Encuentro con el General Rosas

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ENCUENTRO CON EL GENERAL ROSAS CHARLES DARWIN

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A la mañana siguiente, al acercarnos al RíoColorado, vimos cambiar el aspecto de la región, ypronto llegamos a una pradera cubierta de céspedque, con sus flores, su trébol crecido, y sus pequeñosbúhos, se parecía mucho a las pampas. Tambiéndejamos a nuestro paso un fangoso pantanobastante extenso, que en verano se seca y quedacubierto de incrustaciones de diferentes sales, dedonde deriva su. denominación de salitral. Estabarecubierto de plantas bajas y carnosas, de la mismaclase que las que crecen a orillas del mar. ElColorado, en el paso por donde lo atravesamos,tiene solamente unas sesenta yardas de ancho,aunque por lo general su anchura debe ser el doble.Su curso es muy sinuoso y está jalonado de sauces ymacizos de juncos. Según se me informó, ladistancia hasta la desembocadura era de nueve

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leguas en línea recta, pero de veinticinco siguiendo elcurso del río. Nos demoramos al cruzarlo en canoadebido a la presencia de unas enormes tropillas deyeguas que nadaban por el río siguiendo una divisiónde tropas que se hallaba en el interior. Jamáscontemplé un espectáculo más cómico que esoscientos y cientos de cabezas, todas en la misma di-rección, con orejas erectas y resoplantes narices,emergiendo apenas sobre la superficie del aguacomo un enorme banco de algún tipo de anfibio.Las carne de yegua es el único alimento que utilizanlas tropas en campaña. Esto les da una gran facilidadde movimiento, pues la distancia que los caballospueden recorrer sobre estas llanuras es sin dudasorprendente: me han asegurado que un caballo, sino lleva carga, es capaz de recorrer cien millasdiarias por espacio de varios días ininterrumpida-mente.

El campamento del General Rosas estabasituado junto al río, y consistía en un cuadradoformado por carretas, artillería, chozas de paja, etc.Los soldados eran casi todos de caballería, y yo diríaque un ejército integrado por gentes con talapariencia de villanos y bandoleros jamás podíahaberse reunido en época alguna. La mayor parte de

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los hombres eran mestizos de negro, indio yespañol. No sé por qué razón, pero la gente de esasangre, rara vez tiene una buena expresión en elsemblante. Me dirigí al secretario de Rosas parapresentarle mis pasaportes, y comenzó ainterrogarme en forma grave y misteriosa.Afortunadamente traía conmigo una carta derecomendación del gobierno de Buenos Aires1 parael Comandante de Patagones, la que fue llevada alGeneral Rosas. Este me envió un mensaje muyatento, y el secretario regresó lleno de sonrisas yamabilidad. Nos alojamos en el rancho de unanciano español muy singular, que había servido conNapoleón en su expedición contra Rusia.

Permanecimos dos días en el Colorado, durantelos cuales poco pude hacer, pues la zona adyacentees un pantano que en diciembre, al llegar el deshielodel verano en la Cordillera, queda inundado por elrío. Mi más grande entretenimiento fue el deobservar las familias indias cuando venían a comprarartículos de poca importancia al rancho en que 1 Deseo expresar, en los más cálidos términos, miagradecimiento al gobierno de Buenos Aires por laforma tan cortés en que me fueron concedidospasaportes para todas las regiones del País, en micarácter de naturalista del Beagle.

