Elementos para el Análisis de la Cadena de Valor de la Pesca Artesanal

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FEDERACIÓN NICARAGUENSE DE LA PESCA R. L. (FENICPESCA) ELEMENTOS DE ANALISIS DE LA CADENA DE VALOR DE LA PESCA ARTESANAL Welbin Romero Jirón Juan Gazol Salcedo Ronald Escoto García Abril de 2013

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FEDERACIÓN NICARAGUENSE DE LA PESCA R. L.

(FENICPESCA)

ELEMENTOS DE ANALISIS DE LA CADENA DE VALOR

DE LA PESCA ARTESANAL

Welbin Romero Jirón

Juan Gazol Salcedo

Ronald Escoto García

Abril de 2013

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Presentación

Los productos pesqueros y acuícolas se encuentran entre los rubros relevantes para las exportaciones de Nicaragua, a noviembre de 2012 las mismas ascendieron a USD. 115.8 millones de dólares, el 4.7% de las exportaciones totales. En el país existen tres macro zonas en las que se realizan faenas de pesca, El Caribe, el Pacífico y Aguas Interiores. La extracción de productos marinos es realizada por la flota industrial y pescadores artesanales, estos últimos se orientan en el Pacifico y en aguas interiores a la captura de escama, en el Caribe ambos se enfocan en Langosta y Camarón, aunque en los últimos años las capturas de escama han crecido sustancialmente, mientras en aguas interiores solo se registra actividad de la pesca artesanal. El Camarón ha perdido participación en las capturas totales debido a su disminución asociada a la sobrepesca y al cambio climático global. En los lagos el precio de las especies de mayor disponibilidad son inferiores a los obtenidos por los pescadores del Pacifico y el Atlántico.

La pesca artesanal se ha constituido en un refugio de segmentos de población en condición de extrema pobreza, que ven en esta actividad la oportunidad de garantizarse algún nivel de ingresos. La creación de nuevo valor en esta actividad es significativa, no obstante, la distribución de esta entre los principales agentes de la cadena, pareciera seguir los típicos patrones en los cuales empresas que controlan el acopio, la distribución de medios e insumos, los mercados de productos finales o el financiamiento, que en el caso de las pesca son las plantas procesadoras, logran apropiarse de una mayor proporción del nuevo valor creado del que correspondería en condiciones de competencia de mercado, manteniendo a los pescadores en la pobreza.

La inmensa mayoría de los pescadores no posee medios de pesca y la generalidad de los medios existentes son inadecuados, habitan en comunidades que presentan altos niveles de aislamiento, bajos niveles de escolaridad, ningún acceso a conocimiento ni a tecnologías de la información y las comunicaciones y limitada propensión a actuar de forma colectiva, que limita sus posibilidades de hacerse visibles y estructurarse como grupos de poder aún a nivel local, que se traduce en desatención de instituciones públicas y civiles de desarrollo. Experiencias de la cooperación internacional que han intentado capitalizar a organizaciones de pescadores presentan limitados resultados, actualmente FENICPESCA es la única institución no gubernamental especializada en el desarrollo de los pescadores.

Por otro lado, la pesca artesanal es una actividad productiva de alto riesgo físico y financiero, los pescadores por lo general no disponen de motores auxiliares ni tienen acceso a medios de comunicación, que faciliten su auxilio en alta mar en caso de problemas con el motor. Independiente del nivel de capitalización de las unidades productivas, el incremento de los volúmenes capturados se deriva de un conjunto de factores aleatorios que en muchas ocasiones no dependen del pescador, de la tecnología o de políticas públicas. En estas circunstancias resulta vital para los pescadores apropiarse de los mercados, a fin de garantizarse mejores precios de los bienes que requieren para viabilizar las capturas y precios más altos para los productos que ofrecen. Sin embargo, alcanzar esta meta requiere del desarrollo de procesos más o menos prolongados y de la estructuración de un marco de acciones adecuadamente estructuradas, que al mismo tiempo que incrementen los ingresos de los pescadores, generen apropiación de habilidades y conocimientos gerenciales, y capacidades colectivas para decidir y actuar alrededor de la transformación de su futuro.

