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25 En profundidad Primer trimestre 2011 desde el Observatorio MINISTERIO DEL INTERIOR Observatorio Nacional de Seguridad Vial www.dgt.es 1. Introducción Hasta ahora el estado español carecía de una estimación pro- pia, de un valor oficial de la vida estadística, que le permitiera hacer ese tipo de evaluaciones, tal y como establece el RD 345/2011 de 11 de marzo, sobre gestión de la seguridad de las infraestruc- turas viarias en la Red de Carreteras del Estado. Este informe pre- senta la primera estimación del valor monetario de la vida esta- dística realizada en España que permitirá evaluar correctamente los costes y beneficios de la seguridad vial. Su consecución ha sido el fruto de un proyecto de investigación abordado por José Mª Abellán, Jorge Eduardo Martínez, Ildefonso Méndez y Fernando Ignacio Sánchez de la Universidad de Murcia, y José Luis Pinto de la Universidad Pablo de Olavide, para el Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico. El tráfico de pasajeros y mercancías, en todas sus modalida- des, provoca costes y beneficios de diversa índole. Así, por ejem- plo, la utilización que hacen los conductores de las infraestructuras viarias conlleva unos beneficios en términos de movilidad innega- bles. Al mismo tiempo, no obstante, el tráfico rodado comporta una serie de costes en forma de unos mayores niveles de con- taminación atmosférica y acústica, una gran pérdida de tiempo a consecuencia de los atascos y, uno de los más importantes, las pérdidas de calidad de vida ocasionadas por los accidentes. Estas pérdidas, habitualmente referidas en la literatura científica como costes humanos representan el valor intrínseco atribuido a todo el dolor y aflicción causados por las trágicas consecuencias de los accidentes de tráfico, esto es, la muerte prematura y la discapaci- dad. Como los costes humanos no son directamente observables (a diferencia de las pérdidas materiales), la ciencia económica ha desarrollado metodologías que permiten aproximar su valor mone- tario, y así poder incluirlos dentro del conjunto de costes sociales de los accidentes de tráfico. En el caso concreto de los accidentes mortales, dicha aproximación recibe el nombre de valor de la vida estadística, valor que los países motorizados más avanzados del mundo emplean con la finalidad de evaluar el impacto que las in- fraestructuras viarias tienen sobre la siniestralidad. Se estima que los costes humanos pueden representar, dependiendo del país, entre un 50% y un 90% del coste total de los accidentes mortales de tráfico, de modo que su omisión sin duda da lugar a que se infravaloren todas aquellas medidas de seguridad vial que minoran el número de víctimas mortales. 2. El concepto y medición del valor de la vida estadística El concepto de valor de la vida estadística (VVE) se acuña a finales de la década de 1960 con el objetivo de valorar en térmi- nos monetarios los efectos de la seguridad vial. Este concepto no pretende reflejar en modo alguno el valor (o precio) que acepta- ría una persona como compensación por la certeza de su propia muerte, ya que ni habría una suma lo suficientemente grande para ese propósito, ni el VVE responde al valor atribuido a una víctima identificable, sino a una víctima anónima (de ahí lo de vida «esta- dística»). El VVE simplemente es el valor que tiene para la gente un pequeño descenso en la tasa de siniestralidad mortal, lo cual se corresponde con el bienestar que realmente puede ofrecer la segu- ridad en carretera a cada persona. Esta idea puede explicarse de un modo intuitivo mediante un ejemplo. Imaginemos una población de 100.000 individuos cuya tasa anual de mortalidad por accidente de tráfico es de 3 personas por cada 100.000 habitantes. Si los miembros de esta población estuvieran dispuestos a pagar, en pro- medio, 50 euros a cambio de reducir la tasa anual de accidentes mortales a 2 por 100.000 (es decir, una reducción del riesgo de muerte de 1/100.000), podríamos concluir que el valor que dicha población atribuye al hecho de salvar una vida cualquiera (una vida «estadística») sería de 5.000.000 de euros (50 euros x 100.000 habitantes). Cuando se produce un accidente mortal de circulación hay unos costes que están directamente ligados a las víctimas, mien- tras que otros son indivisibles (por ejemplo, los costes derivados de los servicios de bomberos). El valor de todos aquellos costes estrechamente vinculables a los fallecidos en accidente de circula- ción recibe el nombre de valor de evitar o prevenir un fallecimiento en accidente de circulación (VPF), incluyendo más componentes aparte del VVE (1) . En concreto, el VPF es el resultado de sumar tres elementos: el VVE, los costes médicos y las pérdidas (netas) de capacidad productiva provocadas por la muerte prematura de la víctima (2) . De estos tres componentes, el más importante con mucha diferencia es el VVE. Hay dos grandes enfoques metodológicos para estimar el VVE: los métodos de preferencias reveladas y los métodos de preferen- cias declaradas. El primer conjunto de métodos asume que puede inferirse el VVE a partir de la observación de las decisiones que toman los individuos en mercados relacionados, cuando intercam- bian riesgo de muerte y dinero (por ejemplo en el mercado automo- vilístico, cuando se paga un mayor precio por un coche dotado de mejores dispositivos de seguridad). La principal ventaja que ofrece este enfoque es que se sustenta en el comportamiento real de los individuos en los mercados. Sin embargo, afronta diversos proble- mas (por ejemplo, hay dispositivos como el cinturón de seguridad que son obligatorios) que hacen cuestionable su aplicabilidad para la estimación del VVE en el ámbito de los accidentes de tráfico. Por preferencias declaradas se alude a un conjunto de méto- dos que obtienen valoraciones de bienes que carecen de mercado (como la salud o la contaminación) mediante el empleo de pregun- tas hipotéticas en encuestas. Hay al menos tres tipos de métodos dentro del enfoque de las preferencias declaradas. Las dos meto- dologías que podríamos calificar como «clásicas» son la valoración contingente y los experimentos de elección discreta. Desde hace un par de décadas, no obstante, ha emergido un tercer grupo de propuestas metodológicas que no cabe encuadrar dentro de nin- guna de las dos categorías anteriores. (1) Si bien en ocasiones se emplea el término VVE para designar lo mismo que el VPF, en este informe seguimos la convención utilizada, por ejemplo, por Wijnen et al. (2009), identificando al VVE como un componente del VPF. (2) Las pérdidas productivas netas resultan de sustraer al valor de todo lo que podría haber producido el fallecido de no haber muerto el valor del con- sumo que no podrá efectuar a causa de su defunción. El valor del consumo sacrificado se supone incluido en el VVE, junto con el valor puro de las pér- didas humanas. El valor monetario de una vida estadística en España

