Esbozo de Un Feminismo Latinoamericano

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    Revista Estudos Feministas

    ISSN: 0104-026X

    [email protected]

    Universidade Federal de Santa Catarina

    Brasil

    Femenas, Mara Luisa

    Esbozo de un feminismo latinoamericano

    Revista Estudos Feministas, vol. 15, nm. 1, janeiro-abril, 2007, pp. 11-25

    Universidade Federal de Santa Catarina

    Santa Catarina, Brasil

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=38115102

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    Esbozo de un feminismoEsbozo de un feminismoEsbozo de un feminismoEsbozo de un feminismoEsbozo de un feminismolatinoamericanolatinoamericanolatinoamericanolatinoamericanolatinoamericano

    RRRRResumenesumenesumenesumenesumen:Existe un fem inismo la tin oameric a no ? Cre emos que s, y que tie ne n sus prop ia srace s y su p rop io p erfi l , que ab reva d e la s mltiples c orrientes terica s y filosfic as de losde sarrollos actua les de l fem inismo . Creem os ade ms que la situac in perifricade l cont inentele pe rmite toma r y situar diversas lecturas, traza r rede s c onc ep tuales y ac ep tar el de safo d epe nsar y pla ntea r sus prop ios pro blem as. Este artc ulo preten de da r cue nta d e a lgunos de e sosde safos y rec orrid os.PPPPPalab ras cla vealabras c lavealab ras cla vealabras c lavea lab ras cla ve: femin ismo ; Latino amrica ; teora ; loc aliza c in; situac in.

    Copy r i g h t 2007 b yRevistaEstudos Feministas.

    Mara Luisa FemenasUniversidad Nacional de La Plata

    ArArArArArtigostigostigostigostigos

    1 Un territorio poblado1 Un territorio poblado1 Un territorio poblado1 Un territorio poblado1 Un territorio poblado

    Se abre paso el feminismo latinoamericano con unperfil propio?1Sabemos que buena parte del feminismoOccidental nos ve como lo Otro y buena parte delpensamiento postcolonial tambin. Entre ambos polos seextiende el espacio ocupado por las mujereslatinoamericanas. Creemos que es posible trazar nuestropropio perfil entre los pases hegemnicos y los pasespostcoloniales. Por un lado, Amrica Latina nace de laspropias contradicciones de la Ilustracin y de su afn porconstituirse autnomamente. Los pases que actualmentela integran se originan y se estructuran en tanto Estados

    modernos sobre las bases filosficas de un ideario cuyasnociones fundantes son la igualdad, el universalismo y lalibertad. Por otro, la sociedad latinoamericana est fundadasobre tres races poblacionales fundamentales: la autctonaindgena, la europea blanca y la negra (a las que msrecientemente se sumaron migraciones asiticas); dondelas cuestiones propias del feminismo postcolonial, delmulticultural, del ecofeminismo, del pensamiento de lasubalternidad, adoptan el diseo de las polticas de laidentidad.

    1Una versin ms extensa seencuentra en mi libro El gnerodel mult iculturalismo(FEMENAS,2006).

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    En pocas palabras, al marco formal igualitario yuniversalista, al que responden en mayor o en menormedida todas nuestras constituciones que ha resultadohistricamente insuficiente , debemos sumarle unconglomerado de cuestiones materiales. Sobre todo, enla medida en que el proclamado universal pocas veces seaplic distributivamente por igual a todos los miembros dela sociedad, discriminando por sexo-gnero, por etnia ypor clase. Como bien sabemos, esto ha sido tambin as

    respecto de las mujeres de los pases hegemnicos, peronuestro caso no es exactamente paralelo y nuestrasparticularidades merecen destacarse. En principio, porquelos mecanismos de inclusin / exclusin de las mujeres hanseguido un derrotero propio atravesado fundamentalmentepor la diversidad tnica y cultural (includa la religin)muchas veces enmascarada como si de cuestiones deeconmicas o de clase se tratara. Asimismo, la libertad yla independencia que los estudios de las historiadorasmuestran respecto de las vidas de las mujereslatinoamericanas incluso durante la colonia no guardaequivalencia con los pases hegemnicos.

    En consecuencia, al sexismo originario de lasConstituciones Modernas, debemos sumarle modeli-zaciones excluyentes no-formales. Esto quiere decir que, lasola superacin, reforma o compensacin del segrega-cionismo naturalizado que apela a la diferencia de los sexosno es suficientemente explicativa. En la mayora de loscasos, la discriminacin se potencia en trminos de sexo-etnia y la exclusin e invisibilizacin de grupos no slodepende de diferenciaciones por sexo sino fundamental-mente en virtud de su pertenencia a una cierta etnia-cultura.En ese sentido, plantear el problema del sexismo, deltema negro o del problema indgena obliga a reconocertambin el papel histrico desempeado por las estructuraspatriarcales, sean blancas o no, sobre la poblacin engeneral y las mujeres (sea cual fuere su color) en particulary de manera conjunta.

