Estudios de lambayeque: mitos y leyendas

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El Coordinador General de Conglomerado Cultural nos presenta dos estudios sobre la narración lambayecana

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Narraciones orales de Lambayeque 2011

1 Blog: Literatura y Tradición Lambayecana http://literaturalambayecana-rogelio.blogspot.com/ Rogelio Vilcherrez Chozo [email protected]

LOS APARECIDOS EN LA NARRATIVA LAMBAYECANA

Por: Nicolás Hidrogo Navarro

Coordinador General de Conglomerado Cultural

VIERNES 21 DE MAYO DE 2010

El departamento de Lambayeque en general –Chiclayo-Lambayeque-Ferreñafe- no sólo está

circundante de huacas, osamentas prehispánicas, silbadores, huacos eróticos, conchas espóndilos,

plumas de papagayo, conchitas, chaquiras y mil y un souvenir moches: está poblado

escatológicamente de mitos, leyendas, miedos y temores y un venerable ritual por la muerte y sus

gentiles como sinónimo de castigo, perturbación a los humanos y malignidad. Cada pueblo tiene sus

huacas cual guardián y regulador de sus propias costumbres. Antrológicamente el hombre sabe que

vive entre sus muertos y lejos de huir utiliza sus huacas como invocación, escenario de sus rituales

chamánicos y explicación de sus propios acontecimientos de vida.

Son típicos las leyenda de Naymlap, Aka Fala, Ninamasha y Pachacámac, Cerro de la Vieja, El

Chiroque y la Chilala, La Huaca del oro, El río La Leche, El sol padre de los brujos; los mitos como

del Dios Kom, El origen del Algarrobo, Los cerros Mulato y Chaparrí, El Inkari, etc. Todas estas

manifestaciones orales y escritas expresan la cosmovisión del mundo moche prehispánico y que

sustentaba la aspiración del castigo vengador contra los conquistadores durante la Colonia. Es obvio

suponer que el imaginario social está potentemente influenciado por premoniciones, aparecidos,

fantasmas, duendes, gentiles que no sólo explican y sustentan sus supertensiones, sus fetichismos,

sino que pueblan sus noches de tradición oral. Este fenómeno sociolingüístico se da nítidamente en

la zona rural, donde desde el hogar y la escuela se impregnan la conciencia colectiva de niños y

jóvenes y que migrando a la ciudad en forma de leyenda urbana, metamorfoseada o aderezada con

algunos giros y cambios sintácticos, conceptuales, tropológicos, actanciales y argumentales, pero

conservando su esencialidad, genera una nueva especie enriquecida, con más trabajo en el lenguaje

y con adaptaciones a un nuevo escenario: la urbe.

Los narradores lambayecanos emergentes en el espectro literario, Carlos Muro, Arturo Bravo

Flores, Brander Gonzáles López, Dandy Berrú Cubas, Marcoantonio Paredes Brenis, Joaquín

Huamán Rinza, nutridos de esta tradición mitológica y leyendezca muchik, han efectuado una

metástasis y fusionado sus experiencias citadinas con la tradición oral y se vienen produciendo

cuentos de factura urbana, pero con un precedente rural.

En la leyenda urbana lambayecana el matiz característico que adoptan “los aparecidos” son de a)

Vengadores, porque intentan castigar al malo del cuento b) Asustadores, porque generan conflictos

existenciales a los más débiles del cuento c) Tentadores, porque las aparecidas seducen con su

lascivia y encantos a los hombres infieles y d) Anunciadores, porque sobreavisan acontecimientos

pasados en las dos dimensiones (humana y ultraterrenal), generalmente “recogiendo sus pasos,

visitando a los amigos, familiares o denunciando a sus presuntos asesinos”.

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A) Zoila Gonzáles Rivas

En El anillo codiciado, Zoila vuelca su experiencia de hacedora de literatura infantil y su afán de

trasladar una historia oral de reuniones familiares o de abuelas que cuentan junto al fogón una

leyenda con efecto pedagógico y moralizador, atemorizador y aleccionador: el castigo al

antagonista de la historia, un castigo de ultratumba. Con un lenguaje por un momento monologante,

en otro anecdótico y en otro narracional, acierta en este último al finalizar la historia, pues sale a

lucir el verdadero motivo y rotulado de la historia, después de haberse estancado en un marasmo

farragoso en su disertación externa sobre cosas que distraen la atención de lector.

La capacidad de recuperación del lector, después del velorio inicial, lo hace al final cuando el rufián

de la historia termina muriéndose del propio susto de su presunta víctima. Inicio y final,

concadenantes en un vaso comunicante del previo al descubrimiento de la historia real: del asesino

del anillo. Tres planos vertebran la historia: a) la presentación de la difunda Tomasita las perotas y

los corifeos por la que en vida fue b) la presentación de Delfín con el rufián sospechoso, su perfil

delincuencial y el hurto del anillo c) El increíble encuentro entre victimario y víctima, pasando

finalmente a epifonemear con víctima A-venganza; víctima- B castigado. Una leyenda pedagógica

que no sólo disuade, sino que muestra un pretexto para caracterizar parte de una realidad familiar

del sobreprotegido que termina siendo, todo lo que menos imaginamos, cuando encubrimos y

toleramos sus “inocentes perversiones desde niño”.

