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Recibido: Mayo de 2003Aceptado: Julio de 2003

Resumen

En un primer momento, este artículomuestra la conexión existente entre la Revo-lución Haitiana y las primeras propuestas y

posturas republicanas surgidas en nuestromedio en torno a la abolición de la esclavi-tud; conexión que hemos tipificado como “Elfantasma de la Revolución Haitiana”. En unsegundo momento se analiza el problema dela libertad de los y las esclavizadas, expresa-do no solo en la Constitución de Cartagenasino también en las proclamas de PabloMorillo y en la actitud de las propias perso-nas esclavizadas, durante el período que se

extiende desde la independencia deCartagena, hasta la Reconquista Española.

Palabras Clave: Esclavitud, Manumi-sión, Abolición

 Abstract:

This article, shows the connection

between the Haitian Revolution and the first 

 proposals and republican’s postures arisen

República, Negros y Castas

in our environment in terms of abolition the

slavere; This connection we calle “ The ghost 

of the Haitian Revolution”. In a second 

moment, we review the freedom problem of 

the enslaves, expressed in the Cartagena’s

Constitution and the Pablo Morillo’s

 proclaim and the slaves cetitude during that 

 period since Cartagena’s Independence untilSpanish Reconquest.

 Key words: Slavery, Liberation,

 Abolition .

El fantasma de la Revolución Haitiana

y la libertad de las personas esclavizadas

El aspecto más sobresaliente de lasrelaciones internacionales en las cuatro

primeras décadas del siglo XIX, fue sin lugara dudas la ofensiva emprendida por Inglaterraencaminada a abolir del mundo occidental latrata, y luego la esclavitud misma. Ofensivaque inició a partir de 1807 con la aboliciónde la esclavitud en los dominios británicos yque completó con una agresiva políticadiplomática y la puesta en práctica de larepresión para atacar y castigar a las naciones

1 Historiador. Profesor Universidad del Atlántico. Estudios de Doctorado Universidad de Huelva España.

El fantasma de la revolución haitiana

esclavitud y libertad

en Cartagena de Indias 1812-1815

Dolcey Romero Jaramillo1

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que no reconsideraran el mantenimiento dela trata y de la esclavización 2 . Esteimpresionante vuelco en relación con laesclavitud, estuvo determinado por las

necesidades impuestas por el progresoeconómico de la propia Inglaterra.

Una de las consecuencias internas e in-mediatas de la Revolución Haitiana, fue laruina de las plantaciones de caña, lo cual per-mitió a Cuba asumir el liderato en la produc-ción azucarera mundial, convirtiéndose deesta manera en la mayor competidora de latambién producción azucarera británica queya, desde finales del siglo XVIII, había evi-

denciado continuos estados deficitarios.De acuerdo con el diagnóstico británico,

la base de la competencia y del desarrollo dela industria azucarera cubana se sustentabaen la facilidad para obtener la mano de obraesclavizada. En consecuencia, los sectoresdirigentes de esta industria iniciaron una cam-paña abolicionista- disfrazada con un ropajehumanitario, pero con un trasfondo econó-mico- durante toda la primera mitad del siglo

XIX con el propósito de lograr esencialmen-te dos objetivos: debilitar y eliminar la com-petencia cubana y asegurar que el comerciomundial no escapara del domino británico.

Existían además dos razones adicionalespara que Inglaterra asumiera en las nuevascircunstancias –generadas por el tránsito delcapitalismo comercial al industrial- su posi-ción proabolicionista: Los intereses capita-

listas ingleses necesitaban nuevos mercadospara sus productos, y la esclavitud, por prin-cipio, impedía la apertura de éstos. Por otrolado, se había iniciado la colonización ingle-

sa de África y se requería de la mano de obraesclava para su beneficio en el propio conti-nente africano. Como era de suponer, la tratale impedía la concreción de este propósito3 .

De esta forma y sin el menor beneficio deinventario, Inglaterra, después de ser la prin-cipal potencia negrera durante la mayor par-te del siglo XVIII, se convertía en laabanderada de la abolición de la esclavitud.De ahí que, ejerciendo el poder que ostenta-

ba de ser el país más desarrollado del sigloXIX, impuso al resto de las naciones la nece-sidad de acabar con la esclavitud. El Congre-so de Viena de 1814, brindó a los ingleses elprimer espacio para obtener de todas las po-tencias asistentes el “compromiso” para abo-lir la trata. Pero antes de que los ingleses, porconveniencias económicas, tomaran la deci-sión de oponerse a que continuara la trata, enLatinoamérica ya se habían generado actitu-

des y posiciones abolicionistas desde finalesdel siglo XVIII. Por ejemplo, en 1797, añoen que tuvo lugar en Venezuela el levanta-miento o conspiración liderada por ManuelGual y José María España, quienes contaroncon el acompañamiento y la influencia delexiliado y republicano español Juan BautistaPicornell, quien, como buen ilustrado, erafanático de Rousseau y del conjunto de los

2 Ya restituido en el trono por la decisiva ayuda de los ingleses, el flamante Fernando VII, firmó con éstos el 5 deJulio de 1814 un tratado de paz, alianza y amistad. En este tratado por claras motivaciones económicas ypresión política por parte de los británicos, España se comprometía a “prohibir a sus súbditos que se ocupen enel comercio de esclavos e impedir se conceda la protección de la bandera española a los extranjeros que seempleen es este tráfico”. Posteriormente, en 1815, Inglaterra logró aún con la oposición de las tres potenciascatólicas –España, Francia y Portugal-, que se incorporara en el acta final del Congreso de Viena una condenaunánime al tráfico de esclavos y se comprometieran los 12 plenipotenciarios reunidos allí a “poner término auna calamidad que ha desolado por tanto tiempo a África, envilecido a la Europa y afligido a la humanidad”.No obstante que en Viena no se estableció cuándo ni cómo los países que se dedicaban a la trata la abolirían,por lo menos la presión de Inglaterra se fortaleció, así hubiese sido en términos morales.

3 Véase BARCIA, María del Carmen, Burguesía esclavista y abolición, Ediciones Ciencias Sociales, La Habana,

1987,p. 123. MORENO GARCÍA, Julia , El informe de la Junta Consular de Agricultura y Comercio de la Habana y la abolición del tráfico de esclavos, Departamento de Historia Contemporánea. Facultad de Geografíae Historia. Universidad Complutense de Madrid, 1990, p. 57.