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I. El estado actual de las capturas y las exportaciones de pescado

Entre 2010 y 2011 las capturas de escamas de la pesca artesanal se incrementó en 10.5%, empujado por un notable incremento de las capturas en el Pacifico (31%), que compensó la caída de las capturas en el Atlántico (-13.8%), mientras en aguas continentales las capturas se incrementaron en 2.9%. En este período el promedio de las capturas del Pacifico representan el 55.3% del total capturado en el país mientras las del Atlántico el 35%, el resto corresponde a aguas interiores. Entre 2000 y 2011 el crecimiento promedio anual para las tres regiones fue de 4.2%. En 2010 las capturas de la pesca artesanal representaron el 87.8%

del total de capturas, en 2000 y 2001 esa proporción se mantuvo alrededor del 98%. La reducción de la participación de la pesca artesanal en las capturas totales, se asocia a incrementos en las capturas industriales, pero sobre todo al dinamismo en el crecimiento del cultivo de escamas, en los hechos la pesca artesanal ha crecido a tasas sustanciales. Destaca el que la pesca artesanal es también responsable del 50% de las capturas de Langosta Espinosa.

En el año 2010 las exportaciones de pescado ascendieron a 11,327 libras que generaron US$ 23,182.0 miles de dólares, en ese mismo año pesca y acuicultura, exportaron un total de 57,198 libras equivalentes a US$ 165,218.0 miles de dólares. En el período 2000 – 2010 las exportaciones de pescado se incrementaron en un 99.3%, a una tasa promedio anual de 7.4%, justificado por un crecimiento promedio anual de 6.5% en los volúmenes exportados y de 0.9% en los precios recibidos. La tendencia al crecimiento de las exportaciones en el período ha sido constante al igual que las capturas totales incluido camarón y langosta. Mientras tanto las capturas de la pesca artesanal han sufrido importantes caídas interanuales entre los años 2002 – 2004 y en el año 2006, lo que provocó que la flota artesanal del Pacifico de mayores dimensiones se trasladara al Caribe en el primer quinquenio de la década pasada.

II. La Pesca Artesanal en Nicaragua

De acuerdo a la Estrategia para el Desarrollo Sostenible de la Pesca Artesanal, la Seguridad Alimentaria y la Reducción de la Pobreza de las Familias Vinculadas, elaborado por el Gobierno de Nicaragua, la pesca artesanal tiene singular importancia para el país en lo económico, lo social y ambiental. Se estima que cerca de 13,500 familias dependen directamente de esta actividad, por encima de actividades económicas como panificación y madera – muebles, aproximadamente similar al conjunto de la rama industrial; alimentos y bebidas, y solo superada por comercio y servicios, consideradas entre los segmentos MIPYME de mayor generación de empleo, dichas familias se encuentran distribuidas en 112 comunidades de todo el territorio nacional, del mismo modo constituye una fuente relevante de alimentos altamente nutritivos para las comunidades costeras y potencialmente para todo el país. Por otro lado, la falta de medios adecuados y los altos costos de operación, inducen una elevada concentración del esfuerzo pequero en zonas costeras, que compromete la sostenibilidad de las capturas en dichas zonas, lo que es agravado por una actividad acuícola y agropecuaria costera poco amigable con el ambiente.

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Pesca artesanal capturas anuales

