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Jos Mares ChvezMaestro Gerardo Corts Padilla, S. J.20 de noviembre de 2014

Escritos jonicosEvangelio, Cartas y Apocalipsis

El cuarto evangelioAutor, fecha, lugar de composicin. Desde finales del s. II se atribuy esta obra a la pluma de Juan, el hijo del Zebedeo, hermano de Santiago y miembro del grupo de los Doce, pero ya no es posible mantener esta tesis. La tradicin del cuarto evangelio se remonta a los aos sesenta, a partir del cual se van sucediendo las redacciones del evangelio hasta finales del s. I, y todas bajo el nombre de Juan, segn el recurso de la pseudonimia que era comn ya entre los escritos bblicos. De hecho el evangelio, que representa el estadio de reflexin cristolgica ms acabada del NT, revela una cultura que no corresponde a la de un pescador de Galilea, se trata ms bien de la teologa de toda una escuela que reflexiona y actualiza los hechos de Jess con un gran sentido de fidelidad a los orgenes (19,35) y una gran sensibilidad para adecuar su kerygma a los nuevos tiempos y circunstancias. Se podra pensar en Siria como la patria del cuarto evangelio. Slo desde este marco sirio se entienden las relaciones de la obra con la gnosis, el judasmo heterodoxo y el samaritanismo.Destinatarios y situacin de los mismos, en lo posible. El autor nos dice en 20,31 la finalidad de su escrito: Estas cosas han sido escritas para que creis que Jess es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengis vida en su nombre. Pero, quines son los destinatarios originales? Se tratara, ms bien, de un escrito orientado a fortalecer la fe de la misma comunidad jonica en dificultades a finales del siglo primero. De hecho se advierte en el cuarto evangelio una polmica no secundaria frente a los bautistas que pretendan que Juan Bautista era el Mesas, polmica que se advierte en feso (cf. Hch 18,25; 19,2-4), lugar en que la tradicin haba fijado la redaccin del cuarto evangelio. El evangelista se preocupa por reubicar al Precursor y darle un puesto de honor pero secundario en la historia del NT. Se nota, adems, una lucha contra el docetismo que negaba la realidad de la encarnacin con sus consecuencias para la experiencia humana de Jess de Nazaret. Para los gnsticos, la salvacin se atribuye al conocimiento (gnosis) que viene de la revelacin de secretos divinos. Eso es lo que importa. De all se desprende un desprecio por lo humano, de lo que el alma debe desprenderse. Lo mismo da la debacle moral que el martirio, porque lo que interesa es el conocimiento sin conexin necesaria con la vida concreta. Por ello Jess no puede tener naturaleza humana, no puede sufrir y mucho menos morir. Frente a todo eso lucha el cuarto evangelio, a veces, utilizando incluso el mismo lenguaje de sus adversarios.LenguaLa lengua original del cuarto evangelio es el griego comn (koin), popular y directo, heredero de muchos dialectos griegos anteriores y hablado durante el tiempo del NT. La lengua de Juan es sencilla y, desde el punto de vista literario, bastante pobre. No obstante esta aparente limitacin, el cuarto evangelio tiene el encanto de una obra largamente reflexionada y amada y su lengua no hace ms que acercarse, lenta pero profundamente, al objeto de su reflexin: la persona de Jess.Estructura literaria del escritoSiguiendo la clsica divisin del cuarto evangelio, podemos distribuir el contenido de esta obra en cuatro partes de desigual extensin: a) Prlogo: 1,1-18. Se trata de un himno de solemnidad hiertica dedicado a la persona de Cristo, Palabra eterna de Dios, Logos preexistente que tiene un rol importante en la creacin del cosmos y que, dejando la gloria que le corresponde junto al Padre, asume nuestra carne y acepta nuestra historia con todos sus riesgos y