Errores astrológicos

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Errores astrológicos, los orbes La palabra “orbe” viene del latín “orbis”, que significa círculo”. En cuanto al término “aspecto” también viene del latín: “adspicere” (mirar hacia otro). No obstante, en los textos más antiguos que he leído (en latín) no se usaba esa palabra “aspecto”, sino “conjunción” (“cum-iungo”, estar unido con otro). Para diferenciar el aspecto de lo que nosotros llamamos “conjunción”, simplemente decían “conjunción corporal” si se trataba de una conjunción en el sentido actual de la palabra, y “conjunción” si era un aspecto. Eso me induce a pensar que muchas traducciones de autores antiguos deberían ser revisadas. Si el traductor no ha entendido que el autor, cuando hablaba de "conjunción" estaba hablando en realidad de "aspecto", nos podemos encontrar con muchas interpretaciones erróneas. He revisado a veces las traducciones de otros (cotejándolas con el latín), y he visto que los traductores a veces no habían entendido a qué se refería el autor. Por ejemplo: me he encontrado con traducciones que hablan de la "exaltación" de Marte en la VI o de Saturno en la XII. Eso no es una exaltación, es un "gozo" (un concepto muy distinto). Pero no todos los traductores saben qué es el "gozo", de allí el problema. Es posible que haya pasado algo parecido con los aspectos. Tal vez hubiera sido preferible seguir con esos términos (conjunción y conjunción corporal), porque dos planetas que se aspectan no sé si se “miran”, pero sí funcionan “juntos. De hecho, esto de que se “miren” es un poco irreal. A todos nos ha ocurrido alguna vez, cuando éramos novatos, salir a la calle una noche de conjunción Luna-Venus y llevarnos la gran sorpresa… ¡no estaban juntas! Ingenuamente, los que somos un desastre en astronomía, creíamos que eso de la conjunción era “de verdad”. No sabíamos que entonces se hubiera llamado “ocultación” :-) Pero como todos los astrólogos somos autodidactas, la lista de nuestros errores y confusiones podría llenar enciclopedias… En fin, no es así: los aspectos no se dan en el cielo. No hay entre los planetas 60 grados, sino que hay 60 grados entre sus posiciones eclípticas, es decir, medidas sobre la eclíptica. En realidad el planeta no está allí. Y ahora viene otra aún

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Errores astrológicos, los orbes

La palabra “orbe” viene del latín “orbis”, que significa “círculo”.  En cuanto al término “aspecto” también viene del latín: “adspicere” (mirar hacia otro).  No obstante, en los textos más antiguos que he leído (en latín) no se usaba esa palabra “aspecto”, sino “conjunción” (“cum-iungo”, estar unido con otro).  Para diferenciar el aspecto de lo que nosotros llamamos “conjunción”, simplemente decían “conjunción corporal” si se trataba de una conjunción en el sentido actual de la palabra, y “conjunción” si era un aspecto.  Eso me induce a pensar que muchas traducciones de autores antiguos deberían ser revisadas.  Si el traductor no ha entendido que el autor, cuando hablaba de "conjunción" estaba hablando en realidad de "aspecto", nos podemos encontrar con muchas interpretaciones erróneas.  He revisado a veces las traducciones de otros (cotejándolas con el latín), y he visto que los traductores a veces no habían entendido a qué se refería el autor.  Por ejemplo: me he encontrado con traducciones que hablan de la "exaltación" de Marte en la VI o de Saturno en la XII.  Eso no es una exaltación, es un "gozo" (un concepto muy distinto).  Pero no todos los traductores saben qué es el "gozo", de allí el problema.  Es posible que haya pasado algo parecido con los aspectos.

