otro deseo más fuerte

que ese y ella se iba a encargar de protegerlo hasta su último aliento.Apuntó hacia el enemigo y supo que todo estaba perdido cuando notó un choque de energía

alcanzar la moto. Los elevó en el aire un par de metros al mismo tiempo que ambos gritabanasustados.

Lo peor fue la sensación de caer, esa que les encogió el corazón. Fueron pocos segundos, lossuficientes como para que su mente solo pudiera pensar en Nixon.

El destino quiso que él cayese muy cerca de la moto, levantándose y subiendo de nuevo a ella.

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Giró en su dirección, para ir a ayudarla. Kata apenas tenía aliento suficiente como para permanecerconsciente después del golpe tan duro que acababan de recibir.

—¡VETE! —bramó sabiendo que si se entretenía con ella morirían los dos.Un segundo choque de energía salió disparado dispuesto a golpear nuevamente a la moto. Esta vez

no fue invisible, Kata pudo percibir su forma de boomerang y la dirección a la que había sidolanzado.

No dudó ni un segundo en levantarse y colocarse en dirección a la energía. Esta la golpeóduramente en la espalda tirándola al suelo, haciéndola impactar tan fuerte que creyó que algún huesoacababa de ceder.

—¡VETE! —gritó sin saber si Nixon la escuchaba.Rezó como nunca antes lo había hecho y el cielo le dio la respuesta, él, a regañadientes y sin

querer abandonarla, había llegado a su lado y se disponía a protegerla con su propio cuerpo.—No, no, no, no —lloró horrorizada.No había podido salvarlo.—No puedo dejarte aquí —se justificó él.Y solo por eso iban a morir juntos.Kata, sin saber muy bien el porqué, guiándose por su instinto, tomó el colgante que llevaba en el

cuello y lo besó.—¡Sácalo de aquí! —exclamó antes de tocar a Nixon.No tuvo explicación plausible para lo que ocurrió entonces, él, el hombre al que había venido a

salvar, acababa de desaparecer ante sus ojos; se evaporó como si de una burbuja de jabón se tratase.Fue entonces cuando una magia invisible cayó sobre su espalda aplastándola contra la nieve.—¡QUIETO! —gritaron las voces al aproximarse.Ella no tenía salvación y esperaba que Nixon hubiera sido capaz de aparecer muy lejos de ellos.

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Capítulo 9

Dolía, aquello era demasiado para soportarlo. Lo que la inmovilizaba contra el suelo la aplastabade tal forma que ya no podía expandir sus pulmones para tomar aire. Quiso gritar, revolverse ypelear para librarse de aquello, no obstante, no fue capaz de hacerlo.

La carga se aligeró lo suficiente como para toser en busca del oxígeno que necesitaba.Su cuerpo se levantó sin que ella hiciera nada, una magia invisible la tomó por las axilas

dejándola en pie y con los brazos extendidos, casi de puntillas. Era una postura dolorosa, pero noemitió sonido alguno para no demostrárselo.

Él se acercó, seguía destacando por encima de los demás como si llevase un aura especial que loindicase.

Se colocó a su altura, levantó la mano derecha y chasqueó los dedos con fuerza. En ese momento,por arte de magia, el cierre de su casco se abrió y salió de su cabeza privándola de esa coraza deanonimato que poseía.

La luz la cegó unos instantes, sin embargo, luchó por abrir los ojos y enfrentarse a aquel hombre.Y no, no estuvo preparada para hacerlo. Él era un guerrero feroz, de ojos más oscuros que la

noche, los mismos que la miraban con cierta sorpresa al descubrir que no era un hombre.—Eres una mujer… —susurró.Su voz le hizo temblar las piernas o tal vez fuera la postura tan incómoda a la que estaba siendo

sometida.—¿Sorprendido? —preguntó dibujando una media sonrisa.Aquel guerrero negó con la cabeza.–Sí, pero no para bien —contestó.Kata no supo qué más decir o quizás era porque estaba presa de un hombre que podía asesinarla

sin pestañear y sin darle opción a defenderse. Tarde fue cuando descubrió sus malas decisiones.—Nuestras mujeres pelean mejor —explicó él acabando su frase.Ella lo aceptó sin rechistar, reprimió el impulso de decirle tantas cosas que sintió que podía

envenenarse con ellas.—¡¿Dónde has enviado a tu amigo?! —preguntó otro guerrero.

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Quiso mover la cabeza para ver quién era el que acababa de gritar, no obstante, al estarinmovilizada fue incapaz de hacerlo. No pudo verlo hasta tenerlo ante ella, momento en el que luchópor liberarse.

Aquel hombre estaba fuera de sí, enfurecido como si ella le hubiera ofendido con alguna palabramalsonante.

Era rubio, algo extraño en su tierra. Llevaba una trenza que nacía en su frente y parecía descenderhasta por debajo del pecho. Su barba temblaba de pura rabia mirándola como si no fuera nada.

Sus ojos verdes no podían apartar la mirada de su cuello, algo sorprendente ya que Kata no eracapaz de recordar lo que llevaba colgado en él.

—¡¿Dónde has robado eso?! —preguntó gritando haciendo retumbar sus oídos.Alargó la mano, pero antes de alcanzarla, el que parecía el jefe le dio un leve toque en el codo

parándolo al instante. Fue una orden sin palabras, una que acató sin rechistar, lo que afianzaba más suidea de que era alguien de peso.

—No lo toques. Eso que lleva no se puede robar, te lo tienen que dar voluntariamente y dudomucho que la señorita esté deseando ceder ese objeto tan peculiar.

Kata frunció el ceño. ¿Qué tenía de especial ese collar?—¿Y si le da por hacer desvanecer al resto o a ella misma?Reprimió las ganas de reír, apenas había sido consciente de haber hecho desaparecer a Nixon.—La vigilaré bien, yo me encargo. Me gustan las peleonas —sonrió mirándola a los ojos

haciéndola temblar.Sus pies tocaron el suelo lo que la alivió mucho, también hizo bajar sus brazos hasta dejarlos

completamente estirados. Fue en ese momento en el que ató una cuerda alrededor de sus muñecas confuerza, mostrándole que el otro extremo quedaba entre sus manos.

Como si de un perro se tratase, tiró de ella incitándola a andar y seguirle.—¿Dónde están los otros? —preguntó el jefe.El rubio señaló unos metros más allá.—Hemos cogido a cuatro con vida.Él asintió satisfecho con aquello. Habían hecho rehenes, aunque no sabía si eso iba a ser por

mucho tiempo ya que podían matarlos en el momento en el que quisieran y nadie se lo impediría.—¿Y los caídos?—Al menos una docena, muchos por culpa de ella —dijo acusándola con un dedo.Kata no dijo nada, no iba a disculparse por las vidas que acababa de sesgar. Aquello era una

cuestión de supervivencia.Nadie pudo decir nada más o, si lo hizo, ella no fue capaz de escucharlo. Justo en ese instante

sintió como una mano en el cuello, graznó en busca de aire y levantó las manos en dirección a ellaspara liberarse, descubriendo que no había nada; era magia.

El agarre se hizo más intenso casi cortando la entrada de oxígeno a su cuerpo.—Duele, ¿eh, zorra? —preguntó el rubio.Estaba ante ella con una mano extendida, haciéndole comprender que era él el que estaba

haciéndole daño.Kata sonrió y eso lo enfadó más de lo que ya lo estaba. Se aproximó a su rostro hasta quedar a

unos escasos centímetros.—¿Te parece divertido?La princesa echó la cabeza hacia atrás y después hacia delante con toda la fuerza que pudo reunir.

Golpeó la nariz de aquel hombre con tanta fuerza que pudo escuchar como se rompía al instante.

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Justo entonces el agarre sobre su cuello se desvaneció cayendo de rodillas al suelo. Comenzó atoser buscando aire desesperadamente.

—¡Voy a! —gritó el hombre alzando un puño amenazador.El golpe nunca llegó, el jefe bloqueó el ataque con su magia y lo obligó a retroceder lentamente

hasta que estuvo a un par de metros de ella.—Te dije que yo me encargaba de ella.Él negó con la cabeza.—Tengo derecho al menos a marcarla.—Nadie tiene derecho a nada hasta que no lleguemos a casa. Si te acercas a ella o alguno de los

rehenes, el menor de tus problemas será una nariz rota.Retrocedió un par de pasos con cierta dificultad. La rabia burbujeaba en sus venas y estaba tan

sediento de sangre que únicamente era capaz de mirarla como si de un despojo se tratase.—Markus, retrocede ya —ordenó con cierta calma.Un tirón en la cuerda de sus manos provocó que tuviera que levantarse a toda prisa por miedo a

ser arrastrada. El jefe tiró de ella sin piedad instándola a caminar. Lo hicieron durante unos minutos,todos en marcha mientras el ejército de los Draoid se reagrupaba.

Pasados unos metros pudo ver el alcance que tenían. Eran mucho más de los que su padre habíaenviado. Eso sumado a los poderes que poseían hacía una ecuación difícil, no habían tenidoposibilidad alguna.

En la lejanía, pudo ver un par de camiones, las lonas ondeaban al viento mostrando los víveres ylo necesario para sobrevivir allí.

El jefe la llevó a la parte trasera de uno de ellos y ató su correa a un hierro que sobresalía.Pronto, antes de que pudiera pensar, trajeron a los otros cuatro rehenes Nislavos.

Kata los miró con pena antes de bajar la mirada avergonzada. Ellos habían esperado a un rey queles había dado la espalda.

Él subió al camión. A pesar de estar atada al hierro, cogió parte de su cuerda entre sus dedos y lamantuvo ahí. Se puso cómodo antes de dar un golpe a la lona como orden para arrancar. El vehículose puso en marcha al instante, lo que les hizo ponerse a caminar.

Los rehenes eran tres hombres y una mujer, más la princesa. Uno de ellos parecía herido, estabacubierto de sangre y su palidez no era buena señal.

El camión no iba excesivamente rápido, cosa que agradeció.Les esperaba un largo camino hasta su reino.

*** Tras horas de marcha, los Draoid se detuvieron cuando la noche cerró el cielo. Justo cuando el

camión se detuvo, el rehén herido cayó al suelo de bruces para mofa de muchos de sus enemigos.Kata, con cariño, se agachó a su lado. Tomó su cabeza y parte del pecho y lo arrastró sobre su

regazo.—Pr…—Shhh, guarda fuerzas —susurró ella.Nadie podía saber quién era. Jugaban con la ventaja de que no parecían saber que la princesa de

Nislava estaba entre ellos.—Zachary, tenemos un par de problemas —dijo un hombre acercándose al jefe.Él estaba en el interior del camión buscando algo y no tardó en sacar la cabeza para atender a

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quién lo llamaba.Ahora ya sabía su nombre.Bajó del vehículo de un salto provocando que el suelo temblara por su peso. Era muy corpulento y

musculoso. Sus ropas eran holgadas, pero dejaban entrever un cuerpo entrenado.A Kata le pareció curioso que no llevasen uniforme como ellos. En el caso de su jefe, iba vestido

con unos pantalones oscuros y una camiseta cruda que se intuía bajo la chaqueta que lo abrigaba. Eraoscura, con el forro caliente, que asomaba por el cuello.

De no haber sido por esas circunstancias a ella le hubiera parecido muy atractivo.Zachary, antes de atender a su soldado, le echó una mirada que le heló el corazón. Se dio cuenta

de que lo había estado mirando, lo que hizo que ella bajase la mirada tratando de no enfadarle.Fue una fracción de segundo, pero sintió que el corazón iba a salírsele del pecho.La noche pasó con tranquilidad. Ellos montaron tiendas de campaña para dormir y cenaron

contando diversas historias de la travesía que llevaban desde que empezó esa batalla.Pronto estuvieron dormidos. Por lo que habían estado hablando, el día siguiente iba a ser duro.

Pensaban llegar a casa costase lo que costase.Kata miró al cielo cuando el silencio de la noche los abrazó. Únicamente el sonido de la madera

arder los acompañaba y eso consiguió relajarla, hacerla sentir como en casa a pesar de la distancia.Trató de conciliar el sueño, pero su cabeza apenas fue capaz de desconectar mostrándole las

imágenes de los últimos días.Al menos Nixon estaba a salvo o eso era lo que esperaba. Ese había sido su máximo deseo y lo

había conseguido, lo demás no importaba.Un crujido provocó que frunciera el ceño antes de abrir los ojos.Miró a su alrededor con desesperación sabiendo que algo no iba tan bien como esperaba. Pronto

encontró unos ojos color miel que los miraban.El corazón se le desbocó como si vaticinase lo que estaba a punto de pasar. O, quizás, fue que esa

mirada solo podía significar problemas; unos que no esperaba tener.Un Draoid se acercaba a ellos con paso lento y una sonrisa dibujada en los labios.—Hola, chicas —canturreó provocando que la bilis le subiera por la garganta.Kata miró a la otra rehén, la cual había comenzado a temblar sabiendo bien las intenciones del

desconocido.—Me preguntaba cómo se tiene que sentir meterla en una Nislava.Ella tragó saliva.Con cariño, acompañó el cuerpo de su compañero, que tenía en el regazo, hacia el suelo, el cual

estaba dormido o inconsciente, y se levantó.—No, tú no eres mi tipo. Me van más las rubias como tu amiguita —anunció el Draoid.La rehén, asustada, se hizo un ovillo con sus piernas como si al hacer eso el mundo desapareciera.—No llores, bebé. Soy un hombre cariñoso —canturreó él.Kata contó los segundos que tardó llegar a su lado. Sopesó sus posibilidades, si gritaba y

despertaba al resto, tal vez estos se unían a la fiesta y si dejaba que pasase no iba a perdonarsejamás.

Ocho segundos después, toda cordura se desvaneció en el aire.Justo en el momento en el que aquel hombre tocó el cabello de la Nislava, Kata le lanzó una

patada en las costillas lanzándolo al suelo. Sus instintos hicieron el resto. Corrió al camión y luchópor soltar el nudo de sus cuerdas, lográndolo tras un par de desesperados segundos.

Él la encaró.

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—Vale, veo que no te sienta bien que te dejen de segundo plato. Te follaré antes a ti, haré elesfuerzo —anunció sonriendo.

Katariel se lanzó al suelo cuando vio la energía salir de sus dedos, lo esquivó y lo barrió con laspiernas poniéndolo a su altura.

El Draoid cayó boca abajo, lo que ella aprovechó para colocarse sobre su espalda. Pasó lacuerda por su cuello y comenzó a tirar con todas sus fuerzas dispuesta a acabar con su vida.

La magia de él explotó haciendo que ella saliera disparada por los aires un par de metros.Impactó contra el suelo y se quedó sin aire unos segundos antes de recobrar el aliento.

Consiguió levantarse a la par que su atacante y muchos Draoid.Vio como Markus comenzó a caminar hacia ella, pero Zachary le detuvo poniéndole una mano

sobre el pecho.Tanto Kata como su atacante los miraron esperando que dijera algo, lo que fuera, cosa que no

ocurrió.—¿Ves? Mi jefe me da el visto bueno. Voy a hacértelo hasta que no puedas andar —rio él.No obstante, ella no pensaba lo mismo.Tomó su cuerda y haciendo un pequeño nudo, consiguió un lazo como el que utilizaban con el

ganado. No tenía armas con las que defenderse, pero eso no significaba que estuviera indefensa.Esperó un instante a que aquel hombre se acercase unos centímetros, lo justo como para llegar.

Tiró el lazo consiguiendo que el cupiera dentro, lo apretó con fuerza inmovilizándole los brazos aambos costados del cuerpo.

Corrió hacia él lo suficiente como para usar sus rodillas como impulso y después envolver suspiernas alrededor de su cuello. Ambos cayeron al suelo, aunque no soltó su agarre. Apretó con fuerzamirando a los ojos a su atacante.

—Ya es suficiente.La voz de Zachary cruzó el cielo como un rayo. Fue una orden clara y directa hacia ella.Una que tardó un par de segundos en obedecer. Después, gruñó de rabia y se retiró de encima de

su atacante.Él rodó a toda prisa y se levantó lo suficiente como para mirarla con tanto odio que casi la fundió

allí mismo. El lazo seguía atado alrededor de su cuerpo, uno que se abrió por arte de magia.El cabo de su cuerda voló hasta la mano de Markus, guiado por Zachary, el cual la miraba con

dureza. Kata no fue capaz de sostener la mirada y giró el rostro hacia el camión donde debía estaratada.

—Señor, yo… —balbuceó el soldado.—Cuando lleguemos redirás cuentas a Markus. Yo no quiero tener que tratar contigo —explicó.Kata, moviéndose un poco, pudo ver como el hombre palidecía al instante. Al parecer, aquel

Markus no era alguien a quien enfadar. Ella tomaba nota de aquello, si es que salía viva esa noche.Zachary ordenó que siguieran durmiendo. El soldado rubio se marchó lejos de los rehenes y

desapareció entre la multitud. Y, para su sorpresa, cedió su cuerda al hombre al que debía temerantes de irse a dormir.

Markus y ella intercambiaron un par de miradas antes de que, la joven, volviera a mirar al suelo.El jefe caminó hacia ellos, provocando que Kata solo pensara en huir, no obstante, se mantuvoinmóvil tratando de no parecer tan asustada como lo estaba en realidad.

Quedando ante ella sonrió y siguió su camino llevándola hasta el camión, justo donde la ató conun triple nudo.

Al girarse quedaron muy próximos el uno del otro, casi pudiendo tocarse. Eso hizo que Kata

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pudiera notar la energía de aquel ser a su alrededor. Era como un torbellino, que podía succionarla ydispararla lejos acabando con su vida.

—Sí que eres peleona —susurró satisfecho.Solo cuando estuvo a un par de metros lejos de ella pudo respirar de nuevo.Kata tomó asiento con normalidad, al parecer iba a seguir con vida una noche más. El cansancio

llamó a su puerta y más cuando apoyó su espalda contra el camión.Y ahí, antes de que sus ojos se cerrasen, pudo ver como Zachary la miraba tumbado en su saco de

dormir. Ella hizo lo mismo, como si pudieran ver el uno dentro del otro a tanta distancia.Fueron unos segundos antes de que todas las luces de su mente se apagasen de puro agotamiento.

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Capítulo 10

Después de largas horas caminando, los habían metido en el camión para poder llegar a casaantes. Fue algo que todos agradecieron porque los pies les quemaban y dolían después de tantatravesía.

Kata descubrió un agujero en la lona, uno por el que aprovechó para mirar cuando la nieve deNislava desapareció.

Era la primera vez que veía un mundo verde en persona. Las fotografías le habían mostrado comoera todo en realidad, sin embargo, nunca antes pudo contemplar la belleza de los colores.

Vigilando a Zachary de cerca, fue moviéndose centímetro a centímetro para tratar de quedar anteel agujero y así poder mirar mejor. A pesar de las circunstancias, necesitaba poder ver aquello,aunque después la muerte la visitara.

Él, como era de esperar, se acabó dando cuenta y la miró unos segundos con el ceño fruncido.Poco después pareció comprender qué era lo que estaba ocurriendo y el porqué de tanta curiosidad.

Se levantó, lo que hizo que su corazón amenazase con salírsele del pecho, y desató un poco la telaque no le dejaba ver el exterior.

—Es la primera vez que ves algo así, ¿no? —preguntó dando por hecho la respuesta.Markus, también confundido, los observó ya que todos los rehenes respondieron de la misma

forma. El sol les cejó unos segundos antes de poder ver la belleza de aquel mundo nuevo.—¿Nunca habéis visto el pasto verde? —preguntó el soldado incrédulo.Kata asintió con cierta vergüenza.Tanto el jefe como él se miraron comprendiendo lo que ocurría, les sorprendió, pero no mediaron

palabra.—Así estáis tan paliduchos —rio Markus.Ella lo ignoró, estaba demasiado emocionada por ver todo aquello. El camión iba tan rápido que

no podía observar todos los detalles, no obstante, sí lo suficiente como para recordar las palabras deMalorie cuando hablaba del mundo antiguo.

La tristeza no le dejó respirar.Llegaron al reino de Draoid casi a la noche, cuando los pájaros comenzaron a callarse.

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Entraron a una gran ciudad amurallada, pero no pudo ver nada más porque Zachary volvió acolocar bien la lona.

Los vítores a los soldados hicieron eco a lo largo de todo el camino. Ellos estaban contentos dever a sus familiares regresar a casa y lo celebraban con fuertes gritos y cánticos; cosa que en Nislavano sucedía.

Cuando todo se detuvo supo que habían llegado a su próximo destino y, tal vez, a una muertetemprana.

Zachary tomó las cuerdas de los cinco rehenes y bajó instándoles a hacer lo mismo. Eso hicieron,salvo Kata que se apresuró a tomar al herido por la cintura y ayudarlo a bajar.

Markus cayó de un salto tras ella, lo que provocó que la piel se le erizase.—Vais a ver a Gerald —rio el hombre antes de poner sus manos en su espalda y empujarla

suavemente.Recordó el nombre del Rey de Draoid, lo que significaba que una audiencia con él no era nada

bueno. En realidad, ser rehén tampoco lo era. Para bien o para mal estaban a punto de sellar sudestino.

Estaban, en lo que parecía, la plaza del pueblo.Aquel reino no era para nada lo que había esperado. Era muy distinto a los libros que estudió de

más joven.Las calles eran de piedra, con casas de una planta por doquier y una algo más grande al frente.

Esta última era blanca como la nieve, con el porche y el balcón de madera y el tejado negro como lanoche, provocando que resaltase sobre el resto.

Comprendió que aquel lugar era el «palacio» del Rey, siendo mucho más modesto de lo que lasescrituras decían.

Aquella plaza podía albergar quizás a unos pocos cientos de personas, era tan humilde como elresto del reino que había visto.

Vio lo que parecía haber sido una fuente muchos años atrás. Le habían colocado un gran poste enel centro, alto en dirección al cielo. Curiosamente, también vio muchos de ellos a lo largo de la plazay en las calles colindantes.

—¡Oh, Zachary! ¡Bendito sea el cielo por traerte de vuelta! —dijo una voz.Kata miró como salía un hombre de la casa que correspondía a la de la realeza. Era mayor y lo

pudo saber por su forma de caminar, lenta. El resto parecía mucho más joven de lo que sabía que era.Al estudiar sabía bien que Gerald Draoid tenía unos setenta y pocos años. No los aparentaba, casi

parecía unos veinte más joven. Negan siempre le dijo que aquel hombre practicaba magia prohibiday que por ese motivo se mantenía tan joven.

El rey y Zachary se fundieron en un abrazo antes de que pudieran compartir unas palabras sobre elduro viaje.

Ella miró bien a ese hombre, como si quisiera memorizar cada una de sus facciones. No era muyalto, quizás un poco más que ella. Su cabello castaño presentaba unas cuantas canas que le hacíanparecer algo mayor, pero no lo suficiente. Bajó a su rostro queriendo encontrar alguna cosa que leindicase la edad que tenía en realidad y no la encontró.

Tenía las arrugas propias de un hombre de cincuenta años, unas pocas de expresión en los ojos yalrededor de los labios, unos gruesos y rojos oscuro como la sangre. Además, lucía una poblada ytupida barba negra de unos buenos ocho centímetros. Quiso mirar el color de los ojos, no obstante, noencontró valor para hacerlo.

—¿Qué me traes? —preguntó el Rey.

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Zachary señaló hacia ellos como si fueran ganado y él los miró con atención uno a uno hasta llegara ella.

—¿Cuántos han caído? —le preguntó afligido.Él contestó, demasiados.Gerald caminó entre los rehenes mirándolos de arriba abajo, como si así pudiera saber todo de

ellos. De pronto se detuvo ante ella provocándole un escalofrío de los pies a la cabeza.La joven, de forma impulsiva, se negó a mirarlo. Algo que no le importó al Rey, ya que la tomó

del mentón y la obligó.—¿Cómo te llamas? —preguntó.Kata tragó saliva.—Alana Sould —contestó de forma instintiva.Desde pequeña le habían enseñado a mentir por si caía en manos enemigas. Nadie podía saber

quién era porque podía ser peligroso para ella y para su reino, al que le debía total lealtad—Alana, ¿eh? Eso ya lo veremos —comentó.Soltó su barbilla para agarrar su cuerda. Tiró de ella casi haciéndola tropezar y caer, aguantó a

duras penas y caminó tras él como un perro siendo dirigido por su dueño.La arrastró hasta llevarla casi a las puertas de su casa. Allí la hizo girar sobre sus talones, de

modo que todo el mundo pudiera verla.La plaza estaba llena de soldados y familias que habían venido a celebrar el regreso de su gente.

Además, los balcones estaban atestados de personas que no querían perderse el espectáculo.La mano de Gerald cayó sobre su hombro derecho con contundencia, pesó mucho más de lo que

pudo soportar provocando que acabase de rodillas. Fue entonces cuando su mano cambió yéndose ala izquierda y rodeando su cuello.

—Muy bien, Alana Sould. Estás en un juicio donde se la acusa de asesinato. ¿Cómo te declaras?La mente de la joven iba tan rápido que no podía comprender lo que estaba ocurriendo. No

contestó inmediatamente, necesitó que la agitase un poco para poder ser capaz de hacerlo.—Culpable —contestó sin temor a mentir.Ella había sesgado vidas.—Bien. Te condeno a muerte —sentenció el Rey sin titubear.Ese era su final, no iba a poder pelear por seguir viviendo. Aunque lo hiciera no podía huir de un

reino entero. Debía asumir que sus decisiones la habían llevado a ese lugar. Era la única culpable desu suerte.

Agachó la cabeza esperando el golpe de gracia, solo esperaba que fuera rápido e indoloro.Notó la palma de la mano de él sobre su cabeza y, segundos después, una descarga eléctrica que,

tras cortarle la respiración unos segundos, le hizo gritar hasta rasgar sus cuerdas vocales.Los rehenes se movieron inquietos y ella suplicó al cielo, sin palabras, que aquello acabase lo

más pronto posible.—¿Cómo te llamas? —volvió a preguntar el Rey.La electricidad paró en seco provocando que su cuerpo cayera laxo. Sorprendentemente no cayó

al suelo, él la sostuvo en la misma posición en la que llevaba los últimos minutos.—Alana Sould.Una segunda descarga hizo que se revolviera tratando de liberarse. Gritó con todas sus fuerzas

dejando que el dolor se expandiera a cada extremidad de su cuerpo.—¿Cómo te llamas? —repitió.Ella, luchando entre la consciencia y la inconsciencia, negó con la cabeza negándose a abrir la

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boca. Notó humedad descender de su nariz hasta llegar a sus labios, el sabor metálico le indicó queera sangre.

—¡Dímelo, niña! —bramó enfadado.—Alana Sould —contestó al mismo tiempo que escupía al suelo la sangre que se acumulaba en la

boca.El Rey apretó su agarre sobre su cabeza, como si no estuviera contento con su decisión.—Muy bien.Ese parecía ser su final. Iba a morir allí mismo y, dadas las circunstancias, lo prefería a seguir

sufriendo. Solo sintió pesar por los suyos, los que dejaba allí indefensos, a merced de un hombre quepodía hacerles cualquier cosa.

—¡ES KATARIEL DE NISLAVA! —gritó uno de los rehenes que miraban la escena, quecontemplaban a su princesa sufrir.

La sorpresa golpeó a todos con contundencia. Fue tal que el agarre que había sobre su cuerpo sedesvaneció cayendo al suelo de bruces. Justo ahí, cuando impactó contra la dura piedra, lloriqueómientras negaba con la cabeza.

—No, no, no. No lo soy… —gimoteó sabiendo que era inútil.La magia de Gerald la levantó, liberó sus muñecas segundos antes de suspenderla a unos pocos

centímetros del suelo. No contento con eso, le hizo abrir los brazos y la dejó allí para deleite detodos los presentes.

—Así que eres la hija de Negan —dijo regocijándose con su descubrimiento.Kata, mirándole de reojo ya que no podía moverse, gorgoteó:—No sé de qué me estás hablando.Pero nadie la creía.—Tu papaíto estará muerto de preocupación por ti —comentó Gerald caminando a su alrededor.Eso hizo que ella sonriera tratando de ocultar su risa, al no conseguirlo, rio un instante.—¡Qué poco lo conoces!La magia que sostenía su cuerpo se hizo más fuerte, como si cientos de cuerdas se enrollaran

alrededor de cada centímetro de piel hasta quemarla.—Conozco bien a tu padre, llevamos en guerra treinta años —le indicó como si fuera la primera

vez que lo escuchaba.Kata miró al cielo.Fue en ese momento en el que el collar que llevaba en el cuello llamó la atención del Rey. Se

acercó para observarlo, alargó los dedos para alcanzarlo, aunque no lo hizo finalmente.—¿Quién te dio esto? —preguntó.—Alguien.Su contestación no fue tan divertida como ella pensó y lo descubrió cuando rodó en el aire hasta

acabar con la cabeza cerca del suelo y los pies hacia arriba.—No tengo paciencia para esto —advirtió.La princesa cerró los ojos unos segundos como si los recuerdos fueran demasiado como para

lidiar con ellos en aquel momento. Al final, decidió rendirse y decirle lo que quisiera.—Me lo dio la mujer que me crio.Gerald no estuvo satisfecho con eso, la agitó como si fuera a hacer música y volvió a repetir su

pregunta.—Se llamaba Malorie.Los rehenes entendieron lo que eso significaba y seguramente también él y los presentes, pero

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necesitó preguntar.—¿Qué le ocurrió?Kata jadeó sintiendo que estaba a punto de desmayarse, la sangre la tenía acumulada en la cabeza

y ya no podía ver con claridad. Por suerte pareció entenderlo y la giró nuevamente.—Él la mató —contestó.Gerald miró el colgante como si viera una obra de arte.—¿Sabes lo que es?—Un colgante —contestó aún a riesgo de acabar siendo descuartizada o agitada hasta vomitar.El Rey contuvo el aliento unos segundos como si tratase de calmarse. Supo entonces, que de no

haber sido quién era, hubiera muerto en sus manos.—Hizo desaparecer a su prometido cuando estábamos a punto de capturarlos —explicó Zachary.La sorpresa se dibujó en el rostro de aquel hombre para después ocultarlo tras una capa de

indiferencia.—Entonces sí sabes lo que es. Tu padre lamentará que te hayamos puesto la mano encima —rio

—. Ahora tenemos una pieza que puede inclinar la balanza al favor de Draoid.Kata, como si acabasen de contarle el mejor chiste de su vida, sonrió cerrando los ojos.—¿Qué te parece tan divertido? —preguntó Markus.—Que podáis creer que ese hombre pueda mover un solo dedo por mí —contestó con una

sinceridad arrolladora.Con el mentón, señaló a los rehenes antes de poder continuar hablando.—Recibimos una carta en la que decía que habían sido vencidos, que habían caído en una trampa

y decidió dejarlos morir allí.Zachary avanzó hasta colocarse ante ella.—¿Eres el soldado que dejamos pasar? —preguntó recordando cuando llegó al bosque.Kata lo miró a los ojos antes de dibujar una media sonrisa. Era la mejor decisión de su vida y no

se iba a arrepentir jamás. Salvar a Nixon había sido el mejor objetivo que había tenido nunca.—Yo quería saber si Nixon seguía con vida. Le pedí ir ayudarles, traer los soldados de vuelta a

casa y no lo vio de la misma forma —explicó.Gerald chasqueó la lengua haciendo que Zachary y Markus retrocedieran dejándola a solas con su

rey.—Mientes.—¿Crees que cualquier rey, en su sano juicio, enviaría a su hija sola y sin protección a la guerra?Todos comenzaban a comprender lo que decía. Les costaba creer su historia y no les culpó, a ella

misma también le pasaba. Todo era tan irreal que apenas era capaz de comprenderlo.—¿Y cómo llegaste? —quiso saber un todavía incrédulo Gerald.—Cuando le dije de salvarlos, incluyendo a Nixon, decidió dispararme. Mató a dos guardias que

noqueé por no haber acabado con su vida. Me encerré en mi habitación esperando que se calmase,pero fue a más.

Las lágrimas mancharon su rostro y tuvo que hacer un alto en su relato.—Malorie estaba allí y pidió ayuda. Me ayudaron a bajar por la ventana —relató como si

estuviera allí mismo—. Le supliqué que viniera conmigo y no me escuchó. Me entregó el colganteantes de que escuchase como mi padre la disparaba sin piedad. Y lo hubiera hecho conmigo de haberestado en la habitación.

Miró al cielo al mismo tiempo que parpadeó a toda velocidad tratando de hacer a un lado laslágrimas, no podían verla débil.

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—Yo solo quería salvar a Nixon, necesitaba hacerlo. Viajé por todo el reino hasta encontrarlos.Obviamente el plan de escapar no nos fue del todo bien.

Gerald suspiró.—¿Y el muchacho?—Pedí al cielo que no estuviera allí, que escapase y se desvaneció en el aire. Es lo único que sé.

Lo juro.Kata cayó al suelo duramente cuando lo que la sujetaba desapareció. No trató de incorporarse,

únicamente dejó que pasara lo que tuviera que pasar. Ya nada más le importaba. Él estaba bien.—Atadla al poste y también al resto. Tengo que verificar esa información —ordenó el Rey.Zachary avanzó hasta ella, se agachó para tomarla del brazo y levantarla. Sin mediar palabra,

comenzó a caminar hacia el poste de la fuente que había estado mirando al llegar al reino.La hizo sentarse y obedeció sin rechistar, no pensaba pelear en aquellos momentos, no tenía

fuerzas. Tomó sus brazos y volvió a atar sus muñecas para fijarlas a una anilla que había sobre sucabeza para ese cometido.

El resto sufrió su misma suerte antes de que anunciasen que estaban todos invitados a una granfiesta. Una que celebraron en honor a los guerreros que habían sobrevivido y a los caídos.

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Capítulo 11

—¿Qué posibilidad hay de que sea realmente quién dicen? —preguntó Gerald.El rey estaba reunido en el comedor de su casa con el jefe de su ejército, Zachary, y su segundo al

mando, Markus, mientras el resto celebraba una gran fiesta en honor a la victoria.Zachary paseó por la estancia, era algo rutinario, como si sentarse fuera estar demasiado quieto

para alguien que vivía todo el día alerta.—Yo sí lo creo —contestó Markus.Él cabeceó, tenía tanto sentido que podían estar engañándoles, sin embargo, en la vida había

aprendido que la respuesta más sencilla solía ser la verdadera.—Yo también. Nixon hizo todo lo posible por sacarla del campo de batalla y hasta sus vasallos la

protegen. Creo que estamos ante la descendiente de sangre del mismísimo Negan —sentenció el jefeconvencido de ello.

Por supuesto, aquella noticia era algo agridulce. Tener a una descendiente de aquel hombre podríalevantar muchas ampollas.

—No se parece en nada a ella —comentó Gerald dejándose caer sobre la butaca de su escritorio.Él optó por encogerse de hombros.—Yo tampoco me parezco a mi madre —dijo Markus restándole importancia a las similitudes

físicas.Zachary caminó hasta quedar ante la estantería de libros que tenía su rey. Giró sobre sus talones y

apoyó la espalda en ella segundos antes de enfrentar a su segundo al mando.—¿Estás seguro? Tenía entendido que fuiste un bulto que le salió a tu madre —bromeó.La vena del cuello de Markus se inflamó y le regaló un corte de mangas que prefirió ignorar.

Quiso dejar estar el tema, no obstante, le resultaba tan divertido meterse con él que no pudo evitarlo.—¡OH! ¡Ya recuerdo! A ti te encontraron en medio del bosque. Tu madre biológica te abandonó y

la de ahora se apiadó de ti. Dijo: hasta los feos merecen ser queridos.Markus chasqueó los dedos lanzándole un choque de energía que Zachary transformó en una

bengala infantil.—Esto es serio, chicos —regañó Gerald.

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Zachary decidió seguir caminando mientras se desarrollaba la conversación.—Mañana a primera hora mandaré un mensaje a Negan, quiero ver si es verdad que hace algo por

su hija —prosiguió el Rey.Ella no había estado convencida de ello. Por alguna razón, a pesar de la tortura a la que estaba

siendo sometida, en cuanto mencionaron a su padre arrancó a reír. Eso podía resultar esclarecedor.—Si no es su hija él nos lo confirmará.El jefe suspiró.—Lleva el colgante, ¿no? Tiene que ser ella.Markus tenía razón. Él también estaba convencido de que así era. Aquella mujer era la mismísima

Katariel de Nislava, algo que jamás hubieran esperado cuando emprendieron el viaje a la guerra.—Y no tiene ni idea de lo qué es —explicó Gerald.Zachary se colocó detrás del asiento del segundo al mando, puso las manos sobre sus hombros,

pero este le dio un par de manotazos para que se apartase. Eso le provocó una sonrisa.—En la guerra la información es un pilar clave y ella parece haber sido excluida de todo eso —

dijo con contundencia.Gerald juntó las manos a modo de súplica u oración, como si deseara al cielo pudiera hacer

aquello muchísimo más fácil.—Mandaré el mensaje e iremos improvisando sobre la marcha, quiero una reunión a primera hora

todos los días —ordenó el Rey.Ambos asintieron ante la petición de su señor. No podían tomar una decisión precipitada ya que

tenerla a ella podía cambiar el curso de la guerra. Una que duraba demasiado tiempo.—¿Y qué hacemos con ellos? ¿Los dejamos como espantapájaros? Sé que es costumbre hacerlo,

pero otros prisioneros han gozado de ciertos privilegios como atención médica, alimentación ytrabajo —recordó Zachary.

Gerald asintió un par de veces.—Sí, sí. Haremos el procedimiento habitual, por ahora.Ella había hecho tambalear un pilar, como si con su llegada hubiera hecho caer la primera pieza

de un dominó perfectamente ensamblado. Ahora todo podía hundirse golpeando una ficha contra otra.Zachary se acercó a la ventana del comedor. Usando dos dedos apartó un poco la cortina que la

cubría, lo justo como para poner verla en el mismo sitio donde la había dejado atada.—Señor, ¿ha avisado usted a la reina madre? —preguntó tragando saliva.—¡Por supuesto que no! Mi madre sale poco de casa, mañana la prepararé —contestó Gerald.Él decidió abrir un poco más la cortina para que pudieran ver lo mismo que estaba viendo.—Creo que no podrá ser así —titubeó.Y es que, después de años sin salir apenas, aquella mujer había elegido el día más idóneo para

tomar el aire de una cálida noche de verano. Aunque lo peor no era eso, sino que estaba anteKatariel.

Los tres hombres se miraron unos instantes antes de correr al exterior.

*** Kata movió los brazos en un intento de despertarlos. Aquella postura era tan incómoda que ya

apenas era capaz de mover las puntas de los dedos. Lo intentó con todas sus fuerzas, sin embargo, yano quedaba de eso en su cuerpo.

—Hola, querida —dijo una voz.

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La joven frunció el ceño, confusa. Ante ella vio como llegaba una mujer que le pareció más mayorque el mismísimo mundo.

Caminaba con un bastón que la ayudaba a mantener el equilibrio, uno de una madera oscura. Lellamó la atención la gran cantidad de nudos que tenía, como si el árbol que hubieran usado fuera casitan viejo como ella.

Encorvada por la edad, lucía un vestido negro como la noche y una chaqueta de punto roja, susmangas eran tres cuartos, dejando sus brazos al aire. Le pareció curioso ver que llevaba la manicurahecha del mismo color, intenso como la sangre.

Su pelo blanco estaba recogido en un moño repleto de horquillas. Además, en la cúspide, llevabaun pasador con una mariposa azul de adorno. Eso le hizo pensar que era una mujer muy elegante.

Su rostro tenía las arrugas propias de la avanzada edad que poseía, pero tampoco demasiadas.Kata estuvo convencida de que de joven había sido una mujer muy hermosa.

Y sus ojos, unos azules como el cielo que habían contemplado en aquel reino, despejado y sinnubes. Eran tan increíbles que se los quedó mirando sin apartar la mirada como sabía que debíahacer, no obstante, no fue capaz de hacerlo.

—He dicho «hola» —regañó.Ella, comprendiendo lo que decía, carraspeó antes de conseguir hablar.—Hola.La mujer sonrió satisfecha.La miró de arriba abajo como si estudiara bien la posición en la que estaba. Molesta, apoyó

ambas manos en su bastón mientras le fruncía el ceño al agarre de sus muñecas.Para su sorpresa, el nudo se deshizo y, sus brazos cayeron por culpa de la gravedad, sobre su

regazo. No pudo evitar gimotear dolorosamente ya que apenas sentía que fueran parte de ella.La cuerda se deshizo por completo para hacer un agarre diferente. Volvió a tomar sus muñecas,

pero esta vez giró a la derecha para atarse a la parte baja del poste, cosa que agradeció ya que así notenía que levantar los brazos.

—Mucho mejor así —dijo satisfecha la mujer.—Gra… gracias —tartamudeó.Ella asintió.Resultaba incómodo que la mirase tanto. Lo peor es que parecía tener todo el tiempo del mundo

para hacerlo.—¿Cómo te llamas, niña?La pregunta la sorprendió.—¡Madre!La voz del rey hizo que ella se erizase recordando la tortura a la que había sido sometida. Así

pues, quedó rígida contra el poste a la espera de no ser castigada por hablar con aquella mujer.No solo llegó Gerald, Markus y Zachary franquearon a la reina madre como si ella se hubiera

convertido en una amenaza mayor. Eso provocó que, la joven, enseñara las palmas de las manosrecordando que estaba atada, no podía hacer nada.

—Hijo, hace una noche muy bonita. ¿No crees? —preguntó como si nada estuviera pasando.El rey asintió no demasiado convencido de ello.—Seguro que Molly tiene algodón de azúcar. Siempre hace para días especiales. ¿Le apetecería

un poco, señora? —preguntó Zachary.Estaba claro que querían apartarla de ella. Por algún motivo, su presencia era mucho más

peligrosa de lo que habría esperado en un principio.

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—¡Oh, sí! Siempre hace ese dulce tan rico. Quizás debería saltarme la dieta e ir a verla —comentó la mujer.

Markus asintió y le extendió el brazo para que se agarrase, sin embargo, en lugar de hacerlo, ledio un leve golpe de bastón en el codo obligándolo a bajarlo.

—Después, querido —explicó.Eso no le gustó a ninguno, sus rostros mostraron decepción y Kata temió que la culpasen a ella.—Antes me gustaría seguir con esta muchacha, estábamos en una conversación muy interesante.El corazón de la joven se congeló al saber que dijese lo que dijese iba a recibir la ira de alguno.

Una parte de ella recordó su hogar, allí tampoco tenía posibilidades de ganar ninguna conversación.—Madre, es solo una rehén —comentó Gerald.Pero aquella mujer no cejó en su empeño. Estaba convencida en hablar con ella y lo iba a

conseguir les gustara a esos hombres o no.—Disculpa a mi hijo, es rey y eso siempre va en el cargo —pidió la señora volviendo a ella—.

Ahora dime, ¿cuál es tu nombre?La joven tragó saliva y cabeceó un poco sus opciones llegando a la conclusión de que no tenía

ninguna. De forma desesperada, miró a los hombres que la acompañaban, pero no dijeron nada.Así pues, solo tenía que contestar.—Kata, señora.La mujer le dio un ligero golpe con el bastón en los pies. Era una advertencia y estaba convencida

de que todo podía empeorar.—Nombre completo —regañó.Ella tomó una bocanada de aire.—Katariel Alana Martha de Nislava, pero suelen resumirlo como Katariel de Nislava o Kata.El rey la miró con severidad sabiendo que, a pesar de todo, cuando había preguntado su nombre

no había mentido del todo. Era el segundo y por eso podía decirlo con soltura.El rostro de aquella mujer cambió, la miró como si fuera un espejismo en un desierto antes de

comenzar a temblar.—Todavía estamos a tiempo de ir a comer algodón de azúcar —se ofreció Markus.Ella lo rehusó levantando la mano.—Una vez conocí a la dueña de ese collar… —comenzó a decir.Al parecer todas las historias colindaban en él. Como si el peso que sintió la primera vez que se

lo dieron se hubiera multiplicado por mil. Ahora casi era una maldición en lugar del milagro quehabía salvado a Nixon.

—Sé que mi madre fue Draoid y que fue suyo —dijo rápidamente como si con eso pudiera dar porzanjada la conversación.

Ahora fue Markus el que le dio un leve golpe en la planta del pie con su bota. Estaba convencidade que no querían que hablasen y de que estarían encantados de cortarle la lengua.

—Ella lo llevó mucho tiempo antes de tu nacimiento, pero no supo protegerla lo suficiente. No latrajo de vuelta a casa.

La mujer sonrió.—En su defecto te trajo a ti. Estoy convencida que ella lo hubiera querido así.Kata apretó la mandíbula con cierta rabia y dolor. No era una reacción voluntaria, era la

conseguida durante años hablando mal de su madre. Negan se había encargado de castigarla por lospecados de su progenitora, lo que hacía que no pudiera sentir demasiada simpatía por una mujer quedecidió salvarse ella, tomando la salida más fácil, que a su propia hija.

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—¿La conociste? —preguntó la reina madre.La joven negó con la cabeza.—Una pena. Una hija siempre debería saber de dónde procede y tú lo has conocido demasiado

tarde.Katariel frunció el ceño sorprendida. ¿Cómo podía saber aquello?—Puede que sea vieja y esté oxidada, pero todavía me quedan algunos trucos bajo la manga —

confesó orgullosa.Esa conversación había durado demasiado tiempo y pudo notar el nerviosismo en los hombres que

mantenían silencio a su lado. Ellos estaban deseando poder llevarse a aquella mujer lo más lejosposible.

—¿Cómo murió? —preguntó la reina madre.La pregunta hizo que todo el aire de sus pulmones se esfumase como por arte de magia. Tosió un

poco tratando de respirar y se calmó pasados unos segundos.—No lo sé —contestó Kata mirándola a los ojos.El bastón se levantó y le dio un ligero toque en la cabeza. Aquella mujer podía llegar a ser muy

severa si se lo proponía. Supo que huir de aquella respuesta podía hacer que doliera mucho más.—Se suicidó al poco de nacer yo.La mujer, consternada, negó con la cabeza como si acabase de decir una de las mayores

barbaridades del mundo, cosa que ofendió a Kata.—¡Eso es mentira! —exclamó llevando sus manos al pecho.Zachary y Markus tomaron a la mujer de los brazos con miedo a que pudiera caer al suelo. Kata,

en cambio, solo pudo desviar la mirada para no contemplar aquello. El corazón se le encogió condolor pensando en la pobre mujer y la imagen que tendría de su madre.

—¡Retira eso, niña! —exclamó enfadada.—Lo retiro —cedió ella.Apoyó la cabeza en el poste, suspirando, y cerró los ojos.Las mentiras no iban a cambiar aquello que se había grabado en su cuerpo desde el día en el que

la enterraron.—¿Qué te dijo ese monstruo? —preguntó volviendo a la carga.Estaba claro que se refería a su padre y Kata aceptó que aquel calificativo se quedaba corto con

lo que era.—Madre, ya has tenido suficientes emociones por hoy. Quizás mañana —trató de convencerla

para encontrarse con una gran negativa.La mujer estaba convencida a hablar con la princesa del reino enemigo y no pensaba marcharse de

allí sin las respuestas que había venido a buscar. No importaba lo que tardase en conseguirlo.—Mi padre siempre ha sostenido que ella se suicidó y lo sé bien porque me ha castigado por ello

toda la vida. He sufrido en mis carnes los pecados de otra persona y me han torturado para no serdébil como ella. La meta que me asignó fue que borrase todo rastro de esa mujer en mí —contestóKata.

Los miró a los ojos a todos, no pensaba mentir. Ya sabían quién era y esconder algo podía girarseen su contra. Tenía cientos de cicatrices testigos de los abusos a los que había sido sometida.

—Él es un mal hombre. Yo lo dije cuando vino a pedir su mano, pero sus padres no me creyeron—explicó la reina madre.

Kata asintió.El silencio los abrazó unos instantes, como si las palabras que acababa de decir hubieran sido

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toda una sorpresa. Tenían mucho en lo que pensar ya que, tener retenida a la princesa, no producíatantas ventajas como hubieran imaginado.

—Ahora sí que me apetece ese algodón de azúcar. —Se aferró al brazo de Markus—. Tú me vasa llevar, ¿verdad, joven?

Todos se fueron sin decir nada más. Como si romper el silencio fuera algo prohibido en unmomento como ese.

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Capítulo 12

—Toma —dijo Zachary sacándola de su ensimismamiento.Kata parpadeó y buscó la voz hasta encontrarla a su lado. Durante unos segundos había estado

embobada en la mujer que acababa de sondearla.Ella no sabía que la reina madre era la mujer más importante del reino y que conocía su historia

desde mucho antes de su nacimiento. Aquella mujer, que apenas salía de casa, había elegido verla enpersona justo en el momento que supo que estaba ahí.

Vio dudar a la joven mirando la cantimplora que le tendía, pero cedió finalmente. Alargó susmanos hasta alcanzarla.

—No voy a envenenarte —prometió Zachary.—Creo que sería lo mejor que podía pasarme —contestó antes de abrir y dar un buen sorbo.Zachary no hubiera negado ante nadie lo mucho que miró a esa mujer mientras bebía. Podría

haberse defendido diciendo que vigilaba a la prisionera y no le hubiera importado si le creían o no.Sus cabellos pelirrojos eran algo tan extraño en su reino que sabía que muchos se habían detenido

a observarla. Casi parecía un trofeo expuesto para que todos pudieran vanagloriarse de habercapturado a la princesa de Nislava.

Su tez pálida mostraba el poco sol que tenían en su reino, casi parecía la nieve que habían estadopisando los días que duró la batalla.

Siguió con la mirada las pecas que se dibujaban en sus mejillas y que subían por su nariz. Casiparecían ser el mapa de un tesoro, uno que podía culminar en algo peligroso.

Sabía bien de lo que era capaz.Para todos era una atracción de circo, no obstante, no tenían ni idea de lo que la había visto pelear

en aquel lapso de tiempo. No era solo una cara bonita, podía atraerte al agua como una sirena yahogarte en sus profundidades.

—Gracias —contestó ella devolviéndosela.—Quédatela, te la iremos llenando.Katariel asintió sin decir nada más. No era un trato de honor, si querían que los rehenes siguieran

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con vida debían alimentarlos.—¿Puedo preguntar su nombre? Nunca me hablaron de ella, solo del rey Gerald.Molly en ese momento atrajo su atención. Canturreó su nombre, lo cual solo podía significar que

tenía algo para él. Era como un ritual que conocían bien. Esa mujer podía ser el mismísimo infierno yel cielo a la vez, como si dos personalidades habitasen en el mismo cuerpo.

Zachary decidió a ir a ver lo que quería de él. Cuando llevaba un par de pasos no pudo evitargirar hacia Kata. Ella, como si se hubiera dado por vencida, estaba con la nuca apoyada en el postecon los ojos cerrados, casi como si tratase de descansar.

—Loretta. Así se llama la reina madre.Katariel abrió sus enormes ojos para mirarle. Acto seguido asintió y volvió a cerrarlos como si el

sueño fuera demasiado. Decidió dejarla atrás y no molestar el poco descanso que pudiera encontraren aquella postura.

—Hola, querido —sonrió Molly en cuando llegó hasta ella.Había puesto su paradita, la que siempre montaba cuando regresaban a casa. Estaba repleta de

dulces, tenía buena mano para ellos y había conseguido que muchos fueran adictos a sus recetas,entre ellos la reina madre.

La mujer, vestida con un elegante vestido azul, salió de detrás de su mostrador y se lanzó a susbrazos. Los envolvió en su cuello, apretándolo con fuerza contra él como si hiciera mil años que sehubiera marchado.

—¡Cuánta efusividad! —exclamó él apartándola con delicadeza.—Eres el más esquivo de todos. Markus vino a verme hace un ratito y ya le di sus dulces.Zachary no pudo evitar notar la malicia y la picaresca de esa frase. Aquella mujer era muy

atractiva, no era un secreto de que muchos hombres habían intentado ganarse sus favores, pero él nopensaba preguntar por si su compañero acababa de probar algo más que sus dulces.

—Tranquilo, solo se ha llevado un trozo de tarta y algodón de azúcar. Los otros dulces los guardoa buen recaudo —sonrió como si pudiera leer su pensamiento.

Él asintió algo avergonzado por haber sido descubierto.Molly tomó una bolsa transparente en la que puso un buen puñado de golosinas ácidas. Sabía que

eran sus favoritas y le gustaba que se acordase de uno de sus gustos más peculiares.Cuando fue a echar mano de su cartera ella negó con un dedo amenazante.—A estas invita la casa. Por el valor en el campo de batalla y por hacer que muchos hayan vuelto.Fue agradable que alguien valorase todo el esfuerzo. La única cosa que tenía clavada en el

corazón era los soldados que jamás volverían a ver sus familias. Ellos eran unas víctimas inocentes.—Siempre eres muy amable conmigo —sonrió.Molly asintió aceptando el cumplido. Contoneó sus caderas de vuelta a su sitio de trabajo puesto

que, mientras hablaban, la cola de gente esperando no había hecho más que alargarse.—¿Ella es quién dice ser? —preguntó señalando rápidamente a la rehén.Él le dio una rápida mirada, parecía ajena al bullicio de gente, como si acabase de dormir.—Yo sí lo creo.La mujer se abstuvo de contestar, únicamente asintió como si eso fuera suficiente. Creía en su

intuición. Además, tampoco es que tuvieran forma de saberlo al cien por cien, siempre iba aquedarles la duda.

—Baila un rato y diviértete, guerrero. Te lo has ganado.Zachary asintió como si acabase de recibir una orden y se perdió entre la gente.

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*** Katariel se revolvió cuando algo húmedo cayó sobre ella. Quiso alejarse, pero fue entonces

cuando chocó con la realidad: estaba atada y no era una pesadilla, seguía estando en el reino deDraoid.

—¿He despertado a la princesita? —preguntó una voz.A su lado había un hombre muy alto o es que ella en aquella posición así lo veía. Se tambaleaba

un poco mostrándole que se encontraba en un estado de embriaguez bastante alto.Miró su sonrisa maligna, casi perversa; se trazaba de lado a lado del rostro como si así pudiera

vaticinar lo que pensaba hacer.En una de sus manos llevaba un vaso, el contenido del cual, decidió que era buena idea dejarlo

caer sobre ella. Se lo colocó sobre su cabeza y, con un leve giro de muñeca, todo cayó.Katariel jadeó cuando el líquido frío la empapó. Bajó por su rostro para seguir camino abajo

hasta conseguir que toda ella quedase mojada. El olor a alcohol le picó las fosas nasales, como si setratase de algún ron que hubiera olido alguna vez.

—Si te prendo fuego, ¿arderías para mí? —preguntó apoyándose en el poste.La joven se negó a mirarlo o contestar. No pensaba provocar su ira y mucho menos iba a abogar

por compasión, sabía bien que no tenía ya que su rostro mostraba sus deseos más oscuros.—Mataste a mi amigo —escupió enfadado.El silencio le molestó mucho más.—Tu le metiste una bala entre los ojos —explicó al mismo tiempo que un dedo bajó hasta apretar

su entrecejo.Kata no se resistió y no se retorció evitando el contacto. Aquel hombre era peligroso, solo debía

concentrarse en mantener la calma.Escuchó una cremallera descender, eso llamó suficiente su atención como para que quisiera mirar

qué era lo que se disponía hacer.Era de noche, no obstante, las luces de las calles pudieron dejarle ver el nuevo plan que trazaba.Aquel hombre metió la mano en la bragueta de su pantalón apartando la ropa interior con dos

dedos. Lo siguiente fue algo que deseó no mirar, pero se descubrió a sí misma contemplando conhorror.

Él ahuecó su miembro entre sus dedos y lo liberó sacándolo del pantalón. Fue entonces cuandoKatariel cerró los ojos y apartó el rostro todo lo que pudo. El orín se derramó sobre su hombroderecho y descendió a toda velocidad.

La princesa no lo pudo soportar, su estómago se retorció dejando que la bilis subiera gargantaarriba, no obstante, ella retuvo el vómito impidiendo que el contenido de su estómago acabase en elsuelo.

Usó sus piernas para impulsarse y ponerse el pie. El agarre sobre sus muñecas dolió cuando lologró, pero no le importó.

Con la poca distancia que los separaba, usó unos pocos centímetros para afianzar un pie el ensuelo y subir la otra rodilla directo al punto de gravedad de aquel hombre. Golpeó sus testículos contanta fuerza, que de haber sido un hueso lo hubiera notado quebrarse.

El guerrero se dobló hacía delante por el dolor, lo que ella aprovechó para darle un cabezazo contodas sus fuerzas.

Lo vio caer de espaldas justo antes de llevarse las manos a la entrepierna para socorrer esa partede su anatomía que dolía. Gritó, aulló de dolor casi como si de un niño se tratase.

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Katariel supo entonces que acababa de llamar demasiado la atención.

*** Zachary frunció el ceño cuando la gente dejó de bailar. No solo eso, se giraron hacia un lado

demasiado concreto como si algo hubiera llamado su atención. Pero el misterio se desveló cuandovio la dirección.

—¡Zachary! —gritó Molly desgarradoramente indicándole que había problemas grandes.Corrió entre la gente, se abrió paso como pudo sabiendo bien quién era o más bien hacia dónde

debía ir. Solo cuando el último Draoidiano se apartó pudo contemplar una escena que lo sorprendió.Katariel estaba de pie, enfrentándose a uno de sus soldados, el cuál parecía estar sujetándose la

entrepierna con dolor. Fue cuestión de un segundo porque se incorporó lo justo como para estarsentado y cantó el hechizo que hizo que creciera una llama de fuego en su mano.

Sabiendo bien quién sería el objetivo, Zachary alzó ambas manos. Convocó un hechizo sencillo,aunque efectivo. Justo cuando la llama de fuego se alejó de su dueño, apareció una nube de tierra quela rodeó. Giró a su alrededor unos segundos antes de consumirla dejando un reguero de humo comoestela.

Toda su atención fue hacia su guerrero, se colocó ante él tratando de que le diera una explicaciónplausible para justificar lo sucedido.

Markus también llegó, pero su objetivo fue otro muy distinto al suyo. Colocándose tras Katariel,la tomó del cabello y la inmovilizó como si una mujer atada e indefensa fuera a suponer una amenaza.

—¡¿Qué has hecho?! ¡¿Haciendo amigos de nuevo?! —bramó, el segundo al mando, en su oído.—Evitar que una escoria así se reproduzca —contestó, la joven, destilando odio por todos sus

poros.Aquella contestación provocó que ambos mirasen al hombre que seguía sentado en el suelo.Al estar ante sus jefes, saltó para ponerse en pie desvelando parte del misterio en forma de pene

colgando fuera de sus pantalones.—¿Qué se supone que ibas a hacer con eso? —preguntó Zachary.Fue entonces cuando Markus lanzó un par de improperios al cielo llamando su atención.Mantenía a la princesa sujeta por el cabello, pero solo con una mano y se había apartado de su

cuerpo todo lo posible como si le diera repulsión estar cerca. Fue entonces cuando el olor golpeó susfosas nasales.

Ahora parecía tener el rompecabezas completo mostrándole algo que no le gustaba.No fue capaz de contenerse o es que, tal vez, no quiso hacerlo. Con un ligero movimiento con el

pecho y los hombros dejó escapar un choque de energía que lanzó a su soldado un par de metros másallá de él.

—Di una orden explícita de no tocar, molestar o torturar a los rehenes. Siempre procedemos igualy bien puedes conocer mi ética laboral. ¿Qué tienes que decir en tu defensa?

El hombre tartamudeó ante las palabras de su jefe sabiendo que las consecuencias serían terribles,no obstante, el alcohol dejó que consiguiera decir lo que realmente sentía.

—¿Por qué deberíamos tener piedad ante los enemigos?Zachary avanzó un par de pasos.—Tener piedad o no es mi decisión y la del rey. Solo él puede elegir cuándo cruzar la línea.La energía se arremolinó a su alrededor con fuerza, mostrando porqué era el jefe de aquel reino.

Se había ganado aquel puesto a base de entrenamiento, fuerza y templanza. Además, sabía cumplir

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una orden cuando se la daban.—Por el momento quedas suspendido de empleo. Ya buscaré el sitio más duro y sucio del reino

que requiera tus hábiles manos para limpiar. —Hizo una pausa—. Ahora, fuera de mi vista.Esa orden sí la supo acatar. Se levantó a trompicones antes de arrancar a correr hacia su casa.Zachary giró sobre sus talones para encarar a Markus y a Kata. Él seguía distante con ella a causa

de su olor y no le culpaba.—Yo me encargo, si quieres —se ofreció su segundo al mando.Negó con la cabeza.—Disfruta de la fiesta, yo lo haré.Markus aceptó encantado, soltó a la princesa y se alejó unos pasos antes de dirigirse a la multitud.

No había nada que hacer allí en aquellos momentos, ya todo había acabado.La música retomó la melodía donde lo había dejado y pronto todo el reino decidió seguir con la

celebración.Así pues, solo quedaba una cosa: Katariel.Zachary la contempló unos segundos antes de colocar sus manos en sus caderas. Suspiró sin tener

claro qué hacer con ella.

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Capítulo 13

Katariel iba detrás de aquel hombre. Seguía sus pasos, poniendo los pies donde justo antes habíapisado, como si quisiera seguir sus huellas sin dejar las suyas propias. La guio hasta un cobertizo,uno que parecía haber sido reformado hacía muy poco, su madera caoba brillaba sin que el paso delos años hubiera hecho mella en ella.

Zachary se detuvo entonces, a pocos centímetros de la puerta, y se giró para comenzar a desatarsus muñecas.

—Hay una ducha dentro, está destinada para soldados, pero podrás usarla.La joven asintió y esperó a que le diera alguna indicación más. Lo vio abrir las puertas, le

sorprendió descubrir que las dos puertas eran en realidad cuatro. Estaban partidas por la mitad,haciendo que quedase parte de la cabeza al descubierto.

—Quiero las de arriba abiertas —ordenó.Ella tragó saliva, necesitó aclararse la voz antes de contestar de forma afirmativa. Tampoco es

que tuviera opción a negarse.La ducha estaba impoluta, incluso desprendía un olor cítrico que indicaba que había sido limpiada

hacía poco.Apoyándose en una de las puertas se descalzó y entró en ella. Cerró las inferiores bajo la atenta

mirada de aquel hombre y logró encontrar a tientas un pestillo para evitar que se abrieran.—Espera —pidió él.Ella vio como su mano se encendió, fue algo que pasó de una pequeña chispa a una bola de un

tamaño considerable. Entonces la introdujo dentro haciendo que todo el habitáculo se iluminase porcompleto.

—Podéis hacer de todo —susurró sorprendida.—Solo los más estudiosos —contestó.Katariel, ante el silencio que quedó, decidió pasar a la acción. No estaba cómoda en aquel lugar,

pero sentía la necesidad de desprender ese olor de ella. Era imperativo que los restos biológicos deaquel hombre desaparecieran de una vez.

Dejando a Zachary a su espalda tomó la camiseta y se la quitó. Miró a su alrededor buscando un

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lugar donde dejarla, al no encontrarlo decidió tirarla a través de la puerta que quedaba abierta. Elresto de la ropa siguió cayendo por allí una a una hasta quedar completamente desnuda y sin habersegirado en ningún momento.

No podía saber si él era capaz de ver su cuerpo o no.Abrió el grifo apartándose para dejar salir los primeros litros fríos como el hielo. Una vez se

calentó se metió debajo dispuesta a limpiarse.—No somos partidarios de ese tipo de humillaciones —resonó la voz de Zachary a su espalda.Katariel cerró los ojos buscando una paz interior que no existía. Esas palabras le resultaban

carentes de significado, estaban en guerra y desde pequeña había escuchado todo tipo de historiasque sufrían los rehenes.

—Os agradezco la ayuda a ti y a Markus.Debió dejar la frase ahí, quedando como alguien bueno.—Pero no me mientas. Sé de lo que sois capaces y que parece que tengo un trato de favor por ser

hija de Negan.No tuvo tiempo a reaccionar. Las puertas se abrieron de golpe, sin necesidad de tocarlas,

permitiendo la entrada al enemigo dejándola a merced de aquel hombre. El mismo que llenó todo suespacio sin temor a mojarse.

Katariel se giró demasiado lento como para poder defenderse, él la tomó de la barbilla y la obligóa retroceder hasta quedar con la espalda contra la pared. Fue un golpe seco, algo violento.

—No confundas piedad con estupidez. ¿Nos ves como los malos? ¿Qué les hace tu rey a losrehenes? Porque podría contarte historias de la infinidad de mujeres que ha regalado a sus soldadospara ser explotadas sexualmente. También las torturas a las que son sometidos por puro regocijo deun hombre que no tiene alma.

La joven no se defendió, lo miró a los ojos totalmente aterrorizada sabiendo que sus palabras eranciertas.

—Ha asesinado públicamente a muchos de mis amigos y ha hecho cosas que ni el viento merecesaberlas.

Hizo una pausa, la que aprovechó para apagar la luz que él mismo había creado.Katariel pudo fijarse en su rostro. Sus ojos oscuros eran solo la puerta a un guerrero esculpido

por dioses. Tenía los pómulos marcados y una barba de más de tres días que adornaba la parteinferior de su rostro sin ocultar unos labios gruesos y de un rojo oscuro que no temblaba ante suspalabras.

—Sí, hoy has gozado de un trato especial que quizás debería cobrarme para que así pudierasodiarme con motivo. A tu padre no le temblaría la mano para follarse a una rehén, tal vez debaaprender de él.

Zachary descendió lentamente provocando que ella comenzase a temblar como una hoja. No semovió ni un centímetro cuando notó su aliento en su oído. La mano que sujetaba su barbilla recorrióel camino que la separaba del cuello, fue una caricia dura, haciendo friccionar sus dedos por su pielhasta dejar su pulgar por debajo de su mandíbula y el resto de dedos cerca de su oído. Acto seguidodescendió hasta caer sobre su clavícula.

—Yo no soy un violador. Ni tampoco tu amigo. Aquí hasta los actos más insignificantes tienenconsecuencias. Yo de ti elegiría bien tus próximas palabras.

Alguien carraspeó a su espalda.—¿Molesto?La voz de una mujer hizo que el gran guerrero que tenía encima se apartase lentamente. Sin dejar

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de mirarla a los ojos, utilizó su magia para cerrar las puertas y se permitió un par de segundos paraatender a quién los acababa de interrumpir.

—Tú nunca molestas, Molly.Kata, que seguía apoyada en la pared y temblando, luchó por tomar el control de su cuerpo.Pocos segundos después pudo ver a la mujer que acababa de llegar.Sus ojos solo pudieron ver el vestido azul que llevaba durante unos instantes, fue como si aquello

se llevara toda la atención. Contoneaba su figura mostrando sus grandes y generosos dotes que nodudaba en adornar con un atrevido escote. Lo siguiente que pudo ver fue como su pelo negro caíasobre sus hombros con cierta gracia, dejando que sus rizos cayeran sobre ella a propósito pararesaltar su piel morena.

—He traído ropa para la muchacha. Supuse que no habías reparado en ello —explicó la mujer.Su voz no era estridente, más bien melodiosa, como si estuviera cantando al oído de un marinero

para hacerlo entrar en el agua.—Siempre sabes lo que necesito —sonrió Zachary.La mujer sonrió ampliamente ante el cumplido. Kata casi sintió que sobraba en aquella ecuación,

como si aquello en otro contexto pudiera acabar en una noche de sexo salvaje.Solo rezó por no ser público en algo así.Molly caminó hacia ella, sus pasos seguros y nada titubeantes hicieron que Kata se pusiera en

alerta.—Hola, cariño. ¿Ya estás? Te he traído algo cómodo que ponerte.La joven contuvo la respiración unos segundos.—No… señora. Ahora mismo acabo.La mujer, con gesto divertido, miró a Zachary antes de encogerse de hombros y soltar una

carcajada.—Señora dice. Si no debo ser mucho mayor que tú.Katariel dejó que ellos hablaran sobre edades para pasar a tomar el primer jabón que encontró en

el suelo. Se dio prisa para lavarse, no quería hacer esperar a nadie y mucho menos que él volviera aocupar todo ese espacio.

—¡Oh, cielo santo! —exclamó Molly.Eso hizo que ella girase de un salto como si temiera por su vida. Lo que no supo es que el destino

no la preparó para la imagen de lástima con la que chocó cuando se topó de frente con la reciénllegada.

—¿Quién te ha hecho todo eso? Estás hecha girones —preguntó llevándose ambas manos sobrelos labios.

Kata se miró, recorrió un par de cicatrices con los dedos, casi como rememorándolas y se encogióde hombros.

