Estanislao S

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Estanislao S. Zeballos: un desierto para la nación Fermín Rodríguez Princeton University  Pueblo A vellaned a, Choele Choel ( de una fotografía t omada por el Dr. Zeballos); Z eballos, Es tanislao . Sus órdenes son mis deseos Sin reparos, sin respiro, sin talento, Estanislao Severo Zeballos  escribió en la estela que Roca dejó sobre el desierto gran parte de la historia y la geografía ocial de la Campaña , culminando el proceso que puso a disposición de la nación el espacio entero de la patria. En 1878, con apenas 24 aos,Zeballos  redactó por encargo de Roca  La conquista de 1 5000 leguas, !como ".E. lo deseaba, para que pudiera ser le#do por los miembros del $ongreso, antes de terminar sus sesiones!. (Zeballos 1878: 22) Rocanecesitaba que el Congreso aprobara el presupuesto necesario para %nanciar la $ampaa& Zeballospuso su 'ogosa pluma a su ser(icio, y en un mes, con 'ondos del Ministerio de Guerra, publica el libro que terminar) acompaando la ida de Roca y de cada uno de sus o%ciales al desierto. *an+eto ideológico, manual geogr)%co y apunte histórico,  La conquista de 15 000 leguas anticipa en la (elocidad de su redacción la celeridad de la $onquista, que duró apenas tres meses. a rudimentaria prosa deZeballos a(an-a sin demasiados escrpulos narrati(os entre datos del territorio, citas de (iajeros anteriores, andanadas pan+etarias en contra de los indios y encomios a la ci(ili-ación y al progreso, encarnados en la %gura de Roca.

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Estanislao S. Zeballos: un desierto para la nación Fermín Rodríguez

Princeton University 

 Pueblo Avellaneda, Choele Choel (de una fotografía tomada por el Dr. Zeballos); Zeballos, Estanislao .

Sus órdenes son mis deseos

Sin reparos, sin respiro, sin talento, Estanislao Severo Zeballos escribió enla estela que Roca dejó sobre el desierto gran parte de la historia y lageografía ocial de la Campaña, culminando el proceso que puso adisposición de la nación el espacio entero de la patria. En 1878, con apenas 24aos,Zeballos redactó por encargo de Roca  La conquista de 15000 leguas,!como ".E. lo deseaba, para que pudiera ser le#do por los miembros del$ongreso, antes de terminar sus sesiones!.(Zeballos 1878: 22)Rocanecesitabaque el Congreso aprobara el presupuesto necesario para %nanciar la$ampaa& Zeballospuso su 'ogosa pluma a su ser(icio, y en un mes, con'ondos del Ministerio de Guerra, publica el libro que terminar) acompaandola ida de Roca y de cada uno de sus o%ciales al desierto. *an+eto ideológico,manual geogr)%co y apunte histórico, La conquista de 15000 leguas anticipaen la (elocidad de su redacción la celeridad de la $onquista, que duró apenastres meses. a rudimentaria prosa deZeballos a(an-a sin demasiadosescrpulos narrati(os entre datos del territorio, citas de (iajeros anteriores,

andanadas pan+etarias en contra de los indios y encomios a la ci(ili-ación y alprogreso, encarnados en la %gura de Roca.

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 !ulio Argentino "o#a; "o#a, !ulio Argentino

/n ao despu0s, y esta (e- con 'ondos propios, Zeballos (iaja por primera (e-por buena parte del territorio descripto en La conquista de 15000 leguas, yaconquistado por Roca. $on los apuntes, datos y obser(aciones que recogedurante esa epedición, Zeballos publica en 188 Viaje al país de losaraucanos. !Este (iaje no es una misión o%cial 3aclara3 Era la reali-ación de mideseo de conocer una de las comarcas m)s sal(ajes de mi pa#s! (Zeballos 1880: !") .