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La Ley de Pesca y Acuicultura define como pesca artesanal, a toda actividad de pesca donde se ocupan embarcaciones de 15 o menos metros de eslora, independientemente de su nivel de mecanización o equipos de pesca. En Nicaragua las embarcaciones se caracterizan por ser de pequeñas dimensiones, carencia de equipos mecanizados y de medios adecuados de preservación y almacenamiento de los productos, condiciones que se acentúan en comunidades de aguas continentales y en las zonas más alejadas de la costa Caribe. La FAO en el documento; “Análisis de los datos del censo de embarcaciones, del proyecto Incremento del perfil de la pesca artesanal en las políticas nacionales de Nicaragua” estimó para el 2007 que existen en el país unas 4,658 embarcaciones de las cuales el 48% son cayucos (embarcaciones construidas del tronco de un árbol) y el 39.6% son pangas, botes 10.2% y lanchas 2% (de mayores dimensiones que las anteriores, que pueden ser de madera o de fibra de vidrio, material que está sustituyendo a la madera como material de construcción), el resto son botes y lanchas1. Según ese mismo documento, entre quienes utilizan panga predomina el motor fuera de borda a gasolina como medio de propulsión, el consumo de ésta constituye uno de los principales elementos de costos de la actividad; mientras que en cayucos o en la mayoría de las canoas, la propulsión es manual o a vela, lo que limita el radio de pesca de quienes utilizan estos medios.

Los pescadores que no poseen medios de pesca, se incorporan a un grupo de pesca sin una relación laboral estable con el propietario de la embarcación, pues no hay compromiso de pago de un determinado salario. Generalmente el pago a los pescadores se define como una proporción de las capturas menos los gastos en combustible y alimentación, si no hay capturas no hay ingresos. La distribución de los mismos se realiza a partes iguales entre los pescadores, recibiendo además el capitán o dueño proporciones adicionales correspondientes a embarcación, aperos y motor. Esta situación determina condiciones laborales precarias en donde la tripulación no tiene asegurado salarios ni seguridad social, lo que agudiza la vulnerabilidad de quienes se dedican a la pesca y no poseen medios, por cuanto en los períodos de escasez de capturas, la única opción de los pescadores es el endeudamiento, por lo general con el propietario de los medios, aumentando la dependencia y reduciendo la capacidad de negociación. Una situación similar sucede entre los dueños de embarcaciones y los comercializadores.

Los pescadores artesanales presentan una fuerte tendencia a la informalidad, en parte asociada a su escaso desarrollo, una severa desatención por parte de las instituciones estatales, el aislamiento y la precariedad de los ingresos, lo que hace suponer la existencia de un notable subregistro de las embarcaciones y de las personas dedicadas a esta actividad, en especial por la presencia de un importante segmento de pescadores ocasionales y de sobrevivencia, quienes sin mayor trámite se mueven entre esas categorías y la de pescador artesanal.

III. Los pescadores y las comunidades pesqueras

De acuerdo con la Estrategia para el Desarrollo Sostenible de la Pesca Artesanal del gobierno de Nicaragua, ya citada, las comunidades pesqueras presentan los más bajos índices de desarrollo humano, las mayores tasas de pobreza relativa, inseguridad alimentaria y severos problemas de desnutrición. Los ingresos que obtienen los pescadores artesanales por su trabajo, son insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de sus familias y procurarse una vida digna. Esta situación se acentúa en las comunidades de aguas interiores y en la costa Caribe, que

1 Este documento define los Botes como embarcaciones elaboradas de un solo tronco de árbol pero por su

tamaño tiene motor estacionario dentro de borda y las Lanchas como embarcaciones de hasta 50 pies (15.24 metros), construidas de madera principalmente con motores estacionarios dentro de borda.

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presentan un mayor aislamiento por la falta de infraestructura que facilite la comunicación, la falta de cobertura de programas institucionales y en el caso de los pescadores orientados a la captura de escamas, a la escasez relativa de mercados para estos productos en las zonas donde habitan.

Para los pescadores artesanales, la disponibilidad y el acceso a los alimentos son precarios, ya que venden la mayor parte del producto que pescan y no tienen medios para almacenar y conservar el pescado en buenas condiciones por mucho tiempo. Algunos pescadores artesanales, especialmente de aguas continentales y en las zonas más alejadas en la costa Caribe, realizan actividades complementarias principalmente agropecuarias, sin embargo, tampoco en éstas cuentan con los medios, el adecuado acceso a mercados, ni reciben apoyos de programas oficiales o de instituciones civiles. Situación confirmada por el Informe Preliminar del Registro de Uso Semanal de Alimentos en Familias de Pescadores Artesanales del Pacifico, RAAN, RAAS y Aguas Continentales de Nicaragua, elaborado en 2007 por INPESCA, el que indica “El patrón alimentario de los hogares de los pescadores artesanales es más pobre que el observado para la población rural reportada por la IV Encuesta de Consumo de Alimentos2 del 2004.”

