Espacio - Juan Ramón Jiménez

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  • Herederos de Juan Ramn Jimnez Del estudio y notas: Aurora de Albornoz De la presente edicin; Editora Nacional

    Torregalindo, 10. Madrid-16 Cubierta: Diego Lara

    Depsito legal: M. 40.294-1982 ISBN: 84-276-0613-3

    Compuesto en Fernndez Ciudad, S. L. Pasaje de la Fundacin, 15. Madrid-28

    Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polgono Igarsa Paracuellos del Jarama (Madrid)

    Printed in Spain

  • NDICE

    ESPACIO 7

    Estudio de la obra por Aurora de Albornoz 63 Apndices:

    1. Un posible proyecto de Espacio 105 2.Dos borradores de algunas lneas del Fragmento Tercero. 106 3.Pginas de una copia completa de Espacio 107 4.Versin en verso de los dos primeros fragmentos de Espacio. 109

  • (A Gerardo Diego

    que fue justo a] situar, como crtico, el Fragmento primero de este Espacio cuando se public, hace anos, en Mjico. Con agradecimiento lrico por la constante honradez de sus reacciones.)

  • FRAGMENTO PRIMERO

    I-ios dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo.

    Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por

    vivir. No soy presente slo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo,

    a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es slo

    mo, recuerdo y ansia mos, presentimiento, olvido. Quin sabe ms

    que yo, quin, qu hombre o qu dios puede, ha podido, podr decirme

    a m qu es mi vida y mi muerte, qu no es? Si hay quien lo sabe, yo lo

    [91

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    s ms que se, y si quien lo ignora, ms que se lo ignoro. Lucha entre

    este ignorar y este saber es mi vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos

    como pjaros, pjaros igual que flores, flores, soles y lunas, lunas soles

    como yo, como almas, como cuerpos, cuerpos como la muerte y la

    resurreccin; como dioses. Y soy un dios sin espada, sin nada de lo que

    hacen los hombres con su ciencia; slo con lo que es producto de lo

    vivo, lo que se cambia todo; s, de fuego o de luz, luz. Por qu comemos

    y bebemos otra cosa que luz o fuego? Como yo he nacido en el sol, y

    del sol he venido aqu a la sombra, soy de sol, como el sol alumbro?,

    y mi nostaljia, como la de la luna, es haber sido sol de un sol un da y

    reflejarlo slo ahora. Pasa el iris cantando como canto yo. Adis, iris,

    m

  • iris, volveremos a vernos, que el amor es uno y solo y vuelve cada da.

    Qu es este amor de todo, cmo se me ha hecho en el sol, con el sol,

    en m conmigo? Estaba el mar tranquilo, en paz el cielo, luz divina y

    terrena los runda en clara plata, oro inmensidad, en doble y sola

    realidad; una isla flotaba entre los dos, en los dos y en ninguno, y una

    gota de alto iris perla gris temblaba en ella. All estar temblndome el

    envo de lo que no me llega nunca de otra parte. A esa isla, ese iris, ese

    canto yo ir, esperanza mjica, esta noche. Qu inquietud en las

    plantas al sol puro, mientras, de vuelta a m, sonro volviendo ya al

    jardn abandonado! Esperan ms que verdear, que florear y que frutar;

    esperan, como un yo, lo que me espera; ms que ocupar el sitio que

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    ahora ocupan en la luz, ms que vivir como ya viven, como vivim

    ms que quedarse sin luz, ms que dormirse y despertar? En me

    hay, tiene que haber un punto, una salida; el sitio del seguir

    verdadero, con nombre no inventado, diferente de eso que es diferente

    inventado que llamamos, en nuestro desconsuelo, Edn, Oasis, Para

    Cielo, pero que no lo es, y que sabemos que no lo es, como los ni

    saben que no es lo que no es que anda con ellos. Contar, cantar, lio

    vivir acaso; elojio de las lgrimas, que tienen (Schubert, perdido

    entre criados por un dueo) en su iris roto lo que no tenemos, lo q

    tenemos roto, desunido. Las flores nos rodean de voluptuosidad, olo

    color y forma sensual; nos rodeamos de ellas, que son sexos de colores,

  • ESPACIO

    de formas, de olores diferentes; enviamos un sexo en una flor, dedicado

    presente de oro de ideal, a un amor virjen, a un amor probado; sexo rojo

    a un glorioso, sexos blancos a una novicia; sexos violetas a la yacente. Y

    el idioma, qu confusin!, qu cosas nos decimos sin saber lo que nos

    decimos. Amor, amor, amor (lo cant Yeats), amor en el lugar del

    escremento. Asco de nuestro ser, nuestro principio y nuestro fin; asco

    de aquello que ms nos vive y ms nos muere? Qu es, entonces, la

    suma que no resta; dnde est, matemtico celeste, la suma que es el

    todo y que no acaba? Hermoso es no tener lo que se tiene, nada de lo

    que es fin para nosotros, es fin, pues que se vuelve contra nosotros, y el

    verdadero fin nunca se nos vuelve. Aquel chopo de luz me lo deca, en

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    Madrid, contra el aire turquesa del otoo: Terminate en ti mismo

    como yo. Todo lo que volaba alrededor, qu raudo era!, y l qu

    insigne con lo suyo, verde y oro, sin mejor en el oro que en lo verde.

    Alas, cantos, luz, palmas, olas, frutas me rodean, me envuelven en su

    ritmo, en su gracia, en su fuerza delicada; y yo me olvido de m entre

    ello, y bailo y canto, rio y lloro por los otros, embriagado. Esto es

    vivir? Hay otra cosa ms que este vivir de cambio y gloria? Yo oigo

    siempre esa msica que suena en el fondo de todo, ms all; ella es la

    que me llama desde el mar, por la calle, en el sueo. A su aguda y

    serena desnudez, siempre estraa y sencilla, el ruiseor es slo un

    calumniado prlogo. Qu letra, universal, luego, la suya! El msico

    [14]

  • ESPACIO

    mayor la ahuyenta. Pobre del hombre si la mujer oliera, supiera

    siempre a rosa! Qu dulce la mujer normal, qu tierna, qu suave

    (Villon), qu forma de las formas, qu esencia, qu sustancia de las

    sustancias, las esencias; qu lumbre de las lumbres; la mujer, madre,

    hermana, amante! Luego, de pronto, esta dureza de ir ms all de la

    mujer, de la mujer que es nuestro todo, donde debiera terminar nuestro

    horizonte. Las copas de veneno, qu tentadoras son!, y son de flores,

    yerbas y hojas. Estamos rodeados de veneno que nos arrulla como el

    viento, arpas de luna y sol en ramas tiernas, colgaduras ondeantes,

    venenosas, y pjaros en ellas, como estrellas de cuchillo; veneno todo, y

    el veneno nos deja a veces no matar. Eso es dulzura, dejacin de un

    [15]

    UNlVERSIDADi

    i AUTONOMA \

    DE MADRE \ \ FILOSOFIA \ LTIRASl \ BIBLIOTECA I

  • JUAN RAMON JIMNEZ

    mandato, y eso es pausa y escape. Entramos por los robles melenuda

    rumoreaban su vejez cascada, oscuros, rotos, huecos, monstruosos, coi

    colgados de telaraas fnebres; el viento les meca las melenas, e

    medrosos, estraos ondeajes, y entre ellos, por la sombra baja, hond

    vena el rico olor del azahar de las tierras naranjas, grito ardiente co

    gritillos blancos de muchachas y nios. Un rbol paternal, de vez e

    cuando, junto a una casa, sola en un desierto (seco y lleno de cuervo

    aquel tronco huero, gris, lacio, a la salida del verdor profuso, con aqu

    cuervo muerto, suspendido por una pluma de una astilla, y los cuervo

    an vivos posados ante l, sin atreverse a picotearlo, serios). Y un rbo

    sobre un ro. Qu honda vida la de estos rboles; qu personalidad, q

    [16]

  • ESPACIO

    inmanencia, qu calma, qu llenura de corazn total queriendo darse

    aquel camino que parta en dos aquel pinar que se anhelaba)! Y por la

    Inoche, qu rumor de primavera interna en sueo negro! Qu amigo un

    lrbol, aquel pino, verde, grande, pino redondo, verde, junto a la casa de

    Imi Fuentepia! Pino de la corona, dnde ests?, ests ms lejos que si

    lyo estuviera lejos? Y qu canto me arrulla tu copa milenaria, que

    cobijaba pueblos y alumbraba de su forma rotunda y vijilante al

    marinero! La msica mejor es la que suena y calla, que aparece y

    desaparece, la que concuerda, en un de pronto, con nuestro or ms

    distrado. Lo que fue esta maana ya no es, ni ha sido ms que en m;

    gloria suprema, escena fiel, que yo, que la creaba, crea de otros ms

    >7

  • |l AN RAMON JIMKNF.Z

    que de m mismo. Los otros no lo vieron; mi nostaljia, que era de es

    con ellos, era de estar conmigo, en quien estaba. La gloria es como e

    nadie la mueva, no hay nada que quitar ni que poner, y el dios act

    est muy lejos, distrado tambin con tanta menudencia grande que 1

    piden. Si acaso, en sus momentos de jardn, cuando acoje al nio libr

    lo nico grande que ha creado, se encuentra pleno en un s pleno. Q

    bellas estas flores secas sobre la yerba fra del jardn que ahora e

    nuestro. Un libro, libro? Bueno es dejar un libro grande a medio leer]

    sobre algn banco, lo grande que termina; y hay que darle una leccin

    al que lo quiere terminar, al que pretende que lo terminemos. Grande

    es lo breve, y si queremos ser y parecer ms grandes, unamos slo con

    [18]

  • f;.VP. ICIO

    amor, no cantidad. El mar no es ms que gotas unidas, ni el amor que

    murmullos unidos, ni t, cosmos, que cosmillos unidos. Lo ms bello

    es el tomo ltimo, el solo indivisible, y que por serlo no es ya ms

    pequeo. Unidad de unidades es lo uno; y qu viento ms plcido

    levantan esas nubes menudas al cnit; qu dulce luz es esa suma roja

    nica! Suma es la vida suma, y dulce. Dulce como" esta luz era el amor;

    qu plcido este amor tambin! Sueo, he dormido? Hora celeste y

    verde toda; y solos. Hora en que las paredes y las puertas se desvanecen

    como agua, aire, y el alma sale y entra en todo, de y por todo, con una

    comunicacin de luz y sombra. Todo se ve a la luz de dentro, todo es

    dentro, y las estrellas no son ms que chispas de nosotros, que nos

    [19]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    amamos, perlas bellas de nuestro roce fcil y tranquilo. Qu luz t

    buena para nuestra vida y para nuestra eternidad! El riachuelo ib

    hablando bajo por aquel barranco, entre las tumbas, casas de las lade:

    verdes; valle dormido, valle adormilado. Todo estaba en su verde, en s

    flor; los mismos muertos en verde y flor de muerte; la piedra mism

    estaba en verde y flor de piedra. All se entraba y se sala como en el len'

    anochecer, del lento amanecer. Todo lo rodeaban piedra, cielo, ro;

    cerca el mar, ms muerto que la tierra, el mar lleno de muertos de la

    tierra, sin casa, separados, engullidos por una variada dispersin. Pa

    acordarme de por qu he nacido, vuelvo a ti, mar. El mar que fue mi

    cuna, mi gloria y mi sustento; el mar eterno y solo que me llev a

    [20]