—Mi padre —contestó.Aquella mujer parecía consternada y una parte de sí misma quiso que fuera real, no obstante, sabía

que nadie podía sentir nada por ella y mucho menos una desconocida de un pueblo enemigo.—¿Por qué motivo un padre podría hacer eso? —preguntó con la voz tan quebrada que la

sorprendió.Katariel miró a Zachary ya que no soportó la lástima que Molly destilaba hacia ella. Él estaba

observando la conversación con cierta curiosidad.—Supongo que nunca estuve a la altura —contestó antes de aclarar el jabón de su cuerpo.

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Capítulo 14

La noche no duró mucho más después de que se vistiera y la atasen de nuevo al poste. Las callesquedaron vacías poco a poco hasta que ningún transeúnte quedase en ellas.

Solo los rehenes en sus lugares de honor. Todos ellos agotados, sus rostros mostraban miedo yincertidumbre de qué pasaría con ellos el próximo día.

La joven decidió descansar, si la vida iba a seguir poniéndola a prueba iba a necesitar haceracopio de todas sus fuerzas para enfrentarse a lo que viniera a buscarla.

Así pues, se apoyó en el poste, buscó la postura más cómoda posible y trató de dormir.«Katariel…».Aquel susurro le hizo abrir los ojos.Buscó a su alrededor alguna persona que hubiera podido hablar y se encontró sola.«Katariel…».Era un mero hilo de voz que atormentaba su sueño. Volvió a buscar en la oscuridad cualquier

posible compañía que no fuera capaz de vislumbrar.Cerró los ojos enfadada.—Si no vas a dejarme verte deja de joderme —sentenció dándole la bienvenida al sueño.Justo cuando peleaba entre los brazos de Morfeo la voz volvió a increparla. Era femenina, dulce,

alguien que no recordaba haber escuchado jamás. De pronto notó un dedo tocar su mejilla.Eso provocó que abriera los ojos de par en par y con el corazón a punto de salírsele del pecho.

No pudo más que chocar contra la más infinita de las oscuridades y la soledad pareció reírse de ella.«¡Katariel!».Ella se encogió como si así pudiera librarse de lo que fuera que la estuviera atemorizando.—Déjame en paz. Lárgate y no regreses.Una brisa de aire arremolinó su cabello como si de una mano se tratase, después se alejó a toda

velocidad calle abajo hasta donde se alcanzaba la vista.«Pronto despertarás. Ven al bosque…».Kata rio.—Genial. Me estoy volviendo loca —se dijo a sí misma antes de obligarse a dormir y huir de

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aquella situación el tiempo que la dejasen.

*** —Yo voto por noquearla —propuso Markus.Volvían a estar reunidos en casa del rey observando de cerca a la terrible invitada que tenían en

sus tierras. Tarde descubrían que era un regalo envenenado que el destino les había entregado.—¿Cómo puedes ser tan bruto? —preguntó Molly desde el lado opuesto de la mesa.—Ven aquí y te demostraré lo duro que puedo llegar a ser —prometió el guerrero mordiéndose

los labios.Aquello no la impresionó, únicamente hizo que riera como si acabasen de contarle el mejor chiste.—Querido, he dicho bruto. Deberías aprender un poco de vocabulario antes de tratar de ligar

conmigo. Me gustan más cultos.Zachary chasqueó con la lengua antes de decir:—Por supuesto, para que tu amante pueda decirte que te comerá el baúl de tus tesoros en vez del

coño.Molly se llevó las manos a la entrepierna y fingió acariciarse a pesar de quedar a un par de

centímetros de su piel.—¿Ves? Dicho así me entra mejor.Gerald carraspeó trayendo cordura a aquella conversación tan estúpida que acababan de arrancar

por culpa de un Markus que no sabía mantener la boca cerrada. Su rey supo llevar el silencio a lasala y apoderarse de él.

—¿Duerme? —preguntó.Todos miraron por la ventana sentados en sus sitios, aunque Zachary era el que más cerca se había

colocado.—No, parece que batalla contra algo —susurró convencido de que podía ver los labios de la

joven moverse.Nadie dijo nada porque supieron qué ocurría. Aquellas tierras estaban plagadas de magia, la

misma que destilaban por todos sus poros. A lo largo de la historia había leyendas de voces quesusurraban al viento, tal vez algo así estaba tratando con Katariel o era su propia mente volviéndoseen contra de ella.

—Gracias por ducharla.El guerrero se erizó ante las palabras de su rey.—No debería agradecerme nada. Supuse que siendo quién es debía hacerlo. Además, nunca he

permitido ese tipo de trato hacia nadie —se justificó.Comprendía el odio que podían tenerle a aquella mujer, pero no pensaba justificar cualquier

ataque que no viniera por orden expresa de Gerald. Solo él podía mandar sobre esa muchacha.—No es por mí y lo sabes. No siento nada hacia ella, pero si mi madre supiera que le ha ocurrido

algo así mandaría decapitar al que fuera o lo haría ella misma —comentó.Todos asintieron.—No sé cómo pudo saber que estaba entre nosotros —escupió Markus tan sorprendido como el

resto.Gerald, en cambio, tenía una respuesta para eso, una que parecía que lo atormentaba desde que

Katariel pronunció su nombre completo ante la multitud. Aquel hecho había sacudido el reino deDraoid por siempre.

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—Es su bisnieta y podría haberla notado hasta en los confines del mundo.Zachary se negó a decir palabra alguna.Si esa mujer era quién decía ser, procedía de un linaje de sangre pura entre dos reinos.—No parece saber quién es su madre.Molly tenía razón.—No. Ese monstruo ha borrado el recuerdo de mi hija de todo su reino. Ha privado a su hija de

conocer sus raíces y la ha adoctrinado para ser como él alegando que mi niña era débil —dijo el reydestilando odio en cada una de sus palabras.

Nadie conocía exactamente la historia de Negan y cómo había pretendido la mano de la princesa.Solo sabían que después de la boda prohibió la entrada de cualquier Draoid al reino, no obstante,todo empeoró cuando meses después las noticias de un descendiente no varón había nacido.

La muerte de la madre de Katariel consternó a todos los reinos, siendo la gota a un vasodemasiado lleno. La guerra explotó entre los dos reinos, pero Negan, no contento con eso, decidiódesviar su ira hacia el resto del mundo.

Treinta años de aquel día certificaban que el odio de aquel hombre no conocía parangón. Nohabía dado tregua a su gente y a sus ejércitos que año tras año enterraban a sus seres queridos.

—No sabe ni el nombre de su madre —susurró Markus temiendo enfadar todavía más al rey.Gerald se acercó a la ventana y contempló a su nieta. Un detalle que ella desconocía por

completo.—Nadie le dirá nada sobre esto. El que lo haga se enfrentará a mi ira. Ella no es sangre de mi

sangre, es solo la hija del enemigo y trataremos de sacar partido de esto. Negan no es tonto, sabe queella es un símbolo de la corona, solo por eso debe estar deseoso de recuperarla.

Zachary siguió mirando a la joven, al fin parecía quedarse dormida ya que vio como su cabezacolgaba de una forma poco cómoda.

Un pensamiento atravesó su mente, uno que lo perturbó unos segundos más de lo que le hubieragustado.

Había visto las cicatrices que adornaban su cuerpo, en ellas se certificaba el poco amor que sentíael rey hacia su hija. Había estado torturándola toda su vida contándole la historia de su débil madre,era como si hubiera querido borrar el vínculo biológico y sanguíneo que las unió en su momento.

Y ahora estaba en el reino de su abuelo. Uno que la miraba con recelo por ser el enemigo númerodos. Ella significaba las muertes absurdas y dolorosas que provocaba Negan con esa incansableguerra.

Gerald no podía sentir simpatía hacia aquella desconocida que había crecido a los pies de supadre.

Lo que significaba que nadie podía amar a aquella criatura.—Yo no creo que sea mala, está viviendo una guerra que no le pertenece —comentó Molly siendo

incapaz de permanecer en silencio.Zachary estuvo de acuerdo, sin embargo, todos eran inocentes salvo el hombre que planeaba con

reinar sobre todos los seres vivos. Negan era el culpable de todo lo que ocurría más allá de lasfronteras que los separaban.

A pesar de todo, había algo en Katariel que hacía que no fuera un rehén cualquiera y todos losabían.

Les gustase o no, aquella mujer había venido a ese reino para cambiarlo todo. Tal vez fuera lapieza que inclinase la balanza hacia su favor o hacia la perdición.

—Debemos esperar a que él nos conteste. Hasta entonces la quiero con vida.

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—¿Y si él no mueve un dedo por ella? —preguntó Markus.Zachary cerró los ojos sabiendo bien la contestación del rey.—Entonces que el cielo se apiade de su pobre alma.

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Capítulo 15

No fueron los primeros rayos de sol los que la despertaron sino el canto de los pájaros. Ellos,criaturas pequeñas y gentiles, que nunca antes había visto o escuchado.

Uno de ellos, valiente como ninguno, estaba posado sobre su rodilla cuando abrió los ojos.Katariel, evitando moverse para no asustarlo, lo contempló. Era pequeño, marrón y algo rechoncho,no obstante, le pareció la criatura más hermosa de la tierra.

El animalito se acicaló sobre ella sin importarle mucho su presencia o sin temer que pudierahacerle daño.

La lástima fue verlo marchar volando cuando Zachary se acercó a ella. Casi sintió que era supropio corazón el que salía volando hacia aquel cielo despejado.

—Hoy tenemos trabajo —explicó el guerrero.Ella asintió.Sus ataduras se abrieron sin necesidad de que nadie las tocase y supuso que había sido él, de

hecho, solo podía ser él.Se levantó con cierta dificultad y estiró todas sus extremidades buscando relajar sus músculos.

Dormir atada no era una de las maravillas del mundo, tampoco es que pudiera quejarse por ello.Seguía con vida y eso era lo importante.

—Toma —dijo Zachary antes de tenderle una botella de agua y algo que parecía un bocadilloenvuelto en servilletas.

—Gracias.No iba a negar que tenía que hambre porque su estómago se encargó de demostrarlo al rugir como

si de un león se tratase. Eso le provocó una sonrisa a su captor antes de arrancar a andar.Lo siguió mientras intentaba morder su comida, no sabía el tiempo que iba a tener y no pensaba

desaprovecharla.Después de un par de calles a paso ligero, vio a Markus a pocos metros. Él estaba acompañado

por los otros rehenes. Todos aprovechaban para comer como ella, lo que le produjo ciertatranquilidad.

Los miró a todos, los tres hombres y la mujer que pertenecían a la misma tierra que ella y se sintió

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culpable. Katariel sabía que no había nadie esperándola en Nislava, no obstante, aquella pobre gentetenía familia y sabía bien que las posibilidades de regresar eran casi nulas.

Al parecer, el rehén herido, había recibido atención médica. Tenía mejor aspecto, aunque estabamuy lejos de encontrarse bien.

—¡Qué bonito día para trabajar! ¿No crees? —preguntó Markus con una amplia sonrisa cuando seacercaron.

Zachary, manteniendo la calma y seriedad habitual, asintió sin añadir palabra alguna a suafirmación.

Kata se entremezcló entre los rehenes antes de seguir a aquellos hombres. No tardaron demasiadoen salir de las calles asfaltadas para encontrar otra maravilla del mundo: campos de cultivo.

A pesar de que sabía que no podía, no pudo evitar detenerse a contemplar lo que sus ojos apenaspodían creer.

No eran invernaderos como en su reino, allí se cultivaba en el suelo, como había estudiado en elcolegio. Los campos se extendían más allá de la vista, mostrando un mundo fértil, fuerte y capaz dealimentar a sus habitantes.

Markus se percató que se quedaba atrás y, enfadado, giró hacia ella provocando que subiera lasmanos en señal de inocencia.

—Solo miraba, disculpa. No volverá a pasar —se justificó tratando de apaciguar su genio.Él se detuvo en seco suspirando. Al parecer, podía comprender que todo aquello era nuevo para

ellos.—Anda, camina —pidió.Lo hizo pasando por su lado sin mirarle, no quería enfrentarse a nadie. La clave de la

supervivencia era, o eso le habían dicho siempre, que se mantuviera en un perfil bajo. Lo quesignificaba no enfadar a sus captores.

—¿Cómo os alimentáis en Nislava? —preguntó Zachary.Al parecer él había estado observando lo que acababa de pasar, es más, se detuvo esperándola

como si quisiera cerciorarse de que no volvía a despistarse.—Gracias a los invernaderos, allí consiguen cultivar casi todo, aunque es obvio que no llegamos

a las cantidades de aquí. En nuestro reino la comida escasea y puede presentar un problema grande.Por suerte, tenemos dos mares y la pesca nos ayuda lo suficiente —explicó terminándose elbocadillo.

Zachary los llevó a un campo completamente vacío. Estaba claro que aquella parcela estabapreparada para ellos, ya que estaba lo suficientemente lejos del resto, donde no ponían en riesgo a sugente.

—Es un milagro que haya vida en aquel gélido lugar —comentó el guerrero.Kata asintió.Vivir allí no era fácil, ya no solo por Negan, el clima representaba una dificultad añadida.—¿Los Draoid hicisteis el hechizo de invierno perpetuo?Markus se llevó a los otros rehenes y ella quedó relegada con Zachary. Estaba claro que tenía un

trato diferente al resto, lo que le confirmaba que creían quién era. Eso le hizo pensar en su padre.¿Ya sabría que era rehén?¿Renegaría de ella al saberlo?—No te han enseñado nada de historia, ¿no? —preguntó él algo molesto.Katariel se sonrojó por ser tan ingenua. Había sido muy estudiosa, siempre había sacado buenas

notas, pero no les habían enseñado nada de la realidad que vivían. Nunca antes se lo cuestionó,

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aunque ahora comenzaba a creer que no había sido una buena idea.Su cometido allí era labrar la tierra. Estaba claro que ellos lo hacían con magia, pero era una

forma de entretener a los rehenes y agotarlos al máximo para evitar rebeliones indeseadas.Le facilitaron guantes, gorra y una azada, material suficiente para el resto de la jornada que tenían

ante ellos.—Aunque me gustaría marcarnos el tanto la verdad es que ese hechizo no es cosa nuestra —

comentó Zachary regresando a la conversación anterior.Ella se limitó a asentir antes de comenzar a colocarse los guantes para dedicarse al trabajo que

tenían asignado.—Diamon fue una vez un reino fuerte y rico, de los más influyentes de los cinco. Era una tierra

próspera donde muchos se mudaban en busca de un futuro mejor. Sin embargo, se dice que una brujaacabó con todo aquello.

»La reina Circe era de las mujeres más compasivas que el mundo había contemplado jamás.Gobernaba con mano firme, pero piadosa, lo que hizo que su reino fuera glorioso. Las envidiashicieron que su hermana, bruja de nacimiento, comenzase a descubrir magia oscura, prohibida.Ansiosa de más logró controlar los hechizos más peligrosos y se enfrentó a Circe tratando dereclamar un trono que no era suyo.

Katariel tragó saliva.—Minerva, la bruja, asesinó a su hermana y a todos los que se opusieron a su reinado. Cuando el

trono fue suyo se encontró con una sorpresa más: su reino no la quiso. Negándose a la nueva reinamuchos murieron bajo su ira, otros huyeron a reinos colindantes: Nislava y Reiyar.

La joven cerró los ojos cuando recordó cierta parte de esa historia. La que decía que, el reyNegan, cerró las fronteras cuando la gente del reino de Diamon pidió asilo, dejándolos morir amerced de su tirana soberana Minerva.

—Al final el reino quedó completamente en ruinas, sus ríos envenenados y sus montañas y camposestériles. Todo por la ira de su gobernanta, la cual no aceptó que su pueblo no la quisiera tanto comoa Circe. Ahí si tenemos algo de protagonismo los Draoid.

Aquello llamó su atención.—El rey Gerald y la reina madre Loretta hicieron un hechizo de contención para evitar que la

maldad de Minerva se extendiera por los otros reinos. Se dice que murió allí, sola y desprovista detodo, sentada en su precioso trono, con su corona puesta y la única compañía de su magia.

Aquella historia hizo que el cabello se le erizase. Se había puesto a trabajar el suelo, pero eso nohizo que no prestase máxima atención a su relato.

—Y con esto puedo contestarte a tu pregunta. Ante la maldad que mostró Negan por dejar morir elpueblo de Diamon, ellos mismos lo condenaron. Aprendiendo magia como la bruja Minerva, sealiaron con los elfos del reino superior Kaharos y, entre ellos, hicieron el hechizo de inviernoperpetuo. Obviamente cada pueblo lo hizo por sus motivos propios, Diamon por dejarlos morir yKaharos porque Negan acababa de iniciar una guerra contra el resto del mundo. Así fue como oscondenaron a la nieve, al frío y a la falta de campos de cultivo.

Katariel no se sorprendió.Sabía que habían sido condenados por su padre, él había hecho que el resto del mundo lo odiase y

lo condenase. Obviamente, Negan, de forma totalmente premeditada, había borrado esa historia delos libros y los archivos; puesto que no quedaba nada de eso.

—Tu padre es un cabrón que ha jodido a mucha gente, hasta a su propia gente. No deberíagobernar —añadió Markus atento a la conversación.

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Ella estuvo de acuerdo, pero no lo dijo en voz alta.Su padre era la máxima crueldad que había conocido y, al parecer, el resto de personas del mundo

así lo creían.Eso solo afianzaba su teoría de que el rey Negan era incapaz de amar, lo que la condenaba a aquel

reino para siempre.

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Capítulo 16

Nixon llevaba tantas horas caminando que no sabía distinguir realidad de ficción. Su mente,enferma por puro agotamiento, llevaba jugándole malas pasadas casi desde el principio de suandadura.

Apenas era capaz de comprender lo sucedido, se sentía como parte de un embrujo del que nopodía escapar. Había hecho todo lo posible para sacar a Katariel del campo de batalla, no quería quecayera en las manos de los Draoid y no fue capaz de evitarlo.

Maldito el destino que lo condenaba a la peor de las torturas.Verla en el campo de batalla le dio unos segundos de felicidad antes de darse cuenta del problema

real que tenían entre manos. Solo quiso una cosa, una sola y no le hubiera importado dar su vida porla de ella.

—¡Nixon! —gritó una voz femenina.La ignoró puesto que no era la primera que sentía, sabía bien que era su cabeza la que lo

engañaba.Preso del agotamiento, se dejó caer de rodillas tratando de tomar una bocanada de aire. No podía

quedarse quieto mucho tiempo para evitar morir de hipotermia.—¡Nixon!Alguien lo agarró de los hombros provocando que se revolviera. El contacto era real y no un

espejismo como había creído en un principio. Giró hacia esa persona y no le importó quién fuera, loabrazó totalmente desesperado de encontrar a alguien.

—¡Cornelius! —gritó la voz femenina.Ella le acunó el rostro, no obstante, a él le costó mucho más de lo que hubiera esperado ver de

quién se trataba. Pasados unos segundos, sus ojos comenzaron a enfocar a la mujer que tenía ante sí.—¿Madre?Carisa Myara abrazó a su hijo, apretándolo contra su pecho con tanta fuerza que temió dejar de

respirar allí mismo.—¡Hijo! ¡Hijo! —exclamó su padre—. ¿Qué haces aquí?Sus padres, bajo el amor paternal, lo zarandearon entre abrazos. Se aferraron a él como si fuera el

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mayor tesoro de la tierra. Solo duró unos pocos segundos, aunque los suficientes como para hacerque el estómago de Nixon se revolviera.

Cornelius fue el que detuvo el cariño para tomarle de los hombros.—¿Dónde está Katariel? —preguntó frunciendo el ceño.Su madre, molesta por la pregunta, le dio un par de golpes en las manos de su padre y lo apartó

para tratar de levantarlo y meterlo en casa.—Eso no es importante, ahora —comentó Carisa con desprecio.Nixon caminó como pudo, con ayuda de ellos, a entrar en su casa. Estaba tan agotado que apenas

podía permanecer despierto, además, el dolor de las heridas de sus pies, después de tantas horascaminando, hacían más difícil dar un paso más.

Se desplomó cuando pasaron el umbral de la puerta. Su madre, después de profesar un gritoahogado, lo incorporó hasta dejar que su espalda chocase contra la pared.

—Tranquilo, mi niño, mamá cuidará de ti —le alentó.Nixon asintió.—¿Y Katariel? —volvió a preguntar su padre.Él no pudo más que lanzar un quejido penumbroso.—¡Déjalo ya! ¡No todo gira en torno a esa muchacha! —bramó su madre como si aquel nombre

estuviera prohibido.Impotente pudo contemplar como golpeaba a su padre en el pecho con las manos, estaba

enfurecida y lo pagó con él en aquel momento. Cornelius, en cambio, dejó que lo empujase mientrasnegaba con la cabeza.

Al final, harto de ser golpeado, la tomó de las muñecas y le alzó los brazos en un intento dedetener su ira.

—La hija del rey vino aquí dispuesta a salvar a nuestro hijo. Es importante. ¡Es la hija de Negan!Carisa retrocedió como si acabasen de darle un bofetón. Ofendida, dolida y enfadada se apartó lo

justo para dejar que él pudiera hablar con su hijo. No estaba de acuerdo, pero dejó que hiciera lo quecreyera conveniente.

—Nixon, hijo mío, ahora podrás descansar, pero necesito saber dónde está la princesa.Él, compungido, asintió sabiendo que ella era importante. Por desgracia era portador de las

peores noticias.—Ella llegó hasta nosotros. Nos encontró y te juro que hice todo lo posible por sacarla de ahí.

Tracé un plan, solo tenía que acelerar su moto e irse y yo atraería la atención de todos los Draoid.Era un plan simple.

Tomó aire dejando que los recuerdos lo golpeasen con fuerza.—Cuando me escuchó gritar, diciendo quién era para que me persiguiesen… —Tuvo que hacer

acopio de todas sus fuerzas para seguir—. Se dio la vuelta, giró la puta moto y vino a por mí.Peleamos muy duro, yo conducía y ella disparaba.

El recuerdo se hizo tan doloroso que solo pudo abrazarse a sí mismo en un intento dereconfortarse.

—Salimos volando por los aires. Puse la moto en pie y fui a por ella, pero desaparecí lejos deallí.

Su padre lo miró, confuso. Le tomó la temperatura de la frente con el dorso de la mano creyendoque deliraba. Él, en cambio, negó con la cabeza.

—Es verdad, ella me hizo desaparecer. Me salvó.—Cariño, esa mujer es muchas cosas, pero no maga —dijo Carisa abrazando a su hijo como si de

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un bebé se tratase.Nixon afianzó su versión de los hechos.—Lo hizo ella, lo juro. Los Draoid no iban a dejar escapar un rehén de esa forma. Lo hizo

Katariel.Cornelius suspiró dejándose caer al suelo. Su trasero golpeó la madera produciendo un crujido a

modo de quejido.—Me estás diciendo que, ¿los Draoid tienen a la hija del rey?Nixon asintió sabiendo bien lo que ello significaba e hizo que su padre escondiera su rostro entre

las manos totalmente desesperado.—Pero eso no es culpa de él, ella lo eligió así —comentó Carisa tratando de exculpar a su hijo.Sus padres dejaron el tema unos minutos, los suficientes como para llevar a Nixon hasta el sofá.

Allí su madre lo tapó, no sin antes quitarle las botas con todo el cariño del mundo tratando de nohacerle más daño.

—Llama al rey, tengo que contárselo —gimoteó Nixon.Su madre gritó un sonoro «no» que estuvo convencido que hasta los vecinos habían sido capaces

de sentirlo.—Necesito una audiencia con el rey. Tiene que saber lo que ha pasado con Kata y que voy a hacer

todo lo necesario para traerla de vuelta.Ahí sí que Carisa enloqueció, comenzó a gritar como si la vida se le escapase de entre los dedos

siendo incapaz de retenerla. Blasfemó mil y una vez el nombre de la princesa, haciéndola culpable detodos sus males.

—Tu padre ha conseguido que Reiyar nos de asilo. Es un mundo minero, podemos conseguir unanueva vida, lejos de todo esto y Negan quedará atrás y, con él, su dichosa hija —escupió presa de lamás profundas de las iras.

Nixon extendió su mano esperando que ella la tomase. Su madre hizo lo que esperaba, se la llevóhasta los labios donde la besó con cariño y ternura. Sabía bien que su amor de madre estaba porencima de cualquier cosa.

—Iros y tened una buena vida. Yo no puedo abandonar a Katariel.Carisa comenzó a llorar al mismo tiempo que negó con la cabeza. Su padre, en cambio, se sentó

cerca de su estómago y dejó una de sus manos sobre su pecho dejándole sentir que seguía ahí.—Mamá, le debo mi vida y amo a esa mujer, no puedo dejarla.—Sí puedes —lloriqueó.Nixon negó con la cabeza.—No quiero dejarla y haré todo lo posible para traerla de vuelta, no importa si no lo comprendes.Carisa se ahogaba en sus propias lágrimas dejando que el maquillaje manchase su rostro. La

máscara de pestañas había dejado un rastro negro de los ojos hasta casi la barbilla, mostrando laangustia que sentía.

—Negan os matará. Tendríais que haber huido los dos juntos, lejos de ese hombre. Si te veaparecer sin ella mandará ejecutarte.

La mano de su padre que tenía en el pecho se apretó como si esas palabras hicieran mucho másdaño de lo que parecía.

Nixon suspiró, en el fondo eran dos buenas personas que sufrían por su hijo. Ellos siempre habíantratado de darle el mejor porvenir, aunque fuera bajo el mandato del despiadado Negan.

—Si me merezco la muerte, la aceptaré de buen grado, pero no puedes pedirme que le dé laespalda a Kata.

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—¡Tu vida vale mucho más que la de esa mujerzuela! —gritó Carisa provocando que su hijocerrase los ojos, descontento.

Aquella situación no era agradable, sabía bien que era producto de unos padres desesperados porproteger a su hijo. A pesar de todo él tenía la última palabra y esa era su decisión.

—Llamaré a palacio para concertar una audiencia —cedió Cornelius.Carisa aulló de puro dolor.—¡Es nuestro hijo! —gritó acusándolo.Su padre la miró con toda la piedad que pudo reunir en aquellos momentos. Como si estuviera

tratando con una niña pequeña, se agachó para quedar a su altura y secó sus lágrimas con lospulgares.

—Katariel vino aquí dispuesta a dar su vida por la de Nixon, no hay mayor privilegio que morirpor ella si así lo cree el destino pertinente.

Nixon suspiró escuchando los llantos incansables de su madre, ahogándose en su propia amargura,dejando que el dolor se destilase por todos sus poros. No la culpaba por quererlo, nadie podríahacerlo.

—Te quiero, madre —suspiró Nixon aceptando su destino.—Y yo a ti, mi pequeño.

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Capítulo 17

Katariel se detuvo para tomar aliento unos segundos, dejó caer la azada antes de estirar los brazosal cielo y encorvar su espalda hacia atrás buscando el alivio suficiente como para que sus riñonesdejasen de doler.

—¿Y por qué esta vigilancia tan exhaustiva? ¿No tenéis a nadie más en todo el reino? —preguntóa un Zachary sudado por el sol abrasador.

Su camiseta estaba tan pegada a su pecho que estuvo segura que podía contemplar cada centímetrode músculo de aquel hombre.

Él, lejos de enfadarse, sonrió. Estaba a unos escasos tres metros de ella, mirando a concienciacómo trabajaba la tierra y dándole las indicaciones pertinentes.

—Cada vez que te quito un ojo de encima tienes la mala costumbre de patear o dar cabezazos aalguien.

La joven se encogió de hombros restándole importancia a su afirmación.—Defensa propia —dijo sin más.Él, negando con la cabeza, se aproximó hasta quedar a un par de centímetros de ella. Era mucho

más alto y ancho que la princesa, imponente como estar ante una bestia salvaje.Su presencia le entrecortó la respiración y su corazón dejó de latir cuando Zachary la tomó de la

barbilla para acercarla todavía más a él.—¿Qué serías capaz de hacer con esa azada y sin vigilancia?Su voz profunda produjo una corriente eléctrica que la atravesó de los pies a la cabeza, sin dolor,

solo erizando su piel sin apenas tocarla.—No represento una amenaza —susurró ella.Los dientes perlados de aquel hombre se mostraron al volver a sonreír. No creía en sus palabras y

estaba equivocado.—¿Por qué será que no te creo?—Porque somos enemigos y tenemos que odiarnos —contestó.Zachary retiró su agarre, con lentitud, como si se recrease con el movimiento; alejándose de ella

nuevamente para dejarla trabajar.

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Un grito ensordecedor rompió esa especie de momento, llamando la atención de todos lospresentes. Ese atrajo muchos otros y pronto descubrió que aquello que ocurría no era nada bueno.

—¡¿Dónde está?! —bramó Markus atrayendo toda la atención.Katariel contó a los rehenes y supo que faltaba uno, lo que, por consiguiente, no sonaba nada bien.—Solo quiso ir a la acequia a lavarse un poco el sudor —se justificó.Zachary dijo algo que Katariel ya no pudo escuchar. Los gritos se hicieron más sonoros, además,

pudo ver como muchas personas corrían hacia algo. Eso desencadenó que no pensara en su propiaseguridad y arrancase a correr.

Sorteó a Markus cuando este se percató de lo que hacía, siendo consciente de que iba a sercastigada por eso. No se detuvo a pensar, únicamente dejó que sus piernas hicieran el resto.

Pronto un golpe mágico la derribó y no solo eso, echó sus manos a su espalda y las ató, además,de sus tobillos. Entonces notó una rodilla sobre su columna y un aliento en su oído.

—¿Ves lo que decíamos? No puedo fiarme de ti —la acusó Zachary antes de dejarla atrás.Katariel forcejeó contra algo de lo que sabía que era imposible librarse. Aquel hombre se había

cerciorado de dejarla allí bien atada para que no causara problemas.Los otros rehenes llegaron a ella, atados por Markus, el cual les hizo sentarse a su alrededor. Les

dio un par de indicaciones y amenazas para no huir, de hacerlo iban a sufrir graves consecuencias.—¡Puedo ayudar! —gritó ella tratando de llamar su atención.No sirvió de nada porque la ignoró dejándola tirada sobre el pasto húmedo.Presa de la rabia, golpeó con la frente el suelo al mismo tiempo que gritaba enfadada por la

situación. Lo siguiente que hizo fue mirar, como pudo, a los tres rehenes que tenía alrededor.—¿Qué habéis hecho? —les acusó.Los dos hombres giraron el rostro, como si la mirada de su princesa fuera demasiado como para

soportarla. La mujer, en cambio, pidió perdón al instante, mostrando el plan que acababan de llevar acabo.

—Solo teníamos que distraerlos y vos teníais absorto a Zachary, era nuestra oportunidad —seexcusó.

Katariel, temiéndose lo peor, forcejeó hasta notar como las ataduras abrían su piel. Gritó, pero node dolor, de rabia por lo que acaban de hacer. Eso no les ayudaba a seguir con vida.

Los gritos se intensificaron lo que le hizo temer demasiado las consecuencias.—¡¿Os habéis vuelto locos?! Cada acto así os aleja más de vuestras familias. No podemos huir de

ellos. ¿No habéis visto la magia? —les regañó.Levantó la cabeza tratando de ver algo, no obstante, no fue capaz.—¿Podéis desatarme? —preguntó mirándolos a los tres.Supo que no podían ya que ellos también estaban atados con las manos a la espalda. La rabia hizo

que gritase con fuerza, pero nadie acudió en su ayuda, sabían que ella no era el problema.—¡Sois unos estúpidos!Iban a matar al rehén que se había escapado. Aquel hombre jamás iba a volver a ver a su familia y

todo por un plan mal trazado de huida.—Si alguien puede detener esto eres tú —dijo alguien a su espalda.Katariel se revolvió hasta alcanzar a ver a alguien que no esperaba: Molly. Ella estaba ahí,

mirándola tan fijamente que casi consiguió deshacerla en aquel mero instante.—No sé lo que puedo hacer, pero no quiero que muera lejos de su casa —explicó la princesa.Molly movió la mano derecha levemente y sus ataduras desaparecieron.—Corre —la instó.

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Katariel lo hizo sin pensar en nada, no escuchó cuando el resto le dijo que no lo hiciera, que erauna trampa y tampoco cuando su propia cabeza le indicó que aquello era un error.

Era una experta cometiendo errores y aquel iba a ser uno más en una lista larga de otros fracasosde su vida.

Siguiendo los gritos, torció hacia un campo de maíz y se perdió en él siguiendo cualquier pistaque pudo encontrar.

No era capaz de ver a nadie, solo ver las matas que se alargaban hasta por encima de su cabeza.Los gritos, los ataques y los crujidos la guiaron como si eso pudiera llevarla hasta él.

De pronto apartó una de las plantas quedando frente a frente con Markus, chocó contra su pechoantes de caer al suelo de espaldas.

—¡Tú! —exclamó.Kata, usando sus piernas, lo barrió antes de huir entre el maíz. La magia la persiguió como si él le

lanzase granadas. Todo su alrededor estallaba por los aires provocándole que corriera sin parar.Al final, pasados unos minutos, pudo despistarlo.Se detuvo en seco producto del agotamiento y trató de coger aire para unos pulmones que estaban

a punto de colapsar.Fue en ese momento en el que pudo escuchar el llanto de un niño pequeño. Frunció el ceño

pensando que era producto de su imaginación, pero el sonido prosiguió indicándole que no eraproducto de una alucinación.

Caminó con lentitud hacia allí, tratando de no levantar ningún tipo de sospecha o sonido quepudiera advertirles.

Pocos metros después pudo ver que se trataba de el rehén. Entre sus manos llevaba un niño, de nomás de dos años, completamente aterrorizado. Lloraba sin comprender nada de lo que estabaocurriendo.

—¡Deja de llorar o te rajo el cuello! —exclamó el hombre.Justo cuando vio la hoja del cuchillo sobre el cuello del niño, Katariel salió de entre el maíz para

hacerse visible.—No lo hagas —le dijo atrayendo toda su atención.Aquel hombre estaba fuera de sí, pero pudo reconocerla al instante.—Mi princesa… yo…Al verla avanzar reaccionó agarrando más fuerte al pequeño y apretándole más el cuchillo. Eso

provocó un grito tan estridente que supo que los otros no tardarían en llegar.Tenía que hacer algo antes de que alguien pudiera resultar herido.Levantó las palmas de las manos y se las mostró quedándose inmóvil en el sitio. No pensaba dar

un paso en falso en aquel momento.—No estoy armada —le dijo.—Tú no, pero ellos son capaces de cualquier cosa. Tengo que huir antes de que me atrapen —

explicó.Katariel negó.—¿Huir? ¿Y el niño?El pobre lloraba tan desconsoladamente que le rompió el corazón. No podía permitir que le

ocurriera nada malo.—Cuando llegue a Nislava deberá…No fue capaz de terminar la frase porque era tan terrible el crimen que pensaba cometer que no

tenía el valor suficiente como para decirlo en voz alta.

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—¿Y crees que podrás huir de todo un reino?—Si me alcanzan le rajaré la garganta al niño.Katariel sintiendo pasos tras de sí, no pudo más que echar una mano a su espalda, ocultándola de

aquel hombre y tratando de decirles a los recién llegados que esperasen, que le dieran un instantepara probar de solucionarlo todo.

Al parecer y para su sorpresa, le hicieron caso.—Esta no es la solución. No podrás huir de ellos, son mucho más poderosos que nosotros y estás

desarmado. —Señaló al niño—. Él no tiene la culpa de todo esto y su madre tiene que estar muertade preocupación, no podemos hacerle eso.

Él apretó más al niño sobre su pecho y lo agitó en un intento absurdo de acallar sus gritos.—¡Ellos también matan a nuestros niños! ¡No podemos sentir piedad! Mis hijos y mi mujer me

esperan en casa y no volveré a verlos. Cuando se cansen de nosotros nos matarán. Yo quiero volver acasa —lloró el pobre hombre.

Katariel avanzó muy lentamente, tanto que él apenas podía percatarse del detalle. Comprendía susmotivos y lo atroz que podía resultar aquella guerra, no obstante, en aquel instante solo podía pensaren el pequeño inocente que tenía en los brazos.

—Todos queremos volver, lo sé. Nadie quiso que esto acabase así y tampoco quisimos ir a laguerra por un hombre que solo nos ve como mercancía, te entiendo. Pero esta no es la solución, tedarán caza y tu muerte será en vano. Deja que trate de negociar, siendo quién soy podría intentar queos dejen libres. Algo querrán que pueda dar a cambio.

Su voz apaciguó un poco los ánimos, incluso el niño dejó de gritar para mirarla atentamente.—¿Podríais hacer eso, princesa? —preguntó algo esperanzado.Ella asintió.—Claro que sí. Yo me quedaré aquí con ellos a cambio de todos, estoy convencida de que puedo

conseguirlo, pero para eso necesito que seas un rehén obediente y que soportes toda la mierda quenos vaya a caer encima —explicó a pocos centímetros de ellos.

Con cautela extendió las manos hasta tocar el brazo que sujetaba al pequeño.—Deja las armas en el suelo y dame al niño. Ese sería un gran paso para que se apiadasen de ti.El hombre, el cual lloraba, la miró a los ojos.—Yo solo quiero regresar a casa —gimoteó.Katariel asintió convencida con sus palabras.—Lo sé, haz lo que te digo y todo irá bien —prometió.Tras unos segundos en los que pudo notar el maíz crujir por impaciencia, provocó que ella rezara

a los cielos que le permitiesen un poco más de tiempo para seguir negociando y, finalmente, cedió.El cuchillo cayó al suelo, pero no la azada que había conseguido atar a su costado, no obstante, el

agarre sobre el niño disminuyó haciendo que ella se olvidase de todo solo por tomarlo entre susbrazos.

Lo abrazó con ternura antes de besar su frente y buscar algún signo o rastro de herida. Al noencontrarlo, suspiró agradecida.

—Gracias —susurró Katariel al rehén.Giró entonces sobre sus talones y dejó al pequeño en el suelo para señalarle a pocos pasos

adelante donde sabía que estaban escondidos los Draoid.—Ve con ellos.El pequeño hizo justo lo que le pidió y fue en ese preciso instante en el que supo que acababa de

cometer un error. Ahora él sabía que había sido conocedora de la presencia de sus enemigos

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mientras discutían.Cerró los ojos aceptando que acababa de cometer una estupidez y se agachó al suelo mientras

fingía ver al niño marcharse.—¡Eres una traidora! —bramó el rehén.Los siguientes segundos pasaron demasiado rápido como para ser capaz de pensar, los instintos

tomaron el control de la situación.Él desató la azada y, lejos de lo que ella pensaba, no fue a atacarla, pero sí al niño. Alzó el arma

al aire con la intención de que, al bajarla, acabase la vida del inocente pequeño que caminaba atrompicones hacia la salvación.

Katariel tomó el cuchillo, que estaba en el suelo, por la empuñadura. Se levantó con toda larapidez que pudo con la idea de contenerle y evitar aquella desgracia que pensaba cometer.

Sin ser consciente de lo que hacía, a toda velocidad, se colocó delante del soldado y reteniéndolocon la mano izquierda, la otra subió hasta que el cuchillo se clavó en la base del cuello.

Y allí quedaron ambos, uno ante el otro mirándose a los ojos tan sorprendidos por cómo habíanacontecido los hechos que no podían moverse. Soltó la azada cayendo tras la espalda de Katariel,pero sin alcanzar al pequeño.

La sangre llenó la boca de aquel hombre sin remedio justo en el momento en el que ella soltaba elarma. Fue entonces cuando cayó al suelo, ahí contemplando a su atacante con estupor.

—¡No! —gritó ella arrodillándose a su lado.Las lágrimas llegaron a los ojos, desbordando de tal forma que sintió que podía ahogarse en su

propio llanto. Supo que iba a morir allí mismo, lo supo en la forma en la que él la miró.Temblando, tocó la empuñadura del arma sin llegar a retirarla sabiendo que, si lo hacía, su final

sería mucho más rápido.—Yo no quería… —susurró desgarradoramente.—Traidora… a… la… corona… y… a tu reino —balbuceó el hombre mientras se debatía entre la

vida y la muerte.Alguien la cogió de los brazos retirándola de allí al instante, supo que era Zachary cuando este le

dijo a Markus que se la llevase lo más lejos posible.Cuando la soltó para que hiciera lo que acababa de decir, se negó en rotundo y giró hacia ellos en

un intento desesperado por alcanzar al hombre que estaba a punto de morir. No lo consiguió, elsegundo al mando la cogió de la cintura y la levantó unos centímetros para separarla unos metros deallí.

Solo cuando sus pies tocaron el suelo usó todo el impulso que pudo para empujar a Markus yhacerlo tambalear. Al conseguir que la soltase trató de correr, pero este le barrió el paso.

—¡Quítate! —le gritó enfadada.No lo estaba con él sino con ella, por lo que acababa de conseguir.El guerrero la encaró de forma que ambas frentes chocaron, estaba claro que no pensaba dejarla ir

ya que su jefe así lo había ordenado.Katariel se revolvió con desesperación hasta conseguir liberarse una vez más, pero no pudo

avanzar porque chocó contra un muro invisible que supo que lo había creado Zachary, lo vio hacerloy pronunciar las palabras.

Fue entonces cuando golpeó con toda su rabia la separación que acababa de crear para impedirleestar allí los últimos instantes del ciudadano Nislavo.

Markus pasó los brazos por su cintura y se aferró a ella con toda la fuerza posible para tratar demantenerla quieta.

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Y ahí contempló con estupor como Zachary negaba con la cabeza y usaba las yemas de los dedospara cerrar los ojos del soldado caído. Sorprendentemente no había muerto en manos enemigas sinopor la mujer que debía haberlo protegido.

Las rodillas de Katariel cedieron entonces y Markus la acompañó hasta el suelo con lentitud. Justotocar el suelo con su piel la barrera desapareció, así como el agarre del guerrero sobre ella.

Ya nada importó. Aquel hombre había muerto rodeado de Draoids en vez de su familia, la cualesperaba su regreso; uno que jamás iba a suceder.

Ella había sido el brazo ejecutor. Había querido ayudar, tratar de que el niño saliera con vida deaquella batalla en la que no tenía nada que ver y también aquel soldado que solo ansiaba regresar acasa.

Había sesgado una vida. Una que la perseguiría el resto de sus días.Fue entonces cuando no le importó su alrededor y gritó, lo hizo con todo el aire de sus pulmones,

de forma tan desgarradora que los Draoid se estremecieron al escucharla.Ella era una asesina.Y una traidora a su pueblo.

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Capítulo 18

Katariel no pronunció palabra alguna de camino a la ciudad. Después de gritar, de vaciarse pordentro, se limitó a hacer lo que le pidieron sin oponer resistencia alguna. Dejó que Zachary llegasehasta ella, se agachase a su altura y la contemplase totalmente destruida. Consiguió levantarla yhacerla caminar por el campo a través del maíz.

Todos parecían saber lo ocurrido o, al menos, lo intuían ya que cuando vieron pasar a la princesaNislava agacharon sus rostros compungidos.

A todos parecía haberle llegado al corazón ese grito, como si en él hubiera dejado parte de sualma.

Markus transportó el cuerpo hacia donde él le indicó, no era momento de dejarlo allí para que lasbestias salvajes se alimentasen. Puede que con otros lo hubieran hecho, sin embargo, no pasaría estavez.

Al llegar a la plaza principal del reino la hizo detenerse cuando vio al rey Gerald aproximarse.—¿Qué ha pasado? —preguntó.—Un pequeño accidente, uno de los rehenes ha muerto —explicó él tratando de no entrar en

detalles.Gerald, sorprendido, asintió, aunque no quedó conforme.—¿Quién lo ha hecho?Zachary se tomó un par de segundos para tomar aire y encarar aquella respuesta. Él mismo sabía

que no debía haber ordenado al resto que se detuvieran cuando ella lo pidió, pero era imperativosalvar al niño y cualquier paso en falso hubiera provocado que el cuchillo le habría desgarrado.

—Yo lo hice —sentenció Katariel sin pestañear.Gerald, preso de la sorpresa, la encaró incrédulo.—¿Ahora matas a los tuyos?Aquella pregunta dolió y lo supo por la forma en la que ella se encogió como si acabase de

recibir un bofetón.—Sí —contestó.No era del todo así, pero no era el momento para discutir aquello. Encontraría la forma de hablar

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con su rey sin que ella tuviera que estar presente. Merecía saber todo lo ocurrido.Zachary se encargó de llevarla al poste, justo donde volvió a atarla a pesar de que sabía que no se

escaparía.—Déjalo ahí en medio, donde todos puedan verlo.Las crueles palabras del rey hicieron que se girase para observar lo que ocurría. Markus llegaba

con el cadáver cuando le hizo aquella horrible petición. El segundo al mando dudó un poco antes dedejar caer al soldado Nislavo al suelo.

—Bien. Quiero que todos contemplen la obra de Katariel de Nislava. La misma mujer que nosasesina a nosotros y a los suyos. Así el resto de rehenes y el reino entero podrá disfrutar de tu obra.

Markus cerró los ojos al igual que lo hicieron muchos de los que venían del campo y habíancontemplado lo ocurrido, no obstante, pudo ver como la princesa no lo hacía. Fijó la vista en elcadáver congelándose al instante sin pestañear.

Zachary se giró hacia ella.—No tienes que mirar hacia allí —la avisó.—Déjala que lo haga si disfruta de su muerte.Nunca había sentido ganas de golpear a su rey, pero aquel instante lo puso a prueba. Aquel

hombre estaba cegado por el odio hacia el padre de la joven, un odio que no le dejaba ver más allá.Gerald mandó que el reino siguiera con sus quehaceres ignorando aquel pequeño incidente.No quiso hacerlo, pero Zachary se vio obligado a dejarla atrás para tratar de tener una audiencia

con su rey. Antes de hacerlo se agachó hasta quedar de rodillas ante ella, como si eso pudieradistraerla del atroz espectáculo que estaba mirando.

—¿Cómo te liberaste? —preguntó.Sabía bien que iba a ser una pregunta en la reunión. Además, él mismo la necesitaba porque sabía

que la había atado a conciencia para evitar que saliera corriendo de aquel lugar.—Magia —contestó ella sin parpadear.—Necesito que me digas la verdad.Katariel reaccionó mirándolo ofendida.—No vas a creer nada de lo que diga, pero fue magia —escupió enfadada antes de dejar de

mirarle como si aquello doliera.Antes de mirar al cadáver señaló con el mentón.—Pregúntale a ella, seguro que la crees diga lo que diga —acusó la princesa.Zachary se sorprendió al ver llegar a Molly, la miró a los ojos sin rastro de arrepentimiento y

supo entonces que había sido ella. Que aquella mujer, saltándose todas las órdenes, había liberado ala princesa teniendo como resultado un cadáver que contemplar en el suelo.

—¿Por qué? —preguntó tratando de encontrar una explicación.Molly, la cual tenía un mechón propio entre los dedos y lo acariciaba como a un gatito, se encogió

de hombros antes de hablar sin rastro de culpa en su voz.—Quería que el niño viviera y ella es su princesa, podía convencerlo.Zachary apretó los puños con ira.—Podríamos haberlo solucionado nosotros.Ella, lejos de creerle, rio un poco.—O tendrías a un niño desangrándose sobre el maíz y un rehén condenado a muerte. He salvado

una vida.Su falta de remordimientos lo sorprendió. La guerra lo había endurecido, aún así, seguía viendo a

todo el mundo como personas. Todos querían una cosa: vivir y lo que aquel hombre trataba de hacer

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era regresar a casa. No había encontrado la forma adecuada, no obstante, eso no quitaba que fuera unhumano más buscando sobrevivir.

—Has condenado a Katariel.—Yo no le puse el cuchillo en la mano, lo hizo ella sola.Tuvo que dejarla marchar por miedo a matarla, ya se había derramado demasiada sangre aquel

día.Markus se acercó a él.—Zach, puedo hablar yo con Gerald si lo prefieres. Fue mi culpa, me despisté —se ofreció

temiendo que su ira tomase el control.Agradeció el ofrecimiento, aunque supo que era algo que él mismo debía hacer. Nadie podía

tomar su obligación, por algo era el jefe del ejército y lo seguiría siendo hasta el fin de sus días. Esosignificaba compromiso.

—Dadles comida y agua a los presos. Esto hubiera pasado de todas formas tarde o temprano. Esalgo con lo que debemos vivir —contestó antes de bajar la mano y colocarla sobre Katariel, la cualno respondió de forma alguna.

—Asegúrate que bebe lo suficiente.Markus asintió y supo que se encargaría, aunque eso significase alimentarla él mismo con cuchara

las horas que hicieran falta.Confió en él.

*** —¿Así que me pides que retire el cadáver? Con lo bien que queda ahí —preguntó Gerald

divertido con su petición.Zachary, que había rehusado sentarse, asintió mientras caminaba por el comedor de su rey. Las

cortinas se movieron a su paso y él mismo uso su magia para dejarlas cerradas e inamovibles, noquería contemplar aquella escena dantesca.

—Ella lo hizo para salvar a un niño de los nuestros. No se merece esa humillación, soloreaccionó cuando el rehén quiso matar al pequeño —explicó tratando de conmover a un rey que no loiba a hacer.

Gerald asintió.—Me has contado la historia y sé que es verdad, pero mi decisión sigue siendo la misma. Quiero

ese trozo de carne sobre mis calles para el disfrute de mis ciudadanos.La magia de Zachary explotó por su propio enfado, se arremolinó a su alrededor como si buscase

un atacante y logró mantenerla bajo control antes de que fuera demasiado tarde.—He asesinado a miles de Nislavos y lo haría si con eso salvara vidas Draoids, pero eso es un

ensañamiento hacia alguien que ha hecho algo bueno por nosotros. ¿Así paga el sacrificio que acabade hacer? Ha preferido una vida nuestra que suya —trató de explicarle.

Gerald no retrocedió, estaba convencido de su decisión y poco importaba lo que tuviera quedecir.

—No gastes saliva, hijo. ¡Es un cabezota! —exclamó Loretta entrando al comedor acompañadapor su fiel bastón.

El rey pareció ofenderse con las palabras de su madre, la miró como si acabase de salirle unasegunda cabeza.

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—Zach te ha explicado lo ocurrido y sigues estando interesado en culparla. Ella no es su padrepor mucho que la haya criado. Negan hubiera dejado morir al niño. Tiene la piedad de tu hija, aunquete niegues a reconocerlo.

Él trató de no asentir, pero estaba de acuerdo con la reina madre, hasta la hubiera aplaudido dehaber podido.

—¡Katariel nunca será ella! —gritó Gerald mostrando tanto dolor en sus palabras que hizoretroceder al resto unos pasos.

Nadie lo sería jamás.—Yo no te he dicho que lo sea. La niña nunca será su madre. Este castigo no es por lo que haya o

dejado de hacer. Crees que castigas a Negan haciendo eso cuando ha demostrado que poco o nada leimporta lo que le pase a Katariel.

El decir su nombre en voz alta provocó que el rey se levantase de su asiento provocando que lasilla cayera al suelo sin remedio.

—Te guste o no, madre, sigo siendo el rey y es mi decisión.Loretta asintió.—Claro que sí, como también fue tu decisión enviar a mi nieta al extranjero con un hombre que

nos trajo la ruina. Esta también es otra de tus maravillosas ideas y espero que contemples con orgullocomo destrozas a tu nieta por placer.

Dicho esto, la reina madre salió de la estancia como si el diablo la persiguiese. No quería estarcon su hijo y aquella conversación había abierto heridas del pasado que solo les provocaron dolor.

Zachary creyó que era más conveniente marcharse de allí y tratar de razonar con él el díasiguiente.

Justo antes de tomar el picaporte de la puerta, notó la magia del rey negándole la salida. Así pues,solo le quedó girarse hacia él para escuchar lo que tuviera que decirle o acusarle.

—Deja el cadáver en el suelo hasta el anochecer, después entiérralo lejos.Su interior sonrió al fin, había cedido un poco.—Sí, majestad.—Que ella haga el agujero —sentenció refiriéndose a Katariel.Fue entonces cuando Zachary tuvo que apretar los labios y contenerse para no contestar. Estaba

claro que su rey no iba a darle la oportunidad a su nieta. Iba a castigarla hiciera lo que hiciera.—Por supuesto, majestad —contestó sin rastro de convencimiento.Su rey solo quería una venganza que Kata no podía darle.

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Capítulo 19

Era noche cerrada cuando Zachary salió en busca de Katariel. Maldijo para sí mismo por lo quese veía obligado a hacer. Hasta la fecha no había dudado de ninguna de las órdenes del rey Gerald,ahora, esta no le parecía la más acertada.

El odio hacia Negan era tal que tener a su hija le servía para acabar con una venganza de la queella no estaba enterada.

Cuando la vio mirando sin pestañear hacia el cadáver algo en él se rompió. Había esperado verladormida por puro agotamiento en vez de encontrarla torturándose con la muerte de uno de ellos.

Pasó por su lado sin pronunciar palabra alguna, dispuesto a acabar con eso lo antes posible. Tomóel cuerpo sin vida del rehén y se marchó lo más lejos posible, no le importó el peso solo quiso alejaraquel recuerdo de la vista de la princesa, al menos durante unos minutos antes que tuviera queobligarla a algo peor.

Regresó a por ella y se sintió miserable cuando descubrió que, al fin, se había quedado dormida.Aquella mujer había nacido solo para ser torturada una y otra vez, no importaba lo que hiciera opensase.

Se acercó a Katariel y luchó consigo mismo para conseguir darle un ligero toque con la bota a unode sus pies.

Fue justo en ese momento en el que una brisa de aire le golpeó en la espalda. Fue rápido,sintiendo casi como si lo atravesara hasta llegar a lo más profundo de su ser.

«Estás a punto de despertar, Zachary…». Dijo una voz.Giró sobre sí mismo para ver a quién fuera que hubiera pronunciado aquellas palabras y se

encontró a sí mismo peleando con la noche y la soledad.—¿Tú también puedes escucharla?La pregunta de Katariel lo conmovió, volviendo a ella como centro único de atención, pudo

contemplar como estaba ante alguien completamente destruido.—¿Eh? ¿Tú también la oyes?Zachary asintió ante sus preguntas. Al parecer esa voz parecía atormentar de alguna forma a la

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muchacha.—Estos bosques están llenos de magia y de voces. Tal vez le has caído bien a una y trata de

molestarte. Ignórala o acabará enloqueciéndote.Ella asintió.La desató y le pidió que lo siguiera. No preguntó o trató de descubrir de qué se trataba. Sintió

como si hubieran quebrado su espíritu a base de golpes hasta conseguir la persona que era ahora.Eso le hizo preguntarse cuántas veces había tratado de hacer lo correcto y no había conseguido la

aprobación de nadie.Apartó aquellos pensamientos de su mente para tratar de mantener la cordura. Ella no dejaba de

ser la enemiga de su reino y la piedad no era cualidad demasiado bien vista en la guerra.Además, pronto recibirían respuesta del rey Negan y sabrían qué pasaría con Katariel, aunque

mucho se temía que Gerald no iba a dejarla marchar jamás. Ella era el resultado de una de sus malasdecisiones.

—Se está muriendo… —susurró ella a su espalda.Miró entonces al rehén que ella señalaba con el dedo. Había sido herido en batalla y cierto era

que no tenía buen aspecto.—Está recibiendo atención médica y me consta que están haciendo todo lo posible por mantenerle

con vida. Gerald lo ha retirado de los trabajos para que descanse y se recupere con mayor rapidez.Pero eso no la convenció, siguió mirando al herido con el rostro desencajado por la preocupación

y supo que no iba a ser capaz de pronunciar palabra que calmase ese sentimiento.—Vamos —la instó finalmente.Caminaron durante largos minutos en completo silencio, como si abrir la boca fuera un pecado o

pudieran despertar a un reino que dormía tranquilamente. Fue tan incómodo que supo que necesitaríauna copa después.

Atrás dejaron las calles infestadas de casas, los campos de cultivo y la civilización paraencontrarse con el más angosto de los bosques. Uno que rodeaba el lago Saner, el que tenían encomún con el reino Nislava.

Katariel pudo ver el cadáver, del que había sido ciudadano de su mismo reino, en el suelo y casicomprendió lo que iba a pasar allí mismo. Suspiró compungida, pero no preguntó o emitió quejidoalguno.

Zachary le tendió la pala, la cogió al momento y se lo quedó mirando esperando la orden quesabía que vendría a continuación, no obstante, parecía necesitar escucharla de viva voz.

—Haz un agujero para enterrarlo —ordenó él.Ese fue el pistoletazo de salida que necesitaba para ponerse manos a la obra. Lo hizo, comenzó a

cavar palada a palada, en silencio y sin intención de sacar ningún tema de conversación.Zachary, pasado un rato, se sentó apoyando la espalda contra un árbol mientras vigilaba a la

presa. Iba a ser un trabajo duro y arduo, que iba a llevarle más horas de lo que parecía en unprincipio.

Dejó que el tiempo pasara, impasible, las estrellas parecían moverse en el cielo a su antojo.Algunas parpadeaban como si tratasen de comunicarse de alguna forma con ellos.

Fue el momento en el que pensó en la voz. Conocía las historias de ellas, pero hasta la fecha nohabía tratado con ninguna. Era femenina y casi había parecido tocarle lo más profundo de su ser. Lomás perturbador era que sabía su nombre y que también le hablaba a Katariel.

Todo alrededor de aquella mujer era distinto, pasaban cosas inexplicables y se preguntó sisiempre habría sido así.

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—¿Cómo era tu vida en palacio? —preguntó.Su voz sonó más oscura y profunda de lo que planeó, produciéndole un escalofrío a Katariel, la

cual se revolvió antes de dedicarle una mirada para después seguir trabajando.—Me limitaba a sobrevivir como aquí. Tenía horas de estudio, profesores particulares que venían

a darme clase a casa. Y después tenía el entrenamiento con los soldados. Ese era mi día a día.También intentaba no lidiar con mi padre, aunque cada noche quería que cenásemos juntos.

Zachary escuchó atentamente.—¿Había alguien que te quisiera?Esa era una pregunta que lo comenzaba a atormentar. Puede que fuera enemiga, no obstante, la

idea de que no hubiese conocido ningún tipo de amor le hacía sentir verdadera lástima.Ella no contestó inmediatamente y no le metió prisa. Dejó que ella misma pensase bien la

respuesta.—Malorie me quería y dejé que muriera por no tener el valor suficiente como para disparar a mi

padre.Esa era una culpa que no le pertenecía, no podía considerarse mala persona por no ir contra

natura. Los padres debían amar a sus hijos, cuidarlos y protegerlos de todo mal, pero este parecía sersu instigador.

—Bueno, Nixon también me quiere, aunque es diferente… —dijo casi divagando.La imagen de su prometido llenó la mente de él. Había peleado contra ese hombre un par de veces

antes de que Katariel llegase en su rescate. Estaba claro que había algo más que amistad entre ellosporque lo había dado todo por salvarle la vida.

—¿En qué es diferente?Se sintió como un niño haciendo demasiadas preguntas. Ella no estaba obligada a contestar, aún

así, lo hizo.—No fue un amor lento o un flechazo. Un día nos metieron en la misma habitación y nos dijeron

que nos íbamos a casar, que él ocuparía el lugar de mi padre el día de su muerte. Cierto es quepodría haber sido peor hombre que Negan, sin embargo, cuando nos vimos fue como si pudiéramosreconocernos. Estábamos viviendo lo mismo, sin voz ni voto, dejando que otros manejaran nuestrasvidas a su voluntad.

Hizo una pausa para tomar aire.—Creo que eso fue lo que nos unió. El pensar que un día todo esto acabará y podremos ser

nosotros mismos. Que el dolor tendrá fin si sabemos esperar. Y así nos unimos, descubriendo queteníamos muchísimas cosas en común.

Zachary pensó en sus palabras. En cómo la vida había unido a dos personas que estabandestinadas a reinar juntas. Estaba convencido que, de ser así, era mucho mejor llevarse bien queodiarse el resto de sus días.

Y él era muy importante para Katariel, de lo contrario jamás hubiera aparecido en el campo debatalla de esa forma.

—No volveré a verle, ¿verdad? No es que me queje, me queda el consuelo que sigue con vida ylejos de vosotros.

Él no supo contestar.La vida era muy larga para saber si podían volver a reencontrarse. Todo era posible, sin embargo,

tampoco podía prometer algo semejante. No sabía si algún día Gerald se cansaría de su nieta y laasesinaría.

Ella siguió cavando aquella tumba con dedicación y supo que era injusto. Había tenido que elegir

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entre una vida y otra. Había sido una buena decisión, aún así se la condenaba por ser piadosa.Tuvo que cerrar los ojos un segundo para evitar seguir contemplando aquella escena.Un gemido hizo que frunciera el ceño antes de abrir los ojos. Katariel, en el más absoluto de los

silencios y sin dejar de trabajar, lloraba. Las lágrimas resbalaban por su rostro sin control algunohaciendo aquel momento más intenso.

Zachary echó la mirada al cielo y buscó la estrella más brillante. Quiso ser fuerte, lo era, pero susvalores no dejaban de decirle que aquello estaba mal. No era noble hacerle pasar por algo así.

Al final, pasados unos pocos minutos, estalló.Se levantó y fue hacia ella con paso firme. Eso hizo que Katariel le temiera, dejó caer la pala y se

llevó las manos a las mejillas para borrar las lágrimas que derramaba.—Lo… lo siento —se disculpó.El guerrero vio que ya tenía un agujero de unos veinte centímetros de profundidad, a ese ritmo

estarían toda la noche allí y ya había tenido suficiente. Como jefe tenía potestad sobre algunasórdenes.

Y, por primera vez en mucho tiempo, decidió quebrantar una orden directa.—Aparta —pidió.Ella, perpleja, solo pudo pestañear sin comprender lo que ocurría.No quiso volver a pedírselo, así pues, la tomó de la cintura y la colocó tras de sí. No tenía tiempo

para nombrar los cientos de motivos por los que estaba mal condenarla de esa forma.Juntó las manos y, al separarlas, la tierra empezó a salir hacia los lados como si una fuerza

invisible cavara a toda velocidad. Fue cuestión de minutos hacer una tumba de más de tres metros deprofundidad y tampoco era la primera que hacía en su vida.

—Mételo dentro —pidió.Katariel corrió hasta el cadáver y, tras peinarle un poco con los dedos a modo de despedida, lo

empujó haciéndolo rodar por el suelo hasta lanzarlo al agujero. El sonido fue duro y sordo, cayendoa plomo.

No dejó que mirase en la postura que había caído ya que comenzó a tapar sus restos con la tierraque acababa de sacar.

Al final solo quedaron ellos, el silencio y una infinidad de estrellas como testigos de aquelinstante.

—¿Por qué lo has hecho? —quiso saber Kata.Zachary se encogió de hombros.—No tengo que darte explicaciones de todo.Ella aceptó la respuesta sin rechistar.—Échate un poco y descansa. No podemos regresar antes del amanecer o sabrán que te ayudé. No

es que me importe demasiado, sin embargo, no tengo intención de alargar más la lista de tus castigos.La joven se alejó bordeando la tumba haciendo justo lo que acababa de pedirle. Se alejó unos

centímetros antes de tumbarse en el suelo con la palma derecha contra el pasto. Algo le dijo que esegesto era como estar cerca del hombre que había asesinado, torturándose un poco más por lo quehabía hecho.

El guerrero se sentó en el lado opuesto, quedando por delante el agujero y ella, siendo incapaz deperderla de vista. Si alguien hubiese preguntado la contestación hubiera sido que lo hacía para queno escapase, pero no era verdad.

—No te di las gracias por salvar al pequeño.Katariel, con los ojos cerrados, suspiró.

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—Díselo a los hijos que nunca jamás verán a su padre de nuevo.El dolor estaba presente en la guerra. Cada vida que se sesgaba significaba dolor para alguien. La

felicidad del niño era a costa de una familia que nunca jamás volvería a ver a su ser querido.Él sabía bien de dolor y todo el que había causado no se lo perdonaría jamás. No se excusaría

nunca por las vidas asesinadas, todos eran personas en un mundo en el que buscaban prosperar.El pensamiento de que la guerra duraba demasiado tiempo se afianzó en su corazón.Y lo peor es que nadie saldría victorioso.Zachary se levantó cuando la respiración de Kata se relajó, se hizo mucho más profunda lo que le

indicó que se había quedado dormida. Se acercó a ella tratando de no despertarla con sus pisadas yse agachó hasta quedar de rodillas.

Ahí contempló su rostro, uno que no parecía en paz y deseó que todo hubiera sido mucho másfácil. Ella representaba algo que todos sabían muy bien el qué salvo Katariel.

No tenía ni idea que era la nieta de Gerald.Se tumbó hacia el otro lado, quedando únicamente su rostro delante del de la princesa.Antes de acomodarse, se aproximó un poco y depositó un beso en su frente, como si este, de

alguna forma, calmase el dolor y el tormento al que estaba siendo sometida desde el día de sunacimiento.

Después se colocó boca arriba a la espera de que el sueño llamase a su puerta.Se sorprendió cuando la mano de Katariel tomó la suya. Giró un poco el rostro esperando verla

despierta y se topó con una mujer profundamente dormida. Eso hizo que enumerase en su mente loscientos de motivos que tenía para alejarse y, a pesar de que todos eran importantes, no lo hizo.

Simplemente se durmió.

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Capítulo 20

Zachary supo que estaba soñando. No podía dar una respuesta exacta a esa teoría, era más supropia intuición la que le indicaba que seguía dormido.

Estaba en un bosque muy similar al real, aunque mucho más oscuro. Apenas podía ver unos pocoscentímetros más allá de sí mismo. Lo peor era el silencio perpetuo, no había animal o brisa quehiciera crujir las ramas de los árboles.

Respiró profundamente tratando de tomar el control de la situación. Si aquello era un sueño podíahacerlo desaparecer. Se concentró poniendo en práctica todo lo aprendido durante años en el colegioy, pasados unos segundos, se dio cuenta que no era capaz.

—¿Zachary?Ante él apareció Katariel, lo miraba con el ceño fruncido, como si encontrárselo allí fuera una

gran coincidencia.—¿Qué haces aquí? —preguntó la joven.Él trató de dar sentido a su aparición. Por algún motivo su mente quería tenerla en ese lugar.—Esto es un sueño, no tiene por qué tener sentido —se recordó diciéndolo en voz alta.Katariel se mostró más confusa todavía. Al parecer ella no parecía estar al tanto de estar dormida,

aunque no le sorprendió ya que ellos no habían estudiado magia. Para un humano corriente podíacostar discernir entre realidad y ficción.

Ellos, al poder ser atacados con encantamientos, aprendían muy pronto a distinguirlo.—¿Y qué haces tú en mi sueño? —preguntó la joven.Zach sonrió. No pensaba despistarse con su presencia.Supo que había sido un error bajar la guardia. No tendría que haber dormido con ella. Estaba

convencido de que eso era por su culpa, tal vez la princesa escondía bien que era alguien mágico.—No debí apiadarme de ti. Nadie lo hace y debe ser por un motivo —le escupió mirándola

directamente.Sintió rabia cuando su gesto se torció mostrando dolor. Ella se había valido de la pena para

conseguir que él flaquease, un error que subsanaría en cuanto saliera de aquella especie de embrujo.—¿Qué quieres conseguir? He sido piadoso, el único que ha visto que eres una persona bajo todo

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ese rollo de princesa, de hija de Negan o de enemigo. ¿Así es cómo me lo pagas?Katariel, presa de la rabia, usó las palmas de sus manos para empujarlo con fuerza. No consiguió

derribarlo, pero tampoco le importó ya que salió corriendo bosque a través perdiéndose en laoscuridad.

Aquel lugar le estaba volviendo loco. No comprendía los motivos por los cuales ella pudierahacer algo así.

¿Qué pretendía?Un grito atravesó el bosque.—¡Ayuda! —vociferó Katariel destilando terror.Zachary, manteniendo el control, no se movió ni un ápice de su lugar. No pensaba correr hacia

nada. Era una de las primeras reglas que se aprendían en clase, si ibas hacia el peligro eras elprimero en caer. Además, morir en un sueño podía equivaler a hacerlo en la vida real.

—¡Zachary!Le costó arrancar a correr en dirección contraria y no ir en su ayuda. Obligó a todo su cuerpo a

moverse rápido, sorteando cada rama, piedra o desnivel al que se enfrentó en su huida.De pronto un crujido a su espalda lo puso en sobre aviso de que estaba siendo perseguido. Eso

solo incrementó los latidos de su corazón y se exigió ser más rápido a pesar de que no sabía bien adónde se dirigía.

—¡Ah!Katariel gritó una última vez, siendo muy diferente a las anteriores. Su voz desgarrada atravesó

cada centímetro de aquel lugar, mostrando dolor infinito y tantos sentimientos que una parte de él sedoblegó.

