ESCENOGRAFIA, RITUAL " Y PLASTICA DE LA SEMANA SANTA EN MÁLAGA

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    ESCENOGR FI RITU L

    Y PL STIC DE L

    S M N S NT EN ML G

    JUAN ANTONIO SNCHEZ LPEZ

    En el universo de las celebracio

    nes populares andaluzas, la Se

    mana Santa ocupa una posicin

    privilegiada. Su polifacetismo antro

    polgico y su indiscutible bel leza

    como espectculo paralitrgico han

    suscitado un creciente inters histo

    riogrfico, cultural, psicolgico, histrico, musical, sociolgico, ideolgico,

    literario y, por supuesto, plstico. En

    la Semana Santa, el ancestral senti

    do de lo divino y el espritu del pue

    blo se funden plenamente, merced a

    la luminosidad y policroma de los

    espacios abiertos que posibilitan la

    integracin de la escultura en el teji

    do urbano, en los entornos naturales

    y en la atmsfera cotidiana de los

    seres humanos . As pues, todo un

    mosaico de comportamientos espe

    cficos nacidos bajo los auspicios de

    la cultura del Barroco rigen las rela

    ciones entre la imagen procesional y

    la mentalidad del actor y/o especta

    dor de las celebraciones pasionistas

    malacitanas , las cuales alcanzan en

    el momento presente sus cinco

    siglos de historia ininterrumpida.

    PERSPE TIV HISTRI

    La incorporacin de Mlaga a la

    Corona de Castilla en 1487 activ un

    ambicioso programa poltico-religio

    so orientado hacia la instauracin de

    los modos de vida y rganos de

    gobierno cristianos. Uno de los pun

    tales del proceso fue el asentamien

    to de las cuatro grandes rdenes

    Religiosas: Franciscanos 1489),

    Mercedarios 1499) , Dominicos

    1494) y Agustinos 1575), adems

    de las Comunidades de Trinitarios

    Calzados 1491), Carme litas Des

    calzos 1584) y Frailes Mnimos de

    San Francisco de Paula 1495). A

    dichas fundaciones sucedi la apari

    cin casi simultnea de las

    Cofradas de Pasin . En torno a

    1505-1507 ya se hallaban constitui

    das las dos primeras corporaciones

    de las que se tienen noticias docu

    mentales fidedignas:

    la Archicofra-

    da de la Sangre de Jesucristo esta

    blecida en el Convento de la Merced

    y la Archicofrada de la Vera-Cruz

    Sangre sita en el Convento de San

    Luis el Real de la Orden de Frailes

    Observantes de San Francisco. En

    la segunda mitad del Quinientos se

    datan la

    Archicofrafa del Dulce

    Nombre de Jess

    1567)

    y

    la

    Hermandad de la Soledad 1579

    en el convento de Santo Domingo,

    la poderosa y hoy extinta Cofrada

    de las Angustias de la Madre de

    Dios Santo Entierro de Nuestro

    Seor Jesucristo 1577) del cenobio

    agustino y la no menos carismtica y

    Primitiva Hermandad de los Naza

    renos de Mlaga

    1599) del conven

    to de San Andrs de Carmelitas

    Descalzos, tambin desaparecida.

    Entre 1617-1634 tendra lugar la

    aparicin de la

    Hermandad de la

    Pura

    Limpia Concepcin de

    Nuestra Seora Humildad

    Paciencia de Cristo Nuestro Seor

    Redentor

    en el citado templo fran

    ciscano.

    Esta ltima corporacin configura

    el modelo paradigmtico de la cofra

    fa barroca, en sintona con la expan

    sin de los vientos contrarreformistas

    durante la primera mitad del siglo

    XVII. La nueva situacin se tradujo en

    un singular florecimiento en cuanto a

    iniciativas fundacionales , enriqueci

    miento patrimonial y plstico y paula

    tina complejizacin de los aspectos

    rituales y escenogrficos de los cor

    tejos que recorran las calles de la

    ciudad durante el Mircoles, Jueves

    y Viernes San- t

    En este sentido,

    el sistema de Patronatos

    Cofradas filiales contribuy a canali

    zar la dinmica descrita. En virtud del

    patronato, el elemento nobiliario

    ceda a la Hermandad el usufructo

    de la capilla familiar en unin de sus

    enseres , esculturas y donat ivos en

    metlico a cambio del derecho a por

    tar en pblico el guin o estandarte

    corporativo, lo cual dio origen a no

    escasos enfrentamientos , pleitos y

    disputas entre distintos linajes aristo

    crticos. Por su parte, las Cofradas

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    Fig. 1. El dramatismo de la Pasin se atena por la va de un

    l si ismo plsti o de acentos mediterrneos. Juan Manuel

    M

    i rro

    Lpez: ess

    de la Puente del edrn 1987-1988 .

