Entre madres y desmadres: La parentalidad desde la ... Documentos/III... · patriarcado, basado en...

21
1 Entre madres y desmadres: La parentalidad desde la experiencia de las maternidades lésbicas 1 Sara Amelia Espinosa Islas 2 Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México En Los últimos años asistimos a una paulatina apertura de la sociedad mexicana a una realidad que ya no es tan fácil de ocultar, la de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros y travestís que durante muchos años ha permanecido oculta, marginada e incluso perseguida y castigada. Cuando la sociedad aún no termina de reponerse del shock que le causo descubrir que existimos una gran cantidad de personas que amamos y entablamos relaciones no heterosexuales, y no solo eso, sino que nuestras parejas son sus hijas/os, hermanas/os vecinas/os, padres, madres, esposas/os, ahora se resisten a creer que también podemos y llegamos a formar núcleos familiares y que muy a menudo en estos hogares viven y se educan hijas e hijos nuestros. En la actualidad vivimos en una sociedad donde la estructura o mejor dicho las estructuras de las familias son mucho más diversas de lo que nuestra imaginación y noción de familia refieren. Dada su forma institucionalizada, la familia nuclear sigue subsistiendo como modelo hegemónico que deviene como ideal que se cruza a la luz de las nuevas formas familiares que han surgido en las últimas décadas como las monoparentales, unipersonales, reconstruidas y por supuesto las encabezadas por gays y lesbianas, que al igual que las parejas de hecho y la adopción por parte de homosexuales y lesbianas son solo algunos de los temas que están de actualidad porque son realidades que existen por lo que debemos plantearnos amplias reflexiones al respecto. 1 Esta ponencia forma parte de un estudió más amplió y detallado que conformó mis resultados de mi tesis de estudios de Maestría en Estudios de la Mujer titulada: Familias de Elección: Hogares conformados por madres lesbianas, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. 2005 2 Socióloga. Maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-X, [email protected] , [email protected]

Transcript of Entre madres y desmadres: La parentalidad desde la ... Documentos/III... · patriarcado, basado en...

1

Entre madres y desmadres: La parentalidad desde la experiencia de las maternidades lésbicas1

Sara Amelia Espinosa Islas2

Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México

En Los últimos años asistimos a una paulatina apertura de la sociedad

mexicana a una realidad que ya no es tan fácil de ocultar, la de lesbianas, gays,

bisexuales, transexuales, transgéneros y travestís que durante muchos años ha

permanecido oculta, marginada e incluso perseguida y castigada.

Cuando la sociedad aún no termina de reponerse del shock que le causo

descubrir que existimos una gran cantidad de personas que amamos y

entablamos relaciones no heterosexuales, y no solo eso, sino que nuestras

parejas son sus hijas/os, hermanas/os vecinas/os, padres, madres, esposas/os,

ahora se resisten a creer que también podemos y llegamos a formar núcleos

familiares y que muy a menudo en estos hogares viven y se educan hijas e

hijos nuestros.

En la actualidad vivimos en una sociedad donde la estructura o mejor dicho las

estructuras de las familias son mucho más diversas de lo que nuestra

imaginación y noción de familia refieren. Dada su forma institucionalizada, la

familia nuclear sigue subsistiendo como modelo hegemónico que deviene como

ideal que se cruza a la luz de las nuevas formas familiares que han surgido en

las últimas décadas como las monoparentales, unipersonales, reconstruidas y

por supuesto las encabezadas por gays y lesbianas, que al igual que las

parejas de hecho y la adopción por parte de homosexuales y lesbianas son

solo algunos de los temas que están de actualidad porque son realidades que

existen por lo que debemos plantearnos amplias reflexiones al respecto.

1 Esta ponencia forma parte de un estudió más amplió y detallado que conformó mis resultados de mi tesis de estudios de Maestría en Estudios de la Mujer titulada: Familias de Elección: Hogares conformados por madres lesbianas, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. 2005 2 Socióloga. Maestra en Estudios de la Mujer por la UAM-X, [email protected], [email protected]

2

La familia, ¿Universalmente heterosexual? Tratar de resolver este problema de la universalidad implica, en primer lugar,

definir lo que entendemos por familia. La clave de afirmar si la familia un

fenómeno es universal o no, radica en flexibilizar el concepto de familia para

que pueda abarcar toda la tipología y diversidad humanas. Lo que se hace es

adaptar el término a todo tipo de situaciones, con lo que se vuelve a caer en

etnocentrismo, como es utilizar la palabra familia desde una definición nuestra

y encajar todo tipo de comportamientos observados a ese esquema.

Cuando en el momento actual se habla de los distintos tipos de familias que

están surgiendo, (monoparentales, hijos de varios matrimonios, familias

homosexuales), es importante tener en cuenta que lo que se consideraba

nuestro modelo dominante de familia (nuclear, conyugal y monógama), no es

más que un modelo entre los muchos que existen, y que precisamente, el

concepto por "dominante" lleva implícito otros tipos de comportamientos que

pueden ser igualmente válidos.

Los rasgos que encontramos ahora normales no son sino la consecuencia de

una acomodación a las estructuras económicas. Por ejemplo, la idea del amor

romántico como base del matrimonio no aparece sino recientemente; los

matrimonios eran decididos por la familia la familia en base a otros intereses

muy diferentes. Esta nueva doctrina de la filiación, de la herencia, del

matrimonio conduce a separar a los individuos de su parentesco, a reducir a

su más simple expresión biológica la noción de "heredero".

La manipulación ideológica del sistema de parentesco autoriza al cristianismo a

convertirse en un gran propietario rústico en Europa entre el siglo VI y el XII; de

secta, este enriquecimiento le transforma en Iglesia3.

Con la Industrialización este modelo específico de reproducción se adapta en la

"modernidad" a un modo de producción: se trata del asentamiento del

patriarcado, basado en la división sexual del trabajo. Es un sistema económico

3 Segalen, M., “Antropología histórica de la familia”, cap. 12, “El mito de la familia occidental”, Ed. Taurus, Madrid, 1997.

