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  • ENTRE LINEAS

    Participacin poltica de las mujeres

    en Guatemala, dcada 1944-1954

    Guatemala

    2000

    Ana Silvia

    Monzn M.

  • 1

    Entre Lneas

    Participacin poltica de las mujeres en Guatemala, 1944-19541

    Ana Silvia Monzn

    2

    RESUMEN

    El anlisis histrico de la participacin poltica de las mujeres se basa en las premisas de corrientes tericas que desde hace tres dcadas, desde diversas disciplinas (medicina, sicologa, antropologa, historia) y, constatando la "insuficiencia de los cuerpos tericos existentes para explicar la persistente desigualdad entre mujeres y hombres", han desarrollado la categora analtica de gnero, definida por Joan Scott como "la construccin cultural y social que se articula a partir de las definiciones normativas de lo masculino y de lo femenino, la creacin de una identidad subjetiva y las relaciones de poder tanto entre hombres y mujeres como en la sociedad en su conjunto". Uno de los efectos polticos de esas relaciones de poder se expresa en la "invisibilizacin" y minusvaloracin de los aportes de las mujeres y de lo femenino en la sociedad. Construir a las mujeres como sujetos histricos -redefiniendo y ampliando las nociones de lo histrico- es la respuesta a este desconocimiento de la memoria de las mujeres. Por otro lado, la propuesta de las acadmicas feministas ha sido "pasar de la fase de las mujeres en la historia a la de la historia de las mujeres", superando el recuento de algunas mujeres notables en algunos episodios histricos, pero tomando en cuenta que las mujeres constituyen un "colectivo social inarticulado" que desde diversas clases, etnias y razas han hecho historia. La poltica se ha caracterizado por la "voz pblica masculina" y el "silencio privado femenino". La poltica como concepto que expresa relaciones sociales ha ido variando histricamente, pero si algo la ha caracterizado ha sido la exclusin de unos y unas sujetos/sujetas del "lugar" donde simblicamente se toman las decisiones. Esta exclusin se ha basado en la pertenencia de clase, etnia, raza, edad y tambin de gnero. Aqu las mujeres representan el ltimo grupo social en incorporarse a la vida poltica. De hecho su participacin en ese mbito ha sido restringida esgrimiendo argumentos que descalifican las capacidades de las mujeres para actuar en el mundo pblico. De esta manera se recurre a los estereotipos de que "las mujeres son tmidas y rehuyen los enfrentamientos. Prefieren permanecer en la sombra. Saben quiz manejar, pero no mandar. Las mujeres no tienen la costumbre del pacto, estn ausentes del teatro del poder y no conocen sus trucos" (Valcrcel 1994). A pesar de la invisibilizacin que se ha hecho de las mujeres, han quedado registros (entre lneas) de sus aportes en muchos de los acontecimientos considerados relevantes: instauracin del cristianismo, la Revolucin Francesa, las luchas antiesclavistas, las luchas obreras, los movimientos pacifistas, ecologistas y antimilitaristas.

    1 Este trabajo fue realizado en 1998 como tesis para obtener la Especializacin en

    Estudios de Gnero (URL/FUNGUA). Esta es una versin revisada. 2 Feminista, Doctora en Ciencias Sociales por FLACSO-Programa Centroamericano de

    PostGrado. Sociloga, egresada de la Escuela de Ciencia Poltica de la Universidad de San

    Carlos. Coordinadora de Voces de Mujeres, programa radiofnico feminista que se transmite

    por Radio Universidad desde 1993.

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    Desde finales del siglo XIX, las mujeres (primero las inglesas) inician fuertes movimientos por alcanzar el derecho al voto, inspiradas en los planteamientos que un siglo antes Olimpia De Gouges y Mary Wollstonecraft plsamaran en la Declaracin de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana y la Vindicacin de los Derechos de la Mujer, respectivamente. A la par del derecho al voto, las mujeres exigen su acceso a la educacin y al trabajo digno. A pesar de que en 1893, en Nueva Zelanda, se concede por primera vez el voto a las mujeres y que este derecho se va conquistando en otros pases, se constata que "ser sujeta poltica no da acceso a lo mismo que ser sujeto poltico, no hay por tanto igualdad, ni significa tampoco diferencias exentas de subordinacin" (Rivera 1994). Ya en la segunda mitad de este siglo, las nuevas feministas defienden la idea de que todo es poltico, que los problemas personales de las mujeres son, en realidad problemas polticos, rebatiendo la idea de que a las mujeres no les interesa la poltica. Lo que en realidad no atrae a las mujeres es el contenido y la forma de la organizacin poltica pblica que an lleva el sello masculino. Para comprender la participacin social de las mujeres en la Revolucin del 44 en Guatemala, es necesario remontarse al anlisis de la condicin y situacin de las mujeres desde que esta sociedad se formara como producto de la Conquista y posterior colonizacin espaola. El Reino de Guatemala estaba perfilado por el racismo en su mxima expresin, as como por ideologas conservadoras y religiosas que, como se sabe, apreciaban poco a las mujeres, menos an a las indgenas y mestizas. Para el siglo XIX, aunque tardamente este ambiente es permeado por las ideas de la Ilustracin y de la Revolucin Francesa lo que aunado a cambios polticos, econmicos y sociales, condujeron a la Independencia formal de Espaa. En los siglos que dur la Colonia, las mujeres tuvieron escaso acceso a la educacin, no exista una tendencia a favor de la culturizacin de la mujer, el pensamiento feudal...no senta ninguna urgencia de que la mujer elevara sus conocimientos, como no fuera -excepcionalmente- en las bellas artes o en las actividades del hogar (Gonzlez Orellana 1980). Esta situacin prevaleci con altas y bajas, relacionadas con el signo del gobierno de turno -liberal los menos, conservadores los ms- durante todo el siglo XIX (exceptuando la Revolucin Liberal de 1871) y hasta 1944, en que la sociedad guatemalteca se caracterizaba en lo econmico por la pobreza, abismales desigualdades entre el campo y la ciudad, una economa eminentemente agrcola, escaso desarrollo de otras actividades econmicas y los efectos de monopolios extranjeros especialmente alemanes y estadounidenses. En lo social y poltico, por una dictadura de 14 aos basada en el control frreo de cualquier intento de organizacin o cuestionamiento al poder poltico. Asimismo, una ideologa signada por el racismo y el clasismo que reforzaba y sostena las desigualdades de etnia y clase. Con relacin a las mujeres, su exclusin pblica y reclusin privada eran un axioma, ni siquiera se cuestionaba el hecho de que su lugar era la casa. Muy pocas de ellas y slo de ciertas familias de la clase alta aprendan las letras y esto, como efecto de las ideas liberales que venan manifestndose desde la segunda mitad del siglo XIX. Para el momento de la Revolucin, ya haba algunas mujeres maestras que ejercan como tales y que formaron parte, de uno de los gremios de mayor incidencia en el perodo 1944-1954.

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    Tanto en los sucesos de julio a octubre 1944 como en la dcada siguiente, las mujeres fueron ganando espacios de participacin. En 1945 se logra la inclusin del derecho al voto -si bien parcial- para las guatemaltecas alfabetas. Luego, ellas se incorporan -aunque minoritariamente- a partidos polticos, a la Universidad, a organizaciones como la Alianza de la Juventud Guatemalteca y tambin fundan, en 1951, la Alianza Femenina Guatemalteca, espacio en el que muchas desplegaron una intensa actividad, desconocida todava. La Alianza Femenina Guatemalteca apoyaba los postulados de la Revolucin, organizaban a las mujeres en los departamentos llevndoles informacin acerca del Cdigo de Trabajo y la recin aprobada Ley de Reforma Agraria. En 1953 lograron realizar un Congreso con delegadas de todo el pas, donde plantearon como estrategia la "unidad" entre mujeres de diferentes credos religiosos e ideas polticas. En el mensaje final del Congreso exigan adems reivindicaciones para las mujeres de diferentes espacios: tierra y crdito para las campesinas, proteccin laboral para las obreras, ayuda estatal para las pequeas comerciantes, iguales oportunidades para las profesionales y, aliviar el costo de vida para las amas de casa. Igualmente, contemplan los derechos polticos para las mujeres: voto para las analfabetas, igualdad ante la ley. Estos planteamientos perfilan una conciencia poltica ms desarrollada respecto al papel de las mujeres en la sociedad, proceso que fue abruptamente coartado posteriormente. Las mujeres del 44 fueron, parafraseando a Leonor Paz y Paz "como mariposas saliendo de la noche". De la oscuridad que representaron las dictaduras -especialmente las de Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico- a los espacios propiciados por la Revolucin de Octubre. Ahora bien, como en todos los acontecimientos polticos de este signo, las condiciones desiguales y las relaciones de poder entre los gneros no fueron cuestionadas. Lo que se planteaba como inmediato era la resolucin de los "grandes problemas": la pobreza, el atraso, el subdesarrollo. Y las mujeres tambin aportaron a ese proceso, si bien esto no ha sido suficientemente reconocido. Por otro lado, con la contrarrevolucin en 1954, las vidas de miles de mujeres fueron nuevamente trastocadas. De la noche a la maana fueron canceladas todas las organizaciones sociales surgidas en la dcada anterior, incluida la Alianza Femenina Guatemalteca y, sus integrantes tildadas de comunistas, obligadas al exilio interno o externo. Muchas vieron desintegrada su cotidianidad al tener que asilarse por "delitos" propios o ajenos. Las madres, hijas, hermanas, esposas de los revolucionarios o simpatizantes de la Revolucin tuvieron que hacerse cargo de los asuntos familiares, del cuidado de nias y nios. El silencio obligado, la burla, el rechazo, la amenaza, las puertas laborales cerradas, signaron la vida de miles de mujeres a lo largo y ancho del pas. En esos momentos histricos -como en otros- las mujeres desplegaron sus energas para acompaar, cuidar, solidarizarse. As, muchas que nunca antes haban salido de su casa, empiezan a reunirse y a plantear demandas a las autoridades, especialmente para que la vida de sus hijos e hijas, esposos, hermanos, padres fuera respetada. As se form el grupo de Mujeres de Dolores, otro esfuerzo de mujeres que debe estudiarse con ms acuciosidad. La lectura entre lneas, que nos ha permitido construir una historia diferente de la participacin poltica de las mujeres guatemaltecas en un perodo crucial de la vida del pas tiene

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    el sentido poltico de contribuir a "alterar esa eterna y desagradable sensacin que [las mujeres] tenemos siempre de movernos en la ausencia de un pasado significativo" y para que no sigamos siendo "desconocidas para nosotras mismas". Por ltimo deseo dejar estas palabras que escrib cuando estaba terminando de construir el captulo de "Las mujeres del 44, como mariposas saliendo de la noche": Tejer esta historia con fragmentos de aqu y de all ha resultado una experiencia indita y emocionante para m. A travs de las palabras, dichas y escritas, por mujeres de esa poca he imaginado y "sentido" su vitalidad, sus sueos y aspiraciones. Sus preocupaciones por cumplir con el deber ser madre y esposa, pero sin renunciar a ese mundo nuevo que se abra ante sus ojos. He imaginado y he sentido eso porque al fin y al cabo yo, mujer de hoy, del fin del milenio, soy heredera de esas mujeres. Las reconozco como mis ancestras.

