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La Ilustración « Española y Americana REVISTA DE BELLAS ARTES, LITERATURA Y ACTUALIDADES SE PUBLICA LOS DÍAS 8, 15, 22 T 30 DE CADA MES % Año XL. — Núm. 27. 22 Julio de 1896. M AD R ID Administración: ALCALÁ, 23

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La Ilustración«

Española y Americana

REVISTA DE BELLAS ARTES, LITERATURA Y ACTUALIDADES

SE PUBLICA LOS DÍAS 8, 15, 22 T 30 DE CADA MES

%

Año XL. — Núm. 27.22 Julio de 1896.

M A D R I DAdministración: ALCALÁ, 23

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34 — if.0 xxvu LA ILUSTI ÎA Cl U N ESPAÑOLA Y AM ERICANA 22 Jrr.ro 1896

S U M A R I O .

T e x t o . Crónica genera l. i>or D. Jo««» Fernández Bromen.— Nuestros {trabados. por D. O. Roparnz. — E l nuevo ho«p lta l m ilita r de M a­d rid . por I). tt. d o G . - ¡Pesim ism os!, por I). A . Sattcliez Pérez.— E l einematóirrtifo. por D. J o - - ltodn gu ez Mourolo.— Caras taurinas, por l). Eduardo de Palacio.— L a horchatera, pócela, jn.tr 0 . Ricardo Monasterio. — P or nm bo» mundo?. Narraciones co-m opolitas, por I). R icardo Recorro de Bcngoa — Sueltos.— Libro* presentado» a e«tn Redacción p or nuiortts ó odi to n » , ttor ( i . R — Anuncio».

GRABADOS — Bollas A ries: M adrid Exposición bienal de l C ircu lo de Bellas Artes. ¡D esp ed id o d e l I r a b a jo !, cuadro de D. V icente Cutan da. — P a rí»; S illó n de los Campus Elíseos de lbOrf. U n n ia l e u a r la de hura,

cuadro de Barre. — Retra to de 1). Ju lio Casares, prim er ¡ j iv m ic i de v io lín en la Escuela Nacional d e Música y Declamación — Reí rato de D. Manuel Cano IW m . teniente coronel ile Ingen iero «, au tor del proyecto y d irector de las obras del nuevo hospital m ilita r d e M a­drid.— M adrid : E l nuevo hospital m ilitar: L'nn sala de en ferm o«; Sala de operaciones: D orm itorio de las Hermanas de la Caridad; Cocina de vapor; G enerador d e vapor para la cocina; V ista de con­junto de los d iversos paladiones que constituyen el nuevo hospital. — Guavana inglesa: Campam ento de indios c iv ilizados en las m ar­genes del n o Purun i, uno de lo » mas rico.» en oro de a lu v ión .— O eorge iow n (Guavana Inglesa): Vista de la parte N orte de la ciu­dad y de l puerto .— O rfeb rería m oderna: Tarjcton do oro y plata liec-ho en los ta lleres d e D. Enrique Pérez, y dedicado ¡>or e l com er­c io de V íg o a l d iputado a Cortes D. Angel U rza iz.

C R Ó N I C A G E N E R A L .

1 - , upamos que haya en el inundo pueblo másdivertido que el de Madrid: es decir, en el

k , ijue proporcionulmenta alcance ¡i mayor nú- . ..... — y. mero el disfrute de loa placeres colectivos.

Serán más ó menos s decios; peni desde el *ja^e il* ulrü *‘*’re cn *"8 ;di'c<h-dures de l‘l

villa todos los días festivos, que se improvisa pK r c o n sólo dar diez céntimos al ciego que rasca W " la vihuela para que toque los aires populares, ó al yU.' mozo que arrastra el organillo, si se quiere música

más elegante, hasta la cazuela de los teatros por ho­ras, ó al más gratuito de los placeres, las verbenas en ve­rano y la apertura do tiendas con música y obsequios en toda estación; la parada nueve meses al uño: los sacamuo- las que hacen juegos en las plazas; las monas y osos sa­bios, admiración de los chiquillos; los bateos y lluvias de aleluyas, y otras diversiones que no podemos enumerar, distribuyen económica y ampliamente la alegría entre el vecindario. Si á esto se agrega la circulación periódica do alguna bola, que llamamos ahora por lo mucho y bien que ruedan, ó bernardina, como so decía en tiempo de Cervan­tes, y que la mayoría de los vecino» aparenta creer para que corran, como se hizo con las visiones de lus \ islillas, quo congregaban todas las noches á tomar el fresco, mi­rando ni cielo, á las gentes de mejor humor de esta villa, y como ha sucedido ahora con la profecía do que el 20 del corriente, poco después del medio día, faltaría el aire res- pirable durante cinco minutos, broma tan extendida por Madrid que ya llegó á preocupar a ciertas almas cándidas. I.a seguridad con que bu habla lijado la lecha de oBtc fe ­nómeno sin ejemplo dió ocasión á que se observaran la atmósfera y la temperatura, por si el exceso del calor ó cualquier otra circunstancia pudiera dar pretexto para que se alarmasen los pocos crédulos ó idiotas quo resultaban embromados. No fue posible: una brisa de lus más agrada­bles, soplando cusí todo el día por vez primera en este ca­linoso mes, parecía enviada expresamente pura desmentir la profecía y proporcionamos el placer de saborear el uiru respirubie. La broma pensada por un amigo nuestro no pudo efectuarse: había dispuesto una sartenada de pájaros para arrojarla desde lo alto á lus plazuelas. No era verosí­mil en aquel día apacible hacer creer á nadie que lloviuu pájaros fritos.

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Si liemos de creer á los periódicos de oposición, caerán algunos proyectos gubernamentales de importancia en la discusión de presupuestos; si nos liamos de la prensa mi­nisterial, todo pasará como una seda. Lo que parece más di­fícil, es obligar á senadores y diputados á pasar los calores en Madrid. No negaremos que es molesto salir á la calle en las horas en que so empiezan las sesiones, pero bien po­dían reunirse de noche y con luz eléctrica, y lo menos que se Ies puede exigir, cuando hay más de cien iuil hombres tomando el sol de Cuba, es que suden un poco esos legisla­dores y renuncien á lus vacaciones. ¿No han querido ser los representantes del país? Pues bien merece esa posición el pequeño sacrificio de hacerse aire con el abanico y consu­mir algunos vasos de agua fresca con panales: ello es que, estando el Congreso bajo techado y á regular temperatura, la mayor parte do los diputados se trasladan con gran sa­tisfacción á la Plaza de Toros cuando hay algo notable en la corrida. La verdad es que son demasiado serios los asun­tos públicos en que deben entender las Cortes para que se discutan y despachen de cualquier modo con el ridiculo y extravagante pretexto del calor, en una capital donde abunda tanto el hielo. ¡ Y luego, los señores que abando- nau los negocios públicos en momentos críticos para la pa­tria, pedirán la palabra para fiscalizarlo todo, como quien ha cumplido antes sus dolieres! Parecen estudiantes que piden punto, con la diferencia en favor de éstos que la ma­yor parte han sido matriculados á la fuerza, y los legislado­res se han hecho encasillar con ruegos. Se quejan luego de que España esté atrasada. ¿No lo ha de estar, si el ejemplo viene desde arriba, y todo se hace de prisa y tarde y mal? Y lo peor es que todos se las echan de innovadores y moder­nos, cuando les viene de molde lo que escribía Gutierre Diez de Games en la primera mitad del siglo xv:

«Los ingleses acuerdan antes'de tiempo; éstos son pru­dentes; c los franceses que nunca acuerdan fasta que están en el hecho: éstos son orgullosos é presurosos; e que los cas­tellanos nunca acuerdan basta que la cosa es pasada; estos son ociosos e contemplativos.»

Y veraneantes, añadimos para dar sabor moderno al texto.

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Sólo quedaba nn reductor de E l Pudre Cobos, que balda sobrevivido cuarenta y un años u aquel periódico satírico: I'. Ceforino Suárez Bravo, y ya se lia reunido con su»com­pañeros de re ficción Pedroso, belgas, Garrido, Avala y V¡- llosludu. lira asturiano: de alta estatura, y según oímos años hace ú alguna señora que le conoció en su juventud, tino de los mejores mozo» que se paseaban por el Prado, sin que nunca presumiera «le serlo, Bomúntico en su» primero» años, como todos los jóvenes de su tiempo, escribió nove­las como E l cetro y i l /uiñul, que publicó en »n Biblioteca ilustrada Fernández de lus Ríos, y alguna» obras teatrales, todas bien acogidas, y entro la» cuales la más popular de ellas fué su drama en nn acto | erdtl'jo y Sepulturero, que durante muchos anos formó con E ! puñal del Godo, de Zo­rrilla, y alguna otra pieza igualmente sombría, el reperto­rio teatral de los aficionados, que se disputaban la tétrica relación que empieza:

Cuando en el hacha apoyado Contem plo de una m irada La m u ltitud apiñada En derredor del tab lado....

porque, buena ó mediana, era teatral y concluía siempre en un aplauso. La obra tiene los defectos y cualidades de to­das las que se escriben en la primera juventud, cuando rio se lia formado el gusto ni el carácter, pero fin- y merece »er llamada comedia famosa.

Suárez Bravo no era tenido por romántico, sino todo lo contrario, entre sus compañeros de E l Padre Cobo*. Cuan­do colaboraba mas tarde «n La Gorda, oí á Garrido y Sel- gas eulilicar su estilo de muy realista, antes de que el rea­lismo se pusiera de minia. Fué, y continuó siendo basta su muerte, un periodista del vigor de los Villosladus, Tejados y otros defensores de la tradición. Desde el año 1856 al 1868 siguió la carrera consular en Italia y Francia, y siendo cónsul general en Bayona saludó á mi paso para el destie­rro a D." Isabel II y a los Ministros moderados que la acom­pañaban. Después Bayona se hizo un centro de las conspi­raciones anturevolucionarias; Incusa del Conde de Ilerecüa- Spinulu era el cuartel general de los idiotismos, entonces tan escasos que se podían reunir en torno de una mesa no muy grande: los centros carlistas eran mucho» y la suges­tión que ejercían alcanzó basta el mismo González Bravo, que residía entonces en Bianitz: ¿cómo había de resistirla Ñuárez Bravo, que coincidía tanto con ellos en los princi­pio» religioso« y político«? Allí le conocimos y tratamos uiiii«toHUinente; puilc ia una enfermedad nerviosa muy rara quo lo impedía salir de casa, haciéndolo creer que iba á quedar muerto en la calle; cía hombre muy sencillo y muy amable; nos ayudó á instalarnos, al hoy Conde de Ilepuruz y al que esto escribo, en una corta pero indispensable emi­gración. Seria curioso recordar el aspecto de Bayona en uquel tiempo: la tertulia del Conde tic I leredia-Spinola, con el general Boina, el I’ . Sánchez, lVroz Caballero y otros que no recordamos ya; en toda» partes reclutadores carlista», litios en favor de Cabrera, otros tomando el nombre de Aporisi Guijarro; el efecto que producían los revoluciona­rio» caracterizados cuando aparecían en la» mesa» del café más concurrido: á Gasset. y Artime le llevamos preso ¡i casa de Suárez Bravo, su antiguo compañero de letras, para que explicase mi conducía un el ya importante periódico que había fundado, y tu vimos una sesión cómico-borrascosa, en que nadie se entendía; de tal manera estaban entonce» di­vididos los pareceres, aspiraciones y la idea del porvenir entre los españoles.

Cuando volvimos á ver á Suárez Bravo años después en Madrid, todo había cambiado: sus compromiso» con la causa carlista, donde había dirigido la política exterior, no le per­mitían ya proseguir la carrera que le cortó la revolución. Escribió en diversos periódicos; guuó el premio de la Acade­mia de la Lengua con su hermosa novela Guerra sin cuartel, y últimamente nos remitió desde Barcelona su última no­vela, titulada Soledad (1 ), digna de su reputación. Hemos perdido con D. Ceferino ¡Suárez Bravo un literato de valor y un hombre honrado.

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Damos las gracias por el envió personal de obras, á la Sra. D.“ Concepción Gitneno de Flaquer, 'pie lia impreso en un folleto la aplaudida conferencia que leyó en el Ateneo acerca de las Ventaja* de. instruir á la mujer y sus aptitudes para instruirse, y que á bu excelente lectura reúne otra ex­celencia: la del interesante retrato de la autora.

A D. Eduardo Sanz Escurtin, de la Academia de Cien­cias Morales y Políticas, por sil volumen E l lndiniduo y la Reforma social: el Sr. Sanz Escartfn es de Jos que en Es­paña suben más de sociología, y estudiaremos su tratado.

Y' ui poeta malagueño D. Arturo Beyes por su colección de poesías titulada Desde el surco, alabada por el ilustre Nú- ñez de Arce en una Carta-prólogo en que le dice: «Grandes triunfos le auguro á usted si sigue como ha empezado.» ¿Que liemos de decir nosotros cuando asi hablan los maes­tros?

V al académico de la Historia, nuestro querido amigo I). Luis Yidart, por su último folleto acerca de La partida de Vasco da Gama /rara el descubrimiento de ¡a India, en que cortés y donosamente se burla de ese titulo, remachando el clavo á los argumentos irrefutables con que le combate en carta á D. Luciano Cordeiro.

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Si la noticia es cierta— y la verdad es que suelen dar mu­

(1 ) Barcelona, 1893.

chos chascos las que se reciben de Cuba, y desearíamos que no se confirmase— ha muerto en desafio, ó A conse­cuencia de heridas recibidas «-n nn duelo, en la ciudad de < fien fuegos, un periodista peninsular, D. Eduardo López Bago, célebre por lo» asuntos y títulos de las novelas que dió a luz, del género más libro y atrevido, dejándose llevar de los delirios que se tenían por realistas. Aunque sólo le conocimos en sociedad, le teníamos por persona mejor de lo que aparentaba ser por sus novelas; en los artículos que publicó en los periódicos más leídos de Madrid antes do emprender aquellas publicaciones, había revelado talento v comliciones fíe escritor.

Si sentimos el extravio de su pluma, mayor sentimiento no» produciría la confirmación de la noticia que circula en casi todos los periódicos «lo España.

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— ¿Y á usted le gusta el gazpacho?— Si; pal-a uso externo. Todas las noches tomo un baño

de agua de mar con un poco de vinagre.— Sitio le falta el aceite para que sea el gazpacho ma­

drileño.

No lo puede remediar D. Timoteo; pero la naturaleza le ha dado una cara de un Indi-doy. De cortísima estatura, los luceros municipales le miran con recelo cuando pasa; y él les devuelve, comprendiéndolo, miradas furibundas.

— Caballero— le dijo ayer uno deesas funcionarios,— ¿tiene usted medalla?

— ¿Do qué?— ¿De qué lia «le ser? La medalla de su dase.— No la necesito.— 1‘ues venga usted al curro. Usted es un perro disfra­

zado de persona.' quieras «i no quieras, le metieron en el corro: en vano

protestaba asomando la cabeza entre los canes: el público le miraba sorprendido; pero todos decían, dando la razón á los laceros:

— Es un perro que habla; es nn perro sabio.

— ¿Adúnde vas este verano?— A lo más alto del Pirineo: a v iv ir entre la nieve.— Comprendo: quieres aprovechar tu gabán de piel en la

can ícu la .

— ¿Tú enamorado?— Caí á mis años. ¿Qué quieres? Me caso. Voy á comprar

la «-ama.— ¿Será cama imperial?— ¿ Por qué lo dices?— Porque te va» á casar en esqueleto.

José F ernández Brkmón.

N U E S T R O S G R A B A D O S .

REI . L A S A R T E S .

M adrid: ExjXMiclón bienal de l C ircu lo do Bolla« A rto». ¡D esp ed id o tlet

tra b a jo t, cuadro de D. V icente Guiando. — París: S i t i m i de lo « Cam ­po« E líseo» de 1890. f'n m a l a t a r l o de h o ra , cuadro ilc Barré.

El cuadro ¡ Despedido del trabajo! del distinguido artista Cutanda, cuyo grabado ligara en la página primera del presénte número, es notable por vario» conceptos: aunque su asunto aparece sencillísimo basta el punto de no exigir explicación alguna, está dispuesto con tanta naturalidad, quo resulta una composición de primer orden; la corrección del dibujo, el colorido del cuadro en su entonación general y la expresión dada por el discreto pintor á la fisonomía del obrero despedido, constituyen una de la» más hermosas obras de arte que lian figurado en la Exposición que el en­tusiasta Circulo de Bella» Artes ha celebrado este verano en el Palacio de Cristal del Parque de Madrid.

El muchacho del cuadro de Barré (pág. 44) ha hecho al­guna travesura de las gordas, y aun no sabe en qué parará el enfado de la abuela. Esta, poniendo el semblante más adusto que puede, le deja eu aquella zozobra, pensando que sólo con ella estará bien castigado.

¿Cuál es la falta? Quizás el haber hecho novillos. Quizas el haber vuelto muy tarde de la escuela. Sea esa ó sea otra, lo indudable es que el reo está pesaroso y asustado, prometiéndose en su interior no volverlo á hacer. Y no vol­verá..... basta el dia siguiente.

oo o

MADRID: NUEVO HOSPITAL M IL IT A R , SITO EN CARABANCHKL, PROYECTADO Y DIRIGIDO POR KL DISTINGUIDO INGENIERO M IL I­TAR p . M ANTEL CANO l e ó n — (Véase e l a r t ic u lo d e l s e ñ o r R. de G. en la página siguiente.)

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GUAYAN A INGLESA.

V ista de la ciudad —Cam pam ento de indios.

La Guavana inglesa, no contando en ella la extensa co­marca que Venezuela disputa á la Gran Bretaña, es tan grande corno Andalucía y Extremadura juntas, y contán­dola dos veces mayor. La capital es Georgetown, ciudad fundada hace poco más de un siglo (en 1774) con el nombre de Stobroek. Está en la margen derecha del caudaloso rio

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22 J u lio 1896 LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AM ERICANA s\* \ x v ii — 35

Demorara y muy cerca ile la boca do ¿ate. Extiéndese el ca­serío por un espacio de más de dos kilómetros, desde el fuerte William Frederik hasta las quintas «lo recreo que tierra adentro se pierden en el bosque.

Las calles son anchas y derechas; las casas tienen todas frondosos jardines y pozos, de donde se saca mucha agua para el riego. Los hay también artesianos en gran numero, t'on el vecindario de los alrededores asciende el de toda la ciudad á 60.000 almas. (Véase el grabado de la pá­gina 45.)