    Foto: Miguel Angel Snchez Lpez.

    filiales

    gravitaban en torno a indivi-

    duos que forjaban asociacin con el

    nico y exclusivo fin de cuidar dar

    culto procesionar y ..alumbrar una

    imagen determinada perteneciente a

    una

    Hermandad matriz,

    la cual sola

    ser la de mayor antigedad y presti-

    gio social radicada en el mismo tem-

    plo.

    Durante los siglos XV

    XV

    YXV un

    rasgo definidor de las Hermandades

    fue su ded icacin preferente a la

    faceta asistencial y previsora que las

    convirti en autnticas compaas

    aseguradoras o mutu alidades de

    entierro inmersas en un clima de

    pesimismo incertidumbre y angustia

    vital originado par el azote continua-

    do de las epidemias riadas terre-

    motos y otros factores demogrficos

    negativos sobre la desgraciada

    poblacin malaguea. A cambio de

    una cuota pecuniaria mensual que

    garantizaba su cotizacin hasta el

    fallecimiento la Cofrada proporcio-

    naba al individuo mortaja camilla y

    caja propia para el cadver adems

    de cera y acompaamiento al entie-

    rro a cargo de la Junta de Gobierno

    religiosos conventuales y nios del

    Hospicio o de

    Providencia.

    Las pres-

    taciones incluan asimismo sepultu

    ra en la cripta de la capilla corporati-

    va administracin sacramental del

    Vitico y Extrema Uncin y un varia-

    ble nmero de misas de sufragio o

    de nima. Los Estatutos supeditan a

    esta tarea la vida interna de las

    Hermandades hasta el punto de

    contemplarse en ellos la suspensin

    del acto de la procesin de actuar

    en menoscabo del caudal reservado

    al fondo de enterramientos.

    El Expediente de reducc in pro-

    mulgado en 1783 por Carlos con

    el consenso de sus ministros ilustra-

    dos estrech el cerco y los mecanis-

    mos de control que acosaban a las

    Cofradas. La crisis institucional

    econmica y de conciencia religiosa

    hizo mella en sus componentes

    sumndose a las medidas protode-

    samortizadoras de la legislacin bor-

    bnica y posteriormente a las se-

    cue las de la invasin francesa la

    Exclaustracin la Desamortizacin y

    las convulsiones revolucionarias y

    sociales del

    XIX Desarraigadas de

    los mbitos conventuales donde

    nacieron las Hermandades supervi-

    vientes sufrieron una dispora por

    otros temp los y parroquias de la

    cap ital entrando en contacto con

    otros barrios y enclaves urbanos aje-

    nos hasta entonces al fenmeno.

    Durante la Restauracin se vivi una

    etapa de relativa prosperidad que

    seal el principio de la recupera-

    cin de la faceta procesional con el

    apoyo de los sectores burgueses y

    la oligarqua industrial lo cual no

    impidi a finales de la centuria la

    apertura de una nueva fase de

    decaimiento.

    El siglo xx trajo como novedad en

    1921 la fundacin de la Agrupacin

    de Cofradas organismo que vino a

    poner fin a ese prolongado estadode

    postracin. Entonces se gesta el

    modelo.actual de Semana Santa con

    la puesta en funcionamiento de inicia-

    tivas proyectos e intereses comunes

    el incremento de recursos patrimonia-

    les y la ..competicin con otras

    poblaciones en la captacin de visi-

    tantes forneos El atractivo que la

    vistosidad y riqueza artstica de los

    cortejos procesionales despertara en

    el nimo de esos posibles visitantes

    constituy uno de los principales aci-

    cates para explotar las posibilidades

    tursticas y econmicas brindadas por

    la benignidad del clima malagueo en

    la temporada de primavera. Los

    sucesos de 1931 y 1936 que acarre

    aron la destruccin sistemtica del

    patrimonio artstico derivaron en un

    duro volver a empezar. La recons-

    truccin cristaliz con xito en las

    dcadas posteriores merced al pro-

    teccionismo de las instituciones civi-

    les religiosas y militares el marcado

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    signo poltic o de los tiempos y el