3

y político que se basa en un reparto desigual de las tareas y de la valoración

que se hace de ellas. La mujer queda en este sistema en una posición de

subordinación.

La evolución del estatus femenino aparece también como un buen ejemplo de

la complejidad de las relaciones entre familia y sociedad, que no se plantean

exclusivamente en términos de poderes o de resistencias. La mujer ejerce

como la bisagra entre familia y sociedad. Los progresos de su condición se han

hecho, a la vez, dentro y contra la familia. Su estatus ha evolucionado bastante

más rápido que las estructuras sociales y económicas, y los nuevos modelos

familiares y sociales dependerán de cómo pueda definirse un nuevo espacio en

la sociedad.

Esto vuelve a subrayar nuevamente la naturaleza esencialmente política de la

familia. Emile Durkheim ha escrito en relación a este tema " No hay sociedad

política que no contenga en su seno una pluralidad de familias diferentes o de

grupos profesionales diferentes, o de los unos y los otros a la vez"4. El ser una

sociedad con una organización política lleva implícito que los grupos que la

forman sean diferentes, que haya una pluralidad de comportamientos. Una

sociedad no es el modelo que se impone, sino todo el conjunto, que incluye las

minorías, los modelos alternativos, las diferencias.

Al fexibilizarse las formas de organizar la vida familiar, la familia se convierte

poco a poco en un espacio de negociación y consenso privado en el que se

pluralizan las relaciones de intimidad.

En este sentido, las familias encabezadas por madres lesbianas o familias

lésbicas son un buen ejemplo de la ruptura de las categorías sociales que

describen las relaciones dentro de la familia mexicana, constituyendo un

espacio para el análisis de los procesos de transformación; en tanto que las

nociones culturales del parentesco tienen que ver con las concepciones

culturales de género y la sexualidad, las familias lésbicas no pueden separarse

4 Durkheim, Emile, “Lecciones de sociología: física de las costumbres y del derecho”, ed. Tauro, Buenos Aires, 1974, pag. 81.

4

fácilmente de la concepción y construcción del género ni de los símbolos del

parentesco que tienen que ver con la creación de las personas.

Cuando se habla del tema de las familias homosexuales como algo muy

reciente que causa revuelo, morbo y polémica en medios de comunicación en

programas como el Show de Cristina o Laura de América, se pierde de vista

que estas existen desde que surgieron las mujeres y los hombres sobre la faz

de la tierra. Por ejemplo, Boswel en su libro "Las bodas de la semejanza"5 nos

muestra cómo desde la antigüedad se han dado casos de matrimonios

homosexuales. En Grecia y en Roma esta era una forma de legalizar a la

pareja y asegurarse así la transmisión del patrimonio. Incluso en las

ceremonias paleocristianas de "hermanamiento" se unía a dos personas del

mismo sexo mediante un rito que equivalía al de los matrimonios

heterosexuales. (Boswel: 1996)6

En primer lugar, el propio concepto de familia lésbica pone en duda que exista

una flexibilidad por parte de la ideología del parentesco occidental para aceptar

nuevas formas de construir y organizar las relaciones, lo que implicaría

transformar el modelo dominante del parentesco. En nuestro universo cultural,

las relaciones de parentales constituyen un sistema simbólico basado en una

división del parentesco entre aquellos relacionados por lazos de sangre y

aquellos relacionados por lazos de matrimonio: el contraste entre el “orden de

la naturaleza”, que invoca la sangre como sustancia genética compartida y el

“orden de la ley”, basado en el matrimonio heterosexual como código de

conducta que legitima la creación de los lazos consanguíneos determinando a

su vez las relaciones y comportamientos entre los individuos que comparten

dichos lazos.

De esta forma los individuos son definidos legítimamente como parientes en

tanto que comparten genes que se traducen en un código de conducta social,

cultural y moral.

5 Boswell, John, “Las bodas de la semejanza. Uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna”, Muchnick editores, Barcelona, 1996. 6 El autor también refiere que en Grecia y Roma estos matrimonios además de legalizar a la pareja proporcionaba la certeza y seguridad de la transmisión del patrimonio. Incluso en las ceremonias paleocristianas de "hermanamiento" se unía a dos personas del mismo sexo mediante un rito que equivalía al de los matrimonios heterosexuales.

5

En este marco cultural, las configuraciones y relaciones familiares que

establecen lesbianas y gais son ideológicamente excluidas de la esfera del

parentesco, en tanto que las relaciones entre personas del mismo sexo se

consideran de entrada como no procreativas. Desde esta perspectiva, se

arraiga la suposición de que las instituciones del parentesco y la familia

‘regulan’ los procesos biológicos con fines sociales, dicho de otra manera, la

regulación existe en torno a como las relaciones son definidas y negociadas en

conjunto con las expectativas genéricas de las y los individuos.

Aunque se reconoce que las personas viven relaciones familiares diversas, el

conservadurismo siempre tratará de convencernos de que la procreación es un

deseo completamente normal y natural. Desde esta ideología donde imperaría

la voluntad de tener niños para completar la familia, se dicta también quienes

son las personas idóneas para ejercer ese derecho y ese deseo. De ahí la

existencia de los límites impuestos por las instituciones. Por ejemplo, el

matrimonio o las relaciones heterosexuales reguladas, se establecen como el

marco social y legalmente reconocido para la reproducción física de las

personas. En una sociedad en que la familia es una unidad de referencia social,

el matrimonio y procreación aparecen como un acto ‘fundamental’ para la

continuidad social. El sistema social legitima la familia basada en el matrimonio,

la unidad familiar en que la maternidad ha de tener lugar, y este modelo es

inaplicable a un grupo al que, legalmente, se le impide el matrimonio.

El pretender que mientras no se hable de algo, esto no existe, niega la realidad

de una situación que crece, no sólo en lo que respecta a al homosexualidad,

sino al derecho que tienen los gays y lesbianas a tener familia en igualdad de

condiciones.

