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    e Itura del

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    ultur del oberto bez

    DESLINDE TEMATICO y TEMPORALLa cultura puede ser definida l margen desus mltiples intrincaciones- como el atributode los pueblos que testimonian la originalidadde su ser y la traducen en el dominio de la aptitud creadora -configurada por el arte la literatura, la ciencia- a travs de sus individualidades superiores.Sustentamos el .concepto sin desconocer -comoanota Bhler- que el arte, la literatura y laciencia trinidad ideolgica no pueden identificarse totalmente con el conjunto de unacultura, por mucho que en ella se encuentrenenraizados ; y considerando que si las individualidades superiores de advenimiento imprevisible son efectos y smbolos de una energasocial esta misma resulta inexpugnable en susperf iles ms remotos. Con tales cautelas nosproyectamos sobre un mundo nuevo ms biensobre un pequeo sector de ese mundo): tenaztributario del mundo viejo pero ya realzadomediante sntesis orgnicas y respuestas pecu-

    liares a los estmulos de afuera, por privilegde un carcter propio.Tambin, y ms concretamente sin perjuicioreferencias a distintas fases de la invocada aptud creadora puede anticiparse que este ensaestribar ante todo en las letras: tanto porhonrada eleccin del mbito ms adecuado a lfuerzas de quien lo escribe cuanto por el hecde que la literatura, en el Uruguay y en aqumomento, descubre y logra legtima preeminecia entre las manifestaciones culturales. Y a oportuno otro deslinde. El ovecientos p ogeneralizada convencin verncula que no procribe la l iteral abarcadura del vocablo- aqse restringe al estreno del siglo: lapso de uncuatro lustros que corren -dicho sea sin rigdeces de criterio- desde 1897 -cuando Roprincipia su lcido quehacer literario con la edcin de a ida ueva I, y Vaz Ferre ira asumsu ctedra de Filosofa baluarte fundaciondel pensamiento uruguayo- hasta 1917 aoque muere el autor de Proteo y se operan o fomalizan cambios efectivos en proceso espitual del pas.

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    Escenario para cultura del Novecientos un Montevideo absorbente de hombres e ideasserto bsico

    Slo al entrar en el Novecientos y por primera vez,el Uruguay presenta credenciales fidedignas en el plano dela cultura. No ya en virtud de signos, si premonitorios,. aislados, como durante los aos precedentes, cuando emerga apenas de sus orgenes y certificaba sus virtualidadescon Larraaga, dentro de la primera generacin, conVilardeb en seguida, o, ms tarde, con Varela, BIanesa pesar de sus ligaduras acadmicas), Zorrilla de SanMartn, Acevedo Daz; sino mediante un simultneo, densoconcurso de preclaras individualidades, que eran p r m ~cabal de una solvente aptitud colectiva que, en lasletras, por lo pronto quiz no igualaba ningn otro pueblohispanoamericano-o

    Ese perodo, que cabe situar -segn lo dicho- entre1897 y 1917, comienza con las postreras y ms encarnizadas contiendas civiles de nuestra historia. Slo a finesde 1904 pese a los dos borrosos estrambotes blicos de1910- la paz toma ardua pero definitiva posesin de laTierra Purprea. Subsisten, aunque sin desorbitarse en lascuchillas, las suspicaces tensiones de blancos y coloradosque llegarn, no obstante, en 1939 y en las dos ltimasConstituciones, con la famosa ley de lemas , a extenderseun recproco seguro de vida). Mientras tanto, en preludio de la centuria, se propaga una versin domstica de la belle poque .

    im gen retrospectivEl Uruguay en cuyo nombre hay un ro cierto, conincierto acompaamiento de caracoles o de pjaros pintados) es la nacin ms pequea de la Amrica meridionalSin tradiciones indgenas ni coloniales, fue estanciao vaquera de Buenos Aires durante casi dos siglos estancia an, pero con la administracin en Londres-como confesaba Herrera y Obes- al concluir el XIX Su capital, Montevideo, fundada en la tercera dcada deXVIII junto al r o como mar , adusta plaza fuerte en uncomienzo, ilustr su absorbente vocacin portuaria -comopara el comercio-- para hombres e ideas desde que laindependencia advino. A fin de lograr la soberana, epas dio magnitudes de gesta a su gestacin. Y hall conductor genial en Artigas, no slo al decir de Rod)intuitivo renovador de la democracia de los campos, hostilizado y perseguido. . . por la oligarqua monarquista dlos Posadas y los Pueyrredones , sino abanderado nicode la repblica ntegra pura en la Amrica revolucionaria . El hroe mximo -pstumo vencedor, en definitivase borr vencido en el destierro. Pero sus epgonos consumaron en el 25 la empresa emancipadora. Nos reconocemos en ese pasado primordial: el de un pueblo que abatien la Ciudadela, para ser uruguayo, como en el ocaso dela colonia el pabelln ingls, en las luchas por la independencia el espaol, el argentino y el brasileo. En cambio

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    Mientras se extiende educaci popular se fortalece la enseanzaen todas sus ramasnos cuesta reconocernos en un pasado ms prximo. Apenas constituida e n 1830--, la Repblica fue paciente,como del intervencionismo extranjero, de sangrientas, in-acabables querellas civiles. Se sucedieron para ella, entonces,los aos terribles, con el arma a la funerala , segn palabras de Acevedo Daz. Y si la invencible resistencia alasedio de una dictadura fornea entre 1842 y 1851 le hizoganar para capital el nombre glorificador de Nueva roya que le dio en un opsculo de ese ttulo el novelistaeuropeo Alejandro Dumas, las luchas de blancos y colorados le infligieron, por el lujo y la ferocidad en el exterminio, el bautizo impresionante de La Tierra Pttrpreaque le atribuy Otro novelista, el angloargentino WilliamHudson. Qu nombre ms a propsito se preguntabaste para un pas tan manchado en la sangre de sus

