Entrevista a Alfredo Velasco

1
EL MUNDO. MIÉRCOLES 3 DE NOVIEMBRE DE 2010 M2 20 EDURNE URRETA No, no es un pirado que oye voces por ahí, si- no un artista que desde pequeño se ha senti- do fascinado por los objetos y que tiene la ca- pacidad de captar su alma. Transforma neve- ras en bañeras, jaulas en lámparas o fichas de dominó en peces. Algunas de sus obras, tan poéticas como sorprendentes, se pueden ver y adquirir en la galería Kikekeller (Corredera Baja de San Pablo, 17) y en su página web, www.alfredovelasco.com. Pregunta. — No sé si es usted un artista, un diseñador o un chalado. Respuesta. — (Risas). Una mezcla, a mí me pasa como a mis objetos, soy un diseñador in- dustrial reconvertido en artista. P. — Lo digo porque dice usted que los obje- tos le hablan... ¿se lo ha hecho mirar? R.— Sí, me hablan, me susurran al oído, pero si es una enfermedad, no quiero que me la curen. Creo que en este mundo es mucho más interesante pecar de escuchar que de no hacerlo, y a mí me encanta escu- char. Soy consciente de que no me comuni- co con ellos, pero a mí un objeto me trans- mite una inquietud y veo las posibilidades que transmite. Sé que me hablan. P.— Por curiosidad, ¿qué le dicen? R.— Me dicen qué les gustaría haber sido y qué les gustaría ser. En muchos casos sí que me dicen que no quieren ser olvidados ni desaparecer. Trato de dar voz a objetos que tienen un espíritu. P.— ¿Dónde los encuentra, tirados por ahí? R. — Encuentro muchos objetos olvidados, y me sorprende cómo la gente puede desha- cerse de cosas con tanta vida latente y futu- ro. Me da tristeza cuando veo algo tirado en la calle. Tiendo a personalizar los objetos, lo he hecho siempre, mi coche es algo que me pertenece no sólo como cuatro ruedas y el chasis, sino como algo que cobra vida a me- dida que lo vas usando. P.— Si va recogiendo objetos por la calle, tendrá la casa abarrotada. R.— Llena, llena. Tengo un almacén donde acumulo todo tipo de objetos. P. — ¿Habla usted también con los cacharros de su casa? R.— Claro, mi mujer se enfada porque mantengo diálogos con objetos que estoy usando en mi vida cotidiana. P.— ¿En voz alta? R.— Vamos a poner que es en voz fuerte, no en voz alta porque no lo oye nadie, pero sí que es verdad que utilizo objetos como la tostadora o las jarras de agua, a las que les digo ‘ya no puedes seguir dando más agua’, y me las llevo. Mi mujer se enfada, y hay ve- ces que ella recupera objetos del taller y se los vuelve a llevar a casa (risas). P. — Por lo visto, de pequeño destripaba ju- guetes. R.— Sí, todo lo que pillaba. P.— Sus hermanos estarían encantados... R.— Mi hermano mayor tenía siempre los juguetes guardados porque es superordenado y yo se los desbarajusté todos, los sacaba de las cajas, les cambiaba cosas... siempre he si- do poco conformista con la función de los ob- jetos y he tratado de buscarles otra función. P.— ¿Le tenía querencia a algún juguete en especial? R.— Me acuerdo, por ejemplo, del Cinexin. Le ponía transparencias delante, le quitaba los filtros que tenía y hacía una lámpara. P.— ¿Era usted un incomprendido? R.— No, tuve la suerte de que mis padres supieron ver que tenía esa capacidad y me la potenciaron. Desde luego mi madre no tiraba nada, porque sabía que objeto que iba a tirar yo lo iba a recuperar. Me daba la cafetera, la tostadora... P. — ¿Los Reyes qué le traían, destornilla- dores? R.— Sí, pero también juguetes. Sí que es verdad que las herramientas de mi padre eran mías, y a día de hoy mi padre sigue buscando herramientas que tengo yo. P.— ¿Qué es lo último que ha desarmado? R.— Una nevera, que pienso convertir en bañera. Me parece muy bonito que un objeto que ha sido creado para dar frío ahora pueda dar calor. P.— ¿Alguna cosa más dispuesta a cambiar de vida? R. — Tengo ganas de transformar una bom- bona de butano, la bombona de gas de toda la vida. Siempre ha sido tan servil, ha hecho un servicio tan bueno que me parece que es un objeto que hay que recuperar. Podría ser una maravillosa base para una lámpara o conver- tirse en algo puramente estético. P.— Usted trabajó en Ikea, ¿no le tendrían de conejillo de Indias, montando y desmon- tando muebles? R.— Hice tiradores para muebles, de pie- zas que recuperaba, sobre todo para nues- tras oficina, pero no me dejaban destripar, ése es uno de los motivos por los que me fui de Ikea (risas). ALFREDO VELASCO / ARTISTA «Los objetos me susurran al oído» CON MUCHA CARA / «Trato de dar voz a objetos que tienen un espíritu» / «Desbarajustaba todos los juguetes de mi hermano» / «Al Cinexin le quitaba los filtros que tenía y hacía una lámpara» / «Tuve la suerte de que mis padres vieron mi capacidad y la potenciaron. Mi madre no tiraba nada» / «Lo último que he destripado es una nevera que convertiré en bañera» Origen. Madrid, 1972. Currículo. Se formó en la Escuela de Artes Decorativas de Madrid y comenzó su andadura profesional en Ikea. Entre otras actividades, ha producido objetos en aluminio fundido con David Marshall. En 1999 lanza, junto a sus dos hermanos, su propia firma, Lacamara. Además, ha formado parte del equipo creativo de Uno de 50, donde desempeñó la labor de director de Imagen y Diseño de Tiendas. Aficiones. «Me encanta cocinar, recopilar objetos y la horticultura» Virtudes. «Soy muy imaginativo». Defectos. «El desorden». Debilidades. «Mi hija y el mar, que me apasiona». RETRATO «Me sorprende cómo la gente puede deshacerse de cosas con tanta vida latente. Me da tristeza ver algo tirado en la calle» Alfredo Velasco, con una de sus obras, un ventilador reconvertido en lámpara. / A. M. XOUBANOVA

