Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

download Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

of 10

Transcript of Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    1/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm

    SIGMUND FREUD OBRAS COMPLETAS

    VI ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA 1895

    E) HISTORIALES CLNICOS (*) 1895

    4) SEORITA ISABEL DE R.

    EN el otoo de 1892, un colega y amigo mo me pidi reconociese a una seorita que desde haca msde dos aos vena padeciendo dolores en las piernas y dificultad para andar. A su demanda aada que,en su opinin, se trataba de un caso de histeria, aunque no presentaba ninguno de los signos habitualesde la neurosis. Conoca algo a la familia de la enferma y saba que los ltimos aos haban trado paraella ms desdichas que felicidades. Primero, haba fallecido el padre de la enferma luego, tuvo su

    madre que someterse a una grave operacin de la vista, y, poco despus, una hermana suya, casada,que acababa de tener un hijo, sucumba a una antigua enfermedad del corazn. En todas estasenfermedades y desgracias haba tomado la sujeto parte activsima, no slo afectivamente, sinoprestando a sus familiares la ms abnegada asistencia.

    Mi primera confrontacin con la seorita de R., que tendra por entonces unos veinticuatro aos no mehizo penetrar mucho msall en la comprensin de su caso. Pareca inteligente y psquicamente normal,y llevaba su enfermedad, que la apartaba del trato social y de los placeres propios de su edad, conextraordinaria conformidad, hacindome pensar en la belle indiffrence de los histricos. Andabainclinada hacia adelante, aunque sin precisar apoyo ninguno ni presentar tampoco su paso carcterpatolgico u otra cualquiera singularidad visible. Sin embargo, se quejaba de grandes dolores al andar yde que, tanto este movimiento como simplemente el permanecer en pie, le producan pronta e intensafatiga vindose as obligada a guardar reposo, durante el cual, si bien perduraba el dolor, era bastantemitigado. Este dolor era de naturaleza muy indeterminada, mereciendo ms bien el nombre de cansanciodoloroso. Como foco de sus dolores indicaba una zona bastante extensa y mal delimitada, situada en lacara anterior del muslo derecho. De esta zona era de donde parta con ms frecuencia el dolor y dondese haca ms intenso, advirtindose en ella una mayor sensibilidad de la piel y de los msculos a lapresin y al pellizco, mientras que los pinchazos con una aguja eran recibidos ms bien con indiferencia.Esta hiperalgesia de la piel y de los msculos no se limitaba a la zona indicada, sino que se extenda atoda la superficie de las piernas. Los msculos aparecan quiz ms dolorosos que la piel, pero tanto losprimeros como la segunda alcanzaban en los muslos su mayor grado de hiperalgesia. Siendosuficientemente elevada la energa motora de las piernas, presentando los reflejos una intensidad media,y no existiendo sntoma ninguno de otro gnero, no poda diagnosticarse afeccin alguna orgnica decarcter grave. La sujeto vena padeciendo las molestias referidas desde haca un par de aos, durantelos cuales se haban ido desarrollando las mismas poco a poco, siendo muy variable su intensidad.

    No era fcil establecer en este caso un diagnstico determinado pero, no obstante, decid adherirme alde mi colega por dos diferentes razones: en primer trmino, me pareca singular la impresin general delos datos que la sujeto, muy inteligente, sin embargo, me suministraba sobre el carcter de sus dolores.Un enfermo que padece dolores orgnicos los describir, si no es, adems, nervioso, con toda precisin yclaridad, detallando si son o no lancinantes, con qu intervalos se presentan, a qu zona de su cuerpoafectan y cules son, a su juicio, las influencias que los provocan. El neurastnico que describe susdolores nos da, en cambio, la impresin de hallarse entregado a una difcil labor intelectual, superior asus fuerzas. Su rostro se contrae como bajo el dominio de un afecto penoso su voz se hace aguda,busca trabajosamente las expresiones y rechaza todos los calificativos que el mdico le propone para susdolores, aunque luego se demuestren rigurosamente exactos. Se ve claramente que, en su opinin, es ellenguaje demasiado pobre para dar expresin a sus sensaciones, las cuales son algo nico, jamsexperimentado por nadie, siendo imposible agotar su descripcin. De este modo, el neurastnico no sefatiga jams de aadir nuevos detalles, y cuando se ve obligado a terminar su relato, lo hace con laimpresin de que no ha logrado hacerse comprender del mdico. Todo esto proviene deque sus doloreshan acaparado por completo su atencin. Isabel de R. observaba, en lo que a esto se refiere, la conductaopuesta, y dado que, sin embargo, conceda a sus dolores importancia bastante, habamos de deducirque su atencin se hallaba retenida por algo distinto, de lo cual no eran los dolores sino un fenmenoconcomitante esto es, probablemente por pensamientos y sensaciones con dichos dolores enlazados.

    Pero exista un segundo factor mucho ms importante para la determinacin de los dolores de la sujeto.Cuando estimulamos en un enfermo orgnico o en un neurastnico una zona dolorosa, vemos pintarse

    $ 572

    http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671http://www.googleadservices.com/pagead/aclk?sa=L&ai=CYVcs5hOyVvS0FoKYkgLe06DABPaOt4cH7pKdg6oB-KrTtLEHEAEg1ov9AWCh8IaAWKAB0uau_gPIAQapArc0E9jQULI-qAMBqgSTAU_QxtRwDOVxNlwWMT0QWjJf7FbGMn_vhdsYSg5rbdxcnPivQAcjWYZ64N2Eajd2st_f0w3hkobnhqGqPXSJvSaenntVk2yNrGw1yeAs_i1TCaYKMvFYCx5H708DSaFqDQjKok_-vbof-M1ZLKV3J-rcRU_nJO4fxbZb02cQBXeRKbEyub7hG9XsGiYlToiK-pzi3foFBgglEAEYAIgGAaAGN4AHrpuWJqgHpr4b2AcB2BMI&num=1&cid=5GhEXW7_pLm0sSIraWaYvwyM&sig=AOD64_1EeNhQM-J9r2TrU2lL36W-NjJ7aA&adurl=http://www.booking.com/hotel/br/farol-da-ilha.html%3Fxsdata%3D52616e646f6d49562473646523287d618823e96eadbe1d4cb1bd56d5f61a27b60fb406b65f5574c6%26checkin%3D2016-02-27%26checkout%3D2016-02-28%26aid%3D358450%3Blabel%3Dc-ares_ag-bwm6ttvheu_b-ptbp-7nhx74995VOKmtZmSWMQFgC45611318886:plwww.elalmanaque.com:taboomuserlist%253A%253A20110806:p1:p2:ac:apnone:ned%3Bws%3Dwww.elalmanaque.com%26show_room%3D%26lang%3Des%26selected_currency%3DARS%26exrt%3D3.5785%26xfc%3DBRL%26label%3Dgcad-287967_site-contentads_ucc-AR_ulang-es_ucurr-ARS_device-desktop_los-1%26utm_source%3Dgoogle-retargeting%26utm_medium%3Ddisplay%26utm_campaign%3DAR%26utm_term%3Dhotel-287967%26utm_content%3Dlos-1-lang-es&client=ca-pub-6281099491626671
  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    2/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 2