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    hijos? Hacia 1875, escribi Jos Ped.ro Varela: En cua-renta y cinco aos de vida independiente hemos tenidodiecinueve revoluciones . Y llegaba a esta cruda conclusin:La guerra es el estado normal de Repblica .. Tantos males, a los que se superpondran de 1875a 1886 dos dictaduras cuarteleras, la de Latorre y la deSantos un rectilnea y sanguinaria; otra sanguinaria yrapaz explican las vicisitudes nacionales, el atraso, lascrisis de la conciencia colectiva, el penoso avance de cultura. Se coligaban, por el lado del privilegio, el latifundio pastoril, que haca y hace de la tierra el patrimoniode unos pocos; la burguesa patricia, entonces enriquecidaen el comercio o enquistada prsperamente en la alta burocracia; las infiltraciones contumaces del capital extranjero,el ingls, sobre todo como hoy el yanqui), siemprevida por las oligarquas de turno. Y ensombrecan elcuadro dialcticamente las estrecheces de la clase mediaque l n ~ r relativa holgura desde la primera presidencia de Batl le); la miseria de jornaleros y peones en ;> ciudad o la de puesteros y peones en los campos frtilesy casi desiertos, donde el indgena se haba esfumado yse iba esfumando el gaucho, hroe annimo de la Independencia y luego pico ttere de caudillos y de doctores.En las postrimeras del siglo XIX desde Herreray Obes hasta Idiarte Borda y Cuestas el pas empieza atransformarse, todava entre nuevas y graves conmociones.Surgen, en sociedades de resistencia , anarquistas y socialistas aos despus con lderes ms respetados queseguidos-o Y a partir de 1904, el ascenso del Uruguaycobra caracteres notables. La oposicin nacionalista persevera en la defensa del sufragio y patrocina, en materialaboral, frugales reformas parlamentarias. Un gran conductor d e filas coloradas-, Jos Batlle y Ordez, ilustraun benemrito aunque reStricto socialismo de estado. Desdeaquel ao bajo las dos presidenias del mismo Batlle,separadas por la de Claudia Williman se unifica laadministracin de la Repblica y se acendra, con tmidaincidencia en la democracia social, la democracia poltica.Al cabo, mientras se extiende la educacin popular yencaminada por Vare1a-, se fortalece la ense.anza en sustres ramas; se tecnifican relativamente la ganaderamatriz y la agricultura zaguera; se multiplican las obraspblicas; se incrementa la vialidad; se contempla la situacin del trabajador; se pone coto al empresismo forneocon el rescate de servicios que expriman al pas y dabanaltos dividendos en Europa. Y si por lo pronto, Se dejade hecho ileso el latifundio paraso privado de la ganadera plutocrtica se estructura una avanzada legislacinsocial, que no tardara en atraernos reconocimientos admirativos por los cuales el Uruguay l trgica Tierra Purprea, la ms revuelta y pobre de las repblicas latinoamericanas en el curso del siglo X I X sera juzgado comoel pas ms estable y progresista del Nuevo Mundo: hastavolver honrosamente inevitables comparaciones qu e yapeinan canas con Suiza con los Pases Escandinavos,con Australia, con Nueva Zelandia y con ciertos estadosde la Amrica nrdica.Hoy. ese prestigio est en coma. Sin embargo, entrefacultativos ms adustos, la esperanza no ceja en su dIagnstico.

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    Rod principiaba su lcido quehacer literario yCarlos Vaz Ferreira asuma su ctedra de filosofa

    La sntesis creadoraDe Andrs Bello y Alberdi a Jos Enrique Rod, paraasegurar la conquista de una literatura autnoma, se di-fundi el lema del americatlismo literario Y se crey satis-facerlo con la absorbente explotacin de nuestra naturalezay nuestra histOria As durante aos, pOr crisis de perspec-tiva, se hizo estribar el lema en el tema Y se diput el.cosmopolitismo que es tambin fermento fundamental delNuevo Mundo como antnimo del americanismo.En un ensayo de 1948, intentamos dilatar esa perspec-tiva y poner la tnica en la americanidad como eset ciano slo como apariencia autenticada previamente por lajerarqua sine qua non del arte o del pensamiento).Sin duda, la originalidad primigenia de estOs pases,

    se deslea o naufragaba ante el oleaje inmigratorio. Perolas reservas de la vida, que impone con sus fuerzas inago-tables formas sustituyentes all donde perecen o se desva-necen otras formas, posibilitan en lo social y en lo culturaluna originalidad de nuevo tipo.En efectO el etlcuet1tro de lo prstino y de lo extraofue condicionado ~ n normas dialcticas ajustadas ala fisonoma del instante por aget tes demirgicos deentidad ostensible o discreta: como la morada telrica, lasociedad preestablecida, la historia viva con su. gesta re-ciente, la nacionalidad definidora, la lengua unitaria que siendo la espaola no era la de Espaa, dada la com-plejsima procedencia del prlante), incluso los idealesconfiguradores en el careo de la tradicin y el porvenir.y hubo fusin ms que de razas, convencionalismo fal-samente homogneo de incontables grupos humanos:indgenas, conquistadores, criollos, esclavos importados, in-migrantes. Con simultnea fusin de ideas y sentimientosdiverssimos. El resultado no fue una ciega temida-agregacin o suma catica, sino una sntesis, que tuvOnaturales variantes en cada pas, con forzosa pretericinde lo inasimilable y delineamiento progresivo de hombresy sociedades sin precedentes.Puede bosquejarse entonces una ley morfolgica delproceso hispanoamericano, tan efectiva en la sociabilidady en la cultura de los diferentes pueblos como en laespecial modulacin del individuo. Semejante ley co-rresponde insistir fundada en la espontaneidad de lavida, se manifiesta en una sntesis, pero en una sntesiscreadora esto es original. Y se cifra en un espritu indito:libre ecmntJico sumario en el que se intuye un nosquacento desconocido irreductible los instrumentOs delanlisis.Tal es la esencia del americanismo: una sntesis crea-dora, traducida en un espritu singular, de rasgos clara-mente discernibles y acento inabordable. Y dicha esenciadetermina por sus circunstancias l margen de las va-riantes nacionales ya aludidas tres categoras genricas.

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    As, hay una americanidad ontolgica de primer grado enque el color local y la esencia veracula coinciden (comoen Martn Fierro o en Tabar ; una m e r i c ~ n i d d ontol-gica de segundo grado inaparenre o profunda, de esenciaverncula, pero color 0 forma universales (como en ProsasProfanas o en Los Peregrinos de Piedra ; un4 america-nidad de ontolgica, la menos comn, en que la esenciadesentraa sus credenciales y se traspone en prdica normativa (como en Nuestra Amrica o en Ariel .Deliberadamente, d e n t ~ o de cada categora, limitamosla posible multitud ejemplar a un par de ttulos (aunquehubieran podido conmutarse los dos primeros --del sigloXIX por muchos del Noveciemos oriental Campo,Barranca abajo El Terrtto, Los Desterrados . Entreaquellos rtulos, y en lo a tinente a la segunda categora,dimos el de Prosas Profanas, que ahora justificar un parntesis corroborante. Conocida es la tesis de Rod ( No esel poeta de Amrica ). s en cambio, desconocida laesclarecedora disidencia de Unamuno, quien ya subray, en1899, a travs de una pg ina memorable pero olvidada--olvidada, al cabo, por l mismo-, la exacta filiacin deaquella obra: pues, comulgando a regaadientes con exotismos y versalleras, la define como intraamericana . l

    El Parque Capurro a comienzos de siglo.JUiCIO --que nos toc exhumar no hace mucho-- era adivinatOrio y certero. Porque lo americano, segn adujimos,no es tema o color local exclusivamente. Puede asimismorevelarse en su dimensin cosmopolita. Y para ser legtimoen cualquiera de sus expresiones -supuesta la calidad delhacer- tiene que revalidarse desde adentro: como esencia.

