Etchegaray La Filosofc3ada Politica de Spinoza

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LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE ESPINOSA Introducción Condiciones históricas, vida y obra Rabade Romeo se pregunta: “¿es la política una especie de apéndice de la metafísica de Espinosa? Este apéndice, ¿es un simple añadido o, por el contrario, está entrañado en el desarrollo interno del sistema?” 1 La biografía intelectual del filósofo parece avalar esta última alternativa, ya que informa que la primera y la última de sus obras se ocupan de la filosofía política. Atilano Domínguez confirma esta interpretación sosteniendo que la filosofía de Espinosa es principalmente una ética y una política sostenidas sobre una concepción metafísica 2 . Abbagnano se suma a los autores anteriores sosteniendo que la obra de Espinosa no tiene otro objetivo que “garantizar al hombre la libertad de las pasiones, la libertad política y la libertad religiosa” 3 . El estado de naturaleza y el origen de la sociedad Espinosa comparte con Hobbes, Descartes, Galileo y otros autores del siglo XVII la admiración por el modelo geométrico de pensamiento, y está convencido que puede ser aplicado a la comprensión del ámbito humano y político. Estos autores tienen una concepción “atomista” del universo, según la cual todo está compuesto de elementos 1 Rabade Romeo, S., Espinosa: razón y felicidad, Madrid, Ediciones Pedagógicas, 1995, p. 247. 2 Se sostiene, sin embargo, “sobre una metafísica dualista, de sustancia y modos finitos, y sobre una antropología paralelista (alma y cuerpo) y ambivalente (imaginación y razón)” (Domínguez, A., Libertad y democracia en la filosofía de Spinoza , Revista de estudios políticos, ISSN 0048-7694, Nº 11, 1979 , p. 132). Espinosa expone su concepción metafísica en la Ética demostrada según el orden geométrico (México, F. C. E., segunda edición, 1977) donde desarrolla la estructura fundamental de la realidad o substancia. El orden eterno de la realidad sirve de base para deducir el orden humano social y político. 3 Abbagnano, N., Historia de la Filosofía, traducción española de Montaner y Simón, Barcelona, 1973, II, p. 251, citado por Domínguez, A., Op. Cit., p. 131. Cf. Rabade Romeo, S.: 257, Rosen, S., Baruch de Spinoza , en Strauss, Leo y Cropsey, Joseph (compiladores), Historia de la filosofía política, México, F. C. E., 1992, p. 433.

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es un articulo sobre el pensamiento de Baruch Spinoza

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LA FILOSOFÍA POLÍTICA DE ESPINOSA

IntroducciónCondiciones históricas, vida y obra

Rabade Romeo se pregunta: “¿es la política una especie de apéndice de la me-tafísica de Espinosa? Este apéndice, ¿es un simple añadido o, por el contrario, está entrañado en el desarrollo interno del sistema?”1 La biografía intelectual del filósofo parece avalar esta última alternativa, ya que informa que la primera y la última de sus obras se ocupan de la filosofía política. Atilano Domínguez confirma esta interpretación sosteniendo que la filosofía de Espinosa es principalmente una ética y una política sostenidas sobre una concepción metafísica2. Abbagnano se suma a los autores anteriores sosteniendo que la obra de Espinosa no tiene otro objetivo que “garantizar al hombre la libertad de las pasiones, la libertad política y la libertad religiosa”3.

El estado de naturaleza y el origen de la sociedad

Espinosa comparte con Hobbes, Descartes, Galileo y otros autores del siglo XVII la admiración por el modelo geométrico de pensamiento, y está convencido que puede ser aplicado a la comprensión del ámbito humano y político. Estos autores tienen una concepción “atomista” del universo, según la cual todo está compuesto de elementos simples (átomos4). Conociendo estos elementos simples en sus rasgos esenciales se puede conocer también cuál es el orden natural que los determina, qué leyes los gobiernan y qué puede esperarse en sus relaciones. Todos los sistemas de relación entre los hombres (sociedades) están compuestos de elementos simples que son los individuos5. El estado natural de los individuos es llamado “estado de naturaleza”, en el cual “cada uno se esfuerza por existir hasta donde se lo permiten sus facultades”6. Así, la concepción espinosiana retoma el principio hobbesiano y galileano7.

