Ensayo de Cambio Metabolico
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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR
PROGRAMA DE MEDICINA INTEGRAL COMUNITARIA
MISIÓN SUCRE
MUNICIPIO GIRARDOT – ESTADO ARAGUA
ENSAYO
DESTINO FISICO
La Posibilidad de Cambiar o Controlar el Metabolismo
INTEGRANTES:
GARCÍA, ASDRUBAL C.I 12.993.295
JULIO 2007
CONTENIDO GENERAL
Introducción
Diferencia entre salud y buen estado físico.
Como hacer distinciones sobre el metabolismo aeróbico y el anaeróbico.
Entrenamiento metabólico aeróbico.
La mejor forma de encontrar el propio su ritmo cardiaco óptimo durante la
actividad física.
Conclusión
Referencia Bibliográficas
Anexos
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INTRODUCCIÓN
Del mismo modo que se puede aprender a condicionar el sistema nervioso
para producir los comportamientos que proporcionan los resultados que se desean, el
destino físico que experimente depende de cómo se condicione el metabolismo y
músculos para producir los niveles de energía y agilidad que se desean.
¿Cómo entrenar su metabolismo para quemar la grasa de modo que
tenga usted la energía, la resistencia y la vitalidad para poner en práctica todo lo
que ha aprendido bueno en la vida, y poder vivir la vida al máximo? En este
sentido, se tienen buenas y malas noticias. Primero las buenas: puede conseguirse
dando unos pasos muy sencillos cada día. Ahora las malas: no se podrá utilizar el
tradicional método estadounidense de llenar la bañera sacar el tapón y luchar contra la
corriente. Tampoco se logrará el truco conduciendo un coche de golf de hoyo en hoyo
o arrojando el péndulo hasta el otro extremo. Las carreras rápidas son un Ejercicio
anaeróbico. Crean un déficit inmediato de oxígeno en las células y empiezan a
entrenar a el metabolismo a quemar glucógeno y/o azúcar en la sangre; de ese modo,
continúa almacenándose grasa.
El oxígeno es probablemente el elemento más importante para la salud. Cada
día respiramos aproximadamente poco más de 11.000 litros de aire para suministrar
oxígeno a nuestros tejidos. Sin él, las células se debilitan y mueren. Existen en
nuestro cuerpo aproximadamente 75 billones de células que nos proporcionan
trifosfato de adenosina (TFA), la energía básica para todo lo que hace el cuerpo, ya
sea respirar, soñar, comer o hacer ejercicio. Para sobrevivir, las células tienen que
disponer de oxigeno para quemar glucosa y crear TFA para lograr un crecimiento
continuado.
Lo que sugiere todo este planteamiento es la base de este ensayo y es lo que
continua en las paginas siguientes la posibilidad de controlar el metabolismo.
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DESTINO FÍSICO.
La Posibilidad de cambiar o controlar su metabolismo.
Su objetivo consistía en superar un récord mundial. Había estado corriendo,
durante once días seguidos, veintiuna horas diarias, y durmiendo apenas tres horas
por la noche. El desafío mental era casi tan grande como el físico: tenía que viajar
desde el mundo cotidiano en el que había vivido durante toda su vida a otro mundo en
el que su objetivo fundamental era el paso siguiente. Dedicó años de entrenamiento
no sólo a su cuerpo, sino también a su mente. ¿Su objetivo? Demostrar el potencial
físico ilimitado que yace encerrado en cada uno de nosotros. Al romper el récord
anterior de recorrer mas de mil quinientos kilómetros en once días y diecinueve
horas, a una media de ciento veintiséis kilómetros diarios, Stu Mittleman demostró
que, al comprender cómo condicionar la mente y el cuerpo, se pueden producir resul-
tados que se hallan mucho más allá de lo que la sociedad considera como posible. Ha
demostrado con su ejemplo que la capacidad humana es increíble y que podemos
adaptarnos a cualquier cosa si nos planteamos las exigencias correctas a nosotros
mismos de una forma gradualmente incrementada. El propósito de este capítulo
consiste en compartir con usted los secretos fundamentales que capacitaron a Stu
Mittleman para entrenarse y conseguir esa tarea sin parangón.