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    A Norma Garca Mainieri (Isabel Garma)

    Gloria Isabel Ocaa

    Violeta Crdova Iraheta

    Mujeres valiosas, amigas entraables

    Porque sus voces "no cesan de contar"

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    I N D I C E

    INTRODUCCION.......................................................................... 7 HISTORIA DE LAS MUJERES, GNERO Y PARTICIPACION POLITICA...................................................................................... . 9 LAS MUJERES EN LA HISTORIA. LA HISTORIA DE LAS MUJERES........................................................................................ 12 VOZ PBLICA, SILENCIO PRIVADO. CARACTERIZACION DE LA PARTICIPACION DE LAS MUJERES EN LA POLITICA. 14 LAS MUJERES EN GUATEMALA, SIGLO XIX............................ 18 LA REVOLUCION DE OCTUBRE, 1944..................................... 29 Cmo empez la Revolucin?................................................ 31 Cambios polticos, econmicos y sociales 1944-1954............ 34 LAS MUJERES DEL 44. COMO MARIPOSAS SALIENDO DE LA NOCHE............................................................................. 38 Voto para las mujeres?......................................................... 40 Mujeres y partidos polticos.................................................... 46 Otros espacios de participacin............................................. 49 Participacin de las mujeres en organizaciones sociales.... 52 Alianza Femenina Guatemalteca.......................................... 55 Un anlisis necesario............................................................ 59 DOS MUJERES EN LA HISTORIA DE LAS MUJERES Mara Vilanova Castro de Arbenz........................................... .61 Mara Laura Pineda de Aldana.............................................. . 63 VUELVE LA NOCHE................................................................... .66 Y entonces............................................................................. . 69 Efectos en la vida de las mujeres....................................... . 70 El exilio................................................................................. . 71 MUJERES DE DOLORES......................................................... . 72 REFLEXION FINAL................................................................... .73 BIBLIOGRAFIA CITADA Y CONSULTADA............................. 75 ANEXOS.................................................................................. 82

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    INTRODUCCION La reflexin acerca de las mujeres y la poltica en Guatemala, no puede hacerse sin recorrer el perodo 1944-1954 con una mirada indita. Parafraseando a Urania Ungo (1997:159), "desde una cierta perspectiva intelectual, tica y poltica". Este conocernos y reconocernos es fundamental, como una forma de valorar el camino que otras mujeres han abierto para que ahora estemos ubicadas en la esfera pblica y la poltica, con otras perspectivas. Sin esos primeros pasos, no habra itinerario. Se nos ha enseado que la Revolucin de Octubre del 44, fue un perodo de "diez aos de primavera en el pas de la eterna dictadura", como lo calific Cardoza y Aragn. En efecto, Guatemala se haba caracterizado por padecer de poderes absolutos que ni la Independencia logr sanar. As, de 1851 a 1944 hubo tres dictadores que durante la mayor parte del tiempo, mantuvieron un orden opresivo en todos los aspectos: poltico, ideolgico, econmico, social y cultural. La Revolucin del 44 signific ruptura con lo anterior y gener gran movilizacin social, especialmente en la capital y entre las capas medias urbanas, dueas de las ideas necesarias para desear y luchar por un cambio radical en el estado de cosas. Ahora bien, se suele hablar de muchos nombres de hombres que participaron de una y mil formas en ese proceso, pero muy poco se sabe an del papel, las energas vitales que muchas mujeres desplegaron, apoyando decididamente ese movimiento social. Movimiento que resulta importante para las guatemaltecas ya que es cuando se logra, aunque parcialmente, el voto y se amplan las oportunidades de educacin y trabajo. Es el momento cuando las mujeres logran ingresar a la Universidad, espacio que hasta entonces les estuvo vedado. Todas estas razones hacen necesario aproximarnos al conocimiento de la Revolucin del 44, desde una visin diferente. Atendiendo las voces de las mujeres, de las pocas que an viven de esas generaciones, buscando sus huellas. Quines fueron? Cmo participaron? Esas son preguntas que han guiado nuestra lectura entre lneas. La exposicin de nuestros hallazgos se ha desarrollado en cinco partes: en la primera, se hace un planteamiento terico e histrico de la construccin de las mujeres como sujetos polticos e histricos; la segunda, retrata la vida de las mujeres en Guatemala en el siglo XIX, antecedentes importantes para saber que signific luego la Revolucin de Octubre de 1944 que es el tema de la tercera parte. Las mujeres del 44, "como mariposas saliendo de la noche", es el ttulo de la cuarta parte de este ensayo en el que se muestran los diversos mbitos de participacin poltica de las mujeres en esa poca, de unos se obtuvo ms informacin que de otros. Al final de este apartado, se incluyen las biografas de dos mujeres que ya forman parte de la historia del 44: Mara Vilanova de Arbenz y Laura Pineda.

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    En la parte quinta, se narra suscintamente el proceso que culmin con la "contrarrevolucin" en 1954, las medidas polticas y administrativas que desmantelaron el tejido organizativo que se haba desarrollado cualitativamente en los "diez aos de primavera". Posteriormente, se presentan los efectos que, a nuestro juicio, tuvo ese hecho en la vida de las mujeres, destacando el exilio que muchas sufrieron y que no ha sido suficientemente visibilizado. Por ltimo se da a conocer al grupo "Mujeres de Dolores" que formaron espontneamente, las madres, hijas, hermanas, esposas de los exiliados como una forma de apoyarse mutuamente, pero signific tambin -para algunas- salir de su mbito domstico y realizar demandas pblicas. Aunque se tuvo muy pocas referencias acerca de este espacio, consideramos importante darlo a conocer. Reconstruir una historia con escasos datos y muy dispersos, ha resultado difcil, pero ha valido la pena. En ese proceso, se recurri a fuentes hemerogrficas, bibliogrficas y tambin orales. Agradezco el tiempo y la disposicin de las mujeres que accedieron a recordar para mi investigacin, algunos sucesos incluso dolorosos. Al profundizar en la bsqueda de informacin advert, adems, que en algunas personas todava subsiste el miedo a hablar de ese perodo, tan traumtico result en sus vidas y tan lgica su actitud si asumimos que la historia poltica de este pas ha estado signada por la impunidad. Como en toda investigacin siempre quedan fuentes que buscar, matices que indagar. Por lo pronto, espero que este aporte acadmico contribuya al conocimiento de la historia de las mujeres en Guatemala,

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    HISTORIA DE LAS MUJERES, GNERO Y PARTICIPACION POLITICA

    El anlisis de los fenmenos sociales desde la perspectiva histrica ha estado permeado por una historia "oficial" escrita en masculino. As, ya en el siglo IV a.c. Jenofonte sancionaba como natural y divino un orden en que mujeres y hombres ocupan espacios excluyentes, deca Jenofonte "... el dios, me parece a m, hizo a la naturaleza en consecuencia: la mujer para las ocupaciones del hogar y al hombre para las de fuera" (Textos...1994:54). Y por los registros que se tienen, la historia que se ha escrito y difundido es la de las ocupaciones "de fuera", es decir, de los espacios pblicos; invisibilizando los aportes de las mujeres, a los que se les ha asignado escaso valor e importancia. En este sentido, Marcela Lagarde plantea que "las mujeres como sujetos somos parte del olvido en el discurso dominante sobre el pasado y sobre el presente. Somos parte del olvido en la Memoria del Mundo y, lo ms doloroso es que somos parte del olvido de nosotras mismas". "Hemos sido formadas por una memoria que nos ignora y ni siquiera podemos recordar nuestros pasados. De nuestra existencia slo tenemos fragmentos desordenados. Las mujeres desconocemos en gran medida nuestra historia y nuestra identidad" (Lagarde 1994). Es la bsqueda de esa memoria desconocida, la necesidad de construir a las mujeres como sujeto histrico, lo que ha motivado el especial inters de las mujeres, tanto en la academia como fuera de ella, por interrogar al pasado y al presente acerca de la presencia y participacin social de las mujeres. De esta cuenta, se ha llegado a afirmar que "la inclusin de las mujeres en la historia implica necesariamente la redefinicin y ampliacin de nociones tradicionales del significado histrico, de modo que abarque la experiencia personal y subjetiva lo mismo que las actividades pblicas y polticas" (Scott 1996:267). En esta redefinicin, el gnero, como categora de anlisis histrico ha sido fundamental. Tal como lo expresa Joan Scott en su ensayo "El gnero: una categora til para el anlisis histrico": "el trmino gnero forma parte de una tentativa de las feministas contemporneas para reivindicar un territorio definidor especfico, de insistir en la insuficiencia de los cuerpos tericos existentes para explicar la persistente desigualdad entre mujeres y hombres" (Scott 1996: 287).

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    Posteriormente, Scott (citada en Textos..1994:21) define esta categora como "una construccin cultural y social que se articula a partir de las definiciones normativas de lo masculino y de lo femenino, la creacin de una identidad subjetiva y las relaciones de poder tanto entre hombres y mujeres como en la sociedad en su conjunto". Esta conceptualizacin en relacin dialctica con las categoras analticas de clase y etnia contribuyen actualmente a una aproximacin ms completa al conocimiento de la historia de las mujeres en diferentes sociedades y momentos. Es preciso reconocer que han sido acadmicas feministas especialmente de pases como Francia, Inglaterra, Espaa, Italia, Alemania y en Amrica de Estados Unidos y Mxico, quienes han abierto brecha en este campo de las ciencias sociales. Sus aportes tericos y metodolgicos constituyen un corpus de conocimiento que ha permitido develar los orgenes de la opresin, las formas de discriminacin y marginacin que han caracterizado las relaciones entre gneros y ms an, como resultado de esta "relectura" de los hechos histricos, puede ahora sustentarse una cuestin que parecera obvia pero es fundamental: que la opresin femenina no es natural, es una construccin histrico cultural. Es decir, no se est ante un orden natural e inmutable sino ante un "orden social, histrico, cambiante y sujeto a la voluntad de fuerzas polticas y sociales" (Barbieri 1991: 6).

