ESTUDIOS Y EXPRESIONES DE LO NEGATIVO EN … finales... · la analista como un niño, o un bebé...

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1 Universidad de la República Facultad de Psicología Trabajo Final de Grado ESTUDIOS Y EXPRESIONES DE LO NEGATIVO EN PSICOANÁLISIS Tutor: Lic. Laura de Souza Estudiante: Verónica Gaibisso Montevideo, 30 de octubre de 2014

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Universidad de la República

Facultad de Psicología

Trabajo Final de Grado

ESTUDIOS Y EXPRESIONES DE

LO NEGATIVO EN PSICOANÁLISIS

Tutor: Lic. Laura de Souza

Estudiante: Verónica Gaibisso

Montevideo, 30 de octubre de 2014

2

ÍNDICE

RESUMEN...........................................................................................................3

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………4

Significado de lo negativo y su participación en psicoanálisis……...…….4

DESARROLLO…………………………………………………………………………6

¿Qué sucede en la clínica?.......................................................................6

Las raíces Freud……………………………………………………………...11

Aportes de Winnicott…………………………………………………………16

Lo negativo, André Green…………………………………………………...20

CONCLUSIONES………….…………………………..…………………………….24

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………..………………………………26

3

RESUMEN

El presente trabajo efectúa un recorrido por las principales contribuciones al concepto

de lo negativo en psicoanálisis, concepto que ha dado lugar a un extenso desarrollo

teórico, contando con un considerable número de autores que han dedicado sus

esfuerzos a conceptualizarlo y desplegarlo en el trabajo en la clínica.

A fin de abordar el concepto de lo negativo y profundizar en su complejidad, se llevó a

cabo una revisión bibliográfica que incluyó diversos tipos de fuentes, desde libros y

artículos de revista a casos clínicos y reportajes. A través de la exploración de los

trabajos de psicoanalistas como Sigmund Freud, Winnicott y André Green, se trazó

una trayectoria de la evolución del término y sus varios significados, abarcando

también sus diversas aplicaciones en el psicoanálisis y, más específicamente, en el

trabajo clínico.

Desde la etimología del término ya es posible percibir numerosos significados

aplicados tanto a la vida cotidiana, a características de personalidad como a su uso en

Psicoanálisis.

La motivación inicial a la elección del tema surge de la clínica propiamente dicha, en

donde permanentemente se escucha sobre pacientes que no logran verse satisfechos,

si no que hay una queja constante de éstos hacia el terapeuta, hacia sus vidas y lo

que no logran. Pacientes que tienen una actitud rumiante en y hacia la falta, lo que no

tienen y no consiguen. Pacientes que en muchos de los casos pueden ser catalogados

como “uruguayos tipos”, el “uruguayo promedio”.

Palabras clave: negativo, falta, pulsión.

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INTRODUCCIÓN

Significado de lo negativo y su participación en psicoanálisis:

Dryzun (2012) expone que cuando se habla de lo negativo, el término alude a una

amplia gama de acepciones, siendo utilizado en otros enfoques y en distintas

disciplinas además del Psicoanálisis. Ejemplo de ello son el arte, la física, las

matemáticas. Incluso vinculado a la cultura, como todo lo que no queremos, lo

excluido.

Según el diccionario de la Real Academia Española (2001), negativo lo encontramos

como adjetivo vinculado a la negación o contradicción. El término negativo implica el

quitar, el restar, detener. Se asocia así a algo malo, perjudicial. También se encuentra

estrechamente vinculado lo negativo con lo positivo - lo positivo no existiría sin lo

negativo, y a la inversa.

Lavarde (2008) sugiere como antecedente de lo negativo la influencia que Hegel

(filósofo alemán), proponía de la existencia vinculada a la lógica de lo positivo. En

cambio lo que no está, lo que falta asociado a lo negativo.

En cuanto a su vinculación con el psicoanálisis y la clínica: podemos encontrarlo en

varias manifestaciones tales como el sentimiento de falta, de vacío, pacientes

aferrados a lo que no tienen.

La importancia de lo negativo en la clínica “(…) ha permitido que se reconozca la

realidad de estas ausencias, faltas, contrastes, desobjetivizaciones, lo que hace

posible el abordaje y comprensión de patologías severas”. (Hernández, M. y Lemlij, M.,

2007. p. 49).

Considerando que no solo podemos encontrar lo negativo en patologías severas;

también se pueden visualizar en ciertos rasgos de personalidad, los cuales podemos

encontrar por Ej. En lo que se considera popularmente el uruguayo promedio, gris y

con características depresivas comparándolo con otras poblaciones como podría ser el

brasileño al cual se lo asocia con ser personas alegres y positivas.

Lo negativo en el vínculo terapéutico: relacionado al no cambio y a una reacción

terapéutica negativa. No lográndose progresos en el análisis o siendo estos muy

escasos; saboteándose la posibilidad de cambio y mejoría; ante un posible progreso

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se da un retroceso a situaciones más complejas y de peor pronóstico. El vínculo con el

psicoterapeuta da cuenta de una transferencia negativa que deberá ser trabajada para

desinstalarla y así obtener mayores progresos terapéuticos.

En desarrollos teóricos Psicoanalíticos que se expondrán se priorizan aquellos de

Freud, Winnicott y André Green.

Lo negativo vinculado desde Sigmund Freud a:

la constitución del psiquismo, Freud propone la creación de la primera tópica y

luego la segunda, ambas complementarias entre sí, lo que finaliza con la

creación de un sujeto donde se diferencia el yo y el no-yo.

la neurosis como el negativo de la perversión - los síntomas surgen con las

pulsiones perversas y no con las “normales”.

la negación como mecanismo de defensa donde la psique rechaza lo que

considera desagradable o intolerable para el sujeto negándolo.

Desde Winnicott, lo negativo influenciado por la mala relación o ausencia de los

cuidados maternos primarios.

