En Torno a La Racionalidade

download En Torno a La Racionalidade

of 21

description

racionalidad

Transcript of En Torno a La Racionalidade

  • En torno a la racionalidad(Un debate en la filosofa espaola

    contempornea)

    Los filsofos venimos oyendo, desde largo tiempo y formu-lado de diversas maneras, un doble reproche orientado a mostrarla infecundidad de nuestra labor. Por un lado, se denuncia queno existe acuerdo en ningn tema entre los distintos autores omovimientos filosficos. Que si hay algo en que podamos estarde acuerdo es que ni en nuestro pasado ni en nuestro presenteestamos de acuerdo en nada. El segundo reproche lanzado anuestro rostro con pretensiones descalificatorias indica que talesdesaveniencias alcanzan, incluso> al carcter y contenido de nues-tra tarea, que, de modo significativo, la filosofa ha pasado aconstituirse en su propio y casi exclusivo objeto. Ya ni siquiera sefilosofa sobre algo; tan slo se hace metafilosofa.

    Si las conclusiones que se pretenden deducir de tales repro-ches fueran acertadas, el presente trabajo sera una prueba msde inutilidad> cuando no de masoquismo, y lo mejor que podrahacer en mi caso es evitarles pasar por el trance de ahondar ennuestra ya zarandeada conciencia filosfica. Pues, efectivamete,me propongo examinar y reflexionar sobre una polmica entrefilsofos, y una polmica que, en gran medida, puede calificarsede metafilosfica, pues en ella est en cuestin la posibilidad ycarcter de nuestra tarea en la actualidad.

    Parto, por el contrario> de la conviccin de que una polmicaen filosofa, cuando es llevada a cabo con sinceridad y seriedad>resulta mil veces ms fecunda y elcaso que nos ocupa. Un debate sobre la razn o la racionalidadno es> sin duda> accidental, sino que alcanza al ncleo de todareflexin filosfica. Bajo y entre (quiz precisamente en y por)las innegables diferencias de las posiciones mantenidas por Mos-

  • 334 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofaterin, Muguetza, Domenech o Quintanilla cabe apreciar el carcterfilosfico de la labor crtica que, insatisfecha ante aparentes yquizs poderosas claridades, impele a los hombres a no insta-larse en falsas seguridades.

    Sin duda, esta polmica tiene un marcado carcter metafilo-sfico en cuanto que en ella se expresan y someten a juicio dife-rentes concepciones sobre la filosofa y las relaciones que man-tiene con la ciencia> con la ideologa, con el contexto histricoy social. Pero tampoco es ello signo de infecundidad, sino deresponsabilidad. Testimonio de cmo la filosofa puede hacersecargo, asumiendo su tradicin> de los puntos cardinales sobrelos que penden las decisiones ms graves de la orientacin tericay prctica del hoffibre en el mundo. En el debate sobre la racio-nalidad se recoge el problema de desde qu instancias> y el valorque quepa otorgarles> interpretamos la realidad y orientamosnuestros actos.

    Los filsofos que> desde Grecia hasta Hegel, se han conside-rado servidoresde una razn a la que se tena por reina> o inclusodiosa, se han hecho conscientes y responsables de toda esa crtica,ejercida por ella misma y en su nombre, que le ha bajado desu celestial pero ficticio trono de neutralidad, universalidad yahistoricidad. Y, en su esfuerzo, no se permiten obviar las leg-timas-consecuencias de tal auto-derrocamiento. Conscientes delos defectos de una> en ocasiones, esquizofrnica separacin entrerazn terica y razn prctica, conscientes del predominio y fe-cundidad de la racionalidad cientfica, pero tambin de las insu-ficiencias y empobrecimientos presentes en algunas interpreta-ciones de ella, conscientes> en fin, de los nada desdeables de-rechos de la - historia.

    -Suponiendo justificado por todo ello el asunto a tratar, resultainevitable una breve referencia a las limitaciones en que cons-cientemente se enmarca. Limitaciones tanto de contenido comode localizacin espacio-temporal. Pues, por un lado> la polmicase inserta dentro de la amplia y compleja confrontacin entre lasque, haciendo un generosamente impreciso uso de los trminos,vamos a denominar filosofa analtica y filosofa dialctica. Y esclaro que en ellas la significacin del concepto de racionalidadse haya estrechamente ligada a la de otros de la que no nosocuparemos asf como que dicha confrontacin no se limita altema de la razn, aunque ste> sin duda, se sita en un lugar

  • En torno a la racionalidad.. - 335

    central de ella. As, no tengo la presuntuosa intencin de inter-venir directa ni globalmente en dicho debate aunque tampocorenuncie al tambin pretencioso objetivo de, en algn modo,colaborar en l. Por otro lado, es bien sabido que la polmicasobre el concepto de racionalidad entre ambas genricas posi-ciones filosficas supera el mbito espacio-temporal que aqudeliberadamente recojo. Baste citar, una vez ms, la mantenidaentre Popper y Albert por un lado y Adorno y Habermans porotro a partir de 1961 con ocasin de las sesiones de la Sociedadalemana de Sociologa sobre la Lgica de las Ciencias Sociales.Por mi parte voy a centrarme en una seleccin de las aportacionessobre el tema de algunos filsofos espaoles en los aos setenta.Y ello no por ningn prurito nacionalista, sino como reconoci-miento del valor objetivo de lo pensado entre nosotros en elpunto que nos afecta. Confo no ser tan extraordinariamente infiela la hora de exponerlo que este hecho deje de comprobarse.Intentar ofrecer una caracterizacin de las distintas posicionesmantenidas en la polmica antes de expresar algunas reflexionessobre su carcter y significacin.