    La sntesis creadora frmula posible de originalidadlatinoamericana, ofrece entonces, en nuestro pas, con lastres referidas categoras genricas, una ~ r i n t e propia, condicionada por los agentes demirgicos que tambin aqupres idieron el encuentro de lo prstino y de lo extrao:as -repetimos-, la morada te lrica , la sociedad preestablecida, la historia viva con su gesta cercana, la nacionalidad definidora, la lengua, incluso los ideales configuradares en el careo de tradicin y porvenir.Apoyados en tales agentes, aunque absorbindolos enel principio reCtor de la nacionalidad misma, estructuraronsendas teoras del Uruguay, Acevedo Daz y Zorrilla deSan Martn.Acogindose a posiciones divergentes (evolucionistala del uno, providencialista la del otra), coincidieron enel propsitO de fortalecer la conciencia del ser colectivo ydiferenciarlo para justificarlo.

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    Eduardo Acevedo Diaz: la novela nativa y heroica.su epopeya ecuestre. y concbe sus criaturas como idiosincrasias o temperamentos primitivos engendros o productos del mdium y muestrs de una sociabilidad embrio1ktria , cuyo exceso de energas y cuya espontnea pasin delibertad coinciden venturosamente. con la tendencia inicialal cambio, frente al imperio del hbito, posibilitando lagesta emancipadora.

    No idealiza a tales criaturas, en quienes reconoce elatributo negativo de la taimona y a quienes sabe susceptibles de reversi es o retornos a la barbarie; pero lasexhibe dotadas de grandeza: por el ciego valor o la aptitud del sacrificio. Y afirma que el egosmo local elamor fantico a la tierra tangible en el gaucho, nuesi:rotipo nacional ms entero, y encarnado en el caudillo prepotente, promovi, por obra del archicattdillo, la confederacin de los diversos pagos y el delineamiento de lapatria. Como luego, por desvo o desenfoque de aquel ex-ceso de etlergas, la encarnizada peripecia civil. .Tal, en pocas palabras, la doctrina, que acopla, a lapresencia del gran novelista, la del obstinado socilogo.y hace de ste, auscultador de un mundo primitivo, eldiscreto pedagogo de un pueblo: as en una pgina autocrtica de 1895, otorgando vigencia pstuma a su mensaje,Acevedo consigna su intencin de instruir almas y educarmuchedumbres, aunque las muchedumbres que se eduqueny las almas que se instruyan no lleguen a ser las

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    Zorrilla: elegia y epopeya.uan Zorrilla de San artny su teora providencialista

    Fines apologtiCos de expresin ms directa. hay .enla teora de la nacionalidad estructurada por Juan Zornllade San .Martn.Apacible representante del catoliciSmo, vocero vitaliciode la patria y poeta de primera magnitud, el nico realgrande de nuestro siglo XIX, sera a la vez, comosucesor de s mismo, uno de los mayores prosistas delNovecientos.Muy joven - t ras un libro de adolescencia justifica.damente indito, Flores MarchitaS 187274)-, publicen Chile sus Notas de un imno 1877), con algo delmostrenco romanticismo en boga y mucho de Bcquer, unBcquer recin descubierto y adoptado en seguida. conduradera fascinacin. Vuelto a Montevideo, Se convirti,de sbito y sin caducidades, en el poeta nacional con laLeyenda PatNa (1879), poesa in voce incansablementedicha y retocada por l durante varios lustros, fronterizade la elocuencia, pero memorable -originariamentecomo acto un acto histrico en la evolucin moral delpas. Luego, en .1888, sac a luz Tabar uno de los msbellos poemas continentales, que cabe definir -variandofrmulas de propio autor -

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    Poesa in voce incansablemente dicha nos unan l Brasil, pero de ste nos apartaban los factoressociolgicos y los climtcos Queden l margen dos pala-bras, una por inadecuada, otra por ambigua, que tambinemplea: climatrico y etnolgico .

    us argumentos, reievados por l grandeza de l figurahistrca evocada y por el bro de l evocacin, declinanen su obvia insuficiencia; pues, aunque tengan en Diossu ltimo reducto, sucumben en un inerme determinismogeogrfico. Pero valen como tentativa preclara y perfecti-ble. Zorrilla con ellos se aplica igualque Rod en otraesfera a l gran tarea de caracterizarnos: movido porl lcida certidumbre de que l diferencia es clave inicial

    y caucin defnt iva de toda independencia. Y aunque tribut en exceso, inclusive como providencialista, a un sabecientfico indeciso y precario, fue consciente de una verdad pragmtca: l flaqueza requiere razones que l fuerzno necesita. Un puma de partida menos etreo y un puntde llegada menos angosto, le habran concedido mayocontundencia. o obstante, su doctrina tambin perdurcomo acto de amor. Y, el pueblo de que el poeta fuadmirable intrprete, y empezaba, precisamente en el Novecientos, a justificarlo y a justfcarse del todo: ascendiendo y creando, en el orden social y espiritual, segla consigna fustica. Porque tambin l independencia debconquistarse cada da.

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    La sbita plenitud a que llegamos en el Novecientosno contaba con las ventajas de una tradicin vertebral.Por eso el triunfo de las energas asimilativas no esconde,en la cresta del acontecer histrico, las vicisitudes delaprendizaje.Nos demoraremos en un s indi io que certificalos zigzagueos de la cultura en sus manifestaciones externas:Si hay en la vida individual una edad en que se leelo que se halla y otra en que slo se lee lo que se busca,lo mismo ocurre en la existencia colectiva. El segundo eselQlSO de Europa; el de estas tierras, el primero. La heterogeneidad de las lecturas practicadas aqu y entonces

    ~ resea sagazmente Carlos Real de Aza en Am-biente espiritual del 900 puede constituir un precisopunto de referencia para singularizar aquella anrquicaformacin.Ello no obstaba, en la rbita del pensamiento, las.polarizaciones homogneas, con el atraso de unos aosrespecto del ncleo que imparta la prstina incitacin.Arturo Ardao ha estudiado con autoridad las pugnasfiniseculares del espiritualismo y el positivismo, as comolas dos grandes direcciones que se manifestaron en el pasdespus del 900 , el empirismo idealista, presidido porlos nombres de Bergson y James, y el materialismo cientfico, que derivaba de los Haeckel, Otswald, Le Dantec .