Cedió, no queriendo hacerlo, y se detuvo en seco.Justo en ese momento algo cayó sobre su cuerpo cegándolo por completo. No alcanzó a tocar el

suelo en ningún momento haciendo que la sensación de caída nunca desapareciera.Su cuerpo parecía flotar en el espacio mientras caía sin remedio muy lentamente.Fue entonces cuando todo pareció explotar y llenarse de imágenes extrañas. Lo primero que

alcanzó a ver fue una joven riendo, su voz le fue tan similar que casi sintió dolor en su cabeza.Ella siguió riendo hasta girarse.Era Katariel, pero era muy distinta a la que conocía. Estaba inmensamente feliz y en su rostro no

había signo de miedo alguno. Sus ojos brillaban mientras le mostraba un hermoso vestido morado.—¿Te gusta, Zachary? —preguntó la visión.Pocos segundos después pudo contemplar con horror como esa misma mujer yacía muerta ante sus

pies.Todo aquello pareció reactivarse para mostrarle una nueva imagen. Esta vez era una Katariel

subida a un árbol. Estaba tratando de alcanzar una cometa, una que había quedado atrapada en lo másalto.

—Podrías ayudarme, Zachary, en vez de limitarte a mirar.Pocos parpadeos después esa misma mujer apareció en un ataúd improvisado y rodeado de rosas

rojas.Las imágenes fueron alternándose viendo una y otra vez cientos de miles de versiones de Katariel

de Nislava. Cada una era distinta a la anterior, aunque a su vez tenían algo en común.Y todas decían su nombre.Él estuvo ahí, lo que le pareció una eternidad, condenado a ver su muerte de muchas formas

distintas. No había salvación para ella en ninguna de las formas que se mostraba allí.

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Zachary trató de darle sentido a todo aquello.—¿No lo ves? —preguntó una voz muy similar a la suya.Él no pudo más que llevarse las manos a la sien tratando de conjurar algo que lo sacase de allí a

toda velocidad.—Eres tú una y otra vez viéndola morir. La has enterrado tantas veces… Has luchado por ella

hasta consumirte. Cientos de veces habéis vivido con la única condena de dejarla ir.¿Él se estaba hablando a sí mismo?—Y lo peor es que la volverás a perder otra vez si no despiertas.Y ahí estaba, una versión de sí mismo ante sí. Era como mirarse a un espejo salvo las diferencias

en la ropa. Ahí estaba, inmóvil contemplándolo como si esperase algo o se estuviera advirtiendo.—¿A qué te refieres? —se preguntó.El otro Zachary no pestañeó.—Para siempre, lo prometiste —le acusó esa versión de él que no comprendía.De pronto pareció empujarlo sin manos, como cuando caes al agua y alguien te saca cogiéndote de

la camiseta. Tiraron de él a la superficie, alejándolo lejos de todo aquello, dejando aquellasimágenes enterradas en lo más profundo de aquel lugar.

Puso de su parte para seguir subiendo, no importaron las miles de sensaciones que lo golpearoncon fuerza durante el camino. Una parte de él pudo llegar a creer que todo aquello una vez fue suyo,que él mismo había experimentado todo aquello.

Al final todo se desvaneció dejándolo únicamente consigo mismo. Duró apenas unos segundosantes de que recobrara la conciencia y despertase. Como si un mago hubiera contado hasta tres.

Uno.Dos.Tres.

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Capítulo 21

Zachary saltó cuando logró despertar.Se alejó de Katariel como si esta fuera la personificación de la maldad y buscó toda la distancia

posible para que su embrujo no pudiera alcanzarlo. Aquello era inaudito, no podría creer que hubieraconseguido engañarlo usando la piedad como cebo.

Respiró llevándose las manos al pecho como si tratase de quitarse algún tipo de atadura, como sillevase alguna especie de cadena que tirase de su cuerpo hacia la dirección a la cual se negaba ir.

Miró entonces a la joven, seguía tumbada en el suelo en la misma posición en la que la habíadejado al dormirse; no se había movido ni un ápice salvo que ahora no le sostenía la mano.

—¡No sigas fingiendo! —bramó completamente enfadado.No obtuvo respuesta y, a pesar de que supo que no debía hacerlo, dudó. No supo decir si

realmente estaba fingiendo o ella estaba tan dormida como lo había estado él hasta hacía unossegundos.

La incertidumbre pudo más que su propia sensatez.Se aproximó a la princesa con paso decidido y con todos sus sentidos en alerta. Si algo pasaba

quería ser capaz de defenderse. Estaba claro que ella era mucho más que lo que aparentaba en unprincipio.

—Levanta —ordenó.La joven no se movió ni un ápice.Con la bota trató de moverla, la colocó debajo de su estómago y la giró sin demasiado cuidado. El

cuerpo lo hizo, se movió completamente laxo solo por la fuerza que él ejercía. Eso le indicó que nopodía ser fingido.

—¿Katariel? —preguntó incrédulo.Al no responder se fijó en su pecho comprobando, con estupor, que no había respiración alguna.Eso fue como un pistoletazo de salida, cayó a su lado, de rodillas y corrió a tratar de encontrarle

el pulso. Sorprendentemente no lo encontró y eso fue como un jarro de agua fría.De una forma extraña una teoría se formó en su mente. Ellos habían sido producto de un hechizo,

la primera Katariel que encontró en el sueño era la real; por desgracia la misma que le pidió ayuda y

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la que él rehusó.—No, no, no… Vuelve —le dijo.No tardó en ponerse con el masaje cardíaco. Por algún motivo ella había fallecido en el sueño y

eso se había traducido en la realidad. Era una regla básica para todos los Draoids, mantenerse convida en algo así a toda costa.

—¿Zachary?La voz de Markus lo alegró, miró hacia atrás buscándolo con desesperación y rugió tratando de

llamar su atención de alguna forma. Por suerte él lo comprendió, salió de entre la maleza y seencontró con aquel escenario.

—¿Qué coño…? —preguntó acercándose a ellos.No tenían tiempo para explicaciones, solo necesitaba que su amigo siguiera con lo que él había

iniciado para así él poder intentar una nueva táctica. Le indicó que se colocase justo en su posición yasí lo hizo.

Cuando Markus comenzó él se concentró. A pesar de la situación debía mantener la composturapara tratar de conseguir un hechizo que ayudase. Entonces una idea le inundó la mente.

Juntó las manos e hizo que la magia se convirtiera en electricidad, calculó la cantidad justa parasu siguiente movimiento.

—Aparta —ordenó.Acto seguido colocó sus manos, una sobre el corazón y otra en el costado izquierdo. Su magia

hizo como si de un desfibrilador se tratase. No hizo efecto a la primera, así pues, Markus y éltuvieron que turnarse un par de veces para conseguir que ese corazón volviera a latir.

—Hay pulso —indicó el segundo al mando.Los dos se dejaron caer al suelo, incapaces de hablar por miedo a que su corazón reculara.Entonces Katariel abrió los ojos, lo hizo de forma brusca y comenzó a toser como si acabase de

salir del agua, de hecho, de su boca salió disparada una fuerte bocanada de agua salada.—¿Qué cojones ha pasado? —preguntó Markus exigiendo saber.Ella no fue capaz de contestar, únicamente se colocó boca abajo mientras tosía luchando por

respirar.—Un embrujo nos hizo dormir, sabes lo difícil que es salir de algo así —mintió.No iba a decir que se habían dormido por voluntad propia, no pensaba explicar la piedad que

había mostrado con ella y que fuera juzgado como si fuera una persona blanda.Katariel los miró, primero a su compañero y después a él, lo hizo de forma tan acusatoria que

sintió como si una bala le atravesase el pecho.—Tú estabas ahí y te pedí ayuda.Zachary no retrocedió.—Y tú provocaste todo esto.La princesa sonrió sardónicamente.—Nunca vas a creer lo que diga —susurró antes de dejar caer el rostro contra el suelo, dejando

que la frente golpease la fría tierra.Él se fijó en la joven, sus ropas estaban empapadas, algo que antes no era así. Aquello solo pudo

afianzar la teoría de que no había sido un sueño corriente. Lo peor es que no tuvo claro si Katarielera la responsable o no.

Markus fue el primero en levantarse, todavía no había amanecido, pero faltaba poco para que esoocurriera.

Tiró de Katariel incorporándola, ella se quedó rígida cuando este la ayudó y esperó al siguiente

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movimiento. Esa era la mujer que conocía y no los cientos de princesas que había visto en esa visión.Caminaron hacia la ciudad, solo tenían que llegar al poste y dejarla atada, después todo quedaría

atrás. Necesitaba alejarse de todo lo que ella significaba, necesitaba un descanso o acabaríaenloqueciendo.

—¿Qué te ocurrió? —preguntó Zachary.Estaba colocado en la retaguardia, quedando el segundo al mando primero, ella después y él

cerrando el grupo.No contestó inmediatamente, cabeceó un poco la respuesta como si tratase de encontrar las

palabras adecuadas a lo que acababa de ocurrir. Pudo ver, sin contemplar su rostro, que todo era unpuro caos y confusión.

—Corrí sintiendo que me perseguían, lo hice todo lo rápido que pude hasta que caí al agua. Era unmar profundo y con tal oleaje que no importó lo mucho que nadé para escapar.

Se hizo el silencio.—Ni tampoco lo mucho que imploré ayuda —susurró dolida.Él no pensaba justificar su decisión.—Los sueños así pueden ser nuestro peor enemigo. Solo un estúpido moriría en ellos —masculló

Markus.Katariel asintió dándose por aludida. Estaba claro que aceptaba las culpas de lo ocurrido, pero no

dejaba claro si había hecho aquello de una forma intencionada o acababan de ser sacudidos por otrotipo de magia o fuerza.

Zachary solo supo que no volvería a bajar la guardia, con ella no se podía.Al llegar a la ciudad la joven siguió caminando hasta dejarse caer pesadamente delante del poste.

Lo hizo agotada, aunque no solo físicamente, todo comenzaba a pasarle factura.—En un par de horas saldrás a trabajar —advirtió el guerrero.La princesa se limitó a asentir.Markus ató las cuerdas con fuerza para evitar que escapase, algo que ya nadie esperaba que

pasase, aún así había demostrado con creces que tenía agallas o sorpresas suficientes bajo la manga.Dejó que su amigo se fuera a sus quehaceres y él se quedó allí, contemplándola como si aquello

fuera a darle alguna respuesta. Al encontrarse exento de ellas no pudo más que suspirar y marcharse.—Yo no lo hice —dijo entonces Kata.—Permíteme que lo dude —contestó.Ella asintió abriendo ambos brazos en señal de rendición.—Tú fuiste el que me dejó morir, yo debería dudar de ti.Zachary no quiso entrar en la provocación. Necesitaba descansar en un lugar seguro, lejos de ella,

donde no tuviera que pelear por seguir respirando. Solo una cama mullida y el más absoluto de lossilencios lo ayudarían.

La dejó atrás sin remordimientos, estando convencido de que esa mujer era mucho más de lo quedecía ser. No era solo una princesa, acababa de convertirse en una bruja capaz de encantar al mayorde los guerreros.

Tal vez Gerald no estuviera equivocado.Tal vez ella no mereciera ser amada.—¿Todo bien, cielo? —preguntó Molly poco antes de que llegase a su casa.Se detuvo a mirar a la mujer que había dejado libre a la rehén en el peor momento. Las causas se

le escapaban a su comprensión, sin embargo, no tenía ganas de iniciar una discusión mayor.—Cuidado con encariñarte con ella —le advirtió refiriéndose a Katariel.

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Aquello la sorprendió.—¿Y eso por qué?—Es solo una bruja mediocre —escupió.Acto seguido desapareció entrando en su hogar. Solo al cerrar la puerta pudo activar los sistemas

de seguridad, eso dejaría fuera todo tipo de hechizo que viniera a hacerle daño porque sí, de algunaforma, ver morir a Katariel tantas veces lo había removido por dentro.

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Capítulo 22

Nixon no estaba preparado para tratar con el rey, no había forma posible que lo preparase paraello, no obstante, no podía rehusar a sus obligaciones. Katariel se había convertido en su objetivomás inmediato y convencería a quién hiciera falta, aunque se tratase del rey menos piadoso de todos.

Entró en su despacho dejando a sus padres atrás, ellos habían tratado de convencerle paraacompañarlo, pero se negó en rotundo. Aquello era algo que solo él debía hacer y no necesitaba a susprogenitores allí como si de un niño se tratase.

El rey Negan no se inmutó con su presencia. Lo ignoró durante unos segundos, los que él tardó enentrar y cerrar a su espalda.

—Majestad —pronunció haciéndole una reverencia.—Tienes dos minutos antes de que ordene que se te ejecute públicamente. Es el momento más

importante de tu vida, chico.Aquello era real y no una prueba, su vida pendía de un hilo, uno del que no tenía control alguno.—Katariel apareció en el campo de batalla, los Draoids la dejaron entrar sin saber de quién se

trataba. Tracé un plan para sacarla de ahí, yo iba a ser el cebo mientras huía, pero se dio la vuelta.Juro que peleé por ella como se esperaba de mí en una situación así. Y en el último momentodesaparecí, como por arte de magia, a kilómetros de ella. Regresé hasta el lugar y ya no quedabarastro.

Negan lo miró.—¿Han llegado el resto de supervivientes?Nixon asintió, acababa de enterarse de camino a la audiencia con el rey.—Bien, saldrás a hablar de aquí a una hora y dirás públicamente que, como próximo rey, los

condenas a muerte.La sorpresa lo golpeó con contundencia.—Pero, señor…No fue capaz de proseguir, no había forma de conseguir que las palabras llegasen a su boca de

forma clara.—Si estáis vivos es por mi hija, de lo contrario hubierais muerto en aquel lugar. Por lo que a mí

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respecta, así seguiréis.Nixon se llevó las manos a la cara, frotándose como si tratase de despertar de una pesadilla.—Son buenos soldados, podrán dar la vida por el reino en otra batalla —dijo tratando de

convencerlo.Aquel hombre no conocía el significado de la piedad y mucho menos por los que daban la vida

para que su reino siguiera en pie. No sentía valor alguno por ellos, ni el sacrificio que hacían.—¿Yo también? —preguntó.Negan sonrió con malicia indicándole que disfrutaría con ese espectáculo.—De ti depende, muchacho. ¿Cómo lo hiciste para desaparecer mágicamente? ¿Quieres que crea

que un Draoid te sacó de allí? ¿Le caíste bien o algo?Nixon apretó los puños con rabia. No tenía las claves de su desaparición y era algo que seguía

persiguiéndolo a día de hoy, pero sabía a ciencia cierta que no se había tratado de uno de susenemigos.

—Creo que fue Katariel, señor. No es algo que sepa sin más, solo una conjetura… Ella…El rey no pronunció palabra alguna, se recreó en el silencio a la espera de que terminase sus

últimos segundos de alegato.—Se aferró a su colgante y yo desaparecí. Es lo único que sé. No es mucho, lo sé y quisiera tener

la oportunidad de poder rescatarla, me siento en deuda con su hija y, antes de partir de este mundo,quisiera hacerlo con el contador a cero.

Negan chasqueó la lengua, molesto.—Eres demasiado sentimental. Deberías querer recuperarla porque es tu llave del reino, ella te da

el trono en bandeja de plata, pero eres tan estúpido que te has enamorado. Es como si acabase detirar los años de enseñanza contigo.

Nixon aceptó sus palabras y concluyó que él no tenía el alma oscura como aquel hombre. Acababade decirle que su hija estaba en manos del enemigo lo que no había movido ni un ápice depreocupación en él.

Ese hombre no tenía corazón.—Aquella doncella se lo entregaría… —susurró misteriosamente.Ahora sí parecía perturbado, no obstante, no como si su hija estuviera en manos de la muerte, más

bien era un enfado.—¿Quieres traerla de vuelta? ¿Hacerla tuya, aunque se la hayan follado todos los Draoid?Nixon tragó saliva antes de asentir. Fue entonces cuando el rey se levantó y caminó hasta

encararlo a pocos centímetros de su rostro.—Esa ya no es mi hija, no me importa lo que le pase. No obstante, y dada tu entregadísima lealtad

a ella sí puedo concederte que la consigas. Pelea con Gerald, quítasela de sus manos y así osperdonaré la vida a ti y a ella. Trae la cabeza del rey Draoid y tendrás carta blanca para lo quequieras. Después si quieres casarte con Katariel o matarla, será tu elección, no la mía.

Una parte de él sintió un gran alivio al sentir aquellas palabras, otra fue como si acabasen deapuñalarlo. Aquel ser no sentía nada por ella, no lo conmovía lo más mínimo a pesar de ser sangrede su sangre.

—¿Y si ella muere? ¿La corona?Tal vez hablando su idioma podía remover algo en él, aunque supo que pisaba arenas movedizas.—Sí, lo sé. Esas estúpidas leyes antiguas que certifican que solo la sangre puede reinar. –Chistó

enfadado—. Podría nombrar a un mono si lo así lo creyera conveniente, pero existen fuerzas que esmejor no despertar. ¿Qué clase de monarca sería si no pelease por la corona?

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Nunca dijo su nombre, como si la hubiera deshumanizado hasta dejarla en un despojo sinsentimientos.

—Tráela con vida o muere en el intento. No me importa lo que le suceda al reino cuando yo memarche. No quiero que la gente empiece a desertar por un rey que no protege a su princesa, así pues,te encomiendo la virtuosa misión de devolver nuestra adorada niña a casa. Gánate al pueblo conhazañas así y contrólalo bajo la mano del miedo. Sé su nueva esperanza y así tendrás sueños quedestruir.

Nixon supo que, de no estar en presencia del rey, hubiera vomitado allí mismo. Resultaba tanrepugnante su falta de decoro que no podía creer que alguien como él pudiera seguir con vida.

—No te horrorices tanto con mis palabras. Cuando seas rey sabrás la cantidad de enemigos quetendrás —rio.

Negan caminó hasta la puerta del despacho y la abrió mirando unos segundos a sus padres. Elcorazón de Nixon se detuvo creyendo que ellos también serían condenados a muerte.

—Mano de hierro te dije hace unos años, Cornelius. Tu hijo es demasiado blando —le recriminó.Su padre, sin pronunciar palabra, asintió aceptando lo que le decían sin protestar. Con él no se

podía.—Lo dejaste demasiado tiempo con su madre —dijo mirando despectivamente a su madre–.

Vuestro hijo va a ser el nuevo salvador del pueblo o el bufón, eso está por ver todavía.Dejó salir a Nixon, el cual no dudó ni un instante en apartarse de aquel ser oscuro antes de que

pudiera cambiar de opinión. Sabía bien que podía ser caprichoso con la sangre y no se negaba a unbuen espectáculo al ejecutar sin piedad.

—Que no se te olvide que, en una hora, tienes faena. ¡Ah! Y quiero estar al tanto de los planespara liberar a mi hija. Encárgate de traerme la cabeza de Gerald para que pueda lucirla cerca de mitrono.

—No le defraudaré, majestad.Negan, mirándolo de arriba abajo, provocó que se quedase helado. Él tenía esa capacidad.—Ya lo has hecho —masculló el rey.Y, acto seguido, cerró la puerta dejándolos fuera de su despacho. Así daba por finalizada una

conversación que no había acabado del todo mal. Al menos mantenía su cuello y el de sus padresintactos.

Ahora tenía que mandar asesinar a los pocos supervivientes que habían luchado valientemente porsu rey, el mismo que agradecía su esfuerzo enviándolos a la horca solo por seguir respirando.

Katariel había tenido razón, él los daba por muertos y no pensaba mover un dedo para salvarlos.Además, la idea de que no tenían nada en ese reino se afianzaba todavía más después de esaconversación.

¿Por qué no huía entonces?Tenía una última misión, una que requería los medios de los que Negan disponía. Pensaba entrar

en guerra con uno de los reinos más fuertes del mundo e iba a conseguir traer de vuelta a la princesa.No iba a escatimar en usar los medios que hicieran falta.Después, tal vez, ya no hiciera falta volver a Nislava. Quizás bastaba con huir de aquel angosto y

poco fértil reino. Quizás su madre aceptase que amaba a esa mujer y pudiera incluirla en el plan deviajar a Reiyar.

Algo en él le dijo que ya estaban marcados para siempre. La sombra de Negan los perseguiría elresto de sus vidas.

Y no tenían dónde escapar.

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—¿Qué te ha dicho, hijo? —preguntó su madre.—Tengo que asesinar a gente inocente para conseguir que me deje ir a buscar a la princesa.Nadie dijo nada más.¿Qué palabra pronunciar en un momento así?

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Capítulo 23

Días después… Katariel estaba trabajando bajo la atenta supervisión de Markus, aquel hombre no se despegaba

de ella para nada. Ya había demostrado que no iba a huir, con ellos no existía escapatoria posible yque siguieran dudando la molestó.

Aquel sol abrasador estaba provocando que sudaran ciertas partes de su anatomía que no sabíaque eran capaces de hacerlo. No le gustaba aquel clima, aunque el suyo tampoco, quizás algunointermedio estuviera bien.

Un niño llegó corriendo antes de que él lo detuviera. Katariel pudo fijarse y era el mismo quehabía rescatado hacía días. Su madre apareció al poco, sofocada por venir corriendo tras el pequeño.

—Solo quiere darle las gracias, nada más —explicó la mujer.Markus asintió, sin embargo, antes de dejar que el pequeño se aproximase a ella, la advirtió.—Si le haces algún daño te las verás conmigo.Katariel asintió aceptando el trato. Aquel hombre estaba diseñado para odiarla hiciera lo que

hiciera, nunca la vería como otro ser humano; poco importaba que uno de los suyos hubiera muertopara protegerlo.

Soltó la azada y se la entregó a su supervisor cuando el niño caminó hasta colocarse delante. Seagachó para estar a su altura, lo miró con cariño y comprendió que su vida había valido el sacrificio.

—Gracias —dijo él muy contento.—De nada —susurró ella siendo incapaz de decirlo en voz alta.Lo que el niño no comprendía es que una persona había muerto, una que jamás vería a sus hijos

crecer.El pequeño juntó las manos y pidió que pusiera las suyas debajo. Lo hizo sin saber qué ocurriría

y, aunque no esperaba dolor, no tenía claro si hacía lo correcto.De pronto una corriente pequeña de aire se arremolinó dentro de las manos del niño. Fue cuestión

de un segundo, pero consiguió hacerle reír y ella sintió una especie de cosquillas. Al final, algopesado cayó sobre sus manos.

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Las retiró con cariño para encontrarse algo que la dejó sin aliento, era un copo de nieve, uno queno se deshacía. Tenía forma de estrella y brilló cuando el sol se reflejó en él. Era el regalo máshermoso que le habían hecho en toda su vida.

No pudo evitar sentirse mal por aceptar el regalo. Era como un recuerdo de haber traicionado alos suyos, no obstante, tras dudar unos pocos segundos, decidió aceptarlo.

—Gracias, es muy bonito.El pequeño sonrió como si acabasen de hacerle muy feliz y se marchó hacia su madre gritando

todo lo que acababa de pasar.Antes de que se marchasen la madre y ella cruzaron una rápida mirada. La mujer asintió dándole

las gracias sin palabras a lo que la joven contestó con el mismo movimiento. No podía culparla porquerer a su hijo con vida, no importaba si esa decisión la persiguiera de por vida.

Ellos se marcharon y Markus no tardó en darle la azada, tenía todo un campo nuevo que labrar yno podía perder el tiempo.

—Fue muy loable lo que hiciste —se sinceró el guerrero.Katariel respiró profundamente.—Sí, díselo a los míos. Cambié una vida por otra y creo que estuvo bien que prevaleciera la del

niño, pero no borrará lo que hice.Guardó el copo en el bolsillo de su pantalón, no era un regalo que quería tener ya que no se lo

merecía, sin embargo, le recordaba a su hogar y era algo que deseaba conservar. Con el paso de losdías y bajo aquel sol abrasador casi había olvidado la nieve.

Delante de ella, a pocos metros, uno de los rehenes Nislavos cayó al suelo. Katariel no se lopensó, corrió hacia él y trató de ponerlo en pie para que siguiera trabajando. El pobre, agotado, lointentó para volver a caer.

No llegó a tocar el suelo ya que la joven lo sostuvo. La herida que tenía en el estómago, de labatalla antes de ser capturados, se había vuelto a abrir y emanaba sangre a borbotones.

—Necesita atención médica —explicó Katariel cuando Markus llegó hasta ellos.Él asintió dándole la razón, aunque tampoco había que ser un genio para darse cuenta de que no

pintaba demasiado bien.Lo tumbó en el suelo, mirando que no se golpease la cabeza, y levantó sus ropas para encontrarse

con una herida demasiado grande. Tenía los bordes inflamados, eso sin contar que había comenzadoa oscurecerse, señales inequívocas de que estaba infectada. Con el dorso de la mano le tomó latemperatura, descubriendo así que estaba ardiendo.

Tomó la botella que tenía atada a la cintura, dejó que bebiera antes de quitarse la camiseta.Usando la boca, la rasgó para romperla en tres pedazos los cuales empapó antes de colocárselos enlas muñecas y en la frente.

—Mi princesa… —susurró agotado.Katariel acarició su cabello.—Tranquilo, ahora te ayudarán —dijo en un intento de reconfortarlo.Este negó la cabeza.—No volveré a ver los campos nevados de Nislava —se lamentó.Ella suspiró, no tenía una respuesta clara para eso puesto que no sabía si algún día volverían a ser

libres. Mucho se temía que todos los presentes podían morir en una guerra que no parecía tener fin.—Debemos tener esperanza.—Yo solo quiero dejar de sufrir, ya apenas recuerdo la cara de los míos. Cada día es una tortura.

Si pudiera ayudarme… —masculló.

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La idea que le vino a la mente la aterrorizó, no podía ser que le estuviera pidiendo algo asícuando hacía unos días que habían enterrado a un Nislavo. Ella no podía ser el brazo ejecutor de dospor mucho que esa muerte fuera por piedad.

—No te rindas tan pronto, ya verás que, cuando te cures, lo ves todo de otro color. Solo necesitassentirte mejor —lo animó sin esperanza alguna.

No podía rendirse, no iba a dejar que los Draoids ganasen y se cobrasen una vida más en sumarcador. Esa iba a ser suya, iba a pelear con uñas y dientes para conseguir que no muriese.

Markus regresó acompañado de Molly y dos hombres más, estos ayudaron a levantar al preso y selo llevaron unos metros más allá para que ella pudiera atenderlo.

Katariel miró unos segundos antes de recordar que no era una espectadora, debía seguirtrabajando. Era una buena forma de mantener la mente en blanco, la ayudaba a pasar los días uno trasotro sin más preocupación que las pocas hortalizas que pudieran cultivar.

Para ella todo aquello era un mundo nuevo. Hacía días que en el otro campo que habían labrado,habían crecido unos pequeños brotes verdes. La felicidad la embargó al contemplarlo, aquello solopodía ser magia, no conocía nada similar.

—¿Se puede saber qué has hecho? —preguntó Markus disgustado.La joven frunció el ceño sin comprender a qué se refería.—¿Has volatilizado tu ropa?Entonces cayó en la cuenta de que se había quitado la camiseta para ayudar al pobre hombre.—Solo la usé correctamente, no es que yo la necesitase.El guerrero discernió de ella, pero para dejárselo más claro señaló a los hombres de campos

colindantes que la miraban casi sin pestañear. Fue entonces cuando comprendió que sus cicatricesestaban al aire, allí para que todos pudieran ver lo que su padre le había hecho.

—Dejas tu piel al descubierto para deleite de quién quiera mirar.Kata rio.—¿Deleite? Estoy rota, como un trozo de tela zurcido demasiadas veces —contestó. Markus puso los ojos en blanco antes de alejarse un poco. Siempre traía un saco con él, uno en el

que descubrió, con sorpresa, que tenía ropa de recambio. No tardó más que unos pocos minutos entenderle una nueva camiseta.

—Tápate —dijo de mal humor tirándosela al pecho.Katariel la cogió, decidió hacer caso a lo que decía, además, el sol era tan abrasador que prefirió

taparse para no coger una insolación.Molly se acercó a ellos cuando regresó al trabajo. Ella no pudo evitar reparar en su contoneo de

caderas mientras sonreía tratando de deslumbrar al guerrero que parecía no haber ido al baño esamañana.

—Ya está, querido, pero debería descansar lo que queda de jornada —le explicó.Después de pensarlo un poco, él decidió dar la orden de que se lo llevaran a su poste donde

podría dormir hasta el día siguiente.—Ya has hecho tu trabajo, puedes irte —ordenó Markus.Pero Molly no lo hizo, de hecho, no parecía de esas mujeres que dejasen que otros dictaminasen

su vida. Parecía pensar por sí misma, dejando a un lado lo que otros pudieran decir.—Puedo relegarte un poco, me gustaría hablar con la princesita —explicó.—Claro que sí, porque la última vez la dejaste libre. Suerte que corrió hacia el preso y no

aprovechó toda la confusión para huir.La mujer echó la cabeza hacia y arrancó a reír dejando que sus generosos pechos subieran y

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bajaran al son como si de un baile exótico se tratara.—Ella no huiría. Los hombres importantes de este reino os habéis encabezonado con que va a

salir corriendo en cuanto apartéis la vista un momento.Markus sonrió, tomó la barbilla de la mujer y la acercó a su boca. No llegó a besarla, sin

embargo, todos pudieron ver la tensión que existía entre ellos. Casi sintió que podían dejar a un ladoa los presos para tirarse sobre el maíz y hacerlo allí mismo sin importar los pares de ojos quemirasen.

—Puede que no me haya expresado con claridad, pero no me fío de ti. Después de lo que hicisteno sé cómo el rey y Zachary no te han dado una buena zurra en el trasero.

Molly, sin vergüenza alguna, tomó la mano derecha de aquel hombre y la guio hasta dejarla sobreuna de sus nalgas.

—¿Este trasero? ¿Y por qué no lo haces tú ya que ellos no se ven capaces de hacerlo?Katariel no pudo evitar dejar de trabajar para contemplar su reacción, no obstante, él solo la

apartó como si quemase, hasta vio cierto recelo en sus movimientos cuando lo hizo.—Largo de aquí o te buscaré un poste cerca de la princesita si tanto la quieres.Molly hizo una mueca lastimera.—Yo pensaba en otro tipo de juego sexual, pero si es lo que te gusta… —Se acercó a su lado

derecho y le dijo al oído—. Búscame cuando quieras, sabes dónde vivo y mis puertas siempre estánabiertas.

Markus se mofó.—Iría si no supiera de sobras que después no lo eres capaz de hacerlo. Huyes de los hombres.Molly alzó el mentón con orgullo.—Tal vez no esté interesada en ellos.Y, tal cual vino, se fue sin mirar atrás siendo objeto de todas las miradas, incluyendo la de Kata.

Era como si tuviera un aura distinta a las demás que hacía que tuvieras que mirarla, aunque noquisieras.

—¿Y tú qué? ¿Hoy no trabajas?Markus la sobresaltó, así pues, volvió al trabajo sin decir nada.—¡Mujeres! —exclamó enfadado.

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Capítulo 24

Katariel miró al cielo cuando las primeras gotas mojaron su cabeza. Era la primera vez que veíallover y hubiera sido una visión romántica de no ser porque a los pocos minutos caló su ropa.

Alzó el mentón para ver a los otros tres presos de su tierra. Ellos también parecían estarsorprendidos por aquel fenómeno de la naturaleza llamado lluvia. No era algo propio de Nislava, asípues, casi parecían niños conociendo el mundo por primera vez.

Escuchó pasos, los mismos que se hicieron más fuertes hasta convertirse en un grupo de soldadosque regresaban de una nueva incursión. Habían estado cerca de diez días en la frontera con Nislava,tratando de doblegar al pueblo que se negaba a ser conquistado.

Zachary los encabezaba, como su jefe que era, iba cubierto de barro, uno que dejaba caer concada pisotón que daba al avanzar. Sus soldados, al llegar a la plaza, se dispersaron yéndose a suscasas a descansar.

Fue entonces cuando las preguntas llenaron su mente. ¿Habrían asesinado a muchos de los suyos?¿Estaría Nixon entre ellos?

No traían rehenes, lo que no supo si debía alegrarla o no.Él llegó hasta ella, tan cerca que casi pudo verse reflejada en sus ojos oscuros. Le pareció curioso

compararlos con los de su padre y encontrar que los tenía más claros, quizás era porque el alma deNegan estaba podrida.

—He estado a punto de cortarle el cuello al escurridizo de tu prometido. Quizás la próxima vez—escupió enfurecido.

Katariel no se amedrentó.—Tal vez él te lo corte a ti.Aquella contestación le sorprendió, lo supo porque su semblante se congeló unos instantes antes

de seguir caminando.—Sé que sueñas conmigo, te veo todas las noches e ignorarme no hará que no sepa que estás ahí

—advirtió la princesa.No llegó contestación alguna, pero los silencios muchas veces hablaban más que las palabras.

Sabía bien que compartían las noches desde el día que pasó la primera vez, cada vez que cerraba los

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ojos lo veía y no sabía los motivos.Su sueño seguía el mismo patrón, aparecía en una especie de bosque, similar al que tenían delante,

casi idéntico donde enterraron al Nislavo. A los pocos minutos aparecía él, salvo que solía alejarsepara evitar ser visto. No quería que supiera que estaba allí.

Después todo eran imágenes, sonidos y sensaciones. Había visto una infinidad de Zacharys quedistaban el uno del otro, muchos parecían despreocupados o sonrientes como si no estuvieran en esavida que estaban. El dolor aparecía al finalizar de visionarlo todo y el océano se la llevaba.

Ya no moría, había aprendido a despertar antes de que todo se acabase, pero eso no significabaque fuera menos aterrador.

La voz tampoco había cedido, le pedía ir al bosque y despertar. No comprendía bien qué estabaocurriendo con ella; había días que creía que era una broma de algún Draoid que buscabaatormentarla, no obstante, todo eso acababa de desaparecer con la llegada de Zachary y su reacción.

Él certificaba que vivían lo mismo noche tras noche.Pasado un rato el sueño comenzó a llamar a su mente. Aquella jornada había sido demasiado

intensa y estaba tan agotada que supo que no tardaría en dejarse caer en los brazos de Morfeo.Un quejido la distrajo, buscó en la oscuridad de la noche y vio que se trataba del rehén herido.No parecía haber mejorado, al contrario, estaba tan pálido que parecía que la muerte lo

sobrevolaba como un buitre esperando su festín. Por muchos intentos que estaban haciendo porcurarle no estaban consiguiendo nada.

Y eso solo significaba que iba a irse.Gruñó para sí misma, completamente enfurecida con el destino por permitir que cosas así

sucediesen.Miró hacia sus manos y luchó por desatarse, no lo consiguió, lo que provocó que tirase de sus

amarres con fuerza. Se puso en pie y tiró esperando que la cuerda estuviera lo suficientementedesgastada como para rasgarse, por desgracia no fue así.

Su siguiente plan, nada brillante, fue usar sus dientes. Tal vez si mordía una y otra vez conseguíadejarse ir.

De pronto el nudo de sus muñecas se deshizo. Supo bien que no había sido ella, buscó con lamirada a su alrededor y no encontró a la persona que acababa de ayudarla, no obstante, supo que esoahora no importaba.

Tenía algo mejor que hacer.

*** —Dices que sueñas con ella, que eso no te afecta y la dejas ir, así, sin más. No tengo claro que

estés bien —comentó Markus mirando por la ventana de casa de su jefe.Era una tradición de ellos verse y tomar un café antes de que el propio cansancio se los llevase.—Es cierto que no me afecta. Esto no tiene nada que ver con ella —contestó convencido.Lo que acababa de hacer era un acto de piedad, ni más ni menos. Puede que no fuera de la mejor

forma, pero era lo mejor que podía hacer en aquellos momentos. Eso sí, sabía que tendría que cargaraquella noche a su conciencia.

—¿La estás dejando huir? —preguntó Markus.Zachary no contestó, una parte de él estaba convencido de que ella era la causante de aquellas

pesadillas que lo perseguían desde aquel maldito día. Ni siquiera poniendo kilómetros de por mediohabía ayudado.

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Ahora necesitaba cerciorarse si era lo que ella vendía ser o todo era una fachada.Era su momento, podía brillar o apagarse para siempre y mostrar ser más cercana a su padre de lo

que decía en realidad.

*** Katariel no esperaba descubrir quién lo había hecho, era de esas cosas que no necesitaban

respuestas para salir corriendo y hacer lo que deseaba. Eso hizo, sin miedo a lo que pudiera ocurrir.Se acercó al preso herido, su piel estaba blanca, mortecina, señal de que no aguantaba más. Con

cuidado le levantó la camiseta para descubrir una herida terriblemente infectada. El olor quedesprendía era nauseabundo, lo que provocó que se llevase una mano a la nariz.

La bilis subió por la garganta, pero rehusó vomitar. No pensaba hacerlo en un momento así.Acunó su rosto sin obtener respuesta, cosa que la asustó mucho más de lo que estaba dispuesta a

admitir. Era momento de mantener la calma, estaba convencida que se podía hacer algo porquesiempre había una salida.

Desató sus muñecas para tratar de tumbarlo, tal vez así se sintiera mejor. Tomó su cabeza por lanuca y lo acompañó hasta que tocó el suelo, fue entonces cuando lo escuchó suspirar aliviado.

—Voy a buscar ayuda —le advirtió.Se puso en pie dispuesta a buscar a Molly o a quién hiciera falta, no le importaba quién fuera.En ese instante él la tomó del pantalón, la detuvo en seco para su sorpresa. Ella giró sobre sus

talones para encontrarse un hombre a las puertas de la muerte, que luchaba por retenerla a su lado.—No, no quiero vivir —susurró.—No puedes rendirte, déjame ir en busca de ayuda.Él negó con la cabeza con los ojos cerrados y eso le rompió el corazón en mil pedazos.—Quédate conmigo —suplicó.—No soy la mejor compañía, maté a… —Fue incapaz de terminar la frase.Aquella muerte la perseguiría el resto de su existencia, aunque sabía que había hecho lo correcto.—Eres la mejor que puedo tener, sería un honor para mí.Katariel se pasó las manos por el pelo tratando de calmar sus nervios, no podía controlar ese

corazón que estaba a punto de salírsele del pecho. Cedió a su petición porque no tuvo el valor dedejarlo solo.

Con cariño, lo retiró un poco del poste, lo justo como para sentarse ella y apoyar la espalda; justodespués colocó parte de su cuerpo sobre su regazo. Casi parecía una madre acunando a su pequeño alque prometía proteger.

Entonces lo olio, ese hedor a muerte tan característico; ese que le indicaba que apenas había vidaen él. Puede que estuviera un par de días agonizando, no obstante, no tardaría mucho más en cruzar alotro lado.

—¿Recuerdas Nislava? —preguntó él.Katariel tuvo que aclarar la voz para proseguir.—Sí, pero solo pequeños trozos. Lo que más recuerdo es el paisaje desde mi ventana de palacio.

Desde allí podía veros a todos, todas las casas cubiertas de nieve día tras día.Él pareció relajarse sobre su cuerpo.—Recuerdo el sonido de la quitanieves pasar a toda velocidad y la voz de la mujer del mercado

de los martes, ella, gritando que traía pescado del mismísimo reino de Kaharos.Ambos rieron porque sabían que era mentira puesto que no existía el comercio entre reinos a

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causa de la guerra.—Me gustaba oír los niños jugar en el campo que había cerca de palacio y también la casa más

alta que podía ver. Tenía una habitación en lo más alto, una que siempre permanecía abierta, aunquenunca supe el motivo.

Aquel hombre pareció dormirse con el relato de su reino.Grandes bosques de nieve llenaron su mente, parte del lago estaba helado en el que aprovechaban

para patinaje sobre hielo. También recordaba el olor a madera quemada de la chimenea, algo quesiempre la ponía de buen humor.

Otra cosa que recordó fue los cuentos de una Nislava mejor que Malorie siempre le contaba,cuentos de un reino que ya no existía, que se había desvanecido con el tiempo hasta convertirlo en unlugar helado.

No había canto de pájaros, pero sí las gotas de las estalactitas al caer al suelo, como un tintineoincesante.

Y ahí supo que su tierra estaba muy lejos y él también. Aquel hombre iba a agonizar hasta morir yno podía permitirlo, necesitaba una muerte digna para dejar el dolor atrás.

Estaba dormido sobre ella, recordando el que fue su hogar hasta que lo enviaron a la muerte.Solo esperaba que estuviera viendo a su familia, que los últimos instantes de su existencia fueran

realmente felices con ellos. Katariel esperaba que, con su relato, hubiera conseguido transportarloallí en vez de estar en aquel poste.

Lo miró con compasión, si lo pensaba bien solo iba a seguir durmiendo.Con dolor, alzó la vista para toparse con la mirada de la rehén, la misma que había defendido de

un violador. Ella lloraba con la escena anticipándose a lo que vendría después. No gritó para alertara nadie, solo asintió aceptándolo.

Así pues, y después de que la princesa se secase las lágrimas, dejó de acariciarle el cabello parabajar las manos hasta su cuello. Lo rodeó sin titubear y apretó con toda la fuerza que pudo.

El rehén abrió los ojos producto de la sorpresa, luchó por liberarse, sin embargo, estaba tan débilque apenas opuso resistencia. Fueron unos pocos segundos, no llegó ni al minuto cuando escuchó suúltima bocanada de aliento.

Justo ahí dejó de forcejear, sus brazos cayeron laxos a su lado y Katariel pudo soltarlo. Entoncesse rompió en tantos pedazos que creyó que nunca jamás sería recompuesta de nuevo.

Con dolor y tristeza, se abrazó al cuerpo sin vida y pidió perdón mil veces antes de arrancar allorar. No fue algo discreto o un par de lágrimas, fue feroz, dejando que su cuerpo se vaciase.

Casi se sintió como una niña pequeña cuando comenzó a gimotear con todo el dolor de su corazón,nunca antes había sentido algo así y temió perder el alma en aquel instante.

Acababa de dejarlo marchar para siempre.Y ella enterraba un nuevo cadáver Nislavo.La lluvia seguía mojándolos, pero dejó de notarlo. Solo se abrazó a él como pudo antes de

enterrar la cabeza entre sus ropas para perderse entre lágrimas.Era la peor escoria del mundo.

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Capítulo 25

—¡Joder! ¡Somos escoria! —bramó Markus evidentemente molesto.Zachary se dio cuenta de su error, aquella mujer no era su padre ni lo sería en mil vidas. No

importaba haberse criado bajo el mismo techo que aquel monstruo, ella era muy distinta.Acababa de mostrar una piedad infinita, aquel hombre llevaba sufriendo desde hacía tiempo y no

parecía responder a tratamiento alguno. Solo le habría esperado muerte y mucho más dolor.Ese acto de bondad requería un corazón noble del que Negan no disfrutaba.Fue camino a la puerta dispuesto a salir cuando su compañero le cortó el paso colocándose

delante.—Deja que yo me encargue —pidió.—Yo lo he provocado, la he dejado libre y esta es mi consecuencia.Se apartó porque no le quedó más remedio que hacerlo, pero al salir notó como le seguía y eso le

gustó, no quería enfrentarse a nada sin su amigo al lado. Markus y él funcionaban desde hacía añoscomo un matrimonio y apenas tenían que hablar para compenetrarse.

Zachary dejó que la lluvia lo empapase, sin embargo, algo cambió, ya que usó sus poderes paracubrir a los dos rehenes que seguían atados mientras se dirigía a Katariel.

Al llegar dudó un poco, había muchas cosas que quería hacer, aunque antes tuvo que hacer ordenen su cerebro para ponerlo todo en regla. Se sentía culpable de aquello por dejarla ir, pero ya tendríatiempo para pelear con sus demonios.

Se agachó hasta quedar a su altura y sintió que algo se removía por dentro cuando ella lo miró.Sus lágrimas se habían mezclado con la lluvia y era incapaz de diferenciarlas. Sabía que sentía undolor real, uno demasiado poderoso y no la culpaba. Acababa de mostrar una piedad infinita.

—Yo… Tenía que hacerlo… —murmuró como si esperase una reprimenda por ello.Él asintió tratando de hacerle entender que lo comprendía, que sabía el gran sacrificio que

acababa de hacer y que venía ayudar de alguna forma.Dejó que Markus se encargase del cuerpo, no fue fácil ya que, cuando quiso cogerlo, ella se aferró

sobre él como si fuera una osa defendiendo su osezno. Quiso intervenir, pero no hizo falta.—Tranquila, solo quiero darle sepultura —susurró el segundo al mando mirándola a los ojos.

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Las manos del guerrero descansaron sobre las de Katariel hasta que esta cedió dejando que sellevase al Nislavo. Lo cargó sobre su hombro dispuesto a marcharse cerca de donde estaba enterradoel otro.

Zachary decidió que no podía hacerlo solo, aquel hombre debía recibir el último adiós por partede los suyos. Desató a los otros rehenes, no necesitó palabras para hacerlo, ya que sus nudos cayeronal suelo con solo pensarlo.

Todos caminaron tras Markus, como si él fuera la estrella fugaz a la que seguir. En ese momentosupo que nadie huiría, habían aceptado que no podían marcharse de ese lugar sin que los Draoids lesdieran caza.

Para cuando llegaron al lugar, Katariel estaba sumida en una tristeza tan profunda que solo se lasentía gimotear mientras lloraba sin cesar. No había parte de ella que no sintiera un profundo dolor yeso lo conmovió.

Nadie cavó su agujero, lo hicieron ellos con magia; no había necesidad de torturarlos más de loque ya habían sufrido.

El cuerpo cayó con contundencia provocando que se estremeciera, el golpe sordo fue como unaespecie de despedida de un mundo demasiado cruel. Y supo que aquel hombre era una muerte más enuna lista infinita de sangre de una guerra que llevaba en pie suficiente tiempo.

Cuando la tierra acabó de sepultarlo los rehenes dijeron un par de palabras, una especie dedespedida propio de su tierra.

Entonces Zachary miró a Markus y este entendió que lo quería lejos, además, podía llevarse losrehenes con él porque necesitaba tener unas palabras a solas con Katariel. Por suerte lo entendió sinnecesidad de palabras.

Cuando los vio emprender el viaje de regreso no se inmutó, fue como si supiera que le permitíanun par de minutos más de cortesía para su despedida. Esa era la más real y, quizás, la más dolorosa.

—Lo siento mucho —susurró llevándose la mano a un bolsillo.De él sacó un pequeño copo de nieve cristalizado, uno con el que se agachó y depositó sobre la

tumba como si de un ramo de flores se tratase. Después se levantó quedando con la cabeza gacha.—Yo te liberé, siento haberte puesto en esta tesitura —se disculpó Zachary.La joven negó con la cabeza.—Te lo agradezco, eso me dejó hacer lo que debía. No podía seguir sufriendo más, no se lo

merecía.Su voz temblaba.Tal vez se trataba de frío ya que todo su cuerpo también lo hacía. Así pues, intentó llevársela de

allí sin conseguir que moviera un pie de donde estaba. Era como si estuviera plantada delante de latumba sabiendo que necesitaba un poco más.

Se lo permitió porque supo que le habían quitado muchas cosas en esa vida. Tal vez no le habíandado nada sin que se lo ganase. Además, estaba convencido de que las metas a conseguir estabanmuy lejos de su alcance.

Y fue ahí cuando dejó las dudas a un lado, habría mil noches para creer que era una bruja o unaencantadora de serpientes. Ahora era una mujer rota por un dolor tan lacerante que amenazaba conconsumirla.

Y fue ahí cuando, colocada a su espalda, cometió una locura. Estiró los brazos y los envolvióalrededor del pecho de la joven, ahí los dejó descansar sin ser su intención tocar más de lo debido.Su mentón descansó sobre la coronilla, dejándola inmóvil durante unos segundos.

Notó cómo no respiraba y se preocupó por hacerla colapsar. Justo cuando estaba a punto de ver si

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seguía teniendo pulso, ella subió sus manos para aferrarse a sus brazos y ponerse a llorar como nuncaantes lo había hecho.

Zachary jamás contempló a nadie tan roto, ni sintió un dolor tan puro y visceral. No podía curaresos sentimientos, solo asegurarse que estaba ahí para que no se viniera abajo y ahí certificó que ellanunca había experimentado ese tipo de apoyo.

Solo cuando se dio cuenta de que lloraba trató de empujarlo, de liberarse de su agarre, pero no lopermitió y acabó rindiéndose dejando una exhalación molesta. No trató de gritar, ni tampocoromperle la nariz de un cabezazo, solo se rindió y se dejó llevar por primera vez en la vida.

Ahí Zachary supo lo sola que había estado toda tu vida.—Yo tendría que haberlo matado para aligerarte la carga —susurró arrepentido.—Tú no tienes nada que hacer por mí. Eres mi captor y, tal vez, algún día, mi verdugo.Ninguno de los dos dijo nada más, solo permitieron que la lluvia los mojase el tiempo que hiciera

falta. Zachary no se retiró y supo que, aunque su rey se lo hubiera pedido, no lo hubiera hecho.Aquella noche era la nobleza la que tiraba de su cuerpo y ella necesitaba alguien que no la dejasecaer.

Y no caería.

*** —Ya puedes sentirte orgulloso —masculló Loretta.Gerald se enfadó, no era noche para que viniera a atormentarlo. Había sido su demonio particular

desde el día en que permitió que Negan se casara con su hermosa hija.Ese había sido el mayor error de su vida. Todo comenzó como una alianza entre reinos y la

codicia le permitió dejarla marchar. Cada día desde entonces recordaba cómo lloró su pequeña alpartir.

Una última mirada, eso quedaba en su recuerdo; esa mirada suplicante que ella le dedicó antes deirse con él a cumplir con su obligación como princesa. Esa fue la última vez que la vio.

—Ella no es mi nieta.—¡Es hija de Layla! —gritó su madre.Eso provocó que Gerald se levantase tirando el espejo que tenía en las rodillas, con él había

contemplado todo y ahora sus restos se esparcían en el suelo sin control. Nadie podría recomponerlonunca, como su castigado corazón.

—¡No digas su nombre!No se había pronunciado en treinta años y nada podría cambiar esa regla no escrita que habían

pactado.—Es tu nieta te guste o no. La misma por la que no luchaste cuando supiste de la muerte de tu hija.

La dejaste en manos de ese monstruo sabiendo lo que haría con ella. Ahora es una mujer destruida yte sigues empeñando en ver a su padre reflejado en un tierno corazón que no para de sufrir.

Gerald estaba enfurecido, se llevó las manos a las sienes en un intento de silenciar a su ancianamadre. El dolor lo había perseguido desde el día que supo que jamás volvería a ver a su pequeña.

—Ella es solo de él y no creas que no veo lo que intentas hacer. No sentiré piedad por esachiquilla, yo mismo le haré más daño del que le hizo su padre porque no se merece piedad. Su madreno la tuvo y si tengo como devolverle el golpe a Negan lo haré.

El odio se destilaba en sus palabras consiguiendo que los ojos de Loretta se anegaran de lágrimas,no lloró, pero supo que había estado a punto.

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—Si tocas a Katariel te merecerás el mismo destino que Negan, no habrá diferencia entre ambos.Ella no te devolverá a Layla por mucho que la castigues. ¡Ni siquiera sabe nada sombre su madre!No puedes culparla por tu codicia.

Los poderes de Gerald explotaron rompiendo todos los cristales de la estancia, las ventanasestallaron en mil pedazos, pero su madre no se inmutó por su ataque de ira. Nada lo hacía ya porquehabían discutido muchísimos años.

—Nadie debe querer a ese monstruo de la naturaleza —sentenció Gerald preso del dolor.Loretta, con el mentón bien alto.—Ojalá estos ojos puedan verte comiéndote tus palabras. Es más, y aquí quede presente esta

advertencia, si la tocas seré yo misma tu perdición y no ese rey Negan que tanto te empeñas en odiar.Acto seguido se marchó dejándolo solo con los pedazos de un espejo roto y unos recuerdos que

pesaban demasiado como para seguir viviendo. Su hija lo había significado todo y ya no estaba.Jamás regresaría.

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Capítulo 26

Katariel trató de mantener la calma esa mañana cuando Gerald se acercó a ella. Estaba molesto yno lo ocultaba, estaba claro que tenía que ver con su ira y no iba a tener un día fácil, de hecho, nuncalo había tenido.

Blandió un papel en la mano como si de un arma se tratase, golpeándole el rostro con él un par deveces.

—Dijiste que no movería ni un dedo por ti —la acusó.Dejó que alcanzase aquel trozo y, cuando lo sostuvo en las manos, no pudo evitar emocionarse al

reconocer la letra de Nixon. Seguía con vida y, no solo eso, pedía su liberación inmediata.Kata miró al rey a los ojos antes de encogerse de hombros.—¿Y qué debería hacer? ¿Lamentarme por ello?Gerald rio sardónicamente.—No, pero esta carta me indica que eres una pieza clave y no dudaré en usarte para ganar la

guerra.La joven asintió aceptando sus palabras, de haber sido al revés también hubiera aprovechado

cualquier ventaja que el destino le brindase. Lo que él no sabía es que, a pesar de que firmaba comoel rey, era la letra de su prometido y eso tenía más valor que cualquier cosa en el mundo.

—Aquí me tienes para lo que quieras. Disfruta de tu guerra —escupió convencida.Él le arrebató el papel de un manotazo antes de marcharse. No le importó porque en su mente se

habían quedado grabadas cada una de las palabras que Nixon había escrito.—¿Estás feliz, niña?Al reconocer la voz de la reina madre no pudo evitar ponerse erguida, tenía un tono que la

incitaba a portarte bien, como la abuela que nunca había tenido y que no tendría jamás.—Depende de cómo se mire, señora —contestó.—Yo le dije a mi hijo que esa no era la letra del rey de Nislava, pero está tan cegado que ya no

escucha a su madre. En cambio, tú me has confirmado que no es de él, sino de alguien más cercano ati.

Quiso mentir, lo deseó con todo su corazón, no obstante, no fue capaz de hacerlo. Necesitaba

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gritarle al mundo que Nixon seguía con vida, que había hecho todo lo posible por salvarlo y lo habíaconseguido.

—Así es —sonrió.Loretta le dio con el bastón en la bota borrándole cualquier tipo de alegría para cambiarla por

confusión.—Esconde ese sentimiento antes de que te lo quiten. Disfruta de él cuando nadie mire y hazte

fuerte.Asintió aceptando el consejo acertado que le daba la reina madre, lo cual se hizo más confuso. No

comprendía los motivos que la llevaban a aconsejarla de esa forma, aunque no iba a desperdiciarlo.—Hoy todo el mundo está entretenido con los cientos de quehaceres. En los próximos días habrá

la fiesta más hermosa de Draoid, la que conmemora el nacimiento de alguien que fue de la realeza.Katariel escuchó atentamente sin saber a quién se refería.—Nadie está pendiente de vosotros, tan ocupados arriba y abajo que no se darían cuenta de que

no estás.Acto seguido, justo cuando la reina madre acabó de hablar, sus ataduras se desvanecieron en el

aire. Katariel no se movió ni un ápice, demasiado sorprendida con lo que estaba ocurriendo.—¿Me está pidiendo que huya?Loretta mirando a lo lejos, disimulando como si no fuera con ella la conversación, contestó:—Sí, pequeña. Vuelve a casa.Katariel, conmocionada, no pudo hablar durante unos segundos. No era capaz de comprender los

motivos que habían llevado a esa señora a dejarla libre sin pedirle nada a cambio a Negan.—¿Y ellos? —preguntó por los otros rehenes.La reina madre negó con la cabeza.—Ellos no son hijos de reyes, ni van a usarlos en una guerra tan larga. Podrás volver a por ellos

en la próxima batalla. Hoy es tu día, niña y yo no haría demasiadas preguntas —contestó algomolesta.

Katariel sintió que el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. No sabía los motivos quehabían llevado a aquella mujer a actuar así, pero no pensaba mirar atrás si el destino le ponía esaoportunidad en bandeja de plata.

—Gr… gracias. No lo olvidaré.Ella movió una mano tratando de restarle importancia.—Solo vete, aunque antes tengo que hacer una cosa más. Toca ese collar tan bonito y especial que

llevas, tres veces, y di el nombre de Layla, eso hará que nadie pueda verte solo hasta que vuelvas apronunciar tu nombre y solo el tuyo.

La princesa no pudo evitar tomar entre sus dedos el colgante que Malorie le dio. Al final siempretenía algo de protagonismo, como si hubiera estado destinado a estar en su cuello.

Un ligero golpe de bastón en su bota le indicó que era el momento, así pues, dio tres toques antesde pronunciar el nombre que le había dicho.

—Layla… —susurró.Acto seguido Loretta miró a su alrededor sonriente, puede que ella no notase nada y que se

siguiera viendo, sin embargo, parecía que el hechizo había hecho el efecto necesario.—Ahora corre y hazme caso. Tienes la bendición de acabar con esta guerra, toma bien tus

siguientes acciones.—Gracias reina, Loretta. De verdad —susurró.Ella chasqueó la lengua mostrando descontento.

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—Niña tonta, puede que no te vea, aunque sí te escucho. Vete ya.Eso hizo, no obstante, no tan rápido como se planteó en un principio. Se puso en pie y dio un par

de pasos esperando ser vista por todos, como si no creyera en el hechizo que acababa de ocurrir.Sorprendentemente nadie se percató de lo que estaba ocurriendo y eso la hizo sonreír de verdad.—Si yo quisiera dar un paseo corto hasta casa, elegiría el camino del bosque que tenemos al otro

lado de los campos de cultivo. Ese siempre conduce al lago y después, el reino de Nislava.Katariel tragó saliva mirándola.Aquella mujer la estaba ayudando sin pedir nada a cambio y le estaba indicando el camino a su

hogar. Estaba inmensamente agradecida con ella y esperaba que lo supiera algún día.Sintió pena cuando vio a los dos rehenes que quedaban ahí, ellos no tenían esperanza, lo que

provocó que su corazón se rompiera en mil pedazos. Allí comprendió que no podía salvarlos a todos,ahora era el momento de correr por ella.

Y eso hizo.Tomó el camino que llevaba a los campos de cultivo a toda velocidad, no miró atrás porque su

cuerpo no se lo permitió. Estaba tan asustada por ser descubierta que no quiso saber si alguien laseguía.

Atajó por el primer campo de maíz, ya se conocía aquel lugar al dedillo. Al salir supo que pasaríapor las tumbas de los Nislavos, necesitaba darles un último adiós antes de poder dejar todo atrás.

Se detuvo en seco cuando vio que no era la única en aquel lugar. Tuvo que hacer acopio de todassus fuerzas para no gritar a pleno pulmón cuando se encontró con Molly y Zachary en el lugar de lassepulturas.

Algo en ella se removió, ellos dos no hacían buena pareja juntos, cosa que tampoco le importaba.—He estado buscando la información que me pediste —canturreó la mujer, sonriente.Él, en cambio, no podía dejar de mirar al suelo casi como si presentara sus respetos a los

hombres que yacían ahí.—¿Qué has descubierto? —preguntó.Ella le dio un manojo de papeles atados por una grapa. Eso suscitó muchas incógnitas que no

podía dejar ahí. Algo le dijo que, dada su situación actual, podía fisgonear un poco.Caminó a su alrededor hasta quedar al lado de Zachary, necesitaba saber qué había en aquellos

papeles y qué se traían entre manos para ir a hablar a un lugar tan apartado.—El nombre del prometido es Nixon Myara, sus padres han estado dando dinero al rey desde

hace años, gastando su gran fortuna para conseguir un puesto para que acabe casado con Katariel.El corazón de la joven se paró en seco cuando escuchó esas palabras.—En la página tres tienes los nombres y perfiles de los padres. Además, también he conseguido

los horarios de Nixon, para que, cuando ataques él esté allí.No pudo creer lo que estaba escuchando. Con dolor y atónita, echó un par de pasos hacia atrás,

alejándose de la pareja que estaba planeando atacar al hombre que habían elegido como su futuromarido.

—El rey quiere que esto se lleve a cabo con total discreción, no quiere que la reina madre lo sepay por eso ha creído que este era buen lugar para hablar —explicó Molly.

Zachary asintió ojeando aquellos papeles que podían darle la clave de cómo asesinar a Nixon.Puede que fueran sus enemigos y que era lo propio de esperar de ellos, sin embargo, nunca

imaginó ese escenario. No fue como una traición porque no le debían lealtad alguna, aunque doliócomo si lo fuera.

Siendo incapaz de seguir escuchando, miró a aquellas personas y se dio cuenta que nada había

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importado. Ella era un peón en un juego mucho mayor, era el objeto para conseguir una tan ansiadameta.

No tenía importancia haber sufrido o haber mostrado piedad. Ellos iban a acabar con la únicapersona que quedaba en su vida que valía la pena.

—Le diré a Markus que vigile a los demás, esto no puede llegar a oídos de Katariel.Las palabras de Zachary dolieron en lo más profundo de su alma, como si él mismo le acabase de

clavar un puñal en su corazón. Una parte de sí misma se regañó, era su enemigo y hacía justo lo quese esperaba de su cargo.

Ella era la hija del adversario, solo eso.Fue entonces cuando comprendió que en sus manos estaba el avisar a su gente, tenían tiempo para

preparar una ofensiva que detuviera a los Draoids.Sin mirarlos una última vez, arrancó a correr como si el mundo estuviera ardiendo. No soportó

más la presencia de Molly y Zachary. No quiso pensar en ellos, solo en la nueva misión que eldestino le daba, aunque parecía ser siempre la misma: salvar a Nixon.

Se metió en el bosque, uno tan profundo que debió asustarla, sin embargo, estaba tan convencidaen su objetivo que no se planteó la opción de sentir miedo. Ya tendría tiempo para eso.

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Capítulo 27

Aquel bosque era mucho más espeso y oscuro de lo que recordaba. La verdad era, que la primeravez que lo cruzó, iba siendo guiada por los Draoids y subida a un camión. Ahora el camino iba a sermucho más largo y arduo.

No podía correr sin más, necesitaba un plan y eso fue lo que trazó con las pocas cosas que teníapara hacerlo. Lo primero que necesitaba era cazar, por lo menos dos o tres animalillos que poderllevarse para el camino y, después, encontrar el río. Siguiéndolo no le faltaría de beber en todo elcamino.

No estaba armada, aunque esperaba no tener que necesitarlo.Dejó de correr para calmar su corazón, ya estaba lo suficientemente lejos de Zachary como para

no temer que pudiera darse cuenta que estaba cerca.Se detuvo en seco para coger aire siendo incapaz de borrar de su mente las palabras de aquel

hombre. Estaban planeando acabar con su prometido, el mismo por el que él la había visto pelear conuñas y dientes.

Reprimió las ganas de gritar, cambiándolas por lágrimas.No iba a permitir que llegaran hasta él y mucho se temía que eso significaba tener que enfrentarse

a ellos algún día.Debía tener la mente despejada para pensar con claridad, los sentimientos sobraban en un

momento como ese. Así pues, tuvo que hacer una bola con ellos y tragarla para apartarlos un rato.Se tomó un par de segundos para respirar antes de pensar en su siguiente movimiento.Miró a los árboles, ellos subían y subían como si quieran tocar el cielo, es más, sus copas eran tan

espesas que apenas dejaban pasar la luz del sol como si quisieran que todo lo que viviera debajo deellos lo hiciera en noche perpetua.

Subió por uno de ellos, el que le pareció más accesible. Escaló como pudo dándose cuenta de queno estaba tan en forma como recordaba. Hacer faenas de campo la había dejado un poco oxidada.

Cuando alcanzó la copa rehusó mirar abajo un instante, necesitaba tomar aliento un momento paraproseguir.

«¡Katariel!».

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La voz le produjo en susto de tal magnitud que gritó como si la vida se le escapase del pecho, dehecho, tuvo que llevarse las manos allí para cerciorarse de que su corazón no había dejado de latir.

—Mira, vamos a dejar las cosas claras. No te caigo bien y no entiendo lo que quieres decir condespertar. Si vas a ayudarme sé algo más claro, si no solo te pido que me dejes en paz. Este es unlugar de paso, voy camino a casa y no tendrás que volver a soportarme. ¿Trato hecho?

Como si el bosque contestase a su petición, una brisa de aire huracanado la empujó tan fuerte queperdió el equilibrio. Luchó por agarrarse a cualquier lado, sin embargo, cayó sin poder remediarlo.

Gritó presa del pánico y creyó que iba a acabar aplastada como un bicho antes de que una enormerama, con sus respectivas hojas, se colocase debajo de ella para amortiguar el golpe. Una vez latuvo, la acompañó hasta el suelo y dejó que bajase.

Katariel reprimió el impulso de besar el suelo.—¿Esto qué significa?Al no obtener respuesta se llevó la mano a los ojos.—¡Podías ser un poco más claro!Se pellizcó el puente de la nariz, como si ese toque de realidad la hiciera volver en sí durante un

instante.—Estás hablando con un bosque —se regañó.No pudo decir nada más, porque el sonido del agua la distrajo. Estaba convencida que hacía unos

minutos no era posible escuchar algo semejante, de haberlo hecho, no hubiera subido a la copa paratratar de buscarlo.

—¿Ves? Así cuando eres más claro nos entendemos —le dijo al viento como si este fuera el quehablaba con ella a través de señales.

Caminó ubicándose gracias al sonido, cuando este se alejaba daba marcha atrás para tratar deencontrarlo en otra dirección.

Le llevó mucho más tiempo del esperado encontrar aquel río, salvo por la diferencia de que, alhacerlo, se dio cuenta que estaba en la cúspide de una grandísima cascada. Una de la que no conocíasu existencia.

Caminó sintiéndose pequeña ante tanta belleza. Estaba tan alto que parecía una hormiga en unlugar del mundo tan impresionante que le cortó la capacidad de hablar. Fue hacia al borde, como sieste tuviera algo que mostrarle.

Y vaya que lo hizo.Cuando llegó pudo ver una caída de agua tan mortal como hermosa, de más de cien metros de

altura, tan imponente que disfrutó del temblor de sus piernas cuando se asomó un poco.Por mera supervivencia se echó atrás unos centímetros para evitar caer. Ahora lo tenía fácil, solo

debía seguirlo en dirección opuesta al reino Draoid y llegaría a Nislava, esperaba que lo antesposible.

Giró sobre sus talones encaminándose a encontrar un camino con el que descender esos metrosque la separaban del fondo.

«Katariel». Dijo la voz a su espalda.Presa del miedo, se dio la vuelta esperando no encontrar a nadie, craso error. Quedó petrificada

al encontrar una figura levitando ante ella.No gritó, su cuerpo estaba tan bloqueado por el miedo que le fue incapaz hacerlo. Solo pudo

observar con claridad el ser o cosa que tenía delante y supo, de alguna forma, que no se trataba deuna alucinación.

Era una mujer, lo que no era una sorpresa porque siempre había sido una voz femenina. Parecía

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una especie de fantasma ya que se podía ver a través de ella, pero también verla.Llevaba un hermoso vestido de tonos azul cielo que descendía hasta el suelo, no quiso ver si tenía

pies o no, así que, subió para ver algo más. Encontró, con sorpresa, que portaba el mismo colganteque ella haciendo que una parte de sí misma quisiera salir de allí sin preguntar nada.

No pudo huir, otra parte de Katariel necesitaba respuestas más pronto que tarde y hacíademasiado tiempo que no sabía nada.

Su cabello largo, pelirrojo y rizado caía elegantemente sobre sus senos y bajaba hasta suestómago; su flequillo no pudo ocultar aquellos grandes y hermosos ojos verdes que la miraban sinpestañear.

En un intento de controlar sus nervios quiso contar las pecas que dibujaban su rostro, pero le fueimposible cuando vio sus generosos labios rojos como la sangre, de una forma tan similar a ella quele certificó de quién se trataba.

—¿No vas a decirme nada? —preguntó con una sonrisa.Katariel se llevó los dedos al colgante, lo tocó tres veces como Loretta le indicó y pronunció su

nombre para hacerse visible. Fue algo por cortesía porque estaba convencida de que ella podíaverla.

—Eres tan bonita —anunció contenta.La princesa negó con la cabeza, no quería mantener una conversación así con algo que,

seguramente, no era verdad.—¿Qué quieres de mí? —quiso saber Kata.Cuando la fantasma avanzó no pudo evitar retroceder, no quería tenerla cerca, más bien no podía.

Ella, al comprenderlo, se detuvo en seco y respetó su reacción y decisión, aunque supo que eso no legustó.

—Nunca esperé verte.—Créeme, esto es una sorpresa para ambas —se sinceró Katariel.No sabía cómo sentirse, no tenía todas las piezas delante, no obstante, eso no le tapaba la vista de

la imagen total.—Estás muy mayor.Molesta, se llevó la mano a los bolsillos tratando de pensar bien qué era lo que estaba ocurriendo.—¿Qué quieres de mí? Y, por favor, sé clara —escupió molesta.Eso sorprendió a la fantasma, su rostro mostró una mueca de dolor antes de volver a mostrarse

neutral.—Cuando te vi en casa no podía creerme la suerte que tenía, llevo años queriendo conocerte.Katariel se retiró un poco tratando de que esas palabras no le afectasen, no obstante, le resultó

imposible obviarlas porque ella no comprendía el dolor que podían causarle.—Disculpa, ¿en casa? ¿A este reino le llamas mi casa? Creo que no has mirado suficiente como

para no darte cuenta de que soy una presa. Me han tenido atada a un bonito poste, he hecho trabajosforzosos y… ¡Espera! He matado a dos personas inocentes, pero, claro, seguro que no te importaporque eran Nislavos.

