Entre Lo Ficcional y Lo Testimonial
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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LITERARIOS
Entre lo ficcional y lo testimonial
ENTRE LO FICCIONAL Y LO TESTIMONIAL
JONATHAN ARIAS LÓPEZ
UNIVERSIDAD SANTO TOMAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LITERARIOS
Bogotá, Colombia. 2012
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LITERARIOS
Entre lo ficcional y lo testimonial
ENTRE LO FICCIONAL Y LO TESTIMONIAL
JONATHAN ARIAS LÓPEZ
DOCTORA DIANA PAOLA GUZMÁN MÉNDEZ
UNIVERSIDAD SANTO TOMAS FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LITERARIOS LA MEMORIA, LA HISTORIA Y EL TESTIMONIO EN LA NARRATIVA
COLOMBIANA
Bogotá, Colombia. 2012
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LITERARIOS
Entre lo ficcional y lo testimonial
Tabla de contenido
Entre lo ficcional y lo testimonial .................................................................................................... 4
La narrativa en la violencia y la narrativa de la violencia ....................................................... 5
Los tiempos de la narración ........................................................................................................ 7
Reconstrucción de la memoria, el recuerdo y el olvido .......................................................... 9
Entre lo ficcional y lo testimonial .................................................................................................. 10
Trabajos citados ................................................................................................................................ 12
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Entre lo ficcional y lo testimonial
Entre lo ficcional y lo testimonial
La violencia en Colombia “entre 1947 y 1965 que desencadenó la guerra civil por
espacio de casi veinte años y produjo aproximadamente 200.000 muertes, más de
2.000.000 de exilados, cerca de 400.000 parcelas afectadas y miles de millones
de pesos en pérdidas” (Oquist, 1962), produjo no solo en los artistas de la época
y en sus actores una proliferación de narrativas, que conformo una tradición
literaria llamada “literatura de la violencia” que no escapa de su frontera temporal
ni de sus productores in situ sino que además promueve nuevas escrituras de
autores contemporáneos como promueve nuevos episodios del recuerdo
testimonial de sujetos que ahora comienzan a remembrar ese estadio de la
historia en Colombia.
Sin embargo esta no escapa de sus limitaciones artísticas, si tenemos en cuenta
que la “Literatura de la violencia llamada así cuando hay un predominio del
testimonio de la anécdota sobre el hecho estético”. (Escobar, 2012) este limitante
no solo abre un sinfín de preguntas y reflexiones críticas sino también un
inconveniente metodológico para abordar a este tipo de literatura, aun más si
pensamos en el testimonio como parte de ella o como un objeto subyacente
producido por la misma, de igual forma su abordaje como constructor de historia
o elemento histórico.
Por ello es necesario encontrar o diferenciar la frontera entre lo ficcional y
testimonial, entendiendo que al poder sumar el testimonio a la literatura ampliaría
su régimen de interpretación presente para la historia ya que “la literatura es más
bien una función de la conservación y de la trasmisión espiritual, que aporta a cada
presente la historia que se oculta en ella” (Gadamer H.-G. , 1993), o bien poner en
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limite su distancia buscado objetivar su interpretación histórica enriqueciendo más
las comprensiones de sus lectores.
Por otra parte no es la finalidad encasillar esta producción de testimonios dentro
de la “literatura testimonial”, porque ella en sí misma “reescribe la historia nacional
acudiendo a fuentes hasta entonces excluidas de la historiografía anterior”
(Theodosíades, 1996) , con el fin de “la deconstrucción de discursos nacionales
autocentrados, limitados y excluyentes.” (SÁNCHEZ, 2004)
Pero si debemos pensar en lo ficcional y testimonial dentro de la literatura de la
violencia, en su frontera y limite, el cual nos permitiría no solo general “el canon”
sino reinterpretar y asumir una nueva metodología de lectura hacia este fenómeno
literario. Consecuentemente como referentes para este ejercicio tomare del “Del
llano llano: relatos y testimonios”, del autor Alfredo Molano el relato “El retaque” y la
entrevista (realizada por Marta Orjuela) “testimonio” de “Sandra Milena” reformado
literariamente por Alfredo molano.