    una expresin de desagrado o dolor fsico en la fisonoma del paciente, el cual se contrae bruscamente,elude el contacto o se defiende contra l. En cambio, cuando se oprima o se pellizcaba la piel o lamusculatura hiperalgsica de las piernas de Isabel de R., mostraba la paciente una singular expresin,ms bien de placer que de dolor, gritaba como quien experimenta un voluptuoso cosquilleo, seruborizaba intensamente, cerraba los ojos y doblaba su torso hacia atrs, todo ello sin exageracin, perosuficientemente mareado para hacerse pensar que la enfermedad de la sujeto era una histeria y que elestmulo haba tocado una zona histrica. Esta expresin de la paciente no poda corresponder en modoalguno al dolor que, segn ella, le produca la presin ejercida sobre los msculos o la piel, sino msprobablemente al contenido de los pensamientos que se ocultaban detrs de tales dolores, pensamientosque eran despertados en la enferma por el estmulo de las zonas de su cuerpo en ellos asociados. Encasos indiscutibles de histeria habamos observado ya repetidas veces expresiones anlogamentesignificativas, concomitantes al estmulo de zonas hiperalgsicas. Los dems gestos de la sujeto

    constituan claramente leves signos de un ataque histrico.En un principio nos fue imposible hallar los motivos de la desacostumbrada localizacin de la zonahistergena. El hecho de que la hiperalgesia se presentara principalmente en los msculos nos dabatambin que pensar. El padecimiento que ms frecuentemente produce una sensibilidad difusa y local delos msculos a la presin es la infiltracin reumtica de los mismos, o sea, el corriente reumatismomuscular crnico, sobre cuya propiedad de fingir afecciones nerviosas hemos hablado ya anteriormente.La consistencia de los msculos dolorosos no contradeca esta hiptesis en el caso de Isabel de R., puesel reconocimiento de las masas musculares revel la existencia de numerosas fibras endurecidas, que sedemostraban, adems, especialmente sensibles. As, pues, era muy verosmil la existencia de unamodificacin orgnica muscular del carcter indicado, en la cual se apoyara la neurosis y cuyaimportancia era extraordinariamente exagerada por esta ltima dolencia.

    Para nuestra terapia tomamos como punto de partida esta hiptesis de la naturaleza mixta de lossufrimientos de la sujeto, y prescribimos masaje y faradizacin sistemticos de los msculos dolorosos,sin preocuparnos de los dolores que con ello haramos surgir. Por mi parte, y con solo el objeto de

    permanecer en contacto con la enferma, me reserv el tratamiento elctrico de las piernas. A supregunta de si deba esforzarse en andar,contestamos afirmativamente.Conseguimos as una ligera mejora, y entre tanto fue preparando mi colega el terreno para iniciar eltratamiento psquico, de manera que cuando, al cabo de un mes, me decid a proponrselo a la paciente.dndole algunos datos sobre su mtodo y eficacia, encontr rpida comprensin y slo muy leveresistencia.

    Pero la labor que a partir de este momento emprend result una de las ms penosas que se me hanplanteado, y la dificultad de dar cuenta exacta y sinttica de ella no desmerece en nada de las que porentonces hube de vencer. Durante mucho tiempo me fue imposible hallar la conexin entre el historialpatolgico y la enfermedad, la cual tena que haber sido provocada y determinada, sin embargo, por laserie de sucesos integrados en el mismo.La primera pregunta que nos dirigimos al emprender un tal tratamiento carttico es la de si el sujetoconoce el origen y el motivo de su enfermedad. En caso afirmativo no es precisa una tcnica especialpara conseguir de l la reproduccin de su historial patolgico. El inters que le demostramos, lacompresin que le hacemos suponer y las esperanzas de curacin que le damos, deciden al enfermo a

    entregarnos su secreto. En el caso de Isabel de R. me pareci desde un principio que la sujeto saba lasrazones de su enfermedad y que de este modo lo que encerraba en su consciencia era un secreto y no uncuerpo extrao.

    As, pues, poda renunciar al principio a la hipnosis, reservndome de todos modos el derecho de recurrira ella cuando en el curso de la confesin surgieran conexiones para cuyo esclarecimiento no bastase sumemoria despierta. De este modo, en este mi primer anlisis completo de una histeria, llegu ya a unprocedimiento que ms tarde hube de elevar a la categora de mtodo, o sea, al del descubrimiento ysupresin, por capas sucesivas, del material psquico patgeno procedimiento comparable a la tcnicaempleada para excavar una antigua ciudad sepultada. Primeramente me hice relatar lo que la enfermaconoca, teniendo cuidadosamente en cuenta los puntos en los cuales permaneca enigmtica algunaconexin o pareca faltar algn miembro de la concatenacin causal, y penetraba despus en estratosms profundos del recuerdo recurriendo para el esclarecimiento de dichos puntos a la investigacinhipntica o a otra tcnica anloga. Premisa de toda esta labor era, naturalmente, mi esperanza de quehaba de ser posible descubrir una determinacin completamente suficiente. En pginas inmediatashablaremos de los medios empleados para la investigacin de los estratos psquicos ms profundos.

    El historial patolgico que Isabel de R. me relat era muy extenso y se compona de sucesos dolorososmuy diversos. Durante su relato no se hallaba la paciente en estado hipntico, sino simplemente tendidaen un divn y con los ojos cerrados, pero sin que yo me opusiera a que en el curso de su narracinabriese de cuando en cuando los ojos, cambiara de postura se levantase, etc. Cuando una parte de sunarracin la emocionaba ms profundamente, pareca entrar de un modo espontneo en un estadoanlogo a la hipnosis, permaneciendo entonces inmvil sobre el divn con los prpados apretados.

    El estrato ms superficial de sus recuerdos result contener los siguientes: Era la menor de treshermanas, tiernamente unidas entre s y a sus padres, y haba pasado su juventud en una finca que lafamilia posea en Hungra. Su madre padeca desde mucho tiempo atrs una afeccin a la vista ydiversos estados nerviosos. Esta circunstancia hizo que Isabel de R. se enlazase ms ntimamente a supadre, hombre de carcter alegre y sereno, el cual sola decir que aquella hija era para l ms bien unhijo y un amigo con el que poda sostener un intercambio de ideas. No se le ocultaba, sin embargo, quesi bien su hija ganaba as en estmulo intelectual, se alejaba, en cambio, del ideal que nos complace verrealizado en una muchacha. Bromeando la calificaba de atrevida y discutidora, la prevena contra su

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    3/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 3

    decidida seguridad en sus juicios y contra su inclinacin a decirle a todo el mundo las verdades, sinconsideracin alguna, y le predeca que haba de serle difcil encontrar marido. En realidad, se hallaba lamuchacha muy poco conforme con su sexo, abrigaba ambiciosos proyectos, quera estudiar una disciplinacientfica o llegar a dominar el arte musical, y se rebelaba contra la idea de tener que sacrificar en elmatrimonio sus inclinaciones y su libertad de juicio. Entre tanto, viva orgullosa de su padre y de laposicin social de su familia y cuidaba celosamente de todo lo que con estas circunstancias serelacionase. Pero el carioso desinters con el que se pospona a su madre o a sus hermanas cuandollegaba la ocasin, compensaba para los padres las otras facetas, ms duras, de su carcter.

    Al llegar las hermanas a la adolescencia se traslad la familia a la ciudad, donde Isabel goz durantealgn tiempo de una vida serena y sin preocupaciones. Pero luego vino la desgracia, que destruy lafelicidad de aquel hogar. El padre les haba ocultado, o haba ignorado hasta entonces, una afeccin

    cardaca que padeca, y una tarde le trajeron a casa desvanecido a consecuencia de un ataque. A partirde este da, y durante ao y medio de enfermedad, no se apart Isabel de la cabecera del lecho paterno,durmiendo en la misma habitacin que el enfermo, levantndose de noche para atenderle, asistindolecon inmenso cario y esforzndose en aparecer serena y alegre ante l, que, por su parte, llev supadecimiento con tranquila resignacin. En esta poca debi de iniciar su propia enfermedad, puesrecordaba que en los ltimos meses de su padre ya tuvo ella que guardar cama un par de das a causade dolores en la pierna derecha. Pero la paciente afirmaba que dichos dolores haban pasado pronto y nohaban llegado a preocuparle, ni siquiera a atraer su atencin. En realidad, fue dos aos despus de lamuerte de su padre cuando comenz a sentirse enferma y a no poder andar sin experimentar grandesdolores.