consecuencias. Juan nos dice que es precisamente en la humanidad de Jess que vemos la gloria de Dios. b) El libro de los signos: 1,19 - 12,50. Jess se manifiesta al mundo mediante hechos y palabras que le acreditan como el enviado del Padre y el Revelador escatolgico. Se narran siete signos de Jess los cuales permiten una divisin de esta parte en siete secciones. c) El libro de la gloria: 13,1 - 20,31. Jess se manifiesta a los suyos de forma especial y culmina su vida con la pasin gloriosa. Esta parte se inicia con la cena y despedida de Jess y termina con la resurreccin vista como un retorno de Jess al Padre. d) Eplogo: 21,1-25. Aadido posteriormente por un discpulo del autor, constituye un segundo final del evangelio. Instruye sobre la tarea de la iglesia despus de la partida de Jess.TeologaEl aspecto ms sobresaliente del cuarto evangelio es su cristologa. En efecto, advertimos en seguida la centralidad de Jess (baste considerar el nmero de veces en que aparece el nombre de Jess en la obra jonica: Jn, 237; Mc, 81; Mt,150; Lc, 89). El Reino, que era el tema clsico de la literatura sinptica, desaparece y ahora es Jess que slo habla de s mismo dando al evangelio el carcter de una verdadera concentracin cristolgica. Esto ya se advierte en el primer captulo cuando Jess recibe una serie de ttulos significativos: Cordero de Dios, Elegido o Hijo de Dios, Rabb, Mesas, Jess hijo de Jos de Nazaret, Hijo del hombre; y luego, el Hijo, Esposo, el Mesas que ha de venir, el Salvador del mundo, el Profeta que ha de venir, el Enviado, el Santo de Dios, el Seor. Adems de estos ttulos, Jess, mediante la expresin Yo soy..., se identifica con los ms nobles smbolos mesinicos del AT: pan, luz, pastor, vida, puerta, camino; otras veces se da un uso del Yo soy sin predicado, lo que le da a la expresin un carcter teofnico ya que se trata de una apropiacin del nombre divino (cf. 8,24.28). El evangelio se va desarrollando en torno a la pregunta por el origen y la identidad ms ntima de Jess, lo que hace que la gente se vaya acercando a l: el Bautista, Nicodemo, los galileos, los samaritanos, los judos, los griegos y, finalmente, los romanos.El Jess del cuarto evangelio es ante todo el Cristo glorioso de la Pascua, el Logos de Dios, el preexistente, pero que no renuncia a sus orgenes terrenos humildes cuando asume la carne: es el hombre llamado Jess de la Palestina del siglo I, es el hijo de Jos, de Nazaret, su familia es conocida, y cuya patria es descrita en todos sus detalles sociales, religiosos y polticos con una admirable precisin.Jess, que tiene clara conciencia de su misin, habla del Dios invisible como de su Padre, se trata del Dios de los judos, Yahvh, el que lo ha enviado, el que es su origen y su destino, con el que es uno solo, aquel que es posible ver cuando se ve a Jess. Ante una sinagoga que se cree nica heredera del judasmo, el cuarto evangelio presenta a Jess como el preexistente junto a Dios, ms antiguo que Abraham y ms grande que Moiss, presente ahora en el mundo como testigo fiel, el que inaugura una nueva y definitiva etapa en la historia de salvacin.En la primera parte de su obra Juan nos presenta un Jess en plena comunin con el Espritu Santo. Es el Espritu el que ha sellado a Jess (1,32-33), el que se le ha entregado sin medida (3,34). Jess, por lo tanto, bautiza en el Espritu Santo, sus palabras son Espritu y vida (6,63) y promueve un culto a Dios en Espritu y verdad (4,23). En la segunda parte del cuarto evangelio tenemos una presentacin del Espritu Santo que nos instruye acerca de su nombre, de su origen y de su funcin en la Iglesia. Es el Parclito, el Espritu de la verdad, el Espritu Santo. Este Espritu es enviado por el Padre en nombre de Jess y procede del Padre como Jess tambin procede del