Ensayo rizoma
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“Rizoma y Nacimiento” es un ensayo que habla del pensamiento de Deleuze en
su libro “Rizoma” y se compara con el origen de la vida humana. También se
hace mención al capítulo “Los cristales del tiempo” del libro del mismo autor:
“Imagen Tiempo”.
Rizoma y Nacimiento
“¿Será comparable la teoría rizomática de Deleuze con la vida misma en su
aspecto más humano: el nacimiento?”.
Nacemos y morimos. Comenzamos y acabamos. Pero por qué no, citando a
Deleuze, “entrar y salir y no empezar ni acabar”. Podríamos decir que entramos
al mundo cuando decidimos salir del vientre materno. En cuyo caso, no éramos
un organismo autosuficiente que dio la orden de salida y entrada, eran dos
multiplicidades (niño y madre) conectadas. ¿Una dualidad, entonces? ¿Cómo
este proceso cronológico de crecimiento podría comparase con un rizoma?
El problema es que nos quedamos en el circuito más condensado y no
exploramos las ideas de circuitos más grandes, de las ramificaciones que
contemplan esta multiplicidad, este rizoma. Bebé y madre conectados de una
manera diferente de lo que conocemos por comunicación. Mujer e hijo como
cuerpo, como organismo, como espíritu; como rizoma que se enlaza con otro.
Rizoma como nacimiento no solo se queda en “comunicación” entre estas dos
partes. Para entenderlo mejor le cederemos la palabra a Remy Chauvin, que
dice: “Evolución aparalela de dos seres que no tienen absolutamente nada que
ver el uno con el otro”. La frase anterior es aplicable a un sinnúmero de
ejemplos. Alejándonos un poco del desarrollo humano, tenemos el caso del
colibrí que necesita de la orquídea y que a su vez esparce las semillas que esta
flor necesita para expandir su especie. Con este ejemplo lo único que
entendemos es que la vida es de hecho un rizoma que se conecta en cualquier
punto, con cualquier fracción y en la cual se modifica toda su composición, por
la sustracción o adición de las diferentes partes.
Lo mismo pasa con la reproducción humana, óvulo y espermatozoide, los
cuales necesitan el uno del otro para cumplir su función vital. Y esta
multiplicidad, célula, que alguna vez fue, varía sus dimensiones y como
menciona Deleuze “cambia de naturaleza y se metamorfosea”.
A su vez esta célula que está articulándose en una multiplicidad más grande,
formaba parte de un rizoma más grande, el cual está siendo modificado por
adherencia de las partes. El cual a su vez está contenido dentro de uno más
grande y así sucesivamente, hasta que nos damos cuenta que somos una gran
bola de “paja” (de esas que corren en el desierto), o mejor aún, una mala
hierba.
Entra algo nuevo al rizoma y esto cambia todas sus dimensiones. La vida
(rizoma) ya existente de los padres, y de las personas relacionadas
directamente a estos se transforma. Evoluciona el pensamiento, las
actividades, las relaciones, los horarios, el comportamiento, entre otros tantos
factores. Estos a su vez van a estar alterando otros espacios, otras personas y
otros factores. Cayendo de nuevo en la mala hierba y no en el pivote con sus
raicillas.
¿Para qué jerarquizar si somos parte de un todo, el todo por el todo? ¿Por qué
ver la vida como un pivote, con una jerarquía y un monarca, cuando somos la
mala hierba que crece y se desborda sin orden, ni dirección? No somos el más
ni el menos; somos un cubículo, una entrada, una rama dentro del rizoma que
entendemos como mundo.
Somos multiplicidades que se modifican a medida que el presente cambia o
pasa. Como menciona Deleuze en “Imagen Tiempo”: “Lo que es actual es
siempre un presente. Pero precisamente, el presente cambia o pasa”. Y este
presente que cambia o pasa es la vida que se filtra ante nuestros ojos como un
rizoma que se metamorfosea constantemente, que se desterritorializa y se
reterritorializa.
La vida como orden natural desde la concepción misma es un rizoma.
Entonces, ¿por qué tratamos de ordenarla? Cuando podemos dejarla ser y
observar que otras tantas maravillas nos depara.