Cuando se sabe por la anchísima ría apenas se ve Geor- getown: de tal nonio la esconden los muchos y copudos arboles que en sus calles y paseos crecen, y que los ingleses han tenido el cuidado de plantar para defenderse de los ar­dores de aquel sol tropical.

Toda la Gnaymva inglesa es tierra de grandes bosques vírgenes, donde abundan las más ricas maderas. En la cosía, y junto á las grandes rías que en ella desembocan, el terreno es bajo, pantanoso y malsano. Comienza el lito­ral, bañado por el Atlántico, en el Corentyne, limite d : la Guayaría holandesa, y va hasta Punta Barirna, ó Boca Grande del Orinoco, paraje al que extendieron su juris­dicción los ingleses en 1X84-1x85. La región fronteriza del Brasil y gran parte de la de Venezuela es de grandes mon­tes y piramos.

Tiene esta colonia cerca de 300.000 habitantes, de los ciia'es son portugueses 12.160: europeos de otras nacio­nes, 4.558: indi«« del Judostán. 105.463: negros, 115.500; mestizos, 29.000; iridios medio civilizados, 7.500, é indios errantes, 10.000.

A pesar de ser tantos los negros y los indostanes, nin­guna parte tienen en el gobierno de la colonia, la cual per­tenece á la categoría de las que Inglaterra gobierna desde el Ministerio de las Colonias ( Crown Colon//). Eran casi due­ños de ella los propietarios de los muchos y grandes inge­nios productores del afamado azúcar llamado de Demorara, V en manos de esta poderosa minoría se hallaban los nego­cios de la Guayaría; pero la baratura de la remolacha les lia hecho perder mucho dinero, y con el dinero la in­fluencia.

La crisis del azúcar y la creciente prosperidad de los cria­deros de oro de la frontera venezolana despertaron la am­bición de Inglaterra y la fijaron en el territorio vecino, «le antiguo codiciado por ella. Desde entonces lo fué invadiendo y poniendo en explotación nuevas minas. Hoy pretende el dominio de toda la cuenca del Esequibo, hasta la divisoria de aguas con el Orinoco.

El Esequibo es un rio muy caudaloso que baja de los montes Auarriua, corro entre sierras y montañas descono­cidas, y al acercarse al mar forma una ría de 24 kilóme­tros «le*ancho. I>o sus fuentes á su desembocadura lmy más de 1.000 kilómetros, «le los que 65 son navegables. La ex­tensión do su cuenca se calcula en 170.000 kilómetros cua­drarlos.

P.ecihe por la margen izquierda «los importantes tributa­rios que poco antes de llegar á él juntan sus aguas. Son és­tos el Muzuruni y el Cuyuni. El primero nace en la sierra de Kinocote y baja de catarata en catarata un espacio de 600 kilómetros. El segundo, no menos importante, recibe el tributo del Yuruari, en cuya cuenca están los principales criaderos de oro. Los descubrió en 1X40 el viajero l'lassard, y han llegado á producir V0.000.000 de pesetas al año. Los criaderos beneficiados por los ingleses dieron, en 18X4, 250 onzas; en 1889, 28.282, y en 1x95, 122.024; aumento prin­cipalmente debido al mayor número «le filones de que aqué­llos se han apoderado.

Los naturales do esta parte de América son de raza aruaca ó caribe, y comprenden muchas tribus bastante se­mejantes unas á otra«. De los aruacos, los principales son los guaruuuos, gente que vive en chozas de madera y de hojas y libras de palma muurioia. Todo lo sacan de esta palma, así el vestido como el sustento. No se lavan nunca. Dice Schomburgk que el rostro de las mujeres es extraordinaria­mente melancólico y de muy dulce expresión.

Do las tribus de raza caribe 1«« principales son los ukuwoi, los arecunas, los tupis (primitivos pobladores del Brasil), los galibis, los macusis y los rucuyenos.

En la misma página damos una vista de un grupo de cho­zas de estos indios habitantes del territorio disputado. El litigio entre Venezuela é Inglaterra sigue en pie, y puede el día menos pensado dar de si una guerra. La sola espe­ranza de verla evitada se funda en el respeto que se inspi­ran los dos principales adversarios.

oo o

J U L I O C A S A R E S ,

p rim er p rem io de v io lín en la Escuela Xaoionnl de Música y Declam ación.

Julio Casares, cuyo retrato acompaña á estas lineas, na­ció en Granada el año 1878. Es hijo del ilustrado electri­cista, je fe de estación «iel Cuerpo de Telégrafos, D. Gui­llermo Casares.

Dirigido por I). Ildefonso Pulido, hizo sus primeras ar­mas en una de aquellas memorables veladas del Liceo A r­tístico-Literario de Granada, donde se dieron á conocer tantos ingenios, interpretando maravillosamente dos obras de gran dificultad. Eu brazos del entonces presidente del Liceo, el laureado poeta D. Aureliano Ruiz, Julio, que no había cumplido nueve años, recorrió la sala entre aplausos y besos, mereciendo de aquella Sociedad un diploma de honor que conserva en gran estima. Los triuufos consegni- dos sirviéronle de estimulo, y bajo la dirección del inteli­gente profesor D. Antonio Gómez comenzaron á conver­tirse en realidad las esperanzas de sus maestros y de los numerosos amigos que le alentaban.

Terminados los estudios del grado de Bachiller con notas «le sobresaliente, pasó á Málaga, donde fué presentado al director de aquel Conservatorio, D. Eduardo Ocón, quien escribió á la familia del pequeño violinista diciendo que debían llevarle á Madrid, pues merecía cultivarse su ex­

cepcional organización artística. Ni corto ni perezoso, en «4 curso inmediato se matriculó Julio (como cariñosa­mente le llaman sus condiscípulos) en la Escuela Nacional de Música y Declamación, asistiendo á las clases de Per­feccionamiento de violín. Música <l¡ camera y Cuartetos. Más tarde pasó á la clase del Sr. Hierro, encontrando allí la escuela moderna, amplia y gratule que necesitaba para el desarrollo de sus facultarles artísticas: con profesor tan eminente aprobó en el primer curso siete años, ganando en brillantísimo concurso el segundo premio. El estilo puro y elegante de Hierro, su manera de decir franca y hermo­sa. su mecanismo fácil y correcto v hasta su temperamento artístico en tal manera redujeron á Julio y tal empeño puso en imitarle, que cuando no hace muchos días, en medio oe entusiastas ovaciones, obtuvo ¡>or iinaiiitiiiilinl el primer premio, parecía, no ya un alumno distinguido, sino un con­certista de cuerpo entero. Toca con calor y entusiasmo, y sabe hacer sentir: es, pues, de la madera de los grandes artistas.

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ORKEIIRERÍA MOnKItNA.

Turjetón de oro y p lata dedíca lo al diputado A Cortes por V lgo,D. A n ge l UrzAlz.

l'na verdadera obra de arto es <d turjetón de oro y plata que para el diputado á Cortes por \ igo, Sr. Urzaiz, ha bocho el notable artista de aquella localidad D. Enrique Pérez.

Lo forma un pórtico «lo estilo Renacimiento, formado por dos intercolumnios que descansan en cornudas unidas á un zócalo, en cuyo centro se destaca un escudo con las armas de Vigo. Sobre los capiteles de las columnas lleva un friso coronado por un lindo y airoso copete.

En el centro, y destacándose sobré el fondo gris do la artística plancha de plata repujada, sobresale la inscrip­ción, cuyas letras, do oro muoizo, son una obra maestra de joyería.

La obra, verdaderamente notable, del Sr. Pérez, que reproducimos en la pág. 48, lia merecido grandes elogios do cuantas personas han admirado la finura del trabajo, la elegancia y corrección irreprochables de las líneas y el ex­quisito gusto artístico que basta en los menores detalles so revela en el tarjetón.

No hemos de escasear nuestros plácemes al distinguido artista que tan gallarda prueba ha dado de su mucho va­ler, saliendo victorioso por completo de las muchas y gran- des dificultades que presenta la construcción de obras de tanto empeño como la que nos ocupa.

G. R e p a r a z .

EL NUEVO HOSPITAL MILITAR DE MADRID.

i.

c a x d o al finalizar el primer cuarto «leí si- r glo xviit ordenaba el rey D. Felipe V la crea­

ción de un colegio para que en él, dirigidos y vigilados por los padres de la Compañía de Jesús, recibiesen su educación científica Y religiosa los hijos de las familias nobles

españolas, no pensaba seguramente su egregio fundador que el monumental edificio levantado

expresamente para aquel objeto en el limite Norte de la masa urbana que entonces constituía la población de la corte había de servir, andando el tiempo, pri­

mero, en 1836, como refugio transitorio de la naciente Uni­versidad Central, suceeora de la Complutense, y cinco años más tarde, cambiando radicalmente de destino, para estable­cimiento nosocomial de la cada vez más numerosa guarni­ción de Madrid.

Como ni por entonces, ni muchos años después daban los constructores importancia ni valor al volumen de aire nece­sario para la vida ni á la evacuación de las inmundicias, loa

patios interiores, con excepción de los dos principales, los hicieron mezquinos: á las crujías de los pisos altos, destina­das á la servidumbre, las dejaron sin ninguna ó con muy escasa ventilación: á los pozos negros les dieron dimensio­nes desusadas por lo grandes, como si hubieran tenido el propósito de almacenar por largo tiempo cerca «le los habi­tantes del establecimiento los gérmenes patógenos «le la en­fermería de los escolares; á los dormitorios mismos «le éstos les faltaba el aire y la luz en las proporciones que hoy con­sideramos indispensables, y en cambio á todas aquellas de­pendencias y locales que por su índole especial estaban destinadas á poner de manifiesto al exterior el fausto, tales como el vestibulo, la capilla v el teatro, les asignaron su­perficies tan considerables que absorbieron una buena parte de la total «leí solar edificado, que hubiera tenido mucho me­jor empleo dedicándolo á ensanchar otras habitaciones de inmediata aplicación en la enseñanza y la vivienda.

Muy poco tiempo después de instalado el hospital en el antiguo Seminario de Nobles, las personas peritas echaron de ver los inconvenientes que para albergar enfermos tenía el edificio, notando que el cubo délas salas era muy deficiente para la marcha regular del proceso de las enfermedades, aun Jas menos graves: que Ja superposición dolos pisos, hasta cuatro en algunas partes, es un motivo para que se mezclen los gérmenes causantes ó provinientes de aquéllas, los cua­les, depositándose en los intersticios de los muros simple­mente blanqueados, los convertía en verdaderos focos infec­ciosos, origen de múltiples «loleneias nuevas para los que allí entraban padeciendo otras más leves, y cansa de contagio para los que los hablan de asistir y aun para el populoso ba­rrio en que se halla enclavado el nosocomio: y que lo que había «le ser lugar destinado para que recobrasen la salud perdida los soldados que penetraban en él era, y lia seguido siendo basta nuestro «lias, enorme montón de materias orgá­nicas en descomposición, muy abonadas para engendrar y desarrollar los misinos males, ú otros peores, que se querían evitar con su costosa conservación.

Las constantes dificultades con que lian tenido que luchar los profesores médicos, jefes de las clínicas, se acentuaban en grado sumo por la aparición de cualquier epidemia, puesto que no teniendo aquella casa más comunicación con la calle que la puerta principal, y otra accesoria próxima al depósito de cadáveres, el aislamiento indispensable entre los ataca­dos por aquélla y los que padecían enfermedades comunes era punto menos que imposible y exigía se venciesen «lili cuitados casi insuperables. Con horror recordarnos aún l»s «iue se presentaron durante el cólera del verano de 1885 para disponer la salado epidémicos en la planta baja del estable­cimiento: pues mientras a<|uellas se llenaban se estallan eje­cutando obras de saneamiento, fie apertura de puertas y do Construcción de tabiques do cerramiento con el resto del hospital, obligando la urgencia del caso á apoyar en los pa­ramentos do aquéllos acabados <lo blanquear, y todavía hú­medos, las cabeceras de más y más camas, ocupadas inme­diatamente por los nuevos atacados. Por fortuna, aqm I periodo epidémico fué corto, y la guarnición de Madrid, gracias á los medios de preservación empleados en los cuar­teles, fué poco castigada.

Excusado es añadir, después do lo que hemos manifestad«) al hablar de las epidemias, que en ol antiguo hospital se ca­recía do departamentos especiales para las enfermedades endémicas infecciosas, no disponiendo tampoco de las nece­sarias para la observación y tratamiento, hasta donde o< posible en establecimientos nosocomiales de carácter gene­ral, de las mentales, ni do habitaciones independientes para los oficiales enfermos, los cuales, basta principio de 1885 en que el general Salamanca, entonces director de Sanidad Militar, las mandó construir, estaban reunidos en una sala común á las dolencias de medicina y cirugía, muy alegre v muy limpia, pero correspondiendo poco al decoro y conside­ración que merece la clase á que se la destinaba.

Como desde el año 1873 se viene persiguiendo la idea de la construcción de un nuevo hospital, y el abandono, por consiguiente, del antiguo, las obras «pie en ésto se lian eje­cutado en el último período de veinte años han adolecido todas «le una exagerada economía. Las obra* de saneamiento llevadas á cabo en los retretes fueron muy deficientes por no estar complementadas con la desaparición de las cajas-depó­sitos. cuyo objeto, cuando se dispone de conductos de eva­cuación, jamás hemos comprendido, ni con el cerramiento hidráulico de las alcantarillas para evitar el paso de los ga­ses que discurren por éstas al interior de los locales, ambas cosas indispensables, como lo era el aumento del caudal de agua de que se disponía para la limpieza, que, por lo escaso, puede calificarse de irrisorio.

No queremos entrar en otros detalles que harían intermi­nable este escrito: pero para terminar esta ligera reseña de lo que era el Hospital Militar de Madrid, todo él apuntalado y retenido milagrosamente en algunas partes, diremos que si hubiera de hacerse una crítica justa de la aplicación que en el Seminario de Nobles lia tenido la higiene de la cons­trucción, sólo podría decirse que, por causas más ó menos justificadas en un país escaso de recursos como el nuestro, aquella aplicación no ha pasado de ser un conato de bueno« deseos detenidos en su desarrollo por falta de medios con que llevarlos á la práctica.

Acabamos de decir que del año 1873 data la pretensión de levantar para la guarnición de Madrid un nuevo nosoco­mio militar, no tan sólo por las abundantísimas razones que para ello había, según lo expuesto basta aquí, sino también porque el edificio presentaba señales evidentes de ruina que podía producir alguna catástrofe de consecuencias imposi­bles de prever. Fundándose en unas y otras causas, los cuerpos de Sanidad é Ingenieros militares suscribieron nu­merosas reclamaciones en aquel sentido, sin que produjeran otro resultado que ordenar, siguiendo así nuestro eterno sis­tema de expedienteo largo y difuso, se hiciese un estudio analítico previo para determinar !a manera más práctica v conveniente de remediar los males que se señalaban, ya construyendo un edificio de nueva planta, ya reparando y modificando el existente.

La comisión nombrada al efecto, por razones que no se

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30 — N.° XXVII LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y A M E R IC A N A 22 . I r u o 18%

nos alcanzan, dio un dictamen propo­niendo umitas cosas: es decir, la am­pliación, reformándolo, del editicio vie­jo y la construcción de otro nuevo capaz para 300 camas en el barrio de Sala­manca, sin tener en cuenta que éste había tomado ya gran incremento y es­taba llamado á tenerlo mayor, y que con las obras que se proponían ejecutar en el hospital do la calle de la Princesa no se hablan de evitar más que en una parte muy exigua las deficiencias que le eran propias, ni conseguir otro bene- tieio que el muy dudoso económico que pudiera resultar por la diferencia que se suponía habia de existir entre el coste de otro de nueva planta y el va­lor de los terrenos del solar y huerta aneja al Seminario, sin hacer un presu­puesto de las obras necesarias en éste, que de seguro hubiesen sido do grau coste, y siu contar que en aquel tiempo estaban en auge las edificaciones nue­vas en Madrid, y por consiguiente era bastante elevado el precio de los solares.Así lo debieron entender los altos poderes del Estado, puesto que, ha­ciendo caso omiso del inform e, dispu­sieron se estudiase el emplazamiento para un hospital de nueva p lanta, único que debía tener la capital, sin que de las gestiones practicadas resultara tam ­poco ningún provee Im positivo.

I.argo plazo tran scu rr ió después, basta Abril de 1878, que en virtud do nuevas órdenes se presentaron á la aprobación superior las bases para edi­ficar un nuevo hospital militar, con ca­bida para 1.000 enfermos, cayendo con semejante resolución en el no menos grave de los inconvenientes que se le reconocían al viejo, como es el déla aglomeración, tan combatida por todos los especialistas en este género de cons­trucciones. A pesur de ello, se ordenó pocos dias después el estudio del ante­proyecto correspondiente, asociando al ingeniero militar encargado de hacerlo un je fe de Sanidad Militar, que coad­yuvando al mejor éxito del cometido encomendado al primero, fuesen los es­peciales conocimientos de ambos garan­tía segura del éxito.

Tan entendida y oportuna determi­nación, en lo que á la forma se refiere, produjo Iob frutos que eran de esperar,

D . M A N U E L C A N O L E Ó N ,TENIENTE CORONEL DE INGENIEROS,

AUTOR DEL PROVECTO Y DIRECTOR DE LAS OBRAS DEL NI EVO HOSPITAL M ILITAR DE MADRID.

(D e fotografin de M. Huerta.)

puesto que de los luminosos informes de ambos facultativos resultó la Real orden de 19 de Agosto de 1879, orde- nandoque el anteproyecto inundado es­tudiar fuese sólo para 50U enfermos, proponiéndose dividir la enfermería or­dinaria de la guarnición de Madrid en­tre dos hospitales que habían de cons­truirse en las zonas Norte y Sur de la capital, próximas á las dos estaciones ferroviarias que en aquella época había.

Producto de esta decisión ministerial fué el anteproyecto redactado por el hoy coronel retirado de Ingenieros don Eduardo Lahaig, quien en tan estima- lile trabajo demostró una vez más sus profundos conocimientos profesionales y de higiene.