Padre. El Espritu da testimonio de Jess, conduce a la comunidad a la verdad plena recordndole las enseanzas de Jess y anuncindole las cosas futuras, y frente al mundo incrdulo tiene la funcin de evidenciar su falsedad.Si la predicacin sinptica del Reino ceda lugar a la presentacin de una slida cristologa, la clsica escatologa final (aunque aludida en el cuarto evangelio) da espacio ahora a la escatologa realizada, en el sentido de que el final ya ha acontecido con el advenimiento y obra de Jess y es en el hoy salvfico cuando el hombre accede a la salvacin por un acto de fe de carcter dinmico y personal.Detalles ms relevantes para nuestra situacinEl cuarto evangelio lleva a un encuentro directo y personal con Jess, nico acceso al Padre; de hecho, ver a Jess es ver al Padre. De ah la necesidad de estar unido a Jess como los sarmientos a la vid, lo cual es posible gracias al Espritu Santo y a los sacramentos (eucarista).En la situacin actual del cristiano es necesaria esta comunin con Jess para lograr la unidad con Dios Trino y Uno, unidad que lo deifica. Pero, la unidad con Dios es tambin con los hermanos, con los dems hombres y mujeres a travs del nuevo mandamiento que Jess ense (Jn 13,34). Gracias a la unidad sacramental con Jess, el cristiano consciente de sus mandamientos puede cumplirlos a travs de la caridad o amor a los dems.

El ApocalipsisAutor, fecha, lugar de composicin. El problema de la autora es antiguo y muy debatido, incluso hoy no presenta soluciones definitivas. Ofrecemos una sucinta resea. Algunos comentaristas creen que el autor es Juan, el apstol, quien escribi el cuarto evangelio. Otros creen que no se trata de Juan, sino de un autor annimo, pero de la escuela jonica. El autor del libro del Ap se refiere a un personaje clebre del pasado con el cual siente una especial afinidad y pone la revelacin en su boca. El autor, pues, del Ap es distinto de Juan, el apstol. Es un discpulo, que se pone a escribir con admiracin bajo la gua e inspiracin de su maestro y est en comunin con la escuela e Iglesia jonica. La fecha de composicin del Ap se sita hacia el final del primer siglo. El testimonio de Ireneo hacia el final de Domiciano (Adv. haer. V, 30) as parece confirmarlo. No es posible dar una mayor precisin. Se admite, pues, que fue escrito en torno al ao 95 y en Patmos, una pequea y desrtica isla (aun hoy da) del mar Egeo, que serva de crcel natural, en donde el autor del Ap estaba relegado.Destinatarios y situacin de los mismos, en lo posible. La obra, dirigida a las siete Iglesias de Asia (o Iglesia universal) contiene fundamentalmente cinco grandes bloques.Ap es un libro que refleja con fidelidad los avatares del tiempo, particularmente la acometida del imperio romano contra la Iglesia naciente, en variadas formas de persecucin o relegacin. Los libros apocalpticos, bajo cuya influencia se escribe el Apocalipsis, surgen desde la concrecin histrica, como una forma de protesta contra los males de tipo religioso-poltico que afligen al pueblo de Dios, y sirven de profundo consuelo a la comunidad oprimida.Esquemticamente, podemos distinguir tres perodos en donde coincide la persecucin religiosa y el surgir de obras apocalpticas. El primero acontece durante el violento intento de helenizacin de Palestina, llevada a cabo por Antoco Epifanes (137 a.C.). Este se crea la manifestacin (epiphanein; de ah el nombre de Epifanes) visible del mismo Dios en la tierra. Su pretensin era acabar con la Alianza, oblig a los judos fieles a prcticas paganas que atentaban contra su fe y sus costumbres. Como protesta y rebelin popular surge el movimiento de los Macabeos y unos libros apocalpticos, de Daniel (este libro y los libros de los Macabeos describen justamente aquellos mismos hechos