El documento FAO 2010 Indicadores socioeconómicos: Sector Pesquero Artesanal de Nicaragua, cita que en una encuesta realizada con 2,319 pescadores, un 12% no poseen grado de escolaridad alguno, un 61% había cursado algún nivel de primaria, 26% algún nivel de secundaria, 1% de la universitaria. Debe destacarse que por las características de la jornada laboral y de las mismas comunidades, quienes se dedican a la extracción de productos marinos tienen pocas oportunidades de ejercitar y consolidar sus conocimientos, aun los más básicos. Por otro lado, el alcoholismo es otro de los problemas sociales destacados entre los pescadores y buzos, siendo los pescadores de aguas continentales quienes presentan la menor incidencia de este problema, del que no se cuenta con cifras de afectados o del costo económico y social que se le asocia.

La inmensa mayoría de las comunidades pesqueras, entendidas estas como localidades en las que el empleo y los ingresos dependen de forma relevante de la pesca, presentan cierto grado de aislamiento; en el Pacífico se presenta este fenómeno aún en localidades próximas a los principales centros urbanos. En general en estas poblaciones existen pocas alternativas de empleo, de forma que la pesca artesanal es clave en la generación de ingresos, incrementando su importancia a medida que se incrementa el grado de aislamiento de la comunidad. En las comunidades no existe infraestructura adecuada en tierra para el almacenamiento, empacado y preservación del producto, que en conjunto con la tecnología predominante de pesca (red o trasmallo agallero), y problemas de manejo en la embarcación, reducen la calidad final del producto e influyen en la generación de desconfianza de los consumidores.

Los sistemas de acopio en las comunidades mayoritariamente se basan en pequeñas instalaciones ubicadas generalmente en la costa, con piso de tierra, sin paredes y techo tipo enramada, equipados con termos de 500 y 1000 libras en los que se enhiela el producto hasta que se traslada a los correspondientes mercados o a la empresa exportadora. La gasolina, el hielo, los aperos de pesca y el financiamiento cuando este es requerido, son proveídos por los mismos intermediaros que comercializan los productos a través del acopiador local, lo que establece una relación de dependencia de los pescadores que limita su capacidad de negociación de precios. En el país los mercados de insumos y aperos de pesca son incipientes.

2IV ENCA, MAGFOR e INCAP/OPS agosto 2004

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En los últimos años dos fenómenos están agravando la situación de los pescadores; (i) el incremento en los precios del petróleo, que incide en el aumento de los costos de operación por la vía del precio de la gasolina y del hielo, este último es producido en base a electricidad que como se sabe, en el país depende mayoritariamente de derivados del petróleo, (ii) la reducción de la fauna marina en las zonas costeras asociada al cambio climático global, la sobre explotación de un número reducido de especies y el uso de bombas como medio de capturas, principalmente entre pescadores de reciente incorporación a la actividad, lo que atenta severamente en contra de la sostenibilidad de la pesca en el país.

IV.1 El problema de los buzos en el Caribe

En la RAAN, la mayor parte de las Comunidades Indígenas de la etnia Misquita, ubicadas en la franja costera del Caribe, se dedican a la extracción de langosta a través del buceo. Por desconocimiento técnico y equipamiento deficiente, muchos buzos han quedado inválidos y otros han fallecido a consecuencia del Baro-traumatismo de buceo, o squeeze. Existe poca estadística sobre el problema, no obstante, según la Asociación de Buzos Activos y Lisiados de la Costa Atlántica (ABALCA), existen unos 350 buzos con daños permanentes, sin contar los que han muerto. La Ley N° 613 de Protección y Seguridad a las Personas Dedicadas a la Actividad de Buceo vigente desde febrero de 2008 y sus reformas del 2011 y 2013 ambas orientadas a prorrogar su entrada en vigencia, establece la prohibición de capturas comerciales de langosta por medio de buceo a partir del año 2016.