B) Alejandro Sullón Juárez

La historia y el argumento perfecto para una feminista, el no usual caso de violencia intrafamiliar,

pero a diferencia de la cultura del satanizado machismo, en Día de miércoles, la víctima termina

siendo el hombre. Tomando como pretexto un mal día, en todo el sentido, familiar, laboral, social,

de pareja, Carlos termina siendo víctima de las circunstancias del sino y de su propia relación de

pareja: víctima de un sistema conyugal y coyunturalmente de un día en que todo le va mal y anuncia

su propia condena al enclaustramiento y esclavización familiar. Narrado con un lenguaje sencillo,

directo y teatral, parece una tragicomedia familiar. Ausente de todo alambicamiento y

descriptivismo, la historia transcurre como una película, donde predominan los diálogos y los

hechos contados gruesamente, sin detallismos, la historia mueve más a una discusión de equidad de

género y a un debate sobre el grado de responsabilidad o culpabilidad en la relación. Verdad y

ficción, casuística y moraleja, los roles invertidos, termina, dejando víctimas pasivas y victimarios –

madre e hija- producto de una cultura de “liberación femenina”, donde todo vale o se justifica si s

cumplen los dictados de la que asume el papel de mando de la casa. Una historia que debería mover

a risa, por el “sacolargo” típico en el argot popular, termina siendo un caso clínico de psicólogos y

sociólogos, cultura, violencia y cruda realidad. El cuento tiene el sabor de una crónica amarga, casi

de un predeterminismo resignado.

La literatura permite contar las pasiones propias y ajenas; los casos y hechos que queremos que

trasciendan, pero también oculta, subrepticia y sublinalmente reclama el mundo posible que

quisiéramos para ahogar nuestra sed de un mundo propio a nuestra medida, ilusa pasión que mueve

a los hacedores de historias y a los que se cobijan en ella en un ficciómano afán de escape de su

propia realidad.

Lambayeque, octubre 22 de 2005

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Nicolás Hidrogo Navarro

Coordinador General Conglomerado Cultural –Lambayeque-Perú

“Estaremos aquí, en Noches de cuento, para ver morir juntos el ocaso de todas las tardes y mirar

emerger a la noche flirtera con su trasero negro y barbado y todos sus fantasmas y ficcionadores

humanos.

I CUENTO LEIDO

EL ANILLO CODICIADO

Por: Zoila Gonzáles Rivas

La dulce Tomasita se ha ido dejando rotos a muchos corazones ¡pobrecita! sus grandes ojos

nacarados se fueron también junto a su tristeza.

¡Qué ironía! en esta final reunión están presentes sus amigos rodeándola acongojados por su

inesperada partida.

Es el momento oportuno para rendirle homenaje como un tributo digno a la lealtad y a su bondad

infinita atesorando con mucho amor sus más hermosos recuerdos en lo más profundo de sus

corazones. Todos quisieran alcanzar aunque sea una flor mas en el ramillete de tristezas

consolidadas en una sola respuesta de amor y gratitud. Un ligero vientecillo nos envuelve de pies a

cabeza con gran generosidad, la piel se nos pone áspera o tersa abruptamente, en una forma difícil

de explicar, solo sé que aun se siente un extraño temblor arremolinándose en todas partes como un

temor ajeno, y luego se apodera de mí haciéndome vibrar hasta roerme los huesos. Nos sentimos

talvez tocados en cuerpo entero por mil pétalos de rosa seguramente marchitos del dolor por haber

sido arrancados de súbito por alguna mano brusca, hostil que arrasó con toda su fuerza

estropeándolo todo con sus diez, veinte …mil dedos a la vez acompasados por una extrañísima

música jamás oída, en un son apresurado si dar tiempo al esplendor y seguimos allí abobados sin

entender nada, ni aun exponiendo los cinco o seis sentidos que tenemos lograremos captar el

lenguaje del silencio anticipado bajo cualquier carátula; es lo indescriptible, aquello que al final del

camino todos los seres vivos del planeta esperamos.

En el aire se percibe, es verídico, nosotros lo sabemos es que aun perdura en el ambiente sus

vibraciones, en un acto de presencia como una ráfaga de luz temeroso; se puede adivinar lo

irrepetible, el timbre de su voz, el porte peculiar y su genial figura ¡Que adorable sería! la vida en

cuerpo y alma con una secuencia de vivencias consientes o etéreas. Dios nos bendice, dicen los

cristianos no importando la pertenencia a que la religión apuntamos en fin todos persiguen lo

mismo y la idealización de una vida eterna; pero ya habíamos conocido la otra verdad desde

nuestros ancestros en la teoría darwinista sobre el origen y evolución.

No seamos injustos quiero ser real con esa visibilidad espontánea con la que respiramos y existimos

sin seguir divagando sincronizadamente debo asegurarme de poner los dos pies firmes sobre la

tierra y proseguiré diciendo que estamos asumiendo una actitud antagonista del tiempo.