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En profundidad Primer trimestre 2011

desde el Observatorio

MINISTERIODEL INTERIOR

Observatorio Nacional de Seguridad Vial

www.dgt.es

1. Introducción

Hasta ahora el estado español carecía de una estimación pro-pia, de un valor oficial de la vida estadística, que le permitiera hacer ese tipo de evaluaciones, tal y como establece el RD 345/2011 de 11 de marzo, sobre gestión de la seguridad de las infraestruc-turas viarias en la Red de Carreteras del Estado. Este informe pre-senta la primera estimación del valor monetario de la vida esta-dística realizada en España que permitirá evaluar correctamente los costes y beneficios de la seguridad vial. Su consecución ha sido el fruto de un proyecto de investigación abordado por José Mª Abellán, Jorge Eduardo Martínez, Ildefonso Méndez y Fernando Ignacio Sánchez de la Universidad de Murcia, y José Luis Pinto de la Universidad Pablo de Olavide, para el Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico.

El tráfico de pasajeros y mercancías, en todas sus modalida-des, provoca costes y beneficios de diversa índole. Así, por ejem-plo, la utilización que hacen los conductores de las infraestructuras viarias conlleva unos beneficios en términos de movilidad innega-bles. Al mismo tiempo, no obstante, el tráfico rodado comporta una serie de costes en forma de unos mayores niveles de con-taminación atmosférica y acústica, una gran pérdida de tiempo a consecuencia de los atascos y, uno de los más importantes, las pérdidas de calidad de vida ocasionadas por los accidentes. Estas pérdidas, habitualmente referidas en la literatura científica como costes humanos representan el valor intrínseco atribuido a todo el dolor y aflicción causados por las trágicas consecuencias de los accidentes de tráfico, esto es, la muerte prematura y la discapaci-dad. Como los costes humanos no son directamente observables (a diferencia de las pérdidas materiales), la ciencia económica ha desarrollado metodologías que permiten aproximar su valor mone-tario, y así poder incluirlos dentro del conjunto de costes sociales de los accidentes de tráfico. En el caso concreto de los accidentes mortales, dicha aproximación recibe el nombre de valor de la vida estadística, valor que los países motorizados más avanzados del mundo emplean con la finalidad de evaluar el impacto que las in-fraestructuras viarias tienen sobre la siniestralidad. Se estima que los costes humanos pueden representar, dependiendo del país, entre un 50% y un 90% del coste total de los accidentes mortales de tráfico, de modo que su omisión sin duda da lugar a que se infravaloren todas aquellas medidas de seguridad vial que minoran el número de víctimas mortales.

2. El concepto y medición del valor de la vida estadística

El concepto de valor de la vida estadística (VVE) se acuña a finales de la década de 1960 con el objetivo de valorar en térmi-nos monetarios los efectos de la seguridad vial. Este concepto no pretende reflejar en modo alguno el valor (o precio) que acepta-ría una persona como compensación por la certeza de su propia muerte, ya que ni habría una suma lo suficientemente grande para ese propósito, ni el VVE responde al valor atribuido a una víctima identificable, sino a una víctima anónima (de ahí lo de vida «esta-dística»). El VVE simplemente es el valor que tiene para la gente un pequeño descenso en la tasa de siniestralidad mortal, lo cual se corresponde con el bienestar que realmente puede ofrecer la segu-

ridad en carretera a cada persona. Esta idea puede explicarse de un modo intuitivo mediante un ejemplo. Imaginemos una población de 100.000 individuos cuya tasa anual de mortalidad por accidente de tráfico es de 3 personas por cada 100.000 habitantes. Si los miembros de esta población estuvieran dispuestos a pagar, en pro-medio, 50 euros a cambio de reducir la tasa anual de accidentes mortales a 2 por 100.000 (es decir, una reducción del riesgo de muerte de 1/100.000), podríamos concluir que el valor que dicha población atribuye al hecho de salvar una vida cualquiera (una vida «estadística») sería de 5.000.000 de euros (50 euros x 100.000 habitantes).