    Actualmente, Amrica Latina ha logrado que los

    derechos de las mujeres alcancen una visibilizacinrelativamente importante. No obstante, los Estados slo losreconocen parcialmente y los hacen efectivos menos an,llegndose a niveles alarmantes de incumplimiento endirecta vinculacin a las zonas de interseccin tnico-cultural. Por eso, basados en el ideario feminista, planteosdeconstructivos recientes han abierto lneas comprensivasde singular riqueza. Brindan adems bases slidas para laimplementacin de prcticas y polticas suficientementeconvocantes y coordinadas, que tienden a aunarreconocimiento y justicia distributiva, necesarias ambas

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    para el logro de un equilibrio inestable, que contribuya atejer las tramas de un universal real.

    2 T2 T2 T2 T2 Trfico de teorasrfico de teorasrfico de teorasrfico de teorasrfico de teoras

    Para un mejor desmontaje de los mecanismos deexclusin tendiente a comprender nuestra situacin histricay actual, ejerceremos el trfico de teoras, tal como lodenomina la estudiosa brasilera Claudia de Lima Costa.2

    En verdad, ya la emancipacin de Amrica Latina todatuvo ese sello. El desplazamiento del ideario de los centrosa las periferias da cuenta de la habilidad geopoltica ytransnacional de leer, escribir y enriquecer las teoras quesiempre tuvieron sus habitantes. Habilidad ejercida por lasmujeres con resultados fundantes, ricos, aunque andispersos y con xito diverso. Traficar teoras implica unaprctica que quiebra en su reapropiacin los modelosoriginales, enriquecindolos. Desde otros contextos, enpalabras de Sophie Bessis, es un modo de ac ul turar eluniversalismo; un modo de apropirselo.

    Si las teoras se trasladan de modo directamenteproporcional a su grado de generalidad, apropirselasimplica un proceso de produccin de nuevos significadosco ntra la indi ferencia, el mono pol io o la hosti lidad (Bessis).

    Por eso, gracias a tales traslados y al vnculo que seestablece entre las teoras y los subalternos, se produce unl ugar d e a prop iac inque da por resultado la fracturaradical del discurso hegemnico originario, a los efectosde su revaloracin y de su resignificacin contextualizada.Esa es la funcin de los lugares ma tricialesde los hablaHomi Bhabha o de las zonas de contac toen palabras deClaudia de Lima Costa o de la f rontera segn GloriaAnzalda. Todos constituyen puntos de saturacin quefavorecen la traduccin de significados en trminos dealteracin y reacomodac in.

    J ustamente, el des(re)encuentro de las teorasfeministas ms heterogneas se produce como respuestaa diferencias de etnia, de clase, de orientacin sexual, denacionalidad, de lenguaje, de tradiciones. El minucioso

    trabajo de traduccin, de citacin de resignificaciones, deruptura de contextos y de reincorporacin de conceptosmarca el lugar del derecho a la producc in de saberes,como diferente de la repeticin. Se trata de un lugarlegitimador que nos instituye tambin en juezas de nuestrasprcticas, de los bagajes de conocimiento y de los estilosespecficos. Donde el trfico de teoras contribuye tambina la conformacin de un espacio nico (no homogneo),y a la vez propio, desde donde analizar crticamentenociones y posiciones. Desde este punto de cl ivaje, pued en

    2LIMA COSTA, 2002.

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    examinarse las heterorepresentaciones del poder patriarcaltanto como las del feminismo hegemnico, para dar cuentade las potenciales traducibilidades y negociaciones.

    Desde donde ejercemos el derecho a laproduccin de saberes? Cul es nuestro lugar de clivajeen el conflictivo espacio pblico mundial? Nuestra respuestaapela al locusy al ub ide nuestra condicin geo-socio-poltica, a nuestra conciencia de real contribucin aldiscurso feminista y al modo en que nos permite organizar

    explicaciones alternativas en trminos de contribucionestericas que favorezcan la mejor elaboracin, clarificaciny comprensin de tesis ajenas tamizads por nuestraexperie nc ia c rtica. Tales conocimientos posicionados,parciales, localizados admiten la posibilidad deconexiones en sistemas dislocados que den mejor cuentade nuestra situacin. Por eso, un primer paso es revisarnuestras propias contribuciones tericas resignificadas. Elsiguiente es denunciar el problema de la inaudibi l idadyde la intransitabil idadde nuestras propuestas dentro mismodel territorio latinoamericano, en la medida en que suposicin igualitaria no es ni equivalente, ni equipotente,ni simtrica, ni recproca.