¡Ah! Y quién dijera en ese momento crucial de la vida del esfuerzo que prodigo en mi afán por

mantener la calma acerca de mis interrogantes por no pecar de necia con mis cálculos incontrolables

en desmedida sin capacidad lógica de respuestas, pero tampoco me gusta ser conformista hay algo

que queda pendiente en mis costados y se desvanecen inexplicablemente sin ser nunca alcanzados,

todo está cambiando segundo a segundo y por eso mejor me cubro los ojos a dos manos y me

enfrascó en mis limitaciones visibles inmediatas, muy cabales y me veo así talvez tratando de

reconocer entre tantos perfumes de originales flores; su aroma celestial, se puede captar toda la

esencia esparcida en los aires, el haz luminoso, el centelleo caprichoso de su desplazamiento en

todas partes canturriando libre sabe Dios que hermosa sinfonía, dichosa así tan igual que las propias

musas remozando a plenitud y me gustaría decir :pues así quisiera veros ¡Es la verdad! A tí, al él, y

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a todos, sé que es utópico e impreciso, lo abstracto y no es manejable seguir mancillando en lo que

es paradójico. Nos hace pensar en algún hermoso sueño, lo más rescatable que pueda suceder, un

pasaje onírico a lo mejor en donde cuyos divinos personajes pareciesen escapados de un precioso

cuento.

Y en este desazonado juego de pensamientos me siento relegada a los recuerdos confusos entonces

nos la imaginaremos así, toda llena de fulgor allá en los cielos rodeada de ángeles y objetos

espectrales. En este instante veo las agujas del reloj y siguen su curso sin detenerse ni un segundo

más ni un segundo menos y resuelvo en forma instantánea sacudida como por dos palmas al aire y

repito ¡Se ha ido! ¡se ha ido!, hoy dejo de anonizar tu imagen, aquel alma tuya naturalmente

compleja, nuevamente a mi alrededor aparecen las cosas, están allí como tocados por una varita

virtuosa y mágica, creo en la realidad respiro, observo y palpo todo en su conjunto girando en mi

entorno ¡Es lo inverosímil! Estoy un tanto desalentada por el contraste de los destinos que por la

experiencia sé o desconozco en esta travesía desde mi punto exacto y desde que hago uso del

razonamiento y no me conformo con los llamados destinos de cada quién o de nosotros mismos.

Suspiro en el vacío inútil de si, por naturaleza con una impotencia extrema más allá del balance en

donde no encuentro equilibrio de resoluciones para mi tranquilidad y veo por ejemplo en el diván

las últimas mazorcas de maíz amarillando penosamente desde el interior de la tina, talvez seguían

en actitud de espera, añorando de sus laboriosas manos de doña Tomasita con las que solía amansar

las tardes solitarios envuelta en su orgullo amargo, y descontento por el rol que asumió toda su vida

sin hallar recompensas, ahora ya no desgranará nada ni desmadejará las horas abrigando esperanzas,

los maíces resecos están justamente allí ¡imagínense! Esparcidos en una extraña conjunción

inconclusa; la misma suerte corrieron sus gallinas ¿Quién las alimentará mañana?. Hoy estuvieron

correteando alborotadas de un lado para otro sin poder entender acaso ¿Qué podría estar

ocurriendo? Por fin ahora duermen entre las vigorosas ramas de un apacible mastuerzo, cubriendo

por encanto sobre la hermosísima parra, en aquella inclinada y vieja enredadera no había más luz

que el pedregal que la circulaba pero ahora, sin embargo ¡Qué maravilla! sorprendentemente han

cobrado vida, es verdad, nuevos capullos han brotado cuyos alegres colores no conjugan muy bien

con la tristeza de esta tarde gris.

Rosinda salpicada de coraje ha llamado iracunda a su primogénito por toda la casa, pero él no

vendrá pareciera que la tierra se lo hubiera tragado de un solo bocado, ¿Qué pensamientos fluirán

por la mente de este hombrecito? ¿Tendrá conciencia o emociones?. Este pobre de espíritu…

¡miserable! ¡Alma de roca! ¡Descorazonado!. Si es él, quién debería estar aquí hoy mismo inclinado

a sus pies humillado, suplicándole el perdón hasta el cansancio ¡pero no! Y por su actitud

desvergonzada merece el castigo ¡Basta ya de escudriñarlo!. Deberían fuetearlo, no creo que exista

el perdón para este hijo de los vientos encontrados, debería acrisolarse sin más ni menos ¡Por Dios

Santo! alguien debería redimir a nuestro pueblo de este salvaje y si no fuese así, ¡lo juro! será mi

mano derecha tan cruel y despiadada la que caerá sobre su frente como una devastadora tormenta.

Hace falta alguien para iniciar el rezo ¡Delfín! ¡Delfín! llamaron las voces hasta desgañitarse pero él

no vendrá; todos se reúnen exhaustos de dolor para elevar una plegaria al cielo mientras el incienso

se va consumiendo poco a poco junto con la ingrata tarde. Rosinda durante la noche no puede

conciliar el sueño, se siente abatida y muy consternada por el cruel desenlace, rodeada de luces,

humus y rostros empalidecidos no puede soportar más e irrumpe en llanto “Es la negra tonderona”,

así la llamaba su amiga e incomparable comadrita desde el día en que se conocieron, su voz

perspicua jamás volverá a escuchar susurrándole al oído hasta marearla de recomendaciones y

cuidados.

Por todo ello y a pesar del tiempo nunca olvidaría a doña Tomasita estaría por siempre agradecida

recordándola; se fue sin poder tener la oportunidad de agradecerle, sin haber saldado aquella deuda

de gratitud cuyo valor no tiene precio ni nombre como cuando cuidó amorosamente a su Delfincito

desde cuando este era casi un bebé, ella que siempre se moría de ganas por querer apapuchar al niño

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con toda franqueza y el vigor de sus mejores años que no hizo nunca un solo reproche al

encomendado.

