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    ESTACIN NINGUNA

    P.J. RUIZ

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    Soledad. Una gran, blanca y sempiterna soledad en cualquiera de las mil direcciones en torno a su

    cuerpo. Kilmetros de nieve por un lado, millas de hielo por el otro la nada absoluta y fra en la

    expresin ms colosal que el ser humano pueda soportar. Eso era cuanto Sara haba conseguido tras su

    constante marcha hacia el norte, despreciando cualquier clase de peligro y muy lejos de la seguridad del

    refugio. Ahora, en algn lugar donde la brjula, machacada y congelada, ya no obedeca, estaba

    estancada, fatigada, deshidratada y hambrienta, demasiado dbil como para enfrentarse a los elementos.

    Por no sentir, ya no senta ni angustia.

    Entregada, con la espalda en una gran roca quemada primero y helada despus, se dej caer

    estirando las piernas y permitiendo que el sopor la raptase. Saba que la hipotermia la raptara poco a

    poco, con mimo, llevndose cada pice de energa suavemente, sin dolor alguno, en una desconexin

    paulatina no carente de angustia. All, azotada por un viento que aullaba inmisericorde a lo largo de la

    planicie y que bata las montaas levantando nubes de polvo helado que dificultaban respirar, pas por

    su mente lo ocurrido como una sucesin de fotogramas que caminan regulares a veinticuatro imgenes

    por segundo, del mismo modo como haba sucedido cada da, cada noche desde que los buenos tiempos

    acabaron por el puetazo de algn dios iracundo sobre la mesa del juicio final. No haca mucho de eso.

    Record el momento exacto en que todo empez, y no derram ni una lgrima porque ya todas se

    gastaron haca mucho, y a fin de cuentas para qu otra gotita de hielo en la mejilla? La vida es muy

    dura a veces, pero la ausencia de todo te obliga a replantearte el modo de seguir vivindola.

    Adaptacin.

    Haba ocurrido en medio de un sbado tan apacible como cualquier otro, y la atmsfera estaba

    tranquila, luminosa ese da, slo empaada n poco por la fuerza del Sol, inusualmente activo en

    aquellas fechas. En la sierra de Huelva haca una jornada preciosa, tan cargada de azules y verdes que

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    nada haca presagiar cuanto vena en camino. La luz picaba y extraa hermosos colores de las arboledas

    mientras los amantes del senderismo cubran etapas entre montaas y risas, unos en bici y otros a pie.

    stos ltimos gustaban de acompaarse de bastones puntiagudos que siempre haban hecho sonrer a

    los habitantes de los pequeos pueblos, que lo interpretaban como un signo de modernidad fuera de

    lugar, un emblema mal disimulado de cierto tipo de catetismo propio de los habitantes de la urbe, tan

    equivocados la mayora de las veces sobre quin es quin en la naturaleza.

    Estaba en su casa de la calle Sueos, una vieja restauracin en piedra hecha aos atrs con

    exquisito gusto y poco dinero, a la que sola ir para pasar los fines de semana nada ms terminar su

    jornada laboral del viernes. Con ella se encontraban Marina, su hija de once aos, y Nicols, el

    pequeajo de ocho Qu lindos eran! Siempre se sentan tranquilos en aquel sitio donde no haba

    peligros y el tiempo pasaba de manera agradable para todos, aportando una paz a la vida rutinaria que

    despejaba totalmente los horizontes. Aquellos muros constituan sin duda la mejor inversin de su vida.

    A medio da, Marina, muy diligente en su aprendizaje de las tareas hogareas, la haba estado

    ayudando a cocinar un exquisito arroz con marisco, pero no hubo demasiada suerte y se pas un

    poquito al final, lo cual no fue bice para que sentase al tro de maravilla. El peque se tom su Coca-

    Cola a pesar de que ello no era muy del gusto de mam Sara, pero se la conchababa con eso de un da

    es un da y regalndole un par de muecas lindas que ella no poda resistir, pese a la hermanita, siempre

    pinchndolo para hacerlo rabiar. Cosas de cros.

    A eso de las cuatro de la tarde, mientras Nicols estaba viendo la televisin bien estirado en el

    sof, como era su costumbre, ella intentaba dormir algo en la planta de arriba, donde la nia repasaba

    revistas con aire de mayor. La emisin se cort bruscamente para dar paso a un informativo especial de

    ltima hora. Esas cosas nunca obedecan a buenas noticias, y ello alert a Sara, que sin bajar levant un

    poco la cabeza para tener mejor audicin.

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    El locutor, algo tenso, titubeaba sorprendentemente hacindose eco de un comunicado oficial

    dirigido a las poblaciones costeras conminndolas a alejarse rpidamente de las playas, porque se

    anunciaba la ms que posible cada de algo que denominaron como un cuerpo celeste sobre el centro

    del Atlntico Algo muy grande y desde el cielo nada menos! Aunque se trataba sin duda de un

    fenmeno muy raro y que slo suceda, segn aclaraban, una vez cada mil aos, el da pareca haber

    llegado. Se haban calculado sus efectos y se teman reacciones naturales no explicadas pero de un

    vigor extremo, por lo que se sugera al pueblo el aprovisionamiento de vveres y la utilizacin de

    medios todo terreno para evadir las carreteras principales y evitar los previsibles atascos derivados de

    lo que deba ser algo as como una evacuacin masiva.

    Medios todo terreno!

    Sara recordaba aquella expresin y rea mucho despus con tristeza en su agona entre nieve y

    piedras cuando pensaba en la clase de dirigentes que haban tenido en el pas para decir algo tan

    ridculo a una poblacin que se supona que estara confusa y preocupada despus de semejante aviso

    extrasimo y sin duda tardo Medios todo terreno! Y el que no los tuviese, qu? Todo haba sido

    mal llevado desde el principio, pero eso slo lo supo mucho ms adelante, cuando ya fueron tristemente

    evidentes los resultados de la que a la postre fue una intil advertencia.

    Lo cierto es que aquel comunicado fue corto y conciso, y para nada lo suficientemente

    premonitorio. Quizs demasiado rpido, pues no daba detalles tan importantes hipotticamente como el

    lapso del que se dispona para la evacuacin. Pens que tal vez porque eso en realidad careca ya de

    importancia, lo cual era algo muy preocupante, pero de eso no se dio cuenta aquel da. Aunque en

    principio lleg a pensar en una broma macabra, el zappeo pertinente le demostr que la alerta era real,

    aunque las dems cadenas no daban muchos ms datos que los exiguos que ya tena. Algunas incluso

    haban cerrado totalmente la emisin, lo cual s que la preocup an ms. No conoca nada de esas

    cosas que caan del cielo, pero estaba segura de que apenas quedaba tiempo para actuar No fue algo

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    as lo que acab con los dinosaurios en aquella peli de dibujos animados? Tuvo un escalofro que se

    intensific cuando cogi el telfono mvil para llamar a la familia y cerciorarse de lo que en otros

    lugares se haba recibido y se dio cuenta de que no haba lnea. No es que no hubiese cobertura, no, es

    que por no haber no haba ni ruido de fondo, como si las comunicaciones estuviesen colapsadas. O

    como si hubiesen sido cortadas de repente! Era eso posible? Difcil saberlo era.

    Lo que sucedi despus fue mucho, muchsimo peor que lo que se haba advertido en aquellos

    comunicados escuetos que ya no dejaron de emitir las cadenas gubernamentales en un bucle continuo

    dentro de un espacio radioelctrico por el que solo se movan las frecuencias controladas desde el

    poder. Alguien no quera interferencias ni cadas masivas de comunicaciones aquel da, alguien

    poderoso y capacitado para filtrar la informacin del modo ms tendencioso y beneficioso para sus

    fines. El fuerte gana y el pobre pierde. Curioso juego practicado desde el inicio de los tiempos, pero el

    da no era propicio para ganadores. Imaginad para los perdedores!

    De haber tenido televisin por satlite la mujer se habra dado cuenta de que mensajes

    equivalentes sonaban al mismo tiempo en el mundo entero, y que en ninguna de esas emisiones se

    extendan en detalles. Todo era un lacnico cuidado, iros de ah sin ms explicaciones. En Estados

    Unidos algunas emisoras de corte religioso comenzaron a emitir plegarias y a llamar a los creyentes al

    Apocalipsis, en un gesto muy acorde con el extrao puritanismo que tanto satisfaca a las masas en

    condiciones duras. En los pases islmicos ni siquiera se hizo comunicado oficial, al igual que en la

    mayora del tercer mundo. Los chinos y los rusos decretaron un estado de excepcin con toque de

    queda, al igual que sucedi en Inglaterra. Pero nada de eso fue conocido por aquella madre en un

    pequeo pueblo de la Sierra de Huelva, sencillamente porque su tele no tena parablica. El palneta

    entero esperaba un rendez-vous inevitable con su destino o era la civilizacin en masa la que tena

    cita?

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    Sara evalu la situacin y tom determinaciones con suma rapidez, llegando a la conclusin de

    que estaba en un lugar bastante privilegiado, a casi setecientos metros de altura, y tericamente, por

    tanto, muy alejado de los problemas que pudiese tener la costa, pero algo le deca en sus adentros que

    fuese prudente. Por ello se apresur, y en unos minutos ella y los nios salieron montaa arriba con

    mochilas cargadas de comida, agua, mantas y un saco de dos plazas donde podran dormir los tres bien

    acurrucados. Solo la nia se percat de que algo no iba bien, pero no pareci dar excesiva importancia

    al hecho.

    Conocan bien la cumbre que haba detrs del pueblo, que reposaba plcidamente en un pequeo

    valle entre montes de viejos y retorcidos castaos. Solan subir all con sus visitas para mostrarles el

    bello paisaje de la sierra con el mar al fondo, y la mujer pensaba que sus novecientos metros seran ms

    que suficientes para resistir a cualquier fenmeno natural del tipo que fuese. Adems haba una mina

    abandonada en la falda posterior en la que podran guarecerse si era necesario. No senta miedo, pero s

    una Profunda preocupacin por lo inusual de los hechos.

    No encontr a nadie subiendo por el sendero, y el ambiente en el pueblo al cruzarlo haba sido de

    relativa calma para su sorpresa. Una de dos, o ella era una alarmista, o los mensajes no haban sabido

    transmitir preocupacin a toda esa gente. No se entretuvo en evaluarlo, consciente de que pronto sabra

    la respuesta para bien o para mal. Esperaba que todo quedase en que se haba precipitado en exceso al

    salir de su casa, en un susto y nada ms que traera de cabeza a los informativos durante la siguiente

    semana, algo parecido a la alerta de Orson Wells con sus compatriotas americanos cuando grit por la

    radio los marcianos, los marcianos! De ser as, lo nico que ocurrira en su pequea familia sera que

    ella y los nios pasaran una agradable tarde en la montaa entre risas contagiosas y nada ms. No

    estara mal eso!