Tal vez hubiera sido preferible seguir con esos términos (conjunción y conjunción corporal), porque dos planetas que se aspectan no sé si se “miran”, pero sí funcionan “juntos.  De hecho, esto de que se “miren” es un poco irreal.  A todos nos ha ocurrido alguna vez, cuando éramos novatos, salir a la calle una noche de conjunción Luna-Venus y llevarnos la gran sorpresa… ¡no estaban juntas!  Ingenuamente, los que somos un desastre en astronomía, creíamos que eso de la conjunción era “de verdad”.  No sabíamos que entonces se hubiera llamado “ocultación” :-) Pero como todos los astrólogos somos autodidactas, la lista de nuestros errores y confusiones podría llenar enciclopedias…

En fin,  no es así: los aspectos no se dan en el cielo.  No hay entre los planetas 60 grados, sino que hay 60 grados entre sus posiciones eclípticas, es decir, medidas sobre la eclíptica.  En realidad el planeta no está allí.  Y ahora viene otra aún más gorda: el 99.99 % de los astrólogos sólo conocen los aspectos eclípticos, pero hay otros: los aspectos mundanos o “in mundo” que son en grados ecuatoriales.  Pero ésa es otra historia, y aquí sólo vamos a hablar de aspectos eclípticos, que son los que conoce todo el mundo.  No he trabajado suficientemente esos aspectos “in mundo” para poder opinar sobre el orbe en esos casos, así que me limitaré a los clásicos aspectos eclípticos.

¿Qué es pues un aspecto?  Una distancia eclíptica entre las posiciones eclípticas (no reales) de dos planetas.  Esa distancia puede ser de 0º, 60º, 90º, 120º o 180º.  Dicha distancia se considera favorable o no según la analogía.  En astrología todo es analógico.  Tomemos los sistemas de prognosis: son todos una analogía solar.  ¿Qué es la revolución solar?  El regreso del Sol a su posición del radix.  ¿Qué son las direcciones primarias? Una equivalencia entre un grado ecuatorial y un año.  Un grado es lo que avanza el Sol en un día (más o menos) y el año es otra unidad solar.  ¿Qué son las progresiones simbólicas?  Una equivalencia de nuevo entre un grado y un año, pero esta vez un grado eclíptico.  ¿Qué son las progresiones secundarias (un día es igual a un año )?  Otra equivalencia entre dos unidades solares: el día y el año.  Etc.

La astrología es una ciencia simbólica, y por eso las distancias de los aspectos son simbólicas.  Parten del Sol y de su domicilio (Leo) y se basan en la distancia entre el grado 0 de Leo y el grado 0 de los demás signos, dando a dicha distancia la analogía del regente de ese signo.  Como entre el grado 0 de leo y el 0 de Libra hay 60 grados, el sextil  se considera

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un aspecto fácil (venusino).  Lo mismo pasa con el trígono, porque 120 grados es la distancia que hay entre el grado 0 de Leo y el grado 0 de Sagitario (domicilio de Júpiter).  En cambio, como hay 90 grados entre el 0 de Leo y el 0 de Escorpio, se considera que la cuadratura (90 grados) es un aspecto de tensión (Marte).  La oposición (180 grados) es de la naturaleza de Saturno, porque es el planeta que rige Acuario, y hay 180 grados entre el 0 de Leo y el 0 de Acuario.

Ahora bien, ya sabemos que el planeta normalmente no está en la eclíptica y es aún más difícil que esté a 60 grados exactos.  Pero todo planeta es un cuerpo luminoso que extiende su luz a su alrededor.  Y como es más o menos redondo, esto forma un círculo de luz.  O sea: un “orbis” (círculo).  Dice Zahel (Textos Astrológicos, traducción de Demetrio Santos, ediciones Visión Libros, p. 27): "Porque un planeta tiene un orbe luminoso, dividido en partes, la mitad de éstas se halla delante del planeta y la otra mitad detrás".

Alguno me dirá: “Pero si el planeta no está ni siquiera sobre esa posición eclíptica, ¿cómo puede tener allí un halo de luz?” .  Pues sí, es “como si” estuviera y “como sí” tuviera ese halo de luz allí.  Si alguien aún cree que la astrología es una ciencia física, jamás lo entenderá.  Pero si parte del principio de que es un sistema simbólico y “onanista” del Sol consigo mismo, tal vez sí comprenda que Júpiter (o cualquier otro planeta) importa un comino, y que simplemente es jupiterina la posición de la eclíptica (o sea, el camino del Sol) que equivale a la ubicación de Júpiter etc.  En el fondo, siempre es el Sol consigo mismo…

Sigamos.  Ese halo de luz es el “orbe” y eso explica por qué todos los autores antiguos nos dicen cosas como : “el orbe de Júpiter es …”, “el orbe del Sol es…”.  Es decir: NOS HABLAN DEL ORBE DE LOS PLANETAS.  Lógico: es el halo de luz del planeta.  Si entre dos planetas hay 67 grados, no están a la distancia exacta de 60 grados, pero su orbe (su “alcance” por lo tanto) sí puede llegar hasta allí.  Imaginemos que uno tuviera un orbe de 3 grados y el otro de 4º: el “extremo” de la línea de 60 grados caería dentro del halo de ambos.