  • amor; y del amor es este mar que ahora viene a mis manos, ya ms

    duras, como un cordero blanco a beber la dulzura del amor. Amor el de

    Elosa; qu ternura, qu sencillez, qu realidad perfecta! Todo claro

    y nombrado con su nombre en llena castidad. Y ella, en medio de todo,

    intacta de lo bajo entre lo pleno. Si tu mujer, Pedro Abelardo, pudo ser

    as, el ideal existe, no hay que falsearlo. Tu ideal existi; por qu lo

    falseaste, necio Pedro Abelardo? Hombres, mujeres, hombres, hay que

    encontrar el ideal que existe. Elosa, Elosa, en qu termina el ideal?, y

    di, qu eres t ahora y dnde ests? Por qu, Pedro Abelardo vano, la

    mandaste al convento y t te fuiste con los monjes plebeyos, si ella era

    el centro de tu vida, su vida, de la vida, y hubiera sido igual contigo ya

    [21]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    capado que antes, si era el ideal? No lo supiste, yo soy quien lo vio,

    desobediencia de la dulce obediente, plena gracia. Amante, madre,

    hermana, nia t, Elosa; qu bien te conocas y te hablabas, qu

    tiernamente te nombrabas a l; y qu azucena verdadera fuiste! Otro

    hubiera podido oler la flor de la verdad fatal que te dio tu tierra. No

    estaba seco el rbol del invierno, como se dice, y yo cre en mi

    juventud; como yo, tiene el verde, el oro, el grana en la raz y dentro,

    muy adentro, tanto que llena de color doble infinito. Tronco de

    invierno soy, que en la muerte va a dar de s la copa doble llena que

    ven slo como es los deseados. Vi un tocn, a la orilla del mar neu

    arrancado del suelo, era como un muerto animal; la muerte daba a su

    [22]

  • quietud seguridad de haber estado vivo; sus arterias cortadas con el

    hacha, echaban sangre todava. Una miseria, un rencor de haber sido

    gitaneado de la tierra, sala de su entraa endurecida y se espanda con

    el agua y por la arena, hasta el cielo infinito, azul. La muerte, y sobre

    todo, el crimen, da igualdad a lo vivo, lo ms y menos vivo, y lo menos

    parece siempre, con la muerte, ms. No, no era todo menos, como dije

    un da, todo es menos; todo era ms, y por haberlo sido, es ms morir

    para ser ms del todo ms. Qu ley de vida juzga con su farsa a la

    muerte sin ley y la aprisiona en la impotencia? S, todo, todo ha sido

    ms y todo ser ms! No es el presente sino un punto de apoyo o de

    comparacin, ms breve cada vez; y lo que deja y lo que coje, ms, ms

    [23]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    grande. No, ese perro que ladra al sol cado no ladra en el MontuH

    Moguer, ni cerca de Carmona de Sevilla, ni en la calle Torrijos

    Madrid; ladra en Miami, Coral Gables, La Florida, y yo lo estoy oy

    all, all, no aqu, no aqu, all, all. Qu vivo ladra siempre el per

    sol que huye! y la sombra que viene llena el punto redondo que ah

    pone el sol sobre la tierra,, como un agua su fuente, el contorno

    penumbra alrededor; despus, todos los crculos que llegan hasta

    limite redondo de la esfera del mundo, y siguen, siguen. Yo te o, pe~

    siempre, desde mi infancia, igual que ahora; t no cambias en ni

    sitio, eres igual a ti mismo, como yo. Noche igual, todo sera igual si

    quisiramos, si serlo lo dejramos. Y si dormimos, qu abandon

  • queda la otfa realidad! Nosotros les comunicamos a las cosas nuestra

    inquietud de dia, de noche nuestra paz. Cundo, cmo duermen los

    rboles? Cuando los deja el viento dormir, dijo la brisa. Y cmo nos

    precede, brisa quieta y gris, el perro fiel cuando vamos a ir de madrugada

    adonde sea, alegres o pesados; l lo hace todo, triste o contento, antes que

    nosotros. Yo puedo acariciar como yo quiera a un perro, un animal

    cualquiera, y nadie dice nada; pero a mis semejantes no; no est bien visto

    hacer lo que se quiera con ellos, si lo quieren como un perro. Vida animal,

    hermosa vida? Las marismas llenas de bellos seres libres, que me

    esperan en un rbol, un agua o una nube, con su color, su forma, su

    cancin, su jesto, su ojo, su comprensin hermosa, dispuestos para m que

    [25]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    los entiendo! El nio todava me comprende, la mujer me quisie

    comprender, el hombre... no, no quiero nada con el hombre, es estpid

    infiel, desconfiado; y cuando ms adulador, cientfico. Cmo se burla I

    naturaleza del hombre, de quien no la comprende como es. Y todo deh

    ser o es echarse a dios y olvidarse de todo lo creado por dios, por s, por 1

    que sea. Lo que sea, es decir, la verdad nica, yo te miro como me miro g

    m y me acostumbro a toda tu verdad como a la ma. Contigo, lo que se

    soy yo mismo, y t, tu mismo, misma, lo que seas. El canto? El can*

    el pjaro otra vez! Ya ests aqu, ya has vuelto, hermosa, hermoso, con ot

    nombre, con tu pecho azul gris cargado de diamante! De dnde llegas tJ

    t en esta tarde gris con brisa clida? Qu direccin de luz y amor sigues

    [26]

  • t

    xie las nubes de oro crdeno? Ya has vuelto a tu rincn verde, sombro.

    Cmo t, tan pequeo, di, lo llenas todo y sales por el ms? S, s, una nota

    una caa, de un pjaro, de un nio, de un poeta, lo llena todo y ms que

    1 trueno. El estrpito encoje, el canto agranda. T y yo, pjaro, somos

    Q. cntame, canta t, que yo te oigo, que mi odo es tan justo por tu

    canto. Ajstame tu canto ms a este odo mo que espera que lo llenes de

    armona. Vas a cantar! Toda otra primavera, vas a cantar. Otra vez t, otra

    vez la primavera! Si supieras lo que eres para m! Gomo podra yo decirte

    lo que eres, lo que eres t, lo que soy yo, lo que eres para m? Omo te

    llamo, cmo te escucho, cmo te adoro, hermano eterno, pjaro de la

    gracia y de la gloria, humilde, delicado, ajeno; njel del aire nuestro,

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    derramador de msica completa! Pjaro, yo te amo como a la mujer, J

    la mujer, tu hermana ms que yo. S, bebe ahora el agua de mi fuente, pica la

    rama, salta lo verde, entra, sal, rejistra toda tu mansin de ayer; mrame

    bien a m, pjaro mo, consuelo universal de mujer y hombre! Vendr la

    noche inmensa, abierta toda, en que me cantars del paraso, en que me

    hars el paraso, aqu, yo, t, aqu, ante el echado insomnio de mi sed

    Pjaro, amor, luz, esperanza; nunca te he comprendido como ahora; nunca

    he visto tu dios como hoy lo veo, el dios que acaso fuiste t y que me

    comprende. Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tienes t.

    Qu hermosa primavera nos aguarda en el amor, fuera del odio! Ya soy

    feliz! El canto, t y tu canto! El canto... Yo vi jugando al pjaro y la

    [28]

  • ardilla, al gato y la gallina, al elefante y al oso, al hombre con el hombre.

    yo vi jugando al hombre con el hombre, cuando el hombre cantaba. No,

    este perro no levanta los pjaros, los mira, los comprende, los oye, se echa

    al suelo, y calla y suea ante ellos. Qu grande el mundo en paz, qu azul

    jan bueno para el que puede no gritar, puede cantar; cantar y comprender y

    amar! Inmensidad, en ti y ahora vivo; ni montaas, ni casi piedra, ni agua,

    ni cielo casi; inmensidad, y todo y slo inmensidad; esto que abre y que

    separa el mar del cielo, el cielo de la tierra, y, abrindolos y separndolos,

    los deja ms unidos y cercanos, llenando con lo lleno lejano la totalidad!

    Espacio y tiempo y luz en todo yo, en todos y yo y todos! Yo con la

    inmensidad! Esto es distinto; nunca lo sospech y ahora lo tengo. Los

    [29]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    caminos son slo entradas o salidas de luz, de sombra, sombra y 1

    todo vive en ellos para que sea ms inmenso yo, y t seas. Qu regalo

    mundo, qu universo mjico, y todo para todos, para m, yo! Yo, universa

    inmenso, dentro, fuera de ti, segura inmensidad! Imjenes de amor en

    presencia concreta; suma gracia y gloria de la imajen, vamos a h

    eternidad, vamos a hacer la eternidad, vamos a ser eternidad, vamos a

    la eternidad? Vosotras, yo, podemos crear la eternidad una y mil v

    cuando queramos! Todo es nuestro y no se nos acaba nunca! Am

    contigo y con la luz todo se hace, y lo que haces, amor, no acaba nun

    (Sucesin: 1)

    [30]

  • FRAGMENTO SEGUNDO

    ^(^para recordar porqu he vivido, vengo a t, ro Hudson de

    mi mar. Dulce como esta luz era el amor... Y por debajo de Wash-

    ington Bridge (el puente ms con ms de esta New York) pasa el campo

    amarillo de mi infancia. Infancia, nio vuelvo a ser y soy, perdido, tan

    mayor, en lo ms grande. Leyenda inesperada: dulce como la luz es el

    amor, y esta New York es igual que Moguer, es igual que Sevilla y

    que Madrid. Puede el viento, en la esquina de Broadway, como en la

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    Esquina de las Pulmonas de mi calle Rascn, conmigo; y tengo abie

    la puerta donde vivo, con sol dentro. Dulce como este sol era el amor

    Me encontr al instalado, le re, y me sub al rincn provisional, o

    vez, de mi soledad y mi silencio, tan igual en el piso 9 y sol, al cu

    bajo de mi calle y cielo. Dulce como este sol es el amor. Me mir

    ventanas conocidas con cuadros de Muriilo. En el alambre de lo azul,

    gorrin universal cantaba, el gorrin y yo cantbamos, hablbamos;

    lo oa la voz de la mujer en el viento del mundo. Qu rincn ya p-

    suceder mi fantasa! El sol quemaba el sur del rincn mo, y en el 1

    menguante de la estera, creca dulcemente mi ilusin, queriendo h

    de la dorada mengua. Y por debajo de Washington Bridge, el puen

    [32]

  • ms amigo de New York, corre el campo dorado de mi infancia...

    gaje lleno a la calle, me abri el viento la ropa, el corazn; vi caras

    buenas. En el jardn de St. John the Divine, los chopos verdes eran de

    Madrid; habl con un perro y un gato en espaol; y los nios del coro,

    lengua eterna, igual del paraso y de la luna, cantaban, con campanas

    de San Juan, en el rayo de sol derecho, vivo, donde el cielo flotaba

    hecho armona violeta y oro; iris ideal que bajaba y suba, que bajaba...

    Dulce como este sol era el amor. Sal por Amsterdam, estaba all la

    luna (Morningside); el aire era tan puro!, fro no, fresco, fresco; en l

    vena vida de primavera nocturna, y el sol estaba dentro de la luna y de

    mi cuerpo, el sol presente, el sol que nunca ms me dejara los huesos

    [33]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    solos, sol en sangre y l. Y entr cantando ausente en la arboleda de

    noche, y el ro que se iba bajo Washington Bridge, con sol an, ha

    mi Espaa por mi oriente, a mi oriente de mayo de Madrid; un sol

    muerto, pero vivo; un sol presente, pero ausente; un sol rescoldo

    vital carmn; un sol carmn vital en el verdor; un sol vital en el verd

    ya negro; un sol en el negror ya luna; un sol en la gran luna de carm

    un sol de gloria nueva, nueva en otro este; un sol de amor y de trabaj

    hermoso; un sol como el amor... Dulce como este sol era el amor.