La misma Ley establece que a partir del 2008 es responsabilidad del Estado, los empleadores y buzos, formular e implementar un Programa de Reconversión Ocupacional que nunca existió,. Básicamente en lo que se ha logrado avanzar es en acciones de sensibilización de los buzos alrededor de la seguridad en sus labores. Sin embargo, la necesidad de obtener ingresos para el sostenimiento de la familia es un fuerte persuasivo para que los buzos continúen laborando aún cuando no se les garantiza su seguridad.

IV.2 La certificación de mano de obra

La formación técnica de los pescadores y su certificación tienen singular relevancia para el correcto desempeño de la actividad, dadas las características del proceso productivo y los riesgos asociados, no obstante, a la fecha aún no existe la oferta permanente correspondiente. INATEC, la institución certificadora del Estado de Nicaragua de la mano de obra, en conjunto con sus homólogos centroamericanos, las administraciones pesqueras del istmo, las organizaciones de pescadores (FENICPESCA en el caso de Nicaragua) y el SICA/OSPESCA, han trabajado en la formulación de un programa de profesionalización para los pescadores artesanales, orientado a certificar a los pescadores existentes, mediante nivelación y reconocimiento de experiencias, y a jóvenes que se incorporan al sector, con cursos formales diseñados para diferentes niveles y especializaciones. Aunque dicho trabajo concluyó en 2009 los resultados del mismo aún se encuentran a la espera de fondos para poder ser implementados.

V. La comercialización de productos de la pesca

La cadena de valor de la pesca descansa en la actividad de los pescadores, son estos quienes asumen la inmensa mayoría del riesgo financiero y físico en el proceso de creación de valor en la cadena, no obstante, existe la percepción bastante generalizada de que también son quienes se apropian de la menor proporción de este.

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La brecha entre precios de compra en muelle y el precio que recibe el intermediario es significativa. El pescador desembarca su producción en playa y la entrega a su comprador tradicional o acopiador. El precio al que venden los exportadores representa entre el 250% y el 275% del precio recibido por el pescador, por ejemplo, el pescador recibe entre US$ 1.00 y US$ 1.50 dólares por libra (dependiendo de la especie) y la planta exportadora lo vende entre US$ 2.75 y US$ 3.80 dólares. En este punto debe destacarse que no existen estudios conocidos sobre la distribución del valor creado en la cadena. Para la Langosta la diferencia es menor, las plantas compran la libra de cola a US$ 11 dólares promedio, y la venden lavada, congelada y empacada a US$ 14 dólares, relación similar a la existente en el caso del camarón, las plantas pagan un promedio de US$ 5.10 dólares y lo exportan lavado, congelado y empacado a un promedio de US$ 6.50 dólares.

En las comunidades pesqueras existen dos tipos de acopiadores; los comerciantes individuales y quienes acopian para una planta exportadora, los primeros operan con recursos propios y en ocasiones tienen presencia en más de una comunidad por medio de un acopiador local que los representa, mientras los segundos operan con recursos facilitados por las plantas exportadoras, por lo general estas tienen presencia en las comunidades de pescadores con los mayores volúmenes de desembarcos. Los comerciantes individuales y las plantas exportadoras utilizan un esquema de relación con los propietarios de medios de pesca, mediante el cual las primeras abastecen a los segundos al crédito, la gasolina, hielo, aperos, (en ocasiones motores y el mantenimiento de estos) y eventualmente en metálico, a cambio los pescadores están obligados a entregarles la totalidad de las capturas efectuadas.

Existen al menos tres procesos de comercialización de los productos de la pesca, el más desarrollado por su nivel de integración y capacidad financiera, es en el que participan las plantas exportadoras, los que se orientan al mercado internacional. Un segundo proceso es el controlado por los comerciantes individuales quienes operan de forma similar a los primeros pero alternando sus mercados entre reventas a las plantas exportadoras, el mercado local de detallistas y las exportaciones directas a los países vecinos, en Managua las principales plazas son el mercado Israel Lewites y el Oriental, el Anuario Pesquero y Acuícola del 2010 (INPESCA, 2011) reporta 72 exportadores de productos marinos y de cultivo.

