Envejecimiento (2004)

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Se describen cambios psicosociales en la vejez

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  • MONOGRAFIAS HUMANITASPublicacin trimestral de carcter monogrfico.

    Editada por Fundacin Medicina y Humanidades Mdicas

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    Consejo Editorial

    DirectorMario Foz Sala

  • SUMARIO

    Editorial 1Mario Foz

    Presentacin 3Jos Manuel Ribera Casado

    Qu es envejecer? 7Jos Manuel Ribera Casado

    Apuntes para una historia de la vejez 21Luis Snchez Granjel

    Psicologa de la vejez 27Roco Fernndez Ballesteros

    El envejecimiento desde la biologa: conocemos los lmites? 39Mnica de la Fuente

    Vejez y recursos sociales en Espaa: polticas sociales prioritarias 53Gregorio Rodrguez Cabrero

    Vejez y recursos sociales en Amrica Latina 73Marta Pelez y Laura Rodrguez Wong

    Calidad de vida y cuidado del anciano: hemos avanzado en el ltimo medio siglo? 85John Pathy

    La vejez como oportunidad 99Victoria Camps

    Envejecer desde la literatura 107Teresa Pmies

    ENVEJECIMIENTODirector InvitadoJos Manuel Ribera Casado

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  • Hace ahora poco ms de un ao dbamoscuenta de la creacin de nuestra FundacinMedicina y Humanidades Mdicas, e inform-bamos de su finalidad y objetivos: contribuir alestudio y desarrollo de la Medicina y de lasHumanidades Mdicas.

    Unos meses despus tuvimos la satisfaccinde presentar nuestra Fundacin en sendos ac-tos celebrados en Barcelona y Madrid. En di-chos actos decamos que las HumanidadesMdicas son un conjunto de disciplinas toda-va insuficientemente cultivadas en nuestropas y que, sin embargo, estn llamadas a de-sempear un papel de gran importancia en lareflexin, el anlisis y el debate que se produceen nuestro mundo acerca de la salud y la aten-cin sanitaria.

    En este breve perodo creemos haber conse-guido, a travs de la publicacin de la revistaHUMANITAS Humanidades Mdicas, ofre-cer, como era nuestro propsito desde la pers-pectiva multidisciplinaria que ofrecen las Hu-manidades Mdicas, reflexiones y anlisis denotable valor sobre cuestiones relacionadascon la salud y la enfermedad, la medicina y suprctica, y la atencin sanitaria en general, ysobre el cmulo de conceptos, percepciones,dilemas, conflictos y actitudes que se da en lasociedad actual en torno a estos fenmenos.Esta conviccin no nace de una autocompla-cencia acrtica, sino que se sustenta en nume-rosos testimonios externos que han avalado latrayectoria y el valor de la publicacin.

    Esta constatacin de que lo hasta ahora he-cho se encuentra en el buen camino no nos ha

    impedido, sin embargo, reflexionar sobre la me-jor manera de dar cumplimiento a la finalidad yobjetivos de nuestra Fundacin, que no sonotros que los de contribuir desde el mayor rigorcientfico e intelectual al estudio y desarrollo dela Medicina y las Humanidades Mdicas.

    En consecuencia, en un ejercicio de raciona-lizacin de nuestra actividad, hemos decididocentrar por el momento toda ella en la creaciny edicin de una serie de monografas, que de-nominaremos genricamente MonografasHUMANITAS, cuyo primer nmero tiene us-ted en sus manos. Estas monografas se publi-carn de forma seriada bajo esta denomina-cin, en un nmero mnimo de cuatro al ao,con una periodicidad trimestral, y en ellas da-remos cabida tanto a temas de Medicina, ensus aspectos cientficos y clnicos, que sean deespecial relevancia, inters y actualidad, comoa otros especficamente dedicados a las Huma-nidades Mdicas. Tenemos previsto, adems,editar cada ao una monografa de carcterextraordinario.

    As pues, esta nueva serie de MonografasHUMANITAS ver sensiblemente ampliadotanto el espectro temtico de las cuestionesque en ella se aborden como la extensin, pro-fundidad y diversidad de perspectivas desdelas que se traten los temas, lo que permitirllevar a cabo el anlisis transversal e integra-dor que va a constituir una de las caractersti-cas fundamentales de esta nueva publicacin.Nos complace anticiparle que los temas que te-nemos previsto publicar en las MonografasHUMANITAS a lo largo del presente ao son:

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    EDITORIAL

  • Envejecimiento (Director: Prof. J. M. RiberaCasado).

    Dolor y sufrimiento en la prctica clni-ca (Director: Prof. R. Bays Sopena).

    Investigacin con clulas troncales (Di-rector: Prof. Carlos M. Romeo Casabona).

    Uso de drogas y drogodependencias(Director: Prof. O. Roman Alfonso).

    Evidencia cientfica, atencin sanitariay cultura (Director: Dr. Xavier Bonfill).

    Por otra parte, esta nueva lnea de actua-cin nos permitir ofrecer a las instituciones yprofesionales interesados en las MonografasHUMANITAS editadas por nuestra Fundacinun acceso ms flexible a las mismas, bien ad-

    quiriendo todas ellas mediante la formalizacinde una suscripcin anual, bien mediante lacompra de monografas singulares de su espe-cial inters.

    Tenemos la confianza de que esta nuevaetapa de nuestra actividad abra nuevas y pro-vechosas oportunidades de servicio a los pro-fesionales directa o indirectamente implicadosen todo lo relacionado con la salud, la medici-na, la atencin sanitaria y las HumanidadesMdicas.

    Mario FozDirectorMonografas HUMANITAS

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    ENVEJECIMIENTO

  • Debo iniciar este prlogo con una confesin. Po-cas veces he tenido oportunidad de presentar unamonografa de la que me encuentre ms satisfecho.La que tiene Vd. entre sus manos recoge desdeperspectivas muy diferentes algunos de los aspectosms importantes relacionados con el proceso de en-vejecer. Y lo hace de la mano de unos autores que,cada uno en su campo, pueden ser considerados,sin lugar a dudas, entre los ms expertos que es po-sible encontrar en estos momentos en relacin conlas cuestiones que abordan. La variedad temticadentro de un enfoque comn, la riqueza en el desa-rrollo de los diferentes captulos y la extraordinariacalidad de los autores que aparecen en el ndice deesta obra justifican ampliamente el testimonio desatisfaccin con el que he querido iniciar estos co-mentarios.

    Se ha dicho, y se repite de forma continuada,que el envejecimiento es, probablemente, el fen-meno social ms trascendente que estamos vivien-do desde hace varias dcadas. Sin duda lo va a se-guir siendo al menos durante toda la primera mitaddel siglo XXI. Conocer sus claves ms importantes yreflexionar sobre ellas constituye una obligacinineludible para toda persona culta de nuestra poca.Mucho ms si su actividad profesional est orienta-da desde cualquier perspectiva hacia la atencin delmayor.

    En geriatra hablamos mucho de inter y de multi-disciplinariedad. Entendemos que trabajar en esecontexto es uno de los requisitos indispensablespara poder hacer bien nuestro oficio. Ese es el mar-co desde el que fue diseado este libro. A lo largo desus captulos se profundiza en cuestiones muy dis-tintas. Todas ellas de gran calado. Todas encuadra-

    bles dentro del apartado genrico de envejecimiento.Y todas, sin excepcin, presentadas por unos auto-res que -debo insistir en ello- son lderes indiscuti-bles en las cuestiones que les han sido encomenda-das.

    As, a la hora de repasar el ndice vemos que,tras un primer captulo de cuestiones generales re-dactado por quien esto firma, nos encontramos conuna breve revisin de aquellos puntos que ms hantrascendido a la hora de dibujar una historia de lavejez. Su autor, el Prof. Snchez Granjel, catedrticode Historia de la Medicina en la Universidad de Sa-lamanca, es una figura bien conocida en su mbito,discpulo de primera hora de D. Pedro Lan Entralgo,estudioso en profundidad del tema que expone,acerca del cual ha tenido oportunidad de publicar di-ferentes trabajos desde hace ya muchos aos.

    La Profa. Roco Fernndez Ballesteros, catedrti-ca en la Facultad de Psicologa de la UniversidadAutnoma de Madrid, es directora desde hace aosde un Master en Gerontologa Social dentro de supropia Universidad y participante activa en diferen-tes sociedades, grupos de trabajo y foros de todotipo espaoles y europeos, en torno a temas relacio-nados con el envejecimiento. A ella corresponde elsiguiente captulo. Un captulo que aborda la intere-sante cuestin de los cambios psicolgicos operadosen el curso del envejecimiento, sus eventuales cau-sas, las diferentes maneras de manifestarse y, espe-cialmente, sus consecuencias y las vas para facili-tar el hecho de que estos cambios tengan lugar de laforma ms positiva posible.

    Uno de los captulos ms actuales en el campode la biogerontologa es el que hace referencia alporqu y al cmo envejecemos. Tambin al intento

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    PRESENTACIN

  • 4ENVEJECIMIENTO

    de dar una respuesta lo ms precisa posible al inte-rrogante acerca de cules son los lmites extremosde nuestras posibilidades de vida, y en qu medidaesos lmites son inamovibles o, por el contrario,cabe esperar que los avances cientficos permitanuna prolongacin de los mismos. De ello trata el tra-bajo de la Profa. Mnica de la Fuente, catedrtica dela Facultad de Biologa de la Universidad Complu-tense y, sin duda, una de las expertas con mayorexperiencia en estudios de este tipo dentro de nues-tro pas.

    El Prof. Gregorio Rodrguez Cabrero, de la Uni-versidad de Alcal de Henares, es uno de los mxi-mos expertos espaoles en las cuestiones relativas ala sociodemografa del envejecimiento. El captuloque nos ofrece en esta monografa es un buen testi-monio de ello. Su aportacin va mucho ms all deuna fra exposicin de nmeros y estadsticas paraentrar en el anlisis riguroso de lo que han dado des hasta ahora y pueden dar en el fututo las polticassociales sobre la vejez de cara a construir lo que l,acertadamente, describe como "un modelo de soli-daridad intergeneracional que articule a los diferen-tes agentes sociales e institucionales".

    Por razones histricas, socioculturales y hastafamiliares y afectivas es poco discutible que la preo-cupacin por los temas de Amrica Latina formaparte del sentir profundo de cualquier espaol. Des-graciadamente, no siempre en Espaa disponemosde informacin suficiente sobre la realidad del otrolado del Atlntico. En el caso del envejecimiento,con sus problemas y sus consecuencias, las interre-laciones a todos los niveles parecen bastante ob-vias, como tambin lo son las posibilidades de unaincidencia recproca que redunde en beneficio mu-tuo de los ancianos y de los profesionales de aqu yde all. Marta Pelez es una de las grandes expertas

    en estas cuestiones, como lo acredita su trabajo demuchos aos dentro de la Oficina Panamericana deSalud. Por ello creo que reviste un gran inters lapanormica que nos ofrece sobre lo que a da dehoy representan en Latinoamrica la vejez y los re-cursos sociales que a ella se destinan.