    CIENCI

    El arte con la mUSlCa o la plstica) y ante todo,las letras, tienen papel capital en el estallido del Novecientos.Inferior es el concurso de la ciencia, carerite de medio.y de medios para sazonar en contribuciones originales deapreciable cuanta. Se conjuraban para decidir semejanteminoridad conocidos factores: as las modalidades prevalecientes en el carcter hispanoamericano, ms propenso ala espontaneidad y a la improvisacin que al rigor y a ladisciplina; la estrechez de nuestros recursos. absorbidosentonces por perentorias preocupaciones de orden social;la incipiencia de nuestras industrias, que no requeran niestimulaban el espritu de investigacin; la poltica de cam-panario, cuyos irresistibles llamamientos imponan parntesis baldos o mermas irreparables a preciosas vocaciones.Si an hoy cuando cobra impulso la ciencia pura, las leyespresupuestales no amparan con la debida eficacia el quede los especialistas sujetos por fuerza a diversas y ~ v e r s i v s obligaciones, mltiples y despticas en lo reduCIdo del ambiente--, resulta explicable que entonces nopudiese hablarse todava de ciencia digna de ese nombre

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    Montevideo en 892 Festejos del Centenario del descUbrimiento de Amrica

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    ..... . , , . ,: ,. ,: : ..; ; . :.. .. .. . .. ~ ~ : : ; ; : . : : : : : . . . ;. . L: : : . : . : . : .: : : ; ;:: . : i:: . : . : . ~ . : : : : ; : : i : ; i; i : i : f : : : ~ : : :. . L . ~ : : ;[: :: 1I; . : ~ : ; : : . ; ; . ~~ ~ : : ; : M t f f : : : ' : : : : : N ' : : : } : : : : : : : : : . . . . ' . ' i : j : : , : i * : i i . : i i ; i t I t t I I : : : : : : : : : : : : : . ... .. ,::; ~ : ' ~ ~ ..Jos Arechavaleta en el Congreso Cientfico Latinoamericano realizado en 1902 en Montevideo. Sentados: V. Harperath ]. Balboza ] . .Are-chavaleta y Carlos Berg. Patados: Olea Cossio Manuel Otero y Bazzano.por estas latitudes. Y dejamos a un lado escollos desa-justes, ya de orden diferente, que enuncia Vaz Ferreiraen su Moral para Intelectuales : el espritu pasivo y lafalta de confianza en el esfuerzo propio, as como la falsaoposicin entre las profesiones prcticas y la alta cultura.Desde luego, hubo ciencia tambin en el pas, perociencia aplicada: que hall centro en la Universidad ygan prestigio, como reserva b proyeccin de las carrerasliberales, con el notable ascenso de la enseanza y la jerarqua de algunas individualidades poderosas, especialmenteen la Medicina y en el Derecho.En el Derecho, ya rebasando el tiempo de sus moce-dades e ilustrndolas en el nuevo siglo, hay un cmulode slidos profesionales, profesores, hombres pblicos:desde el venerable Pablo de Mara (1850-1932) hastaJos Irureta Goyena (1874-1947), junto a Otros que, enforma vicisitudinaria casi siempre, tambin dejaron huellade su talento.

    . En la Medicina, algunos pioneros admirables oficianen los comienzos de esta centuria, a veces hasta demediarla: Francisco Soca (1858 - 1922), Enrique Pouey(1858-1938), Luis Morquio (1860-1935), Amrica Ricaldoni (1867-1928), Alfredo Navarro (1868-1951), inclu-

    so Jos Verocay (natural de Paysand y profesor laUniversidad de Viena, donde compuso obras en alemn).Entre ellos, Soca y Navarro, por la sola imantacinde su prestigio mdico, se asociaron innecesaria y decorativamente a la vida poltica del pas. Aunque todos, por subrillante competencia y una calificada obra propia, alcanzaron en el nivel cientfio merecida notoriedad internacional.Precursores de esta ciencia que despuntaba, habansido en aos anteriores, y en sus respectivas especialidades,Larraaga y Vilardeb.Pero un nombre debe incorporarse an a la incompleta nmina precedente: el de Jos Arechavaleta, entomlogo, qumico e insigne botnico, autor de obras fundamentales: Gramneas del Uruguay y Flora Uruguaya ,Bilbano de origen, nacido en 1838, lleg a esta tierra en1856. y en ella, donde se form qespuis de hacer unacarrera, Farmacia juntO al francs Gibert, residi cincuenta y seis aos, los ltimos de su vida, y cumpli notablesinvestigaciones, slo suspendidas con la muerte: ocurridaen 1912, dentro del lapso que estudiamos.Al avanzar la actual centuria, la ciencia alcanzar, enlas ms diversas expresiones, desde la Biologa hasta lasMatemticas, ensanchamiento y boga.

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    MUSI

    Lauro Ayestarn, nuestro musiclogo mayor, consagrun volumen de ochocientas pginas, La msica en el Uruguay , a lo aqu producido, en ese orden, hasta 1860.Dedicab:t un monumento a un fantasma. Y l lo sabamejor que nadie, en su condicin de historigrafo y decrtico. Porque y repasamos su plan), pese al inters desus esclarecimientos sobre la msica primitiva la indgenay la negra) y a la seriedad de sus investigaciones sobrela msica culta religiosa, escnica y de saln), todo habasido, en el particular, remedo y tentativa.Sin embargo, hay que detenerse ante el extraoDalmiro Costa 1836-1901), que rebasa aquel perodo yfue clebre en el Ro de la Plata. A los cuatro aos, ya toca-ba el piano. Alberdi lo oy entonces con una sp i depavor , de veneracin religiosa . Blixen, que lo juzgen 1890 -cuando el msico envejeca- an imputndoleindisciplina y desalios de estructura, lo celebra comoejecutante incomparable y como gran compositor, nicoen su originalidad . Cuatro aos despus de su muerte, en1905, Herrera y Reissig, glosando La Pecadora y des-cerrajando imgenes como de ordinario extraordinarias, loevoca y llama el rey Dalmiro , divino Rubinstein desme-lenado , irascible zarza i n s p i r a ~ a desorden ordenado dela nebulosa del genio y la lq:ura , prodigioso cometa dela bohemia artstica de los salones , impar brujo del piaro . Tales exaltaciones, hoy casi desvanecidas, sirvende rbrica histrica a una desconcertante personalidad.Cronolgicamente zagueros, pero hombres tambindel siglo XIX por su formacin y naturaleza, fueron LenRibeiro 1854-1931) t o de Carlos y Mara EugeniaVaz Ferreira- solvente sinfonista; Toms Giribaldi1847-1930), autor de nuestra primera pera La Parisina , 1877); y Luis Nicols Sambucetti 1860-1926),cotizado compositor, que lleg a ser, por aadidura, el msgeneroso apstol de una metdica extensin musical.Ya en el Novecientos, debe nombrarse a Csar Cortinas 1892-1918), queno tuvO tiempo de anclar en laobra esperada. Entre otras pginas compuso los comentarios musicales de El Idilio --o Rexurrxit - desconocido dilogo en verso de Mara Eugenia, que se estrenen el Sals el 2/VIII/913 y cuyo carcter parece traslucirse en el nombre de los personajes: el Prncipe Valentny la. Princesa Alba). Despert por ese tiempo la expectacin de los exigentes, Alfonso Brocqua 1876-1946), enquien se bosquejaba una msica de genealoga americanay singular decoro. Mencionaremos, entre sus producciones,una adaptacin lrica de Tabar, que edit Chartier en1909 y estriba en once pasajes del poema -pertenecientesal Libro Primero, Canto Segundo-. Tambin por esosdas e n 1910- asoma un artista que ser, aos mstarde, uno de nuestros ms significantes compositores: LuisOuzeau Mortet 1889-1957).