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enciclopedistas. Reclutando pardos y blancospobres, campesinos y pequeños propietarios,la conspiración esgrimió entre otras, la con-signa de la igualdad, la libertad, la armonía

entre las clases y la abolición inmediata de laesclavitud, por considerarla contraria a la hu-manidad4 . Es importante aclarar que esta pro-puesta de abolición estuvo vinculada a la pres-tación del servicio militar al lado de la causarevolucionaria5 . Este aspecto se constituyómás tarde en uno de los que retomaría Bolívarcomo requisito para darle libertad a los escla-vizados que se unieran al ejército patriota.Catorce años más tarde, las propuesta de Gual

y España serían recogidas e incluidas en la tam-bién Constitución Republicana de 1811, queen un tono igualitario abolió no sólo todas lasventajas y todas las expresiones legales de ladiscriminación racial, sino también la trata depersonas esclavizadas6 .

Algunas de las juntas que surgieron enLatinoamérica como respuesta a la ausenciade poder y crisis de 1808 en España, incluye-ron entre sus reivindicaciones medidas que

apuntaban hacia la abolición. La abolición deltráfico de esclavizados fue declarada por laJunta Suprema de Caracas de 1810, en elmismo año por Hidalgo en México, el Con-greso Chileno en 1811 y el de Buenos Airesen 18127 . La ola abolicionista también tocólas puertas del Congreso Constituyente deCádiz, en donde el representante de Méxicopropuso sin ningún éxito la abolición del co-mercio de esclavizados. Indudablemente, de

toda esta situación internacional estaban en-terados Bolívar y la élite criolla neogranadinaque ya había iniciado la lucha por la inde-

pendencia, y por supuesto también la delCaribe Colombiano, región en que por pri-mera vez en la actual Colombia se legisló entorno al tema de la abolición; nos referimos a

la Constitución Cartagenera de 1812.La lucha por la independencia emprendi-

da por los diferentes países latinoamericanosa finales de la primera década del siglo XIX,coincidió y se desenvolvió paralelamente ala situación internacional ligeramente descritaen los párrafos anteriores. Por ello, si se que-ría estar a tono con la situación internacional jalonada por la potencia más desarrollada delsiglo XIX, los sectores enfrentados debían

incorporar en sus consignas y programas eldelicado tema de la libertad de los esclaviza-dos; especialmente el bando de los patriotas,quienes frente al ofrecimiento de España dela libertad a los esclavizados que defendie-ran la causa real, tuvieron la necesidad no sólode salirle al paso a tal ofrecimiento, sino tam-bién de ganarse a la población esclavizadapara fortalecer su aparato militar.

En la propuesta de otorgar la libertad a

los esclavizados surgida en medio de las lu-chas de independencia, también tuvo muchoque ver la Revolución Haitiana, ya que de lamisma manera que los defensores del Anti-guo Régimen en Europa tomaron prevencio-nes para no ser impactados por el contagiorevolucionario de los franceses, así tambiénla mayoría de las élites latinoamericanas delas primeras décadas del siglo XIX, se ate-rrorizaron con el ejemplo haitiano.

La Revolución Haitiana constituye un hitoen la historia de América, y en especial en lorelacionado con el largo y difícil proceso de

4 LYNCH, John, “El pensamiento político de la Ilustración y su influencia en la independencia Hispanoamericana”,En: Hispanoamérica 1750- 1850, Ensayos sobre la sociedad y el Estado. Universidad Nacional de Colombia,Bogotá, 1984, p. 61.

5 LYNCH, Jhon, América Latina, entre la colonia y la nación, Barcelona, 2001, p. 234.6 LYNCH Jhon, “El pensamiento político de la ilustración y su influencia en la independencia Hispanoamericana”,

En: Hispanoamérica 1750-1850. Ensayos sobre la sociedad y el Estado, Universidad Nacional de Colombia,

Bogotá, 1984, p. 61.7 MELLAFE, Rolando,  La esclavitud en Hispanoamérica, Editorial Universitaria, Buenos Aires, Eudeba, 1964,p. 63.

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extinción de la esclavitud. Fue la única revo-lución de esclavizados triunfante en toda lahistoria de la humanidad; la primera naciónde América en derrotar al colonialismo euro-

peo y obtener la libertad y la única revolu-ción llevada a cabo por personas, hasta aho-ra esclavizadas, lo cual devino en un mito yen un temor que estuvo presente en todo elárea alrededor del Caribe durante los añossiguientes.

Los primeros en poner en práctica la soli-daridad latinoamericana fueron los haitianos;por ello durante las múltiples rebeliones po-pulares surgidas a finales del siglo XVIII y

primeras décadas del XIX, era frecuente quelos gobiernos coloniales acusaran a los in-surgentes de recibir apoyo de Haití. En efec-to, todavía en la tercera década del siglo XIX,las recién creadas repúblicas latinoamerica-nas recurrieron a la ayuda haitiana. México,Nueva Granada, Venezuela y Cuba, fueronalgunos de los beneficiados8 . La revoluciónHaitiana demostraba ser un evento único enla historia afroamericana; uno que nunca se

repitió y que a la postre se convertiría en laúnica revolución esclava triunfante que ac-cedía al poder.

Por haber sido Haití la primera nación enliberarse del colonialismo europeo en Febre-ro de 1816, Bolívar y Alejandro Petión lle-garon a un sugestivo e interesante acuerdo.El presidente afro de la primera republica deAmérica, se comprometió a entregar variosmiles de mosquetes, pólvora, balas y peder-

nal, una imprenta y provisiones, a cambio dela promesa de Bolívar de que, dado el caso

de salir victorioso en su empresa de liberar aVenezuela y la Nueva Granada, él emancipa-ría a todos los esclavos de todas las regionesdonde su bandera ondeara.

De este acontecimiento, parte de nuestrahistoriografía construyo un enorme mito queincluso, en algunas oportunidades, ha llega-do a los extremos de interpretar y explicar ladiscusión y aprobación de la Ley de Partosen 1821, como una resultante no sólo de lagenerosidad de Bolívar, sino también comoparte de su compromiso adquirido con el pre-sidente haitiano, para retribuirle su apoyo in-condicional a la causa de la libertad9 . Pero

en una relectura de las fuentes, la imagenbenefactora y generosa del libertador en re-lación con los esclavizados, comienza adesdibujarse y en cambio surge la posicióndel estratega militar, quien, frente al proble-ma de la esclavización, antepuso sus intere-ses políticos y militares, antes que lo estric-tamente humanitario. Por ello, y sugiriendocierta conexión entre la palabra comprome-tida y las primeras manifestaciones abolicio-

nistas de Bolívar, Harold Bierck plantea quecuatro meses después del citado compromi-so, Bolívar expidió su primera proclama deemancipación; y la segunda en julio del mis-mo año de 181610 . Pero los motivos que mo-vían las primeras manifestaciones de Bolívaren favor de la libertad de los esclavizados noeran precisamente el de su compromiso conPetión, sino la táctica política de salirle al pasoa la propuesta realista de Septiembre de 1815

de ofrecer libertad a los esclavizados a cam-bio de su vinculación a la causa española11 .