    El siguiente captulo trata sobre un tema capital.La calidad de vida de la persona mayor. Una cues-tin a la que se da cada vez mayor importancia, queresulta muy difcil de medir y cuyo anlisis implicaperspectivas muy distintas que cubren desde la sa-lud percibida hasta el encaje social en el propio en-torno del individuo. El Prof. J. Pathy es catedrticojubilado de la Universidad de Cardiff, editor y autorde uno de los textos ms clsicos de geriatra, delque se han realizado varias ediciones, y experto deprimer nivel en el tema.

    La Profa. Victoria Camps, catedrtica en la Facul-tad de Filosofa de la Universidad Autnoma deBarcelona, es una de las expertas con mayor reco-nocimiento dentro del campo de la biotica. Su con-tribucin se centra en un tema tan lleno de sugeren-cias como el ttulo que lo encabeza: La vejez comooportunidad. Su contenido responde plenamente alas expectativas del mismo. Tras reconocer la autorala gran carga tica que entraa la desatencin, detoda ndole, a la que muchos ancianos se ven so-metidos, defiende la idea de que la vejez es antetodo una oportunidad, siempre que quienes se en-cuentran en esa etapa de la vida dispongan de treselementos esenciales: salud, dinero y amor.

    Por ltimo, Teresa Pmies, escritora bien conoci-da en el mundo de la cultura y con una amplia y fe-cunda trayectoria literaria, ha tenido la amabilidadde obsequiarnos con unas reflexiones acerca de lavejez y la literatura. En ellas incorpora a su propiotestimonio el de otros autores que tambin se han

  • manifestado sobre estos puntos. Pienso que se tratade una contribucin personal de gran inters, queaporta un complemento poco habitual al resto de lostemas seleccionados para la monografa.

    Tras todo lo anterior slo me resta expresar denuevo mi felicidad por el privilegio que representahaber coordinado una obra de esta naturaleza.Tambin agradecer a todos los autores su esfuerzoy la calidad del producto que ofrecen. Y, cmo no,extender tambin este agradecimiento a la Funda-cin Medicina y Humanidades Mdicas, pionera en

    este tipo de publicaciones, que apuesta por la cali-dad, y que ha asumido el bonito riesgo de iniciaruna coleccin de monografas que, haciendo honoral nombre de la coleccin, demuestran desde esteprimer nmero el propsito por desarrollar temasde alto contenido humanstico. Pienso que, en lti-mo trmino, el lector va a ser el principal benefi-ciario de todo este esfuerzo conjunto. Que as sea.

    Jos Manuel Ribera CasadoDirector Invitado

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    PRESENTACIN

  • Puntos de partida y algunos conceptos

    Definir la vejez resulta extraordinariamente com-plejo. La vejez no es un tema acadmico, afirmaBobbio. Simone de Beauvoir, en su esplndido libroLa vejez, insiste desde la introduccin en lo com-plejo que puede resultar un intento de abarcar la ve-jez de una manera global. Insiste en un punto im-portante: la tendencia existente en las sociedadesoccidentales, especialmente en los Estados Unidos,a esquivar tanto el trmino como su contenido. Ha-bla de la carga negativa que conlleva esta palabra yde su asociacin por parte de muchas personas conla palabra triste. Alude a una conspiracin de si-lencio cuando se deben tratar temas en relacin

    con la vejez y considera que el anlisis de lo que esy representa debe llevarse a cabo desde una pers-pectiva muy plural.

    Asociar vejez y tristeza es algo muy extendidoen nuestra sociedad. Como lo es cargar a la vejezde toda suerte de contenidos negativos. Una de-mostracin muy ilustrativa de ello la da cualquierdiccionario de sinnimos, donde los que aparecenunidos a las palabras viejo o anciano entran de lle-no en su mayor parte en la categora del insulto, ydan la razn a quienes durante dcadas han estadobuscando expresiones alternativas menos hirientescomo tercera edad o personas mayores a lahora de intentar nominar de forma neutra a estegrupo etario.

    Personalmente puedo afirmar que, cuando haceya cerca de veinte aos decid dedicarme plenamen-te a la geriatra, el comentario que escuch con msfrecuencia fue el de cmo vas a hacer eso. Tratarcon viejos es muy triste y adems se mueren. Nin-guna de las dos afirmaciones es especialmente cier-ta. Las personas mayores se mueren como nos mo-rimos todos, pero pueden vivir mucho tiempo y enmuy buenas condiciones. Ms falsa an es la afir-macin referida a la tristeza. La sociedad tiende aser cruel con sus mayores y esto hace que dedicarsea ellos sea algo extraordinariamente gratificante en

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    QU ES ENVEJECER?

    JOS MANUEL RIBERA CASADO*Catedrtico de Geriatra. Facultad de Medicina.

    Universidad Complutense. Jefe de Servicio de Geriatra. Hospital Clnico San Carlos. Madrid (Espaa)

    *Licenciado y Doctor en Medicina por la Universidad Complu-tense de Madrid.En 1984 puso en marcha la Unidad, luego Servicio de Geria-tra, del Hospital Clnico San Carlos, de la que es responsabledesde su inicio.Ha sido Presidente de la Sociedad Espaola de Geriatra y Ge-rontologa y de la Seccin Clnica de la Rama Europea de laIAG (International Association of Gerontology).Ha participado en mltiples reuniones cientficas y publicadogran nmero de artculos originales y revisiones en diferentesrevistas espaolas y extranjeras. Ha dirigido 37 tesis doctora-les y desde 1990 dirige el nico Programa de Doctorado enGeriatra existente en Espaa.

  • la medida en la que su respuesta no slo es por locomn mucho ms agradecida que la del pacientems joven, sino que suele aparecer cargada de sa-tisfaccin y con un alto grado de empata.

    En todo caso es difcil delimitar a partir de qumomento una persona puede ser considerada viejao anciana. El relativismo y lo subjetivo juegan eneste terreno un papel nada desdeable. La palabraviejo (o vieja) aplicada a una persona no dejade ser una expresin equvoca que no puede identi-ficarse con o a partir de una edad determinada. Enese contexto tiene razn de ser la cnica expresin,atribuida a Maurice Chevalier, de que viejo esaqul que tiene quince aos ms que yo. Lo ciertoes que no se es viejo desde un momento determina-do. Establecer una lnea divisoria en funcin de laedad slo tiene sentido en dos situaciones.

    Una de ellas la marca la Administracin y vienefijada por la jubilacin. La sociedad, a travs de susrganos representativos, establece una determinadaedad como tope para poder seguir ejerciendo cual-quier tipo de actividad laboral. Ello supone en ciertaforma una muerte civil obligatoria. Un salto a partirdel cual la persona es declarada oficialmente intilpara lo que ha sido el ejercicio de su profesin du-rante toda su vida activa. En nuestro pas ese lmitese sita mayoritariamente en torno a los 65 aos.En realidad, la jubilacin que -no lo olvidemos- vie-ne de jbilo y que fue en su momento uno de los lo-gros sociales ms importantes en la historia de lahumanidad, se ha convertido hoy para muchas per-sonas en un drama; en una agresin que va muchoms all de lo meramente laboral. Afecta a indivi-duos que, plenos an de sus facultades intelectualesy fsicas, se ven abocados a buscar -a reinventarse-contenidos vitales para un tiempo que va a repre-sentar como veremos el 30-40% de lo que ha sido

    su vida activa anterior. No es ahora el momento deprofundizar en esta cuestin, pero considero que ses importante dejar constancia desde estas lneas delo que tiene de agresin el corte jubilar en la actuali-dad para buena parte de nuestros conciudadanos.

    La otra circunstancia donde se pone una lnea di-visoria es la relativa a los estudios de poblacin; ala investigacin epidemiolgica. Cuando queremoscomparar prevalencia de enfermedades, llevar acabo ensayos clnicos sobre poblacin mayor, oplantear hiptesis de trabajo clnico o social en or-den a determinados proyectos se hace necesario,obviamente, delimitar con una raya el campo de ac-tuacin. El corte se establece aqu de una maneramucho ms aleatoria en funcin del objetivo perse-guido en cada caso.

    Fuera de esas dos situaciones no hay razn paraestablecer un lmite basado en la fecha de nacimien-to. No se es viejo desde un momento determinado.Por eso parece mejor hablar en trminos dinmicosy utilizar expresiones como envejecer o envejeci-miento. Al estudio de este proceso; a conocer suscausas, sus manifestaciones y sus consecuencias encualquier orden de la vida se ha destinado una cien-cia: la gerontologa. Se trata de un trmino muyexpresivo que apenas necesita aclaracin y que fueutilizado por primera vez por Metchnikoff, en 1901,en su libro La naturaleza del hombre: Estudios deuna filosofa optimista. Metchnikoff, de origenruso pero cuya actividad profesional estuvo esen-cialmente ligada a Francia, recibi poco despus, en1908, el premio Nobel por estudios en los que co-rrelacionaba el envejecimiento con la alimentacin yla autointoxicacin intestinal.

    Los estudios gerontolgicos pueden llevarse acabo desde perspectivas muy diversas, abarcan di-ferentes campos de trabajo y son, por consiguiente,

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    ENVEJECIMIENTO

  • multi e interdisciplinares. Suele admitirse que laedad moderna de estos estudios se inicia en los Es-tados Unidos en 1941 a travs de Nathan Shock. Apartir de finales de los aos cincuenta se empiezana poner en marcha los llamados estudios longitudi-nales. De nuevo Nathan Shock fue pionero con elBLSA (Baltimore Longitudinal Study of Aging) que,si en un primer momento se orient esencialmenteal estudio del envejecimiento cardiaco, muy prontodio paso a otras formas de investigacin sobre elenvejecimiento.

    En 1975 se crea en los Estados Unidos el Natio-nal Institute of Aging y posteriormente otros mu-chos pases europeos siguen el ejemplo americanoy, en mayor o menor medida, van prestando aten-cin al fenmeno del envejecimiento y primando atravs de sus agencias oficiales aquellas investiga-ciones que, desde cualquier perspectiva, ayuden aentenderlo y afrontarlo mejor. En Espaa, el FIS(Fondo de Investigacin Sanitaria) mantuvo desdelos aos ochenta y por ms de una dcada una desus lneas de trabajo centrada en este tema. Esa l-nea, como alguna otra, fue interrumpida incom-prensiblemente en la segunda mitad de los noventa.La propia Unin Europea en su V Plan de Accin(1998-2002) ha considerado prioritarias las investi-gaciones sobre envejecimiento. Desde las NacionesUnidas se han promovido en dos ocasiones (Viena1982 y Madrid 2002) sendas Asambleas Mundia-les del Envejecimiento en las que entre otras mu-chas conclusiones se ha recalcado la prioridad de lasinvestigaciones en este terreno.

