Esteros del Iberá: safari en un santuario natural de la Argentina

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6 Clase Ejecutiva DESTINOS Argentina EXISTE, EN EL CORAZÓN DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES, UN REDUCTO DE BIODIVERSIDAD QUE SE HA CONVERTIDO EN LA NUEVA MECA DE LOS ECOTURISTAS EUROPEOS Y ESTADOUNIDENSES QUIENES, CON VARIAS CAMPAÑAS ANTÁRTICAS Y EXPEDICIONES A LA SABANA AFRICANA EN SUS RETINAS, ENCUENTRAN EN LAS 1.300.000 HECTÁREAS DE HUMEDALESRENOVADOS MOTIVOS PARA LLEVARSE A CASA LAS POSTALES DE ESA EXUBERANCIA FERAZ. Texto: Andrea del Río Fotos: Gentileza A.D.R y Hostería Rincón del Socorro Safari enel santuario natural del IBERÁ

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Existe, en el corazón de la provincia de Corrientes, un reducto de biodiversidad que se ha convertido en la nueva meca de los ecoturistas de lujo.

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6 ◆ Clase Ejecutiva

DESTINOS ◆ Argentina

EXISTE, EN EL CORAZÓN DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES, UN REDUCTO DE BIODIVERSIDAD

QUE SE HA CONVERTIDO EN LA NUEVA MECA DE LOS ECOTURISTAS EUROPEOS Y ESTADOUNIDENSES

QUIENES, CON VARIAS CAMPAÑAS ANTÁRTICAS Y EXPEDICIONES A LA SABANA AFRICANA EN

SUS RETINAS, ENCUENTRAN —EN LAS 1.300.000 HECTÁREAS DE HUMEDALES—

RENOVADOS MOTIVOS PARA LLEVARSE A CASA LAS POSTALES DE ESA EXUBERANCIA FERAZ.

Texto: Andrea del Río Fotos: Gentileza A.D.R y Hostería Rincón del Socorro

Safari enelsantuario natural del

IBERÁ

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El desierto verde correntino estápoblado de sonidos. Al amane-cer, mientras las nubes morosa-mente dejan paso a un cielo azulcobalto, la sinfonía es estridente.

Luego, en las horas suspendidas del tórridomediodía, la banda de sonido ambiente sereduce a su mínima expresión. Y cuando elatardecer tiñe de ocre a estas tierras de purodesborde, el concierto de arrullos, graznidosy silbidos embota los sentidos. Ningún méritoespecial, en realidad, de este santuario de bio-diversidad que fácilmente trastorna la percep-ción. Porque en los 13 mil kilómetros cuadra-dos de humedales conocidos como Esterosdel Iberá, que avanzan sobre el 14 % del terri-torio provincial, nada es lo que parece.

ÁFRICA NUESTRA

Un entramado de humedales, bañados, este-ros, embalsados, espejos de agua e islotes lateen el núcleo acuoso de Corrientes. Y se haconvertido en un destino de moda entre losecoturistas. Sus coordenadas circulan, casicomo una contraseña, entre ese segmento deviajeros -europeos y estadounidenses, de edadmadura, profesionales ya retirados y con cier-to espíritu sensible- que ya lo han vistotodo... Y han decidido volver al origen.Porque si existe algo verdaderamente provo-cador, desafiante y seductor en la incursión enlos esteros es, precisamente, esa conexión -tanvital, tan directa, tan intensa, tan animal- quese establece entre la conciencia de finitud dequien está de paso y la vocación de eternidadde este paraíso recobrado. Y, si sobran los motivos, también huelgan lasocasiones. Una cabalgata al atardecer, rumboa la orilla misma de los esteros, revela no sólola abundancia sino la importancia de losextensos pastizales, verdaderos pulmones deese ecosistema. Es, además, la hora ideal paradivisar el frenético ir y venir de las garzas, lasperdices y los yabirúes, recortados contra elhorizonte encendido. Aunque, si de contras-tes se trata, nada equipara al safari nocturno.Tras degustar una tradicional picada en com-pañía de un malbec de bandera, cómodamen-te arrellanados en las sillas de campaña dis-puestas en un claro de la sabana, en cuanto lanoche se cierra se emprende una travesíaabordo de un jeep 4x4 equipado con un

potente reflector que permite espiar los ritua-les nocturnos de los carpinchos y las vizca-chas, así como ser testigos de una estampidade ñandúes o del andar escurridizo de loszorritos.Pero, sin dudas, la navegación en canoa bota-dora (sin motor) por las aguas tapizadas decamalotes de la laguna Iberá, deparará laspostales más impactantes. Porque, gracias a lapericia de esos hombres que escrutan el aguaespesa, callados y parados en la popa de suchinchorro de timbó, acariciando la vara detacuara para guiar el rumbo, se pueden apre-ciar en detalle las fauces de alguno de losyacarés overo que siestean en la orilla, sor-prender a los carpinchos en pleno chapuzón,contemplar la laboriosidad de un MartínPescador.

EXUBERANCIA MINIMALISTA

Una de las llaves mágicas hacia este territoriovirgen, casi desconocido por los argentinos -yque constituye el segundo mayor humedal deSudamérica, detrás del pantanal brasileño-, esla Estancia Rincón del Socorro, que se despe-

Datos para el viajeroCOORDENADAS: Los Esteros del Iberá están a 820 kilóme-tros de Buenos Aires, 125 de la ciudad correntina deMercedes -donde se erige el santuario en honor del "santopopular" Gauchito Gil- y 210 de Posadas, en Misiones.