Y porqué tendría que ser así Delfín nos preguntaríamos todos los que conocimos de su vida

desbarajustosa, no se si era digno de repudio o de tenerle compasión ¡Tan pero tan descorazonado!.

Si de chiquito le pusieron el agua bendita justo en su mollerita cuando llegó el día de San Pedro y

San Pablo. ¡Ah! Y el curita Samuel tan lleno de bondad le echó la bendición con todito su corazón

para que sea un hijo de Dios al igual que los demás parroquianos.

Esa viejita buena y sensata, ella que tanto lo quería, decía siempre muy alborozada, este hombrecito

lindo gordacho, cuando sea grande será mi bastón y lo llenaba de besos al ahijadito, suspiraba de

contenta cuando acunaba entre sus brazos a esa robusta criaturita talvez volcando todos sus

esperanzas en él, por ese hijo que jamás llegó a tener y juró cuidarlo y protegerlo como a nadie en el

mundo, hoy, mañana y siempre, nunca imaginó, ¡ni pensarlo! que con el tiempo se convertiría en un

hosco hombre sin entrañas, malo de malos, el más diablo de todos los diablos. Yo diría que cuando

él nació, en vez de traerlo al mundo tan solo su madre, pues a lo mejor vino con alguna compañía;

debió haber sido alguno de esos animalitos que por desdicha dicen ser mensajeros de la mala suerte,

¡sí! ¡Claro!, eso tendría que haber sucedido en el momento del alumbramiento de su madre, él

corrió una suerte de desavenencias para que de grande todas las personas lo miraron con tanto

desprecio al verlo así, rasguñando a una pared o trepando por los ventanas del vecindario para robar

o huir a toda velocidad perdiéndose en la oscuridad de la noche. Debió haber heredado la astucia de

los depredadores la agilidad de un tigre, los calculadores ojos de un gato y toda la crueldad de un

ave de rapiña, por eso ese día ni siquiera soltó una sola lágrima y se fue todo inescrupuloso

haciéndose el desentendido, lo tenía todo bien calculado y siguió esperando, esperando a la bendita

noche.

Esa misma noche lo quisieron atrapar cuando salía de su madriguera, pero escapó con una agilidad

increíble, se fue como un felino a hurtadillas con sus pasos de goma huyendo por entre los rincones

junto con las sombras nocturnas que le servían de escondrijos. Una vez más iba a raudales pasos

todo mojigato alistando sus filudas garras para dar un certero y brutal zarpaso. Tomó un atajo, dobló

una curva tras unos matorrales y se perdió quien sabe como retorciéndose por los caminos él y su

mochila hecha harapos.

Se lanzó a tierra y cayó de bruces levantó la palana encendió la linterna y echóse andar.

Algunas grutas y siluetas de mármol reposaban muy solemnemente apuntando al cielo. En ese

instante aparecieron volando tres murciélagos, luego muchos más y rodearon su cabeza chirriando

dando aletazos, él se defendió arrojándoles puñados de tierra hasta enceguecerlos. Siguió avanzando

lentamente paso a paso, de pronto tropezó en algo y empezó a rodar por una fangosa bajada hasta

caer aparatosamente de rodillas ¡Uy que dolor! gritó tocándose ambas piernas y los codos que

también sangraban por el impacto. No importándole esta dolorosa situación se puso de pie en el

acto miró de soslayo y se dio una gran sorpresa, por una fortuita casualidad del destino estaba allí

sin más esfuerzo de búsqueda ¡justo! frente al féretro de doña Tomasita que en esa misma tarde la

llevaron a enterrar ¡ja! ¡ja! ¡jaaaa!, no pudo evitar lanzar una carcajada el muy socarrón, todo estaba

oscuro y solitario ningún guardián o enterrador rondaban por el cementerio, pero sin embargo su

cuerpo temblaba extrañamente, por eso abrió su mochila, destapó una botella de coñac y bebió unos

cuantos tragos para darse valor.

El viento soplaba produciendo un raro silbido como el aullar de un perro hambriento y encerrado;

los árboles se estremecían como brazos desesperados tratando de buscar auxilio perecían predecir

algo horrible, las florecillas se empinaban ansiosas estrechándose entre sí como de frío. Delfín

estaba seguro nada lo amedrantaba todo le iva a salir como a pedir de boca. Su gran habilidad por

apoderarse de lo ajeno era desenfrenada, en su mente no había espacio para el dolor o la piedad, los

valores huían de su ser como pájaros en busca de otra madriguera.

En un santiamén volvió a cavar la fosa con esa frialdad inexplicable de un robaataúdes o

robacadáveres. Abrió la caja mortuoria para robarle el anillo de oro de su madrinita, por mucho

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tiempo lo había visto brillar en manos de la abuela y nunca pudo apoderarse de él ¡Ahora sí! había

llegado el momento de cumplir con su ambiguo deseo de tenerla entre sus manos la codicia le

gritaba desde el fondo de su maligna alma ¡ya estas aquí! ¡hazlo! ¡hazlo! no temas yo seré tu escudo