    En la prctica la investigacin gerontolgica in-cluye tres grandes reas muy interrelacionadas entre s. En primer lugar, aquella que trabaja pormejorar nuestro conocimiento acerca de los meca-nismos bsicos que determinan el porqu y el cmo

    envejecemos, as como de las posibilidades de ac-tuar sobre estos mecanismos. Se trata de lo que seconoce como biogerontologa. El segundo aspectotiene que ver con el estudio de aquellas cuestionesms vinculadas directamente con la salud. Hablara-mos de gerontologa clnica o de geriatra. El tercercampo de investigacin y de actuacin, extraordina-riamente amplio, es el concerniente a lo que en ter-minologa gerontolgica se conoce como rea delas ciencias sociales y del comportamiento.

    Con cierta frecuencia personas no expertas en es-tos campos confunden los trminos gerontologa ygeriatra. Por ello puede resultar conveniente aclararste ltimo. Se define la geriatra como la rama dela medicina que estudia los aspectos clnicos, pre-ventivos, teraputicos y sociales del anciano en si-tuacin de salud o de enfermedad. Ello incluyecuestiones relativas a la mayor parte de las discipli-nas clnicas y constituye una parte de la gerontolo-ga. Es tambin una ciencia relativamente joven. En1909 Ignatius Nascher, un mdico de origen aus-triaco instalado en los Estados Unidos, utiliz porprimera vez la palabra geriatra, estableciendo unparalelismo con la pediatra y aludiendo a aquellaparte de la medicina relativa a la vejez y a sus en-fermedades. Sin embargo, la especialidad no adqui-ri entidad propia hasta finales de los aos treinta,cuando la Dra. Majorie Warren, en el West Middle-sex de Londres, demostr que la asistencia especfi-ca a determinados ancianos mejoraba notablementesu pronstico funcional as como su morbilidad ymortalidad.

    La expresin medicina geritrica, preferida enla actualidad por algunos, no deja de ser concep-tualmente incorrecta, parcial en su interpretacin ycon un claro deje gremialista cuando con ella lo quese persigue es sustituir a la palabra geriatra. El

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    QU ES ENVEJECER?

  • concepto de Geriatra va mucho ms all del de me-dicina geritrica. La geriatra tal como ha sido defi-nida ms arriba intenta dar respuesta a los proble-mas de salud del anciano y, por eso mismo, esobvio que no debe limitarse a la atencin mdicasino que, junto con ella, debe necesariamente incor-porar cuidados de enfermera, de fisioterapia y deotras muchas disciplinas dentro de las ciencias de lasalud. Por otro lado, lo de medicina geritrica nodeja de sonar a un cierto esnobismo. A nadie se leha ocurrido sustituir cardiologa o ginecologapor medicina cardiolgica o medicina ginecolgica,por poner smiles potencialmente equivalentes. Porltimo, no est de ms recordar que en Espaa laespecialidad de Geriatra est reconocida oficialmen-te con ese nombre y no con otro dentro de las espe-cialidades mdicas desde el ao 1978.

    El mirador del envejecimiento

    Cuando pensamos o hablamos en trminos de en-vejecimiento debemos tener presente que nuestra mira-da cubre, al menos, tres tipos de dimensiones comple-mentarias muy interrelacionadas entre s. La primeraperspectiva es realmente un deseo. Envejecer, alcanzaredades elevadas, representa una aspiracin para la in-mensa mayora de las personas. Por muy mala imagenque pudiera tener la vejez en cuanto tal, todo el mundodesea alcanzarla. Tener la posibilidad de envejecer sig-nifica vivir muchos aos, retrasar la muerte lo ms po-sible. En el fondo eso es lo que supone llegar a ser vie-jo o muy viejo. Por ello es cierta y muy ilustrativa lasentencia de que envejecer no es tan malo si se pien-sa en la alternativa.

    Envejecer se convierte as en una aspiracin, perouna aspiracin que cada vez se va logrando para un

    mayor nmero de individuos. Y este logro da pie a lasegunda reflexin; a la segunda dimensin del fen-meno del envejecimiento. Se puede hablar de la nuevaevidencia demogrfica -o sociodemogrfica- en la me-dida en que el cambio demogrfico se asocia a una se-rie de circunstancias ms o menos especficas que con-tribuyen a dar identidad a este subgrupo de poblacin.Lo cierto es que cada vez hay ms viejos en el mundoy que esta tendencia se va a ver acentuada en el cursode los prximos aos. De hecho, este acontecimiento -el salto demogrfico- ha sido definido como el hechoms relevante del siglo XX. Gro Harlen Brundtland, Di-rectora General de la Organizacin Mundial de la Saluden esos momentos, afirmaba en 1999 que el enveje-cimiento de la poblacin es, ante todo y sobre todo,una historia del xito de las polticas de salud pblica,as como del desarrollo social y econmico....

    Pero el concepto de envejecer incorpora una terceraperspectiva fundamental. Aquella que valora todo loque de cambio -de proceso dinmico e ininterrumpido-implica ese trmino. Envejecer representa modificarpermanentemente nuestra realidad como persona encualquiera de sus aspectos y tambin nuestra posicinindividual en el contexto social del que formamos par-te. Hacerlo de la mejor forma posible -mejorar la cali-dad y no slo la cantidad- supone un reto para nuestrasociedad y, en la medida en la que lo vayamos consi-guiendo, ser su principal xito.

    Es evidente que caben otras muchas perspectivaspara el anlisis del envejecimiento. Algunas de ellascomo la histrica, o la que estudia aquello que sesabe cerca de los motivos ltimos (de los porqus) deeste proceso se glosan en otros captulos de esta mo-nografa. Mi intencin en esta revisin es la de co-mentar el segundo y el tercer epgrafes que acabo desealar para, a partir de ellos, dibujar un perfil quepermita responder, al menos en parte, a la interroga-

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    Carolina Moreno

  • cin que se plantea como punto de partida en este ar-tculo.

    Apuntes sobre la dimensinsociodemogrfica del envejecimiento

    Para el anlisis de este punto es necesario empe-zar aclarando algunos conceptos que no siempreson utilizados con propiedad. En primer lugar el deextensin o expectativa de vida mxima (lifespan). Se entiende por ello el mximo perodo detiempo que en el reino animal puede alcanzar lavida de un individuo. Diferente para cada especie,es comn para los diferentes individuos de una mis-ma especie y se ha mantenido con mnimas modifi-caciones a lo largo de los tiempos. En todos los per-odos de la historia y en todas las especies hanexistido casos excepcionales que, en una proporcinmuy minoritaria, han logrado alcanzar esa longevi-dad mxima. En la especie humana la esperanza devida mxima se sita en torno a los 120 aos. Lapersona documentada como ms longeva, JeanneCalment, falleci en Francia, en 1997, a la edad de122 aos. La investigacin biogerontolgica actualva encaminada en gran medida a modificar -alar-gar- esta constante.

    El segundo concepto es el de esperanza o ex-pectativa de vida media (expectancy of life). Se re-fiere al tiempo que, de acuerdo con la estadstica,puede vivir previsiblemente un individuo a partir deun momento y en un contexto geogrfico determi-nados, bien sea ese momento el de su nacimiento oel de cualquier otra edad. Para establecerlo se tomacomo base el conjunto de la poblacin utilizadacomo punto de referencia y se fija el valor medioprevisible. Este concepto es cambiante y, de hecho,

    ha sufrido modificaciones muy importantes a lo lar-go de la historia y tambin en funcin del referentegeogrfico.

    En la Roma del siglo I la esperanza de vida me-dia al nacer superaba ligeramente los 30 aos. En laEspaa de principios del siglo XX se situaba en los35 aos, mientras que cien aos despus en Espa-a, con mnimas variaciones regionales, estos valo-res son de 76 aos para los varones y de 83 paralas mujeres, similares a los de los dems pases de-sarrollados.

    Al aumento en la esperanza de vida han contri-buido muchos factores. El primero y ms importan-te la reduccin de la mortalidad infantil a partir de lapotabilizacin generalizada de las aguas. Tambinlas mejoras higinicas y de alimentacin, la luchacontra los llamados factores de riesgo y, en menormedida, los avances mdicos de todo tipo: controlde infecciones, anestesia, desarrollo de la ciruga,nuevos frmacos, etc.

    Existen otros dos conceptos fundamentales engeriatra en la medida en que aluden a algo consus-tancial con el bienestar de la persona mayor, su ca-pacidad funcional y, ligado a ello, su independenciao dependencia para determinadas actividades. Estosconceptos son los de esperanza de vida indepen-diente y esperanza de vida dependiente y aludena la capacidad del individuo para valerse por s mis-mo. En Espaa, la esperanza de vida media a los65 aos es de unos 17-20 aos (tabla 1), de losque alrededor del 60% sern de vida independiente,mientras que el otro 40% lo ser de vida dependien-te. El perodo de dependencia aumenta porcentual-mente a medida que la edad de referencia que setoma es ms alta. La lucha contra la dependenciay su visin especular, la bsqueda de una buenacapacidad funcional constituyen el objetivo fun-

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  • damental de la geriatra y su mayor reto en estosmomentos.

    Se denomina ndice de envejecimiento a la pro-porcin de individuos mayores de 65 aos en rela-cin con el total de la poblacin. Se trata de un ndiceen crecimiento continuo, que ha pasado de ser en Es-paa del 7,2% en 1950 al 8,2% en 1960, y a situar-se en el 17% en el ltimo censo oficial (31-12-2001). Ello significa que si en 1960 el nmero deespaoles mayores de 65 aos era de dos millones ymedio, a 31-12-2001 (tabla 2) esta cifra se ha eleva-do hasta casi siete millones y supera por primera vezen la historia al nmero de menores de 15 aos.Nunca en la historia el nmero de viejos oficiales(mayores de 65 aos) haba superado al de nios. Elnmero y la proporcin de personas por encima delos 76 aos tambin contina creciendo. En la actua-lidad son 2,7 millones. Y lo mismo ocurre en cual-quier otra edad donde situemos el corte. La tendenciaes a seguir subiendo en los prximos aos, sin queapenas se modifiquen las cifras totales de poblacin.

    El ndice de envejecimiento se ha utilizado comoparmetro para medir el desarrollo de un pas, esta-blecindose de forma arbitraria el valor del 10%como frontera entre desarrollo y subdesarrollo.

    Al incremento relativo de la poblacin ancianacontribuye no slo el aumento en la esperanza de

    vida, sino tambin muy importantemente el descen-so en el nmero de nacimientos. Los datos ms re-cientes del Instituto Nacional de Estadstica (INE,julio de 2003) nos hablan de una tasa de fecundi-dad de 1,25 hijos por mujer, cuando en 1970 estatasa era de 2,8. En el momento actual este parme-tro nos sita junto a griegos e italianos en la cola deEuropa.