    El vaco que la muerte del padre dej en aquella familia, compuesta de cuatro mujeres el aislamientosocial en que quedaron al cesar con la desgracia multitud de relaciones prometedoras de serenas alegrasy la agravacin del enfermizo estado de la madre, todas estas circunstancias entristecieron el nimo denuestra paciente, pero al mismo tiempo despertaron en ella el deseo de que los suyos hallaran prontouna sustitucin de la felicidad perdida y la hicieron concentrar en su madre todo sucario y todos sus

    cuidados.Al terminar el ao de luto se cas la hermana mayor con un hombre muy inteligente y activo, queocupaba ya una elevada posicin y pareca destinado, por sus grandes dotes intelectuales, a un brillanteporvenir, pero que ya en sus primeros contactos con la familia mostr una susceptibilidad patolgica yuna tenacidad egosta en la defensa de sus menores caprichos, siendo el primero que en aquel crculofamiliar se atrevi a prescindir de las consideraciones de que se rodeaba a la madre. Esto era ya ms delo que Isabel poda resistir y se sinti llamada a combatir con su cuado siempre que ste le ofrecaocasin para ello, mientras que las dems hermanas y la madre no daban importancia a los arrebatos desu irritable temperamento. Para la sujeto constituy un amargo desengao ver que la reconstruccin dela antigua felicidad de la familia reciba aquel golpe, y no poda perdonar a su hermana casada laneutralidad absoluta que se esforzaba en conservar. De este modo se haba fijado en la memoria deIsabel toda una serie de escenas a las que se enlazaban reproches no expresados en parte contra sucuado. El ms grave de ellos era el de haberse trasladado, por conveniencias personales, con su mujere hijas, a una lejana ciudad de Austria, contribuyendo as a aumentar la soledad de la madre. En estaocasin vio claramente Isabel su impotencia para procurar a la madre una sustitucin de su antigua

    felicidad familiar y la imposibilidad de realizar el plan que haba formado al morir su padre.

    El casamiento de la segunda hermana pareci ms prometedor para el porvenir de la familia, pues estesegundo cuado, aunque menos dotado intelectualmente que el primero era de espritu ms delicado ysemejante al de aquellas mujeres educadas en la observacin de todas las consideraciones. Su conductareconcili a Isabel con la institucin del matrimonio y con la idea del sacrificio a ella enlazado. El nuevomatrimonio permaneci al lado de la madre, y cuando tuvo un hijo, lo hizo Isabel su favorito.Desgraciadamente, el ao del nacimiento de este nio trajo consigo una grave perturbacin. Laenfermedad que la madre padeca en la vista la oblig a permanecer durante varias semanas en unaabsoluta oscuridad, e Isabel no se separ de ella un solo momento. Por ltimo, se hizo necesaria unadelicada intervencin quirrgica, y la agitacin que en la familia produjo este acontecimiento coincidicon los preparativos de marcha del primer cuado. Realizada la operacin con xito felicsimo, las tresfamilias se reunieron en una estacin veraniega, e Isabel, agotada por las preocupaciones de los ltimosmeses, hubiera debido reponerse en esta temporada de tranquilidad, primera que pasaba la familia sinpenas ni temores desde la muerte del padre.

    Pero precisamente en este tiempo fue cuando sinti la sujeto por vez primera dolores en las piernas ydificultad para andar. Los dolores, que haban ido inclinndose dbilmente, presentaron por vez primeragran intensidad despus de un bao caliente que tom en la casa de baos de la pequea estacintermal donde se hallaba veraneando. Habiendo hecho das antes una excursin algo fatigosa, la familiaatribuy a esta circunstancia los dolores de Isabel, opinando que sta se haba cansado con exceso,primero, yenfriado, despus.

    A partir de este momento fue Isabel la enferma de la familia. Los mdicos le aconsejaron queaprovechara el resto del verano para una cura de aguas en el balneario de Gastein, y se traslad a lacompaada por su madre. Pero ya en estos das haba surgido un nuevo motivo de preocupacin. Lasegunda hermana se hallaba encinta y su estado no era nada satisfactorio: tanto, que Isabel vacilmucho antes de decidirse a emprender el viaje a Gastein. Cuando apenas llevaban dos semanas en estebalneario, fueron reclamadas con urgencia al lado de la enferma que haba empeorado de repente.

    Fue ste un terrible viaje, en el que a los dolores de Isabel se mezclaron los ms tristes temores,desgraciadamente confirmados luego, pues al llegar al punto de destino hallaron que la muerte se les

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    4/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 4

    haba adelantado. La hermana haba sucumbido a una enfermedad del corazn, agravada por elembarazo.El triste suceso hizo surgir en la familia la idea de que la enfermedad cardaca constitua una herencialegada por el padre, y record a todos que la muerta haba padecido de nia un ataque de corea conligeros trastornos del corazn, llevndolos esto a reprocharse y a reprochar al mdico haber consentido elmatrimonio, y al infortunado viudo, haber puesto en peligro la salud de la enferma con dos embarazosconsecutivos, sin intervalo casi. A partir de esta poca no pudo Isabel apartar de su pensamiento la tristeimpresin de que una vez que, por raro azar reuna un matrimonio todas las condiciones necesarias paraser feliz, hubiera tenido su felicidad un tal fin. Adems vea nuevamente destruido todo lo que para sumadre haba ansiado. El viudo, al que nada lograba consolar, se retrajo de la familia de su mujer, cuyocontacto avivaba su dolor, circunstancia que aprovech su propia familia, de la cual se haba alejadodurante su feliz matrimonio, para atraerle de nuevo. De todos modos hubiera sido imposible mantenerla

    anterior cohesin familiar, pues el viudo no poda continuar viviendo con la madre, a causa de lapresencia de Isabel, soltera todava. Pero s hubiera podido confiarles su hijo, y al negarse a ello les diopor vez primera ocasin para acusarle de dureza. Por ltimo -y no fue esto lo menos doloroso-, tuvoIsabel oscura noticia de un disgusto entre sus dos cuados, disgusto cuyos motivos no poda sinosospechar. Pareca que el viudo haba planteado exigencias de carcter econmico, que el otro cuado

    juzgaba inadmisibles e incluso calificaba duramente.

    Esta era, pues, la historia de los padecimientos de nuestro sujeto, muchacha ambiciosa y necesitada decario. Descontenta de su destino, amargada por el fracaso de todos sus pequeos planes parareconstruir el brillo de su hogar, separada por la muerte, la distancia o la indiferencia de las personasqueridas y sin inclinacin a buscar un refugio en el amor de un hombre, haca ya ao y medio que vivaalejada de todo trato social y dedicada al cuidado de su madre y de sus propios sufrimientos cuando yola conoc.

    Si olvidamos otros dolores humanos ms considerables y nos transferimos a la vida anmica de nuestrajuvenil paciente, no podremos menos de compadecerla. Ahora bien: desde el punto devista cientfico

    hemos de preguntarnos cul era el inters mdico del historial antes transcrito, cules las relaciones delmismo con la dolorosa dificultad de andar de la paciente y qu probabilidades de llegar alesclarecimiento y curacin del caso nos ofreca el conocimiento de los traumas psquicos referidos.