    (Cantada)

  • FRAGMENTO TERCERO

    para recordar porqu he venido, estoy diciendo yo. Y para

    recordar porqu he nacido, cont yo un poco antes, ya por La Florida.

    Y para recordar porqu he vivido, vuelvo a ti, mar, pens yo en Sitjes,

    antes de una guerra, en Espaa, del mundo. Mi presentimiento! Y

    entonces, marenmedio, mar, ms mar, eterno mar, con su luna y su sol

    eternos por desnudos, como yo, por desnudo, eterno; el mar que me fue

    siempre vida nueva, paraso primero, primer mar. El mar, el sol, la

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    luna, y ella y yo, Eva y Adn, al fin y ya otra vez sin ropa, y la ob

    desnuda y la muerte desnuda, que tanto se atrajeron. Desnudez es

    vida y desnudez la sola eternidad... Y, sin embargo, estn, estn, es'

    llamndonos a comer, gong, gong, gong, gong, en este barco de es

    mar, y hay que vestirse en este mar, en esta eternidad de Adn y E

    Adn de smoking, Eva... Eva se desnuda para comer como pa

    baarse; es la mujer y la obra y la muerte, es la mujer desnuda, eterna

    metamorfosis. Qu estrao es todo esto, mar, Miami! No, no fue all

    Sitjes, Catatona, Spain, en donde se me apareci mi mar tercero, I

    aqu ya; era este mar, este mar mismo, mismo y verde, verdemismo; no

    fue el Mediterrneo azulazulazul, fue el verde, el gris, el negro

  • AtlnHco de aquella Atlntida. Sitjes fue, donde vivo ahora, Maricel,

    esta casa de Deering, espaola, de Miami, esta Villa Vizcaya aqu de

    Peering, espaola aqu en Miami, aqu, de aquella Barcelona. Mar, y

    qu estrao es todo esto! No era Espaa, era La Florida de Espaa,

    Coral Gables, donde est la Espaa esta abandonada por los hijos de

    Deering (testamentara inaceptable) y aceptada por m; esta Espaa

    (Catalonia, Spain) guirnaldas de morada bugainvilia por las rejas.

    Deering, vivo destino. Ya est Deering muerto y trasmutado. Deering

    Destino Deering, fuiste clarividencia ma de ti mismo, t (y quien

    habra de pensarlo cuando yo, con Miguel Utrillo y Santiago Rusiol

    gozbamos las blancas salas soleadas, al lado de la iglesia, en aquel

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    cabo donde qued tan pobre el Cau Ferrat del Ruiseor bohemio

    albas barbas no lavadas). Deering, slo el Destino es inmortal, y por eso

    te hago a ti inmortal, por mi Destino. S, mi Destino es inmortal y yo,

    que aqu lo escribo, ser inmortal igual que mi Destino, Deering. Mi

    Destino soy yo y nada y nadie ms que yo; por eso creo en l y no m

    opongo a nada suyo, a nada mo, que l es ms que los dioses de

    siempre, el dios otro, rejidos, como yo por el Destino, repartidor de la

    sustancia con la esencia. En el principio fue el Destino, padre de la

    Accin y abuelo o bisabuelo o algo ms all, del Verbo. Levo mi ancla,

    por tanto, izo mi vela para que sople l ms fcil con su viento por los

    mares serenos o terribles, atlnticos, mediterrneos, pacficos o los que

    [3S]

  • ESPACIO

    sean, verdes, blancos, azules, morados, amarillos, de un color o de

    todos los colores. As lo hizo, aquel enero, Shelley, y no fue el oro, el

    opio, el vino, la ola brava, el nombre de la nia lo que se lo llev por el

    trasmundo del trasmar: Arroz de Buda; Barrabs de Cristo; yegua de

    San Pablo; Longino de Zenobia de Palmyra; Carlyle de Keats; Uva

    de Anacreonte; George Sand de Efebos; Goethe de Schiller (segn dice

    el libro de la mujer suiza); Omnibus de Curie; Charles Morice

    de Gauguin... Cualquier forma es la forma que el Destino, forma de

    muerte o vida, forma de toma y deja, deja, toma; y es intil huirla ni

    buscarla. No era aquel auto disparado que roz mi sien en el camino de

    Miami, prtico herreriano de baratura horrible, igual que un slido

    19

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    huracn; ni aquella hlice de avin que sorbi mi ser completo y meJ

    dej ciego, sordo, mudo en Barajas, Madrid, aquella madrugada sin]

    Paquita Pechere; ni el doctor Amory con su inyeccin en Coral Gables,.]

    Alhambra Circle, y luego con colapso al hospital; ni el papelito sucio,!

    cuadradillo ail, de la denuncia a lpiz contra m, Madrid en guerra, ekj

    buzn de aquel blancote de anarquista, que me quiso juzgar, con

    crucifijo y todo, ante la mesa de la biblioteca que fue un da de

    Nocedal (don Cndido); y que muri la tarde aquella con la bala que '

    era para l (no para m), y la pobre mujer que se cayo con l, ms

    blanca que mis dientes que me salvaron por blancos; ms que l, ms

    limpia, el sucio panadero, en la acera de la calle de Lista, esquina a la

    [40]

  • de Velzquez. No, no era, no era, no era aquel Destino mi Destino de

    muerte todava. Pero, de pronto, qu inminencia alegre, mala, indife-

    rente, absurda? Ya pas lo anterior y ya est, en este aqu, este esto,

    aqu est esto, y ya, y ya estamos nosotros igual que una pesadilla

    nufraga o un sueo dulce, claro, embriagador, con ello. La njela de la

    guarda nada puede contra la vijilancia exacta, contra el exacto dictar y

    decidir, contra el exacto obrar de mi Destino. Porque el Destino es

    natural, y artificial el njel, la njela. Esta inquietud tan fiel que reina

    en m, que no es del corazn, ni del pulmn, de dnde es? Ritmo

    vejetativo es (lo dijo Achcarro primero y luego Maran) mi tercer

    ritmo, ms cercano, Goethe, Claudel, al de la poesa, que los vuestros.

    [41]

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    Los versos largos, vuestros, cortos, vuestros, con el pulso de otra o co

    el pulmn propio. Cmo pasa este ritmo, este ritmo, ro mo, fuga de

    faisn de sangre ardiendo por mis ojos, naranjas voladoras de dog

    pechos en uno, y qu azules, qu verdes y qu oros diluidos en rojo,

    qu compases infinitos! Deja este ritmo timbres de aires y de espu

    en los odos, y sabores de ala y de nube en el quemante paladar, y

    olores a piedra con roco, y tocar cuerdas de olas. Dentro de m hay

    que est hablando, hablando, hablando ahora. No lo puedo callar, no

    puede callar. Yo quiero estar tranquilo con la tarde, esta tarde de 1

    creacin (no se deja callar, no lo dejo callar). Quiero el silencio en

    silencio, y no lo s callar a ste, ni se sabe callar. Calla, segundo yo,

    [42]

  • e hablas como yo y que no hablas como yo; calla, maldito! Es como

    el viento ese con la ola; el viento que se hunde con la ola inmensa; ola

    que sube inmensa con el viento; y qu dolor de olor y de sonido, qu

    dolor de color, y qu dolor de toque, de sabor de mbito de abismo! De

    mbito de abismo! Espumas vuelan, choque de ola y viento, en mil

    primaverales verdes blancos, que son festones de mi propio mbito

    interior. Vuelan las olas y los vientos pasan, y los colores de ola y

    viento juntos cantan, y los olores fuljen reunidos, y los sonidos todos

    son fusin, fusin y fundicin de gloria vista en el juego del viento con

    la mar. Y se era el que hablaba, qu mareo, se era el que hablaba, y

    era el perro que ladraba en Moguer, en la primera estrofa. Como en

    43

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    sueos, yo soaba una cosa que era otra. Pero si yo no estoy aqu

    mis cinco sentidos, ni el mar ni el viento son viento ni mar; no es*'

    gozando viento y mar si no los veo, si no los digo y lo escribo que 1

    estn. Nada es la realidad sin el Destino de una conciencia que reali

    za. Memoria son los sueos, pero no voluntad ni intelijencia. No

    verdad, ciudad grande de este mundo? No es verdad, di, ciudad de

    unidad posible, donde vivo? No es verdad la posible unidad, aunq

    no gusten los desunidos por Color o por Destino, por Color que es!

    Destino? S, en la ciudad del sur ya, persisten estos claros de campof

    rojiseco, igual que en m persisten, hombre pleno, las trazas del salvaje

    en cara y mano y en vestido; y el salvaje de la ciudad dormita en ell

    [44}

  • su civilizacin olvidada, olvidando las reglas, las prohibiciones y las

    leyes. All el papel tirado, intil critica, cuento estril, absurda poesa;

    all el vientre movido al lado de la flor, y si la soledad es hora sola, el

    pleno ayuntamiento de la carne con la carne, en la acera, en el jardn

    Heno de otros. El negro lo prefiere as tambin, y all se iguala al

    blanco con el sol en su negrura l, y el blanco negro con el sol en su

    blancura, resplandor que conviene ms, como aureola, al alma que es

    un oro en veta como mina. All los naturales tesoros valen ms, el agua

    tanto como el alma; el pulso tanto como el pjaro, como el canto del

    pjaro; la hoja tanto como la lengua. Y el hablar es lo mismo que el

    rumor de los rboles, que es conversacin perfectamente comprensible

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    para el blanco y el negro. All el goce y el deleite, y la risa, y la sonrisaj

    y el llanto y el sonlloro son iguales por fuera que por dentro; y la negra

    ms joven, esta Ofelia que, como la violeta silvestre oscura, es delicada

    en s sin el colejio ni el concierto, sin el museo ni la iglesia, se iguala

    con el rayo de luz que el sol echa en su cama, y le hace iris la sonrisa

    que envuelve un corazn de igual color por dentro que el negro pecho

    satinado, corazn que es el suyo, aunque el blanco no lo crea. All la

    vida est ms cerca de la muerte, la vida que es la muerte e

    movimiento, porque es la eternidad de lo creado, el nada ms, el tod

    el nada ms y el todo confundidos; el todo por la escala del amor en 1

    ojos hermosos que se anegan en sus aguas mismas, unos en otr

  • grises o negros como los colores del nardo y de la rosa; all el canto del

    mirlo libre y la canaria presa, los colores de la lluvia en el sol, que

    corona la tarde, sol lloviendo. Y los ms desgraciados, los ms tristes

    vienen a consolarse de los fciles, buscando los restos de su casa de dios

    entre lo verde abierto, ruina que persiste entre la piedra prohibitoria

    ms que la piedra misma; y en la congregacin del tiempo en el

    espacio, se reforma una unidad mayor que la de los fronteros escojidos.

