EN MIS TIEMPOS O LA CLAUDICACIÓN DE LOS MAYORES (Luis Felipe Ulloa)

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1 EN MIS TIEMPOS O LA CLAUDICACIÓN DE LOS MAYORES Entre “Pobrecito el viejito” y “¡Qué berraco ese adulto!” Autor: Luis Felipe Ulloa Palabras claves: Adulto mayor, envejecimiento, ancianidad, derechos humanos, protagonismo, gerontología. Luis Felipe Ulloa La presencia en buen número de familias de abuelos y abuelas, padres y madres, nietos y nietas, y el reconocimiento de que en otras hay también bisabuelos y casos de tatarabuelos, nos obliga a reconocer que en un mismo presente conviven no dos ni tres sino aún cuatro “generaciones”. Salvo que quebramos invisiblizar a alguna de ellas, Para todas, este es su tiempo...este es nuestro tiempo. No verlo así es una forma burda de exclusión y por tanto de discriminación, pero también es un mecanismo interesado de auto-exclusión. Usted que lee estas líneas trate de recordar cuántas veces ha escuchado las expresiones “En mi época...” o “en mis tiempos…” que en últimas son lo mismo y a quienes las dicen con más frecuencia. Encontramos entonces personas no de 90, ni de 80 sino de 50, 40 y aún 35 años hablando de “su época” para referirse al pasado...Las hemos oído en trabajadores manuales, profesionales universitarios de ramas técnicas y ramas sociales, religiosos y artistas. Los síntomas parecen extenderse en la población sin distingos de nivel académico ni de género. “En mi época...” dicen demasiados adultos y adultas para referirse a una etapa suya de actividad y a las condiciones de entonces que desean resaltar. Lo que sigue a esa frase suele ser una loa a antaño o a ellos como sujetos de entonces tratando de hacer un contraste Publicado antes como ¿Pobrecito el viejito o que b erraco ese adulto? en : El Nuevo Diario, Managua Nicaragua. Miércoles 7 de Diciembre 2005. También en http://www.elnuevodiario.com.ni/2005/12/07/opinion/7463 y con ese mismo nombre hizo parte del libro “Protagonismo: desde adelante, desde atrás, desde todas partes” (Ulloa, Luis Felipe, 2009. Fondo Editorial Libros para Niños, Jinotepe, Nicaragua. ISBN 978-99924-67-25-1) Ojo.También la viejita o la adulta…

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Los adultos y adultas mayores vistos como sujetos, activos y con responsabilidades, luego de unas tareas que no han sido terminadas por la generación de más edad. Cuestiona los intentos de evasión, como si ya hubiesen muerto y cuestiona la exclusión por parte de otros más jóvenes que les consideran descartables.

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EN MIS TIEMPOS O LA CLAUDICACIÓN DE LOS

MAYORES

Entre “Pobrecito el viejito” y “¡Qué berraco ese adulto!”

Autor: Luis Felipe Ulloa

Palabras claves: Adulto mayor, envejecimiento, ancianidad, derechos humanos, protagonismo,

gerontología. Luis Felipe Ulloa

La presencia en buen número de familias

de abuelos y abuelas, padres y madres,

nietos y nietas, y el reconocimiento de

que en otras hay también bisabuelos y

casos de tatarabuelos, nos obliga a

reconocer que en un mismo presente

conviven no dos ni tres sino aún cuatro

“generaciones”. Salvo que quebramos

invisiblizar a alguna de ellas, Para todas,

este es su tiempo...este es nuestro

tiempo. No verlo así es una forma burda

de exclusión y por tanto de

discriminación, pero también es un

mecanismo interesado de auto-exclusión.

Usted que lee estas líneas trate de

recordar cuántas veces ha escuchado las

expresiones “En mi época...” o “en mis

tiempos…” que en últimas son lo mismo y

a quienes las dicen con más frecuencia.

Encontramos entonces personas no de

90, ni de 80 sino de 50, 40 y aún 35 años

hablando de “su época” para referirse al

pasado...Las hemos oído en trabajadores

manuales, profesionales universitarios de

ramas técnicas y ramas sociales, religiosos

y artistas. Los síntomas parecen

extenderse en la población sin distingos

de nivel académico ni de género.