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estábamos. Se calcula que el General Rosas teníaalrededor de seiscientos indios considerados comoaliados suyos. Esta gente era de una raza de estaturaelevada y de buena apariencia. Sin embargo fue fácilver, más adelante, el mismo semblante en lossalvajes fueguinos, pero enormemente afeado por elfrío, la falta de alimentos, y la Inferior civilización.Algunos autores, al definir las razas principales de laespecie humana, han efectuado una distinción,separando estos indios en dos clases, lo que enrealidad es incorrecto. Entre las mujeres jóvenes,llamadas "chinas", las hay que merecen hasta sercalificadas como bellas. Su cabello es grueso, perobrillante y negro, y lo llevan en dos trenzas que lesllegan hasta la cintura. Su color es bastante oscuro, ysus ojos relucen con fulgor; sus piernas, pies, ybrazos son pequeños y bien formados. Se adornanlos tobillos, y a veces la cintura, con anchosbrazaletes de cuentas azules. Nada pude ver másinteresante que algunos de estos grupos familiares.Una mujer con una o dos de sus hijas, por ejemplo,llegaban a menudo a nuestro rancho montadas en elmismo caballo. Cabalgan como los hombres, perollevan las rodillas más arriba, acaso por estaracostumbradas a viajar en los caballos que llevan la

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carga. Los deberes de la mujer india consisten encargar y descargar los caballos, levantar las tiendaspor la noche; en una palabra, son esclavas útiles, loque sucede con todas las mujeres de los salvajes. Loshombres guerrean, cazan, cuidan de los caballos, yfabrican los arreos. Una de sus dos piedras

principales tareas caseras es la de golpea entre sípara redondearlas, con el objeto de fabricar lasboleadoras. Con esta importante arma los indios vande cacería no sólo de los animales que utilizan en susustento, sino también de sus caballos, que correnlas llanuras libremente. En la pelea, lo primero quetrata es de echar por tierra al caballo de su oponentemediante el uso de las boleadoras, y cuando suadversario está trabado por la caída, entonces tratade matarlo con el chuzo. Si las boleadoras sólollegan a sujetar el cuerpo o el cuello del animal, suelehuir con ellas. y el indio las pierde. Como la tarea deredondear las piedras toma un par de días, sufabricación es una ocupación muy común. Varios deestos indios, tanto hombres como mujeres, usabanel rostro pintado de rojo, pero no vi en ninguno lasfranjas horizontales que acostumbran pintarse losfueguinos. Su mayor orgullo es el de poseer todaclase de artículos de plata: vi un cacique que usaba

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espuelas, estribos y freno de plata, y también uncuchillo con el mango de este metal; la cabezada ylas riendas eran de alambre de plata, y no másgruesos que la tralla de un látigo. El hecho de ver uncaballo tan brioso obedeciendo las órdenes que suamo le trasmitía mediante unos arreos tan delicados,era realmente un ejemplo de notable elegancia enmateria de equitación.

El General Rosas insinuó que deseaba verme,cosa que más adelante hizo que me sintierasumamente complacido. Tiene una extraordinariapersonalidad y goza de una influencia notable en elpaís. Parece probable que la ejercerá en pro de laprosperidad y el adelanto de su patria 2. Se dice queposee setenta y cuatro leguas cuadradas de tierra yalrededor de trescientas mil cabezas de ganado. Susestancias son administradas admirablemente yproducen una cantidad mucho mayor de trigo. quelas de otros hacendados. Rosas se hizo famoso. enprimer lugar, por las reglamentaciones que dictópara sus propias estancias, y por haber impuesto unagran disciplina sobre varios centenares de hombres,con el objeto de rechazar eficazmente los ataques de