8 GRAFENSTEIN GAREIS, Johanna Von,  Nueva España en el circuncaribe, 1779-1808. Revolución,

competencia imperial y vínculos intercontinentales, Universidad Nacional Autónoma de México, 1977, p.252

9 Véase: LYNCH, John, América Latina, entre colonia y nación, Editorial Crítica, Barcelona, 2001, p. 234.BIERCK, Harold, “Las pugnas por la abolición de la esclavitud en la Nueva Granada”, En:  El siglo XIX en

Colombia visto por historiadores norteamericanos, Editorial la Carreta, Medellín. 1977, p. 166. SHARP,William, “El negro en Colombia: Manumisión y posición social”, En: Razón y fábula Nº 8 , Universidad de losAndes, Bogotá 1968, p. 94.

10 BIERCK, Harold, Op. Cit.p. 17011 LECUNA, Vicente , Cartas del libertador , Tipografía del Comercio, Caracas, 1929, Tomo I, Carta 103. 1815,

pp. 190-201.

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Y en un contrapunteo de táctica y estrategiapolítica, Bolívar responde en Enero de 1816con su ofrecimiento de libertad12 .

A partir de este momento y hasta 1828, el

libertador mostrará en algunos momentos,ciertos destellos abolicionistas. Destellos quesiempre estuvieron determinados por las ne-cesidades y ventajas que le iban imponiendoel ritmo de los acontecimientos del procesode independencia. Pero paralelamente a estaposición, también se mostraba el Bolívar quemanifestaba una actitud peyorativa, con pre- juicios y temores frente al hombre negro, pro-ducto tal vez de las prevenciones que gene-

raba en las élites y los dirigentes criollos dela época, el fantasma y la amenaza de que serepitiera el fenómeno Haitiano. Al igual quelos ilustrados caribeños de las primeras dé-cadas del siglo XIX, Bolívar estaba conven-cido de que la esclavitud era un mal social,que había que extirpar antes de que sucedie-ra lo de Haití. En otras palabras, su actitudera más política que humanitaria.

A pesar del supuesto pacto de caballeros

con el gobierno haitiano, el libertador, al rea-lizar un balance de las naciones americanaspara examinar las posibilidades de éxito frentea una eventual confrontación global con Es-paña, hacía el siguiente análisis de la NuevaGranada: Sus costas están inquietadas portodas las naciones, por todos los europeoscuyas costas nos circundan, por los africanosde Haití cuyo poder es más fuerte que el fue-go primitivo”13 . Al referirse al Perú, aseguró

queallí la cosa es tan intrincada y horri-

ble como la de los negros de Haití,

que por donde se le mire no presenta

más que horrores, desgracias y nin-

guna esperanza14  .

 En una carta de 1820 dirigida al generalSantander le prevenía sobre lo impolítico queresultaba mantener la esclavitud:

  Los ejemplos sacados de la historiademuestran que todo gobierno libre

que comete el absurdo de mantener 

la esclavitud es castigado por la re-

belión y algunas veces con el exter-

minio como en Haití 15

Posteriormente alentaba al mismoSantander sobre

el peligro que representaba para la Nueva Granada, el que los esclavos

alborotaran el avispero, pues resul-

taría lo de Haití, en donde la avari-

cia de los colonos hizo la revolución,

 porque la república francesa decretó

la libertad y ellos la rehusaron y a

 fuerza de resistencia incitaron a los

 partidos enemigos16

Frente al problema de la participación delos esclavizados en la guerra de independen-cia, Bolívar fue pragmático, e incluso ame-nazó con reducir a servidumbre a aquellosque se rehusaran tomar las armas: si los ne-gros deseaban sinceramente la libertad, de-bían estar dispuestos a luchar o a morir porella; de allí su decreto de 1816: “El nuevociudadano que rehúse tomar las armas paracumplir con el sagrado deber de defender sulibertad, quedará sujeto a servidumbre, como

también sus hijos menores de 14 años, sumujer y sus padres ancianos”17 . La proclamade Bolívar garantizaba libertad sólo a aque-llos que expusieran sus vidas. Bolívar veíaen la liberación de los esclavos un bien en sí mismo, al igual que un arma política contra

12 LECUNA, Vicente, Op. Cit. Tomo I, Carta 105, 1816, pp. 211-216.13 LECUNA, Vicente, Op. Cit. Tomo III, Carta 520, 1820, pp. 126-128.14 Ibíd.

15 Ibíd. Tomo II. Carta 304, 1820, p. 152.16 Ibíd. Tomo II. Carta 318, 1820, p. 180.17 Ibíd., p. 312.

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el enemigo, que también le estaba proponien-do a los esclavizados la libertad; pero veíatambién en el servicio militar una oportuni-dad para disminuir la población negra.18

En torno a la Revolución Haitiana, la abo-lición y los afrodescendientes en general,igual postura a la de Bolívar había sumidoJosé Ignacio de Pombo, un de los represen-tantes más importes de la élite cartagenera.Según sus biógrafos y comentaristas, fue hastala primera década del siglo XIX uno de losgrandes ilustrados y el más importante de losanalistas económicos, y probablemente elneogranadino que mejor conoció la literatu-

ra económica de su época.Este próspero comerciante radicado en

Cartagena, contribuyó con su actividad almejoramiento y modernización de las vías ymedios de transporte del país y la región.Obsesionado con las ciencias experimenta-les y la Ilustración en su conjunto, se granjeóla amistad de científicos como Humboldt aquien hospedó en su casa de Cartagena y deCaldas a quien subsidió gran parte de su acti-

vidad científica19 .En vida, a José Ignacio de Pombo se le

publicó en 1810 El Informe Sobre el Consu-

lado de Cartagena, y en 1814 , Noticias Va-

rias Sobre Quinas Oficinales. En 1800 escri-bió Comercio y Contrabando en Cartagena

de Indias, publicado en 1986. En esta obraJosé Ignacio de Pombo realiza un acucioso ypormenorizado análisis del flagelo del con-trabando, sus causas, los productos que se

contrabandeaban y las medidas que debíantomarse para contrarrestar y eliminar esteproblema. Entre éstas, propone la “prohibi-ción del comercio de negros de las colonias

extranjeras”20 . Su propuesta la sustentaba enel hecho de que este comercio era tomadocomo pretexto para el contrabando de múlti-ples mercancías que se introducían desde las

colonias extranjeras, especialmente del Ca-ribe Insular. Aunque no negaba la convenien-cia de la trata, consideraba que debía estar enmanos sólo de foráneos o de españoles si laintroducción se realizaba directamente des-de las costas africanas21 .