luctuosos, pero cada uno segn su gnero literario caracterstico: apocalptico y narrativo). Se escriben el libro de los Jubileos, el Testamento de Moiss y 1 Henoc 83-90. El segundo perodo sucede a causa de la conquista de la tierra santa y profanacin del templo de Jerusaln por parte de Pompeyo (60 a.C.). Una tremenda afliccin cay sobre el pueblo al ver que haba sido mancillada la santidad de la nacin y del santuario por las sandalias pecadoras de los gentiles. Se redactan entonces los salmos de Salomn, 1 Henoc 37-71 y se revisa el testamento de Moiss. El tercero ocurre como consecuencias de la gran guerra juda y la definitiva ruina de la nacin y del templo: queda proscrito el sanedrn, invalidado el sacerdocio, la poblacin diezmada, hecha esclava... Surgen los libros de 2 y 3 Baruc, 4 Esdras y el apocalipsis de Abrahn.El cuarto perodo acontece con el Ap cristiano, que merece un tratamiento ms pormenorizado. El problema histrico de la persecucin de la Iglesia por parte del imperio de Roma, que con tanta crudeza refleja el Ap. Para los hombres de este tiempo, el orden del mundo descansa en la proteccin que los dioses otorgan; stos son los continuos garantes de la paz y de la vida. El emperador de Roma representa visiblemente esta autoridad sobrenatural, es el cimiento del universo. Su persona est considerada como un dios viviente y se le tributa un culto verdadero. El Ap da testimonio de este enfrentamiento a muerte entre la iglesia cristiana y el imperio romano, la lucha perpetua entre dos ciudades (la nueva Jerusaln y Babilonia). Por eso, escribe con acentos radicales. Tal vez, nunca como entonces recobraba actualidad la frase de Jess de no poder servir a dos seores (Lc 16,13). O se adora a Cristo, el Cordero degollado, o se es irremediablemente esclavo de la Bestia. El Ap es el libro del testimonio cristiano, de los mrtires cristianos, los que no han adorado a la Bestia ni a su imagen y han sido excluidos, perseguidos y matados. Este libro comporta una denuncia contra la idolatra del imperio, que pretende erigirse como dios y exige la adoracin a sus adeptos.LenguaSe ha estudiado con dedicacin la lengua y el estilo del Ap. Se piensa que el texto actual es una versin resultante del arameo al griego, o una traduccin del hebreo o del arameo. Las incongruencias -as se ha conjeturado- se explican porque coexisten dos elementos distorsionantes, el autor y la escritura; el autor piensa con mentalidad hebrea, pero redacta con estilo griego. Para tratar de entender la siempre llamativa originalidad de su estilo, se ha escrito incluso toda una gramtica especfica sobre el Ap, que dara razn de las variantes peculiares de una lengua nica en su gnero. El Ap actual sera la traduccin de un original hebreo-arameo.No slo emplea la gramtica violentndola para que diga ms y mejor, sino que genera un estilo indito. Y no poda su estilo literario-teolgico ser descrito de un modo cualquiera, sino con esa peculiaridad, tan lejos del convencionalismo del lenguaje, que ha sabido genialmente adoptar, mediante el empleo ininterrumpido del smbolo, de la cadena simblica y de la desmesura.Estructura literaria del escritoHay que reivindicar que el Ap es literariamente una obra unitaria; est precedida de un prlogo (1,1-8) y concluida por un eplogo (22,6-21). Ambos representan un dilogo litrgico, y ello significa que el Ap debe ser ledo dentro de la liturgia y celebracin de la Iglesia. La obra, dirigida a las siete Iglesias de Asia (o Iglesia universal) contiene fundamentalmente cinco grandes bloques. En ellos se nota un progreso de revelacin. Cada uno de los folletos desarrollar con detalle lo que ahora se insina de manera sucinta y genial. El Ap habla del misterio de la Iglesia ad intra en el primer bloque (cc 1-3): una comunidad