Otro autor y psicoanalista que tomará aportes de Winnicott es André Green. El mismo

vincula a lo negativo con la falta. Sin dejar de expresar sus propios planteos

particulares en los cuales toma a lo “negativo normal” en donde actuarán defensas

pertenecientes a la neurosis y lo “negativo patológico” - defensas utilizadas en la

psicosis. También plantea el narcisismo negativo donde ha perseguido la finalidad en

comprender la “serie blanca” la cual se expresa a través de la pulsión de muerte. Allí

se des inviste al objeto primario lo que conlleva a que en la psiquis del sujeto se

fundan agujeros que dejan grandes marcas en su inconsciente. Son pacientes

denominados fronterizos, los que atraviesan este proceso.

A continuación se desarrollará en mayor profundidad lo referido anteriormente.

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DESARROLLO

¿Qué sucede en la clínica?

La clínica es el inicio, la impulsora de la investigación sobre lo negativo en

Psicoanálisis y es desde allí que se desplegarán una amplia gama de situaciones.

A través de ejemplos de casos clínicos se puede obtener una mayor comprensión de

estos pacientes, por lo que se incluirán algunos de ellos.

Villegas, B. (2008) cuenta el caso de Franco, joven de 25 años el cual fue derivado por

otro terapeuta quien trabajaba en la universidad a la que Franco asistió. Su motivo de

consulta fue debido al desinterés en asistir a clases y grandes deseos de abandonar la

universidad; aislamiento social y deseo de no levantarse de la cama. Era percibido por

la analista como un niño, o un bebé desprotegido, muy delgado y prolijo, con una

mirada perdida. Confuso al hablar al igual que al recordar. Existía una mezcla y

dificultad de diferenciar entre lo pasado, presente y futuro. Transferencialmente, lo

acompañaba un sentimiento de ser amado, reconocido y un gran temor a ser

abandonado. Había en él sentimientos de tristeza y soledad que le costó nombrar y

que sintió con mucho dolor, luego de poder identificarlos.

Ese sentimiento vivido lo hacía demandante, hambriento, exigente hasta el punto

de que por momentos era difícil de tolerar y, al mismo tiempo, de satisfacer su

necesidad; era un querer más y más, seguramente, con el deseo de mimetizar la

falta y de intentar llenar el vacío (Villegas, 2008, p. 38).

De esta manera Franco, no sabe qué hacer con lo que siente, causándole mucha

angustia. Al decir del relato de Villegas en el análisis con el paciente, por momentos

sentía que se estancaba, que no lograba progresos. Al mismo tiempo debía cuidar las

palabras que utilizaba porque estas eran tomadas literalmente. Con la palabra del otro,

Franco le daba existencia a todo, incluso a su propio ser.

¿Qué es lo negativo en este paciente?

Lo mismo podemos visualizarlo en la gran demanda que exigía a su analista, la que se

sentía contratransferencialmente imposibilitada de lograr un cambio en él “Se me

mezclaban sentimientos de rabia, desespero, ganas de sacudirlo, y también momentos

de desolación, tristeza; sentía que me invadían, y en ocasiones traspasaban mi

cuerpo, vivía con él una gran decepción y desilusión” (Villegas, 2008, p. 30).

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Franco se dirige con la mirada hacia ella pero no logra incorporar, asociar, ni elaborar

lo que se le dice.

Otro ejemplo extraído de la clínica y particularmente de mi experiencia personal en el

CIC-P/Facultad de Psicología fue el de una mujer (le llamaré Ana) de 52 años que

llegó por medio de su pareja a causa de sentirse angustiada al no poder olvidarse de

su ex esposo, del cual se estaba divorciando.

Su apariencia discordaba en relación a su discurso depresivo: no salía de la cama, ni

siquiera prendía la tele, no concurría a su trabajo y expresaba no presentar interés por

nada. A la consulta asistía de forma muy arreglada; tanto por su vestimenta como por

su maquillaje.

Más allá de las diferentes líneas mediante las cuales podemos pensar la configuración

de la personalidad de Ana, lo enfocaré en relación al concepto y manifestación de lo

negativo del caso en la clínica.

Durante el transcurso de las sesiones se pudo observar, en varias oportunidades, la

enumeración constante de todo lo que perdió, lo que no tiene como la cantidad de

enfermedades que padece. La queja es reiterada, no pudiendo visualizar algún

aspecto positivo de su vida, como por ejemplo: una nueva pareja contenedora y el

reencuentro con sus padres de los cuales se había alejado.

Otra dimensión del concepto abarca la forma de vincularse con el terapeuta, en este

sentido se identifican exigencias desproporcionadas y pedidos mágicos “necesito que

baje Freud para que me ayude”, "necesito una inyección mágica que me saque la

tristeza”. Coloca así al analista en un lugar de parálisis e impotencia que se suman a lo

espaciado de las sesiones, obstaculizando así la fluidez y el progreso del análisis que

termina cuando ella deja de concurrir.

Green (1995) expone en relación a estos pacientes que no logran el insight, por ello

hay que ser muy precisos y detallistas en darles determinadas indicaciones o

devoluciones. Pareciese que no pudieran procesar, ni siquiera escuchar, incluso

escuchando. La escucha se produce de manera selectiva dejando de lado lo que

pueda generar algún tipo de movilización y cambio.

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“No lo oigo, tengo mierda en los oídos” escribe Green como dichos de un paciente

suyo; “No se refería a esta sordera como una imposibilidad de escucharme, sino más

bien como un rechazo a oírme” (Green, 2010, p. 156).

A continuación se pretende exponer algunas de las características de estos pacientes,

aunque las mismas se manifiesten de diversa forma, ya que no existe un solo tipo de

paciente ni una sola manifestación de lo negativo.

Lo común y característico de estos pacientes sería que “(…) siempre se busca, y

nunca se consigue, el amor del objeto”. (Green, 1995, p. 796). Lo real es la falta,

expresada en la búsqueda del amor – objeto que ya no está y por lo cual les es

necesario aferrarse a la falta de ésta.