    La confesin de la paciente fue en un principio para el mdico un desengao. Nos encontramos, enefecto, ante un historial integrado por vulgares conmociones anmicas, que no explicaban por qu lasujeto haba de haber enfermado de histeria, ni por qu sta haba tomado precisamente la forma deabasia dolorosa. Dejaba, pues, en completa oscuridad, tanto la motivacin como la determinacin delcaso de histeria correspondiente. Poda nicamente admitirse que la enferma haba establecido unaasociacin entre sus dolorosas impresiones anmicas y los dolores fsicos que casualmente haba sufridoen la misma poca, y empleaba a partir de este momento en su vida mnmica la sensacin somticacomo smbolo de la psquica. Pero de todos modos quedaban en la oscuridad el motivo que la pacientehaba podido tener para tal sustitucin y el momento en que la misma tuvo efecto. Claro es que setrataba de problemas que los mdicos no se haban planteado nunca, antes, pues lo habitual eraconsiderar como explicacin suficiente la de que la enferma era una histrica por constitucin, y podadesarrollar sntomas histricos bajo la influencia de excitaciones de un orden cualquiera.

    Si la confesin de la paciente nos aportaba escasa utilidad para el esclarecimiento del caso, menos anpoda auxiliarnos en su curacin. No veamos qu beneficio poda resultar para la enferma de relatartambin a un extrao, que slo haba de consagrarle un mediano inters, la historia de sus penasdurante los ltimos aos, historia bien conocida por todos sus familiares, y en efecto, su confesin noprodujo ningn resultado curativo visible. Durante este primer perodo del tratamiento no dej laenferma de repetirme con marcada complacencia: Sigo mal. Tengo los mismos dolores que antesacompaando estas palabras con una mirada de burla y recordndome as los juicios de su padre sobresu carcter atrevido y a veces malicioso. Pero haba de reconocer que en esta ocasin no eran del todoinjustificadas sus burlas.

    Si en este punto hubiese abandonado el tratamiento psquico de la enferma, el caso de Isabel de R.hubiera carecido de toda significacin para la teora de la histeria. Pero lejos de esto, continu mianlisis, animado por la firme conviccin de que en capas ms profundas de la consciencia habamos dehallar las circunstancias que haban presidido la motivacin y la determinacin del sntoma histrico.Por tanto, decid plantear directamente a la consciencia ampliada de la enferma la cuestin de cul era

    la impresin psquica a la que se hallaba enlazada la primera aparicin de los dolores de las piernas.

    Para llevar a cabo este propsito haba de sumir a la sujeto en un profundo estado hipntico.Desgraciadamente, todos mis esfuerzos no consiguieron provocar sino aquel mismo estado de conscienciaen el que se hallaba al desarrollar su confesin, yaun hube de darme por satisfecho de que esta vez seabstuviera de recalcarme con expresin de triunfo el mal resultado de mi labor. En tal apuro se meocurri recurrir al procedimiento de aplicar mis manos sobre la frente de la sujeto, procedimiento cuyagnesis relatamos ya en el historial de miss Lucy, y lo puse en prctica con esta nueva enferma,invitndola a comunicarme sin restriccin alguna aquello que surgiera ante su visin interior o cruzara porsu memoria en el momento de hacer yo presin sobre su cabeza. Despus de una larga pausa silenciosay frente a mi insistencia confes la paciente que en dicho momento haba rememorado una tarde en laque un joven conocido suyo la haba acompaado hasta su casa, desde una reunin donde ambos seencontraban, recordando asimismo el dilogo que sostuvieron durante el trayecto y los sentimientos quela dominaban al llegar a su casa y reintegrarse a su puesto junto al lecho de su padre enfermo.

    Esta primera alusin de la sujeto a una persona extraa a su familia me facilitaba el acceso a un nuevo

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    5/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 5

    compartimiento de su vida anmica, cuyo contenido fui sacando a luz poco a poco. Tratbase ya de algoms secreto, pues, fuera de una amiga comn, nadie conoca de sus labios sus relaciones con el referido

    joven, hijo de una familia a la que trataban desde muy antiguo por residir en un lugar muy cercano a lafinca que habitaron antes de trasladarse a Viena, ni tampoco las esperanzas que en tales relacioneshaba fundado. Este joven, tempranamente hurfano, haba tomado gran afecto al padre de Isabel,erigindole en gua y consejero suyo, afecto que despus fue extendindose a la parte femenina de lafamilia. Numerosos recuerdos de lecturas comunes, de conversaciones ntimas y de ciertasmanifestaciones del joven, que le haban sido luego repetidas, fueron llevndola a la conviccin de que lacomprenda y la amaba y de que el matrimonio con l no le impondra aquellos sacrificios que de una taldecisin tema. Desgraciadamente, era el joven muy poco mayor que ella y se hallaba an por aquellapoca muy lejos de poseer la independencia necesaria para tomar estado, pero Isabel haba decididoesperarle.

    La grave enfermedad de su padre y su constante permanencia junto a l hicieron que cesaran casi deverse. La noche cuyo recuerdo acudi primero a su memoria constitua el momento en que sussentimientos con respecto al joven alcanzaron su mxima intensidad. Sin embargo, tampoco aquellatarde hubo explicacin alguna entre ellos. Ante las repetidas instancias de toda su familia, e incluso desu mismo padre, haba accedido Isabel a abandonar en aquella ocasin su puesto de enfermera paraasistir a una reunin en la que esperaba encontrar al joven. Luego quiso retirarse temprano, pero lerogaron que permaneciese algn tiempo, y ella se dej convencer al prometerle el joven que laacompaara despus hasta su casa. Durante este trayecto sinti con mayor intensidad que nunca suamorosa inclinacin pero al llegar a su casa, radiante de felicidad, encontr peor a su padre, y se dirigilos ms duros reproches por haber dedicado tan largo rato a su propio placer. Fue sta la ltima vez queabandon a su padre toda una tarde, y slo muy raras veces vio ya a su enamorado. Despus de lamuerte del padre, pareci aqulmantenerse alejado, por respeto al dolor de Isabel. Luego, la vida lecondujo por otros caminos, y nuestra herona hubo de ir acostumbrndose poco a poco a la idea de queel inters que por ella senta haba sido borrado por otros sentimientos. Este fracaso de su primer amorle dola an siempre que acuda a su pensamiento.

    En estas circunstancia y en la escena antes relatada habamos, pues, de buscar la motivacin de losprimeros dolores histricos. El contraste entre la felicidad que la embargaba al llegar a su casa y elestado en que encontr a su padre dieron origen a un conflicto, o sea, a un caso de incompatibilidad. Elresultado de este conflicto fue que la representacin ertica qued expulsada de la asociacin, y alafecto concomitante, utilizado para intensificar o renovar un dolor psquico dado simultneamente (o conescasa anterioridad). Tratbase, pues, del mecanismo de una conversin encaminada a la defensa.