 !unta de los ríos $eu%u&n ' ima'; las#oaga, *anuel !os&

e la misión o%cial de 1878 3el encargo de 5oca3 al cumplimiento del deseo deconocer, un ao m)s tarde, los territorios conquistados, las condiciones hancambiado. 6 primera (ista, pareciera que paraZeballos cumplir una orden noes lo mismo que cumplir un deseo. *ero la di'erencia queintroduceZeballos entre cumplir una orden o responder al propio deseo esborrosa. !Sus deseos son órdenes!, dice el que obedece a un deseoajeno. Zeballos abandona las misiones o%ciales cuando logra trans'ormar lasórdenes de Roca en sus propios deseos de conocer las regiones conquistadas.

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Segn la nue(a consigna, !sus órdenes son ahora misdeseos!. Zeballos continua siendo uno de esos !soldados in(encibles de laciencia! (Zeballos 1878: 20"), un geógra'o de la patria que marcha detr)s delos ej0rcitos y ponen su deseo al ser(icio del dominio. Es as# como, en 1872,cuando apenas contaba con 1 aos de edad, Zeballos inicia la 'undación de

la Sociedad Cientíca Argentina, desde la que, como secretario, propuso yobtu(o un subsidio para rancisco !" Moreno que se propon#a reali-ar un (iaje de eploración a lo largo del río #egro hasta llegar a la Cordillera. En1874, junto a otros jó(enes, 'undó los Anales Científcos Argentinos, queluego se trans'ormaron en 187 en los Anales de la Sociedad Científca

 Argentina.

+heodolite -ildebrandt hi#h belonged to Adolfo Doering and as used for geodesi# measuring during the Desert Campaign of /012; Doering, Adolfo

*ero ahora nadie manda, porque en un orden ci(ili-ado todos mandan yobedecen a una ra-ón de Estado, a un principio uni(ersal que regula y organi-ael campo social de deseos y de satis'acciones, proporcion)ndoles un %n. odareali-ación del deseo es social, y remite a un campo histórico3concretoespec#%co. *or esta ra-ón, salir al desierto en campaa militar o cient#%ca,obedeciendo órdenes o cumpliendo algn deseo, signi%ca, a partir de ahora,responder a una (oluntad colecti(a que se reali-a a tra(0s de susrepresentantes. *or eso Zeballos le dirige a Roca un brioso grito de aliento9como si hubiera (isto alguna pel#cula de :olly;ood sobre la conquista del<este, Zeballos le lan-a a Roca, delegado de !una gran aspiración nacional!,un cinematogr)%co !=o 6head! (Zeballos 1878: !7).

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 "etrato del 3eneral "o#a en su #arpa en los m4rgenes del "ío $egro. o a#ompa5an los generales 6intter, +eodoro

3ar#ía ' Conrado 6illegas; "o#a, !ulio Argentino

En una carta de 187> dirigida a rancisco !" Moreno, a punto de emprendersu primer (iaje al #a$uel %uapi, Zeballos ya abusaba de esta a'ectada'órmula ?!=o 6head. @ que a la (uelta la celebridad y los bra-os de sus amigoslo reciban e'usi(amente en su patria!A 6 %n de cuentas, lo que empujaa Rocahasta el Río #egro no es un deseo personal y despótico, sino el +ujoincontenible del progreso, que se (uelca sobre la llanura y encuentran sobreella una super%cie de inscripción.

6alle del "ío $egro; las#oaga, *anuel !os&

a conquista es una m)quina alimentada por los +ujos de produccióncapitalistas, un eslabón m)s de la cadena modernista reconstruidapor Zeballos9

 6l canal de Sue-, al 'errocarril americano interoce)nico, a la per'oración de lasgrandes montaas para dar paso a la locomotora, y a la red del tel0gra'o quecie los contornos del planeta, la 5epblica 6rgentina habr) aadido comoobra 'ecunda del progreso sudamericano, la conquista de sus 1> leguas delo-ana tierra (Zeballos 1878: 2")

. e algn modo, la introducción de la conquista como el ltimo eslabón de unaserie t0cnica parece, al menos a primera (ista, 'or-ada, como si se tratara deun 'also silogismo ci(ili-atorio. a conquista, como m)quina, Btiene la mismanaturale-a que la construcción de canales, de (#as 'erro(iarias o del tel0gra'oC*ero el gesto de Zeballos no es 'or-ar la serie& tan sólo se saltea un par de

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pasos.