    All se escoje bien entre lo mismo, mismo? La mueblera estraa,

    silln alto redicho, contornado, presidente incmodo; la alfombra con

    el polvo pelucoso de los siglos; la estantera de cuarenta pisos

    columnados, con los libros en orden de disminucin, pintados o

    [47]

  • JUAN RAMN JIMENEZ

    cortados a mquina, con el olor a gato; y las lmparas secas

    camellos o timones; los huevos por perillas en las puertas; los es-

    opacos inclinados en marco cudruple, pegajoso barniz, hierro moh

    los cajones manchados de jarabe (Baudelaire, hermosa taciturna, P

    Todos somos actores aqu, y slo actores, y el teatro es la ciudad, y

    campo y el horizonte, el mundo! Y Otelo con Desdmona ser

    eterno. Esto es el hoy todava, y es el maana an, pasar de casa en

    del teatro de los siglos, a lo largo de la humanidad toda. Pero t

    medio, t, mujer de hoy, negra o blanca, americana, asitica, eiurr

    africana, ocenica; demcrata, republicana, comunista, socialis

    monrquica; juda; rubia, morena; inocente o sofstica; buena o nv

    [48]

  • perdida indiferente; lenta o rpida; brutal o soadora; civilizada toda

    llena de manos, caras, campos naturales, muestras de un natural nico

    y libre, unificador de aire, de agua, de rbol, y ofrecindote al mismo

    dios de sol y luna nicos; mujer, la nueva siempre para el amor igual,

    la sola poesa. Todos hemos estado reunidos en la casa agradable

    blanca y vieja; y ahora todos (y t, mujer sola de todos) estamos

    separados. Nuestras casas saben bien lo que somos; nuestros cuerpos,

    ojos, manos, cinturas, cabezas, en su sitio; nuestros trajes en su sitio, en

    un sitio que hemos arreglado de antemano para que nos espere siempre

    igual. La vida es este unirse y separarse, rpidos, de ojos, manos, bocas,

    brazos, piernas, cada uno en la busca de aquello que lo atrae o lo repele.

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    Si todos nos uniramos en todo (y en color, tan lijera superficie) estos

    claros del campo nuestro, nuestro cuerpo, estas caras y estas manos, e|

    mundo un da nos seria hermoso a todos, una gran palma solo, una

    gran fuente slo, todo unido y apretado en un abrazo como el tiempo y

    el espacio, un astro humano, el astro del abrazo por rbita de paz y de

    armona... Bueno, s, dice el otro, como si fuera a m, al salir del museo

    despus de haber tocado el segundo David de Miguel ngel. Ya etl

    otoo. Saliendo! Qu hermosura de realidad! La vida, al salir de un

    museo!... No luce oro la hoja seca, canta oro, y canta rojo y cobre y

    amarillo; una cantada aguda y sorda, aguda con arrebato de mejor

    sensualidad. Mujer de otoo; rbol, hombre! cmo clamis el gozo de

    [50]

  • vivir, al azul que se alza con el primer fro! Quieren alzarse ms, hasta

    lo ltimo de ese azul que es ms limpio, de incomparable desnudez

    azul. Desnudez plena y honda del otoo, en la que el alma y carne se ve

    mejor que no son ms que una. La primavera cubre el idear, el invierno

    deshace el poseer, el verano amontona el descansar; otoo, t, el alerta,

    nos levantas descansado, rehecho, descubierto, al grito de tus cimas de

    jnvasora evasin. Al sur, al sur! Todos de prisa. La mudanza y despus

    la vuelta; aquel huir, aquel llegar en los tres das que nunca olvidar,

    que no me olvidarn. El sur, el sur, aquellas noches, aquellas nubes de

    aquellas noches de conjuncin cercana de planetas; qu ir llegando tan

    hermoso a nuestra casa blanca de Alhambra Circle en Coral Gables,

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    Miami, La Florida! Las garzas blancas habladoras en noches de

    escursiones altas. En noches de escursiones altas he odo por aqu

    hablar a las estrellas, en sus congregaciones palpitantes de las maris-

    mas de lo inmenso azul, como a las garzas blancas de Moguer, en sus

    congregaciones palpitantes por las marismas de lo verde inmenso. No

    eran espejos que guardaban vivos, para mi paso por debajo de ellas,

    blancos espejos de alas blancas, los ecos de las garzas de Moguer?

    Hablaban, yo lo o, como nosotros. Esto era en las marismas de La

    Florida llana, la tierra del espacio con la hora del tiempo. Qu soledad,

    ahora, a este sol de medioda! Un zorro muerto por un coche; una

    tortuga atravesando lenta el arenal; una serpiente resbalando undosa de

    [52]

  • marisma a marisma. Apenas jente; slo aquellos indios en su cerca de

    broma, tan pintadnos para los turistas. Y las calladas, las tapadas, las

    peinadas, las mujeres en aquellos corrales de las hondas marismas!

    Siento sueo; no, no fue un sueo de los indios que huyeron de la casa

    cruel de los tramperos? Era demasiado para un sueo, y no quisiera yo

    soarlo nunca... Plegadas alas en alerta unido de un ejrcito crdeno y

    cascareo, a un lado y otro del camino llano que daba sus pardores al fiel

    mar, los cnceres osaban craqueando erguidos (como en un agrio rezo

    de eslabones) al sol de la radiante soledad de un dios ausente. Llegando

    yo, las ruidosas alas se abrieron erijidas, mil seres, pequeos?,

    ladendose en sus ancas agudas. Y, silencio; un fin, silencio. Un fin, un

    []

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    dios que se acercaba. Un cncer, ya un cangrejo y slo, qued en el

    centro gris del arenal, ms erguido que todos, ms abierta la tenaza

    srrea de la mayor boca de su armario; los ojos, periscopios tiesos,

    clavando su vibrante enemistad en m. Baj lento hasta l, y con el

    lpiz de mi poesa y de mi crtica, sacado del bolsillo, le incit a que

    luchara. No se iba el david, no se iba el david del literato filisteo.

    Aboc el lpiz amarillo con su tenaza, y yo lo levant con l cojido y lo

    jir a los horizontes con impulso mayor, mayor, mayor, una rbita

    mayor, y l aguantaba. Su fuerza era tan poca para m ms tan poco,

    pobre hroe! Fui malo? Lo aplast con el injusto pie calzado, slo por

    ver qu era. Era cascara vana, un nombre nada ms, cangrejo; y ni un

    54

  • ajarme, ni un adarme de entraa; un hueco igual que cualquier hueco;

    mi hueco en otro hueco. Un hueco era el hroe sobre el suelo y bajo el

    cielo; un hueco, un hueco aplastado por m, que el aire no llenaba, por

    m, por m; slo un hueco, un vaco, un heroico secreto de un fro

    cncer hueco, un cangrejo hueco, un pobre david hueco. Y un silencio

    mayor que aquel silencio llen el mundo de pronto de veneno, un

    veneno de hueco; un principio, no un fin. Pareca que el hueco revelado

    por m y puesto en evidencia para todos, se hubiera hecho silencio, o el

    silencio, hueco; que se hubiera poblado aquel silencio numerable de

    innmero silencio hueco. Yo sufra que el cncer era yo, y yo un

    jigante que no era slo yo y que me haba a m pisado y aplastado. Qu

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    inmensamente hueco me senta, qu monstruo de oquedad erguida, en

    aquel' solear empederniente del medioda de las playas desertadas!

    Desertadas? Alguien mayor que yo y el nuevo yo vena, y yo llegaba al

    sol con mi oquedad inmensa, al mismo tiempo; y el sol me derreta lo

    hueco, y mi infinita sombra me entraba en el mar y en l me

    naufragaba en una lucha inmensa, porque el mar tenia que llenar todo

    mi hueco. Revolucin de un todo, un infinito, un caos instantneo de

    carne y cascaras, de arena y ola y nube y fro y sol, todo hecho total y

    nico, todo abel y can, david y goliat, cncer y yo, todo cangrejo y yo.

    Y en el espacio de aquel hueco inmenso y mudo, dios y yo ramos dos.

    Conciencia... Conciencia, yo, el tercero, el cado, te digo a ti (me oyes,

    [56]

  • conciencia?): Cuando t quedes libre de este cuerpo, cuando te esparzas

    en lo otro (qu es lo otro?), te acordars de m con amor hondo; ese

    jynor hondo que yo creo que t y mi cuerpo se han tenido tan

    llenamente, con un convencimiento doble que nos hizo vivir un

    convivir tan fiel como el de un doble astro cuando nace de dos para ser

    uno?, y no podremos ser por siempre lo que es un astro hecho de dos?

    No olvides que, por encima de lo otro y de los otros, hemos cumplido

    como buenos nuestro mutuo amor. Difcilmente un cuerpo habra

    amado as a su alma, como mi cuerpo a ti, conciencia de mi alma;

    porque t fuiste para l suma ideal y l se hizo por ti, contigo, lo que

    es. Tendr que preguntarte lo que fue? Esto lo s yo bien, que estaba

  • JUAN RAMN JIMNEZ

    en todo. Bueno, si t te vas, dmelo antes claramente y no te evadas

    mientras mi cuerpo est dormido; dormido suponiendo que ests con

    l. l quisiera besarte con un beso que fuera todo l, quisiera deshacer

    su fuerza en este beso, para que el beso quedara para siempre como

    algo, como un abrazo, por ejemplo, de un cuerpo y su conciencia en el

    hondn ms hondo de lo hondo eterno. Mi cuerpo no se encela de ti,

    conciencia; mas quisiera que al irte fueras todo l, y que dieras a l, al

    darte t a quien sea, lo suyo todo, este amar que te ha dado tan nico,

    tan solo, tan grande como lo nico y lo solo. Dime t todava: No te

    apena dejarme? Y por qu te has de ir de m, conciencia? No te gust

    mi vida? Yo te busqu tu esencia. Qu sustancia le pueden dar los

    m

  • ESPACIO

    dioses a tu esencia, que no pudiera darte yo? Ya te lo dije al comenzar:

    ^os dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo. Y te has

    e ir de m t, t a integrarte en un dios, en otro dios que este que

    gornos mientras t ests en m, como de dios?

    (Sucesin: y 2)

    (Por La Florida, 1941-1942-1954.)

    [59]

  • ESPACIO: CULMINACIN, RECAPITULACIN Y CRTICA DE LA OBRA

    La importancia del poema Espacio fue reconocida tan pronto como sus dos fragmentos iniciales vieron la luz. Y, de da en da, va aumentando el inters tanto por parte de los lectores de poesa, como por parte de los estudiosos de Juan Ramn Jimnez y de la literatura moderna hacia este complejo texto; hacia esta gran creacin (una de las mximas creaciones poticas de este siglo, en cualquier lengua).

    Creo que fue Enrique Dez-Canedo el primer crtico que seal la aparicin del fragmento primero de Espacio como el posible inicio de una nueva poca juanramoniana. As lo dej escrito ya en 1944: Mrcase en este poema una magnfica plenitud [...] como si se abriese una nueva etapa en la potica de Juan Ramn Jimnez1. Despus, muchos otros estudiosos de Juan Ramn o de la poesa moderna en general se refirieron a Espacio, casi siempre para sealar su gran importancia; son pocos, muy pocos, aquellos que se la han negado. Sin embargo, los estudios extensos en torno al poema se hicieron esperar bastante.

    Hasta 1968 no hallamos sobre Espacio ningn trabajo de carcter monogrfico. En ese ao aparece uno fundamental, ya que brinda una serie de claves, necesarias para la comprensin del texto: me refiero al ensayo de Howard T. Young, Gnesis y forma de Espacio, de Juan Ramn Jimnez2. Unos aos ms tarde ve la luz un libro de Mara Teresa Fonf. Espacio, autobiografa lrica de Juan Ramn Jimtie%*; UDro lectura imprescindible a mi juicio para todo estudioso de esta pieza-clave de la obra juanramoniana.

    En los ltimos ultimsimos aos la bibliografa en torno a Espacio ha crecido considerablemente. Mas si exceptuamos las casi

    1 Juan Ramn Jimnez en su obra (El Colegio de Mxico, 1944). 2 Revista Hispnica Moderna. (Ao xxxrv, nms. 1-2. Nueva York, 1968). 3 Madrid, nsula, 1972.