Si hablamos de homosexualidad, de familias homosexuales, y tantos otros

casos, las leyes van muy por detrás de lo que ya existe en la sociedad, y de

hecho sólo cambian cuando la situación es insostenible... Como en el cuento "

El traje del Emperador" que analizaba Celia Amorós7, nadie se atreve a decir

7 Amorós, Celia, “Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales”, en “Violencia y sociedad patriarcal”, Virginia Maquieira y Cristina Sánchez (comp.). Ed. Pablo Iglesias, Madrid, 1990.

6

que el rey está desnudo, simplemente porque no está seguro de que su vecino

vaya a secundarle, y ello ocurre, precisamente, ¡en tanto que al vecino le

ocurre lo mismo! En el tema de la homosexualidad y los gays y lesbianas con

hijos sucede exactamente eso, hay todavía mucho secretismo debido al miedo

a la represión social.

Las identidades y relaciones no-procreativas pueden establecer lazos

familiares sin recurrir al matrimonio o sin que existan hijos de por medio,

porque todas las relaciones de parentesco son de alguna manera ficticias — es

decir, significativamente construidas —. Los genes y la sangre constituyen

también símbolos que implican una forma cultural específica de demarcar y

calcular las relaciones. Sí asentáramos el parentesco en el amor, se dejaría de

enfatizar la distinción entre relaciones eróticas y no-eróticas lo cual permitiría

englobar amigos, amantes y niños, juntos, bajo un único concepto.

De ahí que, como ha señalado Marilyn Strathern, (1992) la aportación

fundamental que representan las familias homoparentales, es que éstas hacen

explícito el hecho de que siempre hay elección tanto si la biología funda la

relación como si no. La cualidad normativa de las relaciones de parentesco que

establecen lesbianas y gais radica en la elección, la negociación y libre

compromiso que se establece entre individuos.

Las familias lésbicas, liberadas del confinamiento de una estructura y

contenidos particulares, no sólo están modificando las formas de convivencia,

sino también las relaciones que se configuran en su seno, permitiendo dar

respuesta a las necesidades, deseos y circunstancias individuales.

La ideología de la homoparentalidad es diversa en sus contenidos y el universo

de las familias creadas por lesbianas es plural en sus límites, sus estructuras y

sus modos y acuerdos de vida. Al no participar del modelo normativo, las

familias homo y lesbo-parentales abren un nuevo territorio social y establecen

formas novedosas de construir relaciones familiares. Sin embargo, nuestro

entorno socio-cultural impone numerosos límites a la creación de las mismas.

En tanto que las relaciones en las familias lésbicas son construidas fuera de los

sistemas y estructuras de soporte legal, institucional e ideológico establecidos

— que actúan institucionalizando la estructura normativa de la familia nuclear

7

heterosexual —, las relaciones que se establecen entre las lesbianas y sus

hijos sufren un elevado nivel de riesgos legales y sociales, ya que cuentan con

escasos mecanismos de legitimación.

Desde la óptica de la familia moderna las familias encabezadas por madres

lesbianas pueden componerse de dos mujeres, que no son esposas; de dos

mujeres y unos niños, que no siempre son madres e hijos; y de niños, que no

necesariamente son hermanos; o de una mujer sin pareja con sus hijos.

Sin embargo, estas familias adquieren significado cultural y simbólico para los

individuos que participan de ellas y les permiten establecer un sentimiento de

pertenencia en y a través de las mismas.

El concepto de maternidad y familia, igual que en nuestra sociedad, se define dentro de

un contexto de relaciones sociales, económicas y políticas históricamente

constituidas, que cuestionan la universalidad de nuestro propio concepto, y

que nos llevan a problematizar esa identidad entre el fenómeno biológico y las

relaciones sociales de la maternidad y la familia antes de darlas por supuestas.

Visto todo esto, es evidente que vivimos en una sociedad en permanente

transformación. Tratemos, pues, de que los cambios no dejen fuera a ninguno

de sus integrantes. Por ello, como decía Patricia Hill Collins8, para conseguir el

cambio es necesario mirar más allá de lo que ya existe, y plantearnos qué es

posible. Si las condiciones cambian, es lógico que tanto el modo en que se

trata el fenómeno como la sociedad en la que esto sucede, cambien también.

La creación de modelos alternativos de familia es uno de los retos centrales

para aquellas y aquellos que no encajamos en el modelo normativo de familia

heterosexual. Transformar las prácticas de las relaciones familiares ha

significado, para muchas madres lesbianas, no tener modelos como referentes

y poco apoyo para sus propias familias.

A menudo, las familias de origen de las madres lesbianas constituyen un

sector más contra el cual luchar que una fuente de apoyo, debido a que es la

8 Andersen, M. y Hill Collins, Patricia, “Social change and the politics of empowerment”, en “Race, class and gender: an anthology”, Ed. Wadswarth, 1992.

8

familia la institución de origen en la que los individuos son educados y

socializados dentro de la normatividad y la desigualdad entre los géneros.

Contrariamente a que podríamos suponer con respecto a que este tipo de

familias se organizan de manera no normativa, muchas lesbianas abordan la

formación de sus familias por vías, según sus propias palabras, como “bastante

tradicionales”. El ideal doméstico de la familia nuclear está presente en el

horizonte de muchos procesos de construcción de las familias encabezadas

por madres lesbianas, sin embargo, describen sus estilos de vida y sus familias

en términos de ruptura con los modelos tradicionales.

Según Weeks (2000: 220) las relaciones no-heterosexuales se caracterizan

por ser notablemente no-jerárquicas, en el sentido de que no existe percepción

de orden de significación que siga líneas de edad, precedencia, o división de

rol. De hecho, muchas de las relaciones tienen tendencia a producirse dentro

de grupos socialmente homogéneos. El desarrollo de relaciones democráticas

e igualitarias parecería ser pues una norma dominante en las relaciones entre

las parejas de lesbianas, conformando relaciones de las que Anthony Giddens

definió como puras. En estas relaciones la confianza no tiene soportes externos

y debe desarrollarse sobre la base de la intimidad.