    Surgen aqu numerosas observaciones. He de hacer resaltar el hecho de que no me fue posibledemostrar, acudiendo a la memoria de la sujeto, que la conversin tuviera efecto en el momento deregresar a su casa. En consecuencia, busqu otros sucesos anlogos acaecidos durante la enfermedad delpadre, e hice emerger una serie de escenas entre las cuales sobresala, por su frecuencia, la de haberandado con los pies desnudos sobre el fro suelo al acudir precipitadamente por la noche a una llamadade su padre. Como la enferma no se quejaba tan slo de dolores en las piernas, sino tambin de unadesagradable sensacin de fro, hube de inclinarme a atribuir a estos sucesos cierta significacin. Pero nosindome tampoco posible descubrir entre ellos una escena que pudiera integrar la conversin, pensaba

    ya en admitir la existencia de una laguna en el esclarecimiento del caso, cuando reflexion que losdolores histricos en las piernas no haban surgido an en la poca en que la sujeto asista a su padre.Su memoria no atestiguaba con relacin a dicha poca ms que de un nico ataque de dolores, que slodur pocos das, y del que nadie, ni la misma enferma, hizo gran caso. Mi labor investigadora recayentonces sobre esta primera aparicin de los dolores y consigui intensificar el recuerdo correspondiente,manifestando la sujeto que por aquellos das fue a visitarlas un lejano pariente, al que no pudo recibirpor hallarse en cama circunstancia que se repiti cuando dos aos despus les hizo el mismo individuouna nueva visita. Pero la busca de un motivo psquico de tales primeros dolores fracas por completocuantas veces la emprendimos. De este modo cre poder admitir que dichos primeros dolores habanaparecido realmente sin causa psquica ninguna

    EPICRISIS

    No siempre he sido exclusivamente psicoterapeuta. Por el contrario, he practicado al principio, como

    otros neurlogos, el diagnstico local y las reacciones elctricas, y a m mismo me causa singularimpresin el comprobar que mis historiales clnicos carecen, por decirlo as, del severo sello cientfico, ypresentan ms bien un aspecto literario. Pero me consuelo pensando que este resultado depende porcompleto de la naturaleza del objeto y no de mis preferencias personales. El diagnstico local y lasreacciones elctricas carecen de toda eficacia en la histeria, mientras que una detallada exposicin de losprocesos psquicos, tal y como estamos habituados a hallarlas en la literatura, me permite llegar, pormedio de contadas frmulas psicolgicas, a cierto conocimiento del origen de una histeria. Taleshistoriales clnicos deben ser juzgados como los de la Psiquiatra, pero presentan con respecto a stos laventaja de descubrirnos la ntima relacin dada entre la historia de la enferma y los sntomas en loscuales se exterioriza, relacin que buscamos intilmente en las biografas de otras psicosis.

    He procurado entretejer en el historial de la curacin de Isabel de R. todas las aclaraciones que poda darsobre su caso pero quiz no sea del todo superfluo repetir aqu, enlazndolas, las ms esenciales. En ladescripcin del carcter de la sujeto hicimos ya resaltar ciertos rasgos, que retornan en muchoshistricos, sin que en modo alguno podamos atribuirlos a una degeneracin.As, sus amplias dotes intelectuales, su ambicin, su fina sensibilidad moral, su extraordinaria necesidad

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    6/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 6

    de cario, que encuentra al principio satisfaccin en el seno de la familia, y su independencia, msintensa de lo que corresponda a su naturaleza femenina y manifestada en su tenacidad, su combatividady su repugnancia a comunicar a nadie sus asuntos ntimos. Segn me comunic mi colega, no haba quepensar en tara hereditaria ninguna, pues tanto la familia paterna como la materna carecan deantecedentes patolgicos. nicamente la madre haba padecido durante largos aos una depresinneurtica, cuya investigacin no se llev a cabo pero tanto el padre como las dems hermanas y losrestantes individuos de la familia eran personas equilibradas, nada nerviosas. Tampoco haba habidoentre los ms prximos parientes caso ninguno de neuropsicosis.

    Sobre esta naturaleza actuaron luego dolorosas conmocionesanmicas, y antes de nada la influenciadebilitante de una prolongada asistencia al padre enfermo.El hecho comprobado de que la asistencia a un enfermo desempea un importantsimo papel en la

    prehistoria de las afecciones histricas no tiene nada de singular. Gran parte de los factores que puedenactuar en tal sentido salta en seguida a la vista. As, la perturbacin del equilibrio fsico por lainterrupcin del reposo, la negligencia de los habituales cuidados personales y los efectos de unaconstante preocupacin sobre las funciones vegetativas. Pero el factor esencial es, a mi juicio, muy otro.La persona cuyo pensamiento se halla absorbido durante meses enteros por los mil y un cuidados queimpone la asistencia a un enfermo se habita, en primer lugar, a reprimir todas las manifestaciones desu propia emocin, y en segundo, aparta su atencin de todas sus impresiones personales, pues le faltantiempo y energas para atender a ellas. De este modo almacena el enfermero una multitud deimpresiones susceptibles de afecto apenas claramente percibidas y, desde luego, no debilitadas mediantela derivacin por reaccin crendose as el material de una histeria de retencin. Si el enfermo sana,queda todo este material desvalorizado pero si muere, sobreviene un perodo de tristeza y luto, duranteel cual slo aquello que se relaciona con el desaparecido posee un valor para el superviviente. Entoncesllega la hora de las impresiones retenidas, que esperan una derivacin, y despus de un intervalo deagotamiento surge la histeria, cuya semilla qued sembrada durante la poca de asistencia al enfermo.

    Este mismo hecho de la derivacin ulterior de los traumas acumulados durante la permanencia a la

    cabecera del enfermo se nos presenta tambin en aquellos casos que no nos dan una total impresinpatolgica, pero en los que se transparenta, sin embargo, el mecanismo de la histeria. As, conozco auna seora muy inteligente afecta de ligeros trastornos nerviosos, cuya personalidad presenta todos loscaracteres de la histeria, aunque jams haya tenido que recurrir a los mdicos ni interrumpir sus tareas.Esta mujer ha asistido ya en su ltima enfermedad a tres o cuatro personas queridas llegando con cadauna de ellas al ms completo agotamiento, pero sin enfermar despus. Ahora bien: al poco tiempo de lamuerte del enfermo comienza en ella la labor de reproduccin, que desarrolla nuevamente ante sus ojostodas las escenas de la enfermedad y el fallecimiento. Cada da vive de nuevo una de tales impresiones,la llora y se consuela -podramos decir- en sus ocios. Esta derivacin se desarrolla paralelamente a suslabores del da, sin que ambas actividades se confundan o perturben entre s. De este modo va viviendode nuevo y derivando por orden cronolgico todas sus impresiones retenidas. Lo que no s es si la labormnmica de un da coincide exactamente con un da completo del pasado. Supongo que esto dependerde los momentos de ocio que le dejan sus tareas de ama de casa.

    Adems de estas lgrimas tardas, que se enlazan despus de un corto intervalo a la muerte de lapersona querida, guarda esta seora todos los aniversarios de sus diversas desgracias familiares,

    aniversarios en los cuales su viva reproduccin visual y sus manifestaciones afectivas coincidenexactamente conla fecha de la desgracia. De este modo, un da que la encontr llorando amargamente,le pregunt qu le ocurra y obtuve la siguiente respuesta: A m, nada. Pero en tal da como hoy fuecuando el mdico nos dio a entender que no haba ya esperanza ninguna. Por entonces no tuve tiempode Llorar. Se refera a la ltima enfermedad de su marido, muerto haca tres aos. Hubiera sidointeresante averiguar si en estos aniversarios repeta siempre las mismas escenas o si, como yosospecho en inters de mi teora, se le ofrecan cada vez para ser derivados por reaccin distintosdetalles. Pero no fue posible obtener dato alguno seguro sobre este extremo, pues la sujeto, tanprudente como fuerte, se avergonzaba de la violencia con la que actuaban sobre ella los recuerdos.