cristiana que debe acoger la palabra de Cristo, quien le habla incesantemente, a fin de convertirse lealmente. El segundo aspecto ad extra se prolonga a lo largo de los restantes grandes bloques (cc.4-22): la Iglesia, ya convertida, trata de dar testimonio de Jess, aun en medio de la persecucin y al precio de su sangre, ante un mundo opresor. Primer bloque: Palabras a las siete iglesias (cc.1 - 3). Se da una revelacin del misterio de Cristo a la Iglesia (1,18) y a Juan en la isla de Patmos (l,19-20), Este queda investido profeta para escribir un mensaje a toda la Iglesia de parte de Cristo. El mensaje asume la forma de siete cartas. Cada carta est formada segn un esquema literario, que invariablemente se repite y que posee un dinamismo transformante:1. Direccin2. Presentacin de Cristo3. Juicio de Cristo: aprobatorionegativo4. Exhortacin a la conversin5. Llamada de atencin profunda6. Promesa al vencedor. Segundo bloque: El Cordero, Seor de la historia (cc 4 7). Dos grandes visiones profticas llenan esta parte: la contemplacin de Dios y de Cristo en el cielo (45) y la visin de los siete sellos (67). La primera tiene una misin consoladora. Quiere inculcar en el nimo de la comunidad la conviccin de que todos los acontecimientos estn previstos por Dios y Cristo y que la historia, aunque oscile su suerte en difciles altibajos y la barca de la Iglesia parezca que se va a hundir en el mar de las tribulaciones, ser guiada a una meta feliz. La segunda visin se caracteriza por la apertura sucesiva de los sellos, que cerraban aquel hermtico libro, y que Cristo logr abrir. Se trata de la primera exposicin, un esbozo de los elementos caractersticos que toman parte en la lucha dialctica entre el bien y el mal. Los cuatro caballos son una expresin simblica del desarrollo acelerado de la historia bajo la influencia divina. Existe un marcado contraste. Hay unas fuerzas negativas, que el Ap describe conforme el simbolismo cromtico de unos caballos desbocados y de extrao pelaje. Son los siguientes: el caballo rojo representa la violencia, la sangre derramada; el negro indica la injusticia social; el verde-amarillo alude a la muerte. Frente a estas grandes plagas de la humanidad, aparece el jinete que monta el caballo blanco: es Cristo equipado con la fuerza de su gloria, quien cabalga para vencer -como vencedor absoluto-, y que al final resultar victorioso (Ap 19,11-21), merced a su muerte y resurreccin. Tercer bloque: La iglesia perseguida da testimonio (8,1 15,4). Se caracteriza por la aparicin sucesiva de las trompetas y de las seales. El simbolismo de las trompetas indica (segn su uso en el AT: movilizacin para la lucha) el anuncio solemne de la presencia activa de Dios en la historia. Dios se acerca; y esta venida inminente se delata ya en la misma naturaleza, que queda resentida. Lo subrayan los fenmenos csmicos de las primeras cuatro trompetas. Por otra parte, intervienen las fuerzas demonacas la inhumanidad de la humanidad, descrita en la plaga de las langostas (9,1-12) y la caballera infernal (9,13-21). Los hombres, ante la intervencin de Dios, pueden reaccionar de forma negativa, sin cambiar de conducta (9,20: los otros hombres no se convirtieron). Este bloque presenta a la Iglesia en una situacin de confrontacin radical con poderosas fuerzas perversas. Es la iglesia perseguida y oprimida (en el desierto, en la ciudad) hasta las ms extrema humillacin, pero que no cesa de dar testimonio de su fe. Cuarto bloque: En situaciones de muerte, Dios garantiza la vida (15,5 19,8). Se contempla la aniquilacin del imperio satnico, el que ha creado por el mundo una red muy bien orquestada de opresin. Es el imperio o poder del mal, que tanto dolor ha infligido a la comunidad de los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad. En