Estoy contigo2

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Las calumnias y ataques al colegio y a mí eran como unas espuelas que me animaban a trabajar con un ánimo y fortaleza invencibles en lo humano. Autobiografía, capítulo XXXV, 2. Todo lo que puedo en aquel que me conforta. (Flp 4,13).

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Page 1: Estoy contigo2

Las calumnias y ataques al colegio y a mí eran como unas espuelas que me animaban a trabajar con un ánimo y fortaleza invencibles en lo humano.

Autobiografía, capítulo XXXV, 2.

Todo lo que puedo en aquel que me conforta.

(Flp 4,13).

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Hablaré siempre de Dios con veneración, del prójimo con estimación, de mí misma nunca, o nunca bien.

Apuntes de Ejercicios y Retiros, 50.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre, por siempre jamás.

(Sal 144,21).

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La paciencia es el gran tesoro que hay que tener en la vida.

Carta del 11 de septiembre de 1847A Bernarda Rodríguez, Madrid.

Con vuestra paciencia salvaréis vuestras almas.

(Lc 21,19).

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Que no se consienta a nadie hablar mal de nadie,

porque el enemigo pone anteojos dobles y expedita

la lengua para hacer perder la paz y unión.Carta del 27 de marzo de 1865

A la Superiora de Santander.

Deponed todas estas cosas: ira, indignación, maldad, maledicencia y torpe lenguaje. Y la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo.

(Col 3,8.15)

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La meditación del reino de Cristo… Es ya un

terreno donde mi alma vive como el pez en el agua.Apuntes de Ejercicios y Retiros, 143.

El reino de Dios es justicia y paz, y gozo en el Espíritu Santo.

(Rom 14,17).

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Grandes sacrificios, ímprobo trabajo me impongo, pero nada me arredra siempre que se consiga el fin social y caritativo que encierra esta institución.

Carta del 3 de junio de 1857Al presidente de la Junta General de Beneficencia del Reino.

Jesús les habló diciendo: tened confianza, soy yo; no temáis. El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.

(Mt 14,27; Lc 19,10).

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Me hacen poca mella los elogios del mundo no merecidos.

Carta del 17 de abril de 1861A las Casas de Madrid y Valencia.

Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Pero vosotros no os hagáis llamar rabbí, porque uno solo es vuestro Maestro. El que se ensalzare será humillado, y el que se humillare será ensalzado.

(Mt 23,5.8.12).

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Yo hice el sacrificio de mi vida para vivir del modo y manera que Dios quiera.Para animarme a todos los sacrificios que yo entreveía había de hacer, meditaba la pasión del Señor. En el sagrario la hallaba toda entera.

Autobiografía, capítulo XXXV, 7.

El Señor Jesús, en la noche en que fue entregado, tomó el pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en memoria mía.Pues cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga.

(1 Cor 11,23-24.26).

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La conformidad con la voluntad de Dios es para mí un consuelo. En las penas grandes le digo: “Como tú quieras, Dios mío”. Y nada más. Y esto es tan cierto que más le pido fuerzas que el alivio de los males.

Apuntes de Ejercicios y Retiros, 152.

Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.

(Mt 26,39).

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Mi misión es otra, son mis pobres, a las que amo con todo mi corazón.

Carta del 24 de enero de 1860Al Obispo de Avila, Fernando Blanco.

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner la libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor.

(Lc 4,18-19).

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Los santos no nacieron santos. Eran como tú y como yo.Empezaron respondiendo al llamamiento de Dios y llegaron a la santidad después de una larga continuidad de vencimientos propios.

Apuntes de Ejercicios y Retiros, 84-85.

Y el Dios de toda gracia, que os llamó en Cristo a su gloria eterna, después de un breve padecer, os perfeccionará y afirmará, os fortalecerá y consolidará.

(1 Pe 5.10).

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El Señor se ha dignado hoy en la misa concederme una luz tan clara de las virtudes que ejercitó en un solo acto de su pasión, que me quedé aturdida.Su paciencia, su caridad, su celo, su amor, su sacrificio, su grandiosidad en el modo… No es posible escribir lo que se siente.Yo veo que no sólo no conozco las virtudes, sino que ni los nombres de las que el Señor practicó son aún conocidas.Este sacrificio deja esta luz con que yo vi.

Apuntes de Ejercicios y Retiros, 115.

El, que no cometió pecado ni en cuya boca se halló engaño, ultrajado, que no replicaba con injurias, y atormentado, no amenazaba. Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que, muertos al pecado, viviéramos para la justicia, y por sus heridas habéis sido curados.

(1 Pe 2,22-24).

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Yo dejo a Dios que me defienda. Fío más en su defensa que en la mía.

Autobiografía, capítulo XL, 4

Cuando os lleven para ser entregados, no os preocupéis de lo que habéis de hablar, pues no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu Santo.

(Mc 13,11).

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Es la ingratitud viento que seca las fuentes de la bondad misericordiosa del Señor.

Carta del 24 de diciembre de 1864 A la Superiora de Barcelona.

Uno de los leprosos, viéndose curado, volvió glorificando a Dios a grandes voces; y cayendo a sus pies, rostro a tierra, le daba las gracias. Tomando Jesús la palabra, dijo: ¿No han sido diez los curados? Y los mueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?

(Lc 17,15-18).

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“Yo ruego por la paz y mi paz os dejo”, dice Jesucristo. Y en medio de tanta gente, negocios y viajes y males, digo lo mismo; mi paz quisiera enviar a todos porque la tengo muy grande.

Carta del 6 de diciembre de 1858 A Juan de Dios Montañés, Valencia

La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni se intimide.