 7irst photographi# #amera ith inter#hangeable lenses, oned b' the A#ademia $a#ional de Cien#ias of C8rdoba

espu0s de todo, la conquista es una m)quina de m)quinas, un complejomecanismo socio3t0cnico que adem)s de pie-as tecnológicas como elr0mington, el tel0gra'o, el 'errocarril ?!la Sagrada rinidad! que de%ne a(id

 "iasA, la c)mara 'otogr)%ca y el teodolito& que adem)s del soporte log#stico delos caballos y los 'ortines& acopla cuerpos y enunciados. Soldados, cient#%cos einmigrantes tambi0n 'orman parte de la di'usa maquinaria social de un estadoque, en busca de una nación posible, sal#a al desierto a concretar su anhelo detotalidad y de unidad territorial. El Comandante !rado describe este procesocomo una !'ormidable a(alancha de hierro! (#rado 1$8"% 1""), (olc)ndosesobre la pampa e inundando su super%cie, obligando a los indios !a buscar, m)sall) de los grandes r#os australes, re'ugio para sus huestes desmorali-adas ydeshechas!. *or eso no hay met)'ora cuando Zeballos compara la l#nea de'rontera con una carreta9 !las ruedas en 0sta equi(alen a los caballos enaqu0lla! (Zeballos 1878: "57).

 E9pedi#i8n al "ío $egro, abril de /012; Po::o, Antonio

$arreta3caballo3l#nea de 'rontera son palabras y cosas que el g0nero pone encontacto, una m)quina lenta, +uida, imper'ecta, a(an-ando lentamente hacia elsur& un complejo dispositi(o alimentado por nue(as 'uer-as de producción quetienden hacia el l#mite, hacia el Río #egro, 'rontera eterior de la patria. Eneste mo(imiento, coincidir)n el pesado aparato territorial del estado3nación yla (elocidad del capital9 los dos tienden hacia lo m)s lejano, hacia el Río#egro& los dos, al mismo tiempo que a(an-an hacia el l#mite, no dejan de

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recha-arlo9 el capital, porque no deja de reproducirse& la nación, porque nodeja de uni(ersali-arse a partir de su particularidad. as posteriores campaasmilitares cient#%cas deConrado &illegas ?1881A o del perito rancisco !"Moreno, que corren el l#mite al sur del Río #egro, prolongan este proceso deproducción ambi(alente, que no deja de poner l#mites para cru-arlos. os

senderos se bi'urcan cuando la patria encuentra su l#mite territorial en eletremos sur del continente, mientras que el capital 3en una econom#aeportadora de materias primas3 sigue +uyendo. En 1D7, desde ese l#mite,el Comandante !rado se resigna a aceptar los con%nes de la patria9a 5epblica hab#a suprimido el desierto, y sus dominio se etend#an, sinbarrera que los cortase, hasta el etremo de $abo de :ornos, en donde si lapatria concluye es porque ios no quiso hacer m)s grande el$ontinente (#rado 1$8": 1"5).

'n desierto para la nación

os +ujos de hombres, de capitales, de saberes, de tecnolog#as, siguen sutendencia epansi(a, y el desierto, una (e- (aciado de indios, no tienedemasiados obst)culos que oponer. En el interior de este mecanismo complejo,las órdenes de un militar a su subordinado, las órdenes de un cient#%co a la (ida y las órdenes que un moralista se da a s# mismo, nadan en una sola y nicacorriente de producción, que arrastra el orden social 'uera de sus l#mites para (ol(er a establecerlos sobre el río Colorado. $uando la nación desata su'rontera interior, a(an-a hasta tocar su l#mite eterior, y (uel(e a rehacer sus'ronteras, interiori-ando su a'uera, el estado latente, que hab#a permanecidoaga-apado en un recodo del Río de la !lata, se constituye como tal. /naenorme in(ersión ha tenido lugar. 5ecuerda el Comandante Manuel !rado,

