Escrito de Catequesis - José Luis

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LA IGLESÍA ES SIGNO DE SANACIÓN PARA EL MUNDO El mundo de hoy se presenta caótico y difícil de afrontar para cualquier persona y más para nosotros los cristianos. Es constante el sentimiento de no compatibilidad con la propuesta de vida actual y parece que nuestra fe esta desarticulada de la visión, los sueños y de la percepción que tiene la persona del tiempo presente. Me atrevo a afirmar que el corazón del hombre, la familia y la humanidad entera están heridos, heridos por la nostalgia que produce el alejarse de la única fuente de salud que es Cristo, así lo declaramos quienes en él creemos : "Tú Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite". ( Sal 18: 1-3 ) La Iglesia es peregrina en un panorama adverso, complejo, difícil pero esperanzador ; las dificultades se convierten en la oportunidad de identificarse con Cristo encarnado en nuestra realidad que padece y se entrega por los que sufren "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos". (Mt 20 : 28 ) Así mismo, son el detonante que impulsa de forma significativa el trabajo de la iglesia que se siente motivada a responder a los lamentos de quienes imploran descanso a sus fatigas. En su accionar debe estar pronta al rescate, a vendar y ser las manos del médico de alma y cuerpo, de Jesucristo el hijo de Dios que sana. Cada bautizado como piedra activa de la iglesia ha recibido la gracia de Dios para afrontar la vida con valentía, decisión y radicalidad en su opción por Cristo. El hombre de fe se siente sano e invitado a sanar, amado y tocado por Dios pero responsable de que los demás experimenten su misma

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LA IGLESÍA ES SIGNO DE SANACIÓN PARA EL MUNDO

El mundo de hoy se presenta caótico y difícil de afrontar para cualquier persona y más para nosotros los cristianos. Es constante el sentimiento de no compatibilidad con la propuesta de vida actual y parece que nuestra fe esta desarticulada de la visión, los sueños y de la percepción que tiene la persona del tiempo presente. Me atrevo a afirmar que el corazón del hombre, la familia y la humanidad entera están heridos, heridos por la nostalgia que produce el alejarse de la única fuente de salud que es Cristo, así lo declaramos quienes en él creemos: "Tú Señor, eres mi fuerza; ¡yo te amo! Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite". (Sal 18: 1-3) 

La Iglesia es peregrina en un panorama adverso, complejo, difícil pero esperanzador; las dificultades se convierten en la oportunidad de identificarse con Cristo encarnado en nuestra realidad que padece y se entrega por los que sufren "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos". (Mt 20: 28) Así mismo, son el detonante que impulsa de forma significativa el trabajo de la iglesia que se siente motivada a responder a los lamentos de quienes imploran descanso a sus fatigas. En su accionar debe estar pronta al rescate, a vendar y ser las manos del médico de alma y cuerpo, de Jesucristo el hijo de Dios que sana.

Cada bautizado como piedra activa de la iglesia ha recibido la gracia de Dios para afrontar la vida con valentía, decisión y radicalidad en su opción por Cristo. El hombre de fe se siente sano e invitado a sanar, amado y tocado por Dios pero responsable de que los demás experimenten su misma salud; en el interior de cada laico debe hacer eco la invitación a comprometerse y poner las capacidades que posee en pro de la catequesis, la evangelización y la formación espiritual de niños, jóvenes y adultos que lo necesitan, es el mismo Dios que llama y elige, responsamos con amor.

JOSÉ LUIS RESTREPO PRISCO

PRIMERO DE FILOSOFÍA

CATEQUESIS