    La primera posicin de la que nos ocuparemos es la mante-nida por el profesor Mostern y expuesta> de modo especial en dosartculos: El concepto de racionalidad (1973) y La incompletaracionalidad (1977), aparecidos ambos en la revista Teorema.Junto con los denominados Creer y saber, Intereses y racio-nalidad y La accin humana, que contienen tambin relevantesreferencias a nuestro tema, han sido publicados recientementepor el autor con el ttulo genrico Racionalidad y accin humana2.En dichos artculos> en los que el lector agradece y llega a en-vidiar el modo como se concilian la precisin y la claridad conla belleza en la exposicin, Mostern, sin hacer referencias expli-citas a los presumibles contradictores, defiende fundamental-mente y en resumen las siguientes tesis:

    1) Si quieren obviarse generalizadas ambiguedades, deberechazarse el planteamiento de la cuestin en trminos de la razn -como facultad y centrarlo en la racionalidad como mtodo,

    Mos-rmtn, J.: El concepto de racionalidad, en Teorema, III (1973),pp. 455479, y La incompleta racionalidad., en Teorema, VII (1977), pgi-nas 55-87.

    MOsTEaN, 1%: Racionalidad y accin humana, Alianza, Madrid, 1978.

  • 336 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    como una determinada forma de actuacin que no es> por otrolado, la nica posible a los hombres.

    2) Dicha racionalidad puede predicarse bien de nuestrascreencias y opiniones (racionalidad terica) bien de nuestras de-cisiones y acciones (racionalidad ptctica).

    3) La racionalidad terica individual es caracterizada comouna estrategia orientad a maximilizar la claridad, precisin yveracidad de nuestras creencias, a las que sepodr calificar comoracionales slo si o son analticas o pueden ~er comprobadasdirectamente o son teoremas de una teora cien tfica vigente ohay testimonios fiables de ella o son deducibles lgicamente dealguna otra que posea alguno de estos caracteres> sin que, porotro lado> dichas creencias sean contradictorias con otras acep-tadas por el propio sujeto ~.

    En Creer y Saber modifica ligeramente esta caracterizacin:por unlado se ordena en forma distinta. Creencia racional seriaigual a creencia coherente y justificada. Esta justificacin puedeadvenirle a) bien por ser evidente o cuando tenemos certeza deella (a este grupo perteneceran tanto las ideas analticas de undt?minado lenguaje como las ideas descriptivas de percepcionesy sentimientos actules propios); b) bien por ser expresin dealgo que recordamos con una cierta claridad; c) lo afirmadoen testimonios ajenos - fiables acerca de sentimientos; percep-ciones o recuerdos, y d) los acuerdos de la comunidad cictfica ~.Por otro lado> se subraya 4ue la racionalidad terica consiste noslo en una estrategia orientada a maximiliar la veracidad sinotambin el alcance de nuestras creencias y se pone un mayornfasis en la actitud, la disposicin o el empeo de revisin crticaque comporta la racionalidad.

    La racionalidad creencial no es un resultado obtenidode una vez por todas, sino una disposicin consciente-mente asumida a revisar nuestras creencias cada vez quedescubramos una contradiccin entre ellas o una lagunaen sus justificaciones ~.

    3 MOSTEPIN, J.:

  • En torno a la racionalidad... 337

    4) Por lo que respecta a la racionalidad prctica, tal comoqueda definida en la formulacin ampliada que nos ofrece en elsegundo de sus artculos citados, se presenta tambin comouna estrategia para niaximilizar el conocimiento y la consecucinde nuestros fines 6; slo podr imputarse a un agente que tengaclara conciencia de ellos, entre los que debe incluir su propiobienestar 7; fines que deben ser viables y estar articulados expl-citamente en un sistema de relaciones de dependencia. Ademsde ello debe no slo conocer> sino poner en prctica los mediosnecesarios para la consecucin de dichos fines y cumplir el doblerequisito de preferir en caso de conflicto los ltimos a los pri-meros y estar dispuesto a revisarlos en funcin de los cambiantesdeseos, intereses y circunstancias.

    5) La racionalidad prctica presupone como condicin nece-saria> aunque no suficiente de su posibilidad, la racionalidadterica. Y ello no slo porque resulte necesaria instrumental-mente para la adecuada eleccin de los medios, sino, incluso> paradeterminar> fijar nuestros fines. Tal fijacin o determinacinla establecemos> afirma Mostern, en vista de, en funcin delo que creemos acerca del mundo ~. Pero se cuida muy mucho dehacer depender de la racionalidad terica o de dicho conoci-miento una justificacin de nuestros fines, explcitamente decla-rada como imposible respecto a nuestros fines ltimos a los quecompete el carcter de gratuitos, y consecuentemente de la jerar-quizacin resultante. Estos podrn ser explorados> aclarados> ex-plicitados, incluso explicados, pero nunca justificados. Con elloMostern se hace eco de la tesis del abismo epistemolgico entre

    6 En su artculo Intereses y racionalidad, Mosterin precisa el signi-ficado que otorga al trmino fines. Incluirla tanto los intereses objetivos,conscientes o no, de los hombres o de un grupo de hombres como losdeseos conscientes. Intereses objetivos y deseos no siempre coinciden enuna misma persona y supondra un modo tambin diferente de ser solu-cionados o alcanzados: los intereses tecnocrticamente por los expertoso entendidos en el tema, los deseos democrticamente. Cfr. Racionali-dad... (ob. ci nota 2)> Pp. 73-80.

    7 En el mismo artculo precisa el trmino bienestar satisfaccin denuestros comunes y objetivos fines interesados diferencindolo del pla-cer, de carcter subjetivo y privado, y de la felicidad que comportadaadems la satisfaccin de fines ltimos entre los cuales pueden encon-trarse fines desinteresados. Cfr. ibdem, Pp. 100-103.

    8 Cr. MOsTEPIN, J.: (ob. tt. nota 1), p. 473, y La in-completa.. - (ob. tt, nota 1), p. 72.

  • 338 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    hechos y valores. Pero hagamos notar, sin embargo, que introducecomo necesariamente racional al menos un fin> el propio bienes-tar y la consecucin de los intereses, factores objetivos de talbienestar.