    J ustamente, ese es uno de los rasgos desubalternidad. Aunque hayamos elaborado estrategiascomprensivas tendientes a la accin, la resignificacin, laautoafirmacin y el rechazo a las heterodesignaciones, elprimer obstculo que enfrentamos es la dificultad del trfic otericopor nuestros propios territorios. Porque, como nuestraexperiencia crtica ensea, los circuitos son radiales y vande los centros hegemnicos a los subalternos; rara vez a lainversa; rara vez se desplazan slo por ejes subalternos.

    Por eso, los discursos alternativos apuestan a desvelarla asimetra realde nuestras posiciones por sobre la retricade la igualdad y de la universalidad, no para rechazarlas,sino para exigirlas efectivamente. Apuestan tambin amostrar las barreras materiales que impiden su real usufructo.Apuestan incluso a desarticular los modos localizados ysituados de la exclusin. Asimismo, apuestan a explicar

    cmo las fracturas del campo social en estratos desubordinacin tnica, sexual, etaria, religiosa, econmicaetc., se potencian en la opresin de gnero. Inversamente,muestra tambin los modos en que la subordinacin degnero potencia la exclusin cultural, tnica, sexual,econmica, etc. conformando entramados complejos desubordinacin que se imbrican mutuamente.

    Nuestros discursos alternativos favorecen la rupturapoltico-epistemolgica de los contextos naturalizados yabren espacios de comprensin y de resignificacin. Alhacerlo, generan espacios diversos para pensar, explicar

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    y dar voz propia a las mltiples fuerzas tnicas, sexuales,econmicas, culturales que se precipitan en el lugar de lonuevo. Como no hay explicaciones simplistas nitransformaciones que no requieran comprensin deconjunto, los procesos de cambio implican, al mismotiempo, mayor conciencia de s y mayor reconocimientodel Otro/a, en un continuo interjuego. La conciencia delanclaje subalterno permite incluso la creacin-resignificacin-traduccin de prcticas de agenciacin

    activa y de contribuciones que gracias Encuentros comoeste deambu l an por los territorios latinoamericanos,constituyendo un espacio comn que no invisibiliza lasdiferencias. Se trata de una fuerte resignificacin de teorasy de conceptos que facilitan, en conjunto, prcticasnovedosas y efectivas.

    3 P3 P3 P3 P3 Polticas de localizacin situacinolticas de localizacin situacinolticas de localizacin situacinolticas de localizacin situacinolticas de localizacin situacin

    Esto hace manifiesto que las mujeres de AmricaLatina somostambin nosotrasen la doble subalternidadde latinoamericanas y de mujeres y en el privilegio de tenerconciencia de que somos La s Otras de los discursoshegemnicos. Esta obviedad muestra, sin embargo, nuestramarca efect iva de la m arginalidaden trminos de lo que

    Bhabha denomina el precisolugar de la experie nc ia c rtica.Geogrfica y econmicamente excntric as o d esc en -t r a das, las mujeres de Amrica Latina, en general,quedamos adscriptas no slo a una construccin polticainserta en el eje Norte-Sur, sino tambin a un constructosocio-poltico que los discursos hegemnicos ontologizan.De ese modo borran nuestras diferencias individuales ycolectivas, nuestra historia, nuestras idiosincraciasregionales, etc., para culminar en una imagen monolticaque es, por definicin y en general, lo Otro devaluado,extico o inquietante: es decir el lugar heterodesignadodonde no q ueremos estar.

    Porque ese es el sitio donde los discursoshegemnicos ratifican la esenc ial inconver tib i lidad delOtro/aen un semejante materialmenteequivalente; lugar

    que debe quedar vaco. As, estar en un locus inespera do en ese lugar donde no se espera que estemos nosinscribe ya desde el principio como sujetos-agente.Desde ese punto de mira, nuestra imprevisibilidad tpicapuede leerse, por un lado, como una forma de resistenciaa la inscripcin completa y acabada segn un ideal sumisoy domstico; pero, por otro, tambin como ejemplo de unaexperiencia crtica, marginal y perifrica, que rechaza ellugar de Otra extica y emocional que se nos prescribe.

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    Precisamente, ese es uno de los filos de la paradoja.Otro es el del discurso que nos heterodesigna en trminosde universalismo igualitario formal y de subalternidadmaterial. Con todo, an as, es necesario mantener laficcin poltica mujeres de Amrica Latina en tantoaglutina y potencia nuestros modos posibles de accinpoltica y de generarnos identidad visible en tanto polo deidentificaciones mltiples. Se trata de la creacin de laautodesignacin de mujeres de Amrica Latina como

    una com unidad imaginaria o f icc ionalautodesignada msall de las diferencias, ms all de las devaluaciones. Setrata de un invento estratgico ficcional que permitegenerar, encauzar y defender esfuerzos y energas.