La fantasma alzó ambas manos en señal de rendición.—Creo que no hemos empezado con buen pie, permíteme disculparme.—¡No! —bramó enfurecida.No solo se sorprendió la mujer que levitaba, ella misma se quedó unos segundos, completamente

inmóvil, al darse cuenta del dolor que corría por sus venas. Trató de calmarse, no servía de nadaestar enfadada.

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—No puedo disculparte. No he hecho más que sufrir desde que nací y tu hogar no me ha tratadomucho mejor. Yo no pertenezco a este lugar, solo a Nislava, donde conseguiré que mi padre no te veacuando me mire. Sé que puedo conseguirlo por mucho que ese hombre carezca de alma.

La fantasma apareció ante ella para acunar su rostro, el toque fue extraño y la erizó de los pies ala cabeza, pero no permitió que siguiera. Primero trató de empujarla, aunque al atravesarla con lasmanos cambió de táctica y se alejó unos pasos.

—Todos te quieren a ti y no soy como tú. Quieren tu fuerza, tu alegría y tus ojos y yo soy unacopia barata de lo que un día fuiste. No me han dejado saber de ti en toda mi vida y, ahora, encuestión de unas semanas solo sé lo maravillosa mujer que eres. No importa a dónde mire, todos teconocen y coinciden en que eres genial y yo solo la hija de ese hombre.

Katariel se rompió.—No estoy a tu altura y mi nacimiento solo les recuerda tu muerte. No te perdono que me

condenases así.Ella sabía bien quién era esa mujer, no era más que su propia madre, aunque no tenía claro si era

la real o solo algo que hubiera creado su imaginación en el peor momento de su vida.—Yo nunca pretendí eso, cielo. Yo solo quise lo mejor para ti, no huvo alegría más grande en mi

vida que saber que venías de camino.Sus palabras parecían reales, a pesar de eso luchó para que su corazón no las aceptara. Su vida

era una muy distinta y ella no podía llegar tantos años después a romper lo que los demás habíanconstruido.

—¿Eres mi madre? ¿La mujer que se suicidó al poco de darme a luz? Porque yo, por mucho que temiro, no encuentro esa señora de la que todos hablan y la que extrañan…

Se giró para evitar encararla.Ambas estuvieron unos segundos en silencio. Ella deseó que su madre le dijera algo, al no hacerlo

la enfadó todavía más de lo que ya estaba.—¿Y este colgante? ¡¿Por qué es tan especial?! Dime algo antes de que me explote la cabeza.

¡Quiero respuestas! —bramó al cielo dejando escapar lo que su corazón llevaba pidiendo tantosaños.

La fantasma apareció ante ella, esta vez no pudo rehusar su toque. Dejó que la tomase de lasmanos antes de indicarle que tomara asiento, lo hizo sin tener muy claro porqué lo hacía y esperó noperder el corazón en aquel bosque encantado.

—Sí, soy tu madre. No sabía que era tan especial para los demás y lamento que no vean la mujeren la que te has convertido, tú me haces sombra a mí.

Acarició su mejilla, pero Katariel se apartó y ella lo aceptó.—Ese colgante no se hizo para mí. Una noche, embarazada de ti, una visión llegó a mí. Mi bebé

era alguien especial, los dioses me habían bendecido con una de las personas más especiales deluniverso, pero eso significaba que necesitaba protección. Yo pedí, por carta, que mi abuelita mehiciera uno para que cuidara de ti siempre.

Suspiró como si los recuerdos fueran muy dolorosos.—Pronto descubrí que… Negan no podía tocarme, era como si el bebé repeliese a su padre y eso

lo enfureció. El embarazo siguió su curso y no tardó en descubrir que eras un ser especial, aunqueterriblemente condenado y me dio la peor de las amenazas: te mataría. Al salir de mí estarías sumerced.

Por desgracia eso era del estilo de su padre, sabía muy bien que era capaz de eso y más. A pesarde todo, no quiso dar veracidad a sus palabras, no quería dejar de verla como la mujer que la

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abandonó y por la que la habían castigado toda la vida.—El día del parto me tocó hacerlo sola en mi habitación, cuando vi tu carita supe que no podía

permitir que te pasase nada malo, así que, decidí darte el colgante. Por desgracia no podías llevarlo,eras muy pequeña para soportar su magia y se lo encomendé a Malorie, mi doncella. Ella prometiócuidarte el tiempo que la vida se lo permitiera. Además, cuando llegase el momento, te lo entregaríay veo que lo ha hecho. Me alegro mucho.

Las palabras flotaron en su cabeza diciéndole muchas cosas. No quiso tratar de descifrarlo todo ala vez, prefirió hacerlo poco a poco.

—¿Este colgante me protege de mi padre?—Es capaz de muchas cosas, es cierto, pero no puede librarte de él por siempre. Yo, en un intento

por salvarte, volqué en él parte de mi esencia para cerciorarme que no acababa con tu vida.Katariel se llevó la mano al cierre como si quisiera quitárselo, aunque se detuvo sin saber muy

bien cómo.—¿Tú te suicidaste?Era lo único que necesitaba saber.—No, pero se lo puse fácil, es cierto. Al dejar parte de mi energía en tu collar pudo conmigo. Yo

nunca quise dejarte, solo velar por tu bienestar y sabía que él sería feliz de arrebatarme a mipequeña.

La historia de su vida daba un giro que provocó que su estómago no lo soportase, trató decontenerlo en su sitio antes de vomitar todo lo que había desayunado.

—¿Qué soy? ¿Por qué soy especial?La fantasma suspiró y ella supo que no iba a obtener esa respuesta. Por alguna razón esa era la

única que iban a negarle.—Ese es un camino que deberás hacer tú misma. Yo no puedo ayudarte, aunque sí he podido

desencadenar un poco esa magia que te persigue.¿Se refería a los sueños?La fantasma asintió.—¿Te llamas Layla?Rio cuando se escuchó a sí misma decir esa pregunta en voz alta. Estaba claro que se llamaba así,

lo había sabido en el momento en el que la reina madre le dijo el hechizo para hacerse invisible.—¿Y por qué ahora?Layla suspiró, tenía muchas preguntas que hacerle y esperaba que tuviera la paciencia suficiente

como para poder contestarlo todo.—Me has traído a mi tierra, he podido comunicarme contigo a través de la magia del bosque y

puedes verme porque ya llevas mucho tiempo aquí. Cada día que pasas en Draoid me fortalezco.Eso significaba que su madre seguía muerta, nadie iba a poder cambiar eso por mucho que se

empeñasen, pero tener comunicación abierta con esa mujer daba un giro al mundo como lo conocíahasta ahora.

El corazón amenazó con salírsele del pecho y no podía morir en un momento como ese. Teníamuchas cosas a hacer.

—Yo no puedo ver este sitio como hogar, lo siento —se disculpó Katariel.No quería decepcionarla, aunque tampoco la conocía. Sabía bien que su aparición quería marcar

un antes y un después y, en parte, lo había hecho, no obstante, debía regresar a casa para salvar aNixon.

—Yo no te pido que lo veas así, te comprendo. Quiero que sepas que siento que estés entre dos

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aguas, ojalá hubiera podido hacer algo más por ti.La princesa suspiró, había una pregunta más que la atormentaba desde el primer día. Le había

resultado curioso que no había tenido audiencia con los padres de Layla, ellos no habían ido a verlaa su poste en todo ese tiempo. Y eso tenía muchas interpretaciones.

—¿Quiénes son tus padres? ¿Cuál es tu apellido?—Creo que eso lo has descubierto tú solita.Sus sospechas le apretaron el corazón, contuvo el aliento tratando de mantener esa calma ficticia

que no sentía.—Dímelo.—Layla Draoid.Eso significaba muchas cosas, entre ellas que conocía a su abuelo, que no era más que el rey

Gerald, el hombre que la había tratado como un despojo. Eso confirmaba, uns vez más, que nadie laquería. Excepto Loretta, aquella mujer se había apiadado de su biznieta y la había dejado libre contratodo pronóstico.

—¿Por qué? ¿Qué viste en Negan?No era una acusación, solo quiso comprender cómo alguien podía sentir algo por el peor ser de la

tierra.—Fue por conveniencia, eso daría prosperidad a nuestros reinos y no tuve ni voz ni voto. Creo

que de eso sabes un poco…Las palabras de su madre le hicieron recordar a Nixon, puede que fuera todo difícil y que habían

conseguido llevarse bien, aunque eso no quitaba que debía casarse con él quisiera o no.Layla acunó el rostro de su hija y ese contacto le pareció el más humano que había vivido en toda

su vida. Una parte de ella se culpó por creer las palabras de su padre, aquel hombre había permitidoque odiara a la única persona que trató de que ella viviera.

Y lloró, como una niña lanzándose al regazo de su «no corpórea» madre. Ella acarició su cabello,como debía haber hecho toda su vida, justo lo que le habían arrebatado.

—Todos te quieren a ti y yo no puedo serlo, lo he intentado, pero solo soy yo.Su madre cuidó de ella, no importaron los minutos que lloró porque ella también lo hizo. Su hija

había sido criada por un monstruo, uno que le había hecho creer que había algo malo en ser ellamisma.

Toda su vida castigada sin tener opción alguna a redención, nunca podría aspirar a removerpiedad en la gente que debía amarla puesto que su familia la veía como la manzana podrida del cesto.

Layla sintió las lágrimas de su hija hasta en lo más profundo de su alma. No había podidoprotegerla como tanto había ansiado, en su defecto la había soltado a un mundo demasiado cruel ysola.

—Lo siento, mi pequeña… Ojalá pudieras creer que para mí eres perfecta.Era cierto, Katariel no la creyó.

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Capítulo 28

Zachary frunció el ceño cuando, llegando a casa, se encontró con un Gerald más exaltado de lacuenta y una Loretta indiferente. Eso le indicó que aquella mujer había hecho una travesura ya que eramuy dada a ellas.

—¡No puedo creer que hayas hecho eso! —le recriminó el rey.No quiso preguntar porque era algo que no le convenía. La experiencia de los años le había hecho

aprender que no era bueno reñir con los reyes, ellos tenían una relación especial y solo se entendíana sí mismos.

Decidió pasar de largo, solo esperaba que la discusión cesase tarde o temprano y así mantendríauna conversación con el rey.

—¡Este es el reino al que debes lealtad y con eso has ayudado a Negan! —gritó como si así fueraa tener razón.

De pronto, y a pesar de que la intuición le dijo que no le gustaría descubrirlo, miró hacia el postedonde debía estar Katariel. Sí, ese «debía» era correcto, ya que no había ni rastro de ella.

Lo primero que hizo fue creer que había una explicación lógica para aquello, tal vez no hubieraregresado del campo, aunque ya era bastante de noche o puede que le hubieran asignado una nuevatarea.

—¡Es tu nieta! Y no tengo que justificar mis actos. De haber sido tu hija todo hubiera cambiado,pero no ella, es tan sangre tuya como la de esa niña y siento que el dolor te ciega de tal forma que hasolvidado amar.

Él quiso irse de allí, de verdad que lo intentó; no contó con que ellos ya lo habían visto y no teníaescapatoria alguna.

—Zachary, te necesito. Organiza una partida de caza. Mi madre ha dejado ir a la prisionera.El suelo tembló poco después de que el rey pronunciase esas palabras. Supo entonces que la reina

madre estaba mucho más enfadada de lo que parecía y que era prudente no tentar a la suerte.—No es un conejo, es una niña —se quejó Loretta.—No es una niña, es una mujer y una fugitiva, se la tratará como se merece por atreverse a huir.No iban a llegar a un consenso y eso solo podía hacer explotar todo su alrededor, alguna vez

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había sucedido. Ella podía ser algo visceral con sus sentimientos y no sentía temor alguno aexponerlos.

Tenían visiones del mundo muy opuestas, como si su hijo fuera totalmente diferente a ella.—Si me permitís el atrevimiento, me gustaría proponer cazarla yo mismo, sin necesidad de un

equipo de búsqueda. Así podré garantizar que no sufrirá daño alguno.La petición volvió a hacer que discutiesen sobre los términos, al rey no le importaban mucho las

formas, solo la quería de vuelta y Loretta ansiaba ganar tiempo para que ella pudiera llegar aNislava.

—Vete ya —ordenó Gerald.Zachary asintió, pero no fue capaz de proseguir porque la reina madre le cortó el paso con su

bastón, así pues, con calma y paciencia la miró esperando que le dijera algo.—Es a niña ha sufrido bastante, no añadas más a su cuenta —suplicó.—Regresará sana y salva.Supo, por cómo gesticuló, que no deseaba volverla a ver allí en el reino. El corazón noble de

aquella mujer había dejado libre a la princesa, la cual tenía ya bastante ventaja.Debía darse prisa.

*** Sabía que aquella decisión no había gustado a muchos de sus hombres, los mismos que se

amontonaban en la puerta de su casa esperando a que saliera.Suspiró antes de acabar de coger su mochila, no tenía ganas de lidiar con ellos, solo de salir

cuanto antes a buscar a aquella joven. Él tenía cierta ventaja porque conocía aquel bosque como lapalma de su mano.

Abrió la puerta esperando la ronda de quejas que le esperaban.—Voy contigo —sentenció Markus convencido.Zachary negó con la cabeza, él iba a ser el único que iba a darle caza y no iba a dejar que otros

entraran en el juego.Sabía bien de lo que eran capaces algunos de sus hombres y que podían aprovechar cualquier

distracción para hacerle daño. No creía que Markus se lo hiciera, no obstante, tampoco lo quiso en elterreno.

—No, esta caza es mía.—Entre los dos podemos dar más rápido con ella.No había palabras en el mundo que pudieran convencerle de que cambiase de opinión.—Markus, quédate al mando en mi ausencia, pero cuidado con extralimitarte. No quiero a nadie

en ese bosque hasta que regrese con la chica —ordenó.Supo, por su suspiro, que no estaba satisfecho con su decisión, él siempre quería formar parte de

todo y valoraba su entusiasmo, aunque esa vez debía dejar que se encargase a solas.Todo pareció estallar, fue como si las voces comenzaran a solaparse una sobre la otra. Había diez

o doce personas hablando a la vez, dándoles los motivos por los cuales creían que hacían bienacompañándole.

Zachary no pudo soportarlo más y chasqueó los dedos dejando que un rayo impactase en el suelo.Justo cuando alcanzó tierra el sonido provocó que todos callasen al instante y se quedaran mirando elsocavón que acababa de crear.

—He dicho que voy solo y el próximo que diga algo del tema estará limpiando letrinas un mes —

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amenazó. Eso fue suficiente para que se dispersasen, ya no quisieron discutir su decisión. Todos, salvo uno,

se marcharon a casa a la espera de que su jefe no cumpliera con su amenaza.—Lo tuyo con esa mujer es personal, ¿no? —preguntó Markus.Zachary puso los ojos en blanco y decidió arrancar a caminar, eso sí, sabiendo que él lo seguía de

cerca.—¡No digas tonterías! —exclamó sorprendido con su pregunta.Pero su compañero no pensaba dejarlo estar y no es que fuera una sorpresa. Sabía lo persistente

que podía ser si se lo proponía. No importaba lo mucho que él se negase, sabía bien que lo iba aseguir hasta la entrada del bosque.

—Desde que te encontré en las tumbas tratando de reanimarla algo ha cambiado contigo. Ha sidosutil porque tratas de ser una roca, pero yo lo veo.

Zachary tuvo que detenerse para encararlo, no necesitaba un psicólogo en aquellos momentos,solo un amigo que no hiciera preguntas. También era consciente que aquella conversación iba arepetirse hasta que soltase prenda, lo conocía bien.

—Sueño con ella desde ese día. Lo peor es que veo cientos de Katariels decir mi nombre paradespués morir una y otra vez. Eso cada noche sin excepción, creí que al marcharme y poner distanciala cosa se arreglaría, sin embargo, notarás por mi alegría que no es así.

Markus se quedó petrificado.—¿Te gusta?Solo él podía llegar a una respuesta tan simple. Podría haberle contado los horrores del mundo

que sacaría una pregunta totalmente ajena a lo dicho.—No, no me gusta. Los sueños son producto de algún embrujo o hechizo por su parte y tengo que

hacerle entender que necesito que deje de hacerlo.Reanudó la marcha con su fiel compañero.—Yo… no creo que ella tenga magia —se sinceró Markus.Lo peor es que él tampoco lo creía. Había dado tantas vueltas al tema que solo había podido

llegar a esa conclusión, nadie del reino podía estar tratando de volverle loco de esa forma.—Es la explicación más sencilla y, por ahora, la que más sentido tiene.Llegó el momento de separarse, uno que debía hacer sin ceder en que lo acompañase. Miró a su

compañero dejándole entender que no iba a venir por mucho que lo intentase.—Espero que cazarla te solvente muchas dudas, aunque buscaré algo de información sobre eso —

explicó Markus.Zachary asintió con una media sonrisa.—Solo vamos a jugar al gato y al ratón y sabes lo mucho que me gusta ese juego.Todos sabían que era de los mejores rastreadores del reino, además, sentía una debilidad con

acorralar a la presa. Le gustaba hacerles sentir que ya eran libres para después capturarlos.Y, después de escaparse, era lo único que merecía Katariel.—Dos días, si se alarga un poco más te dejo venir a buscarme —dijo.Markus aceptó el trato como si se tratase de una apuesta, chocaron las manos sellando el pacto y

dejó que se fuera.Ahora el bosque era el terreno de juego y él no pudo evitar sonreír cuando notó la adrenalina

expandirse por todo su cuerpo a toda velocidad. Sí, le gustaba lo que estaba a punto de hacer.

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Capítulo 29

Su madre desapareció poco después dejándole el corazón hecho pedazos. Conocerla había sidoalgo demasiado fuerte como para soportarlo y cambiaba mucho lo que creía saber.

Dolía saber que su vida había sido montada sobre mentiras, una sobre otra hasta ocultarle casitodo. Ahora sabía algo más, pero eso no lo hacía más fácil. Era como una espina más en su alma,

Ella era el daño colateral de su padre.Después de casi toda una vida creyendo que su madre, de la cual no sabía ni el nombre, la había

abandonado, conocer que hizo el acto más puro de amor era demasiado.Una parte de ella no quería conocer todo eso, como tampoco que Gerald era su abuelo.Llevaba horas caminando y si a eso le sumabas que su mente no podía dejar de pensar daba un

resultado de agotamiento máximo. Necesitaba descansar un poco antes de seguir el camino haciaNislava.

Tenía que ayudar a Nixon, salvarlo de aquellos hombres que querían acabar con su vida. El restono importaba, tampoco su padre, al que no tenía ni idea de cómo reaccionaría al verla.

Sus últimos instantes habían sido algo más que tensos, lo que le hizo recordar su querida Malorie.Ella había sido su doncella, al igual que la de su madre, eso contestaba tantas preguntas que sintiórabia.

Aquel sentimiento era demasiado fuerte como para dejarlo estar, todos conocían quién era menosella misma. Estaba ciega en un mundo que ya la había juzgado y condenado de por vida.

Decidió detenerse, no pasaría nada por un par de horas. Así pues, subió a un árbol, tratando depasar desapercibida, cuanto más alto estuviera más difícil sería avistarla. Se sentó en la rama másancha que encontró, no sin antes cerciorarse de que soportaba su peso.

Quiso pensar en cientos de cosas, en todo lo que acaba de descubrir, pero el cansancio decidióganar la batalla.

El sueño, como era costumbre, comenzó en un bosque muy similar ese. Esta vez no llegó Zachary,por lo que dedujo que él no estaba dormido en aquellos momentos. Así que todo pasó demasiadorápido, las imágenes se atropellaron unas a las otras sin control hasta acabar cayendo al agua.

Esta vez no peleó por nadar, únicamente dejó su cuerpo laxo produciendo que flotase y se relajó

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en aquel remanso de paz. El fondo podía ser muy profundo y aterrador, pero si algo había aprendidoera que se trataba de su sueño y en él ya podía tener algo de control.

De pronto sus instintos la alertaron, necesitaba despertar con urgencia. No tuvo más remedio quegritarse a sí misma que abriera los ojos. No lo consiguió a la primera, ni a la tercera, al final alcanzósu objetivo.

Era noche cerrada, la luz de la luna apenas lograba colarse entre las ramas de los árboles, peroeso no impidió que pudiera ver su alrededor.

Todo estaba en calma, algo que no la sorprendió. Las criaturas de ese bosque dormíanplácidamente ajenas a que ella estaba ahí. No es que su presencia tuviera que perturbarles.

De pronto miró abajo y una sombra la advirtió.No estaba sola.La compañía en un lugar como ese no era bien recibida, así que, no tuvo más remedio que ponerse

en pie lentamente y tratar de salir de allí sin que fuera lo que fuese la viera.Un traspié tuvo la culpa, cuando quiso saltar de un árbol al otro no calculó lo suficiente y cayó

sobre una rama demasiado endeble que se partió con su peso. Cayó unos centímetros antes de podersostenerse en otra, no obstante, ya era demasiado tarde.

Acababa de advertir a quién hubiera abajo que estaba ahí.—¿Nunca te enseñaron a ser sigilosa?La voz de Zachary le produjo un vuelco al corazón. Luchando todavía por mantenerse sobre el

árbol sin caer, tiró de su cuerpo hasta quedar encima de la rama. Solo cuando tuvo estabilidad secentró en buscarlo con la mirada; para su sorpresa no lo encontró.

¿Cómo había dado con ella tan rápido?—Tienes dos opciones disponibles: bajar, ser buena y regresar a tu poste o correr, enfadarme y

que todo se vuelva mucho peor. Te dejo elegir.La idea de entregarse podía estar bien, sin embargo, ella no era de las que se rendían tan

fácilmente. Todavía no la había alcanzado y tenía una posibilidad de despistarlo.Ante su falta de respuesta él decidió volver a insistir.—¿Qué eliges?—Que te follen —contestó enfadada antes de tocar el collar y hacerse invisible.Si quería jugar podían hacerlo con un poco de igualdad de condiciones, él tenía poderes y ella

podía no ser vista.

*** Zachary estuvo enfadado todo el camino, aquella mujer había sido una descuidada. Sus huellas se

podían ver con claridad, no había tenido el más mínimo interés en esconder su rastro y eso era algoimperdonable.

Para su sorpresa no tuvo que buscar durante muchas horas para encontrarla dormida en la copa deun árbol. Hubiera sido una buena idea de no ser por la cantidad de huellas que lo llevaban hasta ella.

Hasta un niño pequeño hubiera dado con su paradero.—Que te follen —contestó enfadada.La vio tocar su collar y desaparecer en la oscuridad de la noche.La travesura de Loretta había ido más allá de dejarla ir. Realmente había deseado que regresase a

casa, algo que él no iba a permitir.Ruidosa como un rinoceronte, saltó a otro árbol y, esta vez, sí que calculó bien.

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Dos altos más hicieron que aquello pasara a ser una persecución en toda regla. Zachary, atónito,no pudo más que perseguir el sonido para saber hacia dónde se dirigía.

Mientras uno corría el las alturas, el otro lo hacía en el suelo. Justo cuando se cansó deperseguirla lanzó un choque de energía hacia donde ella estaba. La copa del árbol saltó por los airesconvirtiéndose en mil astillas.

La escuchó gritar un poco antes de lograr cogerse a otro árbol.Siempre había admirado aquel lugar, pero en aquel momento le parecía poco práctico que

estuvieran tan juntos.De pronto una gran rama cayó muy cerca de él, por suerte logró saltar y esquivarla a tiempo.—¿Planeas matarme? —preguntó sorprendido.Ella, que no pudo permanecer callada, dijo:—No, solo noquearte un poco, aunque pensándolo bien, tampoco estaría mal matarte.Zachary sonrió ante la sinceridad de sus palabras.—Te noto algo enfadada, ¿es porque te he encontrado? —preguntó él deseando jugar.Katariel se detuvo a tomar aliento, la pudo escuchar a bastantes metros de altura sobre él, pero fue

incapaz de calcular en qué árbol se encontraba en aquel instante ya que el eco hacía rebotar el sonidoen todas las direcciones.

—¡Qué perspicaz eres! Pero no aciertas en los motivos —contestó.Al menos acababa de obtener una respuesta, ella estaba enfadada, aunque no le importaba

demasiado. No había venido al bosque a hacer de psicólogo, solo a cazarla, tirarla sobre sushombros y llevarla de nuevo al reino donde su abuelo quería exponerla cual trofeo.

Tres segundos más tarde arrancó a correr de nuevo y eso le dio una pista bastante fiable de pordónde se movía.

No se lo pensó, comenzó a lanzar choques de energía volatilizando los árboles uno tras otro con laesperanza de golpear el siguiente salto de la princesa. Ella no iba a sufrir daño alguno, pero sí sualrededor o puede que se llevase algún rasguño.

Al final logró hacer lo que buscaba, hizo pedazos su siguiente salto y ella cayó al vacío. Ese fuesu momento, hizo levitar todo su alrededor con la esperanza de que así la cogía a ella.

Al no escuchar golpe o queja supo que la tenía en sus garras. Sonrió gloriosamente.Zachary chasqueó los dedos y ella estaba lo suficientemente cerca como para hacerse visible. Era

un hechizo complicado y nunca le encontró utilidad alguna, lo que no sabía es que pasarían añoshasta usarlo.

Solo cuando clavó la vista en ella pudo darse cuenta de que su collar ya no funcionaba.—No jugamos en igualdad de condiciones —se quejó Katariel.Zachary se encogió de hombros sin señal alguna de arrepentimiento.—Una lástima —comentó sin más.Esperando que ella tomase la dirección opuesta a la suya, se preparó para seguir corriendo tras

ella al mismo tiempo que avanzó hacia su posición. La sorpresa lo golpeó cuando, la joven, trasnegar con la cabeza, tomó impulso antes de saltar y caer justo contra él haciéndole un placaje.

Los dos cayeron al suelo sin remedio.Katariel, aprovechando la sorpresa, le golpeó con su puño en la mejilla. Este gruñó, pero no de

dolor, más bien de rabia.Empujándola se la quitó de encima, la proyectó a pocos centímetros de él y, cuando quiso usar

magia para atarla, ella se lanzó al suelo y rodó antes de golpearle con sus piernas en los tobillos.Una vez lo tuvo contra el suelo quiso levantarse y huir, pero no contó con que el guerrero la

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tomase del pantalón. La bloqueó contra el suelo para colocarse sobre su espalda e inmovilizarla.—Hasta aquí has llegado —le dijo sonriente.Katariel se revolvió fuertemente, trató de darle algún que otro cabezazo que él esquivó.Al final, cuando parecía que se rendía, la suerte quiso que alcanzase una piedra de grandes

dimensiones y lo golpease duramente en el costado. Fue solo un instante, aflojó su agarre un brevesegundo que aprovechó para ponerse en pie y arrancar a correr.

Zachary no tardó en seguirla y se sorprendió de lo ágil que era esa mujer. Necesitó lanzar sumochila para sentirse más ligero y ser capaz de darle caza.

De pronto, cuando ella se deslizó por debajo de una raíz y él decidió saltarla, dejó de escucharla.Paró en seco para tratar de poner sus instintos en alerta, estaba convencido de que no iba a tardar ensacarse un nuevo truco de la manga.

—¿Molly la chupa bien?Aquella pregunta lo sorprendió, caminó hasta donde creyó que había venido el sonido y no la

encontró. Miró al suelo buscando huellas para cerciorarse que, cuando quería, sabía ocultar surastro.

Así que inició el plan B.—No me puedo quejar —contestó enfadándola.Lo supo en la forma en la que ella bufó.—No te pega —escupió.Nunca le había interesado Molly como pareja de ningún tipo, ella y él funcionaban bien cuando se

trataba de trabajo y no quería llevar esa relación a otras partes de su vida, sin embargo, no pensabadecírselo a la princesa.

—No, claro que no. Me pega más follar con cierta princesa esquiva y descuidada —dijo estirandoel brazo a modo de barrera.

Justo ahí impactó con el estómago de Katariel haciéndola rebotar y caer al suelo. Había dado conella por un leve crujido. Aprovechó su sorpresa para hacerse con el control de la situación, aunqueno esperó que le golpease las rodillas para hacerlo caer.

Aprovechó aquel instante para caer sobre ella y se recuperó a toda velocidad para cubrirla porcompleto. Fue ahí cuando interceptó sus muñecas y las dejó clavadas al suelo con sus manos.

—No vas a follar conmigo, antes te haría comerte tu propio miembro —comentó la joven tratandode liberarse.

Zachary sonrió mirándola a los ojos.—Creía que esto iba de darnos placer mutuamente.Katariel y sus trucos lo sorprendieron de nuevo. Con una sorprendente elasticidad, logró subir la

rodilla colocándola entre ambos lo suficiente como para hacer palanca y quitárselo de encima.Él gruñó cuando la vio alejarse de nuevo y dejó que un choque de energía saliera de sus dedos.

Este golpeó justo al lado de Katariel, la cual gritó presa del pánico antes de desaparecer en laoscuridad de la noche.

Ante tanto silencio, ya que solo pudo escuchar su propia respiración, Zachary se temió lo peor yesperó no haberla matado.

—En parte sí va de darnos placer, yo sentiría un placer enorme si una de las ramas te diera, peroaquí sigues respirando —comentó ella haciéndole sonreír.

Aquella mujer seguía con vida.—Por cierto, casi me matas y no creo que eso le gustase a Gerald —le regañó.Zachary asintió. Había estado cerca de acabar con ella y ese era el peor escenario posible,

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también debía reconocer que nunca antes se le habían resistido tanto y la pelea le resultaba excitante,no obstante, tendría más cuidado a partir de ese momento.

Eso no había hecho nada más que comenzar.

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Capítulo 30

—No te recuerdo así —se quejó Zachary cuando pararon de correr unos pocos segundos y tomar

aire.Aquel juego del gato y el ratón duraba demasiado, ella había logrado escabullirse y fundirse con

la noche, sin embargo, la podía oír cuando avanzaba. Él era bueno cazando y siempre acababa dandocon su escondite, así que, solo quedaba seguir cansándola hasta poder alcanzarla.

—No, porque era una rehén y quería mantener mi pellejo en su sitio —contestó desde las alturas.Ella había vuelto al plan original de mantenerse en las copas de los árboles y él no iba a dudar en

derribar todo aquel maldito bosque de ser necesario.—Ahora no es que tengas la sartén por el mango —le recordó Zachary.Era cierto, aunque tampoco podía decirse que él tuviera demasiada ventaja. Para tener de su lado

la magia no estaba pudiendo sacarle todo el partido posible porque tenía que concentrarse en noromperle el cuello.

—¿Sabes? —preguntó Zach—. De haber sabido que eras así hubiera follado contigo mucho antes.Se la imaginó poniendo los ojos en blanco.—Eres idiota —escupió ella.La verdad era que aquella mujer le parecía muy divertida. Sacada de esa imagen de rehén

desvalida se escondía una persona fuerte y mordaz. La lástima era que estaban destinados a odiarse.Ese era su derecho de nacimiento, por nacer en reinos distintos.—Seguro que estás acostumbrado a que se te pongan a cuatro patas para follar.Las palabras de Katariel, mientras corría, lo sorprendieron. Por una parte, no tenía sentido

mantener esa conversación, aunque por otra la estaba encontrando la mar de interesante.—Puede y no me quejo. Tú, en cambio, no pareces haber follado mucho. ¿Lo has hecho con

Nixon?Una rama cayó a muy pocos centímetros de su cabeza, una capaz de haberlo asesinado.—No-digas-su-nombre —amenazó Katariel abriendo la caja de los truenos.Fue cuando comprendió su enfado, esa era la cuestión y él no se había dado cuenta en todo ese

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tiempo.—¡Oh, vaya! Así que es por eso. Nos escuchaste. Esto es una guerra y gente como él debe morir.Una segunda rama estuvo muy a punto de alcanzarle, eso le hizo comprender que ella estaba muy

enfadada con esas palabras. Estaba claro que aquel tema era demasiado importante.Si con eso lograba desestabilizarla y acabar con aquella persecución, lo usaría sin tener

remordimiento alguno.—Voy a pensar que quieres matarme… —canturreó.Siguieron corriendo, esta vez sin hablarse, comprendió que nombrar a Nixon la afectaba mucho

más de lo esperado. Sin embargo, allí había ido con un único objetivo y eso era lo que no debíaperder de vista.

Conocía el bosque, así que usó un poco su ventaja para, a través de choques de energía, guiar aKatariel hacia una de las cuatro cascadas. No era la más alta, pero su altura podía dar miedo y asíparar en seco la huida de la muchacha.

Después del último salto ya no quedaron árboles a los que agarrarse y, a pesar de eso, se dejócaer a más de seis metros de altura.

Él no pudo permitir que se estrellara contra el suelo. Poniendo a prueba su magia a tal distancia,logró alcanzarla y llevarla con los pies en la tierra lentamente.

Aprovechando que la tenía atrapada la colocó contra el suelo, no lo hizo de forma suave, no supohacerlo. Una vez ahí, colocó su rodilla en la base de la espalda; ahí acababa su carrera.

—No esperarías que fuera blando contigo —dijo cuando ella gimió al tomar sus muñecas yecharlas a la espalda.

No podía fiarse, se lo había demostrado con creces.—No, ya he notado lo blando que lo tienes y, la verdad, es una birria.Zachary rio, la verdad es que era mucho más ocurrente de lo que hubiera esperado en un

principio.—¿Por qué hablamos tanto de follar? —preguntó algo sorprendido.Sorprendentemente ella dejó de forcejear, se mantuvo inmóvil en el suelo mientras él buscaba la

forma de mantenerla bajo control.—Tú sacaste el tema —lo acusó.Hizo memoria.—No es verdad, princesita, lo sacaste tú.La sentó con las manos a la espalda, fue entonces cuando se fijó que tenía algún rasguño en los

brazos. Pasó los dedos sobre las heridas para certificar que no eran graves, sobreviviría.Entonces se fijó en que su ceja sangraba y chasqueó la lengua, nunca había querido dañarla, pero

no se había puesto nada fácil. Lo único que no le gustó es que aquella herida requería un par depuntos y para eso debía volver a encontrar su mochila.

—Levanta, tenemos camino que recorrer.Katariel lo hizo, no sin antes echar la vista atrás para contemplar el enorme lago que compartían

con Nislava. La imagen era sobrecogedora y no solo por la altura, medio lago estaba congelado, conuna capa tan gruesa de hielo que tenían que romper con pico. Ese era el invierno perpetuo al quehabían sido condenados.

Había estado a un paso de volver a casa, después de esas aguas estaba su reino, su hogar; un pocomás y lo hubiera logrado.

—No envidio tu reino, es un milagro que podáis seguir con vida —confesó Zachary.Lo siguiente pasó tan rápido que casi no fue capaz de comprenderlo. Tan pronto tenía a Kata ante

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él mirando a su espalda, como giró sobre sí misma colocándose de espaldas. Ahí fue cuando seimpulsó de tal forma que lo empujó hasta hacerlo caer.

—¡Katariel! —bramó con fuerza.Y, como si de un pájaro se tratase, corrió hacia aquel enorme acantilado y saltó sin pensárselo

dos veces.La caída fue brutal, cayó a plomo completamente erguida entrando al agua con los pies tan juntos

que parecía como si fuera a caminar de puntillas. No gritó ni una sola vez, aceptó lo que acababa dedecidir hasta hundirse en las aguas oscuras, profundas y heladas de aquel lago.

Puede que la zona que tocaba con Draoid no estuviera congelado, pero eso no quitaba que lastemperaturas fueran brutalmente frías.

Zachary se asomó al borde esperando verla salir. Necesitaba cerciorarse de que estaba con vidaantes de poder pensar su siguiente movimiento, aunque este fuera bajar y estrangularla.

Recordó entonces que a la locura de tirarse había que sumarle que estaba maniatada, lo que hizoque negase con la cabeza siendo incapaz de comprender lo que acababa de hacer.

Un par de segundos después, sin salir, solo pudo tomar una única decisión: saltar.Y lo hizo con la esperanza de encontrarla con vida, así podría darse el lujo de matarla después

por todo lo que había causado.No dudó en dar el paso, lo hizo sin dejar que sus instintos le gritasen que estaba loco. Solo cuando

la sensación de gravedad lo envolvió, logró tener un único pensamiento: aquella mujer estaba loca.Rompió la superficie del agua con los pies y se hundió a mucha velocidad a causa de su peso.Pasados unos instantes luchó con los brazos y los pies para salir de aquel lugar. El frío era tal que

fue como si cientos de agujas se clavasen en cada centímetro de su cuerpo, casi bloqueándolo.Luchó porque tenía mucho por vivir y a una princesa a la que poner sus manos encima.Que Gerald le perdonase porque tenía algo que tratar con aquella loca.Solo cuando sacó la cabeza del agua alcanzó a respirar llenando sus pulmones de aire. Desde

arriba el lago parecía mucho más pequeño de lo que lo era, ahora era lo único que venía a sualrededor.

Katariel no estaba, eso fue lo más preocupante.Se zambulló para tratar de encontrarla, a pesar de lo oscuras que eran esas aguas tenía que

encontrarla sí o sí.Con vida.

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Capítulo 31

Para Katariel, entrar en el agua fue como volver a casa, como si la hubiera estado esperando todauna vida sin saberlo. Se hundió dejando que los problemas se fueran flotando y, cuando pensó que nosaldría, descubrió que podía hacer un alto en el camino y seguir peleando.

Había escuchado a Zachary gritar su nombre cuando ya era demasiado tarde, ya había saltadodejando que la suerte hiciera el resto. Si algo había aprendido en todo ese viaje es que, si peleaba,podía conseguir todo lo que se propusiera, de lo contrario solo conseguiría quedarse con las dudas.

Logró pasar las manos, que seguían atadas a su espalda, hacia delante sorteando las piernas yabrió los nudos usando la boca. Justo después logró nadar hasta sacar la cabeza del agua para llenarlos pulmones de aire.

Lo hizo a toda velocidad, sabía que Zachary no iba a dudar en seguirla y quiso aprovecharcualquier mínima ventaja que tuviera a su favor. Aprovechando la oscuridad de las aguas se metióentre ellas y nadó lo más rápido que pudo.

Puede que él conociera el bosque, sin embargo, ese lago era su terreno de juego. Había entrenadoallí con Nixon cientos de veces y, como travesura, habían nadado al lado Draoid hasta conocérseloal dedillo.

El guerrero se tiró al agua poco después y, aunque llevaba bastante ventaja, no quiso entretenersey perderla.

Las aguas frías entumecieron sus músculos, algo que no le importó. Pensaba llegar al otro lado, asu casa y librarse de aquel hombre durante una buena temporada.

Una de las veces que quiso subir a coger aire chocó con una fina capa de hielo, certificando queestaba en territorio Nislavo. Con una sonrisa triunfante en los labios golpeó con el puño pararomperlo y poder respirar.

El frío le heló la cara y ella sintió el impulso de reír, aquel lugar era su hogar.Nadó hasta alcanzar la orilla, justo al salir la nieve cedió bajo su peso y se hundió; fue un detalle

simple que le hizo recordar mil cosas. Jamás hubiera imaginado echar tanto de menos aquel reino.Corrió, siendo consciente de que necesitaba estar en movimiento para no morir de hipotermia.No llegó muy lejos ya que, al avanzar unos metros, pudo ver una moto en el suelo.

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Con la respiración y el corazón agitados, llegó hasta ella reconociendo perfectamente el modelo,la marca y la matrícula. Fue entonces cuando creyó que iba a desmayarse allí mismo.

—¿Nixon? —preguntó al viento mientras miraba a todos lados buscándolo.Encontró unas huellas recientes, unas que iban hacia el mismo lago del que acababa de salir y eso

no era una buena noticia.Zachary estaba en esas aguas.Desesperada, corrió deshaciendo el camino hecho hasta entonces, necesitaba encontrarlo antes de

que el enemigo lo hiciera. No podía regresar a casa sabiendo que a él podía pasarle algo malo.No tardó en verlo, estaba agachado en el agujero que había hecho ella para salir de aquellas

aguas.—¿Katariel? —preguntó Nixon al aire sin verla.La joven jadeó al sentir su voz, fue como si la escuchase después de años y le produjo un

escalofrío. Tembló siendo incapaz de dejar de mirarlo, ahí estaba después de tanto tiempo.Era justo el momento que deseaba, solo tenía que alzar la voz y salir de allí a toda prisa.Tomó aire y, cuando fue a hablar, una mano cayó sobre sus labios tapando por completo su boca.

Otra, mucho más ruda, se enroscó en su cintura y tiró de ella hacia atrás hasta esconderla entre lamaleza.

—No se te ocurra gritar —amenazó Zachary a su oído.Katariel se revolvió buscando la forma de liberarse sin conseguirlo, gruñó enfadada sabiendo que

aquello no podía acabar bien.—Vas a venir conmigo y ahora no vas a escaparte.Él no pudo verlo, pero puso los ojos en blanco, hasta trató de morderle la mano para liberarse; tal

vez entre ella y Nixon podían noquear a Zachary lo suficiente como para correr lejos.—Mira, hoy estoy generoso. Vamos a hacer un trato. Hoy no muere y tú vuelves conmigo.Katariel valoró la posibilidad, pero la rehusó negando con la cabeza y eso firmó la condena de

Nixon.La mano que la tenía sujeta por la cintura se movió unos centímetros, fue algo muy leve, aunque

supo que lo suficiente como para hacer un hechizo. Y ahí, con horror, contempló como apareció unacuerda alrededor del cuello de Nixon, la cual se envolvía y apretaba.

La joven, desesperada, se revolvió luchando por liberarse. Él no podía morir delante de susnarices sin poder hacer nada.

—¿Aceptas el trato o sigo apretando? De ti tengo órdenes de no matarte, pero él puede morir —preguntó Zachary en su oído.

No quería aceptar, pero tampoco quería perder a Nixon. Él, luchando con la cuerda que le cortabala respiración, ya había caído al suelo y comenzaba a peligrar su vida. Decir «no» era unainconsciencia, así que, con el corazón roto, tuvo que aceptar.

Aferrándose al brazo del guerrero, el que tapaba su boca, asintió.La cuerda cayó al instante produciendo que él luchase por respirar, jadeó con dolor llenando sus

pulmones con oxígeno. Tosió, mucho, lo hizo durante unos minutos, los mismos que Katariel dejó quelas lágrimas manchasen su rostro hasta acabar en la mano de él.

Fue allí cuando quitó la mano de sus labios sabiendo bien que no haría nada que pusiera enpeligro la vida de Nixon.

—¿Cómo sé que no le harás daño? —susurró la joven.—No lo sabes y tendrás que fiarte de mi palabra —contestó en su oído.El agarre de su cintura pasó a su brazo, tiró de su cuerpo llevándosela lejos. A pesar de estar en

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suelo Nislavo, iba a tener que volver a Draoid siendo la rehén que era. De nada había servido lucharsin parar.

Apenas unos pasos la separaban de Nixon, los más largos de su vida. A pesar de todo, él seguíacon vida y eso era lo importante. Ella siempre lo antepondría en cualquier situación.

Caminó porque no le quedó remedio alguno, se dejó guiar a través de la maleza en un intento deno levantar sospechas. No querían alertarle, ni tampoco a los soldados que seguro habrían ido con él.

El corazón de Katariel se rompió un poco al descubrir que había estado a un paso de la libertad.Solo un instante la separaba de poder abrazar a Nixon, ahora solo podía verlo mientras ellacomenzaba el camino de regreso a Draoid.

Echó una vez la vista atrás y se lamentó por no gritar su nombre, si lo hacía lo ponía en peligro.A pesar de que no quiso se rindió. Zachary acababa de ganar y ella había perdido una vez más. No

había forma de que el destino le diera una tregua, no era posible que le pudieran salir las cosas bien.Y su interior gritó en rebeldía.

*** Solo cuando se alejaron unos kilómetros, Zachary se detuvo permitiéndole respirar un poco.

Estaba cansada, mojada y con el corazón hecho pedazos, a pesar de eso decidió no quejarse.No iba a darle la oportunidad.—Después de la charla es raro no volver a sentirte. Con lo divertida que me parecías tratando de

matarme.Ella puso los ojos en blanco.—Dame la oportunidad y verás la fiesta que monto bailando sobre tu tumba —contestó totalmente

encolerizada.Él no pudo evitar echar la cabeza atrás y reír a carcajada llena.—Ahora ya sí eres como recordaba.Decidió no seguirle la corriente, prefería quedarse en silencio y no darle el gusto. Si quería reír

era mejor que no fuera de ella. Respiró profundamente con los puños apretados, no quería volver acaer en ninguna provocación.

—Tengo una pregunta en mente…Katariel puso los ojos en blanco, prefería que se ahogara con su propia respiración a que siguiera

hablando. Estaba claro que había encontrado su punto débil y que iba a explotarlo al máximo: Nixon.No contestó esperando que lo entendiera, no obstante, estaba claro que él ya había encontrado un

objetivo y que pensaba ser como un perro con un hueso. No iba a soltarlo en mucho tiempo.—¿Os queréis porque sois compatibles o porque os han dicho que acabaréis juntos?No iba a contestar ninguna tontería que saliera por su boca.Y eso lo divirtió mucho más.—Pensándolo bien, si yo tuviera que verme en esa situación, buscaría la forma de llevarme bien

con esa persona. Es mucho mejor así que pasar el resto de la vida peleando.Quiso contestar mordazmente, pero recordó que no iba a darle el gusto.Él la miró de reojo con una sonrisa dibujada en los labios. Estaba claro que estaba haciendo todo

aquello para hacerla saltar. Comenzaba a ver que su crueldad no tenía límites.No le había dejado llorar como se merecía la pérdida de su libertad. Había sido amenazada con la

muerte de un ser querido y, encima, la arrastraba hacia el otro lado del mundo sin opción adefenderse.

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—Estoy convencido de que ese Nixon ni siquiera sabe besar.Esa ya fue la gota que colmó el vaso, podía meterse con ella, pero aquello era cruzar una línea

roja que no sabía que tenía. Esas palabras provocaron que la ira se esparciera por todo su cuerpo.Se detuvo en seco y tiró de su brazo para liberarlo, al no conseguirlo, lanzó su puño contra su

pecho.—¡Eso sí te hace enfadar! —exclamó victorioso.Katariel gruñó y bufó completamente airada.—¡Eres muy mezquino! —lo acusó solo para su disfrute ya que volvió a reír a carcajada llena.Aquel hombre estaba logrando sacar lo peor de ella.—¿Me confirmas que él no sabe besar o eres tú la que no? —preguntó antes de que ella le diera

un manotazo en el pecho, sonó mucho más de lo que dolió, pero lo sorprendió lo suficiente comopara mirarla con los ojos bien abiertos.

Él debía comprender que iba a pelear todo lo necesario si pensaba hacerla rabiar de esa forma.—¡Habló el experto! ¡No he visto una gran cola de mujeres detrás de ti! Seguro que es porque no

eres capaz de conseguir que ninguna mujer se fije en ti y no me extraña.Zachary tomó su barbilla, no le hizo daño, pero sí ejerció la presión suficiente como para

mantenerla quieta. Ambos se miraron a los ojos con tanta intensidad que fue como si de ellosdesprendieran chispas capaces de quemar todo el bosque.

De pronto él recortó la distancia que los separaba y tomó su boca. No fue dulce, ni tampocodelicado, fue como un vikingo asaltando una aldea, tomando lo que era suyo por derecho propio.

Sus labios la cubrieron por completo, apretándose contra ella al mismo tiempo que sus manosbajaron a su cintura y la empujaron contra su pecho.

La cabeza le dio vueltas unos segundos, no supo si producto de la sorpresa o por algo más.Pasados unos segundos no pudo certificar que su mente estuviera en plenas facultades mentales.

La lengua de Zachary empujó sus labios, no llamó o avisó, simplemente entró quemándolo todo asu paso. La saboreó a conciencia como si tuviera intención de recordar cada rincón de su boca.

Y fue ahí, cuando Katariel, apretada a ese fuerte pecho, sintió que el mundo daba vueltas a sualrededor. Se sujetó a sus brazos tratando de no caer porque tuvo la sensación de que si no lo hacíase daría de bruces contra el suelo.

Entonces se defendió, él pegó un quejido antes de retirarse. La confusión se reflejó en su rostroantes de que sonriera con unas pequeñas gotas de sangre entre los labios.

—Me has mordido —gruñó llevándose el pulgar derecho a la boca.Se limpió los restos de sangre y volvió a tomarla por el codo.—Bien, princesa. Toca regresar a mi casa.El interior de Katariel rio como segundos antes lo había hecho él. Ahora sabía a quién se

enfrentaba y no pensaba perder esa batalla.

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Capítulo 32

Nixon solo le bastó seguir un par de sonidos y huellas para encontrarla. Sabía que se trataba deella porqué, segundos antes, un grito con su nombre había atravesado el cielo.

Él no se encontraba en una misión, lo cuál significaba que estaba solo. Había ido a desconectar ytratar de pensar al lago al que tantas veces visitó con Katariel. Ese lugar donde habían entrenadotanto.

La imagen que encontró ante sí lo enfadó y sorprendió a partes iguales, encontrándose a una mujersiendo besada por otro hombre. En otra circunstancia eso no hubiera tenido importancia alguna, peroella era Katariel de Nislava y él su enemigo.

Conocía bien a ese hombre porque había peleado con él en el campo de batalla, se llamabaZachary y era el jefe del ejército Draoid; eso significaba que era un alto cargo de aquel reino.

La sorpresa lo apuñaló en el corazón.Él llevaba preocupado por Kata desde el momento en que la vio llegar al campo de batalla y

ahora estaba en brazos de otro como si nada. Algo ahí no podía ser real porque no era capaz decomprender lo sucedido.

—¿Beso mejor que Nixon? —le preguntó Zachary.Ella le dio un golpe en el pecho, uno que pareció no importarle ya que ni se inmutó.—No le llegas a la suela de los zapatos —escupió ella esclareciendo un poco lo sucedido.Siempre se la había imaginado siendo sometida a torturas o llorando en manos de los enemigos,

encontrarla de esa forma lo sorprendió mucho más de lo que hubiera calculado jamás.Por suerte todo parecía tener una explicación.—¡Katariel! —gritó entonces sin tener muy en cuenta las consecuencias posibles.Estaba solo y aquel hombre tenía poder para acabar con todo un ejército sin pestañear siquiera, no

obstante, tenerla delante había hecho que su sentido común se volatilizase.El guerrero no tardó en responder, girándose hacia él levantó un brazo y concentró energía en la

palma de la mano. Antes de poder dispararlo fue la misma Katariel quién lo empujó haciendo que elchoque de energía se desviara unos centímetros.

Impactó muy cerca de sus pies, provocando que la honda expansiva lo hiciera caer al suelo.

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Nixon sacó su arma dispuesto a pelear, si el destino quería que los viera era por algo y debíatratar de defenderla.

—¡Tenemos un trato! ¡Dijiste que si iba contigo no le dañarías! —gritó la princesa enfurecida.Zachary, haciendo una mueca de desagrado, asintió.—¿Y qué hago? ¿Dejo que nos dispare? —le respondió.Aquellas pocas palabras le explicaron lo que estaba sucediendo allí. Katariel sí seguía siendo una

rehén y lo peor era que no presentaba batalla para salvarle la vida, otra vez.Ella siempre tenía que interponerse.Esta vez él sería quién la salvase.Justo cuando se puso en pie apuntó su arma. Ellos estaban absortos en una discusión y no vieron

cómo lo hacía. Cuando disparó el sonido cortó el aire hizo que los pájaros, hasta entonces posadosen la rama de los árboles, salieran volando, huyendo de allí.

La bala nunca llegó. El Draoid la hizo desaparecer por arte de magia.Lo vio hacer un hechizo, aunque no supo qué se proponía. Nixon salió corriendo en su dirección

en un intento desesperado por salvar a Katariel de sus garras enemigas. Ahora era su oportunidad deser un verdadero rey y poder devolverle todos los favores que le había hecho.

Una raíz del suelo brotó tirándolo con fuerza parando en seco su carrera. Rodó tratando delevantarse, pero a esa se le unieron muchas más cubriéndolo casi por completo.

Él forcejeó hasta gritar y desgarrarse las cuerdas bocales. Nada funcionó, ella volvía aescapársele entre los dedos sin poder evitarlo. La vida de Katariel era un bien tan preciado que seodió por no poder salvarlo.

Y así, vio como el Draoid la tomaba del brazo, justo cuando ella quiso avanzar hacia él paraayudarle, y se la llevó contra su voluntad. Vio partir a la mujer que amaba, con la impotencia desaber que no había podido salvarla.

Dejándola sola de nuevo.

*** —¡¿Qué le has hecho?! —bramó enfadada pasados unos minutos.Llevaban corriendo cerca de media hora y su cuerpo le exigía parar, así pues, tiró de él con todas

sus fuerzas hasta lograr que soltase su brazo.Colocando las manos sobre las rodillas trató de recuperar el aliento mientras su cabeza explotaba

en mil reacciones distintas. No podía creer que Zachary hubiera roto el trato que acababan de hacer.No tenía porqué sorprenderse, sin embargo, estaba tan decepcionada y enfadada que hubiera podidomatarlo allí mismo.

—Distraerlo, estará así un par de horas, pero no le pasará nada malo —explicó él algo molestocon su actitud.

Chasqueó los dedos haciendo aparecer una cuerda alrededor de su cintura, se ató con la suficientefuerza como para tenerla bajo control, aunque sin ejercer ningún daño.

—¿Ahora soy un perro? —preguntó tirando de la cuerda que llegaba hasta las manos de aquelhombre.

Él, divertido con la situación, se encogió de hombros fingiendo ser inocente.—No es que hayas dado muchas señales de ser obediente y no querer escaparte.En eso tenía razón, era mejor que durmiera con un ojo abierto porque ella se había cansado de ser

la princesa desvalida. La gota que había colmado el vaso había sido verlo atacar a Nixon, con ese

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acto acababa de firmar la guerra.Volvía a Draoid, sí, pero ya no quedaba nada de la pobre niña que creían que era. Había sido

entrenada para la guerra y eso es lo que se iban a encontrar. Ahora sabía demasiado, tantainformación sobre su vida había provocado que todo diera un giro.

Ya no era Katariel la princesa, ahora era Katariel la guerrera.Pensó en su padre, aquel hombre había conseguido que todo el mundo estuviera en su contra y eso

era todo un hito. Su crueldad no tenía límites y, contra más sabía de su pasado, más cosas horriblesentraban en su mente.

Treinta años de guerra. Había querido reinar en Draoid a base de casarse con la princesa delreino, al no conseguirlo, decidió acabar con su vida y hacer que toda su gente entregase la vida enuna guerra sin sentido.

¿Y los otros reinos? De todos quería algo, de Kaharos la sabiduría de los elfos y de Reiyar laspiedras preciosas que extraían de las montañas. Siempre tenía algo que sacar en su beneficio sintener en cuenta de que eran personas que solo querían una vida normal.

Eso la hizo recapacitar.—¿Hay forma de parar la guerra? —preguntó sin darse cuenta que lo hacía en voz alta.Zachary la miró con sorpresa.—Supongo que sí, acabando con tu padre —dijo con crudeza.Por mucho que esas palabras no le gustaron no pudo negar que eran ciertas. Él había iniciado

aquello y con su muerte podían firmarse nuevos pactos para alcanzar la paz que siempre habíaexistido.

Cabeceó con la idea sin volver a emitir palabra alguna.—¿Esa cabecita ya comienza a pensar como una reina?Katariel lo fulminó con la mirada, además, se cruzó de brazos para mostrar aún más su

descontento.—¡Oh! No vas a hablarme, ¿eh?Para aquel hombre todo parecía un juego, uno en el que podía salir mal parado.—Quizás debería besarte de nuevo, ahí estabas más receptiva.La joven se plantó, frenando en seco provocando que él la mirase con tal intensidad que sintió que

sus piernas flaqueaban. No mostró rastro de titubeo alguno para no hacer que se sintiera victorioso.—Sigo mojado, ¿tú no? —preguntó como si todo aquello le diera igual.Acto seguido se quitó la camiseta dejando al descubierto un pecho tan musculado que hizo que,

por desgracia, se descubriera a sí misma mirándolo de arriba abajo como si quisiera memorizarlo.Le sorprendió ver que todo él llevaba tatuajes, en el pecho parecía llevar una especie de

inscripciones que no pudo leer con claridad. Su vista se centró en su hombro izquierdo, dondellevaba una especie de cruz mezclada con un árbol de la vida que resaltaba más lo fuerte que estaba.

Pasados unos segundos no le importó que él viera lo mucho que miraba su desnudez, no teníannada que reprocharse el uno al otro.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Zachary triunfante.Katariel no se sonrojó, no era el primer hombre que veía sin camiseta y, dado los duros

entrenamientos que debían seguir para el campo de batalla, todos estaban fuertes.Él no podía ser una excepción.Se mordió la lengua sin contestar, no le importaba envenenarse ella misma si así no le daba ni un

segundo de disfrute a ese hombre.—Tú y yo en otras circunstancias, no hubiera importado, ¿no?

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Katariel fingió tener ganas de vomitar.—Ni que fueras el último hombre de la faz de la tierra. Nos extinguiríamos.Zachary no pudo aguantar más de dos segundos antes de volver a reír a carcajadas. Aquel sonido

se filtró en sus oídos, casi fue como si se tratase de una melodía capaz de transportarla a otroslugares, a otros momentos de su vida.

Como si él y ella se conocieran desde hacía muchísimo tiempo.

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Capítulo 33

Katariel certificó que aquel reino era asquerosamente caluroso. Al menos agradecía que losárboles apenas dejaran pasar rayos de sol, porque eso haría mucho peor su camino de vuelta aDraoid.

Pasadas unas horas, a modo de sorpresa, justo al atravesar un par de árboles encontraron lamochila de Zachary. Él pareció alegrarse antes de cogerla, acto seguido miró a su alrededor yasintió.

—Pasaremos la noche aquí, todavía nos quedan unas horas.La joven no se lo pensó y se dejó caer hasta sentarse en el suelo con las piernas cruzadas. Estaba

tan cansada que le gustó saber que iban a tener unas horas antes de regresar a su «tan preciadoposte».

Zachary buscó en su recién encontrada maleta y sacó una cantimplora, un poco de pan y embutido.No tardó en partirlo en dos para darle una porción cosa que ella aceptó encantada, por mucho quebatallara con ese hombre necesitaba comer para seguir con vida.

—Gracias.—No soy un bárbaro.Ella prefirió poner los ojos en blanco para no entrar en su provocación, estaba muy cansada y

solo esperaba tener un rato para dormir.Lo miró con atención cuando usó sus poderes para abrir la botella y servir un vaso de agua, uno

que levitó hasta bajar, delicadamente, sobre su mano derecha.—¿Cómo puedes conjurar sin decir palabras? —preguntó.Él, enarcando una ceja, pareció divertido con su pregunta.—¿Qué esperabas? ¡Oh, ya! Al decir magos nos imaginaste con calderos, bolas de cristal y cien

libros de hechizos.Se sonrojó, había dado en el clavo. Allí en palacio apenas había podido ver el mundo exterior y

era ahora cuando se daba cuenta de lo muy equivocada que estaba en todo. El mundo real era muydistinto.

—Hace siglos era así, pero la magia evoluciona generación tras generación y ahora somos

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capaces de controlarla con nuestra mente y unos pocos pasos con las manos —explicó.Eso tenía sentido, cada vez que lo había visto hacer magia siempre había ido acompañado de un

chasquido o un movimiento. Eso era mucho más práctico que recitar hechizos.—Duerme un rato, te ayudará para el camino que nos queda —comentó él cuando vio que acababa

su cena.Katariel dudó, las últimas noches él había llenado sus sueños. ¿Qué pasaría? Había comenzado a

temer sus aventuras nocturnas, con esas imágenes que la atormentaban. Estaba convencida de quequerían decir algo y que por eso Layla decía haber provocado eso, pero nada quitaba el cierto receloque sentía.

—¿Y tú?—Yo vigilaré, ya tendré tiempo de descansar cuando lleguemos. Mi cama me espera y a ti no

parece que el poste sea lo más cómodo.Asintió dándole la razón, aquel lugar era horrible, además estaba en medio del paso con todo el

mundo.Se tumbó dejando que su mente imaginase cuál sería el resultado de aquella noche y no le gustó

descubrir que tenía cierto miedo a esos sueños. Ellos mostraban algo que comenzaba a comprender ydel que estaba segura que no quería saber.

—¿Qué imágenes ves al dormirte?Él se pasó una mano por la cabeza, su cabello rapado ya había crecido unos centímetros y pensó

que le quedaba mejor así.—Te veo a ti, siempre dices mi nombre o me dices algo, estás feliz, como si fueras ajena a esta

guerra. Después mueres en todas ellas.Las palabras de Zachary calaron hondo en su pecho, era como si sus mentes se hubieran vuelto

locas a la par y buscaban enloquecerlos hasta reducirlos a una mera alucinación.—¿Tú que ves?Era justo que preguntase, aunque no estuvo segura de responder. Las últimas noches todo se había

tornado más confuso que nunca y decirlo en voz alta solo mostraría lo loca que se estaba volviendo.A pesar de eso, tomó una lenta respiración y contestó.—A ti siempre prometiéndome que volverías a encontrarme.Ambos se miraron en silencio incapaces de romper el silencio que los abrazaba. Cada uno tenía

su propio infierno interior.—Después el agua me lleva —concluyó Katariel.Zachary carraspeó un poco como si tuviera la necesidad de aclarar su garganta. No le culpó, lo

que acababan de decirse era extraño y no tenía sentido alguno. En otras circunstancias ellos hubierancompartido habitación en alguna institución psiquiátrica.

—Será mejor que duermas —cortó el guerrero.Ella le hizo caso, necesitaba esas horas de descanso. Su cuerpo ya comenzaba a sentirse

totalmente agotado y poder dormir, a pesar de las imágenes, era algo tan imperioso que apenas cerrarlos ojos cayó en un sueño tan profundo que temió no despertar nunca.

***

—Te dije dos días —regañó Zachary al aire sabiendo bien quién era el que estaba a punto de

aparecer allí.Markus hizo acto de presencia, la sorpresa de encontrarlos se reflejó en su rostro unos segundos

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antes de suspirar aliviado. Se fijó en Katariel, la cual parecía dormir plácidamente ajena a sualrededor.

—Faltan unas pocas horas para esos dos días. Bésame el culo por preocuparme, no te imaginas lodifícil que ha sido esperar —explicó su compañero.

Asintió aceptando sus palabras, no podía quejarse por querer cerciorarse de que estaba bien. Élera un buen hombre al que le confiaría su vida y eso era difícil de conseguir en un mundo como elsuyo.

—¿Temías que me matase? —preguntó divertido.Markus se dejó caer al suelo y echó la mano a su pesada mochila. De ahí sacó un par de cervezas,

le tendió una y las hicieron chocar a modo de brindis antes de poder abrirlas y pegar un trago.—No, eso no me preocupaba —contestó convencido.Zachary recordó todo el camino con aquella mujer y sonrió antes de seguir bebiendo.—Pues me ha ido de un pelo en algún momento, no creas —se sinceró.Había sido excitante seguirla por aquel bosque. Resultaba estimulante haberla visto pelear con

uñas y dientes. Además, tenía claro que si Nixon no hubiera aparecido no hubiera podido traerla aDraoid de vuelta.

Tenía un corazón demasiado blando.—Y si no era mi muerte, ¿qué era lo que te preocupaba?Markus la señaló con el botellín antes de volver a beber.—Algo ha cambiado entre vosotros y serías tonto de negarlo —le acusó ferozmente.Su amigo tenía razón, había cosas que estaban evolucionado de una forma que no habría esperado

jamás. Entre ellos comenzaba a haber un vínculo, muy a pesar de que ella hubiera tratado deasesinarlo; eso había sido supervivencia y no lo iba a tener en cuenta.

—Ella también sueña conmigo. Dice que le prometo encontrarla —dijo sin saber muy bien porquélo hacía.

Era como una pesada carga que necesitaba soltar y no había nadie mejor en el mundo a quiénconfiarle un secreto.

Markus se llevó las manos a las sienes tratando de masajearse y así conseguir algo de claridad enalgo tan turbio. Nunca había sentido que alguien hubiera vivido algo semejante y sabía que no loharía.

—¿Y qué crees que son todas esas imágenes? ¿Qué quieren decir? —preguntó el segundo almando siendo incapaz de comprender semejante locura.

Zachary tenía una teoría en la mente, una que parecía tomar fuerza con cada noche que pasaba,pero que no significaba que fuera cierta. De serlo, todo se tornaría mucho más extraño.

—Creo que son vidas…Decirlo en voz alta le hizo sentir como un loco, pero el silencio de Markus le indicó que tenía

mucho más sentido de lo que habría pensado en un principio.—Quieres decir… —Se detuvo a pensar—. ¿Qué ya os conocéis?Asintió solemnemente.De pronto vieron como el sueño de Katariel cambiaba. Ya no dormía plácidamente, en su defecto

había comenzado a moverse de un lado al otro como si algo la persiguiera. Quiso ir a despertarla, sinembargo, se contuvo, como si quisiera dejar que ella misma se enfrentase a esos demonios.

Además, había demostrado ser lo suficientemente fuerte como para poder enfrentarse a cualquiercosa.

—Creo que nos hemos conocido cientos de veces —sentenció Zachary contestando la pregunta de

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su amigo.No dejó que dijera nada más porque su mente iba mucho más rápida que cualquier cosa en ese

bosque. Era como si alguien hubiera abierto el cajón de los truenos y todos ellos resonaran sinpiedad.

—Y creo que siempre hemos estado en lados opuestos de la balanza.Markus lo miró como si acabase de enloquecer y no lo culpó, solo rio ante su gesto totalmente

desfigurado.—¿Cómo sabes eso? Porque yo sueño con una mujer y no saco tanta información.—Es sencillo, ella, en mis sueños, siempre acaba muerta.Su amigo suspiró pesadamente antes de sacar una segunda tanda de cervezas. No beberían más

que esas dos porque necesitaban estar despejados para el día siguiente, pero el alcohol estabaayudando.

—Si yo soñara así con Molly o alguna otra me pegaría un tiro.—Yo estoy a un paso, pero prefiero seguir jugando que hay más allá de todo eso.Hicieron un brindis.—Por esta locura de mundo —dijeron a la vez.

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Capítulo 34

Cuando Katariel despertó no estuvo contenta de ver a Markus con ellos, lo fulminó con la miradasiendo incapaz de fingir indiferencia.

—Veo que te alegras de verme —dijo lanzando un beso al aire.Katariel se revolvió cuando un escalofrío la atravesó de los pies a la cabeza.—Sí, después de mis días del mes eres lo más alegre que puedo ver —contestó sin miedo

ninguno.La sorpresa se reflejó en el rostro de Markus, el cual, en vez de contestar o decir algo de mal

humor, prefirió reír como si acabasen de contarle uno de los mejores chistes del mundo.—¡Oh, claro! Que aún no conocías a la alegre Katariel —exclamó Zachary acercándose a ella —.

Markus, te presento a la rehén ya no tan callada. Ha sido un auténtico placer pelear con ella por todoeste maldito bosque.

La princesa decidió cambiar de objetivo y mirar al guerrero como si tratase de fundirlo allímismo, no lo consiguió, pero no le importó no lograrlo. Él sabía bien cómo se sentía.

—No te creas que para mí ha sido un paseo tranquilo —contestó.No, no lo había sido y era una sorpresa encontrar que, debajo de esa piel fina y delicada, se

encontraba una guerrera más feroz que muchos de sus soldados.Regresaron a Draoid más pacíficamente de lo que hubiera esperado en un principio. Ella dejó que

ellos hablaran de sus cosas, tampoco entró en ninguna provocación que lanzaron al aire para hacerlarabiar.

Fue como si al regresar a casa todo volviera a estar como antes. Eso le molestó un poco, legustaba esa nueva faceta de la princesa y perderla tan pronto era algo desalentador.

—¿Lista para Gerald? —preguntó Zachary.El primer paso para salir del bosque lo dio Katariel mostrando que esta preparada para lo que

viniera de ahí en adelante. Su mirada y su gesto serio hicieron que ambos hombres pudieran llegar asentir algo de pena por su cambio.