(Jn 14,27).

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Yo no toleraba la más ligera crítica, mirando el buen lado que todas las acciones tienen siempre que la caridad busca.

Autobiografía, capítulo X, 1.

La caridad no piensa mal; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

(1 Cor 13,5.7).

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No ambiciono más que tres cosas:La primera, amar mucho, pero mucho, hasta morir de amor por mi Dios.La segunda, soledad, la deseo como una necesidad.La tercera, el trabajar hasta morir para que le amen, a este Jesús que se quedó con nosotros.

Carta del 9 de enero de 1860A la Hna. Caridad.

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo.

(Mt 22,37-39).

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Me lo como a El. Siempre con ansia y avaricia, y quedo después con más ansia que antes.

Carta del 27 de agosto de 1860Al Obispo de Avila, Fernando Blanco.

Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo.

(Jn 6,51).

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Todo lo hago por caridad. Era justamente mi afán, todo en caridad y por caridad.

Autobiografía,capítulo XXXV, 3 y XII, 6.

Que todas vuestras obras sean hechas en caridad.

(1 Cor 16,14).

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¡Que dicha es servir al Señor! No hay placer en el mundo igual a vivir con Él y tenerle en el corazón y servirle a Él solo, y con el no hay penas.

Carta del 5 de abril de 1862A la Hna. Caridad.

Nadie puede servir a dos Señores, pues o bien, aborreciendo al uno, amará al otro, o bien, adhiriéndose al uno, menospreciará al otro

(Mt 6,24)

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Yo tengo fe y esperanza muy bastantes para creer que este negocio y cualquier otro relativos a su obra, Dios los arreglará, conservará y aumentará; cual ningún otro en el mundo.

Carta del 5 de diciembre A Manuel Dronda Zaragoza.

Todo es posible al que cree.(Mc 9,23).

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Como yo quería tanto al Señor en la cruz y su pasión santísima, lo puse como sello junto al corazón, para recordar que vivo crucificada por su amor.

Autobiografía, capítulo XXXV, 3.

Jamás me gloriaré a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo

(Gál 6,14).

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Después que leí la meditación del ciego que curó el Señor, me fui a la oración y me sentí muy recogida, pensando ser yo pobre y ciega, y pedía yo al Señor me diera vista clara para conocerle a Él y ver mi miseria y ceguedad. Y el Señor me dio a conocer cómo ciegan las cosas del mundo para no ver las del cielo.

Relación de favores, 239.

Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en las tinieblas, sino que tendrá luz de vida.

(Jn 8,12).

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¿Quién se atreverá a quejarse de la pobreza, que así amó el Niño Jesús? El portal de Belén, el pesebre, las pajas, los pañales que envolvieron al hijo de Dios, que viste a los pajarillos del aire y a los lirios del campo, me confunden y avergüenzan.¿Qué tendrá la pobreza que así la amó el Señor? ¡Qué rico somos los pobres por amor de Dios! El mundo huye del pobre y de la pobreza, y yo los busco, y soy avara, como a mi mejor tesoro.

Carta del 24 de diciembre de 1864A la Superiora de la Casa de Barcelona.

¿No escogió Dios a los pobres según el mundo para enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino que tiene prometido a los que le aman?

(Sant 2,5).

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Cuando ama a Dios sobre todo, a todo sirve uno bien.

Carta del 9 de enero A la señora de Canedo, Madrid.

Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente.pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve. Y nosotros tenemos de Él este precepto: que quien ama a Dios, ame también a su hermano

(1 Jn 4,20-21).

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Si sabes, Señor mío, que yo haré por ti cuanto Tú, bien mío quieras, ¿por qué no hablas, Dios mío, a tu corazón que es el mío, pues yo mía ya no soy, soy tuya?

Carta del 20 de agosto de 1861Al Obispo de Avila, Fernando Blanco

Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.

(Gál 2,20).

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La gente no conoce que es Dios el que me hace las obras y que yo soy incapaz por mí sola; pues lo mismo que hago, no lo sé, y espero ver el resultado, yo más sorprendida que nadie.

Autobiografía, capítulo XXIII, 4.

Si tuviereis fe y no dudareis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si dijereis a este monte: “Quítate y échate en el mar”, se haría, y todo cuanto con fe pidiereis en la oración lo recibiríais.

(Mt 21,21-22)

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No quisiera para mis amadas hijas más que bienes, y cuando veo alguna mala, tomaría sobre mí con mucho gusto todos sus padecimientos, con tal de que ella no los tuviera.

Carta del 31 de mayo de 1861A la Superiora de Zaragoza.

¿Quién desfallece, que no desfallezca yo?

(2 Cor 11,29)

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Yo no me miro a mí, no veo más que un Dios que me sirve mil veces al día. Y si, lo que es muy raro, hago algo sin darle cuenta, puedo asegurar no se ha pasado una vez que no me haya dado quejas en la oración, ya de un modo, ya de otro, o no hallándole al buscarlo, como habitualmente me sucede.

Carta del 2 de septiembre de 1860Al P. Eugenio Labarta, SJ, Madrid.

Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. El Señor guarda a los que le aman.

(Sal 144,18.20a)

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Cada día más y más me es violento lo que no es Dios y su obra, ya que el Señor nos quiere y nos ayuda con dos manos a la par, una de cruces variadas y otras de consuelos y de amor sin límites. Está el Señor loco de amor y nos vuelve locas por amarle.

Carta del 1 de marzo de 1860A la Hna. Caridad.

En esto hemos conocido la caridad, en que Él dio su vida por nosotros, y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos.Hijos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y de verdad.

(1 Jn 3,16.18)