“En mi época...” dicen demasiados

adultos y adultas para referirse a una

etapa suya de actividad y a las

condiciones de entonces que desean

resaltar. Lo que sigue a esa frase suele ser

una loa a antaño o a ellos como sujetos de

entonces tratando de hacer un contraste

Publicado antes como ¿Pobrecito el viejito o que berraco ese adulto? en: El Nuevo Diario, Managua Nicaragua.

Miércoles 7 de Diciembre 2005. También en http://www.elnuevodiario.com.ni/2005/12/07/opinion/7463 y con ese

mismo nombre hizo parte del libro “Protagonismo: desde adelante, desde atrás, desde todas partes” (Ulloa, Luis

Felipe, 2009. Fondo Editorial Libros para Niños, Jinotepe, Nicaragua. ISBN 978-99924-67-25-1)

Ojo….También la

viejita o la adulta…

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que generalmente no es favorable a “la

época actual” o a los “nuevos sujetos”.

Hasta ahí, todo parece un momento

ingenuo de añoranza, pero ¡cuidado! Su

uso no solo muestra deformaciones en el

desarrollo sino que encierra graves

peligros que se proyectan a otros.

Recordemos que las palabras son más

poderosas de lo que imaginamos, y que

una afirmación repetida no solo refleja un

modelo de pensamiento, sino que puede

crear modelos y situaciones. Sostengo que

el uso frecuente de esta frase esconde

otras afirmaciones, algunas de las cuales

son definitivamente perversas.

Acerquémonos un poco más al punto.

Cuando alguien dice “En mi época...” ya

está afirmando que esta no es “mi época”,

que mi época fue alguna anterior. Los

adultos que se refieren con frecuencia a

“En mi época” – y que no siempre son

adultos mayores- se están auto-

descalificando como actores del presente,

dejando toda responsabilidad en la

generación de la “hijamenta”

o“nietamenta”. Como si el presente no

fuese también su época. Pero resulta que

si aceptamos la existencia de los tiempos,

es decir del pasado, presente y futuro,

mientras el primero no deja de ser un

recuerdo tal vez frecuentemente

reinterpretado y plagado de nostalgia, el

último es solamente una imagen que

armamos y tal vez ya amamos si la

construimos bonita o tememos si no

logramos soñar lo suficiente. Entonces lo

único que nos queda es lo que estamos

viviendo, solo contamos con el “Ahora” o

el “Ya”. De ser así, este es nuestro

tiempo... y no otro… lo que no quita

responsabilidad sobre los próximos

tiempos.

Una asunción escondida es la idea de que

como pronto morirán ya no vale la pena

interesarse, pre-ocuparse y menos

ocuparse como sujetos de lo que ocurra a

ellos, a la juventud, a niñas y niños y sus

propios coetáneos. Una posición

definitivamente egoísta.

En muchos usos de la frase se percibe la

ilusión de “tarea bien cumplida”. Es

como si no vieran que todavía la tarea

está pendiente Están aplazados por ahora

(2). Qué fácil es durante toda una vida

haber ayudado por acción, por acción

insuficiente o por omisión a convertir el

mundo, el país, la comunidad, la familia

en un desastre donde apenas logran

asomarse las esperanzas, y luego

desentendernos. Demasiados intentos hay

para evadirse de la responsabilidad de

mejorar la vida. La buena noticia es que –

como ocurre en la escuela formal-

tenemos opciones para mejorar la

calificación y para ello hay que continuar

en el escenario, solo que no como parte

de la escenografía, sino como actores.

También se puede esconder en la frase la

frustración y la desesperanza. Como si al

haber variado negativamente o no-haber

variado positivamente las condiciones

que nos rodean (¿habrán variado tanto?)

y no haber sido hasta ahora capaces de

mejorarlas suficientemente, los desafíos

hubiesen terminado. Es decir como si el

fracaso eximiese. Entonces la posición es

dejar que los acontecimientos “externos”

(por dejación) se adueñen de las vidas y

definan sus sentidos. Por ello niegan el

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espacio para la reflexión y acción

coherente, desconocen la viabilidad de la

búsqueda del cambio, y nos

encontráramos ante el fin de las opciones.