El tercero y el menos desarrollado se basa en familiares de los pescadores y pequeñas comerciantes detallistas, en su inmensa mayoría mujeres, a las que se conoce como paneras por utilizar panas (término utilizado en el Pacífico para referirse a las palanganas) como medio para transportar el producto. Estas se trasladan a ciudades cercanas a las comunidades para vender el producto fresco de forma ambulante o cuando los pescadores habitan en ciudades relativamente grandes, en los barrios de éstas, la mayoría del producto que se distribuye en este canal es el denominado chatarra, que incluye producto de poca calidad y especies de baja demanda, aunque existen casos de familias de pescadores que utilizan este mecanismo para comercializar todas sus capturas. En general los ingresos de los pescadores provenientes de la venta de chatarra son significativos y potencialmente podrían representar un mecanismo de mayor apropiación del nuevo valor creado, por parte de los pescadores y sus familias, si se lograsen reducir las pérdidas del proceso de venta y se lograra cierto nivel de procesamiento.

V.1 Incentivos a la pesca, la seguridad alimentaria y nutricional

Es conocido que el consumo de pescado mejora sustancialmente la calidad nutricional de la dieta, también que requiere menos cocimiento para su preparación, por lo que ahorra energía. Puede

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mejorar notablemente el estado nutricional de los niños pequeños y las mujeres embarazadas y lactantes. Puede complementar las dietas de los pobres basadas en carbohidratos, proporcionando una fuente de proteínas fácilmente digeribles, importantes para el crecimiento, así como vitaminas esenciales (Vitaminas A, B1, B2 y D) y minerales (como el hierro y el calcio), no obstante, el consumo nacional es de alrededor de 2.0 kg. per cápita por año, ello se debe a que el costo de consumir pescado resulta superior al de las carnes rojas y el pollo, a hábitos de consumo y a desconfianza de los consumidores sobre la calidad del producto que están adquiriendo.

El mayor volumen de la pesca de escamas es acopiado y destinado a la exportación, una mínima parte (entre el 15 y 20%) va al mercado interno, de esto, aproximadamente el 98% proviene de la pesca artesanal. Los incentivos fiscales para promover el desarrollo de la pesca han desestimulado el mercado interno y contribuido a elevar los precios, el énfasis exportador de los objetivos de la política fiscal por ejemplo ha privilegiado los estímulos a las exportaciones en la forma de exoneraciones, que se pierden si el producto es destinado al consumo interno.Para promover el consumo nacional, la calidad e inocuidad de los productos de la pesca artesanal debe ser elevada sustancialmente, lo que implica mejorar su manejo desde las embarcaciones hasta su venta. La falta de hielo para almacenar adecuadamente los productos, o de infraestructura de mantenimiento y distribución, y la casi nula transformación y procesamiento del pescado, así como malas prácticas de manipulación e higiene en el expendio final en el mercado interno, son una causal más del bajo consumo por la población.

La Ley de Pesca establece que la pesca tiene un subsidio al combustible, como un incentivo enfocado primordialmente a promover la producción. El subsidio es en forma de exención del pago del ISC. Sin embargo, éste es más favorable para las plantas exportadoras y sus flotas que utilizan diesel, en este caso el subsidio, cubre el mercado local y la exportación, y además es aplicado al momento de la compra del combustible. Para la gasolina, utilizada por la inmensa mayoría de pescadores artesanales, el subsidio es ex post y solamente para la producción de exportación, por lo que el pescador paga la gasolina a precio de mercado y después tiene que gestionar la devolución del impuesto. Trámite complicado, que la mayoría no realiza y luego -los que lo hacen- lo reciben tarde en el mejor de los casos. Recientemente se estableció un mecanismo para facilitar el trámite; las plantas pueden representar a pescadores que suministran producto, lo que magnifica la dependencia de los mismos respecto de plantas y sus acopiadores.