Según Espinosa –aclara Rosen-, la naturaleza humana actúa de acuerdo con principios inteligibles e inmutables. Cuando comprendemos a fondo la situación actual vemos que está arraigada en la situación humana como tal. Las raíces de la

1 Rabade Romeo, S., Espinosa: razón y felicidad, Madrid, Ediciones Pedagógicas, 1995, p. 247.2 Se sostiene, sin embargo, “sobre una metafísica dualista, de sustancia y modos finitos, y sobre una antropología paralelista (alma y cuerpo) y ambivalente (imaginación y razón)” (Domínguez, A., Libertad y democracia en la filosofía de Spinoza, Revista de estudios políticos, ISSN 0048-7694, Nº 11, 1979 , p. 132). Espinosa expone su concepción metafísica en la Ética demostrada según el orden geométrico (México, F. C. E., segunda edición, 1977) donde desarrolla la estructura fundamental de la realidad o substancia. El orden eterno de la realidad sirve de base para deducir el orden humano social y político.3 Abbagnano, N., Historia de la Filosofía, traducción española de Montaner y Simón, Barcelona, 1973, II, p. 251, citado por Domínguez, A., Op. Cit., p. 131. Cf. Rabade Romeo, S.: 257, Rosen, S., Baruch de Spinoza, en Strauss, Leo y Cropsey, Joseph (compiladores), Historia de la filosofía política, México, F. C. E., 1992, p. 433.4 El término “átomo” significa “lo que no puede ser dividido en algo más simple”.5 Átomo e individuo son sinónimos. El término griego á-tomo significa lo mismo que in-dividuo: lo que no puede ser dividido.6 Strauss-Cropsey: 435. “Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser” (Espinosa, B., Ética demostrada según el orden geométrico, México, F. C. E., segunda edición, 1977, III, proposición VI, p. 110).7 Hobbes sostenía su teoría del estado natural sobre la evidencia del principio de autoconservación que rige sobre todos los seres vivientes, de la misma manera que Galileo fundamentaba su explicación de los movimientos de los cuerpos sobre el principio de inercia.

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situación contemporánea son los principios de la naturaleza humana que, a su vez, no son alterados por la variedad de las situaciones históricas8.

Así como Galileo explicaba los movimientos particulares de los cuerpos sobre la base de la inercia natural, así también Hobbes y Espinosa explican las acciones humanas sobre la base de las leyes de la naturaleza. “El hombre –comenta A. Domínguez- es una parte de la naturaleza y sigue sus leyes, como los demás seres las suyas”.9

“La naturaleza humana —dice Espinosa— es la misma para todos y común a todos”.10 No se trata de partir de una concepción ideal para criticar y devaluar a los hombres tal cual son en la actualidad ni de partir de los hombres tal cual son para adaptarse a su depravación o decadencia. Se trata de partir de los hombres tal cual son para superar los defectos y redimir los males11. “No se nace con una ciencia de las relaciones. …[Los hombres] cuando nacen están a merced de los encuentros. …Es lo que se llama estado de naturaleza. …estado de naturaleza quiere decir precisamente ser arrojado al mundo. Es decir, vivimos a merced de los encuentros”.12 Puede decirse que Espinosa tiene una actitud ‘realista’, situándose más cerca de los políticos13 que de los filósofos y teólogos que suelen abstraerse y alejarse de la realidad presente. Si bien Hobbes es un referente permanente en el pensamiento político de este filósofo, no considera como el primero que el hombre sea un lobo para el hombre. Por el contrario, afirma que “para el hombre, nada hay más útil que el hombre”14 y que “el hombre es un dios para el hombre”15.