Sin embargo, en algún momento esto se cambió y se empezó a hablar del orbe DE LOS ASPECTOS.  Es decir: ya no era el planeta el que tenía un halo de luz, sino que era el aspecto el que tenía un margen.  Que ese margen se llamara “círculo” en latín era lo de menos.  Total, nadie sabe ya hablar latín…

¿De dónde viene esa creencia?  No lo tengo muy claro.  Todos los autores clásicos que he leído aún hablan del orbe de los planetas.  Morín (en el siglo XVII) escribió un libro entero sobre los aspectos (el libro 16) y explicó el origen del orbe de cada planeta (basándose en la comparación entre su luz y la del Sol), pero jamás dijo nada del orbe de los aspectos.  Ni siquiera se le pasaría por la cabeza.  Y es normal: ellos entendían el orbe como el círculo de influencia de cada planeta, que era más grande o más pequeño según fuera el planeta.

Es posible que todo el embrollo venga de los aspectos keplerianos.  A partir del momento en que muchos astrólogos pasan a creer que los aspectos son una división del círculo, ya se puede dividir ese círculo por cualquier número.  Los aspectos se multiplican entonces y se solapan los unos con los otros.  Hay que acotar un margen por lo tanto, ya que es obvio que los 12 grados de orbe que los antiguos acordaban al Sol ya no te permiten hacer la diferencia entre un semisextil y una semicuadratura.

Se abandona por lo tanto la idea del orbe como zona de influencia del planeta y también se abandona la noción del aspecto como distancia analógica.  Y a partir de allí se tiene que

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buscar otra explicación para poder comprender por qué tal aspecto es considerado como maléfico y tal otro como benéfico. 

Desde entonces los astrólogos andan buscando esa explicación de los aspectos, la razón por la cual un sextil sería benéfico y una cuadratura indicaría tensión.  Unos tratan de encontrarla en la compatibilidad entre los signos, pero eso no encaja.  Ya lo decía Morín (siglo XVII) en el libro 16: esa teoría sería válida para la cuadratura (ya que los signos en cuadratura son incompatibles), pero no para la oposición.  Los signos opuestos comparten una cualidad elemental, y son ambos masculinos o ambos femeninos.  Y, como hacía observar Morín, todos los astrólogos convienen en que la oposición es peor que la cuadratura.

Otros lo buscan en la numerología y la explicación del aspecto para ellos sería la naturaleza del número que ha originado esa distancia por la división del círculo.  La oposición indicaría incompatibilidad por la naturaleza dual intrínseca del número 2 (puesto que la oposición sería la división del círculo en 2).  Pero la cosa se estropea ya en el 4: en Cábala y numerología, el 4 es un número de estabilidad y completitud, y no tiene nada que ver con la tensión propia de la cuadratura (supuesta división del círculo en 4).  Lo mismo pasa con los otros números, que no encajan en absoluto con su valor en numerología.

Algunos aducen, como apoyo de esa teoría, el Tetrabiblos de Ptolomeo, pero ya sabemos que Ptolomeo no era astrólogo y tal vez ni fuera astrónomo. Y si fuéramos a creer todo lo que dice Ptolomeo (entre otras cosas, el sextil del Sol a Venus), andaríamos muy confundidos. También creo que se ha malinterpretado las palabras de los antiguos.  Una cosa es que un sextil equivalga a la sexta parte del círculo (de allí su nombre) y la otra es que venga de la división de la esfera por 6, o que se pueda dividir la esfera por cualquier número.  Puede parecer lo mismo, pero no lo es.  Los antiguos pensaban en "proporciones", partiendo de la música y de las notas musicales.  Las notas musicales también se consiguen por la suma de porciones, pero no existe un todo que nos da una nota al dividirlo por 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 etc.  Ésa no era su forma de abordar los aspectos.

Por eso es mucho más sencillo y práctico volver a lo de siempre:

1-Los aspectos son distancias analógicas y sólo hay 5: la conjunción, el sextil (venusino), la cuadratura (marcial), el trígono (jupiterino) y la oposición (saturnina).