Por otro lado, a los pescadores artesanales se les aplica en las plantas exportadoras, una retención a la entrega del producto de los llamados Tributos por Derecho de Aprovechamiento, que son el 0.5% del valor en el caso del pescado, el 1% para productos no tradicionales y el 2.25% para camarón y langosta. Los pescadores pagan su IR mediante retención en la fuente del 1% al entregar su producción a las plantas exportadoras o a comerciantes formales. Si el pescador está formalizado efectúa su correspondiente declaración a la Dirección General de Ingresos (DGI) del MHCP y liquida en consonancia. Las cooperativas que por ley no pagan IR, en los hechos se les retiene el 1% al vender, que debería ser devuelto previa declaración al término del período fiscal, lo que sucede poco ya que el proceso es largo y complicado para los pescadores, y además los costos de transacción son altos debido a los viajes a realizar hasta la ciudad donde haya delegación de la DGI y por el tiempo que requiere la gestión. Por lo cual en la práctica no existe el incentivo a las cooperativas y lo que debería ser una retención, es un impuesto de venta que se aplica a los pescadores.

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VI. La pesca y otras actividades económicas

Un aspecto que ha sido poco tratado es el hecho de que al igual que en otras actividades económicas, en la pesca, parte de las personas dedicadas a esta actividad también hacen agricultura y ganadería en tierras, propias o alquiladas, poco aptas para estas actividades pero que desde el punto de vista de los interesados constituye una fuente importante de ingresos que complementa las entradas de la pesca, por tratarse de producción muy marginal en zonas de escasa aptitud agropecuaria, por lo general, no son incluidas en programas públicos o de instituciones civiles.

Por otro lado, comunidades de pescadores se han constituido en destinos turísticos de nacionales y extranjeros o se encuentran en proceso de serlo, con lo cual se están generando nuevos tipos de demanda; pesca deportiva, paseos en lancha, traslado a otras playas, buceo y avistamiento de especies marinas que normalmente no se encuentran en la zona costera. Aunque los pescadores y ciertos establecimientos turísticos están ofreciendo estos servicios, los mismos se prestan sin las condiciones mínimas de confort y seguridad para los turistas, en la mayoría de los casos los pescadores consideran esta posibilidad como muy ocasional, por lo que no la incorporan empresarialmente entre las actividades que deberían ofrecer y cuando sí es considerada, depende de otros establecimientos, hoteles u operadores turísticos locales, quienes establecen las tarifas y se encargan del cobro, quedándole a los pescadores una proporción reducida de este.

VII. Conclusiones

Las personas involucradas en la pesca artesanal nicaragüense se encuentran en condición de extrema pobreza, a ello contribuyen los bajos niveles de escolaridad, el aislamiento social y económico de las comunidades en que habitan, problemas de sostenibilidad de la actividad, su escasa propensión a la acción colectiva y el escaso desarrollo de los mercados de productos marinos y lacustres, pero sobre todo por el tipo de inserción a los mercados que presentan los pescadores, caracterizado por una notable subordinación de los pescadores respecto del eslabón comercial de la cadena, que se manifiesta en un esquema mediante el cual los pescadores se mantienen endeudados con los comerciantes que los suplen de insumos y otros gastos de operación a cambio de la obligación de entregarles de forma exclusiva el producto de la pesca, limitando la posibilidad de negociar mejores precios.

Cinco problemas afectan los procesos productivos desarrollados por los pescadores; (a) en el mejor de los casos dependen de pequeñas embarcaciones movidas a gasolina, que implica un radio de acción reducido y elevados costos de operación (b) la escasez de infraestructura en tierra y la insuficiencia de mercados desarrollados de aperos para la pesca, inducen una elevada dependencia de los pescadores respecto de los intermediarios y plantas de procesamiento, que afecta los precios recibidos por la pesca y los pagados por los aperos, (c) el consumo interno es reducido, lo que limita las alternativas de comercialización de los pescadores, (d) la tecnología de pesca, la poca disponibilidad de hielo y de medios de almacenamiento reducen la posibilidad de ofrecer productos de mayor calidad, (e) el producto de la pesca no se transforma en alimentos procesados en las comunidades. Todo ello configura una situación en la cual resulta difícil romper las condiciones que los mantiene en la pobreza.