Esa mujer mordaz parecía haberse diluido paso a paso hasta regresar.El rey no tardó en salir a recibirlos cuando las primeras voces comenzaron a sonar contando su

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regreso.Atravesó la plaza siendo incapaz de esperar a que llegaran ante su casa. Su rostro, donde

reflejaba enfado, no mostró un ápice de alivio al verla de regreso. Algo que sorprendió a Zachary.Justo cuando se detuvo ante Katariel levantó la mano soltándole un sonoro bofetón que hizo que

girase la cara.—Devuélvela a su poste, seguro que lo ha echado de menos —ordenó impasible.Ella volvió a encararlo, aunque esta vez con una sonrisa en los labios que se dibujaba tan amplia

que todos creyeron que acababa de enloquecer.—¿Por qué no me atas tú, abuelo? ¿O crees que no ensuciarte las manos hace que Layla se

remueva menos en su tumba?Un segundo bofetón atravesó el aire, esta vez con tanta fuerza que estuvo a punto de caer al suelo;

se tambaleó unos pocos segundos antes de que el rey la tomase del cuello de la camiseta y laacercase a él.

—¡Tú no sabes nada!Katariel no se amedrentó, al contrario, se acercó mucho más a su rostro para mirarlo a los ojos.—¡Yo lo sé todo! Tu codicia hizo entregarla como si de un trofeo se tratase y me dejaste con ese

hombre sabiendo de todo lo que era capaz. ¡No eres distinto a mi padre! ¡Sois dos hombres cortadospor el mismo patrón!

Zachary quedó perplejo ante las palabras de la joven, aunque no fue el único. Todos los presentesse sorprendieron al ver que ella había descubierto cosas de su pasado. Ese mismo que lo ataba alrey.

Gerald, con rabia, tomó la cuerda que llevaba el primer al mando y tiró de su nieta instándola acaminar hasta llegar al poste. Ahí, apretándole los hombros, hizo que se sentase justo para atarla,aunque esta vez sí puso sus manos por encima de su cabeza haciendo, aún más, difícil su postura.

—¿Así me ensucio las manos suficiente?—Tus manos ya tienen sangre de sobra, podrán aceptar lo que me hagas, lo que no sé es cómo lo

vería tu hija.Gerald levantó el puño dispuesto a atacarla justo cuando un sonoro «NO» resonó en el viento.Era Loretta.La reina madre irrumpió en la discusión sin temor a enfrentarse a Gerald. Corrió como pudo hasta

colocarse entre su biznieta y su hijo, no temió ataque alguno porque él jamás la dañaría.—¿No ha recibido suficiente? —preguntó enfadada.—¡Mira lo que has hecho! Le has explicado lo que no quería que supiera y has conseguido que se

crezca. ¡Es una prisionera! Su lazo sanguíneo no significa nada para mí.Zachary quiso intervenir. Por primera vez en mucho tiempo no sentía las palabras de su rey como

suyas. Había conocido a Katariel más a fondo que los estándares pedían, ya no era la hija delenemigo, era mucho más y todos lo sabían.

No era una simple rehén.—Claro que no. Dile a todo el reino, con orgullo, que a la mujer que torturas es tu nieta. Ellos lo

saben, pero es mucho mejor si lo dices en voz alta. Diles también que planeas hacerle el daño que lehizo Negan a tu hija, que eres capaz de infringir daño a lo que queda de Layla.

Ante las palabras de Loretta, Katariel no pudo más que agachar la mirada como si aquello fueraterriblemente doloroso. No obstante, el rey siguió mirando a su madre con tanta fiereza que hizo queZachary se preocupase.

—También diles que jamás moviste un dedo por ese bebé. Que Malorie envió cientos de cartas

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durante sus primeros años de vida avisando que la niña corría peligro. Cuenta como quemaste esascartas y nos condenaste a perder una nieta por tu odio.

Gerald apretó los puños.—Madre…Loretta negó con la cabeza.—Si quieres hacerlo al menos acepta las consecuencias de tus actos.El rey miró a Katariel destilando odio por todos sus poros, no importaban las palabras de su

madre, él jamás la vería como era, solo como una persona a la que destruir y aplastar como a uninsecto.

—Layla murió por protegerte —la acusó.Ella jadeó como si eso doliera.—Hizo lo que toda madre haría por sus hijos, lo que tendrías que haber hecho tú al saber que su

marido la golpeaba y le hacía vivir un infierno. Estuviste meses tratando de mediar su regreso sin ir apor ella. Quisiste solucionarlo pacíficamente acabando con su vida, porque acepta que no solo Neganla asesinó, tus manos están manchadas con la misma sangre —sentenció Loretta con dureza.

El rey, siendo incapaz de soportarlo, se llevó las manos al pecho como si aquello fuerademasiado doloroso como para soportarlo. Eran recuerdos que hacían mella en él amenazando conconsumirlo.

—Permití que gestionaras lo de Layla, pero con Katariel no echaré la vista a un lado.Gerald, casi enloqueciendo, buscó la forma de sortear a su madre para alcanzar a la mujer que

parecía haber removido el mundo. Ese había sido un regalo envenenado del destino y pensabahacérselo pagar.

Zachary se movió a toda velocidad tratando de detener a su monarca, pero llegó tarde ya quequién le paró los pies fue la reina madre.

De un fuerte golpe del bastón contra el suelo, provocó una honda expansiva que lanzó a todos loque estaban más cerca, a metros de distancia. Cayeron al suelo de forma poco amable y golpeándoloduramente.

—He hablado con suficiente claridad como para no tener que repetirlo —dijo Loretta mirando asu hijo con cierta decepción.

El rey se levantó algo dolorido. Para sorpresa de todos no trató de alcanzar a su nieta oenfrentarse a su madre una vez más. Aceptó sus palabras, aunque no le gustaban, y caminó hacia sucasa mientras maldecía en voz alta.

—Lo siento… —susurró Katariel.Eso llamó la atención de la reina madre, la cual se giró hacia ella contemplándola con todo el

cariño del mundo.—¿Y qué sientes?Ella, algo confusa por lo sucedido, carraspeó un poco tratando de despejar su mente y poner algo

de claridad a tanta confusión. Para todos había sido algo difícil de contemplar y mantenerse almargen.

—Me soltó para que huyera y le he traído más problemas —confesó acongojada.Loretta acarició le cabeza de su biznieta.—¡Oh, no, niña! Hacía mucho tiempo que debíamos de reunir cuentas con el pasado. Todos

hicimos sacrificios y tomamos decisiones poco acertadas. Tu presencia ha traído lo inevitable, perotodo esto pasó sin que tengas culpa alguna.

Katariel asintió tragando saliva, todos sabían que no era capaz de creerla. De alguna forma

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lograba sentirse culpable del espectáculo que acababan de presenciar. Algo que jamás habíasucedido antes.

—¿Qué más tienes en esa cabecita? —preguntó la reina madre.Ella, con sorpresa, cabeceó un poco.—¿Malorie era Draoid?Loretta asintió.—Sé, pequeña, que quisiste mucho a esa mujer. Y por cómo la conocía, también sé que su amor

hacia ti fue puro.Las lágrimas mancharon el rostro de la joven, la cual luchó por ocultarlas sin conseguirlo.La reina volvió a atar las manos de ella en la cintura, salvándola de la postura tan incómoda. No

podía liberarla y lo sabía bien, pero al menos quiso cerciorarse de que estaba en mejor posición.Acto seguido, y sin despedirse, se marchó canturreando una canción infantil como si nada hubiera

pasado.Pero sí lo había hecho.

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Capítulo 35

Katariel pasó todo el día atada, no se la llevaron a trabajar el campo o a nada similar. Fue comosi, de pronto, olvidasen que estaba ahí. Esa noche parecía en calma, volvía a ser calurosa, peromucho más soportable que la anterior.

Escuchaba los gritos provenientes de la casa del rey, llevaba horas discutiendo con Loretta,Zachary y Markus cada uno por sus razones propias.

Con Loretta era por defenderla a capa y espada a pesar de que ella no lo merecía.Con Zachary por confesar que había tenido a Nixon al alcance de la mano y lo había dejado

escapar. El guerrero confesó que bastante difícil había sido darle caza, si a eso le añadía la muertede su prometido, el regreso a casa hubiera sido un infierno. Había preferido priorizar.

Y para Markus también hubo mal humor porque había decidido no ponerla a trabajar en todo eldía después de haberse escapado.

Así pues, acabó mascullando que tenía a todo el reino en contra por una mujer que no merecía elaire que respiraba.

Una brisa de aire lo cambió todo, fue como si saltasen todas las alarmas de su interiorreconociendo un olor dulce muy particular. Dejó de mirar hacia la casa del rey para observar comoel resto de rehenes también lo habían notado.

De pronto fue como si en el suelo comenzaran a dibujarse una especie de huellas que leprovocaron un vuelco al corazón.

No lo dudó ni un instante, giró la cabeza y gritó con toda la fuerza que pudo vaciando lospulmones al instante.

—¡AYUDA!Hicieron falta dos intentos antes de que abrieran esa maldita ventana por la que siempre miraban y

la vigilaban.—¿Te has vuelto loca? —preguntó Gerald sorprendido.Katariel negó con la cabeza.—Estáis en peligro, tenéis que…No pudo terminar la frase, su abuelo logró materializar un pañuelo que ató sobre su boca a modo

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de mordaza. Ella trató de comunicarse, pero le fue imposible decir una sola palabra más.La discusión siguió a expensas de que, la princesa, había comenzado a revolverse con fuerza. Se

llevó las cuerdas de las muñecas a la boca con desesperación, esperando poder desatarse. Logróquitarse la dichosa mordaza, pero le fue imposible deshacer el nudo.

Una segunda brisa de aire le indicó que estaba en lo cierto de temer por su propia vida.Justo ahí, entre ellos, acababa de llegar un enemigo peor que cualquier Draoid. Aquellos seres

solían formar parte de los cuentos populares que usaban para asustar a los niños. Podían desaparecera voluntad dejando un reguero dulce que atraía a sus víctimas.

—¡ELFOS! —bramó asustada.Sabía de lo que eran capaces.No eran seres de luz como la gente solía pensar. Podían llegar a ser poderosos y despiadados,

capaces de cualquier cosa por su propio beneficio.De pronto notó unas manos tomar sus tobillos, el agarre fue firme y con fuerza, tirando de ella

para llevársela. Justo cuando la cuerda de las manos los detuvo, la magia hizo el se soltase del postey de sus muñecas a la vez.

El corazón de Katariel estaba a punto de colapsar allí mismo. Ella era el objetivo y eso no podíasignificar nada bueno. Se revolvió con fuerza logrando dejar ir uno de sus pies. Tomó impulso ypateó con toda la fuerza que pudo reunir encontrando algo duro que crujió y gritó a partes iguales.

Aprovechó la confusión para rodar sobre sí misma y tratar de incorporarse para correr endirección contraria a aquellos seres.

—¡AYUDA!Su grito alertó al resto, que esta vez sí la creyeron.Antes de que llegasen volvieron a tomarla de las piernas, haciéndola caer de bruces al suelo con

fuerza. Sus pulmones se vaciaron de aire al instante y necesitó unos segundos antes de volver en sí.La arrastraban como a un saco, necesitaba defenderse o, de lo contrario, los elfos se la llevarían.

Estiró los brazos y logró alcanzar la cuerda que, hasta hacía apenas unos segundos, ataba susmuñecas.

Con fuerza, giró sobre sí misma al mismo tiempo que usaba aquello como arma. Se irguió lo justocomo para calcular dónde estaba la cabeza de su atacante y la ató alrededor de su cuello. Ahí apretócon toda la fuerza que pudo reunir.

Gerald lanzó una especie de rayo al cielo que provocó que todos los elfos presentes se hicieranvisible. Y eran muchos. Demasiados.

Todo Draoid salió a combatir al enemigo.Ella no soltó la cuerda hasta cerciorarse de que perdía el conocimiento, apretó hasta que cayó al

suelo sin moverse ni un ápice. Fue justo en ese momento en el que alguien la tomó por debajo de losbrazos y la levantó.

Sonrió al encontrar una cara conocida, Zachary.—Dame un arma —pidió.—¿Te has vuelto loca? —preguntó como si acabase de pedir algo prohibido.Tuvieron que separarse unos segundos porque dos elfos los atacaron, eran muy superiores

numéricamente y tenían un claro objetivo: la princesa de Nislava.—¡Agáchate! —gritó Markus.Le hizo caso sin rechistar, notando una gran fuerza pasar por encima hasta impactar contra uno de

los enemigos. La honda expansiva la tiró al suelo, aunque pudo recuperarse a toda velocidad ylevantarse como si nada.

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—¡Qué me des un arma, joder! ¡Sé pelear!No iba a huir porque las expectativas de ir al reino de Kaharos no eran las mejores, casi prefería

el trato que estaba recibiendo en Draoid. Puestos a elegir, ese era el mejor de los reinos hasta lafecha.

El infierno se desató a su alrededor y solo pudo unirse a ese caos. Entró a pelear con toda lafuerza que tenía y demostrar que era mucho más que un objeto a ganar en una guerra absurda.

Tras noquear a un par de elfos, presa del enfado, se acercó a toda prisa a Zachary. Él acababa dehacer explotar a un enemigo cuando dejó que entrase en su campo de visión.

Katariel se aferró a su cintura sabiendo bien que, a pesar de los poderes, llevaba un arma encimapor miedo a que sus poderes fallasen. Se la había visto en el bosque cuando se quitó la camiseta,como también sabía que Markus también llevaba una.

Él frunció el ceño ante su cercanía y pronto comprendió lo que buscaba entre sus ropas.—Está mojada del lago, no disparará —la advirtió segundos antes de silbar al hombre que tenía

delante.Markus negó con la cabeza antes de sacar la suya y lanzarla al aire, Katariel la tomó luciendo una

enorme sonrisa. Ahora podría estar a la altura de las circunstancias y pelear como sabía.—Esto es una mala idea —masculló el segundo al mando.Zachary le ordenó que no se separara de él, quería tenerla vigilada y no lo culpó por querer algo

así. Ella lo iba a intentar con todas sus fuerzas, aunque falló estrepitosamente cuando vio que loselfos estaban tratando de llevarse a los rehenes.

Corrió hacia ellos y disparó a uno en la cabeza antes de patear al otro en el pecho haciéndoleperder el equilibrio. Eso bastó para que un guerrero Draoid acabase con él casi al instante.

Katariel miró a los rehenes, ellos eran solo daños colaterales de la guerra de su padre y ese era laúnica oportunidad que tenían.

—Huid —les dijo sabiendo que iba a ser la única vez que pudieran hacerlo.—Venid con nosotros, princesa —pidió la mujer.Kata, sabiendo que no podía, negó con la cabeza. Acababan de depositar en ella la confianza

suficiente como para entregarle un arma, además, en aquellos momentos había dos reinos peleandoúnica y exclusivamente por conseguirla.

No tenía escapatoria, sin embargo, ellos sí.—Corred, rápido y no miréis atrás.La orden no se hizo esperar, asintieron y giraron sobre sus talones lo suficiente como para correr.

Estaba convencida de que, a través del caos, nadie se fijaría en ellos y así podrían regresar a casa.Katariel, dispuesta a seguir batallando, buscó a Zachary con la mirada para hacer justo lo que le

había pedido: permanecer a su lado.Antes de hacerlo no pudo evitar ver como, mientras Markus peleaba, un elfo pretendía atacarle

por la espalda. No dudó ni un segundo, cargó su arma y le disparó en la nuca provocando que cayeraal suelo sin remedio.

El segundo al mando se giró para ver lo que acababa de suceder, encontrándosela con una sonrisatan amplia que parecía un niño abriendo sus regalos de cumpleaños.

—Una mala idea, ¿eh? —dijo orgullosa.El guerrero tuvo que morderse la lengua para no decir una grosería, lo supo por cómo su

mandíbula se apretó con fuerza.Alguien la tomó del brazo y la giró de golpe, ella levantó la pistola y apuntó justo en la sien del

recién llegado. Por suerte no llegó a apretar el gatillo, solo consiguió perderse en los ojos oscuros de

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Zachary.—Te dije que te quedaras cerca de mí, no creas que no he visto lo que has hecho —la regañó.—Después te encargas de los azotes, ahora no tengo tiempo para pelear contigo —sonrió ella.El guerrero sonrió mirando directamente a su boca y supo que, de no haber sido por el infierno a

su alrededor, ellos hubieran tenido otro momento íntimo. Una parte de sí misma se quejó por no teneren cuenta muchas cosas, Nixon, que eran enemigos, que tenían que odiarse y todas esas cosas que,ahora, le parecían tonterías, pero la otra parte se quejó por tener que matar elfos en vez de dar riendasuelta a lo que sentía.

Llevada por su instinto más primario, echó el brazo hacia atrás y disparó en el pecho al enemigoque venía.

—Habrá que dejarlo para después —prometió Zachary.Lo peor fue que Katariel aceptó asintiendo con la cabeza.

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Capítulo 36

Los elfos habían venido con un claro objetivo y no pensaban irse hasta que tuvieran a Katariel. Noles importó atravesar las fronteras de su reino e invadir Draoid, algo que jamás habían hecho, parallevársela.

Estaba claro que era una pieza importante y que estaban dispuestos a todo para conseguirla. Pelearon arduamente sin importar las consecuencias o cuantos soldados morían de ambos bandos.

Los elfos eran conocidos por sus artes en la guerra, eran fieros guerreros que dominaban cierto ladode la magia como ellos, lo que equiparaba las fuerzas.

Pasado un rato, a pesar de que lo intentó, no fue capaz de ver a Katariel. Miró a su alrededorcompletamente desesperado por encontrarla y solo pudo ver muerte por doquier.

—¡KATARIEL! —bramó tratando de encontrarla.Markus, alertado por el grito, también trató de contribuir en la búsqueda. Fueron minutos de

angustia antes de encontrarla completamente rodeada por más de diez elfos.La joven trató de defenderse como pudo, lanzó golpes y disparos hasta que acabó con el cargador

de su arma. Fue en ese momento, cuando no quedaban balas, que decidió encogerse de hombros ygolpearle en la cabeza con la pistola.

Tanto él como el segundo al mando estaban tratando de llegar hasta ella, sabía que tenían ventajasuficiente como para hacerlo, pero todo cambió en cuestión de segundos.

Los elfos se colocaron en fila y cantaron un encantamiento que todo Draoid pudo reconocer.De sus manos surgieron cadenas doradas que usaron para atar alrededor del cuerpo de Katariel.

Ella, presa del pánico, giró para tratar de huir, pero no lo consiguió. Solo pudo notar como diez deesos encantamientos rodeaban parte del tronco superior de su cuerpo y comenzaban a tirar.

Zachary lanzó un hechizo al aire encontrándose que chocó contra una barrera defensiva queacababan de conjurar el enemigo.

No quedaba nadie cerca de la princesa, habían conseguido su objetivo. Aprovechando el caos lahabían separado de los demás hasta conseguir dominarla. Y eso no era bueno.

Su propio abuelo trató de romper la barrera siendo incapaz de conseguirlo, ahí gritó, con horror elnombre de su nieta por primera vez.

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***

Katariel se tiró al suelo en un intento desesperado de intentar pesar más y poner más difícil que

pudieran llevársela. Si aquellas orejas puntiagudas querían llevársela iban a tener que pelear duropor conseguirlo.

Escuchó el grito de su abuelo consiguiendo que algo se removiera por dentro.Miró hacia ellos, comprobando que todos estaban tratando de romper eso que parecía separarlos.

Sin querer dar lástima, alargó los brazos en un intento inútil de alcanzarlos.No quería tener una audiencia con el temido rey de Kaharos.Pasados unos segundos notó que las cadenas no solo servían para tirar de ella, por cada instante

que ella gastaba forcejeando se calentaban lentamente. Pocos segundos después estaban tan ardiendoque notó como atravesaban la ropa hasta llegar a la piel.

Dolía, mucho más de lo que podía soportar, no obstante, se aferró al suelo con las manos ypresentó toda la batalla posible mientras trataban de tirar de ella como si de un animal se tratase.

Gritó y ya no supo si era dolor, rabia o miedo lo que se destilaba por sus poros. Solo queríaacabar con aquello y enviar al infierno a los elfos.

Lograron ponerla en pie antes de que ella volviera a tirarse al suelo y agarrarse como si la vida lefuera en el intento. No importó cuando la piel de las yemas de sus dedos se desgarró, ni lasquemaduras que sentía a causa de las cadenas; solo quería huir.

Fue justo ahí, con todos los Draoid tratando de ayudarla, que el miedo y la rabia se unieron en unúnico sentimiento. No supo describir cómo se sentía, solo que necesitaba dejarse ir.

Miró al cielo y quedó de rodillas un instante en un intento estúpido por tomar aire.No quería aquello, no quería ser una pieza en ese tablero de juego. Estaba cansada de ser

princesa, de ser acusada de crímenes que no había cometido y de ser solo un trofeo que mostrar almundo.

Y ahí, con la rabia burbujeando en sus venas, la piel llena de heridas y las ropas manchadas desangre que gritó al cielo como nunca antes lo había hecho.

***

Zachary pudo contemplar como Katariel se dejaba la vida peleando para que no se la llevaran, de

verdad podía observar como lo intentaba a pesar de que no parecía tener mucho con qué defenderse.Ella gritó, con una rabia tan interna que parecía haber estado quemándola por dentro. Ahí estaba,

de rodillas, con diez cadenas alrededor de su cuerpo mientras tiraban de ella como si de un animal setratase.

Lo impensable se hizo real, del cuerpo de Kata surgió una honda expansiva de tal magnitud quehizo temblar el suelo. Fue en dirección a los elfos que tenía a su espalda, los arrolló con fuerza y, atodo el que tocó, se deshizo en el aire como si de burbujas de jabón se tratasen.

No solo acabó con la vida de ellos, arrasó cualquier rastro de casa, árbol o señal que encontró asu paso. Después de eso, con las cadenas todavía incrustadas, cayó al suelo provocando que seformase un charco de sangre a su alrededor.

La barrera no cayó, pero sí se hizo añicos cuando Loretta golpeó con su bastón contra el suelo.Ese fue el momento en el que Zachary y Markus se acercaron a ella, al hacerlo se quedaroncongelados unos instantes incapaces de tocarla.

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Ella gemía de dolor visiblemente agotada. No tardaron en darse cuenta de que sus atadurasseguían estando al rojo vivo.

Usaron su magia para quitar el resto, si las tocaban corrían el riesgo de quemarse como ella. Solocuando cayó la última al suelo pudieron escucharla suspirar de alivio, estaba al borde entre laconsciencia y la inconsciencia tratando de mantenerse despierta.

Zachary se agachó lo justo como para poder tomarla en brazos, no fue tarea fácil ya que toda ellaparecía estar herida. Gritó cuando sus brazos la tocaron, lo que no hizo sencilla la tarea de ponerla asalvo.

Se puso en pie con ella muy próxima a su pecho, estaba tan exhausta que no se quejó. Ese fue elmomento para pensar lo que acababa de ocurrir. Ella había sido capaz de producir una explosión a sualrededor de una magnitud terrible.

Eso solo significaba que Kata sí tenía poderes. Su parte Draoid acababa de despertar parasorpresa de todos.

Solo cuando giró sobre sus talones pudo enfrentarse a su rey, el cual llegó hasta ellos. Miró a sunieta valorando los daños físicos que tenía por toda su piel y, aunque no pareció preocupado, símostró una mueca de desagrado.

—Llévala a Molly, rápido —ordenó.Lo hizo seguido de su fiel compañero, él le cuidaba las espaldas mientras se abría paso entre la

multitud. Nadie dijo nada, no supieron hacerlo. Acababan de vivir el ataque más feroz en los últimosaños de un país con el que siempre habían mantenido una especie de paz dormida.

Ellos se habían atrevido a venir al corazón de Draoid y atacarlos directamente. Eso solosembraba la semilla de la guerra.

Cuando llegó a casa de Molly, ella se dio prisa en abrir la puerta. Entró con la joven y caminóhacia donde le indicó sin preguntar siquiera. Solo sentía la necesidad de ponerla a salvo de una vezpor todas.

—Colócala sobre la cama —le pidió y lo hizo.Era la habitación de invitados, pero no quiso pararse a mirar disposición alguna, solo vio que era

pequeña y que las sábanas blancas de aquel colchón acabarían totalmente manchadas.Katariel lloriqueó cuando su piel lastimada tocó el colchón.—Shh, pequeña —susurró Zachary tratando de hacerla sentir mejor.Con la yema del dedo, borró una lágrima que cayó de sus ojos y se odió por no haber sido capaz

de ayudarla cuando lo había necesitado.—Cielo, vas a estar bien, te lo prometo —dijo Molly.Lo primero que fue a buscar fueron unas tijeras, las mismas que usó para cortar su rasgada

camiseta. Lo siguiente que pudieron ver les rompió el corazón sin opción a volver recomponerlo.Toda ella era una herida que empezaba en el cuello y bajaba hasta la cintura. Las cadenas habían

hecho girones su piel, quemándola y destrozándola hasta llegar al músculo, algunas incluso a loshuesos.

Y aquello iba a ponerse mucho peor. Los Draoids conocían ese hechizo porque era uno de losprohibidos. Las cadenas no solo se calentaban, también al retirarlas, si no era quién las habíaconjurado, dejaban unas grandes espinas clavadas a modo de recuerdo.

Y eso es lo que tenía ella en la piel, restos de espinas que Molly tenía que sacar antes de podercurarla.

Vieron como se ponía unos guantes, además, trajo una bandeja metálica y unas pinzas paraponerse manos a la obra.

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—¿Por qué no usas magia? —preguntó Markus.—Si lo hago, por cada una que saque saldrán tres más y no está como para soportarlo —explicó.Zachary tragó saliva, estaban a punto de contemplar algo que no iban a olvidar el resto de sus

vidas.Molly tomó una espina y, sin contar hasta tres, la sacó produciendo que Katariel gritase con todo

el aire de sus pulmones. No solo eso, se irguió y buscó la forma de huir de aquella cama que acababade convertirse en un potro de tortura.

—Sujetadla —ordenó antes de ir a por una segunda.Kata bramó como si la vida se le escapase entre los dedos. Luchó por salir de allí siendo incapaz

de comprender el dolor que estaba sufriendo.Zachary subió a la cama y se sentó en la cabecera, la colocó con sumo cariño sobre su regazo,

tratando de que su cabeza descansara cerca de él. Después tomó sus manos y las apretó mostrándoleque no estaba sola.

La tercera provocó que, al no poder mover los brazos, agitara las piernas acertando en lascostillas a Molly. La tiró con fuerza haciendo volar la bandeja, las pinzas y a la mujer que trataba deayudarla.

Esta se levantó algo aturdida y fulminó con la mirada a Markus.—A las piernas, ya —ordenó.Él corrió y también se subió a la cama usando su propio peso para conseguir que ella no pudiera

golpear de nuevo.Los gritos de Katariel resonaron por todo el reino, ellos tres supieron que, al tener la ventana

abierta, eran capaces de escuchar la tortura a la que estaba siendo sometida.Gritó, lloró y suplicó que parasen siendo incapaz de conseguirlo. El dolor no cedió, aunque solo

lo hacían para ayudarla. Sabían que ella, en su estado de agotamiento, era incapaz de entender elporqué de todo aquello.

—¡Basta! —gritó pidiendo una y otra vez.Molly, con el rostro impregnado de lágrimas, hizo oídos sordos y siguió quitando una tras otra

tratando de acabar cuanto antes con aquello.—Por favor… para… por favor… —suplicó llorando sin poder soportarlo.Zachary bajó la cabeza hasta dejar que su frente tocase la de aquella mujer. Fue un contacto

suficiente como para provocar que ella lo mirase a los ojos.—No volveré a escapar, lo prometo… parad… por favor —siguió pidiendo rompiéndole el

corazón a todos los presentes.Markus blasfemó sin soltarla, sabían que el tiempo jugaba en su contra y debían darse prisa en

acabar con aquello.—Katariel, mírame —pidió Zach.Ella, centrada en el dolor no le hizo caso. Siguió gritando, desgarrándose con cada nueva espina

que extraían de su destrozado cuerpo.—Mírame, amor.Esa palabra la hizo reaccionar como si fuera un viejo recuerdo, centró su vista en él como si la

hubiera sentido millones de veces antes. Hasta Zachary tuvo ese sentimiento, casi como si esapalabra fuera familiar.

—Todo esto es por ayudarte, acabará, te lo prometo. Céntrate en mí, mírame —pidió.Ella asintió tratando de hacer lo que le pedía, no obstante, dos espinas después no fue capaz de

cumplirlo y volvió a gritar. Se revolvió con fuerza tratando de salir de aquella habitación de una vez

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por todas.—¡Basta!Loretta hizo acto de presencia, tirando del brazo de su hijo. Uno que dudó en entrar en la

habitación de los horrores.Empujado por su madre, logró colarse dentro y observar lo que ocurría. Perplejo fue testigo de

como dos hombres trataban de contener a una pobre mujer que se revolvía en su propio dolor.Molly estaba tratando de darse prisa, pero tenía el cuerpo tan lleno de espinas que podrían pasar

horas haciendo aquello.Se acercó a ellos para contemplar más de cerca lo que ocurría. Todos supieron que no había

estado preparado para encontrarse con un cuerpo hecho girones y con una Katariel gritando de dolor.Ella lo miró y, absorta en lo que le estaban haciendo, trató de soltar una mano para agarrarse a él

como si fuera su salvador.—Páralos, por favor —lloró siendo incapaz de detenerlos.Ahí fue cuando el gran rey Gerald se rindió a lo inevitable. En él seguía quedando corazón

suficiente como para saber que lo que estaba viviendo era demasiado para soportarlo.Con cariño se sentó en el borde de la cama echando a Molly, su mano quiso tocar su estómago,

pero se contuvo al observar las profundas heridas que tenía. Cambió el plan sobre la marchaajustándose a las condiciones a las que se enfrentaba.

Su mano cayó, cariñosamente, sobre la mejilla que hacía horas que había golpeado. Las lágrimasla mojaron y pareció remover algo interno de aquel hombre.

No era su hija, no era la mujer por la que la ira lo había consumido, sin embargo, era su nieta.Y estaba sufriendo lo indecible.—Por favor… No me escaparé… Haré lo que digáis… —suplicó completamente rota.Gerald apretó la mano en su mejilla dejando que la magia entrase en ella. Lo hizo con cuidado,

tratando de evitar el hechizo que tenía de las cadenas. No podía aliviar su dolor quitando las espinas,pero podía ayudar de una forma que nadie podía.

Alcanzó su cabeza y, con sumo cuidado, dejó que su mano libre apoyara sobre su frente. Justo ahílogró hacer un hechizo que muy pocos controlaban.

Poco a poco Katariel fue cediendo al sueño que la embaucó. No lo hizo de forma rápida, tardóunos minutos en caer demostrando lo fuerte que era. Por suerte, logró conseguir que se dejara llevarpor un profundo descanso.

Solo cuando su cuerpo cayó laxo sobre la cama, los tres hombres la dejaron ir.Gerald la observó en silencio unos pocos segundos más, necesitó aclararse la voz un poco más

antes de poder hablar.—Date prisa, solo estará así un par de horas —ordenó antes de salir de esa habitación como si el

mismísimo infierno lo siguiera.Nadie lo culpó.El horror que había en esa habitación les costaría de olvidar a todos.

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Capítulo 37

Días después… Molly levantó las manos cuando vio llegar a Zachary, se cuadró en el porche y negó con la

cabeza.—No, no, no y no. Sigue descansando, no vas a entrar aquí hasta que ella despierte.No pudo más que parar en seco. Estaba convencido que, pasados tres días, podía entrar a tener

una conversación con Katariel, sin embargo, parecía haber encontrado en su cuidadora unguardaespaldas.

—Sabes que algún día deberás dejarme entrar, ¿verdad? —le preguntó tratando de mentalizarla.Molly no estuvo de acuerdo con aquella afirmación, lo supo en cómo levantó una ceja tratando de

no reír. Estaba claro que pensaba cuidar de ella mucho más que médicamente.—Claro, me imagino la conversación. Katariel, cielo, espero que te encuentres mejor. ¡Ah!

¿Sabes algo? ¿Te acuerdas de los rehenes que dejaste ir por la bondad de tu corazón? Pues nos losencontramos descuartizados pocos kilómetros más allá. —Entonces lo fulminó con la mirada—. No,no voy a permitir ese tipo de conversación en mi casa, está convaleciente.

Dicho en voz alta sonaba muy mal, lo que hizo que dudase si algún día iban a tocar ese tema. Nopensaba decirle que los rehenes habían fallecido o, al menos, no iba a hablar de ellos si nopreguntaba.

—Ya debe estar mucho mejor y deja de hacer de cuidadora. No te pega eso de ponerte estricta yeso —comentó Zachary.

Pero ella no estaba para interrupciones, pronto Katariel despertaría y tenía que hacerle las curas.Cada día lo llevaba mejor, pero eso no quitaba que fuera un mal rato para ambas.

—Quizás, mañana, te deje entrar si eres bueno, muy bueno. ¿Te parece bien? —le propuso.Zachary puso los ojos en blanco y colocó sus manos en las caderas a modo de respuesta. Lo cierto

es que, al no recibir respuesta de la mujer, decidió hablar para dejar clara su postura.—¿Te parece que sea un niño? —preguntó atónito.Ella prefirió no contestar. Había muchos adjetivos que casaban bien con ese hombre, pero la de

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infantil no era una de ellas, así pues, decidió usar una excusa y salir de allí como buenamentepudiera.

—¡Uy! ¡Qué tarde es! Y nosotros aquí hablando. —Negó con la cabeza—. Nos vemos en otrorato, cielo. ¡Qué tengas buen día!

Acto seguido entró en casa dejándolo en el exterior perplejo, estaba claro que no se había vistoeso venir. Pasados unos segundos lo escuchó reír antes de irse a algún lado. Al menos se lo tomó conhumor.

—¿Han muerto?La voz de Katariel a su espalda provocó que diera un brinco y gritara asustada. Tuvo que llevarse

las manos al corazón para evitar que este saliera de su pecho huyendo de aquel lugar.—¡Casi me matas! —exclamó quejándose.La joven estaba encorvada apoyada en la pared, apenas se tenía en pie, sin embargo, había salido

al escuchar la voz de Zachary. Era una reacción que había tratado de hacer cada día, pero nunca anteshabía tenido la fuerza suficiente como para conseguirlo; así que, en parte, eso significaba que estabamejorando.

—¿Qué haces levantada?Molly corrió hacia ella, agarrándola por donde pudo, la ayudó a llegar al sofá y la sentó con

cuidado.—He sentido a Zachary —contestó.Era obvio que lo había hecho, pero Molly trató de mantener el control suficiente como para no

enfadarse.—Sigues estando débil y mi magia te está haciendo efecto, pero debes tomarte en serio la

recuperación.Asintió dándole la razón antes de que le abriera los vendajes. Las heridas ya estaban casi

cerradas, adquiriendo ese tono rosita que tan buena señal significaba. Colocó sus manos a pocoscentímetros de su piel e irradió magia, la que usaban dos veces al día para curarla.

Katariel cerró los ojos al mismo tiempo que gimió dolorosamente, no se quejó, nunca lo hacía ysoportó el tratamiento.

Pasado un rato, los abrió mirándola tan profundamente que no pudo evitar sentir un escalofrío.Aquella princesa era mucho más que la mujer desvalida que habían creído una vez.

—Llevo tiempo queriendo preguntarte algo… —comenzó a decir.Dudó y se calló.—Adelante, chica. Soy toda oídos —la animó Molly.La joven suspiró tratando de tomar aire unos segundos, tenía la cabeza apoyada en el respaldo del

sofá mientras dejaba que la magia cerrase sus heridas.—¿Cuál es tu historia? La mía la conoces mejor que yo misma, la hija de una mujer a la que todo

el mundo quiso.Esa era una definición muy pobre de lo que ella era, había demostrado que no era solo eso. Había

logrado ser mucho más que su madre, además, de tener un corazón tan grande que cabía todo elmundo. Cualidades poco vistas en la guerra.

Molly suspiró tratando de poner sus recuerdos en regla.—¿Por qué me haces esa pregunta?Katariel, incapaz de mantener los ojos abiertos, siguió la conversación a expensas del dolor que

sentía.—Me liberaste, me dijiste que solo yo podía ayudar de verdad y siempre has mediado para

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ayudarme. Eso me hace pensar que hay algo que se escapa de mi control.Molly sonrió, era perspicaz y lista, cualidades que admiraba. No era una niña crédula que dejaba

que el resto dictara su vida, había aprendido a pelear con uñas y dientes. En el tiempo que llevaba enDraoid había hecho un cambio tan grande que apenas quedaba nada de esa princesa rehén que llegóuna vez.

—Yo, no sabía por dónde empezar —comenzó a decir moviendo sus manos nerviosamente sobresus piernas—. Me siento identificada contigo, Katariel. Mi familia también resultó atípica, pero yocometí el error de no pelear para parar todo el mal y eso hizo que mucha gente muriera. No quise quetú te equivocaras como yo.

La joven suspiró casi adivinando quién era en realidad. Era un secreto tan bien guardado que lecostó creer que estaba a punto de dejarlo salir. Trató de no temblar, pero los demonios del pasadoparecían perseguirla.

—Eres Circe, ¿verdad?Su antiguo nombre provocó que su corazón diera un vuelco, fue como si alguien abriera la

compuerta a todos aquellos sentimientos que, en su día, dejó escondidos en un cajón esperando suregreso.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó atónita.Katariel abrió los ojos y la miró profundamente.—Una corazonada, llevo con esa idea desde que Zachary me explicó la historia de tu pueblo.

Además, es como si tuvieras cierta autoridad en el reino, me soltaste y nadie te castigó o te reprochónada, lo que me hizo pensar que no eras una mujer sin más.

Molly asintió.—Cuando Minerva quiso arrebatarme el reino, mi familia ayudó a fingir mi muerte. Yo creí que

así ella sanaría sus ansias de poder. No se esperó que el reino entero no la quisiera como reina y lahizo enloquecer.

Tuvo que tomarse un par de segundos para respirar. De pronto notó como Kata le tomó una manoen señal de apoyo, cosa que agradeció enormemente.

—Mi hermana acabó con la vida de todos los que pudo. Asesinó a toda nuestra familia y miles deciudadanos cayeron bajo su tiranía. Negan no abrió las puertas de su reino, solo los Draoids y losReiyar nos ayudaron. Tuve que ver, con impotencia, cómo mi pueblo moría sin yo hacer nada.

Los recuerdos la atormentaban de tal forma que aún seguía teniendo pesadillas. Todas las muertestenían su culpa y jamás haría tanto el bien como para compensar aquel horror.

—Gerald y su reino me dieron un nuevo nombre, una nueva vida, a mí y a todos lossupervivientes. Es más, al poco pudieron ver cómo, al igual que mi hermana, yo también poseíapoderes y me ayudaron a desarrollarlos.

Eso no compensaba las muertes, jamás lo haría, pero al menos iba a dedicar el resto de su vida ahacer algo bueno.

—Y me vi reflejada en ti, tratando de ser sumisa y no llamar la atención como lo hice yo. Tepuedo asegurar que fue el peor error que cometí y que jamás me perdonaré. Por eso quise que túfueras diferente. Tienes el poder capaz de acabar con esta guerra y liderar las masas para finalizartodo esto.

Katariel sonrió.—Yo no tengo nada, ni siquiera ejército.Molly soltó su mano y acunó el rostro de la princesa.—Tienes muchos más apoyos de los que crees. Has conseguido ganarte a la gente y, con un buen

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plan, podrás conseguir enfrentar a tu padre. Estoy convencida de que tu reino quiere librarse de esetirano, acabarán viendo que deben rebelarse contra él. —Tragó saliva—. Su princesa debeinspirarles, darles esperanza.

Todo había cambiado con ella allí y era una conversación recurrente. El reino de Nislavaesperaba noticias de su legítima reina y Draoid comenzaba a verla como la hija de Layla y no comouna rehén.

Los engranajes se habían puesto en marcha. Solo ella tenía la autoridad suficiente como paracambiar el tablero de juego.

—Yo te apoyaré y estoy segura que podrás contar con los ciudadanos que una vez fueron del reinoDiamond.

Katariel se llevó las manos a la cabeza como si aquello fuera demasiada información.—Soy solo una persona, no puedo hacer lo que dices. Sí que había pensado enfrentarme a mi

padre, pero liderar una ofensiva va mucho más allá de mis cualidades.Ella se subestimaba, pero la había visto, de hecho, todos lo habían hecho. Todo un reino acababa

de cambiar de parecer con quién era solo mostrando la bondad de su corazón y su fuerza.Eso debía significar algo.Y no dejaría que cometiese sus mismos errores.—Descansa un poco, es demasiada información —concluyó Molly al ver que cerraba los ojos

luchando mantenerse despierta.Tendrían tiempo para hablar, muchos estaban esperando una conversación con ella y tenía que

estar preparada. Su vida acababa de cambiar de nuevo y tenía en sus manos la capacidad decambiarlo todo.

Para siempre.

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Capítulo 38

—Me estás diciendo que mi hija besaba al enemigo —dijo Negan con una calma fingida.Nixon asintió, sabía que no era voluntariamente sino una forma de humillarla más como rehén. Eso

necesitaba un ataque directo, no podían tratar a la princesa del rey más importarte como una vulgarprostituta.

—Yo propongo preparar una buena ofensiva. Debemos mostrarle a los Draoids que Katariel no esuna chica sin más.

Negan escuchó con atención.—¿Y crees que tú puedes liderar algo así? La has tenido al alcance de tu mano y has sido tan

mediocre como esperaba.Las palabras fueron como un puñal para su corazón. Él había tratado de salvarla, pero aquel

guerrero usaba una magia que ellos no sabían controlar. Era muy difícil enfrentarse a algo así.Eso le hizo a pensar que lo iba a ejecutar tal y como amenazó en un principio. Todavía el

recuerdo de la ejecución pública de los supervivientes lo despertaba por las noches.Se levantó provocando que todo él temblase, sin embargo, no hizo lo que esperaba. Salió de su

despacho con paso tranquilo, lo siguió a pies juntillas sin que se lo pidiera, pero se sintió atraído sinmás.

—No puedo confiar en ti algo tan importante como traer a Katariel de vuelta. Ella, si intimavoluntariamente o no con esos bastardos, deberá ser castigada a su regreso. Por ahora vamos acentrarnos en el placer que voy a sentir cuando ese viejo chocho de Gerald se retuerce al ver a sunieta en mis manos de nuevo y su reino reducido a cenizas.

Llegaron a las catatumbas, un lugar que pocas veces en su vida había visitado y al cual esperabano pertenecer jamás.

El olor a muerte se extendía de lado a lado de aquel lugar, se entremezclaba con el de las heces delos que allí torturaban, la sangre y las lágrimas de las pobres almas que tenían la condena de nomorir rápido.

Llegó a una de las celdas y no abrió enseguida, se recreó en pasar las llaves, que previos instanteshabía sacado de su bolsillo, por los barrotes al mismo tiempo que tarareaba alguna canción poco

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adecuada para un momento así.—Querida Malorie, ha llegado la hora —anunció glorioso.Nixon trató de no vomitar cuando vio a la pobre doncella de Katariel reducida a la mínima

expresión.En su día había sido una mujer alta y ancha, siempre bien vestida y con el mentón erguido de

orgullo por la mujer que criaba. Ahora, sus ropas eran apenas unos harapos sucios y rotos, sobrabatela por todos lados mostrando la gran cantidad de peso que había perdido. Su pelo enmarañadoocultaba su rostro, uno que intuyó que se encontraba demacrado y sucio como el resto del cuerpo.

Aquella pobre alma había estado viviendo un infierno y esa sorpresa lo golpeó con dureza.Recordó como Katariel le explicó que había escuchado como su padre había asesinado a la doncella,algo que claramente no ocurrió en ningún momento.

—Vas a reunirte con tu querida niña y tu estimado rey. ¿A qué es una buena noticia?La mujer lloró como si supiera lo que estaba a punto de ocurrir. Esa puerta no se abrió entonces,

Negan la observó unos segundos, regocijándose de su obra, antes de girar sobre los talones para salirde allí.

—Prepáralo todo y no me falles.Nixon asintió aún a sabiendas que él no podía verlo.De pronto, el rey se giró para encararlo, como algo meramente casual, le colocó el cuello de la

camisa bien y le dio un leve golpecito en la mejilla sin causarle daño alguno.—El objetivo es recuperar a mi hija, pero al menor síntoma o atisbo de que es parte de ellos,

mátala.Él no pudo asentir esta vez, se quedó completamente congelado en su sitio siendo incapaz de

comprender los actos de su rey. Ya no le importaba la corona o recuperar a su hija, es como si todogirase en torno al daño al orgullo que le podía generar a Gerald.

—¿Señor? —logró preguntar.Negan puso los ojos en blanco.—No me importa lo que le pase a este reino cuando yo muera, puedes quedarte este trozo de hielo

si quieres. Yo solo quiero reinar sobre los cinco reinos y reducir a cenizas a Gerald y sus gentes. Ysi Katariel, en algún momento de su «aventura» ha comenzado a sentir algo o demostrarme que no es100% Nislava significará que no ha cumplido su objetivo. Solo se merecerá la muerte y prefiero quedispares tú a que la torture yo.

Sabía que eso era una amenaza y tragó saliva al escucharla.—Todos hacemos sacrificios en la guerra y si debo ser un padre afligido por la pérdida de su

hija, lo seré.Se marchó dejándolo solo con sus propios pensamientos, unos que lo destruían por dentro.

*** —¿Y dónde está el problema? —preguntó su madre Carisa.Nixon miró a su madre, sabía que ella no era capaz de comprender que amaba a Katariel.—Jamás la mataría, no puedo. Ella es la mujer de mi vida —trató de explicar por enésima vez.Caminó por el comedor de casa de sus padres tratando de pensar algo, para Negan la vida valía

tan poco que ni su propia hija importaba. Ese era el hombre con el que debía lidiar.—Es posible que ella, en virtud de sobrevivir, haya querido seguirles el juego —explicó tratando

ser comprendido.

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Katariel llevaba siendo meses rehén, los cuales podría haber usado para ganarse su confianza; eraalgo básico para seguir con vida.

—No debiste de contarle que la viste así con ese guerrero —regañó su padre.Cornelius sabía mantener la cabeza fría en las peores situaciones y él no había heredado esa gran

cualidad. A pesar del entrenamiento que había recibido seguía sin saber cómo actuar.Ella era distinta, había logrado sobrevivir en un reino enemigo. Seguía fuerte como la recordaba,

mucho mejor que él en todos los aspectos. En cada prueba que le ponía la vida sacaba buena nota yNixon quedaba relegado al segundo puesto.

—Ahora eso está hecho y partimos al anochecer. Solo quiero saber cómo evitar su muerte —pidió.

Cornelius caminó hasta donde se encontraba su hijo, puso sus manos en sus hombros y lo miró alos ojos, pero fue como si pudiera ver más allá, casi pudo ver su alma y su corazón.

—¿Por qué motivo crees que Negan querrá matarla? Solo te ha dicho que, si ves algún indicio, notiene porqué suceder algo así.

Él lo sabía, aunque al mismo tiempo su corazón le decía que algo podía salir mal. En la guerrasiempre había sorpresas y no quería tener que matar a la mujer que amaba solo porque ellainterpretase un papel.

—Además, es lógico que pueda sentirse algo unida a ellos. Su madre era Draoid y estoy seguroque ha descubierto muchas cosas sobre su familia. El rey Gerald es su abuelo.

Aquella noticia cayó como un jarro de agua fría.—¿Lo habéis sabido todo este tiempo? —preguntó acusándolos.Un secreto así no podía guardarse y esconderlo durante treinta años. No tenía lógica haber tapado

esa parte de la historia. Eso significaba que Katariel podía haber abrazado su parte Draoid y ese erael peor de los escenarios.

—Su madre fue una gran mujer y siempre creímos que su enlace con Negan traería prosperidad alreino. No contábamos con la maldad de nuestro rey y cómo acabó por consumirla.

Su padre habló con nostalgia, como si aquella mujer hubiera significado mucho para él yrecordarla fuera demasiado doloroso.

Fue entonces cuando lo miró.—Katariel es la clave para detener la guerra y no importa lo que diga Negan, no puedes matarla

—ordenó.Nixon titubeó.—Si me lo ordena y lo no hago os ejecutará. Yo tengo asumido que moriré por defenderla, sin

embargo, le debo la vida y haría cualquier cosa por ella. No quiero que os asesine a vosotros.Carisa negó con la cabeza, su madre era incapaz de comprender los motivos que la ataban a esa

mujer. Nunca vería bien que su corazón le pertenecía a la princesa, que hacía años que era la únicaen su vida.

Y haría cualquier cosa por salvarla.—Tenéis que iros y no aceptaré un no por respuesta. Partimos al alba, debéis aprovechar la

ausencia de Negan para iros a Reiyar. Cuando sepa que habéis desertado tratará de cortar cabezas, esmejor que estéis lejos cuando eso pase.

Su madre gritó negando con la cabeza. Nadie podía culparla por querer proteger a su hijo, era lopropio y agradeció ese amor. Al mismo tiempo, él tenía la capacidad de decidir su destino y Katarielya lo había sellado, la seguiría a dónde hiciera falta.

—¡No te dejaré aquí! —bramó enfadada.

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Nixon la comprendió y abrazó a su madre tratando de reconfortarla. Toda su vida había peleadopor conseguir lo mejor para su hijo y estaba agradecido de ello.

—Solo hay una cosa con la que estoy de acuerdo con Negan: en la guerra hay que hacersacrificios y este es uno de ellos.

Únicamente esperó que no hubiera más. Si todo iba bien traería a Katariel a casa y pensarían enalgo. Estaba escrito que iban a ser reyes, podían lograrlo, vivir sus vidas de una vez por todas ycumplir todas las promesas que se habían hecho.

Una parte de él estuvo muy orgulloso de la mujer que el destino le había regalado. A pesar detodo, ella siempre peleaba por salvarle; no existía amor más puro e infinito que ese.

Y él pensaba estar a la altura.

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Capítulo 39

Katariel salió a la calle con cierta dificultad. Sus heridas ya estaban casi curadas, pero seguíateniendo cierto mareo cuando trataba de mantenerse en pie demasiado rato.

Molly había luchado por conseguir que nadie la molestase durante su recuperación, cosa queagradecía, aunque ya debía rendir cuentas con todos aquellos que tuvieran algo que decirle.

Al no encontrar a nadie, solo miradas de transeúntes, decidió caminar hacia casa del rey Gerald.Subió las cuatro escaleras que tenía en el porche y llamó a la puerta con los nudillos.

Pocos segundos después abrió, enfrentando con sorpresa a su nieta. No se dijeron nada, semiraron por primera vez, como si hubieran comenzado de nuevo y aquel día se convirtiese en el uno.

—Ya me siento mejor y te agradezco los cuidados médicos. ¿Debo volver al poste? —preguntócasi retrocediendo para ir hacia allí.

Estaba convencida que ese era su lugar y no le importaba regresar. Casi comenzaba a tenerlecariño a ese trozo de madera, ya había encontrado la postura buena para dormir, aunque agradecía lacomodidad de la cama.

Gerald suspiró.—Entra —ordenó.Katariel frunció el ceño y no lo hizo inmediatamente. Pasó el umbral con cierto recelo esperando

encontrar cualquier ataque allí dentro.Justo cuando la puerta se cerró pudo ser capaz de ver aquel hogar. Supo que ahí había vivido su

madre porque las paredes estaban plagadas de imágenes que así lo testiguaban. Las miró sin tener encuenta que estaba ante el rey, su enemigo de nacimiento.

Consiguió reconocer a su madre siendo una niña en el regazo de su progenitora tratando de comeralgodón de azúcar. Esa imagen sobresalía por encima de las demás y la atrajo como la luz a losmosquitos. Caminó hasta esa pared salmón con el gran cuadro que lucía con orgullo la fotografía.

Una parte de ella sintió pena por no haber tenido una infancia así, estuvo convencida de que Laylala hubiera cuidado con todo el amor del mundo.

—Tu madre y Edith, tu abuela. Murió poco después de saber que no volvería a ver a su pequeña yque yo había decidido dejarte con Negan. Nunca me perdonó no haber movido un dedo para

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recuperarte.Un escalofrío recorrió su espalda. Aquella familia había sufrido tanto o más que ella y solo logró

compadecerse de ellos.—Lo siento mucho —dijo con sinceridad.Su padre había destrozado a todos los que había tenido a su alrededor. Su crueldad había hecho

estallar por los aires siglos de paz entre reinos.Él la guio hasta el comedor desde donde la habían vigilado todo ese tiempo. Allí la invitó a tomar

asiento y lo hizo, fue todo tan extraño que decidió dejarse llevar. Cuando la vida golpeaba era muchomejor tratar de fluir.

—¿Quieres un café? ¿Un té? ¿Has comido?Katariel se sintió abrumada con tantas atenciones, no pudo evitar cogerse las sienes con las manos

antes de amasarse el pelo y respirar profundamente.—No, gracias. Molly me ha alimentado lo suficiente como para soportar días. Creo que tiene

miedo a que no vuelva a comer —rio nerviosamente.Se quedaron en silencio y no pudo evitar tomar la esquina del mantel entre sus manos para

juguetear, era una forma de desestresarse o sabía que iba a morir de un ataque al corazón.—No es una novedad que nunca te he visto como una nieta —comenzó a decir el rey.Su voz profunda hizo que soltase el mantel, se quedase erguida y atenta a cualquier cosa que

deseara decir.—Te pareces tanto a él que me ha costado ver que también eres mucho más que eso. Tienes el

corazón de mi pequeña, incluso más y la fuerza capaz de enfrentarte a un ejército.Katariel tembló sin saber bien el motivo, no estaba preparada para esa conversación.—Negan me quitó la persona que más amaba en el mundo y poco después perdí a Edith. Me he

ocultado tras el dolor, la ira y la rabia ignorando que yo mismo cometí mis propios errores.Ella solo quiso salir de ahí, su mente daba vueltas con tanta información. No sabía ver a ese

hombre de otra forma que un enemigo y eso hizo que comprendiera sus palabras.—Nunca sentí que hacía nada malo cuando te dejé allí.Aquella acusación dolió mucho más de lo que él podría creer jamás. Toda su familia la había

repudiado y eso no se arreglaba en un día.—El día del ataque de los elfos de Kaharos todo cambió.Ella se enfadó un poco con aquello, quería seguir escuchándolo, lo intentó de corazón, pero solo

pudo cortarle y decir lo que pensaba.—¿Te has replanteado quién soy solo porqué fui capaz de hacer magia? —preguntó algo ofendida.Desde pequeña Negan la había enseñado a ocultar su parte Draoid a golpes, solo que ella no sabía

qué había en su cuerpo que no le gustase. Jamás le explicó que era mucho más que eso, era la sangreque corría por sus venas lo que trataba de anular.

Gerald negó con la cabeza.—Vi quién eras en casa de Molly. Los gritos me congelaron en la puerta y Loretta me arrastró a tu

lado.Para ella esos momentos eran demasiado confusos como para sacar algo en claro. El dolor lo

tapaba todo como si fuera un recuerdo lejano o demasiado fuerte como para poder revivirlo.—Suplicabas ayuda a cambio de ser buena, envuelta en sangre. Bajo todo eso no solo vi tus

cicatrices, también vi a esa niña que llevaba toda la vida pidiéndole a su padre que dejase degolpearla.

Katariel jadeó al borde de las lágrimas, aunque se juró soportarlo.

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—No vi a la mujer que tengo delante. Solo a esa niña asustada, la que no protegí entonces. Mepregunté cuántas veces le habrías pedido piedad a tu padre sin encontrarla y me di cuenta que habíasido un monstruo.

Su sinceridad tan brutal la hizo temblar como si no pudiera creerle. Estaba conociendo una facetaoculta de ese hombre. Quiso creerle, sin embargo, no podía abrirse al mundo como si nada.

—¿Sigo siendo tu prisionera?La pregunta hizo daño al rey ya que se encorvó como si acabase de ser disparado.—No, eres libre. Si quieres volver a casa pediré que te escolten hasta Nislava inmediatamente.Las palabras de su abuelo hicieron que se levantase a toda prisa tirando así la silla al suelo. Dio

un brinco antes de tratar de cogerla para ponerla de nuevo en su sitio, sus manos temblaban siendoincapaz de digerir lo que estaba pasando.

Tomó asiento nuevamente intentando pensar más allá de sus instintos pidiéndole volver a casa conNixon.

Tragó saliva antes de decir algo, se sintió como si estuviera a punto de ser ejecutada.—¿Y si no quisiera volver? —tanteó.Gerald, sin modificar su rostro, asintió.—Este también es tu reino y serás bienvenida, esta vez sí.Jadeó buscando aire, pero la habitación comenzó a dar vueltas. Así pues, no pudo más que

levantarse para abrir la ventana y sacar la cabeza tratando de poder llenar sus pulmones.Temblaba de tal forma que sus rodillas no la soportaron, cayó al suelo y se sentó esperando

controlar su cuerpo. Fue entonces cuando su abuelo se levantó preocupado, se acercó y se sentó a sulado.

—Yo también soy nuevo en todo esto. Puede resultar ser abrumador, sin embargo, siempretendremos los bastonazos de mi madre para hacernos recapacitar.

Katariel sonrió recordando a Loretta, eso la reconfortó.De golpe la mano del rey cayó sobre su rodilla provocando que ella se asustara. La miró como si

fuera un cuerpo extraño y siguió el brazo hasta contemplarlo con auténtico terror.No había golpes, desprecios o humillaciones y eso era un mundo nuevo que no sabía si podía

descubrir.—Si decides quedarte serás una más en este reino y espero, con el tiempo, poder reconectar como

familia.Kata se mordió la parte interna de los mofletes para evitar llorar, necesitaba no ser vulnerable

ante nadie.—Podrás hacer lo que quieras. Aprender magia o no, tener una casa y podemos intentar tener una

vida normal en esta guerra.Esa palabra desencadenó un horror que se llevaba viviendo muchos años. No era justo para

ningún reino a lo que les había expuesto Negan. Era una crueldad seguir peleando hasta la muerte.Recapacitó, ahora una nueva vida se abría ante sus ojos. Tenía la oportunidad de hacer algo o

perderse en el tiempo.Suspiró tratando de poner sus ideas en orden, todas ellas gritaban y se empujaban queriendo ser

las primeras. Deseaba hacer tantas cosas que no podía elegir una como más importante.Ahora ya no era rehén.¿Quería volver a Nislava?¿Quería regresar con Nixon?Tras unos segundos en silencio, los mismos en los que su abuelo no la molestó. Respetó su mudez,

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comprendiendo que era una decisión difícil. Nunca antes había tenido voz y voto.Al final miró a Gerald con firmeza.—Quiero matar a Negan –sentenció.Si estaba en el mundo era por una razón. El destino había escrito sus pasos de tal forma que la

dotaba de voluntad para cambiar el curso de la historia y quería acabar con la guerra.Para siempre.

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Capítulo 40

Katariel conversó un poco con su abuelo antes de decidir salir de allí. Eran demasiadas cosaspara asimilar, todo había cambiado a demasiada velocidad; casi sintió la necesidad de agarrarse a sualrededor para no caer.

Llegó a su poste, en el que había compartido tantas horas y no pudo evitar pasar la yema de losdedos por la madera, el contacto fue corto porque sintió dolor al acariciarlo.

Miró el resto de postes y se lamentó, no había conseguido salvar a ninguno de los rehenes, todosellos habían muerto de una forma u otra y ella llevaría sus nombres sobre los hombros para el restode su existencia.

—¿Echas de menos estar atada? —preguntó Markus acercándose.Ella lo encaró tratando de mantener una sonrisa.—Fue una mala idea darme tu arma, ¿eh?El guerrero, que transportaba algo de leña en sus manos, la contempló con seriedad unos

segundos.—¿Pasamos a la táctica de cambiar de tema? Esa no es buena señal, es una evasiva en toda regla.Katariel asintió aceptando la derrota. No quería hablar con nadie de las muertes y mucho menos

con aquel hombre. No todo podía cambiar de la noche a la mañana, podía ser admitida en el reino,sin embargo, todo era demasiado extraño para confiar tan pronto.

—Gracias por…—No sé de qué me hablas —le cortó antes de que él pudiera acabar la frase.Sabía de sobras que había matado al elfo que amenazaba con asesinarle, no obstante, debían

comprender que necesitaba su tiempo. No podía avanzar a los pasos que esperaban.—No hay prisa, ¿sabes? Además, ahora puedo llegar a caerte bien —bromeó Markus.Katariel se acarició la nuca.—¿Sí? Eso es apuntar muy alto, no te pases tampoco —contraatacó ella.Molly hizo acto de presencia, llegó contoneando las caderas solo como ella sabía hacer. Lucía un

precioso vestido rojo y un escote que jamás sería capaz de ponerse, casi parecía que sus pechosestaban a punto de caer mostrándose al mundo exterior.

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Fue entonces cuando se fijó en la mirada de Markus, absorto en las curvas de aquella mujer.Sonrió cuando ella también se entretuvo en observar cada uno de los músculos del guerrerohaciéndola sentir que sobraba.

Katariel tosió un poco tratando de salir de ahí como si de humo se tratase.—¿Molestando a mi invitada? —preguntó Molly.Markus miró a la princesa.—Tienes que mejorar la clase de tu compañía, creía que tenías mejor gusto —contestó tratando de

hacerla rabiar.Katariel no pudo evitar darle un puntapié en la espinilla antes de dejarlos allí hablando sin que se

dieran cuenta de que se marchaba. Estaban absortos el uno en el otro y eso le robó una sonrisa.—Tengo muchísima clase, ella es de la realeza y tú un vulgar soldado.Markus dejó caer la leña al suelo provocando que Molly profesara un brinco. Tenía suficiente

confianza en sí misma como para enfrentarse a él, pero eso no quitaba que aquel hombre podía serterriblemente atractivo y fiero.

—¿Por qué no me das esa oportunidad que tanto queremos y vemos lo vulgar que puedo llegar aser? —preguntó aproximándose a ella hasta quedar a centímetros de su boca.

Katariel los observó a distancia. No se dio cuenta de que se mordía el labio inferior como Molly.De haber podido ayudar a esa conversación, les hubiera empujado hasta conseguir que se besaran.

—Tal vez algún día —suspiró ella antes de retirarse y dejarlo mirando su trasero bamboleante.Kata suspiró, se notaba la tensión sexual a kilómetros de distancia, no obstante, por alguna razón

ella no caía. Repelía a aquel hombre como si fuera a quemarla y eso la confundió.—¿Nunca te han dicho que oír conversaciones ajenas es de mala educación?La voz de Zachary en su oído provocó que diera un fuerte grito, además, del brinco que pegó

tratando de alejarse.—Tienes los nervios de punta —comentó él divertido con la situación.Kata reprimió las ganas de patearlo, con el susto que acababa de llevarse estuvo convencida de

que había envejecido diez años. Se llevó las manos al corazón tratando de contenerlo de algunaforma sabiendo que eso iba a ser difícil.

«Mírame, amor». Recordó en su cabeza.A pesar del dolor sabía bien que había sido él el que había pronunciado aquellas palabras, las

mismas que habían rebotado por su mente durante días. La habían acompañado todo ese tiemporecuperándose.

—¿Has decidido quedarte? —preguntó mirándola de tal forma que supo que sabía de sobras larespuesta.

Katariel colocó las manos en la espalda tratando de dar misterio a su respuesta, como si esopudiera hacerlo dudar. En Nislava no tenía nada más que dolor, había que estar loco como paraelegir regresar.

—Me lo estoy planteando, después de la estancia tan agradable que he tenido es una posibilidadmás que aceptable.

Arrancaron a caminar sin tener ni idea de a dónde se dirigían, solo lo hicieron por impulso, comosi sus piernas supieran mucho más que ellos mismos. Lo hicieron en paralelo, mirándose a la caracomo si fuera un reencuentro entre viejos amigos.

—Yo creo que he sido el más hospitalario, hasta tuviste un paseo guiado por el bosque.Si echaba la vista atrás todo había cambiado mucho en un parpadeo, como si alguien hubiera

decidido jugarle una broma. Le costaba asimilar su nueva posición, ya no era una rehén y eso no

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podía asimilarse en un instante.—Sí, lo que más me gustó fue conseguir patear al guía —sonrió Katariel.Siguieron caminando a pesar de que la multitud había empezado a fijarse en ellos. ignoraron al

resto del reino como si el otro fuera la única persona que existía en el mundo.Una extraña conexión les unía, una que conseguía que ahora se estuvieran descubriendo.—Mi parte favorita fue cuando decidiste hacer un alto en el camino y tomar un baño en el lago —

puntualizó él.El recuerdo del frío provocó que su piel se erizase. Su instinto le había pedido pelear y regresar a

casa y eso había hecho. Zachary no importaba, tampoco el resto de Draoids que solo querían sudolor.

Y así, sin darse cuenta, entraron en el bosque. Al hacerlo se detuvieron en seco como si aquellofuera una línea roja que era mejor no atravesar. Retrocedieron sin decirse nada continuando su paseohacia otro extremo.

—Es todo un poco raro —se sinceró Katariel.—Lo es.Ya no eran enemigos, así lo habían dictaminado. Todo el odio que se habían tenido podía

desaparecer de un plumazo. Bueno, él había dejado de sentir eso hacía tiempo o eso pensaba ella.—¿Ahora puedo ir a dónde quiera? ¿Nadie me empujará, pegará o odiará? —preguntó mirando al

cielo como si esa pregunta no tuviera nada que ver con aquel hombre.Zachary carraspeó.—Creo que te has ganado un hueco en el reino. Has demostrado tener el corazón suficiente como

para salvar a un niño a expensas de un hombre de tu reino, dejaste ir a los rehenes y salvaste la vidade Markus.

Katariel jadeó dejando que los recuerdos la invadiesen. Le había dado tiempo a hacer muchascosas más, todas incluían una pelea de por medio. No importaba la situación, casi todas las arreglócon golpes.

—¿Y tu ya aceptas que forme parte de esto? —preguntó dejando libre la curiosidad.Zachary cabeceó un poco como si quisiera ser lo más mordaz posible. No tardó mucho en

contestar, pero para ella la espera resultó eterna. Él sabía bien que ese silencio amenazaba con volarsu cordura.

—Bueno, creo que tenemos que limar alguna aspereza porque tienes un poco de mal carácter.Cuando te disculpes lo tendremos todo arreglado, no soy un tipo rencoroso.

No pudo evitarlo, le dio un leve golpe en el pecho con el dorso de la mano. Disculparse es loúltimo que haría y más después de todo lo mal que lo había pasado. Tenía excusa.

—Yo creo que alguna rama cayó demasiado cerca y te dio un buen porrazo porque no te veo deltodo bien.

La caminata acabó en la casa de Zachary, acababan de dar una gran vuelta a la parte del reino queconocía. Sabía que existía mucho más y que sus paisajes eran hermosos, pero no había tenido tiempoa disfrutarlo.

Ella miró su puerta, era el momento de despedirse y, aunque no tenía muy claro a dónde ir, sabíaque siempre podía regresar a casa de Molly. Ahora mismo, de una forma extraña, era como su lugarseguro.

Estaba convencida, solo tenía que despedirse, darse la vuelta y caminar sin más. Nada podía salirmal.

—¿Quieres entrar? —preguntó Zachary.

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—Claro.La mente de Katariel pareció explotar en ese momento. No podía creer que hubiera aceptado la

invitación.¿Cómo no había podido seguir un plan tan sencillo?

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Capítulo 41

Zachary nunca supo los motivos por los cuales la había invitado a entrar. Había límitesinfranqueables y aquel era uno de ellos. Su casa era su fuerte seguro al que no dejaba entrar a nadie.

—¿Quieres un café? —preguntó tratando de ser hospitalario.Ella estaba incómoda, había aceptado la invitación, sin embargo, ambos sabían que no debía estar

ahí.—¿Agua? —pidió.Fue hacia la cocina seguida por la princesa. Le resultaba extraño tener compañía femenina en su

casa, pero resultaba agradable ese cambio. Quizás dar el paso significaba algo.Le dio el vaso y ella bebió en completo silencio, la incomodidad casi podía palparse con los

dedos. Estuvo convencido que podía masticar aquella tensión y tragarla como si fuera comida.—¿Quieres que te acompañe a algún lado?—He decidido matar a mi padre –dijeron a la vez.Zachary supo que de haber tenido algo en la boca lo hubiera escupido de golpe. No era el tema de

conversación que esperaba. La miró con sorpresa porque sabía lo que un padre podía significar.—¿Estás segura?Asintió convencida.—Esta guerra dura demasiado tiempo y Gerald está de acuerdo con acabar con él. Estoy

convencida de que podemos hacerlo, instaurar la paz de nuevo.Era un plan idílico, pero él conocía los horrores de la guerra. Las cosas no eran tan fáciles por

muy bonito que fuera el resultado. Llevaban treinta años tratando de derrocar a ese rey y no se haríade golpe solo porque su hija quería.