    empeo de los responsables de las

    Cofradas en retornar al statu qua de

    los aos veinte con mayores dosis de

    colosalismo suntuosidad y barroquis-

    mo en la proyeccin externa de las

    corporaciones lo cual lleva implcita

    la nocin de la Semana Santa como

    espectculo total. La reorganizacin

    de Hermandades extintas la creacin

    ex novo de otras y la reivindicacin de

    un espritu de recogimiento ascetis-

    mo e intimismo alternativo al derro-

    che triunfalista y al talante festivo de

    otras pocas ha sido la tnica reinan-

    te entre 1975 1996. En la actualidad

    son 38 las Hermandadesy Cofradas

    de Pasin que hacen estacin de

    penitenc ia desde la maana del

    Domingo de Ramos a la madrugada

    del Sbado Santo con un total de 74

    tronos procesionales. El cortejo del

    Cristo Resucitado la Virgen Reina

    de los Cielos titu lares de la

    Agrupacin de Cofradas cierra las

    celebraciones pasionistas malague-

    as.

    EL ALMA DE LA MADERA LA

    ESCULTURA SUS ARTFICES Y

    TRASFONDO ICONOLGICO

    Hgase de tal manera que parez-

    ca tenga vida la escultura Esta clu-

    sula extrapolada de un contrato con

    un imaginero del siglo XV sustancia

    la gran aspiracin del realismo escul-

    trico del Barroco: hacer visible lo

    invisible concreto lo abstracto viva y

    animada la materia inerte. A las tc-

    nicas especficas de la talla y policro-

    ma se incorporan recursos extra-

    artsticos y aditamentos de la ms

    variada ndole que revisten el resul-

    tado de una dimensin escenogrfi-

    ca sin precedentes y un caudal de

    connotaciones alegricas regidas

    por una serie de convencionalismos

    sgnicos. Aparte de por su apostura

    y proporciones corporales las escul-

    turas de Cristo se reconocen por las

    tres potencias o haces de rayos que

    circundan la cabeza a modo de dia-

    dema. Sus metales y piedras precio-

    sas simbolizan la Gracia Ciencia y

    Potencia del personaje y su entereza

    a lo largo de la Pasin por mor de

    sus excepcionales facultades inte-

    lectivas de Memoria Entendimiento

    y Voluntad. El uso de prendas y tni-

    cas de terciopelo y costosos tejidos

    bordados profusamente en oro al

    igual que las sogas cngulos y cor-

    dones y las cruces de maderas

    nobles recubiertas de placas de pla-

    ta cincelada redundan en la exalta-

    cin mesinica del protagonista y

    sus arributos heterclitos de Profeta

    Sacerdote y Rey.

    La escultura malacitana opta por

    diversas pautas al efigiar la cohorte

    de sayones judos hebreos pontfi-

    ces centuriones soldados romanos

    sanhedritas piadosas mujeres y

    apstoles que integran el mundo de

    los figurantes secundarios. El princi-

    pio platnico de la Calocagaca que

    distorsiona o ennoblece las faccio-

    nes del personaje en cuestin en

    funcin del papel negativo o positivo

    que le toca desempear como ver-

    dugo o defensor de Cristo convive

    con el expresionismo realista intro-

    ducido por el esculto r sevillano

    Antonio Castillo Lastrucci ya en

    nuestro siglo. Tampoco se hallan

    ausentes las invenciones autctonas

    con referencias a las mscaras y

    cartulas usadas por los figurantes

    vivientes de las representaciones iti-

    nerantes y a las estatuillas de tipos

    populares conocidas con el nombre

    de barros malagueos

    La despierta y ocurrente inventiva

    barroca inspirada por la literatura

    franciscana y los libros de medita-

    cin postridentinos motiva una ins-

    lita e imaginativa aportacin temtica

    de Mlaga al contexto universal de

    la iconografa cristiana al acuar el

    misterio de Jess de la Puente del

    Cedrn

    El extrao episodio escenifi-

    ca el trnsito de Jess preso a tra-

    vs de un puentecillo elevado sobre

    el curso del torrente Cedrn en el

    momento de ser conducido desde el

    huerto de Getseman a la casa de

    Ans en Jerusaln. Durante el siglo

    XV una levant isca cuadr illa de ju-

    dos viviente s integrada por indivi-

    duos ataviados con cartulas y

    morriones acompaaban y daban

    escolta a la imagen interpretando

    diversas pantomimas. Hacia 1

    8

    .