    Si la cartografa mundial pone a las mujeres deAmrica Latina en la ambigua frontera de los bloquesgeopolticos, de los lugares que son o bien un re flejode loscentros hegemnicos o bien su crispa cin reac t iva (enpalabras de Bessis), en tanto constructo auto-diseado,nosotras nos oponemos con una identidad que admite otramanera de mirar. Es decir, que da cuenta de nuestraexperiencia crtica dislocadaen tanto nos constitumos enot ras inadec uada sque emergen precisamente donde losdiscursos hegemnico no nos esperan.

    Nos instituimos, entonces, en e n u n c i a d o r a s alternativasy damos cuenta del lugarde las traducciones-recreaciones como del si t io que favorece nuestraemergencia como sujetos feministas co mp lejos. Porque, latraduccin no se limita al mero proceso lingstico; implicael problema de la interpretacin. En tanto sujeto-agenteemergente como traductora e intrprete privilegiada detraducciones y de interpretaciones previamentesedimentadas y natualizadas, nos convertimos enhermeneutas que oponemos a la recepcin de verdadesnaturalizadas, la produccin de verdades parciales,locales, alternativas, disruptivas, no estereotipadas. Nuestrahistoria de desplazamientos, (e)(in)migraciones,reacomodamientos territoriales, circulac in de significados,resistencias, traducciones culturales, resilencias, etc..., se

    han cristalizado en actos de enunciacin cultural, en losque irrumpimos como portadoras de ident idad es me stizas.

    4 Identidades negociadas identidades4 Identidades negociadas identidades4 Identidades negociadas identidades4 Identidades negociadas identidades4 Identidades negociadas identidadesmestizasmestizasmestizasmestizasmestizas

    El deambular de teoras del que hablbamos msarriba y la triple raigambre de la poblacinlatinoamericana (india-blanca-negra) exige un breve elogiode la impureza, puesto que no podemos ni negar nidesconocer la impureza que anida en nosotras.

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    Una conocida investigadora argentina radicadahace muchos aos en EEUU, Mara Lugones revisa ladicotoma pureza / impureza con lo que denomina unaima gina c in hbrid a.3Al hacerlo, muestra cmo las polticasvinculadas al ideal de la pureza identitaria implicandiferenciar y separar (toapar t), a los puros de los impurose involucran, al menos, alguna forma de discriminacincuando no de segregacin (aparhei t). Muestra tambincmo, en muchos casos, distintos modos de hibridacin

    o mestizaje como preferimos denominarlo pueden serentendidos como otros tantos modos de resistencia a laspolticas de la pureza. Es decir que, el mestizaje implicauna forma actuada de resistencia a los mandatos de lapureza, en principio, tnica.

    Porque, bajo la ficcin privilegiada de la pureza que intenta controlar la explosin de heterogeneidades,de multiplicidades y la variabilidad ad infinitumde individuo/as encarnados se genera la fic c in p oltic ade la unidad.All es donde quien se autoinstituye en por tador /a de lapurezaexhibe segn Lugones su pec ul iar ca rencia.Carencia que reside justamente en estar fuera de la historia,fuera de la cultura, fuera de la sociedad; en fin, fuera de lavida. Paradjicamente, el/a portador/a de la pureza seautoconstituye de modo conflictivo ante lo que realmentees: un individuo/a, atravesado por un sexo-gnero, unaetnia, una cultura, una religin, un conjunto de creencias,un deseo, un cuerpo sexuado, etc. En ese sentido, seautoengaa instituyndose con mala fe sartreana enportador/a privilegiado/a de pureza, negando lo queefectivamente es: un ser impuro, mestizo, nacido demujer, tal y como todo/as nosotra/os.

    Se entiende, en consecuencia, mestizo no slo enun sentido biolgico (tradicional) sino, fundamentalmente,en uno cultural (y religioso). De modo que las poltic as de lmest izaje implican el rechazo implcito o explcito aconsiderar no pertinente o no pertenenciente acualquier ser humano del planeta. Implican la necesidady el deber en el sentido desarrollado por Seyla Benhabib

    en Los dere c hos de los otrosde bregar por vida s vivible spara todo/as; de instrumentar modos de proveer Derechos(y su cumplimiento) para todos.4Porque, el mestizaje comolugar real y simblico de la ambigeda dsupone, al mismotiempo, el abandono de las polticas que se basan endicotomas excluyentes y en esquemas rgidos.