Para Pombo, era evidente que si bien eranecesaria la trata, este comercio se tornabano sólo injusto, e inhumano, sino fundamen-talmente impolítico22 . Lo impolítico estaba

mediatizado por las nuevas circunstancias quese presentaron a partir de la RevoluciónHaitiana que había llevado al poder a un pu-ñado de esclavos. El miedo al mal ejemplo yal fantasma de este acontecimiento, condujoa este ilustrado a proponer el exterminio dela trata y posteriormente de la misma escla-vitud:

Sesenta mil franceses aguerridos, ca-

 paces de conquistar un reino en Eu-

ropa han sido victimas, o recibido laley de los negros en Santo Domingo,

cuya isla han evacuado enteramen-

te23

 Más adelante puntualiza, Nosotros experimentaremos igual mal

en la isla de Cuba, y aún en muchas

 partes del continente, si no se pone

término a la introducción de negros,

si no se adopta un sistema para ex-

tinguir la esclavitud en América, si nose trata de mejorar y confundir esta

desgraciada clase con la de los de-

más habitantes.24

18 Ibíd., p. 316.19 Ibid.20 POMBO José Ignacio: Comercio y contrabando en Cartagena de Indias , Procultura, Bogotá, 1986, p. 87.21 Ibíd. p. 87.22 Ibíd., p. 88.23 Ibíd., p. 88.24 Ibíd., p. 89.

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Este economista no se pudo sustraer delracismo y el etnocentrismo de los demás ilus-trados. El adjetivo más suave para referirse alas personas esclavizadas fue el de bárbaros,

a quienes en medio del miedo a que se repi-tieran en Cartagena los sucesos de Haití, nosólo los discriminaba, sino que los percibíacomo los enemigos naturales de la élite blan-ca. De allí que su propuesta en esta materiaconcluyera con la recomendación de cambiarla introducción de personas negras bárbaras,siervas y enemigas naturales de los blancos,por europeos25 . “¿Será más productivo el tra-bajo de aquéllos que de éstos? ¿Serán menos

desafectos y temibles, que el laborioso sui-zo, el industrioso alemán, el honrado flamen-co, el paciente irlandés y el sociable italia-no?”26 .

A diferencia de Antonio Narváez y de laTorre, otro de los representantes de la Ilus-tración Caribeña de la época, que considera-ba a la población esclavizada como la únicasolución para superar el atraso de esta re-gión27 , Pombo percibía a los afrodescendien-

tes como enemigos e innecesarios frente a laposibilidad de permitir la introducción deeuropeos, para contrarrestar su avance demo-gráfico, reducirlos y hacerlos invisibles; y deesta manera extirpar el fantasma y el conta-gio de Haití.

Pero el miedo de la dirigencia cartageneraa ser impactados por las influencias de lasrebeliones negras del Caribe Insular, no des-aparecieron fácilmente de su imaginario, ésta

siempre estuvo a la expectativa de que losafrodescendioentes de la provincia no fuerana seguir el “ejemplo perverso” de tales re-

vueltas. En efecto, aún en 1832, amparadoen la noticia de una “horrorosa revolución de12.000 negros esclavos armados de Jamaicaque estaban dispuesto a destruirlo todo”28 , el

gobernador de Cartagena le informó a sussuperiores, sobre las medidas tomadas y elestado de zozobra en que se encontraban sushabitantes, por el temor a que se repitiera enla ciudad una revolución de colores, siguien-do el ejemplo jamaiquino.

Yo cuento con la fuerza armada, y

estoy de acuerdo con el sr. Coman-

dante de armas para actuar en caso

de cualquier atentado que no serácosa extraña, con motivo de lo suce-

dido en Jamaica, en Santa Marta y

 Mompox29 .

Con estos temores y con la percepciónracista y excluyente en contra de las perso-nas negras, la élite cartagenera, se enfrentó ala independencia, y promulgo la Constituciónde 1812. En conjunto, los dirigentes de la

independencia, entre quienes se encontrabanaquellos sectores influenciados por la Ilus-tración, asumieron una postura contraria a lospresupuestos de esta corriente y al liberalis-mo que decían profesar cuando se trató de surelación con los sectores subalternos.

El Caribe Neogranadino: primer esce-

nario de la abolición

En la actual Colombia, la primera pro-

puesta encaminada a debilitar y abolir la es-clavitud, surgió en el Caribe Colombiano,específicamente en la provincia de Cartagena,

25 Ibíd, p. 89.26 Ibíd. p.8927 NARVÁEZ Y DE LA TORRE, Antonio, “Informe y relación sobre la provincia de Santa Marta y Riohacha

1778, En: Colección de documentos inéditos sobre la geografía y la historia de Colombia, Casa Editorial deJ:J: Pérez, Bogotá, 1982, p. 178

28 Informe del Gobernador de la Provincia de Cartagena, sobre una revolución de negros esclavos en Jamaica.

ARCHIVO GENERAL DE LA NACION. Bogotá. (A.G.N.) Sección República, Fondo Gobernaciones, Tomo42, rollo 140, f. 002.

29 Ibíd.

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después de que lograra su independencia ypromulgara para tal efecto la Constitución de1812.

Los capítulos y artículos que en la Cons-

titución de Cartagena hacían referencia alproblema de la esclavitud y de la manumi-sión, en cierta medida recogían y reflejabanla larga tradición de la manumisión notarial,y se apoyaban en las formulaciones que so-bre este tema se habían debatido en otros lu-gares de América Latina, en la RevoluciónFrancesa y en las Cortes de Cádiz. Tambiéneran el resultado natural de la decisiva parti-cipación de los sectores subalternos en los

procesos y acontecimientos que desemboca-ron tempranamente en la independenciacartagenera, especialmente la de losafrodescendientes; pero además era produc-to del miedo a la Revolución Haitiana y a lacalculada política de la dirigencia cartagenerapara congraciarse con Inglaterra.

 En Colombia, una de las primeras actitu-des disidentes que cuestionó la esclavizaciónde los afrodescendientes fue asumida en 1809

por Antonio Villavicencio, diputado a lasCortes españolas, quien ya para esta épocamantenía una fluida correspondencia conFélix de Restrepo, quién a la postre sería eldefensor mas enconado de la abolición de laesclavitud en la coyuntura de los debates delcongreso de Cúcuta en 1821.