    Dos observaciones sobre esta exposicin que> a juicio de3. Muguerza, es la ms luminosa sobre el concepto de racio-nalidad prevaleciente en el amplio campo de la filosofa analtica.En primer lugar la deliberada limitacin por parte del autor enlos artculos mencionados a la racionalidad individual. Explcita-mente indica que no va a ocuparse del complejo tema de la racio-nalidad terica colectiva ~. Ello le permite hacerla gravitar deforma esencial sobre la aceptacin de las creencias cientficasvigentes. En. cambio, en cuanto a la racionalidad prctica siatiende a los condicionamientos, posibilidades y limitaciones quele impone el grado de racionalidad o irracionalidad del marcosupraindividtal, del sistema sociocultural, de las instituciones.De este modp, en el mbito de la racionalidad terica, al agenteracional individual se le prescribe una actitud de acatamiento ala racionalidad cientfica vigente. Lo ms racional se nos dicetextualmente consistir enterarse de lo que dice la comu-nidad cientfica correspondiente respecto a un determinado cam-po y crerselo. En cambio, a ese mismo agente racional indi-vidual, en el mbito de la racionalidad prctica, se le llega a pres-cribir, en aras a la coherencia de su opcin racionalista, el poneren custin las pautas culturales que la condicionan, el esfuerzoconsciente ~or redefinir el marco sociocultural, en funcin delpropio sistema de fines. Aceptar como normas interiorizadas denuestra accin las reglas de una institucin contraria a nuestrosintereses no slo es irracional, sino que constituye una forma de

    loalienacion -

    La segunda observacin se refiere a las implicaciones deri-vadas de la funcin concedida por Mostern al conocimientocientfico en su delimitacin del concepto de racionalidad. Se nosha dicho que una creencia puede recibir el calificativo de racionalsi cumple alguna de un grupo de condiciones, entre las que seencontraba el de ser un teorema de una teora cientfica vigente>

    9 Cfr. MOsTERN, 3%:

  • En torno a la racionalidad... 339

    quedando sta a su vez definida como un conjunto de hiptesisgeneralmente aceptadas por la comunidad cientfica, formuladasen un lenguaje preciso, susceptibles de contrastacin emprica,tiles para la explicacin y prediccin de sucesos, parcial-mente corroboradas o, al menos, no refutadas por los experi-mentos efectuados hasta el momento y compatibles con otrasteoras cientficas vigentes . Se nos ha instado, en pro de laracionalidad terica individual> a la aceptacin de las tesis cient-ficas y a admitir como ingrediente fundamental de la raciona-lidad prctica la determinacin de nuestros fines y medios enfuncin de los conocimientos proporcionados por la ciencia. Esclaro que ello implica unas necesarias restricciones al mbito delo definido por Mostern como racional. El propio autor sealaentre otras:

    Que las creencias racionales sern histricas, en el sentidode mutables segn las variaciones o progresos de la ciencia.

    Que tal definicin de racionalidad slo ser vlida paranuestra cultura occidental> pues slo sta tiene a la empresa cien-tfica como uno de sus elementos esenciales.

    Que mbitos relevantes para nosotros quedan fuera> almenos por ahora, de ser tratados racionalinente fundndose en laciencia.

    Javier Muguerza, segundo polemista del que paso a ocuparme,no slo ha abordado el tema de la racionalidad en diversasocasiones podra decirse que en su caso apenas hay solucinde continuidad, sino que tambin se ha hecho eco de posi-ciones diferentes a la suya de modo explicito y ha intentadoresponder a las objecciones que se le planteaban- Tal predominiode la problemtica en sus escritos no es, obviamente, casual. Est -basada en su preocupacin terica por la justificacin racionalde la accin humana, as como la superacin de concepcionesexcesivamente formalistas y positivistas de la ciencia y, en fin,por su propsito de dilogo con otros movimientos filosficos,en especial el marxismo.

    Aunque tendr que hacer alusiones a alguno de sus restantestrabajos, los artculos que nos interesan ahora de forma especial

    MOSTERIN, 1.:

  • 340 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    son dos: el publicado originariamente en el ao 1974 con el tituloLgica,. historia y racionalidad y el Epilogo a su libro La Ra-zn sin esperanza, me interesa mostrar ante todo cmo en Muguerza seaprecian, segn su propsito> los resultads de una autocrticade la propia filosofa analtica sobre la nocin de racionalidad.De dicha autocrtica importa subrayar dos lneas fundamentales:la que se. orienta a justificar la no restriccin de lo racional a lolgico y la que se orienta a mostrar la necesidad de asumir lasconsecuencias de la historicidad.

    En primer lugar, Javier Muguerza denuncia razonadamenteen repetidas ocasiones la identificacin vigente en amplios cam-pos de la filosofa analtica entre razn y lgica, entre raciona-lidad y logicidad, identificacin de consecuencias filosficamentedesastrosas ~, entre ellas y de modo fundamental la imposibi-lidad de justificar racionalmente la accin humana. En este sen-tido seala como mucho ms adecuada la concepcin del ltimoWittgenstein en sus Investigaciones Filosficas implcita en susmetforas de la ciudad o de la caja de herramientas. Aunquepropiamente se tratara no tanto de contraponer razn y lgica,cuanto de ampliar el contenido semntico de este ltimo con-cepto ms all de la lgica deductiva para que puedan entrar enl los diversos tipos y formas de argumentaciones> evitando tenerque negarles el calificativo de racionales. La validez de unarazn no depende meramente de su deductibilidad.

    Su posicin intenta asumir los logros de la crtica a la episte-mologa positivista de la ciencia. Son, justamente> los lmites dedicha epistemologa los que han provocado las insuficiencias ycallejones sin salida a los que han abocado gran parte de losllamados filsofos analticos. La mostracin de las estrechas rela-ciones entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justi-ficacin, de la dependencia terica del lenguaje observacional, de

    12 Mucunz, 3.: Lgica, historia y racionalidad, en Revista de Occi-dente (1974), pp. 190-229, y A modo de Epilogo: Ultimas aventuras delPreferidor Racinal, en La Razn sin esperanza, Taurus, Madrid, 1977,Pp. 221-289.