    Eduardo Fabini y Julio Herrera y Reissig 190Eduardo Fabini

    Pero, sin Eduardo Fabini 1882-1950) , quiz tampoco entonces hubiramos tenido msica propia. Dice Aberto Soriano que sta surgi por casualidad, no por causalidad : con el autor de Campo. El juicio, que se resuelven fino elogio, hace de Fabini una excepcin fortuita. Eminuano, en rigor, es una excepcin inexplicable, como lson todas las individualidades superiores: las nicas, acabo que en la historia del arte importan realmente. Yen ese momento, no escasean las sorpresas que calificandesde rbitas afines, la enrgica modulacin de una culturaFabini alcanz, como creador, secretos y tempranoesplendores -entre 1900 y 1903- as con los Tristesel Intermezzo, cuando estudiaba en el Conservatorio Reade Bruselas. Durante ese tiempo slo franque su acervpersonal a los ntimas -como luego en Sals de Mataojo en el Cerro del Puma, a los analfabetos profundos -pr ley de su carcter que puede esciarecer la dilatadrenuencia del compositor, no del virtuoso, a entrar en contacto con el pblico grande. Era una forma de encendela felicidad o de pactar, acaso con el demonio de unsediciosa autocrtica.Sea como fuere, slo el virtuoso, tras aquel primeviaje a Europa, se dio a conocer en aplaudidos conciertoy revalid, con el violn, excelencias laureadas en BlgicaSin abandonar, en privado, el acorden ni la guitarra dsu niez y sin perjuicio de su ulterior maestra como pianista. Condecor el violn en la Torre de los Panoramasy se hizo amigo de Julio, con quien mantuvo sabrossimas charlas campestres en el Parque Urbano , y acariciproyectos de bohemia comunes. Documentan la amistadque no lleg al tuteo, una fotografa y una carta de 1904)

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    Tras el segundo viaje a Europa, donde sigui perfeccionndose perdien la coyunmra, incluso, nuevos y preciosos manuscritos-, Fabini se instal precariamente enMontevideo, hasta confinarse, como por un vOto de soledad, en su academia cimarrona: para or y para orse.Abrazado a la tierra, empez Campo en 1910. Y, aunque termin la obra en 1913, no la .entreg amo 10certifica en un minucioso libro Roberto Lagarmilla-sino transcurridos nueve aos. Debi, para ello, violentarpredisposiciones que ya parecan irrevocables. El granpoema sinfnico, bajo la direccin de Shavitch, fue estrenado y se impuso clamorosamente el 29 de abril de 1922. fecha es de las fundamentales en nuestras efemridesartsticas: seala indisolublemente la consagracin de Fa-bini y el advenimiento de una msica nacional. .Desde entonces, la felicidad cambi de rostro. losescrpulos inhibitorios se sintieron venturosamente desautorizados. As Fabini libert muchas pginas inditas y fueexplayndose en nuevas partituras.Si su fama que allan pronto las ms arduas barre-

    PLASTICA

    En el Novecientos an no tienen sazn la esculmrani la arquitectura: como en sta Cravotto y Vilamaj, enaqulla Bernab Michelena, Jos Luis Zorrilla de San Martn y Antonio Pena viven la hora de sus primicias. Elpropio Belloni an no haba publicitado bastante su realismo artesanal).La pintura, en cambio --dejando aparte nombres quese alzarn poco despus como el del talentoso Carmelode Arzadum 1888-1968) o el del original Jos Cneo1887), tiene ya sealada vigencia.A principios del siglo, en efecto, son varios los caractersticos representantes del t Nouveau y de otras experiencias afines: as Carlos Mara de Herrera primo deJulio 1875-1914), que obtuvo notoriedad con sus retratos y sus cuadros picos; Pedro Blanes Viale 1879-1926),colorista eufrico, afiliado a un impresionismo de cepafrancohispana, que conquist fama con sus paisajes y algn

    ras internacionales- no coincide con el alborear del siglo,ya en ese punto su aptitud creadora preexista con fidedigna virmd y formalizaba una silenciosa revolucin. Deah que Fabini pertenezca a la constelacin del Novecientos.Despus de establecer que el minuano se revel comoel ms grande de nuestros creadores de msica y comoel msico nacional por antonomasia, Eugenio Petit Muozaclara agudamente que en aqul el nativismo no es fol-klorismo . ..Queremos insistir sobre el aserto. Pues si con el autorde Campo advino una forma de espritu verncUlo esaforma no se laxaba en un contexto costumbrista. Era espcimen categrico de la. ms alta msica.Por ltimo, no aludiremos sino como sentidores alhechizo que ordenan Campo . L Patria Vieja Isla delos Ceibos Fantasa Mburucuy Maana de Reyes . Fabini hace or un paisaje, nuestro paisaje, con pulso ecumnico. Y, en el alma all latente, nos hace respirar lasuya: suma de almas, que nos domina dndose. Por l lamsica uruguaya nace adi.1lta y logra incidenciaunivers:;1.