¡yo seré tu espada!. Pero… Qué estaba ocurriendo, el anillo no aflojaba, la linterna se averió, no

pudo encender la luz que lo acompañaría a tan macabro propósito y los minutos parecían pasar a

toda prisa, ¡Bendita sea la hora!, decía el muy desalmado contemplando a la luna que ya empezaba

abrirse paso entre las copiosa nubes. Sus manos temblaban escurridizas queriendo ganarle al tiempo

pronto perdía el control de sus actos y un extraño sudor y sensación comenzaba apoderarse de él,

hasta que enloquecido cogió el cuchillo con sus nerviosas manos y ¡zass! hundió el filudo cuchillo y

cortó el dedo con todo anillo, lo guardó celosamente en uno de sus bolsillos y emprendió la carrera

de regreso estrellándose contra el viento caía y volvía a levantarse como un voraz felino que

acababa de atrapar al ratón más codiciado, perecía volar saltando y corriendo entre los matorrales y

cruces solitarias que erguían desde las lápidas de los ya difuntos. Hasta que al fin logró soltar una

de las rejas y cayó a tierra fuera del cementerio, un ronquido escapaba de su boca entreabierta como

un pueril, estaba asustado y mucho, el corazón le parecía reventar convulsionadamente.

Afuera el viento soplaba con mucho más fuerza como protestando, formando enormes remolinos

que estallaban estrepitosamente sobre el pavimento, él mismo fue envuelto por uno de los remolinos

que le hizo tiritar de frío, luego cayó en el borde de la acera porque sus piernas ya no le obedecían,

estaban tan pesadas que ¡ya no podía más! y suspiró tratando de no tragarse la arena que se había

acumulado afuera. Se sacudió despacio reclinando su enorme nuca sobre el muro, tomó un respiro y

siguió cabalgando en sus zapatos cenizos.

Al doblar la esquina volvió a correr abriendo y cerrando los ojos llenos de lágrimas, se condujo por

una estrecha callecita del pueblo, pero… ¡Que suerte! se dijo para si más aliviado que hasta rezó un

padre nuestro de alegría. Estaba allí al fin alguien con su figura cansada atizaba ensimismada un

pequeño fogón, se aproximó hacia ella y ella tan bondadosa no dudó en ofrecerle:

manto se cobijó de frío.

il, retiró la olla del fogón y volvió a decirle:

¡este caldo es milagroso! ¡Le aseguro que es muy milagroso!.

Sonrió el muy pillo.

ho,

viajero, pericote, y en fin a todos quienes decidan visitarme.

Cuando la anciana puso el plato de sopa en manos de Delfín, el toco sus frías manos y le observó a

los dedos. Entonces preguntó.

¡Ay! ¡Pobre de mí, si tú supieras!

¡Mi anillo! repetía una y otra vez meneando la cabeza.

llorar diciendo:

¿Quién se lo robó abuela?

¿Quién le robó el anillo?

La ancianita levantó la cabeza enérgicamente, avanzó un pasó hacia a él, estrujó el manto que le

cubría desde la cabeza y de un solo jalón lo arrojó al suelo gritando.

¡Tú eres el ladrón!

¡Tú tienes mi anillo de oro!

¡¡¡Tú robaste mi dedoooo!!!

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Y cuando Delfín murió de puro susto Doña Tomasita recogió su alma y se hizo un lindo caballo

para cabalgar todos los días y todas las noches por los confines del mundo.

FIN

II CUENTO LEÍDO

DÍA DE MIÉRCOLES

Por: Alejandro Sullón Juárez

Miércoles tenía que ser, dijo Carlos mientras miraba el reloj que marcaba las seis de la mañana y se

envolvía en su frazada de pies a cabeza.

Carlos, padre de una niña, trabajaba en una empresa cervecera desde hacía varios años; pero

últimamente, la novedad de las empresas en reducir costos y prescindir de menos trabajadores, no le

dejaba dormir tranquilo, andaba con el temor que un día le dirían: Señor Carlos hasta aquí nomás.

Los cinco días de la semana se levantaba muy temprano para llevar a su hija al colegio que quedaba

en la misma ruta a su trabajo. Una mañana el invierno de agosto se sentía con mayor dureza, el frío

se colaba como una nube invisible por los pies para estremecer su cuerpo, pero la sabia naturaleza

también esa mañana acercaba los rayos del Sol y espantaba aquellas nubes que huían a las

penumbras de la noche.

-¿A qué hora te vas a levantar? La voz de su esposa le despertó bruscamente.

Carlos seguía en la cama, pero al escucharla gritar nuevamente de un salto estuvo de pie, se bañó

rápidamente y en un cinco estaba en el comedor desayunando junto a su hija.

- Apúrate papá, porque a las 7:45 cierran la puerta, después no dejan entrar a nadie; dijo su hija

Gracielita.

Con los pasos apurados salieron, Carlos llevaba la mochila; a tres cuadras se dio cuenta que no

estaba en su bolsillo el recibo de pago del colegio.

- Espérame aquí, - el papá regresó corriendo.

- Lucy, el recibo, ¿lo has visto?

- ¡Te estoy diciendo que está encima del televisor! Como no la dejen entrar, mejor ni me digas, no

sé qué vas a hacer, la llevarás a tu trabajo; recriminó su esposa, que tenía el porte y carácter de

militar, no era para menos, pues era policía y trabajaba en la comisaría de mujeres; en sus

operativos había golpeado a muchos maridos a quienes les gustaba maltratar a sus esposas.

A mitad de cuadra del colegio cierran la puerta; corre desesperado, pero era inútil, ya había pasado

las 7:45.