    ~3 MUGUERZA> J.: .Lgica. . .. (ob. cit. nota 12), p. 203.

  • En torno a la racionalidad... 341

    las incorrecciones de determinados simplistas criterios de demar-cacin, iran de la mano con la negacin de la tajante distincinentre explicaciones y valoraciones, entre la capacidad de reso-lucin de la razn terica y la razn prctica. Los resultados detal autocrtica, en la que han colaborado lgicos e historiadoresde la ciencia, se vedan reflejados en algunos de los ltimosintentos de los propios filsofos analticos por superar sus tradi-cionales posiciones sobre la tica. De este modo> segn Muguerza,seda posible ofrecer razones, justificar y no slo explicar nuestrasacciones, obviando el carcter gratuito que se otorgaba a nues-tros fines ltimos en la concepcin de Mostern.

    Por otro lado, atendiendo a la distincin entre racionalidadintraparadigmtica o logicidad y racionalidad interparadigmtica(entre distintas teoras cientficas o cdigos morales) o racio-nalidad propiamente dicha, el problema se complica. Pues si elhecho de que la lgica sea un producto histrico humano noparece implicar ninguna relatividad de sus criterios de validezformal ~, otra cosa sucede con la racionalidad. En este caso lahistoricidad no slo comporta la relatividad de unos determi-nados contenidos, sino la propia de los criterios con los que selos enjuicia como racionales. Con ello nos introducimos en lasegunda lnea de resultados de la reflexin de Muguerza queinteresaba subrayar. No podemos conceder valor absoluto a nin-guno de los modos de interpretar el mundo y orientar nuestrosactos, sin que por ello tengamos que concluir su homogneafalta de valor. Indica tan slo, nada ms pero tambin nadamenos, que los hombres nos las habemos con una racionalidadhistrica.

    En uno de sus artculos anteriores (Es y Debe> en torno aJa lgica de falacia naturalista) 15 babIa recogido la hiptesis deTaylor sobre el preferidor racional, la hiptesis de un sujetosuficientemente libre, informado e imparcial al que se le reco-noca inmediatamente su carcter de ideal, de principio regula-tivo nunca absolutamente alcanzable e incapaz de ser realizadoen su totalidad por ninguna posicin concreta. Expresada, antetodo> el comn esfuerzo por alcanzar la verdad y justificarla una

    14 MUGUERZA> 1.: La razn sin esperanza

  • 342 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    aceptacin liberal del pluralismo ideolgico. Muguerza indicabaentonces que haba al menos una razn terica para tomar encuenta tal hiptesis.

    En cambio, cuatro aos ms tarde, en su trabajo Lgica,historia y racionalidad y significativamente al referirse a laherencia hegeliana escribe: De nada valdra, pues, que ence-mendemos la superacin de esa relatividad a un fantasmal Prefe-ridor Racional sustrado al flujo de la historia y supuestamentecapaz de preferir en condiciones ideales de suficiente libertad,informacin e imparcialidad, esto es, a un hipottico sujeto cuyaecuanimidad slo podra garantizarla la misma ingravidez hist-rica que hace de l un fantasma. Y en 1977, en el Epilogo a suLa Razn sin esperanza sigue manteniendo tal descalificacin yasume la acusacin de idealismo que contra aqul pudiera~ lan-zarse. Rechazando explcitamente la posibilidad de encarnar.identificar tal Preferidor Nacional con algn sujeto real (Dios,mquina o comunidad de sujetos racionales a modo transcen-dental) abogaen cambio por la necesidad de aceptar sin ilusionesni incoherencias a la hora de sacar las consecuencias la histori-cidad de la razn 16

    De nuevo puede apreciarse aqu un paralelismo entre la asump-cin de recientes teoras epistemolgicas y su posicin ante laracionalidad practica. La insistencia anti-positivista en la histo-ricidad de> los criterios de cientificidad va acompaada de unacercamiento entre ciencia y tica en cuanto conocimiento y, engeneral, de una mayor homogeneidad e interrelacin entre aquellapeculiar actividad humana y las restantes. Tanto las teoras cien-tficas como las razones desde las que apoyamos y justificamosnuestro obrar estarn sujetas como todo lo humano a variacion.Ni una ni otrs podrn ser consideradas absolutas, sin que ellosuponga la negacin de las diferencias entre ambas ni la acep-tacin del relativismo, al menos en cuanto posicin que impidadiscriminar o favorezca el quietismo.

    Segn este neohistoricismo o neoperspectivisrno (el pro-pio Muguerza se encarga de avisamos de la falta de idoneidadde estos calificativos) que alcanza, sobre todo, a los propios cri-terios de racionalidad, ser legtimo utilizar como patrones de

    ~ MUGUERZA, 3.: Lgica... (ob. cit. nota 12), p. 228, y La Razn sinesperanza (ob. cii. nota 12>, p. 241 ss.

  • En torno a la racionalidad. 343

    comparacin nuestros propios criterios, pero se habr de estardispuesto a aceptar que stos> a su vez, sean medidos por otros.Histricamente habra habido y habr distintas opciones pordiferentes modelos de racionalidad en funcin de las variacionessociales y culturales, del marco en el que la propia ciencia seencuentra instalada y desde la que resulta condicionada y posibi-litada. Con todo, si no se puede ya confiar ingenuamente en unamutua conmensurabilidad entre paradigmas, sistemas o teoras,no por ello hay que renunciar a la posibilidad de entendimiento,de comprensin de las diferentes y opuestas razones o racio-nalidades. Es posible una traduccin> en todo caso no meramentesintctica ni semntica, sino pragmtica que comporta la pre-sencia activa de un traductor capaz de sumergirse en amboscontextos y de vivir y revivir alternativamente la experienciade la realidad desde los dos lenguajes> desde los dos sistemas endilogo, por emplear el oportuno gro de Galileo .