En este sentido, es relevante para el futuro de los pescadores y sus comunidades apropiarse de una mayor proporción del nuevo valor creado, a través de un aumento de su participación en la gobernanza de la cadena, el desarrollo de tecnologías alternativas de pesca adecuadas a las

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características del país y el desarrollo de alternativas de empleo e ingresos para los habitantes de las comunidades a partir de las oportunidades de negocios existentes en las mismas y la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria de los pescadores, sus familias y las comunidades. Para ello es crucial que los pescadores y sus comunidades desarrollen alianzas con instituciones especializadas en la pesca y el desarrollo, que los acompañen, animen, asesoren y gestionen el conocimiento colectivo en función del desarrollo de las comunidades.

Aunque no existen estadísticas sobre la productividad de la pesquería artesanal, todo hace indicar que ésta es baja, los niveles de pobreza existentes entre los pescadores artesanales y el escaso uso de aplicaciones tecnológicas que facilitan la pesca así lo indican, por lo que mejorar los volúmenes de capturas por esfuerzo pesquero en conjunto con mejorías en la distribución del ingreso dentro de la cadena de valor, deben constituir objetivos centrales de los esfuerzos por mejorar la situación de los pescadores y la pesquería del país. Sin embargo, mejoras en la productividad manteniendo las actuales zonas de pesca podría ser negativa para la sostenibilidad de la actividad, por lo que el aumento de la producción a través de la incursión en nuevas áreas de pesca más allá de la zona costera, del aprovechamiento de especies que actualmente son consideradas poco atractivas y el uso de la tecnología que se han desarrollado para mejorar las capturas, son relevantes para el futuro de la actividad.

El desarrollo de una visión y cultura cooperativa-empresarial que genere procesos de aprovechamiento de las oportunidades de negocios existentes en las comunidades, por parte de los pescadores y sus familias, constituye un medio de fortalecimiento del proceso de superación de la pobreza. Los bajos niveles de consumo nacional de pescado y las posibilidades de transformar en alimentos las especies que no tienen demanda de mercado como productos frescos, constituyen oportunidades para que pescadores y comunidades pesqueras, mejoren sus ingresos y ofrezcan a los consumidores productos alimenticios de bajo costo, de forma que se desarrollen nuevas cadenas y procesos productivos, y se contribuya a la seguridad alimentaria de segmentos de población con dificultades de acceso a alimentos de alto contenido nutricional.

Las posibilidades que brinda la prestación de servicios turísticos, nuevamente no son aprovechadas adecuadamente por los pescadores, por su falta de cultura empresarial, capacidad de negociación y control de los procesos comerciales. En este sentido se requiere trabajar en función de alcanzar un nivel mínimo de confort, a través de pequeños arreglos a las embarcaciones, de la capacitación de los pescadores entre otros, en temas como relaciones humanas, primeros auxilios, rescate de personas en el agua y la conformación de pequeños negocios orientados a la prestación de estos servicios, teniendo en cuenta de que se trata de actividades que deben ser consideradas generadoras de ingresos complementarios, hasta tanto no se asienten empresarialmente y exista el volumen de demanda necesario como para que se conviertan en operaciones empresariales independientes.

Por otro lado, se requiere mejorar el conocimiento de los sistemas productivos de los pescadores y las zonas geográficas en las que resultaría relevante trabajar junto con la pesca temas agropecuarios, para lo cual se deben desarrollar alianzas con instituciones especializadas. Desde la perspectiva de la pesca conocer el funcionamiento de los sistema productivos de las familias ligadas a la pesca, es relevante por cuanto ello es determinante para el tipo de políticas e intervención que se requiere para maximizar los ingresos familiares. Así mismo, se debe efectuar estudios a profundidad de la cadena de valor pesquera, en función de determinar efectivamente los cuellos de botella de la misma, en términos de su funcionamiento, de la distribución del valor que se crea y de las oportunidades de negocios que aún no son aprovechadas.