    [63]

  • AURORA DE ALBORNOZ

    cuarenta pginas que Gilbert Azam le dedica en su tesis doctoral4, las ms recientes aproximaciones al poema son breves, aunque algunas sean realmente importantes, a pesar de la brevedad5.

    4 L'Oewre de J. R. Jimne%. Coniinuit et rnouveau de laposie lyrique espaole (Atlicr Reproduction des Thses, Universit de Lille III, LUle, 1980, pgs. 567-604). Azam ve Espacio como uno de los mximos poemas del siglo xx y como uno de los momentos clave en el desarrollo de la obra en sucesin de Juan Ramn Jimnez.

    5 Remito a la Introduccin de la citada obra de Mara Teresa Font a todo inreresado en la bibliografa en torno a Espacio, existente hasta aquel momento; la autora no se limita a mencionar a los comentaristas, sino que resume ampliamente todos los comentarios. Gilbert Azam en la obra citada aade algn nuevo juicio.

    Aun a riesgo de cometer omisiones involuntarias, mencionar aqu algunos estudios -muy breves unos; de extensin mediana otros - publicados en estos ltimos aos (y, por alguna razn, interesantes):

    Ricardo Gulln: Un ascua de conciencia y de valor. Gulln contempla Espacio como un texto en la cual la conciencia se va creando al ir crendose el poema. A pesar de su brevedad, se trata de un estudio muy orientador. (Pueblo, suplemento literario, Madrid, 5 de julio de 1978).

    Arturo del Villar: De Espacio a 'Piedra de sol'. No se limita el autor a hacer una comparacin entre el poema de Juan Ramn y el de Octavio Paz: los estudia a ambos y a Espacio anticipando Piedra de sol como estructuras circulares, dentro de las cuales todo se va moviendo en crculos. (Cuadernos Hispanoamericanos, nm. 343-345. Madrid, enero-marzo, 1979).

    Howard T. Young, en The Une in the Margin. Juan Ramn jmne\ and bis readinps m Blake, Shelley, and Yeats (The University of Wisconsin Press, 1980) hace importantes comentarios sobre algunos puntos de Espacio (sobre rodo, en su posible relacin con algunos aspectos de la cosmovisin de Blake).

    En: Adn en el paraso. Metfora de filsofo y poeta. Mervyn Coke-Engudanos sugiere un curioso paralelismo entre un ensayo de Jos Ortega y Gasset v el Adn creador del mundo del Fragmento tercero, de Espacio. (Alalu^ , ao XII, nm. 2, Universidad de California, otoo, 1980).

    En un recientsimo estudio en torno a En el otro costado, Jorge Rodrguez Padrn repara entre otras cosas-- en el movimiento de mar visible en el conjunto del libro, y muy notable en Espacio. (Juan Ramn Jimnez en su segundo mar. Notas de aproximacin. nsula, nm. 416-417. Madrid, julio-agosto, 1981).

    Bajo el ttulo: Una improvisacin del cosmos: Espacio, de Juan Ramn Jimnez, Agnes M. Gulln hace una cordial e inteligente aproximacin a una serie de puntos-clave de Espacio (nsula, nm. 416-417. Madrid, julio-agosto, 1981).

    En una ponencia dictada en e! Congreso Internacional del Centenario de Juan Ramn Jimnez (La Rbida, 1981. De prxima publicacin), John Wilcox hizo una muv interesante lectura de Espacto: en el poema ve la presencia de un yo realista y un yo idealista en tensin, en lucha. Por mi parte, me he aproximado al texto en diversas ocasiones. Principalmente, en [64]

  • . ESTUDIO DE ESPACIO

    GNESIS. PUBLICACIONES PARCIALES DE ESPACIO. VERSIN FINAL

    Al momento de creacin de Espacio se refiri su autor muy pronto, en ms de una ocasin. Entre otras, en una carta dirigida a Enrique Dez-Canedo, fechada el 6 de agosto de 1943. De ella vale la pena destacar estas palabras: Pues en 1941, saliendo yo, casi nuevo, resucitado casi, del hospital de la Universidad de Miami (a donde me llev un mdico de stos de aqu, para quienes el enfermo es un nmero y lo consideran por visceras aisladas) una embriaguez rapsdica, una fuga incontenible empez a dictarme un poema de espacio, en una sola estrofa de verso mayon>6. Muy poco antes (en carta fechada en julio de 1943) Juan Ramn le haba escrito a Luis Cernuda estas lneas: Ahora, hace tres aos, tengo en mi lpiz un poema que llamo "Espacio" y sobrellamo "Estrofa", y llevo ya de l unas 115 pajinas seguidas. Pero sin asunto, en sucesin natural. Creo que en la escritura potica, como en la pintura o la msica, el asunto es retrica, lo que queda, la poesa. Mi ilusin ha sido siempre ser ms cada vez el poeta de lo que queda, hasta llegar un da a no escribir. Escribir no es sino una preparacin para no escribir, para el estado de gracia potico, intelectual o sensitivo. Ser uno poesa y no poeta7.

    Espacio (una estrofa) que es el actual Fragmento prime-

    Xmva antolojia: Juan Ramn ]imne\ (Barcelona, Ed. Pennsula, 1973, 2* ed. 1981); Introduccin a: Juan Ramn Jimnez: pjt el otro costado (Madrid, Ediciones Jcar, 1974); Hn torno a un 'nuevo libro de Juan Ramn Jimnez' (ensayo recogido en Hacia la realidad creada, Barcelona, Ed. Pennsula, 1979); Espacio. Algunos ecos del ayer en el hoy (Camp de tArpa, nm. 87, Barcelona, mayo, 1981); Aproximacin al poema Espacio (Revista de Occidente. Madrid, diciembre, 1981); El sentido de la cita y la autocita en Espacio (ledo en el Congreso Internacional del Centenario de Juan Ramn Jimnez. La Rbida, 1981. De prxima aparicin. Publicaciones de la Univeisidad de Sevilla); Juan Ramn ]imne\: el espacio temporalizado (de prxima aparicin. Publicaciones de la Universidad Internacional Menndez Pelayo, Santander).

    Bbis. Despus de redactadas estas pginas veo en Pea Labra un texto de Ricardo Gulln. Se trata del va citado, un poco ampliado y con algunas modificaciones (Introduccin a Espacio, Pea Eabra, nm. 40-41, Santander, verano-otoo, 1981).

    6 Reproducida por Enrique Dez-Canedo en la citada obra. Sobre la gnesis y las primeras publicaciones de Espacio habla detalladamente Howard T. Young en el artculo citado en la nota 2.

    7 Recogida en La comente infinita. (Ed. de Francisco Garfias. Madrid, Aguilar, 1961, pgs. 171-179). [65]

  • AURORA DE ALBORNOZ

    ro se public en Cuadernos Americanos, de Mxico, en 19438. Justamente un ao ms tarde, en la misma revista, vio la luz el actual Fragmento segundo, que llevaba entonces el ttulo siguiente: Espacio (fragmento primero de la segunda estrofa). Cantada9. En las versiones mexicanas los dos fragmentos o estrofas estn escritos en verso libre.

    Han de transcurrir varios aos antes de que Juan Ramn publique Espacio en forma completa, tal como hoy lo conocemos. Sabemos que en 1953, en Puerto Rico (as lo afirma Ricardo Gulln), segua trabajando en el texto. Que, finalmente, apareci en la revista Poesa Espaola, de Madrid, en 195410. Fue recogido no" mucho despus en: Tercera antoloja potica (1898-1953)n. En esta versin desaparecen unas frases alusivas a personas reales, vivas an. En la misma forma pas Espacio a las ediciones posteriores12.

    Espacio comenz a gestarse en 1941, pero su elaboracin dur hasta ya entrada la dcada del cincuenta. Ello nos lleva a pensar no slo en la importancia que Juan Ramn le conceda, sino, adems, a considerarlo como uno de sus ltimos textos.

    Como todo lector de Juan Ramn Jimnez recordar, Espacio estaba destinado a formar parte del libro que su autor titulaba: En el otro costado, volumen que recogera poesa creada entre 1936 y 1942. (Creada, digo y subrayo, ya que fue sometida a cuidadosa depuracin despus de 1942, y, en el caso de Espacio, dado por finalizado como dije muchos aos despus).

    La poesa de En el otro costado primer libro de una unidad mayor que llevara el ttulo general de Erica de una Atlntida est

    8 Vol. xi, nm. 5, septiembre-octubre, 1943. 9 Cuajemos americanos, vol. xvu, nm. 5, septiembre-octubre, 1944. I.os dos fragmentos fueron recogidos por Francisco Giner de los Ros en Las cien

    mejores poesas espaolas del destierro. (Mxico. Hd. Signo, 1945.) 111 Nm. 28, abril (dirigida por Jos Garca Nieto). En las dos primeras partes

    hallamos mnimas variantes enriquecedoras (de palabras y de sintagmas). M Madrid, Biblioteca Nueva, 1957. 12 En la versin recogida en Leyenda (Edicin de Antonio Snchez Romeralo,

    Madrid, Cupsa Editorial, 1978), se altera slo la colocacin de los ttulos de las partes que aqu encabezan cada una de las tres estrofas, mientras que en las ediciones anteriores figuran al final de las mismas.

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    representada en la Tercera antoloja potica por treinta y ocho poemas. En 1974 fue publicado de acuerdo con un ltimo proyecto realizado por el poeta13.

    Tanto en la Tercera antoloja potica como en los proyectos ltimos que se conservan en la Sala Zenobia-Juan Ramn Jimnez de la Universidad de Puerto Rico el volumen titulado En el otro costado va dividido en cinco partes: 1) Mar sin caminos; 2) Canciones de La Florida; 3) Espacio; 4) Romances de Coral Gables, y 5) Caminos sin mar.

    Como he apuntado ya en otra ocasin, parece claro que el poeta quiere establecer una ordenacin lgica dentro del conjunto14. El libro se abre y se cierra con la presencia del mar presencia nombrada ya en los ttulos. Entre la parte primera en la que domina el verso libre y la central Espacio viene: Canciones de La Florida; entre Espacio y la parte ltima Caminos sin mar est: Romances de Coral Gables. Formalmente aunque en algunos momen-tos de las partes primera y ltima el poeta utilice formas tradicionales, y en Canciones de La Florida haya algunos poemas que no son canciones se observa el intento de seguir el siguiente esquema: verso libre-cancin-poesa en prosa-romance-verso libre. Espacio, en medio de este libro de estructura circular, se convierte en el centro del crculo.

    EL POETA ANTE EL POEMA

    De la gnesis de Espacio algo nos dej dicho el poeta, como vimos ya. Mas no se limit a referirse al momento de creacin: algo mucho dijo sobre el poema mismo.

    En este sentido son importantes las palabras que hallamos en la carta dirigida a Luis Cernuda: y ms an las que puso como Prlogo a la primera publicacin mexicana15. De ellas, quiero

    13 Vase la nota 5. Con posterioridad a 1974 Antonio Snchez Romeralo lo incluye en Leyenda (aade poemas que no figuran en la edicin de 1974).

    14 Me detengo en ello en la Introduccin a la edicin de 1974. (Vase nota 5). 15 Reproduzco el Prlogo completo en un Apndice. En la versin recogida en

    Leyenda las palabras de dicho prlogo preceden al poema. (Hay algunas variantes mnimas y, al final, una adicin significativa, a la cual me referir).