    Existen otras caractersticas que pueden ayudar-nos a dibujar el perfil de nuestra poblacin de msedad. Entre las que hacen referencia a la salud cabedestacar que desde un punto de vista subjetivonuestros ancianos se encuentran en una situacinaceptable. As al menos se desprende de las mlti-ples encuestas de salud publicadas al respecto y demanera especfica de las que publica cada dos aosel INE. Las respuestas bueno o muy bueno a la pre-gunta sobre cmo califica usted su estado de saludsuperan siempre a las de malo o muy malo, inclusoen edades muy avanzadas. Importa destacar quesiempre, en cualquiera de los subsegmentos deedad, es mayor la proporcin de respuestas positi-vas entre los hombres que entre las mujeres.

    Sin embargo, la realidad no es tan optimista. Sa-bemos que enfermedades cardiovasculares, incluidala hipertensin arterial, las padecen tres de cadacuatro personas mayores de 65 aos. Una propor-cin similar tiene problemas en su aparato osteoarti-cular. La patologa en los rganos de los sentidos

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    TABLA 1. Esperanza de vida en Espaa para losgrupos de poblacin anciana

    1950 1980 1994

    A los 65 aos 12,75 16,52 18,07

    A los 75 aos 7,24 9,83 10,91

    A los 85 aos 3,47 5,27 5,49

    A los 95 aos 1,63 2,30 2,05

    Anuario de Estadstica 1998 (INE, 1999).

    TABLA 2. Datos sobre la poblacin espaola(censo de 31-12-2001)

    Mayores Menores de 65 aos de 15 aos

    Ao 1981 4.236.700 (11,2%) 25,7%

    Ao 2001 6.964.267 (17,0%) 15,6%

  • alcanza casi al cien por cien de nuestros ancianos,lo mismo que los problemas bucodentales. Un terciode este colectivo se cae al menos una vez al ao. Yenfermedades relacionadas con el sistema nerviosocentral, con las infecciones o con los tumores malig-nos aumentan de manera muy llamativa su inci-dencia y prevalencia en relacin con la edad.

    Entre el 20 y el 25% de esta poblacin tiene limi-taciones para llevar a cabo por s misma alguna ac-tividad bsica de la vida diaria (comer, vestirse, la-varse, ir al bao, etc.), mientras que cerca de un10%, en proporcin creciente con la edad, tiene al-gn grado de deterioro cognitivo. Es decir, son per-sonas dependientes que requieren la ayuda deterceros para sus quehaceres ms elementales ycontribuyen a la creacin de esa nueva categoraprofesional que viene denominndose cuidador.El perfil ms tpico del cuidador es el de una mujerde entre 50 y 70 aos, normalmente esposa, hija onuera del dependiente, cuando no, cada vez ms,asalariada(o) externa.

    En ese contexto resulta preocupante el nmerode ancianos que viven solos. Aunque las estadsti-cas varan mucho en funcin de quin las hace ytambin segn la geografa (rural o urbana) y el ni-vel de desarrollo de cada entorno especfico, los cl-culos nos indican que entre un 15 y un 25% de estecolectivo vive solo. Cuatro de cada cinco de ellosson mujeres y sorprendentemente la proporcin desoledad es mayor por encima de los 80 aos. Siconsideramos que esta proporcin es casi el dobleen pases tan prximos a nosotros como Francia oItalia y que alcanza hasta el 70% en Berln, deduci-remos que la tendencia es hacia el crecimiento deeste colectivo en el curso de los prximos aos.

    Por otra parte, los recursos sociales de los que sedispone son pocos. El nmero de plazas residencia-

    les en nuestro pas es de 3 por cada 100 mayoresde 65 aos, cifra que viene a suponer la mitad delclculo de necesidades establecido para los pases dela Unin Europea. Tambin son muy escasas lasofertas de apoyo domiciliario social o sanitario, ascomo las de otros sistemas de ayuda tales comoplazas en centros de da, en hospitales de da, posi-bilidades de telealarma, etc.

    Como apunte final para este retrato, indicar queel nivel cultural y de estudios sigue siendo muy bajoentre los espaoles que han alcanzado estas edades.No llega al 10% la proporcin de los que tienen ba-chillerato o estudios superiores y la tasa de analfa-betismo funcional se calcula en torno al 30-35%.Sin embargo, en este terreno las previsiones sonms optimistas y en las prximas dcadas la situa-cin va a ser claramente mejor.

    Los recursos especficos para apoyar de formaprofesionalizada en materia de salud a los ms ne-cesitados de este colectivo -a los llamados pacientesgeritricos- son tambin muy escasos en nuestropas. No llegan a un 20% los hospitales de primernivel con algn tipo de estructura geritrica (unida-des o servicios). En atencin primaria, salvo excep-ciones simblicas, la presencia de estas estructurasbrilla por su ausencia. Ello a pesar de que siguen vi-gentes documentos como el Plan GerontolgicoNacional (1993) o los Criterios de Ordenacin deServicios para la Atencin Sanitaria a las PersonasMayores del Ministerio de Sanidad y Consumo(1996). Estos documentos ofrecen un modelo dedesarrollo de asistencia geritrica, con base hospita-laria, pero muy integrado en atencin primaria. Enellos se afirma que el sistema de servicios ha de serintegral, interdisciplinar y rehabilitador. Entre losobjetivos genricos aplicables a la salud de los ma-yores se habla de potenciar las actuaciones de pre-

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    QU ES ENVEJECER?

  • vencin del deterioro funcional y de promocin dela salud, de garantizar la continuidad de los cui-dados a los diferentes niveles. En el ltimo de es-tos documentos se dedica un captulo a la Atencinprimaria de salud a las personas mayores, y en lse destaca como objetivo principal para el mdico deatencin primaria el de colaborar en el manteni-miento de la persona mayor en la comunidad du-rante el mayor tiempo posible y en adecuadas con-diciones de salud. Otros documentos doctrinalesimportantes son las recomendaciones del Consejo deEuropa (1985), las de las Asambleas Mundiales so-bre el Envejecimiento (Viena, 1982 y Madrid,2002), las de la Sociedad Espaola de Geriatra yGerontologa (1986 y 2000) y las recomendacionesde la institucin del Defensor del Pueblo (2000).

    Qu cambia con el envejecimiento?

    Tal vez sea sta la pregunta clave. En la medidaen la que envejecer representa un proceso dinmicolleva siempre tras de s la idea de cambio. Un cam-bio que habitualmente se traduce en prdidas y quecomo tal es vivido tanto por quien lo experimenta anivel personal como por cualquier observador exter-no. En trminos tcnicos se acepta que envejecer esun proceso que se inicia con el nacimiento (algunosdicen que lo hace en torno a los treinta aos, a par-tir del momento en el que los procesos catablicosempiezan a dominar a los anablicos) y que es denaturaleza multifactorial. Durante el mismo se pro-duce una prdida de vitalidad, lo que conduce, enltimo trmino, a la muerte (Hruza, 1972). La vita-lidad se viene definiendo como la capacidad que tie-ne el organismo para realizar sus distintas funcio-nes biolgicas (Beier, 1973).

    Si hubiera que limitarse a sealar un nico factorresponsable de este cambio cabra decir que enveje-cer -perder vitalidad- se expresa a travs de unaprdida continuada de los mecanismos de reservadel organismo. Ello conlleva un aumento progresivode su vulnerabilidad sea cual sea el parmetro quequeramos valorar, con la posibilidad de claudicar enforma de enfermedad o de muerte ante agresionescada vez ms simples. Cuando aumentan los reque-rimientos, como ocurre en las situaciones de sobre-carga funcional, la prdida de vitalidad se hace msevidente hasta que nuestro organismo llega a ha-cerse incapaz de mantener en trminos funcionaleslo que conocemos como homeostasia en las situa-ciones de estrs fisiolgico.

    Son prdidas que, como he indicado, tienen lu-gar a todos los niveles y que van ms all de laesfera puramente fsica. En ese sentido son uni-versales. Tambin lo son en cuanto que afectan atodos los individuos de la especie. Sin embargo, lacadencia de aparicin de este deterioro es variabletanto de unas personas a otras como entre los di-ferentes componentes del individuo (rganos, apa-ratos y sistemas). Son prdidas que afectan a lamorfologa (prdidas anatmicas), a las funcionesfisiolgicas (prdidas funcionales), a los sistemasde control (prdidas homeostticas), pero tambinal componente psicolgico, al grado de actividadfsica y, evidentemente, a la manera de estar en elmundo y a la relacin de la persona con su medioentorno.

    A que estos cambios tengan lugar contribuyenun conjunto muy amplio de factores. El primero yms importante tiene que ver probablemente con lapropia carga gentica con la que venimos al mundo.Se trata de nuestro haber ms importante, deaquello que nos programa con un carcter indivi-

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    Carolina Moreno

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    Carolina Moreno

  • dualizado desde el punto de vista de lo que consti-tuye nuestra reserva funcional. Con el paso el tiem-po vamos consumiendo esa reserva, y este gasto-esas prdidas- determinan la primera y principalva para explicar los cambios vinculados al hechode envejecer.

    El segundo condicionante es el propio ambiente.La forma de vivir que ha ido protagonizando cadauno desde su nacimiento. Ello incluye aspectoscomo el grado de actividad fsica mantenido a lo lar-go de la vida, el tipo de alimentacin, la mayor omenor contaminacin ambiental a que se ha estadoexpuesto, los llamados hbitos txicos, con el taba-co y el alcohol a la cabeza, y el conjunto enorme devariables que incluimos en el apartado de lo que seconoce como factores de riesgo.

    Un tercer tipo de circunstancias responsables delos cambios asociados al envejecimiento son las de-rivadas de las secuelas que han dejado las diferen-tes enfermedades o mutilaciones, accidentales oquirrgicas, a las que nos hemos visto sometidos alo largo de toda la vida anterior. Cada una de ellasva dejando su marca en mayor o menor medida, ya sus consecuencias de todo tipo tiene que irseadaptando el organismo cuando ha logrado sobre-vivir a ellas.

    En base al grado relativo de participacin decada uno de estos componentes en el proceso deenvejecer se habla de envejecimiento fisiolgico (oeugrico) cuando ocurre exclusiva o, al menos, pri-mordialmente en funcin del paso del tiempo, sinestar demasiado (nunca del todo) condicionado porlas alteraciones patolgicas (envejecimiento patog-rico) o por los factores ambientales. La literatura dehabla inglesa utiliza la expresin successfulaging (envejecer con xito) para expresar el gradomximo de este envejecimiento eugrico, reservan-

    do la expresin usual aging (envejecimientonormal) para aquella otra forma de envejecer mu-cho ms habitual en la que las limitaciones deriva-das de enfermedades o del ambiente son la norma.