    Salvador Gutirrez de Len culmina-

    ba la definicin escultrica del asun-

    to al tallar el soldado romano que

    fustiga a Cristo y el espantoso y no

    menos pintoresco sayn Berruguita

    que lo arrastra de la soga.

    La iconografa de la Virgen Do-

    lorosa hace suya una conjuncin de

    hermosura juventud y dolor de hon-

    dos matices lricos. Esta concepcin

    idealista se ana con la ficcin ale-

    grica que la hace aparecer radiante

    como la Mujer Apocalptica corona-

    da como Reina por el sol incandes-

    cente y las estrellas que circundan la

    diadema que cie su cabeza adere-

    zada con mltiples gemas que refle-

    jan y proclaman sus virtudes y ata-

    viada con delicadas blondas y

    suntuosos ropajes recamados que

    emulan los trajes cortesanos de

    otros tiempos. Tan slo el pual alu-

    sivo a la profeca de Simen sirve de

    encuadre histrico al asunto. La

    posicin de las manos es indicativa

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    de distintas emociones: desde el

    silente misticismo si se hallan entre

    lazadas, al patetismo implorante de

    permanecer extendidas con las pal

    mas vueltas hacia arriba, pasando

    por una serie de elegantes adema

    nes coloquiales.

    El manto es una prenda que

    adquiere singular importancia en la

    indumentaria de las Dolorosas malagueas. En la actualidad sus dimen

    siones oscilan entre los cinco y diez

    metros de longitud y los tres o seis

    de anchura. Su simbolismo remite al

    tema de la Virgen de la Misericordia

    plasmado entre otros por Alejo

    Fernndez , El Greco o Zurbarn

    que manifiesta su proteccin a la

    muchedumbre que camina detrs y

    se acoge a su intercesin. En los tro

    nos o pasos de la Virgen, el palio o

    baldaquino sostenido por barras

    argnteas para cubrir a la imagen

    introduce un signo latrutico asocia

    do a la adoracin eucarstica, que

    insina el papel de Mara como pri

    mer tabernculo o Sagrario y sacer

    dotisa oferente del sacrific io de

    Cristo.

    Las piezas escultricas de los

    siglos XVI al XIX conse rvadas son

    relat ivamente escasas. Ello no es

    bice para que las esculp idas en

    nuestro siglo no revelen , en su

    inmensa mayora, un apreciable gra

    do de calidad plstica y una notable

    heterogeneidad conceptual y estilsti

    ca por mor de la pluralidad de

    influencias y la dispar procedencia

    geogrfica de artistas y talleres. De

    principios del Quinientos, reconstrui

    do en 1991, es el rucificado de la

    Vera ruz

    de arcaico sabor goticis

    t

    El risto de nimas de iegos es

    un corpulento Crucificado de resa

    bios tardomanieristas tallado por

    Pedro de Zayas, en 1649. Su pre

    sencia constituye uno de los vesti

    gios de-la prolfica actividad imagine

    ra desa rrollada en Mlaga con

    antelacin a la consagracin del rea

    lismo pleno y el establecimiento de

    Pedro de Mena y Medrano en 1658.

    En el XVIII

    sobresale Fernando Ortiz,

    un interesante escultor de excelen

    te calidad y acadmico de San

    Fernando, en cuya esttica confluye

    el gusto vernculo andaluz con los

    aires italianizantes asimilados en la

    Corte tras sus contactos con Giovan

    Domenico Olivieri, director del Taller

    de Escultura del Palacio Real. En el

    XIX

    descuella la fami lia de los

    Gutirrez de Len, autoresdepiezas

    eclcticas y no demasiado afortu

    nadas, en las que se dan cita los

    presupuestos academicistas de la

    centuria y u n forzado y poco convin

    cente sentimentalismo de aires

    pseudobarrocos.

