Ensayo historia de la arquitectura

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA ANTONIO JOSÉ DE SUCRE BARQUISIMETO EDO LARA Elaborado por: Luisana Mendoza Sección: S2 Cátedra: Historia de la Arquitectura I C.I.: 23.834.131

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN

INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA ANTONIO JOSÉ DE SUCRE BARQUISIMETO – EDO LARA

Elaborado por: Luisana Mendoza Sección: S2 Cátedra: Historia de la Arquitectura I

C.I.: 23.834.131

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ENSAYO

Hacia el año 1400, Roma es todavía un pequeño centro abandonado y empobrecido a causa de la larga ausencia del poder papal. Hacia el año 1500, Roma empieza a realizar el programa de Nicolás V, con el Papa Julio II, este programa se trata de levantar Roma y hacer de esta una ciudad con monumentos de artistas importantes de la época. Es así como Roma, inicia su reconstrucción y llega a ser la cede del arte en el mundo. Con la ayuda de Miguel Ángel, Bernini, Boticceli, Perugino, Ghirlandaio, Pinturcchio, Signotelli, Bramante y otros, hacen que Roma sea la CIUDAD- MUSEO. En este documento especifica la transicion de una Roma abandonada hasta ser la Ciudad Capital del mundo durante su imperio. Así como el cambio demográfico, cultural, tecnológico, estético, psicológico y traza de la ciudad A mediados del Cuatrocientos, mientras Venecia, Florencia y Nápoles son grandes ciudades plenamente formadas, Roma es todavía un pequeño centro abandonado y empobrecido a causa de la larga ausencia del poder papal. En el paisaje de la ciudad dominan las ruinas de la metrópoli antigua y las grandes iglesias del primer cristianismo; los habitantes menos de 40,000 están agrupados en las dos llanuras a cada lado del río, Campo Marzio y Trastevere ocupan solamente una pequeña parte del territorio cerrado por las murallas Aurelianas (más de 1,300 hectáreas). Los papas vuelven a Roma en 1420 y no logran el pleno control de la ciudad hasta 1453 (cuando fracasa la conjura de Stefano Porcari). Nicolás V (1447-1455) establece el programa del gobierno papal: reconstruir la ciudad imperial y transformarla en una gran ciudad moderna bajo la autoridad pontificia; por lo tanto, reparar lo antiguo todavía utilizable (las murallas, las calles, los puentes, los acueductos), recuperar los monumentos antiguos destinándolos a nuevas funciones (el mausoleo de Adriano se transforma en un castillo, el Panteón se transforma en una iglesia, el Campidoglio se transforma en la sede de la administración municipal), restaurar las basílica cristianas y construir al lado de San Pedro, en la Colina Vaticana, la ciudad de la corte papal. Esta nueva Rosa, doblemente excepcional por el prestigio del pasado y por la presencia de la Sede Apostólica, está destinada a ser la ciudad principal del mundo moderno. En el caso de las ciudades ex novo los planteamientos urbanísticos son diferentes. En primer lugar, el solar elegido para el emplazamiento de la nueva ciudad debe reunir una serie de características, entre las que prevalecen, ante todo, los criterios estratégicos, ya sean éstos militares o políticos; tras ellos, tanto en el tiempo como en el orden de importancia, siguen las razones económicas, ya que la ciudad será cabeza de un territorium que dependerá de ella jurídica, política y económicamente.