en a guerra al malón, que en 1877 !el desierto empe-aba ah# no m)s, acuarenta leguas de la casa de gobierno! (#rado 1$8": 7). Sólo cuarenta leguas3es decir, doscientos ilómetros3 separaban el Estado de una precaria l#nea de'ortines. as sucesi(as campaas de Mitre ?18>>A, Alsina ?182A y Roca ?188A son pasos progresi(os en la represión de esa 'rontera interior,que amena-a desde adentro la posibilidad de de%nir una identidad nacionalestable. e la guerra de'ensi(a a la o'ensi(a, la orientación de la 'uer-a y elsentido de los +ujos ha cambiado. urante la guerra de'ensi(a el estadoquedaba a espaldas del ej0rcito, como una 'r)gil construcción, precariamenteestabili-ada, que hab#a que de'ender de las olas nómades que el desiertolan-aba sobre los d0biles muros de la ci(ili-ación. a amena-a no sólo (en#a del

desierto. a anarqu#a imped#a terminar de constituir un orden institucionalestable, condición necesaria para la conquista.Escribe Zeballos en Callvucurá 9

*ara internar y sostener 'uertes di(isiones en los senos lejanos del esiertodeb#a el =obierno Facional dejar a retaguardia una nación compacta y en pa-, y en toda la 5epblica se sent#a el her(or de los elementos (encidos, pero no

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aniquilados de la anarqu#a(Zeballos 188: 1"2).

+erritorio de la Patagonia. Plano de la e##i8n Primera; unnon

:asta que sobre(iene un enorme re+ujo9 la paci%cación de la nación permiteque nue(as corrientes de capitales, de nue(as tecnolog#as y de inmigrantes

desborden la delgada l#nea de 'ronteras y se diseminen sobre la llanura. agran maniobra de Roca ha sido entonces despla-ar el eje geogr)%co y pol#ticociento ochenta grados. En e'ecto, la nación 3la idea de nación3 como totalidad ycompletud, queda ahora al 'rente del ej0rcito, como una meta a la queadecuarse o un %n a conquistar, que atrae los mo(imientos y regula laeperiencia del espacio. :ab#a que ponerle %n al desierto, esto es, darle 'orma.*ensar el territorio como l#mite, como espacio liso legalmente delimitado sobreel que el estado ejerce su soberan#a, supone la bsqueda de una 'orma, de unaunidad cuyas partes se ajusten a un todo. Si el problema del paisaje rom)nticoes recoger dentro de sus l#mites lo ilimitado, la delimitación del territoriorepresenta un problema in(erso9 como producir l#mites a partir de un in%nito

en el que la mirada se pierde.

Cro%uis de la frontera %ue guarne#e la egunda Divisi8n; <randsted, !orge

a posibilidad de pensar un estado moderno depende entonces de ese girocr#tico de Roca9 la idea de estado ya no se sita detr)s de la eperiencia, comoun 'undamento al que el g0nero se re%ere a cada paso& sino por delante, comoprincipio regulati(o de un proceso que se despliega gracias a ese hori-onte dereglas que la escritura pone ante s#, como seuelo del deseo. En este sentido,

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las aspiraciones colecti(as y personales 3las órdenes de Roca y los deseosde Zeballos( coinciden en un mismo y nico estado del deseo9 el deseo deestado3nación, un hori-onte pol#tico y geogr)%co de uni%cación y totali-aciónde los mo(imientos nómades, que proporciona un %n, un objeti(o trascendente

a aquello que se halla despro(isto de intenciones, esto es, el orden colecti(o ycontinuo de producción de lo real.