    31 poca de o q ~ i n Torres Garci. Un itinerario: 1914 1937.cuadro de historia; Milo Beretta 1875-1935), que acredit noble decoro y generosa inquietud comunicativa.Reservamos, dentro de ese grupo, el nombre de unartista singular, que muri apenas franqueado el umbralde los veintids aos: Carlos Federico Sez 1878-1901).Mercedario como Blanes Viale, becario en Italia po rconsejo de Juan Manuel Blanes entre los catorce y losveinte aos de edad, sobresale entre sus coetneos y suprstites como adelantado de una nueva plstica: por el peculiarsimo dominio del color, por el impresionante denuedodel dibujo por la libertad de las formas, revolucionariamente desprendidas de los paradigmas acadmicos.

    Parecera gratuito meditar sobre 10 que pudo ser.Baste decir que pese a 10 fugaz de su vida, no se queden .promesa. Porque sobrepuso, a los diezmos fatales quetoda formacin inflige, las memorables seas de una fuertey extraa persOnalidad.Con l se inicia en el Uruguay la gran pintura contempornea, que deba alcanzar plenitud en tres figurasdignas de hombrearse con las mayores de otras latitudes:Pedro Figari 1861-1938), Rafael Barradas 1890-1929)y Joaqun Torres Garca 1874-1949).

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    afael arradas

    En 1913, ante la indiferencia oficial, Barradas se fuedel pas como becario de s mismo: sin fondos, a cuentade su intrpida juventud, de sus piernas y de sus pulmones. Mediante un milagroso pasaje de tercera, lleg6 aMiln. Y, despus de una estada en Pars, dio en .Espaaliteralmente con sus huesos. Vag por ella lijando en loscaminos sus menguantes alpargatas. En un soliloquio. Enun solilpiz. A travs de heroicos ayunos. Cedi en algnmomento (Zaragoza - Hospital de Santa Engracia, Salade San Virgilio, cama N9 14). Pero insisti, y alertandosu independiente vocacin con la provocacin de dos mo-vimientos coetneos el cubista y el futurista que equilibr en el culto del Greco y de Goya pudo salir delanonimato, quiz del hambre. Hasta imponerse, pernoctando en ismos inventados por l vibracionismo, takiris-mo, clownismo . ), y consumar sus dos perodos mayores:el de la luz clara y de la luz negra .Torres, Garca, que glos el vibracionismo de Rafael( cierto movimiento que se determina fatalmente porel paso de una sensacin de color a otra correspondiente ,con notas de armona fundidas entre s por acordesms sordos en gradacin cada vez m? opaca ), hablade su gran compaero como del hombre que senta loplstico con ms poesa pictrica y antiliteraria , amn deexaltarlo, en efusiva transposicin, por su divina msica .Barradas se fue empinando y obtuvo premiasenFrancia y en Italia. Su tierra esquiva no lo haba repatriado siquiera con un pasaje de emigrante en 1915 (aunque por entonces despiertos conciudadanos, dejndole promesas inconcretas, se hiciesen de concretas pinturas, a

    cambio de un huevo frito con patatas ). Dueo ya dun nombre,. que hubiera sido en la metrpoli antigua a. ms ofuscador sin su para nosotros bienaventuradcondicin de meteco, volvi al Uruguay en noviembre d1928, trayendo sus cuadros y una esposa pastora. Peromuri a los tres meses apenas cumplidos los trelntanueve aos con prematura expiacin orgnica de entusiasmos y energas sin receso.Por la obra menuda encantadora se haba sobrevivido hasta entonces. Pero viviendo para la obra grandrepresentada por admirables series: desde Los Magnfico humildes criaturas campesinas de paso por la taberno el caf urbano-- hasta las Estampas Romnticas, laEstampas Nativas que se le cayeron en Espaa dememoria y Los Msticos, su posible culminacin.El hombre, o mejor an, el hombre en el tiempo, visto como instable ser corpreo que se integra en su historiado indumento junto 3 las cosas que lo atestiguanreflejan con vicaria personalidad- fue el tema de estadmirable autodidacto, quien v o ~ v i en arte, es deden alma y en creacin, las imgenes que absorbi coamor y sin fatiga, alternando en los aos postreros linfantil y lo adulto, lo anglico y lo trgico. (Su Gauchosu San Jos, su Cristo, su Nia de los Patos, su Virgen )Con portentosa diccin plstica, Barradas iluminaensombrece cada tema, lo acerca y no lo agota, lo ahondy no lo enfra: por las genialidades del color y el dibujoque instrumentan prodigiosamente la forma s, en acordeperfectos), libertndola de sus relaciones cotidianasinstituyendo un mundo original, de umbrales mgicosLstima que sus cuadros ms grandes pstumo infortunio del artista se hallen hoy como canceladossustrados al fervor que los elige y a la admiracin qulos reclama.

    Delmira Agustini. Dibujo de Rafael arradas

    o

    Poetiza\ I ~c ~

    ~ t ~J ~ (; Delmira I\gust n

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    Constructivo 1938. Joaqun Torres arcia

    10 corrobor en ;Espaa; y 10 llev a su mayor altura enel Uruguay. Aqu haba llegado con su familia, sus cua-dros, su mensaje. Hombre puro y magntico, fund enseguida ms un templo que un taller e n 1934 flanqueado por sus hijos AugustO y Horacio, hoy dos de nuestros principales pintores, y por incontables catecmenos,entre quienes maduraban algunos elegidos. Si fue entoncesun sismo en tierra de durmientes , fue ante todo un edificador esencial: como artista, idelogo y maestro. (Incluso,como crtico militante, que hizo del ensayo espejo apologtico de su aventura creadora). si en aos lejanos lahidrofobia de los filisteos destruy obras suyas (los lienzospara el Saln de San Jorge en la Diputacin Provincialde Barcelona), tambin aqu fue paciente de enconadasresistencias o acres negaciones. Pero el irrevocable revolucionario triunf de todas las hostilidades hasta recibirhomenajes y. reconocimientOs de compelida procedenciaoficial.El constructivismo con linaje en 10 primitivo y en10 egipcio-- entronca modernamente con las experienciascubistas, preludiadas por Czanne, y, si guarda afinidadcon el neoplasticismo de Mondrian y Van Doesburg, esarte ms hondo, armado y almado: que organiza a dosdimensiones, en estructttras seoreadas por una ley severassinfonas ortogonales, sin descartar 10 figurativo en susmodos genricos; y que, si. habla sobre todo al intelecto,desde la mente ordena la conmovida comparecencia delespritu. En suma: por atributo cudruple, el constructivismo es arte abstracto o abstrado de la realidad primera, a fin de que los objetos armonicen t convertidos enformas esquemticas dentro de una estructura mental; yarte concreto o en s , por sus elementos constituyentes(el plano, la lnea, el color) ; y arte objetivo por las leyesimpersonales a que responde, Pero con asistencia y tuteladel alma, pues. sin ella de nada sirven reglas o teoras;y arte ttniversal porque si en su fase ltima se empea entradttcir las inditas posibilidades de 10 americano y obtener un nuevo clasicismo , siempre desentraa 10 absolutoen 10 contingente, para expresar al hombre eterno.