    Tambin era cierto que la alerta deca claramente que estaba dirigida a todos los habitantes de las

    costas, y puede que eso estuviese conteniendo la histeria en el interior. En aquel momento pens que en

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    verdad s que se estaba excediendo, pero sigui adelante porque un cierto instinto la segua empujando

    a no arriesgarse gratuitamente, sobre todo por sus nenes.

    Cuando media hora ms tarde llegaron jadeantes a la cumbre, se sentaron mirando en direccin

    suroeste, divisando el mar que brillaba como un cristal a distancia considerable. Se dio cuenta de que se

    haba dejado los prismticos en casa, y aquello la fastidi, pero an as la vista era asombrosa, con un

    cielo ms despejado que de costumbre.

    Intentaba razonar mientras oteaba la distancia, y se dio cuenta de que haba ledo cosas y visto

    programas y documentales sobre el cambio climtico, la subida del nivel de las costas y esos asuntos

    que sonaban siempre tan lejanos e improbables, pero desconoca qu consecuencias tendra la cada de

    un astro en medio del ocano y si en verdad algo as poda desestabilizar algo tan grande como el mar.

    No sera para tanto, esperaba, aunque ms con el corazn que con la cabeza, puesto que si era as, qu

    sentido tena tanta alarma? Volvi a probar el telfono mvil. Nada.

    All arriba, sentada y recogida entre sus rodillas, recordaba cuando era pequea y tiraba

    piedrecitas a los charcos nada ms parar la lluvia, quin no lo ha hecho alguna vez. Despus llegaba

    chorreando a casa, salpicada de agua y barro, y aunque su madre la reprenda, ella no poda evitarlo

    porque sencillamente le encantaba hacerlo. Gustaba de ver como se elevaba aquella columna de agua

    que se abra antes de desplomarse, observar el modo en que las ondas llegaban a la orilla una y otra

    vez, entrando ms all de los lmites originales, en ocasiones hasta sus pies, y volviendo atrs

    modificando el contorno. A veces creaban pequeos riachuelos que retornaban a su lugar de origen

    mientras todo el charco se enturbiaba a consecuencia del barro.

    Haba un momento, si la piedra era tirada con fuerza, en que se vea una parte del fondo.

    Completamente vaco! sta se apartaba en un crculo tremendo que en una fraccin de segundo se

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    desplomaba, ocupando de nuevo su lugar, pero durante ese momento en que la piedra se incrustaba en

    el fango el agua simplemente se apartaba.

    Sara se dio cuenta de que las piedras que ella usaba cuando era nia siempre eran mucho ms

    pequeas que el efecto a escala que provocaban, y ese pensamiento la puso nerviosa. Una piedra

    pequeita, una salpicadura enorme, ondas abundantes Qu sucedera cuando esa roca del espacio

    cayera a enorme velocidad en un lugar como el Atlntico, con varios kilmetros de profundidad? Y si

    se trataba de algo grande o ms bien enorme?

    Con el deseo ntimo de que todo fuese una falsa alarma de su intelecto, y con nimo de aparentar

    seguridad ante sus hijos, prepar unos bocadillos que le sirvieron de camino para entretenerse, abri un

    par de latas de refresco, algo calientes ya, y guard silencio con la vista puesta en el horizonte. Se

    pregunt de nuevo qu iba a suceder, y se sinti metida en una extraa pesadilla que pareca no tener

    fin, como los bucles informativos de las televisiones que seguan bombardeando al mundo de

    informacin mnima. A su lado los nios se entretenan hacindose travesuras, ajenos a la realidad, y

    jugando con el mvil, encendido pero intil. Pens que igual todo se quedaba en un acontecimiento

    menor, porque si fuese a ocurrir algo tan grave comparativamente como lo que ella provocaba de

    pequea en aquellos charcos de agua de lluvia, los gobernantes hubiesen puesto mayor nfasis en

    avisar, no? S, sera lo esperable.

    Posiblemente se oiran helicpteros volando, sirenas, tal vez apareceran unidades del ejrcito en

    misin de evacuacin Algo as como se ve en las pelculas. Pero por el contrario no haba nada que

    alterara la extraa quietud de aquel estado de alerta tan peculiarmente calmado. Era un contrasentido,

    un despropsito. Quizs alguien se haba levantado esa maana con deseos de bromear con seis mil

    millones de personas? Era algo tan improbable que comenzaron a asaltarla dudas y mensajes oscuros.

    Y si no aparecan tropas, ambulancias o helicpteros porque sencillamente no haba nada que nadie

    pudiese hacer? Puede llegar el fin de esa manera rpida y silenciosa? Qu inters tendran los

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    dirigentes de los pases en informar a la poblacin con antelacin de algo sobre lo que ellos saban que

    resultaba marcadamente imparable? Acaso el miedo al caos no los hara extender un injusto velo de

    silencio? Acaso no se veran en el deber moral de proteger a sus pueblos de la cada del sistema

    hasta el ltimo momento? Hasta ver lo que el destino tiene guardado? Eran pensamientos

    preocupantes, pero desde pequeita, cuando la guerra fra pareca a punto de calentarse en cualquier

    momento, no recordaba haber sentido en su mente tan cercana posibilidad de vivir un gran punto y

    aparte en el mundo. Aquellas bombas y misiles se fueron del horizonte del terror, pero quizs no haba

    tenido en cuenta lo pequea que es nuestra casa comn volando por el universo, y ahora, sin

    advertencia, algo se acercaba. Finalmente lleg a la conclusin de que cualquier parecido con un fin del

    mundo no poda ser verdad, porque en el fondo qu ser humano va a creer semejante tontera?

    Entonces repar en que no se vea un slo pjaro en el cielo, a pesar de la gran porcin de espacio

    libre que divisaba. Qu raro!, pens.

    Tampoco haba nadie ms que hubiese subido a la montaa aquella tarde, ni una voz lejana.

    Sacndola de sus reflexiones, Nicols dio un grito y tir el telfono bruscamente contra una roca!

    Mientras su hermana lo reprenda tachndolo de descuidado, Sara mir sorprendida el aparato entre las

    piedras, y vio que estaba chisporroteando y emitiendo un humo denso. Se estaba quemando! No

    comprendi ni tuvo tiempo para ello, ni siquiera para preguntarse si el peque haba sufrido dao, pero

    de haber estado al corriente de lo que acababa de suceder sabra que se haba tratado de un pulso electro

    magntico provocado por una intrusin atmosfrica a gran altitud. Algo acababa de llegar, y su primer

    signo haba sido dejar en un segundo toda la electrnica humana relegada a chatarra. Si, mquinas y

    ordenadores, circuitos electrnicos y cableados quedaron inutilizados en todo el planeta, pero eso ella

    no lo supo nunca, porque no comprob las televisiones estallando o las radios ardiendo en lo que era el

    fin abrupto de los comunicados en bucle. La gran bestia envolvi el mundo de silencio y aislamiento,

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    dispuesta a dar un gran bocado, y para ello no haba precisado de la noche, a pesar de venir de la

    negrura ms fra.

    Algo ocurri, el segundo acto de la obra. Los tres escucharon, e instintivamente miraron a las

    alturas. Haba sido un ruido parecido a un portazo distante acompaado de un flash rapidsimo cuyo

    calor haban sentido, como se de una gran cmara fotogrfica se tratara. A eso lo sigui otro estruendo

    similar al de un avin al aterrizar, pero mucho ms

    grueso y grave, tan gordo que casi se palpaba. No

    se podra emitir sonido por encima de aquello, ni

    grito ni plegaria. La mujer en la montaa tuvo la

    certeza de que innegablemente algo se precipitaba,

    y lo haca desde una gran distancia. Se percat

    finalmente de que todo era decididamente real y

    que iba a acontecer un suceso fuera de lo comn,

    mucho ms terrorfico de lo que haba imaginado.

    A partir de ah los hechos se sucedieron, y lo

    hicieron con la rapidez de una saeta y el mpetu de

    un martillo.

    Sara sinti que sus dudas se haban despejado en segundos en la peor de las direcciones, pero

    antes estaba sintiendo como se le erizaban todos los pelos de la nuca por la esttica que se gener en la

    atmsfera, que se llen se rayos brillantes, densos, espectaculares al descargar toda la energa que

    aquello haba inyectado de repente. El cielo era claro, pero en un instante, coincidiendo con el fin del

    estruendo, todo el horizonte hacia el Atlntico central se convirti en una antorcha humeante precedida

    de un resplandor que nunca haban visto. Fue tal la violencia de aquella luz que percibi la quemazn

    en la carne mientras todo alrededor se llenaba de una luz siniestra hasta hacer desaparecer totalmente el

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    color de las cosas. Se abalanz instintivamente sobre sus hijos para protegerlos y gritaron unos sobre

    otros mientras aquel blanco horrible pareca destruir toda esperanza en un mundo de repente relegado

    no slo a la incomunicacin, sino tambin al monocromo. Qu era lo siguiente que quitara?

    Sinti que la luz quemaba e incendiaba su ropa, y justo a tiempo tir de los nios hacia el otro

    lado de las piedras, donde rodaron a cubierto de aquel haz caliente. Los rboles, al hervir la savia,

    estallaron sonoramente en llamas al instante igual que bombas de gas, pero los tres improvisados

    fugitivos estaban de momento a salvo en medio de las detonaciones y el crepitar de la naturaleza

    incendiada por la exposicin directa a aquella radiacin delirante y aparentemente fuera de lugar.

    Pese a la luz y el calor no dej de mirar por un resquicio entre dos grandes peascos, aunque

    evitando hacerlo directamente al epicentro del fenmeno, lugar de donde proceda el terrible calor.

    Desde la cumbre siempre se haba visto el mar, pero ahora pareca un espejo que reflejaba colores rojos

    agresivos que no anunciaban nada bueno, mientras notaba en el paladar un regusto cobrizo. Sangre.

    En el fondo ms lejano de la escena, detrs de la curvatura de la Tierra, acompaado de una

    vibracin que mova masas de aire y que sonaba de nuevo como la turbina de un jet, una bola de fuego

    se elevaba despacio y pareca romper el cielo, convirtindose poco a poco en una columna descomunal

    que ensombreca al sol. La cosa haba tocado ocano con mucha violencia! A su alrededor denssimas

    nubes negras se expandan como las alas del ngel de la muerte convocado por un dios fiero y cruel al

    canto final. Nunca haba sido creyente, pero la escena evocada la llev a desear desesperadamente que

    hubiese finalmente un Dios que la ayudase a soportar lo que estaba en camino. Tena muchsimo miedo

    y no hallaba ms que desamparo en aquellos riscos.