    El desafo ms importante que se nos impone esdetectar y urgar en las intersecciones donde color, clase,religin, etnia, sexo-gnero potencian la exclusin ygeneran distorsiones ajenas a poblaciones con ms altosgrados de homogeneidad. Sobre todo, obliga a generar

    4BENHABIB, 2005.

    3LUGONES, 1999.

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    teora para comprender y desmontar los modos en queracismo y sexismo se potencian en nuestros territorios, parabuscar soluciones alternativas que favorezcanreconocimiento, destribucin y convivencia. Porque slodesvelando el subtexto de gnero-etnia, con sus doblescriterios polticos y morales, es posible hacernos cargo debuena parte de la socio-historia del Continente y de muchasde las violencias actuales contra las mujeres. Sobre todo,porque complejas tramas de poder econmico y poltico

    evitan recordar su origen en la esclavitud e invisibilizan elpoder absoluto de los amos sobre el cuerpo de esclavas yesclavos, haciendo i nexp l i cab l e la obviedad de lamestizac in, a la que se evita mencionar como a un tab.La hacienda es un remanente de este modelo.

    * * ** * ** * ** * ** * *La transversalizacin de las estructuras patriarcales

    con la variable tnica est dando lugar a un nmerocreciente de trabajos que contribuyen a nuestra mejorcomprensin del problema. Son bien conocidas, por unlado, las publicaciones de Gloria Anzalda, Silvia RiveraCusicanqui y Marisol de la Cadena y, por otro, los aportesde Ochy Curiel, Marie Ramos Rosado y Rita Segato. Todos

    ellos brindan un bagaje comprensivo original sobre el tema.Sus escritos se proponen examinar y dar cuenta de lasituacin particular de grupos precisos de mujeres deAmrica Latina, de los grandes movimientos popularesindigenistas, de las lderesas indgenas, de la situacin desubalternidad de las mujeres negras respecto de lasblancas, de los prejuicios que deben enfrentar las mestizastanto frente a puras indgenas o negras como blancas y,por supuesto, frente a los varones en general y a los varonesy mujeres blancos en particular. Las contribuciones de estasautoras permiten disear un mapa de los modos demestizacin colonial y postcolonial, que pone al descubiertola rigidez racista de nuestras estructuras sociales, que seproclaman igualitarias, y los mecanismos de encubrimientode la exclusin de gnero, potenciada tnica o

    culturalmente.En otras palabras, estas autoras a pesar de sus

    diferencias tericas y temticas, aportan como ejecomprensivo el tringulo: reconocimiento universal particular. Al hacerlo, desvelan la opresin simblica delimaginario blanco como universal sustitutorio, donde laetnizacinse entiende en trminos de inferiorizacin,marginalizacin y / o criminalizacin de varones y mujeres,en general, que generan discriminaciones invisibilizadaspor sobre las solidaridades (sororidades o fraternidades)de

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    sexo-gnero. Favorecen as la comparacin entre derechosenunciados y ejercidos, ponindo al descubierto diversosniveles de conflicto tanto identitario como de lealtades. Ensntesis, el mestizaje seala el sitio de la falta dehomogeneidad social y las diferencias de espesor deluniversal igualitariasta. Si en el siglo XIX, las anarquistas dela Voz de l a Mu j e r denunciaban la tragedia deligua litarismo bu rgus, cabe denunciar todava la t ragediade su racismo.

    Pero subraymoslo el mestizaje seala, a la vez,el sitio de lo novedoso, de la po ies i s . Mostrar laheterogenidad de la sociedad, ms que bregar por lafragmentacin social y el rechazo al universal y al idealigualitario, alerta sobre las tensiones que eldesconocimiento de la interseccin gnero-etnia genera.Muestra tambin cmo la igualdad se torn muchas vecesinvisibilizacin de las inequidades tnicas y culturales, ycmo la desconfirmacin de/la otro/a implic brutalmentela negacin de su persona y de su historia. Asimismo, llamala atencin sobre el largo camino que nos falta por recorrerpara que la igualdad se construya junto con la alteridadradical, la ex tr a nge r id a d i nqu i e t an t e y los modosdesestabilizados de etnia y de gnero.

    Slo comprendiendo esta sumatoria de aspectos,pueden entenderse algunas complejas situaciones demarginalidad. No es simplemente una marginalidadeconmica; implica la falta de visibilidad y derepresentacin. Por eso slo la redistribucin econmica fundamental no es suficiente. Por eso tambin, el xito delos modelos polticos que conceden importantes cuotas dereconocimiento a los sectores ms impuros de lasociedad.