    67-

  • AURORA DE ALBORNOZ

    destacar ahora las siguientes frases, en las que encuentro algunas ideas y algunos trminos realmente reveladores: El poema largo con asunto, lo pico, vasta mezcla de intriga jeneral de sustancia y tcnica, no me ha atrado nunca; [...] Pero toda mi vida he acariciado la idea de un poema seguido (cuntos milmetros, metros, kilmetros?) sin asunto concreto, sostenido slo por la sorpresa, el ritmo, el hallazgo, la luz, la ilusin sucesiva, es decir, por sus elementos intrnsecos, por su esencia. Un poema escrito que sea a lo dems versificado, como es, por ejemplo, la msica de Mozart o Prokofieff, a la dems msica; sucesin de hermosura ms o menos inesplicable y deleitosa16. [.| I .o que esta escritura sea ha venido libre a mi conciencia potica y_ a mi espresin relativa, a su debido tiempo, como respuesta formada de la misma esencia de mi pregunta, o ms bien, del ansia ma de buena parte de mi vida, por esta creacin singular. [...] Sin duda era en mis tiempos finales cuando deba llegar a m esta respuesta, este eco del mbito del hombre17.

    Hay aqu muchas ideas y muchas palabras que merecen ser tomadas en cuenta. De momento, subrayamos: poema seguido; poema sin asunto concreto; poema sostenido por sus elementos intrnsecos (sorpresa, ritmo, hallazgo, luz,...); subrayemos, igualmente, el trmino respuesta; reparemos en ese conocimiento de saberse realizando una creacin singular; y, desde luego, no pasemos por alto un hecho significativo: el empeo en aproximar esta creacin a otras creaciones, mas no literarias, sino musicales.

    Creo que estas y muchas ms palabras de Juan Ramn siempre buen crtico de su obra no deben pasarnos desapercibi-das a la hora de aproximarnos a Espacio.

    16 En uno de los borradores del Prlogo (cuya fecha no he podido determinar) Juan Ramn aade (a pie de pgina, manuscrito) unas frases que creo muy reveladoras: En donde las ideas latentes se espresen como sentimientos rtmicos para ser sentidas tambin como belleza sensorial.

    17 En leyenda el prrafo ltimo es ste: Sin duda, era en mis tiempos finales cuando deba llegar a m esta respuesta, este eco del mbito del hombre hermano. (El subrayado es mo. La adicin me parece innecesaria, aunque significativa de una actitud del ltimo Juan Ramn).

    m

  • ESTUDIO DE ESPACIO

    UNA PRIMERA MIRADA AL TEXTO Al comparar las primeras publicaciones las parciales de Espacio con la versin completa, final, lo primero sin duda que llama nuestra atencin es que ahora vemos prosa seguida donde antes veamos versos. Y la primera interrogante que nos planteamos se refiere al por qu de esa transformacin.

    De sobra sabemos que Juan Ramn Jimnez correga incansa-blemente toda su obra; sabemos, adems, que en sus aos ltimos andaba poniendo en prosa lo antes escrito en verso libre... Sin embargo, en el caso de Espacio la alteracin no obedece a capricho de ltima hora: se trata, a mi juicio, de una correccin necesaria.

    No pueden pasarnos desapercibidas las palabras prolgales, en las que el poeta se refiere a aquella su lejana aspiracin hacia la creacin de un poema seguido (cuntos milmetros, metros, kilme-tros?). Creo que para lograrlo plenamente era necesario romper incluso con la tradicional distribucin del texto en versos; era necesario el paso de lneas cortas y largas a esas lneas ininterrumpidas que parecen prosa que fluyen torrencialmente, desde el comienzo hasta el final, llenando de palabras las pginas; inundando de palabras el espacio de las pginas18.

    Espacio, en su forma completa, es pues un largo poema escrito en prosa seguida, sin prrafos, dividido en tres partes: Fragmento primero, Fragmento segundo y Fragmento tercero. Al final de cada una de ellas figuran los ttulos, que son, respectivamente: Sucesin: 1; Cantada; Sucesin: y 2. Al pie del poema, entre parntesis, un lugar y unas fechas: (Por La Florida, 1941, 1942, 1954)'9.

    Quiz esa prosa seguida es lo primero que sorprende al lector (y ello, an sin saber que dos partes fueron antes verso). Pero

    18 En su citado ensayo, Agnes M. Gulln hace las siguientes reflexiones sobre este punto: El verso 'libre' es, despus de todo, algo confinante. Comparado con la ver-sificacin regular, la irregular es libre, mas contrastado con la expresin espontnea, no lo es tanto. Si bien se sustituye en el verso libre la palabra por la lnea como unidad bsica, la conservacin de la lnea afecta an la percepcin visual del lector.

    " Como ya seal en luytnda, los ttulos encabezan las partes; los nmeros que siguen a Sucesin desaparecen.

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  • AURORA DE ALBORNOZ

    tambin hay otras cosas que llaman la atencin a primera vista. As, esa escritura nueva, singular, que en algo recuerda a la escritura automtica.

    A un cierto automatismo; a automatismo psquico, etc., se han referido muchos comentaristas. Acaso, antes que ningn otro, Gerardo Diego ya en 1947 al escribir estas palabras: Baste decir que el poeta ha descubierto sin proponrselo la ecuacin imposible del movimiento continuo, la poesa automtica en que cada verso dispara el siguiente con la inocencia y la divina incongruencia cordial con que la onda del riachuelo se sucede a s misma20.

    Sin embargo, ya que el trmino automatismo puede hoy parecemos excesivamente ligado a la obra de los surrealistas de 1924, prefiero no utilizarlo aqu porque podra confundirnos un poco (lo cual no significa que lo rechace totalmente).

    Recordemos que dentro del pensar potico de Juan Ramn Jimnez la poesa es siempre instinto interpretado por la inteligencia. Recordemos tambin que el instinto que manda, o que es todo ojos no llegar por s solo a plasmarse en creacin artstica: la inteligencia que no sirve para guiar el instinto, sino para comprenderlo es imprescindible para que la poesa y la creacin artstica en general llegue a serlo21.

    Espacio es entre tantas otras cosas un triunfo del pensar potico de su creador: este ininterrumpido monologar de la concien-cia es un fluir del instinto interpretado comprendido por la inteligencia22.

    20 Alfrez, ao II, nm. 21. Madrid, octubre, 1948; reproducido en Juan Ramn Jimnez (Ed. de Aurora de Albornoz, Kl escritor y la crtica. Madrid, Taurus, 1981, pgs. 4648. Diego se refiere obviamente a los primeros fragmentos).

    21 Las expresiones entrecomilladas son de Juan Ramn Jimnez. Kl lector puede hallar en el lenguaje de la psicologa trminos equivalentes, o cercanos, a instinto e inteligencia (mas prefiero utilizar los creados por el poeta).

    22 En este punto quiero recordar unas palabras muv justas de Cintio Vitier: IX que ahora se le revela, en la estrofa interminable de Hspacio, es la incesancia fundamental de su palabra, ese monlogo (hecho de intuicin e ideologa resultante de toda su obra) en principio infinito, que se desovilla sin pausa: ondas y ondas de la corriente lrica, tierras y tiertas del espritu pasando ante la mirada absorta, como si la imagen y el pensamiento encontraran su denominador comn en el continuo somne de la impulsin verbal. (Homenaje a Juan Ramn Jimnez, Asomante, ao XIII, nm. 2, San Juan de Puerto

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    El instinto va trayendo al texto palabras que generan nuevas palabras; sonidos que proyectan sonidos-eco... Todo lector que se aproxime a las pginas de Espacio captar de inmediato esta sucesin de palabras y de sonidos que, a manera de conjuro, arrastran tras de s nuevas palabras.

    Sin duda, hay notables coincidencias entre la escritura del Juan Ramn de Espacio y la de todos aquellos poetas llmense surrealis-tas o no que, en este siglo, o ya en las ltimas dcadas del pasado, se dejaron alucinar por el misterioso poder de la palabra. Mas debo aadir que ello no es del todo nuevo en la obra juanramoniana, aunque en Espacio llegue a su culminacin: la palabra hallada genera nuevas palabras ya si no antes en Diario de un poeta recin casado; en algunos de los fragmentos de ese libro de 1917, anticipador de tantas cosas (pre-surrealista en algn momento)23.

    Como quera el poeta, Espacio es una creacin singular, donde ya a primera vista notamos que no hay asunto concreto; hay, s, eso que para entendernos fcilmente tendremos que llamar temas. Pero quisiera que cuando de temas hable se piense ms bien en temas musicales que en problemas lgicamente planteados o formulacio-nes racionales.

    EL FLUIR DEL DISCURSO

    FU texto se inicia con una respuesta: respuesta ltima a una serie de preguntas, hechas a travs de toda la obra. La hallamos en la primera frase: Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo. En esa frase-clave est el primer gran tema del discurso.

    Discurso que va a desarrollarse en forma de poema sintnico y cuyas partes o movimientos se relacionan estrechamente24.

    Rico, abril-junio, 1957; reproducido en Juan Ramn Jimnez, El escritor y la crtica, pgs. 55-75).

    23 Tema que no se ha estudiado o que se ha preferido ignorar. 24 El musiclogo Elias Lpez Soba -a quien debo algunas precisiones sobre los

    trminos musicales que aqu utilizo ve Espacio ms como poema sinfnico que como sinfona dada la estrecha relacin de sus tres partes.

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  • AURORA DE ALBORNOZ

    Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo vo. tema inicial que se reitera dos veces, una con variaciones se ampla y complementa con las siguientes cordiales reflexiones: Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo por vivir. Y, a continuacin, tanto lo vivido como lo por vivir (es decir: lo que hice, hago, pienso, recuerdo, so y sueo, deseo y desear,...) viene, va viniendo, dicindose: hacindose y haciendo el poema.

    Son muchos los motivos y sigamos pensando en trminos musicales25 que van surgiendo a travs de todo el Fragmento primero. Algunos asoman y se ocultan; otros insinan o forman temas: muchos de ellos se convierten en seguida en temas-clave. En ciertos casos lo que se apunta en este fragmento se desarrolla ms adelante; algunas frases-tema surgen ahora y se reiteran luego. As: Para acordarme de por qu he nacido, vuelvo a ti, mar, o: Dulce como esta luz era el amor.

    En Fragmento segundo. Cantada, una serie de palabras y frases se van repitiendo constantemente a manera de temas con variaciones. Ello imprime al conjunto una gran unidad de emocin, de tono, y un asombroso ritmo. La frase inicial es una variacin de la que ya escuchamos en Fragmento primero (Para acordarme de por qu he nacido, vuelto a ti, mar). Ahora inicio de Cantada ha experimentado una transformacin: Y para recordar por qu he vivido, vengo a ti, ro Hudson de mi mar. A continuacin llega la otra conocida tambin: Dulce como esta luz era el amor. sta se reitera con variaciones unas cuantas veces: Dulce como la luz es el amon>; Dulce como este sol era el amon>... Una serie de palabras-clave motivos en general presentes ya en Fragmento primero; vuelven: mar, viento, luna y sol, luz,...; se acumulan ahora; van generndose a s mismos a medida que el texto avanza, imprimiendo a esta Cantada un tono de exaltacin mxima y un ritmo sostenido, siempre ascendente.

    Cantada no es como se ha sugerido un parntesis entre dos partes ms densas. Creo que viene como desarrollo de un tema

    25 Motivo es, en lenguaje musical, el elemento ms pequeo que tiene sentido por s solo. En poesa, un motivo puede serlo un sintagma o una sola palabra.

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    presente ya en todo el Fragmento primero, aunque culmine en sus palabras ltimas: Amor, contigo y con la luz todo se hace, y lo que haces, amor, no acaba nunca. Asimismo, Cantada enlaza, en forma bien visible, con la parte siguiente: con Fragmento tercero, que comienza con una serie de variaciones de una de las conocidas frases-tema.