Mi criterio fundamental consistió en fijarme en los resultados. Aquellos que
produjeran resultados de calidad serían los que imitaría y de los que aprendería. Del
mismo modo que lo había pasado mal en el ámbito psicológico al dar crédito a un
médico que aconsejaba a sus pacientes sobre la salud, pero que tenía veinte kilos de
más, también me cuestioné la validez de los llamados expertos en agilidad que
parecían agotados, mostraban una gran cantidad de males y unos bajos niveles de
energía.
Al oír hablar de Stu Mittleman y sus logros, me sentí fascinado, sobre
todo cuando seguí escuchando a todos los que habían sido testigos de su
extraordinaria hazaña, y que aseguraban que parecía sentirse mejor al final de
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su carrera de mil quinientos kilómetros que cuando había partido de la línea de
salida. No había sufrido ninguna herida, ni siquiera le habían salido ampollas.
¿Qué le dio la increíble capacidad para forzar su cuerpo hasta sus límites y maximizar
su potencial sin causarle daño alguno?
No cabe la menor duda de que Stu se hallaba bien preparado para esta carrera.
Se ha licenciado en psicología deportiva, sociología y psicología social, y prepara una
tesis en fisiología del ejercicio en la universidad de Columbia. Pero el conocimiento
que demostró ser más valioso para él fue la enseñanza de que la salud y el buen
estado físico son cosas totalmente diferentes. Se trata de una distinción que no ha
hecho Jim Fixx, el autor de un famoso libro sobre correr. Él se hallaba
indudablemente en buen estado físico, pero no estaba sano.
El hecho de que la mayoría de los individuos no logre captar la diferencia
entre un buen estado físico y la salud, es lo que les lleva a experimentar la
frustración de trabajar religiosamente y, a pesar de todo, seguir teniendo ese par de
kilos de más alrededor de la cintura. ¿Recuerda la incapacidad adquirida? Pues
mucho peor es la situación de quienes convierten el ejercicio en el aspecto central de
sus vidas y creen que sus acciones les están haciendo ser más sanos, cuando, en
realidad, a cada día que pasa avanzan un paso más hacia la fatiga, la enfermedad y el
cataclismo emocional.
¿Qué quiero decir exactamente al referirme a la diferencia entre salud y
buen estado físico? Este último es «la habilidad física para realizar actividades
atléticas». La salud, sin embargo, se define como «el estado en el que funcionan de
forma óptima todos tos sistemas del cuerpo: nervioso, muscular, esquelético, circula-
torio, digestivo, linfático, hormonal, etcétera». 1La mayoría de la gente cree que el
buen estado físico implica tener salud, pero la verdad es que no van necesariamente
unidos de la mano. Es ideal tener ambas cosas; salud y buen estado físico, pero, al
situar la salud en primer término, siempre disfrutará de tremendos beneficios en su
vida. Si alcanza el buen estado físico a expensas de la salud, es posible que no viva lo
suficiente como para disfrutar de su físico espectacular.
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El equilibrio óptimo de salud y buen estado físico se alcaza mediante el
entrenamiento de su metabolismo. Del mismo modo que entrenamos nuestras mentes
y músculos, Stu y uno de sus entrenadores, el doctor Philip Maffetone, han
demostrado que también podemos entrenar nuestro metabolismo. Los resultados
logrados por Stu así lo demuestran definitivamente: mientras se hallaba corriendo los
mil quinientos kilómetros, debería haber «alcanzado el límite». Sin embargo, nunca
lo experimentó así, a pesar de correr ciento veintiséis kilómetros diarios. Comprender
las sencillas pero profundas distinciones que utilizó Stu puede cambiar no sólo su
aspecto, sino también su nivel de energía, la calidad de su vida y, en ultimo término,
el destino físico que ponga en movimiento.