el libro del Ap este poder negativo asume dos presentaciones complementarias, pero grotescas: una femenina (la gran ramera) y otra en forma de ciudad (la clebre Babilonia, la ciudad pagana y autosuficiente, que en aquellos tiempos se encarnaba en Roma, la antiIglesia).Ambas visiones son dos smbolos de la injusticia social, que desoye el grito de los ms pobres, asesina vidas humanas y slo trata de enriquecerse de manera insolidaria, alimentndose para la gran ruina. El libro del Ap afirma resueltamente que estos poderes negativos que se crean invencibles, y que tanto han deshumanizado con sus crmenes la humanidad, son destruidos por el poder y el juicio de Dios: su misma maldad les lleva a la ruina. Quinto bloque: Amn al proyecto de salvacin de Dios (19,922,21). Se muestra el punto de llegada de la historia de la salvacin, capaz de iluminar todo los bloques anteriores. La doble consecuencia es la derrota sin paliativos del mal y la exaltacin suprema del bien, que se concentra en la apoteosis de la nueva Jerusaln.Van cayendo paulatinamente todas las fuerzas histrico-sociales negativas: desaparecen los reyes de la tierra, los poderosos en quienes se encarnan estructuras opresivas; es derrocado el gran Dragn, la raz de tanto mal en el mundo, y sus emanaciones malficas: las dos Bestias. Y todo esto adviene por la presencia victoriosa de Cristo y de los suyos, los cristianos.TeologaA lo largo de la lectura del Ap se ha ido revelando el papel protagonista que asume Cristo. Su presencia privilegiada, por otra parte, se encuentra en continuidad con la cristologa del NT. He aqu agrupados sus rasgos principales. El Cordero constituye el smbolo ms caracterstico de la cristologa del Ap por su frecuencia (5,6.8.12.13; 6,1.16; 7,9.10.14.17; 12,11; 13,8; 14,1.4 bis.10; 15,3; 17,14); 19,7.9; 21,9.14.22.23.27; 22,1.3) y originalidad. La formulacin en singular, El Cordero (to arnon), es nica en toda la Biblia. Igual que otros libros del NT se concentran sobre algunas facetas cristolgicas: la Carta a los Hebreos sobre Cristo como Sumo Sacerdote; el cuarto evangelio sobre Cristo como figura de revelacin..., el Ap se concentra en el smbolo del Cordero. Esta expresin peculiar de Ap se encuentra adems saturada por un triple significado. Primero: Alude a Cristo como figura del siervo de Yahvh que inmola su vida en ofrenda por la humanidad (cf. Is 53,6-7; Jr 11,19).Segundo: Se refiere a Cristo, quien, como cordero pascual, derrama su sangre para liberar del pecado y hacer un pueblo consagrado a Dios (cf. Ex 12,12-13.27; 24,8; Jn 1,29; 19,36; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-19). Tercero: Designa a Jesucristo, rey poderoso y dueo de la historia, quien conduce victoriosamente a su Iglesia (cf. la siguiente sarta de fragmentos apocalpticos: 1 Hen 89,42.46; 90,9.37, TestXII Jos 19,8; TestXII Ben 3,8: J Ex 1,15). Este ltimo aspecto est muy subrayado en el Ap. Cristo es el vencedor: de hecho ya ha vencido, merced a su muerte redentora (5,5.9). Monta un caballo blanco para vencer en la historia (6,2). Combate contra la violencia (6,3-4), la injusticia social (6,5-6), y la muerte (6,7-8). Resulta vencedor de las fuerzas del mal (19,11-14.20). Ap presenta concentrado en este smbolo (cf. 5,6) el misterio total de Cristo: su muerte redentora, su egregia resurreccin, su podero mesinico, la posesin perfecta y donacin del Espritu, y su divinidad.La comunidad perseguida del Ap confiesa a Cristo como su Dios. El libro aplica a Cristo idnticos atributos que el AT reservaba a Yahveh. Consigue con ello para Jess glorificado la misma autoridad y divinidad, propia de Yahveh. Esta transferencia teolgica se efecta entre el Ap y el AT. A travs de imgenes luminosas, de candelabros de oro y de las