—Deja de mirarme así, ¿quieres? —pidió molesta devolviéndole el vaso.—¿De qué forma?Katariel suspiró antes de girar sobre sus talones y comenzar a caminar hacia la salida. Zachary

quiso dejarla salir siendo incapaz de hacerlo, caminó rápido cortándole el paso.Ella ya había llegado a la puerta y se disponía a abrir, así pues, él puso la palma de su mano en la

madera bloqueándole la escapatoria.

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—No he querido ofenderte, pero la guerra es horrible y llevamos muchos años en esto.Katariel asintió.—No soy estúpida. Conozco los entresijos de esta batalla y los horrores que puede causar. Soy

consciente de que, para enfrentarme a mi padre, necesito apoyos suficientes, sin embargo, creo que elpueblo Nislavo lleva muchos años sufriendo, está lo suficientemente desgastado como para cambiarde parecer para con su rey.

Esa era una buena idea, hablaba de conseguir que su pueblo la siguiera y era una idea no muydifícil de vender.

—Además, quedan dos reinos más, con los contactos suficientes podemos conseguir una audienciacon los reyes. No creo que les beneficie que esta guerra siga durando —explicó Kata.

Zachary rio a pesar de saber que así la ofendía.—Puedo llegar a ver una pequeña alianza con Reiyar, pero ¿Kaharos? No sé si recuerdas que

fueron sus elfos los que te hicieron un hechizo prohibido —le escupió algo molesto.La joven puso los ojos en blanco, además, supo que acababa de reprimir las ganas de darle un

golpe porque apretó los puños.—¡Justamente por eso! Me quieren porque significa debilitar a Nislava. Si habláramos con ellos

podríamos llegar a un acuerdo. Os he escuchado todos estos días decir que ellos jamás os habíanatacado, eso debe significar algo.

Sí, que los enemigos eran fuertes, poderosos y despiadados.—No te dejaré ir a Kaharos a hablar con su rey —bufó Zachary convencido.En ese momento ella inclinó la cabeza y puso sus brazos en jarras, estaba claro que no pensaba

como él y que no iba a llegar a un acuerdo amistoso. La conversación no dejaba de empeorar.—Perdóname porque me importe una mierda tu opinión. Eso es algo que deberé hablar con Gerald

y, aunque él no lo viera bien, siempre sería decisión mía.Aquello lo molestó.—Pues no «princesita» —dijo poniéndole énfasis a esa palabra—. Me he roto los cuernos, la

espalda y el culo por mantenerte a salvo y, créeme, me ha costado lo mío porque cada vez queparpadeaba estabas en un lío.

Katariel lo miró como si acabase de enloquecer, hasta se retiró unos pasos como si necesitasealgo de espacio.

—¡Ah! ¿Es que te has declarado mi dueño? —preguntó acusándolo con el dedo índice.Él miró su mano para después encararla directamente.—No, pero si tengo que atarte para que no pises suelo Kaharos lo haré. Estoy convencido que por

eso prefirieres a Nixon, porque puedes con él.La joven cambió totalmente, fue un golpe bajo y se dio cuenta en como ella retrocedió. Miró a su

alrededor como si buscase algún tipo de salida, ya no quería estar en aquella estancia y no laculpaba.

—Katariel, eso estaba fuera de lugar —suspiró.Decidida caminó hacia la puerta, la que él seguía bloqueando. Tomó el pomo, pero no fue capaz

de abrir porque se negó a moverse. No quería acabar aquella conversación así.—Espera, escúchame —pidió casi ordenando.—Déjame salir —escupió sin mirarlo.Con cierta cabezonería tomó su mano para apartarla del pomo consiguiendo que Kata se

revolviese luchando por huir.—Vamos, chica, no ha sido mi intención —se excusó mientras forcejeaban.

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Al final, completamente furiosa, golpeó con las palmas de sus manos en el pecho con tanta fuerzaque lo hizo tambalearse.

—Puedo contigo —amenazó ella.—No quiero pelear, solo disculparme, ha sido un comentario bastante desafortunado.Estaban solos, sin embargo, supo que nadie en todo el reino podría creer esa disculpa tan absurda.

No se sentía orgulloso de haberlo dicho de esa forma, por mucho que creyera que tenía razón.—¿Qué te molesta? ¿Que lo elija a él en vez de a ti? Hasta hace dos días éramos enemigos y no

por soñar conmigo significa que tengamos que tener algo.Ese contraataque no se lo esperó, estaba convencido que había conseguido enfadarla y podía

verlo en la tensión de su cuerpo; estaba al borde, como si se contuviera por no tratar de romperle lacabeza.

—Te gustó cuando te besé —le acusó él.—Te mordí —le recordó.Zachary llevó su pulgar a la boca lo justo como para sacar la lengua y chupárselo de forma tan

picante que pudo ver como miraba ese gesto.Aquella mujer era hermosa y fuerte, una combinación peligrosa. Le gustaba el contraste de su pelo

pelirrojo con su piel clara, aunque, en el tiempo que llevaba ahí algo de bronceado tenía. Tambiéncomenzaba a sentir una especie de adicción por esas conversaciones fieras que compartían.

—No es que tenga nada personal contra Nixon, pero creo que es tu solución fácil. Si acabas conNegan ya no tienes porqué casarte con él. Serás libre —rectificó—, eres libre ahora mismo, Katariel.

Ella negó con la cabeza.—Es mi decisión —sentenció.Zachary sabía que no era así, que todo era por la vida que había tenido y porque ese hombre había

sido lo único bueno que había experimentado alguna vez.Caminó hasta ella, no se retiró, lo esperó como si supiera que tenían esa conversación pendiente.

Había habido un tira y afloja desde que se habían conocido, no importaba lo mucho que trataba deocultarlo.

Él notaba esa tensión que tiraba de ellos y no eran los sueños.Se colocó tan próximo a su cuerpo que casi pudo sentir su aliento cosquilleándole en el cuello. La

joven miró hacia arriba para ser capaz de mirarlo a los ojos y sus miradas chocaron como dos trenesde alta velocidad.

—Dime que él te hace sentir más que yo ahora mismo. Síguete mintiendo si quieres, pero yopuedo notar esa tensión que hay entre nosotros. Y ahora que eres libre no tienes porqué fingir que esono existe.

Katariel se mantuvo en silencio unos segundos, respirando como si quisiera poner sus ideas enregla. De pronto un choque de energía, procedente de su cuerpo, lo obligó a retroceder concontundencia.

Casi pudo ver fuego en su mirada de entonces.—No me gustas —lo acusó.Zachary sonrió justo antes de que ambos arrancaran a caminar el uno contra el otro.Para su sorpresa, no se atacaron, él tomó su rostro entre sus manos y ella su cintura, conteniéndose

el uno al otro antes de besarse. Fue como chocar directamente contra un muro, lo hicieron a todavelocidad casi sin calcular dónde estaba la boca del otro, aunque, por suerte, acertaron.

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Capítulo 42

Zachary besaba como nadie o eso fue lo que le pareció a Katariel. Nadie antes había conseguidoenfadarla tanto y excitarla de esa forma a la vez. Odiaba su crudeza, pero más el que tuviera razón.

Caminaron sin romper el beso a través del pasillo hasta llegar al pequeño comedor que tenía lacasa. Ahí fue cuando se separaron un instante para tomar aire y no morir ahogados.

Él lanzó un pequeño choque haciéndola retroceder, fue como devolver el golpe que habíarecibido. Sonrió de forma tan picante que pudo notar como sus piernas temblaban por ese hombre.

Devolvió el golpe, solo que no controlaba sus poderes y lo lanzó con algo más de fuerza contrauna de las estanterías de la pared que tenían detrás. Katariel se paralizó un poco antes de que élarrancase a reír, suspiró aliviada al ver que estaba bien.

El guerrero le tendió una mano, una que tomó al instante. Tiró de ella hacia su cuerpo y la apretócon fuerza hasta sentirse piel con piel a pesar de la ropa. Con cierta desesperación, ella subió laspiernas lo suficiente como para envolverlas alrededor de su cintura.

Zachary gruñó victorioso, puso sus manos bajo su trasero y lo agarró con fuerza. Se incorporó conella aferrada a su cuerpo y giraron hasta que, esta vez, fue Kata la que chocó contra el armario delcomedor. No le hizo daño o no lo notó en ese momento.

Volvieron a besarse, dejando que la lengua del otro entrase para descubrir y saborear lo quequisiera. Casi fue como si una corriente eléctrica los envolviera de los pies a la cabeza.

La magia de ambos surgió con fuerza tirando cualquier tipo de decoración que hubiera sobre aquelmueble. No se inmutaron, solo siguieron en la boca del otro sin descanso.

Katariel se agarró a su nuca con fuerza, incapaz de separarse de aquel hombre. Su mente dabavueltas y podía cambiar lo que quisiese, ahora necesitaba estar con aquel ser esculpido por dioses.

Pasados unos segundos, lo empujó un poco obligándola a soltarla para poder respirar. Lohicieron, tomaron bocanadas de aire mirándose directamente a los ojos tratando de pensar susiguiente movimiento.

Ella descendió de sus caderas dejando que sus pies tocasen el suelo. Aquello era como una guerray ninguno quería perder.

Katariel caminó unos pasos rodeándolo fingiendo querer apartarse de su contacto. Él rugió a su

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oído cuando la tomó por la espalda y la envolvió con sus brazos, duró un segundo antes de que notasedescender sus manos hasta agarrar la base de su camiseta y sacársela de un tirón.

No le dio cuartel, no lo necesitaba. Sus labios cayeron en su hombro izquierdo al mismo tiempoque una de sus manos tocaba toda la piel de su estómago y la otra tenía el cuello entre sus dedos.

Lamió su piel consiguiendo erizarla hasta llegar a su cuello, donde se entretuvo a besar aconciencia cada centímetro expuesto que encontró.

La mano descendió hasta encontrar un pecho, lo agarró colmándole la mano y lo amasó con meradesesperación. Fue entonces cuando Katariel echó la cabeza atrás y gimió en voz alta.

Como si eso fuera una aprobación, la mano del estómago bajó con rapidez colándose entre suspantalones y su ropa interior hasta alcanzarla.

Ahí le arrancó un grito de sorpresa y excitación a la vez, ese contacto fue tan íntimo que sintió unpoco de miedo un par de segundos, los mismos que él tardó en alcanzar su clítoris con sus dedos.

Giró el rostro buscando su boca, pero él se lo negó, con el mentón la obligó a seguir en laposición que estaba. Katariel gimoteó un poco en señal de queja, aunque se le pasó cuando su lenguallegó a su oreja.

Una oleada de placer la sacudió de los pies a la cabeza y no pudo más que dejarse caer. Élacompañó su cuerpo hasta que cayeron, de rodillas, sobre la mesita del café que tenía delante delsofá.

El golpe fue duro y sordo, no importó ya que Zachary dejó que sus traviesos dedos,completamente humedecidos por la excitación de Katariel, entrasen en ella. Primero la penetró conuno arrancándole un gemido, aunque no tardó en introducir el segundo.

Cerró los ojos cuando el mundo comenzó a dar vueltas, contoneó sus caderas notando la erecciónde aquel hombre en su trasero. En aquel instante no pudo más que echar las manos atrás y agarrarse asu cintura para evitar no perderse.

No le dio cuartelillo, la penetró con velocidad dejando que el placer se expandiera por todo sucuerpo cortándole la respiración; solo podía gemir.

Gritó cuando el orgasmo la sorprendió, justo en el momento en el que la mesa cedió por el pesode los dos. Cayeron al suelo de rodillas, en la misma posición mientras Katariel gritaba vaciándosepor dentro.

Después de aquello necesitó un par de segundos para tomar aire. Él se retiró un poco dejándolarecomponerse.

Katariel se levantó a toda prisa, casi como si, al perder tiempo, perdiera placer. Se acercó a éllanzándole un choque suave que lo dejó contra el mueble del comedor. Él pareció entender lo queestaba a punto de pasar porque se quitó los zapatos sin manos quedándose a su merced.

Zachary subió los brazos antes de que ella tomase su camiseta y se la quitara a tironesdesesperados. No pudo aguantar la posición porque bajó una mano para agarrar su barbilla y guiarlahasta la boca.

Se besaron, dejando que sus lenguas pelearan la una contra la otra como si alguna fuera a ganarmientras Kata se entretuvo en abrirle el pantalón. El cinturón cedió después de que gruñera en laboca del guerrero, eso le produjo risa, pero tampoco se separó para respirar.

El pantalón cayó sin remedio y su ropa interior también. No tuvo piedad, soltó entonces su boca,justo cuando dejó que su mano tomase toda su erección. Ahora tenía el control e iba a hacer lo quequisiera.

—Manos arriba —le ordenó y él lo hizo sin rechistar.Descendió hasta quedar de rodillas, en todo momento lo miró mientras él jadeaba por lo que

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estaba a punto de hacer.Katariel no cerró los ojos cuando se la metió en la boca, pero Zachary sí, es más, pareció aullarle

al cielo cuando notó su miembro entre sus labios.Ella lo saboreó a conciencia, metiendo todo lo que pudo dentro y saboreando al mismo tiempo.

Por cada gemido que obtenía más lo torturaba, aquel sonido era como un cántico para sus oídos.Lo torturó a conciencia unos minutos hasta que él pareció perder el control. No solo bajó los

brazos, también los usó para tomarla de la cintura y levantarla. La besó casi quemando toda su boca.Las manos del guerrero llegaron al sujetador, cada uno tomó una copa y tiró con tanta fuerza que

lo partió en dos sin piedad. Lo apartó de sus pechos deseoso de metérselos en la boca.Y lo hizo.Primero con uno, al mismo tiempo que pellizcó el pezón del otro. Katariel sintió que podía morir

allí mismo. Lo torturó de forma que toda ella se erizó y se pasó al otro cuando consiguió dejarlo rojoe inflamado.

Zachary tomó su mano para tirar de su cuerpo y guiarla hacia la mesa. En ella había muchopapeleo, vasos y cosas que cayeron al suelo cuando él chasqueó los dedos. Lo lanzó todo en todasdirecciones despejando aquel mueble.

El siguiente chasquido fue mucho más práctico ya que la desvistió por completo dejándola a sumerced.

No pensó los siguientes instantes, dejó que él la tomase en brazos y la tumbase sobre la mesa conlas rodillas colgando. Se colocó entre ellas sin dar tiempo a prepararse mentalmente para ello y dejóque uno de sus dedos la penetrase.

Katariel se encorvó producto del placer facilitando que él saboreara uno de sus pechos. Después,demasiado provocativamente, descendió por su cuerpo beso a beso hasta llegar a su sexo.

No tuvo piedad y tampoco la esperó, tomó su clítoris entre sus labios haciendo que gritase contodo el aire de sus pulmones. Lo saboreó unos minutos antes de que un segundo orgasmo la golpease.

Gimió su nombre sin ser consciente, pero se lo había ganado.Y fue ahí, cuando luchaba por respirar, que notó como su lengua la penetraba sin piedad

provocándole un segundo orgasmo de golpe. Se retorció como si quisiera apartarse, aunque solo fuepor el placer que le provocaba.

—Zachary —suspiró.Él llegó hasta su boca y la besó, esta vez no fue salvaje, lo hizo de forma lenta, con cariño, siendo

incluso más placentero que antes.Ella, al notar su miembro entre sus piernas, luchó por acercarse y, cuando estuvo a punto de

suplicar, entró colmándola por completo. Ambos gritaron cada uno por su propio placer.Bombeó un poco, penetrándola con su larga polla. No pudo evitar erguirse un poco para tomar su

boca y, antes de darse cuenta, se agarró a su espalda con los brazos y él la tomó por el trasero.Usando su fuerza, la subió y la bajó por todo su miembro y ella acompañó el movimiento.Katariel besó su cuello, ansiosa por saborear todo su cuerpo, siguió hacia arriba hasta tomar su

oreja.—Zachary —gimió en su oído.Él caminó hasta el sofá, donde la ayudó a descender. Estaban en un reposabrazos y lo colocó bajo

su estómago poniéndose boca abajo esperándole. Zachary no tardó en entrar en ella y colmarla porcompleto.

—Recuerdo que una vez dijiste que debía estar acostumbrado de tener a las mujeres a cuatro patas—rio el guerrero sin parar de penetrarla.

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Kata le dio una palmada de aviso a su pecho, fue un golpe fuerte, pero que no le hizo daño.—Que te jodan.—A sus órdenes.Subió el ritmo, bombeando con tanta fuerza que supo atraer un nuevo orgasmo y hacerla gritar por

ello. El placer se extendió desde su vagina hasta el resto del cuerpo casi provocando que perdiera elaliento.

Katariel lo empujó suavemente obligándolo a salir. Giró sobre sus talones y lo besó, lo hizo almismo tiempo que lo instó a caminar de espaldas. Ella llevaba el control produciendo que se dejasellevar.

Lo sentó en el sofá, dejándolo mirándolo confuso. Pronto cambió a una sonrisa cuando vio que lajoven se sentaba encima de él.

Ella subió el ritmo, bombeando fuerte con sus manos en sus hombros mientras ambos trataban demirarse a los ojos. Sus labios se juntaron un par de veces, pero prescindieron de besos porque yaempezaba a ser imperativo respirar.

Katariel lo torturó subiendo y bajando, provocándole infinidad de gruñidos y gemidos que laanimaron, aún más, a seguir. Ella disfrutaba con su placer, lo que no esperaba es un último orgasmo.

Él se aferró a sus caderas, acompañando su movimiento dejando que sus cuerpos chocaranproduciéndose un placer infinito.

Al final, ambos llegaron, para su sorpresa, a la vez. El orgasmo los asaltó produciéndole tantoplacer que no fueron conscientes del choque de energía que enviaron en todas las direcciones através de toda la habitación destruyéndolo todo a su paso.

Solo cuando el placer cesó, Katariel se dejó caer sobre su pecho con la mejilla apoyada en suhombro. Necesitaban un respiro.

Zachary miró a su alrededor, completamente saciado y satisfecho, descubriendo el destrozo quehabían hecho juntos.

—Vas a necesitar muebles nuevos —jadeó Katariel.Él rio.—Una reforma ahora mismo no entra en mis planes.Con un dedo en su barbilla, tiró de su amante hacia arriba para tomar sus besos una última vez.

Después la abrazó dejando que descansara sobre él. Tal vez necesitaran un momento de calma.

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Capítulo 43

Después de un buen rato, Zachary la tomó en brazos. Caminó con ella a través de los destrozosque habían producido en el comedor y la sacó de allí hasta llegar al baño. Ahí usó sus poderes paraabrir el grifo y calentar el agua.

—¿Yo seré capaz de hacer eso algún día? —preguntó mirando sin pestañear.—Sí, si practicas y estudias.Con la bañera casi llena de agua, la ayudó a entrar. Dejó que su cuerpo se mojase poco a poco

mientras se sentaba, después, cuando estuvo seguro de que no resbalaría, entró para sentarse a suespalda.

Ella lo recibió sin quejarse, sus piernas quedaron a sus lados y se echó atrás para apoyarse contrasu pecho.

—¿Tú me enseñarías?Sonrió al escucharla.—Por supuesto —contestó besándole un hombro —. Así tendré una excusa para castigarte o

quizás quieras subir nota con tu profesor favorito.Su risa le produjo cosquillas, estaba cansada y se notaba. Fue entonces cuando se culpó por no

haber sido suave, seguía convaleciente por las heridas de los elfos y no lo había tenido en cuenta.Ella conseguía que todo se olvidase.Tomó una esponja, la mojó y le puso jabón para hacer espuma. La usó para limpiar sus brazos, en

silencio, disfrutando de ese momento íntimo que compartían.—¿Crees que todo esto es porque soñamos?Katariel no podía dejar la mente en blanco, no era capaz y no la culpó por ello. Únicamente se

rindió, la besó en la coronilla y entró en la conversación.—No, no creo que sea por eso. ¿Y tú? ¿Qué crees que significan? —preguntó Zach.La joven dejó que la limpiase y él pudo contemplar, con horror, como sus cicatrices llenaban su

cuerpo. Ya las había visto, pero de cerca parecían mucho más dolorosas y terribles.—Tú y yo sabemos que son vidas pasadas. Por alguna razón hemos estado encontrándonos una y

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otra vez.La respuesta de la princesa era igual que la suya y no creyó que pudieran estar equivocados. Ellos

eran una infinidad de reencarnaciones que habían tenido la desgracia de ser condenados.—Existe una leyenda en Nislava, una que cuenta la historia de dos amantes. Eran enemigos, como

nosotros, y sus familias trataron de separarlos. Al no conseguirlo los maldijeron de por vida sindarse cuenta que eso significaba morir y revivir sin parar. Solo se prometieron una cosa:reencontrarse.

Esa era la promesa que él le hacía cada noche en los sueños de Katariel. Tenía sentido.El agua se llenó de espuma, no dijeron nada más porque no tenían nada que decirse. Sabían lo que

soñaban y también lo que compartían, casi sin palabras se habían dicho todo lo que tenían.No eran desconocidos, llevaban meses conociéndose y no podían negar esa atracción que sentían.

Todo les había envuelto, empujándolos a seguirse conociendo hasta desembocar en aquella situación.—Debería irme —susurró Katariel—. Molly quizás quiera saber dónde estoy.Él la enjuagó cambiando el agua que llenaba la bañera. Se tomó su tiempo para cerciorarse que

estaba limpia o quizás fue una excusa para seguir disfrutando su compañía.—Vete si quieres —aceptó a regañadientes.Katariel buscó su mirada con la suya tratando de ver su reacción a lo que él contestó

manteniéndose impasible.—Esto es nuevo para mí, yo no sé ni cómo actuar —se escuchó.Zachary asintió, para él también lo era. Jamás esperó que aquel soldado que conseguía atrapar en

la guerra iba a ser la hija de Negan, no solo eso, que esa misma mujer fuera de esa forma.Inevitable, aquello solo podía definirse de esa forma.—No me voy a molestar si te vas con Molly —rio tratando de quitar importancia al tema.—¿Y si quisiera quedarme? —preguntó tanteando un poco.Él se enjuagó la cabeza, dejando que el jabón cayera. Le gustaba esos silencios incómodos que

compartían porque eran como si pudieran hablar a través de la mente. Casi notaba su desesperación.—Todavía tengo una habitación que no hemos destrozado, podría ser nuestro nuevo horizonte —

bromeó.Ella, sorprendentemente, aceptó casi dejándolo sin palabras. Nunca hubiera esperado que una

discusión pudiera concluir en todo aquello. No se quejaba, al contrario, sabía que su compañía era loque quería.

—Bien.Pasados unos minutos salieron del agua, ella tenía pinta de dormirse allí mismo y solo quería

tener tiempo de poderla llevar despierta. Por suerte colaboró cuando la ayudó a secarse, también sequejó diciendo que no era una niña pequeña, pero poco le importó.

La guio hasta su habitación, allí tomó una camiseta y se la dio. Lo que para él era una prendaajustada, para ella era casi un vestido donde cabían dos Katariels dentro. Reprimió la risa, dejandoel humor a un lado.

La princesa se metió en la cama casi de un salto, se acomodó y bostezó al mismo tiempo que seestiraba. Ese fue la señal que necesitaba para retirarse, eso hizo, salió de la habitación dejándoladescansar.

—¿Zachary? —preguntó confundida.Él, haciendo acopio de todas sus fuerzas, no reculó, pero sí preguntó en voz alta si necesitaba

algo.—Después del sexo no pensarás dejarme aquí sola como una apestada, ¿no?

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Solo ella podía darle la vuelta a su amabilidad. Había querido hacerla sentir cómoda y le pagabahaciéndole la pregunta más absurda de todas. Sí, eso sí que hizo que arrancase a reír.

Reculó marcha atrás hasta asomar por el marco de la puerta.—Creí que la princesita descansaba sola.—Te tendría que atar en el poste solo por eso.Zachary enarcó una ceja mientras sonreía. Entró caminando como si fuera un animal salvaje a

punto de comerse a su presa. Saltó sobre la cama, la tomó de las piernas y tiró de ella hasta ponerlacompletamente tumbado.

En ese instante, la cubrió con el cuerpo, besándola con intensidad. Ella se perdió entre sus labios,saboreándolo hasta morderle el labio inferior y separarse.

—Entonces, ¿me haces compañía?Zachary se desplomó a su lado.—Puede.No volvieron a hablar porque cayeron en un sueño tan profundo que los separó unos instantes

antes de volver a reencontrarse. Esta vez ya sabían que significaban esas visiones, solo debían tratarde sacar toda la información posible.

Y eso hicieron.

*** Poco antes de dormir… —¿Qué narices es eso? —preguntó Markus.Miró a casa de Zachary con cierto recelo, los golpes se sucedían uno tras otro sin tener una

explicación lógica.—No quieres saberlo —dijo Molly saliendo al porche acompañada con una taza de café.Se miraron unos segundos, los que ella aprovechó para subir y bajar las cejas un par de veces. Al

mismo tiempo los gemidos de dos personas perforaron sus oídos mostrándole una imagen completade lo que estaba sucediendo en esa casa.

Palideció unos segundos, abrió la boca y señaló hacia allí mientras su mente procesaba todaaquella información.

—¡¿En serio?! ¿Y yo llevo años esperando que me dejes entrar en tu casa?Alguien carraspeó llevándose toda la atención del momento. Ambos pudieron observar al rey, que

también contemplaba el hogar de Zachary entre golpes y gemidos. Sorprendentemente, se llevó lamano a la frente poco antes de sonrojarse.

—Los jóvenes de ahora no sabéis ser discretos.Markus alzó ambas manos.—Tú no te acerques a mi nieta —advirtió.Molly rio con la reacción del guerrero, este miró a su alrededor como si aquello fuera una cámara

oculta, pero no la encontró. Finalmente, harto de los gemidos que llegaban sin cesar, decidió hablar.—¿Sabes que es tu nieta la que está con Zachary?Fue ahí cuando la mujer se atragantó con el café, tosió un poco antes de fulminarlo con la mirada.Ahí comprendió que no tendría que haberlo dicho.—Katariel está en casa de Molly, descansando.Markus se mordió la lengua.

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—Lo siento, majestad. Debo darle la razón a Markus esta vez, es ella la que está con Zachary.Gerald palideció producto de la sorpresa antes de mirar a la casa, Markus y a Molly de forma

intermitente. Lo hizo durante tantos segundos que todos creyeron que aquel hombre entraría allí ymataría a alguien.

—¡Son jóvenes! —gritó Loretta apareciendo tras su hijo, regresaba de su paseo —. Yo recuerdocierto jovencito que me hizo sacar los colores un par de veces por follar en sitios públicos.

Markus y Molly se miraron, fue entonces cuando ella le hizo una señal de que la siguiera hasta sucasa. Al parecer esa conversación estaba siendo demasiado para que siguieran escuchando.

No se lo pensó, corrió hasta que entraron. Ambos fueron hacia la ventana que daba al porche,puede que desde allí no los vieran y así escucharan porque se morían de curiosidad por saber más desu rey.

—No tendrías que haber dicho eso, madre —la regañó.—Tú fuiste peor. Deja que le pase algo bonito antes de la guerra. Sabías que iban a reencontrarse

y que esto pasaría.Gerald asintió.—Esperé que no fuera tan pronto.Loretta suspiró al cielo.—Tú y Edith tardasteis mucho menos y aún recuerdo cuando el panadero me dijo que os encontró

en la trastienda desnudos y cubiertos de harina.Gerald, ofendido, giró sobre sus talones dispuesto a marcharse hacia su casa. No deseaba que

nadie pudiera escuchar sus travesuras de juventud. Aceleró el paso, sin embargo, volvió atrás cuandosu madre necesitó ayuda y la dejó agarrarse a su brazo.

—Gracias, hijo.—De nada, madre.Markus rio un poco antes de darse cuenta que estaba en casa de Molly. Al parecer no fue el único,

ambos dieron un brinco y se separaron casi como hubieran cometido un pecado.Ahí fue como vio, a su espalda, el retrato de un hombre muy apuesto y con una corona en la

cabeza.—¿Quién es? —quiso saber.Molly pareció encorvarse de dolor. Cuando él quiso retirar la pregunta negó con la cabeza y

caminó hacia aquella fotografía.—Es mi marido o, al menos, su imagen. Mi hermana Minerva lo ejecutó delante de mí.Los hombros del guerrero cayeron mientras un sentimiento de culpa lo invadía. Nunca debía haber

preguntado algo así, ni en sus peores pesadillas hubiera imaginado que era viuda.—Lo siento mucho.—Gracias, fue hace mucho tiempo, pero siento que debo guardarle el luto. Una parte de mí lo

sigue esperando.Se apiadó de ella. Era una mujer que lo había perdido todo en la vida, había vivido su propio

infierno y nadie podía culparla por rechazar a todos los hombres que querían algo.—Debería irme, pero me gustaría que supieras que mi puerta siempre estará abierta para un café.

Solo eso, una buena taza de café y una conversación.Molly lo agradeció con una sonrisa que pareció iluminar el resto de la estancia.Justo después abrió la puerta invitándole a salir y eso hizo, ya no tenía excusa para estar ahí

dentro. Ella necesitaba su propia intimidad, él acababa de recordarle que el amor de su vida estabamuerto.

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—Te has coronado —se dijo a sí mismo.

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Capítulo 44

Katariel salió de casa de Zachary cuando una llamada lo hizo saltar de la cama. El rey Neganestaba en Draoid y venía a buscar a su hija, todavía estaban a kilómetros de distancia, cerca de lasfronteras, sin embargo, los Draoids iban a responder a esa provocación.

Esas palabras se agolparon en su mente, tomando su ropa se vistió a toda prisa dispuesta aacompañarlo a la batalla. No pensaba quedarse de brazos cruzados mientras su padre trataba deacabar con aquella gente.

—¡Quédate aquí! —bramó Zachary cuando la vio salir.Sabía que estaba en su naturaleza dar órdenes y no se amedrentó al recibirla. Solo había un

problema: no pensaba cumplirla.—¡Pienso ir!Él ya no la escuchó, se había marchado con sus soldados. Tenían un reino que defender y eso era

lo único que importaba.Katariel corrió entonces a casa del rey, su abuelo estaba en el porche mirando como sus guerreros

partían a la guerra que su enemigo había declarado.—¡Tengo derecho a ir! ¡Confía en mí! Solo quiero evitar un derramamiento de sangre innecesario.

Si puedo alcanzar a mi padre acabaré con esto —dijo tratando de convencerlo.Supo que no lo había hecho, él quería mantenerla a su lado porque era la única baza que tenía para

la guerra y porque era su nieta.—Lo siento —dijo la voz de Markus a su espalda.Ella giró lentamente sabiendo bien que aquello no era una buena señal. Él la miró con tanta pena

que supo lo que quería hacer. Iban a retenerla.Katariel se concentró dejando escapar un choque de energía que provocó que el soldado cayera al

suelo.—Yo también lo siento —dijo antes de arrancar a correr.Pocos metros más allá estaba la moto que iba a usar el segundo al mando para seguir al resto, solo

tenía que subirse en ella.Justo cuando tocó el manillar con los dedos notó como una segunda cuerda se ataba en su pecho.

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Markus tiró de ella con contundencia y la tiró al suelo de bruces. El golpe fue duro, pero logróreponerse enseguida.

Por los brazos algo retorcidos, tomó la cuerda y miró en la dirección en la que se había marchadoel ejército. Su padre estaba ahí, eso significaba que Nixon también y podía morir innecesariamente.Además, no solo él, cientos de soldados Nislavos y Draoids que no tenían porqué hacerlo.

—¡Estate quieta! ¡Es por tu bien! —gritó Markus.Ella fue la siguiente en gritar, lo hizo mirando al cielo siendo incapaz de controlar la rabia que

sentía al dejar morir a tanta gente solo por una mala decisión.La magia se desprendió de ella consiguiendo hacer caer y rodar a todo al que tuvo a su alrededor,

incluso a Markus. Fue ahí cuando la cuerda se desvaneció y aprovechó su única oportunidad.Tomó la moto sin mirar atrás e ignoró los gritos del guerrero, su abuelo y de Molly. Arrancó y

salió de allí tan rápido que supo que nadie iba a ser capaz de detenerla. Lo hacía por una buena causay eso debía significar algo.

***

Alcanzó al grupo de Zachary casi una hora después, sabía que no iba a ser bien recibida, pero

tuvo la suerte de que ya habían entrado en batalla y eso lo distraería lo suficiente.Le sorprendió ver un grupo tan reducido de hombres peleando contra los Draoids. Su padre no

solía enviar tan pocos a la guerra ya que tenían uno de los ejércitos con más números decombatientes del mundo entero.

Soltó la moto antes de comenzar a batallar. Necesitaba hacer algo que atrajera la atención detodos, necesitaba decirles que no tenían porqué morir ese día. Su rey no merecía su sangre.

Muchos Nislavos la reconocieron deteniéndose en seco, los rumores de que la princesa estabaante ellos fue suficiente distracción como para que todo se congelase al instante.

Notó la mirada de Zachary fulminándola, pero prefirió ver al otro hombre que encontró en elcampo de batalla: Nixon.

Él bajó sus armas contemplándola como solo se mira a un fantasma, estaba convencida de que noesperó jamás encontrársela allí.

—¿Katariel? ¿Estás con ellos?La joven no supo contestar al momento, le dedicó una mirada de arrepentimiento antes de poder

contestar.—No es fácil de explicar, lo sé. —Tragó saliva y se descubrió a sí misma completamente en

blanco.Siempre sabía qué decir o hacer, no obstante, ahora, ante aquel hombre, no era capaz de explicar

sus motivos. Así pues, se obligó a mantener la calma antes decir todas las cosas que debía.—El rey Gerald es mi abuelo —dijo como si eso lo significase todo—. ¿No estáis cansados de

tanta guerra? Creo que Negan no ha hecho nada para ganarse la sangre que dais por él. Podemosacabar con esto, buscar una solución al invierno perpetuo y tener una vida normal.

Nixon, que la miraba como si hubiera enloquecido, rio rompiendo el silencio de todos.—Eso es alta traición y tú misma lo sabes —la acusó.—Hemos hablado miles de veces de las cosas que haríamos cuando él muriera, también

pensábamos en paz. ¿Por qué no hacerlo ahora? Podemos conseguir una alianza entre todos losreinos, todos están cansados de morir.

Nixon buscó a Zachary con la mirada, cuando lo encontró hizo una mueca de rabia como si eso

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significase algo.—¿Él? ¿Todo esto es por ese hombre?Sabía que el jefe de los Draoids estaba preparado para atacar en cualquier momento, no lo hizo

solo por ella y lo agradeció enormemente.—No, esto es mucho más grande que nosotros mismos. Te estoy hablando de paz, Nixon.Pero su prometido no la escuchaba, había sacado sus propias conclusiones y nadie iba a hacerle

cambiar de opinión. Lo supo por cómo la miró, con una pena tan grande que rompió su corazón.—No, estás hablando de matar a tu padre porque te has encoñado de un Draoid. ¿Te lo has

follado?Katariel lo miró sorprendida.—¡Contesta! —bramó.La princesa se cuadró y levantó el mentón con orgullo. Abrió los brazos antes de girar para que

todos los presentes pudieran verla bien.—Yo, hoy os prometo acabar con la tiranía de Negan. Su tiempo debe llegar a su fin. Y sí, he

follado con ese hombre y no me arrepiento de nada. Eso no nubla mi juicio. Todos habéis visto cómome ha tratado todos estos años y la cantidad se sangre que he donado a su tiranía.

Caminó un par de pasos antes de detenerse.—Todos habéis perdido un familiar por su culpa y seguiréis así si no evitamos esto.Nixon se pellizcó el puente de la nariz a pesar de que tenía un arma en cada mano. Ella lo vigiló

atentamente esperando, con esperanza, que él cediera. Era lo que siempre habían soñado cuando erandos don nadies, ahora tenían la suerte de su lado.

—¿Y qué ofrecéis? —preguntó mofándose.Zachary avanzó para apoyarla.—Una alianza, una que ayude a crear paz —contestó.Los segundos pasaron mientras que para Katariel todo aquello parecieron horas. Necesitaba a su

amigo de su parte, era una de las personas más importantes de su vida y su apoyo era vital.—No sabes lo que he tenido que hacer para venir a por ti —le recriminó—. Me hizo asesinar a

los supervivientes que ayudaste a escapar y tiene amenazado a mis padres. Han tenido que huir aReiyar para salvar la vida.

El dolor era algo que compartían, esa gente no merecía morir, eran inocentes y merecían estar consus familias.

—Solo por eso, para que nadie más tenga que sufrir algo así. Podemos conseguir paz —explicóella llegando hasta él.

Dejó sus manos sobre su pecho haciendo el toque real. Hacía meses que no podían hacerlo,aunque todo había cambiado. Se habían besado la última vez y esta no lo hicieron.

Estaban en puntos distintos de la vida.—Nixon, confía en mí como siempre has hecho. Esto es bueno para todos.Él pareció arrepentido.—No somos el único grupo que ha entrado en Draoid. Ahora mismo un ejército mayor que este va

de camino al reino. Tiene intención de hablar con Gerald cara a cara para enfrentarse a él.Aquello cayó encima de ella como un jarro de agua fría, esa confesión les decía que ellos eran la

distracción.Zachary ordenó que parte de sus soldados regresaran a casa a toda velocidad, allí también había

otra parte de su ejército y presentarían batalla contra los Nislavos en cuanto los vieran venir.—Tú salvaste mi vida, Katariel. Yo solo quería que volvieras conmigo —susurró Nixon.

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Ella lo sabía y, durante muchos años, lo había amado con la misma intensidad. Ahora no podíadecir lo mismo.

—Yo traté de sacarte de aquel maldito infierno… —se lamentó de nuevo.Katariel sabía que el hecho de que la atraparan había sido culpa suya. Se enfrentó a los Draoids

queriendo salvar la vida de Nixon a toda costa. No le importó su vida en ningún momento, soloconseguir que él volviera a casa.

—Has sido la persona más importante de mi vida. No hubiera podido sobrevivir tantos años sinhaberte tenido a mi lado y lo sabes. Lo que hice lo volvería a hacer una y mil veces. Pero ahoratenemos la oportunidad de hacer algo mucho mayor y te necesito a mi lado —explicó la princesa.

Nixon, en cambio, se retiró como si su toque quemase y la miró como si fuera una completadesconocida.

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Capítulo 45

Ella había cambiado, ya no era la mujer que había sido antaño. No era su Katariel y podía ver ensus ojos que no lo amaba con la misma intensidad. Y eso dolía mucho más de lo que sabría jamás.

Seguía enamorado de la mujer que decía haberse acostado con otro, la misma que la última vez labesó con pasión. De ella solo quedaban meras cenizas que no podía recomponer.

Y le pedía una alianza.Se retiró sintiendo falso aquel toque que tenía sobre su pecho y se mezcló entre los soldados

Nislavos. Ella lo siguió, aunque confusa y con paso mucho más lento, no comprendía lo que ocurría.A poco menos de cien metros tenían un helicóptero, cuando no pudo soportar la idea de tener a

Katariel tan cerca corrió hacia él. Fue entonces cuando lo imitó y trató de alcanzarlo.—¿Nixon? ¿Qué ocurre? ¡Habla conmigo! —pidió.Él, subido a aquel enorme aparato, se giró hacia ella tan decidido que ambos supieron que era un

punto de inflexión para ambos y su relación.—Sube conmigo, déjate de guerras que no puedes ganar. ¿Qué no lo ves? Negan siempre gana.

Huye conmigo —le pidió.Katariel, desconcertada, jadeó como si aquello fuera la petición más loca de toda su vida.—No podemos huir. Tenemos el deber de acabar con esto.Pero Nixon no lo veía así. Sabía que podían tener una vida más allá de aquellos dos reinos que

buscaban destruirse el uno al otro.La guerra había hecho mella en él. Llevaba conviviendo entre muerte toda su vida y necesitaba un

respiro. Uno al lado de Katariel para el resto de sus vidas, estaba convencido de que podían serfelices.

Ya lo habían sido una vez.—Sube —pidió.Katariel, asumiendo su respuesta, contestó.—No. No puedo acompañarte.Nixon tomó la decisión, debía alejarse de todo aquello de una vez por todas. Era demasiado

doloroso como para soportarlo.

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Ordenó que encendieran el aparato y no pudo escuchar las veces que Katariel gritó su nombre,aunque sí leyó sus labios. Ella le rogaba que recapacitase, parecía tener la solución mágica a todossus problemas sin comprender que no quería eso.

Solo la quería a ella. Y la había perdido.En el aire pudo ver como no se rendía, seguía gritándole como si eso fuera a hacerle cambiar de

opinión, no obstante, sus destinos ya estaban sellados. Supo entonces que Katariel le habíatraicionado.

***

Nixon no la escuchaba, aunque tampoco quería hacerlo. La decepción más profunda se reflejaba

en su rostro y se sintió culpable por fallarle. Él había sido la única persona que había creído en ellay no había logrado estar a la altura.

—¡Nixon, por favor! —suplicó.Zachary fue a acercarse a ella, entonces Nixon, tomando un arma de alto alcance, disparó cerca de

sus pies.Eso la desconcertó. Miró al cielo y lo encontró fuera de sí, entonces supo que el dolor que sentía

era tan poderoso que no cambiaría de opinión.Él la amaba de verdad.—Por favor, Nixon —suplicó una vez más.Entonces algo cambió.Su prometido, su amigo y su cuidador, giró el arma hacia ella. La contempló un par de segundos

con el ojo en la mirilla, aunque Katariel supo que jamás podría hacerle daño alguno.Falló estrepitosamente esperando bondad en su corazón.Casi pudo ver todo aquello a cámara lenta. Él apuntó a su cabeza y vio como apretaba el gatillo

dejando que la bala surcase el aire. El sonido resonó por aquel campo haciendo que los pájaroshuyeran.

Todos se quedaron congelados mirando a la princesa de Nislava, hasta el propio Nixon apartó elarma para poder contemplar lo que acababa de hacer. No pudo creerse que ella siguiera en pie, quepudiera respirar después de todo y se preguntó dónde había disparado.

Katariel, jadeando por la sorpresa, parpadeó mientras veía como el helicóptero tomaba altura.Fue justo en ese momento en el que miró a su derecha, levantó el brazo y lo colocó delante de sí paraabrir la mano.

Con estupor, comprobó que tenía la bala sobre su palma. Ella había conseguido que sus poderesla salvasen de Nixon.

La persona a la que tantos años había amado.Él acababa de disparar a su cabeza con la intención de asesinarla. Con horror, miró fijamente esa

bala, la que estaba destinada a acabar con su vida. Aquel hombre había sido capaz de dañarla.Su corazón se rompió en mil pedazos.Presa de la pena y el dolor más infinito, lloró antes de gritar al cielo. Quería que el mundo entero

pudiera ver como acababan de romper su alma con aquel gesto. También notó la magia salir de ella,incluso alcanzó a leer los labios de Nixon pidiéndole al piloto que los sacara de allí a toda prisa.

Nada importó, Kata dejó que el dolor saliera a través de su piel, haciendo que se alzase hastaimpactar en el helicóptero, no consiguió hacerlo caer, pero ya nada le importó. Todo el mundo en elreino escuchó su grito y notó la honda expansiva que liberó. Ahí estaba su corazón y sus lágrimas.

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Con dolor, cayó al suelo completamente abatida. Nunca antes se hubiera esperado nada así de él.Nixon era su persona de confianza.

Zachary la tomó de la cintura cuando la batalla dio comienzo. Los Nislavos se tomaron aquellocomo una orden de atacar y estar allí en medio hacia que corriera mucho más peligro.

Katariel forcejeó cuando el guerrero la puso en pie, quiso quitárselo de encima, pero fue incapaz.—Derríbalo.—¿Cómo? —preguntó Zachary, confuso.Ella echó una última mirada al hombre por el que hubiera dado la vida cientos de veces, por el

que había sido una rehén, el mismo que acababa de intentar asesinarla.—¡Derríbalo ya! —bramó enfurecida.Él la había traicionado, para siempre.No pudo mirar cuando Zachary alzó la mano e hizo lo que le pedía. Con rabia por el dolor que le

habían causado, dobló las hélices provocando que se precipitase al suelo sin remedio.La explosión que vino a continuación sentenció el destino de las personas que habían ocupado el

helicóptero.Katariel lloró entonces comprendiendo que la guerra acababa de provocar que hiciera algo

horrible. Se habían amado durante años y había sido traicionada de la peor forma.Pocos minutos después todos los Nislavos fueron reducidos. Era un grupo pequeño y no

presentaron dificultad ninguna.Ahora tenían un enemigo mayor a las puertas de la ciudad, lo que significaba que no podían

quedarse allí lamentando amores pasados. Tendría tiempo para llorar aquel disparo, todo llegaría ensu momento.

Guardó la bala en el bolsillo y siguió al resto hacia Draoid.Tenían un reino que defender.

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Capítulo 46

Negan pensó que aquel era un glorioso día. Volver a sentir el sol le recordó tiempos antiguosdonde todo su reino era soleado, algún día conseguiría que el hechizo desapareciera.

Tiró de Malorie, a la cual agarraba del cuello, y avanzó entre la batalla que él mismo acababa dedeclarar. Todo pareció detenerse cuando zarandeó a la mujer que tenía como rehén.

Y ahí vio a Gerald, habían pasado mucho desde la última vez. Los años no parecían pasar para elque una vez fue su suegro.

—¡Cuánto tiempo! —exclamó —Casi había olvidado cómo era este lugar.—Vete de mi reino o seré yo mismo el que te mate —amenazó su exsuegro.Sí, ahora recordaba esa última visita a Draoid. Fue un día glorioso y hacía un sol tan abrasador

como entonces.—Tú también recuerdas mi última vez aquí, ¿eh? Fue el día de mi boda, ese en el que me llevé a

Layla de tu lado para siempre.El suelo tembló recordándole que su enemigo tenía unos poderes con los que él únicamente podía

soñar. A pesar de eso, tenía una rehén con la que sabía que no iban a atacarle.—No está aquí, tu hija.No le gustaron esas palabras y no pudo creerlo.—Me estás queriendo decir, ¿qué has perdido algo tan importante? ¿Y dónde se supone que está?

¿La has perdido o la has dejado caer por ahí? No son unas llaves creo recordar, aunque tampoco esque sirva de mucho, la verdad.

Gerald avanzó un paso, su energía crepitaba a su alrededor como una tormenta. Tenía el podersuficiente como para pestañear y pulverizarlo, solo por eso no se habían visto en treinta años, peroera el momento de demostrar quién era.

—He visto lo que le has hecho —le acusó el rey de Draoid.Eso hizo que sonriera orgulloso.—Así que, mi pequeña ha conseguido rascar ese corazón viejo y putrefacto. Te adelantaré el final

de la película, ella acaba volviendo a mi reino y seguiré haciendo con su cuerpo lo que me plazca elresto de mis días.

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Pudo notar como apretaba la mandíbula, quería contenerse porque le preocupaba la integridad deMalorie y esa era una baza que pensaba aprovechar en su beneficio.

—Puedo prometerte una cosa, Negan. Katariel no volverá contigo a ese trozo de hielo tuyo.Eso estaba por ver, él tenía las intenciones claras y aquel día no iba a cambiar por mucho que

tratasen de alejarlo de ese camino. Durante años había sabido que ese reencuentro tenía que darsetarde o temprano.

—Ella es mía, ¿recuerdas? No moviste ni un dedo por recuperarla y no creas que no sé lainfinidad de cartas que te envió Malorie pidiendo salvar a la pobre niña. ¿Y sabes algo? Creorecordar que nadie vino, ni un alma preguntó si estaba bien o seguía respirando. Me pertenece porderecho propio.

No podía cogerle cariño a ese saco de huesos ahora, no tenía ningún derecho sobre esa nieta querepudió en su momento.

—Hemos cometido muchos errores todos estos años, Negan. Darte a Layla es el que más me pesacon diferencia, pero no proteger a Katariel es otro que no me perdonaré jamás.

Los sentimentalismos eran tan aburridos que creyó bostezar esperando a que terminase de hablar.—Vamos, acaba con esto de una vez. Dame lo que es mío y yo te devolveré a la doncella, puedo

decir que ha hecho un trabajo estupendo todos estos años. Podrás darle una buena jubilación.La agitó mientras ella parecía gimotear asustada.—El único defecto que puedo sacarle es que le dio ese estúpido collar poco antes de que huyera.Gerald asintió, por supuesto que lo había visto colgado de su cuello. Estaba convencido de que

había descubierto muchas cosas de su nieta y que ella sabía gran parte de la historia.—Tengo curiosidad, ¿sabes? Me pregunto si nada más saber que era tu rehén la acogiste entre tus

brazos y le diste todo el calor de tu corazón —se mofó.Supo, por la mueca que puso entonces, que no había sido así y eso le gustó. Al parecer Katariel no

había encontrado allí el abuelo que tenía. Draoid había sido también una condena.—¿Llegaste a torturarla? ¿Escuchaste los gritos?Gerald negó antes de taparse los ojos.—¿Tú te escuchas? ¿Eso es lo que le hiciste a Layla?Lo que le hizo a su hija era un secreto, pero tenía mucho que ver con gritos, placer y sangre.

Acabó con su vida de la forma más cruel que encontró y encontró regocijo cuando vio lo debilitadaque estaba. Sostener su cuerpo sin vida entre sus brazos era un recuerdo demasiado bonito.

—Rompí ese estilizado cuello con mis manos, no sabes el placer que me produjo sentir su últimoaliento. No pudo volver a verte, Gerald, preguntaba por su papi a diario creyendo que sería susalvador. Yo le dije que el cobarde de su padre no iba a pisar suelo Nislavo jamás y no meequivoqué.

Rio recordando aquel día y supo que sería capaz de dar cualquier tipo de fortuna para regresaratrás y vivirlo otra vez.

—También le dije, mientras luchaba por respirar, que nunca moverías un dedo por Katariel, queella sería mía para siempre. Su hijita especial no conocería el amor de una madre, pero tampoco elde una familia.

Se regocijó en el dolor que se reflejó en el rostro del rey Gerald, detrás de él, su más vieja madretampoco parecía estar contenta con su presencia. Aquel fósil parecía no querer morir jamás.

En ese preciso instante gritó atravesó el aire.—¡Negan! —bramó Katariel a su espalda.Giró sobre sus talones y le sorprendió ver a su hija. Su físico era el mismo, pero algo había

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cambiado. No importaba, antes de que pudiera acercarse a él agitó a Malorie como si de uninstrumento musical se tratase y consiguió que se detuviese en seco.

Ahora sí tenía toda su atención.

***Él estaba ahí y Malorie, Nixon no había mentido. Respiró agitadamente mientras trataba de pensar

en algo mínimamente claro. Durante meses había creído que había fallecido cuando ella se escapó.Craso error.Su cuidadora seguía con vida, estaba demacrada y lejos de la persona que recordaba, sin

embargo, era ella.—¡Oh, vaya! La hija pródiga está lista para volver a casa —rio su padre.Katariel negó con la cabeza.—No pienso ir contigo a ninguna parte.Él fingió decepción, no parecía importarle lo que tuviera que decir porque ya tenía decidido cómo

acabaría ese día. Siempre actuaba de esa forma, elegía el cómo y el cuándo y todos debían seguir suplan.

—¿No está Nixon contigo? ¡Menuda decepción! No tenía madera de rey, un pobre perdedor por elque sus papaítos pagaron muy bien.

El recuerdo de aquel hombre provocó que tuviera ganas de llorar. No podía pensar con claridaddespués de lo que había pasado, no era capaz de comprender lo que había ocurrido.

—Te alegrará saber que me disparó a la cabeza —explicó tratando de parecer neutra.Eso sí fue toda una sorpresa para su padre.—Al final le echó cojones. Le dije que al menor indicio de que parecías uno de ellos te matase.

Sin embargo, entiendo que tú tuviste un as en la manga con el que él no contaba, ¿verdad?Asintió dándole la razón, no pensaba explicar lo que había ocurrido para no darle la satisfacción.Entonces su padre dejó de fijarse en ella para mirar a su alrededor. Comprobó que algunos

Nislavos los acompañaban, seguro que imaginó que se trataban de rehenes, no obstante, no supo queera porque se habían rendido.

Todos necesitaban paz.—Tú eres Zachary, ¿verdad? Te reconozco, el fiero guerrero. He visto tus poderes y son

impresionantes —rio Negan.Él avanzó unos pasos hasta quedar delante, era el jefe del ejército y debía estar en primera línea

de fuego.—Y tú el cobarde que reina en Nislava, no recuerdo haberte visto nunca en el campo de batalla.

Dejas que todos mueran por ti —comentó con seriedad.Negan nunca participaba en la guerra o, si lo hacía, no era con los Draoids. Los años le habían

hecho tenerles el debido respeto y mantener las distancias. Conocía de lo que eran capaces.—Tú eres músculo y yo soy la inteligencia. Eso me ha mantenido en mi trono tantos años, pero es

algo que la plebe no puede llegar a entender.Respiró profundamente tratando de mantener el control, no podía perderlo en un momento así.

Malorie estaba con él y eso solo significaba problemas, no quería poner su vida en peligro cuandoacababa de descubrir que seguía con vida.

—¿A qué has venido? —preguntó Katariel.Negan miró a la doncella unos segundos.

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—Quería una bonita reunión ante todos. ¿Ya te han contado que Malorie fue la doncella de tumadre? La cuidó muy bien como hizo contigo, pero no podía esperar nada menos que eso de ella.Viene de una larga familia de doncellas reales.

Katariel solo quería que la soltase, que pudieran reencontrarse de nuevo y ella pudiera estar consu gente. Estaba convencida que tenía familia con la que le gustaría abrazarse.

Malorie había ido a Nislava a cuidar de su madre, aunque solo iban a ser unos meses hasta que elpersonal del nuevo reino aprendiera bien lo que hacer. Al final acabó allí más de treinta años.

—Os propongo un trato, os doy la doncella a cambio de mi hija. ¿Qué os parece? —preguntóNegan.

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Capítulo 47

La vida de Malorie dependía de Kata, solo tenía que entregarse. Si se rendía y se entregabapodría tener una oportunidad para que ella estuviera bien. Eso no borraba sus planes de acabar consu padre, estaba convencida de que iba a ser capaz de seguir con aquello a pesar de estar recluida enNislava.

—De acuerdo —aceptó sin dudar.—¡No! —gritaron muchas voces, la más sonora fue la de Zachary, aunque ninguna resonó con

tanta fuerza como para hacerla cambiar de opinión.Negan rio.—La señorita ha hablado y no me gustaría contradecirla, es de sangre real.Quiso avanzar en dirección a su padre, pero Zachary la tomó por el codo y la atrajo hacia él.

Trató de no forcejear, pero se trataba de Malorie. No podía perder a Nixon y a su doncella el mismodía.

No podía desmoronarse el mundo de esa forma.—Así es como yo lo veo —comenzó a decir el rey—. Te has divertido con ella, cosa que no está

nada mal, ahora me la entregas, yo te doy esto como premio de consolación y todos contentos.Nadie estaba feliz como su padre decía, no había forma de estarlo.—Cielo, estaré bien, no tienes que preocuparte por mí —lloró Malorie.Aquello hizo que sintiera que podía morir allí mismo, ella quería entregarse y solo esperaba que

su padre no fuera tan cruel como para hacerle algún tipo de daño a Malorie.La necesitaba en su vida.—Sabes que no gozo de buena paciencia. ¿Podríais hacer el favor de entregarme a mi hija? Este

padre ansía una reunión familiar urgente. —Giró hasta mirar a Gerald—. Yo sí soy un padrepreocupado que mueve un dedo por su hijita.

Ese era un golpe bajo, uno demasiado hasta para él.Katariel apretó los puños, no podía permitir que siguiera así. Pegó un fuerte tirón tratando liberar

el agarre que Zachary ejercía sobre ella, no obstante, solo consiguió hacerse daño y gruñir de rabia.—Tic, tac, tic, tac.

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—No obtendrás nada de nosotros, solo una muerte prematura, no vas a aferrarte a tu trono muchomás tiempo —contestó Zachary.

Esa fue su última opción y todos sabían que no estaba dispuesto a ceder o cambiar de opinión.Eso hizo que el infierno se desatara.Negan, luciendo una enorme sonrisa, sacó un enorme cuchillo de entre sus ropas. Katariel lo vio

todo a cámara lenta, quiso intervenir, lo intentó al igual que Zachary. Nadie llegó a tiempo, seccionósu garganta y la tiró al suelo antes de que todos los Nislavos entrasen en batalla.

—¡No! —gritó ella con horror.Eran dos grandes ejércitos enfrentados, la batalla tan real y cruel que el caos se desató a su

alrededor.Antes de poder acercarse a su padre, vio como cientos de soldados la rodeaban en una lucha

encarnizada. Todos buscaban lo mismo: ganar, pero solo uno podría salir victorioso.A empujones, ella trató de abrirse paso.Las cosas no debían haber ido así, no podía estar pasando algo semejante. Estaba desesperada y

solo necesitaba llegar hasta Malorie, no quería nada más, no le importaba lo que le pasase al restodel mundo en ese momento.

Pudo ver como Zachary y Markus comenzaron a abrirle el camino, la bloquearon quedándose cadauno a un lado suyo y trataron de ayudarla a pasar. Lo hicieron mientras la guerra pasaba a sualrededor, todos luchaban por defender a sus reyes, su pueblo y su honor sin saber muy bien losmotivos.

Aquella guerra no era justa.Negan, cobarde por naturaleza, se entremezcló entre los suyos usándolos como escudo para salir

de allí. Gerald lo persiguió, tenían un asunto que zanjar, pero fue demasiado tarde.Su padre era astuto, siempre tenía un plan detrás y ese día no iba a ser distinto. Justo cuando

estaba a punto de ser atrapado, cuando ya lo tenían rodeado, una mujer apareció a su lado de la nada:Minerva, la reina bruja.

—Hola, querido —canturreó.—Sácame de aquí, cariño.Se agarró a su cintura y esta, antes de desaparecer, miró a Gerald, el cual no podía estar más

sorprendido.—¿Qué esperabas? Ese hechizo de mierda que hiciste con tu madre senil no iba a durar para

siempre. Saluda a mi hermana de mi parte.Acto seguido desaparecieron abandonando a cientos de hombres a su suerte. Quedaron en Draoid,

atrapados sin un líder que los guiase, acababan de mandarlos al matadero como si fueran piezassustituibles. No valían nada para Negan.

Katariel siguió peleando, empujando y gritando hasta que logró llegar hasta ella. Se arrodilló a sulado antes de tomarla entre sus brazos con sumo cuidado. Era una herida tan profunda que toda ellaya estaba cubierta de sangre.

Con horror, buscó con la mirada a Zachary y a Markus, el cual no paraba de gritar el nombre deMolly, la necesitaban a ella o, más bien, a un milagro.

—Mi niña —jadeó Malorie sonriendo al verla.—No hables, la ayuda viene en camino —pidió.Zachary ordenó que contuvieran a los Nislavos, no querían muertes, solo que los dejasen

bloqueados y sin pelear. Necesitaban tener la situación bajo control antes de que demasiada sangrefuera derramada.

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—¡Molly! —gritó Katariel desesperada.La vida se le escapaba entre las manos, ella no podía morir, no podía perderla. Estaba rota por el

dolor, estaba convencida de que había podido hacer algo, solo que no había usado las cartasadecuadas.

—Lo siento —gimió llorando.Las lágrimas mancharon su rostro sin tener ningún tipo de control sobre ellas. Abrazó a Malorie

dejando que sus brazos la reconfortasen, se fustigó mentalmente por la resolución de todo aquello.—Mi niña… —comenzó a decir.Katariel negó con la cabeza. No podía forzar su cuerpo, tenía que utilizar las fuerzas que le

quedaban para sobrevivir.—No, no hables —pidió.Las lágrimas de Malorie mancharon su golpeado rostro. Aquel monstruo la había mantenido con

vida, a duras penas, todo ese tiempo. Ella no lo había sabido, su muerte la llevaba persiguiendodesde entonces.

—Lo siento mucho, no fui la niña obediente que merecías.La doncella sonrió como si lo que acabase de decir fuera la mayor locura de toda su vida.—Has sido mucho mejor de lo que esperé jamás. Esa forma de llegar, sin miedo a tu padre. Estoy

muy orgullosa de ti.Las palabras de Malorie provocaron que sollozara, no se veía así; no había estado a la altura de

la situación y el resultado era ese. Miró a su alrededor y volvió a gritar el nombre de Molly.Necesitaba ayuda urgente.La doncella subió una mano lo suficiente como para acariciar su mejilla. Katariel se aferró a ese

contacto como si fuera un clavo ardiendo y comprendió que aquello era una despedida.La vida estaba siendo demasiado cruel.Gruñó con rabia y se abrazó con más fuerza al cuerpo de su querida Malorie. No iba a dejarla

sola en ningún momento, iba a estar con ella hasta el final.—Te quiero, has sido como una madre para mí —le dijo.Necesitaba que lo supiera. Puede que solo hubiera ido a Nislava para unos meses, sin embargo,

había sido la mujer que mejor la había cuidado en toda su vida. Gracias a ella sabía lo que era elamor.

—Y yo a ti, mi pequeña.Molly llegó entonces, se arrodilló justo en el momento en el que Malorie expiraba su último

aliento. Lo hizo en calma, entre los brazos de la niña que había visto crecer, la que había criado conamor y ternura. Se marchó en paz sabiendo que Katariel era una mujer fuerte.

La princesa miró a Molly con los ojos anegados de lágrimas y esta negó con la cabezacertificándole que había muerto.

Ahí sintió el dolor más punzante que había sentido en toda su vida. Era la segunda vez que laperdía y, esta vez, para siempre. Rota de dolor, besó la frente de Malorie al mismo tiempo que lameció unos segundos.

Nadie dijo nada.Permitieron que llorase en absoluto silencio, comprendían lo que su padre acababa de hacer y la

atrocidad que acababa de suceder.Fue ahí cuando Katariel se aferró con fuerza a su doncella gritando de puro dolor, lo había hecho

tantas veces que estaba ronca, sus cuerdas vocales estaban dañadas de tanto gritar y su corazóndemasiado destrozado como para latir.

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Se balanceó con Malorie entre sus brazos, lo hizo durante unos largos minutos mientras lloraba supérdida. La rabia la inundó de una forma que nunca antes lo había hecho. Notó cómo se extendía delos pies a la cabeza.

La mano de Molly sobre su espalda le indicó que había llegado la hora de dejarla partir. Eso hizo,como si se tratase de un bebé, acompañó a su cuerpo hasta que tocó el suelo.

—Te quiero —susurró.Y se puso en pie siendo otra Katariel, una parte de sí acababa de morir en ese instante y no

regresaría jamás.Giró sobre sus talones, tenía algo que decir.—¿No os cansáis de enterrar a los vuestros? —preguntó alzando la voz.Caminó queriendo acercarse a ellos, lo hizo bajo la atenta mirada de Zachary, el cuál se franqueó

a su derecha y la siguió como si fuera la mano derecha de la muerte, una que pensaba usar de sernecesario.

—Negan no se merece más sangre y lágrimas. Hemos dado todo de nosotros y solo hemosobtenido dolor. Y yo solo quiero su muerte, no voy a descansar hasta ver que ese corazón ha dejadode latir para siempre.

Miró a todos los que pudo a los ojos, a muchos los conocía y ellos sabían bien todo lo que habíasufrido a lo largo de los años.

—Sé que para eso necesito aliados y eso os ofrezco. Quiero que, cuando llegue el momento, estéisa mi lado derrocando al rey de Nislava. Todos estamos cansados de morir y sufrir solo por sudisfrute.

Supo que muchos de ellos no creyeron sus palabras, cambiar de un día para el otro no era fácil,sin embargo, lo necesitaban. Ya era el momento de acabar con todo aquello de una vez por todas.

—¿Qué puedes ofrecernos? —preguntaron.—Guerra y después paz. Todos los reinos están cansados de morir, podemos conseguir una

alianza que nos de tranquilidad de una vez por todas. Además, los Draoids trabajarán para romper elhechizo de invierno.

Sabían que estaban hartos del frío, de las pocas cosechas y de no ver el sol o animales. Aquelclima desgastaba, conseguía que la esperanza de vida fuera mucho menor que en otros reinos y quemuchos recién nacidos no sobrevivieran.

—Sabéis que vuestro rey os ha abandonado a una muerte segura. Os ha dejado aquí sabiendo queellos os perseguirán hasta que no quede nadie. Yo os propongo alianza o muerte.

Uno de ellos, cuando pasó por delante, escupió el suelo donde pisaba y eso provocó que Zacharyle lanzara un choque de energía. Voló un par de metros antes de impactar contra un árbol y romperseel cuello.

—Os doy a elegir. La muerte que os ha entregado mi padre o un nuevo futuro para vuestros hijos.Los Draoids soltaron a su pueblo. Ellos titubearon y, por desgracia, algunos no confiaron en su

palabra.Katariel cerró los ojos antes de girarse y tocar la mano de Zachary. Esa fue la señal para hacer lo

que tenían que hacer. Nadie podía regresar a Nislava siendo un enemigo, lo sintió por ellos, pero esaera la muerte que su padre había sellado.

Cuando volvió a mirar muchos soldados seguían ahí. No solo eso, se arrodillaron ante su nuevareina, la que seguirían hasta la muerte.

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Capítulo 48

Zachary estaba preocupado por Katariel. Habían pasado dos días desde la muerte de Nixon y elentierro de Malorie, los cuales, apenas había vuelto a hablar o probar bocado.

Aquel día llevaba sentada en el poste que había estado atada tanto tiempo. Nadie se atrevía adecirle nada, como si supieran el sufrimiento interno que tenía, no querían romper esa calma ficticiaque solo escondía caos.

Decidió que ya había pasado demasiado tiempo sola, que necesitaba sacar todos esospensamientos que amenazaban con ahogarla.

Salió de su casa encontrando a Gerald sentado en el porche de la suya. También observaba a sunieta con la misma pena de todos. Después de lo sufrido nadie se atrevía a hablar y no los culpaba.

Caminó hacia la muchacha y se sentó a su lado, eso provocó que ella diera un respingo y lomirase. En sus ojos contempló el mismísimo infierno interno al que se estaba enfrentando.

—Sé que estás sufriendo mucho y no te lo reprocho, no puedo imaginar el dolor que sientes, nisiquiera voy a intentarlo. —Tomó una bocanada de aire—. Aunque debo reconocer que no escuchartu voz se está haciendo preocupante. No hemos discutido ni una vez, ya no hablamos de cama y habíapensado un par de sitios interesantes que destrozar juntos.

Katariel sonrió entonces.Se echó sobre él dejando que su cabeza apoyase en su hombro y no se quejó, el contacto le gustó y

solo rodeó su cuerpo con su brazo mientras la dejaba acomodarse mejor.—Siento lo de Malorie y Nixon, no lo merecías.Su padre atravesaba líneas rojas a menudo, no obstante, la crueldad que había mostrado aquel día

fue mucho más de lo que hubieran esperado de él. Sabía dónde pulsar para hacer daño y lo usaba ensu beneficio.

Ella rebuscó en su pantalón hasta sacar la bala. La colocó en la palma de la mano al mismotiempo que ambos quedaron absortos mirándola.

Ese trozo de metal había tenido el cometido de asesinarla y él no había podido ayudar.Sorprendentemente, los poderes de Katariel la habían ayudado salvándole la vida.

Ese hombre había sido su prometido y la razón por la que ella hubiera entregado su vida una y

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otra vez. Él se había rendido provocándole demasiado dolor.—¿Sabes de alguien que pueda hacer un colgante con esto? —preguntó.Zachary no estuvo de acuerdo con esa decisión, sabía que no era bueno para ella, sin embargo,

aceptó que era mejor ayudarla porque encontraría la forma de conseguirlo de todas formas.Ella era así.Tomó la bala con cuidado y la escondió entre sus manos, se iluminaron un poco y, al abrir, tenía

un agujero por dónde se podía pasar una cadena. Extendió la mano para dejarla caer sobre su palma.Ella lo agradeció, cosa que no hacía falta y se la guardó en el bolsillo. A pesar de todo, eso no

alegró su gesto.—Tengo un secreto —dijo tocándose el colgante que Malorie le entregó en su momento.Zachary no lo comprendió, así que dejó que se explicase.—No puedo hacerlo sola.Asintió aceptando que era algo importante. Podía confiarle todo lo que necesitase porque ya

habían cruzado esa frontera. Él ya se creía capaz de cualquier cosa por hacerla feliz, aunque no lodijera con palabras.

—Necesito llevar a Gerald y Loretta al bosque.Aquello le hizo fruncir el ceño, confuso. Era la petición más extraña de toda su vida y por mucho

que buscó una explicación no supo encontrarla.—Loretta está débil de salud, no sé sí…Katariel se levantó llevándose las manos a las sienes como si discutiera consigo misma y

comprendió que acababa de meter la pata. Ella estaba tratando de comunicarse sin escuchar.A pesar de todo lo que habían vivido seguía existiendo esa separación de enemigos que habían

sido una vez.Y costaba dejar morir viejas costumbres.—Lo siento, Kata.—Confía en mí de una vez. Esto es bueno, de verdad —prometió.Estaba convencida de lo que decía y eso solo podía ser algo bueno. Había algo en ese bosque ella

había visto, sea lo que fuere, tenía que mostrárselo a los monarcas de Draoid y él decidió seguirla.—De acuerdo —aceptó.Eso fue como un pistoletazo de salida. Sin esperarlo, salió corriendo hacia el porche de su

abuelo. Derrapó quedando casi a punto de caer de bruces contra los escalores lo que hizo que Geraldse quejara.