En las familias lésbicas se estructuran las relaciones de género y parentesco

fuera de las normas pre-establecidas de vida familiar y están ausentes los

deberes y obligaciones predeterminados en el ámbito de la familia normativa.

La vida personal se convierte en un proyecto personal abierto, que crea nuevas

demandas y nuevas necesidades.

El consenso interno en la distribución de roles sigue principios de distribución

que responden tanto a las habilidades, gustos e intereses, como a las

circunstancias particulares de cada una de ellas en lo referente, por ejemplo, a

situaciones laborales, disponibilidades temporales, la edad de los niños, etc.

En estos nuevos patrones de intimidad que articulan estas familias, el género

parece dar más forma a los valores y prácticas domésticas que la identidad

sexual.

9

Ello no implica la emergencia de un nuevo modelo igualitario. Compartir

identidad de género e identidad sexual no está libre de la generación de

tensiones, ya que no están ausentes las relaciones de poder. Las relaciones en

las familias lésbicas pueden presentar grados diversos de dependencia y no

funcionan al margen de las tensiones y relaciones jerárquicas que establecen

factores económicos, de clase o, incluso, de la conexión privilegiada (legal y/o

biológicamente establecida) de una de las madres con sus hijos. Algunas

mujeres me han referido que es justo la falta de un patrón normativo la causa

de algunos de los conflictos que atraviesan en el seno de las familias.

Sin embargo, desde la ideología normativa del parentesco, se asume con

frecuencia que en sus relaciones, las lesbianas imitan las estereotipadas

relaciones de rol heterosexuales marido-mujer, o que asumen roles de género

opuestos a su sexo biológico. Este discurso, ampliamente extendido, confunde

claramente los roles de género tradicionales con conceptos erróneos sobre la

relación entre la orientación sexual y la identidad, ya que la identidad de género

se refiere a la experiencia individual de uno mismo como básicamente hombre

o mujer, y el rol de género o rol sexual se refiere al conjunto de

comportamientos y actividades que se atribuyen a cada sexo por la

interpretación de su naturaleza diferencial que realiza una cultura. Las

confusiones sobre la identidad de género son a menudo inferidas del

comportamiento de rol de género.

La maternidad lésbica evidencia, más que cualquier otro acontecimiento de la

vida de estas mujeres, un contexto cultural en el que prevalece la creencia

social de que la biología es una característica definitoria de parentesco, y que

los vínculos de parentesco legitiman la interacción social más intima y

conllevan obligaciones morales asociadas. Las relaciones lésbicas se

consideran, bajo este prisma, estériles y no procreativas, y la maternidad

lésbica es, en consecuencia, una contradicción en términos físicos, sociales y

culturales. Las madres lesbianas, deben igualmente asumir la contradicción

social en que se confrontan, de un lado, la idealización de la institución de la

maternidad como una especie de mandato social que ha considerado a la

mujer que no tiene hijos como incompleta y, de otro, el estigma asociado a la

homosexualidad. El estrecho lazo que ha gobernado la relación entre

10

sexualidad femenina y fertilidad, hace incomprensible la expresión de la

sexualidad de la mujer en contextos en los cuales ésta no esté dirigida a la

procreación. Dicho de otra manera, como mujeres, ellas deberían tener hijos

porque el ser madre representa las expectativas convencionales de género que

fomenta en las mujeres la sensación que sus vidas no está completas si no hay

un hijo; en cambio como lesbianas, deberían renunciar al deseo de tenerles.

La visión de las lesbianas como sujetos no reproductivos está profundamente

enraizada en nuestra sociedad, no siendo consideradas como mujeres

apropiadas para ejercer la maternidad. La incorporación de hijas e hijos a las

familias se haya marcada por los estereotipos sociales sobre la

homosexualidad, que presuponen la influencia de la preferencia de las madres

sobre las elecciones sexuales sus hijos/as o que estos tendrán una identidad

de género poco clara o impropia o que padecerán de estigma social en sus

relaciones 9 . Inclusive esta cuestión del estigma es uno de los principales

temores de las madres lesbianas, sobre todo de aquellas que tuvieron a sus

hijos dentro de relaciones heterosexuales, es decir, que estuvieron casadas o

que vivieron con hombres, lo cual por cierto es el caso de la mayoría de las

madres lesbianas en nuestro país.

Sin embargo, el creciente divorcio entre sexualidad y reproducción ha abierto

nuevas oportunidades de procrear a las parejas formadas por personas mismo

sexo, resultando en la disociación de la reproducción de heterosexualidad.

Con el acceso a las Nuevas tecnologías de Reproducción (NTR), la

procreación puede ser pensada como sujeto de las preferencias elecciones

personales en una forma nunca antes convenible. Un hijo, es literalmente, la

personificación de un acto de elección, aunque aquí debo aclarar que si bien es

cierto que existe esta opción, son pocas las lesbianas que hacen uso de las

9 Estudios comparativos llevados a cabo desde diferentes disciplinas no han encontrado diferencias significativas entre aquellos niños hijos de madres lesbianas o aquellos de madres heterosexuales, ni en el desarrollo el desarrollo de la identidad de género (GOLOMBOK el al/a, 1983: “Chlldren in lesbian and single-parent households’ en Journal of Ch/Id Psychology and Psychiatry; KIRKPATICK eta/la, 1981: “Lesbian mothers and their chi/dren: a comparativo survey’ en American Journal of Orthopsychíatry), desarrollo de los roles de sexo (HOEFFER, 1981: “Children’s acquisition of sex-role behavior in lesbian-mother families’ en American Journal of Orthopsychiat,y) y la orientación sexual (GREEN, 1978: Sexual identity of 37 children raised by homosexual or transsexual parents’ en American Journal of Orthopsychiatry).

11

nuevas tecnologías, esto se debe a los elevados costos económicos y

emocionales que llegan a tener, debido a que solo pueden acceder a estos en

clínicas privadas, de ahí que la mayoría de las lesbianas madres decidan

relacionarse de manera casual con un hombre o pactar con un amigo con la

única finalidad de tener una hija/o.