La mayor diferencia entre salud y buen estado físico procede de la
comprensión de la distinción entre ejercicio aeróbico y anaeróbico, entre resistencia
y potencia. Aeróbico significa, literalmente, «con oxigeno», y se refiere al ejercicio
moderado y sostenido durante un período de tiempo. Su sistema aeróbico es su
sistema para la resistencia, y comprende el corazón, los pulmones, los vasos
sanguíneos y los músculos aeróbicos. Al activar el sistema aeróbico, con una dieta y
un ejercicio adecuados, se quema grasa como combustible fundamental.
Por el otro lado, anaeróbico significa, literalmente, «sin oxígeno», y se refiere
a ejercicios que producen cortos arranques de potencia. El ejercicio anaeróbico
quema glucógeno como combustible fundamental, y hace que el cuerpo almacene
grasa. La genética juega un papel en la habilidad del cuerpo para quemar grasa y, de
hecho, algunas personas nacen con un sistema altamente aeróbico ya en
funcionamiento. Se trata de las personas a las que envidiamos y que parecen capaces
de comer cualquier cosa sin aumentar de peso.
La mayoría de los tipos de ejercicio pueden ser aeróbicos o anaeróbicos. El
nivel de intensidad determina si se está utilizando el sistema aeróbico o anaeróbico.
Caminar, correr, saltar, montar en bicicleta, nadar, bailar, etcétera, pueden
proporcionar cualquiera de ambos beneficios. Los latidos bajos del corazón hacen que
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estas actividades sean aeróbicas, mientras que si son altos se trata de actividades
anaeróbicas... Habitualmente, el tenis, el frontón, el baloncesto y otros deportes
similares son anaeróbicos.2
Actualmente, la mayoría de las personas en la mayoría de los países
industrializados sigue un estilo de vida que les hace vivir en un estado
constantemente anaeróbico, inundados de estrés y exigencias, además de la forma en
que eligen hacer ejercicio. Como resultado de ello, entrenan su metabolismo para que
sea continuamente anaeróbico, es decir, a quemar glucógeno como fuente
fundamental de energía. Cuando los niveles de glucógeno son excesivamente bajos, el
metabolismo entrenado anaeróbicamente utiliza el azúcar de la sangre como su
segunda fuente principal de combustible. Eso perturba inmediatamente el nivel de
salud y de vitalidad.
Cuando las exigencias anaeróbicas le roban al cuerpo el azúcar de la sangre
que podría estar utilizándose para otras tareas, los efectos negativos empiezan a
sentirse inmediatamente.
Como el sistema nervioso demanda el uso de hasta las dos terceras partes del
azúcar de la sangre, el déficit creado por el ejercicio anaeróbico puede causar
problemas neuromusculares como dolores de cabeza o desorientación. He aquí una
lista de algunos de los síntomas relacionados directamente con el entrenamiento
anaeróbico excesivo de su metabolismo: fatiga, heridas recurrentes en el ejercido,
pautas de bajo contenido de azúcar en sangre, depresión y ansiedad, problemas de
metabolismo de las grasas, síndrome premenstrual, problemas circulatorios o
articulaciones rígidas.
Vivimos en una sociedad que es excesivamente anaeróbica y deficientemente
aeróbica, lo que impacta negativamente sóbrela calidad de la salud en toda la nación.
En la sociedad moderna industrializada la gente es físicamente menos activa. Hace
apenas unas décadas, la mayoría de la gente realizaba sus tareas diarias de una forma
física. Hoy, sin embargo, hemos diseñado exigencias activas para nuestros cuerpos,
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con objeto de sustituir la actividad que ya no crea nuestra vida cotidiana. A esa
actividad forzada le llamamos ejercicio. Desgraciadamente, muchas personas con
intenciones positivas, incluyendo los atletas capacitados, se hacen menos sanos con el
ejercicio. Impulsados por el afán de producir los mejores resultados en el período de
tiempo más corto, la mayoría de nosotros crea un equilibrio inadecuado entre salud y
buen estado físico, y sufre las consecuencias.