diversas referencias sacerdotales que conlleva (1,12-13; 2,1), el Ap declara a Cristo como el nico y Sumo Sacerdote, que oficia toda funcin litrgica dentro de la Iglesia.Cristo es el nico testigo. Ya fue testigo de la Palabra de Dios en su vida terrestre, pero sobre todo es ahora testigo fiel y digno de crdito, como Seor glorioso (1,5; 3,4; 19,11.13). Mediante la palabra de Cristo, Dios sigue diciendo a la Iglesia su definitivo designio de salvacin (2,1.8.12.18; 3,1.7.14). El mismo recomienda a su Iglesia la lectura del Ap (22,16.18.20). A fin de mantener vivo su testimonio en el mundo y promulgar su palabra de salvacin (14,7), suscita a los cristianos, que son los testigos de Jess (2,13; 17,6).Es designado con la figura apocalptica de Hijo de hombre y se muestra como juez definitivo (1,7.13), viene para realizar la vendimia de la tierra (14,14) y su cosecha final (14,18-20). Dos notas distintivas subraya el Ap. 1: la actuacin del Hijo de hombre se realiza principalmente en el mbito de la Iglesia, l la juzga y la purifica con su palabra poderosa (interpelacin continua en forma de siete cartas dirigidas a las siete Iglesias). 2: su venida no se reserva para el final, sino que acontece en el presente (2,5.16; 3,11.20; 16,15). Cristo ha acercado la imagen de Dios, tanto tiempo empaada y tan lejos de los hombres, la ha rescatado de olvidos inmemoriales y la ha devuelto, limpia, a la Iglesia, para que sta se mire en el rostro del Padre. Slo Cristo es el intrprete y hermeneuta de Dios. ste se sienta en su trono de soberana, de l emerge una mano en son de paz y en busca de una alianza, y en la mano hay un libro (5,1). Nadie es capaz de leerlo. Y el vidente (o la humanidad errtica) cae en un profundo llanto, porque no descubre un sentido que oriente la vida. Pero Cristo lo toma, lo lee y desvela los designios divinos de la historia (5,5-12). Slo l se sienta en el trono (4,2.9; 5,1,7,13; 7,10.15; 19,4; 20,11; 21,5), en actitud de dominio absoluto, pero no se repliega solitariamente sobre s mismo. Se muestra solcito y atento; frente a su trono arden siete lmparas de fuego, que son los siete espritus (4,5); de su trono salen relmpagos, voces y truenos, seales teofnicas de su pronta intervencin salvfica (4,5). Es el Dios hacedor del bien y de la vida; en medio del trono y en torno al trono estn presentes los vivientes (4,6-7). Es el Viviente por los siglos (10,6). Es asimismo el destructor del mal. Ante su trono la turbulencia del mar (smbolo bblico de la hostilidad) reposa ya domesticada como un lebrel y transparente como el cristal (4,5-6). Arroja lejos de su trono al gran Dragn, instigador de todos los males y origen de la primera y segunda Bestias (20,10).El Ap subraya el protagonismo proftico del Espritu en la vida de la Iglesia. Cristo lo difunde plenamente sobre ella, para que ste le ayude a interpretar sabiamente su palabra; la asista con su proteccin a fin de que la Iglesia proclame la Palabra con valenta ante el mundo. La presencia del Espritu impregna todo el libro. A nivel de la transcendencia el Espritu es nombrado con una original formulacin, propia del Ap, los siete espritus. Designa la plenitud (simblico nmero siete) del Espritu, a saber, el completo poder de comunicacin y de vivificacin de Dios a los hombres. Estn frente al trono de Dios (1,4), perpetuamente ardiendo como siete lmparas de fuego (4,5). Cristo tiene esta exuberancia del Espritu (3,1), y porque lo posee personalmente, lo difunde sobre toda la tierra (5,6). Ya en la tierra, es designado en singular El Espritu.La Iglesia aparece en el Ap como un misterio del amor de Cristo. ste la crea mediante su redencin (1,6), adquiere hombres de toda raza, pueblo y nacin (5,9), los hace reino y sacerdocio (1,6; 5,10). Con su palabra