    Pero como ya indicamos antes, no es ste un caso de enfermedad. La ulterior derivacin por reaccinque en l se desarrolla no constituye, a pesar de todo, un proceso histrico. Se nos plantea aqu elproblema de por qu, despus de una penosa poca de asistencia a un enfermo, surge la histeria en unosindividuos y en otros no. De la disposicin personal no puede ciertamente depender esta diferencia, puesen esta paciente era muy amplia tal disposicin.Pero volvamos a Isabel de R. Su primer sntoma histrico, constituido por un intenso dolor en una zona

    determinada del muslo derecho, surgi durante la enfermedad de su padre. El anlisis nos revelclaramente el mecanismo de este sntoma. Era un momento en el que el crculo de representacionescorrespondientes a sus deberes filiales entr en conflicto con el contenido de sus deseos erticos. Lasujeto se decidi por los primeros, reprochndose duramente haberlos abandonado por algunas horas, yse cre, al obrar as, el dolor histrico. Conforme a la teora de la conversin de la histeria,describiramos el proceso diciendo que la sujeto expuls de su consciencia la representacin ertica ytransform su magnitud de afecto en sensaciones somticas dolorosas. Lo que no sabemos a punto fijoes si este primer conflicto surgi en el nimo de la paciente una sola vez o, como creemos msprobable, en ocasiones repetidas. Aos despus volvi a encontrarse ante un conflicto anlogo -aunquede mayor importancia moral y ms claramente revelado por el anlisis-, conflicto que produjo laintensificacin de los mismos dolores y su extensin ms all de la zona primitiva. Tratbase otra vez deun crculo de representaciones de carcter ertico, que haba entrado en conflicto con todas susrepresentaciones morales, pues la inclinacin amorosa recaa sobre su cuado, y tanto en vida de suhermana como despus de su muerte, no poda serle grato el pensamiento de desear precisamente elamor de aquel hombre. De este conflicto, que constituye el ndulo del caso, nos da el anlisis amplianoticia. La inclinacin de la sujeto hacia su cuado, latente desde sus primeras entrevistas, se desarroll

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    7/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 7

    luego favorecida por el agotamiento fsico resultante de la asistencia que hubo Isabel de prestar a sumadre en su enfermedad a la vista y por el agotamiento moral consiguiente a sus repetidos desengaos.Por esta poca comenz tambin a fundirse la interior dureza de Isabel hasta llevarla a confesarse quenecesitaba el amor de un hombre. Durante suestancia en el balneario, donde la familia pas reunidaparte del verano y se hall la sujeto en trato constante con su cuado, llegaron sus amorosos deseos, ysimultneamente sus dolores, a su mximo desarrollo. Con referencia a este mismo perodo, testimoniael anlisis de un particular estado psquico de la enferma, que, agregado a la inclinacin amorosa y a losdolores, nos parece facilitar una explicacin del proceso conforme a los principios de la teora de laconversin.

    He de sentar, en efecto, la afirmacin de que, no obstante la intensidad de su amorosa inclinacin haciasu cuado, no tena Isabel en esta poca clara consciencia de ella, salvo en muy contadas ocasiones, y

    entonces por brevsimos instantes. De otro modo se hubiera percatado de la contradiccin existente entretal sentimiento y sus ideas morales y hubiera experimentado tormentos espirituales anlogos a los quepas despus de nuestro anlisis. Como su memoria no integraba huella mnmica alguna de talessufrimientos anmicos, hemos de deducir que tampoco lleg a darse clara cuenta de su inclinacin. Tantoen esta poca como todava en la del anlisis, el amor de su cuado se hallaba enquistado en suconsciencia de manera de un cuerpo extrao, sin haber entrado en relacin alguna con el resto de su vidamental. As, pues, el estado de la sujeto con respecto a dicho amor era el de conocerlo e ignorarlo almismo tiempo, estado caracterstico siempre que se trata de un grupo psquico separado. A l nosreferimos exclusivamente al decir que Isabel no tena clara consciencia de sus sentimientos amorososesto es, no queremos indicar en tales trminos una cualidad inferior a un grado menor de consciencia,sino una exclusin del libre comercio mental asociativo con el restante acervo de representaciones.

    Pero cmo poda suceder que un grupo de representaciones tan intensamente acentuado se mantuvieraen un tal aislamiento, cuando en general el papel que una representacin desempea en la asociacincrece paralelamente a su magnitud afectiva?Podremos dar respuesta a esta interrogacin teniendo en cuenta dos hechos perfectamente comprobados

    en el anlisis: 1 Que los dolores histricos surgieron simultneamente a la constitucin del grupopsquico separado. 2 Que la enferma opuso extraordinaria resistencia a la tentativa de establecer laasociacin entre el grupo psquico separado y el contenido restante de la consciencia y experiment unintenssimo dolor psquico cuando tal asociacin qued llevada a efecto. Nuestra concepcin de la histeriaenlaza estos dos momentos al hecho de la disociacin de la consciencia, afirmando que el primerointegra su motivo y el segundo, su mecanismo. El motivo fue la defensa del yo contra dicho grupo derepresentaciones, incompatible con l, y el mecanismo de la conversin, por el cual, en lugar de lossufrimientos anmicos que la sujeto se haba ahorrado, aparecieron dolores fsicos, inicindose as unatransformacin cuyo resultado positivo fue que la paciente eludi un insoportable estado psquico, si biena costa de una anomala psquica, la disociacin de la consciencia, y de un padecimiento fsico, losdolores que constituyeron el punto de partida de una astasiaabasia.

    No me es posible indicar ciertamente cmo el sujeto establece en s mismo tal conversin. Desde luegono se trata de un acto voluntario intencionadamente realizado, sino ms bien de un proceso que sedesarrolla en el individuo bajo el impulso del motivo de la defensa cuando su organizacin es susceptiblede ello o experimenta en dichos momentos una modificacin en tal sentido.

    Podr preguntrsenos ahora qu es lo que se convierte aqu en dolor fsico, a lo cual responderemosprudentemente: algo que hubiera podido y debido llegar a ser dolor psquico. Y si queremos arriesgarnosms e intentar una especie de exposicin algebraica de la mecnica de las representaciones,adscribiremos al complejo de representaciones de la inclinacin relegada a lo inconsciente ciertomontante de afecto, y consideraremos esta magnitud como el objeto de la conversin. Consecuenciadirecta de esta concepcin sera que el amor inconsciente habra perdido con dicha conversin granparte de su intensidad, quedando reducido a una representacin harto dbil, debilitacin que habra hechoposible su existencia como grupo psquico separado. De todos modos, no es este caso de los msapropiados para esclarecer tan espinosa y complicada materia, pues corresponde muy probablemente auna conversin incompleta. Hay, en efecto, otros casos en los que resulta ms fcil hacer ver queexisten conversiones totales y que en ellas ha sido expulsada o reprimida la representacin intolerable,como slo puede serlo una representacin poco intensa, asegurando los enfermos, despus deestablecido el enlace asociativo, que desde la aparicin del sntoma histrico no volvi su pensamiento aocuparse de la representacin intolerable.