Antonio Villavicencio, apoyándose en lospresupuestos de la ley natural y de la Ilustra-ción, propuso a las autoridades españolas la

libertad de vientres, fijando un periodo de 20a 25 años para acabar con la esclavitud en lasposesiones españolas en América. Pero másallá de la ley natural y de la Ilustración, loque se infiere en su propuesta es el consabi-do temor que cundió por todo el continente aque los esclavizados siguieran el claro ejem-plo de buscar la libertad por sus propios me-dios tal y como había sucedido en Haití. Por

eso advierte que la libertad debería otorgár-seles antes de que los esclavos, seducidos porlos sucesos haitianos, la obtuvieran con muer-tes, incendios y otras mil atrocidades que

cometieran con las armas en la mano30 .En medio de la crisis generada por la au-

sencia de poder producida por la invasiónfrancesa en España, la provincia de Cartage-na, siguiendo el ejemplo del movimiento jun-tero, aprovechó esta situación y declaró suindependencia de España en 1811, en un actoconsiderado por algunos como anárquico,desesperado y solitario.

 De ahí que el desarrollo de los debates

de las Cortes fuera seguido con sumo interésen Cartagena a través del periódico El Argos

 Americano y la atención se centrara especial-mente en la cuestión americana. Parece serque algunos de los sectores relacionados conla independencia de Cartagena, los mulatosy el grueso de los artesanos que residían enel barrio popular de Getsemani, estaban es-peranzados en que en las Cortes Gaditanasaprobaran la igualdad racial y la ciudadanía

para que las personas étnicamente distintas alas blancas pudiesen acceder a esta catego-ría. Los sectores subalternos involucrados enlos procesos que luego desencadenaron en laindependencia, al notar que definitivamentesus aspiraciones se habían hundido en lasCortes, presionaron a las élites a las que seenfrentaban para que se declarara la indepen-dencia absoluta de España, como en efectose hizo.

El conjunto de los artesanos, negros ymulatos que se vincularon y se convirtieronen grupo de presión importante en la insu-rrección, estuvo liderado entre otros por Pe-dro Romero, quien se constituyó hasta 1812en el máximo dirigente del pueblo cartage-nero, ocupando varios puestos en los órga-nos de dirección de la misma ciudad. Estegrupo de personas negras y mulatas, utiliza-

30 Al respecto véase: HERNÁNDEZ DE ALBA, Gregorio,  Libertad de los esclavos en Colombia, Editorial A BC, Bogotá, 1956, p. 42.

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das inicialmente por la élite como punto deapoyo de su proyecto político, se les fue delas manos y terminó luchando por sus pro-pios intereses, especialmente con lo relacio-

nado con la igualdad de los libres de todoslos colores.

La influencia de los mulatos y negros li-bres en los años de la independencia deCartagena, tuvo su mayor notoriedad en suparticipación en la convención que se dio citapara elaborar la Constitución del Estado So-berano de Cartagena. En Ella participaroncomo constituyentes además de Pedro Rome-ro, los mulatos Cecilio Rojas y Remigio

Márquez. En este orden también debemosmencionar a Pedro Medrano, miembro de laasamblea que reformó la citada constituciónen 1814.

Para algunos historiadores, los resultadosmás significativos alcanzados por la partici-pación de este sector de mulatos libres en laconvención que sancionó la constitución de1812, fueron el haber conseguido que ella“prohibiera por primera vez en suelo colom-

biano el comercio de esclavos y creara unfondo de manumisión para liberarlos gradual-mente31 ”. Indudablemente, esta constitucióntiene el privilegio de haber expresado porprimera vez el propósito oficial de estable-cer mecanismos encaminados a facilitar encierta medida el ejercicio de la manumisióndesde el Estado. Pero si analizamos el textogeneral de dicha Constitución, observaremosno sólo las inconsistencias que muestra en

relación con la abolición de la esclavitud, sinotambién el consabido axioma que siempreacompañó al fenómeno de la abolición: sergeneroso con los esclavizados sin dejar deserlo con sus esclavizadores.

La referida Constitución sólo en el penúl-timo capítulo, rotulado como Disposiciones

Varias, se refiere al problema de la esclavi-tud y la agota en cinco artículos32 . Antes de

entrar al análisis de éstos, es necesario queprecisemos sus contradicciones y debilidadesen materia de esclavitud y lo lejos que se en-contraba de ser una constitución interesadarealmente en la abolición de la misma. Estoreafirmaría aún más lo planteado, en el senti-do que lo que se consiguió en este aspecto,estuvo determinado por la participación delas personas mulatas y negras libres comogrupo de presión en el proceso de indepen-

dencia y luego en la elaboración de la Cons-titución; además por la perspectiva políticade la élite encaminada a buscar el apoyo deInglaterra para la consolidación de su pro-yecto de independencia.

En efecto, la Constitución, en el capituloVIII, articulo noveno33  y en el capitulo IX,articulo segundo34  respectivamente, deja in-tacto los elementos que consuetudinariamentese utilizaron para el castigo y la represión de

los esclavizados, tales como el cepo, los gri-llos y las cadenas; en segundo lugar, deja ex-presamente sentado que entre los excluidosde los derechos civiles -los asalariados, va-gos y los que tengan pendiente causa crimi-nal-, son los esclavos los que encabezan lalista. Su exclusión social y económica aúnestaba lejos de ser cambiada.

Si bien es cierto, como lo asegura Múne-ra, que en el capítulo segundo se prohibe por

primera vez en suelo colombiano el tráficode esclavos, también lo es que éste tiene unatenuante, la prohibición de la importaciónsola es válida cuando dichos esclavos vayana ser utilizados como objeto de comercio. O

31 MÚNERA Alfonso: El fracaso de la nación Banco de la República/ El Ancora Editores, Bogotá, 1998, p. 201.32 Constitución Política del Estado Soberano de Cartagena de Indias expedida el 14 de Junio de 1812. En:  El

 pensamiento Constitucional Hispanoamericano hasta 1830. Tomo IV. Biblioteca de la Academia Nacional de

Historia. Caracas. 1961.33 Ibid. P. 12634 Ibíd., p. 131.

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sea que no había ninguna restricción en laimportación o comercio de esclavos paraatender otros menesteres diferentes al seña-lado por la Constitución35 . El capitulo tres

reafirma fehacientemente lo que ya habíamosseñalado, la preocupación fundamental queacompañó siempre a cualquier debate queapuntara a la abolición así fuera en su míni-ma expresión, y que en el fondo no era masque la contradicción entre liberalismo y pro-piedad privada. Esta contradicción se resu-me en la manida frase expresada por todoslos esclavistas, incluyendo al Estado, en elsentido de ser generosos con los esclaviza-

dos sin dejar de serlo con los esclavistas. Porello la Constitución dice: “Ninguna autori-dad podrá emancipar esclavos sin consenti-miento de sus amos o sin compensarles suvalor”36 .