poderosa la renueva en su amor primero (2,4); es objeto de predileccin amorosa para el Seor (1,5; 3,9); le promete la victoria (2,7.11, 27-28; 3,5.12); le concede el Espritu para que interprete su palabra sabiamente (2,7.11.17.29; 3,6.13.22), sea capaz de dar valiente testimonio (19,10) y aspire por su Seor (22,17). Cristo conduce como pastor a la Iglesia por el desierto de la historia rumbo a su meta escatolgica (7,17); cuenta con el testimonio de los suyos, los cristianos leales (17,14; 19,7.9), hasta arribar a las metas de la consumacin final. Quiere el Seor infundir a su Iglesia, poblada de testigos que son perseguidos a muerte, una moral de victoria, para que no sucumba frente a las fuerzas del mal ni en el abatimiento derrotista. Dejada a sus solas fuerzas aparece menesterosa y pobre (Ap 12,3-7.13-17). Reposando en la mano de su Seor, se siente segura, incluso en su persecucin. Es candelabro con vocacin de estrella: aspira por realizar plenamente su tarea escatolgica (1,16.20; 2,1). Es misionera, alta luz o faro universal para iluminar a toda las naciones, quienes, oteando el origen de su resplandor, pueden encontrar dentro de ella la presencia del Seor (21,23-27). Esperanza de la Iglesia. El Ap cristiano no es un libro ingenuo, fantstico, para entretener la imaginacin o para hacer volar a los sueos. Est anclado en la ms dura realidad, vive en la historia y la padece. El libro ofrece una lgubre simbologa para hacer ver el dominio de las fuerzas del mal: la violencia, la injusticia social y la muerte cabalgan a lomos de caballos desbocados (6,3-8). Tambin ofrece cuadros de pesadilla, como el de la plagas de las langostas (9,3-12) y la caballera infernal (9,13-21). Se asombra con pesar de la presencia devastadora del mal en la historia y descubre el origen demonaco de tantas ramificaciones negativas.La Iglesia sufre persecucin, es martirizada en sus miembros; tambin la humanidad sufre la opresin de los poderes. El Ap est escrito con la sangre de muchas vctimas. Aparece delineada en el libro -como singularidad slo por l registrada- una trinidad demonaca, que se opone a la Trinidad divina, que lucha contra la Iglesia y la persigue a muerte. Frente a Dios-Padre, a Cristo y al Espritu, se levanta respectivamente el gran Dragn, instigador del mal en el mundo (12,3-4.7-9,13-17), la primera Bestia, smbolo siniestro del estado que usurpa el nombre de Dios y se hace adorar (13,1-10), la segunda Bestia o falso profeta, representacin de toda ideologa idlatra (13,11-17). No obstante sern finalmente aniquilados, arrojados al lago de fuego y azufre (20,10). Slo Cristo, quien ya ha padecido la injusticia (Cordero degollado) resultar vencedor (5,2.5.6). Y juntamente con l tambin los suyos los llamados, elegidos y fieles (17,14), que han participado en su misterio pascual (7,14) y combaten a su lado (19,14). Entonces acontecer la renovacin mesinica, la apoteosis de la nueva Jerusaln, contemplada como esposa esplendente (19,7-10; 21,20) y ciudad perfecta (21-22,16). Ciudad de luz, de puertas abiertas (21,13), donde cabe toda la humanidad rescatada y brilla para siempre la gloria de Dios y del Cordero (22,22-23).Detalles ms relevantes para nuestra situacinEl cristiano, seguidor de Jesucristo, vive en la Iglesia y comprometido con su comunidad social, especialmente con los ms desprotegidos. Tal vivencia de su cristianismo, que lo opone al poder opresor lo lleva a ser perseguido junto con la Iglesia.Por lo tanto, el Apocalipsis es un mensaje de esperanza para todo cristiano y para la Iglesia universal y local que se encuentra oprimida o perseguida por vivir el evangelio de Jess. Al final de la propia historia y de la historia universal, Jess dar a su Iglesia la gloria del Padre celestial.escritos jonicos14