    Si en Fragmento primero notamos que una serie de temas se esbozan, fugaces, en Fragmento tercero, por el contrario, los motivos suelen desarrollarse hasta devenir temas-clave, que pueden extenderse a travs de varias pginas del texto. En algn caso, es posible advertir la presencia de temas nuevos; en general, lo que en este fragmento hallamos es una profundizacin de los apuntados ya en las pginas del inicial; algunos de ellos son variaciones de lo va dicho.

    Creo que es fundamental sealar que todo el final del final es decir: la ltima pgina o pginas de Espado es una cordial reflexin de la frase inicial del poema: Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo. Frase que se reitera en las lneas finales del texto, como sugiriendo que ah est su tema-clave; que se reitera, como en muchas creaciones musicales, para que nuestra memoria siga escuchndola, aun despus que el sonido ha cesado26.

    LA TRAMA TEMTICA

    Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo., viene como una afirmacin, y como una respuesta a algo: afirmacin de la visin del mundo o del hombre a la que el poeta ha llegado en ese momento (y no cambiar ya); respuesta a una pregunta, o, mejor, a una serie de preguntas que se haba hecho a travs de toda su obra (obra de vida).

    La frase-tema se repite, con una variante, casi al final de Fragmento primero: esta vez el creador le dice al pjaro su doble ideal: Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tienes t. Y como ya hice notar vuelve a aparecer en las ltimas lneas de

    26 Y, por supuesto, sugiriendo una circularidad (como seala Arturo del Villar en su citado estudio).

  • AURORA DE ALBORNOZ

    Espacio. (Aadamos que la misma idea-sentimiento se expresa, con palabras distintas, en otros muchos lugares del texto.)

    Creo que esa frase-clave es el ncleo generador del poema. Y llamo as a la palabra, o palabras, que todo poeta que lo es encuentra (dnde?) y en torno a las cuales o a la cual va surgiendo el poema.

    Claro que aquello que se encuentra est en alguna parte, v me parece nunca fuera del poeta, sino, por el contrario, en alguna zona de su yo.

    En este caso creo que la frase potica es una concrecin de una idea-sentimiento, obsesiva ahora, aunque latente en el Juan Ramn de todos los tiempos: la pregunta por el destino humano; por el destino de la conciencia.

    En sus ltimos aos y tras muchos de reflexiones Juan Ramn llega a pensar que el hombre todo hombre por medio del cultivo de s mismo; por medio de su trabajo vocativo, gustoso, puede cumplirse como tal: hacerse hombre ltimo, dios. O, lo que es igual: crear una conciencia: su conciencia. As, aun a riesgo de esquematizar en exceso, me atrevera a definir la juanramoniana idea-sentimiento de conciencia en los siguientes trminos: desarrollo al mximo de las posibilidades del yo vivo, actuante, sintiente, pensante,... y por supuesto creador. Por ello su conciencia la del poeta se hace al ir creando; al realizar su obra. Se trata, por tanto, de una conciencia intencional utilizando un lenguaje filosfico.

    En los aos de creacin de Espacio Juan Ramn se sabe hombre ltimo, dios; hombre que ha desarrollado al mximo las posibilidades de su yo: en su caso, de su yo potico. Pero sabe tambin que alma y cuerpo son [...] una sola y misma sustancia y esencia, como afirma en una carta fechada hacia 1949-195027.

    Por tanto, la (sorprendida? entusiasta?) afirmacin inicial se va trocando como se ve claramente en Fragmento tercero en duda, en impotencia, en desolacin... Porque el hombre que se sabe

    21 Recogida por Francisco Garfias en: Seleccin de carias (Barcelona, Ed. Picazo, 1973, pg. 225).

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    de la misma sustancia de los dioses, sabe, igualmente, que la conciencia la que hizo palabra a palabra no sobrevivir al ser de alma y carne que la ha formado; que le ha cantado.

    Para no caer en un tono excesivamente angustiado, la desola-cin se disfraza de interrogaciones en las frases finales de Espacio, en las cuales el ser, plenamente consciente, dialoga con su conciencia: Dime t todava: No te apena dejarme? Y por qu te has de ir de m, conciencia? No te gust mi vida? Yo te busqu tu esencia. Qu sustancia le pueden dar los dioses a tu esencia que no pudiera darte yo? Ya te lo dije al comenzar: 'Los dioses no tuvieron ms sustancia que la que tengo yo.' Y te has de ir de m t, a integrarte en un dios, en otro dios que este que somos mientras t ests en m, como de dios?

    Estas interrogantes de antemano, respondidas cierran el poema Espacio.

    Creo que en torno a* este tema-clave se entretejen todos los dems, formando una compleja trama.

    Las palabras que vienen, que van, que atraen nuevas palabras, arrastran consigo emociones, preocupaciones de ahora y de siempre. As, llegan al texto los temas o presencias dominantes en el Juan Ramn de todos los tiempos. No es difcil hallar a travs de casi todas las pginas del discurso las que el poeta llamaba sus tres normas vocativas: la Mujer, la Obra y la Muerte. Aunque ahora como seala Gilbert Azam no anclan las normas vocativas separadas, sino ligadas las unas a las otras y, en cierta forma, fundidas dentro de esa substancia que iguala al poeta con los dioses28.

    Estn aqu la Mujer, la Obra, la Muerte,... y muchas, muchsimas otras presencias. Que no pretendo examinar ahora (y ni siquiera mencionarlas todas)29.

    En constante ir y venir llegan a Fragmento primero temas fundamentales que permanecen y, a veces, se amplan en las partes siguientes. As, la poesa (con su variante: el canto) constantemente; y el

    28 Vase la citada obra, pgina 602. 29 Mara Teresa Font, en su citado libro, se aproxima a una serie de temas,

    fundamentales en Espacio, y, adems, estudia algunas relaciones temticas entre este y otros poemas de Juan Ramn Jimnez (anteriores o contemporneos).

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  • AURORA DE ALBORNOZ

    lenguaje y la infancia; o sugerencias de muerte... Y siempre la mujer, unida o separada al sexo. Y el amor a la mujer; a los otros; a lo otro.... Hay otras preocupaciones que afloran a travs de unas lneas, ocultndose luego.

    El amor se impone, dominante, en Fragmento segundo. Cantada (ya lo dije, y a ello volver).

    En Fragmento tercero varias pginas giran en torno a algo que ahora se llama Destino. Segn nos aproximamos al final, vamos sintiendo con fuerza la presencia de la soledad, del vaco, de la nada, de la muerte en fin... Y al lado de toda esta desolacin, la vida, vista en la naturaleza, en las cosas, en los seres que la viven plenamente. O la aspiracin a un mundo mejor (en el que se hayan superado algunos absurdos problemas, creados por el hombre: el racial, por ejemplo). Ms an en esta parte que en las otras hallamos, constantemente, una serie de reflexiones y sentimientos relacionados con la palabra, la poesa, el poeta.

    Aunque sea brevemente, es imprescindible hacer unas obser-vaciones sobre ese Destino, en torno al cual giran varias pginas de Fragmento tercero. En primer trmino, sealar que es posible que una serie de libres asociaciones lo hayan trado al texto. Al inicio de esta parte el nombre de un lugar ha venido: Sitjes; y, con Sitjes, una palabra cargada de sugerencias: mar: Y para recordar porqu he vivido', vuelvo a ti, mar, pens yo en Sitjes, antes de una guerra, en Espaa, del mundo. Mi presentimiento! Y entonces, marenmedio, mar, ms mar, eterno, eterno mar [...]. Mar, v qu estrao es todo esto. No era Espaa, era La Florida de Espaa,... Otro nombre propio Deering parece traer tambin consigo sugerencias de Destino*0.

    Curiosamente, Juan Ramn habla en algn momento de destino de muerte y de destino de vida: Cualquier forma es la forma

    30 Cuando estas pginas estaban ya en prensa me llega un articulo de Jos Mara Barcells en extremo aclarador: el norteamericano Jammes Deering que se hizo construir en Miami la barroca Villa Vizcaya haba sufragado los gastos de reparacin del Hospital de Sant Joan (Sitges) v edificios colindantes, es decir el conjunto llamado Maricel. (Vase: Juan Ramn y Catalua en Estudio: sobre J. R. ]., Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagez, 1981).

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    del Destino, forma de muerte o vida... Y, ms curiosamente an, pienso que cuando se refiere a destino de muerte emplea la frase en un sentido muy familiar: habla, como cualquier hablante lo hara como lo hace el pueblo, identificando destino y muerte: No era, no era, no era aquel Destino mi destino de muerte todava dice en una pgina, tras recordar una serie de momentos en que crey ver la muerte cerca. Sin embargo, el destino de vida se identifica plenamente con conciencia que realiza: Nada es realidad sin el destino de una conciencia que realiza, afirma en un momento. Creo, adems, que, en algunas lneas, podramos intuir una asociacin entre destino y fatalidad (v en ello percibimos obviamente ecos claros de antiguas tradiciones literarias).

    Ms an ahora que en las partes anteriores dije hallamos, en este Fragmento tercero, una serie de sentimientos y reflexiones relacionados con la palabra, la poesa, o el poeta, visto como nombrador y creador de las cosas, al nombrarlas: Pero si yo no estoy aqu con mis cinco sentidos, ni el mar ni el viento son viento ni mar; no estn gozando viento y mar si no los veo, si no los digo y lo escribo que lo estn, dice en algn momento. Y, claro est, en este decir recordamos a un Juan Ramn anterior; muy anterior: el que ya en 1911 haba escrito en el poema titulado A un poeta estos conocidos versos:

    Creemos los nombres. Derivarn los hombres. Luego, derivarn las cosas31.

    En las citadas lneas de Espacio Juan Ramn se reafirma, sin duda, en una creencia lejana. Pero no siempre sucede esto: con bastante frecuencia, el instinto-inteligencia del poeta parece reflexio-nar en Espacio en torno a un sentimiento-idea antiguo para llegar ahora a intuiciones distintas. A veces estamos an refirindonos a las presencias de poesa v poeta lo que en algn momento de ayer se intent rechazar se admite ahora plenamente. En este sentido

    31 Pertenece al provecto de libro Poemas impersonales. Figura en todas las antolojas.

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  • AUROR/i DE ALBORNOZ -

    quiero llamar la atencin sobre un texto perteneciente al libro Poesa (1923), en el cual el creador que acaso entonces buscaba la claridad mxima parece conjurar a un desconocido poder contra el que se empea en aquel tiempo en luchar:

    Poder que me utilizas, como mdium sonmbulo para tus misteriosas comunicaciones; he de vencerte, s, he de saber qu dices, qu me haces decir cuando me cojes; he de saber qu digo, un da!

    Pues bien, ese misterioso poder viene me parece como segundo yo a las pginas de Espacio: viene como otro que dice palabras que crea palabras desde alguna zona oscura. El yo consciente parece querer acallarlo, pero le deja hablar: as, una voz que aflora desde lo inconsciente va imponindose, trayendo, en libre asociacin, ideas, palabras, sonidos...: Dentro de m hay uno que est hablando, hablando, hablando ahora. No lo puedo callar, no se puede callar. Yo quiero estar tranquilo con la tarde, esta tarde de loca creacin (no se deja callar, no lo dejo callar). Calla, segundo yo que hablas como yo y que no hablas como yo; calla maldito; es como el viento ese con la ola; el viento que se hunde con la ola inmensa; ola que sube inmensa como el viento; y qu dolor de olor y de sonido, qu dolor de color, y qu dolor de toque, de sabor de mbito de abismo! De mbito de abismo! Espumas vuelan, choque de ola y viento, en mil primaverales verdes blancos, que son festones de mi propio mbito interior. Vuelan las olas y los vientos pasan, y los colores de ola y viento juntos cantan, y los olores fuljen reunidos, y los sonidos todos son fusin, fusin y fundicin de gloria vista en el juego del viento con la mar.