“Parecen, en efecto, terriblemente vulnerables y frágiles, aún cuando extremadamente

rígidos; son obstinados, los animan sentimientos ocultos de venganza, que expresan

por una imposibilidad de cambiar o de investir nuevos campos de experimentación”

(Green, 1995, p. 56). Lo anterior suele verse asociado al despliegue transferencial de

una reacción terapéutica negativa la cual el terapeuta tendrá que trabajar.

Cosnier (1997) afirma que incluso cuando en el tratamiento se le expresa al paciente

determinados progresos o logros, ellos no se sienten de la misma manera, si no que

están desconformes y pueden llegar a retroceder en algún avance que habían

conseguido. Su reacción es contraria por ello se denomina “reacción terapéutica

negativa”. El paciente parece querer “quedarse” con su sufrimiento en vez de

cambiarlo por algún progreso. Vivencian la posible cura, como un nuevo peligro a

enfrentar y por ello se aferran a la falta.

La reacción terapéutica negativa, plantea Green “(…) se trata de la compulsión a la

repetición mortífera” (Green, 1997, p. 6). Se entiende que el paciente se aferra o

regresa a lo que le daña evitando el cambio y el progreso. Es así que el paciente

actúa, no logra hacer representaciones psíquicas del recuerdo, (motivo por el que

actúa), descarga sin dar lugar a quedarse con restos psíquicos para posteriormente

poder trabajar en el análisis.

(…) el sistema de huellas mnémicas en los pacientes afectados de reacción

terapéutica negativa no es “trabajable”. Esto quiere decir que –si me permiten la

expresión- el surco a la red denominada huella mnémica no puede ser

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reinvestida por la memoria, porque de hecho en lugar de huella se trata de

desgarraduras del tejido psíquico. Es decir que toda reinvestidura conduce al

dolor. Por lo tanto, para impedir el dolor existe la constitución de un límite

alrededor del conjunto de la compulsión a la repetición (Green, 1997, p. 36).

La repetición a la que Green hace referencia, a fines de evitar el dolor, no es al

conjunto ligado entre sí, sino a un acontecimiento determinado y aislado. Por ello se

habla de falta en estos pacientes y no de ausencia. Ausencia implica la imposibilidad

de contar con algo que regularmente estuvo; falta en cambio, refiere a lo que nunca

estuvo o estuvo en una o escasas ocasiones.

Green (2007) propone la posibilidad de trabajar una reacción terapéutica negativa

como cualquier proceso psicoterapéutico. Hay que tener en cuenta que estos

pacientes ponen defensas a trabajar que implican el no asociar, el no escuchar, el no

sentir ni ver al psicoanalista e incluso a ellos mismos. Ello sucede cuando en

determinado momento se llega a algo que no puede ser soportado. Más adelante se

expondrá en el caso Dora en donde Freud percibe la reacción terapéutica negativa.

Laverde Eduardo (2008) hace referencia a Balint (1971) quien plantea no estar muy de

acuerdo con las interpretaciones, sí propone gratificar lo que el paciente precise

utilizando procedimientos que logren calmar y no excitar al paciente. Por ello mantener

el encuadre brinda seguridad, contención, al mismo tiempo que pone límites y genera

que se manifiesten determinadas frustraciones.

Winnicott (1991) utiliza sus aportes de holding, handling y la presentación de objetos

vinculándolos con el análisis. Donde el holding contiene al encuadre (le da seguridad

al paciente), la profesionalidad del analista (su confiabilidad, su estabilidad, su propio

análisis). El handling incluye el tener en cuenta al otro al igual que el cuidarlo, se ve

impulsado a perseguir la buena salud. En cuanto al objeto, se supone el uso del

mismo mediante la destrucción del objeto interno; el objeto se externaliza y se utiliza

como un objeto real. Éstas son herramientas de importancia que el analista debe

poner en práctica a la hora de llevar adelante cualquier análisis, ya sea que estemos

frente a una reacción terapéutica negativa o no.

Asociar el concepto de lo negativo y sus manifestaciones a determinados pacientes no

significa que estas manifestaciones no puedan ser abordadas desde el Psicoanálisis y

puedan generar cambios. La palabra del analista en determinados casos puede lograr

que aquello reprimido en el inconsciente se haga consciente. Esto es logrado cuando

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se asocia la palabra a una representación. El trabajo del analista debe ser libre de

prejuicios y condiciones; siempre y cuando tenga en cuenta su propio análisis,

logrando separar lo propio de lo que es del paciente.

Luego de haber visualizado determinadas características que se pueden presentar en

algunos de estos pacientes podemos pensar que el psicoanálisis a través del analista

y del vínculo transferencial emprende un trabajo psíquico de unir representación y

afecto que se encontraban separadas. El darse cuenta, la unión de representación y

afecto, conlleva sufrimiento y dolor al yo, condición necesaria para la cura.

Sin embargo, en estos pacientes hay un sentimiento de culpa que es satisfecho en el

estar enfermos y que por ello mismo se resiste a acceder a la consciencia o incluso

accediendo a la misma se lo niega. Entienden que la mejora trae aparejada menos

ganancias, más sufrimiento que mantenerse en el mismo estado.

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Las raíces, Freud

Dentro de la obra Freudiana y con la creación de la primera tópica accedemos a la

metáfora de lo positivo - negativo para dar cuenta de determinadas manifestaciones

psíquicas. Ejemplo de ello es lo que sucede a la hora de soñar en donde lo positivo se

asocia a lo que se logra recordar y lo negativo en cambio, a lo que el sujeto reprime y

no logra recordar. En el caso del soñar, Sigmund Freud lo compara con una fotografía

en donde se encuentra el negativo, el rollo que no se ve, que no se ha revelado y el

positivo la fotografía que se puede ver en papel. Siguiendo en esta línea opone la

neurosis a la perversión de la misma manera; el perverso deja ver, expresa lo que en

el neurótico está oculto o reprimido o sublimado. También investiga en el análisis esta

misma manifestación de lo negativo - positivo con el caso Dora, es allí que identifica la

transferencia negativa con lo que está oculto en el paciente y que lo lleva a detener

avances o incluso a abandonar el tratamiento.