    He afirmado antes que Isabel de R. tena consciencia en algunas ocasiones, aunque slo muy

    fugitivamente, de su amor hacia su cuado. Uno de tales momentos fue, por ejemplo, cuando ante ellecho mortuorio de su hermana atraves por su imaginacin la idea de que su cuado poda ya hacerla sumujer. Estos momentos presentan considerable importancia para la concepcin de toda la neurosis de lasujeto. Creo, en efecto, que para diagnosticar un caso de histeria de defensa (Abwehrhysterie) esnecesario que haya existido, por lo menos, uno. La consciencia no sabe con anticipacin cundo surgiruna representacin intolerable, y esta representacin, que luego es reprimida con todas susramificaciones y forma as un grupo psquico separado, tiene que haber existido antes en el pensamientoconsciente, pues si no, no hubiese surgido el conflicto que trajo consigo su exclusin. As, pues, sonprecisamente tales momentos los que hemos de considerar como traumticos. En ellos tiene efecto laconversin, de la cual resulta la disociacin de la consciencia y el sntoma histrico. En el caso de Isabelde R. fueron varios los momentos de esta ndole (el paseo, la meditacin matinal, el bao, la llegadaante el lecho mortuorio de la hermana), e incluso durante el mismo tratamiento debieron de surgir otrosms. La multiplicidad de tales momentos traumticos depende de la repeticin de sucesos anlogos alque introdujo por vez primera la representacin intolerable, sucesos que llevan al grupo psquicoseparado nueva excitacin y anulan as pasajeramente el resultado de la conversin. El yo se ve obligadoa ocuparse deesta representacin repentinamente surgida y a restablecer por medio de una nueva

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    8/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 8

    conversin el estado anterior. Isabel, en constante trato con su cuado, se hallaba especialmenteexpuesta a nuevos traumas. Un caso cuya historia traumtica hubiese quedado ya cerrada en el pasado,me hubiera sido ms conveniente para esta exposicin.

    Pasamos ahora a tratar de un extremo que ya apuntamos antes como una las dificultades opuestas a lacomprensin de este estado patolgico. Fundndose en el anlisis supuse que haba tenido efecto unaprimera conversin cuando, al hallarse la sujeto dedicada a asistir a su padre, entraron en conflicto susdeberes filiales con sus deberes erticos, y admit que este proceso haba constituido el modelo de aquelotro que se desarroll en el pequeo balneario alpino y produjo la explosin de la enfermedad. Pero delos relatos de la enferma result que durante la enfermedad de su padre y en la poca inmediatamenteposterior, o sea durante aquel espacio de tiempo que calificamos de primer perodo, no haba padecidodolores en las piernas ni experimentado dificultad alguna de la deambulacin. Slo poco antes de la

    muerte del padre se haba visto obligada a guardar cama algunos das, a causa de fuertes dolores en lospies, pero es muy dudoso que este ataque correspondiera ya a la histeria. El anlisis no nos descubrirelacin causal alguna entre estos primeros dolores y una impresin psquica cualquiera. Lo ms probablees que se tratara de simples dolores musculares de naturaleza reumtica. Pero, aun queriendo admitirque este primer ataque de dolores fuera el resultado de una conversin histrica consiguiente a larepulsa de sus pensamientos erticos de entonces, siempre quedara el hecho de que los doloresdesaparecieron a los pocos das, de manera que la enferma se habra conducido en la realidad muydiferentemente a como pareca mostrar en el anlisis. Durante la reproduccin de las reminiscenciascorrespondientes al primer perodo, acompaaba sus relatos sobre la enfermedad del padre, lasimpresiones de su trato con su primer cuado, etc., con manifestaciones de dolor, siendo as que lapoca en que vivi tales sucesos no padeci dolores ningunos. No constituye, acaso, esta circunstanciauna contradiccin muy apropiada para disminuir nuestra confianza en el valor aclaratorio de tal anlisis?

    Por mi parte, creo posible desvanecer dicha contradiccin aceptando que los dolores -el producto de laconversin- no surgieron cuando la enferma viva las impresiones del primer perodo, sino ulteriormenteesto es, en el segundo perodo, cuando la sujeto reproduca en su pensamiento dichas impresiones. La

    conversin no habra tenido, pues, efecto con ocasin de las impresiones mismas, sino de su recuerdo.Llego incluso a creer que tal proceso no es nada raro en la histeria y participa regularmente en la gnesisde sntomas histricos. En apoyo de estas afirmaciones, expondr algunos resultados de mi experienciaanaltica.

    En una ocasin me sucedi que durante el tratamiento analtico de una paciente histrica present staun nuevo sntoma, circunstancia que me ofreci la oportunidad de emprender la supresin de un sntomaya desde el da siguiente a suaparicin. Incluir aqu la historia de esta enferma en sus rasgosesenciales historia bastante sencilla, pero no por eso menos interesante:La seorita Rosala H., de veintitrs aos, que desde algunos atrs vena estudiando canto con el fin dededicarse a este arte, se quejaba de que su voz, muy bella, por cierto, no le obedeca en determinadostonos, sintiendo entonces una especie de opresin en la garganta. Por este motivo, no le haba permitidoan su maestro salir a escena. Dado que slo los tonos medios presentaban tal imperfeccin, no podasta atribuirse a un defecto del rgano vocal. Unas veces todo iba bien y el maestro se mostrabasatisfecho y esperanzado pero en seguida, a la menor excitacin de la sujeto, e incluso sin causa ningunaaparente, surga la opresin impidiendo la libre emisin de la voz. No era difcil reconocer en esta

    perturbadora sensacin una conversin histrica. Lo que no pude comprobar es si realmente se producauna contractura de las cuerdas vocales. En el anlisis hipntico me revel las circunstancias personalesque siguen, y con ellas, las causas de sus padecimientos: Hurfana desde muy nia, fue recogida poruna ta suya, cargada de hijos, y entr de este modo a formar parte de un hogar nada dichoso. El maridode su ta, hombre de personalidad claramente patolgica, trataba con rudeza y grosera a su mujer y asus hijos, y persegua con fines sexuales a todas las criadas que en la casa entraban, intemperancia quese iba haciendo cada vez ms repugnante conforme los nios eran mayores. Al morir la ta, se constituyRosala en protectora de los infelices nios, tom con todo empeo su defensa contra el padre y afrontvalerosamente todos los conflictos que esta actitud suya hizo surgir, teniendo que reprimir de continuo ycon gran esfuerzo sus impulsos de manifestar a su to todo el odio y el desprecio que le inspiraba. Poresta poca comenz ya a sentir opresin en la garganta. Todas las veces que se vea obligada areprimirse para no dar a su to una merecida respuesta o para permanecer serena ante una indignaacusacin, experimentaba un fuerte cosquilleo en la garganta, opresin y afona esto es, todas aquellassensaciones localizadas en la glotis y la laringe, que luego la perturbaban al cantar. En esta situacin, noes extrao que buscase una posibilidad de hacerse independiente para salir de aquella casa. Un honradoprofesor de canto se encarg desinteresadamente de ella, despus de asegurarle que posea condiciones

    para este arte pero la circunstancia de haber acudido repetidas veces a dar clase sintiendo an laopresin de garganta provocada por una reciente escena con el to, estableci un enlace entre el canto yla parestesia histrica, enlace iniciado ya por la sensacin orgnica propia del cantar. El aparato del cualdeba disponer libremente la sujeto al cantar apareca perturbado por restos de inervaciones, despus delas penosas escenas domsticas en las que Rosala se haba visto obligada a reprimir su excitacin.Posteriormente haba abandonado el hogar de su to, trasladndose a una ciudad extranjera, con el fin depermanecer lejos de su familia pero esta decisin no le haba procurado alivio ninguno. Fuera delreseado sntoma histrico, no presentaba la bella y comprensiva muchacha otro ninguno.