—¿Por qué tanta prisa, niña? —preguntó quejándose.—Necesito llevarte al bosque y a Loretta. No puedo explicarlo, pero necesito que, por una vez,

solo una, me sigas sin rechistar —pidió ella.Gerald, con su gesto torcido, fue a quejarse. No alcanzó a hacerlo ya que su madre apareció por la

puerta como si hubiera escuchado la conversación.—Un paseo por el bosque. ¡Qué estimulante! —dijo ella muy emocionada con la idea.Zachary llegó para subir los escalones, dejó que Loretta tomara su brazo y se apoyara en él y en el

bastón para caminar. Gerald fue el que más se lo pensó, mientras que ellos tres habían emprendido elviaje, él quedó rezagado dudando.

Katariel titubeó cuando vio que se quedaba allí. Solo esperaba un poco de confianza, que nodudasen de cada palabra que saliera de su boca.

Al final, dándose por vencido, decidió arrancar a caminar con ellos lo que le provocó una granalegría, aunque supo que a su nieta muchísimo más.

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*** Les hizo adentrarse en el bosque, no hasta la cascada, pero sí lo suficiente hasta que notó la magia

fluir por sí misma. Se detuvo notando que su corazón latía tan fuerte que podía sentirlo en los oídos.No sabía la reacción que iban a tener, solo que necesitaba mostrar aquello antes de que se

desvaneciera.Tocó su colgante con cariño, tratando de comunicarse como si este fuera una especie de teléfono y

esperó. Al no pasar nada se puso un poco nerviosa, aunque no cejó en el intento.—¿Hola?Esa palabra lo desencadenó todo, fue como una reacción o como lanzar una piedra a un charco.

Todo cambió haciendo que el aire se arremolinase a toda velocidad en un punto concreto, uno en elque acabó apareciendo Layla.

—Hola, madre —anunció con una sonrisa.Aquella hermosa mujer pisó el suelo, miró con alegría a su hija acercándose a ella hasta que

pareció saber todo lo que acababa de ocurrir. Con lástima, acunó su rostro tratando de reconfortarla.—Lo siento mucho, cariño.Katariel negó con la cabeza antes de retirarse, había cubierto con su cuerpo lo que venía a

mostrarle, una pequeña sorpresa que todos necesitaban. Las heridas del tiempo habían hecho tantodaño que solo quiso aliviarlas.

—¡Oh! Papá… Abuela —lloró casi tan emocionada como su hija.Gerald cayó al suelo de rodillas, su mandíbula temblaba contemplando a su hija treinta años

después de su muerte. Fue la primera vez que lo vio tan vulnerable y no pudo evitar emocionarse.Loretta, soltándose de Zachary, se acercó a aquella imagen fantasmagórica de su nieta.Katariel retrocedió sabiendo que ese momento no era suyo, era algo que Negan les había quitado y

solo trataba de compensar un poco el daño que había sembrado su padre por el camino.Chocó, asustándose unos segundos, contra el pecho de Zachary. Él la recibió con los brazos

abiertos y la envolvió transmitiéndole toda la confianza que necesitaba en aquellos momentos. Apoyósu mentón en su coronilla y observó ya que era lo único que podía hacer.

—H…hija —dijo quebrándose la voz en el intento.Layla se agachó para abrazar a su padre, lo hizo permitiendo que los dos llorasen todo el dolor

que llevaban escondiendo tantos años. Había sido un verdadero infierno sobrevivir a ella.—Lo siento, no hice nada por ti esperando que él entrase en razón. No quise entrar en guerra

porque eso significaba arriesgar la vida de millones de personas y acabé perdiéndolo todo.Las palabras de su abuelo la emocionaron. El dolor le había llevado a cometer actos terribles y

ese era el momento de rendir cuentas y perdonarse. Demasiados años sufriendo.—Sé porqué lo hiciste y jamás te culpé por ello —dijo Layla.Zachary la apretó un poco recordándole que estaba ahí para cuidarla, que siempre lo estaría. Ya

no estaba sola.—Dejé a tu bebé y vino a mí como una mujer. La traté como Negan lo hizo contigo —se lamentó

Gerald.Su hija miró a Katariel unos segundos haciendo que el rey y la reina madre también lo hicieran,

eso provocó que se limpiase las lágrimas rápidamente.—Creo que si ella os ha traído aquí es porque ha perdonado todo lo ocurrido —anunció Layla.

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La princesa asintió, era el momento de cerrar heridas y eso significaba que las suyas propiastambién. No se podría avanzar si no dejaban el rencor atrás para contruir unas nuevas vidas.

—Mi niña, has tenido una hija estupenda –rio Loretta.Ambas mujeres se abrazaron, duraron unos minutos en silencio como si tuvieran tanto que decirse

que solo pudiera ser a través del contacto. Nadie las molestó o metió prisa, ese era su momento.—Te dije que sería especial —dijo Layla orgullosa.Katariel sintió una punzada en el corazón, aquellas palabras significaban mucho más de lo que

pensaba.—Sí y veo que seguiste mis pasos al pie de la letra. Pusiste parte de tu esencia en el colgante para

una última misión.Todos observaron con atención a Loretta y Layla, ellas se miraron cómplices. Habían guardado

ese secreto durante treinta años, uno que no sabían si iban a cumplir jamás, pero que el destino habíaquerido que así fuera.

—¿Misión? —preguntó Gerald.Hablaron unos pocos minutos de toda la vida que llevaban separados como si necesitasen hacerlo

antes de que todo se desvaneciera. Katariel comprendió que su madre no iba a quedarse para siemprey esa sería la última vez que la vería con vida.

Eso dolió.—Cuando se quedó embarazada me envió una carta diciendo que había soñado con esa niña. El

destino la había bendecido con una de las reencarnaciones más especiales del mundo antiguo —explicó Loretta—. Yo indagué un poco más y descubrí la leyenda de los amantes condenados a estarseparados, ellos se buscarían por los siglos de los siglos, amándose y perdiéndose una y otra vez.

Katariel tragó saliva, ya conocía esa leyenda.—Y decidimos ayudarles un poco. Al meter mi esencia en el colgante podría ayudar a mi hija en

algún momento de su vida y tal vez, cambiar el transcurso de la maldición.Zachary apretó a Katariel y ella se aferró a sus brazos con cierto temor. Aquello era demasiado

cierto como para ser real.—No solo sois amantes condenados, la historia va más allá. Se dice, que, en el mundo antiguo,

vuestras familias os maldijeron. Enemigos por naturaleza que se amaban sin importar lasconsecuencias. ¡Oh, cariños! ¡Cuánto daño os hicieron! —se lamentó Loretta.

Katariel quiso huir, lo intentó, pero él se lo impidió. Debían llegar hasta las últimasconsecuencias y darles sentido a los sueños.

—Cuenta la leyenda que, al maldecir al hombre, su padre lo transformó en una estrella que crecióhasta convertirse en el propio sol. Así pues, para que siempre estuvieran separados, la familia de lamuchacha la convirtió en la luna condenándola a la oscuridad eterna. Lo que no pudieron calcular fueque el sol la amaba tanto que podía iluminarla, alcanzándola siempre pasara el tiempo que pasase —explicó Loretta.

«Siempre te encontraré». Recordó Katariel.Zachary negó con la cabeza ya que ella no pudo. No comprendían aquella parte de la historia.—Sois la personificación del sol y la luna. Condenados a amaros sin poder estar juntos. Esa es

vuestra maldición. Por eso siempre estáis en bandos distintos —añadió Layla.Ambas se miraron, fue como una señal, aquello podía significar muchas cosas, pero solo había

una que iba a hacerse realidad: su madre iba a desaparecer.—Quiero daros una ventaja en esta vida, una que puede hacer que podáis romper esa maldición.

Por eso guardé mi esencia, por eso siempre he querido lo mejor para ti, mi niña. Estoy muy orgullosa

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—explicó su madre.Katariel levantó una mano.—No lo hagas.Ella ya no le prestó atención. Abrazó por última vez a su padre y su abuela, los tres se fundieron

en un doloroso sentimiento. Era la hora, tocaba dejarla partir para siempre y eso no es lo queKatariel había pretendido.

—Lo sé, niña. Tú solo querías nuestra felicidad —sonrió Loretta.La magia de ambas se elevó como una luz en medio de la oscuridad haciendo temblar el bosque

entero. Se entremezclaron dejando que una entrase en la otra convirtiéndose en algo mucho másgrande.

—Os quiero mucho —susurró Layla.—Yo te quiero más —contestó Gerald.No lo vieron venir, la energía de ambas alcanzó a Katariel y Zachary impactando en el pecho de

ella para salir por la espalda de él. Cayeron al suelo como si de un disparo se tratase y todo cambió.Layla se desvaneció en el aire.Fue entonces cuando todo se fundió en negro. De pronto las imágenes cobraron vida como en cada

sueño, una tras otra sin parar hasta llegar a la principal. Se vieron conociéndose por primera vez, asabiendas que eran enemigos.

Katariel murió la primera, su propio padre la apuñaló en el corazón acabando con su vida yZachary corrió una suerte similar, su hermano lo asesinó mientras dormía.

Los maldijeron convirtiéndose en los astros del cielo y así permanecieron durante cien años antesde volver a descender a la tierra. Ahí se inició un ciclo de vidas y muertes constantes.

Ambos abrieron los ojos. Ella salió de encima del pecho del soldado y se miraron a los ojoscomprobando que seguían siendo ellos mismos, salvo por el detalle que tenían el conocimiento detodas sus vidas anteriores.

Esas vidas eran parte de ellos, como recuerdos de una historia inacabada. Cada muerte era unanueva oportunidad de reencontrarse y su amor era tan fuerte que siempre acababan enamorándose.

No existía amor más puro que ese. Ellos ya se querían mucho antes de ese día y había sidoinevitable.

Zachary se acercó a Katariel y la besó. Ese era su destino, estar juntos era la única meta quetenían en la vida.

Y la cumplirían, por siempre.

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Capítulo 49

Un par de días después… —¿Estás segura? —preguntó Molly.Katariel cabeceó su respuesta. Asintió convencida, no iban a tener otra opción y eso significaba

que solo les quedaba una única oportunidad. Negan y Minerva llevaban mucho tiempo reinando, esoles hacía astutos y peligrosos.

—Le diré a Markus que te acompañe —anunció dándose cuenta de que ella no quería.Se sintió algo decepcionada porque había visto la conexión y la tensión sexual no resuelta que

compartían. Por mucho que comprendiera que había perdido a su exmarido tenía derecho a ser feliz.Bueno, ella no era la mejor en ese tema, llevaba siglos reviviendo para reencontrarse con

Zachary. Así pues, decidió que iba a ser mucho mejor no meterse en ese tema.—Tengo un contacto en Reiyar con el que dialogar antes. Él me ayudará.La curiosidad la embargó, resistió preguntar muy a pesar de que esa idea iba a perseguirla durante

días.—¿Crees que nos escucharán? —preguntó la princesa.Tenían un plan en marcha, pero eso era solo palabrería, pasarlo al mundo real era mucho más

difícil de lo que cabría esperar. Contaban con eso, pero ya habían perdido suficiente en todo aqueltiempo.

—¿Qué crees que ha visto mi padre en Minerva? —preguntó Katariel pensando en voz alta.Era una alianza que nunca se vio venir. Lo cierto es que llevaba años viendo a aquella mujer en el

castillo, aunque siempre se hizo pasar por alguien más del servicio, nunca imaginó que se trataba deun ser tan despreciable como vil.

—Magia. ¿No te parece extraño que Nislava, a pesar del hielo, siga ganando? Ha mantenido sureinado del terror más de treinta años y eso no se hace siendo únicamente humano.

Las palabras de Molly hicieron que se sentase de nuevo, esta vez dejándose caer sobre el asientocon fuerza. Esa alianza llevaba mucho más tiempo de lo que habría esperado jamás.

—¿Tú sospechabas de ella? —preguntó siendo incapaz de pensar con claridad.

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Su amiga negó con la cabeza.—Siempre la creí en su reino, con su estúpida corona, pero es evidente que ha sabido escapar.Zachary llamó al timbre, cortando la conversación al momento. Llevaba allí cerca de tres horas y

eso comenzaba a levantar alguna sospecha.Se alzó, antes de irse no pudo no mirar el cuadro de su exmarido, esa imagen provocaba que

tuviera una espina clavada. Era tan real la conexión que existía entre ellos que no podía cerrar losojos y negarlo.

—Prométeme una cosa —comenzó a decir.Giró hasta comprobar que tenía toda su atención.—Si todo esto sale bien irás a tomar un café con Markus, solo eso.Molly dudó, pero no era una petición tan mala como para negarse en redondo. Asintió cediendo,

con un café no podía pasar nada malo, aunque Katariel esperó que algo pasase; no lo confesaríajamás.

Salió topándose de frente con Zachary. Se dieron un beso muy rápido, no podían entretenerse.Tenían una reunión con el rey Gerald para hablar de alianzas.—Oye, antes de entrar tengo una pregunta —comenzó a decir Katariel.Él la miró enarcando una ceja, no tenía muy claro qué era lo que podía pasar por esa cabeza.—Nunca te he preguntado por tu familia, es raro, lo sé. No sé si tienes padres, hermanos… No te

he visto con ningún familiar ni nada parecido. Ex, ¿tal vez?Zachary arrancó a reír como si le acabasen de contar el mejor de los chistes. Cuando logró

calmarse se rascó la cabeza con cierta indiferencia.—Ex, como todos, evidentemente no funcionó. Y mis padres murieron hace algunos años a causa

de la guerra.—Lo siento mucho.Él no le dio importancia, prefirió dejar los recuerdos en el pasado y centrase en la realidad. El

presente era lo único que merecía atención, necesitaba aquello y poder pensar en el bien mayor quedebían cumplir.

Llegaron a casa del rey, la verdad que estaba a pocos pasos de la casa de Molly.Zachary fue a subir, alcanzó a subir un escalón antes de que ella lo tomase del brazo y lo acercase

a su cuerpo. Envolvió su cintura con los brazos y, acto seguido, apoyó la barbilla en su pecho.—Estoy nerviosa —confesó—. ¿Me das un beso?—Uy, pareces tan dócil que casi me asustas. Con lo que me gustabas al tirarme ramas, me

excitabas mucho.Katariel mordió un poco su pecho a pesar de la camiseta que llevaba, no le hizo daño, aunque sí

dejó que notase los dientes.—No me enfades o tendré que pelear contigo.—Nada me gustaría más si eso significa que destrocemos una nueva habitación.Ella tomó su nuca, lo guio hasta su boca y, antes de besarlo, le pasó la lengua por los labios. El

beso fue tan profundo que gimió por puro placer, se acercó a su entrepierna y se rozó provocándole.—No podemos ahora —recordó Zachary.Katariel se retiró emitiendo un pequeño quejido, no quería parar por mucho que la reunión que los

esperaba fuera tan importante.—Después —prometió él.Ella sonrió.Giró dispuesto a entrar, aunque se detuvo cuando se dio cuenta que ella no lo seguía, la miró con

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el ceño fruncido esperando algún tipo de explicación. Estaba claro que todo estaba yendo demasiadorápido y que el dolor podía hacer mella en el alma, con suerte todo habría acabado pronto.

—¿Lista?Asintió.—¿Podrías darme un par de minutos? Entretenlos un poco, por favor.Él aceptó sin dudarlo cosa que agradeció, suspiró aliviada con los ojos cerrados y, al abrirlos,

tenía a Zachary delante. Se miraron a los ojos como si eso fuera suficiente como para darle todos losánimos que necesitaba.

—No importan el resto de vidas pasadas. Quiero que sepas que en esta te quiero y ya lo sabíaantes de los recuerdos.

Katariel lo supo, fue a contestar, pero Markus pasó por su lado dándoles una colleja a cada uno.Al final la pareja no pudo más que reír por la intromisión.

Zachary le dio un beso en la frente.—Te veo dentro —le dijo antes de entrar.Ambos hombres entraron, lo que significaba que tenía unos pocos minutos antes de que se diera

cuenta. Esperó allí unos segundos, los que Zachary miró por la ventana para cerciorarse de queestaba bien.

Cuando la conversación comenzó eso la puso en alerta. Con cierta pena miró a las personas queestaban allí reunidas y, sin darse tiempo a pensar, decidió dar la vuelta y correr.

Todo estaba en marcha y Molly los entretendría lo suficiente como que, para cuando se dierancuenta, estuviera muy lejos de allí.

Su amiga se había encargado de robar las llaves de la moto de Markus, había sido fácil tonteandoun poco y sabía dónde la aparcaba cada día. La arrancó, no podía dudar y aceleró rumbo a Kaharos.

Tenía que tener una audiencia con el rey de ese reino.

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Capítulo 50

«Katariel solo está nerviosa». Se dijo Zachary mirándola en el exterior de la casa.Necesitaba unos minutos y no pensaba que fuera tan grave, todos lo habían necesitado en algún

momento. La vida acababa de cambiar a toda velocidad, eso podía amedrentar a cualquiera.—¿Y Katariel? —preguntó Gerald.—Unos minutos y estará lista —la excusó Zachary.Se sentaron alrededor de la mesa, también faltaba Molly y no solía retrasarse nunca en momentos

como ese. Al parecer las mujeres necesitaban un respiro y no era una sorpresa porque acababa dedescubrir que su hermana había conseguido escapar de su prisión.

—Tenemos que mandar un mensaje a cada reino, Reiyar y Kaharos deben saber lo que planeamoshacer. Si consiguiéramos su apoyo tendremos algo de ventaja. Además, hemos visto el cariño quesienten los Nislavos hacia Katariel, todo nos hace sumar puntos —explicó Gerald.

Zachary miró a través de la cortina cuando escuchó una moto rugir, no significaba nada porquepodía ser cualquiera. El instinto le pedía que saliera a investigar, que eso significaba algo.

Se levantó a expensas de que Gerald seguía hablando y no importó que todos lo mirasen.Abrió la cortina, apartándola con dos dedos para darse cuenta que Katariel no estaba allí. Gruñó

sabiendo que lo había engañado.—Ahora vuelvo —avisó.Markus lo siguió a pesar de que no se lo dijo, él lo agradeció ya que, si estaba pasando algo malo,

sabía que tenía su apoyo.Molly salió de su casa y fue como si el rompecabezas acabase de encajar. Estaba convencido que

había tenido algo que ver, lo podía sentir por su lenguaje corporal y por todos los detallesinsignificantes que había dejado Katariel.

—¡¿Qué habéis hecho?! —bramó enfadado.La mujer retrocedió un par de pasos indicándole que sabía a qué se refería. Estaba convencido de

que acababan de tramar algo a sus espaldas.—A ver, vamos a hablar un poco de esto…Molly trataba de ganar tiempo, lo que hizo que Markus caminase hasta quedar ante ella.

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—No compliques las cosas.Aquella mujer lo fulminó con las miradas.—No necesito que me defiendas.Markus se apartó entonces dejando que fuera Zachary quién tomara su sitio, ahí sí que pareció

temer. Su peligrosidad se hizo visible, es más, cuando se trataba de Katariel era capaz de cualquiercosa.

—Visualiza esta conversación: Zacha, voy a ver al rey de Kaharos para pedir su apoyo en laguerra. ¿Cómo reaccionarías?

Se enfadó, mucho, tanto que su magia salió de él proyectándose en el suelo haciéndolo temblar.No podía creer que Katariel hubiera tomado una decisión tan temeraria.

—¡Tú misma viste lo que los elfos le hicieron! —bramó.Molly cerró los ojos ante el enfado del jefe del ejército. No supo hacer nada más para calmar sus

nervios.—¿En qué más consiste vuestro fantástico plan? Y no te atrevas a mentirme —amenazó.Ella tragó saliva, estaba claro que solo quería ganar tiempo para que no pudieran alcanzarla y no

iba a conseguirlo.—¡Markus! Nos vamos de caza y pienso dejarle el culo de tal forma que no podrá sentarse en un

mes. —Antes de irse señaló a Molly—. Y tú irás después, le daré ese honor a mi segundo al mando,estoy convencido de que lo disfrutará.

Antes de que pudieran irse suspiró dándose por vencida.—Puede que la idea de dejarla ir sola no haya sido nuestro mejor movimiento. Mejor será que

cojáis otras motos, robé las llaves de la de Markus hace un par de días.Él la señaló con un dedo acusatorio.—Yo… Yo… Tú y yo rendiremos cuentas —prometió Markus.Molly asintió aceptando lo que podría pasar a su vuelta.Los dejó caminar un par de pasos más antes de confesar algo más de ese estúpido plan.—Iré a Reiyar a pedir aliados, muchos de sus ciudadanos fueron de mi reino.Zachary alzó un dedo tratando de pensar en algo útil. Estaba claro que no podía dejarla ir sin

protección, pero tampoco podía entretenerse con Molly y dejar escapar a Katariel.Usando su magia, hizo aparecer una cuerda que ató las muñecas de esa mujer a ambos lados de su

cadera y después la guio hasta el poste de honor.—Tú te lo has buscado. Cuando regrese irás con un grupo de soldados como protección. Y si

volvéis a planear a mis espaldas os haré comprender lo peligroso que puedo ser al enfadarme.Acto seguido salió de allí a toda prisa.

*** Durante kilómetros no fueron capaces de ver a Katariel, casi creían que la habían perdido cuando

la vieron a lo lejos. Eso les daba una única oportunidad, una que pensaban aprovechar.Ella iba tan rápida que pensó que podía romperse el cuello subida en aquella maldita moto. Las

carreteras eran demasiado antiguas como para ser transitables, lo que hacía mucho más peligroso ir aesa velocidad.

Por desgracia también vio como estaba a punto de cruzar la frontera.—¡NOOO! —gritó dentro de su casco, nadie lo escuchó salvo él mismo.Y Katariel hizo lo que se había propuesto: cruzar.

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***

Katariel soltó la moto cuando supo que aquello era suelo Kaharos. No tardó en colocarse de

rodillas con las manos a la espalda y los dedos entrelazados. Respiró profundamente calmando sucorazón, solo tenía una cosa que hacer.

Pronto un grupo de elfos la rodeó apuntándola a la cabeza con diferentes armas de fuego, algo quela sorprendió, estaba claro que habían modernizado su forma de pelear.

—¿Qué quieres?—Quiero a hablar con el rey de Kaharos. Soy Katariel de Nislava y vengo a entregarle la cabeza

de Negan en bandeja de plata.Uno de ellos sacó un cuchillo para colocárselo en la garganta, fue en ese movimiento cuando se

dio cuenta de que Zachary y Markus no tardarían en llegar. Debía dejarlos fuera.—Mientes.Ella hizo una mueca de desagrado.—Después de lo que me hicisteis en Draoid no tendría porqué venir. Busco aliados para acabar

con mi padre, así que mueve tus orejas picudas y llévame ante el rey.Eso le provocó risa y apretó un poco más el cuchillo al mismo tiempo que la tomaba del cabello

para tirar hacia atrás.—Yo soy el rey.Katariel comprendió que insultarlo no había sido una buena idea.—Yo lo veo así, hablamos y negociamos cómo vamos a despellejar a mi padre o dejas que dos de

los mejores soldados de Draoid crucen la frontera y os hagan papilla.El rey levantó la vista para cerciorarse de que decía la verdad. Chasqueó la lengua, visiblemente

molesto, aquel era un contratiempo que solo ellos podían parar y ella iba a jugar esa carta.—¿Qué quieres a cambio?—Déjalos fuera —pidió.Él suspiró ante su petición, no obstante, no se negó. Tocando el colgante que llevaba al cuello se

alzó una barrera casi tan alta que pareció llegar al cielo, una que separó ambos reinos.Zachary tiró la moto y Markus lo imitó. Los últimos metros lo hicieron a pie hasta que golpeó la

frontera que los separaba.—¡No! ¡Katariel!Al rey no le importaron los gritos o lo mucho que luchó por echar abajo aquella barrera. Siguió a

lo suyo porque tenía un botín mucho más grande de lo que hubiera imaginado jamás.—Movedla —ordenó.Katariel miró entonces a Zachary.—Te quiero —dijo antes de que se la llevasen a las profundidades del bosque.

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Capítulo 51

Aquel reino era mucho más bonito que cualquier cosa que hubiera visto jamás. Vivíanmimetizados en la naturaleza, sus casas no dañaban árbol alguno, se retorcían con ellos hastaconseguir figuras imposibles.

Las edificaciones subían y subían haciendo cosas imposibles que la lógica humana no podíacomprender. No solo eso, todos ellos tenían muchas luces en las fachadas.

Era como si estuvieran en una fiesta, veía farolillos de colores morados, azules y verdes por todoslados. Algunos decoraban las casas, otros colgaban de las farolas, hasta algunos parecían subir porlas copas de los árboles.

Era algo digno de ver.No pudo entretenerse mucho con las vistas, puesto que también tenía que estar pendiente de

caminar sin tropezar. No la empujaron en ningún momento, aunque le metieron prisa un par de veces.Al final llegaron a una casa que bien podía parecer la de cualquier otro. Ahí comprendió que la

pomposidad solo era de Negan, el resto de reyes eran humildes y no construían castillos enormes contorres infinitas.

—Entra —le ordenaron cuando la gran puerta de roble se abrió.No tenía idea alguna de lo que encontraría en el interior, así que se sorprendió cuando comprobó

lo amplio que podía llegar a ser. Casi parecía una ilusión óptica porque desde fuera las casasparecían mucho más estrechas de lo que eran en realidad.

Le fascinó ver que también había ciertas ramas que se habían integrado en la arquitectura de lacasa. La más interesante fue la más grande, la que lo tapaba todo lo que tenía debajo con sus enormeshojas, casi como si de una pérgola se tratase.

Justó ahí la sentaron, aunque no en el suelo. Colocaron un cojín muy mullido que agradeciócuando empujaron sus hombros hacia abajo.

Alguien, no pudo ver quién, puso una taza de algo parecido a café delante de sus piernas y otraante el rey, el cual imitó su postura sentado en el suelo completamente sereno.

—Bien, dice mucho de ti que hayas venido por propia voluntad después de lo que mis hijoshicieron con tu cuerpo.

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Las palabras del rey parecieron entrar en su mente obligándola a recordar el horrible dolor queaquel hechizo había hecho en ella. Los gritos seguían perforando sus oídos muy a pesar que ya noabría la boca.

—Sí, no fue una buena forma de pedir una audiencia conmigo.El rey bebió un poco de su taza sin perderla de vista, incluso, en un momento le indicó con la

mirada que ella también debía probarlo. Tratando de no ofender ninguna tradición, tomó esa taza ydio un fuerte sorbo.

Quemaba, fue como si toda ella se derritiese, como si aquella especie de licor estuviera hechosolo para abrasar. Soltó la taza y tosió sin poder evitarlo, aquello era demasiado fuerte como parasoportarlo.

Muchos elfos rieron, solo uno se apiadó de ella y le tendió un vaso de agua.—Gracias —jadeó con las lágrimas en los ojos.—Se me olvidó decirte que es demasiado fuerte para humanos.Katariel solo tuvo ganas de matar, aunque se contuvo por el bien del resto de reinos.—Yo soy Blair, señor de este reino desde mucho antes que tu nacimiento en esta vida.Sus palabras le indicaron que sabía a la perfección quién era, no solo Katariel de Nislava, era

conocedor de toda la historia que había detrás de su persona y eso la impresionó.—Sé de tiempos en el que los cinco reinos vivían en paz. Había comercio entre ellos, turismo y se

tomaban leyes en conjunto. Quiero recuperar eso.Blair no se inmutó. Siguió bebiendo aquella bebida de la muerte mientras ella hacía una mueca de

asco sin darse cuenta. No tardó en corregirlo y hacer que su cabeza retomase la conversación.—Negan ha hecho mucho daño y con su muerte el resto de los reinos podría vivir en paz. Los

Nislavos están hartos de derramar sangre, los Draoids también ansían la paz y, espero noequivocarme, también vosotros.

Puede que se hubiera precipitado, no obstante, esas palabras sí hicieron que él cambiase deparecer. Dejó la taza en el plato que tenía delante de los pies y miró a su alrededor con detenimiento.

—Muchos años hemos permanecido en paz con el resto de especies hasta que llegó Negan.¿Conoces la historia de tu padre?

Se sonrojó ante la pregunta, no sabía nada de su vida anterior antes de Layla y no era porquenunca hubiera preguntado, es que nunca habían contestado.

—Hijo de reyes, de pequeño ya disfrutaba con el dolor. Torturó a todo tipo de animales ycompañeros de colegio. Se aprovechó de su posición para tomar las mujeres que quiso. Todo el quele llevó la contraria cayó bajo su ira, fue entonces cuando puso la vista en Layla.

El nombre de su madre en los labios de aquel ser hizo que toda ella se removiera. No supo elmotivo exacto, pero lo hizo.

—Ella estaba enamorada de un joven Nislavo bien posicionado. Algo que no fue suficiente para tuabuelo cuando llegó la petición de mano del rey Negan. Eso significaba la unificación de dos reinosy no pudo estar más contento. La propia estupidez de los humanos le hizo caer en esa trampa yatrapar con ambas manos la desgracia.

Katariel no pudo más que jadear mientras escuchaba la historia, lo hacía de una forma que casi sesintió allí mismo viendo las imágenes que él relataba. Fue tan real que tuvo que beber un poco másde agua para mantener la compostura.

—¿A quién amaba mi madre? ¿Lo sabes? —preguntó queriendo saber más.Blair miró a su alrededor y, de pronto, la imagen de una niña pequeña saltando de rama en rama

apareció ante sus ojos. Supo que no era real, aunque eso no le quitaba validez.

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—Ella solía venir aquí a jugar con alguno de mis hijos, era una niña muy feliz. Solo con su risahizo arrodillarse a mucho de mis elfos —contó relatando una historia.

De pronto la niña cambió hasta convertirse en una mujer adulta. Katariel se descubrió a sí mismasonriendo viendo a su madre inmensamente feliz. Parecía canturrear detrás de un hombre al queabrazó por la espalda.

Él se giró y el vaso de agua que Kata llevaba en las manos cayó al suelo mojándola por completo.Se levantó de un salto rompiendo aquel tipo de imagen que Blair había creado.

—Lo siento mucho —se disculpó pasándose las manos por los pantalones tratando de secarse.Él no pareció enfadado, casi vio comprensión en sus ojos.El corazón le iba a mil por hora y no era por el vaso derramado. Una elfa le trajo una toalla que

agradeció y con la que empezó a secarse como pudo. Apenas atinaba a darse en la ropa porque noparaba de repetir esa visión en su mente.

—¿Mi madre estaba enamorada de Cornelius Myara? —preguntó con un hilo de voz tan bajito quesupo que susurraba como si fuera un pecado decirlo.

Blair asintió sin inmutarse.—Tu padre le arrebató a su amigo la mujer a la que amaba. Lo hizo casarse con Carisa y prometió

a su hijo con la princesa.El estómago le gritó que no pensaba soportar el contenido que tenía en su interior. Ella se agarró

como pudo la barriga en un intento de tratar de detener las arcadas, pero fue incapaz.—¿El baño? —preguntó sin esperanzas.Un elfo la guio a toda prisa, por suerte estaba muy cerca porque no hubiera dado un paso más.

Abrió la puerta con violencia y no se fijó en lo impoluto que estaba o el olor a nubes de azúcar quedesprendía la estancia, solo se agachó y dejó que su estómago se pusiera del revés vaciándose porcompleto.

Contra más conocía a Negan peor era y más fuerte era su maldad. Era mucho peor de lo quehubiera imaginado jamás.

Tiró de la cadena y fue al lavamanos para enjuagarse la boca. Aprovechó también pararefrescarse la cara y la nuca ya que sintió que todo daba demasiadas vueltas.

Después, tambaleándose, regresó ante el rey Blair y su gemelo. Sí, veía doble, aunque no lepreocupó en un principio.

—¿Qué motivos tienes para entregar a tu padre? —preguntó el rey.Katariel, sin pudor alguno, tomó su camiseta y la sacó por encima de su cabeza mostrando así

todas las marcas que llevaba. Sabía bien que tenía la piel hecha girones, no las lucía con orgullo,aunque sí supo reconocer que era una superviviente.

—Tengo cientos de ellos.Blair pareció entonces hacer una mueca de tristeza. Recorrió con la mirada cada pulgada de su

piel en busca de todos los horrores que había conocido a manos de su padre y los encontró; a cuálpeor.

—¿Y qué condiciones pones? —preguntó aceptando sus motivos.Katariel no dudó.—Quiero una alianza entre reinos y, después de la guerra, paz. Que todos podamos tener una vida

tranquila, que vuelva el comercio y todo lo que eso conlleva.Blair sonrió satisfecho.Extendió su mano o, quizás, unas pocas más de las que ella tenía. Trató de alcanzar una y la apretó

con fuerza. Al parecer tenían un trato.

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Acto seguido no pudo soportarlo más y se desmayó.—Siempre olvido que esa bebida es demasiado fuerte para los humanos. Si recobramos la

normalidad habrá que rebajarlo un poco —dijo Blair para que el resto tomase nota.Ellos eran inmortales, llevaban mucho más tiempo que el resto en ese mundo y habían aprendido a

sobrevivir, aunque reconocía que el comercio y el turismo hacía que todo fuera mucho más divertido.Le gustaba tener su reino lleno de gente.

Tal vez aquella chica fuera la elegida.—Ponedla a descansar —ordenó un poco preocupado por su salud.

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Capítulo 52

Molly llegó a Reiyar acompañada de Markus y un gran pelotón de soldados enviados por elmismísimo Zachary. Él seguía a la espera de que el reino de Kaharos bajase las defensas y no loculpaba por ello.

Junto con Katariel, se había metido en un buen lío, ya saldarían cuentas cuando todo acabase.Bajó de la moto, se estiró dejando que todos los huesos de su columna crujieran. Además, le dolía

el trasero por culpa de las horas que había sido obligada a montar en ese cacharro del demonio, noobstante, no iba a quejarse.

Sabía bien que el castigo sería mucho peor que montar con Markus, les esperaba a las dos algoejemplar que todos recordarían.

—¿Es aquí? A mi me parece un montón de mierda —comentó el soldado.A aquel hombre no le faltaba razón, pero le urgía tener algo de imaginación. Estaban ante el lugar

correcto, uno que no levantase sospecha alguna ante ninguna mirada indiscreta.Carisa, vestida con harapos, salió cargada con un cubo para dar comida a los cerdos mientras

lamentaba al cielo su suerte y blasfemaba a su marido.Sí, estaban en el sitio correcto.Cornelius salió a ayudarla, a diferencia de su mujer él estaba radiante y no importaba las ropas

que llevase. Aquel hombre siempre había tenido clase y nada, ni nadie le arrebataba eso.—¡Cornelius, amigo! —exclamó sonriente.Este se giró hacia ella y la reconoció al instante. Olvidando a su mujer, fue hacia la verja de la

propiedad con una sonrisa.—No has cambiado nada.Markus palideció entonces. Fue justo en el momento en el que ella pidió al cielo que no metiera la

pata. Iban a darle la noticia de su hijo en su debido momento, no podían llegar y estrellarle ladesgracia en la cara.

—¿Os conocéis? —logró articular el segundo al mando.Molly asintió.—Tú apenas tienes treinta y pocos años, querido. Yo, en cambio, tengo unos pocos más, pero me

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conservo bien.Cornelius rio antes de abrir para estrecharla entre sus brazos. Hacía demasiados años que no se

veían, desde la boda de Layla. Al parecer ese día había marcado la vida de muchísimos de esemundo.

—La magia siempre fue tu amiga —comentó el hombre.Ella asintió.—Y pensar que siempre pensé que fue una maldición. Se pueden hacer cosas fantásticas con ella

—explicó Molly.Cornelius miró a Markus adivinando que se trataba de un alto cargo del ejército Draoid, no le

estrechó la mano, no fue nada personal solo que llevaba demasiados años enfrentándose a esa gente.—Wade ya nos espera dentro —anunció él.Dejó pasar a Molly, la cual caminó muy segura de sí misma hacia la casa. Antes de que pudiera

pasar Markus, Cornelius le puso una mano en el pecho para darle una directa muy clara.—Tus hombres se quedan fuera de la casa, a ti te dejo entrar porque tienes pinta de tirar la puerta

abajo, el resto me sobran.Aceptó, tampoco es que pudieran caber todos en aquella casa, lo mejor era quedarse y vigilar los

exteriores.Lo acompañó dejando pasar a su mujer primero, una vez dentro se colocó al lado de Molly, la

cual sonreía ampliamente ante el rey de Reiyar, Wade.—Dichosos los ojos que te ven de nuevo, pequeña Circe —dijo antes de rectificar—. Molly,

quería decir Molly.Era un hombre de la edad de Gerald, pero para él no había hechizo que lo hiciera parecer más

joven. Sus arrugas no engañaban, se acercaba a los ochenta años, aunque se mantenía bastante ágilpor como lo vio levantarse y abrazarla.

Habían pasado demasiados años desde que tuvo que huir de su hermana Minerva. Wade habíasido el primero en ayudarla, juntos reconocieron que el reino más seguro era Draoid y medió paraque Gerald la ocultase.

Poco después Nislava cerró sus fronteras dejando a su pueblo morir. De no ser por los otrosreinos esa gente hubiera muerto sin remedio alguno.

Se sentaron todos alrededor de la mesa, le pareció curioso ver que Carisa, la esposa deCornelius, quiso presidir la mesa. Wade se lo permitió porque era un hombre sencillo y amable, nonecesitaba la pomposidad y la fama de su cargo.

—Bien, han llegado a mí rumores de la princesa Katariel y me gustaría saber cuánto de verdadtienen —pidió el rey.

Molly tragó saliva, aquella reunión iba a ser difícil, mucho más que una reunión de amigosdespués de años.

—Ella está en Draoid —mintió siendo incapaz de decir que mediaba con los elfos—. Juntoscreemos que podemos derrocar al rey Negan.

Aquello cayó como un jarro de agua fría. Los rumores así lo decían, sin embargo, muchas vecesno tenían veracidad alguna. Esta vez podía prometer que la hija de Negan planeaba acabar con sureinado del mal.

—La pequeña Kata. Su madre era alguien muy especial, ¿verdad, Cornelius?La pregunta de Wade provocó que Carisa pusiera los ojos en blanco. A ella nunca le había caído

bien esa mujer y tampoco la iba a culpar, Layla y Cornelius habían sido amantes muchos años atrás.Esa era la típica cosa que podía desestabilizar un matrimonio.

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—Puedo asegurar que su hija es mucho más especial que la madre. No he visto a nadie con tantovalor en mi vida. Además, no le importa su integridad física y tiende a meterse en problemas si creeque alguien debe ser salvado —explicó Molly.

Cornelius asintió.—Así es, ella fue a salvar a Nixon cuando el rey los abandonó. He tenido el honor de tenerla

cerca los últimos años y puedo certificar que lo es.Markus tosió entonces. Molly no tardó en darle unos buenos golpes en la espalda tratando que

volviera en sí.—¿Todo bien? —preguntó el rey.El soldado asintió.—Todo perfecto —contestó.Era el momento de hacer lo que había venido a decir. Después tendría que enfrentarse a su amigo

para certificarle la muerte de su único hijo, algo que era demasiado cruel. Él siempre había tenidobuena relación con el rey y había aprovechado eso para huir cuando Negan amenazó su vida.

—Está buscando aliados para la guerra. Draoid y algunos Nislavos están con ella, pronto tendráuna audiencia con Blair, el rey elfo y también nos gustaría contar con el apoyo de Reiyar.

Era una forma de decirlo, necesitaban su ejército y les pedía ir a la guerra, donde muchosmorirían para tratar de conseguir un mundo mejor.

—Katariel es ambiciosa, lo reconozco y me gusta cómo piensa. Es cierto que a todos nos gustaríaver a su padre enterrado y recobrar el mundo que tuvimos antaño, pero es un plan que puede implicarmucha sangre.

Molly asintió.—Más sangre seguirá derramándose si Negan y Minerva siguen reinando.El nombre de su hermana hizo que su garganta quemase, hacía años que no lo pronunciaba y casi

fue como abrir la caja de los recuerdos, unos que podían ser capaces de destruirla por completo.—¿Minerva? —preguntó Cornelius.—Sí. Draoid fue atacado por Negan y escapó en el último momento gracias a la ayuda de mi

hermana. Es evidente que ha podido liberarse del hechizo de contención, es más, la propia princesacertifica que lleva años viéndola en el castillo haciéndose pasar por alguien del servicio.

Eso fue un golpe duro, lo que Minerva había hecho era imperdonable y había dejado morir a milesde personas inocentes; por eso juntar las dos personas más despiadadas que conocían lo hacía uncombo peligroso.

—De haberla visto alguna vez hubiera tratado de avisar —explicó Cornelius.Estaba claro que Negan la había mantenido oculta a la gente que alguna vez la había visto.—Bien. Si eso es cierto y ambos están aliados, eso nos deja un camino: guerra. Tus antiguos

ciudadanos no dudarán en seguirte como su única y legítima reina. Y los míos, que han sufrido en suspropias carnes la maldad de Negan, también querrán sangre.

Wade se levantó, solemne, con el mentón erguido con orgullo.—Una pregunta más, ¿responderías bajo sus órdenes como tu futura reina? Siendo quién es

Katariel de Nislava es la mujer destinada a reinar en dos reinos fuertes y orgullosos.Molly no se lo pensó, cerró los ojos al mismo tiempo que asentía con fuerza.—La seguiré hasta el fin de mis días.Eso agradó a Wade, el cuál sonrió antes de ir hacia ella para darle un segundo abrazo. Este era de

despedida, aunque las comunicaciones iban a seguir abiertas.—Nos vemos pronto y espero que, cuando todo esto acabe, podamos tener una conversación más

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alegre —dijo el rey.Ella también lo esperaba.De verdad.

*** Molly supo que no podía irse de esa casa sin contar la verdad. Había usado su amigo para

comunicarse con el rey sin contarle lo que sabía, algo que iba a cambiar su mundo.—Cornelius, siento lo que voy a decirte —comenzó a decir.Markus se levantó a modo de protección, algo que ella creyó que no iba a hacer falta, no obstante,

lo dejó a su lado a modo de apoyo moral. Carisa estaba en la cocina, una que no tenía pared deseparación con el comedor, podía escuchar perfectamente la conversación. Aún así, decidió llamarlapara que tomase asiento.

—Negan atacó Draoid, llevó a Malorie, la cual seguía con vida y la ejecutó delante de Katarielcuando se negaron a entregarla.

El pobre hombre se llevó las manos al rostro con horror, todo el mundo había sentido aprecio poresa mujer y, justo por ese motivo, era tan doloroso perderla de una forma tan cruel.

—No solo pasó eso y quiero que sepas que lo lamento muchísimo —dijo como si eso pudieraexcusarla.

Cornelius tomó entonces sus manos y las apretó entre las suyas, fue como si comprendiera quetenía una gran carga que dejar ir. Una que iba a costar mucho más de lo que hubiera pensado jamás.

—Nixon estaba allí y Katariel quiso convencerlo de que podíamos ganar a Negan, que una vidamejor era posible.

Él tragó saliva escuchándole, ya sabía lo que iba a decir. Reuniendo el valor suficiente dijo:—No la escuchó porque él ya no la veía como un igual. Decía que era la mujer su vida, que podía

ser capaz de cualquier cosa, pero era tan cobarde como su padre. Yo nunca peleé por Layla como éltampoco defendió a Katariel. Nos dedicamos a amar de una forma segura, pensando en nosotrosmismos primero. Si yo hubiera peleado por ella, quizás hubiera podido evitar lo que vas a decirme.

Molly dejó que las lágrimas que llegaron a sus ojos cayeran, era horrible dar una noticia así.—Disparó a Katariel en la cabeza, aunque ella, con su parte Draoid, logró evitar la bala.Tuvo que tomar aire porque estaba a punto de romperse allí mismo. No podía dar esa noticia, no

era justo.—Ella, cuando vio la bala en su mano…Al no poder terminar, Cornelius le dio un par de palmaditas en sus manos haciéndole la señal que

se detuviera. Ya comprendía de sobras lo que había pasado justo después.Dejó ir sus manos, evidentemente emocionado, y se tapó la cara lamentando al cielo la pérdida de

su hijo.—¿Quién lo mató? ¿Lo hizo ella? ¡Esa niña mimada! —gritó Carisa enfurecida.Molly supo que debía saber la verdad.—Pidió a Zachary que derribase el helicóptero donde iba.Tuvo que apartar la mirada cuando aquella madre se rompió en pedazos. Era una de las peores

noticias del mundo y no había palabra o gesto que pudiera reconfortarla. Katariel había querido aNixon de su lado, toda su vida había girado en torno a él y no pudo reaccionar cuando la disparó.

—¡Iros de mi casa! —bramó ella.Molly se levantó, pero no fue capaz de irse. Se acercó a él y tocó su hombro, se agachó a su altura

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para verlo mejor.—Lo siento mucho, Cornelius. Sé que hubo un tiempo en el que se quisieron mucho.Nunca supo si la pudo escuchar, el pobre hombre lloraba desconsoladamente por la pérdida sin

reparar en su presencia. La noticia era demasiado difícil de digerir.—Le dije una vez que valía la pena morir por Katariel y él se reveló contra ella.—Nixon vio que ella ya no sentía lo mismo y el dolor fue demasiado fuerte como para soportarlo

—explicó Molly.Tenían derecho a la verdad.Carisa, enfurecida, corrió a un mueble. Tiró de un cajón y rebuscó hasta encontrar un arma, la

misma que usó para apuntarles.Cornelius reaccionó, se puso en pie y cubrió a su invitada con el cuerpo. Molly, por miedo a que

Markus hiciera algo terrible, le tomó la mano a modo de advertencia. No quería que se derramasemás sangre de la necesaria.

—Baja el arma, Carisa.—¡¿Cómo puedes defenderlos cuándo han sido partícipes de la muerte de Nixon?! ¡Te dije que mi

hijo se merecía algo mejor y nunca me escuchaste!Cornelius, a pesar del dolor, negó con la cabeza.—¡Él se puso del lado de Negan! No merecía morir, pero esa fue la peor decisión que pudo

tomar.Carisa disparó, por suerte no acertó a ninguno de los tres, solo a una pared de madera vieja que

crujió quejándose. Ella tembló por la sorpresa, lo que hizo que Cornelius corriera a tratar de quitarleel arma.

Forcejearon un par de segundos antes de que un segundo disparo resonase con fuerza. Todos sequedaron congelados poco antes de que Carisa cayera al suelo con las manos en el estómago.

Él la tomó, tocó su cuerpo antes de ver salir la sangre a borbotones.—Siempre quisiste a esa furcia y a su hija —la acusó Carisa.Molly se arrodilló a su lado dispuesta a ayudar, comprobando que no quedaba vida en ella; había

sido un disparo mortal casi en el acto.—¡Cielo santo! ¡Lo siento tantísimo! —exclamó ella.Cornelius la empujó tirándola al suelo, después, abrazando a la que había sido su mujer, le señaló

la puerta. Ya no era bien recibida en aquel lugar y no se sorprendió.Resbalando con la sangre, necesitó la ayuda de Markus para levantarse y salir de allí. Lo hizo a

toda prisa como si el mismísimo infierno la persiguiese. Nunca imaginó que aquello podía acabar deesa forma.

Los Draoids que los acompañaban se quedaron sorprendidos al verlos salir después de escuchardisparos.

Molly corrió a la moto y se subió, necesitaba huir de aquel lugar. No podía haber causado másdolor a ese hombre ni habiéndole disparado ella mismo.

—Deberíamos hablar de esto —pidió Markus.Ella se puso el casco negándose en redondo, el corazón iba tan rápido que supo que podía salírse

del pecho en cuanto se despistase.—¡No! ¡No vamos a hablar de nada! Katariel nos necesita.Él no estuvo de acuerdo, aunque los gritos de Cornelius solo hacían que empeorar las cosas.—Pero…Molly estalló en mil pedazos.

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—Le he dicho a uno de mis mejores amigos que su hijo ha muerto. Negan le quitó a Layla, loobligó a casarse con esa mujer y, cuando vio que tenía un hijo varón, lo prometió a su hija. AhoraNixon está muerto y ha tenido que matar a su mujer. Negan y Minerva destruyen todo lo que tocan. —Se secó las lágrimas con rabia a través de la apertura del casco—. Solo por eso no vamos a hablar.Tenemos una guerra que librar.

Markus no se movió de donde estaba provocando se que enfadase mucho más. Necesitaba suapoyo y no una pelea.

—¡Sube a la puta moto! —bramó terriblemente dolida.Solo cuando lo vio cruzarse de brazos sintió las ganas de asfixiarlo con sus propias manos.Él dudó unos segundos antes de gruñir.Al final lo hizo, sin rechistar o tratar de mediar algo para hablar. Se subió delante de ella y dejó

que se abrazase a su cintura. Después de eso apoyó el casco en el centro de su espalda, iban a volvera casa.

Y lo hizo llorando casi todo el camino.La vida era demasiado cruel.

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Capítulo 53

—¿Estás seguro de que no puedo quedarme aquí un poco más? —preguntó Katariel viendo aZachary a través de la barrera.

Blair sonrió.—Tengo toda una eternidad para esperar a que te decidas, no es un problema para mí —contestó

el elfo.Katariel suspiró.La mirada de Zachary quemaba sin tocarla. Estaba tan enfadado que podía ser capaz de hacer

temblar a un ejército entero. Esta vez no tenía escapatoria o excusa posible para convencerle de suinocencia.

—Está bien, levántala —pidió.El rey asintió, se agachó un poco hasta que su boca quedó cerca de su oreja. Eso le produjo un

escalofrío, aunque fue capaz de soportarlo.—Seguiremos en contacto.Notó, con temor, como la magia hacía desaparecer la separación que había mantenido a Zachary

fuera del reino y las negociaciones. Ahora ya estaba libre, pudiendo convertirse en un animal salvaje.—Adiós, princesa —dijo el rey instándola a marcharse.Ella lo miró con una sonrisa fingida antes de levantar un pie, atravesó la frontera siendo incapaz

de mirarlo a los ojos.Los elfos se marcharon, ya no tenían nada que hacer en aquel lugar. Los tratos estaban cerrados y

pronto los ayudarían en la guerra que estaba preparando.—Zachary, yo… —dijo antes de enmudecer.Se desinfló sin necesidad de pensar en nada. Solo le bastó esa mirada para hacer que su valor se

desvaneciera en el aire.Zachary sí sabía qué decir, llevaba muchas horas allí esperando a volverla a tener al alcance.—¡¿En qué pensabas?! ¡Podrían haberte matado! ¡Después de lo que te hicieron! Pero lo que más

me molesta es que planeaste a mis espaldas con Molly.Katariel dejó que él gritase lo que necesitaba. Sabía bien que aquello era preocupación pura por

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su integridad y lo agradecía. No podía reprocharle nada, además, había demostrado tener unapaciencia infinita.

—Nunca me hubieras dejado venir a hablar —contestó con toda la tranquilidad del mundo.Se lamentaba de que ellos la hubieran tenido que perseguirla, también las horas de espera y la

preocupación, no obstante, estaba segura de que sería capaz de hacerlo de nuevo. Solo esperó que nole preguntase eso.

—Las cosas no se hacen así, se queda en sitio neutral con cientos de guardias pudiendoprotegerte.

Ella suspiró.—Después de lo que me hicieron, venir aquí con toda una corte de Draoids fornidos les hubieran

hecho creer que buscábamos venganza. Solo he querido darle mis motivos para acabar con Negan.Zachary apretó la mandíbula con fuerza, levantó ambas manos para enlazarlas en la nuca y gritar

al cielo. Lo hizo con rabia, con fuerza y con magia, una que se alzó como un halo de luz. Fue como siquisiera tocar las nubes, casi lo creyó capaz.

—Sé que recuerdas las otras vidas, te he perdido tantas veces que creí que esta iba a ser una más.Y nos necesitan con vida para acabar con Negan —dijo tan serio que se sintió culpable.

Miró al suelo como si fuera una niña recibiendo una de las mayores regañinas de su vida.—Lo siento, solo quería entablar una reunión amistosa con Blair.Zachary puso los brazos en jarras, las colocó apoyadas en su cadera antes de parpadear perplejo.—¡Oh, me alegro mucho! ¡Ya os tuteáis y todo! Como hay tan buen rollo entre vosotros ya sé

quién será el primer invitado del funeral cuando te mate —contestó el guerrero.Katariel puso morritos, sabía que eso solo había hecho que empezar. Estaba en su derecho de

enfadarse e iba a dejar que se desahogase todo lo que hiciera falta. Solo tenía la esperanza de que secalmase algún día.

—Sube a la moto, tenemos camino hasta casa.—Yo dormiré con Molly —dijo ella rápidamente.La mirada de aquel hombre la hizo temblar, fue como si la atravesase de los pies a la cabeza.—Era una broma, hombre.En realidad, no lo era, pero sabía que no tenía escapatoria. Él jamás la dañaría, sin embargo, no

sabía cuántas horas iba a estar enfadado por su pequeña travesura.

*** Después de todo el camino tuvo que soportar que Gerald se pusiera como una hidra con ella.

Aguantó aquella regañina con cierto grado de ilusión, nunca antes se habían preocupado así por ellay eso la hizo feliz.

Pero estuvo convencida de que sonreír no fue su mejor idea ya que tanto él como Zacharydecidieron vociferar un poco más.

Finalmente, Loretta salió a defenderla, como siempre. Estaba convencida de que quería a esamujer, mucho. Gracias a ella había conseguido muchas cosas.

«Cada uno en su casa, vienen días de negociaciones y de reuniones largas». Recordó sus palabras.—Entonces, ¿estás lista?La pregunta de Zachary la sacó de su ensimismamiento.Estaban sentados en el sofá, Markus se había encargado de reponer todas las cosas que habían

sufrido después de su primer encuentro sexual. No es que los siguientes hubieran sido más leves, no

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obstante, sí menos destructivos.—Más que en toda la vida —contestó convencida.Cabeceó. Su vida había sido dura, mucho. En todos esos años siempre rezó para que una

enfermedad o enemigo acabase con la vida de su padre. Todas sus opciones estaban en esperar a sumuerte.

Nunca hubiera reunido el valor suficiente de acabar con él de no haber pasado por todo aquello.Después de todo, ir a por Nixon y cambiarse había hecho cambiar su vida para siempre.

—Nunca esperé enfrentarme a mi padre —confesó.Zachary se encogió de hombros.—Yo sí, llevo haciéndolo años.Katariel rio, recordó cuando solo era un hombre salvaje y peligroso capaz de hacerla temblar. Le

sorprendió comprobar que todo podía cambiar con un leve pestañeo.—¿Qué haremos después? —quiso saber el guerrero.Ella tenía muchos planes para ellos cuando todo acabase. Puede que tuviera que reconstruir un

reino después y tratar con los otros reyes para escribir un montón de leyes, pero valdría la pena.Además, lo mejor vendría después.

Paz y libertad para todos.—Visitar Kaharos, ese reino es lo más bonito del mundo entero. También quiero conocer Reiyar,

algo de turismo de Draoid, pero lo importante es que estemos juntos.Zachary tomó su mano entrelazando los dedos con los suyos, fue un gesto leve, aunque cargado de

cariño.—Me dijiste «te quiero» cuando los elfos se te llevaron —recordó.El tema de los elfos iba a ser recurrente, se los veía muchos años después discutiendo por ir a ver

a Blair sin haberle dicho nada. Tenía que prepararse porque la vida a su lado iba a ser larga.Suspiró.—Una parte de mí creyó que no volvería a verte y quería que lo supieras.Era cierto, quería tener tiempo a decírselo por si las cosas en Kaharos hubieran ido mal. No había

sido un amor a primera vista, aunque algo había cambiado cuando se conocieron.Todo los había llevado a conocerse, como si tuvieran un imán que los atrajera el uno al otro sin

remedio. A decir verdad, no habían tenido opción alguna desde que el colgante hizo que Nixon sesalvase.

Katariel apoyó su cabeza en el hombro de él. Estaba nerviosa por todo lo que vendría, deseó notener que hacerlo, encontrar una escapatoria factible y no la encontró.

Tenían un destino que cumplir.—Lo sigo pensando, te quiero, Zachary.Él, giró hacia ella buscando su rostro. Se dejó guiar por sus movimientos hasta que ambos rostros

estuvieron uno delante de otro. Respiraron el aire del otro antes de que ella tomase sus labios.Fue un beso cargado de sentimiento, entre ellos existía una conexión especial que conseguía que

se encontrasen vida tras vida. Y estaban agradecidos de tener un nuevo momento juntos.Al separarse él dejó un reguero de besos desde su boca, pasando por las mejillas, subiendo por el

puente de la nariz y culminando en la frente.—Yo también te quiero.Esa noche sol y luna fueron capaces de conseguir estar juntos, un día más que podían celebrar.Y los astros lo acompañaron dándoles esa noche el mayor eclipse lunar de la historia. Ambos

brillaron juntos con fuerza y, con la ayuda que habían tenido, pensaban hacerlo toda la vida.

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Capítulo 54

Dos días después el mundo estaba preparado para la batalla, tampoco pudieron elegir porque lastropas de su padre comenzaron a prepararse. Él también sabía que el mundo comenzaba a rebelarse.

Katariel se despidió de Loretta con dos besos antes de salir de casa de su abuelo. Todos laesperaban y eso significaba muchísima gente.

No quiso dar un discurso porque no era buena haciéndolos, ellos no lo necesitaban, solo ganar yacabar con la tiranía de su padre. Los años habían hecho que sus aliados lo fueran abandonando,todos y cada uno de ellos aprendieron lo peligroso que podía llegar a ser amigo de Negan deNislava.

El camino a su tierra natal lo hizo en moto, tal y como estaba acostumbrada. Zachary iba encabeza, abriendo el camino y lo siguió como si fuera una estrella, sabía que con él era capaz de hacercualquier cosa.

A su lado tenía a Markus y a una muy valiente Molly sentada con él. Habían tratado de hacerleentender que no existía necesidad de estar allí, pero ganó la pelea. Era su derecho enfrentar a suhermana Minerva.

Cuando llegaron a la frontera con Nislava no pudo evitar temblar, aunque no fue de frío. Estabaacostumbrada a las bajas temperaturas, sin embargo, no a la imagen del grandísimo ejército al quehabía pertenecido.

Nislava era el reino más grande y uno de los más preparados en cuanto a armas se refería. Eso lehizo temer.

Detuvo la moto cuando Zachary se detuvo.Se alegró al ver a los elfos de Kaharos allí, de hecho, no pudo evitar saludar a su rey con un

ligero movimiento de cabeza. Además, sabía que, en el otro lado del reino, los soltados de Reiyartambién entraban en batalla.

Markus se acercó a ella, se quitó el guante y le colocó la yema de dos dedos en el cuello paraamplificar su voz.

Era su momento.

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—Ciudadanos de Nislava, soy Katariel. No soy el monstruo que mi padre dice que soy, vengo adaros una opción. —Tragó saliva—. Durante años, Negan, ha reinado con mano de hierro. Muchoshemos perdido seres queridos en guerras innecesarias, torturas o ejecuciones públicas. Es elmomento de entregarle a vuestro rey la poca gratitud que ha mostrado todo este tiempo.

La voz le tembló un poco, aunque se repuso con facilidad.—No le debéis sangre, sudor y lágrimas. Esta gente que veis no son vuestros enemigos, son

personas como vosotros que luchan por la paz. Una que todos merecemos.Aclaró su voz antes de continuar.—Os doy una única oportunidad. Luchad a nuestro lado, hacedlo por vuestros hijos, por el mundo

que queréis para ellos o pelead contra nosotros y morir por un rey al que no le importáis nada.Markus, cuando se cercioró de que había acabado, enfundó su mano para subir de nuevo en su

moto.Katariel esperó unos segundos, deseó que recapacitaran. Muchos de ellos habían sido amigos

desde hacía años, conocía a la gran mayoría y no quería tener que pelear con ellos.Desgraciadamente, como en todas las guerras, siempre había dos mandos y el odio por el resto de

reinos había calado hondo durante los discursos de su rey. Muchos siguieron siendo leales a Negan y,los que no, gritaron el nombre de su princesa.

Con ese grito de guerra la batalla dio comienzo. Era el momento.

*** Mientras el mundo se dividía entre el bien y el mal, ellos cuatro se abrieron camino entre la

multitud. Tenían un castillo que alcanzar. Negan estaría en él, custodiado por sus mejores guerreros ala espera de ver ganada una nueva batalla.

Cuando llegaron a la ciudad aquello parecía un mundo extraño. Para Katariel, recorrer esas callesdolieron de una forma que no supo describir. Las había recorrido todas y cada una de ellas cientos deveces.

Gritó a las madres con niños que se quedasen en casa, que no opusieran resistencia y los soldadosno las dañarían. No tenían porqué morir.

Vislumbró el castillo a lo lejos, ese del que había huido cuando su padre la apuntó con un arma.Tan absorta estaba en sus propios pensamientos que no fue consciente de cómo su moto pasó

sobre unas trampas que perforaron las ruedas. Perdió el control a toda velocidad, esta cayó al suelocon fuerza y salió disparada por encima.

Zachary consiguió amortiguar el golpe lanzando un choque de energía que la cogió justo por eltrasero a pocos centímetros del suelo.

Finalmente cayó de bruces. Cuando quiso darse cuenta, alguien apareció ante ella: Minerva.Estaba tumbada en el suelo y, cuando quiso levantarse, notó como una pesada carga caía sobre su

espalda.—¡Minerva! —bramó la voz de Gerald antes de lanzarla un par de metros más allá.Su abuelo los había seguido a la guerra por mucho que le había suplicado que no lo hiciera.—Seguid con el plan. Id a buscar a Negan y no os confiéis, sabe lo que hace —les advirtió.La bruja no estuvo de acuerdo con el plan, hizo crujir su cuello antes de tratar de hacer un hechizo.

Por suerte, Gerald, supo mover rápido las manos y la contuvo dejándole caer una cúpula de aceroencima.

Sabía que eso no la entretendría demasiado tiempo, así que necesitaban ser más rápidos y más

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listos. Corrió hacia la moto de Zachary y se subió detrás de él de un salto antes de que este arrancasea toda velocidad.

Se fijó en que Markus y Molly no los siguieron inmediatamente y comprendió los motivos. Yahabían hablado de eso, la prioridad era atacar a los dos a la vez para que ninguno pudiera escapar.

Los dejó atrás poniendo rumbo al castillo con el deseo de verlos pronto, ella tenía una reuniónfamiliar pendiente.

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Capítulo 55

Molly se cubrió cuando su hermana hizo estallar la cúpula, al menos les había dado el tiemposuficiente como para dejarles a Katariel y Zachary una cierta ventaja. Pronto llegaron muchossoldados más, la gran mayoría elfos y Draoids.

—Me ha contado un pajarito que ahora te llamas Molly, me gustaba más Circe —dijo su hermanasin preocupación alguna por estar en inferioridad numérica.

A ella no le importaba cómo se llamaba.—El hechizo de este viejo chocho me dejó jodida unos años. Bastantes, a decir verdad, pero el

destino quiso que encontrase al amor de mi vida: Negan. Él, cual caballero de brillante armadura,vino a mi rescate.

Gerald atacó con tal virulencia que su magia quebró el suelo, no obstante, cuando fue a alcanzar aMinerva, este pudo repelerlo sin problema alguno.

—¿Cómo puede un humano romper un hechizo? —preguntó Molly sin comprenderlo.Su hermana rio.—Cariño. ¡Qué poco conocéis a ese hombre! ¿No sabéis por qué se casó con Layla?Eso significaba mil cosas y estuvo convencida que ninguna buena. Su hermana solo se juntaba con

la misma calaña de la que ella había sido concebida. Estuvo convencida que iban a descubrir algoque no les iba a gustar.

—Un humano no puede reinar en un mundo de seres mágicos, pero existe un hechizo que puedehacer variar ese estatus. Si conseguía un ser de fantásticas habilidades podía drenar su poder parauso propio. Y Layla, aunque era muy joven, se decía que sería capaz de superar a sus mismísimospadres.

Aquello cayó como un jarro de agua fría. Eso indicaba que Negan había tenido poderes o, ¿seguíateniéndolos?

—Cuando la estúpida de su mujer dejó parte de su esencia en aquel maldito collar se enfadómucho. La mató para que los poderes que quedaban en ella fueran suyos para siempre.

Gerald volvió a atacar consiguiendo golpearla y tirarla al suelo. Minerva pareció divertida contodo aquello, limitándose a reír y levantarse.

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—Después de eso necesitaba más y, ¿quién mejor para tener poderes que la mismísima hija deLayla?

Markus gruñó completamente enfadado.Por eso siempre le ocultó su propia historia, por el mismo motivo por el que jamás le dejó

desarrollar sus poderes. Únicamente la destruyó haciéndole creer que su madre era impura y habíaalgo malo en ella, para drenarse de su energía. Katariel no se enteraría jamás porque al no notarmagia no podría echarla de menos.

—¿Y cómo puede tener poder ahora? Katariel huyó hace meses y ya conoce su parte Draoid, nopuede estar usándola —explicó Molly.

Minerva contoneó un poco sus caderas, antes de lanzar un hechizo para crear huracanes, uno quechocó directamente con el contrataque de Markus que hizo que se destruyeran mutuamente.

—Siempre hay un plan B, tu marido no lo tuvo y por eso acabó como acabó. El pobre, tanestúpido e inocente, aunque ahora te codeas con jovencitos guapos y fornidos; me gusta cómopiensas.

Molly no quiso ofenderla, necesitaba que siguiera hablando para conocer todo lo que lesdepararía en el castillo y sabía de sobras que su hermana padecía de verborrea desmedida, no seríadifícil conseguir lo que necesitaban.

—No puedo comprenderlo, hermana —dijo haciéndose la inocente.Eso provocó que Minerva se sintiera superior.—Claro que no, tonta. Negan ha conseguido, durante años, algunas docenas de rehenes Draoids de

los que extrae su magia. Algunos han muerto por el camino, no obstante, cuando la mercancíaescaseaba solo tenía que agitar un palo para que Gerald fuera corriendo en busca de guerra.

Katariel y Zachary iban directos a una trampa. Necesitaban saberlo lo antes posible o, de locontrario, morirían allí mismo.

—Vete, yo la entretendré —le ordenó a Markus.—¡Y una mierda! ¡Yo no te dejo!Minerva arrancó a reír como si estuviera visionando una película de comedia.—Lo tienes en el bote, querida.Gerald decidió intervenir, acercándose más a su enemiga consiguió conjurar uno de los hechizos

prohibidos, justo el que habían usado los elfos contra su nieta. La cuerda se abrió alrededor de lacintura de Minerva, aunque, antes de cerrarse, ella levantó el dedo índice y negó con la cabeza.

—Eso es juego sucio y en eso soy la mejor —anunció.Sus poderes contuvieron el hechizo evitando que la cadena tocase su piel lo más mínimo.

Sorprendentemente, alcanzó a tocar el cabo y tiró de él para acercar al rey.Fue ahí cuando Molly y Markus comenzaron a atacar.No pudieron hacerlo porque Minerva, de un ligero movimiento de mano, los lanzó un par de

metros más allá. Cayeron al suelo con tanta fuerza que casi perdieron el aliento.—¡Corred y ayudadla! —gritó el rey.Molly supo que Gerald usó toda la fuerza que quedaba en él para conseguir que la cadena se

apretase en la cintura de su hermana. Lo consiguió produciendo que esta gritase consumida por undolor atroz.

Markus se subió a la moto, la montó a ella y salió disparado hacia palacio. Molly, en cambio,solo pudo mirar atrás con horror.

Minerva, completamente enfurecida, tomó a Gerald del cuello. A pesar del hechizo, aprovechó laavanzada edad del rey y que tenía toda la magia empleada en la cadena, para atravesar su pecho y

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alcanzar su corazón.Molly gritó cuando vio caer al rey al suelo, lo hizo con rabia, dolor y desesperación, perdiendo

entonces a uno de los mejores hombres que había conocido en toda su vida.Minerva, rebosante de gozo, desapareció en el aire, eso solo significaba que había ido a buscar a

Negan.