Con la creación de la segunda tópica; Freud habla de la negación, donde se trata de

dejar fuera de la conciencia todo lo que puede dañar al sujeto.

Posteriormente con la constitución del psiquismo es que llega al yo no-yo, donde al

comienzo hay una simbiosis del bebé y la madre. Paulatinamente el bebé va

separándose de ésta para constituirse como sujeto. Aquí entran en juego las pulsiones

de vida y de muerte que en su interacción llevan a distinto accionar y constitución del

sujeto. Ésta última vinculada con lo negativo, tendiente a la destrucción del ser.

Profundizando en un primer momento del desarrollo teórico Freudiano es que nos

encontramos con la primera tópica. Laplanche y Pontalis (2004) expresan que: tópica;

es una teoría que propone una diferenciación del aparato psíquico en determinado

número de sistemas los cuales poseen diferentes características y se ubican en un

orden determinado. Ello los lleva a poder ser nombrado como lugares donde se

suceden los procesos psíquicos. Freud propone dos tópicas las cuales no son

excluyentes entre sí. La primera distingue entre consciente, preconsciente e

inconsciente. La segunda, entre yo, ello y superyó (la cual se expondrá

posteriormente).

Consciente implica, lo que se percibe en un momento determinado, de lo que

tenemos pleno conocimiento, las ideas, pensamientos, entre otros que

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reconocemos como de nuestra autoría. Allí no se almacena nada y es el

pensamiento junto al razonamiento quiénes controlan al sujeto.

El inconsciente involucra todo lo que no llega al campo de la conciencia, lo

incompatible con ella, lo reprimido. Allí se encuentra lo más arcaico, lo instintivo

que se rige por el principio de placer.

En el preconsciente se localiza todo lo reprimido que puede acceder a la

conciencia, es como un pasaje entre consciente e inconsciente el cual está

regulado por medio de la censura.

Los orígenes de la primera tópica los podemos encontrar en Freud (1900/1987). “La

interpretación de los sueños” mediante los cuales podemos acceder al inconsciente.

El material que conforma el contenido del sueño proviene de lo vivido y es recordado y

reproducido en el sueño.

Gracias a los sueños se puede acceder al inconsciente. Aquí plantea que los sistemas

(consciente, preconsciente e inconsciente) se recorren de manera progresiva, normal;

o a la inversa regresivamente como sucede en el sueño. En esta obra Freud habla de

negativo refiriéndose a la fotografía y así explica los mecanismos que intervienen a la

hora de soñar. Utilizando a lo “positivo” como lo que se recuerda luego de despertar, lo

que se hace consciente (el proceso secundario) como imágenes, sonidos,

sensaciones y todo lo que la persona logra relatar. Siguiendo con esta línea, lo

negativo es lo que no se logra “ver” con claridad, lo oculto, lo que no es nítido pero no

por ello menos importante que lo positivo. Ambos, positivo y negativo, son

imprescindibles para que se obtenga un buen revelado y para que produzca el trabajo

psíquico.

Continuando con el recorrido de sus obras, y con el ejemplo de la fotografía donde se

oculta por un lado y visualiza o demuestra por el otro, Freud (1905/2000) utiliza a lo

negativo como sustantivo en “Tres ensayos de teoría sexual” oponiendo la neurosis a

la perversión. La neurosis como negativo de la perversión es lo mismo que la neurosis

como negativo de la descarga. Aquí hay descarga pero sin llegar al pasaje al acto,

pudiéndose elaborar las pulsiones de forma sublimada y no actuadas.

El neurótico imagina, fantasea y el perverso en cambio, lo lleva a cabo.

Debemos recordar que en la teoría freudiana de las pulsiones hay siempre

implicación de algo en exceso en el aparato psíquico, que debe ser reducido o

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reprimido o, diría yo <negativizado>. Esto se aplica a la idea de Freud según la

cual la neurosis es el negativo de la perversión (Green, 2007, p. 54).

Es con el tratamiento que realiza con Dora que se agrega una nueva forma de pensar

lo negativo en la transferencia. Pero siguiendo con la oposición positivo - negativo, es

que con esta paciente se logra plantear que el neurótico expresa en síntomas lo que el

perverso actúa. Allí cuenta dos de los sueños que Dora ha tenido y su interpretación,

la que tiempo después llevan a la mejoría momentánea de alguno de sus síntomas.

Descubre la transferencia negativa y es por ésta que Freud considera que la paciente

abandona el análisis. Ella por momentos traslada sentimientos y sensaciones

desagradables hacia su analista, sumándole que acude a él por decisión de su padre y

no por voluntad propia.

Así fui sorprendido por la transferencia y, a causa de esa x por la cual yo le

recordaba al señor K., ella se vengó de mi como se vengará de él, y me

abandonó, tal como se había creído engañada y abandonada por él. (Freud,

1905/2000, p. 104).

En un segundo momento Freud, (1923/1986) a partir de la publicación de “El yo y el

ello” ubica a la segunda tópica: ello, yo y superyó.

El ello, tiene aspectos inconscientes, se rige por el principio de placer. Cuando

un sujeto nace se dice que es todo ello ya que se busca constantemente la

obtención del placer.

El yo, se vale del principio de realidad y es quien media entre el ello y el

superyó. Busca el placer pero teniendo en cuenta la realidad en donde el sujeto

está inmerso.

Superyó, le interesan las reglas y valores morales, sociales, familiares, tiene en

cuenta a todas ellas para que se produzca el actuar del yo.

Es luego de este cambio, que Freud (1923/1986) escribe su artículo de “La negación”

en el cual expresa el trabajo de la psique en “dejar fuera”, alejar por medio de las

proyecciones aquello que la daña, lo que le hace “mal” y lo que la amenaza. Pero a su

vez es quien utiliza las identificaciones para poder incorporar lo que le genera placer,

“lo bueno”. Con “el dejar fuera”, explicitado anteriormente, se vincula la pulsión de

autodestrucción y a través de la negación se puede llevar a la conciencia algo

reprimido pero no necesariamente aceptado. Ello se puede visualizar en: … “Mi madre

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no es”. (Freud, 1923/1986, p. 253). De esta manera queda claro que sí es la madre a

la que hace referencia por la negativa.