Como en España parece estamos pre­destinados, por desgracia, á que sólo cuando causas determinantes obligan á tomar medidas enérgicas es cuando se llevan á cabo resoluciones concretas, el estudio hecho por el Sr. Lahaig no pasó siquiera á convertirse en proyecto defi­nitivo, á pesar de que durante el la­borioso expedienteo referido, el edificio fundación de Felipe V acentuó las se­ñales de inminente ruina.

Con estos nuevi s y fundados moti­vo» los clamores se reprodujeron, au­mentándose por la denuncia hecha del edificio por el cuerpo de Ingenieros, y otra vez se abrió el expediente antiguo, comenzando una nueva era de trabajos en Abril de 1887: pero como no es nues­tro ánimo, ni cuadra en este sucinto relato que podríamos Humar histórico, seguir paso á paso la marcha de aqué­llos, que como los anteriores fueron á engrosar los voluminosos legajos de los archivos, nos fijaremos sólo en lo que tiene relación con el hospital casi cons­truido en Carabancliel, puesto que ha sido el designado por lu casualidad ó por la suerte para llevarse á feliz tér­mino.

El Ayuntamiento de aquel pueblo, en cnanto tuvo conocimiento de que en su término podía edificarse un esta­blecimiento tan importante, apresuróse A reiterar el ofrecimiento que ya tenia hecho al Ministerio de la Guerra, v que eu principio se había aceptado, de ce­der gratuitamente en los alrededores de la población un solar con la extensión

M A D R I D . — EL X U E T O H O S P IT A L M IL IT A R . — U N A S A L A DE E N FE R M O S .

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I > i - -------------- - I T

C O C I N A DE V A P O R . OENRRADOR DE VAPOR PARA I.AH COCINAS.

M A D R I D . — NUEVO HOSPITAL M IL ITAR , SITO EN CARABANCHEL, PROYECTADO Y DIRIGIDO POR EL DISTINGUIDO INGENIERO M ILITAR D. MANUEL CANO LEÓN.

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38 — x .° x xvn LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA 22 J ulio 1896

M A D R I D . — PLANO GENERAL PE OOX.tüXTO f'EL NUEVO HOSPITAL J III.ITAR , EX CARARANCHKL RAJO.

superficial que se le indicase. Se reconocieron por una comi­sión de módicos ó ingenieros los terrenos ofrecidos, y se in­formó favorablemente el asunto; pero también esta tenta­tiva siguió igual suerte que las anteriores, y nada so hizo, siguiendo las cosas en el mismo estado, y continuando los gastos para la conservación, 6, mejor dicho, para ovitar un hundimiento en el hospital existente, adenitis de los que reclamaron las justificadas exigencias de la Sanidad Militar, para que, de construcción ligera y emplazados en la huerta •leí establecimiento, se levantaran dos pabellones, destina­dos uno de ellos á la instalación de una estufa de desinfec­ción, de que aún se carecía, y el otro ó almacén de materias combustibles, además de ampliar el que ya en fecha reciente se habla construido para la sección tic ambulancias; todos servicios indispensables, pero que ora doloroso ver invertir en ellos cantidades respetables que hubieran encontrado me­jor aplicación en el nuevo hospital, cada día más necesario.

Y aquí llega la causa determinante de que antea liemos hablado. En la noche del F> ni 6 de Febrero de 1889 se de­claró un incendio eri una de las alas del edificio, que en po­cas horas inutilizó para el servicio gran parte do él, como no podía menos de suceder, dada la gran cantidad de ma­deras que habían entrado en so construcción y la no me­nor con que se hicieron los apeos para sostenerlo. El sinies­tro dió lugar á nuevos gastos para malhnbilitar lo que quedó en pie, y á nuevas urgencias para remediar el anti­guo mal tantas veces deplorado.

El Ayuntamiento de Carabanchel, que indudablemente conoce "bien sus intereses, aprovechó tan triste motivo para insistir una vez más en sus ofrecimientos anteriores; y des­pués de una ligerisima tramitación, corno debían serlo to­das, se aceptaron aquéllos por Real orden de 23 de Mayo del mismo año 1889, ordenando á la vez el estudio del pro­yecto definitivo, dando asi fin y remate á los preliminares para la construcción del hospital, y comenzando la era de jos hechos tangibles.

II.

Los terrenos cedidos por el pueblo de Carabanchel Bajo se hallan situados en Ja falda misma del cerro de Almodó- var, pequeña eminencia de suaves declives, cuya cúspide alcanza sobre el nivel medio del Mediterráneo en Alicante una altura de 680 metros, y de 40 sobre la carretera de Ma­drid á Fuenlabrada, en cuyos lados se extiende el referido pm-blo.

El solar sobre qne se han levantado los pabellones está comprendido entre las curvas de cota 662 y 646, teniendo uno de los seis lados que forman su perímetro colindante con el camino vecinal llamado de las Animas que conduce al puente de Segovia, sobre el Manzanares. Su extensión, sin contar las dos parcelas triangulares que aún no se lian adquirido, y que deben destinarse á la instalación de barra- c s provisionales para epidemias, es de 84.123 metros cua­drados, pudiendo medirse en él (véase el plano adjunto) las dos mayores longitudes de 320 y 300 metros en las respec­tivas direcciones E.-O. y N.-S.

Las dos nuevas parcelas miden en total 17.074 metros cuadrados: pero como hasta ahora no nos hemos ocupado más qne de la parte permanente del hospital. en todo lo que digamos sólo nos referiremos á ésta, dejando los dos trián­

gulos agregados para el objeto á que se destinan. En ellos no habrá do hacerse, otra cosa, cuando so tome posesión, que dedicarlos á grandes plantaciones de árboles, puesto que ni explanación previa necesitan, por ser muy poco acci­dentados y no exigirlo el servicio que lian de prestar.

La distancia que hay entre la Puerta del Sol y el hospi­tal apenas llega á cinco kilómetros, y su comunicación es muy fácil, y lo será aún más si por el ramo de Guerra se acuerda establecer el ramal de tranvía proyectado que en­lace con el do Carabanchel y Legato s, y se adquiere por el Estado la linea férrea do Sun Martin do Valdeiglesias, que pasa por la puerta misma del establecimiento.

Cn lunar que debemos señalar, á fuer de imparciales, tiene el emplazamiento escogido, y ése es dependiente dei abandono en que se hallan los alrededores de la corte. El camino de los Cara bandidos se buce largo á todo el que Jo tiene que recorrer, no por la distancia, que en si es menor que la que hay entre dos puntos cualesquiera del casco de la capital, sino porque se halla bordeado en casi toda su longitud por inmundas viviendas y numerosos ventorrillos qne dan una pobre idea de las costumbres de nuestro pue­blo. que se solaza en frecuentarlo, sobre todo en los dias festivos, cuando alli nada encuentra que sea grato al espí­ritu ni agradable á los sentidos. Si el Ayuntamiento do Ma­drid fuese más parco en autorizar nuevos establecimientos análogos á los existentes en aquella barriada, y hasta pro­curase por cuantos medios tiene á su alcance modificar aque­llas costumbres paulatinamente, poniendo de su parte algo más que lo puramente indispensable para cobrar impuestos, la referida carretera se convertiría en pocos años en una ca­lle de vistosas construcciones, como las tienen todas las po­blaciones de alguna importancia de Europa y algunas de las de nuestro país.

Reúne el solar las condiciones requeridas por la higiene,

Entes de los reconocimientos practicados en su dia se sacó a convicción de que debajo de la capa vegetal se encuentra un terreno de aluvión, compuesto de arenas más ó menos

mezcladas con arcillas, bastante permeable en sus primeras capas, que descansa sobre grandes bancos del segundo mi­neral en extratificaciún inclinada.

El terreno, tal como lo presentó fa Naturaleza, era inacep­table para la comodidad del servicio interior del estableci­miento: porque, aunque mirado en conjunto no se notaban en él grandes accidentes, en detalle eran éstos de bastante entidad para que se hiciese indispensable uaaregularizacióu apropiada á su destino. El detenido estudio de las solucio­nes posibles condujo á establecer dos sujierficies regladas do situación para salvar los 17 metros de diferencia de nivel que habla entre los dos puntos extremos, con objeto de le­vantar en la más baja los pabellones destinados á enferme­dades comunes y los de servicios directivos y administrati­vos, y en la superior los de enfermedades infecciosas y el depósito de cadáveres.

Quedaba por resolver otra cuestión de no menos entidad, v era la relativa á la orientación que debía darse á los pnlie- ilones-enfermerias. liase fundamental de toda aglomeración urbana. Como es sabido, esta no puede ser indiferente: antes al contrario, depende de multitud de circunstancias locales, de la altura de los edificios, del ancho de las calles interme­dias, y todas éstas, á su vez, del número de horas que se desea que las fachadas de aquéllos estén bañadas por el sol.

De la aplicación á nuestra latitud de los estudios hechos

por Ad. Yogt, Gripois y otros autores, y déla condición im­puesta de que los edificios habían de estar bañados por el sol en el solsticio de invierno durante cuatro horas, se de dtijo la relación que había de existir entre la altura de los pabellones, que era cantidad precisa, y el ancho de las calles.

Si sólo se hubiera atendido á la comodidad de los sir­vientes sanos del hospital, desde luego la orientación gene­ral acopada hubiese sido la llamada meridional, es decir, aquella en que el eje de las calles hubiera sido de Norte á Sur, porque es la que permite mayor proximidad entre unos y otros pabellones: pero ésta y la otra extrema de Este á Oeste, ó ecuatorial, tienen inconvenientes positivos en Madrid. La primera exponed los vientos fríos del Norte y hace intran situóles las calles intermedias en invierno; la segunda, por el contrario, durante la época estival las convierte en vastos es patios donde el calor se hace insoportable, porque, bañadas por el sol las fachadas del Mediodía una gran parte del tiempo qne aquél se baila sobre el horizonte, sus rayos calo­ríficos se reflejan y elevan la temperatura muy por encima del grado conveniente.

Hay además otra importante razón que obligó á aceptar la orientación intermedia entre las dos citadas, y c-s la de que los vientos dominantes en nuestra zona son los del Nord­este, con los que la presión barométrica se eleva de una ma­nera regular, sobre todo en invierno; de manera que, trazando las calles en la dirección NK.-80., es más que probable, en primer lugar, que las referidas corrientes barran, por de­cirlo asi, cuantos gérmenes se desarrollen en el hospital, y en segundo, que por el aumento de presión que las acom­paña se eleven aquéllos con rapidez y desaparezcan en la atmósfera.

Habidas en cuenta estas consideraciones, el cálculo llevó á deducir que la relación citada entre la altura de los pabe­llones y el ancho de las calles debía ser de 1 á 1,743; y como aquella altura en los edificios más elevados ó de dos pisos se proyectó, con el ático, de 13,77 metros, la distancia normal entre unos y otros resultó deber ser de 21,*8 metros, con arreglo á la que se dispuso el conjunto de edificios.

Determinada la orientación de los pabellones-enfermerías, puesto que á ellos habla que subordinar todos los demás, que, aun dentro de la importancia que tienen, son secunda­rios al lado do aquéllos, se hizo dentro del solar de que se disponía la distribución general de los veinticuatro edificios que constituyen el hospital en la forma qne representa el plano antes indicado, procurando al efectuarla armonizar las necesidades del servicio con la agradable visualidad del con­junto, puesto que no son condiciones antagónicas ni lo difi­cultaba el terreno, que, aunque irregular en su perímetro, tiene extensión suficiente para Henar ambas exigencias.

Para cumplirlas en lo posible, las dos superficies de asiento en que está dividido el solar se comunican entre si por me­dio de rampas accesibles á los carruajes, y por una amplia escalera central destinada á los peatones, además de hacerlo también por el paseo general de circunvalación, destinado á que por él sn llenen ciertos servicios de los departamentos de infecciosos y á la salida de los cadáveres, que en ningún caso conviene á la moral de los enfermos so efectué á la vista de ellos.

Do los veinticuatro pabellones mencionados, cuatro, de dos pisos cada uno, so destinan á enfermedades comunes internas de medicina; dos, de un solo piso, con comunicación por una galería de hierro y cristales con el do operación«* quirúrgicas, á las de cirugía; otros dos, también do un so'o piso, pura aislar los enfermos sujetos á procedimientos judi­ciales y pura los dementes y en observación; uno, de planta baja y principal, para jefes y oficiales enfermos, y tres, uno de dos pisos y dos do uno solo, para enfermedades infec­ciosas.

En todos los demás se lian dispuesto los servicios médicos y administrativos: Instituto nnatomo-patológico; cuarteles

ara los sanitarios y para las caballerizas y cocheras; capi- a; balneario general; depósito de hielo para las aplicaciones

terapéuticas; dependencias especiales para las barracas de epidemias; depósito de cadáveres y habitaciones para el per­sonal, cuyo cometido es de constante permanencia cn el es­tablecimiento.

Para dar una ligera ¡dea de la complicada distribución de estos servicios, comunes á todo hospital, pero que en general se hallan bastante desatendidos e-n los de construcción anti­gua, liaremos una sucinta descripción de cada uno de los pabellones.

En el llamado de dirección se encuentran todas las ofici­nas del establecimiento, salas de profesores y biblioteca: salón de juntas; registros de entrada y salida de enfermos, con todo lo referente á estadística nosocomial, y depósitos y almacenes de ropas de vestir, con separación de las qne lle­van, procedentes de los cuerpos, los que van al hospital y las que son de uso reglamentario en el interior del estableci­miento, asi como de las que de las primeras dejan después de su muerte los fallecidos.

En el que en el plano se designa con el nombre de pabe­llón de servicios económicos, se han reconcentrado todos Jos que tiene á su cargo la Administración Militar, como son: cocinas de vapor y de las llamadas económicas, con todas sus dependencias de despensas, almacenes de víveres, bode­gas, etc.; cámaras de desinfección y lavadero mecánico, dispuestos de tal manera que las ropas sucias y demás efec­tos que deben sufrir aquella operación tengan su entrada y salida con entera independencia, para que no pueda existir el contagio entre lo inficionado y lo limpio de gérmenes: almacenes de ropas de uso diario y (le repuesto; otros análo­gos para lanas, colchones y demás efectos, que, por ser de origen uniinal ó vegetal las materias de que están hechos, pueden considerarse como contumaces y conviene separar­los de las enfermerías: la farmacia y laboratorios; la central productora de energía eléctrica para el alumbrado; y. por ul­timo, la fábrica de panificación con todos los aparatos de amasaderia y confección de panes, y con un horno de dos cámaras. sistema Pilsen.

Toda la maquinaria instalada en este pabellón se mueve mecánicamente con el auxilio de dos máquinas de vapor con tres generadores.

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22 J ['L io 1800 L A ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA s.° xxvii — 39

El Instituto anatomri-patológico, sin construir aún, está l'rttnado á ser uno de los primeros establecimientos de su género en Europa. Dirigido por el ilustrado Dr. Camisón, y siendo alma de sus trabajos el sabio I)r. Alabern, sustituirá dentro de poco tiempo, con gran ventaja, al que en malísi­mas condiciones de instalación funciona Lace ya muchos años en el hospital viejo, y del que se perdieron en el in­cendio de 188'.' las magníficas colecciones patológicas que se venían formando desde su fundación. En el nuevo edifi ció, donde se instalarán los museos y cuantos laboratorios son precisos para los delicados estudios y análisis que en él ae efectúan ahora con falta de elementos, parece tendrán también su aposento las clases prácticas y teóricas de la nueva Academia de aplicación de Sanidad .Si ilitar que debo empegará funcionar en el mes de Septiembre próximo.

Es el edificio proyectado para balneario algo más de lo que su mismo nombre indica, pues además de los necesarios para las aplicaciones terapéuticas de la hidroterapia en todas sus formas de obrar, se han preparado otros locales para la aeroterapia y electroterapia con la necesaria separación de departamentos para tropa y oficiales, dejando entre ambos una gran piscina de natación para la más escrupulosa lim­pieza é higiene de los sirvientes del establecimiento.

La relativa economía impuesta, dentro de la importantí­sima 6iima á que asciende el presupuesto de tan vasta cons­trucción, no ha permitido, como hubiera sido de desear, proyectar una capilla con el decorado y capacidad que me­rece la magnificencia que dehe revestir el culto divino: sin embargo, dentro de la modestia, que no pugna con los senti­mientos religiosos do la nación, se lia procurado hacer un pequeño templo ojival sencillo, por considerar que este es­tilo es el que mejor representa el objeto á que se destina esta construcción.

El depósito de cadáveres se compone «le dos departamen­tos independientes, aunque en íntima relación por un ascen­sor. El primero, situado en la planta de sótanos, so destina á la conservación por plazo indefinido de los cuerpos que se dediquen á estudios anatómicos y de aquellos en que no convenga efectuar el sepelio después del plazo legal de ob­servación por estar afectos á procedimientos judiciales. Para ello se han dispuesto, en parte de los locales de los re­feridos sótanos, los aparatos de enfriamiento necesarios que bajan la temperatura basta — 30° de la cámara mortuoria instalada en una habitación próxima, donde caben dos ca­dáveres.

El segundo departamento, situado en la planta superior, comprende el verdadero depósito de cadáveres, la sala de auptosias dispuesta en anfiteatro, y los gabinetes y laborato­rios del je fe de estudios anatómicos.

Ya liemos dicho que en los pabellones-enfermerías lmy absoluta independencia entre unas y o:ras clínicas. Cada uno ile los destinados á enfermedades comunes de medicina tiene dos plantas con dos salas de diez y seis camas per piso y con un vestíbulo central en donde están establecidas las comunicaciones por escaleras y ascensores desde los.só­tanos amplios y elevados basta la planta superior.

Cada sala de enfermos t iene como accesorios dos cuartos de aislamiento para enfermos agónicos, habitaciones inde­pendientes para el profesor, enfermero y almacén de ropas de servicio inmediato en las salas, comedor pura los que puedan dejar el lecho, y en un cuerpo separado de la enfer­mería los locales insalubres como retretes, buños y lavabos.

Igual disposición afectan los dos pabellones de cirugía, si bien son de un solo piso sobre sótanos, comunicándose ambos, según ya hemos dicho, con el edificio do operacio­nes, y entre si por una galería de hierro y cristales.

Consta el indicado pabellón de operaciones quirúrgicas do una ampl a sala con luz lateral y cenital, y de siete habita­ciones destinadas al arsenal de instrumentos, depósito de vendajes, cuarto de anestesia, sala de profesores con baño y lavabos, pequeño museo de operaciones, almacén de ma­terial y cámara obscura para reconocimiento y operaciones laringoseópicas y oftalmológicas.