Cuando se produce un accidente mortal de circulación hay unos costes que están directamente ligados a las víctimas, mien-tras que otros son indivisibles (por ejemplo, los costes derivados de los servicios de bomberos). El valor de todos aquellos costes estrechamente vinculables a los fallecidos en accidente de circula-ción recibe el nombre de valor de evitar o prevenir un fallecimiento en accidente de circulación (VPF), incluyendo más componentes aparte del VVE(1). En concreto, el VPF es el resultado de sumar tres elementos: el VVE, los costes médicos y las pérdidas (netas) de capacidad productiva provocadas por la muerte prematura de la víctima(2). De estos tres componentes, el más importante con mucha diferencia es el VVE.

Hay dos grandes enfoques metodológicos para estimar el VVE: los métodos de preferencias reveladas y los métodos de preferen-cias declaradas. El primer conjunto de métodos asume que puede inferirse el VVE a partir de la observación de las decisiones que toman los individuos en mercados relacionados, cuando intercam-bian riesgo de muerte y dinero (por ejemplo en el mercado automo-vilístico, cuando se paga un mayor precio por un coche dotado de mejores dispositivos de seguridad). La principal ventaja que ofrece este enfoque es que se sustenta en el comportamiento real de los individuos en los mercados. Sin embargo, afronta diversos proble-mas (por ejemplo, hay dispositivos como el cinturón de seguridad que son obligatorios) que hacen cuestionable su aplicabilidad para la estimación del VVE en el ámbito de los accidentes de tráfico.

Por preferencias declaradas se alude a un conjunto de méto-dos que obtienen valoraciones de bienes que carecen de mercado (como la salud o la contaminación) mediante el empleo de pregun-tas hipotéticas en encuestas. Hay al menos tres tipos de métodos dentro del enfoque de las preferencias declaradas. Las dos meto-dologías que podríamos calificar como «clásicas» son la valoración contingente y los experimentos de elección discreta. Desde hace un par de décadas, no obstante, ha emergido un tercer grupo de propuestas metodológicas que no cabe encuadrar dentro de nin-guna de las dos categorías anteriores.

(1) Si bien en ocasiones se emplea el término VVE para designar lo mismo que el VPF, en este informe seguimos la convención utilizada, por ejemplo, por Wijnen et al. (2009), identificando al VVE como un componente del VPF.(2) Las pérdidas productivas netas resultan de sustraer al valor de todo lo que podría haber producido el fallecido de no haber muerto el valor del con-sumo que no podrá efectuar a causa de su defunción. El valor del consumo sacrificado se supone incluido en el VVE, junto con el valor puro de las pér-didas humanas.

El valor monetario de una vida estadística en España

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Tabla 1. Comparación internacional de VVE (año 2009).

País VVE (mill.de $ de PPA)* PIBpc ($ de PPA) VVE/PIBpc

Alemania 1,56 36.340 43

Austria 3,32 38.823 85

Bélgica ** 6,82 36.308 188

Canadá 3,91 37.808 103

Dinamarca 1,54 37.688 41

Estados Unidos 5,85 45.674 128

Francia 1,38 33.698 41

Noruega 3,51 55.750 63

Países Bajos 3,01 40.813 74

Reino Unido 2,67 35.159 76

Suecia 2,54 37.163 68

* Dólares ajustados según los índices de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) publicados por la OCDE para tener en cuenta las diferencias en niveles de precios entre países. ** Valor no oficial. Fuente: Elaboración propia a partir de New ZealandMinistry of Transport (2009).

Los estudios de valoración contingente (VC) recrean en un cuestionario un mercado virtual donde el encuestador representa el papel de la oferta, el entrevistado la demanda, y la disposición a pagar (DAP) el precio de mercado. Básicamente, el método consiste en exponer un escenario hipotético y preguntar al en-cuestado cuánto dinero estaría dispuesto a pagar a cambio de recibir un «bien» (por ejemplo una ganancia de salud) o de evitar un «mal» (por ejemplo el riesgo de vivir cerca de una instalación contaminante). La DAP es, por tanto, contingente al mercado re-creado en el cuestionario. En ocasiones también se inquiere por la disposición a aceptar (DAA), esto es, la mínima suma de dinero que el encuestado aceptaría como compensación por verse pri-vado de un bien o por soportar un mal. La principal ventaja de la VC es que permite al investigador presentar a los sujetos que forman parte de la muestra exactamente la información que debe ser objeto de valoración. En el caso de la obtención del VVE en el contexto de la seguridad vial, este método se concretaría en obtener la DAP de una muestra de población a cambio de una determinada reducción en el riesgo de morir a causa de un acci-dente de tráfico para, a continuación, extrapolar el valor agregado que la población atribuye al hecho de salvar una vida, tal y como se expuso en el ejemplo al inicio de la sección. Si bien la VC tie-ne ventajas innegables, también afronta numerosos problemas, siendo uno de los más destacados la insensibilidad que muestra la DAP a la magnitud de la reducción del riesgo (p.ej. estar dis-puesto a pagar lo mismo por una reducción de 5/100.000 que por otra de 10/100.000).