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El planeamiento urbanístico será fruto de unos esquemas previos que se aplicarán hasta los límites de lo razonable, siempre dependiendo de las condiciones topográficas que no resultan en todos los casos homogéneas al actuar en primera instancia otros factores que los geográficos a la hora de elegir la localización de la ciudad. Las costumbres romanas de fundación de una ciudad (inauguratio) exigían que ésta se localizara dentro de un espacio (pomerium) delimitado por un sacerdote con un arado tirado por dos novillos (sulcus primigenius). Dentro de este espacio, las ciudades se ordenan con dos ejes sensiblemente orientados norte-sur (cardo maximus) y este-oeste (decumanus maximus). La disposición de calles paralelas a estos ejes (cardines y decumani) darán origen a las manzanas de las casas (insulae), en donde se construirá a veces reuniendo varias de estas insulae con el propósito de habilitar espacios mayores para la instalación de los edificios públicos como teatros, termas o foros. El impacto del urbanismo romano en Aragón fue muy notorio. Por un lado, la presencia de Roma se dejó sentir en algunos poblados indígenas que fueron desalojados de los cerros que ocupaban reinstalándose en llanos de peor defensa. Realmente es bastante poco lo que conocemos del urbanismo romano aragonés, aunque los nuevos datos no dejan de aparecer haciendo, en este sentido, que el futuro sea esperanzador. Siguiendo la tónica general, podemos distinguir dos tipos de ciudades: las de nueva planta, como Caesaraugusta y la Colonia Victrix Iulia Lepida, y las indígenas que perviven, como Azaila, Los Bañales Bilbilis, Osca, Turiaso. De las primeras podría ser modelo Caesaraugusta, cuyo antiguo trazado se conserva, en parte, en el casco viejo de la ciudad, sobre todo en lo que respecta a su perímetro ya que las calles se han venido modificando con el paso de los siglos. No obstante, es posible señalar que la ciudad se ordenaba, como era usual, con dos ejes principales, uno norte-sur (el cardo máximo, cuya localización varía según los autores, para unos desde el Ayuntamiento hasta la calle de los Santos Mártires, para otros desde el puente de Piedra, respetando en parte el trazado de la calle Don Jaime) y otro este-oeste (el decumanu máximo, que sigue la orientación y el trazado de, entre otras, la calle Mayor). Por lo demás, los datos sobre viviendas o sobre edificios públicos son bastante escasos, excepción hecha del teatro que fue descubierto y comenzado a excavar en fechas recientes. Quizás el estudio de la red de cloacas de la ciudad sea uno de los datos más relevantes con los que contamos para la restitución de la red de las calles. No hay duda de que la Zaragoza romana se ordenó desde el principio como si de una ciudad de nueva planta se tratase, al margen de si el poblado ibérico precedente, del que nos habla Estrabón, Salduie, se encontraba comprendida dentro de la ciudad antigua o, eventualmente, cerca de ella. Las ciudades que siendo indígenas perviven dentro de la época romana son mucho más numerosas, como es lógico y ya hemos visto, aunque no por ello estén mejor conocidas. Algunas como Azaila o Botorrita tuvieron una vida bastante breve dentro del mundo romano y no llegaron a época imperial más que, en el mejor de los casos, como reductos marginales de habitación a los que ya no podemos denominar ciudades. En Azaila es posible observar cómo el urbanismo

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prerromano no ortogonal se mantiene durante la República junto con algunos añadidos típicamente romanos, como las termas, que deben pertenecer ya al siglo I a.C. Otros tuvieron una duración mayor, como Arcobriga, llegando incluso hasta nuestros días, como, por ejemplo, Osca. Este tipo de ciudades debió de cambiar radicalmente de aspecto bajo el dominio romano, aunque son pocos los datos arqueológicos que tenemos al respecto. Algunos casos son mejor conocidos y en ellos la impronta de lo romano es importantísima. En Bilbilis y aunque los determinismos topográficos hacían muy difícil la aplicación de unos esquemas previos ortogonales, las remodelaciones urbanas fueron fortísimas. La aplicación en este núcleo de población de planes urbanísticos sectoriales y, hasta cierto punto, unitarios, debió de cambiar radicalmente el aspecto de la ciudad. Templo, foro y teatro se articularon en una zona privilegiada de la ciudad constituyendo un centro urbano alrededor del cual giraría toda la actividad. Edificios públicos y privados de calidad, red de almacenamiento y distribución de aguas, complejos de baños e inevitables remodelaciones de terrazas debieron contribuir de forma decisiva no sólo a cambiar el paisaje urbano sino también la forma de vida de los bilbilitanos. Lo romano no pudo reproducir aquí un modelo regular clásico, sino que adaptó unos esquemas de urbanismo en terraza que, por otra parte, no son extraños a concepciones no menos clásicas del mundo mediterráneo. La localización de núcleos modernos de población sobre los antiguos hace que los estudios sobre las cuestiones urbanísticas sean lentos, laboriosos y sujetos a múltiples determinismos que dificultan su progreso de forma pareja en todos los campos.