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    LAS MUJERES EN LA HISTORIA; LA HISTORIA DE LAS MUJERES

    Asuncin Lavrn, historiadora latinoamericana, sealaba en 1974 el "sndrome de la mujer clebre", que se limita a hacer un "recuento de la participacin de algunas mujeres notables en algunos de los episodios histricos de nuestras naciones", y conclua que la historia "no se puede ni se debe reducir nunca al estudio de las excepciones" (Lavrin 1974:9-11). Propona esta autora adoptar otra perspectiva: "la de la mujer como un ser en relacin ntima con la sociedad de que forma parte y de la que es la otra mitad numrica e indispensable" y cuya presencia en los procesos histricos no puede seguir ignorndose. Esta propuesta se resume en lo que Margarita Ortega llama "pasar de la fase de las mujeres en la historia a la historia de las mujeres" (1998). Es decir, construir a partir de la categora analtica de gnero el sujeto histrico mujeres, teniendo en cuenta, adems, que stas constituyen un "colectivo social inarticulado" que desde diversas clases, etnias y razas han hecho historia. En Guatemala, an no se ha "agotado" a mi juicio, la etapa de las mujeres en la historia, se carece de un nmero suficiente de biografas de mujeres3, especialmente acadmicas o que hayan participado polticamente, lo que se debe en parte, a la incorporacin tarda de las mujeres a estos mbitos, ya que es hasta la segunda mitad de la dcada de los 40 que ellas ingresan en mayor nmero a la Universidad4 y al mbito de los partidos polticos, sindicatos y organizaciones sociales.

    3La mayora de biografas escritas se refieren a poetisas, por ejemplo: Biografa de Magdalena Spnola (Meneses A., Clara,

    1985); Poetisas desmitificadoras guatemaltecas (Mndez De la Vega, Luz, 1984). Recientemente, se han realizados dos tesis acerca de la obra literaria de Luz Mndez De la Vega (Johana Godoy, 1996) y de Margarita Carrera (Mnica Albizrez, 1996). Tambin se han encontrados dos biografas sobre Dolores Bedoya de Molina (Morales, Fabiola y Arango, Luis).

    4Al respecto es ilustrativo el dato que recoge Clara Meneses Alvarez en relacin a Berta Strecker quien (posiblemente en

    1902) "al tener el ttulo de bachiller fue la primera mujer que se inscribi en la Facultad de Medicina, dejando estos estudios porque los estudiantes le hacan una guerra fra, teniendo como nico propsito el egosmo, que una mujer se pusiera al nivel cientfico de ellos; a ese respecto, dijeron en un peridico que: "La miel no se haba hecho para el pico del zope" (Meneses 1985:11-12). De hecho, fue hasta 1942.. que egres la primera mdica de la Universidad de San Carlos. Dra. Rosa Mara Escobar.

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    Por otro lado, esta carencia tambin se debe como ya se ha sealado, a la invisibilizacin secular de los aportes de las mujeres. En cuanto a mujeres que participaron polticamente en la dcada 1944-1954, objetivo de este trabajo, es preciso sealar que en 1994 el Dr. Carlos Gonzlez Orellana con la colaboracin de la periodista Atala Valenzuela y la Licda. Julia Urrutia, inici el proyecto de editar un libro con la biografa de 10 mujeres destacadas de esa poca, sin embargo, ste no se ha concretado y salvo ocasionales artculos como "Las mujeres y la Revolucin del 44" de Lorena Carrillo (Siglo XXI, 1993) y las "semblanzas" que han aparecido espordicamente en los peridicos como las de Dora Franco, Laura Pineda o Gloria Menndez, no se cuenta an con una historia de las mujeres en ese perodo fundamental de la historia poltica de la sociedad guatemalteca5. Esto me ha motivado a realizar una versin de esa historia desde una perspectiva diferente, poniendo en el centro, como sujetas, a las mujeres; quienes aportaron desde diversos espacios sus energas vitales a la movilizacin social que implic la Revolucin de 1944.

    Es importante sealar que esa revolucin y esa dcada fueron vividas con ms intensidad en la capital del pas, como apunta Carrillo (1993) "la gran mayora de mujeres tena otros ritmos, otro idioma, otro paisaje y otra cultura". Fenmeno que considero, salvando las distancias, an contina.

    Contribuir a la construccin de la historia de las mujeres guatemaltecas tiene pues un sentido poltico para ayudar a "alterar esa eterna y desagradable sensacin que tenemos siempre de movernos en la ausencia de un pasado significativo" (Fempress 1991) y para que, parafraseando a Marcela Lagarde, no sigamos siendo desconocidas para nosotras mismas.

    5 La Universidad de San Carlos editar prximamente un libro de memorias de la Sra. Mara Vilanova de Arbenz, escrito por ella, y que se titula "Jacobo y yo".

    En los ltimos dos aos se conoce de algunos esfuerzos por recoger el testimonio de las experiencias de

    mujeres en los aos de la guerra especialmente del perodo 1978-1984). Tambin debe indicarse que el "Informe de Rescate de la Memoria Histrica-REMHI (1998), elaborado por la Iglesia Catlica contiene un captulo especfico de testimonios de mujeres afectadas por la violencia durante la guerra. Asimismo, la Conferencia Latinoamericana de Religiosas-CLAR est llevando a cabo la investigacin "Rescate de la Memoria Histrica -1959 a la fecha- de las Mujeres en la Vida Religiosa", en 22 pases incluido Guatemala.

    Por otro lado es importante anotar un dato reciente: la presentacin el 31 de julio 1998, del libro "Nuestras

    utopas: mujeres guatemaltecas del siglo XX" de Norma Stoltz Chinchilla. En este libro se renen las historias-testimonio de 23 mujeres de diferentes edades y profesiones; 3 de ellas vivieron la Revolucin del 44. Las dems han participado en las ltimas dcadas en diversos espacios. La mayora ha vivido en exilio.

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    VOZ PUBLICA, SILENCIO PRIVADO. CARACTERIZACION DE LA PARTICIPACION DE LAS MUJERES EN LA POLITICA

    La "Poltica", as con mayscula "se origina, existe y termina en funcin del nacimiento y la desaparicin del Estado". En esa misma perspectiva, Teresa Nevado (1993:20) indica que la definicin ms corriente de poltica plantea que "es la manera de dirigir y decidir sobre los asuntos pblicos, todo aquello que est en relacin con el Estado". Como todos los conceptos que expresan relaciones sociales, el de la poltica ha ido variando histricamente, desde la Grecia clsica que se presenta como el modelo, pasando por el imperio romano, la edad media, la ilustracin y por ltimo las revoluciones burguesas que expresan el antecedente ms inmediato del perfil de una sociedad democrtica, por lo menos para la cultura occidental. Ahora bien, si algo ha caracterizado a la poltica, a la actividad poltica, ha sido la exclusin de unos y unas sujetos/sujetas del "lugar" donde simblicamente se toman las decisiones. Y las mujeres, segn Nevado, constituyen "el ltimo grupo que se incorpora a la vida poltica" (1991:22).

    Para comprender esta "tarda" incorporacin femenina a la poltica, es preciso revisar cmo se ha ido "formando un espacio de la poltica y la ciudadana que [sigue siendo] limitado" (Astelarra 1995:10). De hecho, esta es una de las interrogantes bsicas del feminismo a la historia "oficial". En la antigua Grecia se distingua "entre la polis, sede de la poltica y la actividad pblica y el oikos, o el mbito de lo domstico" (Astelarra 1995:10). Solamente los ciudadanos libres (nicamente hombres) tenan permitido expresarse e intervenir en los asuntos pblicos y eran, de hecho, un nmero reducido. Estaban expresamente excluidas las mujeres y los esclavos, quienes permanecan en el oikos a cargo de las actividades productivas. La construccin simblica y real de la polis y el oikos expresaba jerarquizacin, poder de dominio, espacios excluyentes entre s, de tal manera que lo valioso e importante se asociaba a lo pblico, y lo secundario, postergable al mbito privado, domstico. Como apunta Astelarra (1995:11) "la voz pblica, aquella que hablaba en nombre de toda la comunidad, reflejando sus aspiraciones y proyectos, se convirti en la voz del ciudadano libre, el varn".

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    A las mujeres y los esclavos se les ved esa "voz pblica" y se les releg al "silencio privado". Desde entonces lo que ocurre en ese espacio, el domstico, no se considera importante, ni digno de ser incorporado al discurso y a la prctica de "la Poltica". Para justificar esta exclusin se ha recurrido a discursos que declaran "inferior" al otro (en este caso, la otra), se le descalifica y se llega a plantear que "la mujer no quiere el poder, la mujer no necesita el poder, a la mujer el poder le sienta mal, no se conviene con ella" (Valcrcel 1994:115). Las explicaciones tradicionales, nos dice Amelia Valcrcel, "algunas de gnero psicologista, otras sociales", recurren a los estereotipos de que "las mujeres son tmidas y rehuyen los enfrentamientos. Prefieren permanecer en la sombra. Saben quiz manejar, pero no mandar. Las mujeres que son verdaderas mujeres (subrayado de la autora) no necesitan imponerse, alcanzan sus objetivos por otras vas... Las mujeres no tienen la costumbre del pacto ...estn ausentes del teatro del poder...y no conocen sus trucos". (1994:116,117). Asimismo, Nevado plantea que "la "Poltica" ha ignorado tradicionalmente a las mujeres como grupo social. Sencillamente porque [ellas quedan] fuera del concepto de poltica (...) no son sujetos polticos, [y] lo que el Estado regula queda alejado del mbito de la vida y participacin femenina" (1991:22) El sujeto poltico de la polis griega era muy limitado, condicin que se ampla en la poca de la Ilustracin y "su traduccin poltica fundamental: las revoluciones burguesas", que dibujan nuevos sujetos polticos basados en discursos de igualdad, libertad y fraternidad cuyo origen es la Revolucin Francesa. Sin embargo, pronto fue evidente que "si bien [esa revolucin] rechazaba los privilegios derivados del linaje, no iba a suceder lo mismo con los del dinero y los del sexo, de modo que la clase obrera (...) fue excluida de la participacin en la gestin pblica; al tiempo que las mujeres, incluidas las de la burguesa, continuaban marginadas del poder poltico y jurdico" (Roig 1981:8). Es un lapso importante para la construccin del sujeto poltico mujeres, aunque su derecho a ocupar el espacio pblico fue ignorado.

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    En Francia, a pesar de que "miles de mujeres se unieron durante la Revolucin a Danton y Condorcet para forzar las puertas de Versalles y de la Asamblea Nacional"6, luego fueron excluidas del poder. Es el momento (1791) sin embargo, en que Olimpia de Gouges francesa (1748-1793), escribi la "Declaracin de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana" y fue a la guillotina por ello, "acusada por sus antiguos correligionarios de ser una conspiradora que haba abandonado las virtudes propias de su sexo" (Roig 1981:9). En un lugar distante, Mary Wollstonecraft inglesa (1759-1797) public su manifiesto "Vindicacin (o Defensa) de los Derechos de la Mujer" (1792) donde, inspirada en la Declaracin de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), en la Bill of Rights de los Estados Unidos que protega las libertades individuales de los ciudadanos contra el imperio del Estado y especialmente en la Declaracin de De Gouges, reclamaba el derecho a la instruccin de la mujer y al reconocimiento de sus derechos cvicos y polticos (Bensadon 1993: 59). Estos escritos constituyen un verdadero legado para las mujeres que posteriormente han accionado por ser reconocidas como "sujeto poltico". Son, asimismo, los antecedentes inmediatos de los movimientos que persiguen cambios en la condicin de las mujeres y que, un siglo ms tarde, se concretan en las luchas sufragistas que exigen el derecho de voto para las mujeres7 . A la par del derecho al voto, las mujeres y los hombres solidarios que excepcionalmente han existido8 demandaban, en consonancia con las ideas de la Ilustracin, el derecho de las mujeres a la educacin, ya que para ellas "lo cotidiano era el analfabetismo; la cultura oral, su habitual forma de expresin" (Ortega 1994: 243).