2 Esta profecía ha resultado ser completa y desgraciadamenteequivocada, 1845.

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los indios. Se cuentan muchas historias relativas a larigidez con que ponía en práctica sus disposiciones.Entre otras cosas, éstas prohibían absolutamente atodo el mundo, so pena de ser puesto en el cepo,llevar cuchillo los domingos. Como era ese díacuando más se jugaba y se bebía, se suscitabaninfinidad de riñas, y por el hecho de quegeneralmente se peleaba a cuchillo, los resultadoseran con frecuencia fatales. Un domingo llegó elGobernador, con gran pompa, a visitar la estancia, yel General Rosas, apurado por verle, salió a recibirlecon el cuchillo en la cintura, como era su costumbre.El mayordomo le tocó el brazo, recordándole lasreglamentaciones, a lo que Rosas, volviéndose alGobernador, le manifestó que mucho lamentabatener que abandonar su compañía, pero debía serpuesto en el cepo y hasta que no le soltaran, no teníaautoridad alguna, aun hallándose en su propia casa.Al rato, convencieron al mayordomo de que abrierael cepo donde Rosas se encontraba, dejándole enlibertad, pero tan pronto como así lo hizo el Generalse encaró con él diciéndole: Ahora es usted quien haquebrantado los reglamentos, de modo que deberáocupar mi lugar en el cepo". Estas cosas encantaban

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a los gauchos, que poseen un concepto muy elevadode su propia igualdad y dignidad.

El General es, además, un consumado jinete, loque representa una habilidad fundamental en un paísdonde una vez un ejército, luego de haberse reunido,seleccionó el general que encabezaría sus tropasmediante la realización de la siguiente competencia:se llevó una tropilla de caballos indómito 3 uncorral, y se les hizo pasar de a uno por una salidaque daba a campo abierto, sobre la cual había untravesaño; se había decidido previamente quequienquiera se dejara caer desde el travesaño sobreuno de estos animales cerriles, a su paso hacia lalibertad, y fuera capaz sin usar silla ni riendas nosólo de cabalgar en él sino de traerlo de vuelta a lapuerta del corral, sería elegido general. El hombreque venció en esta competencia fue en efectollevado a general, habiendo resultado el comandanteadecuado para tal ejército. Esta extraordinariaproeza fue también llevada a cabo por Rosas

Por medio de estos recursos, y haciendo suyaslas costumbres y la indumentaria de los gauchos.Rosas ha alcanzado una popularidad sin límites en elpaís, y por lo tanto, una tiránica ascendencia. Meafirmó un comerciante inglés que habiéndose

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arrestado a un hombre acusado de asesinato, alpreguntársele la causa de su acción contestó: "Hablómal del General Rosas, y por eso lo maté". Unasemana después el asesino estaba en libertad.Seguramente fueron los partidarios del Generalquienes dispusieron esto, y no él mismo.

Conversando con él, Rosas se muestravehemente, sensato, y extremadamente serio. Llevasu seriedad a límites desusados: una vez escuché laanécdota siguiente de boca de uno de sus bufones(tiene dos de estos histriones, como los barones deantaño: "Tenía muchos deseos de escuchar unadeterminada pieza de música, de modo que mepresenté ante el General dos o tres veces parapedírselo. Me contestó que no le molestara, puesestaba ocupado. Al ir nuevamente, me dijo que sívolvía, me castigaría. Por tercera vez fui a verle, yechó a reír. Salí de su tienda como un rayo, pero yaera muy tarde: les había ordenado a dos soldadosque me detuvieran y me estacaran. Rogué por todoslos santos del cielo que me perdonara, pero no lohizo: cuando el General se ríe, no perdona a nadie,ya sea loco o cuerdo". El pobre bufón todavía seestremecía de dolor al recordar el suplicio, Se tratade un castigo muy severo: se clavan cuatro estacas

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en el suelo y se ata al condenado de pies y manos,dejándolo que se estire allí, en posición horizontal,durante varias horas, al encogerse las correas decuero fresco con las que se la sujetó. Evidentementela idea proviene del método generalmente utilizadopara secar los cueros. Mi entrevista con Rosasterminó sin haberle visto sonreír, sin embargoobtuve un pasaporte y una autorización paraemplear las postas del gobierno, todo lo cual me fueconcedido del modo más amable y diligente.