En otro de sus textos Freud (1914/1948) “Introducción del Narcisismo” desarrolla la

relación madre-hijo, siendo clave ésta para la formación y conformación del psiquismo

en el niño y donde lo negativo se visualiza cuando aparece el no-yo en este proceso,

explicado a continuación.

Al comienzo del desarrollo, el bebé está pegado a su madre, hay una simbiosis entre

ellos. A tal punto que el bebé, la madre y el pecho están indiferenciados para este

niño. El bebé se encuentra en la etapa oral, en un estado de autoerotismo donde

siente placer en su propio cuerpo, hay determinadas zonas erógenas como la boca en

donde va a depositar su libido. Se encuentra en un estado que podría llamarse de

omnipotencia infantil, de yo ideal, encontrándose totalmente satisfecho y gratificado

por la madre. Narcisismo primario en donde el bebé se libidiniza a sí mismo por ser

una cosa sola él, su madre y el pecho.

Freud (1915/1984), explica que rige el principio de placer en este momento; se quiere

evitar el displacer, las tensiones y se busca que se genere y mantenga el placer. El

bebé es todo ello, hay necesidades, deseos primitivos, tensión, displacer que busca

descargarse. Hay pulsión, una energía constante que comienza en lo somático y llega

a lo psíquico y lo estructura.

Ante el llanto del bebé hay una respuesta de alguien que puede como no ser la madre,

alguien que le va a dar un significado al llanto del bebé y va a poder dilucidar qué fue

lo que lo llevó al aumento de tensión. Lo que haya sido que calmó el displacer que el

bebé sentía junto con el sujeto que logró satisfacer su necesidad, dejarán una huella

en su aparato psíquico, una huella mnémica que se constituirá en la primera

experiencia de satisfacción a la que querrá acceder reiteradas veces ante lo

placentero que fue para él.

Por otra parte, la persona que le dé la repuesta de satisfacción al bebé generará una

demanda en éste por haber satisfecho esa primera necesidad. Es así que Freud

plantea que aquello que en un primer momento surge como una necesidad se

transformará en deseo. Deseo porque se busca que se repita esta experiencia de

satisfacción y porque también se le agrega un plus de placer vinculado a ese otro que

brindó algo más que lo que se necesitaba satisfacer en ese momento: cariño y amor.

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Es aquí donde se pone en juego también el narcisismo de los padres donde estos

proyectan en el bebé sus sueños y deseos.

Un tiempo después el bebé se va a ir separando de la madre y ésta de él. No le va a

dar el pecho tan seguido, no lo cambiará tan seguido tampoco.

Mediante esta separación y paulatinamente, se va a ir conformando el yo del bebé

diferenciado de un no – yo que sería la madre y su pecho indiferenciados. Aquí es

donde lo negativo se visualiza, mediante el no - yo.

Relacionando también el concepto de lo negativo desde el desarrollo de la teoría

Freudiana lo podemos encontrar (1920/1984) asociado a la pulsión de muerte, opuesta

a la pulsión de vida. Es con ella que el ser tiende a reducir por completo las tensiones,

lo que se lograría con la muerte del sujeto. La pulsión primeramente se dirige hacia el

interior, lo que lleva a la auto destrucción, en un segundo momento se dirige hacia el

exterior convirtiéndose en agresividad. No se da la búsqueda del placer, sino la

búsqueda del displacer evitando el placer. El trabajo de la pulsión de muerte se puede

ver como ejemplo, al padecer un estado rumiante en torno a la falta, a los no logros y

fracasos.

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Aportes de Winnicott

En Winnicott (1991) el concepto de lo negativo no ocupa un lugar central en su

desarrollo teórico aunque sí lo encontramos relacionado a la falta de la madre o ante

una madre ausente que el niño puede considerar muerta si no logra satisfacer sus

necesidades. Es así que lo negativo se vincula a esta falta de los padres o de alguien

que satisfaga las necesidades que el niño pequeño precisa. La primera reflexión sobre

este concepto y al que Winnicott hace mención es el caso de una mujer adulta

conocido como el caso de la “no manta” (2012), caso que se desarrolla a continuación.

Esta paciente presenta varios síntomas aunque las personas en su entorno no

perciben el gran malestar que le aqueja. Cuenta sueños y sucesos que le acontecieron

de separaciones que le causaron o le causarían si sucedieran mucha angustia.

Relata cómo se enterarían sus hijos si le ocurre un accidente, como rememora haber

dejado a un gato maullando horas aunque para ella fue un momento. Ello le recuerda

una gran cantidad de separaciones que debió sufrir durante su infancia las cuales

fueron traumáticas y llevaron a que se pongan en juego nuevas defensas para

contrarrestar tal dolor.

También menciona como causante de angustia el hecho de que su hijo mayor fue

dejado solo varios días por ella y su marido al irse ambos de vacaciones. Su hijo, al

igual que el gato, lloró por varias horas. Al regreso se le hizo dificultoso restablecer el

vínculo con éste y por ser tan pequeño no logró explicarle los motivos de su ausencia.

Ella arriba a la conclusión, ante las situaciones acontecidas en su vida, que lo único

real es el vacío, lo que no está. En un momento determinado de la consulta utiliza una

manta (le produjo algún placer o satisfacción que no logró mantener alejándose y no

volviendo a utilizarla) sumado al haber quedado en una sesión sin recuerdo luego de

un episodio de amnesia, es que concluye de esa manera.

Es la manta, que tan solo en una única sesión utiliza, la que se puede considerar como

la madre muerta y olvidada, por haberse ido o por que aún encontrándose es ausente

para el bebé.

La falta, (del objeto), en el momento justo, en un momento determinado, provoca que

lo negativo sea lo real para ella; lo negativo ocupa un lugar mucho más importante

inclusive que cualquier cosa positiva que el analista pueda aportar.