El ser humano es finito, parcial e imperfecto. Es un ser dual, dotado de razón e imaginación. Por la primera tiene ideas adecuadas o verdaderas, por la segunda, tiene ideas confusas o falsas. La razón manifiesta el poder del hombre, la imaginación, su impotencia y su debilidad. De aquí se deriva que, si bien el ser humano está sometido a las pasiones de la imaginación, también puede dominarlas y orientarlas en gran medida por la razón16. Este conflicto interior a la naturaleza humana se traduce al exterior en un estado natural de guerra entre ellos. La imaginación es un conocimiento inmediato y parcial que permite conocer los efectos sin conocer las causas y provoca una reacción

8 Strauss-Cropsey: 439-440.9 Domínguez, A.: 144.10 Espinosa, B., TP, VII, 27; V, 2.11 “Cuando me interesé por la política, no pretendí enseñar nada nuevo e inaudito, sino tan sólo demostrar con todo rigor aquello que está en perfecta armonía con la práctica y deducirlo de la misma naturaleza humana” (Espinosa, B., TP, I, 4; cfr. 1 y 5).12 Deleuze, G., En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2008, p. 247.13 Incluidos Maquiavelo y Hobbes, a quienes Espinosa ha leído cuidadosamente. Cf. Tratado Político (TP), I, 2 y Domínguez, A.: 133. “Tanto Espinosa como Maquiavelo subrayan su intención de seguir un nuevo modo que es útil porque es poderoso, y es poderoso porque se inicia en un entendimiento de los hombres tal como son, no como quisiésemos que fueran” (Strauss-Cropsey: 434).14 Espinosa, B., Ética, IV, proposición 18, escolio.15 Espinosa, B., Ética, IV, proposición 35, escolio.16 Resumiendo los resultados de la Etica dice en el comienzo del TP: “Según hemos demostrado en nuestra Etica, es cierto que los hombres están necesariamente sometidos a las pasiones. […] Hemos demostrado además que la razón puede dominar y orientar en gran medida las pasiones; pero al mismo tiempo hemos visto que el camino que aconseja la razón es sumamente difícil” (Espinosa, B., TP, I, 5). Espinosa “reconoce la naturaleza degradada del hombre, que se debe al predominio de la pasión sobre la razón. Para alcanzar las alturas [la virtud y la libertad], la razón debe regular a la pasión. La mejor manera de regular la pasión es invocando otras pasiones: el hombre, en suma, sólo puede ser regulado por medio de aquellos elementos que son comunes a todos los hombres” (Strauss-Cropsey: 434). Como ya había advertido Hobbes, solo las pasiones o deseos pueden impulsar (y explicar) las acciones. Así, explicar una acción es señalar la pasión (causa) que la ha producido (efecto). Esta concepción conduce a Espinosa a rechazar la aristocracia (desigualdad) en favor de la democracia (igualdad).

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pasional y espontánea, convirtiendo a los hombres en esclavos de las cosas, de los otros y de sí mismos.

Las pasiones primarias son el miedo al dolor y la esperanza de placer. Como cada quien no desea nada más profundamente que su propia conservación, la lucha por llevar al máximo el placer y al mínimo el dolor hace que los hombres sean enemigos por su naturaleza misma; al temor y a la esperanza puede añadirse la pasión fundamental del odio17.

El estado de naturaleza es una situación en la que los afectos y las pasiones predominan sobre la razón. “Cada uno —dice en la Ética— desea que los otros vivan según sus gustos, y como todos tienen el mismo deseo, se enfrentan unos con otros; como todos quieren ser amados y alabados por todos, los hombres se odian mutuamente”18. En tal estado, el derecho se extiende hasta donde llega el poder de cada uno19. El poder se pone al servicio del apetito y del deseo, haciéndose destructor. Como Hobbes, Espinosa advierte que de la condición natural del hombre se deriva un estado natural de guerra, pues los hombres son por naturaleza enemigos20. La imaginación es la capacidad natural que conduce inevitablemente a la guerra. Pero la auténtica naturaleza humana no puede vivir y desarrollarse en esta condición.