Este problema de la insensibilidad a la reducción de peque-ños riesgos de muerte fue claramente constatado por Jones-Lee et al. (1995) en el Reino Unido, lo que movió al Departamento de Medio Ambiente, Transporte y de las Regiones británico a finan-ciar un proyecto en el que se explorase en profundidad el alcan-ce de este problema, así como posibles formas de solucionarlo. Producto de dicha investigación fue el desarrollo de un nuevo método (Carthy et al., 1999) bautizado como el enfoque encade-nado valoración contingente(VC)/lotería estándar(LE)(CV/SGchai-nedapproach), que es el escogido en el estudio que describimos en este informe para estimar el VVE en España.

La lógica del método encadenado VC/LE es la siguiente: como obtener disposiciones a pagar y a aceptar fiables por cambios en riesgos pequeños es difícil, pues los encuestados no discriminan

suficientemente entre variaciones de tan escasa magnitud, la so-lución pasa por fragmentar la obtención de la DAP (y la DAA) por una variación del riesgo de muerte en dos etapas. En primer lugar se utiliza el método de VC para obtener la DAP (la DAA) por evitar (por compensar) una lesión de moderada gravedad (un estado de salud no mortal) en un entorno de certeza, de lo cual se deriva la tasa (o relación marginal de sustitución) a la que se está dispuesto a intercambiar renta y el estado de salud no mortal. En segundo lugar se utiliza un método diferente, denominado lotería estándar modificada o doble lotería, mediante el cual se obtiene la razón que existe entre la muerte y el estado de salud no mortal. Una vez obtenidos estos dos componentes, el producto de ambos resulta en el VVE. Si a éste le añadimos el valor de las pérdidas netas de producción y los costes médicos obtendremos el VPF.

El VPF recomendado en el Reino Unido en el contexto del transporte por carretera, y que se cifró en 1997 en 1 millón de libras esterlinas, está basado en el enfoque descrito. Además, di-versos informes europeos tendentes a establecer valores oficiales en el seno de la UE toman esta aproximación como referencia. El proyecto UNITE (Nellthorp et al., 2000) –cuyos supuestos y convenciones fueron posteriormente adoptados también por el proyecto HEATCO (Bickel et al., 2006) que recomendó VVE ofi-ciales para los 25 países de la UE más Noruega y Suiza– propuso un valor estándar europeo de 1,5 millones de euros de paridad de poder adquisitivo (PPA)(3) por víctima mortal (a precios de merca-do de 1998) que sería transferido a cada uno de los países con-siderados en su estudio ajustándolo linealmente en proporción al índice de PIB per cápita. Resulta relevante destacar que la fuente principal en la que Nellthorp et al. (2000) basan el valor estándar europeo recomendado en el proyecto UNITE es el estudio reali-zado por Carthy et al. (1999). El valor estimado para España que se presenta en este informe se ha basado en esta metodología.

El repaso de la evidencia internacional acerca del VVE em-pleado en diferentes países desarrollados, recogido en la Tabla 1, sugiere que dicho valor se encuentra, en la mayoría de los casos, dentro de un rango comprendido entre 2 y 4 millones de dólares de PPA.

(3) Paridad de Poder Adquisitivo: tasa de conversión de las monedas que tiene en cuenta no solo el tipo de cambio sino también las diferencias en niveles de precios entre países.

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estado de salud y la muerte. El primero de estos dos compo-nentes requiere la obtención de la DAP por evitar dicho estado de salud en condiciones de certeza, así como la DAA por sufrir tal estado de salud. Para ello, se pedía a los encuestados que se pusiesen en la situación hipotética de haber sufrido un acci-dente de tráfico, a consecuencia del cual, y en caso de no recibir la asistencia médica, se encontrarían en un determinado estado

de salud. A continuación, se les ofrecía un tratamiento médico novedoso, que les permitiría recuperar su estado de salud pre-vio al accidente de forma casi inmediata. En este escenario, se preguntaba a los entrevistados cuál sería su máxima DAP por el tratamiento alternativo que haría que evitasen el estado de salud objeto de valoración. Una segunda valoración monetaria del mismo estado de salud se obtuvo preguntando a los su-

3. El estudio de campo

El diseño muestral y el trabajo de campo corrió a cargo de la empresa GFK Emer y se realizó entre noviembre de 2010 y enero de 2011. Se llevó a cabo un muestreo polietápico estra-tificado por comunidad autónoma y tamaño de hábitat, con la finalidad de conseguir una muestra representativa de la pobla-ción adulta española. Se establecieron cuotas por tamaño de hábitat y comunidad autónoma (véase tabla 2), así como por grupos de edad y sexo (véase tabla 3). La muestra total fue de 2020 observaciones. Las encuestas se realizaron mediante entrevista personal, en el hogar del entrevistado, y asistidas por ordenador.