    Durante el tratamiento me esforc en resolver esta histeria de retencin por medio de la reproduccinde todas las impresiones excitantes y de la derivacin ulterior por reaccin. As, dej que la pacienteexteriorizara toda su indignacin contra su to, relatando sus enormidades, insultndole, etc. Estetratamiento le hizo mucho bien pero, por desgracia, las circunstancias en que viva por entoncestampoco eran muy favorables. Rosala no tena suerte con sus parientes. Al venir a Viena se habaalojado en casa de otro to suyo, que la acogi gustoso, pero provocando con ello el desagrado de sumujer, la cual, suponiendo excesivamente interesado a su marido por Rosala, se encarg de amargar a

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    9/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6c4.htm 9

    sta su estancia en nuestra capital. En su juventud haba tenido que renunciar a sus inclinacionesartsticas y envidiaba ahora a su sobrina, no obstante constarle que si sta trataba de dedicarse al arteno era tan slo por vocacin, sino por la necesidad de hacerse independiente. De este modo seencontraba Rosala tan cohibida en la casa, que no se atreva a cantar ni a tocar el piano cuando su tapoda orla, y evitaba cuidadosamente lucir sus habilidades ante su to, hermano de su madre, y en loslinderos ya de la vejez, si no era en ausencia de la celosa mujer.

    Result, por tanto, que mientras yo me esforzaba en anular las huellas de antiguas impresiones, estaviolenta situacin de la sujeto con sus huspedes haca surgir otras que acabaron por perturbar mitratamiento e interrumpieron prematuramente la cura.Un da acudi la paciente a mi consulta presentando un nuevo sntoma surgido apenas veinticuatro horasantes. Se quejaba de un desagradable cosquilleo en las puntas de los dedos, que la atacaba, desde el da

    anterior, cada dos horas, obligndola a hacer rpidos movimientos con las manos. No haba yopresenciado ninguno de esos ataques, pues si no, hubiera adivinado su causa slo con ver dichosmovimientos pero emprend en el acto el anlisis hipntico encaminado a descubrir los fundamentos delnuevo sntoma (o, en realidad, del pequeo ataque histrico). Dado que su existencia era an tan corta,esperaba conseguir rpidamente su aclaracin y solucin. Para mi sorpresa, reprodujo la paciente -sinvacilacin ninguna y en orden cronolgico- toda una serie de escenas procedentes las primeras de suinfancia, que tenan como elemento comn el de haber sufrido sin protestar ni defenderse una injusticia,habiendo podido sentir en ellas, por tanto, el hormigueo en los dedos, como traduccin fsica del impulsode defensa. Por ejemplo, una vez que en el colegio tuvo que extender la mano ante el profesor pararecibir un palmetazo. Pero, en general, se trataba de sucesos nimios a los que poda negarse categorapara intervenir en la etiologa de un sntoma histrico. No as, en cambio, a una escena que aadidespus, procedente de sus primeros aos de adolescencia. Su perverso to, que padeca de reuma, lehaba mandado darle unas friegas en la espalda, sin que ella se atreviese a negarse pero de repente serevolvi en la cama, arrojando la colcha, e intent atraerla a s. Rosala ech a correr y se encerr en sucuarto. Se vea que no recordaba con gusto tal suceso, y no quiso tampoco manifestar si al arrojar suto, de repente, la colcha le haba mostrado alguna desnudez. El hormigueo que ahora senta en los

    dedos podaexplicarse por el impulso experimentado y reprimido en aquella ocasin de castigar de obra asu to, o simplemente por el hecho de haber estado dndole friegas cuando la agredi. Slo despus derelatarme esta escena comenz a hablarme de la que hubo de desarrollarse el da anterior y acontinuacin de la cual haba aparecido el hormigueo en los dedos, como smbolo mnmico. Su otro to,aquel con el cual viva ahora, le haba pedido que le cantase algo. Rosala se sent al piano, creyendoausente a su ta pero, de repente, la sinti venir, y con rpido movimiento cerr la tapa del instrumentoy alej de s el libro de msica. No es difcil adivinar qu recuerdo surgi en ella y cul fue elpensamiento que en aquel instante reprimi seguramente la indignada protesta contra la injusta sospechaque la hubiera impulsado a abandonar aquella casa, si el tratamiento no le obligase a permanecer enViena, donde no tena otro sitio en el cual hospedarse. Durante la reproduccin de esta escena en elanlisis, repiti el movimiento de los dedos, y pude observar que era como el de quien rechaza de s -real o figuradamente- un objeto o una imputacin.

    La sujeto afirmaba con toda seguridad que aquel sntoma no se le haba presentado jams antes, nisiquiera con ocasin de la escena primeramente relatada. Habamos, pues, de admitir que el suceso delda anterior haba despertado el recuerdo de otros anlogos, constituyndose luego un smbolo mnmico,

    valedero para todo este grupo de recuerdos. La conversin haba recado, pues, tanto sobre el afectoreciente como sobre el recordado.Reflexionando detenidamente sobre este proceso, nos vemos obligados a reconocer que no constituyeuna excepcin, sino la regla general en la gnesis de los sntomas histricos. Al investigar ladeterminacin de tales estados, he encontrado, casi siempre, un grupo de motivos traumticos anlogosy no un solo motivo aislado (cf. el historial de Emmy de N.), sindome posible comprobar, en algunosde estos casos, que el sntoma correspondiente haba surgido despus del primer trauma, desapareciendoa poco, hasta que otro trauma ulterior lo hizo emerger de nuevo, estabilizndolo. Entre esta aparicintemporal y la conservacin latente despus de los primeros motivos, no existe, en realidad, ningunadiferencia esencial, y en una gran mayora de casos result que los primeros traumas no dejaron tras des ningn sntoma, mientras que un trauma ulterior del mismo gnero hubo de provocar un sntoma, paracuya gnesis era, sin embargo, imprescindible la colaboracin de los motivos anteriores, y cuya solucinexiga tener en cuenta todos los existentes. Traduciendo el lenguaje de la teora de la conversin estehecho innegable de la suma de los traumas y de la latencia inicial de los sntomas, diremos que laconversin puede recaer tanto sobre el afecto reciente como sobre el recordado, y esta hiptesis resuelvela contradiccin aparentemente dada en el caso de Isabel de R. entre el historial patolgico y el anlisis.

    Es un hecho probado que los individuos sanos soportan en gran medida la perduracin de su conscienciade representaciones cargadas de afecto no derivado. La afirmacin que antes he defendido se limita aaproximar la conducta de los histricos a la de los sanos. Todo depende de un factor cuantitativo estoes,del grado de tensin afectiva que una organizacin puede soportar. Tambin el histrico puedemantener sin derivar cierto montante de afecto pero si este montante crece en ocasiones anlogas a lasque lo hicieron surgir, hasta superar la medida que el individuo es capaz de soportar, queda dado elimpulso para la conversin. No es, por tanto, ninguna arriesgada hiptesis, sino casi un postulado el quela formacin de sntomas histricos puede tener tambin afecto sobre la base de afectos recordados.

    Me he ocupado, hasta aqu, del motivo y del mecanismo de este caso de histeria. Qudame por aclararla determinacin del sntoma histrico. En efecto, por qu fueron los dolores en las piernas los queprecisamente se arrogaron la representacin del dolor psquico? Las circunstancias del caso indican queeste dolor somtico no fue creado por la neurosis, sino simplemente utilizado, intensificado y conservadopor ella. He de hacer constar que en la inmensa mayora de los casos de dolores histricos por mexaminados.

  • 7/25/2019 Estudios Sobre La Histeria Caso Elizabeth Von r

    10/10

    3/2/2016 ESTUDIOS SOBRE LA HISTERIA

    htt // l l / i l i /f d/6 4 ht 10

    Siguiente

    INDICE

    http://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/index.htmhttp://www.elalmanaque.com/psicologia/freud/6d.htm