    Instintivamente tir ms de sus hijos hacia s mientras se senta agobiada por aquel golpe de calor

    que haca el aire irrespirable. Se daba cuenta de todo lo que estaba sucediendo con una lgica que la

    obligaba a llorar, pero se sobrepuso con el valor que confieren las causas perdidas y busc un plan al

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    que aferrarse, feliz en el fondo de haber percibido algo en las emisiones de advertencia que la haban

    llevado a un lugar donde poder luchar. Qu sera de la gente del pueblo, aquellos que no parecan

    haber hecho mucho caso de los informativos? Prefiri no pensar en su terror.

    Por su mente pasaban fugaces las imgenes de los charcos de cuando era nia, aquellas ondas

    concntricas, su forma de crecer... Saba que algo ms iba a suceder muy pronto, y si permanecan all

    no sobreviviran. As de sencillo fue su razonamiento aquella tarde, y el que la impeli a buscar mejor

    refugio. Aquello haba tocado mar, y eso

    Hizo acopio de fuerzas sin reparar en el dolor de la piel quemada o el miedo y los tres corrieron

    haca la mina, oculta a unos doscientos metros entre rboles que ahora parecan blanquecinos y

    llameantes sometidos a la agresin que vena desde algn foco en la distancia. Eran doscientos metros

    largusimos en el corazn de un infierno que laceraba, crepitaba, detonaba. Gritaban y lloraban con el

    pelo electrizado, caan entre las calientes piedras cortantes y sangraban, pero no se detuvieron. Mam

    Sara tiraba con furia rogando inconscientemente para que nadie se torciera un tobillo antes de llegar a

    cubierto, aunque tena la determinacin de no detenerse pasara lo que pasara. Si era necesario

    arrastrara a sus hijos sin dudarlo, los descarnara y quebrara sus huesos, pero los llevara a lugar

    seguro Ya habra tiempo de sanar mientras siguiesen vivos!

    Estaba en esos pensamientos cargados de frreas intenciones cuando algo los empuj con fuerza

    coincidiendo con la llegada de un estruendo parecido al tronar de mil tormentas precedido de polvo y

    pequeas piedras. Fue como un tren de mercancas que los arrollase y lanzase hacia adelante varios

    metros entre nubes de escombros, mientras se oa un nuevo portazo, esta vez enorme, en el cielo.

    Rodaron, y Sara vi entre vuelta y vuelta como las escasas nubes de arriba eran dispersadas

    instantneamente. Nada ms incorporarse sin prestar atencin al dolor toc a sus hijos y descart lo

    peor. Se dio cuenta de que estaban golpeados, al borde de la inconsciencia pero vivos, y de que an

    tenan mucha suerte. Haba visto volar sobre ellos rboles enteros provenientes del otro lado de la

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    montaa, el que se hallaba expuesto al frente de los acontecimientos, y ahora los vea hechos astillas

    por fuerzas que no comprenda. All el impacto de lo que no poda ser otra cosa que la onda expansiva

    que los haba empujado haba sido mucho ms potente, y el escudo que haba hecho la cima del monte

    los haba salvado de recibir directamente aquella fuerza bruta que les habra desecho los huesos. Sin

    tiempo para pensar cogi de nuevo las manos de los nios, se levant y se dispuso a seguir tirando de

    ellos hacia la mina, porque segua pensando en los charcos, los charcos.

    Si hubiese tenido la mirada puesta en el ocano hubiese visto como se elevaba hasta una altura

    descomunal, negro y terrible, avanzando mucho ms rpido que el sonido, y amenazando con engullir

    la tierra con la furia de Poseidn. En las costas de Huelva la playa adquiri de repente kilmetros de

    extensin al reducirse el nivel marino como por arte de magia, dejando al descubierto toda la vida

    marina de la zona, los bajos y corales. Ese sueo onrico preceda la llegada de un muro de agua que se

    elevaba y elevaba inmisericorde, acopiando todo el lquido costero para arrollar cuanto encontrase a su

    paso. El pavor invadi hasta las piedras por el advenimiento de aquello en un silencio que sobrecoga.

    En la montaa, mientras el ambiente cargado de humo irrespirable fruto de la combustin masiva

    de los robledales y castaares se llenaba con un nuevo bramido muy profundo y proveniente de todas

    direcciones, la sierra tembl desde los cimientos con fuerza inslita, y los tres perdieron el equilibrio de

    nuevo entre roquedales que rodaban ladera abajo. Estaban muy heridos, especialmente el pequeo, que

    sangraba abundantemente por la cabeza y los odos, pero la mujer saba que no era el momento de

    ocuparse de eso. No, an no. Haba que ponerse a salvo cuanto antes y ya habra tiempo de lamentarse

    y llorar. El Sol se haba oscurecido totalmente cuando, para su sorpresa, una falla cruji bajo sus pies

    sonando como una cremallera que se abra. Fue cuando dej de sentir las manos de los nios y se sinti

    sbita y aterradoramente ingrvida en un momento de desolacin que ya nunca olvidara.

    Enseguida supo que estaba cayendo.

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    Y lo peor no era caer, no. Lo peor era la sensacin de que Marina y Nicols haban quedado solos

    e indefensos arriba de donde fuese que se estuviese precipitando, posiblemente tirados en el suelo o

    rodando montaa abajo junto a montones de piedras y rocas de todos los tamaos que seguiran

    golpendolos y machacndoles. Si era as, corran mucho peligro, y si no era as tambin, porque al fin

    y al cabo estaban totalmente abandonados en un maremgnum de destruccin. Estaba segura de que iba

    a morir.

    Dur un par de segundos el descenso hasta golpearse, pero pudo mirar en un ltimo impulso a la

    luz en la boca del agujero que se la tragaba y gritar con todas sus fuerzas un corred que reson entre

    rocas y chorros de agua desconocidos de las abiertas profundidades calizas de aquella montaa hasta

    entonces slida y de una pieza. Aquel mensaje tena escasas posibilidades de haber sido odo por

    alguien all arriba, pero fue gritado con todas las energas de su irritada garganta.

    Fue ese el instante en el que vio con el rabillo del ojo un siniestro penacho de espuma pasar sobre

    la grieta, y comprendi con total claridad por qu temblaba el suelo con esa violencia. El rumor

    profundo y creciente preceda al ocano desbordado, que unos segundos ms tarde iba a barrer la Sierra

    de Huelva sin misericordia en aquel atardecer triste para el mundo entero. Despus de todo, los

    novecientos metros en que tanto haba confiado no haban servido finalmente para nada.

    El charco, esta vez el ms grande, se haba desbordado como cuando era nia y tiraba aquellas

    pequeas piedrecillas, y desde su pre-inconsciencia casi vea la escena desde arriba a cmara lenta.

    Slo una palabra contena en su integridad el perfume del momento: terror.

    En un instante de benevolencia al fin perdi el conocimiento, y eso quizs la salv de la locura.

    Sara nunca supo cuanto estuvo inconsciente, ni pudo observar la terrible negrura del lugar donde

    la milagrosa burbuja de aire atrapada por los remolinos la salv del arrollamiento de la masa de agua

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    que pasaba sobre la cumbre haciendo temblar todo el macizo y descarnando el que haba sido un

    hermoso paisaje, ahora cargado de cenizas chorreantes. Nada en la superficie pudo sobrevivir a aquella

    agresin que se haba desplazado a la velocidad del cicln repartiendo fuego, ondas de choque y muros

    de agua.

    Si hubiese estado a distancia segura de cuanto suceda, en una cmoda posicin de observador,

    habra anotado en su hipottico cuaderno que el Atlntico, elevado hasta los mil doscientos metros de

    altura en forma del tsunami ms grande conocido desde el diluvio de No, penetr hasta los llanos de la

    Mancha y ms all sin dar una mnima posibilidad de vida a nada ni nadie que pudiese habitar la

    superficie. Bosques, pueblos, ciudades y cada obra natural y humana, aplastados previamente por la

    onda expansiva, fueron barridas de la faz de la tierra con infinita facilidad, arrastrando montaas de

    escombros en la cresta del muro de agua que llev la muerte a todos los niveles del sistema. Junto a los

    escombros viajaban miles, millones de cuerpos marinos o terrestres que fueron depositados en zonas

    altsimas, a centenares de kilmetros de sus puntos de origen, dando lugar a futuros yacimientos de

    carbn, crudo y fsiles.

    Daba la impresin de que aquel da haba sido finalmente el seleccionado por gaia para reiniciar

    su ciclo, como si fuese una enorme maquinaria que haba llegado a su colapso y a la que haba que dar

    vida mediante un borrado masivo, una limpieza natural. Un reset final.

    Pero a pesar de la magnitud de la devastacin an se vio magnificada un poco ms tarde, cuando

    lleg la tormenta de fuego provocada por el inesperado segundo impacto, que cay en tierra esta vez,

    en el mismsimo centro del desierto del Sahara, apenas a doscientos kilmetros de la muy turstica zona

    de Tassili. Aquel se incrust en seco, y su efecto duplic la devastacin del anterior al emitir en todas

    direcciones una pared de magma ardiente que cambi la fisonoma del estrecho de Gibraltar, soldando a

    fuego frica y Europa. Irnicamente el calor generado sopl una burbuja de vaco de miles de

    kilmetros de anchura que ascendi con rapidez y lanz sobre el suelo corrientes de aire de la

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    troposfera a casi doscientos cincuenta grados bajo cero que congelaron instantneamente cuanto haba

    en superficie, llevando el hielo a lugares donde se estaba desatando el mismo infierno un segundo

    antes. Las crestas de las grandes tsunamis se convirtieron sbitamente en montaas de hielo, que

    cabalgaron hasta estrellarse con estrpito contra formaciones granticas a las que agredieron y

    despedazaron, dejando millones de trozos de roca liberados para ser arrastrados posteriormente en el

    retorno de las aguas al mar, y desperdigando regueros mastodnticos de morrenas que no lo son a lo

    largo de media Europa, contribuyendo al misterioso cuadro de la distribucin anmala del granito y sus

    formas redondeadas.

    Era una remodelacin natural en medio de lo que haba sido el fin de la civilizacin. Si no

    quedaban supervivientes hara falta mucho tiempo y conocimiento para esclarecer las huellas de lo que

    haba sucedido, porque todo iba a ser borrado.

    Quizs hubo quien lo predijera, pero fue tratado de estpido. Ni siquiera los discursos tenidos

    previamente por apocalpticos de hombres como El Ciego, grandes gurs del fin de los viejos tiempos,

    haban logrado hacer mella en la opinin pblica, inerte en su complacencia y alejada de creencias

    espirituales, insana en una vida de consumo cada vez ms perfeccionada.