    En todo caso age is not a disease, como diceuno de los lemas de la Sociedad de Geriatra de losEstados Unidos. La vejez no es una enfermedad.Este es un principio que todos debemos tener claro,ms an en el caso de los mdicos. Es un principioque debe ayudar a luchar contra fatalismos y contralas conductas basadas en la resignacin que aplicanmuchos mdicos, as como algunos ancianos y nopocos de sus familiares. Debe ayudar tambin a su-perar tpicos del tipo eso son cosas de la edad o a su edad qu querr. Bien es cierto que, como eslgico, habitualmente la vejez se acompaa de unmayor nmero de padecimientos y de una menorcapacidad para adaptarse a cualquier tipo de cam-bios, incluidos aquellos que tienen que ver con laesfera de lo social y la relacin con el entorno.

    El ideal que debemos perseguir es el que repre-senta la expresin envejecer con xito. Pensandoen ello podemos apuntar dos objetivos fundamenta-les tanto en trminos de envejecimiento poblacionalcomo referido al propio e individual de cada perso-na, al menos mientras no siga siendo utpico el lo-gro de un objetivo ms ambicioso como lo sera ex-pandir el tope de lo que hemos definido comoesperanza mxima de vida. El primero de estos ob-jetivos plausibles lo sera de carcter cuantitativo:prolongar la esperanza de vida media acercndola ala esperanza de vida mxima (rectangularizar lacurva de supervivencia). El segundo tiene un carc-ter cualitativo. Busca comprimir la morbilidad, lle-gar a edades muy avanzadas en el mejor estado po-sible de salud, ciendo los problemas en esteterreno a aquel perodo de tiempo que de forma ine-

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  • vitable va a preceder en semanas o en apenas unospocos meses a la muerte. Este segundo objetivoaparece ntimamente ligado al ya expuesto de evitarcualquier forma de incapacidad que pueda conducira una situacin de dependencia.

    Dado que no es posible todava intervenir en elprimer gran condicionante de nuestro envejecimien-to: nuestra carga gentica y el gasto que de ella vahaciendo el paso del tiempo, resulta fundamentalpara el logro de los dos objetivos que se acaban deexponer intentar incidir en los otros dos condicio-nantes: la patologa acumulada y los factores am-bientales. La palabra clave en este terreno es una:prevenir. Vista desde la geriatra, el punto de parti-da de la prevencin debe basarse en dos principios:

    -Cuanto antes se inicie esa prevencin mejor. Esevidente que el nio que lava sus dientes desdemuy pequeo va a llegar a edades avanzadas conuna boca ms sana que el que no lo hace. Podemosponer infinitos ejemplos de este tipo.

    -Ninguna edad es suficientemente avanzada parano admitir de manera eficaz la posibilidad de medi-das preventivas. Un buen ejemplo de ello, entreotros muchos posibles, sera el del tabaco. Dejar defumar a cualquier edad va a reportar beneficios enmateria de prevencin incluso cuando ello se haga alos 80 o 90 aos.

    Los campos para ejercitar esta prevencin sonmuy extensos. Entre ellos cabe citar en primer tr-mino todos los que tienen que ver con los estilos devida (actividad fsica, alimentacin, higiene, hbitossaludables, etc.). En segundo lugar la lucha contralos diferentes factores de riesgo que vamos cono-ciendo cada vez mejor, y a la cabeza de ellos la lu-cha contra los factores de riesgo cardiovascular.Tambin aplicar aquellas medidas preventivas quepudiramos denominar directas, como puede ser el

    empleo de vacunas ante determinadas enfermeda-des. Evitar hbitos txicos, incluyendo entre ellosno slo alcohol y tabaco sino tambin el uso inade-cuado de frmacos. Por ltimo, tiene inters llevar ala prctica un cribado peridico de determinadas en-fermedades muy comunes en edades avanzadas ycuyo control o erradicacin puede ser posible cuan-do se detectan de manera precoz. Pensemos, porejemplo, en la hipertensin arterial, en la diabetesmellitus tipo 2, o en determinados tumores malig-nos como los de mama, prstata o colon.

    Cabra todava analizar, en un plano ms profun-do, dentro del campo de la biogerontologa, culesson los factores responsables de nuestro envejeci-miento. Entrar en aquello que desde hace dcadas seha venido llamando teoras del envejecimiento. Ha-cerlo aqu rebasara el marco de estos comentarios,por lo que remito al lector al captulo de esta mono-grafa de Mnica de la Fuente donde se presenta unalcida y actualizada presentacin de esta cuestin.

    A ttulo informativo, en la tabla 3 se recoge elsubapartado dedicado a biomedicina dentro delprograma de investigacin sobre el envejecimientopara el siglo XXI, presentado de forma conjuntapor el departamento de Naciones Unidas sobre elEnvejecimiento y la Asociacin Internacional de Ge-rontologa en la II Asamblea Mundial sobre el Enve-jecimiento. En l se apuntan algunos de los camposen los que la investigacin puede ser ms relevantedentro de este terreno.

    A modo de comentario final

    Hemos visto lo difcil que puede resultar encon-trar una definicin adecuada para la vejez. Tam-bin, las diferentes aristas desde las que se puede

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  • contemplar este fenmeno. Hemos visto, igualmen-te, cmo el nmero absoluto y relativo de personasmayores crece y crece en nuestras sociedades. Laspersonas que alcanzan una edad avanzada soncada vez ms y as va a seguir ocurriendo en lasprximas dcadas. Se han expuesto tambin algu-nas de las caractersticas que configuran las princi-pales seas de identidad de este grupo etario.

    Alegrmonos por la poca en la que nos ha toca-do vivir y de poder ser protagonistas vivos actualeso futuros de estos cambios relativos al fenmeno deenvejecer. Pero vayamos un poco ms all. Busque-mos no slo el cada vez ms sino tambin y so-bre todo el cada vez mejor. Busquemos lo que laOrganizacin Mundial de la Salud (OMS) ha defini-do como envejecimiento activo. Algo que la pro-pia OMS define como el proceso de optimizacin delas oportunidades de salud, participacin y seguri-dad con el fin de mejorar la calidad de vida a medi-da que las personas envejecen.

    Si, como recuerda Simone de Beauvoir, la vejezno es solamente un hecho estadstico sino que re-presenta la culminacin de un proceso, contribuya-mos entre todos a que esta culminacin lo sea enlos trminos ms positivos posibles.

    Para ello es necesario el compromiso de todos.De los individuos, de los profesionales y, en gene-ral, del conjunto de la sociedad. En el caso de laspersonas mayores este compromiso puede y debevivirse de muchas formas. La primera de ellas to-mando conciencia de la fuerza que representa elpropio colectivo y en base a ello no resignndose aser un sector marginal de la sociedad. Exigir respetoa los poderes pblicos y al resto de la sociedad. Unrespeto operativo que se traduzca en la puesta enmarcha de todos aquellos medios que dentro de unmarco de justicia e igualdad garanticen unas mejo-res condiciones de vida y de salud.

    A nivel individual es necesario asumir la realidadde las propias limitaciones, pero sabiendo que, junto

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    QU ES ENVEJECER?

    TABLA 3. Programa de investigacin sobre envejecimiento para el siglo XXI (subapartado de biomedicina)

    1. Mecanismos subyacentes del envejecimiento, enfermedades asociadas a la edad, comorbilidad, consideracionessecundarias y discapacidad.

    2. Identificacin de marcadores biogenticos del envejecimiento humano.

    3. Interaccin de factores determinantes biomdicos, sociales y econmicos. Repercusin del alargamiento de lavida. Estudios en personas centenarias.

    4. Trayectoria de las principales enfermedades del envejecimiento: epidemiologa y repercusiones sobre elenvejecimiento de la poblacin en distintos mbitos.

    5. Estrategias de prevencin e intervenciones eficaces en distintas condiciones de enfermedad de las personasmayores (especialmente de los ms viejos) en diferentes lugares, condiciones socioeconmicas, ocupaciones,etc.

    6. Programa internacional sobre evaluacin de la eficacia y la seguridad de las intervenciones farmacolgicas.

    7. Inclusin de las personas mayores en ensayos de tratamientos o servicios de los que pueden beneficiarse.

    Proyecto conjunto del departamento de Naciones Unidas sobre Envejecimiento y la Asociacin Internacional de Gerontologa.

  • a ellas, la edad avanzada aporta un sinfn de ele-mentos positivos que van desde ese tpico tan ma-nido pero tan real que es poder disponer de expe-riencia, hasta la posibilidad de hacer rentable untiempo con el que a otras edades es muy difcil con-tar. Ello obliga a un esfuerzo por mantenerse fiel alos principios y valores interiorizados a lo largo detoda la vida anterior. El anciano debe ser el primerinteresado en contribuir a mantener y mejorar supropia salud y su posicin en la vida. Para ello pre-vencin y actividad van a ser sus palabras clave.

    En el caso de los profesionales hay que tomarconciencia de que somos nosotros quienes en pri-mera instancia debemos ser capaces de responder ala pregunta sobre lo que es envejecer. Ello implica laposibilidad de ofrecer respuestas a muchos niveles.En primer trmino a nivel educativo. Hay que edu-car, transmitir mensajes saludables al anciano y asu entorno. Explicarles las ventajas de la preven-cin, de llevar una vida activa y participativa. Con-tribuir con ellos a la lucha contra la resignacin ycontra la discriminacin. La edad en s misma nun-ca debe ser un criterio de exclusin para nada. Ani-marles a ser solidarios. Cumplir aquello que a pro-psito de la geriatra tan bellamente expresa Bobbiocuando afirma que la nobleza de su fin ... no estri-ba slo en aliviar los sufrimientos fsicos, sino tam-bin, lateralmente, en exhortar a quien est a puntode entrar en la ltima fase de la vida a no dejarsedominar por el temor, a veces obsesivo, de la deca-dencia, a sentirse un vencedor con respecto a los j-venes muertos que son los vencidos y no l.

    La sociedad en cuanto tal debe tomar concienciaclara y operativa de la realidad que representa esaparte de s misma que llamamos los viejos. Y debeexigir a los poderes pblicos que tomen las medidasoportunas para permitir a sus protagonistas vivir

    con dignidad esa vejez. Ello implica la toma de me-didas en materia de pensiones, de vivienda, de edu-cacin sanitaria especfica. Implica disponer de laposibilidad de acceder a una medicina especializadacuando ello sea necesario; crear una red amplia yvariada de servicios sociales; luchar contra los abu-sos, los malos tratos y las negligencias, una formade violencia domstica tan ignorada como frecuen-te; fomentar la investigacin y la formacin de pro-fesionales en las diferentes reas relacionadas conel envejecimiento.