El siguiente artículo deja abierto el espa-cio para que el legislativo, entre sus delibe-raciones, proveyera un proyecto para la crea-ción de un fondo de manumisión37 . Este fon-do, tal vez por el aborto violento de la repú-

blica cartagenera en 1815, y por falta de vo-luntad política de la élite jamás se concretó,y con esto la liberación de los esclavizadospor la vía constitucional quedó reducida a unasimple formulación teórica. En términos ge-nerales mostró premonitoriamente cuál seríala suerte que deberían enfrentar los esclavi-zados en las inoperantes juntas de manumi-sión que surgirían 13 años más tarde con laConstitución de Cúcuta.

Los dos restantes capítulos que hacen re-ferencia a la esclavitud, se centraron en laprotección de los esclavizados para disminuirun tanto “la arbitrariedad y la inclemencia delos amos, para que éstos los traten con más

humanidad y menos crueldad, conminándo-los a darles todo lo necesario”38 . Obligaciónque se hizo extensiva a

 aquellos esclavos que por edad o por 

las enfermedades, se han hecho inúti-

les o de poco servicio a sus amos, y

así declara a éstos sin derecho a exi-

mirse de aquella obligación, dándole

una libertad tardía, forzada e inútil,

cuando no cruel y gravosa al esclavo

 y la sociedad 39 .La simple formulación de estos dos capí-

tulos, muestra el tratamiento que recibían losesclavizados y el comportamiento y la acti-

tud de la sociedad cartagenera frente a losafrodescendientes. Desde esta perspectiva,estaremos de acuerdo entonces en que el granlogro de los mulatos en la convención fue elde plasmar en la Constitución lo que Españales había negado: La igualdad de derechosde todos los hombres libres, al margen delcolor de la piel y del grado de educación40 .Estos avances y logros significativos a los queaccedían los sectores subalternos, entre los

que se encontraban los afrodescendientes li-bres, dejaron por fuera a los y las esclaviza-das. Ante la exclusión y la enorme debilidadcon que la Constitución enfrentó la esclavi-zación, a este sector no le quedó otra opciónsino a la de seguir obteniendo la libertad apartir de sus propias posibilidades.

Durante el período de existencia el Esta-do Soberano de Cartagena, dadas las pugnasinternas de sus sectores sociales por alzarse

con el poder y con la zozobra de la inminentereacción imperial española para castigarlesla osadía de haber sido los únicos que en laNueva Granada declaraban una independen-cia real y no formal de España, los esclaviza-

35 Ibíd., p. 141.36 Ibíd., p. 141.37 Ibíd., p. 141.38

Ibíd., p. 142.39 Ibíd., p. 142.40 MÚNERA, Alfonso, Op. Cit. p. 202.

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dos aprovecharon esta situación para ejercerel derecho a la libertad que por las vías defacto venían obteniendo desde los inicios delsiglo XVI. En efecto, durante estos cuatro

años de experiencia republicana y en mediodel desorden generalizado producido por eldescontrol, lo cotidiano y normal fue la de-serción, el arrochelamiento y el cimarronaje.Este último, se convirtió en uno de los coro-larios que tipificó este periodo. Estos turbu-lentos años del experimento republicano car-tagenero, estuvieron acompañados de signi-ficativas alteraciones en el orden económicoy social41 . Situación que favoreció sustancial-mente a los esclavos que aprovecharon parafugarse y arrochelarse y en otros casos paraapoderarse de las haciendas que habían sidoabandonadas, bien porque sus propietarios sehubieran vinculado a los procesos descritos,o bien porque hubieran sido devastadas porsus contradictores políticos. Esta situación sehizo más evidente en los momentos previos ala reconquista española, con la cual se acabó

con el proyecto republicano cartagenero en181542 .Con la extinción de los palenques a fina-

les del siglo XVII, y su pérdida de atractivocomo lugar de refugio de los cimarrones, losprocesos de huida y cimarronaje no se detu-vieron y nunca desaparecerían hasta tanto nolo hiciera la esclavitud en 1851. Sólo que yano se efectuaba colectivamente y con el úni-co propósito de construir palenques, sino que

generalmente se daba de manera individual ylos sitios de refugio ya no fueron los palen-ques sino los centros poblacionales dentro ofuera de la región y el país. Lo más comúndurante los siglos XVIII y toda la mitad del

XIX, es que los cimarrones se escaparan ha-cia las rochelas.

La hacienda de San Pablo, la mas impor-tante de la provincia a finales del siglo XVIII

por albergar en su seno la mayor cantidad deesclavos 101, entre las 26 haciendas que exis-tían en la época, en las nuevas circunstanciaspropiciadas por la independencia se habíaconvertido en un espacio vacío en el cualencontraron refugio no solo los cimarrones,sino otra clase de personas concebidas porlas autoridades del momento como verdade-ros arrochelados. Juan Bautista Villareal, jefepolítico de Mahates, en el censo especial de

esclavizados que se ordenó efectuar a partirde 1842, da cuenta de este problema en lossiguientes términos:

 El tratamiento que reciben los escla-

vos, su subordinación y moralidad son

regulares, con muy pocas excepcio-

nes; pero no sucede lo mismo con la

esclavitud en las haciendas de San

Pablo, Caceta y Lobo, que están al-

 zados a causa del abandono que de

ellas han hecho sus amos, y estas ha-ciendas son hoy rochelas de otros es-

clavos prófugos, desertores, reos pró-

 fugos, por lo cual no dejan de come-

terse excesos que no se pueden repri-

mir, porque solo con fuerza armada,

sería posible el riesgo, asaltarlas y

capturar los criminales, desertores y

esclavos prófugos que allí se hayan

asilados43 .

Como afirmamos anteriormente y comoconsecuencia de las pugnas entre las faccio-nes de la élite cartagenera, en una de las cua-les se alinderaron los mulatos y negros, y porel estado de relajación y dislocamiento de

41 BELL LEMUS Gustavo: Cartagena de Indias: De la colonia a la republica, Fundación Simón y Lola Guberek,Bogotá, 1991, p.

42 En BELL Gustavo, Op. Cit. pp. 89-90, podemos observar la lista de las haciendas, sus propietarios y el número

de esclavizados y esclavizadas que se fugaron o se apropiaron de las haciendas durante el tiempo de la experienciarepublicana cartagenera.43 A. G. N. República, Manumisión, Tomo I, 1842, f. 30.