description

Alfredo Velasco se define a sí mismo como la unión de dos mundos paralelos: el del arte y el del diseño.

Transcript of Entrevista a Alfredo Velasco

Page 1: Entrevista a Alfredo Velasco

EL MUNDO. MIÉRCOLES 3 DE NOVIEMBRE DE 2010

M220

EDURNE URRETANo, no es un pirado que oye voces por ahí, si-no un artista que desde pequeño se ha senti-do fascinado por los objetos y que tiene la ca-pacidad de captar su alma. Transforma neve-ras en bañeras, jaulas en lámparas o fichas dedominó en peces. Algunas de sus obras, tanpoéticas como sorprendentes, se pueden very adquirir en la galería Kikekeller (CorrederaBaja de San Pablo, 17) y en su página web,www.alfredovelasco.com.

Pregunta.— No sé si es usted un artista, undiseñador o un chalado.

Respuesta.— (Risas). Una mezcla, a mí mepasa como a mis objetos, soy un diseñador in-dustrial reconvertido en artista.

P.— Lo digo porque dice usted que los obje-tos le hablan... ¿se lo ha hecho mirar?

R.— Sí, me hablan, me susurran al oído,pero si es una enfermedad, no quiero queme la curen. Creo que en este mundo esmucho más interesante pecar de escucharque de no hacerlo, y a mí me encanta escu-char. Soy consciente de que no me comuni-co con ellos, pero a mí un objeto me trans-mite una inquietud y veo las posibilidadesque transmite. Sé que me hablan.

P.— Por curiosidad, ¿qué le dicen?R.— Me dicen qué les gustaría haber sido

y qué les gustaría ser. En muchos casos síque me dicen que no quieren ser olvidadosni desaparecer. Trato de dar voz a objetosque tienen un espíritu.

P.— ¿Dónde los encuentra, tirados por ahí?R.— Encuentro muchos objetos olvidados,

y me sorprende cómo la gente puede desha-cerse de cosas con tanta vida latente y futu-ro. Me da tristeza cuando veo algo tirado enla calle. Tiendo a personalizar los objetos, lohe hecho siempre, mi coche es algo que mepertenece no sólo como cuatro ruedas y elchasis, sino como algo que cobra vida a me-dida que lo vas usando.