La solución, sin embargo, es sencilla. El secreto de Stu Mittleman consiste en
haber comprendido que la salud y la buena forma física deben ir unidas. Según el
doctor Maffetone, eso se consigue comprendiendo que:
... todos los programas de ejercicios exigen empezar por construir una base
aeróbica, un período de tiempo durante el que todo el programa de ejercicios se base
exclusivamente en actividad aeróbica, sin ningún ejercicio anaeróbico. Este período
base debe durar desde un mínimo de dos a un máximo de unos ocho meses, durante el
cual se desarrolla y pone en forma el sistema aeróbico. A ello siguen los ejercicios
anaeróbicos, una, dos o incluso tres veces por semana. El desarrollo adecuado del
sistema aeróbico no sólo le permitirá ser un mejor atleta, sino que también quemará la
grasa extra de sus caderas, mejorará su sistema inmunológico, le aportará más energía
y la mantendrá relativamente libre de heridas. En otras palabras, es una forma de
crear su salud y buena forma física total mediante el adecuado condicionamiento de
su metabolismo para el entrenamiento aeróbico y, cuando sea apropiado, para el
anaeróbico.3
Al crear una base aeróbica, también habrá creado una tremenda cantidad de
energía y resistencia. Recuerde que al expandir su capacidad aeróbica está
expandiendo la capacidad de su cuerpo para transportar oxígeno (la fuente de energía
y salud) a cada uno de los órganos y sistemas del cuerpo.
El problema es que la mayoría de la gente trata de sobrepasar su ritmo
cardiaco ideal, y se pasa todo el tiempo realizando ejercicios en un estado anaeróbico.
Si no se ha creado todavía una base aeróbica, recuerde que todos los ejercicios
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anaeróbicos que haga serán a expensas de la resistencia. Mucha gente, a partir de un
deseo de disciplinarse para conseguir una buena forma física, trata de hacer ejercicio
hasta alcanzar su ritmo cardiaco máximo. Tradicionalmente, la fórmula para
averiguar el ritmo cardiaco máximo es restar su edad de 220. Para una persona de
treinta años, eso significa alcanzar 190 pulsaciones. Sin lugar a dudas, hacer
ejercicios con esta intensidad y durante largos períodos de tiempo es una de las
causas más destructivas que puede hacerle a su cuerpo; es posible que eso le ponga en
«buena forma», pero lo hará a costa de su salud.
De aquí se aprende que, cuando se empieza a trabajar a un ritmo que le sitúa a
uno inmediatamente en su capacidad anaeróbica, puede producirse algo muy
peligroso. Para suministrar la demanda inmediata de sangre que exige un ejercicio
anaeróbico para los músculos que más lo necesitan, el cuerpo extrae sangre de
órganos críticos, como el hígado y los riñones. Como resultado de ello, estos órganos
pierden una gran cantidad de oxígeno, lo que perturba de modo significativo su
vitalidad y salud. Hacer esto de forma continua tiene como resultado una debilidad,
daño o destrucción de estos órganos.
La clave consiste en entrenar su metabolismo para que funcione de forma
aeróbica. Su cuerpo no quemará grasa a menos que lo entrene específicamente para
que lo haga así. Por lo tanto, si desea perder esa capa persistente de grasa que le rodea
el vientre, debe entrenar a su cuerpo a quemar grasa, no azúcar. Recuerde que tanto el
criterio de Stu como el de Phil para la función aeróbica es quemar grasa. Uno de los
mayores beneficios del ejercicio aeróbico es que previene el atascamiento de las
arterias que provoca el ataque cardiaco, una de las principales causas de muerte en
nuestra sociedad (responsable de la muerte de una de cada dos personas).4
Algunos individuos, en su celo por eliminar toda la grasa de su dieta, inducen
a su cuerpo a entrar en un estado de «emergencia» en el que empieza a almacenar
grasa incluso con mayor eficiencia. Cometen el error de dejarse morir de hambre, y
cuando regresan inevitablemente a las viejas pautas de alimentación, almacenan
incluso más grasa con la misma cantidad de alimentos que habían comido antes de la
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dieta, ¡y terminan por ganar más peso del que habían perdido! Esa es la razón por la
que nuestra cultura se halla tan obsesionada por perder «esos cinco kilos de más».