El cuestionario estaba estructurado en cinco partes dife-renciadas, conteniendo un total de cuarenta y dos preguntas. Aunque la estructura del cuestionario era igual para todos los encuestados, se diseñaron ocho modelos diferentes de encues-ta, que diferían entre sí en ciertos detalles de las partes centrales del cuestionario. Los entrevistados fueron asignados a un mo-delo u otro de forma aleatoria.

La parte central del cuestionario contenía las preguntas di-rigidas a obtener los dos inputs básicos para el cómputo del VVE usando el método encadenado VC/LE, es decir, la tasa de intercambio entre la renta y un estado de salud no mortal (véase la descripción en la figura 1) y la tasa de intercambio entre dicho

Tabla 2. Cuotas (%) por tamaño de hábitat (miles de habitantes) y comunidad autónoma.

Hasta 10

De 10 a 50

De 50 a 200

De 200 a 500

Más de 500

Madrid capital

Barcelona capital

Total

Andalucia 3,8 4,9 4,8 1,3 2,8 -- -- 17,7

Aragón 0,9 0,6 -- -- 1,5 -- -- 3,0

Asturias 0,5 0,8 0,2 1,1 -- -- -- 2,7

Baleares 0,5 0,9 -- 0,8 -- -- -- 2,2

Canarias 0,5 1,6 0,9 1,3 -- -- -- 4,3

Cantabria 0,4 0,4 0,5 -- -- -- -- 1,2

Castilla León 2,6 0,7 1,9 1,0 -- -- -- 6,2

Castilla la Mancha 2,0 1,0 1,1 -- -- -- -- 4,1

Cataluña 2,9 4,0 3,7 1,6 -- -- 3,7 16,0

Extremadura 1,3 0,6 0,6 -- -- -- -- 2,5

Galicia 2,1 2,1 1,0 1,2 -- -- -- 6,3

Madrid 0,7 1,1 3,2 0,7 -- 7,1 -- 12,8

Murcia 0,4 1,0 0,5 1,3 -- -- -- 3,2

Navarra 0,6 0,5 0,7 -- -- -- -- 1,8

La Rioja 0,3 0,2 0,3 -- -- -- -- 0,8

Comunidad Valenciana 1,8 4,0 1,7 1,3 1,8 -- -- 10,6

País Vasco 1,1 1,4 0,9 1,3 -- -- -- 4,6

Total 22,2 25,8 22,0 12,9 6,2 7,1 3,7 100

Tabla 3. Cuotas (%) por grupos de edad y sexo.

Grupo de Edad Hombres Mujeres Total

Menores de 25 años 5,3 5,1 10,5

Entre 25 y 34 años 10,9 10,2 21,0

Entre 35 y 44 años 10,0 9,6 19,7

Entre 45 y 54 años 7,9 7,9 15,7

Entre 55 y 64 años 6,2 6,5 12,7

Más de 64 años 8,6 11,7 20,3

Total 49,0 51,0 100,0

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jetos por la mínima cantidad de dinero que sería suficiente para compensarlos por sufrir dicho estado, es decir, su DAA. En este caso, partiendo de la misma situación hipotética de encontrarse en un estado de salud determinado como consecuencia de un accidente, se les pedía que imaginasen que ese mismo día habían resultado agraciados con un premio de la lotería. La tarea consis-tía en que fijasen el importe del premio de lotería que conseguía compensar las consecuencias del accidente (es decir, qué premio monetario haría que «el día después de todo, no fuese ni bueno ni malo»). Siguiendo a Carthy et al. (1999), asumimos que la rela-ción marginal de sustitución entre la renta y el estado de salud no mortal está acotada entre la DAP y la DAA así estimadas, depen-diendo su concreción exacta de la forma funcional específica que se suponga que tiene la función de utilidad (el índice de bienestar) del dinero. En nuestro estudio, al igual que hicieran los autores británicos, consideramos cuatro formas funcionales distintas: Ex-ponencial Negativa, Homogénea, Logarítmica y Raíz Enésima.

El segundo de los componentes requeridos para el cálculo del VVE mediante el método encadenado es el valor relativo del estado de salud respecto de la muerte. En la práctica ello requiere cono-cer el riesgo de muerte que los sujetos están dispuestos a asumir con el fin de evitar sufrir el estado de salud no mortal previamente valorado mediante el enfoque de la valoración contingente. Para ello se pedía a los entrevistados que se pusiesen en la situación de haber sufrido un accidente de tráfico, y se les informaba de que si no recibían atención médica urgente, podían fallecer. La tarea sub-siguiente consistía en elegir entre diversos tratamientos médicos con distintos resultados posibles y diferente probabilidad de éxito (tal y como sucede en la vida real). Con anterioridad a la formu-lación de las preguntas de valoración, se planteó un conjunto de elecciones a modo de prueba para familiarizar al entrevistado con este tipo de situaciones. Para comunicar los riesgos se utilizaron ayudas visuales con el fin de facilitar su comprensión, como la que se muestra en la Figura 2.

Figura 2. Ayuda visual para elegir entre dos tratamientos médicos.

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Figura1. Ayuda visual para elegir entre dos tratamientos médicos.