    Francisco Palma Garca inaugur

    el siglo xx con una excepcional

    Piedad

    que conciliaba la impronta

    de modernidad y las sutilezas de los

    aos veinte con el revival historicista

    del arte de Pedro de Mena. Su hijo,

    Francisco Palma Burgos, sigui sus

    pasos con una serie de obras carac

    terizadas por un gran dominio de la

    tcnica, cierto sentido monumental y

    una profunda uncin religiosa. A

    excepcin de los Palma y el artista

    gitano Juan Vargas Corts, el pano

    rama escultrico malacitano brill,

    precisamente, por su endmica falta

    de calidad. Ello oblig a acudir a

    otras ciudades para satisfacer la

    demanda exigida por el proceso de

    reconstruccin. El predominio ejerci

    do en otras pocas por los talleres

    de Valenc ia, Madrid, Crdoba y

    Granada cedi el testigo a la hege

    mona hispalense, la cual se mani

    fiesta en el patrimonio malacitano en

    un abrumador porcentaje cuantitati

    vo y cualitativo. Si la evocacin de

    los modelos introvertidos, aniados

    y temblorosos de Jos de Mora

    determin el historicismo neobarro

    co de los imagineros granadinos, en

    el contexto sevillano afloran las

    sugerencias de los grandes maes-

    Fig. 2. La integracin de la esc

    ul t

    ura en la atmsfera urbana y

    los espacios naturales es uno de los componentes esencia

    les de la Semana Santa. Luis Ortega r ss de la Pasin

    1976 .

    Foto

    : Miguel nge l Snchez Lpez.

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    tros asentados en la capital andaluza

    durante la Edad Moderna. La arro

    gancia gestual e intelectualizada el

    virtuosismo anatmico y el clasicis

    mo de Juan Martnez Montas defi

    nen las aportaciones de Juan

    Manuel Miarro Lpez. En cambio

    la rebelda desproporc in y drama

    tismo de Juan de Mesa reverdecen

    de la mano de Franc isco Buiza

    Fernndez. La modernizacin de los

    tipos iconogrficos seiscent istas y

    dieciochescos y el culto a la belleza

    femenina frg il y melanclica de

    estirpe romntica son las premisas

    secundadas por las piezas de Luis

    lvarez Duarte. Ms original se reve

    l Luis Ortega Br a partir de su sn

    tesis personal a medio camino entre

    el patetismo miguelangelesco los

    acentos romanistas y un torturado

    expresionismo gestual. Frente al

    espritu ms o menos conservador

    de los ejemplos anteriores se alinean

    otras alternativas cuya audacia las

    hace ms acordes a las tendencias

    contemporneas representadas por

    las realizaciones de Mariano Benlliu

    re y Gil Jos Capuz Mamano Juan

    de valos y Garca-Taborda y Suso

    de Marcos.

    DEUS

    EX M CHIN EL TRONO

    PROCESION L

    Los orgenes de las ondas proce

    sionales malagueas se relacionan

    con la problemtica del retablo . La

    documentac in grfica y escrita

    constata la identificacin del denomi

    nado trono con una pieza exenta del

    altar destinada a servir de basamen

    to a la efigie. Consista en una peana

    troncopiramidal invertida cuya silue

    ta sinuosa e inestable era debida a

    una serie de estrangulamientos que

    justifica la nomenclatura de trono de

    carrete

    o

    de garganta

    a ella asigna

    da. El acompamiento de unas pa

    rihuelas y listones para facilitar su

    transporte posibilit su adaptacin a

    la funcin dinpmica. Otro esquema

    mucho ms sencillo detectado en el

    seiscientos lo conformaban una sim

    ple tarima rematada por pequeas

    balaustradas o barandillas y decora

    da con tarjas y cartelas.