Este pabellón, ya instalado por completo, es el que cier­tamente merecerá sinceros plácemes de cuantos facultativos tengan ocasión de visitarlo. Organizada y dirigí la la clínica por el reputado operador Dr. Pérez Ortiz, parece que este profesor se lia complacido en poner á contribución todo su saber para reunir en él los mejores aparatos y más útiles instrumentos quirúrgicos, disponiéndolos y ordenándolos c>n gusto exquisito para hacer grata á la vista su exposi­ción y con inteligencia suma para hacer fácil y pronta su aplicación cusndo deban usarse.

Sin otra diferencia que ser sólo capaces para doce camas las salas, tienen los pabellones destinados á enfermedades infecciosas la misma disposición que los destinados á las co­munes. Dos de aquéllos son de un solo piso, y el tercero de planta baja y principal, siempre sobre sótanos como en to­dos los demás edificios del hospital.

El pabellón para oficiales enfermos constituirá, cuando esté terminado, un pequeño hospital independiente con to­das sus necesidades cubiertas sin salir al exterior. En los só­tanos se lian proyectado todos los servicios generales, á excepción de comedor, salas de recibo, biblioteca y escrito­rio, pequeña sala de operaciones y cuartos para los profeso­res, que lo están en el piso bajo, y en éste y en el principal las habitaciones-enfermerías independientes para cada indi­viduo. I.os generales tienen asignados pequeños departa­mentos, compuestos de gabinete, dormitorio, lavabo y baño y retrete.

Por no alargar más de lo prudente este artículo no entra­mos en detalles de las disposiciones adoptadas para los dos pabellones destinados á los dememes y á los presos, indi­cando solamente que en el primero de aquéllos hay celdas para agitados, con sus paredes revestidas de telas metálicas elásticas, y salas comunes para los alienados tranquilos: y en el segundo, cuartos de incomunicación para los sumaria­dos y dormitorios colectivos para los que no deban estar su­jetos á aislamiento, además de tener uno y otro los locales de vigilancia y servicio de enfermería necesarios.

L'n muro de manipostería cierra todo el perímetro del es­tablecimiento, el cual se une por medio de dos verjas late-

rales al edificio de la Dirección, que constituye el ingreso principal.

De todos los pabellones descritos, muy pocos son los que están por completo terminados, como se puede ver en los grabados de este número. Es sensible que, en tal estado la obra, baya habido imprescindible necesidad de ocupar la parte de la construcción terminada ó próxima á serlo: poro e) estado ruinosísimo en que se encuentra el hospital viejo ha exigido aquella determinación, inconveniente a todas luces para los servicios médicos y no menos perjudicial para la consecución de las obras, á las que se les está dando gran impulso gracias al incansable celo que para ello está demostrando, en medio de las graves preocupaciones que por otras causas dota tener el ¡lustre general Azcarraga, ministro de la Guerra, á quien el Roldado debe en su mayor parte tener un asilo para sus enfermedades con que jamás habla podido soñar.

ni.Con lo dicho hasta aquí queda en realidad descrito el

nuevo establecimiento militar; pero creemos deber agregar algunas otras noticias que amplían ciertos detalles de cons­trucción, saneamiento y abastecimiento de aguas potables, asi como del coste total de las obras y maquinaria.

Todos los edificios tienen sus sótanos de 2,50 metros de altura libre, de la c ual 1,50 metros se eleva sobre la rasante exterior, constituyendo esta última parte el zócalo, que se lia hecho de sillería granítica. El resto hasta las cubiertas es de manipostería de ladrillo recocho paramentada con prensado de la mejor calidad, para evitartener en ningún tiempo que acudir á revocos perjudiciales por loa gastos que ocasionan, sin llegar á obtener nunca un perfecto estado de conser­vación.

La ornamentación, muy sencilla, «le las fachadas está he­cha con cemento, pintado después con barniz impermeable imitando la piedra caliza de Alicante.

Todos los muros son huecos, dejando en su interior nn espacio lleno de aire, regulador térmico análogo al que en la parte superior de los pabellones y debajo de las cubiertas se ha dejado para que no sean de temer variaciones bruscas de temperatura en el interior por la» «pie constante­mente se verifican en nuestro clima.

Lo misino las armaduras de los pisos que las de las cu­biertas están construidas con acero Bessemer, no habiendo empleado en los forjados de los primeros más que los cerá­micos, compuestos de dovelas fabricadas ml hue, de manera que con el menor peso muerto posible se obtenga el máximo de resistencia.

Los paramentos interiores de los muros, tabiques y tedios están pintados con tres capas de barniz Pxic.roganowa, pro­ducto fabricado por los Sres. Katti y l’aramutti, de Turin, aceptado, después do numerosas experiencias hechas, para asegurarse do que resisto numerosos y frecuentes lavados antisépticos.

Tratándose de un establecimiento de la clase del que nos ocupa, claro es que las obras proyectadas, y ejecutadas en su mayor parto, para el saneamiento y evacuación dr? las aguas sucias y pluviales, y las de ventilación y calefacción de los edificios, se lian estudiado con el esmero que su im­portancia requiere.

Consisten las del primer grupo en haber revestido los c i­mientos de todos los pabellones do placas do usfalto compri­mido, que cortan el paso de Ja humedad á las maniposterías, y en una rod interior do alcantarillas completamente imper­meables y ventiladas, á las (pie afluyen las tuberías de desagüe principales, (pío á hii vez recogen Iuh materias que conducen las secundarias ó de evacuación inmediata de los edificios: unas y otras están interrumpidas hidráulicamente por numerosos sifones con ventilación propia, pura evitar la comunicación con el interior de las habitaciones de los gases que discurren por las referidas alcantarillas.

La indicada red de éstas y el colector general, (pie. par­tiendo del ángulo sur del solar, tiene cerca de tres kilómetros de longitud, se limpian automáticamente con el auxilio de tres aparatos de descarga, sistema Doulton, (pie arrojan en cascada cada cuatro horas doce mil litros de agua, además de la que constantemente proviene de los muchos aparatos de limpieza de que están provistos los retretes, lavabos, baños, fregaderos, etc.

Con objeto de que los tubos de desagüe y las alcantarillas mismas no se obstruyan por las arenillas que arrastran las aguas pluviales y por las grasas procedentes de los frega­deros, cada grupo de bajadas de las primeras está provisto de un pequeño depósito para recoger aquéllas, y cada uno de los segundos de un colector especial para que jxir enfria­miento se solidifiquen las referidas grasas, que deben reco­gerse periódicamente.

Para que las necesidades del servicio de saneamiento se llenen sin deficiencias ha habido necesidad de abastecer al hospital de abundante agua potable, tomada directamente del canal de Isabel 11 por carecer el pueblo de Carnbancbel dé la indispensable para sus necesidades urbanas. La con­ducción especial construida de nueve kilómetros de longi­tud lleva al establecimiento 345.metros cúbicos diarios, caudal que corresponde á 690 litros por enfermo, distri­buidos en toda la superficie del solar y en el interior de los pabellones.

Las irregularidades quorse notan en las acequias del re­ferido Canal donde se ha hecho la toma lian obligado á prever el caso de interrupción de la llegada del agua, y para ello, además del depósito alto de distribución, se lia construido otro de cabida bastante para almacenar el doble del caudal diario, de donde, por medio de una bomba de vapor, se eleva al primero cuando no lo recibe directamente de la canalización.

El problema de la ventilación de los edificios es, consi­derado en su aspecto general, lo bastante complejo para que dé lugar á constantes controversias, aun entre los espe­cialistas que á sus estudios de aplicación se dedican: asi es que, antes de resolverse'el sistema que en el Hospital Militar de Carabanchel se debía aplicar, buho que pensar

detenidamente en el pro y el contra de muchos de los conocidos. El (pie en un principio se acordó establecer, aprobándose su proyecto, fué el ideado por los conocidos higienistas belgas Sres. I’ utzeys. ligeramente modificado, haciéndose el estudio con la condición de que, en el coso más desfavorable, la renovación del aire de l.«s enfermerías tuviera lugar totalmente una vez por hora para «segurar un estado de pureza de aquélla muy superior á la de casi todos los hospitales de Europa.

En este sistema las entradas del aire nuevo están proyec­tadas por debajo del pavimento, dividiéndolo basta donde prácticamente puede hacerse con el auxilio de placas con numerosísimos taladros cónicos de salida casi capilar, y la evacuación del viciado por tubos que corren á lo largo de los generatrices superiores de las bóvedas fingidas que cons­tituyen el techo de las salns, desde donde pasan á quemarse los gérmenes que pueda contener en los bogares de las cocí nillas dispuestas en los cuartos de los enfermeros con el do­ble objeto de mantener á buena temperatura los cocimien­tos qu« se deban administrar y proporcionar por circulación continua el agua caliente necesaria para los líanos del res­pectivo pabellón.

Circunstancias de premura lian obligado á contentaise por ahora con establecer solamente el sistema Boyle con bombas de aire en los caballetes de las cubiertas, sin per­juicio de que en su día se vuelva al sistema proyectado.

La calefacción, aún no establecida por iguales causas, pero que quedará instalada en la entrada del próximo in­vierno, se proyectó, por orden superior, de aire caliente: sin embargo de lo que, vistos los inconvenientes que paia los hospitales tiene este sistema, se está estudiando de nuevo para establecer el de vapor á baja presión. Las tem­peraturas á que deben mantenerse en todo tiempo Ioh loca­les destinados á enfermos es la de 16° centígrados, y la de la sala de operaciones á juicio del profesor que baya de eje­cutarlas, según la clase y condiciones de la que en cada caso deba llevar á cabo, comprendida entre el dicho limite y el de 40“ centígrados.

Tal es. á grandes rasgos, el nuevo nosocomio militar construido en su mayor parte y ya ocupado por casi todo el contingente que á la enfermería da la guarnición de Mu drid. El haber llegado al estado en que hoy se encuentra el establecimiento significa nn extraordinario esfuerzo paia nuestro país, que, c n franqueza lo decimos, no creimos, en 1*•« comienzos de la obra, que se llegara á realizar, y que si se ha conseguido sólo se debeá la perseverancia demostrada por todos los Ministros de la Guerra que se han sucedido desde el año 1889, y muy en particular por el que tan dig­namente desempeña boy el cargo, Exorno. Sr. general den Marcelo de Azcárraga, en cuyas «los épocas de mando so lian dado los mayores y más poderosos impulsos á las obras, no perdonando para ello medio hábil de entre los que tiene en su mimo. La disminución de 1« mortalidad en el ejército do (.'astilla la Nueva (pío pronto se liará sentir lia de ser una partida nueva que en el haber de su cuenta 1«; tiene que abonar la humanidad; como igualmente habrá de huceilo en la del capitán general Marqués do Estalla, actual gene­ral en je fe de aquel ejército, por las muchas y repetidas veces que, durante sus mandos y fuera de ellos, ha levan­tado su autorizada voz y odiarlo el peso de su influencia personal en favor do la nueva construcción.

Trazó la planta de este magnífico hospital y lia dirigido las obras el teniente coronel de ingenieros D. Manuel Cono León, persona de tanta modestia como talento, y á quien han ayudado poderosamente con sus consejos sus inmedia­tos superiores les generales Cerero y Memlicuti, y los co­roneles Huiz Zorrilla (lmy general) y Hevea, los cuales, asi como los jefes y oficiales de Sanidad Militar que le 1 an auxiliado, merecen mil plácemes por la parte muy princi­pal ipio en los trabajos han tenido.

lié aquí ahora el resumen del presupuesto de la cons­trucción :

Lo gastado en esta obra, cuando se termine, ascenderá á 6.499.940 pesetas, de cuya cantidad corresponde al Ib s- pital, propiamente dicho, 5.326.979.

Grande parece la cantidad: pero pensando en el número de vidas que por haberla gastado ahorraremos, puede repu­tarse insignificante. Además, gracias á ella, tendrá Madiid, no una antesala del cementerio , que tal era el hospital viejo, sino uno de los primeros establecimientos sanitarios de Europa.

R. de G.

¡PESIMISMOS!

c STEDES no conocerán a M r. S p ro n c k ; tam poco lo conozco y o (n i ganas);

qué ? si m e parece qu e á ese señor Spron ck casi no lo conoce nadie.

Y en verd ad qu e poco p ierden al no conocerlo : p orqu e es un pes im ista c unouna lom a .....m as la rga qu e la d e Ubeda.

N o considero cr im en e l pes im ism o: pero reconozcan ustedes que es filo so fía m u y poco agrad ab le , sobre ser endem on iadam en te fa l­

sa. P o rq u e , al íin y á la postre, sin que e l m undo sea m u y bueno, tam poco es m a lo d e l todo. A d e ­m ás..... pero no v o y á d iscu tir ahora con los pesi­m istas, que si lo ven tod o m u y m a lo será porque los docum entos hum anos d e que pueden d isponer, qu e son o lios m ism os, no den d e s í o tra cosa.

P o r ahora qu iero únicam ente hab lar de m onsieur Spronck , del cu a l, p or no saber, ign o ro si es in on - s te u r ó m is te r , ó m e in h e r r , y d e qu ien d ijeron , hace ya m eses y aun años, los periód icos europeos

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MADRID.-N U E V O HOSPITAL MILITAR, SITO EN CARABANCHEL, POR EL DISTINGUIDO INGENIERO MILITAR D. MANUEL CANO LEÓN.

DEPÓ SITO D E AOCA.D E P Ó S I T O D E C A D Á V E R E S

D K C 1 R D 8 ÍA .

V I S T A D E C O N J U N T O D E L O S D I V E R S O S Q t E C O N S T I T U Y E N E L N U E V O H O S P I T A L .

US A DE L A S C A L L E S C E N T R A L E S .

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42 — x.8 xxvil LA I L U S T R A C IÓ N E S P A Ñ O L A Y A M E R IC A N A 22 Jctio 1896

<|iie h ab ía p ronunciado un d iscu rso , ó le íd o una con feren c ia , ó pub licado un lib ro , ¿qué sé yo? en que pon ía á la c iv iliza c ión europea com o chu pa de dóm ine.

N o leí e l d iscurso: p ero en un d ia rio m ad rileñ o de m u ellís im a c ircu lación aprendí con extrañeza, á m i m odo d e v e r justificada con exceso , que e l tal señ or S pron ck asentaba, con toda la seriedad de que p u o le dar m uestras un filó so fo , lo s igu ien te :

«P e re ce m o s , p o r qu erer saber dem asiado y por desear com od idades , v íc tim as d e exceso d e in te- lectu a lis in o .»

¡Q u é asom bro habrán sentido los estudiantes desap licados— que suelen ser casi todos los estu­d ian tes— al enterarse d e cóm o lo que les p ierde es el deseo d e saber d em asiado ! Para M r. Spronck, eso d e que « e l saber no ocupa lu g a r » es una m a­jad e r ía , y prec isam en te lo que se necesita com ba­t ir e i la nueva gen eración es el «leseo d e saber.

««De suerte , p rosegu ía afirm ando e l bueno d e l pesim ista, d e suerte «pie llegará «lía en que los re ­finam ientos d e la c iv iliza c ión y la degen erac ión de la raza nos con vertirán en d éb il p resa ó en cobarde A’íc tim a d e un en em igo ignoran te, p ero fu e rte .»

P e ro , am igo M r. Spronck (s i es que usted , con s.i m odo d e pensar, puede ser am igo de a lgu ien ), am igo M r. S pron ck , ob serve usted que d e los re ­finam ientos d e la c iv iliza c ión á que usted se re fiere gozau los m enos; una parte m u y redu cida de nues­tra raza d is fru ta esas com od idades «jue. á ju ic io «le u sted , nos deb ilitan y afem inan.

Y no son , es preciso con ven ir en esto com o en re g la genera l, no son los «p ie «le ta les retinam ientos gozan los que sienten insaciable «leseo «le saber, ni los «jue sucum ben p or exceso d e in te lectualism o.

H usque, busque M r. Spronck en nuestros m ine­ros, que p o r caso raro ven la luz del d ía m ientras trabajan ; busque en nuestros cam pesinos, cu ya fru ga lidad es prod ig iosa ; busque en los ob reros de nuestras fábricas esos refinam ientos d e la c iv iliza ­ción y esos s ibaritism os pern iciosos d e qu e habla e l f iló so fo , porque lia to m u lo indu dab lem en te por característica de las sociedades europeas algunas docenas d e e jem p lares d e la ju v e n tu d d o ra d a «jue en todas las grandes pob laciones v iven en la hol­ganza y ded icándose ¡i la d isipación y al ju ego .

A h o ra , si M r. S pron ck , dando pruebas in eq u í­vocas d e p ersp icac ia m a ra v illo sa , v is lu m b ra ya para lo p or v en ir una época e.i que tod os , s in ex ­cep c ión , puedan d is fru ta r d e los re finam ien tos á que a lu de , parécem e «p ie puede d o rm ir tran qu ilo ; ponqué para cuando ese caso 1 logue, no quedarán en la tierra ni aun ves tig io s d e las actuales gen e­raciones.

C reo, sin em bargo , q u ee l susodicho Spronck alu­d ió en sus je rem iadas al tiem po presente, por«|ue d ijo en tre otras cosas:

<« A u n q u e la instrucción so ha e x ten d id o , no lia arrancado del corazón d e los hom bres sus m alos instin tos, y las cárceles se encuentran llenas de asesinos con títu lo u n ivers ita r io .»

A q u í , la v e rd a d , m e parece que el pesim ista Spron ck se escurrió un poco.

Es e v id en te qu e , á pesar d e sus filo so fía s , que deb ieran h ab er le prestado seren idad de cr ite r io y tran qu ilid ad d e ju ic io , se de jó arrebatar p or el ca­lo r d e la im provisac ión .

N'o sé en qué país habrá v isto el buen señ or que las cárceles estuviesen 11 e ñas d e ases i a os , nada m e­nos que d e asesinos, con títu lo un ivers itario .

E l pudo d ec ir y pudo pensar lo que se le an to­jase; pero está fu e ra d e «luda, y ya n ad ie d iscute eso sino a lgún M r. Spronck, que la educación y la in stru cc ión , si no extirpan p or com p leto los m alos instin tos d e l h om bre (d e l h om bre que lo s tenga m a lo s ), los m od ifican , Jos atenúan y llegan hasta con segu ir que perm anezcan latentes.