Cuando la gente me dice que quiere perder cinco kilos, le pregunto: «¿Cinco
kilos de qué?». En la mayoría de las ocasiones realiza ejercicios de tal forma que lo
que está perdiendo es agua o músculo, pero no grasa. Puede usted pesar hoy la misma
cantidad que hace diez años, pero ser mucho menos saludable porque su músculo se
ha visto sustituido por grasa. El músculo pesa más que la grasa, de modo que, si pesa
ahora lo mismo que hace diez años y su cuerpo tiene más grasa, ¡se encuentra con un
grave problema!
Aunque es cierto que deseamos limitar nuestra ingesta de grasa para que no
sea excesiva (del 20 al 30 por ciento de nuestra ingesta calórica), nada puede
compararse con el ejercicio aeróbico para entrenar su metabolismo a quemar grasa.
No existe un porcentaje «correcto» de ingesta de grasa para todos los individuos. Eso
depende de cómo se metabolicen las grasas que se ingieren.5 ¿No le encantaría
tener la misma capacidad que tanto envidia en los demás, en aquellos bendecidos
con un metabolismo que quema grasa ¡Puede hacerlo! Todo es una cuestión de
condicionamiento.
Como hacer distinciones sobre el metabolismo aeróbico y el anaeróbico.
La cuestión es que uno no quiere agotar el oxígeno durante la práctica del
ejercicio. Para saber si ha ido más allá de lo aeróbico para entrar en lo anaeróbico, he
aquí una prueba sencilla cuando esté realizando ejercicio, ¿puede hablar?
(aeróbico). ¿o se ha quedado sin aliento? (anaeróbico). Su respiración debe ser firme
y audible, pero no trabajosa. ¿Cómo se siente cuando ha terminado? Si ha hecho
ejercicio aeróbico, debería sentirse agradablemente cansado. Si ha hecho ejercicio
anaeróbico, se sentirá definitivamente agotado. En una escala de O a 10, con o
representando el mínimo ejercicio, y 10 la máxima intensidad, ¿cuál sería su
puntuación? Si supera una puntuación de 7 ha pasado de lo aeróbico a lo anaeróbico;
idealmente, debería evaluarse entre 6 y 7.
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Aprovechar su capacidad aeróbica exige una forma de entrenamiento muy
específica. En primer lugar, es aconsejable llevar puesto un monitor para controlar los
latidos del corazón. Luego, hay que calentarse gradualmente, hasta alcanzar la zona
óptimas de entrenamiento aeróbico.
Su calentamiento conseguirá por lo menos dos cosas: 1) MOVILIZARÁ
gradualmente los ácidos grasos almacenados en su cuerpo, haciéndolos pasar a la
comente sanguínea, por lo que así podrá utilizar su grasa, en lugar de su azúcar en
sangre, que es vital. Este aspecto es fundamental. Si no realiza ejercicios de
precalentamiento, puede estar haciendo ejercicio aeróbicamente, es decir, con
oxígeno en las células, pero sin quemar grasa. Durante el precalentamiento debe
alcanzar unos latidos cardiacos que sean el 50 por ciento del máximo utilizado en el
método estándar de cálculo (véase nota a pie de página para el recuadro). 2) Impedirá
que se produzcan calambres. Este período de precalentamiento debería durar unos
quince minutos. Eso le permite a su cuerpo distribuir gradualmente la sangre por
todas aquellas zonas que la necesiten, en lugar de derivarla inmediatamente de los
órganos vitales, lo que constituye una distinción crítica para asegurarse de que sus
ejercicios le aportan salud y buen estado físico, sin hacer daño alguno a su sistema.
En segundo lugar, haga ejercicio, dentro de la zona de entrenamiento aeróbica,
durante por lo menos veinte minutos, aumentando idealmente hasta alcanzar entre
treinta y cuarenta y cinco minutos.
La mejor forma de encontrar su ritmo cardiaco óptimo durante el
entrenamiento consiste en aplicar la siguiente fórmula:
Calculo de los latidos ideales de su corazón6
180 - su edad = latidos ideales del corazón, en los que puede hacer ejercido
aeróbicamente, antes de pasar a hacerlo anaeróbicamente.
Si se está recuperando de alguna grave enfermedad, o está siendo medicado,
reste diez puntos adicionales.