La narrativa en la violencia y la narrativa de la violencia
Teniendo en cuenta, que en las dos narraciones se entrecruzan temáticamente en motivos1, como lo son:
a) Idea y concepto: “ el desplazamiento” b) Una situación base “la relación entre padres e hijos” c) Espacios: “el llano”
Estas obras ligadas bajo estos elementos, además de los temporales y de su
producción derivada de la violencia nos permiten apreciar estos elementos
1 Los conceptos de motivos son tomados de: Pimentel, L. A. (1993). Tematología y transtextualidad
. Nueva revista de filología hispánica, ISSN 0185-0121, , Tomo 41, Nº 1, , págs. 215-230.
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dominantes de su fase espaciotemporal, “que se manifiestan históricamente y
hacen de la literatura un aspecto orgánico de la civilización” (Escobar, 2012), esta
es la parte de la configuración de la literatura de la violencia sin embargo no
podemos omitir, su gramática narrativa entendiendo como dicotomía de ella los
términos de “la narrativa en la violencia y narrativa de la violencia” , que nos
permite entender que a pesar de los orígenes y motivos de la creación de este
género, existen narraciones que no escapan de la actitud del “compromiso político
por encima de la libertad inherente al proceso de creación artística” (SÁNCHEZ,
2004), y de la marcación fuerte de la anécdota de la tortura, siendo esta su
enunciado, además de la “poca elaboración del lenguaje, débil creación de
personajes, linealidad de la trama, siempre construida de acuerdo con el esquema
causa-efecto” (SÁNCHEZ, 2004), esta producción se conoce como “la narrativa en
la violencia”, por otra parte la creación de espacios, personajes ficcionalizados
con móviles sicológicos o sociológicos, la introspectiva del personaje, siendo este
el enunciador de la obra y la violencia el ruido de fondo en ella, se conoce como la
“narrativa e la violencia”.
Al observar estas dicotomías en la narración de “Sandra milena”, podemos
observar que hay un poco elaboración del lenguaje, una linealidad en la trama, sin
embargo la elaboración del personaje esta enriquecido por su visión de mundo,
por interioridad en sus decisiones y metas, por su conciencia ética de sus actos,
además evidenciamos que la violencia es el ruido de fondo en su narración, existe
esta ahí pero es lejana a ella, existe un relieve narrativo en las percepciones de
su entorno.
Mientras en la narración del “El retaque”, el lenguaje es más elaborado, su trama
configurada de manera pendular, donde el personaje narra los eventos en un van
y ven aumentando su amplitud en un trasfondo de mayor intensidad en el relato
violento, sin dejar los demás eventos fuera de la oscilación llegando a la
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marcación fuerte de la tortura y de la anécdota del hecho bárbaro, aunque este
acto reposa en una mínima medida de la causa y efecto, este no es resultado de
una sucesión linealidad de la “causa efecto”.
Por otra parte el personaje aunque tiene conciencia de sí en el mundo, no tiene un
construcción de mundo, el mundo la construye, la edifica, ella es solo una
espectadora de lo que sucede a su alrededor, inclusive no participa de un
compromiso político, por otra parte la narración transfigura espacios literarios que
permiten comprender los móviles ocultos de la violencia (en este caso la posesión
de la tierras), intercalando su percepción objetiva y subjetiva de los
acontecimientos, convirtiendo este en un proceso de interiorización de lo
ocurrido.
Por consiguiente al observar estas dos narraciones bajo las ópticas de las
dicotomías de “la narrativa en la violencia y la narrativa de la violencia”, podemos
evidenciar que siendo ellas producciones escriturales y denomínales (siendo una
un relato y la siguiente un testimonio reconfigurado) de carácter distinto, ambas
comparten las dos dicotomías enriqueciéndose entre ellas, conformando una
frontera entre estas dicotomías, convirtiéndose las dos narraciones tanto en relato
como en un testimonio, sin apartarse en esta medida del discurso de la literatura
de la violencia.