    Lo que la mujer nunca supo es que aunque las autoridades de los pases ms importantes e

    influyentes del planeta conocan con perfeccin la llegada del evento, no pusieron en conocimiento de

    sus pueblos ni del resto de naciones ms pobres lo que iba a suceder, y aquello fue demoledor para la

    masa. Cuando los extenuados supervivientes al primer cometa comenzaban a levantarse y salir de sus

    escondites en zonas altas de la pennsula ibrica, exhaustos por el mpetu de las olas y la noche

    repentina ms negra que el hombre haya conocido, aquella segunda bola de fuego desat una radiacin

    luminosa que volatiliz bosques y animales hasta los Pirineos, propagando un autntico golpe de

    guadaa que cauteriz la superficie de los continentes mientras montaas de cenizas, provenientes del

    fondo ocenico, seguan aumentando el oscurecimiento del suelo.

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    Los metales en las montaas se fundieron y chorrearon ladera abajo como ros brillantes y

    espesos que reubicaron los yacimientos, desprendiendo humos txicos que ya no tenan la menor

    importancia. Las masas biolgicas cercanas se volatilizaron, y los ros se emponzoaron con abundante

    cido ntrico, que ti los cursos de agua tras la tragedia de un color parecido al de la sangre muerta,

    cambiando los mares a un color rojo sucio y llenndolos de peces en putrefaccin que esparcieron

    enfermedades. Por todos lados cuerpos de hombres y animales iniciaron un rpido proceso de

    fosilizacin en superficie, quedando sus cadveres agrupados en tumbas colectivas cubiertas de barro y

    sedimentos. Otras masas se convirtieron en hidrocarburos, dependiendo de su ubicacin durante la

    crisis, y solo unos pocos bosques se salvaron por determinados motivos, pero eran muy escasos.

    Despus llegaron otros dos cometas ms que completaron el escenario final para la extincin de la

    sociedad humana y la naturaleza de la que se crea duea y seora, pero cuando eso sucedi quedaba ya

    poco en pie que pudiese resentirse. El martillazo haba sido brutal, y el grado de aniquilacin casi

    completo en un fenmeno que qued marcado en la historia humana con el sonoro nombre de El Gran

    Golpe. Quin resiste algo as? Qu ocurre con la mente del superviviente? Cmo se puede volver a

    pensar que hay futuro? Quizs en el pasado, cuando fuimos sometidos a grandes catstrofes, fuimos as

    y eso permanezca en nuestros genes, dispuesto para sorprendernos con un primario instinto que se

    impone en los ms duros momentos, quin sabe. El ser humano es as de sorprendente.

    En los tres das siguientes la luz del sol qued obstruida de manera casi absoluta por un manto de

    nubes negras densas que flotaban pesadamente sobre el aire enrarecido, descargando todo tipo de

    sustancias txicas entre descargas electrostticas sin precedentes y vientos huracanados. En seis meses

    esa lluvia cida acab con la escasa vegetacin que haba sobrevivido, sometida a una ausencia total de

    luz que evit la fotosntesis sin la menor esperanza para la flora, cuyas esporas y semillas tendran que

    esperar mucho tiempo a cubierto. Esta situacin se mantuvo invariablemente por tres aos, durante los

    cuales se extendi una glaciacin galopante que acababa de encontrar paso libre para caer por el norte

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    de Europa y Asia, enterrando en hielo las capas sucesivas de destruccin y muerte. De repente el orden

    natural haba sido abolido de la superficie, llevando todo a sus orgenes sin misericordia, y un

    amplsimo tablero quedaba expuesto y libre para la llegada de nuevos dueos que lo colonizasen.

    Ratas? Cucarachas?... Eso sera mucho despus.

    Mientras tanto, la nada.

    La mujer, una casual superviviente, permaneci en el fondo de la grieta salvadora inmersa en una

    burbuja, un hueco tan mojado como un viejo pozo. Estuvo en un estado latente de sopor que dur das,

    justo al borde del coma o la hibernacin letrgica, con las constantes fuertemente reducidas por los

    traumatismos y la temperatura del pestilente lugar, donde las maderas acumuladas de los rboles que se

    haban precipitado comenzaban a descomponerse. Slo fue consciente de que se haba despertado con

    dolores por todo el cuerpo, y nunca supo como ascendi de aquel embarrado, fro y negro agujero

    donde haba cado, pero sus uas, casi arrancadas, daban fe de lo descarnada de su voluntad de

    sobrevivir. La cabeza le dola muchsimo, pero lo notable es que su cuerpo hubiese resistido al

    incremento desmesurado de presin, dando testimonio de que algunas personas se benefician de

    momentos milagrosos de un modo que no se puede entender, como si fuesen piezas de las que el

    destino no quiere prescindir. Se encaram sobre troncos y rocas hasta llegar arriba, con la conviccin

    segura de que iba a encontrar un paisaje desolado, pero ni siquiera en su imaginacin ms severa poda

    imaginar lo que sus ojos, sbitamente adaptados a la oscuridad, iban a ver. Le costaba mucho respirar,

    pero una frrea voluntad le confiri esperanza para luchar un segundo ms en cada segundo, sacando

    oro de sus ntimas reservas de fuerzas y rentabilizando su masa muscular. Caos.

    Tras encaramarse con un postrero esfuerzo, camin dando tumbos por sus piernas doloridas por la

    ladera donde haba dejado a sus hijos, pero no haba el menor rastro de ellos entre aquella penumbrosa

    cinaga. De hecho, no haba el menor rastro de rboles, pjaros o cualquier otra cosa que aportase algo

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    a la lpida negruzca en que se haba convertido todo aquel nicho embarrado que se extenda kilmetros

    ante s, aunque era imposible divisar tanto.

    Cuanto miraba estaba muerto, abrasado, golpeado, ahogado, desmenuzado Y el viento soplaba

    muy fro ladera arriba, arrebatndole cada aliento clido en una burla demonaca que pretendi olvidar

    a golpes de espasmo. Y esa penumbrosa soledad!

    Estuvo horas deambulando por la cima, buscando inexistentes caminos en la oscuridad mientras

    menguaba su nimo, asimilando la realidad de que todo cuanto tuvo le haba sido arrebatado sin el

    menor aviso. Como un cuerpo que camina sin alma descendi hacia el poblado, hacia su casa luchando

    contra roca y fango, y gritando los nombres de los nios con la mnima esperanza de que se hubiesen

    guarecido en lo que fue su hogar, pero, como era de esperar, no haba nadie all. Nadie ni nada. El

    desastre era total, y slo los muros ptreos de algunas de las construcciones ms viejas y slidas se

    levantaban levemente sobre el barro depositado en el valle. La brusquedad de las olas haba deformado

    el terreno, que ahora presentaba multitud de reas escarpadas y erosionadas con violencia, hasta el

    punto de que parte del panorama resultaba irreconocible, pero pese a todo ella saba perfectamente

    donde estaba. Aquello haba sido su pueblo, uno de los lugares ms queridos en el mundo.

    Todo era un lodo negro y pegajoso que le llegaba a las caderas, haciendo insoportable el esfuerzo

    de moverse, y aumentando su dolor de cabeza. Comenzaba a apestar de un modo que no era agradable

    en absoluto, posiblemente por la abundante sustancia orgnica en descomposicin que alojaba entre

    tanta inmundicia, lo cual le erizaba los pelos de la nuca por lo que poda implicar. Sin embargo, la

    ausencia de insectos era absoluta, porque hasta las larvas haban sido exterminadas en su totalidad por

    las ondas cauterizantes de las que ella se haba salvado. Haba mucho silencio, solo recortado por

    rachas de viento helado.

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    Sara grit y grit, pero sus llamadas desesperadas no encontraron ms que eco burln, testigo de

    la soledad que ahora presida lo que antes haba sido un lugar idlico. Comenzaba a ser consciente de su

    infinita tristeza, de lo absurdo de cuanto estaba ocurriendo, y se encontr muy desamparada. Entonces

    se gir a la montaa donde se haba cobijado fortuitamente de tanta destruccin y lo que vi en las

    tinieblas que ya comenzaba a penetrar la confundi an ms, si cabe. Se restreg los ojos llorosos, muy

    abiertos ahora, y se asegur de que no estaba alucinando. Tena mucha sed, pero ya habra tiempo de

    beber, o al menos eso esperaba.

    Arriba, justo en los riscos donde recordaba perfectamente haber estado con sus hijos apostados en

    espera del futuro, yaca el casco inconfundible de un gran navo de forma flica.

    Superada la sorpresa inicial, por lo que ella saba se trataba de un submarino, del que se divisaba

    claramente la popa y parte del cuerpo tubular negruzco, las aletas posteriores, los timones y dos

    enormes hlices, todo tremendamente araado y abollado, en una escena sin duda surrealista y extrada

    de los cauces del necrfago ro de la locura.

    Un magnfico y ultramoderno navo de guerra arrancado al mar y varado a casi un kilmetro de

    altura y varias docenas tierra adentro! No era raro que todo se hubiese acabado, despus de ver

    semejante testigo de la furia.

    Aunque resultaba muy extrao y desconcertante, no pas para ella desapercibido entre tanta

    tristeza el hecho fundamental de que, si el casco haba resistido, era el lugar ideal para encontrar

    vveres no contaminados y medicinas en buen uso. No se detuvo en preguntarse el por qu de aquella

    aberracin, sino que se dispuso a iniciar su asalto, dejndose llevar por un instinto de conservacin que

    tiraba de ella con energa renovada. No tena ya nada que perder y se encamin hacia los restos. La sed

    aumentaba.

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    Lo que ella no saba es que aquel buque haba sido atrapado por las olas gigantes en alta mar

    cuando viajaba en una inmersin de trescientos cincuenta metros, incapaz de llegar a puerto debido a

    una avera de la que no haba conseguido reponerse a tiempo. Fue abandonado a su suerte, y el

    comandante decidi que el lugar ms seguro sera la profundidad, pero no tuvo suerte. La ola lo mordi

    con fuerza. Tras un momento de confusin e ingravidez entre la tripulacin, seguido de golpes y giros

    violentos, fue elevado como un juguete y transportado a velocidades tremendas hasta ser estrellado en

    su lugar de destino final, el ltimo puerto, a novecientos metros sobre el nivel del medio natural en el

    que hasta entonces haba navegado. Aunque su casco exterior era de titanio y eso lo hizo resistir la furia

    de la mega tempestad, la violencia del choque haba sido tan sensacional que toda la proa estaba

    deshecha, plegada como un acorden, y el interior se haba convertido en un sarcfago lleno de

    cadveres de lo que un da fueron marineros, fallecidos en la triste realidad de la impotencia.

    En su ascenso, la mujer observ que el cielo estaba cada vez ms negro a pesar de que adivinaba

    que era de da por el leve resplandor que se abra paso a travs de la cobertura. La luz era la equivalente

    a la de los estertores del crepsculo, pero a pesar de la fatiga no dud en subir de nuevo la montaa que

    a saltos y resbalones haba bajado. Se dio cuenta de que horas antes haba pasado al lado de la mole

    colgante de acero, pero en su lucha por llegar al poblado y a lo que fue su casa no haba reparado en

    nada, tambin en parte muy confundida por tanta oscuridad inesperada.