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Si no ha realizado ejercicio anteriormente, o ha sufrido una herida, o ha
descuidado su entrenamiento, o si contrae con frecuencia resfriados, reste cinco
puntos.
Si lleva practicando ejercicio menos de dos años sin encontrar verdaderos
problemas, y sólo ha sufrido un resfriado o gripe una o dos veces al año, mantenga
igual la puntuación.
Si lleva practicando ejercicio más de dos años sin encontrar verdaderos
problemas, al mismo tiempo que hace progresos en competición, sin sufrir heridas,
añada cinco puntos.
Antes de iniciar cualquier programa de ejercicio físico, consulte con su
médico.
En tercer lugar, tómese de doce a quince minutos para enfriarse
apropiadamente, ya sea caminando o realizando cualquier otra forma de movimiento
suave. De este modo, impide que la sangre se acumule en los músculos que han
trabajado. Si después del ejercicio detiene bruscamente el movimiento, la sangre no
tiene forma de regresar para ser debidamente limpiada, reoxigenada y redistribuida.
Se queda en el músculo, congestionándolo y aumentando la toxicidad en la comente
sanguínea.
La gente se muestra a menudo remisa a comprometerse con un programa de
ejercicios porque vincula demasiado dolor a él, ya sea el dolor físico o el de no
disponer del tiempo suficiente. Pero, si lo intenta, hará dos descubrimientos
agradables: 1) le encantará trabajar de este modo porque produce placer y no dolor;
2) experimentará un nivel de vitalidad física como no había sentido antes.
Si le preocupa la cantidad de tiempo que requiere, piense en otras formas de
aprovechar su tiempo al máximo. Por ejemplo, durante el precalentamiento puede
estar escuchando cintas grabadas, viendo las noticias en la televisión, haciéndose las
preguntas de poder de la mañana o de la noche, leyendo sus tarjetas de jerarquías, de
valores y reglas o hacer otros usos productivos de su tiempo. Cuando le pregunté a
Stu Mittleman qué recomendaba él como programa de trabajo, sugirió empezar con
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por lo menos tres sesiones semanales, con quince minutos de precalentamiento, veinte
minutos en la zona de entrenamiento aeróbica y quince minutos para el enfriamiento.
Luego podía pasarse a sesiones más prolongadas, según conviniera.
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CONCLUSION
Este ensayo basado en los resultados de Stu nos asegura que podemos
mantener y mejorarla resistencia incluso en nuestros años dorados a través. Del
entrenamiento del metabolismo ¡No tenemos por qué ser frágiles en la vejez! La
cronología no es el arbitro de nuestra salud, sino más bien el compromiso con un
estilo de vida que la fomente. Aunque algunas personas nacen con una predisposición
a quemar grasa, o se ven bendecidas con un regalo de velocidad o potencia.
Cualquiera puede alcanzar resistencia y vitalidad decidiendo condicionar
conscientemente la química de su propio cuerpo y una mejor administración de la
energía, elmetabolismo.
¿Le estoy sugiriendo que el entrenamiento aeróbico es el único tipo de
ejercicio o actividad que vale la pena hacer? Desde luego que no. El objetivo
consiste en tener salud y estar en buena forma física; lo que queremos es aumentar la
actuación al mismo tiempo que la resistencia. (Recuerde que en cualquier momento
que trabaje a un ritmo anaeróbico, lo hace a expensas de su resistencia.) A medida
que empieza a desarrollar su capacidad aeróbica, una vez que ha alcanzado una
meseta (en algún momento durante su segundo a cuarto mes de ejercicio), puede
obtener potencia añadiendo a su régimen algunos ejercicios anaeróbicos, como una
serie de repeticiones rápidas con las pesas. Esto difiere de una persona a otra, y la
mejor prueba consiste en escuchar lo que le indica su propio cuerpo. Si está corriendo
por la playa y de repente le entran ganas de ponerse a saltar, ¡hágalo! Desarrolle la
sabiduría del cuerpo; aprenda a observar la habilidad de su cuerpo para afrontar tareas
físicas cada vez más desafiantes.