2-Los aspectos no tienen orbe, lo tienen los planetas, que para eso tienen luz.  Su orbe es el que se indica en el cuadro de abajo.

3-Da igual que los planetas estén en sextil o en cuadratura o en oposición: EL ORBE ES EL MISMO.  Puesto que no dependen del aspecto, no varían al cambiar el aspecto.

Ya sé que esto puede resultar chocante  para muchos astrólogos, pero les recomiendo volver a los orígenes.  Tenemos dos tradiciones astrológicas: la astrología horaria y las otras ramas de la astrología, que se basan en la natal.  La astrología horaria fue declarada maldita muy pronto.  Ya lo decía Morín: “Diabolicum est” (frase que no necesita traducción).  Al declararla maldita, la conservaron, puesto que la practicaban pocos astrólogos y lo hacían a escondidas.  La natal en cambio se convirtió en un marujeo, pasto de diletantes.  Cualquier persona con dos horas de astrología se creía astrólogo.  Y con tres horas ya quería sacar sus propias teorías.  Por eso todo se alteró y se llenó de “originalidades”.  Pero si uno toma los

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textos y los ejemplos de los autores de horaria, verá cómo sólo usan los aspectos tradicionales y de este modo.  Lilly habla de los otros, pero luego no los utiliza.

Recomiendo pues al lector que vuelva al grupo de los “malditos” y que se atreva a practicar la verdadera astrología, la que fue anatemizada :-)

Cuadro de los orbes de los planetas según los autores antiguos:

  Júpiter Marte Sol Venus Mercurio LunaSaturno 9º 8º30 12º 8º 8º 10º30Júpiter   8º30 12º 8º 8º 10º30Marte     11º30 7º30 7º30 10ºSol       11º 11º 13º30Venus         7º 9º30Mercurio           9º30

 

Para saber más:

La astrología védica tiene muchas diferencias con la astrología helenística.  No acabo de entender los aspectos en esa tradición, pero aporto aquí esa información por si alguien consigue relacionarla.  En astrología védica:

-Los planetas aspectan a la constelación, no a otro planeta.  Por eso no existe el orbe.  Da igual que uno esté a 1º del signo y el otro a 29º.

-Todos los planetas aspectan al signo opuesto, tenga o no planetas allí.  Esto es igual en astrología occidental, pues, como dice Morín, las casas funcionan por ejes y todo planeta en una casa repercute sobre la contraria.  La diferencia es que esto nosotros lo aplicamos sólo a las casas.  En astrología védica, como casa y signo son los mismo, no se ve la diferencia.  No se considera esto como un mal aspecto y la naturaleza de ese contacto depende de la de los planetas implicados.

-Todo planeta está en conjunción con el planeta que se halle situado en el mismo signo.

-El Sol, la Luna, Venus y Mercurio no tienen más aspectos.

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-Júpiter (izquierda) aspecta a los signos/casas a 120 º de su posición.  Con esto se confirma la relación entre el trígono y Júpiter.  Veámoslo en la carta de la izquierda.  Allí comprobaremos que tanto si partimos del 0 de Leo (amarillo) como del 0 de Sagitario o de Piscis (azul), Júpiter siempre  aspecta al signo en trígono, el de su misma triplicidad.

 -Marte (derecha) aspecta al cuarto signo y al octavo desde su posición (siempre contando e

 incluyendo el de partida).  Es decir, el signo que está a 90 grados y a 150.  Si partimos desde su primer domicilio (Aries, las líneas en rojo), esto equivaldría a Cáncer (su caída) y Escorpio (su segundo domicilio)

  -Saturno (izquierda) aspecta al segundo y décimo signo desde su posición (contando al de partida).  Esto equivale al signo en sextil y al que está en cuadratura de regreso.

 Aquí vemos todos los aspectos de los tres planetas juntos (en negro los de Saturno; en azul los de Júpiter; en rojo los de Marte):

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Como decía antes, no le acabo de ver la lógica.  Los aspectos de Júpiter tienen que ver con el trígono, eso es indudable. El primer aspecto de Marte es una cuadratura y el segundo de Saturno también.  No parece posible explicar esos aspectos por una división del círculo, pero falta saber cuál es la analogía que representan.