Los tiempos de la narración
Utilizando las herramientas del autor Paul Ricoeur2 , orden, duración, frecuencia,
mundo narrado, y voz elaboramos un breve análisis a las narraciones para
determinar su capacidad y riqueza literaria (este ejercicio no es un barómetro de
2 Ricoeur, P. (2004). Tiempo y narracion II. Mexico.D.F.: siglo xx.
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calidad literaria o exquisitez escritural) y cómo funcionan con base en los
anteriores frente a la ficcionalidad del relato literario.
Comenzando con “El retaque”, podemos observar como su orden narrativo denota
un pasado que continúa transcurriendo, aunque no hace uso de prolepsis ni
analepsis fuertemente marcadas, si sus narraciones descriptivas usadas para
ampliar el tiempo vivido del lector, recrean con mayor fuerza el trasfondo espacial
y ayuda a expandir la experiencia de la masacre porque cuando esta ocurre no
requiere de muchas representaciones narrativas y esto hace que aminore la
crueldad del acto, sin embargo el dolor del personaje es maximizado en la
duración de la narración.
Por otra parte de la violencia y su frecuencia en la narración no es mayor pero
constante, mientras que la posición del personaje frente a su mundo narrado es
menor porque este la sobrecoge y gobierna, la narración de su flora y fauna lo
convierten dentro en un personaje salvaje limitado en su grado de dominación no
por el personaje principal pero si por los otros personajes masculinos, por lo tal su
voz (la personaje personal), no tiene construcción propia tanto así que espera al
final el dictamen del juez sobre lo ocurrido en su vida, no da opinión de ella ni de sí
misma.
De forma similar en la narración “Sandra Milena”, existe un narración lineal que
carece en sí misma una apropiación de las herramientas de analepsis y prolepsis,
no obstante la narración es un presente continuo que permite un juego con el
tiempo y con su duración la cual es equilibrada frente a la narración de los hechos,
ya que no hay en ellos hincapiés o extensiones narrativas que nos ofrezcan una
visualización de los hechos o acciones transcurridas.
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Mientras tanto si hay una expresión de la violencia frecuente en la narración pero
esta es un fondo que transcurre para todos indiferentemente, además de ello la
esperanza como locución es también frecuente esto se debe a que el personaje
esta arrojado al mundo al cual solo ella vino a sobrevivir.
En suma si pensamos que estas estructuras nos ayudad a pensar en la ficción y
esta entendida como el “Mythos aristotélico”, digno de imitación a enunciar y ser
enunciado, podemos entender que en el “El retaque”, el sujeto en el discurso al
enunciar su presente como un pasado continuo, frente al otro (en este caso el
juez), recrea su “yo”, permitiendo a la obra constituir un tiempo enuncivo
permitiendo el dialogo con el lector, y en su introspección configura la experiencia
ficticia con el tiempo, asimismo en el relato de “Sandra Milena” su narración en el
presente continuo de una remembranza, aunque sea un proceso que denota una
trayectoria diferente es capaz de causar el mismo efecto de experiencia ficticia con
el tiempo.
Reconstrucción de la memoria, el recuerdo y el olvido Al reconstruir la memoria ambos relatos son activados por el estimulo del recuerdo
de la familia, las huellas asimismo son dejadas por tal estimulo, en el “El retaque”
es el recuerdo del padre y su figura protectora, en “Sandra Milena”, es el de su
familia pero en con determinación en su hija, de igual forma las huellas son
impresas en la memoria por el estimulo de la familia, Sandra Milena recuerda a su
pareja con dolor y nostalgia, y en “El retaque” en el personaje principal es impresa
la huella por su hija “Busqué a mi niña, desesperada, hasta que la encontré
desollada debajo de una cama. Entonces solté el llanto. Lloré y lloré hasta que
Dios se cansó de verme llorar” (Molano, 1996).