    Las obras del talli sta Luis de

    Vicente en los aos veinte iniciaron

    la carrera desaforada hacia la gran

    diosidad hiperblica de los actuales

    tronos malacitanos consumada en

    los aos cincuenta hasta llegar a los

    390 x 570 x 650 m del que trasla

    da a la

    Virgen de la Esperanza

    defi

    nido como una

    verdadera capilla que

    se echa a andar Hoy se asiste a una

    cierta recesin de esta tendencia en

    bsqueda de una armona esttica y

    una erudicin iconogrfica que aspi

    ra a hacer cumplir a la pieza su

    papel didctico de retablo itinerante

    por encima de la valoracin efectista

    y teatral de la pura y superficial apa

    riencia. La madera dorada policro

    mada y estofada o barn izada en

    sobrias tonal idades oscuras y com

    binada con la plata y el metal o la

    orfebrera en solitario cons tituyen

    algunas de las soluciones formales

    ms usuales en su ejecucin com

    plementada con labores de escultura

    ornamental talla y relicaria. Ocupan

    los ngulos y esquinas distintas pie

    zas de iluminacin: faroles hacho

    nes y los voluminosos candelabros

    de varios brazos o arbotantes coro

    nados con tulipas o fanales de cristal

    que albergan los cirios encargados

    de procurar para el conjunto la anhe

    lada ambientacin tenebrista. Aun

    que la Arquitectura y diseo del

    trono se inclinan preferentemente

    hacia las frmulas barrocas predo

    mina un eclecticismo formal donde

    stas conviven sin fricciones con el

    protorrenac imiento plateresco. En

    menor medida se hacen presentes

    otras propuestas como el rnanieris

    mo desornamentado el

    revival neo

    gtico y el orientalismo bizantino o

    islmico-persa este ltimo cas i

    ausente de los exponentes malacita

    nos. Nombres como los de Cristbal

    Velasco Cobos Pedro Prez Hidal

    go Fliz Granda Buylla Manuel

    Seco Velasco y Manuel Villarreal

    Fernndez se encuentran estrecha

    mente unidos a varias de las ms

    felices creaciones del gnero.

    El exorno floral tamb in aporta

    connotaciones simblicas. Las alu

    siones al sufr imiento y a la sangre

    derramada inherentes al clavel rojo.

    se transfieren al sentimiento luctuoso

    y a la penitencia en el caso de la

    bouganvilla y el iris o lirio morado. La

    pureza consustancial a la tonalidad

    del blanco se expande en efectos de

    irrepetible belleza en el ornato de los

    tronos marianos merced a la conjun

    cin de especies tan dispares como

    el clavel la azucena el lilium el tuli

    pn la orqudea la camelia o el gla

    diolo. Aparte de las dimensiones

    otro rasgo definidor de las andas

    malacitanas es la traccin humana

    de las mismas. Los hombres de tro-

    no portadores o correonistas cuyo

    nmero aproximado suele oscilar

    ent re los 100 Y 250 cargan el co

    rrespondiente peso proporcional

    sobre uno de los hombros valindo

    se de los v ales o grandes listones

    de madera o aluminio dispuestos en

    sent ido longitudinal a la

    mesa

    o

    arranque de la est ructura. Las

    maniobras para izar descender o

    mece r el trono se rigen por los

    47

  • 7/26/2019 ESCENOGRAFIA, RITUAL " Y PLASTICA DE LA SEMANA SANTA EN MLAGA

    6/8

    toques de una campana de bronce

    ubicada en el frontal golpeada por

    los

    mayordomos

    mediante un marti

    llo o mazo de madera.

    L CIUD D TE TRO

    y

    ESCEN RIO DEL RITO

    Los resortes persuasivos comuni

    cativos y doctrinales de la imagen se

    activan en el

    clmax

    ritual y dramti

    co de la procesin imbricado a su

    vez en el concepto de la fiesta como

    forma y expresin simbl ica del

    Barroco. Adems de

    los hombres de

    trono, la funcin precisa de otros

    actores sobre los que recaer el

    perfecto desenvolvimiento de la mis

    ma. Los

    nazarenos

    o

    penitentes

    son

    herederos de aquellos hermanos de

    luz que convivieron y acabaron susti

    tuyendo a los hermanos de sangre o

    disciplinantes quienes continuaron

    prac t icando la flagelacin pblica

    incluso despus de su taxativa prohi

    bicin por Carlos 1en 777 Aparte

    de cirios los nazarenos portan dis

    tintas insignias de variopinto signifi

    cado trabadas en orfebrera borda

    dos y ocasionalmente marfiles. Abre

    el cortejo la

    Cruz-Gua

    flaqueada por

    Fig . 3. El idealismo pot ico mpregna la iconografa

    y

    el

    e

    ntorno

    proces iona l de las representac io nes mar ianas .