    Recordemos finalmente dos conclusiones que emanan de loanteriormente expuesto en la concepcin de Javier Muguerza: enprimer lugar, su acercamiento a la tesis de Stephen Toulmin enel sentido de que el comportamiento racional no residira tantoen la logicidad de funcionamiento dentro de un paradigma cuantoen la capacidad humana de hacer frente a nuevas, inditas si-tuaciones.

    ... en la ciencia y en la filosofa por igual, la preocu-pacin exclusiva por la sistematicidad lgica ha resultadodestructiva para la comprensin histrica y la crticaracional. Los hombres demuestran su racionalidad, noordenando sus conceptos y creencias en rgidas estruc-turas formales> sino por su disposicin a responder a si-tuaciones nuevas con espritu abierto, reconociendo losdefectos de sus procedimientos anteriores y supern-dolos ~

    7 MUGUERZA, 3.: Cfr.

  • 344 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    La segunda conclusin tiene que ver con la propia funcinde la filosofa ya indiqu el carcter metafilosfico presenteen la polmica. El reconocimiento de la relatividad de nuestrasperspectivas racionales, de las rupturas a que la razn estsometida en nuestra sociedad> le lleva a indicar que a la filo-sofa ya acaso . no le quede desempear ms cometido que lacrtica. Slo a travs de ella y> en cierto modo, en su superio-ridad sobre la teora y la prctica cabra esperar alguna posi-bilidad de redencin ~.

    Los trabajos de Muguerza tuvieron a virtud de provocar res-puestas. Su inicial teora sobre el Preferidor Racional fue con-testada por A. Domenech en una poflencia del X Congreso deFilsofos Jvenes que apareci como artculo en la revista Sis-tema bajo el titulo Teora> Crtica y Prctica. (Un -tpico de lafilosofa espaola contempornea)>. Desde a prspectiva marxistaque denuncia el irracionalismo presente en concepciones positi-vistas de la ciencia, sigue calificando de idealista> la prpuestade Muguerza20.

    En estrecha relacin con tesis mantenidas en diversas ocasio-nes por M. Sacristn 21 Domenech sostiene la necesidad de admitirjunto a la racionalidad lgic-formal y cientfico-analtica la ra-cionalidad dialctica. Una misma razn como instrumento yno como facultad opuesta a entendimiento acta de diferenteforma segn la naturaleza de los objetos formales sobre los quese ocupe, tan slo variar en dependencid de stos el tipo devalidez de sus resultados. La prctica debe ser reconocida comoun conocimiento de las totalidades concretas, inaccesibles a laciencia> superando as la restric3cin del valor cognoscitivo al co-nocimiento abstracto (reflejo, a su juicio, d la divisin social deltrabajo).

    El marxismo> al que no ataeran las imputaciones de histo-ricismo ni naturalismo, estara en condiciones de ofrecer una

    19 MUGUERU, 3.; Lgica... (ob. cii. nota 12), p. 229, y La Razn sinesperanza (ob. cii. nota 12), pp. 287-288.

    ~ Do~>w~wci, A.: Teora, crtica y prctica. -Un tpico de la filosofaespaola contempornea,,, en Sistema, VII (1974), pp. 53-71.

    21 Cfr. especialmente ScusTN, M.~ La tarea de Engels en el Anti-Diihring, en ENGELs, Ant-DUhring, Grijalbo, Mxico, 1964> pp. VIFXXVJJI.y Nota sobre el uso de las nociones-de razn- e irracionalismo por GeorgLukcs,,, en Materiales, 1(1977), pp. 17-33.

  • En torno a la racionalidad. - - 345

    racionalidad, plausabilidad de sus asertos> aunque no fueranlgico-formalmente deducibles. Aportara la posibilidad de enla-zar sin rupturas la teora con la praxis, el plano epistemolgicocon el plano ontolgico y axiolgico que la concepcin analticaimposibilitaba. Estara> asimismo, en condiciones de superar unplanteamiento idealista e ideolgico del tema aceptando la inevi-table parcialidad y clasismo de toda opcin racional actual y posi-bilitando tericamente una prescripcin racional de lucha por lasuperacin de la sociedad clasista.

    Una necesaria seleccin me lleva, sin embargo, a optar por nodesarrollar ms extensamente esta intervencin en la polmicay pasar a la exposicin de la mantenida por M. A. Quintanilla.Para nuestro tema nos interesan especialmente, sin olvidar otrostrabajos suyos sobre epistemologa cientfica, dos artculos: elpublicado en Zona Abierta bajo el titulo El Concepto de razn(1975), y Adversus Ingenieros (Hacia un replanteamiento de lasrelaciones entre teora y accin en las ciencias sociales) aparecidoen Cuadernos Econmicos de 1. C. E. (1977) ~.

    En el primero de ellos Quintanilla recoge explcitamente latemtica de la polmica que nos ocupa y elabora una propuesta>la del racionalismo parcial, formulada como un paso ms, comoun intento de ampliacin, que conleva correccin, del neohistori-cismo de Muguerza. Tambin en este caso la propuesta estfundada sobre una revisin de la epistemologa analtica de laciencia, en especial de la> a su juicio, formalista> individualistay positivista popperiana. En diversos trabajos Quintanilla habainsistido ya y vuelve a hacerlo ahora en la necesidad de atendera lo que denomina dimensin histrico-material de la ciencia,mostrando la estrecha relacin existente entre sus proposicionesy los aspectos tcnicos e institucionales que vinculan a la cienciacon el resto de la cultura y del sistema social, llegando a denun-ciar la funcin ideologizadora de la ciencia en cuanto presentacomo universalmente racionales particulares intereses socialesinstitucionalizados.