    6 No obstante ese apoyo de las mujeres, en 1793 los convencionistas franceses respondieron negativamente a las

    siguientes preguntas: a) debe permitirse la reunin de mujeres en Pars?, b) pueden las mujeres ejercer los derechos polticos y tomar parte activa en los asuntos del gobierno?, c) pueden las mujeres deliberar,reunidas en asociaciones polticas o en sociedades populares?. Esta negativa instaur la muerte poltica de las mujeres. (Michel, 1983:67).

    7 Segn los Record Guinness "el voto de la Sra. Lily Maxwell de Manchester, depositado el 26 de noviembre de 1867,

    fue declarado ilegal el 9 de noviembre de 1868. Finalmente se otorg el derecho a votar a algunas mujeres seleccionadas en Gran Bretaa, en 1918" (PL 30/7/98)

    8 As, por ejemplo, Condorcet en 1788 plante ante la Asamblea Nacional (Francia): "el derecho de ocuparse

    directamente, o por representantes, en los asuntos de su pas, es un derecho que los hombres tienen no por su sexo, sino por su cualidad de seres racionales, que les es comn con las mujeres" (Michel 1983: 66). Casi un siglo despus, John Stuart Mill planteaba, en Inglaterra, que la subordinacin de las mujeres "debera de ser sustituida por un principio de perfecta igualdad que denegara todo poder o privilegio para unos y toda incapacidad para los otros". Por estas ideas y por defender el derecho al sufragio femenino, Mill perdi su escao parlamentario en 1868 (Roig 1981:5).

  • 16

    El acceso a la instruccin se ligaba al derecho al trabajo que ya para el siglo XIX era considerado una mercanca. Se haba consumado tambin la separacin tajante entre el lugar de la produccin y el de la reproduccin, recluyendo en este ltimo a las mujeres, "llegando a su apogeo la ideologa de la mujer en el hogar" y la reprobacin unnime contra el trabajo femenino (visible y remunerado, se entiende). Tal era el escenario histrico a fines del siglo XIX, contexto en el que las mujeres luchaban por ser consideradas iguales, no "ciudadanas de segunda clase" (aspiracin que contina vigente). En opinin de Nevada, "hay que esperar a los grandes cambios sociales que se producen en Europa y Norteamrica en la dcada de los treinta y cuarenta (perodo de entreguerras y posguerra) para que las mujeres inicien por fin un camino lento, aunque sin retorno" para ir construyendo su ciudadana. (Nevada 1991: 22). Por otro lado, Mara Milagros Rivera, menos optimista, indica que "dos siglos despus de la Revolucin Francesa y dos o tres generaciones despus de la obtencin del derecho al voto, [se constata que] ser sujeta poltica no da acceso a lo mismo que ser sujeto poltico (no hay, por tanto igualdad), ni significa tampoco diferencias exentas de subordinacin" (Rivera 1994:70)9.

    Por tanto, el nuevo feminismo (segunda mitad de este siglo) "defiende la idea de que todo es poltico, que los problemas personales de las mujeres son, en realidad problemas polticos" (Roig 1981: 50). Se rebate as el axioma de que a las mujeres no les interesa la poltica y se plantea que "es el contenido y la forma de la organizacin pblica poltica" que lleva todava el sello masculino, lo que no atrae a las mujeres. Esta visin de la poltica desde el feminismo ms reciente, no corresponde obviamente a lo que significaba hace medio siglo la participacin poltica de las mujeres, especialmente de sociedades con rasgos feudales como era el caso de Guatemala.

    9 En esta lnea el CLADEM (Comit de Amrica Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer) ha

    sealado, a propsito de los 50 aos de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos (1948) que "la formulacin contempornea de los derechos humanos emergi en un contexto histrico en el que el concepto del ser humano estaba en gran medida limitado al del varn, occidental, blanco, adulto, heterosexual y dueo de un patrimonio", restringindose en consecuencia los derechos de las mujeres, indgenas, homosexuales y lesbianas, nias y nios, personas ancianas, con discapacidades y otros (Docto.No.E/CN.4/1998/NGO/3, CDH, Naciones Unidas).

  • 17

    La vida social y cotidiana estaba entonces signada por espacios, lugares y "deber ser" muy marcados: la clase social, la pertenencia tnica y racial, el ser mujer u hombre, perfilaban identidades bastante ms rgidas que ahora. Aunque siempre ha habido transgresoras y transgresores y procesos que impugnan el orden o los ordenes establecidos. Estos son los escenarios que he analizado de la historia de la participacin poltica de las mujeres en la dcada 1944-1954 en la sociedad guatemalteca. Espacio y tiempo en el que se sientan las bases para que las mujeres guatemaltecas inicien la construccin de su identidad como sujetas histricas y polticas.

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    LAS MUJERES EN GUATEMALA, SIGLO XIX Guatemala histricamente es una sociedad surgida de la conquista espaola en 1524, y moldeada por tres siglos de colonialismo caracterizado por el racismo, la exclusin socioeconmica y el machismo. Perodo en el que prevaleci para la mayora de la poblacin "la pobreza, la ignorancia y el fanatismo religioso" (Gonzlez 1980 :205). De hecho, las esferas econmica, poltica y social estaban impregnadas de la ideologa religiosa catlica. Los pocos espacios para la educacin formal eran regidos por diferentes rdenes religiosas. En relacin a las mujeres, Gonzlez Orellana narra que "la educacin de la mujer durante el perodo colonial, tropezaba con mltiples dificultades, siendo una de las principales la enorme pobreza que privaba entre los mestizos e indios, de tal manera que, dentro de esas limitaciones, la mujer era a menudo vctima de todo gnero de atropellos por parte de los... conquistadores y colonizadores" (1980:105)

    "El problema era ms agudo entre la poblacin mestiza, pues por aadidura se vea con malos ojos el trabajo de la mujer, sobre todo durante los primeros dos siglos de la Colonia". En general, contina Gonzlez "no exista una tendencia en favor de la culturizacin de la mujer; el pensamiento feudal, dominante an en estas tierras, no senta ninguna urgencia de que la mujer elevara sus conocimientos, como no fuera en las bellas artes o en las actividades del hogar". De esta cuenta, en la segunda mitad del siglo XVI existan solamente "una escuela para nias blancas, una escuela para nias indias y un asilo para doncellas pobres". En el siglo XVII la situacin no era mejor como seala Urquiz (1996:28) con relacin al acceso de las mujeres a la educacin superior10 en esa poca "[sta] se limit a un reducido nmero de mujeres: las hijas de los funcionarios peninsulares y criollos, las descendientes de la alta nobleza local, las hijas de los artistas que dominaran el arte de sus mayores, y beneficiarias de obras pas".

    10 La educacin bsica y media inclua el catecismo, lectura, escritura, las cuatro reglas de la aritmtica y los oficios mujeriles. "Haba una tercera etapa de educacin femenina que pona las bases de una cultura superior. Los estudios que se hacan entonces seguan los intereses personales de cada estudiante y casi siempre en relacin directa con los padres. As podan seleccionar lo que desearan, por ejemplo, gramtica, latn, griego, msica, pintura, etc." (Urquiz 1996:26). Esta educacin obviamente era excepcional.

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    Citando a Tomas Gage, Urquiz relata que "en el Convento de la Concepcin [primera mitad del siglo XVII]... estaba la doa Juana de Maldonado, hija del juez Juan de Maldonado de Paz... Juana contaba dentro del convento con casa, jardn, obras de arte, "seis negras para servirla" [lo que] le dio ms tiempo para dedicarse al estudio general de su poca, adems de cultivar el arte, lo que le permiti alcanzar un lugar destacado en la sociedad [no slo] por su posicin econmica, sino por su brillo intelectual y desarrollo de capacidades como sujeto creador de arte, cualidades que la llevaron a conquistar no solamente la admiracin del convento sino tambin de la ciudad" (1996:29,20)11. El ambiente religioso y conservador imperante fue alcanzado, aunque tardamente, por las ideas de la Ilustracin y la Revolucin Francesa de 1789, de tal manera que esta circulacin de ideas, aunada a los cambios polticos internacionales (declinamiento del imperio espaol) y a las contradicciones econmicas y polticas entre los criollos y los representantes del poder espaol, condujeron en 182112, a la independencia formal de la Capitana General de Guatemala, como entonces se denominaba a lo que ahora es Guatemala. En el perodo postindependentista si bien la sociedad guatemalteca experiment cambios, segua signada como apunta Luz Mndez De la Vega, por "las circunstancias sociales colonizantes...donde el criollo y an el mestizo continuaron como explotadores (...) de las grandes masas indgenas, y donde el hombre es el eje en torno al que gira ese sistema econmico-social que impuso el patrn de una cultura dominadora -copia intensificada de todos los patriarcados de la tierra-, los indgenas y la mujer quedaron sojuzgados por aquel predominio y al margen casi absoluto de sus privilegios, sobre todo en lo concerniente a la educacin" (1984:7) Aunque la historia que se pretende realizar asume a las mujeres como colectivo y no solamente a las figuras clebres, se considera necesario sealar que siempre ha habido mujeres que han abierto brecha y que la construccin de esta misma historia hace necesario conocerlas y valorarlas.

    11 Recordemos que la reclusin conventual voluntaria era una forma de acceder al conocimiento para las mujeres

    excepcionales de la poca. El caso ms ilustrativo en Amrica es el de Sor Juana Ins de la Cruz (Mxico, siglo XVII).

    12 Este acto poltico se hizo realmente efectivo en 1823 cuando fracasa la pretensin de instaurar una monarqua

    en Mxico, a la cual se haba anexado Guatemala.