Y e l señor p es im is ta , continuando la serie de gratu itas afirm aciones, d ijo : ««E l abu rrim ien to es la en fe rm edad que m ás daño produce en este m undo od ioso y nefando. C om o se p ie rd e e l gusto d e v iv i r , aum enta e l n ú m ero d e los su ic idas.»

P e ro , señ or, ¿de qu é m undo h ab laría , y qué m u ndo h ab ría frecu en tado M r. S p ron ck cuando d ijo esas n iñerías?

Y d a le con e l m undo odioso y n e fa n d o , y torna al ab u rrim ien to ; p o r lo v is to , ese pesim ista de lance nos tom aba a todos p or lores aburridos de las riquezas y acom etidos «le sp leen , ó com o eso se d iga .

Es in du dab le que e l f iló so fo M r. Spronck, contra lo que p rescriben las reg las más ru d im en tarias «le la ló g ic a , se lanzó á gen era liza r antes d e haber estud iado casos particu lares suficientes. H a b ló de un m undo que desconocía casi, y d isertó sobre asuntos qu e p or com p le to ignoraba.

Y buena prueba d e lo que afirm o es la s igu ien te aseveración , in exacta com o todas las an teriores d e l o r ig in a l apóstol d e l p es im ism o:

a M ien tras la raza eu ropea d ism in u ye , y só lo se

preocupa «le goza r de la d ich a conqu istada después «lo tantos s ig lo s , el Is lam gana te rren o , y sus e jé r­c itos avanzan v ic tor iosam en te hasta las o r illa s «leí m ar del N orte . M uerta la c iv iliz a c ió n , la barbarie luí reconqu istado e l m u n d o .... »

Eso «le que la barbarie haya reconqu istado el m u n d o , puede pasar com o una h ipérbole efectista para un d iscurso d e club. P ero ni es v e rd ad , ni lo parece siqu iera .

V u e lv o á d ec ir «¡ue no sé si todo eso, y a lgo más «le «pie hago g ra c ia al le c to r , lo escrib ió Spronck en mi lib ro , ó lo le yó eu una M em oria , ó lo d ijo en un d iscurso: pero rep ito «que tales pes im ism os, es­critos ó hab lados, dan m u y p ob re i«lea «le la fiso­n om ía esp iritua l d e l au tor y lle va n al án im o el consuelo «le v e r que n i e l m u ndo es tan m a lo com o algunos d icen , ni va len tan poco los h om bres com o sostienen , acaso sin c re e r lo , los más m elancólicos pesim istas.

A. Sánchez P érez.

E L C I N E M A T O G R A F O .

*7 tuzá no selia dado nunca caso semejante . de la transformación de un juguete en el

, ^ aparato más útil y maravilloso «le los tiein- ' r pos modernos, y bien puede asegurarse que

jamás flecho tan sencillo como la medida «Je la permanencia de las imágenes en la retina

lia recibido aplicaciones más admirables, cuyos efectos cautivan el ánimo y sorprenden aun á

los muy acostumbrados á ver y examinar los por-&^ tentos de las invenciones modernas y los prodigios \ realizados con intento de reproducir fotográfica­

mente los colores «i hacer penetrar la propia luz en los objetos opacos, consintiendo reconocer su interior, acu­diendo también á la fotografía, gran auxiliar en todo género «le investigaciones, medio inapreciable para lijar, no sólo imágenes, sino también movimientos, llegando á sorprender toda la serie de actos constitutivos del vuelo de las uves, el trote «le los caballos ó la calda de los gatos, siempre sobre sus cuatro patas, después «le toda una larga serie «le raras actitudes y «le fases muía sencillas de un movimiento cuyo efecto final nos era sólo conocido basta ahora. De esta manera ha llegado á conseguirse, no sólo representar actos tan poco separados y distintos, su- cediénaose unos á otros en serie no interrumpida para no aifvertirso entre ellos la menor solución de continuidad, sino, ¡il propio tiempo, conocer las fases de variados movi­mientos calificados de simples y descompuestos en sus elementos, conforme en bien conocidos aparatos de física se descompone «•! Bonillo ile una cítenla, vibrando en con­junto, en todos los componentes «le cuyo enlace resulta «•! movimiento sonoro, ha instantaneidad «le las impresiones fotográficas empleando placas «lo sensibilidad exquisita, las cuales renuevanse con extraordinaria rapidez valién­dose el operador de mecanismos apropiados, es el medio «lo realizar la verdadera reproducción del movimiento, re­solviéndolo en sus principales actos, y el reproducir ese mismo movimiento, tal como es complicado é irregular, constituye el principal objeto «leí fumoso cinematógrafo, admiración «le todo el mundo, y una «le las más felices aplicaciones «lo los principios científicos recibidos por bue­nos en nuestros «lias; y cabe advertir, «lesile ahora, cómo el aparato es tan sencillo como los mismos principios «pie le sirven «le fundamento y apoyo, conforme antes sirvieron pura construir otros aparatos tenidos á modo «le juguetes, y en los cuales llegaban á repmducirse nada sencillos movi­mientos, sin intervención ó auxilio de la fotografía, tan perfeccionada en el instrumento «pie va á ser descrito.

Hasta haber conseguido cu corto tiempo muchas imáge- genes seguidas, apelando, por ejemplo, al ingeniosísimo y nunca bastante ponderado método de Marey, era la foto­grafía algo estático y casi sin vida; fijábase sobre lu placa sensibilizada la imagen de un objeto, aparecían sus meno­res detalles, llegaban á percibirse sus accidentes torios, aun los más linos y delicados, pareciendo llegado el gummum «le la perfección tratándose de lo inmóvil, y de cuanto perma­nece en reposo y sin aparentes cambios; pero si aquello cuya imagen exacta se pretendía lograr hallábase dotado de vida y movimiento, entonces las dificultades crecían; cuando más, acertaba á sorprenderse un instante de la movilidad, algo parecido á un solo elemento de aquel com­plicado todo, nunca en reposo.1 y cuyos movimientos ele­mentales, si asi vale decir, son enteramente distintos unos de otros, mas de cuya composición y arreglo sistemático depende, en último término, lu principal característica de la vida orgánica, toda ella formada «le movimientos, que por movimientos á la continua diferentes se traduce y mani­fiesta siempre al exterior en todos los momentos. Prove- nia de esta dificultad, ahora con tan excelente éxito alla­nada, la imposibilidad «le dar idea del movimiento colec­tivo ó individual por medio fotográfico; pues aun en las pruebas más perfectas, usando magníficos objetivos y pla­cas de la más exquisita sensibilidad, sólo se conseguían aproximaciones á la realidad, y apenas gi en contados ca­sos era dable sorprender determinados movimientos, muy isócronos y de no grandes complicaciones : como la repr«>- dueción «le los colores, era. pues, este de que se trata un ver­dadero problema de la fotogafia, y á resolverlo consagrá­ronse muchos, habiéndolo conseguido hace bien poco tiempo, merced al empleo de mecanismos ingeniosísimos, l«is cuales tienen no pocas conexiones con aquellos otros usados tiem­po há para representar los sonidos, descomponiéndolos en sus movimietos elementales, de cuya combinación pr«x*eden y son el resultado más aparente. Todo queda reducido eu el

uso do la fotografía del movimiento á disponer un aparato de suerte que, eu intervalos de tiempo tan pequeños como se «quiera, presente una lámina, placa ó película muy sensi­ble, la cual lia «le ser impresionada por el objeto que se mueve; y bien se entiende que si un sonido percibido por nosotros como único puede ser descompuesto y desdoblado en sus vibraciones elementales, «le bi propia suerte las su­cesivas imágenes producidas al caer un gato, al trotar un caballo ó al volar un pájaro serán las componentes de wqnello que para la vista, y doria la rápida sucesión de Jos movimientos, aparece como único y creyérasele simple é indescomponible, si el método fotográfico no hubiese ve­nido á demostrar con to la evidencia so complejidad , ana­lizándolo conforme se analiza el sonido.

C««n la fotografía del movimiento, en la forma indicadu, queda resuelta una parte del problema; y siguiendo la com­paración con el sonido, puede decirse con venia«! cómo los aparatos que sirven para llevarla ú cabo realizan algo muy semejante á cuanto se observa en los analizadores «le tim­bres, especialmente en el ingeniosísimo «le Helmlhotz: pro­cédese mediante análisis y descomposición, y todo queda reducido, en último termino, á «lar á conocer, «le un mo<h> gráfico y permanente, las distintas fases «le un fenómeno, siempre bastante complejo y resultante, al cabo, de la com­posición «le movimientos elementales, los cuales guardan con el percibido como general muy estrechas relaciones, particularmente de forma. Para completar este trabajo era menester realizar otro nuevo prodigio, parecido á la sinte­sis de los timbres, conseguido con el aparato inventad«« p««r Ka*nig y relacionado, n«> en su mecanismo, sino en sus efectos, al propio fonógrafo, el cual reproduce como sonido 1«« que sonido f ué y recogióse sobre lu superficie de un cilin­dro marcando caprichosas lineas, traducidas luego en mo­vimientos vibratorios gracias ul mecanismo perfecto «le los diafragmas, cuyo oficio es reunir cuanto aparece desligado al fijarse el sonido en l<«s citados cilindros. No ha bastad«>, por lo tanto, obtener sobre placas sensibilizadas ó sobre pe­lículas dispuestas para el caso larga serie «1« imágenes fo­tográficas, reproducción exacta y fidelísima «le ciertos mo­vientes que nos parecen elementales é indescomponibles, sino que es preciso luego hacer pasar por rielante de los ojos toda aquella colección «le imágenes, de tul suerte que se superpongan, no viéndose entre ellas solución alguna «le continuidad, y reproduzcan con fidelidad absoluta el mo­vimiento originario: trátase, fines, «le una verda«lera sín­tesis, lo mismo que la de los sonidos, luego «le haber sido descompuestos en sus elementos; de esta suerte pierde la fotografía su carácter estático y bígrase con ella la pro­pia imagen «le la vida, reproduciendo movimientos irregula­res y dando á la prueba obtenida y recogida sobre lu pelí­cula sensible la apariencia de la realidad, pero faltando los colores para ser la realidad misma. Tal es el objeto del cinematógrafo, aparato sencillísimo, conformo pronto ve­remos, fundado en principios bien conocidos y que puede ser considerado como perfeccionamiento «1o. un juguete muy en uso, eu el cual también, valiéndose «le movimientos rotativos, se consigue hacer ver los de algunas figuras tra- zudas conforme á ciertas reglas sobre tiras «le papel, las que desempeñan el mismo oficio asignado á la película «¡onde se han recogido las imágenes, en el novísimo apa­rato debido al ingenio y al trabajo asiduo y constante de Mr. Lnmiére.

A lin «le entender el mecanismo, ínula complicado cierta­mente, «leí cinematógrafo, os menester indicar cómo la me­dida de lo que dura la impresión luminosa en la retina — un décimo de segando— lia sirio utilizada en diversos expe­rimentos de Física, y explica ciertos hechos vulgares y en los Cuales «le puro repetirse no paramos mientes, ni pone­mos en ellos la atención. Cuando la luz solar penetra bajo cierto ángulo «le incidencia en un prisma de cristal, al salir se descompone y «lesrlobla en los siete colores del espectro; pues bien, desde Newtnn, se sabe cómo cortando tiras de papel de aquellos colores y pegándolas sobre un cilindro, al cual luego se le hace girar con suficiente rapidez, no se no­tan los colores distintos, sino que la superficie aparece blanca: aqui la recomposición de la luz, que asi es llamado el fenómeno, se logra mediante lu superposición en la re­tina de las imágenes de los colores simples, porque todu- via dura en el ojo la impresión de uno cuando llega el si­guiente á impresionarla, y las sensaciones resultantes no s««u las «le cada color separado, sino las de todos juntos; y sien­do la luz blanca el efecto de la composición de los oidores simples, para el ojo el cilindro que gira es como si fuera enteramente blanco. Supóngase ahora qne sobre el aparato del ejemplo se pega una tira de papel eu la cual se lian d¡- hujado fases distintas «le un movimiento «le cualquier or­den; mirando por una ranura un poco ancha cuando el ins­trumento gira, habrá, como en el caso anterior, superposi­ción de imágenes en la retina, vendrá la sensación «le la continuidad y aparecerá «ic esta manera tan elemental reproducido el movimiento. Con un poco de habilidad puede hacerse un jnguete fondado en el mismo principio «ie la persistencia de las imágenes en la retina: se recorta un disco de cartulina un poco consistente, y en los extremos «le cualquiera de sus diámetros se atan d««s cuerdecitas, las cuales pueden arrollarse, y tirando después de ellas se con­sigue imprimir al disco un movimiento de rotación bastante rápido; elíjase cualquiera figura, y sea un violinista en acti­tud de tocar su instrumento; se recorta con cuidado el vio­lín, y la figura se pega sobre una cara del disco; en la otra, y en el sitio correspondiente, se pega el violín recortado, de modo que el violinista y el violín quedan separados por una hoja de cartulina; imprimiendo al disco el movimiento ya dicho alrededor de un diámetro, corno antes que se desva­nezca la figura «leí artista aparece la del instrumento, la sensación es ta l, que el violinista aparece completo y con su viobn perfectamente colocado y en actitud de estar to- cando, como si de la primitiva figura pintada nada se hu­biera recortado ó separado.

Es todavía más sencillo otro fenómeno repetido á cada momento, y que sirve de distracción á los niños: consiste en quemar la punta de un palo delgado hasta que haga brasa; agitándolo luego circularmente, vese como una co-

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22 J ulio I80t> LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AM ERICANA NV» XXvu — 43

roña ó cinta ile fuego, porque la rapidez del movimiento produce la sensación de la continuidad y las sucesivas iniá- g-cnes de la porción luminosa del palo se superponen en la retina, conforme acontecía en los casos anteiiores. Muchos aparatos de física recreativa, y no pocos juguetes, fún­danse-‘en este hecho de la persistencia de las imágenes en la retina, gracias al tiempo «le un décimo de segundo que alh dura la impresión luminosa; y hasta recordar, por ser el más importante ríe todos ellos, el llamado fanaeisti- r’opio, invención ingeniosísima del sabio Platean: la mayor

perfección y adelantamiento tocante ú este linaje de apara­tos es, sin duda, el cinematógrafo «ton el mecanismo adop­tado para llegar, deudo las imágenes fotográficas recogidas y lijarlas en la película sensible, á la reproducción «leí mo­vimiento originario con todas las apariencias de la realidad. Un antecedente de innegable mérito se ha de recordar á guisa de preliminar del cinematógrafo ríe I.umiére, el oine- toscopio ile Edison, cuyo aparato constituye, á su vez, inge­niosísima perfección do uno do los juguetes antes mencio­nados, y se funda, como él, en hacer pasar por delante ríe un solo observador, en brevísimo tiempo, muchas fotogra­fías de movimiento, ó que reproduzcan una escena ríe la vida real, con todos sus accidentes y circunstancias: dil'e- rencianso mucho, sin embargo, el cinetoscopio y el cinema­tógrafo, porque mientras el primero es para un observador solamente, y las figuras aparecen de tamaño bastante pe­queño, el segundo consiente ser adaptado á un aparato de proyección, y así ve use las imágenes sobre una pantalla, con notable aumento respecto «leí tamaño que tienen en lu fotografía; «lo consiguiente, acéreanso más á la reulnlud y permiten juzgar mejor del mecanismo do las escenas re­presentadas, suprimiendo casi todos los inconvenientes reco­nocidos en el aparuto de Edison, y realizando, por lo tanto, uno «le los mayores prodigios que se han visto hasta el presente: el invento no puede ser más sencillo, y sus efec­tos suspenden el ánimo y cansan verdadera admiración; ni sus fundamentos ni su mecanismo ofrecen grandes difi­cultades para ser entendidos, y así, con bien poca cosa al parecer, obtiénense maravillosos efectos, nunca bastante encomiados, promesa de otros mayores, para no lejano

porvenir, cuando el fumoso aparato sea todavia más per­fecto.

Infiérese de lo dicho que hay en el cinematógrafo dos partes distintas, ambas esenciales y enlazadas una á otra: el mecanismo para obtener la película con bus fotografías de movimiento, y el mecanismo en cuya virtud éstas van pasando con la rapidez necesaria por delante de la lente colectora de un buen aparato «le proyección, provisto «le

potente foco luminoso. Debe a«lvertirse cómo es condi­ción esencial y precisa para el laten resultado del experi­mento, y para evitar cierto género de movimientos oscilato­rios, que ias imágenes se formen y aparezcan siempre en el mismo sitio exactamente: preocupó mucho á Edison este asunto cuando construía su cinetoscopio, y resolvía la difi­culta«!, con grandísimo ingenio primero, iluminando subita­mente las imágenes en el momento «le presentarse con luz viva procedente de una lámpara eléctrica ríe iricaudescen- «•ia, y las cosas búllanse dispuestas de tal suerte que, mu­llíante la rapidez del movimiento, el ojo no percibe el cam­bio ni tiene otra sensación que la «le continuidad, parecii-n- dole inmóvil la imagen vista en el aparato. Esto mismo consíguelo Lumiere en el cinematógrafo también de modo sencillísimo, el cual recuerda un poeti el artificio usa«lo para estampar usando cuatro «í cinco colores: todo se re­duce á señalar, «ie manera mecánica, puntos de referencia sumamente precisos <-n la película impresionarla, y basta luego un movimiento de vaivén irmy parecido al mecanis­mo de la máquina de coser ordinaria para colocar delante riel objetivo del aparato las imágenes, siempre en el mismo sitio indicado por los puntos «lichos, y asi no bay aquel cambio de lugar que tanto habría de perjudicar al efecto que se desea obtener. Representa la figura primera el cine­matógrafo en corte y de suerte que pue«le formarse idea exacta de su modo «le funcionar, tanto para obtener las fotografías de movimiento, como para disponer su proyec­ción sobre la pantalla. Lo primero consíguese arrollando en P una película sensible bastante consistente, la cual, por meilio «le unos «lientos que hay en A , va pasando de moilo regular e intermitente por E, punto en donde es im­presionada por la luz, yemlo luego «lando la vuelta por K á envolverse en el tambor J , gracias al movimiento dado al manubrio M , y asi consígnense las negativas fotográficas, las cuales son convertidas en positivas valiéndose «le otra película I1' que se va desarrollando con la primera, y en la que queda fijada, empleando los métodos ordinarios, la imagen positiva impresa en la segunda película, la cual constituye la vista destinada ú ser proyectóla en la pantalla del cinematógrafo, produciendo los maravillosos efectos «le todos tan admirados.