La tarea se articulócomo una secuencia de elecciones sucesivas, cuyo objetivo último era obtener el

valor de la probabilidad de muerte en el tratamiento B que hacía indiferente al entrevistado entre

ambos tratamientos.El procedimiento concreto que se siguió para llegar al valor de indiferencia es el

conocido como ping-pong, en virtud del cual se van ofreciendo probabilidades para el tratamiento B

por arriba y por abajo, estrechando paulatinamente el intervalo, hasta lograr que el encuestado sea

indiferente entre los dos tratamientos.

4. RESULTADOS. En la Tabla 2 se presentan los valores de la vida estadística calculados a partir del método

encadenado VC/LE según cada una de las cuatro formas asumidas para la función de utilidad.

Es preciso advertir deque únicamente se han utilizado las repuestas de los entrevistados adscritos a 6

de los 8 grupos, ya que los sujetos asignados a los dos grupos restantesdesempeñan funciones de

control. Además, determinadas observaciones han sido excluidas del cómputo del VVE debido a dos

tipos de consideraciones. Por un lado se han obviado aquellas observaciones para las cuáles no

resulta posible calcular los valores a través de alguna de las formas funcionales, aunque si lo sea con

otras4. Por otra parte, se han eliminado los valores extremos (outliers), esto es, aquellos cuyo importe

excedía de la media más tres desviaciones típicas. En términos prácticos, el criterio se ha traducido

en el establecimiento de un umbral máximo ligeramente superior a los 49,7 millones de euros. La

4Típicamente si la DAP o la DAA sonnulas, por ejemplo, la función logarítmica no se encuentra definida; sin embargo, sí que sería posible computar el valor utilizando la forma funcional homogénea. No obstante, en aras de la homogeneidad mínima exigible, sólo se tienen en cuenta las observaciones si es posible calcularlas por todos los medios. Sea como fuere, esto no supone un cambio cuantitativo ni cualitativo relevante en cuanto a los valores medios y medianos obtenidos a través de las distintas formas funcionales.

La tarea se articuló como una secuencia de elecciones sucesi-vas, cuyo objetivo último era obtener el valor de la probabilidad de muerte en el tratamiento B que hacía indiferente al entrevistado entre ambos tratamientos. El procedimiento concreto que se siguió para

llegar al valor de indiferencia es el conocido como ping-pong, en vir-tud del cual se van ofreciendo probabilidades para el tratamiento B por arriba y por abajo, estrechando paulatinamente el intervalo, hasta lograr que el encuestado sea indiferente entre los dos tratamientos.

Figura 1. Descripción de los Estados de Salud R, V, X y W.

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4. Resultados

En la Tabla 4 se presentan los valores de la vida estadística calculados a partir del método encadenado VC/LE según cada una de las cuatro formas asumidas para la función de utilidad.

Es preciso advertir que únicamente se han utilizado las repues-tas de los entrevistados adscritos a 6 de los 8 grupos, ya que los sujetos asignados a los dos grupos restantes desempeñan funciones de control. Además, determinadas observaciones han sido excluidas del cómputo del VVE debido a dos tipos de con-sideraciones. Por un lado se han obviado aquellas observaciones para las cuales no resulta posible calcular los valores a través de alguna de las formas funcionales, aunque sí lo sea con otras(4). Por

(4) Típicamente si la DAP o la DAA son nulas, por ejemplo, la función loga-rítmica no se encuentra definida; sin embargo, sí que sería posible computar

otra parte, se han eliminado los valores extremos (outliers), esto es, aquellos cuyo importe excedía de la media más tres desviaciones típicas. En términos prácticos, el criterio se ha traducido en el esta-blecimiento de un umbral máximo ligeramente superior a los 49,7 millones de euros. La eliminación de outliers implica no tener en cuenta 13 de 1.455 observaciones, esto es, supone excluir a algo menos del 1% de la muestra.

el valor utilizando la forma funcional homogénea. No obstante, en aras de la homogeneidad mínima exigible, sólo se tienen en cuenta las observaciones si es posible calcularlas por todos los medios. Sea como fuere, esto no supone un cambio cuantitativo ni cualitativo relevante en cuanto a los valores medios y medianos obtenidos a través de las distintas formas funcionales.

Tabla 4. Valores de la vida estadística (en euros) obtenidos mediante el método encadenado.

Exponencial Negativa Homogénea Logarítmica Raíz-enésima

Media 955.262 1.142.331 1.730.253 2.294.897

Mediana 72.128 90.212 149.683 188.062

Desviación Típica 2,79E+06 3,25E+06 4,65E+06 6,23E+06

Mínimo 7,51 10,42 13,97 13,97

Máximo 3,66E+07 3,66E+07 3,66E+07 4,95E+07

Error Estándar 73.458 85.514 122.576 164.086

Observaciones 1.442 1.442 1.442 1.442

Como puede observarse en la tabla, las medias del VVE se sitúan entre 1 y 2,3 millones de euros, según cual sea la forma fun-cional elegida para su cómputo (las medianas alcanzan, como era de prever, valores notablemente inferiores: entre 72.000 y 188.000 euros). En ausencia de un criterio normativo que permita elegir una especificación funcional sobre las demás, optamos por utilizar el promedio de las cuatro estimaciones como valor resumen del es-tudio. Si nos centramos en los valores medios, que constituyen la medida de tendencia central más habitual, esto nos daría un VVE promedio de 1,5 millones de euros.(5)

La validez teórica del ejercicio de valoración se contrastó me-diante una serie de análisis de regresión, cuyo objetivo fue obser-var si las DAP y DAA declaradas por los encuestados, así como los VVE obtenidos con el método encadenado, se comportaban de forma acorde a lo predicho por la teoría económica. En dichos análisis se obtuvo una relación positiva y significativa entre el nivel de renta y el valor de la vida, lo que constituye un requisito mínimo de validez en un estudio de VC.