    Muy significativa de la posicin de Quintanilla es su insistenciaen que lo que se precisa no es tanto un poner al lado o por

    22 QUINTANILLA, M. A.; El concepto de razn> en Zona Abierta, III(1975), pp. 49-59, y Adversus Ingenieros (Hacia un replanteamiento de lasrelaciones entre teora y accin en las ciencias sociales), en CuadernosEconmicos de J.C. E., nms. 3-4 (1977), pp. 248-274.

  • 346 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    encima de la ciencia otro gnero de racionalidad cuanto revisaruna determinada concepcin filosfica de entender la raciona-lidad cientfica. Incluso en el plano cientfico no basta la cohe-rencia lgica intrnseca a un sistema, teora o programa de inves-tigacin dado para poder admitir que se acta racionalmente.Importa al propio conocimiento racional cientfico la orientacinadecuada del conocimiento e interpretacin del mundo. Pero>justamente, el carcter racional del desarrollo de nuestro cono-cimiento no queda garantizado meramente por los requisitosformales del mtodo cientfico. Los criterios de racionalidaddeben de dar cuenta de la historia efectiva de la ciencia> as comoposibilitar una valoracin de sta. En cualquier caso los criteriosde racionalidad sern necesariamente histricos.

    Es en este punto donde Quintanilla propone la necesidad dedar un paso ms all de donde haba dejado el problema JavierMuguerza. A su juicio, la propuesta de este ltimo no consiguesuperar el idealismo presente en su concepcin subjetivista dela actitud crtica (tal como era defendida en Lgica, historia yracionalidad) y su historicismo no llega a sacar todas las conse-cuencias. En efecto, o se trata meramente de la variacin diacr-nica de los criterios de racionalidad; se da tambin una relati-vidad sincrnica en cuanto aparecen como opuestos> incluso con-tradictorios, en un mismo momento histrico Ante este hechola mera actitud crtica subjetiva parece revelarse como insu-ficiente.

    En base a ello propone un racionalismo parcial que con-lleva> por un lado, la aceptacin de definir la racionalidad entrminos colectivos, sociolgicos y, por otro, la aceptacin deuna necesaria toma de partido a favor de una determinada formade racionalidad (segn la concepcin marxista> la racionalidad dela clase obrera). Sera ideolgico cualquier intento de resolverel problema que nos ocupa al margen de las repercusiones quesobre l recaen de la lucha de clases. La revisin del conceptode ciencia, que atiende a los condicionamientos materiales de suefectivo desarrollo histrico> y que pretende hacerse eco del pro-blema de la racionalidad de dicho desarrollo, inevitablementeconleva una toma de posicin parcial acerca de los procesos yprogramas de investigacin cientfica segn los intereses de clasea los que responden.

  • En torno a la racionalidad- - 347

    Puede apreciarse aqu la estrecha relacin entre la teora dela ciencia, tica y poltica. En la medida en que la orientacinde tal desarrollo dependa de nosotros, su racionalidad dependerde la racionalidad social (ni los ingenieros sociales de Popper niDios ni la propia autonoma del proceso resultan alternativasvlidas). Pero ello supone inevitablemente plantear la cuestinde la racionalidad en trminos de utopia social. Slo en el marcode una sociedad democrtica e igualitaria en que la informaciny la libertad no est limitada para ninguno de sus miembrospuede concebirse la posibilidad de resolucin del problema dela racionalidad. Lo definido por aquella comunidad nos dara elnico criterio vlido para establecer el contenido real, no ideol-gico, del concepto. Este planteamiento nos posibilitara, asimis-mo, la sealizacin racional de un objetivo poltico vinculado a laopcin racionalista ~.

    Quintanilla termina la formulacin de su propuesta sea-lando los aspectos ya presentes de esa utopa. Tanto en algunoscontenidos tericos y prcticos, como en comunidades parcialesen las que se realiza o prefigura en parte el ideal de aquellacomunidad racional. La opcin parcial por la racionalidad deberrecaer sobre aquella parte del presente ms cargada de futuro.En el artculo de 1974 sobre el concepto de razn se insiste en laconcepcin marxista de la clase obrera como representante leg-timamente racional de la sociedad general, de ah la necesidaddel compromiso a su favor. En el Adversus Ingenieros se men-cionan ante todo los movimientos de crtica interna de laspropias comunidades cientficas y tcnicas.

    Muguerza no cerr sus odos a la propuesta de Quintanilla.En una primera respuesta se limitaba a insistir en que su pers-pectivismo procuraba evitar el absolutismo y que implicaba elesfuerzo por criticar y transformar la realidad social ~. Msextensamente, en su Eplogo, intenta responder a la acusacinde idealismo que se imputaba a su neoperspectivismo crtico.En primer lugar recuerda que en el artculo a que se refiereQuintanilla no haba sido insensible al hecho de las escisionesde la razn motivadas por las escisiones sociales ni al esfuerzo

    23 Clr. QUINTANLLA, M. A.: El concepto. - - (ob. cii. nota 22), Pp. 57 y 59,y Adversus Ingenieros (ob. cit. nota 22), p. 267 ss.

    24 Cf r. MtJGUERZA, Ji: La Razn sin esperanza (ob. cit. nota 12), pgi-nas 218-220.

  • 348 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    por colaborar a su superacin. Pero sobre- todo me interesasubrayar su reiteracin de la imposibilidad de encarnar alPreferidor Racional bajo cualquier forma que se presente, inclusobajo la de un racionalismo parcial fundado en la calificacinde la clase obrera como representante de los intereses de lasociedad entera. El alentador proyecto de una sociedad sin clasesque resolviera las escisiones de la razn no le hace renunciar a

    25la primaca de la crtica sobre la prctica

    Llegados a este punto, el lector suele esperar que el autor seestablezca en juez, que separe la paja del trigo> la verdad delerror y todo ello aportando una nuevacaracterizacin del objetode la polniica que, a su vez, pueda ser enjuiciada por el lectormismo. Nunca es bueno favorecer ilusiones que no se podrn oquerrn cumplir. De modo que me adelanto a declarar que lo quesigue no es el pretendido veredicto de un tribunal. En cuanto a laausencia de -una nueva propuesta definida sobre el tema quedanen libertad para considerarla como manifestacin de incapacidady/o para los ms benvolos como muestra de un comporta-miento racional que se niega a presentar ahora una criaturaen proceso de gestacin con rasgos tpdava excesivamente nodesarrollados para ser sometida a la luz pblica.

