“En un taller de automóviles”

Dedicado a Horacio F. (de Buenos Aires).

Miguel-A.

Hace unos días estaba comprando un neumático en el concesionario de mi coche, cuando entró en el establecimiento una hermosa mujer preguntando por un recambio para su automóvil:

- Perdone usted, necesito un tapón 710.

El encargado se encogió de hombros, y me miró, sorprendido, como si estuviera preguntándome a mí qué era eso.

- Señora, ¿qué marca de coche tiene? ¿Está usted segura de haberlo comprado aquí? -le preguntó el encargado, con cierta extrañeza-. Porque yo diría que ese recambio no existe en los coches de la marca que nosotros vendemos.

- ¡Claro que estoy segura de que mi marido y yo lo compramos aquí hace unos tres meses! -afirmó ella con seguridad-. Sí, el tapón 710 es una parte del motor, y de alguna forma se aflojó él solo, y se perdió... ahora hace falta, con urgencia, una pieza nueva.

- ¡Está bien! -replicó el encargado-. ¡Si usted lo dice...! No conozco tal pieza. Llamaré al mecánico, a ver si él conoce ese recambio.

Pero el mecánico tampoco sabía lo que era un tapón 710.

- Señora -dijo el mecánico-, yo no sé qué es un tapón 710, pero enséñeme su coche, o dígame qué funciones cumple esa pieza. ¿Dónde tiene el automóvil aparcado?.

- El coche está en el garaje de casa. Mi marido me ha dicho que sin tapón no se me ocurra sacarlo del garaje. Y, digo yo, que, como todas las demás piezas del coche, servirá para que funcione. Parece imprescindible, pues mi esposo me ha prohibido utilizarlo sin tal pieza.

Finalmente, sin entender nada, como último recurso, el encargado preguntó a la señora si era capaz de hacer un dibujo del chisme perdido. Y le dio un lápiz y una libreta de notas para que dibujara el tal tapón 710.

Entonces, ella dibujó un círculo de unos 80 milímetros de diámetro, y en el centro escribió "710".