    Paradjicamente, la reduccin (o anulacin) de laimportancia de la interseccin etnia-gnero crea lodiferente como ident idad de resistencia (muchas vecesontologizada) opuesta a lo uno blanco, con una dinmicaafn a la dicotoma puro / impuro. Con la misma lgica, secrean fronteras entre lo autntico y lo inautntico; lo leal y

    lo traidor. Porque, No es acaso la de La Malinche unatraicin a la pureza tnica?Amrica latina es impura, es decir mestiza. En ese

    sentido, trabajar a partir de la nocin de i dent i dadesnegoc iadaspuede resultar tan til y esclarecedor comoenriquecedor. Primero, porque es un hecho que no haypoblaciones puras; segundo, porque an cuando lashubiera, los medios actuales de comunicacin favorecenla contaminacin, de la que ninguna etnia, grupo opersona sale indemne. Librados a su propia dinmica, los

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    diversos grupos humanos siempre producen interacciones,generan solidaridades y tensiones, construyen contra-identidades; se simbiotizan. Todo esto favorece laconstitucin de sujeto/as multiculturales, de identidadesmltiples, capaces de desarticular las estructuras identitariasnaturalizadas, y de promover fuertes cambios en sus gruposde pertenencia.

    Que los sectores ms progresistas de mujerespromuevan el debate ante la multiplicidad de opciones

    identitarias, supone ya abrir el juego a las identidadesnegociadas y al examen crtico de los rasgos que lacomponen; tarea de largo aliento que sin duda beneficiaen grado sumo a las mujeres. En principio, porque favorecela experiencia crtica de revisar los mandatos de sexo-gnero / etnia / religin / funcin social / opcin sexual /clase, etc. Adems, porque quienes lo hacen, afirman supertenencia negociada al conjunto que consideren msapto, donde en un proceso de autoafirmacin seconstituyen en el locusa partir del cul como sujeto-agente-identitariamente-mestiza se manifiestan capaces degenerar prcticas alternativas. Porque el tiempo delfeminismo identitario (ontologizado y clausurado) se agotaen la medida en que se construyan luga res simbl icosnuevos.

    5 Visibilizarnos en el universal5 Visibilizarnos en el universal5 Visibilizarnos en el universal5 Visibilizarnos en el universal5 Visibilizarnos en el universal

    Se sugiere a veces que no es pertinente introduciraspectos materiales cuando se aborda el problema de laigualdad y del universal. Sin embargo, el feminismo, desdesus orgenes, ha mostrado que esta crtica es no slopertinente sino necesaria. En efecto, una vez proclamadala igualdad universal, las mujeres tuvieron que arrancarlesus derechos (y poco a poco) al poder patriarcal ilustradoque se los negaba. Para ello, mostraron que su exclusinera sistemtica y responda a la materialidad ineludible desus cuerpos, definidos como de mujer al nacer. De maneraparalela, grupos especficos de mujeres (y de varones)tnicamentemarcad os tienen todava que arrancar su

    igualdad si no al universal formal, s al menos a los poderesracistas, emmascarados en los discursos igualitaristas queproclaman el universal. En esos casos, no se trata de negarla igualdad o la universalidad (o desconocerlas) sino, porel contrario, se trata de instrumentar estrategias tericas yprcticas efectivas para dar cuenta de la exclusin.

    El reconocimiento formal de derechos comosabemos no es suficiente, pero constituye un punto departida que sienta las bases para superar lainconmensurabilidad de las diferencias, constituyndose

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    en un instrumento indispensable de los DDHH. En ese sentido,las leyes readaptan sus formas y sus contenidos a losintereses y a las necesidades de la realidad social, polticay econmica de una sociedad dada. Por tanto, su formadepende bien lo sabemos de la participacin activade las mujeres. Gracias a ello, han contribudo a construirespacios que recogen sus propias necesidades, objetivose intereses pero an de forma limitada.

    El poder patriarcal, el racista y el econmico se

    potencian con facilidad para hacer invisibles e inaudibleszonas marcadasde inclusin potencial en el universal.Precisamente, defendindolo, denuncian las interseccionesde etnia-sexo-clase como modos de negacin del mismo.

    Y, al hacerlo, impiden elaborar mecanismos que favorezcansu cumplimiento efectivo. Muchas veces, para alcanzar lavisibilizacin que es justamente la denuncia de la exclusin se apela a estrategias de autoafirmacin identitaria comoside identidades esenciales se tratara. Esta autoafirmacinpermite un g i r o t rp i c o; una suerte de t r a ba j o d eautoa f irmac in ident itar iaque contribuye a erosionar lasclaves de la exclusin, para luego en un segundomomento erosionar tambin las pautas esencializantesque contruyeron desde otro lugara una sujeto-agentedes-normativizada; para resignificarse.