 Paso Alsina; las#oaga, *anuel !os&

El corpus orienta y canali-a una red mltiple de intenciones personales ycolecti(as que encuentran en la llanura un espacio de reali-ación y deuni%cación, una super%cie concreta donde crece la idea ci(ili-ada de un estadoposible, como l#mite englobante, dado de una (e- y para siempre. Roca da,literalmente, el primer golpe de estado, porque el Estado, como comunidad de%nes, como sistema en el que las partes se ajustan a la unidad de un todo, se

da de golpe. El antiguo sistema espaol de 'rontera, que los sucesi(osgobiernos patrios mantu(ieron, respond#a al mo(imiento progresi(o de l#neasarti%ciales sucesi(amente ganadas al indio. *artes etra partes, la ci(ili-acióna(an-aba de l#nea en l#nea, de objeti(o en objeti(o, por el laberinto de un soloplano de la llanura. *ero en el plan de Roca de a(an-ar la 'rontera hastaencontrar su l#mite m)s etremo, la totalidad conquistada por la (ertiginosacampaa sustituye la moderación del cauteloso y costoso a(ance de la guerrade'ensi(a.

eleu-e, despla-ando el concepto de estructura, lee en esta 'ormación unaparadoja, que denomina paradoja de 5obinson,

porque es e(idente que 5obinson en su isla desierta no puede reconstruir unan)logo de sociedad si no es d)ndose de una (e- todas las reglas y leyes que seimplican rec#procamente, an cuando toda(#a 0stas no tengan objetos. *or elcontrario, la conquista de la naturale-a es progresi(a, parcial, parte aparte (&eleu'e 1$8$: !8).

e un lado, entonces, la totalidad social de reglas jur#dicas, pol#ticas,

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económicas, de parentesco, que una sociedad se da a s# misma& del otro, laconquista progresi(a de la naturale-a, que depende del estado del desplieguede las 'uer-as de producción. Entre la totalidad pol#tico3económica y elcar)cter parcial del saber t0cnico, se abre un campo de maniobras en dondeopera el re'ormista, el dictador y el re(olucionario. El primero 3un tecnócrata

como Zeballos, cuyo saber prepara el terreno para un ej0rcito conquistador desoldados y agricultores3 propone ajustes graduales de la sociedad en 'unción delas adquisiciones t0cnicas& el segundo 3un estadista emprendedor como Roca3cierra la brecha de un salto, al 'or-ar la coincidencia entre los dos órdenes.!*or eso el tecnócrata es el amigo natural del dictador!, concluye eleu-e. 6di'erencia de ellos, el re(olucionario (i(e en y de la distancia que separa alestado de las 'uer-as de producción de la totalidad social.

Con%uista del Desierto, 7ortín Divisi8n

*ero el desierto no sólo le proporciona a la nación el soporte territorialnecesario para tra-ar sus l#mites geogr)%cos, tambi0n le sir(e para la

%guración de un (ac#o, de una carencia organi-ada colecti(amente por ungrupo, que la constitución del estado (endr#a a reparar. e golpe, al cuerpolleno de la tierra, en tanto unidad primiti(a y sal(aje de producción 3realidadprimaria de la naturale-a y del hombre3, le 'alta algo9 un estado. El estado esentonces lo que le 'alta al desierto, lo que el desierto no tiene9 una unidadtrascendente superpuesta a la unidad inmanente de la tierra. El deseo deestado est) determinado entonces por la producción pre(ia de un (ac#oimaginario 3la identi%cación de la pampa con un desierto3 que, en un segundomomento, deber) llenarse. 6ntes de que la nación para el desierto argentinopueda concretarse, es necesario crear un desierto argentino para la nación. Elcorpus del desierto tiene entonces una 'unción doble9 primero, lle(a a cabo una

sustracción territorial que (ac#a el espacio de sujetos, de (oces, de historia&para entonces, en segundo lugar, desprender de ese (ac#o un deseo de estado3nación que introdu-ca un hori-onte de %nes, de metas, de objeti(os quecumplir.