  • 20

    En la primera mitad del siglo XIX no pueden dejar de destacarse los nombres de Dolores Bedoya y Mara Josefa Granados. La primera, como excepcin para su poca, se expresaba "con valenta, con elocuencia y con temeridad" (Morales 1996:25), acompaando a sus hermanos, esposo e hijos -liberales- en su incursin en la vida poltica del pas, desde 1815 hasta su muerte en 1853 (haba nacido en 1783). Una expresin de esas cualidades, pero tambin evidencia del grado de sujecin de las mujeres -an ilustradas como Dolores Bedoya-, es el prrafo inicial de un escrito presentado por ella al Capitn General, en 1815: "Exmo. Sro.: Da. Ma. Dolores Bedoya, hermana de don Mariano preso en la Real Crcel de Corte por atribursele conocimiento o noticia de las conversaciones de Beln, previo al consentimiento de mi marido, y con el respeto debido a V.E. digo..." (subrayado es mo) (Morales 1996:27). La lucha de Dolores Bedoya no fue especfica por las mujeres. Apoyaba la causa de una patria independiente, libre, "gobernada [por] hombres de criterio amplio". Bedoya, como nos indica Morales (1996: 45,46) se inspiraba en otras mujeres americanas que tambin estaban luchando por la independencia en sus pases: Mara de Vellido, Ayacucho; Juana Padilla del Per; Josefa Ortz de Domnguez, Mxico; Mara Feliciana y Manuela Miranda de El Salvador. Esto nos revela que el conocimiento, el saber de otras mujeres "transgresoras" ejerce docencia y contribuye a la formacin de la conciencia en las mujeres. Ahora bien, en algunas de sus cartas, Dolores Bedoya plasmaba ideas que no correspondan a las de la mayora de sus contemporneas, as en 1839 escribe "Yo me alegrara que [a las mujeres] no las excluyeran de las ciencias, que pudieran manejar sus intereses, sin necesidad de tutor, que pudieran ver sus negocios y que la ley no las deprima" (Morales 1996:43) Asimismo tena clara la idea de que "si las mujeres reclamaran sus derechos y su voto, se las considerara, no se burlaran de ellas y podran participar en la organizacin y accin social" (Convergencia... 1997). En cuanto a Mara Josefa Granados (1796- ?), Luz Mndez De la Vega (1984:8) la ubica dentro del grupo de "poetisas desmitificadoras" que "an escandaliza hoy a quienes la leen". Mara Josefa o Pepita Garca Granados, como era llamada, era de ascendencia espaola "realiz actividades prohibidas y rompi barreras, participando en reuniones polticas".

  • 21

    "Escriba y criticaba sin miedo" en los varios peridicos que fund junto a Jos Batres Montfar, uno de estos se llam "Aurora" de contenido literario y otro "Cien Veces Una" en respuesta a los ataques que se le hacan en otro peridico llamado "Diez Veces Diez"13 (Gordillo 1997: 14,15, Mndez De la Vega). Las ideas liberales continuaron penetrando aunque sin permear totalmente a la sociedad guatemalteca, ya que el pensamiento conservador segua siendo muy fuerte. Esto es as incluso hasta 1871, cuando se da "un desplazamiento del poder poltico de los grupos dominantes tradicionales hacia los cafetaleros que haban ido acumulando poder econmico y que, en alianza con las capas medias urbanas, empuaron la bandera del liberalismo frente al conservadurismo criollo tradicional" (Alvarez 1984:8). Una de las acciones ms importantes que se llev a cabo en este perodo fue una notable reforma educacional, eliminando la enseanza religiosa en las escuelas. "El rompimiento de las barreras clericales dio impulso a la educacin general, especializada y universitaria" (Alvarez 1984:9). Es necesario distinguir aqu que "el rompimiento de esas barreras clericales" tuvo dos fases: una en 1832 bajo el rgimen liberal del Dr. Mariano Glvez que, respondiendo a las ideas del grupo liberal que representaba en cuanto a que la educacin deba ser una preocupacin vital del Estado, estableci las "Bases para la Instruccin Pblica, uno de cuyos fines era "la perfeccin del hombre (subrayado es mo) natural y social" pero que, adems promovi la creacin de escuelas para nias en otras ciudades, adems de la capital14. Esta apertura, sin embargo, dur apenas 7 aos ya que al instaurarse la dictadura de Rafael Carrera (1839), "se detiene el impulso creador de centros de irradiacin de la cultura; se reducen los caudales destinados al sostenimiento de la instruccin pblica, y se restituye la vieja organizacin colonial entregando la responsabilidad educativa al clero" (Gonzlez Orellana 1980:200).

    13 Gordillo (1997:15) tuvo acceso al peridico "Aurora", a los nmeros 11, 12, 23, 25 y 28 (1845), constaban de

    cuatro pginas cada uno, y contenan informacin literaria, poltica e industrial.

    14

    Es de hacer notar que esta reforma educativa plasmaba el "espritu de los preceptos constitucionales (Constituciones de Cdiz) que ya en 1812 declaraba que "en todos los pueblos de la Monarqua se establecern escuelas de primeras letras" (Gonzlez 1980: 151).

  • 22

    En el perodo de Rafael Carrera los avances logrados en el rgimen liberal anterior fueron neutralizados, de tal suerte que nuevas disposiciones educativas indicaban que "en las escuelas de nias que siempre estarn a cargo de seoras de respeto, adems de ensearse y practicarse [moral y urbanidad, doctrina cristiana, escritura y las cuatro reglas de la Aritmtica], se les instruir en coser, bordar, economa domstica y otras materias propias de su sexo" (Gonzlez 1980:256). La segunda fase de la ruptura con las ideas religiosas y conservadoras se da hasta 1871, como ya se indic, con la llamada Revolucin Liberal que esta vez fue ms profunda porque toc intereses econmicos y polticos que trastocaron el sistema imperante. Un dato que merece destacarse con relacin a las nias y la educacin en esos aos, es la comparacin en el nmero de escuelas y alumnas que haba en 1866 que era de 45 y 1944 respectivamente, respecto a las cantidades que se alcanz en 1874, cuando existan ya 183 escuelas y 6312 alumnas (Gonzlez 1980:258,280). Claro que respecto a los nios la situacin reflejaba una gran desigualdad en el acceso, pero era notoria la apertura para la educacin de las nias15. De esta poca data tambin la creacin de las primeras instituciones a nivel de secundaria para mujeres en Guatemala y en los departamentos de Chiquimula y Quetzaltenango: el Colegio Nacional de Nias (1875), el Instituto de Seoritas Beln y la Escuela Normal de Seoritas (1899), centros que contribuyeron a la formacin de las primeras promociones de maestras que luego trabajaron como tales en todo el pas. Gonzlez destaca el nombre de Rafaela Del Aguila como directora de esos establecimientos, quien junto a Adelaida Chvez, Concepcin Santa Cruz, Dolores Njera y Dolores Meza formaron parte en 1891 de la Academia de Maestros, primera organizacin gremial de docentes, "cuyos fines eran eminentemente tcnicos" (Gonzlez 1980:316). Otro dato interesante de esa poca es el surgimiento, el 10 de diciembre de 1887, del peridico "El Ideal", redactado totalmente por mujeres, entre las que destacan: Adelaida Cheves. Vicenta Laparra de la Cerda, Isabel M. de Castellanos, Carmen de Silva, Celinda D. Darmes, Rafaela Del Aguila y Sara Mara de More. El lema de este peridico era "Organo de los intereses de las mujeres" (Gordillo 1997:16).

    15 Estos datos no estn desagregados por grupo tnico. La situacin de la niez indgena y de las nias indgenas en

    particular segua siendo especialmente precaria.

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    Se sostuvo apenas cinco meses, en el ltimo nmero (28 abril 1888) resaltaban que "la poca duracin del peridico [se debi] a la burla de los estudiantes, falta de estmulo, falta de pago de los suscriptores y agentes, la envidia, la burla y la crtica" (Gordillo 1997:17)16. Hacer un bosquejo de la situacin -con nfasis en la educacin- prevaleciente en la Guatemala del siglo XIX es importante para tener una idea del gran paso cualitativo que luego signific la Revolucin del 44, pero tambin para conocer que siempre han existido mujeres y hombres visionarios, que el poder absoluto no existe ya que an bajo las dictaduras ms frreas, se han expresado ideas, pensamientos alternativos y adems, porque el acceso al conocimiento, "la palabra, la escritura, el gesto", van perfilando a las mujeres como sujetas histricas y polticas (Duby y Perrot, citados por Carrillo 1993:12). En esa perspectiva es interesante anotar el hallazgo de que an en la Universidad de San Carlos, eclesistica y conservadora, se empezaron a presentar, en la segunda mitad del siglo XIX, trabajos de tesis cuyo sujeto de anlisis eran las mujeres. As, en 1877, Antonio Villela elabor la tesis titulada "Es conveniente que las mujeres dotadas de instruccin, de juicio y de experiencias tomen parte en los negocios pblicos, legisladoras, jueces y profesores de ciencias?" Aunque desafortunadamente no se tuvo acceso al contenido de este trabajo acadmico, es significativo el hecho de que se nombre a las mujeres, ya que esto denota que la reflexin en torno a su condicin estaba presente, como lo indican otros 11 ttulos de tesis presentadas entre 1878 y 1900 y de 17, entre 1900 y 194617 (Ver anexos).

    16 Las ideas que manifestaban estas primeras periodistas eran interesantes como lo muestra Adelaida Cheves, en su

    artculo "Justicia para la Mujer" (El Ideal, 10-12-1887) "al querer que la mujer sea instruida, no pedimos que vaya a la Asamblea, ni que ocupe la Presidencia de la Repblica porque para eso estn los hombres y a dnde iramos a parar con que adems de nuestras atribuciones, tuviramos sobre nosotras el peso de las cosas pblicas (subrayado es mo). Pero la mujer es capaz de gobernar un reino o una repblica..." (Gordillo 1997:17).

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    Se consult el Catlogo de Tesis de Graduacin de la Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala, 1841-1994, que contiene 4358 registros. Un anlisis de los ttulos permite deducir que en 153 aos de produccin acadmica se han elaborado apenas 71 tesis cuyo sujeto de estudio han sido las mujeres. 32 de estas tesis fueron elaboradas entre 1876 y 1959 y 39, entre 1970-1994. Es curioso, pero de 1960 a 1970 no se encontr ningn trabajo acerca de las mujeres.