    Por otro lado, uno de los caracteres de la polmica es, engran medida,- la conciencia que los distintos autores tienen de loslmites de las posiciones por ellos mantenidas. Mostern explcita-mente seala que deja sin tratar el tema de la racionalidadterica colectiva. Muguerza reiteradamente nos advierte contracualquier confianza de que el tema haya quedado resuelto deforma satisfactoria, insiste en que sus propuestas pueden resul-tar vagas> que la crtica quiz sea poco fecunda y no ofrecegaranta plena> aunque quiz tambin sea lo nico posible. Y, enfin; el racionalismo parcial de Quintanilla concebido por l mismocomo una propuesta que, situada en una determinada perspec-tiva> no pretende haber solucionado todos los aspectos del pro-blema y en la que habra que discutir previamente la validez dela conceptualizacin marxista en la que se basa. En la mismamedida en que los propios protagonistas han constatado las limi-taciones me liberan de la tarea de denunciar insuficiencias.Aadir, -tan slo> algunas sospechas sobre ellas.

    Ibidem, p. 270 ss.

  • En torno a la racionalidad... 349

    Por lo que respecta a Mosterin debe tenerse en cuenta> enprimer lugar, las implicaciones de aquella ausencia de un trata-miento de la racionalidad terica colectiva. Pues si en las escasasalusiones que, en los artculos tratados, a ella hace parece quela lleva a coincidir con la racionalidad cientfica ~ y si, como seha dicho, la racionalidad terica individual depende estrecha-mente de la aceptacin de aqulla> en la medida en que quedeinsuficientemente definida, puede dejar sin base a una partede lo afirmado o incluso supondra circularidad por cuanto ra-cional sera un creencia que se ajustara a la ciencia y sta unconocer que es racional.

    Asistiendo en la actualidad a un profundo y prolongado de-bate entre lgicos e historiadores de la ciencia, cuyas repercu-siones alcanzan de lleno al tema de la racionalidad, nos encon-tramos con un mayor y, a mi juicio, legtimo escepticismo antela separacin epistemolgica entre explicaciones y valoraciones,entre la actividad cientfica y el resto de las actividades humanas.Nos sentimos ms inclinados en este momento antipositivistadel movimiento quiz pendular de la historia a subrayar losaspectos de su homogeneidad y las repercusiones de su conexinmutua en una totalidad humana cultural y social.

    El escepticismo abarca diversos puntos. El acercamiento nose produce tanto porciue se vea posible hacer de la tica unaciencia, como tantas veces de forma infructuosa se ha intentado,cuanto en destacar la inevitable presencia en el hecho cientficode opciones y valoraciones. La injustificacin en ltima instanciade nuestrs fines parece ampliarse en su sentido fuerte tambinal campo de la razn terica. Si, a juicio de Mostern, la moraly el derecho procesal son instituciones y como tales conjunto deconvenciones, hoy somos ms sensibles a las repercusionesde los aspectos institucionales, no tan extrnsecos, de la actividady desarrollo cientficos. Y, en fin, mucho ms escpticos acercade la bondad y racionalidad de los expertos a la hora de deter-minar nuestros intereses objetivos> en hacer lo que convienea la gente ~. La opcin por la racionalidad comporta tambin

    ~ MosrrnuN, 3.: El concepto. - - (ob. cit. nota 1), p. 464, y La incom-pleta. - -

  • 350 Estudios del Departamento de Historia de la Filosofa

    la decisin de optar democrticamente por qu tipo de racio-nalidad se adopta. Hacer el bien a los dems, cuando stos noson conscientes o no quieren ser de tal modo beneficiados,puede convertirse en una tentacin ante la que, desde Platn,debemos mostrarnos cautelosos.

    En cuanto a las reflexiones de Muguerza, tan slo indicarque los lectores comparten la impresin de vaguedad y parcialinsatisfaccin que a l mismo le produca su planteamiento, enespecial a la hora de exponer positivamente una nocin de racio-nalidad que siendo histrica siga posibilitndonos el recurrir aella con suficiente confianza en su intersubjetividad y en su capa-cidad de discriminacin entre diversos criterios de racionalidad.Aunque> a decir verdad, el autor de las presentes lneas compartela opinin de que el predominio de la tarea crtica> desveladorade insuficiencias, resulta legtimo e inevitable, quiz lo nicoposible. Con todo, sera necesario desarrollar y precisar las condi-ciones reales de traducibilidad, aun pragmtica, entre teorascontrapuestas. Por otro lado> con referencia a la tesis mantenidapor Toulmi y que Muguerza recoge> cabra indicar que la fecun-didad en la adaptacin, el xito de soluciones nuevas ante inditassituaciones> aun con el valor positivo del antidogmatismo, pareceinsuficiente para la discriminacin de una conducta social racio-nal. La respuesta que ofreci el nzismo a las nuevas condi-ciones del pueblo alemn en la dcada de los aos treinta fueracional? La sombra de que en una concepcin historicista lahistoria universal (Weltgeschichte) sea el nico tribunal al queapelar (Weltgericht) todava nos persigue. Pero, a diferencia deHegel, no estamos en condiciones de afirmar que todo lo realsea racional.