La asociación política es natural, pero una de sus funciones principales es contener la naturaleza apasionada del hombre. La mejor manera de hacer esto será aprovechando la supremacía del temor y la esperanza. El principio del Estado es el deseo de la propia conservación, y por este deseo se conduce a los hombres a la obediencia21.

El deseo de autoconservación es por necesidad universal.22 En ese estado natural, el deseo de supervivencia y de perfeccionamiento impulsa el esfuerzo por la liberación23. Sin embargo, la libertad no puede realizarse naturalmente y requiere de la sociedad. La sociedad es un ámbito necesario para la vida de los hombres, porque éstos requieren de la unión y la ayuda mutua24. Los hombres no son naturalmente sociales, sino que se hacen sociales y libres25.

17 Strauss-Cropsey: 440.18 Espinosa, B., Ética, III, 31, esc.19 “Al equiparar el ‘derecho’ con el ‘poder’, y el ‘poder’ con la lucha de cada modo [“Dado que los hombres son parte de la Sustancia, y así están determinados por ella (Spinoza llama ‘modos’ a esas partes), las leyes que gobiernan su conducta pueden deducirse de las leyes generales de partes o modos sustanciales”] por persistir, Espinosa, a diferencia de Hobbes, niega el carácter peculiarmente humano de los fenómenos políticos” (Strauss-Cropsey: 437).20 “A todos los hombres enorgullece el mando, todos son temibles cuando no tiemblan” (TP, VII, 27).21 Strauss-Cropsey: 440.22 Espinosa, B., Tratado político, II. iii. 18.23 “Llevados de su deseo de pervivencia y perfeccionamiento, se esforzarán por salir de ese estado de esclavitud y desventura y buscarán la felicidad y la libertad. La sabiduría, la libertad y la felicidad son el fruto del propio esfuerzo. No se dan naturalmente, ni por azar. Sin embargo, para que esas perfecciones puedan alcanzarse, es necesario desarrollar relaciones sociales” (Domínguez, A.: 136).24 “El fundamento de la unión está en la comunidad de naturaleza” (Rabade Romeo, S.: 250).25 “Ustedes –señala Deleuze- no nacen ni racionales, ni libres ni inteligentes. Si se vuelven racionales, si se vuelven libres, etc., es cuestión de un devenir” (Deleuze, G., En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2008, p. 248). “La sociedad aparece cuando el hombre, el individuo inteligente, reconoce las ventajas de la unión en el compromiso. Reconoce que la sociedad, el instrumento hecho por el hombre para la satisfacción de los deseos, es, en general, un aumento eficiente de su potencia individual” (Strauss-Cropsey: 435).

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La sociedad debe rectificar la condición del estado prepolítico de naturaleza en que los hombres están tan divididos por la pasión que casi no tienen ya ningún derecho. La libertad es la vida de acuerdo con la razón. Y, en armonía con el elemento clásico de su pensamiento, Espinosa concibe al Estado, como tal, como expresión directa del orden racional del universo. Así, al menos en un sentido condicionado, es razonable obedecer la ley en sociedad”26 27.

La vida social está posibilitada por un pacto, por el cual se constituye una ley que delimite las pasiones individuales y las subordine a la razón28, dado que las pasiones por sí solas conducen inevitablemente a la guerra y a la discordia. “‘El poder humano hay que valorarlo no tanto por el vigor del cuerpo cuanto por la fortaleza del alma’ (TP, II, 11). La aplicación de este principio al Estado no podía ser más directa. ‘Así como en el estado de naturaleza es más poderoso e independiente aquél que se guía por la razón, también aquella ciudad será más poderosa e independiente que se funda en la razón y se rige por ella’ (TP, II, 7).”29 El pacto busca alcanzar seguridad en la vida y superar la situación de miseria inherente al estado natural. “El miedo común a la inseguridad y a la esclavitud, la común esperanza de la paz y la libertad son el medio natural, el humus afectivo en el que prende y se desenvuelve el pacto social. Pero el móvil definitivo no es la pasión, sino la razón.”30 El pacto busca encauzar la fuerza mediante una orientación racional. 31 Tal cosa se logra en la sociedad civil en la que “la libertad es el fin y la racionalidad es el medio que nos lleva a ese fin”32.