HOSPEDAJE: En Rincón del Socorro, San Alonso y Batel, latarifa de la habitación en base doble o triple diaria, por per-sona, oscila entre u$s 130 y u$s 150 (válida al 30 de junio).Incluye: pensión completa, expediciones náuticas, camina-tas, cabalgatas, avistaje de aves, safari nocturno y participa-ción en trabajos rurales. Cargo adicional por guía, equipo ypermiso de pesca con mosca en temporada habilitada.

TRASLADOS: A Rincón del Socorro y Batel se puede acce-der por tierra o por aire (en avioneta privada). El acceso portierra a San Alonso está restringido por el tipo de camino.Se puede contratar el servicio de una avioneta Cessna 172(con capacidad para hasta tres pasajeros) para los tramos:Iguazú-El Socorro-Iguazú, u$s 1.487; Corrientes-El Socorro-Iguazú, u$s 1.381; Posadas-San Alonso-El Socorro-Posadas, u$s 565. Tarifas sujetas a modificación.

Informes: Tel: 5032-6326. www.rincondelsocorro.com.

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reza en un área de 12 mil hectáreas originaria-mente ocupada por los jesuitas en el siglo XVIIy, luego, convertida en uno de los primerosestablecimientos ganaderos de la región de lamano de la familia Cabral, allá por 1850. Aprincipios del siglo XX, la estancia pasó amanos de la British Meat Extract Co., ungigante de la producción de extracto de carneque cesó sus operaciones con la llegada delgobierno peronista. Apellidos terratenientes sesucedieron en El Socorro: los Nocetti, losPerea Muñoz y, finalmente, los Blaquier, quie-nes transformaron al predio en un coto de cazadurante los años 80. Finalmente, en 1999, laestancia fue adquirida por el matrimonio deempresarios estadounidenses Douglas y KrisTompkins a través de Conservation Land TrustArgentina (CLT), con la idea de integrar lahostería El Socorro -y otras dos ubicadas enel corazón de los esteros (ver recuadro)-, aun ambicioso proyecto de preservación de lavida silvestre y reintroducción de las especiesdesaparecidas (oso hormiguero, mono carayáy, como meta más alta, el yaguareté) trasvarias décadas de indiferencia y desapego. Hoy, la casona construida por los Cabral en1890 es una coqueta e íntima hostería dondela profusión de espacios comunes -como unagalería vidriada, una pérgola perfumada, unrestaurante cálido, un living convocante y algu-nos rincones que incitan a la lectura sosegadade los libros de colección sobre medio ambien-te- no atenta contra la intimidad que propo-nen sus apenas seis habitaciones -y tres caba-ñas-, decoradas con el gusto por la practicidadminimalista que sólo aprecian los viajeros con-sumados. Aquí y allá, en cada ambiente,gigantografías en color sepia muestran prime-ros planos de la fauna autóctona con un nivelde detalle digno de la National Geographic. Y,siempre, los acordes omnipresentes del chama-mé, versión melódica, incitando a observar, areflexionar, a dejarse llevar. Porque, al margendel excitante menú de excursiones, la estanciaregala oportunidades para charlar, matemediante, con quienes la han convertido ensu hogar. Bajo la sombra de un timbó sepuede conversar con Sofía Heinonen, la bió-loga que lidera un equipo de entusiastas pro-fesionales del medio ambiente. Resultaencantador almorzar, bajo el entramado dejazmines y campanitas de la pérgola, con

Valeria y Leslie Cook, el matrimonio elegidopor los Tompkins para administrar su reductocorrentino. También es una delicia compartiruna caminata por la orilla de los tajamaresjunto a la jovencísima guía Rocío Estrukel,un libro abierto si de reconocer flora y faunase trata. O dejarse guiar por el huertero

Ramón en ese laberinto de sembradío orgá-nico donde se producen las verduras y frutasque se consumen en la estancia e, incluso,algunos remedios caseros para combatir a losinsectos. Otro gran motivo de gozo es ingre-sar al reino de Ramona Godoy, la simpatiquí-sima chef responsable de las delicias de altacocina orgánica que, según su inspiración y ladisponibilidad de materia prima, sorprendena los huéspedes. Una refrescante sopa demelón y cedrón, unos ravioles de surubí consalsa de limón y menta y unas peras carameli-zadas con helado de ciruela son dignas mues-tras de una inventiva que homenajea a estatierra generosa.

En primera filaA diferencia de Rincón del Socorro, con-sagrada exclusivamente a la explotaciónturística, las otras dos estancias delmatrimonio Tompkins en los esteros delIberá mantienen su actividad productivaancestral. Por un lado, Batel dedica sus6.500 hectáreas a la ganadería en pas-turas naturales, e invita a quienes sehospeden en sus exclusivas cuatro sui-tes a participar en las actividades rura-les. En tanto, San Alonso se concentraen la actividad pesquera, aprovechando su privilegiada -y remota- ubicación a orillas de la laguna Paraná, en elcorazón de 25 mil hectáreas de islas y esteros, que lahacen sólo accesible por vía aérea o lacustre. Con ape-nas cinco habitaciones, es un refugio ideal para quienesansíen disfrutar, desde la primera fila, del espectáculo dela naturaleza correntina.

Conviene dedicar algunas horasa recorrer la vecina localidadde Carlos Pellegrini, así como elparaje Uguay.En el primer caso, tras cruzar lalaguna Iberá por un puente queregala una panorámica quequita el aliento, se pueden visitar los lodges depesca y disfrutar de unamodesta pero auténtica picada en la única tienda deramos generales. En tanto,Uguay -rincón chico,en guaraní- ofrece un puñadode casas desperdigadas dondehabitan apenas 30 familias,que reciben a un médico cadaseis meses y cuya capilla no hasido pisada por un sacerdote en los últimos dos años.

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