    En fin, la propuesta de un racionalismo parcial en cuantocomporte la opcin a favor de la racionalidad de una clase socialy se intente calificar a dicha opcin de racional en ello coin-cidiran tanto M. A. Quintanilla como A. Domenech precisarlade una justificacin ms explcitamente desarrollada de las tesistericas sobre l~s que se sustenta, as como ser formulada detal modo que no pudiera recibir el reproche de circularidadque el primero de ellos inteligentemente lanzaba> en un trabajosobre el concepto de ideologa, a Adam Schaft acerca de la vali-dez de los criterios que se emplean para determinar que la

  • En torno a la racionalidad. - - 351

    ideologa del proletariado responde a los objetivos del desarrollo29histrico

    En las exposiciones precedentes se habr podido constatarcmo el planteamiento y desarrollo de la polmica gravita sobredas ejes: la redefinicin crtica de la racionalidad cientfica y,consiguientemente, de sus relaciones con otros modos de argu-mentacin humanos, y la asumpcin de la historicidad de loscriterios de racionalidad. En tomo a ellos resultan caracterizadaslas distintas posiciones y de ambos han surgido innegables con-secuencias para un ms adecuado planteamiento del tema y, an,para el dilogo entre las concepciones analtica y dialctica.

    Que ello es as puede constatarse en la mayor precisin conque se plantea> superior a la mantenida, por ejemplo, entre elracionalismo crtico y la sociologa crtida de la Escuela de Frank-furt. Por un lado ya no hay simplistas intentos de contraponerla lgica formal a la lgica dialctica> abogando por una supuestasuperioridad de la segunda o con una implcita desvalorizacinde la racionalidad cientfica. Por otro lado> el desarrollo de laepistemologa de la ciencia promovido en el seno de la familiaanaltica ha llevado a la superacin de ciertas concepciones mera-mente formalistas o positivistas de ella, que comportaban un em-pobrecimiento del concepto de ciencia y de lo racional. Desarrolloque ha hecho entrar en crisis simplistas criterios de demarcaciny ha conducido a tomar en cuenta, junto a los aspectos sintc-ticos y semnticos del lenguaje cientfico> las implicaciones desus relevantes aspectos pragmticos.

    As> no es banal resultado, a mi juicio> el general reconoci-miento de la complejidad del tema y de la imposibilidad de queuna determinada concepcin de la ciencia, un tipo de validezde los resultados de un concreto procedimiento racional, o unpretendido saber supracientifico puedan arrogarse el calificativode nico ni preponderante modo de ejercer la racionalidad. En elmodo como el tema ha sido tratado recientemente por los pensa-dores espaoles aludidos puede apreciarse el intento de ofreceruna concepcin de la racionalidad como un procedimiento queaunque diferenciado no es equvoco.

    29 QUINTANILLA, M. A.: Cfr. Sobre el concepto marxista de ideologa>en Sistema, VII (1974), Pp. 29-51, recogido en Ideologa y Ciencia, FemandoTorres editor, Valencia, 1976, Pp. 11-59.

  • 352 Estudios del Departamento de Historia de la FilosofaNo menores han sido los frutos derivados de que los prota-

    gonistas no hayan obviado los derechos de la historia. Con~ ellose hace imposible cualquier solucin absolutista. As, hemospodido apreciar cmo Mosterin reconoce tal historicidad a laracionalidad terica colectiva de la que, en su concepcin, pendela individual tanto terica como prctica. As lo haca Muguerzacon especial referencia a la racionalidad interparadigmtica y suexplcita aceptacin en los criterios de racionalidad. As, en fin,lo reconoca Quintanilla poniendo nfasis en declarar cmo laciencia es necesariamente histrica e histricos los criterios queguan su desarrollo y justifican su orientacin. Se llegaba a re-mitir la racionalidad plena al plano de idea regulativa. En uncaso llevaba a reconocer el carcter de perspectiva> relativo, denuestra racionalidad y, en el otro> su necesaria parcialidad.

    Pero este reconocimiento en ninguno de ellos comportabapasividad> sino que, antes bien, implicaba el esfuerzo por hacerposibles las condiciones en que la ausencia de escisiones socialespudiera implicar ausencias de escisiones de la razn. Concep-ciones en las que el filsofo> ms que un detentador de la razn>se presenta como un luchador por ella> y la racionalidad notanto como algo que se tiene o se goza> regalo de los dioses>cuanto algo que hay que construir y conquistar con el esfuerzocomunitario. Mantiene as el mismo carcter que otros valoreshumanos como la verdad> la justicia y la libertad.

    En la polmica se recoge y prosigue la tarea que la filosofano ha dejado de realizar desde Grecia hasta nuestros das. Desdeaquella originaria confianza y opcin por el Logos como desve-lador de la realidad e instancia orientadora y justificadora denuestros actos, la filosofa no ha dejado de constituir una re-flexin crtica en torno a la razn y sus condiciones de posibi-lidad. Y se ve hoy en la necesidad de serlo responsablementeen una civilizacin que desde Kant intenta superar la rupturaentre razn terica y razn prctica, desde Hegel asumir lasconsecuencias de su historicidad y desde el siglo xix no renunciara la lucidez crtica sobre sus condicionamientos infraconscientesy sociales.

    Por ltimo> bajo la variedad de perspectivas y de propuestas,cabe apreciar la unidad intencional de la reflexin filosfica;unos y otros actan orientados por una intencin crtica quesirva a la liberacin del hombre. Ello no slo porque en repe-

  • En torno a la racionalidad. - - 353

    tidas ocasiones se formule explcitamente la estrecha conexinentre filosofa> moral y poltica, sino por la tambin explcitaintencin de ligar el esclarecimiento de la racionalidad y su con-secucin con el esfuerzo por ampliar la libertad y felicidadhumanas. Ambos hermanados esfuerzos en favor de la raciona-lidad y la liberacin del hombre, tal como son llevados a cabo,intentan cumplir la recomendacin, relativa a la felicidad> quePndaro nos hizo y con la que Mostern terminaba uno de susartculos y yo este anlisis:

    No aspires> oh alma ma, a la vida inmortaE peroagota el campo de lo posible.

    Paao Cn~4cN

    Madrid, junio 1978