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    Es de resaltar que todos estos trabajos fueron elaborados por hombres a excepcin de uno: el de la primera mujer graduada como abogada, Graciela Quan, en 194318 y cuyo ttulo "Ciudadana opcional para la mujer guatemalteca", muestra la demanda de las mujeres por alcanzar el estatus de ciudadana que an no tena. Luego de este parntesis, es necesario continuar mostrando la antesala histrica del perodo 1944-1954 y sealar que el arribo a un nuevo siglo no implic, necesariamente, avances en el ambiente educativo y el desarrollo intelectual, social y poltico de la sociedad guatemalteca. Dos nuevas dictaduras representadas por Manuel Estrada Cabrera (1899-1920) y Jorge Ubico (1931-1944) supusieron nuevas limitaciones, cuando no retrocesos al imprimir un carcter militarista a la educacin en todos los niveles. Es importante observar, como ya se ha evidenciado, que en los perodos entre dictadura y dictadura, se concretaban iniciativas para ampliar el acceso -si bien relativo- a la educacin. De esta cuenta, entre 1921-1931 se cre la Universidad Popular con programas dirigidos a los obreros, se realizaron dos Congresos Pedaggicos y se envi a varios maestros, incluyendo una maestra, Alicia Aguilar Castro, a especializarse fuera del pas (Gonzlez 1980: 325-358). Asimismo es necesario "consignar el breve oasis de libertad en que vivi el pas con motivo del derrocamiento de la dictadura cabrerista en 1920 (...) y a raz del cual se expresa el descontento general y el espritu de protesta siempre latente en el pueblo de Guatemala [an] bajo las dictaduras" (Clix 1986:30). Si en los perodos de gobiernos conservadores se estancaban los procesos iniciados desde una perspectiva liberal, proclive a la ampliacin de la educacin como medio para alcanzar el progreso; el gobierno presidido por Jorge Ubico acusa, como indica Gonzlez Orellana, "un retroceso del proceso pedaggico nacional y un estancamiento del desenvolvimiento general de la cultura19 (...) se

    18 Un dato obtenido en entrevista personal con allegadas de la Licda. Graciela Quan, refiere que la primera vez que

    ella se present a su examen de graduacin, el mismo Presidente (Ubico) "orden" que fuera reprobada. Para l era inadmisible que una mujer fuera abogada (de hecho no pudo ejercer, porque la ciudadana la obtuvieron las mujeres hasta 1945). Esto es congruente con lo que plantea Cazali (1994:12) "la Universidad del ubiquismo fue dependiente del organismo ejecutivo, ya que el Presidente nombraba a su Rector, decanos y secretarios...catedrticos y hasta los miembros de los Tribunales Examinadores. Nada se haca en ella sin contar con la voluntad del dictador". Esto hace resaltar el valor y la valenta de Graciela Quan.

    Se encontr adems la referencia de que fue Luz Castillo Daz Ordaz vda. de Villagrn (fallecida en

    1993) "la primera mujer que se gradu de abogada en Guatemala, en 1926". Ella tampoco pudo ejercer su profesin.

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    En cuanto a esto Aurora Morales cuenta que "con Ubico no poda visitar Guatemala un ballet, una orquesta, nada que fuera cultural para que no se tomaran nuevas ideas" (Stoltz 1998:34). Sin embargo, es interesante la otra percepcin positiva de Aurora acerca de Ubico [l] cancel la deuda [de los mozos en las fincas, conocidas como habilitaciones ASM], asimismo le pag a los maestros los sueldos ya que "el Estado les deba una gran cantidad de dinero...otra cosa que hizo fue cerrar los burdeles y decir que si las prostitutas

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    cierran escuelas, se militarizan los centros educativos...se elimina la autonoma universitaria...se restringe la libertad de criterio docente y se persigue a los maestros por sus ideas polticas". En suma, se concreta la limitacin de las libertades ciudadanas y la instauracin de un orden represivo y brutal (Gonzlez 1980:359). Toda la poblacin resinti estas arbitrariedades, es el caso por ejemplo de las mujeres que ejercan como maestras, quienes estaban "de hecho inhibidas de contraer matrimonio, toda vez que tan pronto como se casaban eran destituidas de sus cargos" (Gonzlez 1980: 359). Esto lo corrobora Aurora Morales (hija de comerciantes capitalinos de principios de siglo) en el relato de su vida: "...pero me cas y las maestras no podan trabajar si eran casadas, porque se consideraba inmoral que una mujer embarazada fuera a la escuela a dar clases. Tuve que renunciar. As le haba pasado a mi mam" (Stoltz 1998:25) El anlisis del perfil educativo, intelectual, cultural que caracteriz a Guatemala por ms de un siglo (1821-1944) es fundamental y nos muestra la permanente tensin entre las ideas sustentadas por los y las liberales (basadas en la Ilustracin) y los/las conservadores (de corte religioso). El balance de esos ms de cien aos no fue favorable para la mayora de la poblacin que, aunque con otros matices, segua sumida en "la pobreza, la ignorancia y el fanatismo religioso" como se indic al inicio. Especialmente dfciles eran las condiciones para quienes habitaban en las reas rurales, los y las indgenas y las mujeres. De hecho las profundas desigualdades de clase y etnia y el conservadurismo reinante relegaban a la mayora de las mujeres -especialmente indgenas y ladinas pobres- a una dura vida de trabajos para la sobrevivencia, como vena siendo desde la Colonia. Asimismo, eran sometidas a abusos de todo tipo. Aurora Morales relata al respecto: "El patrn [de las fincas] se aprovechaba de las muchachas que le gustaban. Por eso hubo muchos casos en que los mozos mataban al patrn. Se les llamaba "indios matones". Pero lo que realmente pasaba era que el patrn se aprovechaba de sus mujeres y ellos se las arreglaban a su modo... Con las mujeres hubo muchos abusos".

    queran ejercer, que lo hicieran independientemente. Porque era una esclavitud a la que estaban sometidas...entonces todas se fueron por la lnea (la lnea del tren)" (Stoltz 1998:32).

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    As tambin cuenta que altos funcionarios o el mismo Jefe de Gobierno (Jorge Ubico) tomaba como "amantes" -sutilmente o por la fuerza- a "jvenes humildes", lo mismo recuerda Elsa Castaeda "..haba odo que si le atraas a Ubico tenas que ser su amante, te gustara o no" (Stoltz 1998: 40, 48). En cuanto a las mujeres consideradas de la aristocracia, las criollas y luego las de la emergente burguesa, su exclusin pblica y su reclusin privada eran un axioma, ni siquiera se cuestionaba el hecho de que su lugar era la casa. Muy pocas de ellas y slo de ciertas familias de la clase alta, aprendan las letras y esto, como efecto de las ideas liberales que venan manifestndose desde los inicios del siglo XIX. Es de hacer notar que la incorporacin de las mujeres de las clases medias al trabajo pblico fue muy lenta, se consideraba "indecente" que una mujer trabajara fuera de su casa, aunque estuviera calificada para ello (Gonzlez Orellana, entrevista personal). En los primeros aos del siglo XX, solamente haba algunas mujeres maestras que ejercan como tales y que formaron parte de uno de los gremios de mayor presencia en el perodo de la Revolucin del 44. Ahora bien, si en el mbito de las instituciones que plasmaban la ideologa dominante (conservadora la mayor parte del tiempo), el balance es negativo, las estructuras econmicas tambin expresaban relaciones de produccin semifeudales que ni siquiera la Revolucin Liberal de 1871 logr (o pretendi) cambiar. En efecto, un bosquejo histrico desde la perspectiva econmica es necesario para tener un panorama ms integral de la sociedad guatemalteca anterior a 1944. El mantenimiento del sistema colonial, que abarca como se indic, tres siglos, se bas en la explotacin del trabajo de los/las indgenas, a travs de instituciones como la encomienda, el repartimiento de indios y el pago de tributos que empobrecan a la mayora de ellos/as. La independencia de Espaa primero y la Revolucin Liberal despus, fueron acontecimientos que solamente modificaron las formas de apropiarse del trabajo y las tierras de los/las indgenas. Desde 1871 se estableci el sistema latifundio-minifundio (involucrando especialmente a los pueblos indgenas del altiplano occidental) que por medio de las habilitaciones, es decir, deudas eternas contradas en los almacenes de las fincas, sign la vida de generaciones y generaciones de indgenas (Monzn 1996:2).

  • 27

    La revolucin Liberal inici un proceso de modernizacin de los procesos productivos, por ejemplo, la construccin del ferrocarril para agilizar el mercado del caf; los servicios de correos, telgrafo, telfono y la infraestructura vial, el establecimiento de las primeras industrias, as como la apertura de la Banca Nacional (Marroqun 1995:4, Bauer 1995:2). Sin embargo, es preciso reconocer como apunta Gonzlez que los beneficios "solamente [fueron para] un reducido sector de la poblacin guatemalteca... y que pronto perdi su condicin revolucionaria confundiendo sus intereses con los de los sectores feudales que provenan de la colonia" (1990:10). A finales del siglo XIX e inicios del XX, coincidiendo con los intereses sealados, "vinieron a colocarse en posicin dominante dos corrientes de penetracin extranjera... la alemana, que se apoder de la mayor parte de la economa del caf" (Solrzano 1974:78), y luego los monopolios norteamericanos que toman el control de los ferrocarriles, muelles, la empresa de electricidad y despus la de telfonos. Asimismo, ya en 1901 se firma el primer contrato con la Compaa Frutera (United Fruit Company-UFCO) que despus controlara vastas extensiones de tierra (+ de 5,000 caballeras segn Bauer 1995:3) y posteriormente, la explotacin bananera de las costas del Atlntico, no slo de Guatemala sino de los dems pases centroamericanos. Dando paso al fenmeno de las "repblicas bananeras".

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    LA REVOLUCION DE OCTUBRE 1944 Llegamos al momento de analizar la revolucin de 1944, momento histrico acerca del que existen muchos ensayos, libros, tesis, artculos de prensa e incluso pelculas que aportan diversos datos e interpretaciones dado que ese acontecimiento, como ningn otro en la historia reciente de la sociedad guatemalteca, marca un "antes y un despus" y provoca posiciones divergentes e incluso antagnicas entre los "actores clave de la gloria y la tragedia de esa dcada". El desarrollo del proceso sociopoltico iniciado en el 44, fue abruptamente detenido por la intervencin estadounidense que, como apunta Stella Quan citando a Gleijeses, en ningn otro caso en Centroamrica o el Caribe "ha sido tan determinante y perniciosa para modelar el futuro de un pas" (1994:218). Es del caso sealar, sin embargo, que es hasta la segunda mitad de los ochenta aproximadamente, que empiezan a publicarse y difundirse ms profusamente artculos de prensa y ensayos aqu en Guatemala; especialmente en 1994 con ocasin del 50 aniversario de la Revolucin del 44 y luego, en 1995, cuando son repatriados los restos del Cnel. Jacobo Arbenz acto que convoc una importante manifestacin popular. Antes de ese perodo, exista una "conspiracin del silencio" como escribi Mara Vilanova de Arbenz (Siglo XXI 1990). La historia oficial impuso una visin fragmentaria y descalificante de ese momento histrico que lleg a estar registrado pero enmudecido, bsicamente en las mentes y las conciencias de las personas que vivieron directamente esa poca pero que estaban en el exilio (interior o exterior). La represin impuesta desde la contrarrevolucin (1954) en parte surti efecto, ya que conmemorar la Revolucin de Octubre o celebrar sus logros -especialmente el 1o. de mayo, Da del Trabajo- se volvi subversivo y sospechoso. Hubo que esperar dcadas para que los/las actores/as de primera fila, rompieran el silencio y las generaciones posteriores apreciaran, valoraran los alcances econmicos, polticos, culturales y sociales que dej como legado esa dcada, as como reconocer las energas vitales, sueos y esperanzas de esas mujeres y hombres que al participar en la Revolucin del 44, "tenan entusiasmo y fe en que todo iba a cambiar".