    Desde luego, la escuela no dej de moverJe como' seve (recurdese, an, la episdica asuncin de los colorespuros, o la alternancia, con el arte mural, del cuadro decaballete, en sus tres dimensiones). y no todo fue cons-tructivismo .en los aos finales de Torres Garca, quienpor entonces tambin se enfrent, especialmente en elretrato, a 10 diferenciado e individual: con un arte figurativo a tres dimensiones, asimismo sujeto a la regla deoro, legisladora de sus ritmos, fiel a la norma desrea1iza-dora, no ya despersonalizadora, de una sabia y originaldeformacin: en cuadros memorables, de tonos sordos ysordo patetismo, como el Autorretrato o los estupendosultrarretratos de Rabelais, del Greco, de Felipe 1I, deVelzquez, de Goya Concluiremos proclamando nuestro al artista? Si no10 fue por su desarrollo, 10 fue por su origen, por su des-tino, por su querer; inclusive, por su espritu ecumnico,.libre y. sumario, de acento desconocido para los crticosdel Viejo Mundo: un acento s in duda que, intrincadocon el de la propia individualidad, es privilegio del mshondo, inaparente americanismo.

    oaqun Torres arcaJoaqun Torres Garca fue actor lejano de nuestro

    No' ecientos. Aqu corrieron sus primeros diecisis aosy aqu los diecisis aos finales .de su larga existencia;perntesis de patria: uno correspondiente a las primiciasde la vocacin, no de la obra; otro al incomparable ma-gisterio de la madurez y la ancianidad magnficas, en olor dolor de creacin. Los cuarenta y tres aos intermedios se sucedieron fuera del pas. As en tierras forneas, perosiempre como pintor uruguayo , Torres desenvolvi una carrera que hall cima y trmino en la tierranatal, voluntariamente reasumida a sensible distancia delos das novisecu1ares.Su genio, tras el aprendizaje en Matar y en Barce.lona, se explan en tres caractersticas etapas, vinculadaspor una lcida certidumbre que 10 inmuniz temprana ydefinitivamente o n ~ el naturalismo: en arte no importala imagen real sino la imagen creada Salvado as por laCOllcienlcia de su rumbo, se estren con el arte mediterrneoclsica y noble factura figurativa, mayesttica y esttica,del Renacimiento Cataln ; abraz despus, por losla'Primera Gran Guerra, la pintura del dinamismo c)(jern() geomtrica y expresionista; por fin, tras unaestacin a disgusto en el fattvismo forma que abanfaisande -, se intern en el arte constructivoltlaUgl1r cuando se haba hecho un sitio en Pars ;

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    edro igari

    Ninguna personalidad tan asombrosa como la dePedro Figari en la historia de nuestra cultura: por la mltiple magnitud de sus valores y la ley de aplazada sor-presa O de moroso advenimiento a que se sujet su des-tino. Y nadie, como l rompe o anula el juego en la bogade las perspectivas generacionales.Gran filsofo uno de los ms originales en nuestraAmrica-; gran pedagogo --digno de alternar con losms altos-; pintor genial so s, revelado en la vejez-;y an, ya con bros menores, narrador significativo (sinhablar de sus tentativas dramticas y poticas), posee, antetodo por las tres primeras investiduras, una plural inmortalidad. Pero fue para sus contemporneos, que no percibieron en el momento oportuno sus aspectos mayores, elprestigioso Dr. Figari , abogado clebre, poltico austeroy autor de varios libros vinculados con sus actividadesforenses y parlamentarias.Entre aquellas investiduras, la del artista es la msfulgurante. Figari, desde la adolescencia, se ejercitaba enacuarelas y en leos. Como pintor del domingo, que pasdel academismo naturalista a un cauto impresionismo yse manifestaba en el ocio de sus absorbentes quehaceres:para todos, en calidad de distinguido aficionado. No obs-tante, a fines de 1917, ,cuando se qued sin su EscuelaIndustrial --donde en artes menores haba columbradonuevos caminos- oy un segundo, arrasador llamamientode su vocacin plstica. Pens entonces --el dilema eshistrico-- matarse o pintar. Y botando profesin, posiciones y compromisos, quem sus naves cotidianas, inclusoal precio de la quiebra hogarea, sostenido en la crisis porsu hijo Juan Carlos, artista como l. .As desendomingndose, dio en pintor absoluto. Cuando se acercaba a lossesenta aos. Hasta alcanzar, como en Buenos Aires primero, xitos resonantes en Pars, y morirse en Montevideoel 24 de julio de 1938 --el mismo da en que expirReyles-.Antes de proseguir, cabe establecer, pese a DesirRoustan, que son muy dbiles, en Figari, las reciprocidades entre la filosofa (de 1912) la plstica grande(iniciada a fines de 1917). En sus especulaciones de aquelao, Figari juzga el arte por la eficacia que cabe atribuirle,desde el punto vista biolgico, para el mejoramiento oel bienestar de la especie. Y clasifica las artes, con parejaperspectiva, como formas del ensueo y de la evocacin (lasinferiores, entre ellas la pintura, que resulta cenicienta sorpresiva) y como formas del raciocinio y del conocimientoque desembocan en la exaltacin de la ciencia, incluidaentre ellas y colocada a la. cabeza de todas. Semejantecriterio, que aparta al pensador del artista, resulta filosficamente viable y novedoso, pero carece, como instrumento

    Doble boda Detalle . Oleo e Pedro Pigari.cmlCO de especificidad y validez. Pues la pintura slopuede calibrarse estticamente. Y lo que el idelogo de-prime, se hace valor insuperable en manos del artista:l virtud evocatoria, por lo pronto.