    Creo que aquel poder, misterioso y desconocido, contra el que antao se pretenda luchar entra ahora, triunfante, en Espacio. No lo dejo callar, dice el poeta en un momento. Y, muy poco despus, sentimos que el segundo yo, el poden) oscuro, se ha apoderado de la voz que en estas lneas muy notoriamente dice

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  • ESTUDIO DE ESPACIO

    palabras que fluyen libres, llamndose las unas a las otras; buscndose, persiguindose unas a otras.

    Los temas en los que me he detenido y los meramente mencionados y otros a los que no me refer; no lo creo necesario son, en general, problemas visibles a travs de la poesa juanramonia-na de momentos anteriores: a veces, podemos intuirlos, o verlos claramente, ya en los libros primeros.

    Tambin los motivos sintagmas, o ms comnmente, palabras suelen resultarnos conocidos: mar, sol, luz, viento, pjaro, rboles,... Estos motivos y muchos otros conllevan ahora a veces, conllevaban ya antes un sentido simblico. Sin embargo, es posible cosa que apunta John Wilcox que ciertos motivos-smbolos experimenten en Espacio un cambio, una transformacin, en relacin con la poesa de etapas anteriores32.

    Quiero detenerme an un momento en Fragmento segundo. Seal ya que Cantada es desarrollo de un tema que viene de Fragmento primero. Ahora alcanza su culminacin, convirtindose en lo que llamar tema-antpoda del dominante. Si el amor se une antes a la mujer, al llegar a Cantada sin que la mujer desaparez-ca ese amor se va ensanchando, al proyectarse y recoger dentro de s a la infancia propia y ajena, al paisaje, al pas, al hombre, al universo...

    La frase-clave Dulce como esta luz era el amor va cargndo-se de nuevas significaciones. El amor quiere ser universal, total; y, por el amor, el creador aspira a eternizarse: o, mejor, a vivir un presente eternizado. Notemos que poco antes de concluir el Frag-mento primero hay unas frases reveladoras: Imgenes de amor en la presencia concreta; suma gracia y gloria de la imagen, vamos a hacer eternidad, vamos a hacer la eternidad, vamos a ser eternidad, vamos a ser la eternidad?33. Amor total que, poco a poco, se va confundiendo

    32 En su citada ponencia (de prxima publicacin) Wilcox sugiere esta transforma-cin en smbolos tales como el mar o el rbol. Igualmente destaca la presencia de smbolos totalmente nuevos en la obra juanramoniana: as, el cangrejo (ser superior negativo, en Espacio).

    33 Frases reveladoras, claro est, de la aspiracin a la eternizacin; reveladoras tambin de esa conciencia intencional a la que antes me refer.

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  • AURORA DE ALBORNOZ

    con /-W34. Lu%-sol equivalente ahora a conciencia en plenitud. Humana conciencia plena conciencia de hombre ltimo, de dios que, justamente en la parte central del todo (casi en la mitad del poema), brilla, deslumbrante, en un supremo intento de matar a la muerte.

    LA REALIDAD VIVIDA, EN EL FONDO DE LA REALIDAD CREADA

    Como cualquier lector de Espacio puede intuir fcilmente, la vida vivida por su creador que, una vez creada la obra, se convierte en protagonista poemtico est por debajo, o por encima, o por todas partes del texto. Ello es as en cualquier creacin de carcter lrico, aunque unas veces se vea ms que otras.

    Y, como en toda creacin de carcter lrico, las palabras, las ideas, los sentimientos del protagonista poemtico y hasta muchos sucesos - fueron vivencias del hombre antes de llegar a transfigurarse en esa nueva realidad que es el poema.

    Ahora bien, cuando a vida vivida o a lo vivido me refiero, pienso igualmente en eso que acostumbramos a llamar vida real como en eso otro que llamamos soan>, o imaginar; y desde luego dentro de lo vivido por un escritor concedo importancia primordial a lo que para entendemos denominar lo ledo. Es ese vivin> completo, total, el que aflora constantemen-te a las pginas de Espacio.

    Considero innecesario detenerme ahora a apuntar una serie de sucesos que, posiblemente, estn en la base de muchas pginas de Espacio; o a hablar de los muchos personajes que a sus lneas asoman. Innecesario, porque todo esto est bien estudiado por Mara Teresa Font35. Lo que en este apartado me propongo destacar es cmo se

    34 Nos asalta, desde luego, el recuerdo de la llama de amon> de San Juan de la Cruz.

    35 En su citada obra Font hace una detalladsima investigacin en torno a todos los personajes reales, histricos, literarios que andan por las pginas de Espacto. Sus investigaciones ponen en claro algunos puntos oscuros. En su intento muy vlido de leer Espacio como autobiografa lrica, Font va relacionando, casi constantemente, algunos fragmentos del texto con algunos sucesos de la vida de su autor. En este punto debo sealar que no siempre estoy de acuerdo con la investigadora.

  • ESTUDIO DE ESPACIO

    mezclan, se funden por Espacio las realidades vividas con lo ledo, lo soado, lo imaginado, lo que debi haber sido, etc. Cmo rodo ello vive, con igual realidad, en el poema.

    En forma de imgenes calidoscpicas cosa que han obser-vado muchos comentaristas al texto llegan continuamente retazos de escenas vividas por el protagonista de Espacio. La memoria va salvando del pasado eso que llamamos as: Pasado. Va como veremos convirtiendo el pasado en presente.

    En una lnea, o en varias, el autor menciona nombres, muchos nombres, que para l han tenido y siguen teniendo una significacin. Son unas veces nombres de amigos o menos amigos. Por Fragmento tercero andan, entre otros, Miguel Utrillo, Santiago Rusiol, Paquita Pechre (Francoise Pechre), Achcarro, Maran y algunos ms. Al lado de todos stos, figuras cordialmente prximas, como Schubert, Yeats, Baudelaire, Poe; o bien, figuras histricas casi mticas como Abelardo y Elosa, y, finalmente, personajes inventados por otros creadores: la hermosa taciturna de Poe, o los shakespearianos Ofelia, Desdmona, Otelo,... Tan reales todos, tan

    No veo, por ejemplo, que exista una relacin tan estrecha como supone entre los recuerdos del poeta recien casado en Nueva York y ese canto al amor total que es Can-tada (aunque algn retazo de recuerdo pueda estar presente); tampoco creo necesario buscar una correspondencia entre la casa o casas que andan por el poema y las casas reales que Juan Ramn habit. (Casa es aqu un smbolo, un interesante smbolo, que habra que estudiar muy cuidadosamente).

    Es cierto, sin embargo, que lo vivido se presenta muchas veces en forma insospechada. As, en una lnea no muy clara de Cantada: Me miraron ventanas conocidas con cuadros de Murillo. Una informacin que da Ernestina de Champourcin en un libro recin aparecido, tal vez aclare este punto. Insistieron mucho [Zenobia y Juan Ramn] en que visitara el Museo Nacional de Pintura [de Washington] entonces Mellon Gallery, con su maravilloso Murillo Nia asomada a la ventana, quiz el Murillo ms extraordinario que existe (La ardilla y la rosa (Juan Ramn en mi memoria). Madrid, Los libros de Fausto, 1981, pg. 57). Parece bastante probable que aquel cuadro se transforme en esas ventanas conocidas.

    Obviamente, en el caso de Juan Ramn, como en el de cualquier otro escritor, lo vivido no debe olvidarse a la hora de estudiar lo creado (por ello son fundamentales los datos biogrficos, los que nos brinda Graciela Palau de Nemes en sus estudios o los ms recientes, descubiertos por Ignacio Prat, revelados a travs de algunos trabajos, imprescindibles ya, o ciertos datos que aporta Antonio Campoamor Gonzlez, y algunos otros). [81]

  • AURORA DE ALBORNOZ

    vivos todos que Ofelia precisamente se le puede llamar a una joven negra; tan conocidos todos que con Abelardo se puede discutir saltando por encima de los siglos sobre amor y sexo.

    La memoria va rescatando imgenes de lo vivido. Imgenes que aparecen de sbito con frecuencia, tradas por una o unas palabras y que desaparecen en seguida, para ser sustituidas por otras.

    Imgenes de lo vivido, siempre que consideremos como vividas las lecturas, y en alguna ocasin lo imaginado.

    Como ilustracin de este ltimo punto deseo llamar la atencin sobre un pasaje interesante. Se trata de unas frases que hallamos al comienzo de Fragmento tercero: ...pens yo en Sitjes, antes de una guerra, en Espaa, del mundo. Interesante, ya que, al parecer, se trata de una imaginacin de algo pensado en Sitjes. Lo que el poeta imagina que sucedi en Sitjes es tan real como algo que, en efecto, sucedi en La Florida. La frontera entre los dos recuerdos el real y el imaginado se borra en el texto: 'Y para recordar porqu he nacido', cont yo un poco antes, ya por La Florida. 'Y para recordar porqu he vivido', vuelvo a ti, mar, pens yo en Sitjes, antes de una guerra, en Espaa, del mundo36.

    El deseo de borrar lmites ciertos lmites es muy visible en el Juan Ramn de todos los tiempos. En una ocasin anterior apunt cmo, ya en sus primeros libros y tal vez, tras la leccin de Bcquer, el poeta confunde realidades y sueos; poco ms tarde se observa su claro deseo de borrar las fronteras entre la vida y la muerte o mundo de los vivos y mundo de los muertos. O, entre vida y literatura37. Finalmente y lo veremos enseguida los lmites que el poeta anula son esos cortes tal vez arbitrarios entre lo que fue

    36 Es cierto el recuerdo de La Florida, ya que la frase a la que el poeta se refiere est en el Fragmento primero (con ligeras variantes). Sin embargo, algunos estudiosos de Juan Ramn venan poniendo en duda la existencia de un viaje a Sitjes, en el verano de 1936 (s estuvo antes). As, Graciela Palau de Nemes, Antonio Snchez Romeralo y antes an Francisco Hernndez-Pinzn Jimnez. Ahora en uno de los borradores de lispacio hallo al margen del comienzo del Fragmento tercero, manuscrita, esta reveladora anotacin: Aqu, lo que escrib en Madrid, das antes de la guerra, pensando en el mar de Sitjes, a donde pensbamos in> (vanse los apndices).

    37 Vase mi estudio en Nuera antolojia: Juan Ramn Jimne^.

    m

  • ESTUDIO DE ESPACIO

    es decir: el pasado y lo que est siendo: el presente. Estos lmites quedan borrados cuando logra crear un presente perpetuo, total.

    EL ESPACIO TEMPORALIZADO

    Un conocido poema de los ltimos aos de Juan Ramn Jimnez se titula: En los espacios del tiempo38. No estamos slo ante una bell-sima frase, sino ante una sntesis de una intuicin del espacio-tiempo, conceptos inseparables dentro de la cosmovisin uanramoniana, al menos en esta etapa de su vida.

    A travs del texto que comentamos, los trminos espado y tiempo nombrados varias veces suelen aparecer unidos, imposi-bles de disociarse: El mundo un da nos sera hermoso a todos, una gran palma slo, una gran fuente slo, todo unido y apretado en un abrazo como el tiempo y e