A la mañana siguiente nos dirigimos hacia BahíaBlanca, donde llegamos a los dos días. Al salir delcampamento en sí atravesamos las tolderías indias.Los toldos son redondos, con forma de horno, yestán recubiertos de cueros; a la entrada de cada unovi clavado un afilado chuzo. Se dividían en gruposseparados, que pertenecían a las tribus de losdiferentes caciques, y a su vez dichos grupos estabandivididos en otros menos importantes, según elparentesco de sus dueños. Viajamos un largo trechosiguiendo e1 valle del Colorado, las llanuras aluvialesque lo bordean parecían fértiles, y se supone quesean muy adecuadas para el cultivo de cereales.Dejando atrás el valle del río, nos dirigimos hacia elnorte y pronto llegarnos a una tierra distinta de la

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llanura que halláramos al sur del Colorado. Era aúnseca y estéril, pero crecían en ella muchas clasesdiferentes de planta, y abundaba la hierba, aunquetodavía marchita y descolorida, en tanto queveíamos menos arbustos y espinosos. Estosdesaparecieron totalmente a medida que avanzamosun poco, y pronto quedó la llanura sin siquiera unmatorral para esconder su desnudez. Este cambio enla vegetación señala que allí comienza el enormedepósito de carácter calcáreo-arcilloso queconstituye la amplia extensión de las pampas, ycubre las rocas graníticas de la Banda Oriental.Desde el estrecho de Magallanes fiesta el Colorado,distantes entre sí unas ochocientas millas, el suelo esenteramente de cascajo; las piedrecillas que loforman son en especial de pórfido, y probablementesu origen está en las rocas de la Cordillera. Pasandoel Colorado en dirección al norte, la capa de cascajose adelgaza gradualmente, y los guijarros se hacencada vez más y más pequeños, y es aquí donde ter-mina la vegetación típica de la Patagonia.

Después de cabalgar por espacio de unas 25millas hallamos una ancha faja de dunas que abarca,de este a oeste, hasta donde la vista puede alcanzar.Los médanos que cubren el suelo arcilloso

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posibilitan la formación de charcos, ofreciendo así,en esta región tan seca, depósitos de agua dulce deinapreciable valor. Las grandes ventajas que surgende las desigualdades e terreno no siempre provocanuna suficiente impresión en nuestro espíritu. Losdos insignificantes manantiales que encontramos enla larga travesía, entre el Río Negro y el Colorado seoriginaban en pequeñísimas desigualdades en lasuperficie de la llanura; sin ellas no habríamoshallado ni una gota de agua.

La faja de dunas tiene unas ocho millas deancho, y en algún período geológico anterior esprobable que formara el margen de un gran estuario,situado donde hoy en día fluye el Colorado. En estazona, donde se evidencian las pruebas cabales de lareciente elevación del terreno, nadie debería dejar delado tales observaciones, aun cuando solamente seestuviera considerando la geografía física del país.Luego de cruzar este trecho de arena, llegamos alcaer la noche a una de las casas de postas, y comovimos los caballos de refresco pastando a ladistancia, decidimos pasar allí la noche.

La casa estaba ubicada en la base de unaelevación de entre cien y doscientos pies de altura,que resultaba un detalle muy particular en esta

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región tan plana. Esta posta estaba al mando de unteniente de raza negra, nacido en Africa: puededecirse en su honor que no había. entre el Coloradoy Buenos Aires, un rancho tan pulcramenteordenado como el suyo. Tenía un pequeño cuarto dehuéspedes y un corral para los caballos, todoconstruido de postes y juncos; además, había cavadoun foso que rodeaba la casa, a modo de defensa enel caso que fuera atacada. Sin embargo, de pocohabría servido esto en tal contingencia, pero detodos modos lo que en él más alertaba parecía ser suintención de vender bien cara su vida. Hacía muypoco una banda de indios había pasado de largomuy cerca, durante la noche; si hubieran sabido de laexistencia de la posta, nuestro amigo de color y suscuatro soldados habrían hallado su fin, seguramente.Jamás me encontré, en ninguna parte, con unhombre de mejor educación ni más obsequioso queeste negro, siendo por esto más penoso todavía elhecho de que se hubiera negado 3 compartir nuestramasa.

