Espiritu de Adopcion

5

Click here to load reader

Transcript of Espiritu de Adopcion

Page 1: Espiritu de Adopcion

La libertad del espíritu de adopción

Romanos 8.14-18

Metáfora. Todo lenguaje religioso vive de la metáfora. Si el recurso literario —oral o escrito— de la metáfora el intento de poner en palabras la experiencia religiosa sería imposible. En efecto, la Biblia —y otros libros sagrados— está llena de metáforas; imágenes de realidades corrientes, presentes, visibles, que representan realidades trascendentes, ausentes, invisibles. Hoy indagaremos la metáfora de la adopción.

Cuando el uso de determinadas metáforas se hacen demasiado corriente, la metáfora deja de ser tal. Ya no se nos presenta como algo “que nos remite a otra cosa”, sino que esa remisión ya ha sido aplazada, pretendidamente anulada. Por ejemplo, cuando decimos “mirá, te voy a decir una cosa”: generalmente se trata de “escuchar” en lugar de mirar; y se trata de “varias cosas”, en lugar de una... pero este tipo de frases ya se toman como tales, como literales.

En el caso de la vida cristiana, una de las maneras más usadas para referirse los cristianos entre sí es la de “hermano” , “hermana”. Estas palabras son esencialmente metafóricas (cabría recordar que en la época de la persecución de la iglesia primitiva se acusó a los cristianos de “incesto”, porque se casaban “entre hermanos”; no entendían que todos los cristianos se consideraban entre sí “hermanos en la fe”).

En realidad se trata de una constelación de términos metafóricos: hermanos, hijos, padre: familia. La familia de Dios. Resulta significativo, entonces, que nos detengamos en la siguiente pregunta: ¿cómo llegamos a ser, nosotros, hijos de Dios?

I. Éramos huérfanos.

El Apóstol Pablo se consideraba un apóstol “llamado a los gentiles”. Los judíos lo habían rechazado; él se había decidido: los gentiles (no-judíos) eran terreno fértil para la predicación del Evangelio de Jesucristo. La Carta a los Romanos, precisamente, es una carta a cristianos que están en la “ciudad del pecado”. El libro de Apocalipsis tiene simbologías muy negativas para lo que representaba la ciudad de Roma. Era la sede de un poder que se oponía sistemáticamente al Reino de Dios. Pablo escribe esta carta quizá con un doble propósito: (a) exponer la rectitud de su comprensión del evangelio; (b) con esta “buena auto-presentación”, obtener ayuda de los files romanos para que él pueda llegar finalmente a predicar a los españoles. Centrando su predicación a los gentiles, Pablo siempre les recuerda a sus lectores que ellos, en otro tiempo, estaban fuera de la gracia de Dios (Dios había señalado a un pueblo: los judíos). Pero por la infinita misericordia de Dios, por esa misma gracia, el plan de Dios incluía “a toda criatura”. Es por eso que en 8.14 leímos que “los que tienen el Espíritu de Dios son hijos de Dios”. ¿Qué importancia tiene esto? Quiere destacar una verdad: no somos hijos de Dios por una herencia de sangre; por un linaje a la usanza humana; por una

Page 2: Espiritu de Adopcion

“cuestión natural”, de nacimiento. Somos hijos de Dios por obra de su Espíritu; ésta es una realidad espiritual, que, en este sentido, se opone a “lo natural”.

II. Llegamos a ser “hijos” por el “Espíritu de adopción”

Así como Simone de Beavieur afirmó que “No se nace mujer. Se llega a serlo”, para dar a entender que el machismo había construido “cierto ideal de mujer”, pero que podía ser transformado, podríamos decir que “no se nace hijo de Dios”, “se llega a serlo”. No es una cualidad que nos es dada con el nacimiento, sino que depende de un momento existencial: la decisión de la persona en aceptar “El Espíritu de Dios”. El individuo toma la decisión de integrar la familia de Dios. Aparecen aquí dos aspectos que no se excluyen; antes bien, se complementan: el aspecto individual y el aspecto comunitario de la conversión. Aquí es donde apunta la metáfora de la adopción: es adoptado un individuo, para formar parte de una familia. ¿Cuál es el significado de la adopción? Al parecer, en el mundo judío no era usual la práctica de la adopción (acaso porque el reclamo profético siempre conminó a todos a responsabilizarse de viudas, pobres, extranjeros y huérfanos. Cuatro sectores de la sociedad que han perdido “su seguridad”: esposo, dinero, tierra, padre. Precisamente, el tema de la tierra era la “herencia” de la que hablaban las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, la promesa es la de heredar el “Reino de Dios” (una realidad terrenal, es reemplazada por una realidad Espiritual).