No estamos limitados por nuestra edad, sino que
nos vemos liberados por ella. STU MFTTLEMAN
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Lo más excitante de todo es que, como sucede con todas aquejas pautas que
nos producen placer, el ejercicio puede convertirse en una adicción positiva. Por
mucho que haya evitado usted el ejercicio hasta ahora, probablemente se sentirá
mucho más atraído hacia él en cuanto descubra lo agradable que es funcionar ade-
cuadamente. La investigación ha demostrado que, si practica ejercicio con
regularidad durable un período de tiempo superior a doce meses, formará esta
adicción positiva durante toda la vida. Aunque se salga del camino durante un
período de tiempo, siempre volverá a un régimen consistente de ejercicios durante el
resto de su vida. Su cuerpo se sentirá atraído hacia el placer de la salud, hacia la
elevación natural de su potencial físico. ¿Por qué? Porque habrá entrenado a su
sistema nervioso condicionando su metabolismo a anhelar esta experiencia. Todos
nos merecemos la vitalidad física que puede transformar la calidad de nuestras vidas.
Su destino físico se halla íntimamente relacionado con sus destinos mental,
emocional, financiero y de relaciones. De hecho, incluso determinará si tiene usted o
no un destino.
El cuerpo humano es la mejor imagen del alma.
LUDWIG WlTTGENSTEIN
Preguntas de reflexión:
¿Se encuentra actualmente practicando ejercicios aeróbicos o anaeróbicos?
¿Está quemando grasa o glucógeno?
¿Se despierta por la mañana sintiéndose cansado?
¿Se siente hambriento después de haber practicado ejercicio?
¿Experimenta cambios bruscos de estado de ánimo después de haber practicado
ejercicio?
¿Sigue teniendo esa misma capa de grasa, a pesar de sus esfuerzos más diligentes?
Si ha contestado afirmativamente a estas preguntas, lo más probable es que esté
practicando las actividades o los ejercicios anaeróbicamente.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y CITAS TEXTUALES
CORPORACIÓN MICROSOFT. Rereferencia Microsoft Encarta 2002.
INTERNET.
ROBBINS, Anthony. “Poder Sin Límites”. Ediciones Grijalbo S.A.
Venezuela 1993.
CORNEJO, Miguell Ángel. Excelencia en Manufactura. AudioCasette.
Estudios Iberonet. Barcelona – España 1997.
CORPORACIÓN MAKE LIFE BETTER™. Guía de Soluciones y
Aplicaciones en caso de Infecciones Parasitarias. Venezuela 2003.
MEDICINA ALTERNATIVA SISTEMICA. Material Inédito de Edición
y Presentación. Estado Aragua. Maracay - Venezuela. 2003.
PROYECTO DREAMSMAKER®. Revisión y Soporte de Actualización
de la Medicina Natural. Estado Aragua. Maracay - Venezuela. 2003.
1Maffetone, doctor Philip, Everyone Is an Athlete, Nueva York, David
Barmore Publishers, 1990.
2Maffetone, doctor Philip, «The 1.000-Mile Race of Lite: How to be
Healthy and Fit», Robbins Research Report, otoño de 1990, San Diego: Robbins
Research International Inc.
3Maffetone, «The 1.000-Mile Race of Life».
4Para distinciones adicionales sobre la dieta, léase el capítulo «Energía: el
combustible de la excelencia», en el libro, Poder sin limites. De Anthony Robbins.
5 Hay en fisiología un principio denominado la ley de la acción masiva que
gobierna la forma que tiene su cuerpo de utilizar el combustible que usted le aporta.
SÍ aporta a su cuerpo una cantidad suficiente de grasa, la utilizará como combustible;
si hace que su cuerpo pase hambre de grasa, la almacenará. En otras palabras, su
cuerpo usará aquello con' lo que usted le alimente. Desde luego, esta ecuación queda
incompleta sin el factor del ejercicio para quemar realmente la grasa que consume.
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6El cálculo tradicional para su zona de entrenamiento es: 220 - su edad =
latidos máximos del corazón x 65% - 85% = zona de entrenamiento. La fórmula
citada anteriormente procede de Stu Mittileman y el doctor Philip Maffetone.
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