    Desde este lugar de lo nuevo, las crticas alstatuquo generan una accin eficaz que favorece nuevasidentificaciones en trminos de apropiacin selectiva deregistros discursivos, funcionales para luchar por nuevos ydiversos espacios de poder, de reconocimiento, devisibilizacin y de pertenencia. Desafar losmanda t osimplcitos o explcitos de la no-visibilidad es constituirse enagente de cambio; en factoras de la apropiacin socio-cotidiana de la ley. Aunque, como la exclusin de lasmujeres en general slo est siendo paliada relativamente,debemos estar alerta ante la crisis actual de las sociedadesoccidentales. El enmascaramiento en trminos de derechostnico-culturales y relgiosos de los patriarcadosfundamentalistas no debe pasarnos inadvertido. No sea que

    esta crisis mundial se resuelva (como historicamente hasucedido tantas veces) en unsexismo ope rac ional (nocoherente), que restituya laestab i lidad perdida, en trminosde refuerzo del patriarcado, donde las mujeres y susderechos cuyo lugar siempre ha sido precario y en vasconstantes de redefinicin y de legitimacin quedaranseveramente afectados.

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    6 L6 L6 L6 L6 Laaaaa voz prop iavoz propiavoz prop iavoz propiavoz prop ia

    El lengua je signific a libe rtad. Porque, En un mund odo nde e l leng uaje y el nomb rar son po de r, el si lenc io esop resin y violenc ia.Tratemos entonces de transformar elsilencio en lenguaje y en accin (en performatividad). Sobretodo, porque, la op resin no e s la ma dre d e la virtud como nos sugieren desde hace siglos sino, por el contrario,porque es la que nos desva, la que socava nuestras fuerzas

    y la que nos mueve a odiamos. Anque, precisamente poreso, debe volvemos ms realistas a fin de asumir que noslo somo s vc tima s sino sob re todo re sponsab les.5Estasson palabras que Adrianne Rich pronunci hace ms deveinte aos; pero que guardan an significado paranosotras. Porque, si bien es cierto que l a pa l ab ra dal ibertad, slo puede hacerlo si surge resignificada a partirde la propia experiencia crtica, del anlisis y de lacomprensin de lo que se Bhabha ha denominadopa tolo gas de la periferia.

    Proponemos a continuacin, y para concluir, unesbozo que de cuenta del feminismo latinoamericano comocontribucin original. Original en su doble acepcin: deorigen y de originalidad. Brevemente, respecto de lacuestin del origen, y si es que se trata de una cuestin

    pertienente de lo que muchos filsofos sospechan , cabellamar la atencin de que tanto en la versin protofeminista(con argumentos de tipo neoplatnico) de Sor Juana Ins,como en la versin, en veta ilustrada, de las mujeres quedifundieron los ideales revolucionarios y se comprometieroncon sus prcticas, se desarrol en paralelo a las grandescorrientes europeas y ms tarde estadounidenses unfeminismo original y autctono. Incluso, en ciertos aspectos,lleg a avanzar ms que el desarrollado en el continenteeuropeo, por lo menos hasta el perodo de entreguerras, yde la mano de modelos liberales, con todo lo que elloimplica para Amrica Latina.

    Por eso, muy bien advierte Angelica Soldan parael caso del feminismo mexicano , que las actualescategoras hegemnicas euro-estadounidenses quemarcan las olas del feminismo no permiten visibilizaradecuadamente las etapas del feminismo latinoa-mericano.6Tales c ronologas responden a procesoshistrico-sociales e ideolgicos diversos que, en laactualidad, se imponen debido, entre otros, a su hegemonaeconmica. Siguiendo los propios pulsos localizados, nisiquiera vlidos para toda Amrica Latina, nuestraexperiencia feminista ha ido, respecto de las clasificac ionescannicas, a la vanguardia o a la zaga. Nuevamente aquse impone una vez ms la interseccin sexo-etnia-clase

    6SOLDAN, 2004.

    5RICH, 1983, p. 83, y tambinRICH, 1986, p. 42.

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    como clave terica. Porque la transversalizacin de clase(que es en buena medida de etnia) genera una distorsinque excede las explicaciones lineales.

    Se puede concluir, al menos provisoriamente, quelos discursos identitarios de etnia, de sexo-gnero, de clase contrastan con elidea l normativo a prioriy presuponenuna definicin de identidad alternativa que responde aunaficc in me tafsic a Otra . Porque como ya dijimos laidentidad encubre por naturalizacin conceptos inestables,

    que restituyen dinamismo al modelo. En otras palabras, lacontinuidad, la coherencia en el tiempo, la auto-identidad,el gnero o la etnia no son atributos analticos de la personao de los grupos, sino que se producen y se sostienen graciasa prcticas o bien regulatorias o bien contra-regulatorias.Identidad es entonces un concepto estabilizador: dondeslo hay cambio se genera como dispositivonormal izado rque subsume las diferencias y crea la fantasa de la unidad.