Un supuesto inherente a la obtención del VVE mediante el mé-todo encadenado es que la utilidad de la renta es independiente del estado de salud disfrutado por el individuo, es decir, que la satisfacción que un individuo deriva de su nivel de ingresos es la misma sea cual sea su estado de salud. Existe, sin embargo, cierta evidencia contraria a este supuesto. Por ejemplo, Viscusi y Evans (1990), en el contexto de los accidentes laborales, encon-traron que la utilidad marginal de la renta ante un deterioro de la salud estaba situada entre un 77% y un 92% de la correspon-diente en salud normal. Parece sensato, pues, tener en cuenta este hecho incorporando al análisis esta diferencia en la utilidad marginal de la renta. Carthy et al. (1999) estimaron (para el caso

(5) La aplicación de un procedimiento alternativo para seleccionar la esti-mación puntual del VVE, atribuyendo un mayor peso a los VVE medianos, como hicieron Carthy et al., conduce a un resultado muy similar (inferior en 100.000 euros).

concreto de la función que registra un comportamiento más ex-tremo, la de raíz enésima), que incorporar una reducción de la utilidad marginal de la renta del 20% daba lugar a una disminución de los VVE obtenidos cercana al 15%. En consecuencia, nosotros hemos optado por una interpretación conservadora y hemos apli-cado un coeficiente reductor de 0,85 al promedio de las medias de los valores obtenidos en nuestro estudio (1,5 millones de euros). Como resultado de este ajuste el VVE de referencia queda fijado en 1,3 millones de euros.

Como se indicó con anterioridad, el valor total de evitar o prevenir un fallecimiento en accidente de circulación (VPF) pue-de contemplarse como la suma de tres componentes: el VVE, la pérdida neta de producción y los costes médicos y de am-bulancia. Por lo que respecta a la producción perdida, esta se estimó asumiendo una serie de supuestos simplificadores para cuyos detalles remitimos al informe final del estudio(6). Los resul-tados de las estimaciones dieron lugar a un rango de valores en términos de producción neta de entre 70.000 y 180.000 euros, con un valor promedio de 113.000 euros y una mediana situada en 99.300 euros.

Sobre los costes médicos y de ambulancias existe poca in-formación disponible para España. No obstante, basándonos en las estimaciones de Lladóy Roig (2007) y los datos del estudio de FITSA (2008), consideramos razonable suponer un incremento to-tal por estos conceptos de unos 1.000 euros. Teniendo en cuenta todo lo anterior asumimos una cifra redonda de 100.000 euros en la que se recoja, tanto el valor de la producción neta perdida, como los costes médicos y de ambulancia en los que se incurre por cada víctima mortal. Si añadimos esta cifra al VVE obtenemos un VPF final de 1,4 millones de euros.

(6) http://www.dgt.es/was6/portal/contenidos/documentos/seguridad_vial/estudios_informes/InformeValor_MonetarioVidaEstadistica.pdf.

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5. Conclusiones

En la investigación realizada se ha estimado el VVE median-te un procedimiento análogo al empleado por Carthy et al. (1999) para el Reino Unido. Dicha técnica se conoce como el enfoque encadenado valoración contingente/lotería estándar, y en él está basado el valor oficial británico desde el año 1997 (Spackman et al., 2011). Éste método es, a juicio de los autores de este informe, el procedimiento más robusto conocido (la mejor «tecnología» dis-ponible) para estimar el VVE. De hecho, esta opinión es compartida por los autores de los proyectos europeos UNITE y HEATCO, cu-yas recomendaciones se derivan directamente del millón de libras esterlinas estimado por Carthy et al. (1999) para el Reino Unido (Nellthorp et al., 2000: p. 22).

El resultado de nuestro estudio ha sido la obtención de un rango de VVE que, en términos de valoraciones medias, abarca desde 1 hasta 2,3 millones de euros. Para poder calcular el coste asociado a una víctima mortal de accidente de tráfico –lo que convenimos en llamar el valor de evitar o prevenir un fallecimiento (VPF)– es preciso escoger una estimación puntual dentro de ese rango. Este valor se ha fijado en el promedio de las medias obtenidas, esto es, un valor de 1,5 millones de euros, que se ha minorado en un 15% para tomar en consideración la evidencia (Viscusi y Evans, 1990) que sugiere la posibilidad de que la utilidad marginal de la ren-ta condicionada a sufrir un cierto deterioro en el estado de salud pueda diferir de la correspondiente a salud normal. Esto arroja un VVE final de 1,3 millones de euros. Cuando esta suma es acrecen-tada por la magnitud que estimamos para los costes médicos y las pérdidas de capacidad productiva (netas), obtenemos que el valor total de prevenir un fallecimiento por accidente de circulación en España asciende a 1,4 millones de euros. Este valor equivaldría aproximadamente a 2 millones de dólares en Paridad de Poder Ad-quisitivo; un valor que multiplica por 61 el PIB per cápita español. Si comparamos esa relación con la vigente en algunos de los países de nuestro entorno (los presentados en la Tabla 1), España estaría