    Con junto del trono de la Virg n del

    mor

    , Herma ndad de

    sus el Rico . Foto : Miguel Angel Snchez Lpez.

    48

    faroles. La naturaleza de la Cofrada

    como corporacin erigida cannica

    mente y con entidad jurdica se exte

    rio riza mediante los bastones

    o

    varas de mando las mazas, la prti

    ga, los cetros o bastones cortos y el

    Libro de Reglas

    alusivo a las Orde

    nanzas Constituciones o Estatutos

    que prescriben la normativa interna

    a acatar por los componentes de la

    fraternidad.

    El

    Guin

    es la ensea institucional

    de carcter oficial y representativo

    identificada con una bandera recogi

    da plegada y rgida centrada en

    otros tiempos por

    placas de mayor

    doma labradas en plata de ley con

    motivos herldicos o la efigie titular.

    El entandarte es un pao en forma

    de gallardete que muestra un retrato

    pictrico de la imagen a la cual ante

    cede y anuncia . Una var iante del

    mismo es el Sine Labe o Simpecado

    relacionado con la defensa del dog

    ma concepcionista. La cita arqueo

    lgica al momento histrico en que

    tuvieron lugar los hechos la introdu

    ce el

    Senetus,

    un lbaro coronado

    por el guila imperial y la corona de

    laurel que ostenta las siglas SPQR

    Senatus Populus que Romanus, en

    igual modo al vexillum de las legio

    nes romanas. Las

    boc inas

    son un

    remedo de trompetas que evocan

    los lastimeros sones con que condu

    can los condenados al Calvario.

    La presencia de los

    campanilleros

    es una interesante peculiaridad de la

    Semana Santa malaguea. Tan sin

    gulares nazarenos marcan las para

    das y avances de la procesin

    mediante uno o tres toques de cam

    panilla respectivamente. El correcto

    deambular del corte jo depender

    pues de su habilidad para transmi

    tirse la informacin oportuna de

    unos a otros desde el ms cercano

    al trono al situado junto a la Cruz

    gua. Los aclitos monaguillos auxi

    liares msicos y acompaamientos

    eclesisticos laicos y castrenses

    completan la nmina de participan

    tes en este ritual callejero.

    El extraordinario auge de las dra

    matizaciones callejeras en el contex

    to de la Semana Santa se explica en

    virtud del arraigo y la pers istencia

    que el teatro sacro representado en

    el interior de las iglesias detentaba

    an en la Mlaga del quinientos. La

    presencia de actores en los cortejos

    procesionales que interpretaban a

    los apstoles el Cirineo los sayo

    nes y los romanos se remonta al

    menos al siglo

    XVII,

    rastrendose

    an hasta bien entrado el

    XIX

    De

    hecho las expresiones grotescas y

    las facciones histrinicas de las

    mscaras y cartulas en unin de

    otros elementos del atrezzo conta-

  • 7/26/2019 ESCENOGRAFIA, RITUAL " Y PLASTICA DE LA SEMANA SANTA EN MLAGA

    7/8

    giaron a la propia escultura que en

    ms de una ocasin slo tuvo que

    trasl adar a la madera y subir a la

    parihuela del trono la misma realidad

    que circulaba por las calles.