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    A grandes rasgos se ha caracterizado la situacin que prevaleca en la sociedad guatemalteca del siglo XIX y el perodo inmediato anterior que presentaba las siguientes especificidades: en lo econmico, la pobreza, abismales desigualdades entre el campo y la ciudad, una economa eminentemente agrcola, escaso desarrollo de otras actividades econmicas y los efectos de monopolios extranjeros especialmente estadounidenses. En lo social y poltico, una dictadura de 14 aos (una entre varias anteriores) basada en el control frreo de cualquier intento de organizacin o cuestionamiento al poder poltico. Asimismo, una ideologa signada por el racismo, clasismo y el machismo que sostena y reforzaba las desigualdades de clase, etnia y gnero. La Revolucin de Octubre de 1944, para efectos de nuestro anlisis, es como apunta Solrzano (1974:77) "el conjunto de sucesos histricos que ocurrieron desde las primeras protestas pblicas contra Ubico, en junio de 1944, hasta la intervencin norteamericana contra el gobierno de Arbenz en junio de 1954". Este perodo -reiteramos- es de vital importancia para comprender la historia reciente de la sociedad guatemalteca, de muchas de sus expresiones polticas, y tambin de la historia de la participacin poltico social de las mujeres, ya que es el momento cuando se obtiene aunque parcialmente, el derecho al voto, se amplan las oportunidades de educacin y trabajo y se logra el acceso, hasta entonces vedado, de las mujeres a las aulas universitarias. Para situarnos en la cotidianidad de la ciudad que fue escenario de los acontecimientos polticos que se relatarn enseguida, recurrir al retrato que Claudia Dary (1994:77) escribi con ocasin del 50 aniversario de la Revolucin: "Hacia la dcada de los cuarenta, Guatemala era una ciudad (de corte provinciano, estratificada socialmente) que comenzaba a crecer y extenderse. Su poblacin era ladina en su mayora, an no se registraban casos de migracin rural-urbana que fueran preocupantes.... la ciudad de Guatemala viva a su propio ritmo una cotidianidad marcada por la represin, la influencia de la cultura norteamericana y el sabor popular de las tradiciones guatemaltecas. En la memoria de los capitalinos que vivieron y sintieron esa poca queda un recuerdo... ambiguo...por un lado es un recuerdo con aire nostlgico [e] idealizado de la ciudad: de lo seguro que era (...)la ilusin de una feria de noviembre..." "Pero, por otro lado, se trata de una memoria que grab una poca en que lo que se poda escribir estaba medido y lo que se poda decir estaba cuidadosamente vigilado, de tensos cuchicheos atrs de las puertas, por las esquinas y en los bares. En fin un [tiempo] que entre sones y blues, horchata y

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    Extra-pales dej en los guatemaltecos [y las guatemaltecas] el espritu y la vivencia de una revolucin que marco el punto de contacto con la modernidad" CMO EMPEZO LA REVOLUCION? Los primeros actos de desafo20 a la dictadura se producen en el mes de mayo 1944, en la Universidad nacional, concretamente en la Facultad de Medicina, y luego se extienden a otras facultades (Farmacia, Derecho). Bsicamente se solicitaba el cambio de autoridades acadmicas21 . Posteriormente, se fueron transformando los planteamientos estudiantiles hasta la proclamacin del "Ideario Universitario" (21/6/44) que "contemplaba una serie de renovaciones acadmicas... la libertad de pensamiento y prensa..y finalmente, la autonoma universitaria" (Cazali 1994:14). En respuesta el gobierno suspendi las garantas constitucionales (22/6/44) acusando de "nazifacistas" y de "perturbar gravemente la paz de la Repblica" a quienes participaban de ese movimiento. La reaccin de los ciudadanos fue presentar petitorios y especialmente el "Memorial de los 311", suscrito por representantes de importantes grupos sociales: profesionales, maestros, estudiantes. En ste se peda "a Ubico el pronto restablecimiento de las garantas suspendidas". Los sucesos tomaron nuevos cauces, "pues a la huelga universitaria se haban sumado los comerciantes, la banca, los profesionales y otros sectores ciudadanos". A pesar de las restricciones, se iniciaron las manifestaciones pblicas que pronto fueron reprimidas: "...el 25 de junio [la polica y el ejrcito] dispar sin discriminacin alguna, contra quienes manifestaban, incluyendo a mujeres, adolescentes y nios" (Cazali 1994:15).

    20 Esto no significa que no hubiera sucedido "nada" anteriormente: Lul Colom recuerda "que ella creci con la idea de

    que Ubico iba a caer, su hermando Antonio, juntamente con Manuel Galich, Julio Rivera Sierra y Mario Mndez Montenegro, complotaban contra el dictador...[Asimismo] Ricardo Asturias Valenzuela, uno de los 14 estudiantes que tomaron la Guardia de Honor la noche del 19 de octubre, recuerda que en las aulas universitarias desde 1939 se trabajaba activamente para derrocar al gobierno". Por otro lado, ya en 1942 el magisterio empez a rebelarse y a solicitar aumentos de salario.

    Aqu, sin embargo, se narran los sucesos inmediatos que condujeron posteriormente a grandes

    movilizaciones populares entre mayo y junio de 1944.

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    Esto a la distancia parece nimio, pero si nos ubicamos en el contexto de la poca, significaba una abierta rebelda.

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    "Como protesta por tales hechos criminales, el mismo da se congreg en el templo de San Francisco, a las 17:00 horas, un numeroso grupo de mujeres (subrayado es mo), representantes de diversas clases sociales... se dirigieron al exterior del templo, y apenas haban avanzado tres cuadras...cuando fueron detenidas violentamente por los disparos de las fuerzas armadas. All cayeron heridas de gravedad varias manifestantes...". "La prensa public las listas de las personas heridas en las manifestaciones. Entre ellas figuraba: Mara Chinchilla, maestra de educacin primaria, vctima de un fatal disparo cuando participaba en la manifestacin femenina del 25 de junio, y cuyo sacrificio origin que ms tarde esa fecha fuera declarada como Da del Maestro (en masculino, ASM)" (Cazali 1994:15). La participacin de las mujeres no qued all, es importante, por ejemplo dar a conocer un "Memorial presentado por las mujeres de Guatemala, de los diferentes sectores sociales ante los violentos hechos del 25 de junio 1944": "Seor Presidente: Las suscritas, todas madres de familia y mujeres guatemaltecas, representativas de todos los sectores sociales vemos horrorizadas la matanza que de nosotras y de nuestros hijos hizo la polica y la tropa el da de ayer en las calles de la ciudad, por rdenes de usted. El pnico social provocado por la matanza de hombres, mujeres y nios le ha quitado la poca simpata que pudo haber tenido y nos ha convencido de su plena incapacidad para regir los destinos de nuestra patria. Venimos a manifestarle que el pnico provocado por semejantes actos de su gobierno, slo podr remediarse con su retiro del cargo que funestamente sirve, ya que es la nica medida que har renacer la calma y la tranquilidad. Por el bienestar de Guatemala, le suplicamos que, dndose cuenta de la situacin que ha creado, deje el poder sin ms derramamiento de sangre" (Fuente: Siglo XXI: 21/10/1994). Asimismo, las mujeres organizaron comits para auxiliar a las vctimas de la violencia policial y a sus familiares, tal el caso concreto de un comit integrado por Laura Zachrisson, Matilde Cofio, Marta Delfina Vsquez y Lidia Minera, quienes recaudaron fondos para la familia de la maestra Mara Chinchilla y gestionaron ante las autoridades el permiso para su sepelio.

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    La movilizacin social que "se extendi a los departamentos del interior del pas, con el apoyo especialmente de los maestros y los estudiantes de secundaria", unida a la presin del grupo que promovi el "Memorial de los 311", provocaron la renuncia de Jorge Ubico, dada a conocer el 1 de julio de 1944. Sin embargo, Ubico "[traslad] el mando poltico a un triunvirato militar", y "das despus, la Asamblea Legislativa, actuando en contra de los intereses populares, y satisfaciendo las ambiciones del general Federico Ponce Vaides, lo design Presidente provisorio". (Cazali 1994:15) Tanto en los sucesos de mayo a julio, como en los meses que siguieron hasta liquidar los resabios del ubiquismo con el movimiento cvico-militar del 20 de octubre 1944, las mujeres participaron de diversas formas, especialmente sirviendo de "enlace y transmisin de informacin entre los diferentes sectores", como apunta Villamar Contreras (1994:17) "en casa de [Carlos Mencos] su madre sacaba copias de los volantes que luego eran repartidos por respetables damas". Al respecto, Lul Colom tambin recuerda "mis hermanos pequeos y yo, llevbamos papelitos con consignas... a diferentes lugares. Tambin en ocasiones transportbamos canastos con comida y mensajes escondidos". Otra ancdota que narra Colom, se refiere a "doa Lucita Gonzlez de Silva. Ella sala todas las maanas con el pelo lleno de "cohetes" (pitas y papelitos que utilizaban las mujeres para rizarse el cabello). Lo interesante del caso es que doa Lucita sala... con su pelo cubierto por un pauelo, y por cada lugar que pasaba iba deshacindose de un rizo. Cada papel era un mensaje, y ella era un correo permanente" (Siglo XXI: 21/10/94). Estas manifestaciones pblicas de las mujeres dan cuenta de las incipientes rupturas que se venan dando en el modelo tradicional y conservador que las mantena sujetas a un "deber ser" como madres y esposas. Constituyen asimismo, los antecedentes ms inmediatos de la participacin poltica de las mujeres guatemaltecas, entendida en trminos de hacerse visible y ocupar espacios pblicos, totalmente vedados hasta entonces22.

    22 Es necesario anotar aqu que a lo largo de la historia humana, esta irrupcin de las mujeres, apoyando causas

    contra la opresin de cualquier signo ha sido recurrente. Basten estos ejemplos: su presencia fundamental en la instauracin del cristianismo y luego en los siglos V-IX en la fundacin al igual que los hombres "de monasterios en las regiones no roturadas"; su importante papel en la cada de la monarqua en Francia (1789); su decidido apoyo a las luchas antiesclavistas (siglo XIX) en los Estados Unidos; y a la causa obrera en Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia (siglo XIX).

    Ms recientemente, en los movimientos pacifistas y ecologistas en los 60s y 70s. Y en nuestra regin, el

    papel de las salvadoreas y nicaraguenses en las dcadas de los 70s y 80s por instaurar regmenes democrticos. Lo que caracteriza a estas irrupciones, sin embargo, es que una vez se toma el poder o se resuelve la situacin apremiante, las mujeres vuelven (o las vuelven) "a su lugar".