por delante de Dinamarca, Francia y Alemania (países que ocupan el tercio inferior), muy por debajo de Bélgica, EE.UU., Austria y Ca-nadá, algo menos de Reino Unido, Países Bajos y Suecia, y muy próxima a Noruega.

El VPF debería ser objeto de actualización anual, en línea con las recomendaciones formuladas en las directrices del proyecto UNITE que establecen que «debería asumirse que los valores cre-cen con los ingresos reales» (Nellthorp et al., 2000: p. 12). Otra posibilidad sería actualizarlo en función del crecimiento de algún ín-dice de precios (como en EE.UU.), pero parece razonable suponer (y así lo sugiere la evidencia empírica disponible) que la disposición a pagar en términos reales por reducir riesgos mortales tenderá a incrementarse conforme lo haga la renta. Si se pretende tomar en consideración tanto las subidas de precios como el incremento de la renta real, la actualización debería realizarse tomando como referencia la variación nominal del PIB per cápita.

Al margen del mencionado ajuste anual parejo al crecimien-to real de la economía, parece conveniente contemplar la revisión periódica del valor estimado por dos motivos fundamentales. En primer lugar, porque las preferencias sociales no son inmutables, sino contingentes a la propia dinámica social. Por ejemplo, el ma-yor peso relativo que van adquiriendo las cohortes de más edad podría acabar traduciéndose en una percepción diferente del valor de la vida estadística. Una segunda razón es que la «tecnología» de estimación puede experimentar mejoras que hagan aconsejable modificar los fundamentos metodológicos del VVE. La experiencia británica ilustra este segundo motivo. Durante un decenio (de 1987 a 1997) el VVE británico estuvo basado en estimaciones de va-loración contingente. Desde 1997 hasta el presente lo está en el método encadenado valoración contingente/lotería estándar. De hecho, el informe elaborado por Spakman et al. (2011) a instancias del Departamento de Transporte británico propone nuevas investi-gaciones sobre técnicas de preferencias declaradas que podría dar lugar a la reforma del VVE actual.

Referencias

• Bickel, P., Friedrich, R., Burgess, A., Fagiani, P., Hunt, A., de Jong, G., Laird, J., Lieb, C., Lindberg, G., Mackie, P., Navrud, S., Odgaard, T., Ricci, A., Shires, J., Tavasszy, L. (2006). Pro-posal for Harmonised Guidelines. HEATCO Deliverable 5.

• Carthy T., Chilton S., Covey J., Hopkins L., Jones-Lee M., Loomes G., Pidgeon N., Spencer A. (1999). On the contin-gent valuation of safety and the safety of contingent valu-ation: part 2-The CV/SG «Chained» approach. Journal of Risk and Uncertainty, 17(3), 187-214.

• Fundación Instituto Tecnológico para la Seguridad del Automóvil (FITSA) (2008). El valor de la seguridad vial. Conocer los costes de los accidentes de tráfico para in-vertir más en su prevención. Madrid: FITSA.

• Jones-Lee, MW.,Loomes, G., Philips, PR. (1995). Valuing the Prevention of Non-Fatal Road Injuries: Contingent Valuation vs Standard Gambles. Oxford Economic Papers, 47, 676-695.

• Lladó A., Roig R. (2007). El coste de los accidentes de tráfico en España en 2004. Una consideración especial de la accidentali-dad entre los jóvenes. En Jóvenes y conducción: un derecho y una responsabilidad. Comisión de expertos para el Estudio de la Problemática de los Jóvenes y la Seguridad Vial. RACC automóvil club, pp. 63-83.

• Nellthorp J., Sansom T., Bickel P., Doll, C., Lind-berg, G. (2000). Valuation Conventions for UNITE, UNITE (UNIfication of accounts and marginal costs for Transport Efficiency) Working Funded by 5th Framework RTD Programme. ITS, University of Leeds, Leeds, April 2001.

• New Zealand Ministry of Transport (2009). Unders-tanding transport costs and charges. Phase 2 - Va-lue of statistical life: a meta analysis. Is the current value of safety for New Zealand too low?

• Spackman M., Evans A., Jones-Lee M., Loomes G., Holder S., Webb H., Sugden R. (2011). Updating the VPF and VPIs: Phase 1: Final Report Depart-ment for Transport. London: NERA Economic Con-sulting.

• Viscusi WK., Evans WN. (1990). Utility functions that depend on health status: estimates and eco-nomic implications. American Economic Review, 80, 353-374.

• Wijnen W., Wesemann P., de Blaeij A. (2009). Valuation of road safety effects in cost-benefit analy-sis. Evaluation and Program Planning, 32, 326-331.