A la mañana nos hicimos alistar los caballos muytemprano, y emprendimos viaje nuevamente en unestimulante galope. Dejamos atrás la Cabeza delBuey, antiguo nombre de la cabecera de una gran

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ciénaga que llega hasta Bahía Blanca. Aquícambiamos los caballos y recorrimos varias leguas depantanos y ciénagas salinas. Después de cambiarcabalgaduras por última vez, continuamos atra-vesando la zona pantanosa, donde mi caballo cayó ydio conmigo por tierra quedándome empapado deaquel barro negro; ciertamente que un accidentemuy desagradable sobre todo al no tener a mano unamuda de ropa. Cuando estábamos a pocas millas delfuerte vimos a un hombre que nos dijo que habíaoído el disparo de un cañón de gran calibre, lo quehabitualmente se interpreta como señal de que seaproximan los indios. De inmediato, por supuesto,abandonamos el camino y avanzamos bordeando unpantano, que es la mejor manera de escapar si uno seve perseguido. Fue para nosotros un alivio vernosdentro de las murallas, aunque supimos entoncesque la alarma había sido injustificada, ya que losindios del caso resultaron ser amigos, que deseabanaliarse con el General Rosas.

Bahía Blanca casi no merece ser llamada"pueblo"; sólo consta de unas pocas casas y de losbarracones donde habitan las tropas, todo encerradopor un profundo foso y una muralla fortificada. Fueestablecida hace muy poco (en 1828), y su desarrollo

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ha estado marcado por continuos tropiezos. Laregión colonizada fue ocupada injustamente por elgobierno de Buenos Aires, bajo el uso de la fuerza,en vez de adoptar el juicioso ejemplo de los virreyesespañoles, que compraron a los indios las tierras querodean la zona colonizada, más antigua, de RíoNegro. A eso se debe la necesidad de levantarfortificaciones, así como la escasez de casasedificadas y de tierras cultivadas en extramuros: niaun el ganado está seguro de los ataques de losindios pasando los límites de la planicie donde fuelevantada la fortaleza

Dado que el lugar donde el Beagle echaría anclasen el puerto distaba unas veinticinco millas, solicitéal Comandante de Bahía Blanca un guía y caballospara que me acompañaran a ver si ya había llegado.Al dejar atrás la llanura de verde hierba paralela alcurso de un arroyo, pronto llegamos a una planicieyerma, donde sólo había arena, pantanos salados osimplemente barro. En ciertos puntos vimosmatorrales bajos y en otros las plantas carnosas quesolamente se desarrollan donde abunda la sal. Apesar de ser una región tan inhóspita, abundaban losavestruces, ciervos, agutís y armadillos. Mi guía mecontó que hacía dos meses había escapado de la

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muerte en forma casi milagrosa. Se hallaba de cazacon dos amigos en las cercanías cuando lossorprendió una banda de indios que lospersiguieron. Pronto los alcanzaron, y dieron muertea sus dos acompañantes. Los indios llegaron atrabarle las patas de su caballo con las boleadoras,pero él desmontó rápidamente y con su cuchillocortó las ligaduras, mientras trataba de guarecersedel ataque de los indios dando vueltas alrededor delcaballo, pese a lo cual alcanzaron a inferirle dosserias heridas con los chuzos. Por fortuna logrómontar de nuevo, y mediante un esfuerzosobrehumano pudo mantenerse apenas fuera delalcance. de las lanzas de los indios, que no cejaronen la persecución hasta hallarse a la vista del fuerte.Desde ese momento, se emitieron órdenes de quenadie debía aventurarse lejos de la población. Yo nosabía nada de esto cuando salimos de Bahía Blanca,y me sorprendió mucho al ver con qué atenciónobservó mi guía a un ciervo que parecía asustadopor alguna razón desconocida y distante denosotros.