    Con todo ello, sin duda, cuando dentro de unosaos sea necesario revisar este tema es seguro queseguir siendo muy difcil definir la vejez, pero, entodo caso, vivirla ser mucho ms grato para aque-llos -la mayora- que la alcancen.

    Lecturas recomendadas

    Cassel CHK, Leipzig Cohen HJ, Karson EB, Meier DE. Geria-tric medicine, 4. ed. Nueva York: Springer-Verlag, 2003.

    Bobbio N. De senectute. Madrid: Tauros, 1997.de Beauboir S. La vejez (Ed esp). Barcelona: Edhasa, 1989.Defensor del Pueblo. La atencin sociosanitaria en Espaa:

    perspectiva gerontolgica y otros aspectos anexos. Ma-drid: Oficina del Defensor del Pueblo, 2000.

    Geokas MC. Clinics in geriatric medicine I: The aging process.Filadelfia: WB Saunders, 1985. (Especialmente los captu-los siguientes: Hayflick L. The cell biology of aging, pp.15-28, y Kenney RA. Physiology of aging, pp. 37-60.)

    Guilln Llera F, Ruiprez Cantera I. Manual Salgado Alba degeriatra, 3.a ed. Barcelona: Salvat, 2002.

    Hazzard WR, Blass JP, Ettinger Jr WH, Halter JH. Principles ofgeriatric medicine and gerontology, 4. ed. Nueva York:McGraw Hill, 1999.

    Kent B, Buttler RN. Human aging research. Nueva York: Ra-ven Press, 1988.

    Krauss S. The aging body. Nueva York: Springer, 1985.Ministerio de Asuntos Sociales. Plan Gerontolgico Nacional.

    Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales, 1993.

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    ENVEJECIMIENTO

  • Ministerio de Sanidad y Consumo. Bases de Ordenacin deservicios para la atencin sanitaria a las personas ma-yores. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 1993.

    Ministerio de Sanidad y Consumo. Criterios de Ordenacin deservicios para la atencin sanitaria a las personas ma-yores. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 1996.

    Morley JE, Armbrecht HJ, Coe RM, Vellas B. The science of ge-riatrics. New York: Springer Publishing Company, 2000.

    Pathy MSJ. Principles and practice of geriatric medicine, 3.aed. Chichester: John Wiley and Sons, 1998.

    Revista Espaola de Geriatra y Gerontologa 2002;37(supl.2):1-122. Suplemento monogrfico donde se recogen: a)la Declaracin poltica de la II Asamblea Mundial delEnvejecimiento, b) El Plan de Accin Internacional de

    Madrid sobre el Envejecimiento 2002, c) los Documen-tos del Foro de Valencia, d) la Declaracin final y reco-mendaciones del Foro Mundial de ONG sobre Envejeci-miento, e) el Documento de la OMS sobreEnvejecimiento activo: un marco poltico, y f) el docu-mento de la OIT: Una sociedad inclusiva para una po-blacin que envejece: el desafo del empleo y la protec-cin social.

    Ribera Casado JM, Cruz Jentoft AJ. Geriatra en atencin pri-maria, 3. ed. Madrid: Aula Mdica, 2002.

    Sociedad Espaola de Geriatra y Gerontologa. GeriatraXXI. Anlisis de necesidades y recursos en la atencin alas personas mayores en Espaa. Madrid: IDEPSA,2000.

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    QU ES ENVEJECER?

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    La vejez es edad social y, para quien la vive, eta-pa particularmente compleja en la que hoy exploranestudiosos de disciplinas tan diferenciadas como lasociologa y la economa y con especial inters lamedicina y la psicologa.

    El pasado de la vejez, tema de este artculo, obli-ga a sus estudiosos a recurrir a fuentes informativasbien distintas, empezando por la literatura mdica,los testimonios escritos sobre costumbres, los rela-tos de viajeros y los que pueden definirse como an-ticipo del periodismo, las opiniones, casi siemprecrticas o admonitorias de eruditos y hombres deIglesia, y finalmente, sin pretender agotar la enu-meracin de fuentes documentales, la biografa y laliteratura de creacin cuando ofrece real o modifica-da la realidad humana que recrea.

    La parvedad de obra histrica solvente sobre lavejez acaso pueda explicarse por la diversidad de lasrutas de pesquisa a seguir, algunas no habituales enel quehacer del historiador. Ha sido la historiografa

    francesa, tan sensible a lo cotidiano, la que ha apor-tado los primeros estudios, rigurosamente elabora-dos, sobre la historia de la vejez, iniciando una bi-bliografa que aqu no corresponde mencionar.

    La aproximacin al problema social y humano dela vejez, aqu en su dimensin histrica y con los l-mites impuestos a este artculo, obliga a deslindaren el tema tres aspectos, bien diferenciados aunquecomplementarios, presentes en la realidad histricay actual de la ancianidad; atae el primero al cono-cimiento del proceso del envejecimiento, generadorde la vejez como edad de la vida; es el segundo larealidad social y personal de quien vive esa edad dela vida; el tercero, finalmente, hace referencia a laliteratura mdica o no profesional que trata del cui-dado del anciano.

    El primero de los problemas enunciados compren-de dar noticia de las hiptesis elaboradas y ofrecidaspara conocer el origen de los deterioros y discapaci-dades que conducen a la situacin menesterosa, pre-cisada de atencin y cuidado, que caracteriza el vivirdel anciano.

    La primera respuesta a esta necesidad explicati-va, a la que estaba reservada prolongada vigencia,la frmula el pensamiento griego con la teora queconcibe el existir humano sostenido por un principiovital, designado como calor innato, al que se in-

    APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA VEJEZ

    LUIS SNCHEZ GRANJEL*Acadmico de Nmero. Real Academia Nacional de Medicina.

    Catedrtico Emrito de Historia de la Medicina. Universidad de Salamanca. Salamanca (Espaa)

    *Doctor Honoris Causa por la Universidad Pontificia de Sala-manca. Autor de Historia General de la Medicina Espaola (5vols.; 1968-1986) y la Historia Poltica de la Medicina Espa-ola (1985). Sus estudios sobre la vejez incluyen las obrasHistoria de la vejez. Gerontologa. Gerocultura. Geriatra(1991) y Los ancianos en la Espaa de los Austria (1996).

  • corpora la supuesta existencia de cuatro elementos,el calor y la frialdad, la humedad y la sequedad,cuya variable combinacin explicara la diferenciade temperamentos y, por su evolucin en el cursovital, determinara el trnsito de las edades, desde lainfancia, con predominio del calor y la humedad, ala vejez, que se impondra en el vivir humano conel dominio ahora de la sequedad y la frialdad. Laaceptacin por la medicina griega de esta explica-cin justifica que Galeno se mostrara contrario a laidentificacin, que sostuvo Aristteles, de la vejezcomo enfermedad; la vejez, para la medicina griega,sera un estado natural, pues, en frase de Galeno,no es otra cosa que la constitucin seca y fra delcuerpo, resultado de una larga vida.

    Esta explicacin fue asimilada por la medicinarabe, recogida por los mdicos medievales y reafir-mada por los mdicos humanistas del Renacimien-to, y su vigencia se prolonga hasta etapa avanzadadel siglo XIX. Las conquistas logradas por la medici-na europea desde el siglo XVI no depararon argu-mentos nuevos suficientes para recusar la interpre-tacin clsica del envejecimiento; por su parte, elsoporte creencial que el cristianismo impone a laimagen del hombre contribuy a mantener aquellainterpretacin heredada.

    Avanzado el siglo XIX, cuando la centuria seaproxima a su trmino, se incorporan a la medicinaconquistas cientficas y quienes las interpretan de-ducen de ellas nuevas hiptesis para dar explicacinal proceso del envejecimiento. Las caracteriza, encontraste con la teora griega, la fugacidad de suaceptacin. Con los lmites impuestos a esta exposi-cin slo cabe hacer enumeracin de tales teoras.Para unas la vejez es la consecuencia de un daoque genera perturbaciones en el funcionalismo or-gnico; otras son atribuidas a alteraciones en la es-

    tructura celular y, entre las de formulacin ms re-ciente, figuran las elaboradas por los psiclogos ylas que surgen del campo de la gentica.

    Se consider superada la teora griega al creer ha-ber encontrado en la arteriosclerosis la causa origi-naria de los deterioros orgnicos y la perturbacin defunciones sensoriales y psquicas; le sigue la quesostuvo que las alteraciones que la vejez presentaseran ocasionadas por la flora intestinal causante deuna autointoxicacin; otra explicacin del envejeci-miento proviene del estudio de las funciones biolgi-cas de las glndulas de secrecin interna, conside-rando unos el origen de la vejez en perturbacionesde la funcin tiroidea y otros en una disfuncin de lafuncin gonadal, opinin que llegara a inducir unintervencionismo quirrgico para devolver al deterio-rado organismo senil su perdida vitalidad.

    Los estudios sobre los mecanismos qumicos co-loidales dieron soporte a una nueva lnea de pesqui-sa en la gnesis del envejecimiento. La elementali-dad biolgica de la clula ofreci punto de partida deuna bsqueda explicativa del deterioro orgnico dela vejez, atribuyndolo a la limitada capacidad de re-plicacin de las unidades orgnicas integrantes detejidos y rganos, con presencia de una desorganiza-cin intracelular y participacin con actividad enve-jecedora de los radicales libres. Los psicogerontlo-gos han contribuido desde su propio campo depesquisa a esta apasionada bsqueda de explicacindel envejecimiento, realidad biolgica por el momen-to sin respuesta, pues todas las hiptesis ofrecidaspueden considerarse insatisfactorias.

    La vejez -abordo el segundo problema que ha detratarse en este artculo- debe ser entendida no slocomo edad de la vida sin fronteras cronolgicamen-te impuestas, sino tambin como etapa final a laque puede acceder la existencia humana, y resulta

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    ENVEJECIMIENTO

  • conveniente examinarla con la frmula orteguianacomo un cierto modo de vivir, al que marcan surumbo condicionantes tanto personales como pro-venientes del entorno social que enmarca el vivirdel anciano.

    En tanto que realidad social, como clase, la ve-jez slo tiene presencia histrica que pueda seranalizada en etapas ya prximas a nuestro presen-te, y la impone el crecimiento numrico de los an-cianos, logro alcanzado por los avances mdicos yla higiene, con el ascenso de las masas urbanas ycampesinas al escenario pblico y la conquista deprivilegios antes reservados al grupo minoritario delos detentadores del poder poltico y econmico, yfruto de este todava reciente cambio social es unafrondosa legislacin de amparo y defensa del an-ciano, y una cada vez ms apremiante problemti-ca econmica con creciente exigencia de amparopara la vulnerabilidad de la vejez; todos, los apun-tados, temas cuyo estudio corresponde al poltico yal socilogo.