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todos los procesos, el inveterado problemadel cimarronaje y el arrochelamiento encon-tró en las nuevas circunstancias un caldo decultivo especial para su propagación y sub-

sistencia. Era de tal magnitud que con la de-rrota de la república Cartagena en 1815 y larestitución de los españoles en el poder, laacción inmediata fue la de “restablecer” elorden perdido, especialmente el de sometera los cimarrones y el de extirpar o someter alas rochelas44 . Los propósitos consignados enla Constitución de 1812 en torno a la esclavi-zación, por diferentes motivos, entre los quese destaca la no creación de la junta de ma-

numisión y la poca o ninguna importancia quela dirigencia cartagenera le dio a este objeti-vo constitucional nunca se cumplieron. Porello, los y las esclavizadas siguieron accedien-do a la libertad transitando por los caminosdel cimarronaje y el arrochelamiento, favo-recidos en este período por las nuevas cir-cunstancias que había introducido el efímeroEstado Soberano de Cartagena de Indias, queexistió entre 1811-1815.

La reconquista española comandada porPablo Morillo, antes de acabar con la situa-ción descrita anteriormente, la fortaleció yaque en un acto de seducción política, comotambién lo fue el de la inclusión del proble-ma de la esclavitud en la Constitución de1812, ofreció a los esclavizados mucho másde lo que les había ofrecido en teoría la cita-da Constitución.

En efecto, desde su cuartel general en elCaribe Colombiano, en Ocaña, el 24 de Abrilde 1816, en el numeral cuarto de su Indulto ydespués de haberse dirigido a los sargentos,

cabos, soldados, empleados civiles y oficia-les, se refiere a los esclavizados no sin antesaclarar que:

 Hace saber a todos los habitantes de

este reino que deseando asegurar la

confianza justa que deben tener en la

 protección de las leyes de los gober-

nados antes de la revolución, y que el

extravío cometido incautamente por 

algunos no sea un obstáculo que los

separe del seno de la familia y de latranquilidad que con ellos pudiera

gozar, ha resuelto publicar el siguien-

te indulto”45 .En lo relacionado con la población escla-

vizada, Morillo les ofreció lalibertad, una gratificación pecunia-

ria y una condecoración con forme

al mérito que contraigan en la prisión

del sujeto, a cambio de que los escla-

vos aprehendieran y presentaran antelas autoridades algún cabecilla o jefe

revolucionario46 .En términos pragmáticos, la propuesta de

la reconquista resultaba más atrayente paralos esclavizados que la consignada en laConstitución de 1812, pues ésta prohibía laimportación de esclavizados sólo si iban a serutilizados en el comercio; y creó una junta de

44 A comienzos de 1816, el gobernador Torres y Velasco organizó expediciones a los territorios aledaños a Cartagenapara capturar cuanto esclavo anduviera libre, y sin dueño; en mayo, por ejemplo, comisionó a un tal Benito deJesús para que, junto con tres esclavos, pasara por Turbaco, San Etanislao, Mahates, Sabanalarga y ArroyoGrande con el citado fin. Archivo General de Indias, en adelante A. G. I. Cuba 2346, Vol. 202. Citado porBELL, Gustavo, Op. Cit. p. 90.En Junio de 1817, y en respuesta a una representación enviada al Consulado de Cartagena por varios hacendados,en la que solicitaban la destrucción de unas rochelas, el gobernador Torres expidió una circular sobre “Retirosy Rochelas” dirigida a los capitanes a guerra “para que aprehendiesen los desertores, vagos, criminales de todaespecie y esclavos que anden por ahí”... Ordenaba también que los capitanes hicieran un inventario sobrecuales rochelas convenía destruir y cuales conservar. A. G. I. Cuba 2346 oficio del 26 de Junio, 1817. Citado

por BELL, Gustavo, Op. Cit.45 ARCHIVO GENERAL DE INDIAS. Sevilla, ( A.G.I. ) Santa Fe, 1816, Legajo 747.46 A. G. I. Santa Fe. 747.

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manumisión que nunca tuvo concreción real.En cambio, el indulto, además de ofrecer lalibertad y una recompensa pecuniaria, otor-garía una condecoración que en términos sim-

bólicos pudo representar mucho para la po-blación afrodescendiente sometidainveteradamente a una invisibilización porparte de una sociedad profundamente exclu-yente de todas las etnias diferentes a la blan-ca, pero especialmente la negra.

Uno de los casos que ilustra la importan-cia que tales condecoraciones habían adqui-rido para las castas en general y para losafrodescendientes en particular, quedó plas-mado en la instancia que envió el virrey des-de Bogotá a Cartagena el 8 de Junio de 1817.En ella José Maria de la Guardia, de colorpardo y avecinado en la villa de Honda, lesolicita al virrey una distinción por sus servi-cios patrióticos prestados durante la insurrec-ción. Para acreditar sus méritos presenta unostestigos que afirmaron su “adhesión a la justacausa, y protección que dispensó a los espa-

ñoles, y además una orden del ejército insur-gente para que tomara las armas a que se re-sistió”47 .

El virrey aclara en la carta remisoria queacompañó a la solicitud de José Maria de laGuardia,

que a solicitud del interesado, y pre-

vio informe del gobernador de la pro-

vincia, concedió medalla de oro que

señala para los pardos el artículo seis

del reglamento de la orden america-na cuya medalla debe llevar del lado

izquierdo con una cinta morada. Cree

el virrey que con esto queda el solici-

tante bien remunerado48

Durante todo el año de 1816 y parte de

1817, se produjeron centenares de solicitu-des dirigidas a Madrid,49  en las cuales losexfuncionarios de la burocracia cartagenerale ruegan encarecidamente al rey el pago delos salarios caídos por los efectos de la gue-rra, o que se les restituya a sus cargos50 . Adu-cían, por un lado, los servicios prestados y laantigüedad laboral que en algunos casos su-peraba los 30 y 40 años y por otro, aclarabanque durante el tiempo que duró la república

cartagenera, siempre conservaron el decorode un buen vasallo sin mezclarse en ningúnmomento con la insurrección51 . A pesar deque las cartas eran de adeptos a la corona yde haber apoyado los remitentes, desde dife-rentes niveles, la reconquista y el sitio deCartagena que les devolvió el poder a los es-pañoles, todas las solicitudes fueron negadaspor no haberse tramitado por el conducto re-gular del virrey.