- ¡Y ahora hija! - el desconsuelo nubló su mente.

- No sé papá; mi mamá se va a molestar, además hoy tengo examen.

Fue más el miedo a su esposa que a su intuición, lo que hizo que solucionara el problema.

- Tomó un taxi hasta al hospital, una vez ahí, le digo a su hija: - Mira Graciela, voy a sacar una

consulta de emergencia, quiero que pongas la cara así como cuando no quieres tomar la que sopa

que cocina Carmen, voy a decirle al señor que te duele él estómago. Por favor, señor, quiero una

atención de emergencia para mi hija está con un malestar en él estomago; no nos ha dejado dormir

casi toda la noche.

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El asistente de las consultas no hizo preguntas, más que las necesarias para la identificación de la

niña, para darle lo que solicitaba. Carlos hizo avanzar a Graciela hacia la puerta de salida, mientras

él salía disimuladamente detrás de ella; una vez en las calles apuradas tomaron un taxi y regresaron

al colegio.

Eran casi la 8 y 30 de la mañana, cuando llegaban a la puerta del colegio, en ese instante salía la

directora: Señor es muy tarde.

Disculpe directora, lo que pasa es que la traigo del hospital, tenía una cita medica a primera hora,

aquí tengo el ticket de consulta –contestó Carlos.

La directora que ya era una persona que pasaba el umbral de los 50 años se puso sus anteojos y miró

el ticket. - Está bien, que pase.

Carlos en el mismo taxi se dirigió a su trabajo.

Bajó desesperado a marcar su tarjeta, buscaba y buscaba, - no está, pero si es el primer día que llego

tarde, no creo que por eso me la hayan retirado -, se dijo así mismo.

Se dirigió al vigilante : - Disculpe ha visto mi tarjeta -.

- Me parece que el jefe de personal la cogió, un momento voy a comunicarle; el vigilante tomó el

intercomunicador y avisó al jefe de personal, colgó el teléfono, se dirigió a Carlos y le digo: Pase

usted, el señor lo esta esperando en su oficina.

Entre la puerta principal y la oficina del jefe de personal, el tiempo para Carlos fue eterno, su

corazón era un nudo de preocupación, muchos pensamientos e imaginaciones pasaron por su mente,

cada paso que daba era como si caminara sobre nubes; no sentía la suavidad del piso rojo recién

encerado, tropezada con compañeros de trabajos que tristemente devolvía el saludo.

- ¡No puede ser, hoy creo que no, pero bueno!, dijo en un silencio que retumbó en sus oídos hasta

que llegó a la oficina.

- Tome asiento -, le digo con voz ronca el señor Guillermo Velásquez jefe de personal.

Señor, Carlos, usted es buen trabajador, pero la empresa ha decido prescindir de sus servicios. Aquí

somos aves de paso, algún día también me tocará a mí. Estoy seguro que pronto conseguirá un

empleo, quizá en condiciones mejores que acá, pase por caja por favor allí la contadora le tiene su

cheque de liquidación.

Caminó por las calles hasta llegar a la plaza, se sentó en la primera silla que alcanzaron sus pasos,

por su cabeza sus pensamientos eran como las hojas cuando se desprenden de sus ramas, mientras

unas volaban junto al viento, otras caían al suelo en un vaivén interminable. Esperó ahí sentado

hasta que saliera su hija del colegio.

- Mira papá mi examen, si no hubiera entrada habría perdido mi AD

Carlos cogió la hoja, besó a su hija y de la mano partieron a casa.

- Le voy a decir a mi mamá, que me deje ir a la casa de mi amiga, como me saque buena nota, si me

va a dejar; le decía Graciela a su padre mientras caminaban juntos y movía su mano.

Espero hasta la noche para darle la noticia a su esposa.

- Lucy, tengo una mala noticia, me despidieron, en la empresa ya no quieren más mis servicio, así

me lo dijeron en la mañana. – Creo que al final, te han hecho un bien, con ese sueldo que te

pagaban, ahora date un tiempo, de todas maneras le diré a la empleada que tome sus vacaciones. Te

quedarás en la casa; porque si no, no podremos pagar el colegio de Graciela. Nos ajustaremos un

poco; le contestó Lucy.

Carlos desde ahora tendría que levantarse dos horas más temprano que lo acostumbrado, todas las

noches programaba su reloj despertador. Ni bien sonaba, ya estaba de pie, recordaba la diana

cuando estaba en los cuarteles del ejército y todos los reclutas se vestían, arreglaban su camarote y

salían corriendo a la formación. Los primeros días en la cocina lloró mucho, hasta que sus ojos se

acostumbraron al olor de la cebolla, en el Ejército se miraba la cara en sus botas, ahora lo hacía pero

los fondos de los platos que lavaba.

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Lo primero que hacía era poner a hervir el agua, mientras abría el refrigerador y pensaba lo que

prepararía para la lonchera de su hija, luego levantaba a Graciela para que se fuera vistiendo, había

unos días que Lucy, su esposa le ayudaba cuando no le tocaba turno en la comisaría.

Una noche se acostó más tarde por quedarse a mirar una película, aunque era repetida la vio hasta el

final. El reloj marcaba casi las dos de la mañana, se fue directo a su cama y con su ropa puesta se

quedó profundamente dormido.