    La vejez no es nicamente problema social encuya solucin el mdico cumple cometido subsidia-rio, pues tambin es realidad que se desdobla en si-tuaciones personales, biogrficas, que llevan a unadistincin entre la vejez como realidad social y laque viven, individualmente, los ancianos, existen-cias personales que hoy son tema de estudio de lospsiclogos en un campo concreto de su quehacerdefinido como psicogerontologa.

    La vejez como peripecia personal es campo depesquisa en el que se hace preciso deslindar dos as-pectos, bien diferenciados pero con influencia mutua:el que atiende a la convivencia del anciano con el en-torno humano del que sigue siendo parte y el quecomprende la vivencia ntima, no compartible, quesuscita la condicin de ser la vejez etapa que conduce

    al enfrentamiento, ya inesquivable, del anciano conla finitud de su existencia.

    Este doble flanco de la vejez personal es tema deestudio de psiclogos y mdicos, y en el examen desu pasado, en la medida que lo hacen posible lasfuentes documentales, este cometido atae al histo-riador, con el forzado lmite de proceder la informa-cin de un sector siempre minoritario, pues las ma-sas urbanas y campesinas, y hasta etapas muyprximas a nuestro presente, son realidades mudas,que slo aparecen, imprecisas y fugaces, en algunostextos literarios, en libros religiosos que defienden laprctica de la caridad y describen el modo de ejercer-la y en arbitrios de socilogos y economistas; nun-ca, desde luego, en obras mdicas.

    La vejez no slo sita a quien la vive ante la ne-cesidad de acomodarse a una existencia compartidaen la que se limita, hasta anularlo, todo protagonis-mo social, pues lo conduce a una situacin en laque lo ntimo prepondera con el acompaamientode los deterioros que cercan el vivir diario y la vi-vencia del ya cercano acabamiento. En esta situa-cin personal influyen, conformndola, conviccio-nes, ideas y creencias de dispar signo y concapacidad para generar situaciones de rechazo casisiempre, de aceptacin en algunos.

    Un ejemplo, que resume las posibles formas devivir el anciano su vejez, lo ofrece la confidencia deCfalo, noble ateniense anciano que Platn presentaen dilogo con Scrates, y que defiende su acepta-cin de las limitaciones de su vejez ante la biencontraria actitud de otros ancianos crticos ante lavejez y sus limitaciones, las dos actitudes bsicasque se descubren siempre en la existencia de los an-cianos: la de aceptacin de la situacin en que colo-ca la vejez al anciano y la de rechazo, siempre ma-yoritaria.

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    APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA VEJEZ

  • En las etapas histricas que se suceden hastanuestro presente la informacin documental, demuy distinta procedencia, confirma la perturbacinde estas dos actitudes ntimas en la personalidad delanciano ante la calidad de vida que la vejez le impo-ne; la psicologa evolutiva y las pesquisas de lospsicogerontlogos ofrecen informacin de esta reali-dad que las mudanzas culturales, aunque decisivasen la vida social, no han modificado.

    El ltimo problema que a su examen histricoofrece la vejez proviene de ser edad que exige cui-dado, amparo, en el que cabe deslindar el social y elque es ajustado titular como mdico, aunque puedaser ofrecido, y as sucedi, por no profesionales.

    El apoyo social lo encuentra el anciano en el m-bito familiar, que es el ms antiguo y puede llegar aser heroico y, completndolo o sustituyndolo, el am-paro de organizaciones en un primer tiempo religio-sas o gremiales, creadoras de centros inspirados en elespritu de caridad, y en los que se descubre confu-sin entre lo que era realmente amparo y lo que yapoda considerarse inicial actividad asistencial.

    El reconocimiento por el poder poltico, en pocaya avanzada en la historia social europea, de la pro-blemtica que plantea la ancianidad conduce a unadiferenciacin de los centros de actividad propia-mente mdica, hospitalaria, de los de beneficencia,a los que qued encomendada una atencin limita-da a servir de refugio tanto de ancianos como dehurfanos.

    El proceso histrico en la atencin social del an-ciano ha impuesto, como frmula ms eficaz, la cre-acin de instituciones de fundacin privada o pbli-ca, centros de acogida y cuidado del anciano. Suestudio resulta marginal para los fines de este art-culo, que ha de centrarse en una referencia a la lite-ratura surgida para la atencin personalizada de los

    deterioros que la vejez ocasiona; esta literatura, co-piosa y presente desde la antigedad clsica, hasido individualizada con el trmino de Gerocomia yen la actualidad comprende, diferenciadas, la Ge-rontologa o Gerocultura y la Geriatra.

    La cultura griega forj una antropologa y de elladedujo una hiptesis -queda apuntado- sobre el pro-ceso del envejecimiento, vigente hasta fecha prxi-ma a nuestro tiempo. La medicina griega responde atal concepcin con una doctrina sobre el cuidado delanciano que ha conseguido dilatada vigencia.

    Con los estudios sobre la dieta y su influencia enla gnesis de los modos de enfermar se busc apli-carla a la conservacin de la salud y prever susefectos sobre el envejecimiento; la formulacin doc-trinal de esta hiptesis figura, bien detallada, en laobra de Galeno De sanitate tuenda, cuya acepta-cin, sin ser discutida, llega al siglo XIX para acabarasumida en el ms amplio cometido de la higiene.Los principios dietticos e higinicos de la obra gal-nica reaparecen en un Rgimen de los ancianos deAvicena y en los regimina que mdicos medieva-les redactaron para ordenar el vivir cotidiano de susseores.

    En la sociedad renacentista, y de modo msacentuado en los siglos que a ella siguen, el mundode los seores, el nico que tuvo a su servicio el sa-ber de los mdicos, ampla su base social con el as-censo al estamento de los privilegiados de mercade-res enriquecidos, y es este sector social el que siguesolicitando la ayuda mdica para sus ancianos, com-poniendo lo que ofrece la literatura denominada ge-rocmica. Son libros escritos en latn o para mayordifusin en idiomas hablados, que actualizan las re-comendaciones galnicas, a las que nada realmenteaaden. No se hace preciso para lograr la finalidadinformativa de este artculo incluir relacin de las

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    ENVEJECIMIENTO

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    APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LA VEJEZ

    obras cuya aparicin se inicia finalizando el sigloXV; todas repiten los consejos dietticos y las nor-mas higinicas que nobles y burgueses desatendancon frecuencia manteniendo costumbres, causa fre-cuente de vejeces prematuras; no se equivoc el m-dico cortesano Luis Lobera al describir, con el ejem-plo de sus nobles pacientes, los padecimientos querotul con el trmino de enfermedades cortesanas.

    No fueron slo mdicos los autores que ofrecie-ron su consejo para retrasar la aparicin de los dete-rioros de la vejez; interes el tema, y pruebas hayde ello, a eruditos y moralistas. Quien mejores lo-gros obtuvo en este empeo fue Luigi Cornaro, no-ble veneciano ya octogenario cuando escribi el li-bro, muy ledo en toda Europa, Discorsi della vitasobria y en el que explica el secreto de su saludableancianidad cumpliendo el precepto de la sobriedadya postulado por Galeno.

    Los mdicos griegos no hicieron distincin en losmodos de enfermar de adultos y ancianos, desig-nando a estos ltimos como enfermos de edadavanzada, lo que supona considerar que los dete-rioros del envejecimiento no tenan expresin parti-cularizada en la patologa; la vejez, edad final de lavida -as lo sostuvo Aristteles, recurdese- era ens misma enfermedad, dolencia incurable, y aquellasuposicin mantuvo su vigencia en la medicina eu-ropea.

    Algunos mdicos, en las obras que escribieron,buscaron ampliar su contenido incorporando a lasrecomendaciones dietticas e higinicas la descrip-cin de enfermedades observadas en los ancianos, yas figuran en los libros de David de Pomis, que pu-blica finalizando el siglo XVI, y Aurelio Anselmi,que se imprime iniciada la siguiente centuria. El do-ble intento atestigua su incapacidad para dar formaa una patologa peculiar del anciano, y la razn del

    fracaso se halla en que su experiencia clnica limita-da al mbito social en que ejercieron no pudo con-trastarse con una labor hospitalaria, la nica quepoda permitir estudiar enfermos adultos y ancianospadeciendo idnticas dolencias y descubrir diferen-cias en su clnica y en el pronstico motivadas porla edad.

    La primera diferenciacin de un enfermar propiodel anciano se encuentra en la labor clnica del m-dico Jean Astruc, que ejerci en hospitales de Pars yque quiso dar a conocer en unas leons redactadasen 1762; el que aquel estudio, por razones que seignoran, quedara indito retras el conocimiento dela patologa propia del anciano al siglo XIX.

    En el transcurso de esta centuria cambios socia-les impuestos por la industrializacin, con el incre-mento en la esperanza de vida fruto de conquistasmdicas y del acceso de la poblacin urbana y cam-pesina al disfrute de algunos privilegios que hastaentonces se reservaba una minora, entre otros el dela ayuda mdica, conducen, aunados en su influen-cia, a cambios decisivos en la organizacin de lasinstituciones hospitalarias en las que va a cumplirseuna actividad profesional, mdica, acorde con el ni-vel cientfico alcanzado por la patologa de la poca.

    No es casual que, por las mismas fechas, tresdestacados mdicos ochocentistas, Lorenz Geist enAlemania, Daniel Maclachlan en Londres y Jean-Martin Charcot en Pars, realicen labor asistencialhospitalaria que les permite conocer cmo una mis-ma dolencia puede mostrar curso clnico distinto yexigir pronstico diferente en pacientes adultos y enenfermos ancianos; la tradicional condicin del an-ciano como enfermo adulto de edad avanzada,creencia griega no discutida desde tan lejana fecha,queda invalidada por la realidad clnica que permitedescubrir la experiencia hospitalaria, la patologa

  • senil que describi Charcot en sus leons de laSalptrire. Esta conclusin supone el efectivo iniciode un nuevo captulo de la Medicina para el queNascher propuso en 1909 al trmino de Geriatra.

    La Geriatra -puede afirmarse con criterio histri-co- surge en el mbito de la sociedad occidental con-tempornea ya claramente diferenciada, con respectoa edades precedentes, con su triple faceta poltica,social y econmica, y desde luego por la trascenden-cia de los avances mdicos, cientficos y clnicospuestos en uso en el marco de instituciones asisten-ciales abiertas a todos los estamentos sociales.

    Nota bibliogrfica

    El propsito buscado en este artculo no permiteincluir una informacin bibliogrfica, pero s resultaconveniente ponerle remate con una notificacin quepueda ser til al lector para iniciarse en un ms am-plio conocimiento del problema histrico de la vejez.

    En la historia social de la vejez son obras de con-sulta obligada las de George Minois (Histoire de la

    vieillesse. De lAntiquit la Renaissance. Pars,1987; ed. esp.: Madrid, 1989) y Jean-Pierre Bois.Paris, 1988); de la utilidad de las fuentes literariasen el estudio histrico de la vejez puede ser ejemplomi libro Los ancianos en la Espaa de los Austria(Salamanca, 1996).