P.— Si va recogiendo objetos por la calle,tendrá la casa abarrotada.

R.— Llena, llena. Tengo un almacén dondeacumulo todo tipo de objetos.

P.— ¿Habla usted también con los cacharrosde su casa?

R.— Claro, mi mujer se enfada porquemantengo diálogos con objetos que estoyusando en mi vida cotidiana.

P.— ¿En voz alta?R.— Vamos a poner que es en voz fuerte,

no en voz alta porque no lo oye nadie, perosí que es verdad que utilizo objetos como latostadora o las jarras de agua, a las que lesdigo ‘ya no puedes seguir dando más agua’,y me las llevo. Mi mujer se enfada, y hay ve-ces que ella recupera objetos del taller y selos vuelve a llevar a casa (risas).

P.— Por lo visto, de pequeño destripaba ju-guetes.

R.— Sí, todo lo que pillaba.P.— Sus hermanos estarían encantados...R.— Mi hermano mayor tenía siempre los

juguetes guardados porque es superordenadoy yo se los desbarajusté todos, los sacaba delas cajas, les cambiaba cosas... siempre he si-do poco conformista con la función de los ob-jetos y he tratado de buscarles otra función.

P.— ¿Le tenía querencia a algún jugueteen especial?

R.— Me acuerdo, por ejemplo, del Cinexin.Le ponía transparencias delante, le quitaba losfiltros que tenía y hacía una lámpara.

P.— ¿Era usted un incomprendido?R.— No, tuve la suerte de que mis padres

supieron ver que tenía esa capacidad y me lapotenciaron. Desde luego mi madre no tirabanada, porque sabía que objeto que iba a tiraryo lo iba a recuperar. Me daba la cafetera, latostadora...

P.— ¿Los Reyes qué le traían, destornilla-dores?

R.— Sí, pero también juguetes. Sí que esverdad que las herramientas de mi padre eranmías, y a día de hoy mi padre sigue buscandoherramientas que tengo yo.

P.— ¿Qué es lo último que ha desarmado?R.— Una nevera, que pienso convertir en

bañera. Me parece muy bonito que un objetoque ha sido creado para dar frío ahora puedadar calor.

P.— ¿Alguna cosa más dispuesta a cambiarde vida?

R.— Tengo ganas de transformar una bom-bona de butano, la bombona de gas de toda lavida. Siempre ha sido tan servil, ha hecho unservicio tan bueno que me parece que es unobjeto que hay que recuperar. Podría ser unamaravillosa base para una lámpara o conver-tirse en algo puramente estético.

P.— Usted trabajó en Ikea, ¿no le tendríande conejillo de Indias, montando y desmon-tando muebles?

R.— Hice tiradores para muebles, de pie-zas que recuperaba, sobre todo para nues-tras oficina, pero no me dejaban destripar,ése es uno de los motivos por los que me fuide Ikea (risas).

ALFREDO VELASCO / ARTISTA

«Los objetos me susurran al oído»

CON MUCHA CARA / «Trato de dar voz a objetos que tienen un espíritu» / «Desbarajustabatodos los juguetes de mi hermano» / «Al Cinexin le quitaba los filtros que tenía y hacía unalámpara» / «Tuve la suerte de que mis padres vieron mi capacidad y la potenciaron. Mi madreno tiraba nada» / «Lo último que he destripado es una nevera que convertiré en bañera»

Origen. Madrid, 1972.Currículo. Se formó en la Escuela deArtes Decorativas de Madrid y comenzósu andadura profesional en Ikea. Entreotras actividades, ha producido objetosen aluminio fundido con DavidMarshall. En 1999 lanza, junto a sus doshermanos, su propia firma, Lacamara.Además, ha formado parte del equipo

creativo de Uno de 50, dondedesempeñó la labor de director deImagen y Diseño de Tiendas.Aficiones. «Me encanta cocinar,recopilar objetos y la horticultura»Virtudes. «Soy muy imaginativo».Defectos. «El desorden».Debilidades. «Mi hija y el mar, que meapasiona».

RETRATO

«Me sorprende cómo la gentepuede deshacerse de cosas contanta vida latente. Me da tristezaver algo tirado en la calle»

Alfredo Velasco, con una de sus obras, un ventilador reconvertido en lámpara. / A. M. XOUBANOVA