    Mientras ascenda recapitul y se dio cuenta a ojo de que no haba quedado nada, ni siquiera en

    las planicies y montaas desoladas a lo largo de todo el horizonte a la redonda, en las que las aguas

    haban dejado promontorios de barro, escombros, peces muertos y seguramente cadveres de todos

    los tipos y edades, eso era inevitable. Haba visto muchos restos entre el lodo prximo, brazos que

    salan a superficie, cabezas casi irreconocibles, pero su cerebro omiti deliberadamente detenerse en

    ello para ahorrar algo de espanto a la mquina del intelecto. Saba que pronto el hedor a

    descomposicin sera terrible y muy txico, pero lo importante ahora era sobrevivir. Nunca haba

    sentido tanta fuerza para seguir adelante, y eso la sorprenda en medio de aquella muerte desatada en la

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    que ni tan siquiera poda detenerse a pensar en la ausencia de los nios que haban sido sus hijos. Por

    qu haba sobrevivido? Cmo?

    Sus hijos! Ya encontrara el momento para llorar, pens. Su cerebro la estaba compensando con

    un sutil velo de endorfinas, evitando que se desplomase del todo antes de poner el cuerpo a salvo.

    Lo primordial, lo vital ahora, era acceder al casco del submarino. Si consegua entrar en la nave

    estaba segura de que encontrara los alimentos y el agua que tanto necesitaba. Tambin quizs alguien

    que la ayudara a buscar a sus hijos, quien sabe! Pero era pronto para pensar en eso, y excesivamente

    optimista viendo lo ocurrido. Mientras triscaba sudaba, y eso no era bueno, porque le faltaba agua y la

    sensacin de sed suba, pero el esfuerzo era tan necesario como inevitablemente agotador.

    Muy cansada, dbil y cubierta de un pegajoso barro que curiosamente la aislaba en parte del fro

    lleg junto al inslito ocupante de la cresta, un extrao capricho humano hecho para los fondos marinos

    que orgullosamente haba paseado por el mundo sus habilidades para portar muerte en completo

    silencio. Era imponente y estaba muy deteriorado, como si a pesar de su tamao hubiese rodado

    violentamente, pero slo presentaba sntomas de colisin grave en la proa, aplastada y muy arrugada,

    igual que un coche enorme que hubiese chocado frontalmente. Aquella nave haba sido lanzada muchos

    kilmetros tierra adentro con la misma facilidad que una pluma, pasando sobre llanos y montaas hasta

    acabar encallando muy lejos de su lugar de origen. Si quedaba alguien con vida en su interior sin duda

    habra estado expuesto a golpes, cabeceos y tumbos demoledores que habran deshecho sus huesos, y

    por tanto era ms que posible que despus de su visita siguiese sola. Saba que iba a encontrase con la

    muerte cara a cara, pero no tena opcin.

    Toda la anterior arrogancia de navo grande y poderoso haba quedado reventada en un instante,

    pasando a ser un mero cascarn de metal noble colgado de un lugar para el que no haba sido

    concebido.

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    Pudo acceder al interior por un enorme boquete que se abra en la zona donde el morro haba sido

    destruido, y lo primero que vi es que el barro haba anegado los compartimentos delanteros. Estaba

    muy oscuro, cmo no, pero la providencia y alguna luz de emergencia an activa la hizo encontrar

    pronto varias linternas en una de las paredes. Funcionaban perfectamente, y su luz blanca le pareci

    maravillosa. Observ que las inscripciones por todos lados eran en cirlico, de lo que dedujo que la

    nave tena procedencia rusa, posiblemente un remanente de los viejos tiempos en que compitieron por

    la supremaca de los mares con los navos yanquis.

    Se movi entre hierros retorcidos con mucho cuidado de no cortarse con los abundantes filos y

    anduvo en ligera pendiente ascendente, intentando no pisar nada peligroso o insano. As fue pasando

    una tras otra las diferentes escotillas, hasta llegar a un sitio donde la compuerta estaba bien cerrada con

    una de esas llaves giratorias parecidas a ruedas de timn, tan corrientes en los barcos. Ola muy mal, y

    pretenda olvidar por qu, aunque su inconsciente se lo gritaba una y otra vez haciendo que se le

    retorciera el estmago. Todo resultaba inmundo. Golpe con un tubo que encontr en el suelo la puerta,

    como haba visto hacer en alguna pelcula, por si alguien contestaba al otro lado, pero no hall

    respuesta alguna, as que gir la rueda. Estaba muy dura pero cedi de manera ms o menos fcil, y

    despus tir del ltimo pestillo confiadamente.

    Entonces cay de espaldas cuando el tapn de metal se abri con estrpito bajo la presin de

    toneladas de agua que fluyeron casco abajo hacia la proa, aprovechando la pendiente! Lo peor fue que

    con el agua iban cuerpos humanos muy hinchados, que quedaron aprisionados en el habitculo donde

    Sara estaba en esos instantes, apilndose en una deforme masa amoratada al fondo de la estancia.

    Apestaba a superficies estancadas e insalubres, y comprendi que aquellos desgraciados haban

    intentado guarecerse obturando las compuertas, pero que inesperadas filtraciones los haban

    sorprendido en el otro lado sin darles tiempo a salir. Eran muy jvenes por lo que an poda ver, y

    sinti una enorme pena que la embargaba.

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    Y sus hijos? No eran jvenes sus hijos? No, an no era el momento.

    Contuvo su grito tan slo porque saba que no servira de nada, y aguantando la respiracin entr

    valientemente en el lugar donde haban perecido todos los desgraciados ocupantes intentando darse la

    mayor prisa en buscar lo que le interesaba. Aquello estaba lleno de ms cadveres amontonados y

    cacharros de todos los tipos que se mostraban bajo los rayos de luz que proyectaba la linterna. Pareca

    tratarse del comedor, y en un lateral encontr lo que podra ser un almacn de provisiones, por lo que se

    felicit ya que era la primera vez en todo el da que senta el auxilio de la suerte. Aunque estaba

    revuelto, encontr latas de conservas y botellas de agua mineral, una de las cuales bebi con rabia

    agradeciendo su frescura. Ni siquiera el olor la haca detenerse mientras rehaca su organismo exhausto,

    y fue reuniendo cuanto material poda necesitar mientras un horrible picor le asaltaba la nariz y los

    ojos, un picor que saba a qu tipo de repelencias era debido.

    Encontr una especie de saco de campaa con asas cargado de patatas, y aguantando el asco que

    senta por el insoportable hedor a cadver lo vaci y llen de viandas hasta donde fue capaz,

    ponderando su peso. Tambin se arm de valor y en previsin de un futuro incierto cogi una pistola

    con municin de la cintura de quien pudo haber sido un oficial, adems de una navaja-brjula, bateras,

    mecheros, una manta trmica y algunas cosas ms que meti precipitadamente en el saco. Todo estaba

    empapado, pero saba que iba a ser un tiempo duro y fuera el ambiente no poda ser ms hostil.

    Necesitara cada una de aquellas cosas.

    Despus, arrastrando el saco, sali precipitadamente enganchndose por todos lados como quien

    lleva el diablo y no mir atrs, ni siquiera cuando se dio cuenta de que ese tipo de navos solan estar

    activados por energa nuclear, y que si el reactor tena alguna fuga... Se alej varios cientos de metros

    como perseguida por el diablo, y entonces, respirando ya ms calmada, fue cuando volvi a ver en toda

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    su amplitud el panorama desolado que se extenda entre falsas tinieblas alrededor de la montaa, y llor

    tan amargamente como nunca en su vida lo haba hecho.

    Ese fue el momento en que record a los chicos con un aire tierno, de una densidad dulce entre

    tanta destruccin. Suspiraba, pero le faltaba aire para llenar sus cansados pulmones, y sin embargo algo

    tiraba de ella para que siguiese adelante, para que no desfalleciera. Pocas veces alguien ha estado ms

    triste entre tanta soledad, y ese era un peso que dola hasta la extenuacin, demasiado como para

    permitirle salir de la encrucijada diablica en que de repente se haba visto inmersa.

    Llor amargamente, de manera profunda, dejando salir toda la desesperacin en cada lgrima y

    aliviando el alma. Fue tremendo.

    Decidi que para poder sobrevivir aquella sera la ltima vez en mucho tiempo que lo hara por

    sus hijos, y su cerebro, en un ejercicio de auto-proteccin, aparc su recuerdo hasta que pudiese

    asumirlo. No era frialdad, sino necesidad impulsada por la desesperacin. Sara estaba terminando su

    duelo en un tiempo rcord, tan slo porque los ms ocultos instintos se apoderaban de ella para darle

    una esperanza.

    Haca muchsimo fro y tena que pensar, trazar un plan

    Si hubiese visto el planeta desde la rbita estara perpleja observando como en el centro del

    atlntico, bajo la capa de holln estratosfrico, an permaneca al rojo vivo una gran porcin de las

    nuevas tierras emergidas alrededor del punto de impacto principal. Tambin el Sahara refulga, y ese

    calor permanecera durante meses, mientras el magma de superficie se iba enfriando en la cuenca. Poco

    a poco la capa negra voladora que cegaba el sol acabara engullendo el resplandor hasta caer en forma

    de nutrientes sobre el suelo, alimentando a una incipiente nueva naturaleza, pero faltaba mucho para

    eso.

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    La mujer solitaria resolvi inconscientemente que caminara hacia el norte, siempre hacia el norte

    (dnde estaba el norte?). Pensaba que hacia el sur aun haba estrecho de Gibraltar, y eso la condicion,

    afortunadamente, porque si hubiese tomado esa ruta se hubiese encontrado con nuevas e infranqueables

    cordilleras, seguidas de mares de magma. Dispona de una brjula militar para ello, as que ya

    aprendera a usarla, aunque nunca se enterara de que el norte ahora, tras los impactos, se haba

    desplazado casi nueve grados de su posicin inicial. Eso no cambiaba nada. Pens que se alimentara

    de los avituallamientos que pudiese encontrar por el camino, y aprovechara cuanto la fortuna le

    suministrase, pero no se detendra, porque presenta que si alguien haba sobrevivido sera muy lejos de

    aquella zona ahora terrible y mustia, quizs en el lugar donde las grandes olas se hubiesen detenido, en

    las montaas ms distantes. Desconoca que esos lugares se haban convertido en zonas de incineracin

    tras el segundo impacto, inmensos crematorios donde hasta el hierro se haba fundido.

    Y as lo hizo. Durante meses que parecieron aos se movi con entereza entre unas tierras

    solitarias que olan a la descomposicin de millones de cuerpos de toda clase de seres y a la

    putrefaccin de peces y plantas, aprendi los efectos de la lluvia cida y sus picaduras como

    escorpiones en su misma piel, sobrevivi al fro y a la falta de alimentos, a la diarrea, a las aguas negras

    y en una ocasin incluso encontr un vehculo todo terreno en buen estado y a salvo de escombros que

    le sirvi hasta que se qued sin combustible.