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    Para concluir la relacin histrica de ese ao 1944, es preciso apuntar que "los meses de julio a octubre de 1944 se caracterizaron por una intensa actividad poltica que culmin el 20 de octubre con un levantamiento cvico militar que derroc al gobierno de Federico Ponce Vaides, "en unas horas [fueron] derrotadas las fuerzas gubernamentales en los fuertes de San Jos y Matamoros". Una Junta de Gobierno conformada por Jacobo Arbenz, Francisco Javier Arana y Jorge Toriello, "se encarg de la transicin desde los sucesos del 20 de octubre hasta el traspaso del poder a Arvalo, cinco meses ms tarde" (Lujn; Cifuentes, 1994: 11). "Se cerraba una era en Guatemala y se abra otra, llena de optimismo y esperanza". CAMBIOS POLITICOS, ECONOMICOS Y SOCIALES, 1944-1954 Antes de analizar en detalle la participacin poltica de las mujeres en ese perodo, es necesario sealar los cambios cualitativos que el Movimiento de Octubre del 44 gener y que constituyen el escenario de esa participacin. En el perodo 1944-1954, se pueden distinguir tres momentos de conduccin poltica: los cinco meses de funciones de la Junta Revolucionaria, integrada por dos militares y un civil; el gobierno presidido por el Dr. Juan Jos Arvalo 1945-1950; y luego un segundo (1951-1954), por el Coronel Jacobo Arbenz Guzmn. Como seala Rosalina Marroqun (1995:26) "la tarea del primer gobierno revolucionario se presentaba difcil. Arvalo iniciaba su mandato... entre los escombros todava humeantes de la tirana de cuatro siglos. El Presidente se impuso el reto de construir una nacin sobre las ruinas del feudo, debera levantar la Repblica sobre las bases de la colonia". Ya desde octubre del 44 se venan sentando las bases jurdicas, polticas y administrativas que apuntaban a cambios profundos en el orden existente: entre otras, el reconocimiento de la autonoma universitaria (Decreto 12, 11/11/44). As tambin el Decreto 17, que contena los "Principios de la Revolucin de Octubre" citamos entre otros, la autonoma municipal; la derogatoria del Decreto 1474 anulando el servicio personal (trabajo forzoso). Se estableci, adems la alternabilidad en el poder, el reconocimiento de los partidos polticos y el sufragio obligatorio y secreto para el hombre alfabeto y pblico para el analfabeto -en este caso slo para elecciones municipales-; reconocimiento de la ciudadana a la mujer preparada para ejercerla (subrayado es mo) (Martnez 1994:6; Villagrn 1993:21).

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    En el caso de las mujeres, no haba mayor explicacin acerca de qu significaba esa "preparacin". Congruente con lo anterior y en respuesta a las demandas presentadas por diferentes sectores sociales, especialmente por los trabajadores del campo y la ciudad, en el gobierno de Arvalo se concretan las siguientes acciones que constituyeron un avance cualitativo impresionante dadas las anteriores condiciones sociales y que, an hoy da no han sido esencialmente superadas. Por su relevancia23, es importante anotarlas:

    a) creacin del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social-IGSS (5/11/46) con el objetivo de proteger a los/las trabajadores/as en caso de enfermedad o accidente.

    b) Promulgacin del Cdigo de Trabajo (1/5/47)24 que contempla

    entre otros avances: regulacin de la jornada laboral, pago de vacaciones y aguinaldo, descanso para las trabajadoras durante 75 das en el perodo pre-postnatal25; derecho de sindicalizacin aunque ste no se contemplaba para trabajadores del campo.

    c) Tambin se crearon los comedores y guarderas infantiles,

    programa impulsado por la Sra. Elisa Martnez de Arvalo y apoyado por muchas mujeres que solicitaban apoyo para sostenerlos entre la misma poblacin, ya que era una poltica gubernamental no solicitar prstamos al exterior26.

    23 Durante ms de 50 aos stas han sido las conquistas sociales "mximas", cuya defensa incluso ha implicado un

    alto costo social.

    24

    Evidenciando la trascendencia de este Cdigo, Villagrn (1993:56) apunta que con ste "se cierra la larga noche de opresin legislativa, ejecutiva y judicial que vena afectando a los trabajadores de Guatemala, y abre un nuevo captulo en los distintos niveles de relacin que hasta entonces se daban entre seor y siervo, entre "el finquero y sus mozos", entre el patricio paternalista y su gente, y entre la seora y la muchacha, para trasladarlas a un nuevo plano: el de las relaciones entre patronos y trabajadores..."

    Tambin Manuel Galich reflexiona en que "[el Cdigo y su aplicacin] constituy el meridiano que separ

    a la izquierda de la derecha: los que estaban a favor y los que estaban en contra de la nueva legislacin ...(Villagrn 1993:59)".

    Un aspecto que debe evidenciarse es que este Cdigo fue fruto de las demandas de los/las

    trabajadores/as que desde 1944 empezaron a reorganizarse.

    25

    Este perodo fue ampliado a 84 das hace ...aos.

    26

    Segn relata Julia Urrutia, quien particip en ese proceso. Este programa de apoyo a la niez es muy recordado por las personas de esa poca.

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    d) Creacin de instituciones para el fomento de la industria y apoyo a la produccin agrcola: Instituto de Fomento de la Produccin, el Banco de Guatemala.

    e) Un aspecto que merece destacarse es el apoyo a la educacin,

    tanto a travs de la creacin de numerosas escuelas urbanas y rurales, como de la realizacin, sin precedentes, de 7 campaas de alfabetizacin y la apertura de los Ncleos Escolares Campesinos. Asimismo se crea la Facultad de Humanidades con el propsito de especializar al personal docente, responsable de la conduccin del sistema educativo.

    Otra cuestin importante de visibilizar es que en ese perodo y hasta 1954 "fue el momento histrico en el cual se gest el cambio que ha llevado a la poblacin indgena guatemalteca a tener una participacin creciente en los movimientos sociales" (Arriola 1995). De hecho, fue un tema que gener mucha discusin entre los intelectuales y diputados de la poca, lamentablemente sin la participacin activa de los interesados. El "segundo gobierno de la Revolucin" (1951-1954) como algunos autores llaman al perodo presidido por el Cnel. Jacobo Arbenz propona, adems de continuar impulsando los logros del gobierno anterior, una poltica econmica que permitiera: "1o. Convertir a nuestro pas de una nacin dependiente y de economa semicolonial en un pas econmicamente dependiente. 2o. Transformar a nuestra nacin, de un pas atrasado y de economa predominante feudal, en un pas capitalista moderno. 3o. Hacer que esta transformacin se lleve a cabo de tal manera que traiga consigo la mayor elevacin posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo" (Discurso de toma de posesin 15/3/51, citado por Arriola 1994: 175) La accin ms relevante para lograr esa modernizacin capitalista fue la promulgacin de la Ley de Transformacin Agraria, Decreto 900 (17/6/1952) que gener una gran movilizacin en el campo: comits agrarios, ligas campesinas, pero que a pesar de proponerse "revolucionar la estructura econmica", tropez con dificultades en su aplicacin (la distribucin de tierra no siempre fue racional, se tocaron los intereses de pequeos y medianos propietarios, errores burocrticos etc.).

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    La mayora de medidas econmicas, polticas y sociales aplicadas desde 1944, pero especialmente el Cdigo de Trabajo (1947) y la Ley de Reforma Agraria (por su trascendencia), desataron "una lucha ideolgica... en la que [los sectores] ms atrasados, reaccionarios y recalcitrantes [empezaron a calificar] de peligro comunista...a toda disposicin estatal encaminada al desarrollo nacional y que una sociedad timorata, ignorante y conservadora acept con suma facilidad" (Arriola 1994:41). Por otro lado, en el exterior "arreci la ya aguda campaa difamatoria contra Guatemala, acusndose a su gobierno de sustentar teoras exticas, y representar una amenaza para la solidaridad continental y la seguridad del Canal de Panam" (Gonzlez 1997: 385). Estas circunstancias fueron aprovechadas por los monopolios estadounidenses, especialmente la United Fruit Company-UFCO, ya que sentan amenazados sus intereses. Su reaccin no se hizo esperar y culmin con "el movimiento de liberacin nacional", apoyado por los Estados Unidos en 1954. Para concluir este breve anlisis resulta interesante incluir el juicio de Manuel Galich, protagonista de ese perodo: "en sntesis, no creo que el gobierno de Arvalo haya sido revolucionario, en el ms severo sentido de la palabra. Puede colocarse en esa categora si uno se [ubica] en la Guatemala de 1944, porque nos sac de la caverna. Eso ya era revolucionario. Con Arbenz... empieza un proceso que tena fundamentos, bases y objetivos revolucionarios para romper la dependencia y transformar la estructura agraria del pas. Aunque no se plante en ningn momento ir hacia el socialismo" (1994:122). Por otro lado, Ana Mara Arriola concluye que "con todas sus luces y sombras, el momento histrico de 1944-54 ha sido decisivo... para la creacin de una nueva Guatemala, indgena y ladina, libre del autoritarismo, el racismo, la represin, la impunidad, el terror" (1995:15)27.

    27 Esta "nueva Guatemala" adems tendra que desterrar, en mi opinin, el sexismo que junto a las dimensiones de

    etnia y clase, mantienen a la mayora de las mujeres en condiciones de marginacin, discriminacin y opresin. Esta reflexin, es necesario indicarlo, es incipiente en nuestra sociedad.

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    LAS MUJERES DEL 44 "COMO MARIPOSAS SALIENDO DE LA NOCHE"28, A lo largo de nuestra exposicin se ha realizado un bosquejo de la situacin de las mujeres guatemaltecas en diferentes momentos, desde el siglo XIX hasta la Revolucin de Octubre del 44. Especialmente se ha sealado el escaso acceso a la educacin que no fuera la religiosa, visibilizndose por otro lado, algunos nombres de mujeres excepcionales que por su condicin de clase y etnia (criollas, peninsulares de familias adineradas) recibieron una educacin ms esmerada. Se ha planteado tambin que la mayora de las mujeres -indgenas y ladinas- viva en condiciones de suma pobreza y que su vida estaba signada por la realizacin de duros trabajos para sobrevivir. Les estaban reservadas las labores de servidumbre en las casas de los peninsulares y criollos29 y oficios como vendedoras, costureras y otros. En el campo su actividad era evidente, Claudia Dary (1998:8) relata por ejemplo "que la mujer gualanteca [del oriente del pas] de los siglos XVIII y XIX, tanto la espaola como la ladina, dedicaban gran parte de su tiempo -como hoy en da lo hace- a las tareas del hogar, en especial a la cocina, el lavado de ropa y la vajilla (...) la costura, la fabricacin de cigarros de tabaco,