*** Zachary y Katariel no estaban preparados para lo que encontraron al abrir las puertas del castillo.Ahí, en el recibidor, había más de cincuenta Draoids y estuvo convencido de que los suyos se

extendían a lo largo de todos los pasillos y habitaciones de aquel pomposo lugar.—¿Qué es esto? —preguntó ella.Alguien aplaudió llevándose toda la atención, al mirar sobre las escaleras encontraron a Negan

regocijándose de su pequeño mercado de esclavos.—¿Os gustan? Son mis favoritos, los más feos, desmembrados o viejos están en lugares menos

vistosos —explicó el rey.Ambos sintieron ganas de vomitar, aquello era de una crueldad que jamás habían contemplado y

eso que aquel hombre era experto en no tener corazón. Siempre se podía esperar algo más de él.—¿Qué hacen aquí?Esa pregunta era más que obvia, aunque comprendió que Katariel tuviera que hacerla.—Durante años han estado escondidos en la mazmorra esperando a su glorioso día. Ellos, son mis

pequeños generadores de energía. Antes lo eras tú y solo contigo me bastaba, eres tan especial quetus poderes me hacían cosquillas en las manos. Obviamente, tuve que contenerte mucho para que nolo descubrieras.

La sujetó cuando hizo amago de vomitar, podía comprender que aquello fuera demasiado.Esa gente estaba en muy mal estado de salud, mutilados y plagados de heridas y suciedad, los

habían reducido a ser un mero objeto. Casi resultaban ser enchufes para Negan, uno que substituíacuando le placía.

—¿Para qué querías magia?—Para hacer esto —anunció lanzándoles una explosión tan fuerte que casi pareció una de las

muchas bombas que estaban usando los Nislavos para defenderse.Zachary logró contener la honda expansiva tratando de no dañar a ninguna de las personas que

estaban allí.—¡Levantaros y pelear! —pidió el guerrero.No lo hicieron, se limitaron a quedarse allí, sentados y con los ojos vidriosos ajenos a lo que

ocurría a su alrededor.—No te escuchan, efectos de una bruja muy buena que me enseñó. Es mejor mantenerlos así que

pelear constantemente como hacía con Katariel.Minerva apareció al lado de Negan, estaba ensangrentada y parecía herida, aunque mantenía una

sonrisa tan triunfante que Zachary solo pudo pensar en borrársela de un golpe.—Toma, amado —dijo la bruja antes de dejar caer lo que parecía un corazón sobre la palma de la

mano del rey.Este sonrió conforme.—Es el corazón de Gerald, recién extraído.Katariel se quedó conmocionada en ese instante. Jadeó luchando por mantenerse en pie, no podía

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acabar de perder a su abuelo de esa forma tan cruel.—Eres la mejor, pastelito —contestó Negan besándola apasionadamente.Zachary, lleno de dolor y rabia supo que debían pensar algo para pasar entre la gente y

alcanzarlos. No solo los usaba como generadores de energía, también como escudos para disuadirlosde atacar.

Kata gritó entonces, apretó los puños y bramó con tanta ira que no calculó la cantidad de energíaque dejaba ir. Esta salió de ella a toda velocidad, casi como un tren, que arrolló toda una fila deDraoids hasta impactar en su padre.

Este bloqueó el ataque con un chasquido y miró a su alrededor para su disfrute.Lo que acababa de hacer la princesa había significado asesinar a unos cuantos Draoids, los

mismos que quedaron esparcidos en el suelo hechos pedazos. Eso solo empeoró la situación.—Me gusta tu estilo, hija —rio Negan.Katariel no lo hizo, llevándose las manos a la boca tembló cuando contempló el horror que

acababa de crear.Markus y Molly llegaron en ese instante para contemplar el huerto de Draoids que tenía Negan

preparado para disuadirles de atacar. Uno que les conmocionó y sorprendió a partes iguales.—Ahora, que estamos todos, podemos dejar la guerra fuera y divertirnos entre nosotros —anunció

Negan antes de que las puertas del castillo se cerrasen.Acababa de atraparlos dentro.

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Capítulo 56

—Yo puedo alzaros hasta allí —propuso Markus susurrando.—Y yo puedo oíros —bufó Negan algo aburrido.Lo primero que tenían que hacer era conseguir llegar hasta ellos, unos debían encargarse del rey y

otros de la bruja, así tendrían más posibilidades. Y como si todo eso fuera poco tenían un montón derehenes a los que no deseaban dañar.

El plan era bastante complicado.—¿Sabéis algo divertido? En este estado ellos están en una especie de trance o estado catatónico

y no notan nada —rio Minerva.Se acercó a uno, para, con toda la crueldad de su corazón, romperle un brazo. Su teoría se

demostró, aquel hombre no se quejó, lloró o gritó; siguió mirando al frente sin pestañear.—¡Basta! —exclamó Katariel.Negan bufó.—Siempre has sido una sentimental, eso son los genes de tu madre.—Prefiero tener los genes de ella que los de alguien como tú —contratacó.Markus hizo volar a los tres, sin que se lo esperasen, hasta encima de las escaleras. Estaba claro

que hablando no iban a conseguir que todo acabase, debían pasar a la acción y para eso era unexperto.

—¡Qué lindo! A parte de guapo, fuerte. Yo lo quiero para mí, como esclavo —canturreó Minerva.Molly estalló lanzándole un rayo que casi impactó sobre ella, lástima que la bruja lo desvió.—Eso podría hacerme daño, pero no te lo tendré en cuenta porque somos hermanas —la excusó

Minerva.Katariel y ella se miraron, estuvieron de acuerdo, sin palabras, de que cada una iría hacia su

familiar para acabar con él. Había llegado el momento de acabar lo que había empezado hacíademasiados años.

La princesa sacó un arma que llevaba enfundada cerca de su pecho y disparó a su padre acertandoclaramente. Para sorpresa de todos, él siguió como si nada acabase de pasar.

—Una cosa muy divertida de estos generadores de energía es que pueden recibir el daño que me

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hacen —explicó señalando a uno de los más cercanos de la puerta.Ya no estaba sentado, se había desplomado en el suelo con una herida de bala en la frente.Ahora sí que estaban jodidos.

*** Zachary pensó rápido en sus opciones. Si querían dejar de perder Draoids como si de chapas se

tratase, debían encontrar la forma de romper el vínculo que los unía al rey.Minerva tenía algo que ver porque, al retirarse el hechizo de la cadena, no mostró rastro alguno de

herida. Ella era capaz de formar vínculos de esa forma, aunque en menor medida porque sí habíallegado a sangrar.

—Déjame jugar un poco, cielo, solo un par de huesos rotos —suplicó Minerva agarrándose albrazo de Negan.

Casi parecía una niña pequeña.El rey, incapaz de negarse a esa petición tan especial, la dejó ir como si un brazo ejecutor se

tratase.Molly y Markus se adelantaron, eso dejaba claro que ellos se encargaban de la bruja y Katariel y

Zachary lo harían con Negan. Minerva se adentró en uno de los pasillos del castillo llevándoseconsigo a sus amigos persiguiéndola.

—Parece que nos hemos quedado solos —rio el rey.Zachary se acercó a Katariel, se agachó hasta llegar a su oreja para susurrarle al oído.—Tiene que tener algún objeto que los vincule a ellos como hizo el colgante con tu madre. Algo

simbólico con el que haya demostrado apego.La princesa pensó a toda la velocidad, siempre había tratado de no compartir espacio con su

padre, eso hacía que no lo conociese tanto como hubiera querido en ese momento.Tras unos segundos, su mente le hizo recordar un viejo reloj que tenía un lugar de honor en la

vitrina de su despacho. De pequeña se llevó una buena zurra por tratar de sacarlo y darle cuerda.Después de eso había hecho poner llave a la estantería y, años después, lo guardó en una caja

fuerte que escondía detrás de un cuadro.Miró a Zachary convencida, tenía que ser eso.—Lo tengo.Ahora tenían que alcanzarlo.—Ve a por él y destrúyelo, yo te cubro —ordenó Zachary antes de sellar sus palabras con un

beso.Katariel corrió escaleras arriba, tenía que subir un par de pisos más para alcanzar aquel lugar.Negan disparó energía muy cerca de ella provocando que cayera al suelo. No se dejó impresionar

y usó los puños para empujar su cuerpo hacia arriba. No pensaba cejar en su empeño hasta acabarcon él.

—¿Ya te vas? Si no hemos hecho nada más que empezar —rio su padre.—Ahora tendrás que centrarte en mí —comentó Zachary.Ella corrió, viendo como aquellos dos hombres entraban en batalla. Sabía que él no quería

dañarlo por miedo a que más Draoids murieran y se centró en intentar contenerlo de todas las formasposibles.

Katariel se dejó la piel sorteando personas, ellos estaban en trance, no podían verla y sentircuando los pisaba sin querer. Esa era una vida cruel y terrible, mucho más de lo que hubiera

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imaginado jamás.Derrapó al girar hacia las escaleras que llevaban al segundo piso. Justo al hacerlo se detuvo en

seco al encontrar uno de los mayores troles que hubiera contemplado jamás.Su padre había dejado algunas sorpresas en el castillo mientras la esperaba. Aferrándose a su

arma, se preparó para acabar con él.Corrió cuando aquel ser la vio y se preparó para atacarla. Era tan grande, viscoso y tan maloliente

que tuvo que hacer el esfuerzo por no vomitar. Se metió entre sus piernas sabiendo que ahí tenía unpunto ciego. Disparó en la rodilla, el pobre ser gritó y, con sus manos, comenzó a romper las paredesde aquel pasillo en un intento de pillarla.

Ella era un mosquito y podía partirla en dos si la pillaba. No solo eso, también estaban rodeadosde Draoids y ellos podían morir en aquel ataque.

Tomando una fuerte bocanada de aire, trepó por la pared usándola como impulso para subirsesobre sus hombros. Allí tuvo que aferrarse con fuerza antes de clavar su pistola en la cabeza ydisparar.

El trol se quedó congelado en ese momento, por desgracia comenzó a precipitarse hacia atrás, endirección a los grandes ventanales. Katariel quiso saltar para no caer con él, pero la agarró de lacintura.

La ventana se rompió por el peso y ambos fueron a caer por ella, no obstante, una descargaeléctrica provocó que el trol la soltase y ella pudiera agarrarse al marco hecho pedazos.

Subió a toda prisa, no quería caer, y miró a ver qué había sido esa ayuda extra que acababa detener.

Abajo encontró al rey Blair mirarla. Ambos asintieron antes de continuar.Sorteó personas como si estuviera en una pista de obstáculos. El suelo tembló un par de veces por

la batalla que estaba habiendo justo bajo sus pies. Solo deseó que Zachary no recibiera mal alguno.Aulló de alegría cuando vio el despacho de su padre a lo lejos. Nunca antes se había ilusionado

tanto yendo hacia ese horrible lugar.Comprobó que estaba cerrado con llave y no tuvo paciencia para abrirla, usando las piernas pateó

con fuerza hasta conseguir hacerla caer. Entró allí siendo una Katariel diferente de la última vez queestuvo allí.

Ya no tenía miedo, poseía la voz y la fuerza suficiente como para poder enfrentarse a ese hombre.Con un choque de energía, hizo pedazos la mesa y la silla que la separaban del horrendo cuadro

que había detrás. Era un retrato de su padre de joven, uno al que siempre le había incomodado mirarcomo si ya hubiera maldad en esos ojos.

Disparó, estúpidamente, a la caja fuerte cuando retiró lo que lo tapaba. La bala no hizo nada, loque provocó que bufase. No sabía la clave y quería abrirlo.

—Mierda —susurró.Tenía el poder de los Draoids, lo sabía, no obstante, no era capaz de conseguir enfocarlo en algo

tan pequeño. Iba a tener que aprender en ese justo momento porque lo necesitaba.Muchos dependían de ello.Juntó las manos esperando que eso funcionase y se concentró. Notó la magia fluir a través de ella

como si lo hubiera hecho toda la vida.—Hola, princesita.La voz de Minerva la sorprendió.Ella apareció a su espalda envolviendo un brazo alrededor de su cuello. De pronto un dolor en el

costado le hizo gemir, después notó el frío acero que había entrado en su piel apuñalándola.

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—¡Katariel! —gritó Zachary antes de hacer volar a la bruja contra una pared.Cogió a su amada antes de que esta cayera al suelo.—Estoy bien, no te preocupes. Vuela la puta caja fuerte —pidió ella.Él no lo hizo inmediatamente, tardó unos segundos antes de comprender que la prioridad era

acabar con Negan.Molly apareció dándole la posibilidad de tomar un respiro para recuperarse. Ambas hermanas se

miraron con rabia, cada una por sus propios motivos.—Voy a matarte —anunció Molly.Cada una lanzó un hechizo a la otra como si midiesen sus fuerzas. La segunda vez fue con más

contundencia y ambas magias chocaron como si de un torrente de agua se tratase.Katariel aprovechó para ponerse en pie justo en el momento en el que Zachary voló la puerta de la

caja fuerte. Cientos de papeles saltaron por los aires con demasiados secretos de estado, unos que noimportaban en aquel momento.

Rebuscó hasta dar con una caja y, en ella, el reloj de bolsillo. Lo agitó en el aire triunfante.—¡Lo tengo! —gritó.Acto seguido desapareció para volver a reaparecer en la mano derecha de Minerva.—Yo lo tengo, querido.Katariel actuó por puro instinto, apuntó casi sin mirar y apretó el gatillo volándole la mano a la

bruja obligándola a soltar el reloj que cayó al suelo.Todos los presentes en la habitación lucharon por cogerlo. Molly contuvo a su hermana gracias a

la telequinesis, la bloqueó contra la pared para que fuera el mismísimo Zachary quien lo cogiera.—¿Y mi padre? —preguntó ella.—Markus se está encargando. ¡Destrúyelo! —lo instó Molly.Fue ahí cuando el guerrero se lo tendió a ella, le daba el honor de hacer daño a su padre. Después

de tantos años de tortura podía devolverle un poco de lo que había sembrado toda su vida.Lo sostuvo entre los dedos unos segundos y la sensación de peso le hizo recordar cuando Malorie

le había dado el collar. Los objetos mágicos pesaban muchísimo más de lo que parecían.Lo alzó tratando de tomar impulso antes de estrellarlo contra el suelo con fuerza. Al hacerlo todo

el reino tembló, no se rompió del todo, aunque sí lo suficiente como para notar como la energía seliberaba a través de él.

Tomando una segunda pistola, apuntó hacia ese objeto y disparó. No se contentó con una o dosbalas, vació el cargador asegurándose de que era irrecuperable.

Minerva gimoteó.—Eso no le va a gustar —amenazó antes de lograr desaparecer en el aire.

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Capítulo 57

De camino de regreso al vestíbulo, pudieron comprobar que muchos Draoids parecían reaccionar.Les gritaron que salieran de allí lo antes posible, que no hicieran preguntas, que su gente estaba en lacalle.

Lo peor fue descubrir que muchos seguían en aquel estado catatónico como si nada hubierapasado.

—¿Por qué no despiertan? —preguntó Katariel.Todos sabían la respuesta, pero resultaba tan perturbadora que no supieron cómo explicarlo.—Minerva tiene el control sobre ellos.Habían quitado un problema de la lista, pero otro se añadía sin permiso.Al llegar Molly estalló contra Negan con un choque de energía que dañó una de las columnas

principales, la agrietó de tal forma que supieron que tenían que salir de allí mucho antes de lo quehubieran esperado.

Nadie la culpó por hacerlo, de lo contrario, él hubiera acabado con la vida de un Markus queluchaba por respirar mientras le tenían una soga al cuello. Al liberarse lo atacó con rabia.

Zachary avanzó queriendo acabar con aquel rey de una vez por todas, sin embargo, Minervaapareció al lado de Negan y se abrazó a su cintura.

—Tu hija me ha reventado la mano, quiero venganza, querido —lloriqueó volviéndola a tenerbien.

El rey acunó el rostro de su amada, solo a ella podía quererla porque eran casi la misma persona.—Por supuesto, pero antes tendrás que compartir un poco de magia conmigo. Han agotado mis

existencias —le pidió besándola.Minerva lo hizo, se la veía tan enamorada de ese monstruo que no pudo comprender qué se veían

el uno al otro.—Tú y Markus comenzad a sacar de aquí a todos los Draoids que podáis —le dijo Zachary a

Molly.Esta se negó en un principio, aunque comprendió que las vidas de esa gente necesitaban ser

salvadas. La vendetta contra su hermana no tenía sentido porque iba a morir de todas formas, no

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importaba quién lo hiciera, ella no necesitaba ese tipo de venganza.—Amor, vas a tener que elegir: tu padre o la bruja —anunció Zachary sonriente.Katariel los miró a los ojos a ambos antes de darse la mano con él, era un contacto leve, aunque

significó muchas cosas a la vez.—Yo quiero a Negan —declaró.Ella sí necesitaba acabar con ese hombre.Se lanzó contra él con toda la rabia y el rencor que supo reunir. Ambos pelearon cuerpo a cuerpo

unos minutos. Aquel hombre la había entrenado a base de golpes, disfrutaba humillándola delante detodos los soldados diciendo que nunca llegaría a nada y ahí estaba, salvando al mundo.

De un salto, logró apoyar uno de sus pies en el pecho para dar impulso y envolverle el cuello consus piernas. Después se dejó caer hacia atrás provocando que perdiera el equilibrio y golpease elsuelo.

No le importó el dolor, ni la puñalada de Minerva, solo quiso ver su último aliento.Negan usó su magia para hacer que una corriente eléctrica la atravesara, fue tanto dolor que no

pudo más que luchar por no perder el conocimiento y lo aprovechó para escapar de su agarre.—No eres más que una insignificante pulga peleando contra un gran tigre —le anunció.Katariel pateó sus rodillas provocando que una de ellas crujiera por el impacto, sonó tan fuerte

que el eco rebotó en las paredes. El dolor no se transmitió a ningún Draoid, quedó en él aullandocomo si estuviera sufriendo un dolor incalculable.

Una vez en el suelo, se montó sobre su pecho y comenzó a golpearle con los puños. Descargó todala rabia posible en aquellos golpes.

No quería verlo respirando.

*** Zachary logró hacer volar a la bruja hasta impactar contra el suelo a tanta velocidad que hizo un

surco por el impacto. Sus poderes se expandieron por doquier inundándolo todo como la marea alta.No había llegado a jefe del ejército por nada. Sus entrenamientos habían sido duros, no obstante,

había valido la pena cada gota de sudor gastada.Molly miró entonces para mirar a su hermana con sorpresa, la señaló.—¡Es el colgante lo que la une a los Draoids! ¡Era de mi marido!Aquella revelación fue muy dura. La bruja había mantenido un collar propiedad del ex de Molly,

la persona por la que seguía sufriendo.No pudo mirar a otro lado, Zachary usó su magia para conseguir que el hechizo prohibido se

clavase en los brazos de Minerva. Markus lo imitó para atrapar sus piernas y ambos tiraron de lascadenas.

Esa muerte llevaba un nombre concreto.—No te lo merecías, él era para mí y te lo dieron a ti porque eras la mayor, pero yo lo maté. Yo

lo hice.Molly, sorprendentemente serena, se agachó para arrancarle el colgante sin abrirlo del cierre. Lo

contempló unos segundos recordando una vida pasada que ya no existía, él había partido y jamásvolvería.

Debía pasar página.—Adiós, hermana —susurró.Lo colocó entre sus palmas antes de hacer una pequeña explosión en ellas y lograr que aquel trozo

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de oro y metal se hiciera pedazos, aquello sí despertó al resto de rehenes del castillo.Con el hechizo roto, Negan bramó furiosamente dejando escapar el poder que tenía en todas

direcciones. Lanzó a su hija escaleras abajo, la cual rodó hasta que Zachary la tomó en brazos.Antes de que alguien pudiera pensar, pestañear o respirar, él se aseguró que su amada quedaba

sentada. Aprovechó la confusión para volver a acercarse a Minerva y entró en ella.Su magia la destruyó órgano a órgano, quemándolo todo a su paso hasta que la propia piel y

huesos cedieron. Se hundió como si fuera el envoltorio de algún alimento congelado que se derretía.Y no quedó nada.El castillo se lamentó cuando murió, sus columnas ya no soportaban el peso de los metros y

metros de altura.—Vais a morir aquí, he llenado todos cimientos del castillo de explosivos esperando vuestra

llegada. Plan C lo llaman —dijo antes de pulsar un botón que llevaba perfectamente protegido yguardado en el bolsillo.

Acto seguido, usando los restos de poderes de la bruja, desapareció de aquel lugar. Katariel se levantó dispuesta a seguirlo, pero se detuvo cuando comprobó que quedaba mucha

gente viva en ese lugar.—Tenemos que sacarlos —anunció antes de que todo explotase.Las cargas explosivas sonaron una contigua a la otra, volando todas las mazmorras casi a la vez.

El suelo cedió bajo sus pies con tanta fuerza que supieron que había llegado la hora.Las bombas siguieron sonando, como si de un festival de fuegos artificiales se tratase hasta que,

de pronto, se detuvieron.Katariel miró a su alrededor, confusa y sin comprender lo que ocurría allí. Giró sobre sus talones

entendiendolo. Jadeó producto del dolor sintiendo que apenas podían sostenerla sus rodillas.Zachary estaba en pie, con los brazos extendidos creando una especie de cúpula que mantenía el

castillo en pie.—No… —gimoteó.—Sacadlos a todos de aquí, yo contendré la explosión.Era el único que podía, no existía otro con esos poderes y estaba arriesgando su vida para

conseguirlo.Katariel se acercó a él tratando de disuadirlo, pero, pocos pasos antes de alcanzarlo, él gritó.—¡Haz lo que te digo por una vez!Zachary estaba arriesgando su vida.

*** Para él no era fácil aquello. Había cientos de mujeres, hombres y niños en aquel castillo, todos

inocentes y merecían vivir. Había sido una decisión impulsiva, no obstante, no se arrepentía de ello.Alejó a Katariel cuando esta trató de alcanzarlo, no quería que tratase de convencerle. No había

muchas opciones, si soltaba la cúpula el castillo se les vendría encima sin poder huir.Markus y Molly hicieron lo que les pidieron, no solo ellos, también los soldados más próximos al

castillo. Katariel, a regañadientes, lo hizo sin ser capaz de dejar de mirarlo.Soportar el peso del castillo quebró, pasados unos minutos, sus rodillas provocándole que cayera.

No era el momento de rendirse y no lo haría.La vida de ella le hizo luchar, quería conseguir que tuviera una oportunidad. Tenía una misión que

cumplir todavía: matar a Negan.Los minutos pasaron mientras las cargas explosivas se sucedían la una a la otra. Estaba claro que

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el rey había preparado a conciencia su visita.Llegado a cierto punto, algunos Draoids y elfos trataron de ayudarlo sin éxito. No tenían el poder

suficiente como para soportar aquello y él solo pudo pensar en Katariel.La miró cada una de las veces que entró a por gente, trató de recordar su fuerza, su valentía, su

cabello pelirrojo y las veces que la había visto sonreír. Esos recuerdos no podían borrarse de sumente, debían mantenerlo fuerte.

Sintió más dolor cuando sus dedos comenzaron a ceder y supo que no podría sacarlos a todos deahí. Había demasiada gente y eso suponía hacer un sacrificio. Su corazón se partió cuando supo quetenía que dejar morir a los suyos.

—¡Markus! —gritó atrayendo su atención— ¡Iros de aquí!Katariel se paralizó entonces, soltó a quién ayudaba para correr directamente hacia él. Fue

entonces cuando su segundo al mando la cogió por la cintura, ella comprendió al instante lo quepasaba.

Gritó furiosa.—¡NO! ¡No puedo dejarte aquí! —gritó.Zachary asintió sabiendo que ella no podía y por eso se lo pedía a un amigo. Así tendría la certeza

de que seguiría con vida.Dolió saber que ese iba a ser su final, que no viviría para ver a Negan morir, pero dolió mucho

más no poder vivir un día más con ella. Al final la maldición ganaba de nuevo.Katariel le dio un cabezazo a Markus haciendo que este la soltara preso del dolor. Eso le dio

ventaja para llegar hasta él y abrazarse a su cuello llorando.—¡Vente conmigo! ¡Vente conmigo! —repitió dolorosamente.Zachary besó sus lágrimas mientras notaba como ella intentaba tirar de su cuerpo sin poder

moverlo ni un centímetro.—Tenemos una nueva oportunidad en la próxima vida. Tienes que acabar con ese monstruo por el

bien de todos, no puedes morir aquí conmigo. Te quiero.

*** Katariel maldijo al mundo que pudieran arrebatarle al hombre al que amaba. No escuchó durante

unos segundos, tiró con fuerza comprendiendo que tenía todo el castillo sobre sí.No iba a moverlo. Aquello era una despedida.Su corazón se rompió en mil pedazos sabiendo que él no saldría de aquel espantoso lugar. Estaba

aguantando para que ella huyera.—Te encontraré en la próxima, ¿me oyes? —prometió salvo que esta vez no fue él quién hizo ese

juramento.Zachary asintió antes de que ella lo besara por última vez.—Te encontraré. Te quiero —repitió rota de dolor. Markus la tomó entonces produciendo que gritase, no podía dejarlo allí, no quería abandonarlo

para morir. Luchó con fuerza sin conseguir que aquel guerrero la dejara ir.La arrastró hasta la puerta mientras ella extendía los brazos hacia él, el amor de su vida moría allí

mismo.—Te quiero —susurró Zachary.El castillo se vino abajo de pronto, cayó piedra a piedra sepultando a todo el que quedaba dentro

y a los que más cerca quedaron de él.

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Nadie gritó más que Katariel, nadie lloró o peleó más por tratar de alcanzar aquel ataúd de piedray sangre. Muchos murieron allí mismo incluyéndola a ella al saber que Zachary estaba dentro.

Giró sobre los brazos de Markus para golpeando duramente con los puños, lo hizo sin control ysin importarle si le dolía; solo descargar su rabia e impotencia de perder al amor de su vida.

Una vez más la maldición ganaba.Al final, rendida a la realidad, se dejó caer al suelo llorando sin poder soportar el dolor que

golpeaba su pecho. Ya no tenía corazón, se había hecho astillas y su alma se acababa de volatilizar.Todo había ardido dentro de ella hasta conseguir que no quedase nada de Katariel.

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Capítulo 58

No tuvo mucho tiempo para llorar porque algunos elfos comenzaron a decir que Negan habíahuido al puerto. Tenía que ponerse en marcha antes de que pudiera escapar mar abierto.

—¡Una moto! —gritó exigiendo a quién hubiera al lado que le facilitase una.Molly le cortó el paso cuando un soldado Reiyar gritó que ahí había una.—Vamos contigo.Sorprendentemente no pudo escucharla, quiso hacerlo, pero una ráfaga de energía la golpeó con

contundencia. Cayó al suelo en busca de aire antes de comprender que era la estela de poder deZachary que quedaba en ese mundo.

Él había hecho un último sacrificio para conseguir que ganasen la guerra y no tuvo palabrassuficientes para agradecerlo.

Las cosas no tenían que haber acabado así, no era justo y lo lamentaba de tal forma que supo quenunca sería capaz de reponerse a su pérdida.

—Él es mío y no pienso compartirlo —anunció.Caminó hacia la moto y, cuando Molly y Markus quisieron cortarle el paso, usó sus poderes para

conseguir que se arrodillasen ante ella, los clavó al suelo con fuerza para impedir que vinieran.Duraría unos minutos, los suficientes como para llegar al muelle para destruir a ese monstruo al

que le debía la vida.

*** Katariel hizo volar por los aires, uno a uno los barcos que había en el muelle. Sabía que estaban

vacíos y que, en uno de ellos, estaba la peor persona que había pisado nunca antes el mundo.—¡Sal! —bramó completamente enfurecida.Aquello no era odio, era un nivel más alto que no tenía descripción alguna. El dolor era tan

terrible que apenas podía respirar. Los recuerdos no paraban de golpearla con fuerza exigiéndosedetenerse para llorar. No tenía tiempo para eso.

Sentía la energía de Zachary recorriendo su cuerpo, una que comenzaba a desvanecerse

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amenazando con abandonarla. Debía aprovecharla antes de que todo acabase.—¡Sal sucia rata! —gritó levantando la mano y haciendo volar el penúltimo.Su padre, malherido, salió a gatas del último con las manos en el aire a modo de rendición.—Hija, siempre has tenido un corazón noble. Sé que jamás le harías algo así a tu padre —dijo.Katariel casi sintió el impulso de reír, pero ya no quedaba alegría en su cuerpo; él mismo se la

acababa de extraer. Así pues, moviendo dos dedos provocó que la mano derecha de él girase en unángulo imposible haciendo que gritase.

—Tú no me conoces —gruñó Katariel.El rey, de rodillas, se tomó la mano herida como si sintiera que estaba a punto de perderla. La

llevó al estómago donde la protegió con el resto de su cuerpo como si tuviera miedo a que se cayera.—Has destruido todo y a todos.El dolor habló a través de ella, no podía respirar sin sentir como si cien astillas se clavasen en

sus pulmones. No quedaba ni rastro de felicidad en ella, lo había sustituido por un dolor agudo yatroz.

Con esa acusación, usó su poder para tomar la otra muñeca y romperla del mismo modo. El gritoque obtuvo entonces no la reconfortó en absoluto, necesitaba mucho más del hombre que le acababade quitar a quién amaba.

No había grito de dolor suficiente como para complacerla, nada lo hacía después de Zachary.—Katariel, hija mía, ten un poco de piedad. Cambiaré, lo juro —prometió.Se arrastró por el suelo cuando la vio caminar hacia él con paso impasible. Cada vez que uno de

sus talones tocaba el suelo este temblaba como si pudiera temer la fuerza sobrenatural que teníaencima.

Antes de descargar la rabia contra Negan, hizo estallar el último barco de la flota de su padre.Consiguió que solo quedaran astillas de aquel navío tan espectacular y que era el orgullo de aquelhombre.

—Así pienso dejarte cuando acabe contigo —anunció Katariel.Mirando al despojo que tenía ante, sí no encontró ni rastro de humanidad en él. Desde muy

pequeño su única diversión había consistido en dañar, golpear y asesinar a todos los que le rodeabanpor varios motivos. El mayor era por beneficio propio, aunque la diversión también estaba presente.

—Yo le amaba —anunció.No se contentó con romperle la rodilla de golpe, lo hizo sin pestañear mientras permitía que una

corriente eléctrica lo atravesase de los pies a la cabeza. No merecía compasión alguna y poco leimportaba convertirse en un monstruo al torturarle.

Negan, al borde del desmayo, pareció sonreír.—Estás muy enfadada, pero no tienes el valor suficiente de matarme. De tenerlo hubieras acabado

conmigo —la tentó.Tuvo que respirar para no darle lo que quería, pero decidió disfrutar de aquel momento antes de

que acabase.—Llegará tu hora, padre. Antes me gustaría seguir jugando como tú has hecho durante años y

años. Nunca te importaron mis gritos, mis súplicas o mis lágrimas. ¿Por qué debería conmoverme lastuyas?

Un choque de energía lo lanzó un par de metros más allá golpeando el suelo con la cantidad dehuesos rotos.

Era la sombra del hombre que fue una vez y los fieles a él estaban cayendo poco a poco por losejércitos aliados. Pronto ya no quedaría nada de Negan de Nislava, solo su amargo recuerdo; uno que

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se había empeñado en grabar a fuego en el alma de muchas personas.Nunca sería suficiente dolor para saldar la deuda que había contraído contra el mundo, sin

embargo, decidió que era el momento de dejarlo marchar de una vez por todas.Concentró la energía en sus manos para un último golpe. De ella salió la magia de Zachary y lloró

al saber que, después de eso, no quedaría nada del hombre al que amaba.Disparó absorta en su propio dolor, tanto, que no vio como Negan quemaba un último cartucho.

Mientras hablaba había conseguido usar los pocos poderes que le quedaban de Minerva para hacerlevitar una pistola cercana.

Disparó justo en el momento en el que un rayo lo atravesó de los pies a la cabeza quemándolo porcompleto. Se desplomó, sin remedio, al suelo sin rastro de vida alguna.

Katariel suspiró aliviada.Al fin todo había acabado.Fue entonces cuando notó un ligero dolor en el pecho, llevándose la mano a él comprobó que sus

dedos se mojaban con alguna especie de líquido. Los apartó para contemplar el color rojo carmesípropio de la sangre.

El dolor llegó justo después, bloqueándola de una forma tan brusca que se sorprendió de no habernotado el disparo antes.

Se precipitó contra el suelo cuando sus piernas no lograron sostenerla. Fue ahí cuando los brazosde Markus la tomaron con fuerza. Acompañaron su cuerpo hasta acomodarla sobre su regazo.

—Katariel, no… —susurró conmocionado.Ella, sonriendo, le dio la bienvenida. Comprendió que no iba a tardar en reunirse con Zachary.—Negan ha caído, lo hemos conseguido, amigo.Este negó con la cabeza siendo incapaz de ver la felicidad que ella veía. La guerra tocaba a su fin

y un nuevo mundo de paz se abría ante sus ojos.—Aguanta, la ayuda está en camino —pidió aferrándose a ella.Katariel supo que no se salvaría. Su cuerpo apenas respondía y la magia de Zachary había

desaparecido como si nunca hubiera estado ahí. No tenía adónde aferrarse para seguir.—Tranquilo, yo estoy bien. Puedo esperar —dijo.La boca se le llenó de sangre, lo supo por el sabor asqueroso y metálico que notó entonces.—No puedes irte. ¿Me oyes? —la amenazó.La princesa cerró los ojos unos instantes para descansar, pero él se negó a que eso ocurriese y la

agitó produciéndole algo de dolor. Allí concluyó que ser disparado no tenía nada de divertido.—Con ese colgante sabrán que te he declarado rey. Cuida sabiamente de Nislava y Draoid. —

Hizo una pausa— Al igual que de Molly, es algo gruñona, aunque tiene buen corazón.Markus negó completamente desesperado. No pensaba dejarla marchar por mucho que viera que

había perdido la lucha por sobrevivir.—No puedo hacerlo, te esperan a ti —susurró él.Ella tosió demasiado cansada como para permanecer despierta. En ese momento sus extremidades

empezaron a perder sensibilidad como si su cuerpo comenzase a apagarse poco a poco.—Pues tendrás que ser mejor que yo —contestó.Markus no estaba para bromas.—Yo tendré más oportunidades de vivir, pero tú solo tienes esta vida. Disfrútala y sé feliz, haz

que me sienta orgullosa. —Hizo un jadeo—. Toma mi colgante, es tuyo.Se apagó como lo hacían las velas, exhalando una pequeña cantidad de aire antes de que todo se

fundiera a negro. Lo dejó completamente a oscuras y roto por un dolor que debería aprender a

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sobrellevar.Katariel acababa de fallecer y, con ella, la legítima reina de Nislava y Draoid.Todo había acabado. Ya podrían tener la ansiada paz, pero habían pagado un precio muy alto para

conseguirlo. Demasiadas vidas desperdiciadas por un rey que no había tenido jamás la capacidad deamar y unos amantes que siempre estaban condenados a morir.

El mundo iba a ser un poco más oscuro a partir de ese día.

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Capítulo 59

Un año más tarde… Reconstruir el mundo fue difícil, un trabajo arduo que requirió de la ayuda de todos. Durante

meses se había construido, ayudado y trabajado en todo lo necesario para que la paz regresase.Los funerales habían sido lo más difícil, cientos de personas murieron en aquella guerra y dejarlos

ir fue muy doloroso.El sacrificio de todos no iba a ser en vano, todos aprenderían la importancia de la paz y lo

terrible que resultar una guerra. Se había ganado y perdido al mismo tiempo, pérdidas irreparablesque dejaban un gran vacío en el corazón.

Markus, rey de Draoid, salió de su casa aquella mañana muy temprano. Tomó un coche y condujodurante largas horas hacia Nislava.

Aquel reino ya no era un trozo de hielo sin vida, sus prados lucían verdes y plagados de florescomo antaño. Eso le hizo recordar cuando descubrió que Katariel jamás había visto algo semejante.

El dolor fue tan lacerante que deseó poder olvidar.Entró en el reino de Nislava. Caminó por sus calles dejando que todo el mundo le saludase al

pasar. No hacía mucho que lo habían visto, pero ese día era tan especial que nadie quiso perderse sullegada.

Molly era la soberana de ese reino, la nombró cuando descubrió que no podía reinar en doslugares a la vez y ella, como antigua soberana de Reiyar, conocía los entresijos de la monarquía y sushorribles obligaciones.

Durante todos esos meses habían conseguido que el comercio se abriese entre todos los reinos, yano eran enemigos sino una máquina bien engrasada. Fue como si se acabasen de convertir en un relojen hora.

Aunque nadie olvidó el sacrificio tan grande que hicieron.Markus se reunió con Molly en el centro de la plaza. Juntos habían decidido que no iban a seguir

con la monarquía. Querían que el pueblo pudiera elegir a sus gobernantes y tuvieran voz y voto en lasdecisiones del reino.

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Ahora tenían todas las ayudas posibles para conseguir que el mundo fuera próspero y en paz paracada uno de los ciudadanos.

Caminaron de la mano hasta el lugar en el que, hasta hacía un año, se había erigido un grancastillo. Nadie pensó en reconstruirlo, no querían ese tipo de pomposidad o recuerdo.

Llegaron allí, donde mucha gente estaba reunida. Aquel día se había convertido en uno muyimportante. Tocaba celebrar que sus vidas habían comenzado y quedaba marcado para el resto de susvidas.

Suspiró cuando los recuerdos se hicieron demasiado dolorosos y encontró que Molly lloraba ensilencio hacia las dos tumbas que había en el centro de aquel hermoso jardín con el que habíansustituido el castillo.

Eran de dolor blanco, aunque la naturaleza había provocado que se tiñeran de verde. No lesimportó porque sabía que a ellos les habría gustado.

Loretta estaba ahí, muy delicada de salud y con el corazón roto, sabían que pronto partiría. Aúnasí, había deseado estar para dejar un ramo de rosas rojas como la sangre derramada.

Sabían que antes había dejado una igual en la tumba de su hijo Gerald, que estaba al lado de la desu mujer Edith.

Molly tocó las dos lápidas, con dolor y él no pudo más que rodearla con un brazo y apretarla.Todos extrañaban esa pareja tan especial, ellos habían conseguido movilizar a todo el mundo enfavor de la paz y les recordarían por eso.

Markus se acercó a los farolillos que había preparado en el suelo, ya era de noche y los encendiódándole uno a Loretta y otro a Molly. Ese día todo el mundo dejaría volar esas estrellas brillantes enconmemoración de las vidas perdidas, aunque en especial por Katariel y Zachary.

Loretta fue la primera que dejó que se alzase, a él le siguieron cientos, después miles y acabaronsiendo millones de farolillos que iluminaron el cielo como si se hubiera hecho de día.

Ese no era el final esperado de la guerra, aunque en las batallas nunca se podía prever nada así.Habían pagado un precio demasiado alto porque ellos merecían estar ahí, debían disfrutar de ese día.

—Les he hecho un regalo —comenzó a decir Molly.Markus frunció el ceño sin comprenderlo.—¿Cuál?Molly lucía hermosa, se había puesto su mejor vestido rojo, con algún detalle transparente que

marcaba su preciosa figura. Después de esas palabras su piel pareció resplandecer como el sol.—Llevo estudiando mucho tiempo con Loretta y el rey Blair. Entre los tres hemos conseguido

hacer un hechizo que les ayudará.Él sintió que no estaban hablando el mismo idioma, comprendía las palabras, aunque no el

significado. Algo fallaba y necesitaba una explicación para poder seguir aquello.—En todas las vidas Katariel era la primera en morir. En esta algo cambió gracias a Layla, les

dieron los recuerdos antes y un pequeño detalle pasó: él murió antes. Ese cambio en el flujo temporalpuede hacer que toda la magia cambie y podamos ponerla de nuestra parte.

Markus miró a su alrededor más confuso todavía, si alguien tenía el gusto de hablar algoentendible lo agradecería el resto de su vida.

—Yo no es por parecer idiota, pero no te sigo —confesó.Molly rio antes de darle una palmadita en el trasero, fue entonces cuando Loretta les dio con el

bastón a modo de regañina. Estaban presentando sus respetos a los caídos en la guerra y no era lugarpara eso.

—La próxima vez que se encuentren solo necesitarán tocarse para recordarse y Blair añadió algo

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más: serán inmortales. Ya que, en teoría lo son, al menos que sea con vida. Ya nadie podrá hacerlesdaño nunca más.

Eso le alegró mucho, después de todo tenían su final feliz, aunque no era en esa vida. Él siemprelos extrañaría, sin embargo, se alegraba de que tanto sufrimiento hubiera llegado a su fin.

Para siempre.Esa noche todos bebieron, comieron y bailaron en honor a la princesa y su guerrero. Ellos

llenaron las bocas de todos destacando lo valientes que fueron en la guerra. Uno había acabado conla bruja Minerva y la otra con el rey Negan.

Ahora iban a ser leyenda.La noche transcurrió feliz, a pesar de que para Markus no lo era. Después de todo lo sufrido ellos

no podían estar allí para celebrarlo y eso era un giro cruel del destino. No podía estar menosconforme.

Con una botella de licor, se sentó en el muelle, muy cerca de donde había visto morir a Katarielentre sus brazos. Recordó cómo la había sostenido durante horas sin dejar que nadie lo tocase.

Acababa de perderlos a ambos en un leve pestañeo.—¿Puedo sentarme? —preguntó Molly.Él, pegando un trago de la botella, se encogió de hombros; aquel día ya no le importaba nada.—¿Cómo te sientes, exrey?Iban a anunciarlo oficialmente al día siguiente, aunque muchos ya conocían lo que iba a ocurrir.

Ese cargo nunca había sido suyo y no lo deseaba, solo había deseado cumplir los deseos de susamigos de paz y prosperidad.

Se llevó la mano al cuello para acariciar lo que había pertenecido a Katariel. La había odiado alconocerla, pero ahora sería capaz de dar su vida por ella.

—Cómo si no hubiera pasado un año, sigo allí repasando cada una de las cosas que hicimos mal.Molly lo abrazó.—No pudimos salvarlos y eso es algo que deberemos cargar en nuestra conciencia toda nuestra

vida. Sé que las vidas que salvamos no consuelan el hecho de que no estén, lo sé, pero el tiempoamortiguará el dolor. Además, ellos tienen una oportunidad más.

Y se alegraba por ellos, mucho más de lo que lo había hecho en toda su vida. Se merecían un finalfeliz porque el mundo era demasiado cruel.

Respiró antes de tratar de beber nuevamente. Con sorpresa vio desaparecer la botella y hundirseen el mar.

Sonrió con malicia.—Si no querías que bebiese me lo podrías haber dicho —dijo.Molly, sonrojada, lo miró a los ojos. Supo que tenía algo que decirle y no pudo comprender qué la

echaba para atrás.—Le prometí a Katariel que, cuando todo pasase, tomaría un café contigo uno de estos días. ¿Te

apetece?Markus rio.—¿Y has esperado un año para invitarme? —preguntó fingiendo estar ofendido.Ella se encogió de hombros y supo el motivo, habían estado muy ocupados ese año tratando de

encajarlo todo. Sus vidas quedaron relegadas a un segundo plano para anteponer la de todos.Ahora eran libres.—Yo le prometí que te cuidaría y me dijo que eras un poco gruñona.Fue el momento de ella para reír.

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—Si la pudiera pillar le pegaría en el culo como hace Loretta cuando nos equivocamos.Ambos se miraron y hablaron sin palabras. La atracción había estado ahí todo el tiempo, pero no

se habían atrevido. Ella lloraba un hombre que jamás volvería y, ahora, comprendía que solo teníauna oportunidad para ser feliz.

¿Iba a desaprovecharla?—¿A qué esperas para besarme? Porque si me rechazas te tiro al mar —amenazó Molly.Markus se acercó a ella y tomó sus labios con sumo cariño. Nunca imaginó poder saborearlos y

gruñó glorioso al hacerlos. Se movió tratando de cubrirla con su cuerpo sin calcular que estaban enun muelle.

Rodaron y, aunque Molly pudo agarrarse al cabo de un barco, él se precipitó al mar como lo habíahecho la botella segundos antes.

—¿Estás bien? —preguntó ella.Él sacó la cabeza del agua y asintió.—Mejor que en toda mi vida.

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Epílogo

Muchos años después… —¡Katariel! —gritó por enésima vez el rey Blair.Ella, inmersa en sus libros, sacó la cabeza para notar que se impacientaba. Salió de la cama, se

adecentó como pudo y tomó el tronco del árbol, que atravesaba la casa, para descender como si deun tobogán se tratase.

Cayó ágilmente, bailando alegre. Aquel día era su cumpleaños y él siempre solía hacerle unregalo muy especial.

—Hola, padre —sonrió.Blair no le devolvió el gesto, estaba sentado en su lugar favorito de la casa con una copa del licor

que producía. Siempre contaba la historia de cuando le dio de beber a una viajera y esta perdió elconocimiento.

—¿Qué día es hoy, Katariel? —preguntó con voz severa.Ella cabeceó, era el día más especial del mundo, no solo porque era su cumpleaños. El mundo

entero celebraba el día en el que la guerra acabó gracias a la princesa Katariel y su guerreroZachary. Gracias a ella le habían puesto ese nombre.

—¿Un día para celebrar? ¿Mi cumpleaños tal vez? —contestó con voz aguda esperando su regalo.El rey entornó los ojos, estaba claro que no estaba de buen humor ese día y eso no era buena

señal. No le gustaba ver a su padre enfadado o triste, sentía un amor puro por él.Siempre había sido un padre amoroso con ella, nunca la había tratado mal y tenía mucha más

paciencia que el resto de elfos. A muchos les solían regañar con las travesuras, en cambio él lainstaba a cometer más.

—Es el día que la guerra acabó y el que más visitas tenemos. Tenías que estar a mi lado hace unahora.

Katariel movió sus orejas picudas recordando la promesa de la noche anterior, se habíacomprometido en dar la bienvenida a unos soldados que enviaba Draoid. Ellos iban a entrenar conelfos una temporada.

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—¿Han llegado los guerreros? —preguntó nerviosa.Nunca antes había estado con Draoids de ese rango, siempre algún turista, pero jamás un soldado

en pleno servicio.Blair negó con la cabeza.—Parece que los caballeros gozan de la misma impuntualidad que tú —suspiró—. Calculo que en

unos minutos estarán cerca de la ciudad. Deberías ser la princesa que espero que seas y les des unacálida bienvenida.

El término princesa le traía una especie de sensación extraña, le había pasado durante toda suvida y, por ese motivo, su padre lo usaba poco.

—¿Son guapos?El rey negó con la cabeza.—Tengo entendido que son los más feos del reino. Siento decepcionarte, hija.No importaba, no esperaba hacer un pase de modelos con ellos. Solo quería llevarlos a sus

habitaciones antes de poder regresar a sus queridos libros, en especial el que contaba la guerra.—¿Katariel?Eso hizo que mirase a su padre con el ceño fruncido.—No estarás inmersa en la lectura de la leyenda del sol y la luna, ¿verdad?La joven se sonrojó hasta la punta de las orejas, no pudo evitarlo ya que supo que él estaba harto a

oír hablar de esa historia. Con cierto recelo asintió algo atormentada por no poder parar de leerla.—Lo siento mucho, padre, pero es que me parecen tan valientes. Es una historia de amor muy

trágica y lo siento mucho por ellos, se merecían estar juntos. Él era fuerte, guapo y noble. Ella eravaliente, mucho más que cualquier elfa que haya conocido. Yo quisiera ser tan especial cómoKatariel —suspiró enamorada de las letras que leía sin parar.

Su padre la contempló de los pies a la cabeza y no pudo evitar dejar escapar una sonrisa.—Eres muy especial, hija.Bufó, eso es lo que todos los padres le decían a sus hijos y sus palabras no tenían validez.Una campanita sonó indicándole que sus invitados ya habían llegado. Eso hizo que el rey la

mirase con severidad, tenía que cumplir un único cometido y volvía a llegar tarde.—Ahora vengo —dijo antes de salir corriendo.Sin embargo, no pudo continuar, se detuvo para regresar al lado de su padre y depositarle un

sonoro beso en la mejilla. Acto seguido, giró sobre sus talones y fue a hacer de anfitriona.—¡Te quiero! —exclamó sonriente.—Y yo a ti —suspiró Blair.

*** —La princesa Katariel debería estar aquí —dijo uno de sus compañeros.Zachary suspiró, aquella mujer tenía fama de impuntual y, teniendo en cuenta que ellos llegaban

tarde, lo era mucho más de lo que hubiera esperado.—Busquemos nosotros mismos el edificio —propuso él.Si la princesa tenía mejores cosas que hacer no la culpaba, no era lo más excitante del mundo

tratar con soldados que venían a quedarse allí unos meses. Comprendía que no hubiera ido arecibirlos con los brazos abiertos.

—Dicen que es guapísima —susurró uno.—Si está buena le pediré salir.

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—Su padre te matará —rio otro.Zachary entornó los ojos, ellos siempre pensaban en eso y llevaban todo el camino hablando de lo

largas que serían sus piernas, de lo hermoso que resultaría su pelo pelirrojo y lo gruesos que seríansus labios.

Decidió comenzar a caminar antes de que una elfa de esas características entrase en su campo devisión. Parpadeó como si se tratase de un espejismo y sintió que ella era como un oasis en eldesierto.

Aquella mujer era la belleza personificada, fue como si todas las mujeres que sus ojos hubierancontemplado antes fueran trols en comparación. Su pelo pelirrojo sí era precioso, sedoso y con unastrenzas en la parte de delante que le daban un toque sexy. Sus piernas también eran largas comodecían, para perderse entre besos o lamiendo su piel.

Tragó saliva, sus labios eran gruesos y rojos como una manzana, apetitosos; capaces de conseguirque muchos hombres murieran por un beso.

—Sí que está buena —susurró su compañero, lo que él silenció con un codazo, nada amable, enlas costillas.

Tras unos segundos ella se colocó ante ellos, no les dijo nada, se detuvo a contarlos señalándoloscon un dedo como si de una maestra de preescolar se tratase. Solo cuando hubo contado treintasonrió inmensamente feliz.

—¡Estáis todos! ¡Bienvenidos a Kaharos! —exclamó.Retrocedió un poco para que todos pudieran observarla.—Yo os llevaré al edificio que está destinado a los aprendices. Ahí, todos tenéis asignada una

habitación en unos papeles que encontraréis en la pared del vestíbulo. Sobre vuestra cama tendréisun set de bienvenida y unas pequeñas instrucciones sobre el funcionamiento de este reino y vuestroshorarios.

Giró sobre sus talones y todos la siguieron como si estuvieran hechizados, él incluido.Se fijó en que no llevaba zapatos, caminaba dando saltitos como si fuera un recipiente cargado de

alegría y no pudiera contenerla.—No son muy estrictos los primeros días, pero haced caso de las indicaciones o podréis tener

algún problemilla —les aconsejó.No tardaron mucho en llegar, el edificio estaba construido alrededor de un enorme árbol cargado

de luces de colores. Nunca antes había visto algo semejante y le pareció maravilloso.La princesa los acompañó al interior, les señaló los papeles donde debían buscar sus nombres y

se despidió de ellos. Sorprendentemente no se fue, se quedó atrás, acompañado de un elfo gigante,como si vigilasen que fueran capaces de encontrar su lugar.

Zachary tardó mucho en hacerlo, absorto en ella dejó que todos sus compañeros buscasen sunombre. La elfa rio dándose cuenta de lo que estaba sucediendo y eso lo puso nervioso.

Se buscó sin éxito, supo que era por los nervios que acababa de pasar al hacer el ridículo y eso lehizo sentir más estúpido.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó la princesa a su lado.Genial, ahora necesitaba ayuda como un bebé.—Tranquila, sé leer —dijo pareciendo más idiota.Aquel día iba a ser muy largo.Ella miró los papeles para después chasquear con la lengua. Estaba claro que no iba a darse por

vencida hasta que la dejara ayudar. Así pues, suspiró rindiéndose.—Zachary.

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La princesa dio un saltito de alegría.—¿Te llamas como la leyenda? Yo me llamo como ella, ¿no te parece genial?En realidad, no, solo necesitaba encontrar su maldita habitación y esconderse en ella hasta que no

volviera a hacer el ridículo delante de la princesa o cualquier alto cargo de la realeza de aquel reino.Ante su falta de respuesta ambos comenzaron a leer los nombres, él debía estar al final. Cuando

vio las letras que componían su nombre lanzó su dedo hacia allí sin darse cuenta de que la princesatambién lo hizo y sus manos chocaron.

—Lo siento mucho —se disculpó.—Tranquilo, solo quería decirte que aquí estás. Habitación 109.Zachary se retiró, no sin antes dar las gracias. Solo debía subir las escaleras para huir antes de

que algo más sucediera, no quería que lo acusaran de agredir a la princesa.Ella se retiró hasta salir del edificio, de pronto algo cambió.

*** Se encontraba mal y quiso llegar a casa. Había sido de golpe y no tenía explicación, pero le dolía

el corazón. Katariel se llevó la mano al pecho con miedo a que algo en ella explotase.Cientos de sentimientos la sacudieron entonces su cuerpo, las imágenes llenaron su mente y

espacios que no sabía que tenía. Recuerdos de cientos de vidas cobraron sentido.Miró a su alrededor y le sorprendió encontrar a los exreyes Markus y Molly, ellos la

contemplaban con cierta complicidad, como si esperasen algo; una reacción que no sabía quellegaría.

Jadeó cayendo al suelo de rodillas, nadie se acercó, la observaron esperando algún tipo dereacción. Ante ella estaba su padre, el rey la miró con cariño y sin mover ni un dedo como si supieralo que estaba a punto de suceder.

—Feliz cumpleaños, mi pequeña —dijo.El dolor fue tan gutural que gritó, rasgó sus cuerdas vocales cuando la muerte y la sangre llenó sus

recuerdos. Lloró viendo las imágenes de la guerra y más cuando vio a Zachary morir, lo vio a él.Ella prometió encontrarle.Acabó de gritar profundamente agotada, los recuerdos le pertenecían. Ahora era la de siempre, su

historia al completo le pertenecía.—¡KATARIEL! —gritó Zachary.Estaba a su espalda, ella se giró hacia él y pudo ver que también la recordaba. Había dado la vida

por ella, el amor no fue suficiente como para echar a andar porque tuvo miedo a que aquello fuera unespejismo y se desvaneciera.

Zachary arrancó a correr hasta alcanzarla, la tomó de la cintura y ella no pudo soportar laslágrimas de alegría. Estaba ahí, al fin. Era como si nada hubiera pasado, como si el dolor producidopor Negan no existiera.

Estaban juntos, para siempre.—No tuviste que morir por mí —le reprochó.El guerrero rio.—Yo iba a decir cuánto tiempo —bromeó.Katariel se secó las lágrimas con los dorsos de la mano antes de abrazarse a él y poder sentir su

corazón. Era real.—Te quiero —dijo temblando por miedo a perderle.

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Algo le dijo que ya nada les separaría, fue como si el conocimiento del hechizo de Molly llegasea ella comprendiendo que esa iba a ser su vida. Ya no tendrían que morir y reencontrarse.

—Yo también te quiero —contestó Zachary con un beso.El mundo entero aplaudió felices con su reencuentro, la leyenda era real y ahora tenían esa

felicidad que jamás pudieron tener antes.Su amor era para siempre.Y tú, ¿crees en el amor eterno?

FIN

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Tu opinión marca la diferencia Espero que hayas disfrutado de la lectura y la novela.¿Te ha gustado la novela? Por favor deja un comentario o reseña donde la hayas adquirido. Para

mí es muy importante, ayuda a mejorar y hace más fácil este trabajo.También muchos lectores podrán hacerse una idea de la novela que encontrarán gracias a vuestras

palabras. Cinco minutos de tu tiempo que marcarán la diferencia.Y si deseas hablar conmigo estaré encantada de atenderte en mis redes sociales.Gracias. Búscame por redes sociales si deseas hablar conmigo y darme tu impresión.

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OTROS TÍTULOSSaga Devoradores de Pecados: —No te enamores del Devorador.—No te apiades del Devorador.—No huyas del Alpha.—No destruyes al Devorador.—No confíes en el Devorador.

Más títulos como Lighling Tucker:

—Huyendo de Mister Lunes.—Las catástrofes de Alicia.—Los encuentros de Cristina.—Navidad y lo que surja.—Se busca duende a tiempo parcial.—Todo ocurrió por culpa de Halloween.—Cierra los ojos y pide un deseo.—Alentadora Traición. Como Tania Castaño: —Redención.—Renacer.—Recordar.

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Otros libros de la Autora:

"No te enamores del Devorador” Leah es solo un juguete. Como prostituta en el club “Diosas Salvajes” no tiene derecho a sentir,

únicamente obedecer. Pero todo cambia cuando su jefe decide que esa noche es distinta. No atenderáa sus clientes habituales sino a alguien aterrador: Dominick Garlick Sin, un Devorador de pecados.Y, a pesar del miedo inicial al verle en el reservado, no puede evitar sentirse atraída. Él es diferente,es la personificación del miedo y, a su vez, la de la provocación.

Dominick decide ir una noche más al club “Diosas Salvajes” con uno de los novatos que entrena.Las reglas son claras: nada de sexo. Debe mantener una conversación con una de las chicas yalimentarse de sus pecados.

El destino le tiene preparado un cambio radical a su vida. Mientras espera que la sesión del novato llegue a su fin, una asustada humana de ojos azules entra

en el reservado. Es una más de las chicas y, a su vez, distinta a todas. ¿Qué tiene de especial? Hastasus propios poderes deciden manifestarse para sentirla cerca.

Además, la vida se complica cuando un malentendido provoca que la vida de Leah corra peligro.Esa misma noche, con una sola mirada, el destino de ambos se selló para siempre.

Son como nosotros, respiran y hablan como los humanos, pero son Devoradores de pecados.Perversos, peligrosos y con ansias de saciarse del lado oscuro de las personas. Miénteles y satisfacesu hambre.

“No te apiades del Devorador” Pixie Kendall Rey no esperaba que al llegar al hospital con su amiga Grace, que acababa de

romper aguas, no la atendieran. Eso la obligó a recurrir al único lugar al que su madre siempre lehabía prohibido acudir: la base militar.

La sorpresa fue aun mayor cuando allí también se negaron a hacerlo. No podía rendirse y no teníantiempo, así que decidió derribar la puerta de la base con su coche para así llamar la atención.

¡Y vaya si lo hizo! Provocando incluso que la inmovilizasen contra el capó.El doctor Dane Frost no estaba teniendo el mejor de sus días y ver la puerta de la base saltar por

los aires no lo mejoró. Corrió hacia allí para bloquear el ataque y se dio cuenta de que se trataba deuna mujer que necesitaba ayuda urgente.

Al tocarla e inmovilizarla todo cambió. ¿Quién era esa mujer? ¿Qué la había llevado a cometer esa locura?Ninguno de los dos estaba preparado para conocerse, pero el destino no da segundas

oportunidades. Así pues, ambos pusieron la vida del otro del revés.Son como nosotros; respiran y hablan como los humanos, pero son Devoradores de pecados.

Perversos, peligrosos y con ansias de saciarse del lado oscuro de las personas. Miénteles y satisface

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su hambre.

“No huyas del Alpha”Olivia siente que ha cambiado un cautiverio por otro. Ya no está siendo golpeada, pero no puede

salir de esas cuatro paredes que dicen ser su protección. El recuerdo de la muerte del amor de suvida la está desgastando.

Además, el cambio a loba está siendo difícil y más tratando directamente con su protector. Éltiene un carácter muy especial, se cree divertido cuando lo que ella siente es que es un bufón de lacorte. Pero, ¿a quién puede engañar?

Sin proponérselo, él se acaba convirtiendo en alguien indispensable en su vida y eso cambia lasreglas del juego. Olivia siempre ha dicho que, una vez finalizase el celo, se marcharía con suhermana y viviría una nueva vida.

¿Es eso posible con la presencia de Lachlan en su vida? Lachlan no supo lo que hacía cuando acogió a Olivia en su casa. La ha protegido durante meses y

ha establecido un vínculo tan fuerte que le duele pensar el día en el que la vea marcharse.Ha descubierto en ella miles de facetas que no creía que existieran. Olivia tiene picardía, fuerza y

siente que debe ayudarla; que no debe dejarla caer en el pozo oscuro de la pena.No obstante, se ha marcado una meta: no tocarla mientras dure el celo.¿Podrá resistirse? ¿Luchar contra sí mismo? ¿Entre honor y placer?Amor, pasión y acción en un libro plagado de seres que te robarán el aliento. Sin olvidarnos de la

presencia de los Devoradores.¿Te atreves a entrar en su mundo?

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Otros títulos: "Navidad y lo que surja"

¿Qué ocurre cuando una bruja decide llevar a su hermana “no bruja” a un hostal repleto de seres mágicos? Que casi acabe siendoatropellada por un Cambiante Tigre, que la quieran devorar los Coyotes y que no deje de querer asesinar a la embustera de su hermana,bruja sí. Así es Iby, una humana nacida en una familia de brujos que odia la Navidad y es llevada, a traición, a pasar las Navidades a unhostal bastante especial. Allí conocerá a Evan, un Cambiante Tigre capaz de hacer vibrar hasta a la más dura de las mujeres. ¿Acabarábien? ¿O iremos a un entierro? Quédate y descubre que estas Navidades pueden ser diferentes.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------"Se busca duende a tiempo parcial":

Para Kya las últimas navidades fueron un desastre, por poco muere a manos de su amante Tom en el Hostal Dreamers. Pues este añono parece mejor, su exmarido ha hecho público su divorcio a los medios y las cámaras la siguen a donde quiera que vaya. ¡Ojalá laNavidad nunca hubiera existido! Y lo que parecía un deseo simple se convirtió en el peor de sus pesadillas, su hermana Iby nació enNavidad y ya no existía. En el hostal Dreamers nadie la recuerda y Evan está con otras mujeres. Suerte que el único que cree en ella esMatt, un ardiente y peligroso Cambiante Tigre, que la hace vibrar y sentir cosas que jamás antes ha experimentado. ¿Cómo recuperar lafe en la Navidad? ¿Cómo volver a tener a Iby a su lado? Acompaña a esta bruja en un viaje único en unas Navidades distintas.

"Todo ocurrió por culpa de Halloween":

Se acerca Halloween al Hostal Dreamers y los alojados allí poco saben lo que el destino les tiene preparado. Todo comienza cuando enuna patrulla algo consigue noquear a Evan. Para mejorar la situación Iby Andrews vuelve a ser bruja y esta vez no es en el Limbo sinoen el mundo real. A todo eso se les suma un nuevo e inquietante huésped en el Hostal: Dominick el Devorador de pecados. Kya e Ibycomienzan a investigar los extraños sucesos que ocurren y se topan con alguien que no deben. ¿Qué puede ser más terrorífico que viviren el Hostal Dreamers?

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------"Cierra los ojos y pide un deseo":

Aurion Andrews es el mayor brujo de su familia, está cansado de su vida monótona y aburrida hasta que recibe la llamada de suhermana mayor Kya. Ella le hace una petición muy especial: hacer un hechizo para que su mejor amiga pase unas Navidades muycalientes y fogosas. Pero no es capaz de hacerlo y un plan se pone en marcha en su mente. Mía Ravel lleva demasiado tiempo sin sexo,su amiga Kya está recién casada y odia escuchar sus aventuras nocturnas con su estrenado marido. Y, de pronto, abre la puerta yaparece un hombre desnudo con un gran lazo… ahí. Él le dice que viene a poseerla y a desearle felices fiestas. La locura es demasiadopara soportarlo. ¿Quién es ese hombre? Nunca tomarse las uvas habían resultado tan calientes y divertidas.

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La ayudante de Cupido: ¡Ey! ¡Hola! Mi nombre es Paige y soy una de las ayudantes de Cupido. ¿Sabéis qué me ocurre?

Pues que me han obligado a tomarme unas vacaciones, cosa que yo no quiero y encima tengo quebajar a la Tierra.

¿Qué hace un ángel como yo allí abajo? Pues creo que será más divertido de lo que esperaba.Conozco a April una humana con muchísimas ganas de pasarlo bien y mostrarme que puedo

divertirme además de trabajar. Pero la guinda del pastel es Iam, un abogado criminalista que no dejode encontrármelo a cada paso que doy.

Tal vez mi jefe tenga razón y deba divertirme un poco.¿Me acompañas?

Alentadora Traición: Melanie Heaton no está pasando su mejor momento en su matrimonio, las muchas infidelidades

por parte de su marido están comenzando a desgastar el amor que, un día, sintió por Jonathan. Sinembargo, cree que puede perdonarlo, que todo volverá a ser lo de antes.

Gabriel Hudson es un pecado mortal que todas las mujeres desean en su cama. Atractivo ysensual, es un hombre que llama la atención por donde pasa. Aunque, no parece estar preparado para

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lo que siente al ver por primera vez a Melanie. Se siente atraído por ella de un modo visceral, sinembargo, al saber que está casada decide poner distancia entre ellos, con la esperanza de que laatracción morirá. Así que, para cuando vuelve tres meses después no está preparado, no sólo nada hacambiado, sino que necesita a esa mujer. Melanie lo atrae hasta un punto inhumano, todo su cuerpo lareclama como suya y lo peor es que ve que el sentimiento es mutuo. Sabe que siente lo mismo, que sedeshace entre sus manos al mínimo toque.

Ninguno de los dos puede luchar contra una atracción igual y eso es peligroso, porque Melanie nose imagina lo que es Gabriel en realidad. Lo que esconde bajo una máscara de normalidad; sabe queno puede exponerla, que no debe hacerla suya… pero sus instintos se lo niegan. Necesita queMelanie sea completamente suya, en cuerpo y alma.

¿Puede haber una atracción tan difícil de soportar?

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Títulos como TANIA CASTAÑO:

Redención: Ainhara sabe que su secreto no puede ser comprendido por nadie. En su sangre hay lo que podría

hacer tambalear el mundo tal cual se conoce. Su vida ahora es un completo caos, despojada de todolo que ama, es atrapada en una espiral de dolor y traición a la que no puede hacer frente, sin saberque Gideon amenaza con hacer vibrar cada una de sus células.

El hombre más poderoso de todos fija sus ojos dorados en ella y sin poder evitarlo, Gideon seconvierte en el único aliento que necesita para seguir soportando el dolor de la vida, sin saber quemiles de peligros comienzan a rodearla hasta cortarle la respiración.

Déjate seducir por la pasión, la intriga y el misterio del mundo de las sombras. Ellos te guiaránhasta adentrarte en la oscuridad donde te harán arder en pasión y palpitar de terror.

Ahora comprenderás el porqué de la atracción fatal entre humana y vampiro.

Renacer: Seis meses después de todo el caos, Ainhara está atrapada por sus propios recuerdos. La muerte

de Dash y todos los actos acontecidos después le han golpeado con dureza, llenándola de oscuridad.Siente que se está perdiendo en sí misma; pero sabe que pronto él vendrá a por ella.

Todavía puede escuchar sus palabras firmes y seguras, Gideon no piensa dejarla escapar. Él, elúnico capaz de hacer tambalear su propio mundo.

Cuanto más fuerte es la luz más oscura es la sombra. El mundo ya no es el que conoce, todo hacambiado, sabe que no puede huir pero luchará fervientemente por su libertad y lo más importante:escapar de la sombra que la persigue.

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Recordar:

Ainhara ha despertado en la habitación de un hospital. Sola, plagada de heridas y con algoinquietante: sin recordar nada. Toda ella se ha desvanecido ante sus ojos y ni siquiera sabe su propionombre. ¿Quién es? ¿Qué ha ocurrido?

Gideon a su vez, se ha adentrado en un agujero oscuro de dolor y rabia. Se ha convertido en alguienpeligroso al que todos sus amigos prefieren no enfrentar. Lo ha perdido todo y la eternidad es demasiado larga para vivirla sin Ainhara. ¿Hay esperanza? Adéntrate en la última entrega de la trilogía Negro Atardecer. Donde los vampiros no son comoconoces. Vigila con no tropezarte con ninguno, son adictivos.

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BIOGRAFIA Lighling Tucker es el pseudónimo de la escritora Tania Castaño Fariña, nacida en Barcelona el 13

de Noviembre de 1989.Lectora apasionada desde pequeña y amante de los animales, siempre ha utilizado la escritura

como vía de escape. No había noche que no le dedicara unos minutos a plasmar el mundo de ideasque poblaban su cabeza.

En 2008 se lanzó a escribir su primera novela en la plataforma Blogger, tanteando el terreno de lapublicación y ver las opiniones que tenían sobre su forma de expresarse. Comenzó a conocer másmujeres como ella, que amaban la escritura y fue aprendiendo hasta que en 2014 se lanzó aautopublicar su primera novela Redención.

En la actualidad, tiene libros publicados para todos los públicos, desde comedia a la acción, perosiempre con grandes dosis de amor y magia.

Esta escritora no pierde las ganas de seguir aprendiendo y escribir, esperando que sus historiascautiven a las personas del mismo modo que la cautivan a ella.