La sociedad civil

No es contrario al Derecho natural que se pueda formar la sociedad y observar con suma fidelidad todo pacto, a condición de que cada uno transfiera a la sociedad todo el poder que tiene. Pues entonces la sociedad será la única que poseerá el supremo derecho de la naturaleza sobre todas las cosas, es decir, la autoridad suprema, mientras que cada particular tendrá que obedecerla, ya sea de buen grado, ya por miedo al máximo suplicio. El derecho de esta sociedad se llama democracia33.

La sociedad no está basada en el orden divino sobrenatural sino en el consenso o pacto social. La naturaleza dual del hombre (pasión y razón) hace de la sociedad algo, a la vez, posible y necesario. Si los seres humanos fueran sólo racionales, la sociedad sería innecesaria, porque se abstendrían de inflingirse daños mutuamente. Si los seres humanos fueran sólo pasionales, la sociedad sería imposible, porque no podrían superar el estado de guerra permanente. Pese a sus egoísmos, los hombres pueden ponerse de

26 Strauss-Cropsey: 441.27 “‘En cuanto viven según la guía de la razón, convienen también siempre entre sí de modo necesario’. Por lo tanto, cuando el hombre busca la utilidad en el plano de la razón, nada le es más útil que los demás hombres. (…) Esto es, la conducta racional es una conducta social que exige la unión entre los hombres” (Rabade Romeo, S.: 250-251).28 Hay pasiones como el miedo o el amor que impulsan a los hombres a la asociación, pero es sobre todo la razón, la facultad de las “nociones comunes” (E, II, 37-8; 40, esc. 2; 44, cor. 2, dem.; V, 36, esc; TTP, IV, 138, 140; V, 152), la causa de las acciones tendientes a generar relaciones con otros (sociales). Cf. Domínguez, A.: 138.29 Domínguez, A.: 146.30 Domínguez, A.: 139.31 “Lo mejor que pueden hacer los gobernantes para mantenerse en el poder, concluye Spinoza, es procurar el bien común y dirigirlo todo según la sana razón (TTP, XVI, 263)” (Domínguez, A.: 147).32 Rabade Romeo, S.: 255.33 Espinosa, B., Tratado Teológico-político (TTP), XVI, 262.

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acuerdo para dominar sus apetitos. La adecuada conservación y desarrollo de la vida humana hace necesaria la sociedad.