Supongamos obtenida una positiva en 1’ ': si ésta se des arrolla y son los movimientos aiiecuados, va pasando cada imagen por E, siendo allí iluminada mediante un potente foco eléctrico; pasando luego por el objetivo 0 , puede ser proyeotuila en grande sobre una pantalla, conforme aparee«; representado en la figura segunda, donde so «la idea del conjunto del aparato, según aparece descrito en un articulo del L)r. Félix Kegnault, publicado buce muy poco tiempo. A tan poca cosa redúcese, en definitiva, el cinematógrafo con su doble mecanismo: primero, valiéndose del sistema de Marey, consíguese analizar un movimiento bastante com­plicado, descomponiéndolo en sus diversas fases, y obte­niendo «le imda una la fotografía positiva, y luego compo­niendo todo esto, sintetizando lo separado, lógrase, sin más artificio que dar á la película los movimientos convenientes reproducir escenas nada sencillas, representándolas sin so­luciones «le continuidad y dándoles toda la apariencia ríe la vida. Esencialmente no hay «lifcrencia entre el cinema­tografió y el juguete, «leí cual es, en ilefinitivu, un perfec­cionamiento: la banda de papel del último, en la que su han pintado las diversas actitudes de los movimientos, esto substituida por la película con las distintas fotografías, lijadas conforme .queda dicho; las ranuras que sirven para ver las figuras siempre en el mismo sitio, se reemplazan con el movimiento «lo vaivén y el mecanismo «le la máquina de coser, y la luz que iluminaba todo el primitivo aparato es en el novísimo una lámpara eléctrica y un aparato «le proyección en la forma dicha más arriba: tales son el prin­cipio «le ambos aparatos y las unulogfus de su funciona­miento: el cinematógrafo constituye, de esta suerte, la úl­tima perfectisima aplicación de la fotografia animada y do la medida de la persistencia de las imágenes cu la retina: desde los experimentos sencillísimos al principio relatados basta el aparato descrito, y cuyos efectos tanto nos admiran, hay una serie «le progresos, casi siempre consistentes en ju­guetes y otras curiosidades importantes, los cuales consti­ti! i an instrumentos más recreativos que verdaderamente científicos; de consiguiente, el cinematógrafo ha transfor­mado el carácter «le este género de experimentos, abriendo una era de progresos a la fotografía, modificándola en un sentido nuevo que prometo mayores adelantos encaminados á reproducir, cada vez con más exactitud y detalle, el movi-

miento, por medio de numerosas imágenes, las cuales se suceden con tal rapidez que dan la idea perfecta de la con­tinuidad sin que ellas mismas oscilen un punto.

Cuando se observan atentamente los efectos obtenidos por medio del cinematógrafo, es imposible contener la ima­ginación y sustraerse de pensar lo que será este admirable invento, conjeturando ya nuevas perfecciones y figurándo­nos lo «pie podrá resultar andando el tiempo, generalizado el

notable descubrimiento del sabio Lipmann, relativo á la fo ­tografía de los colores, hasta poder hacerse como la or«li­naria y sobre películas sensibilizadas, y á esto añádase una feliz combinación del fonógrafo, de tal suerte que sea posi­ble, no ya sido proyectar la fotografía del movimiento tal cuino ahora la vemos, sino además hacerla aparecer colorida, podiendo oirse los mides y bis palabras de animada escena. Su concibe la posibilidad do realizar tal prodigio con tolo recordar el génesis del aparato «lescrito; trayendo á la me­moria las sucesivas perfecciones de la fotografía y los ade­lantos realizados respecto «le la trasmisión «le la palabra y la manera de fijarla en condiciones adecuadas para ello, sin perder nada do sus esenciales caracteres, y siempre «lis puesta á poder ser de nuevo oida cuantas veces se quiera, veso cómo son parte muy principal para esperar aquellos ten anhelados resulbulos, de cuyas apli«;aciones apenas es dable juzgar en el momento presente al iniciarse esta serie de in­ventos, complemento del progreso que lia permitido repro­ducir los movimientos por medio de la fotografía. Una carac­terística muy singular tienen los trabajos que nos ocupan, y es su tendencia á perpetuar los actos humanos, y precisa­mente aquellos cuyo objeto es lo más peculiar y propio de los individuos y de las colectividades; de suerte que extien- «len, por decirlo asi, la vida cu todas sus manifestaciones, dando permanencia á la del pensamiento y á sus principales actos traducidos en la palabra, el color y el movimiento: fijar imágenes fné el comienzo de la serie y el primer ter­mino de ella, no vislumbrándose cuál podrá ser el último, ni adúnde nos conducirá este adelanto inaugurado con el ci­nematógrafo, aparato sencillísimo, conforme liemos visto, cuyo doble objeto Consiste en obtener primero multitud de fotografías «pie en conjunto reproducen un movimiento, y luego sintetizar este mismo con todas sus apariencias; «le semejante manera lógrase la maravilla de perpetuar la vida, de tal suerte, que sus actos pueden ser reproducidos cuantas veces se quiera, sin perder cosa alguna de su ca­rácter.

J o sé Ro d r íg u e z M o ü k k lo .

C A R A S T A U R I N A S .

t i t u l o e>e x i g e a l g u n a e x p l i c a c i ó n .N>q O i g o « p i e h a y c a r a s q u e n o s e e x l i i - rb b e n m á s q u e e n t e m p o r a d a t a u r in a .

C o m o h a y c a r a s q u e , f u e r a d e l p a ­r a í s o « l e í R e a l , n u n c a s e m a n i f i e s t a n

e n p ú b l i c o .^ y - * Y c a r a s q u e p a r e c e q u e n o s a l e n « l e la s Z ^ H a le s a s , y n u n c a f a l l a n á v i s t a s d e c a u s a , p a r - q y t i c u l a r m e n t e c u a n d o é s t a s e h a i n s t r u i d o p o r

r o b o , t im o ú o t r a v a r i e « l a t l d e l « t a r t o » .C a r a s p a r l a m e n t a r i a s , « l e a f i c i o n a d o d e t r i b u n a

p ú b l i c a , « l e t r i b u n a r e s e r v a d a p a r a la p r e n s a y « lo t r i b u n a d i p l o m á t i c a .

C a r a s « lu e s t r e n o t e a t r a l , q u e n o s o n « l e c r í t i c o , s in o « l e a f i c i o n a d o c u l t o y a m i g o e s p o n t á n e o « l e l a g l o r i a s d e n u e s t r a e s c e n a , e t c . ; y c a r a s d o c r í t i c o , p o r l o g e n e r a l a n g u lo s a s y p u n t ia g u d a s .

H a y c a r a s p a r a t o d o .L a s « l e a f i c i o n a d o s á t o r o s s o n la s m á s e s p e c i a l « s .E n c u a n t o t e r m i n a l a t e m p o r a d a t a u r in a , s e I o -

r r a n « l e l a p u b l i c i d a d .¿ D ó n d e a n d a r á a q u e l c a b a l l e r o q u e t i e n e a b o n o

a l l a d o d e l m í o ?E s u n h o m b r e (p í o p a r e c e u n o s o d e l M e d i o d í a ,

p u e s t o q u e v i v e a «p i i e n t r e n o s o t r o s .¿ Q u é h a b r á s i d o d e a q u e l j o v e n c o n c a n e l a , q u e

l e t i r a b a t a b a c o s a l B o m b i t a y s u s p i r a b a f u e r t e c u a n d o e l m u c h a c h o s a l í a o lisco , s e g ú n é l , <í i l e s o d e l a m u e r t e ?

¿ Y a q u e l l a s d o s h e r m a n a s g e m e l a s ó « j a m e l g a s » , q u e n u n c a f a l t a b a n , e n l a d e l a n t e r a d e l a g r a d a s e ­g u n d a . c u a n d o t o r e a b a R e v e r t e ?

P e r d i d a s , p e r d i d a s , e n e l b u e n s e n t i d o d e l a p a ­la b r a .

L a s i n t e l i g e n t e s c a r a s d e l a t o r e r í a t a m b i é n s e d e s v a n e c e n .

A q u e l l a s c a b e z a s t a n b i e n m o d e l a d a s , s a l v o e x ­c e p c i o n e s , c o n s u s a s a s ó c o n s u s c o l e t a s , y a q u e ­l l o s r o s t r o s m o r e n o s y d u l c e s , h u y e n d e M a d r i d e n i n v i e r n o , y s o l a m e n t e q u e d a n a q u í l o s i n d í ­g e n a s .

I n d í g e n a n o q u i e r e d e c i r « i n d i o d e M a d r i d » , s in o n a t u r a l d e e s t a v i l l a .

L o s a v e c in d a d o s a q u í .P e r o l o s s e ñ o r e s d e a b o n o y l o s d e f u e r a « le a b o ­

n o , ó s a l t e a d o s , p e r m a n e c e r á n e n M a d r i d , d i g o y o , a u n c u a n d o n o h a y a c o r r i d a s d e t o r o s .

S e o c u p a r á n e n a l g o , t e n d r á n f a m i l i a , r e l a c i o n e s , c a r r e r a ó p r o f e s i ó n m á s ó m e n o s m o d e s t a .

¿ D ó n d e p r e s t a r á n s u s s e r v i c i o s ?P o r q u e l a e x p l i c a c i ó n d e u n m i a m i g o n a t u r a ­

l i s t a n o m e s a t i s f a c e .S u p o n e q u e l o s a f i c i o n a d o s á t o r o s s e r e n u e v a n

t o d o s l o s a ñ o s , c o m o la s m o s c a s .M u e r e n ó s e a u s e n t a n l o s d e l a t e m p o r a d a ú l t i ­

m a , y a p a r e c e n o t r o s y a in s t r u id i t o s .P e r o e s t o n o e s v e r d a d .E n l a P l a z a d e T o r o s v e m o s c a r a s a n t e r i o r e s á l a

i n s t i t u c i ó n d e l t o r e o m o d e r n o á c u a t r o p i e s ú a c u a t r o m a n o s .

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P A R T S « S A L O N » D E L O S O A M P O S E L I S E O S D E 1 8 9 6

U N M A L C U A R T O D E H O R A .

C U AD R O DE B A R R É

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22 J Clio 1806 LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y A M E R IC A N A x.° xxvit — 45

(1 U A Y A N A 1 N G L E S A . — c a m p a m e n t o d k in d io s c iv il iz a d o s e n l a s m á r g e n e s d e l r ío p c r u x i ,

UNO DE LOS MÁS RICOS EN ORO I)E ALUVIÓN.

G E O R G E T O W N (G U A Y A N A IN G L E S A ). — V ISTA DE LA PARTE NORTE DE LA CIUDAD Y DEL PUERTO,

(D e íotografias rem itidas p or D. M anuel L . B . Andrade.)

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46 — x x v i i L A ILUSTRACIÓN ESPAÑO LA Y A M ERICANA 22 J i'L io 1896

C u r a s i ju e s o n r i e r o n á . l o s e p l i H o l g a d o ( í l i l l o ) y y a l s e ñ o r P e d r o R o m e r o , ¡i C o s t i l l a r e s y P e p e B o t e l l a .

C a r a s i n a l t e r a b l e s , q u e e s tá n h o y l o m i s m o q u e c u a n d o s e e s t r e n a r o n d e v i e j o .

Q u e s i e m p r e s e c o n s e r v a n c o m o la s v i m o s p o r p r i m e r a v e z .

P e r o e n c u a n t o a s is t e n ¡i l a ú l t i m a c o r r i d a d e la s e g u n d a t e m p o r a r i a , s e b o r r a n .

P a r e c e q u e la s m e t e n e n e s t u c h e s ad hoc, p a r a g u a r d a r l a s d e l p o l v o y h u m e d a d , h a s t a l a t e m p o ­r a d a p r ó x i m a v e n i d e r a .

C o m o l o s v e n d e d o r e s d e c a r e t a s g u a r d a n la s s o ­b r a n t e s d e u n C a r n a v a l p a r a o t r o .

l lu r a n e is , p u e d e s o r p r e n d e r s e e n a l g u n a o c a s ió n u n a c a r a d e a f i c i o n a d o , e n t a l ó c u a l c i r c u l o t a u r i ­n o , d i s c u t i e n d o c o n s t a n t e m e n t e p o r m e n o r e s d e l a r t e , j u z g a n d o á lo s « a r t i s t a s » y a u g u r a n d o d e l p o r v e n i r d e l a f i e s t a y d e la s c la s e s « l e p u n t a s .

— ; Q u é h a s i d o d e u s t e d e n e s t e t i e m p o , D . F u ­la n o ! '— p r e g u n t é á u n o d e e s o s a f i c i o n a d o s h a s t a la m e d u l a .

— P u e s s i e m p r e e n m i f a r m a c i a : d i g o , e n m o f i c i n a : h e p a s a d o u n i n v i e r n o t e r r i b l e .

— ; H a e s t a d o u s t é l e n f e r m o ?— N o , e n f e r m o p r e c i s a m e n t e , n o : p e r o c o n la

c o g i d a d e R e v e r t i d o , y c o n la s c a l u m n ia s d e lo s e i e m i g o s d e G u e r r i l l a , y c o n l o d e l c a r t e l d e t e m ­p o r a d a e n e s t a p l a z a , h e p a s a d o u n i n v i e r n o i n ­a g u a n t a b l e . C o m o á m i m e a f e c t a t a n t o c u a n t o s e r e l a c i o n a c o n e l a r t e y s u s g l o r i a s . . .

— P u e s , h o m b r e , h a y q u e h a c e r s e s u p e r i o r .— ¡ A h ! ¡ s i p u d i e r a ! . . . P e r o l l e v o d i e z a ñ o s d e

a u x i l i a r , y n o h a y u n a m a n o c a r i t a t i v a q u e m e s a q u e .

— U n a m a n o i z q u i e r d a , ; o h ?— E s o e s . Y c u id a d o q u e e l j e f e d e l n e g o c i a d o

e s a f i c i o n a d o á t o r o s , y e l d i r e c t o r , y e l s u b s e c r e ­t a r io , y a u n m i s c o r r e l i g i o n a r i o s e n m a t a d o r : p e r o , n a d a , c o m o s i n o l o fu e r a n .

E n v í s p e r a s d e in a u g u r a c i ó n d e l a t e m p o r a d a , e m p i e z a n á d a r s e á lu z la s c a r a s f la m e n c a s .

— Y o m e h e p a s a d o c o n R a f a e l e l i n v i e r n o — d i c e u n o p a r a e x c i t a r la e n v i d i a d e c u a n t o s l e o y e n .

— P u e s y o — r e f i e r e o t r o — h e v i v i d o e n e l c e r r a d o d e M iu r a .

— , ; Y u s t e d ? — l e p r e g u n t a r o n á u n p i c a d o r q u e p i c a p o c o , p e r o q u e t i e n e m u c h o s a l e r o : y e l d i nutro r e s p o n d i ó :

— , ; Y o ? E n e l c e m e n t e r i o d e l E s t e , y l i o s a l i d o c o a l i c e n c i a .

Eduardo de P alac io .

L A H O R C H A T E R A .

Si me gusta que acabe La primavera

Y que el sol nos castigue Con sus rigores,

Es por ver el salero De la horchatera

Cuando limpia las mesas Y velado» es;

Cuando con su pechero Como el armiño,

Su peinada cabeza,Su cuerpo airoso,

Sirve á los parroquianos Hielo y Cariño,

Éste, si no tan fresco,Más delicioso;

Cuando alegre recorre La horchatería,

Y entornando los ojos Con que nos mata,

Dice con picaresca Zalamería:

— i (,hté cu á ser, señorito, Lim ón ú horchataí

Y el delantal moviendo Graciosamente

Con las manos metidas En los bolsillos,

Si la piden horchata Dice:— Corriente:

¿Y va á ser con barquillos Ó sin barquillos?

— Sírvemela á tu gusto, Porque á él me prest o.

— No se cuál es. ¡A y hijo, Si lo supiera!

— Pues entonces, hermosa, Yo la contesto,

Sírvela con las gracias De la horchatera;

Sírvela de tu cara Con la frescura.

Y llévala á tu boca Para probarla:

Que si la horchata tiene Poca dulzura,

Para eso son tus labios,

Para endulzarla.Después no me abandones;

Siéntate enfrente,No dejes de mirarme

Mientras la tomo,Y verás, hija mia,

Qué ricamenteSe consume la horchata

Sin saber cómo.Pero antes ten cuidado

Con tu mirada,Que, por fascinadora,

Tanto me excita.Porque la horchata sido

Me gusta helada,Y al mirarla tú, es fácil

Que se derrita.Tengo yo, por desgracia,

Varios antojos, ̂ aunque cuando me miras Siento sudores,

Hazlo asi. aunque ya veo Que son tus «jos

L n tanto incompatibles Con los calores,

¡Mírame, que asi aumentas Mis alegrías!

Mírame como quieras,Que no me asusto,

Y vendré fijamente Todos los días,

Porque asi ya conoces Cual es mi gusto.

Quiero ser, horchatera,Tu parroquiano,

Contemplar esa gracia Que me fascina.

¡Sírveme complaciente Todo el verano,

Que no regañaremos Por la propina!

lili akno Monasterio.

P O I t A M B O S M U N D O S .

XAIlltACJO.VES COSMOPOLITAS.

Un Estado y un hom bre nuevos: Sem inarlo, gota-m ador de Loreto.— El a lto Amazonas: l im ito »; los puertos del in terior — El rio Ñapo y los recuerdos españoles: 1 ¡onzaio P iza rra y Orellana,— La consti­tución federal de I.oreto: las expediciones peruanas: por el Uea- yu li y por el calió de Hornos: un guerrero alemán. — Aspiraciones del Brasil, — L a cap ita l Inultos.

/ « • A f i A ' L E aquí á seis ú ocho meses será lamoso en la interminahle serie «le lo» revolucionarios Hiirumerieatiofl un hombre nuevo: Ricardo Seminario. Hoy aun no se ocupan de él la prensa europea y mucho menos la nuestra,

y bueno os, por lo mismo, como novedad, el dar cuenta de sus hazañas, dignas de la tierra en pie las realiza.