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“Usted sabe, ¿verdad?, que la manta podría ser muy cómoda, pero la realidad es más

importante que la comodidad, y por lo tanto una no manta puede ser más importante

que una manta”. (Winnicott, 2012, p. 30-31).

Esta falta del objeto lleva a un dolor intolerable en donde es imposible procesar,

reconstruir. Esto conduce a que se puedan dar dos respuestas psíquicas.

Una de ellas se da gracias a la creación del objeto transicional, con este el sujeto

percibe, recibe satisfacción tanto física como psíquica; de esta manera se previene la

creación de alucinaciones. Es su propio aparato psíquico quien puede crear

respuestas muy creativas y placenteras.

También se puede responder de otra manera, en donde lo que primaria es lo negativo.

Es la falta a la que se la carga con todo lo negativo, de esta manera se está pendiente

o mejor dicho, prendido del objeto deseado y no obtenido. Es sobre ese objeto que

caen las culpas, las quejas, los reproches, el arrepentimiento, manteniéndose en una

eterna insatisfacción.

“El conflicto está centrado en torno a las reacciones provocadas por la no existencia

del objeto” (Antuña, 1999, p29).

Aquí el aparato psíquico crea respuestas que se centran en la queja y en el reproche.

Green (2007) considera que la ausencia de los padres, conlleva a que en el niño haya

un “sentimiento de maldad del objeto”, lo negativo se vincula a lo malo, pero también

sucede que esa ausencia de los progenitores se enlace con el objeto que no está

presente, hay un vacío. Lo importante que plantea Winnicott es cómo ese vacío logra

ser lo único real. Esto es a tal extremo que incluso si sucediera que el objeto volviera

se negaría su existencia.

“El retorno de la presencia del objeto ya no es suficiente para curar los efectos

desastrosos de una ausencia demasiado larga” (Green, 2007, p. 56).

Si bien la paciente de Winnicott por momentos logró poseer fenómenos transicionales,

ellos fueron perdiendo el valor de lo que simbolizaban. De esta manera, lo negativo

surge cuando no se es capaz de dar un curso normal a los objetos o fenómenos

transicionales.

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Winnicott (1991) plantea la importancia de la relación madre - bebé, de cómo ella va a

lograr satisfacer sus necesidades pero también frustrarlo. Al nacer el bebé está en un

estado de fragmentación, hay una dependencia absoluta, claramente biológica,

corporal, alimenticia. El bebé necesita aprovisionarse de todo eso que solo el contacto

humano le puede dar; como el sentir la respiración, el calor, y el latir del corazón de la

madre. Ella o quien cumpla dicha función es quien provisiona al bebé de un sostén

(“holding”) físico y emocional; que lo llevarán a que se valla produciendo la integración

en el bebé.

Si esa dependencia que en los primeros tiempos el bebé necesita no se produjera y en

su lugar estuviera la privación del contacto humano o el contacto inadecuado, lo

inundarán al bebé “angustias impensables” o psicóticas, sentimientos de morir y de

caída, entre otros; y si esto se hace intolerable lo llevarán a vivir lo negativo como lo

único real. Pero si hay un buen “holding” lo que se siente como algo terrible se va a

convertir en experiencias buenas que le van a dar confianza. Es así que la sensación

de morir se puede convertir en una grata conciencia de estar vivo y la caída puede ser

transformada a un placer de que lo lleven en brazos.

Este planteo va más allá de poder saber si el bebé tiene hambre o no, o frío o no, etc.

Winnicott plantea una función materna que incluya elementos de “holding”, “handling” y

“objet-presenting” de forma espontánea, natural. Expone que lo anterior no es algo que

pueda explicar un médico, que pueda leerse en algún libro, o que alguien le aconseje

a la madre; va mucho más allá. Es una actitud materna de saber cuáles son las

necesidades de su bebé, y de cómo sostenerlo no solo física sino emocionalmente.

El “handling” consiste en el manejo que realiza la madre del cuerpo del bebé. El cual

se produce junto con la personalización en donde se adquiere el esquema corporal

personal. La psique del bebé va a ir habitando el propio cuerpo, se lo va integrando.

Ello gracias a la relación de objeto. Aquí el bebé experimenta determinadas

experiencias motoras, sensoriales y de funcionamiento que conllevan a la

diferenciación de los límites del cuerpo dando lugar a lo que se encuentra adentro y lo

que se encuentra fuera del mismo (el yo del no-yo). Se da, la manipulación objetal,

donde es la madre quien presenta objetos al bebé y quién incentiva a la relación con

los mismos. De esta manera la presentación de objetos buenos permitirá la salida y

vínculo con el mundo de una forma saludable.

“(…) el apoyo del yo de la madre facilita la organización del bebé. A la larga el bebé se

vuelve capaz de afirmar su propia individualidad y hasta de experimentar un sentido de

19

identidad.” (Winnicott, 1991, p. 29). A lo anterior le llamamos “identificación primaria”,

por aún no existir una diferenciación entre el bebé y la madre. El bebé es, en tanto se

identifica con la madre. Si hay un buen vínculo entre el bebé y su madre se pueden

dar buenas relaciones objetales en donde el bebé utiliza objetos simbólicamente. Ej. El

chuparse el dedo.

Al agarrar un bebé, la madre, está segura de que no lo va a dejar caer ni tampoco lo

agarrará con demasiada fuerza. Está tranquila, no está ansiosa ni preocupada por

cómo hacerlo, simplemente lo hace de una buena manera. Si esta condición se

cumple se transmite al bebé y le produce bienestar, contención que llevarán a poder

formar un yo independiente de la madre como a la simbolización de pensamiento.

20

Lo negativo, André Green

Green (2007) inicia sus investigaciones y comienza a estudiar sobre lo negativo,

analizando distintas obras y escritos de Winnicott. A raíz de esto hubo psicoanalistas

como Masud Khan y Jan Abram, entre otros, que negaron la posibilidad que en obras

de Winnicott se encontrara tales nociones.