Ya no solo declaran imposibles para ellos y

ellas los viejos roles, sino que niegan la

posibilidad de aportar con su experiencia

desde nuevos roles.

Es frecuente que vuele alrededor de “En

mis tiempos...” una acusación de

desagradecimiento. “Tanto que hicimos y

miren cómo anda todo”. “Todo lo que di

y miren lo que están haciendo”. “Como

ellos no hacen lo que yo creo correcto, me

hago a un lado, ahora es su asunto”. Estos

adultos y adultas suelen quejarse del

presente, sin reconocerse en sus orígenes

y actualmente como actores co-

responsables del entorno y de la

formación de los sujetos que nacieron

después.

Existe con demasiada frecuencia detrás de

la frase, la propuesta de que la gente debe

ser premiada por la simple suma de años.

Se desconecta entonces el mérito del

avance en edad, y se santifica la vejez por

la vejez misma. En consecuencia no solo

se la exime de seguir aportando sino que

incluso tras frases como “En mis

tiempos... la vida era más dura... y nos

vimos obligados a hacer aquello” llegan

autores de tremendos crímenes a ser

perdonados en la historia oficial –sin ni

siquiera demostrar arrepentimiento

sincero- y aún se obliga a sus propias

víctimas a rendirles tributo y a

sostenerlos, como trata de presentarse en

el caso de los dictadores viejos que están

siendo enjuiciados hoy en el mundo y de

otros violadores consuetudinarios de los

derechos humanos. Pero volviendo a la

relación entre los méritos, la edad y los

nuevos roles recordemos la idea del

Consejo de Ancianos entre muchas etnias,

en los que la integración en esta instancia

reconocía un rol relevante a los mayores

no solo por haber alcanzado la edad

avanzada, sino por los méritos

alcanzados, el respeto ganado y la

sabiduría obtenida en el tiempo

transcurrido

Tal vez la manida explicación de que “yo

ya hice lo que podía hacer” o “yo ya hice

lo que hice” llene la boca suya o de algún

conocido. La afirmación tiene sus

consecuencias y corrompe al sustentar

modelos que vamos aceptando. Escucho

a muchas personas, aún jóvenes, diciendo

que cuidan a sus hijos, porque así

cuidarán por ellos más adelante. Ven

entonces a la familia como una inversión

personal. Ya va tomando la idea de

estacionarse al lado de la vía, mientras los

otros siguen transitando, y entonces ser

atendidos con la convicción de que se lo

merecen porque ya hicieron su tarea y

deben ser pagados por ello. También hay

quienes se estacionan por simple

frustración, como si tuviesen el derecho

de extinguir la llama antes de que la vida

misma lo haga, ignorando que al hacerlo

contribuyen a extinguir la llama de

quienes le rodean y en muchos casos a

extinguir sus vidas o al menos la calidad

de sus vidas

Menos mal que contamos con un

brillante número de adultos, entre ellos

reconocidos adultos y adultas mayores

que siguen siendo activos incluso con

enfermedades terminales que los

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aquejan, están contribuyendo a construir

futuros de buen vivir rescatando los

positivo del pasado y buceando entre los

sueños.

Todo esto termina y vuelve a empezar con

una propuesta:

Desterrar de nuestro vocabulario y del

vocabulario latinoamericano las frases

que empiezan por “En mis tiempos...”

salvo que sea para empezar a contar

historias de esas llenas de sentido, las que

todavía se escuchan cuando los abuelos y

las abuelas se rodean de chicos, y unen los

tiempos presente, pasado y futuro

entorno a aventuras que –aunque los

narradores no lo acepten- aún no

terminan.

Glosario

“Berraco” o “Berraca” en Colombia es alguien

que sobresale por su valentía, desempeño en

algo. Privilegio en este caso el uso de la “b”

sobre la “v”, “verraco” se refiere a un

semental porcino. El priero no aparece en el

DRAE y el segundo sí.

“Aplazado” en Nicaragua indica que alguien

pierde un examen, dentro del sistema escolar.

Está aplazado. Por extensión lo usamos para

indicar que alguien no hizo bien su tarea.

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