Esa carencia justi%ca la conquista y naturali-a un proceso arti%cial, un modode dominación del espacio y de los cuerpos que lo habitan basado en laproducción de (ac#o, que alcan-ar) con el lati'undio su grado m)s alto de

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per'ección.

Chimpa'; las#oaga, *anuel !os&

El desierto no es entonces el enemigo del estado, no se opone a 0l como lanada al todo& por el contrario, es un e'ecto del estado, resultado de un c)lculoque introduce la escase- en el cora-ón mismo de la barbarie. Gnyectada ypropagada la 'alta, el estado produce consumos como 'orma dedominación.Zeballos toma como ejemplo a la naciones imperiales, que buscanatraer a sus grandes centros de progreso a los b)rbaros principillos de 6'rica yde 6sia, deslumbr)ndolos con el pomposo espect)culo de la ci(ili-ación y delpoder e in'undi0ndoles ambiciones ardientes y deseos tentadores que les erandesconocidos (Zeballos 1878: ""1).as nue(as ambiciones y deseos que seala Zeballos no se apoyan en unanecesidad pre(ia, sino al contrario, son el deseo y su poder los que producen lanecesidad. 6ll# donde el malón representaba un modo inmediato de satis'acción

del goce, el !espect)culo! ci(ili-atorio del consumo crea un la-o basado en elendeudamiento y la alienación, segn un nue(o modo de producción queescla(i-a y domina por medio de la 'undación de la carencia all# donde no'altaba nada.

El cora)ón de las tinieblas

 =ndios patagones; Panun:i, <enito

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Hajo la se(era mirada de Zeballos, el desierto se con(ierte en un organismopeligroso, cargado de una (italidad en'ermi-a y contagiosa, re'ractario a lospoderes y saberes disciplinarios. a soledad y las enormes distancias corroen

cualquier orden, conspiran contra cualquier intento de ocupación regular deltiempo y del espacio, relajan cualquier 'orma de sujeción. os mo(imientosturbulentos del desierto impiden que el poder y el saber disciplinario puedanhacer pie sobre un espacio %jo, recortado, mensurable, desde donde (igilar yanali-ar el territorio. a precaria barrera de 'ortines, por ejemplo, apenaspuede detener los +ujos b)rbaros que se cuelan a tra(0s de las 'r)gilesempali-adas y deshacen el d0bil tejido disciplinario que a duras penas semantiene en su interior. Encla(e disciplinario del cuerpo del soldado, punto de (ista sobre el territorio, el 'ort#n, !cuya (ida es horrible para el hombre en elaislamiento y en medio de la sal(aje monoton#a del desierto!, es incapa- deresistir la naturale-a in'ernal que lo rodea. Su car)cter poroso y abierto

!produce la desorgani-ación de las mejores tropas, la corrupción y ladeserción! (Zeballos 1878: "2$).

 6l espacio limitado, que distribuye hombres en un espacio cerrado, el desiertoopone la distribución nómade sobre un espacio abierto. os nómades siguen los+ujos, se despla-an junto a ellos, sin apropi)rselos9

 El #a#i%ue Coli%ueo ' su familia; Panun:i, <enito

El territorio impon#a IlaJ dispersión. Si alrededor de una lagunita se (en dostoldos, y die- en una caada m)s lejos, y doscientos o quinientos en treintaleguas a lo largo de un (iejo r#o, si se encuentra la población as# salpicado

sobre el gran tablero, de suerte que para recorrerla es menester dar a derechao i-quierda los saltos del caballo, es porque cada cacique o capitanejo seinstalaba con su grupo, en el oasis, es decir, donde hab#a pasto y aguaproporcionados a sus necesidades (Zeballos 1881: 50$).a distribución del espacio nómade (a siguiendo la producción del suelo, comoun l#quido que inunda un plano. as tolder#as se le(antan junto a un r#o, a unbosque, a un monte& ocupan el espacio sin medirlo 3en lugar de medirlo parahabitarlo, segn un principio de orden ra-onable. a di'usión de la tribu en el

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espacio no sólo la con(ierte en un blanco di'#cil de batir, tambi0n impide que unpoder central capture y organice sus relaciones.