    Pese a la evolucin histrica la

    Semana Santa de Mlaga an con-

    serva una serie de ritu ales que

    deben bastante a la escenografa

    de antao en el afn de teatralizar

    los gestos actitudes y reacciones

    del col ect ivo. As el Viernes de

    Dolores los cimientos de la parro-

    quia de San Juan parecen estreme-

    cerse cuando el Cristo de la

    Redencin es izado en el aire cla-

    vado en su Cruz para ser colocado

    en el trono proces ional a los sones

    del Miserere gregoriano. Mientras

    tanto el templo permanece apaga-

    do e inmerso en el claroscuro de la

    cera encendida. El Domingo de

    Ramos asiste a la jubilosa multitud

    de nios ataviados a la usanza

    hebrea con vistosos tejidos a rayas

    los cuales acompaan el paso de

    ess

    a su Entrada en Jerusaln

    l levando hojas de palma y ramos de

    olivo segn descr ibe una antfona

    litrgica basada en el Evangelio

    Apcrifo de Nicodemo. La iconogra-

    fa de este misterio incorpora la

    nota pintoresca de la pequea cra

    del asno montado por Cristo cono-

    cida popularmente como la Pollinica

    desde antes de 1772. EL discurso

    dramtico de las procesiones tardo-

    mediavales del Domingo de Ramos

    se refleja en la escultura del Nio-

    Profeta que salta de los brazos de

    su madre recordando a los presen-

    tes la moraleja de la escena : la

    palabra sa lvado ra es repe tida y

    comprendida por los ms inocentes

    sin impedimento de su temprana

    edad.

    El fenmeno de masas encarnado

    por los miles de personas que cami-

    nan tras Jess Cautivo, el Lunes

    Santo rebasa el mbito de lo devo-

    cional para entrar de lleno en el

    terreno de la mistificacin. Pese a su

    mediocridad plstica la imagen ejer-

    ce un notable atractivo. A ello contri-

    buye su tnica blanca anacrnica

    desde la ortodoxia iconogrfica aun-

    que reinterpretada por el pblico en

    diferentes claves de lectura que ter-

    minan asimilndola a un trasunto de

    inocencia. Uno de los actos de

    mayor esp lendor de la Semana

    Santa del Barroco era la entrada de

    las Hermandades en la Catedral

    para efectuar la estacin de peniten-

    cia ante el Monumento Eucarstico

    segn el rito que tuvo su origen en la

    liturgia cuaresmal de Roma. Dicho

    ceremon ial consistente en encami-

    nar los pasos de la comitiva hacia la

    Iglesia Mayor se sucedi sin fisuras

    hasta finales del

    y h a sido recu-

    perado en calidad de autntico senti-

    do de culto externo.

    Ms que el interior claustral o tem-

    plario el marco ptimo de la drama-

    turgia procesional ha sido durante

    cuatro siglos la Plaza de las Cuatro

    Calles hoy de la Constitucin autn-

    tico teatro rodeado de balcones a

    modo de palcos . En dicho enclave

    tena y tiene lugar la ceremonia del

    Paso, trasunto y simulacro de los

    Encuentros de la imagen de Cristo

    con las de la Dolorosa San Juan

    Evangelista y la Vernica en la calle

    de la Amargura. Sin detrimento algu-

    no de su solemnidad la ceremonia

    alcanza su punto culminante en la

    bendicin impartida por Jess Naza-

    reno del Paso al pueblo en la madru-

    gada del Viernes Santo a modo de

    signo gestual que patentiza ritualiza

    la reconciliacin del colectivo con la

    divinidad. Una variante de este actoes la bendicin otorgada el Mircoles

    Santo por la imagen de Jess Na-

    zareno titulado El Rico en grande-

    za, majestad misericordia en el ins-

    tante de conceder la libertad a un

    preso indultado por disposicin

    gubernativa en funcin de un privile-

    gio reconocido a la Hermandad. En

    ambos casos queda patente la obse-

    ci n hiperrealista del Barroco que

    no conformecon el movimiento de las

    vestiduras el ejercicio sensualista de

    las anatomas y l a riqueza textual de

    los ornamentos data a la escultura

    de extremidades articuladas procu-

    rndole esa apariencia verosmil que

    slo puede influndirle la vida misma.

    Ese es el camino por el que la

    Semana Santa de Mlaga transfigu-

    ra sin desvirtuarlo el inicial punto de

    partida de la fiesta religiosa en el

    triunfo de los sentidos pues al igual

    que sucede en una de las Comedias

    de Lope de Vega lo fingido acaba

    siendo y es lo verdadero.

    I LlOGR FI

    AA. VV.

    La semana Santa malaguea

    a

    travs de su istor ia,

    Ed. Arguval

    Mlaga.

    AA. VV.

    Vida cofrade

    entorno de las

    cofradas malagueas,

    Ed. Arguval

    Mlaga 1989.

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    P

    at r

    imonio

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  • 7/26/2019 ESCENOGRAFIA, RITUAL " Y PLASTICA DE LA SEMANA SANTA EN MLAGA

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