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Sin embargo el recuerdo está enmarcado en el dolor, las intérpretes de estas
narraciones siendo él quien recuerda, siendo mujeres, siendo testigos y lectoras
de su entorno, no quieren estar testificando de su realidad (como ente histórico,
político…social…) sino de su dolor, este es el recuerdo que en sí mismo es
pináculo de toda la construcción de la memoria, y del olvido, porque lo que quiere
olvidar Sandra Milena es “fingir para que los hombres se vengan rápido. Sería
mejor hacerlo por amor, pero eso es imposible” (Molano, 1996), en el caso del “El
retaque” lo que desea olvidar es su posibilidad de recordar por eso su infelicidad
“Siete veces he repetido esta historia. Siempre igual. El juez dice que mi cabeza es
privilegiada, porque no cambio ni una sola letra de mi declaración. Y es cierto. Pero
desde ese día, tampoco sirvo para nada” (Molano, 1996)
Pero existe el silencio en ambas narraciones, ellas las intérpretes de su vivencia
callan, el silencio en la narración está entre los cortes de los puntos y las
separaciones de los párrafos, en las duraciones de las descripciones que utilizaron
para no contar, o en las mediaciones de la frecuencia cuando usaron una palabra o
un tema respetivo, Sandra Milena sabia y entendía que ella tenía que cambiar su
mundo y su posibilidad era la compra de la casa, pero calla su condición frente a su
familia ella no es una prostituta para ellos es una vendedora, y para sí misma
tampoco lo es, pero lo es un poco aunque no lo enuncia porque es lo que silencia,
en “El retaque” el silencio está presente en la dignificación de la mujer en el
contexto llanero, ella no “es”, y no puede ser más que una empleada igual su hija,
pero es su hija y la importancia de ella la que la hace hablar, ella silencia su
posición como mujer mientras no tiene dolor.
Entre lo ficcional y lo testimonial
Bajo los análisis previstos inferimos que comparten la dicotomía de “la narración
de la violencia y la narración de la violencia” enriqueciéndose entre ellas,
conformando una frontera entre estas dicotomías, convirtiéndose las dos
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narraciones tanto en relato como en un testimonio, sin apartarse en esta medida
del discurso de la literatura de la violencia, además que sus estructuras
temporales narrativas, permitiendo a las obras constituir un tiempo enuncivo
permitiendo el dialogo con el lector, y en su introspección configura la experiencia
ficticia con el tiempo para finalmente confluir en construcciones de la memoria el
olvido y el silencio.
Por lo tanto ambas narraciones en su frontera de lo ficcional y lo testimonial se
encuentran en una “función de la conservación y de la trasmisión espiritual, que
aporta a cada presente la historia que se oculta en ella” (Gadamer H.-G. , 1993), lo
cual aumenta la interpretación histórica enriqueciendo más las comprensiones de
sus lectores ampliando el canon de la literatura de la violencia, reinventando
nuevas metodologías de acercamiento e interpretación, ya que Ambas narraciones
son literatura.
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Trabajos citados
Escobar, A. (2012). La violencia: ¿Generadora de una tradición literaria? Recuperado el 06 de
diciembre de 2012, de Novela colombiana Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz:
http://www.javeriana.edu.co/narrativa_colombiana/contenido/bibliograf/violencia.htm
Gadamer, H.-G. (1993). Verdad y método. Salamanca: Ediciones Sígueme.
Molano, A. (1996). Del llano llano: relatos y testimonios. Bogotá: Áncora .
Oquist, P. y. (1962). La Violencia en Colombia. Bogotá: Instituto de Estudios Colombianos.
Pimentel, L. A. (1993). Tematología y transtextualidad . Nueva revista de filología hispánica, ISSN
0185-0121, , Tomo 41, Nº 1, , págs. 215-230.
Ricoeur, P. (2004). Tiempo y narracion I. Mexico.D.F.: siglo xx.
SÁNCHEZ, C. R. (2004). GRAMÁTICA-VIOLENCIA: Una relación significativa para la narrativa
colombiana de segunda mitad del siglo XX. Tabula Rasa , No.2: 93-110.
Theodosíades, F. (1996). Literatura testimonial. Análisis de un discurso periférico. . Bogotá.:
Editorial.