$omo geógra'o del Estado, Zeballos no se somete a los +ujos. Su mirada tratade dominarlos, codi%c)ndolos por medio de c)lculos, tablas y representaciones

cartogr)%cas. En sus ealtadas bra(atas, la naturale-a euberante y rebeldedel desierto se prolonga en la turbulencia del cuerpo de los nómades o en laindisciplina del soldado, dos modos de epresión de una sola y misma potenciain'ernal que se a%rma e inscribe en ellos y por ellos. 6l igual que el indio, lapampa es un cuerpo para estudiar, (igilar y castigar con rigor. *or eso sualegato geogr)%co constituye una anatom#a de la pampa, un rele(o de uncuerpo in'ernal e indómito al que hab#a que aplacar por medio de la aplicaciónde instrumentos ci(ili-atorios sobre puntos precisos de un territorio que,derrotado por las armas de precisión, se percibe como un cuerpo muerto9

Era necesario hacer su autopsia a la lu- de la ciencia, para conocer aquella

organi-ación in'ernal de la naturale-a del desierto, que parec#a recha-ar la (ida ci(ili-ada, produciendo la muerte a su contacto, como las corrientesel0ctricas que se chocan para lan-ar el rayo(Zeballos 1878: 25).

e##i8n antropol8gi#a, sala / (l4mina 1); *oreno, 7ran#is#o Pas#asio

Sólo como cad)(er el desierto entrega sus secretos a un saber que produce unobjeto sin (ida. $uerpo en'ermo y contagioso, a'ectado de etensión segn eldiagnóstico cl)sico de Sarmiento, el desierto debe morir (iolentamente paraque la pin-a militar y cient#%ca desgarre sus super%cies, analice los restos yarchi(e su patolog#a en la historia cl#nica del cuerpo de la nación. espojado de

la (italidad que agitaba su super%cie, la pampa se representa como naturale-amuerta. a $onquista ha desconectado la corriente que prolongaba laturbulencia del paisaje en el cuerpo indómito de la barbarie, cuyosmo(imientos impre(istos segu#an, a%rmaban y multiplicaban los +ujos nómadeslan-ados por el espacio. El Viaje al país de los araucanos de Zeballos secon(ierte entonces en un tenebroso paseo entre cuerpos inmó(iles y sin (ida.Kero- y autoritario, sujeto de un saber m)s cercano al dispositi(o enunciati(ode la Gnquisición que al del positi(ismo, el soldado de la ciencia lan-a 'an)ticas

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in(ecti(as, que acercan su ciencia a la religión9 La arbarie est* +aldita , noquedar*n en el desierto ni los despojos de sus +uertos (Zeballos 1881: 228).

 Anatomía indígena; unnon

 6nte la mirada incómoda de sus hombres, Zeballos pro'ana cementeriosind#genas, en busca de cr)neos para su macabra colección 3que ya cuenta con

los cr)neos de Calfucur* y de Mariano Rosas, ehumadospor +evalle y Racedo durante la $ampaa ?en junio de 21, el cr)neode Mariano Rosas, que se encontraba en las (itrinas del Museo de Ciencias#aturales de la Ciudad de +a !lata, 'ue restituido a su 'amilia ranquelA.*ara Zeballos, la persecución de la ra-a y la conquista de sus tierras por partedel ej0rcito, tienen su correlato en el cient#%co que lle(a los cr)neos de losindios a museos y laboratorios ?la colección de Zeballos se encuentra hoy enel Museo de +a !lataA. $on la ehibición ejemplar de la muerte in+igida a suotro, el Estado que encarna Zeballos pone en escena su soberan#a sobre la (ida y la muerte de aquellos que desobedecen sus órdenes. emploci(ili-atorio, el museo tra-a la genealog#a del Estado, que se constituye como

tal en el poder de ajusticiar.