Como ha apuntado Strathern, (1992) estas familias podrían ser culturalmente

reconocibles no sólo en términos de acuerdos de vida sino en su deseo de

reproducir. En tanto que tal deseo mira hacia la creación de niños de la pareja

más que a sus propios orígenes, desde este punto de vista, la unidad conyugal

es constituida no diferentemente de otras. Lo distintivo de las familias lésbicas

radica en los acuerdos procreativos que son establecidos.

A pesar de ello, la maternidad lésbica procreativa, reintroduce de manera

significativa, la biología en el seno de las familias homoparentales, y plantea

cuestiones únicas referentes a la relación entre la maternidad biológica y la

maternidad social.

Sin embargo, el binomio lesbianismo/maternidad genera unos problemas

específicos que tienen que ver con la posición de las mujeres en esta sociedad.

Una situación de doble discriminación que debido a la falta de una regulación y

cobertura legal, repercute especialmente en la situación social de estas familias

y, por tanto, en los hijos.

Las circunstancias bajo las cuales las lesbianas son madres varían

considerablemente de una pareja a otra y significan diferentes procesos de

ajuste. La mayoría de estas mujeres, tuvieron a sus hijos dentro de relaciones

heterosexuales anteriores a que ellas se asumieran como lesbianas. En

general esta situación hace que las madres lesbianas vivan una serie de

circunstancias desfavorables que les marca el entorno socio cultural. Por

ejemplo, algunas de ellas viven una doble vida, encerradas en un closet que a

toda costa tratan de sellar para ocultar su lesbianismo a hijos, exmaridos y

familias de entorno por miedo al repudio (sobre todo por parte de los hijos) o

por el temor de cuando existen hijas/os menores de edad de perder la patria

potestad de estos.

12

La mayoría de ellas descubren su lesbianismo después de años de matrimonio

y con varios hijos. En los colectivos y asociaciones la mayor parte de las

madres que pasan de cuarenta años son mujeres que han tenido a sus hijos

de un matrimonio heterosexual anterior.

Estas mujeres en muchas ocasiones escapan del matrimonio para vivir en

pareja con otra mujer y se llevan a sus hijos, que pasan a vivir con la pareja. La

falta de un reconocimiento social y legal a estas situaciones provoca en estas

mujeres y en sus hijos situaciones de enorme sufrimiento. Normalmente, como

dijimos antes, los padres y ex maridos reaccionan con mucha agresividad ante

esta situación y la primera amenaza que surge es la de arrebatarle los hijos a la

madre esgrimiendo para ello su lesbianismo. Esta amenaza paraliza a las

mujeres durante los siguientes años, pues ya no se atreverán a ser visibles ni a

vivir su situación con normalidad10.

El hecho de que las mujeres no estén completamente seguras de que su

orientación sexual no afectará en la custodia de sus hijos, provoca estas

situaciones que son causantes de maltrato a las mujeres y a los niños. Es un

sufrimiento invisible. El padre raras veces lleva a cabo su amenaza, sino que

se aprovecha de la situación para dejar de pasar la correspondiente pensión de

alimentos a sus hijos, sin que las madres puedan o se atrevan a denunciarlo.

El chantaje permanente y la pérdida de derechos económicos repercuten

especialmente en los niños. A estos chantajes todavía le podemos sumar la

realidad de discriminación que vivimos las mujeres mexicanas que percibimos

salarios menores a los de los hombres.

En otros casos, los contextos y circunstancias de la maternidad se dan en

escenarios diferentes como el de aquellas que optan por compartir la crianza y

cuidado de los hijos con sus nuevas parejas, con una mujer que se asume por

voluntad propia como madre por opción, pero que de ninguna manera

reemplaza o trata de reemplazar a una figura paternal preexistente. Las

relaciones que construyen estas madres se establecen como una relación de

10 A este respecto, conviene saber que los hijos de parejas de lesbiana que asumen sin problemas su lesbianismo gozan de una autoestima mayor que aquellos que viven en un familia con secretos y problemas de comunicación: véase Patterson, Charlotte J.: “Summary of research findings”, University of Virginia, American Psychological Association, 1995.

13

amistad y/o afectividad, respecto a los niños, dichas relaciones carecen de

reconocimiento social y legal.

El proceso de estas mujeres para asumirse lesbianas no fue del todo sencillo

dado que la identidad lésbica contradice todas las expectativas que la sociedad

y las familias adjudican a la feminidad, a lo que se le suma también los

estereotipos negativos que se reproducen a nivel cultural en torno a las

lesbianas.

En el caso de las mujeres del estudio, salir o no del closet podía significar una

fuerte perdida en el ámbito familiar, por ello la aceptación por parte de sus

familias se convertía simbólicamente en una muestra del amor incondicional de

los familiares hacia ellas.

Por el contrario, las muestras de rechazo ocasionaban una ruptura de sus lazos

familiares. La reafirmación o desaparición de los lazos consanguíneos traía

consigo la construcción o consolidación de redes alternativas o de sus "familias

de elección" como las llama Kath Weston. (1997:58). Estas familias se

constituían de todas las formas diversas que se puedan imaginar: la madre, los

hijos, su pareja, amigas/os y algunos familiares con los que mantenían fuertes

vínculos de solidaridad que se fundamentaban en el amor, la elección y la

creatividad.

A continuación me quiero detener un poco en este punto que desarrollaré a

manera de ejemplo de cómo se vive la maternidad lésbica en tres escenarios

distintos. El primero, corresponde a las madres lesbianas, es decir, aquellas

mujeres que tuvieron a sus hijos dentro de una relación de pareja heterosexual;

el segundo, a una madre por opción11 y lo que implica compartir la crianza de

las hijas e hijos con su compañera: y por último retomaré el caso de las

11 La madre por opción es una categoría que retomo del Grupo de Madres Lesbianas (GRUMALE II). Este auto nombre tiene como finalidad dar un lugar a las problemáticas y reflexiones de las compañeras de madres lesbianas que deciden participar con ellas en la crianza de los hijos e hijas.