En las extensas latitudes, casi desiertas, donde el brasil, Solivia, Perú y el Ecuador se unen; en los di­lata los lint ¡zontea donde un centenar «le grandes ríos

constituyen el cauce y caudal del Amazonas; en las comar­cas que los brasileños denominan cisandinas, existe una de las provincias orientales denominada Loreto, cuya capital, ¡quitos, situada sobre el rio Marañen, dista en linea recta, del puerto de Paita en el Pacifico, 900 kilómetros, y en linea sinuosa, subiendo y bajando las grandes cordilleras, por donde casi no ha subido ni lia bajado nadie, más de 2.500 kilómetros. Por este territorio es por donde más avan­za, tierra adentro, el dominio del Perú, cuya soberanía sobre él se ha dicho por los brasileños que «res una ficción políti­cas. En efecto, pobres de recursos y de autoridad los Go­biernos de Lima, debilitados por incesantes revueltas, cas­tigados por las audaces invasiones de los chilenos, no se encuentran en las mejores condiciones para sujetar á los súbditos de tierras tan lejanas como las «le Loreto, que por poco distan de la capital de la República algo asi como3.000 kilómetros. Los pocos blancos que en Loreto forman el núcleo de la población inteligente y directiva protestan contra la hegemonía burocrática de Lima, diciendo que están cansados de los constantes abusos de los Gohiernos que se lian sucedido en el Perú, y sobre todo que los in­digna el plan actual de querer falsificar las elecciones de senadores en aquel departamento, dado el hecho do ni si- «luiera haberse publicado en Lima el decreto en que el Go­bierno convoca á dicha elección.'

Por estas y otras causas, y por la garantía que les ofrece para sus plaues el hallarse tan distantes de la capital, en medio de comarcas difíciles de recorrer y cerca de países extranjeros como el Brasil y el Ecuador, lian proclamado la autonomía del departamento, constituyendo el Estado de Loreto, pero sin separarse de la República del Perú, con la cual aspiran á formar una confederación. El hombre que se ha puesto al frente de este movimiento es Rieurdo Se­minario, y su ministro de la Guerra es el general (? ) Ma- dueño, quien, en una alocución dirigida á los lorentinos, dice:

«A vosotras, los primeros soldados federales del Perú, está confiada la defensa de este organismo nuevo, y de este hermoso principio que hará de la República, hoy estancada y falta de (aliento, una de las más udelaniadus y vigorosas del continente.» Tras del Manifiesto del nuevo Gobierno y de la proclamación del naciente Estado vino la destitución de cuantos no se adhirieron á ella, y la marcha del doctor Orlando, personaje importante peruano, «que se negó á su­blevarse. Toiia la guarnición de la capital. Iqnitos, com­puesta de 250 hombres, se unió al movimiento; y una vez

impuesto éste, trató de entablar el presidente Seminario re­laciones diplomáticas con los vecinos Estados brasileños de Amazonas y Puní; ordenó á un hermano suyo que inva­diera al frente de algunas fuerzas las provincias peruanas de Moyabamba y de Chachapoyas, y recogió todos los re­cursos que piulo para adquirir armas y pertrechos de guerra y resistir á los peruanos cuando lleguen. Si la insurrección triunfa, surgirá una república más en el centro de la Amé­rica Meridional, entre el Ecuador y el Estado de Amazonas, con cuatro puertos sobre el Marañón, es decir, sobre la gran vía lluvial del Atlántico.

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El territorio de. Loreto, tal cual pudiera constituir el nuevo Estado in«l«qiendiente, comprende, desde la provin­cia peruana de Amazonas hasta Tabatinga, ^00 kilómetros de longitud, y desdo la frontera Norte, por donde avanzan los ríos Maronn. Nape y Ptitumayn, hasta la cuenca alta del Uoayali, «le 300 á 700 kilómetros, unos 250.000 kjlónm- tros cuadrados, con una población indígena imposible de determinar, y con unos 9.500 blancos. El rio Marañón lo cruza de Occidente á Poniente, y á él afluyen el L'cayali. * que sube de las cordilleras del Cuzco, entre la Sierra y la Montaña, al través «le las Pumpas «leí Sacramento; y por el Norte el Marono, el T igre, el histórico Ñapo y el Iza ó Putumavo. todos navegables. La importancia grande del Esta«!«« de Loreto la debe á su comunicación fácil y normal con el rio «le las Amazonas y con los puertos interiores «le Tabatinga, San Pablo de 01ivenza, T e ffé , Manaos, Serpa, Ovidos y el do Para, sobre el Atlántico. La gran vía del Amazonas, abierta hoy al comercio universal, une al Océano eon los Andes, y sostiene un enorme tráfico, en el qm- to­man principal parte Inglaterra, Alemania y el Brasil. Hace treinta años, el interior de América era casi un misterio, y sólo los exploradores aventureros se atrevían á penetrar en aquellas temidas latitudes, dominadas casi en absoluto por los indios; boy, la navegacmn al vapor no sólo ha creado esos puertos, y lleva las mercancías hasta el pie de las gi­gantes cordilleras, sino que por los rios Negro y Blanco, Yapnra y Ñapo penetra hasta las fronteras de la Gunyana, de Venezuela, de Colombia y del Ecuador; y por el Ma- deira llega al confin «le Bolivia, y por el Jurua y el Yavarí basta el Perú. Las riquezas naturales del interior de Amé­rica tienen en explotación un centenar de vías fluviales, que poco á poco llevarán al maravilloso continente, hasta ayer desconocido, to«lo el movimiento de la civilización. El Estjtdo de Loreto participará «le este gran beneficio, y será, de los que forman las repúblicas del Occidente, laque pueda estar en más fácil y constante contacto con la América oriental y septentrional y con Europa. En cambio, todo cuanto cae ul otro lado «le los Andes, más allá de las tres colosales cordilleras oriental, central y occidental, la ma­yor parte de la América de los puertos del Pacifico, distará siempre muellísimo del mundo en que la humanidad inteli­gente se agita, trabaja y comercia en grande.

El rio Ñapo, el Marañón y el Amazonas, los territorios donde boy la revolución federal se mueve, trae á la memo­ria con intensidad profunda los recuerdos de los primeros europeos que visitaron aquellos parajes y «pie surcaron tan colosales rios. Mientras su escriban en los mapas y Be pro­nuncien los nombres «leí Ñapo, del Marañón y del Amazo­nas, habrá que saludar con respeto ol nombre de España y las empresas heroica« de los hijos «le Castilla. Cerca «le donde 80 alza hoy Iqnitos, la capital del presunto Estado federal, y cerca también del punto en que el río Ñapo se une al Marañón, hizo Gonzalo I’ izarro, en 1541, construir la nave que entregó á Francisco «le Orellana para que ex­plorase el rio, y buscara un término á a«|iiella horrible ex­pedición comenzada en Quito, y á Quito tan miserablemente vuelta, en busca dol país del oro. Sacó Pizarro de Quito ciento cincuenta soldados de á caballo, y doscientos infan­tes españoles, v cuatro mil indios, y mil perras, y cinco mil cerdos, y gran número de acémilas, con cuyo ejército y tro­pel cruzó los Andes, entre el Autisana y el Cotopuxi, y recorrió toda la cuenca del Ñapo, basta que, perdido v sin esperanza en aquellas soledades, hizo construir el bergan­tín cuyo mando «lió á Orellana, y con el cual éste surcó el Amazonas, abandonando, por fuerza ó por voluntad, á Pi­zarro y á gran parte de su gente. Jamás basta entonces había hecho nadie la navegación del gran rio. Volvió Piza­rro á desandar lo andado por las márgenes arriba del Ñapo, y al cabo de un año de espantoso (viuje entró en Qnito con sólo ochenta españoles y mil doscientos indios. De tan me­morable expedición contaron los historiadores aterradoras noticias, repitiendo que nuestros compatriotas confian <rhierbas y raices y frutas silvestres, sapos y culebras, y otras malas sabandijas, si las había por aquellas montañas, que todo les hacia buen estómago á los españoles, pues peor les iba eon la falta de cosas tan viles». De los tempo­rales que sufrieron, dijo Molina en su comedia Las Ama­zonas en las Indias, poniéndolo en boca de uno de los ex­pedicionarios :

«S in que et sol en este tiem po Su cara v e r nos perm ita.X » las nubes inclem entes Cesen de echarnos encim a D iluvios inagotables.Que hasta e l alm a nos bautizan.Cayeron los m ás enfermos.Porque ta ropa podrida Con e l eterno «agua va».Nos dejó en las carnes v ivas.»

T.os nietos de aquellos conquistadores, de aquellos ¡galle­gos!, sin los cuales aun estaría América en poder de los sa'- vajes indígenas, y sin los cuales vivirían ellos en España rascando boñigas, pisando uvas ó subiendo agua á los quin­tos pisos; los nietos son ahora presidentes, ministros, gene­rales. senadores v jefes políticos en tanto mayor numera cuanto mayor sea el de los Estados federales, que brotan como por encanto en los departamentos que tienen muchos de ellos cuatro docenas y media de habitantes de tez blanca gallega.

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22 Jruó 1896 LA I LUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y A M ERICANA N.a XXVII — 41

En aquel escondido y postrer refugio de la navegación interíur del Nuevo Mundo lm constituido su república el ciudadano Ricardo Seminario, publicando el siguiente re­glamento constitución provisional:

«A rt. 1.“ El Estado de Loroto es parte integrante de la República del Perú.

»A rt. 2.° Constituido como tal Estado, mientras no se arregle la forma federal en toda la República, ejercerá to­dos sus poderes y derechos.

»A rt. 3.° Las relaciones boy no definidas entre el Estado de I.orcto y el Gobierno de la República, serán do confor­midad ú la nueva situación creada.

»A rt. 4." Los limites del Estado de Loreto serán los mis­mos del departamento de Loreto.

»A rt. 5.° El Estado queda dividido en cinco prefecturas denominadas: Bajo Amazonas, Alto Amazonas, Moja Bam­ba, San Martin y Mnyallaga.

»A rt. 6.° La capital del Estado será Iqaitos.»Art. 7.° Los derechos y garantías serán los mismos de

la Constitución de la República.»A rt. 8.° Los poderes del Estado son el Legislativo, Eje­

cutivo y .1 ndieial.»A rt. 9.° El Poder Legislativo será organizado por la

Constituyente que se convocará.»A rt. 10. El Poder Ejecutivo del Estado será desempe­

ñado por un gobernador provisorio, asistido de cuatro se­cretarios, á saber: Obras públicas y Colonización^ Hacienda y Comercio, Justicia é Instrucción pública, Guerra y Ma­rina.

»A rt. 11. El gobernador tendrá por delegados en las pre­fecturas é intendencias, para el servicio de la administra­ción política, prefectos nombrados por él, de acuerdo con el consejo de secretarios.

»A rt. 12. El Poder judicial conservará la forma antigua hasta que la Constituyente le dé nueva organización.

»A rt. 13. La Administración do los intereses locales con­tinuará á cargo do los Consejos municipales hasta nueva resolución.

»A rt. 14. Todas las funciones que antiguamente corres­pondían á las Juntas departamentales sobre los Consejos municipales, serán ejercidas por el Gobierno federal de Loreto.»

Ahora bien: ¿qué ha contestado el Gobierno peruano á esta espontánea criatura y a esta lacónica Constitución? Pues lo que es lógico que conteste. Ha organizado dos ex­pediciones militares contra los federales; una que manda el general Jessup, que irá por tierra á buscar la cuenca del l'cayali desde Junin, cerro de Pasco, territorio «le lluann- i o, por entre la cordillera Oriental, la Montaña y Páramos «leí Sacramento, por donde avanza ese rio hasta desembo- car en Nauta, más arriba do Iquitos. Con esta expedición, que lleva los conqxmentes de dos lanchas de vapor, va la compaflia «1c Zapadores «le la sociedad «Obreros «lo Lima». Otra expedición, ú las órdenes «leí Ministro de la Guerra, i-oroncl don Juan I barra, de cuyo puesto so lia hecho cargo interinamente el Inspector general del Ejército, coronel don José de la Puente, se embarcó en el transporte Cuuxtiiu- «'¿ó/i, para hacer el enorme viajo «lo bajar al cabo do Hor­nos, subir á Para en la embocadura dol Amazonas, y reco­rrer todo el trayecto de este rio basta Loreto, Pebas é Iqui­tos. El lector comprenderá, las grandes dificultades «pío habrá para ir por el interior «lesdo Lima á Iquitos al ver cómo, sin vacilación alguna, lia dispuesto el Gobierno pe­ruano que lo huís escogido do las tropas que han do comba­tir u los iusurrcctíis, h iga el extraordinario viaje de circun­valación suramericanu, para que pueda llegar integra ul teatro do la lucha. Los que van por tierra y aprovechan la via lluvial del Ucayali corren riesgo de hacer algo seme­jante á lo que hicieron los expedicionarios de Gonzalo Piza-

rro. Con los que lleguen se trabarán las primeras escara­muzas, porque los federales de Seminario parece que ya habían avanza«lo en su busca p«ir la provincia do Huya- llaga.

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No faltarán aventureros europeos que les ayuden, puesto que en bis diversos puertos ó depósitos del Amazonas la faina del comercio ha reunido multitud de gentes de Eu­ropa, siempre dispuestas á correr aventuras, lo mismo en los negocios mercantiles, que en las peleas civiles de las insurrecciones. Lo que n«> debe dudurse es que, si Semi­nario y los suyos tienen dinero, conseguirán proveerse de armas, muy bien y muy pronto, porque dichos centros co­merciales s«»n verduderitB depósitos de ellas. Buena falta les hará el prepararse en regla si lian de sostener la gue­rra, ya <|ue, hoy por hoy, no hay en Iquitos más que una lancha de vapor y dos cañones viejos.

Ha «juerido oficiar de Moltke en esta campaña, dirigién­dola, un alemán, un mayor del ejército prusiano, llamado Carlos Pauli, a quien el Gobierno peruano contrató en 1893 para que organizara las tropas del Perú, en las cuales ob­tuvo el grado de coronel y el cargo de je fe de Estallo Ma­yor. En 1894 se indispuso con el presidente Cáceres, «lejó su empleo y se fué á servir al general insurrecto Piérola, con cuyo ejército vencedor volvió á Lima. No ha conseguido su reposición; pero, fiado en el crédito de que goza, ha escrito un trabajo, dirigido al presi­dente Piérola, en el que culpa al Brasil do la sublevación de Loreto, y traza el plan que se debe seguir para domi­narla. Piérola no lia contestado al alemán. La verdad es que los brasileños, no satisfechos con Ju inmensa extensión de su República, sostienen que los Andes deben ser el lí­mite natural del Perú, y que todo lo que ellos denominan «Perú oisaudino» debe formar parte inseparable de su gran Estado de Amazonas. No tendrá, pues, nada de particular el que, aunque las seguridades diplomáticas respeten lo que al Perú se debe, la astucia do los habitantes de las orillas del Amazonas sirva pródigamente á los federales «le Loreto y haga cuanto pueda por preparar su emancipación futura del Gobierno de Lima.

El presidente Piérola, que no ha querido oir al alemán Panli, lia encargado en cambio al coronel Felipe Semina­rio, hermano de Ricardo el je fe «le la insurrección, que vaya á Iquitos, ante la seguridad que aquél ha dado de que convencerá á éste de que no tiene otro remedio «pie deponer las armas y someterse á la legalidad.

Grandes acontecimientos va á presenciar Iquitos, la ca­pital del Estado, tan grandes como ella. Iquitos no exis­tió hasta 1864; la capital del departamento era Nauta; pero el Gobierno peruano, que soñaba con su expansión territo­rial hacia Oriente, escogió rio abajo, en la orilla del 11a- tum-Yaoú, un espacio donde hizo un puerto, «jue la arena cegó en poco más «le un uño. No faltó solemnidad en la creuuión «1«! aquel pueblo, porque asistieron á su fundación, para quedar aili residentes: el subgobernador, su secre­tario, un comandante general, un capitán de puerto, otro de órdenes con dos ayudantes, veintidós oficiales «le Ma­rina, diez comisarios, quince oficiales «le Artillería é In­fantería, sesenta soldados, treinta y seis marineros, nueve contadores, un je fe c iv il, un subjefe, un juez «le primera instancia, dos «le paz, un ulealde, dos síndicos, un regi- «lor, ningún maestro «lo escuela y ningún encargado «lo Correos. La población llegó á tener muy pronto unos cinco mil habitantes. I)e ellos eran tres mil extranjeros, nego­ciantes y explotadores, y el resto peruanos empleados y sirvientes. 1.legaba mucho dinero ao Lima para sueldos, que se gastaba alegremente, con gran complacencia de los

tenderos. Después se estableció una factoría de talleres de carpinteros, cerrajeros y forjadores que, según los lime­ños, «era mejor que los talleres del Creosota, dice Ch. Yjen- ner. En 1880 se redujo a mil el número de habitantes «le Iqnitos, entre los cuales sólo había dos matrimonios. Desde entonces acá, con el desarrollo «leí trafico mercantil en el Amazonas, la capital lm mejorado bastante, pero su vecin­dario no pasará de seis mil personas. Y si así es la iitetró- j k i I í de Loreto, ¿cómo serán las demás capitales?

Sólo la enorme distancia ú que el nuevo Estado se en­cuentra del mundo, puede amparar su tentativa autonómi- co-federal. Si coinciden las operaciones terrestre y marítima «le Jessup y de Iharra, darán al traste con ella; pero si los que van por el cubo «le Hornos sufren algún contratiempo, ya tenemos Seminario pura rato.

R icardo Becerro de Bexgoa.

La Sucursal «le España «lo I-« Equitativa ha papado á sus asegurados españoles, desde el día 10 de Octubre de 1882, en que fue legalmente autorizada, al 30 de Junio de 1896, la suma de pesetas 14.035.272,95 en la forma siguiente:

Pesetas.

Por defunción................... 10.452.826,61Dótales y acumulaciones vencidos. 1.665.524,24Dividendos pagados................... 352.312,01Pólizas compradas.................... 962.298,04Rentas vitalicias pagadas........... 602.312,05

T o t a l .......... 14.035.272,95

Madrid l.° de Julio de 1896. — Por la Sucursal de España, E l Gerente, M. R osjllo.