Decíamos, que en el imaginario judío no era muy común la idea de adopción. Esto ha llevado a los exegetas a sospechar que Pablo habría tomado esta metáfora de la usanza helénica. En efecto, en el mundo grecorromano era muy común la adopción, al punto que en ocasiones los propios Emperadores adoptaban a quien querían que fuera su sucesor. Acaso por eso haya utilizado Pablo esta imagen: nos ha elegido como “sucesores”, en el sentido de aquellos que mantienen, como seres vivos y visibles, su nombre; son testigos de otro que los puso un lugar visible.

Pablo resignifica la idea de filiación (hijo). En el AT, el “hijo” predilecto de Dios era toda una nación: Israel (Ex 4.22; Is. 1.2; Jer. 31.9). En el NT, el “hijo” es, primeramente, Cristo, el Primogénito de toda creación, pero a la vez, Cristo es mediación: mediación entre la nación de Israel, y la comunidad mesiánica, la comunidad del Espíritu, la comunidad de creyentes. Esta comunidad, precisamente, se constituye en torno al Espíritu, prometido por Jesús antes de irse (Jn 14 y 16; Hch. 1.8). De alguna manera, podría decirse que Jesús transfiere su carácter de hijo a la comunidad mesiánica, la hacernos co-herederos con él.

III. El “Espíritu de adopción” es libertad

¿En qué consiste el Espíritu de adopción? Consiste en libertad, en tanto se contrapone a esclavitud. Ciertamente, habíamos considerado en el punto I a la orfandad como el concepto opuesto al de adopción; esto es lo que reclama el sentido de la adopción. Sin embargo, más allá de ese sentido primario, Pablo quiere hacer énfasis en un punto: el Espíritu es LIBERTAD. ¿Por qué? Muy probablemente —como lo muestra el contexto

Page 3: Espiritu de Adopcion

literario de esta porción, es decir, toda la Carta a los Romanos— los judíos, con su interpretación, habían hecho de la Ley de Dios solamente un ámbito de esclavitud. Allí quiere enfatizar Pablo: ya no hay más esclavitud, sino libertad.

ABBA. Johacim Jeremías —según expresa Juan Driver— ha afirmado que en ninguna literatura antigua se encuentra una expresión tan íntima para señalar la relación de un ser humano con su divinidad. Esta maravillosa palabra, “abba”, “papá”, “papi” (el balbuceo del niño) denota una expresión de máxima intimidad, libertad, y cariño. Esa es la relación a la que Cristo nos ha invitado; a integrar esa relación de amor filial, de amor padre-hijo, y de amor familiar y comunitario. Narciso solo se ama a sí mismo. El amor cristiano es esencialmente entre “lo uno y lo otro”, entre lo igual y lo diferente, entre Dios y el ser humano, entre el Padre y sus hijos.

Este espíritu de adopción es libertad y nos permite un acceso confiado al trono de Dios. Si aún tuviéramos el espíritu de esclavitud, nos acercaríamos con miedo ante Dios. Pero la maravilla del Espíritu Santo nos revela este milagro: éramos huérfanos, y Dios nos ha adoptado. Esta verdad no ha pasado inadvertida a los grandes pensadores de Occidente. Por ejemplo, Hegel escribió:

La libertad es la esencia propia del espíritu y es su realidad misma. Partes enteras del mundo, el África y el Oriente, nunca tuvieron esta idea, ni la tienen aún; los griegos y los romanos, Platón y Aristóteles, ni siquiera los estoicos la tuvieron; sabían, por el contrario, solamente que el hombre es realmente libre mediante el nacimiento (como ciudadano ateniense, espartano, etc.) o mediante la fuerza del carácter y la cultura, mediante la filosofía (el esclavo, también como esclavo y encadenado, es libre). Esta idea llegó al mundo por obra del Cristianismo, por el cual el individuo, como tal, tiene valor infinito, y siendo su objeto y fin el amor de Dios, está destinado a tener relación absoluta con Dios como espíritu, y hacer que este espíritu more en él, esto es, el hombre está destinado a la suma libertad1.

Agradezcamos a Dios por habernos adoptado, por habernos adoptado a una vida de libertad. Habíamos nacido en esclavitud, a diversos poderes; ahora somos siervos plenamente libres, porque hemos sido tomados por el Espíritu de Dios, el Espíritu de adopción, el Espíritu de libertad. Cuidemos, pues, esa libertad, y vivámosla.

Lic. David A. RoldánRamos Mejía, 10/09/05Predicado en el Retiro de la CERC “La vida del cristiano en el Espíritu”, en Caza Nazaret, 11/09/2005

1 G. W. F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Bs. As., Ediciones Libertad, 1944, § 482, p. 336 (cursivas añadidas).