    Haba encontrado un todo

    terreno! Qu irona! no?

    No haba carreteras ya, bien

    ocultas bajo el estrato de barro que

    estaba solidificndose a medida que

    el agua se evaporaba y que suprima

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    los rastros de la civilizacin humana hasta lo increble. Era como si nunca hubiese existido nada ms

    que desolacin debajo de aquel impenetrable cielo penumbroso eternamente oscurecido en el que de

    vez en cuando encontraba algn providencial resto de humanidad, aunque ello era algo que escaso

    consuelo poda dar ya. Desde las cimas, los valles se vean negros como bocas de lobo, solo ocupados

    por metros y ms metros de lodo emponzoado.

    En una ocasin hall los restos de una mueca de plstico que seguramente haba flotado sobre

    las olas asesinas, y se pregunt de donde habra venido y quien la habra acariciado en vida Quiso saber

    el por qu de tanta tristeza, y no supo qu responderse, porque todo era gris opaco, feo. Con ella en

    brazos Sara caminaba sin descanso, cruzando campos y valles con la ropa hecha jirones en una estampa

    de locura dentro de un mundo asptico e incinerado. Segua dejando sus pisadas en una tierra vieja

    reconvertida en nueva, en una corteza invertida que esconda la volatilidad de la vida entre sus capas de

    cebolla, y de ese modo se fue admirando de su insospechada fortaleza.

    Se alimentaba de conservas bien racionadas y ocasionalmente de cuanto encontraba en su ruta,

    pero siempre que se tratase de sustancias enlatadas (haban quedado muchas en la superficie), porque

    todo lo que el terreno brindaba era venenoso y ocre.

    Sola dormir al amparo de cualquier roca o tronco ya semi-petrificado, encantada de que las

    especies depredadoras tambin hubiesen desaparecido, y acurrucada entre telas malolientes recogidas

    del lodo seco que la aislaban del incipiente fro. Haba visto en ese tiempo intentos de musgos y

    lquenes por surgir de tanta miseria, pero la ausencia de luz y la escarcha acababan con ellos en breve.

    Sin duda la naturaleza segua agonizando despus del golpe tremendo a un ritmo despiadadamente

    tortuoso, pero se adivinaba su fuerza, y eso la consolaba en parte, porque saba que algn da volvera

    el verdor en medio de un Sol que yaca escondido tras el manto de holln suspendido en las alturas. Su

    misma piel estaba blanquendose lentamente de tanta oscuridad, y comenzaba a sentir que el cuerpo se

    le debilitaba, pero continu racionando la escasa agua de que dispona mientras una enfermiza delgadez

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    se haca evidente a la vez que sus dientes perdan el esmalte y entraban en un proceso decadente que

    nunca hubiese imaginado tiempo atrs.

    Entonces la vio en el siempre negro horizonte, y al principio crey que era una especie de

    relmpago o algn fenmeno natural, pero despus ambos ojos y el cerebro coincidieron a tro en que

    no era as. Se trataba de una luz, un rayo fino y brillante de color rojo que ascenda desde la distancia y

    se perda en las densas nubes. Su diseo era rectilneo, orgulloso, y se alzaba como si fuese el nico haz

    controlado en un milln de kilmetros. Sara se sinti estremecer, porque aquello slo poda significar

    una cosa: tena que haber energa detrs de aquel fenmeno, y si esto era as, seguramente vida. No

    tena ni idea de donde se encontraba, pero era igual Haba que llegar all y averiguar cuanto fuese

    posible!

    Intent calcular la distancia, pero no pudo. La zona donde se encontraba era muy llana, y

    resultaba difcil precisar ese detalle. Adems, no haba tenido hasta entonces prisa alguna y no iba a

    correr ahora por una urgencia que no saba ni si obedeca a causa razonable. Dispona de alimentos que

    consuma con prudencia, y su situacin no recomendaba alterarse en exceso, as que se limit a caminar

    con una buena dosis de calma. Haba comenzado a nevar con fuerza esa tarde, por lo que se apret

    inconscientemente la manta trmica a su ropaje multi-miseria y continu la ruta. A pesar de todo senta

    un nudo peculiar en el estmago, y eso no pudo acallarlo, sabedora de que no era hambre todo lo que

    haba detrs del incmodo lazo. Se anud bien las telas de los pies y volvi a sentir el fro hielo

    penetrndolas.

    Por el camino estuvo conjeturando sobre quien podra ser el que estuviese ms all de ese

    fenmeno evidentemente artificial, e imagin a personas solitarias, a grupos organizados, a mala gente,

    a buena gente, a cientficos, a militares estuvo dndole vueltas y lleg a la conclusin de que en

    verdad le daba igual llegar a un sitio donde no fuese bienvenida, pero que le encantara volver a ver

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    seres humanos aunque slo fuese para estar con ellos un momento. Sera esplndido saberse de nuevo

    acompaada, mirar unos ojos, sonrer...

    Pero mientras ms se acercaba ms difcil le resultaba saber qu era aquello y si detrs haba

    alguien. En principio se trataba de un edificio perfectamente cilndrico de unos doce o trece metros de

    dimetro, aunque desde lejos le haba parecido mucho ms alto y estilizado. La luz que la haba atrado

    sala de su parte superior, a unos cinco metros de altura, y ahora haba cambiado su tonalidad del rojo al

    verde, aunque apenas se vea en el cielo muy enrojecido. Era perfectamente vertical y concentrada en

    un haz de aspecto capilar estrecho que se mantena as hasta las alturas.

    Era como un faro, si, un faro en la inmensa soledad del post-mundo, pero para qu? En un

    momento determinado algo muy dentro le dijo que se fuera de all, pero esa voz qued ahogada por la

    necesidad apremiante del refugio y descanso que aquello comenzaba a prometer. Quera entrar, y no

    estaba dispuesta a or advertencias no fundamentadas ms que en el miedo y la ignorancia. El exceso de

    soledad eliminaba las llamadas de la prudencia, y de ese modo la mujer sigui acercndose al sitio.

    Lleg.

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    Sara se situ despacio hasta poner su mano sobre la estructura. Era fra y de tacto similar al

    cemento, muy fina y totalmente blanca, aunque el color apareca muy castigado por la catstrofe,

    indicando que ya estaba all antes de que todo sucediese Qu tontera, pens, cmo no iba a estar! Al

    principio crey sentir algo en el edificio y apart el brazo, pero despus lo puso de nuevo con

    determinacin sobreponindose a su instinto. Era como un pulso, una vibracin regular No le dio

    importancia, porque pens que dentro deba haber algn tipo de maquinaria en funcionamiento, quizs

    la que alimentaba la luz de arriba Un generador? Eso sera todo?

    Al dar la vuelta a lo largo del permetro vi que haba una puerta con uno de esos sensores

    dactilares luminosos imposibles de falsificar an en funcionamiento. Sin duda el acceso estaba bien

    protegido. A sus pies surga una escalera con barandilla que, contorneando la estructura, se internaba en

    el suelo duro, lo cual indicaba que aquello era la parte alta de lo que poda haber sido una construccin

    cilndrica de mayor altura, ahora muy enterrada despus de depositarse los sedimentos.

    No saba que poda haber sido aquello, pero pens que se trataba de una especie de torre de

    vigilancia o algo as. Imagin los alrededores cuajados de bosques, y no le pareci una mala opcin,

    pero desde luego era imposible saber qu era lo que en el pasado cercano rodeaba al enclave, porque

    todo estaba tan devastado y resquebrajado como cuanto haba visto con anterioridad.

    Le hubiese gustado entrar, pero en aquellos momentos estaba casi segura de que all acababa su

    investigacin, pues no imaginaba el modo de poder acceder a una puerta de seguridad protegida por

    sensores tctiles. Grit llamando desesperadamente a quien quiera que hubiese dentro, pero no obtuvo

    respuesta. Iba a alejarse ya cuando en un ltimo impulso coloc el pulgar sobre la pequea placa

    metlica, y para su sorprendida alegra la puerta se abri ante ella con un ruido sordo y ligero. Fue muy

    extrao, porque no entenda el motivo por el cual alguien se haba tomado la molestia de instalar

    aquello y no introducir un cdigo o algo similar. Pens que igual se trataba de algn tipo de refugio

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    totalmente abierto para quien fuese que llegase a l, y aislado de ese modo tecnolgico para evitar el

    acceso de animales y dems (animales y dems? Qu era dems?). Decidi que no iba a rechazar el

    bienestar que se le brindaba despus de tanto vagar por campos muertos.

    No poda perder nada ms que la vida, a fin de cuentas.

    Haba abundante luz en el interior, eso fue lo primero que la asalt. Una claridad blanca que

    deslumbr a unos ojos que haca meses que haban dejado de percibir la radiacin cotidiana del

    maravilloso sol perdido. Provena de unos haces situados en el techo, y brillaban de tal modo que tuvo

    que retirar la mirada y esperar unos minutos para soportarlo mientras sus ojos iban adaptndose a lo

    que pareca una agresin. Una vez dentro resultaba diferente, porque la luz pareci adaptarse a sus

    condiciones visuales con un suave y calculado balanceo que le permiti mirar alrededor sin problema.

    Alguien haba tenido en cuenta ese pequeo detalle, y lo agradeci.

    Todo estaba vaco, impoluto, salvo una gran pantalla de plasma situada a la izquierda, y era

    discernible cada metro de la pared desprovista de esquinas que cea el permetro. Observ al cruzar el

    marco que el espesor de esta pared era muy estrecho, as como el de la puerta automtica, y se pregunt

    como haba sobrevivido al embate de los elementos desatados cuando ninguna estructura qued en pie

    en todo el trayecto que haba recorrido, incluyendo desde grandes muros de piedra a construcciones

    modernas de cemento armado. Resultaba raro, porque lo que vea se adivinaba frgil. Acaso ella no lo

    era y haba pasado tambin la prueba? Se calm su pensamiento.

    Y esa altura que supona enterrada ms abajo, justo bajo sus pies! Haba sido barrida sin duda

    como todo lo dems, pero haba resistido al aluvin de barro con total entereza en un gesto

    impredecible de chulera arquitectnica. S, era muy raro, pero a fin de cuentas, era real, y lo dems no

    importaba.

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    Observ que en el centro una escalera de caracol descenda hacia lo que deba ser una lgica

    planta inferior, y al fondo unos peldaos incrustados en la pared llevaban a una trampilla, tambin

    automatizada mediante un sensor, que suba al techo del que parta la luz verde.