-¿Todavía durmiendo? Son casi las siete de la mañana, y la bebe a qué hora va a ir al colegio! le

gritó Lucy, que recién llegaba de su trabajo.

Con los ojos entreabiertos corrió a la cocina, abrió el refrigerador, cogió una papaya que era lo

primero que alcanzó su mano la llevó a la mesa, puso a hervir la leche y preparó un jugo.

De la mano por la calle iba haciendo tomar el jugo a su hija.

- El pan te lo comes adentro, y toma tu propina para que te compres algo en el recreo.

- Sí, papito – respondió la niña.

Dejó a su hija en el colegio y regreso a casa, en la mesa desayunó junto a su esposa.

- Hoy vamos hacer práctica de tiro, no te puedo ayudar con el almuerzo, Lucy se paró, y llevó los

servicios a la cocina. –Ya vengo – le digo a Carlos mientras cerraba la puerta.

Solo en casa nuevamente, prendió la radio para escuchar música, porque no podía estar sin ella por

temor subjetivo a escuchar su silencio interior. Buscó su estación favorita, donde pasaban música de

viejos clásicos románticos, que le hacia recordar a su amor de adolescente.

- Para que me casaría, bien me dijo mi padre; suspiró hondamente y siguió con sus quehaceres.

El Sol brillaba y sus primeros rayos que entraban por la ventana hacían pronosticar que iba a hacer

un día caluroso, quería aprovechar el día al máximo. Mientras preparaba el almuerzo, remojo la

ropa que tenia que lavar. Iba de la lavandería a la cocina, seleccionaba la ropa de color de la blanca.

- Hoy les daré una sorpresa en el almuerzo, prepararé un rico arroz con pollo; se decía a sí mismo

Desde la lavandería un olor a quemado le hizo correr a la cocina, pero era tarde, el arroz se había

echado a perder, se había quemado; por más que lo cambió de olla, el olor a quemado estaba

presente. Cuando regresó a la lavandería la lejía se había regado sobre el uniforme nuevo de Lucy,

que era con el que desfilaría el domingo.

A mediodía, fue a recoger a su hija, cuando regreso, Lucy estaba en casa.

- Parece que no fue tu día -, le digo a Carlos mientras se llevaba una cucharada a la boca, dejando

casi medio plato sobre la mesa. - Tengo que salir nuevamente -, dijo Lucy.

No escuchó ningún “gracias”, y Graciela también esperó un descuido de su padre para ir al baño

con el plato.

Al día siguiente se levantó a su hora que se venía acostumbrando, cuando llegó a la cocina encontró

a Lucy dándole ordenes a Carmen, la empleada, lo que iba a preparar en el almuerzo. Dio media

vuelta y regreso a su cama. Sintió que su familia lo había despedido, y ese día era un miércoles.

Fuente:

http://literaturaenlambayeque.blogspot.com/2010/05/los-aparecidos-en-la-narrativa_21.html

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LOS EJES TEMÁTICOS DE LA NARRATIVA LAMBAYECANA

Por: Nicolás Hidrogo Navarro

Coordinador General de Conglomerado Cultural

La región Lambayeque en general –Chiclayo-Lambayeque-Ferreñafe- no sólo está circundante de

huacas, osamentas prehispánicas, silbadores, huacos eróticos, conchas espóndilos, plumas de

papagayo, conchitas, chaquiras y mil y un souvenir moches: está poblado escatológicamente de

mitos, leyendas, miedos y temores y un venerable ritual por la muerte y sus gentiles como sinónimo

de castigo, perturbación a los humanos y malignidad. Cada pueblo tiene sus huacas cual guardián y

regulador de sus propias costumbres. Antrológicamente el hombre sabe que vive entre sus muertos

y lejos de huir utiliza sus huacas como invocación, escenario de sus rituales chamánicos y

explicación de sus propios acontecimientos de vida.

Dentro de la narrativa del siglo XXI lambayecana, hay una pérdida de esa fuerza de identidad

temática hasta buscar lo insólito, lo exótico, aquellos que no se parezca a un lugar preciso, sino a

una globalidad. Y esto porque se quiere y se pretende ser universal y lo lambayecanos puede

resultar ser muy corto y chato para las ambiciones de imagen y prestigio a conquistar. Bajo ese

pretexto los temas están logrando salir el éter lambayecano y de cualquier simbolización alegórica

localista aunque sus creadores siguen pisando huesos, vasijas y escuchando oralmente algunas

leyendas rurales que son transformadas en urbanas con retoques y adaptaciones propias de la fusión

y licuación narrativa.

Sin embargo, aún prevalece una narración con poco trabajo y control de técnicas narrativas y

manejo calculado de los tropos. Hay el contar por el contar, peor falta la planificación estructural

que suscite y cauce desconcierto en el lector. Se vende la historia por efectismo impresionista

temático, pero se carece de un manejo profesional de las estructuras. Muchos recursos son usados

inconscientemente por ello carecen de un efecto calculado, en cuanto a la planificación de los

inicios, los manejos de los finales abierto y muchas veces preanunciados. Es que gran parte de los

narradores lambayecanos se han hecho en la lectura y en el contar empírico, pero no han entrado al

taller de fusiones y análisis de la estructura, cosa que por estos lares todavía siguen siendo una

falencia aún no llenada por alguna institución.