El derecho natural a la vida y a la libertad que todo hombre tiene no puede defenderse individualmente contra la amenaza de los demás. El único medio que posibilitaría la defensa es la asociación mediante un pacto que los una a todos aunando las fuerzas para la defensa común y que constituya una autoridad con fuerza suficiente para imponerse a todos. Los hombres no acceden al pacto sólo por miedo sino por utilidad. ¿Cuáles son las utilidades de la vida social? “El hombre espera de la sociedad el bien común, es decir, los bienes del cuerpo y del espíritu, a saber, seguridad y paz frente al miedo, abundancia de bienes frente a la miseria, igualdad frente a las desigualdades, libertad frente a la esclavitud del estado natural”34. No obstante, la autoridad no es suficiente garantía del respeto si carece del poder de hacer cumplir las leyes. “La vida humana, recuerda Spinoza, no consiste en la ‘circulación de la sangre’ ni en ‘tener los estómagos repletos’, sino en la razón y la libertad, que son ‘la verdadera vida de la mente’”35. La fuerza superior del Estado se constituye a partir de la unión de las fuerzas individuales en el pacto, a partir de un consenso común. “El derecho del Estado se determina por el poder de una multitud que se guía por una sola mente”36. Por este acto, cada uno cede o transfiere su poder al soberano, que “tiene la custodia de la república, que consiste en establecer derechos, en interpretarlos, en abolirlos, en fortificar ciudades, en decidir sobre la guerra y la paz, etc.”37. Desde esta perspectiva Espinosa coincide con Hobbes al considerar que el poder del Estado es absoluto38. Sin embargo, hay dos posiciones que diferencian sus perspectivas: para Espinosa el poder del Estado es obra de la razón y su constitución es democrática. “Por ser racional y democrático, el poder absoluto del Estado no es realmente absoluto, es decir, despótico e incondicionado, ya que, si la autoridad civil manda irracionalmente, provocará la indignación de los súbditos y pondrá en peligro su propio poder”39. De aquí se deriva que lo mejor que pueden hacer los gobernantes para mantenerse en el poder sea procurar el bien común y dirigirlo todo según la sana razón40. La ley suprema del Estado es “la salud y el bienestar del pueblo”41, afirma Espinosa. “El pacto espinosiano implica, pues, dos cosas: unión de todos los individuos que serán los miembros de una futura sociedad, y constitución de una autoridad suprema con poder coactivo sobre todos ellos”42. “Spinoza piensa que los asuntos públicos se resuelven mejor si los aborda una amplia representación popular que si decide de ellos un reducido número de ‘aristócratas’ o ‘nobles (patricios)’”. 43

34 Domínguez, A.: 142. Cf. TP, II, 15; TTP, III, 125; E, IV, 37, esc. 1; TP, V, 2; TTP, XVI, 260-3; TTP, V, 148-9; TP, II, 15; TP, III, 3; II, 15-7; TTP, XVI, 264-5; TTP, XX, 306; TP, V, 6.35 Domínguez, A.: 142.36 TP, III, 7.37 Espinosa, B., Tratado político, c. II, § XVII.38 “A primera vista, Spinoza parece ser un defensor del absolutismo político, ya que admite el poder absoluto del Estado” (Domínguez, A.: 144). “Para Spinoza derecho es poder, porque es derecho efectivo y no puramente nominal (111). El poder del Estado es absoluto, porque es el poder de todos los súbditos unidos en un solo hombre o persona moral. Ese poder o derecho es humano, porque es racional (TP, II, 13-7; VIII, 3 (fin)). Por ser racional y democrático, el poder absoluto del Estado no es realmente absoluto, es decir, despótico e incondicionado, ya que, si la autoridad civil manda irracionalmente, provocará la indignación de los súbditos y pondrá en peligro su propio poder (TTP, XX, 305)” (Domínguez, A.: 146).39 Domínguez, A.: 146.40 Espinosa, B., TTP, XVI, 263.41 Espinosa, B., Tratado teológico-político, c. XVI, p. 263.42 Domínguez, A.: 141.43 Domínguez, A.: 154.

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“‘Como los hombres no pueden pensar exactamente lo mismo, han convenido en dar forma de decreto a aquella opinión que obtuvo la mayoría de votos.’ (…). Los ciudadanos deciden por unanimidad que la mayoría (a parí, una parte representativa) gobierne. Spinoza está convencido de que la democracia reúne los caracteres esenciales de un gobierno ideal: poder absoluto en el Estado y libertad máxima en los ciudadanos.”44 “Spinoza concibe la democracia como el imperio de la ley sobre todos los ciudadanos, ‘Es necesario conceder a los hombres la libertad de juicio y gobernarles de suerte que, aunque manifiesten públicamente opiniones distintas y contrarias, vivan sin embargo en paz’ (TTP, XX, 310)”. 45