    Al dar unos pasos hacia el interior una imagen de mujer apareci repentinamente en la pantalla,

    que tom vida en un movimiento programado por alguien. Era el primer plano de un rostro neutro,

    agradable y sereno, sin ningn carcter racial discernible. Se vea en su cuello una marca oscura similar

    a un tatuaje, y aquello choc a Sara porque pareca fuera de lugar, como el producto de un mal

    guionista de series de ciencia ficcin. Demasiado tpico, simplemente. Entonces se oy una voz en

    tono suave emitida desde aquellos labios:

    Bienvenido a Estacin Ninguna. Si se halla usted dentro es porque ha sobrevivido a una

    crisis de gran trascendencia. Felicidades. Seguro que estar muy confundido y cansado,

    pero aqu tendr cuanto necesita para garantizar su seguridad durante un periodo largo de

    tiempo. En la planta baja encontrar habitaciones para alojarse, aseos para sus tareas

    personales, un departamento mdico si lo necesita y abundante cantidad de provisiones.

    Este sistema no est capacitado para decirle si hay actualmente ms personas alojadas en

    la estacin, pero estamos seguros de que lograr adaptarse y conservar las dependencias

    hasta que aparezcan los equipos de ayuda. Mientras tanto, sepa convivir y aguardar con

    paciencia. Encontrar unas normas internas bsicas en cuanto baje a la zona de

    supervivencia, as como instrucciones para usar los medios de comunicacin no

    automatizados de los que dispone la estacin. Le rogamos cumpla rigurosamente con

    cuanto se le pide. Todas las funciones de control estn programadas en el ordenador,

    activado tras la deteccin de la crisis, con circuito cerrado de alimentacin que no le es

    accesible, por lo que no debe preocuparse por el mantenimiento de los sistemas. Sobre el

    edificio se ha encendido el faro lser que seguramente ya habr visto y se emite una seal

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    de socorro en mltiples bandas a fin de reunir a ms supervivientes como usted, por lo que

    no debe de extraarse de su llegada, sino ms bien ayudar a su adaptacin, si es que esto

    ocurre. Por ltimo, le recordamos que la higiene del conjunto es necesaria para la correcta

    convivencia entre los alojados, por lo que le sugerimos que establezca los turnos

    pertinentes de limpieza y ordenacin del espacio, si es que an no los hay. Gracias y feliz

    estancia.

    La imagen de la mujer desapareci y en su lugar qued un marco negro. Sara sonri. Finalmente

    se trataba de un refugio! De repente estaba muy sorprendida por el giro que haba tomado el asunto,

    pero se sinti aliviada ante la posibilidad de poder darse una ducha como las de antes, con agua limpia

    y transparente, en un lugar, a fin de cuentas, preparado para grandes desastres. Adems, estaba claro

    que la instalacin haba sido diseada por alguien interesado en el bien de sus ocupantes, por lo que sus

    temores y reticencias se fueron rpidamente.

    Dedujo que Estacin Ninguna (qu curioso nombre!) haba sido levantado por el gobierno,

    proteccin civil o quienquiera que fuese que se encargase de esas cosas haca tiempo. Quin si no?

    Desde luego no era militar, eso estaba claro desde el primer momento, porque dedujo que nunca

    hubiese sido tan fcil acceder al interior. Mir alrededor y se pregunt una vez ms si estaba sola.

    Camin al fondo hacia la escalera mientras la puerta exterior se cerraba tras ella de modo

    automtico. Se asom al hueco gritando unos tmidos hola, hay alguien ah?, pero nadie contest. El

    descenso era por una espiral de caracol bastante cmoda para su anchura, y aunque no supo cuanto

    profundiz, si era un tramo considerable, iluminado esta vez por una luz azulada. Al fondo, tras un

    descansillo, otra puerta automtica aislaba lo que parecan ser las instalaciones habitables de Estacin

    Ninguna.

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    El lugar se hallaba vaco definitivamente, adems de pulcramente impoluto. Flanqueando un

    amplio pasillo vio muchas habitaciones equipadas, pero nadie haba estado all, eso se notaba. Cada una

    tena su cama, juegos de sbanas y mantas, ropas de varias tallas, tiles de aseo, calzado variado

    Todo lo necesario para una estancia en un ambiente espartano, pero suficiente. Las cosas aparecan algo

    desordenadas debido a los temblores de tierra, pero se notaba la presencia del caos y no de la mano

    humana en ese desorden. Todo estaba casi perfecto, y prometa ser mejor.

    Al fondo del pasillo se abran varios aseos con ducha perfectamente equipados. El agua corra

    prometedoramente sin problemas a una temperatura agradable, y Sara no tardara en recordar sus

    beneficios mientras la costra horrible que tapaba su piel se deshaca con cada gota. Sera cuando

    terminase de inspeccionar.

    Unos de los pasillos laterales iba directamente al gran comedor con mesas cuadradas y sillas

    cadas, que a su vez comunicaba con la cocina, amplia y bien equipada. Se poda hacer comida en

    abundancia para muchas personas en aquel lugar, sin duda.

    A su izquierda se entraba a uno de los almacenes de alimentos, donde haban montones de latas de

    conservas de todos los tipos, comida deshidratada, arroces, pastas, as como bebidas no alcohlicas. Al

    fondo se acceda a la cmara frigorfica, donde permanecan ultracongeladas abundantes provisiones de

    carne y pescado a una temperatura perfecta. Contra todo pronstico, pareca el paraso de un buen

    cocinero, lo cual resultaba ciertamente extrao. Ella lo haba sido antes, cuando el mundo resultaba

    seguro, pero no estaba ya convencida de recordar aquellas recetas ni de tener ganas de cocinarlas. Eso

    tambin se haba derrumbado.

    Y tampoco haba nadie a quien ofrecer una buena cena.

    Los nios, sus hijos? Ms tarde, ms tarde an no. Sabio cerebro.

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    En el otro pasillo lateral se repartan una sala de comunicaciones sin seal alguna que recibir, una

    sala de juegos y de televisin con muchos DVD, y una biblioteca perfectamente surtida.

    Para completar el entramado, el complejo dispona de una sala mdica dotada de abundante

    material y medicamentos.

    Todo lo que se poda necesitar para resistir a una crisis de larga duracin y mantener la mente

    ocupada.

    Despus de centenares de glidas noches a la intemperie, el confort que encontr entre aquellas

    paredes le result extremadamente agradable, suficiente para rehacerse de la debacle humana en que

    estaba sumida. Tras ducharse y desprender la inmundicia acumulada en la piel consigui descansar sin

    escuchar ese fro viento de la llanura ni sentir el fro que helaba los huesos. Ser rozada por el tacto

    agradable de ropa fresca y limpia fue todo un placer que agradeci con un sueo excepcionalmente

    intenso que se prolong muchas horas. No saba que estaba tan cansada.

    Puestas as las cosas, pas largo el tiempo y Sara se sentaba con frecuencia arriba, muy abrigada y

    con un buen libro, a la luz del haz lser que tocaba inmvil el cielo. Miraba al horizonte ansiando el

    momento en que apareciera el primer rayo de sol, pero ese da no llegaba. Se sucedieron lluvias cidas,

    nevadas enormes y vientos huracanados, pero nadie ms lleg al reclamo de aquel lugar luminoso en

    medio de la esterilidad solitaria y mortal. Nadie, pero al menos sus condiciones de vida eran estables, y

    a juzgar por las existencias que se acumulaban en la despensa podra prolongar su estancia muchsimo

    tiempo.

    Un da se le ocurri intentar sembrar semillas (haba un herbolario) en el entorno, pero pronto

    desisti porque el suelo estaba muy duro y rocoso. Necesitaba algn tipo de herramienta, pero no haba

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    en la instalacin algo que se le asemejase, as que sin importarle lo ms mnimo olvid la idea y se fue

    a la sala de ocio. No estaba para romanticismos, as que se puso un par de pelculas, que era el nico

    modo de recordar como era el trato humano en su mente solitaria. A veces pensaba que pareca como si

    nada hubiese ocurrido, como si tras intentar arreglar las flores de su casa se estuviera peleando con el

    sof para no dormirse mientras la peli avanzaba. S, era como si de repente se hallase trasladada al

    pasado, a un tiempo casi cercano donde todo era diferente y justo.

    Se qued dormida con sensaciones plcidas mientras en los altavoces sonaba with or without

    you, de U2.

    Y entonces vinieron ellos.

    Al principio pens que eran formas imaginadas por una mente que ya llevaba excesivo tiempo

    alimentndose de soledades y recuerdos, pero la persistencia de la visin la convirti en realidad, y ya

    no pudo negarse ms a lo que sus sentidos le decan.

    Aleteaban en la distancia, y observ que parecan moverse en parejas. Sara pensaba que poda

    tratarse de alguna especie de gran pjaro que hubiese sobrevivido al cataclismo, quizs algn carroero,

    pero la verdad es que le parecan desde lejos mucho ms grandes que aquellos que ya conoci en el

    turbio pasado. Sin embargo la lejana a la que se movan no la dejaban ver ms detalles que pudiesen

    revelarle de qu tipo de animal se trataba, y eso le creaba cierto desasosiego. Eran giles y rpidos.

    A veces pasaban jornadas sin que apareciesen, pero un amanecer que no se distingua de las

    dems partes del da excepto por rematar las noches ms oscuras que se puedan imaginar, dos de

    aquellas criaturas se posaron esplendorosamente a escasos cincuenta metros de la estacin, y Sara no

    sala de un asombro que hasta aquel entonces crey indesbordable. Llevaba largo rato en el techo,

    leyendo un libro de Tonia Cornwood a la luz enrojecida, pero cuando percibi cuanto ocurra se levant

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    con prudencia, sin alejarse de la escotilla que llevaba abajo, por si precisaba repentinamente de la

    seguridad del refugio. Abri sus ojos hasta casi salrseles de las rbitas, porque lo que estaba viendo no

    le resultaba entendible.

    Eran un macho y una hembra. No supo por qu, pero estaba segura de eso desde el principio.

    Tenan cuatro poderosas patas terminadas en garras negras largas y muy amenazantes, que restallaban

    cuando entraban en contacto con el suelo. Las extremidades delanteras posean, por lo que poda

    observar, ciertas habilidades para prensar objetos, pudiendo apoyar todo el cuerpo sobre las traseras

    para moverse erguidos, no carentes de torpeza, eso s, pues estaba claro que eran cuadrpedos, aunque

    dotados de dos extremidades adicionales que eran las alas.

    El tramo comprendido entre pecho y cadera se notaba grande y robusto, muy musculado, de un

    color verde fuerte pero moteado en otros colores vivos que iban desde el rojo al anaranjado, terminando

    en un largo cuello sobre el que una cabeza grande soportaba las amplias mandbulas y dos ojos muy

    penetrantes e inexpresivos, similares a los de los reptiles.