Lambayeque, vigorosamente se ha visto superpoblado de cuentistas equilibrando fuerzas con el

tradicional ejercicio de la poesía de 9 a 1 en el pasado ha pasado a ser el 6 a 4. Un refulgir de

narradores contando sus historias impersonales, ficcionales y entremezcladas con refundiciones de

experiencias de leyendas urbanas, está haciendo fuerza a tal punto que ya se puede hablar de un

resurgir de un grupo narración en Lambayeque que pronto agarrará la fuerza necesaria para

equipararse a la poesía. En ese afán este género literario se convierte en un ente alternativo de corte

cerebral, calculado, organizado, metódico, con uso consciente de técnicas narrativas y un plan

estructural. He aquí a esta nueva falange de narradores que abriendo trocha se harán espacio en el

competitivo mundo de la literatura en esta zona de Lambayeque.

Por paradójico que suene, que los cuentistas lambayecanos se alimentan de sus experiencias propias

o de tercero; estos en realidad no buscan el efecto contar la historia tal cual, sino recrearla,

ficiconarla, gestionarla en un afán y propósito innovador. Pocas experiencias personales – excepto

la de Brander Gonzales, Fernando Odiaga, Joaquín Huamán Rinza- son experiencias vivenciales

directas. El resto son retrucadas que suena a inverosimilitudes personales, pero verosímiles ficcional

y estructuralmente.

Son típicos las leyenda de Naymlap, Aka Fala, Ninamasha y Pachacámac, Cerro de la Vieja , El

Chiroque y la Chilala , La Huaca del oro, El río La Leche , El sol padre de los brujos; los mitos

como del Dios Kom, El origen del Algarrobo, Los cerros Mulato y Chaparrí, El Inkari, etc. Todas

estas manifestaciones orales y escritas expresan la cosmovisión del mundo moche prehispánico y

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que sustentaba la aspiración del castigo vengador contra los conquistadores durante la Colonia. Es

obvio suponer que el imaginario social está potentemente influenciado por premoniciones,

aparecidos, fantasmas, duendes, gentiles que no sólo explican y sustentan sus supersticiones, sus

fetichismos, sino que pueblan sus noches de tradición oral. Este fenómeno sociolingüístico se da

nítidamente en la zona rural, donde desde el hogar y la escuela se impregnan la conciencia colectiva

de niños y jóvenes y que migrando a la ciudad en forma de leyenda urbana, metamorfoseada o

aderezada con algunos giros y cambios sintácticos, conceptuales, tropológicos, actanciales y

argumentales, pero conservando su esencialidad, genera una nueva especie enriquecida, con más

trabajo en el lenguaje y con adaptaciones a un nuevo escenario: la urbe.

Los cuentistas emergentes en la región Lambayeque se nutren de una doble vertiente en la

inspiración temática: las leyendas rurales, mitos, tradiciones, dichos, anécdotas rurales y la

influencia lectora y de los medios de comunicación. Por ello hay una doble vertiente temática: la de

identidad temática lambayecanizada como Arturo Bravo Flores, Brander González López, Dandy

Berrú Cubas, Marcoantonio Paredes Brenis, Joaquín Huamán Rinza, nutridos de esta tradición

mitológica y leyendezca muchik, han efectuado una metástasis y fusionado sus experiencias

citadinas con la tradición oral y se vienen produciendo cuentos de factura urbana, pero con un

precedente rural.

Por otro lado tenemos una narrativa urbana anecdótica como la de Dagoberto Ojeda Barturén, la de

ciencia ficción de Rubén Mesías Cornejo; la de experiencia citadinas de Fernando Odiaga

Gonzales; las de experiencias pedagógicas de Gilbert Delgado; la de ficción argumental de César

Boyd Brenis; la de hibridación urbano marginal y andino de Andrés Díaz, Núñez, Maxe Suxe y

Mario Gastelo Mundaca; la de carnavalización irónica de Antonio Castro Cruz; la de experiencias

amatorias de Teresa Menor Alarcón; la de alegorización surrealista de Jorge Fernández Espino; la

de temática y búsqueda de justicia social en Jorge Fernández Sánchez y Víctor Contreras Arroyo; la

de anécdotas fantasmales en William Piscoya y Paul Muro Losada.

En la leyenda urbana lambayecana el matiz característico que adoptan “los aparecidos” son de a)

Vengadores, porque intentan castigar al malo del cuento b) Asustadores, porque generan conflictos

existenciales a los más débiles del cuento c) Tentadores, porque las aparecidas seducen con su

lascivia y encantos a los hombres infieles y d) Anunciadores, porque sobreavisan acontecimientos

pasados en las dos dimensiones (humana y ultraterrenal), generalmente “recogiendo sus pasos,

visitando a los amigos, familiares o denunciando a sus presuntos asesinos”.

La cuentística lambayecana aún no ha maduro, pero está entrando en un proceso de emergencia y

socialización. Falta profesionalizara, diversificarla y tecnificarla, - sin que ello implique en

matematizarla en su análisis- sino en su concepción porque al fin y al cambo el escritor escribe sus

historias para los lectores y no para los críticos y no en función de estructurar pensado en un

cuadrado perfecto o en que al dibujarla o radiografiarla salga una ecuación de polinomios perfectos.

Fuente:

http://literaturaenlambayeque.blogspot.com/2010/07/los-ejes-tematicos-de-la-narrativa.html

Web de Literatura Lambayecana https://sites.google.com/site/literaturalambayecanarovich/

Cortesía: rovich