    Figari, entonces, estall a fines de 1917 no en 1921,como suele afirmarse- y licenci los pinceles en 1934,cuando ya haba franqueado los setenta y tres aos de edad.En ese lapso de diecisiete, pint, segn clculos es-trictos, cuatro mil cartones. Sin dividirse, como si todosfuesen episodios de una sola creacin unitaria: pasmosapor su intensidad y pattica por el espectculo de unavejez que creaba con prisa y sin descanso.Figari, segn Paul Fierens qu lo pone por encimadel propio Dufy- llev la pintura de gnero, de ungolpe. .. a ese punto de perfeccin en que llega a serpoesa, viva y pura .Trabajaba sobre cartones crudos, en cuyas superficiesvrgenes haca ingresar los colores directamente; para pre

    venir las intrusiones del brillo. Y profera los valores plsticos sin modelo prximo, con una imagen prefiguradapor paradigma. As, adecundose a la divisa de su con-ciencia esttica ~ e c o n s t r u i r la leyenda del Ro de laPlata - busc el tema en nuestro pasado autctOno: paraverterlo travs de ambientes, escenas personajes tpicos- en dinmicas estructuras, con el encantamiento soliodario del color y la luz.Luz color y tema --en la frecuente comunicacin delmovimiento-- constituyen lo caracterstico de esta pintura,

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    s letrasEl modernismo sus dos perspectivas

    Nuestra literatura, la ms joven del Nuevo Mundo,n::ci por trasplante, como tOdas las hispanoamericanas.Sus primici3.s olan a vejez, pues empez por el neoclasi-cismo: no en 1808, como se crea con un indigente drama en verso del Presbtero Juan Fco. lvIartnez-, sino en1787 -como lo anticipamos hace aos-, con una larpepstOla en prosa -oreada por la Revista Histrica en1912-, gil noticia del Montevideo colonial compuesta porJos Manue Prez Castellanos, cura y chacarero de virgilianas devociones. El perodo de los orgenes se cancelen 1837, con e ltimo volumen de la Guirnalda Potica. se impuso entOnces para durar tambin cincuenta yun aos- e romanticismo. explayado en cuatro borrosasoleadas, ent re 1838, fecha de El Iniciador , y 1888, fechade un gran poema, T abar. En 1888, precisamente, unasegunda obra maestra, Ismael, inaugur un fugaz intel lze-dio realista. Pero de 1897 a 1917 se opera e advenimiemode modemismo: y en ese lapso nuestras letras (si no abuS1mos del metal que tambin en esa rbita sirve de padrno dechado) alcanzaron su inesperada edad de oro.

    La crtica ortodoxa repara slo en e model 1lismopotico: definido cien veces por Dara , su lder efectivopero involuntario, como una esttica acrtica ; o una literatura personal ma en m ); o un movimiento delibertad que pulveriz cliss mentales yverbc:les; o uncambio resueltO en dos orientaciones bsicas: el amorabsolutO a la belleza y el desenvolvimiento y manifestacin de la personalidad . Tal modernismo suele an restringirse a una de sus fases menores, e decadentismo odecadismo con supuesta genealoga en Langueur -: acargo de los discpulos o de los aprendices, por lo comn,y encarnizado, casi siempre a expensas del arte, en e cultodel artificio.Pero, an salvada esa ltima contingencia, es preferible un enfoque ms amplio: el de modernismo comoinclusilla reollcin espiritual -diremos- , en que l precedente cabe y se dilata. Ya Rod ant icipa ese criterio ensu Rubn Daro 1899), con una profesin de fe que loengloba en definitiva -pese a reservas ulteriores- cuando,extendiendo e concepto del modernismo y definindolo,se declara afiliado a la gran reaccin que da sentido carCter a l evolucin de pensamiento en las postrimerasde este siglo [el XIX]; a la reaccin que, partiendo delnaturalismo literario y del posit ivismo filosfico, los conduce, sin desvirtuarlos en lo que tienen de fecundos, adisolverse en concepciones ms altas . Y si agrega que hobra de Daro -acorde a ese sentido superior - es unade las formas de nuestro anrquico idealismo contemporneo , no reduce, con una rgida postura filosfica, la ejemplar duCtilidad de su tesis.

    En 1932, Federico de Gns re3.sume con limiociones- la perspeCtiva del maestro uruguayo: El modernismo es la forma hispnica de la crisis univers::t de hs

    UL lURA EL

    letras y de esplfltu, que inicia hacia 1888, la disolucindel siglo XIX que se haba de manifestar en l arte, hciencia, la religin, la poltica . Luego, al consignar enlas letras de ese perodo la hegemona de la lrica y delensayo, seala que el primer gnero es, desde e comienzo,autctono y original en lo esencial . (Como AlfonsoReyes, para quien el modernismo potico es un fenmenode independencia involuntaril . Pero la conocida fusin deestmulos en Europa incompatibles e l romntico, e parnasiano, el simbolista- nos mueve a creer que aquelmodernismo p es algo ms: una sntesis creadora),

    Ahora bien, el modernismo, como illc lISiva revo tcinespiritual acoge, en verso o en prosa con las tres categoras del americanismo ontolgico-- las expresiones msvarias, y acata, por encima de sus tipos dispares, dos COJZS-tantes lmitias. Una es el espritl de libertad y renovc.einen e arte arraigado o cosmopolita, puro o comprometido.Otra, el principio de la personc:lidad: siempre activo enla obra grande, pero exaltado entonces como virtud bsica,norma lcida y sumo valor: as Dara, e protagonista, yalo cons3.gra -como se hJ. visto-- o lo exalta en versofamoso: Llena la copa y bebe: la fuente est en timismo ; as Rod, l antagonista aparente, edificara entorno a tal princ ip io su obra entera, poniendo la personalidad en la cima de su tabla axiolgica.Ahora, tras lo expuesto, cabe examinar las letras deNovecientOs oriental. Ya nos referimos a la ciencia. ancoartada en sus ambiciones; y, con mayor m p l i t ~ d a

    la misica y a la plstica, avistadas en especial a travs decinco nombres capitales uno de los cuales slo indirecomente se asocia al perodo estudiado-o

    Ms cuantioso es e aporte de las letres, que dan,amn de otras figuras significativas o en cierne, catorcegrandes personalidades una de ellas tambin imprescindible en la historia de la plstica): valorabIes corno losclsicos autnticos de nuestn literatura. Las enumeraremoscronolgicamente, encabezando la nmina con los dos msilustres representantes del siglo XIX que ya entrevimos fueron al par, en calidad de veteranos, actores relevantesde la poca nueva): Eduardo Acevedo Daz (1851-1921);Juan Zorrilla de San Martn (1855-1931); Pedro Figari1861-1938); Javier de Viana (1868-1926) ; Carlos Reyles 1868-1938); Jos Enrique Rod (1871-1917); Carlos Vaz Ferreira (1872-1958); Roberto de las Cmeras1873-1963); Julio Herrera y Reissig (1875-1910); f lorencia Snchez (1875-1910); Mara Eugenia Vaz Ferreira(1875-1924); Alvaro Armando Vasseur 1878); HoracioQuiroga (1878-1937) ; Delmira Agustini 0886-1914).

    An podra evocarse a un hombre que se produjo enotra lengua y se alza entre los mayores lricos del siglo XX,nuestro por el nacimiento y quiz por inquietantes latencias de su poesa: Jules Supervielle (1884-1960).

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