Green (2007) plantea que es a partir del artículo escrito por Winnicott 1951 “Objetos

transicionales y fenómenos transicionales” y posteriormente “Realidad y juego”

publicado en 1971 que descubre la noción de lo negativo vinculada a la relación madre

- bebé, la separación que entre ellos puede suceder y como lo mismo conlleva a

posibles aconteceres.

Este pensamiento intenta demostrarlo teóricamente en articulación y exposición de

distintos casos clínicos, derivados de su experiencia y trabajo como psicoanalista.

Green (1995) publica “El trabajo de lo negativo”, en el mismo explica el concepto de la

negativización como supresión de algo que estaba presente y se reprime. Se deja un

hueco al producirse una desinvestidura del objeto lo que no permite que se invistan

nuevos objetos libidinalmente. Produciendo esto que las personas se centren en ese

hueco y no en el objeto, dejando de lado a otros objetos presentes.

Desarrolla al concepto de lo negativo en cuanto al objeto como no-yo, diferenciado del

yo. Green (2007) en su libro “Jugar con Winnicott”, plantea que:

(…) Distinguir, como Winnicott hace, el primer objeto de la primera <posesión

no-yo> amplía nuestro pensamiento, sobre todo si esta experiencia se sitúa en

una zona intermedia entre dos partes de dos cuerpos, boca y pecho, lo que va a

crear un tercer objeto entre ellos, no sólo en el espacio real que los separa, sino

también en el espacio potencial de su reunión tras su separación (p. 35).

De esta manera se presenta otra idea de lo negativo, de algo que no está, un “objeto

tercero”. Este objeto, se da también en el análisis el cual deviene de éste directamente

(del análisis) ya que puede darse entre terapeuta y consultante; o entre madre y bebé,

o pecho y bebé. Es un objeto que denomina “transicional”, tiene la característica de

estar separado del yo, es un objeto que viene a satisfacer una necesidad, una falta.

Puede ser tanto interno como externo e incluso puede ser una creación, “función

objetalizante”. Lo importante es su función, el “lugar” que va a ocupar y el para qué. No

importa cuáles son las características de ese objeto sino la o las funciones que pueda

21

llegar a cumplir. Es así que el “objeto transicional” va a ocupar un espacio que

Winnicott denomina “espacio transicional” y es por allí que va a moverse ese “objeto

tercero”.

Green (2007) “(…) el espacio transicional no es simplemente <entre dos>; es un

espacio donde el futuro objeto está en tránsito, tránsito al término del cual toma

posesión de un objeto, creado en la proximidad de un objeto externo real, antes de

haberlo alcanzado” (p. 37).

Lo negativo surge cuando se diluye, disuelve la representación interna, al igual que se

van borrando los fenómenos transicionales y se pierde la investidura del objeto; es

cuando se da la falta, el sentimiento de vacío. Green (2007) pone el ejemplo de

cuando la madre se ausenta físicamente o incluso cuando estando, no está presente

por alguna psicopatología particular como puede ser la depresión, impidiéndole el

contacto con el niño y produciéndose así el sentimiento de vació constante, de no

satisfacción, de carencia y de falta.

(…) ausencia de memoria, ausencia en la mente, ausencia de contacto,

ausencia del sentimiento de vida; todas estas ausencias se pueden condensar

en la idea de una falta. Pero, en lugar de referirse a un simple vació o algo

ausente, esa falta deviene el sustrato de lo que es real. Winnicott dice que lo

único real es la falta (…) (Green, 2007, p. 41).

La paciente adulta del caso de la “no manta” con la cual primero trabajo Winnicott y

luego Green; (años después y luego de finalizado el análisis se percata que es la

misma paciente) quien expresa “Lo negativo de él es más real que lo positivo de

usted” (Winnicott, 2012, p.29).

Allí enuncia como la paciente se siente ante la relación de su actual terapeuta

Winnicott, la paciente no logra llenar ese vacío si no que ésta se queda aferrada a una

experiencia no tan positiva pero que para ella es muy real, muy sentida y vivida incluso

más que lo que pueda vivir en el presente.

Expone allí también, que ella ha tenido temor a muchas pérdidas en el transcurso de

su vida, pérdidas materiales como personales o familiares. Para lo cual dice y traduce

Green (2007) como dicho de la paciente: “(…) lo único que tengo es lo que no tengo”

(p.43).

22

De esta manera se da lo negativo, ya sea como algo que no está, como falta o como

malo presente.

Green (2007) plantea que hay aspectos normales y aspectos patológicos en relación a

lo negativo. Lo normal sería todo lo vinculado a los fenómenos y objetos

transicionales, el yo no-yo del comienzo de la vida. También considera como normal la

función materna del holding, lo cual puede ser concebido no solo por la madre si no

por cualquier persona que logre esa identificación con el bebé, obteniendo que en él

se dé la representación de la madre. Finalmente, otro aspecto que Green supone en

términos de negativo normal hace alusión a la represión (primaria y secundaria) y a

otras defensas pertenecientes a la neurosis (racionalización, negación, etc.) que llevan

a la protección del aparato psíquico.

Por otro lado, lo “negativo patológico” para Green iría de la mano de los mecanismos

de desmentida, forclusión y negación excesiva donde se produce una desinvestidura

del objeto pertenecientes a la psicosis. De asentarse estos mecanismos patológicos,

con motivo de producirse la separación de la madre del bebé, llevarían a la

desinvestidura del objeto. Esto expresa una separación con el objeto primario, mal

tolerada, que termina destruyendo al mismo.

En el caso de lo inconsciente, lo negativo se encuentra en aquello que está por debajo

esperando para salir, lo latente. Con esta idea retoma la imagen de la fotografía

utilizada por Freud, en donde el negativo y el positivo están vinculados y no existe uno

sin el otro.

Fernando Urribarri (2011) en su artículo “Recordando a André Green: su recorrido

personal, su itinerario intelectual” plantea que Green con el “narcisismo negativo o de

muerte” busca dilucidar la técnica de lo que el autor denomina “la serie blanca”, esto

es, un duelo blanco donde predomina el sentimiento de vacío ocasionado por la

desinvestidura del objeto primario, que deja vacíos y marcas en lo inconsciente.