14

lesbianas madres12, es decir, aquellas lesbianas que con o sin pareja deciden

ejercer su derecho a la maternidad a través de la inseminación artificial o

involucrándose con un hombre con la única finalidad de embarazarse.

Entre el ideal y la maternidad. Las madres lesbianas

Mayra una mujer de 40 años de edad, profesora de nivel preescolar madre de

una hijo de 10 años y un hija de 8. Se caso a los 27 años con su tercer novio.

Por un lapso de 11 años llevo lo que ella consideraba una vida normal a la que

sentía no le hacia falta nada. “mira, yo la verdad siempre lleve una vida muy buena, nada me falto, todo me había

salido bien, como yo siempre esperé que saliera. Yo tenia ya mi carrera de maestra,

todavía tarde en casarme. Nos casamos justo cuando Miguel termino la ingeniería. (…)

En tres años tuvimos a nuestro primer hijo. Todo iba bien, nos hicimos de la

distribuidora, la verdad todo pintaba bien.

Sin embargo, la vida la orillo a dar un giro de 360ª. Conoció a Wendy, quien

también tiene una hija de 8 años y era compañera de aula de la hija de Mayra.

La convivencia de amistad entre las hijas y el coincidir en las reuniones de

padres de familia en el colegio fue el contexto y pretexto perfecto para que

naciera un romance entre ambas después de un año de coincidir en el colegio

y fiestas a las que asistían sus hijas. “La conocí en la escuela, si en la escuela, fue en una junta en ese año las niñas les

toco el mismo grupo. Se hicieron amiguitas y entre las juntas y los paseos con las

niñas se dio algo entre Wendy y yo. Digo desde que la vi me sentí rara, pero no podía

entender que estaba pasando”.

Un año más tarde ambas vivían el proceso de separación y divorcio de sus

maridos, por supuesto, sin que saliera a la luz que entre ellas había un

romance. Después de vivir por un lapso aproximado de un año en el que

ambas fueron viviendo diferentes procesos con respecto a su identidad lésbica

llego lo inebitable.

12 Quiero aclarar que estas categorías las desarrollo y discuto ampliamente en otro trabajo. Véase Espinosa Islas Sara Amelila (2005) Familias de elección: Hogares conformados por madres lesbianas. Tesis para obtener el grado de maestra en Estudios de la Mujer por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco.

15

La obsesión, acoso y chantaje ejercido sobre el chico, el ex marido de Wendy

hizo que se percatara de la relación que mantenían ambas mujeres a partir de

lo cual comenzó un proceso violento para ambas mujeres.

Después de varias amenazas verbales vino la agresión física. En una ocasión

Mayra fue agredida físicamente por el ex marido de Wendy y no solo eso, justo

en el proceso del divorcio, ambos ex maridos se las ingeniaron para

amenazarlas y chantajearlas tomando como amenaza quitarles a los hijos ante

lo cual ellas accedieron al divorcio en condiciones totalmente desfavorables.

En el caso de Wendy, accedió a no pelear bienes económicos como casa,

automóvil, pensión de la hija y una parte proporcional de la pequeña empresa

que habían instalado entre ella y el ex marido.

En el caso de Mayra, perdió legalmente la custodia de los hijos, sin embargo,

es ella quien se hace cargo los chicos dado que su ex solo hizo para fastidiarle

y evitar que ella pudiera demandar una pensión económica. A la par de esto,

ambas y en especial Mayra, comenzaron a vivir serios problemas con los hijos

y sus familias de origen, quienes lejos de apoyarles les generaron mayores

dificultades lo que se agravaba aún más con la lesbofobia interiorizada y

explicita de Mayra hacia Wendy, lo que detono en la ruptura de su relación.

Más allá de lo consanguíneo: La maternidad como opción compartida

En el segundo caso que les quiero compartir se trata de Mabel, una madre por

opción de 39 años de edad, profesionista. Mabel asegura que se asumió como

lesbiana desde la adolescencia (15 años), sus relaciones de pareja han sido

exclusivamente con mujeres. Desde hace 11 años vivía una relación de pareja

con Susana de 49 años madre de una joven de 15 años.

A los 20 años Mabel tomo la decisión de decirle a sus padres que le gustaban

las mujeres y las reacciones no se hicieron esperar. Ella me contó que al

principio fue violentada y presionada por su familia lo que le hizo salir de su

casa a los 23 años (después del concluir sus estudios universitarios).

Mabel considera que si bien es verdad que ella tiene una familia biológica, con

la que comparte sangre y genes también, también es cierto que ella no

comparte grandes lazos afectivos con ellos, por lo que la entrevistada

16

consideraba que su verdadera familia era aquella que había conformado de

manera electiva con un grupo de amigas y amigos muy cercanos:

Yo considero que tengo una familia que no tiene nada que ver con la familia genética.

Yo siento que mis amigas lesbianas más allegadas son mi verdadera familia. Cuando

he necesitado ayuda o enfermo acude todo mi círculo intimo de amigas. Por su puesto

desde hace muchos años es Susana quien encabeza la lista de mi familia junto con

nuestra hija.

Mabel es una mujer que jamás pensó en tener hijos ni se había relacionado

con mujeres que fueran madres hasta que inicia una relación de pareja con

Susana. Ella se asume como madre por opción de Frida. Ha compartido la

crianza y cuidado de ella desde que tenía 4 años de edad. Ella describe la

relación con Frida como la de dos grandes amigas que comparten buenos y

malos momentos. Mabel ha ocupado un papel muy significativo en la crianza

de Frida, de hecho ella sabe que tiene dos madres y es algo que poco a poco

fue comprendiendo y poco a poco ella fue generando sus propios lazos

afectivos con Mabel.

A diferencia de algunos países desarrollados que permiten que la compañera

de una madre biológica adopte como segunda madre a los hijos, en México las

madres por opción de carece de todo reconocimiento legal y social lo que las

hace vulnerables ante varias situaciones, por ejemplo, en caso del fallecimiento

de su compañera, ellas no tienen ningún derecho legal sobre sus hijos; lo

mismo sucede cuando la relación termina, a menos que sea por una acción de

buena voluntad de la madre biológica de las hijos, estas mujeres no tienen

derecho a visitar a los hijos a convivir con ellos; tampoco puede tomar

decisiones sobre los chicos o su compañera si se encuentran en una situación

crítica como en el hospital por ejemplo, e incluso en ocasiones las hijas e hijos

pueden ser usados como chantaje hacia ellas.