    Por detrs, tenan una cola larga terminada en punta que pareca equilibrar el peso del cuello. Sus

    alas resultaban finas y de una envergadura extraordinaria, parecidas en geometra a las de los

    murcilagos. Unos doce metros aproximadamente, segn los apresurados clculos que pudo hacer

    mentalmente con las escasas referencias de que dispona en aquella nada perfecta.

    Y el colorido! Era extraordinario, sin duda. Ni la ms bella mariposa podra rivalizar con la

    apoteosis de colores vivos que llenaban a ambos animales: azules intensos, rojos brillantes, verdes

    fosforescentes, amarillos perfectos, y un sin fin de degradados capaces de seducir a la madre creacin

    pese a la devoradora oscuridad impuesta para abolir la belleza. Adems, no haba coincidencia entre

    macho y hembra. Era como si cada uno tuviese su firma particular, su propio esquema de piel, y

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    aquello los haca an ms hermosos, personalizados y nicos. Parecan emitir luz propia, alguna

    especie de energa que enfatizaba sus colores en el negro ambiente.

    Cuando tras horas de dar vueltas en las cercanas levantaban el vuelo y planeaban casi

    suspendidos en el aire con las alas totalmente desplegadas resultaba imposible dejar de mirar, mientras

    se oa ntidamente su pausado batir potente cortando el viento. Casi levitaban. Deban tener unos sacos

    areos enormes para poder mantener en vuelo todo ese peso con tanta soltura y elegancia, pens la

    mujer. No saba que clase a animal era ese, pero todo le deca que no se trataba de una criatura comn

    en la naturaleza que acababa de extinguirse, que ms bien pareca un hbrido, una mutacin o algo as,

    y eso la asustaba, aunque el magnetismo del encantamiento no la dejaba guarecerse.

    Se movan a diario constantemente alrededor del edificio cada vez ms confiados y hurgaban en

    el suelo con sus garras y colmillos, hundiendo las mandbulas como excavadoras y levantando

    columnas de polvo que obstaculizaban a veces la esplndida visin. De vez en cuando elevaban la

    cabeza y coman algo, que Sara en principio pens horrorizada que podan ser restos de animales o

    personas que an estuviesen suficientemente aptos para servir de carroa, pero despus comprendi

    felizmente que no se trataba de eso. Era otra cosa lo que devoraban.

    Aquellos animales, contra todo pronstico, estaban comiendo ceniza, y lo hacan en grandes

    cantidades. Hurgaban en el suelo buscndola, la sacaban en forma de terrones y piedras, y la

    masticaban con estrpito, dejando el suelo removido y con un matiz rojizo que le recordaba a los

    campos arcillosos y gentiles que tanto haba visto en el pasado sin darles la menor importancia. Como

    cambia el orden de las cosas segn nuestros intereses personales!

    Ambas criaturas estuvieron as durante das, y Sara, intentando aclararse, hurg en la biblioteca

    para intentar averiguar algo sobre aquella especie extraa en los libros de historia natural, pero no hall

    nada ni tan siquiera parecido. Ni en los tratados serios sobre animales mitolgicos, como dragones y

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    quimeras, pudo encontrar nada similar a lo que all fuera escarbaba y resoplaba, aunque pens que tal

    vez si hubiese algo que se le asemejaba lejanamente. Era fascinantemente loca la posibilidad, porque

    por un lado podra tratarse de un dragn chino, caracterizado por su cuerpo serpenteante y por tener

    cuatro patas, pero por otro lado estaba dotado de dos alas, como el posterior dragn europeo. En

    cualquier caso un dragn! A esa anomala habra que sumarle el colorido exacerbado de la especie, no

    referenciado en ninguno de los estudios sobre estos mticos seres, con lo cual podra tratarse de un

    hbrido peculiar, pero carente en principio de caractersticas notables, como la capacidad de generar

    fuego en la boca. O al menos eso esperaba.

    En definitiva, aunque haba semejanzas, aquello felizmente para su cordura, result que no era un

    dragn, y eso era plenamente lgico, porque, al menos que ella supiese, los dragones nunca haban

    existido.

    Pero Y por qu surgieron sus leyendas en mltiples lugares del mundo sin conexin cultural

    entre ellos y trascendiendo las pocas? Sara dej un sencillo espacio equivalente a al silencio que corri

    sobre la pregunta, pero ciertamente era difcil pensar que la fantasa humana hubiese divagado tanto

    como para imaginar esos seres al unsono en medio mundo sin tener un tronco comn, un detonador.

    Quizs alguien en el pasado remoto haba visto algo parecido a lo que ella observaba desde el techo de

    Estacin Ninguna, y eso haba dejado la base para la leyenda, quien sabe. A fin de cuentas, con el paso

    de los eones, qu no es leyenda?

    Subi una vez ms, con la sensacin de que se trataba de un animal nuevo, una mutacin, una

    especie recin aparecida o que quizs haba estado oculta de la mirada del hombre, pero que desde

    luego no haba sido referenciada en ningn libro cientfico o profano De donde poda venir?

    Se sent con las piernas colgando en el filo del techo, y sigui mirando a aquella pareja de bestias

    maravillosas con mucho menos miedo que antes mientras removan el suelo con fuerza y masticaban

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    montones de ceniza que parecan engullir encantados en una extraa y poco digestiva transformacin.

    Hubo un momento en que uno de los animales le puso los ojos encima, y Sara, pillada in fraganti, sinti

    todo el peso de una curiosidad profunda y reconfortante, una mirada que pareca decirle de algn modo

    que no deba preocuparse por nada, que no tena que temer. Le pareci precioso, y se pregunt como

    seran aquellas alas fuera de la oscuridad que envolva al mundo y volando bajo los rayos amables del

    sol. Ojal pudiese verlas alguna vez! Estaran hechas tambin para la luz? Imposible saberlo.

    Aquella noche, mientras fuera caa una nevada extraordinaria, so por vez primera con sus hijos

    desde que los perdiera un jueves terrible de muchos meses atrs, y se sinti bien con la imagen y el

    trato que la mente haca de su recuerdo. Haca tiempo que haba omitido pensar en ellos, en un intento

    por contener un dolor que la destrozaba por dentro y que no poda permitirse, pero ahora, de repente,

    fue capaz de asumir el realismo descarnado con entereza y comprensin, entendiendo que quizs haba

    llegado el momento de madurar dentro de la debacle y sobreponerse al horror. Aunque llor

    intensamente, era otro tipo de llanto el que de ella surga, y supo que algo en su interior haba

    cambiado, posiblemente por la llegada de aquellos animales, aunque no entenda por qu.

    Si sus hijos hubiesen sobrevivido tambin habran gozado muchsimo con su presencia eso

    seguro, pero quin no? Eran tan fantsticos!

    Al da siguiente, para su sorpresa, vinieron tres ms, y los cinco estuvieron horas devorando la

    negrura del suelo a pesar de la nieve acumulada durante la noche. Cada cierto tiempo liberaban un buen

    montn de excrementos humeantes, algo parecido a tierra, y los esparcan con su hocico largo y ancho.

    Sara observ que ninguna otra criatura pisaba ya ese lugar despus, como si quedara marcado para

    siempre. Haba observado algo parecido el da anterior, pero no le haba dado ms importancia que la

    ancdota, pero ahora saba que formaba parte de algn tipo de fin o ritual que desconoca y que le

    resultaba muy curioso.

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    La escena se repiti casi una semana, tiempo en el que cada vez fueron ms las coloridas criaturas

    que se movieron esplndidamente alrededor de Estacin Ninguna cambiando el suelo de ceniciento a

    terroso. Un amanecer, en un acto de osada bien calculado, Sara baj al nivel de entrada, abri la puerta

    segura de s misma y sali a campo abierto con el mismo paso cadencioso de quien se acerca a una

    fiera salvaje, pero muy segura, en el fondo, de que aquellos seres no tenan la menor intencin de

    hacerle dao alguno. Quera estar entre ellos, tocarlos, sentir su magia, pero no deseaba en modo

    alguno alterar sus evoluciones o parecerles molesta. Y por supuesto, tampoco comestible!

    La dejaron acercarse tal como esperaba, casi ignorndola, e incluso, para su sorpresa, le

    permitieron tocarlos mientras masticaban la ceniza con un ronroneo felino ms caracterstico de los

    gatos. Sin duda gozaban con su extrao banquete. La mujer estuvo caminando alrededor de los seres

    divinos tragndose el polvo que levantaban, pero no le import lo ms mnimo mientras estiraba los

    brazos a uno y otro lado entre sonrisas, consciente de que pareca estar en un sueo incrustado dentro

    de una pesadilla.

    Los toc.

    El tacto de sus cuerpos era clido y rugoso, muy duro, como si aquella piel fuese una gran coraza,

    a pesar de la aparente flexibilidad con que se comportaba. Sin embargo, no expresaban amenaza alguna

    ni parecan necesitados de defensa en su aparente grandeza. Era un contacto agradable, sin duda. Las

    alas, preciosas incluso plegadas, eran como una fina tela recorrida por aquellas impresiones de color

    extraordinario, muy agradables bajo los dedos, asemejndose a una seda suavsima.

    No parecan para nada reparar en ella ni dar importancia a su paseo extraordinario, aunque tenan

    mucho cuidado en no golpearla con sus colas, por lo que demostraban saber perfectamente dnde

    estaba en cada momento. Entonces, sin que lo hubiese visto llegar, uno de aquellos seres la mir desde

    la espalda y una especie de voz que slo sonaba en su cerebro habl a la mujer con una claridad que

  • 8/14/2019 ESTACION NINGUNA

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    desconoca sin que le pareciese raro en absoluto, a pesar de lo inusual de la situacin. Era pura

    telepata:

    Hola, Sara. No tengas miedo, porque no hay nada que temer en nosotros. Somos Um-Quai,

    una expresin que a tu lengua se podra traducir como Seres de Leyenda. Ahora estoy

    llegando a t a travs de la mente, y voy a despejar tus dudas a fin de que te prepares para

    la verdad, porque la hay, Sara.

    Te preguntars qu somos y de donde hemos venido. Eso es lgico. Los Um-Quai vivimos

    flotando en el espacio que hay entre las estrellas y nos desplazamos de una punta a otra del

    universo a travs de los agujeros de gusano que alguien construy al principio del tiempo.

    Aunque puedes tocarnos estamos formados de materia que se escapa a la comprensin de

    lo que fueron los cientficos de tu civilizacin, una a la que ellos llamaron oscura, slo

    porque no supieron verla o encasillarla. Los que estamos aqu somos una pequesima

    fraccin de los que ahora habemos en tu mundo, que a su vez somos otra pequesima

    fraccin de los que poblamos tu sistema estelar, y as sucesivamente.

    Nuestra cuanta es innombrable en tu idioma, pero baste decirte que es muy grande, y que

    forma parte de lo que da cohesin a cuanto ves.

    Nosotros somos cuidadores de la vida, y como tal protegemos su existen