Entre las solicitudes señaladas, existe unaque llama mucho la atención, pues apoya consuficiente claridad la afirmación que hemosvenido señalando, en el sentido de que la re-conquista, amén de agudizar el ejercicio porparte de los afrodescendientes esclavizadosde conseguir por sus propios medios la liber-tad- que en términos tangibles les había ne-gado el Estado Soberano de Cartagena-, nosólo les hizo una propuesta más avanzada en

materia de libertad a los esclavizados, sinoque puso en práctica, a través de los adeptos

47 A. G. I. Santa Fe, 748.48 A. G. I. Santa Fe, 748.49 Véase A. G. I. Santa Fe. Todo el legajo 749.50 A. G. I. 749, Juan de León Páez, tesorero de la real caja de Cartagena que se le pague por lo menos los sueldos

de 1816, ya que los del año anterior era difícil pagar.51 A. G. I. Santa Fe, 749. Solicitud desde Cartagena el 13 de Mayo de 1816 por Miguel Tacón, oriundo de la

ciudad, oficial de la renta de tabaco, pide que se le restituya el puesto, después de haber servido durante 33

años.A. G. I. Santa Fe, 749, Joaquín Lozano. Solicita que se le restituya el puesto de administrador de las rentas deaguardiente de Mompox después de haber servido a la Corona durante 43 años.

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a Pablo Morillo, la manumisión, a cambio defavores a la causa de la reconquista.

Don Toribio Villar y Tatis, Administra-dor Interino de Correos de Cartagena, al igual

que los demás exfuncionarios damnificadospor el cambio en la burocracia que se operódespués de restituido el poder español, soli-citaba al rey el 30 de Junio de 1817 que se lerestituyera el puesto por los innumerablesservicios pecuniarios ofrecidos a la causa,entre los que señalaba, el de haber salido alencuentro de Pablo Morillo52 . A renglón se-guido, Toribio Villar señalaba que:

a distancia de dos leguas desde mihacienda nombrada Palenquillo, don-

de me hallaba retirado para no su-

cumbir a las ideas subversivas, alojé 

en mi misma hacienda a la columna

de vanguardia del ejército pacifica-

dor, franqueándole espontáneamente

mis esclavos, bestias, ganado vacuno

 y cuantos auxilios me fueron posible53

A estos esclavos, seis en total, por haberparticipado en la ejecución de los enemigosdel rey en la ciénaga de Tesca, Villar les diola libertad54 .

Es innegable que la participación de losafrodescendientes en la independencia deCartagena fue decisiva para que la Constitu-ción de 1812 se ocupara del problema de laesclavitud. Pero si bien esto es cierto, tam-poco podemos hacer caso omiso de la capa-

cidad recursiva y de la sagacidad de la élitecartagenera en lo atinente a la protección desu proyecto político de independencia.

La sola formulación teórica inserta en laconstitución, prohibiendo el tráfico de escla-

vos y el simple propósito de crear una juntade manumisión, les permitía ganar el bene-plácito de Inglaterra, en esos momentos, lamayor potencia de Europa y el enemigo nú-

mero uno y más peligroso de España. A loanterior habría que adicionarle la posiciónasumida por Inglaterra en esta materia, nosólo aboliendo la trata y la esclavitud en susposesiones, sino también presionando contodas las aristas de su poder al mundo occi-dental para que hiciera lo mismo.

La dirigencia cartagenera había seguidode cerca las discusiones planteadas en lasCortes Gaditanas en torno a la abolición de

la esclavitud y la igualdad de derechos. Ade-más, tenía pleno conocimiento del giro ope-rado en la política exterior de los ingleses entorno a la trata: sin el menor rubor habíanpasado de ser la mayor potencia en el comer-cio de hombres y mujeres negras, a primerpaís en prohibirla. La clase política era cons-ciente, por lo tanto, de que en el conflictoque de hecho sobrevendría con España porla declaratoria de la independencia, necesi-

taría de un protector internacional; y quienmejor que la mayor potencia del mundo oc-cidental en ese momento.

Todo lo anterior quedó al descubierto yse materializó cuando en 1815, el flamanteEstado Soberano de Cartagena de Indias seconvirtió, sin pensarlo dos veces, en coloniainglesa55 , con el objetivo de conseguir su pro-tección y enfrentar en mejores condicionesla inminente arremetida militar española al

mando de Pablo Morillo. Protección que a lapostre se convirtió, por diversos motivos, enun bello sueño, teniendo los cartageneros queenfrentar solos y aislados a la poderosa ex-pedición que finalmente terminó destruyen-

52 A. G. I. Santa Fe, 747.53 A. G. I. Santa Fe, 747.54 A. G. I. Santa Fe, 747.55 El texto completo del acta de la legislatura provincial mediante el cual el Estado Soberano de Cartagena aprobó

y solicitó convertirse en colonia inglesa, está inserto en BELL, Gustavo, Op. Cit. pp. 68-73. Este documentofue tomado del Publica Record, Londres, en la sección Admiralty Record, ADM 1/266, pp. 140-159.

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do no sólo la ciudad sino también el proyec-to republicano, con un costo muy alto en vi-das humanas.

Con el hundimiento del proyecto republi-

cano de la provincia de Cartagena, se vinie-ron a pique también las expectativas que enmateria de manumisión había posibilitado laConstitución de 1812. Restablecidos los es-pañoles en el poder por la acción de las tro-pas al mando del pacificador Pablo Murillo,el tema de la libertad o manumisión de laspersonas esclavizadas ya no tuvo ningunaimportancia para los españoles. Sólo fue unaestrategia para lograr adhesiones que de una

u otra manera ayudaron a derrotar el proyec-to político de la Republica Cartagenera.

 La manumisión de los afrodescendientesemergería otra vez en la coyuntura de la agu-dización .de la guerra de la independencia yde nuevo adquiriría la connotación de con-signa política. En este sentido, en un

contrapunteo con sus adversarios, Bolívar en1816, ofreció la libertad a los esclavizadosque se vincularan al ejército patriota, paracontrarrestar el ofrecimiento español de li-

berar también a todos aquellos que se adhi-rieran a la causa realista. Con base en lo an-terior, muchos esclavizados se enrolaron es-pecialmente al ejército comandado por Bolí-var.

Luego en 1821, en el Congreso de Cúcutay después de unas acaloradas discusionesentre los sectores que estaban a favor y encontra de la libertad de las personas esclavi-zadas, se sancionó la ley de Libertad de Par-

tos, que no solo se constituyó en un remedode libertad, sino que burló el ofrecimientohecho años anteriores por Bolívar en el fra-gor de la guerra. Con esta ley lo que se logróperpetuar la esclavización de hombres y mu- jeres negras hasta el primero de Enerode1852 

República, Negros y Castas