    La historia de la Gerontologa y la Geriatra cuen-ta con bibliografa que se inicia con los estudios deM. D. Grmek (On ageing and of age. Basic pro-blems and historic aspects of Gerontology and Ge-riatrics, La Haya, 1958); P. Lth (Geschichte derGeriatrie, Stutgart, 1965); L. S. Granjel (Historiade la vejez. Gerontologa. Gerocultura. Geriatra,Salamanca, 1991).

    Una completa informacin bibliogrfica la pro-porciona la obra de Nathan Wetherill Shock: A clas-sified bibliography of Gerontology and Geriatrics(Stanford University Press, 1951, con suplementosde 1957 y 1963). El Current Work in the History ofMedicine, editado por el Wellcome Institute for theHistory of Medicine, de Londres, edita, desde1954, fascculos trimestrales con informacin bi-bliogrfica clasificada temticamente.

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    ENVEJECIMIENTO

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    Introduccin

    La vejez es un estado en la vida y el envejeci-miento un proceso que sucede a lo largo del ciclo vi-tal. Tanto la vejez como el envejecimiento humanoson objetos de conocimiento multidisciplinar en elsentido en el que el individuo humano es un entebio-psico-social. Por esta razn, el individuo enveje-ciente o viejo es un sujeto de conocimiento psicol-gico.

    La psicologa es una ciencia bsica dedicada alestudio del comportamiento humano a los nivelesde complejidad necesarios y, por tanto, incluye tan-to la conducta motora (lo que una persona hace),emocional (lo que siente) y cognitiva (lo que pien-sa), como complejos atributos humanos como laconciencia, la experiencia, la personalidad, la inteli-gencia o la mente.

    Como ciencia bsica, la psicologa tiene por obje-tivo el establecimiento de principios bsicos que ri-

    gen en los fenmenos psicolgicos, pero tambin seocupa de en qu condiciones los comportamientos oatributos psicolgicos difieren entre los individuos;o, en otros trminos, bajo qu supuestos se produ-cen diferencias individuales en el comportamientode las personas con base en su edad, su sexo uotras condiciones biolgicas o sociales. O sea, hastaqu punto las mujeres difieren de los hombres enciertas caractersticas de la personalidad o en qumedida las personas de ms educacin difieren delas de menos estudios.

    Igualmente, la psicologa se ocupa del compor-tamiento humano a lo largo de la vida, de cmoevoluciona y se desarrolla. Es del comn saber queun recin nacido es un organismo biolgico queemite unos comportamientos muy primarios (algu-nos reflejos), que no se diferencian bsicamente delos que emiten otras especies. Es con el paso deltiempo, con la maduracin de ese organismo eninteraccin recproca con el contexto socioculturalen el que vive, cuando emergen toda una serie decomplejas constelaciones comportamentales quevan desde habilidades motoras (desde subir esca-leras a conducir el ms sofisticado artificio) a losms complicados sistemas de pensamiento (ser ca-paz de inventar un teorema matemtico) o las msexcelsas emociones (en el gozo de escuchar una

    PSICOLOGA DE LA VEJEZ

    ROCO FERNNDEZ-BALLESTEROS*Catedrtica de Psicologa. Departamento de Psicologa Biolgica y de la Salud.

    Facultad de Psicologa. Universidad Autnoma de Madrid. Madrid (Espaa)

    *Fundadora y Directora (Editor-in-Chief) del European Jour-nal of Psychological Assessment y miembro del Comit Edito-rial de 17 revistas de Psicologa. Fue Presidenta de la Europe-an Association of Psychological Assessment. Sus reas deinters en cuanto a investigacin y publicaciones son la eva-luacin psicolgica y la gerontologa. Autora de numerosostrabajos sobre vejez y envejecimiento.

  • sinfona de Bethoven). Es en esa evolucin cuan-do el ser humano adquiere (siempre en contactocon otras personas) las dos condiciones ms pro-piamente humanas: la propia conciencia de s mis-mo y el lenguaje como forma de comunicacin.

    As pues, la psicologa tambin se ocupa delcomportamiento a lo largo de la vida tratando de es-tablecer tanto cules son las pautas o los patronestpicos o cules son los cambios que se producencon el paso de la edad o a travs del ciclo vital y,como derivacin, cules son las ms notables dife-rencias a lo largo de la vida desde el nacimientohasta la muerte.

    Las etapas de la vida

    Como en otras ciencias sociales y biolgicas, losexpertos han convenido en establecer distintas eta-pas evolutivas que ocurren a lo largo de la vida. s-tas varan de unos autores a otros pero, en sntesis,los expertos son coincidentes en que la evolucindel comportamiento humano cuenta con cuatroesenciales perodos: la infancia, la adolescencia, laedad adulta y la vejez.

    Si tratamos de establecer qu esenciales diferen-cias se producen en estas cuatro etapas podramosdecir que desde el nacimiento hasta la edad adulta(incluyendo la infancia y la adolescencia) se produ-ce un fortsimo crecimiento en prcticamente todoslos sistemas comportamentales y, por tanto, los psi-clogos evolutivos lo han denominado perodo deldesarrollo. Estas primeras dos etapas de la vida sonperfectamente coincidentes con lo que ocurre en elmbito biolgico: en ellas se produce la maduracindel individuo que, en estrecha interaccin con elmedio ambiente familiar y social, es responsable de

    esos complejos repertorios comportamentales referi-dos anteriormente.

    Qu sucede en la edad adulta y en la vejez? Enprincipio, la creencia ms comn en nuestra culturaes que la edad adulta implica estabilidad; ello tam-bin sera coincidente con lo que sostienen las cien-cias biomdicas. Sin embargo, la investigacin de loque ocurre comportamentalmente en la edad adultaes que, aunque con un menor incremento, el indivi-duo sigue desarrollndose o perfeccionando sus re-pertorios comportamentales. Es ms, en nuestra so-ciedad actual, la verdadera profesionalizacin llegamucho despus de la adolescencia y la mxima in-versin educativa y formativa no slo se produce enlos primeros aos de la vida, sino a todo lo largo desta. En un mundo tecnificado como el nuestro, el serhumano ha de seguir inserto en procesos de aprendi-zaje a lo largo de toda su vida adulta, y nuestra so-ciedad ha sido bautizada como una sociedad del co-nocimiento en el que ste se convierte en un objetivopreciado a todo lo largo del ciclo de la vida.

    Y en la vejez? Ello est todava ms claro: lacomn creencia es que a partir de una determinadaedad empieza la vejez. La idea ms extendida esque existe un comienzo de esa vejez, generalmenteestablecido en la edad de jubilacin, y, lo que espeor, que ello conlleva prdida, declive y deterioro.Y es que la psicologa -o mejor an, algunos psic-logos- han asumido un modelo biomdico por elque sabemos que, a lo largo de la vida, pasado unperodo de fuerte crecimiento, todos nuestros siste-mas biolgicos pierden eficiencia. Es a este compor-tamiento de los sistemas biofsicos a lo que, desde labiologa, se llama envejecimiento y se expresa comouna involucin que tiene el signo contrario a lo quellamamos desarrollo. Pero, ocurre realmente esomismo en los sistemas comportamentales?

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    ENVEJECIMIENTO

    Carolina Moreno

    Carolina Moreno

    Carolina Moreno

  • Antes de contestar a esta pregunta deberemos re-cordar cul es el objeto de la psicologa (el comporta-miento a los niveles de complejidad necesarios) ycmo se conforma. Hemos dicho que en cualquiercomportamiento humano existe una base biolgica,pero que el comportamiento se construye a travs deuna compleja transaccin entre el individuo y el con-texto sociocultural. De esta forma, todos los compor-tamientos que tengan un mayor componente biol-gico se vern afectados en forma paralela a lo queocurra con el sistema del que dependen. As, porejemplo, la habilidad motora depende del sistema lo-comotor y si ste es daado impedir esa habilidad.Sin embargo, tambin sabemos que en esa transac-cin entre los elementos biolgicos y los comporta-mentales, lo psicolgico influye extraordinariamente(a todo lo largo de la vida) en lo biolgico, por loque una fuerte motivacin determinar la reinstaura-cin de una habilidad comportamental en ausenciadel sustrato que la hizo posible en un primer mo-mento. En otras palabras, aunque el sustrato naturalen la plasmacin de la creacin pictrica sea la manodiestra que gua el pincel, sta puede ser sustituidafcilmente por cualquier otro sustrato comportamen-tal en la expresin artstica; de ello tenemos miles deejemplos. En este, como en otros muchos casos, elcomportamiento (en este caso la motivacin comomotor de la conducta) explica mucho ms el desa-rrollo o la involucin del individuo que ningn otrofactor biolgico o, incluso, social.

    El ser humano no se termina psicolgicamentehablando (o no termina su desarrollo) cuando acabasu mxima maduracin fsica y biolgica ni empiezasu deterioro cuando termina, en la edad adulta, suetapa laboral, se marchan los hijos del hogar o cuan-do ocurre cualquier otra condicin fsica, biolgica ysocial. El desarrollo humano, desde una perspectiva

    psicolgica, dura mientras siguen producindose lastransacciones entre el organismo biolgico y el con-texto sociocultural. Pero, desde luego, en esa ecua-cin del cambio a lo largo de la vida -en ese balanceentre evolucin y desarrollo e involucin y deterioro(o, en otros trminos, entre prdidas y ganancias)-existen factores psicolgicos que experimentan ga-nancias y otros que experimentan prdidas.

    Teniendo en cuenta un amplio conjunto de ca-ractersticas psicolgicas, Heckhausen y Schulz1 es-tablecieron cules de ellas experimentaban ganan-cias y cules presentaban prdidas a lo largo delciclo de la vida desde los 20 a los 90 aos de edad.En la figura 1 podemos apreciar cules fueron losresultados: si bien es cierto que en los primerosaos de la vida se producen mximamente cambiospositivos (desarrollo), y que tambin lo es que seproduce una cierta meseta de estabilidad comporta-mental en la edad adulta (que llega a los 70 aos) yque se experimentan amplios declives a partir de los70 aos, los autores concluyen que existen ganan-cias o mejoras, en distinta medida y proporcin, atodo lo largo del ciclo de la vida, aun a los 90 aos.As, por ejemplo, sabemos que mientras que existenfunciones cognitivas (en las que el tiempo de reac-cin o ejecucin es importante) que declinan muytempranamente (a partir de los 20 aos), otras apti-tudes cognitivas, como la amplitud de vocabulario olos conocimientos, no lo hacen hasta muy avanza-da edad (a partir de los 70 aos) o, incluso, queotras funciones socioafectivas (como el balance en-tre el afecto positivo y negativo) se articulan muchomejor en la vejez. En d