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e##i8n Antropol8gi#a; ehmann>$its#he, "obert 

El n del g,nero

El (iaje de Zeballos repitió la tr)gica $ampaa de Roca, pero con tono de'arsa. $uando pasea, con tono marcial, entre 'ortines en ruinas o entretolder#as abandonadas, su gesta tiene algo de quijotesco. $omo representante

de un g0nero que ya no encuentra sobre la llanura un mundo que se leasemeje,Zeballos marcha por una realidad esteti-ada, con(ertida en signo. Susha-aas son 'or-adas, indirectas, irrisorias, pruebas insu%cientes de la (erdadcontenida en la letra muerta del corpus. 6costumbrado a obedecer, el g0nero,que dicta los pasos de Zeballos, le ordena testimoniar alguna a(enturaheroica, a'rontar y sobre(i(ir a algn peligro. a in(ención de los h0roesdepende de esa clase de acontecimientos, de esos puntos singulares donde louni(ersal de un concepto 3hero#smo, abnegación, coraje3 precipita en unaeperiencia singular e irrepetible. *ero Zeballos pasea por un paisaje enruinas, donde los guerreros 'ueron eterminados o desarmados, y lossobre(i(ientes, obligados a huir. Sin embargo, el peligro persiste, aunque

notoriamente despla-ado9 !El enemigo es pequeo, pero mucho m)s serio de loque parece! 3se justi%ca Zeballos. Lódicas, aunque no por eso menosdolorosas,Zeballos ehibe sus heridas de guerra9 !:ace ocho meses queregres0 del desierto y an conser(o las cicatrices en las manos!. espu0s detodo,

BMui0n resiste al aguijón de los t)banos, -ancudos y gegenesC ?...A 6penassienten al (iajero o al animal, se le(antan 'ormando (erdaderas nubes, y seinstalan sobre sus cuerpos, constituyendo una columna (ertical de algunosmetros y que se oye -umbar amena-adora(Zeballos 1881: 1$1).

Zeballos habita entre enunciados 'antasmas, entre (oces separadas decuerpos ya muertos que la m)quina de la conquista (a abandonando detr)s de0l, como pie-as gastadas por el uso. as palabras han perdido todo su espesor, y (agan ahora sin rumbo, en ausencia de un mundo de seres (isibles que lasllenen. El g0nero resuena ahora entre las ruinas de un teatro (ac#o,abandonado por sus actores9 se ha (uelto ley abstracta. *ero Zeballos no (a arenunciar ')cilmente a ese tono de gesta, a ese deseo de a(entura 'orjado a lolargo de lecturas, an0cdotas, incluso (iajes de su in'ancia. Kiel a la galer#a de

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representaciones proporcionadas por el g0nero, (a en busca de lo que ya sabe, y lo encuentra en cualquier lado, en enjambres de insectos 'uriosos o en otros!enemigos 'ormidables! (Zeballos 1881: 2"2)como los perros cimarrones,menos entre los indios. 6 'alta de peleas con indios que ya noeisten,Zeballos dramati-a el ataque de un malón de t)banos. En sus huecos

enunciados se puede escuchar toda(#a los tonos de la guerra9 !Su pescue-o ysu cara y la palma de su mano, eran la miniatura de un campo de batalla,donde solamente se (e#an asaltantes, cad)(eres y sangre! (Zeballos 1881: 1$2).$omo buen turista, con%rma sus percepciones, (e lo que quiere y lo retiene enim)genes para coleccionar. o que queda de la guerra 3el clamor de la lucha, elhorror de los cuerpos moribundos al amanecer, agoni-ando sobre el campo debatalla3 est) retenido apenas all#, en unos pocos cent#metros cuadrados de piel,un paisaje en miniatura que recuerda a esas pequeas bolas de (idrio en cuyointerior, nie(a sin parar.

Cho'%ue>*ahuida, #odo de Chi#lana; las#oaga, *anuel !os&