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TEMA

C o m p o s i c i ó n e n l e n g u a c a s t e l l a n a , d e c i n c o d é c im a s l o m e n o s y d i e z l o m á s , e n l a c u a l s e m a n i f i e s t e l a i m p o r t a n c i a , m é r i t o y t r a b a j o d e l o s C a r t e r o s , l o a c r e e d o r e s q u e s o n ú q u e s e l e s c o n s i d e r e c o m o fu n c i o n a r i o s p ú b l i c o s , y s e p r e c o n i c e a d e m á s l a g e n e r a l i d a d d e l a s n a c i o n e s q u e l e s c o n ­c e d e n h o n o r e s e s p e c ia le s e n s e r v i c i o s e x t r a o r d i n a r i o s , y r e c o m p e n s a n lo s o r d i n a r i o s c u a n d o p o r l a e d a d ó a c l i a q u e s n o p u e d e n s e g u i r p r e s t á n d o lo s .

PREMIO s

D o s : U n o d e q u i n i e n t a s y o t r o d e c i e n p e s e t a s .

CONDICIONES

L a s o b r a s q n e o p t e n á l o s p r e m io s d e b e r á n b a i l a r s e a n t e s d e l 3 0 d e N o ­v i e m b r e d e 1 8 9 6 e n p o d e r d e D . A b e l a r d o J . d e C a r l o s , d i r e c t o r d e L a

I l u s t r a c ió n E s p a ñ o l a y A m e r ic a n a , c a l l e d e A l c a l á , n ú m . 2 3 , M a d r i d . A c o m p a ñ a r á á c a d a u n a u n p l i e g o c e r r a d o e n q u e c o n s t e e l n o m b r e y l u g a r d e r e s i d e n c i a d e l a u t o r , s e ñ a l a d o e n l a c u b i e r t a c o n e l l e m a q u e c a d a c u a l a d o p t e . E s t e b a d e e s c r i b i r l o t a m b i é n a l p r i n c i p i o d e s u o b r a p a r a q u e se d i s t i n g a d e l a s d e m á s . D e c l a r a d o s l o s p r e m i o s , s e a b r i r á n s o l a m e n t e lo s p l i e g o s q n e c o r r e s p o n d a n á l a s o b r a s r e c o m p e n s a d a s y l o s r e s t a n t e s s e i n u t i l i z a r á n .

J U E C E S D E L O O J N T O T T Z R -S O

D . J o s é F e r n á n d e z B r e m ó n . D . M a r c e l i n o M e n é n d e z y P e l a y o .D . J o s é M a r í a A s e n s i o . D . V i c e n t e B a r r a n t e s .D . J u a n V a l o r a . D . V í c t o r B a l a g u e r .

A D V E R T E N C I A S

S i p o r c u a l q u i e r m o t i v o n o p u d ie s e n a s i s t i r a l g u n o s d e e l l o s , s u s c o m p a ­ñ e r o s e l e g i r á n l a s p e r s o n a s q n e , p r e v i a d e c l a r a c i ó n d o n o h a b e r s e p r e s e n t a d o a l c o n c u r s o , h a y a n d e r e e m p la z a r l o s .

P a ra ob ten er los p rem ios, deberán las poesías ten er p o r sí m érito sufi­c ien te, no bastando e l re la t ivo en com paración con otras de las presentadas.

Los autores quedarán con la p rop iedad de sus obras, pero han de consen­t i r en que las prem iadas se inserten desde lu ego en L a I l u s t r a c ió n E s ta ­ñ ó l a y A m e r ic a n a .

L o s ju e c e s , q n e p o d r á n s i l o e s t i m a n c o n v e n i e n t e r e u n i r s e e n l a D i r e c c i ó n d e l c i t a d o p e r i ó d i c o , d i c t a r á n s u f a l l o e n e l p l a z o q u e m e d i a d e s d e e l l . ° a l 1 5 d e D i c i e m b r e d e 1 8 0 6 .

L a s s e i s c i e n t a s p e s e t a s , i m p o r t e d e l o s d o s p r e m io s o f r e c i d o s , s e h a l l a n d e p o s i t a d a s e n l a C a j a d e L a I l u s t r a c ió n E s p a ñ o l a y A m e r ic a n a .

n o t a

A q u e l l o s p e r i ó d i c o s q u e s e in t e r e s e n p o r e l m e j o r a m i e n t o d o l o s C a r te ­ros , y e n c o n s e c u e n c ia p o r e l p r o g r e s o d e l s e r v i c i o p o s t a l d e E s p a ñ a , p o d r á n , s i g u s t a n , r e i m p r i m i r e s t e a n u n c i o p a r a d a r l e p u b l i c i d a d .

Julio de 1896.

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43 — N.° XXVI1 LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AM ERICANA 22 .1 i-l io 18%

L I B R O S P R E S E N T A D O SA ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES.

S e rm ó n d e I.'« Anun«*if»«-ióii d e l.-j Sa ntís im a V ir -gen . pronunciado en la iglesia de la Compañía de Santiago por el T)r. Marcelo Macias y García. Notabilísima oración sagrada que demuestra ser merecida la fama de brillante orador sagrado que disfruta su nutor, á quien damos las más expresivas grac ias por el envío ele ejemplares con que nos ha honrado.

E l «le lln cu en te español —E l lengiin je .—i ,V i»/ ií> f i le - lóg ico , pnicológicu y *ocioluqieo. por I). Iinfael Snlillas. Conocida por todos es la envidiable reputación que como criminalista ha alcanzado el .Sr. Salinas, reputación ad­quirida á fuerza de los constantes y notabilísimos trabajos3uo acerca de la eiiminalidad en España ha publicado en ¡arios, revistas, folletos y libros.El último publicado es, como su titulo indica, un pro­

fundo y eruditísimo estudio dr-I lenguaje empleado por los criminales y gentes de mal vivir, cuyo conocimiento, como indica de pasada el autor, -reporta gran utilidad á los jue­ces y magistrados, sobre lodo para distinguir á los delin­cuentes habituales de los de ocasión, que es el gran distin­tivo penal en los alcances de la ciencia jurídica contempo­ránea».

Estudia el Sr. Salillas eon gran detenimiento y numero­sísima copia «le datos el origen di* la jerga propia de los criminales españoles, sus caracteres, la psicología y socio­logía de la misma y el r u ló jergal, que pudiera decirse que es la quinta esencia de la jerga rufianesca, y termina el tomo eon dos vocabularios, uno de la gemíanla ó jerga propiamente dicha, y otra del c a ló jergal, en los que ú cada palabra acompañan datos precisos acerca de su ori­gen probable y sus diversas significaciones.

Utilísima 6 interesante en alto grado es la obra del se­ñor Salillas para cuantos al estudio de la delincuencia en España se dedican, así como para cuantos, por funciones propias de sus cargos, tengan algún contacto con los cri­minales, pues en el lenguaje se relie,jan no pocas de las cualidades morales do los individuos, que pueden aportar datos preciosos cuando de delincuentes se trata.

El tomo, que consta de cerca de 400 páginas y está es­meradamente editado, se halla de venta en todas las li­brerías al precio de cinco pesetas.

lo c a l is m o , poema, por D. Vicente Greus.—De veintidós partes ó cantos consta el poema del notable vate Sr. fíreus, y en lodos ellos, escritos en diversidad de metros, se ad­mira la facilidad de la versificación, la gran profundidad de los pensamientos y la elegancia y brillantez de las imá­genes que en todas sus obras distinguen al notable vale valenciano.

Forma el lomo 77 de la JUblinteru ¡oléela que publica el editor valenciano Sr. Aguilar, y se halla de venta en to­das las librerías al precio de dos reales. —G. R.

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N O T A S DE S P O R T«Sports* fuera de tiempo, -Xioa g ran isa imatsha* de tfoot -

toall».— L a h igiene in g le sa .—Z.os «Moga ..—Carreras de ápie .—E l «S ac in g Cinto...

Parece ipie con e3te sol derretido que ea ?, y oon la at- inóiídra de fragua que se ro3pira, no es esta la época mis ¡, propó lito para ciertos «porte.

Los «porte acaAticos parecen ser los únicos propios «lo esta estación. oon bus zambullidas m is ó ñuños espontá­neas, pero siempre agradables en el rigor de la canícula.

Pero Jos ingleses no parecen entenderlo asi; y , sea por­que allá cu la arabia Albión» el calor no se sienta como ■mire nosotros, sea porque el ardor sportivo pueda m is «pie el ardor solar, lo cierto os «pie los grandes partidos defoot- ¡ ,t ll jj suceden sin interrupción, y A cada final «le vi-itch, « I grupo yuncido ya está a is jando volver 4 entrar en la liza para recobrar el buen nombre del grupo, un tanto mancillado con el vencimiento.

En el match celebrado en fin de Junio entre los clubs de Londres Foot-b’i l l Union y Foot-hall Club «lióse el caso «le contraer uno de 1<>3 «leí club vencido la enfermedad de l i «tristeza», con una grave ictericia >|UJ le ha-causa lo la mu irte, después da htber llegado A uu desfallecimiento fin grande qu3 el estómago, antes de piedra, d jl desgra­ciado fo o t-b i'lm m no pa lla resistir el mis leve alimento.

Estos curiosos casos patológicos, producidos par un pro fundo sentimiento <1j1 amor propio herido, no son raros entre la juventud inglesa que consagra sus ardores al sport, parte de la cual lo hace coa mayor pasión con que se adora A una mujer ó se persigue el fin «le un destino.

En Alemania, donde las costumbres militares estin mis arraigadas, algunas vacas han terminado en desafio lo «|ne empegó siendo un pacífico match da sport.

Pero los ingleses, mis prácticos y m is fríos, tienen plena conciencia de la legalidud y la justicia de la dorrota, «le la que, cuando Be siguen las reglas sportivas, sólo puede aco­gerse 4 la fatalidad ó á la mayor suerte ó destreza «del con­trario; llevan el vencimiento con noble resignación, y todo lo más iiuo ocurro 03 algún caso aislado, como ol citado, en que la pesadumbre de la derrota se convierte en profunda monomanía y hace una victima.

El que la raza anglosajona no «distinga do verano ni de invierno para consagrar sus enorgias al sport, no debe ex­trañarnos, por el método hidroter/ipico-gimnástico que ob­serva torda la juventud inglesa. En una casa inglesa regu­larmente montada es más elemental el baño y la «lucha «pie la cocina.

Por esto no ho asuntan los footeballmen, los cf/clemen y s p a r tm m análogos «id momentáneo estudióle post ración cu

«Iiic a«; encuentran después «le un partido ó carrera y del copioso sudor que han derramado y continúan derramando. Una ducha fría y un buen almuerzo les devuelve instantá­neamente todo el vigor, la agilidad y la energía «le antes.

Huimos «lijo que la fortaleza del cuerpo es compitiera «le la «Lol entendimiento. Do ser asi, no nos ha «lo extrañar que lu nación inglesa sea la más inteligente y poderosa: es la patria del «port. En Inglaterra rióse cómprenle un inglés sin una afición sportiva de alguna clase. Al que no tiene ninguna, que por Excepción no deja «le haberlos, se le llama «hog», que viene á s jr como «cerdo», y el lector psrdon Los mil y un madrileños que no conocen ni practican mis ejercicio corporal que el «le jugar al tresillo ó tomar el fresco en una silla de los Jardines, serian en la patria «le Rosse- b jry un »s perfectos psrssosos, par no aplicarles el califica­tivo inglés.

Y he cítalo ó Hossebery, el ¡lustre Cánovas inglés, por­que es un hombre «le los «pie más culto lian rendido al «p irt, y últimamente ha dicho qua «tía bicicleta cambiarla y mejoraría antes de pocos años la faz de la humanidad». Lo cual concuerda con lo «dicho no h i mucho por-una acre li­tada revista católica de Roma, cuyo nombre no recuerdo, y la cual afirmó que la moderna «m áquina» era uu poderoso antidoto de las malas costumbres.

Volviendo á los gran les partidos dbfoot-ball que se es­tán celebrando eu Inglaterra, acaba ahora de celebrarse uno de los «jue conmuevo al público en aquel país.

Después del clásico entre las Uuiveraiuades «le Oxford y Cambridge, qne, como todos los años, absorbió por algunos «lias toda la atención «le Inglaterra y que ganó la primera de dichas Universidades, acaba de celebrarse el de Nawport contra Itlackeath, ganado por Newport, y A presenciar ol cual lia acudido casi tanta gente, y so han cruzado tuntas apuestas, como acude y como so apresta para el famoso foot-h iH inp motril Oxford-Cambridge.

Otro «le los «porte en extremo impropios de la estación, «jua en Inglaterra lia deoaido algún tanto y eu Francia, es­pecialmente en París, ha adquirido grau incremento, es el de las «jarreras de A pia.

Las carreras de á pie constituyen el sport en toda au ru- «deza primitiva. Recuer lan las elementales luah ts «de los atletas de Olimpia, «de las que salió ol soldado «le Maratón que «batió un recordó «iue lo costó la vida.

Todos los «porte tienden á la mayor comodidad, ú buscar, dentro dol ejercicio, la menor suma «lo esfuerzo. Por esto vemos al jinete mejorar lu raza, aligerar y nerfeccionur los arreos y montar á la oseooosn; al ciclista refinar la mú<|uinu y hacer de ella nua perfección do mecánica; al rowinyman usar canoas que andan solas, como quien dioe, c introducir

multitud da útiles aplicaciones en el remo y en el timón. La caza, la esgrima, los juegos atléticos, to los los sport« pro turan refinarsa en bien dol sportman y en ahorro de sus fatigua.

Sólo oí coureur de ó pie corre como corrían los olimpiá- nicos setecientos añc*3 antea de Jesucristo, quienes, á bu voz, lo hadan eomo David cuando en sus mocedades eorria «contra» su hermano.

Sin embargo, el tur el atletismo, como se lo llama simple - monte hoy al «port de las carreras de á pie, el más ru tíoy Hunos noble de todos, no impide que en París haya ocho club» consagrados á esto, que dan carreras muy «i me­nudo.

Las últimas de que tengo noticia, celebradas en un mismo «lia cu l.i capital de Francia, fueron las organizadis por ol C-rde Pédestre d'Asnières, en las que tunaron tan gran número da «partientes» ó corrode loros, «jue tuvieron ¡vjué- 1 las que «dividiraj en gran número de «pruebas» y «semi­finales». En la de 400 metros tomaron parte 44 corredores, ganando un franc -s, Houdet, seguido de dos ingleses, Kicks y Faiclide. En la de 2.00 j metros, que fue stceple-chase, mi- «liéronse 35 corredores.

Además de éstas, celebraron carreras pedestres el mis­mo «lia la Union Athlétique, la Société Athlétique, el United Sport Club, el Paris -Star, el Stade Français,In Association P é Ustrc Française y el Jtacing Française. Club.

Las carreras de esta última sociedad fueron las más im­portantes. M. ás de 8.000 personas las presenciaron, y co­rrióse eu ellas la prueba llamada de « los Vicepresidentes»,1.000 metros liand, «pie fué ganada por Mr. Loabalt, en dos minutos, treinta y nuevo segundos, dos «juintos, batiendo ol procedente record de dicha ilistancia, «pie había efec­tuado el mismo Loabalt, en dos minutos, cuarenta y cinco segundos.

El estadio de que dispone el Raoing Club para verificar sus pruebas es una-hermosa y amplia «alameda, «pie no re­cuerda eu nada el esta dio do Olimpia. Frondosos árboles mitigan un poco el sol, «|ue eu toda su fuerza pesaba sobro los atletas griegos ; las gradas olímpicas están sustituidas por una simple valla; la sagrada tribuna de los helanódiecs es eu Paris una burguesa tribuna á modo «le sencillo chalet, eu la «|ue se acomoda el Jurado buenamente, como ocurre en toda clase de pruebas Bportivas.

Esta clase de sport no creemos «|Uo tenga aceptación eu España, al menos durante el verano. ¡Con ios 40 grados «lo Madrid ¡á duras penas si piulemos compreuder que haya quien tenga Animos para correr!

A ntonio V iada.

F U N D A D A EJXT 1 8 3 8Ssguros contra incendios, explosiones y paralización de trabajos

D o m ic ilio Rocíal1 'A lt IS , C A L L E I.E E E L E T IE IS , 8 y I O LA U R B A N A

E S T A B L E C I D A E N ESt'-A.KT A E N 18-48Seguros sobre la vida, á efectos múltiples y complementarlos

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joven y bella basta más allá de sus 8c ajos, rompiendo una vez y otra su acta de nacimieiyo á 1« faz del tiempo, que en vano agitaba su guadaña delante de aquel rostro seductor sin poder morti-

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Se alargan, renacen y fortifican por el em p leo del Plâtrait capilairt* desB é n é d ic tin * d u M ont. M a je l la , que detiene también su caída y retrasa su deoolora-

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E L L I B R E C A M B I O ,

Móndese uua naranja, dejando la cáscara en forma de don hemisferios, cusa indispensable para hacer este experimento. Cómase lu parte in­terior de lu naranja, puesto que serla una venia dora lástima lirurlu, sobre todo si es dulce. Tet- minadn tan agradable Operación, turnemos uno de los tíos hemisferios y hagámoslo dos agujeros no muy grandes en el fondo. Coloqnémosle, en la disposición que nutria el grabado, dentro de una copa cuyo diámetro sea un poco menor que el déla cáscara de naranja, pura que ésta pueda «»»tenerse sin llegar al fondo de la copa. Eche­mos vino en ésta hasta que llegue á la ahur» del fondo de la, cáscara, y á continuación llenemos

la copa de uguu bien clara. Inmediatamente ve­remos que el vino se eleva á la superficie, pa­sando por uno de lo» agujero», en tanto qno el agua, por ser más pesada, baja á ocupar el lugar que el vino deja, pasando por el otro agujero.

Ruado hacerse el experimento colocando en los agujeros de la cáscara dos mondadientes de pluma: uno que llegue desde el fondo de la cás­cara luisla el «le la copa, y ««tro que vuyu tam­bién deslio el fondo ile hi «siseara hasta su bordo superior; pero, aunque «le esta manera la expe­riencia resulta mejor, hemos de advertir «pie la colocación de la» dos plumas no «3» indispensable para el buen éxito de la operación, pues ésta re­sidía también perfecta «leí mudo antes dicho.

A L M A N A Q U E SD E

L0ILUSTRU H ESPÍALA 1 HPlERiGflPCorrespondientes á los años 1878, 1879 y 1881 á 1896 "

PRECIO DE CADA ALMANAQUE: 2 PESETAS

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De venta sn las principales librerías, y en la Administración de

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANAAlcalá, 23, Madrid.

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RICHARD GANSM ADRID . Princesa. 39

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