Rompiendo normas: Lesbianas madres

En ausencia de modelos a los que acogerse, las maternidades y familias

lésbicas no están libres de tensiones. Los diferentes procesos de incorporación

de los niños a las familias favorecen una desigual percepción de la maternidad

17

por parte de cada uno de sus miembros, sobre todo en los casos de las parejas

de lesbianas que deciden tener una hija o hijo. Son las lesbianas madres

quienes experimentan más dificultades en la definición del tipo de relación que

quisieran establecer con el niño. Mientras el papel de la madre biológica viene

dado, el de la madre no-biológica debe construirse y negociarse de manera

permanentemente. Tanto unas y otras madres experimentan, en ocasiones,

sentimientos contradictorios respecto de la maternidad de sus compañeras.

Las madres (no) biológicas no tienen una categoría cultural automática por la

cual puedan formular y expresar su identidad como madres. A pesar de

desarrollar todo aquello atribuible a la parentalidad, carecen de una identidad

socialmente inteligible.

Frente a las madres biológicas que pueden asentar su relación con el niño en

su vínculo biológico cuya relación es legal y culturalmente reconocida, las (no)

biológicas no pueden expresar su particular relación con sus hijos sin ser

percibidas como fuera de la familia, por lo que estas mujeres deben construir

una serie de estrategias alternativas que asegure mínima y simbólicamente la

maternidad de ambas.

A continuación me gustaría compartirles el tercer y último caso, se trata de

Jazmín de 32 años y madre biológica de la niña y Anneke, holandesa de 36

años. Ambas profesionistas y dueñas de tres franquicias de gasolina se

asumieron como lesbianas desde muy jóvenes. en el caso de Jazmín asegura

que la bisexualidad de su padre fue una imagen que le permitió asumir su

preferencia sin ninguna culpa, en el caso de la segunda comentó que en

Holanda tener una preferencia sexual distinta a la heterosexualidad no asusta a

nadie.

Cuando les pregunté cómo tomaron la decisión de tener una hija y quién de

ellas sería la madre biológica me contaron que básicamente se debió a que

Jazmín es unos cuantos años más joven que Anneke, lo cual facilitaba las

posibilidades del embarazo. Esta pareja decidió recurrir a la inseminación

artificial en una institución de salud privada en la ciudad de México. Con 29

años de edad.

La pareja describió el proceso como agotador y que incluso en ocasiones llegó

a desgastarlas como pareja. Por un lado Jazmín se sentía derrotada en cada

intento fallido del embarazo. Por otro lado, Anneke no sabía hasta que punto

18

podría soportar las tensiones que comenzaba a vivir con su pareja, cada vez

eran más drásticos sus cambios de humor: Bueno, si llegó un momento en que entre en crisis [...] por un lado veía a mi pareja

mal emocional y físicamente, me parece que el tratamiento fue muy agresivo incluso

con su cuerpo, aumento un par de tallas situación que a ella le enfadaba. Cuando nos

dábamos cuenta que no lograba embarazarse se ponía irritable por varios días.

Pasaba de un estado a otro o lloraba o se enojaba y comenzaba a contabilizar todos

los gastos que habíamos realizado y me decía de manera muy irónica: 'otra mala

inversión'

Jazmín y Anneke lograron su embarazo justo en lo que ellas se habían

planteado como su penúltimo intento. Jazmín renunció a su trabajo durante su

tercer mes de embarazo y Anneke dejo de fumar, pues su pareja "no quería a

una fumadora cerca del bebé".

Tres meses antes del nacimiento de la niña decidieron viajar a Holanda y

casarse, además deseaban que la niña naciera en ese país para que Anneke

quedará reconocida como segunda madre y la niña tuviera derecho a la

ciudadanía holandesa, lo que les daría ventajas a las tres.

La pareja ha encontrado redes de apoyo en la crianza de la niña con algunos

familiares de Jazmín como es el caso de su hermana, su padre y, en menor

medida, su madre. Otras personas clave en el apoyo son un reducido grupo

de amigas lesbianas, en especial con algunas que también son madres y

amigos gays que se denominan "las tías de la niña".

Llamó mi atención que ellas se referían a su relación dentro del par

butch/femme (masculina/femenina). Cuando les pregunte que si la referencia

obedecía a los roles entre ellas, me contestaron que no era tanto por los roles,

sino que obedecía más a la apariencia física y de vestimenta, dado que Anneke

le agrada más el aspecto masculino en su persona y ciertas actividades que

pueden ser calificadas en la sociedad como "masculinas". Por ejemplo, a ella

le agradan las motocicletas y uno de sus hobbies es reparar o agregar

accesorios a la suya, pero disfruta mucho cocinar, razón por la ella se encarga

de esa actividad.

Durante la entrevista les pregunté si en algún momento se habían sentido

discriminadas por ser mujeres que criaban juntas a una hija como, por ejemplo,

19

cuando llevan a la niña al pediatra. Ellas me platicaron que en realidad hasta

esos momentos no habían tenido ningún problema, pero que no descartan la

posibilidad de que algún día pasarán un trago amarga, dado que nadie se

escapa de las normas tan fácilmente. Comentaron que la primera vez que

llevaron a su hija a consulta el pediatra puso cara de asombro cuando les

pregunto si eran familiares y Anneke le dijo que sí, que ambas eran madres de

la niña, pero que no dijo nada más.

La institución en la que realizaron la reproducción asistida es la misma en la

que actualmente atiende cualquier asunto de salud de la niña. Al tratarse de

una institución privada y de prestigio (y por ende muy costosa) les ha permitido

no ser cuestionadas o discriminadas, como en el caso de otras madres

lesbianas que acuden a otro tipo de instituciones, por ejemplo el IMSS13 o el

ISSSTE14.