Para explicar el concepto de “serie blanca”, Green (1990) se remite al comienzo de la

vida y de la relación que se produce entre un sujeto y dos objetos que son uno (a esto

lo denomina “bitriangulación”), que son los padres. Se idealiza a un objeto bueno

inalcanzable y un objeto malo percibido como invasor. Como consecuencia de ello se

llega a una parálisis del pensamiento donde no se logra pensar, concentrarse;

características a las que se las denomina “psicosis blanca” e implica una

desinvestidura del objeto que genera estados de ánimo en blanco (no se encuentra lo

23

afectivo, no hay sufrimiento pero tampoco placer). Ello no implica que conduzca ni a

una depresión por el duelo hacia el objeto perdido ni una psicosis, ya que según Green

se encontraría “dentro de este núcleo psicótico sin psicosis aparente” (Green, 1990, p.

62).

Asimismo plantea, con lo anteriormente mencionado, la existencia de pacientes

fronterizos. Su funcionamiento oscila entre la psicosis, neurosis y perversión. Los

caracteriza la falta de estructuración y organización, no hay diferenciación sujeto -

objeto al inicio de su estructuración psíquica, lo que los lleva a que haya confusión en

las fronteras de su yo. Sienten un gran temor al vacío que puede producirse ante la

pérdida del objeto malo, y esto se debe a que el objeto bueno es inalcanzable. En ellos

se da un narcisismo negativo, relacionado a la pulsión de muerte donde se quiere

llegar a un punto cero. No logran utilizar fenómenos transicionales (en el espacio

potencial) sino que utilizan síntomas que cumplen la función de esos fenómenos

transicionales, que aunque logran crearlos no lo hacen de manera que sean

funcionales para el sujeto.

Por ello el analista es quien trata de pensar lo que el paciente no puede, teniendo la

precaución de no llenar el vacío muy rápido ya que con ello se estaría repitiendo lo

intrusivo del objeto malo, pero tampoco dejando todo como está. Tal hecho implicaría

repetir lo inalcanzable del objeto bueno. El analista puede convertirse en un objeto

transicional y el espacio analítico en un espacio potencial de juego.

24

CONCLUSIONES

A lo largo de este trabajo se han expuesto los diversos significados y usos asociados

al concepto de lo negativo en Psicología, en particular -si bien no exclusivamente- en

psicoanálisis.

Como se ha mencionado, lo negativo como concepto se encuentra en varias

disciplinas (como la matemática, física), y también es posible relacionarlo con

construcciones tales como la del “uruguayo tipo”, donde se evidencia lo negativo en

locuciones cotidianas tales como:

Acá tirando…

Estamos en el horno.

Pa… ¡ni me digas!

Y… ¡no tan bien como a vos!

De esta forma, se constata que lo negativo no está solo asociado a una patología, a

personas que están realizando un proceso clínico o que cuenten con un perfil

determinado.

Se puede pensar lo negativo desde lo más primordial como la constitución del

psiquismo, desde las pulsiones o desde la falta. Nuestro aparato psíquico no es

consciente de todo lo que capta, siempre hay partes que quedan ocultas casi

inexistentes y otras en las que uno se centra y en las que pone toda su energía

dejando de lado todo lo demás. Entonces lo negativo sería eso que se encuentra

oculto, lo que falta, lo que no se logra ver, lo reprimido y lo negado.

La pulsión de muerte juega un papel principal en la temática. De una parte, algunos

psicoanalistas sostienen que el evitar el placer es tan solo algo superficial, ya que se

oculta así alguna satisfacción al mantener el displacer y el sufrimiento. Sin embargo,

otros autores no están de acuerdo con esta postura, en el entendido de que el dolor

psíquico es tan grande que no cabe la posibilidad de que le genere satisfacción al

sujeto.

(…) la ausencia, la falta, lo desconocido, la frustración, todo aquello que debilita

la posibilidad de ligar y dejar actuando con energía libre un monto pulsional

cuyos efectos no podemos interpretar con las formulaciones clásicas acuñadas

25

por el psicoanálisis. Todo esto generó el estudio de lo negativo. (Antuña, 1999,

p.27).

La función materna también tiene gran importancia para comprender lo negativo; ella

debe ser cumplida para que se dé la sobrevivencia y una buena estructuración del

aparato psíquico del bebé y del niño. Ella afectará la vida adulta y tendrá

repercusiones que marcarán un camino y a un sujeto que tendrá determinadas

características particulares por ello.

Resulta importante resaltar que la falta siempre está presente. Si ésta sucede en el

momento adecuado es constitutiva del psiquismo. En el caso de que no se dé en el

momento esperado, ya sea por ser prematura o por prolongarse excesivamente,

conlleva a no ser tolerada por el sujeto. De esta manera, la falta sería una

manifestación clínica de lo negativo o lo negativo considerado como patológico.

El presente trabajo ha permitido la profundización de una temática muy relevante, en

particular en la sociedad que vivimos actualmente, donde los tiempos y los cuidados

del bebé ya no son los mismos que en años y generaciones anteriores. El trabajo se

ha centrado en el análisis de las significativas contribuciones que ha hecho el

psicoanálisis como ciencia y como método al desarrollo del concepto de lo negativo y

su abordaje. Estas consideraciones permiten profundizar en la reflexión sobre los

procesos necesarios para reparar esas faltas o fallas constituidas en los inicios del

cuidado materno. La figura del analista, si bien no ha sido analizada en profundidad en

este trabajo, también debe ser considerada esencial para comprender el tratamiento

de lo negativo.

Es asimismo fundamental continuar ahondando en la comprensión de este concepto a

través del impulso de nuevas investigaciones, de manera de traspasar los límites

hasta ahora encontrados del método psicoanalítico, y a fin de que éste continúe

brindando herramientas para comprender las problemáticas humanas actuales.

26

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