“‘La naturaleza —dice Spinoza— no está sometida a la leyes de la razón humana’, porque es más amplia que ella (TP, II, 8 y 18). Sin embargo, ‘la razón no enseña nada contra la naturaleza’ (TP, III, 6). Ahí radica la diferencia profunda que existe entre la política de Spinoza y la de Hobbes; en que no se produce ruptura alguna entre el estado natural y el civil (TTP, XVI, 263), entre la libertad individual y la autoridad estatal. Hobbes fue un defensor de la monarquía absoluta; Spinoza será un profeta de la democracia liberal”.46

Poder, democracia y libertad

Para Espinosa, como para Locke y Rousseau, la libertad y la obediencia no se oponen necesariamente. Para los últimos, sólo se es libre obedeciendo la ley natural; para el primero, obedeciendo a la razón.47 Para todos ellos, además, cuando se hace lo que se desea y se obra siguiendo el antojo48, no se es más libre sino menos libre. “El hombre que se guía por la razón es más libre en la ciudad, donde vive según decisión común, que en la soledad, donde se obedece a sí solo”49. Los derechos comunes de la ciudad son el ámbito en el que se desarrollan las libertades, que el Estado debe respetar porque son constitutivas de la naturaleza racional: libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad de enseñanza, libertad para filosofar.

... Nadie puede transferir a otro su derecho natural o su facultad de razonar y de juzgar cualquier cosa, ni puede ser obligado a ello. De aquí resulta que se considere como poder violento el que se ejerce sobre los espíritus, y que la majestad suprema infiere injuria a los súbditos pareciendo usurpar sus derechos, cuando quiere prescribirle a cada uno qué abrazar como verdadero o rechazar como falso, y con qué opiniones, en definitiva, debe sentirse afectado por la devoción hacia Dios el espíritu de cada uno50.

El resultado del pacto por el que se pasa del estado natural al estado civil debería desembocar obviamente en la democracia, entendida como ‘la asociación universal (general) de los hombres que de un modo colegiado posee el sumo derecho para todas las cosas que puede’51 52.

44 Domínguez, A.: 155.45 Domínguez, A.: 155.46 Domínguez, A.: 147.47 “Ser víctima del propio placer... es la peor esclavitud; la libertad sólo pertenece a aquél que con pleno consentimiento vive bajo la guía de la razón” (TTP, XVI, 263) (Citado por Domínguez, A.: 147).48 Locke la llama “licencia” mientras que Espinosa y Rousseau la tildan de “esclavitud”.49 Espinosa, B., Ética, IV, proposición 73.50 Espinosa, B., Tratado teológico-político, c. XX, p. 305.51 Espinosa, B., Tratado teológico-político, c. XVI, p. 26252 Rabade Romeo, S.: 257. “el Estado spinoziano es obra de la razón, su constitución esdemocrática” (Domínguez, A.: 144).

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Si todos los hombres son naturalmente iguales, esta igualdad se expresa de la mejor manera en la democracia, en la que son también iguales como ciudadanos.53

La democracia, para Espinosa, sería el régimen más perfecto porque en él se da una mayor acumulación de potencia —la potencia de todos los individuos reunidos—, y, siendo la ‘potencia’ igual a ‘esencia’ en todos los órdenes de la realidad, la democracia posee más ‘esencia’, más estable realidad (diríamos: persevera mejor en el ser) que otros regímenes: se acomoda mejor a lo que resulta ser más perfecto desde los supuestos ontológicos generales.54

53 “¿Cuál es el régimen político –se pregunta Deleuze- o los signos menos nocivos, es decir, que menos invaden la potencia de pensamiento y nos llevan a hacer la menor cantidad posible de estupideces; es decir, los signos que dejan al hombre libre todas sus oportunidades? Y su respuesta final es que ese régimen más satisfactorio es la democracia” (Deleuze, G., En medio de Spinoza, Buenos Aires, Cactus, 2008, p. 198).54 Vidal Peña, Introducción a la Etica, en Espinosa, B., Ética demostrada según el orden geométrico, Madrid, Editora Nacional, 1980, p. 13.