Esta misma situación puede ser pensada en términos de las instituciones

educativas que ellas se han planteado para la futura educación de la niña, dado

Jazmín y Anneke consideran adecuado enviar a su hija a un costoso colegio al

que asisten los hijos de algunas amigas "gays" donde la situación para los hijos

no es tan complicada como lo sería enviarlos a un colegio público, lo cual me

sugiere que para algunas las lesbianas y gays el poder adquisitivo se convierte

en un status que evita que sean discriminados en algunas situaciones a

diferencia de aquellas mujeres que recurren a servios públicos de salud o

envían a sus hijos a escuelas públicas.

A modo de conclusión

La maternidad lésbica es construida a través de la naturaleza subjetiva de las

concepciones de cómo las personas se reproducen y relacionan. Desde la

perspectiva de las lesbianas que deciden tener hijas/os, la maternidad

responde a un “deseo” y decisión de tener descendencia que es independiente

de la orientación sexual de una mujer.

Sin embargo, la maternidad lésbica ha chocado con una ideología de la familia

que sitúa la maternidad dentro del marco natural de las relaciones

heterosexuales. Las relaciones lésbicas se consideran estériles y no

13 Instituto Mexicano del Seguro Social 14 Instituto de Seguro Social para Trabajadores al servicio del Estado

20

procreativas, y la maternidad lésbica es, en consecuencia, una contradicción en

términos físicos y sociales.

La maternidad lésbica compartida significa la coexistencia consciente y

asumida de una maternidad asentada en lazos biológicos (o legales) y una

maternidad exclusivamente social.

La maternidad lésbica no sólo sitúa las relaciones no-reproductivas en el

contexto del parentesco, sino que constituye algo realmente novedoso en el

ámbito de las relaciones de parentesco: la doble maternidad.

Las familias lésbicas contienen, al menos, una madre quien física y

emocionalmente participa de la crianza de un(os) niño(s) con quienes no

comparte un vínculo biológico o legal. Estas familias intentan criar a sus hijos

en un ambiente de igualdad parental, un proceso que, desde su punto de vista,

constituye un verdadero reto y alternativa al modelo patriarcal.

La construcción social de la maternidad lésbica, que no implica reproducción

biológica, tiene escasos mecanismos para legitimarse en un contexto cultural

donde los lazos consanguíneos (que por otro lado sí comparte la otra madre)

son una característica definitoria de parentesco, y donde los vínculos de

parentesco legitiman la interacción de las relaciones sociales más íntimas. BIBLIOGRAFÍA Arnup, Katherine (1995), Lesbian Parenting: Living with Pride & Prefudice, Charlottetown, Gynergy Books. Bestard, Joan, (1998), Parentesco y modernidad, Barcelona, Paidós. Blackwood, Evelyn (Ed.), 1986, The Many Faces of Homosexuality: Anthropological Approaches to Homosexual Behaviour, New York, Haworth Press. Boswell, John, (1996), “Las bodas de la semejanza. Uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna”, Muchnick editores, Barcelona. Carsten, Janet (Ed.), (2000), Cultures of Relatedness. New Approaches to the Study of Kiinship. Cambridge, Cambridge University Press. Collier, Jane F. & Yanagisako, Sylvia J., (1987), Gender and Kinship: Essays Toward a Unified Analysis, Stanford, Stanford University Press. Donoso, Sílvia, (2002), “Epílogo: La familia lésbica”, en HERDT, G. & KOFF, B., Gestión familiar de la homosexualidad, Barcelona, Edicions Bellaterra. Edwards, J.; Strathern, M. et alia, 1993, Technologíes of Procretion. Kinship in the Age of Assisted Conception, Manchester, Manchester University Press.

21

Espinosa, Islas Sara A. 2005, Familias de elección: Hogares conformados por madres lesbianas. Tesis para obtener el grado de Maestra en Estudios de la Mujer, México, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco. Everingham, C, (1994), Motherhood and Modernity. Buckingham-Philadelphia, Open University Press. Franklin, Sarah & Ragoné, Helena (Eds.), (1998), Reproducing reproduction: Kinship, Power and technical Innovation, Philadelphia, University of Pennsylvania Press. GIDDENS, Anthony, (1995), La transformación de la intimidad. Sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas. Madrid, Cátedra. — (1991), Modernity and Self-Identity. Selfand Society in the Late Modern Age. Cambridge, Polity Press. Laird, Joan, (1999), Lesbians and Lesbians familles: Reflexions on Theory and Practice. New York: Columbia University Press. Lewin, Ellen, (1993), Lesbian Mothers: Accounts of Gender in American Culture, Ithaca, New York, Cornell University Press. Moore, Henrietta L., (1994), Passion for Difference: Essays in Anthropology and Gender, Cambridge, Polity Press. Ragone, Helena (Ed.), (2000), Ideologies and Technologies of Motherhood. New York: RouUedge. Rich, Adrianne, (1978), Nacida de mujer: La crisis de la maternidad como institución y como experiencia, Badalona, Noguer (Orig. 1976). Stacey, Meg (Ed.), (1992), Changing Human Reproduction: Social Science Perspectives, London: SAGE Publications. Stancey, Judith, (1996), In the Name of the Family: Rethinking Fami!y Values in the Post-modern Age. Boston, Beacon Press. Strathern, Marilyn, (1992), Reproducing the future. Anthropology, Kinship and the New Reproductive Techologies, Manchester, Manchester University Press. Tasker, Fiona & Golombok, Susan, (1997), Growing up in a Lesbian Family: Effects on Child Development, New York, The Guilford Press. Thompson, Julie M., (2002), Mommy Queerest: Contemporary Rhetorics of Lesbian Maternal Identity, Amherst & Boston, University of Massachusetts Press. Viñuales, OIga, (2000), Identidades Lésbicas. Discursos y prácticas, Barcelona, Edicions Bellaterra. Weston, Kath, (1991), Families We Choose: Lesbians Gays Kinship, New York: Columbia University Press.