    Como mera fic c in po ltic a ,la construccin de unaiden tidad fem inista mestiza provisoriamente har posiblenuestra auto-afirmacin, en la medida en que en AmricaLatina la variable tnica opera tanto como factor decohesin y de reconocimiento como de fractura y deexclusin. Generar una identidad primaria mestiza implicaabrir unlocusque clive la contradicc in universal / particulary la haga visible. Sobre todo, porque para las mujeres, lapertenencia tnica puede significar identidad pero tambinsobrecarga. La mayor parte de las mujeres no vive suidentidad tnica o genrica como unafic c in p olticasino,por el contrario, como unana turaleza ineludible y unasobrecarga que soportar.

    En efecto, el subtexto identitario del gnero obligaa muchas mujeres a salvaguardar la identidad cultural enaras del honor de los varones del grupo y de sus tradiciones.De ese modo, las mujeres sufrenident idad ad scr ipt iva,directamente proporcional al dficit de subjetivizac in quese les reconoce, en tanto colectivo inferiorizado.Inferiorizacin que se cumple en un doble sentido: antesus propios compaeros tnicos y ante varones y mujeres

    blancos en general. Ejemplos que confirman lo que estoydiciendo llenan los tribunales y las pginas de los peridicos,con escaso o nulo examen crtico de los varones.

    Contrariamente, la capacidad de subjetivacin yde agencia es directamente proporcional a la movilidadcultural y la posibilidad de ejercicio de la palabra y de ladiscursividad en el espacio pblico, con la consiguientegeneracin de alternativas a las estructura socio-polticasestablecidas. De ah la complicidad de los Estados queen tanto continan siendo patriarcales tramitan lasdiferencias tnico-culturales mayoritariamente en beneficio

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    de los varones adscribiendo al modelo tnico lasviolaciones a los DDHH de que son objeto las mujeres.

    El descentramiento que ofrecen las teoras a las que muy brevemente acabamos de referirnos beneficia yenriquece la comprensin de nuestras sociedadestnicamente complejas. Pone en palabras de mujeres, unconjunto de experiencias crticas de mujeres. Inclusopermite iluminar el hiato que se abre entre las virtualidadesemancipatorias de las propuestas universalistas y las

    posibilidades actuales de su implementacin, mostrandolos modos encubiertos en que opera la discriminacin.

    El panorama que hemos esbozado permite sostener creemos que con suficiente fundamento que elfeminismo en Amrica Latina tiene caractersticas yaportaciones propias, que lo hacen merecedor de especialinters. Nace de narrativas mltiples y tradiciones diversasque incluyenab initio transversalizaciones de etnia, clase,gnero y religin, ajenas en otros contextos. La tempranarecepcin, traduccin, discusin y reapropiac in de teoras que van desde la Ilustracin a la postmodernidad hadado lugar tambin a una suerte delocus ca tal izado rquefavorece conceptualizac iones y las prcticas novedosas yalternativas. Esto constituye un real aporte al feminismo. Portanto, contamos con elementos suficientes para darrespuesta terica y prctica propia a los desafos glo-localizados que nuestra situacin impone.

    El feminismo latinoamericano tiene algo que de ci r ylo hace en propia voz.

    RRRRReferencias bibliogrficaseferencias bibliogrficaseferencias bibliogrficaseferencias bibliogrficaseferencias bibliogrficas

    BENHABIB, Seyla.Los de rec hos de los otros. Barcelona:Gedisa, 2005.

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    ESBOZO DE UN FEMINISMO LATINOAMERICANO

    [Recebido em novembro de 2006e aceito para publicao em dezembro de 2006]

    Outlines of a LOutlines of a LOutlines of a LOutlines of a LOutlines of a Lat in America n Fat in America n Fat in America n Fat in America n Fat in America n FeminismeminismeminismeminismeminismAbstractAbstractAbstractAbstractAbstract:Does a Latin Americ an feminism e xist? We b elieve it do es and that it has its own ro otsand profi le which derives from different theo retica l and ph ilosop hica l lines of the most impo rtantfeminist ac hieveme nts. We also believe that the so-c alled p eriphe ral situation of the c ontinentallows to situate a nd loc ate different read ings, draw co nce ptual ma ps and a cc ep t that feminisms

    own c hal lenges. This pa per intends to ma p o ut some of cha l lenge s and trajector ies.Key WKey WKey WKey WKey Words:ords:ords:ords:ord s: Fem inism; Latin Ame rica ; Theo ry; Loc ation; Con text.