Elegía para E. -...

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Elegía para E.

Estela Smania

vientodefondo

Y me pregunto ahora cómo hacer para mirar de nuevo/ una torcaza,para volver a ver una bahía, una columna, el fuego,/ el humo de la sopa,sin que tus ojos me aseguren la consistencia de/ su aparición,sin que tu mano me confirme la mía.

¿Cómo saber entonces dónde estás en este desmedido,/ insaciable universo,donde la historia se confunde y los tiempos se mezclan/ y los lugares se deslizan,donde los ríos nacen y mueren las estrellas…?

¿Cómo acertar contigo si aun en medio del día instalabas/ a veces tu silencio nocturno,inabordable como un dios, ensimismado como/ un árbol…?

Olga Orozco

Subían desde el Tajo –anticipaban la nostalgia–las notas tristísimas de un fado.

Habíamos pasado la tardeen la Rua Augustay bebido un licor de cerezas.

Preguntó ¿dónde estamos?

Y fue el principio del finallá en Lisboa.

Se va de a pocopiadosoimperceptible.A veces todavíalo recobro.Y vuelven los encuentrosla ternurala charla y el cafélas manos juntas.Camuflado el terror creoque dependen de míel sucederde los días y las nochessu entera viday su final.

Desde los patios de la casa grandecuando el sol se iba yendo y hacía fríoél venía hacia mílentovacilante.

Yo lo esperaba inmóvilcon los brazos abiertospara que me encontrara.Mis manos eransu única certeza.

Preguntasi pagué los impuestossi lloverá mañanasi ya llega la nochesi vinieron los nietossi es domingo.Le sonríea su reflejo en la ventanao detiene la miradaen un punto lejano.

Esta es la casa nuestra le digoy un temblor lo atraviesa:recuerdosque yo habito.

Está enfermo.Se le ha vuelto de piedra el aire.Le doy el que respirocomo si lo besara.Su piel tiene la textura de un niñoallí donde la tococrece una rosa negra.

Despierta afiebradoy me cubrecon los brazos en cruz.En la madrugada ambiguatodo es silenciosus puñosse estrellan en la nada.Los monstruos huyen.Estás a salvo dice.Le aseguro que los ha puesto en fugay lloracomo quien ha temido por su vidadispuestoa darla por la mía.No sabede otras muertesque inventa la tristeza.

Se ha caído sobre los cerámicosde la cocina.Lo encuentro tendidocomo un árbolque fue refugio y sombra.Me tumbo a su ladole cuentoque el domingo vendránlos nietosy comeremos juntos.Él sonríe.

Yo ruegoque alguien lleguey nos regrese al mundo.

En el hospitalyace atadode pies y manos.En silenciocomo si ya se hubiera ido.

Llevo la cuenta de su respiración entrecortadale cantopara que duerma.

Nos quedamos solos.Mil noches fueronmás de mil.Envejecimoscabeza con cabezaentre recuerdos.Se cruzaba la dicha a vecescomo un relámpago.

Primero fue la desmemoriadespuésvino la muerte(no puedodescifrar su última palabrapero sé que me nombra).

En la noche de agostoel viento puntual de Santa Rosa.

Era éstala soledad verdaderala que no cesani entre la mucha gente.

No hay barcano hay Caronte.En caja de madera se va hacia la nada.Voy a inventar la barcay el remeropara hacer de su muerteun largo viaje.

Se lo debo.

De este lado quedaronel reloj los libros y su pipa.Apenas cosasvacíasque él ya no convocapara la fiesta diaria.He regalado lapicerasgemeloslas camisas celestesy el gabán.Cuesta creer que alguna vezhayan tenido alma.Sólo su boina conservael pulso de lo vivosobre la cabeza del mayorde los nietos.

Un díaotro díaotro más.El tiempo empieza a borrarsu vozsus ojos tristes.Quedará la memoriade los buenos momentos.Por ahoraconfusosinasiblesajenos.

Aunque su sombrava siempre conmigocuando llega el veranose aligeracasi no pesao desciende sobre mícomo un manto.Entoncescon el alma en su sitiopuedo saltar aguas oscurasy quedarme en el mundo.

Ya no suena su vozen el umbral de la nochepero crece su presencia allídonde le escribo.Se posa en los papelesen el arlequín de palidez mortalen los retratos de los muertos amadosen la maqueta de una ciudad en ruinas.

Alargo el encantamiento –sin palabras–puro temblor memoria pura

hasta que llegan los niñosy sus juegos invadiendolas avenidas del comedor.Es bueno estaren medio de las cosases bueno entregarse a la taza de caféy dejar que el tiemporuede así sencillo transparenteadormecido sobre las rosasque él cuidaba para mí.

He regresado.

Desde la terraza del Hotel do Chiadosobre los techos rojos de Lisboaveo que caen jazmines.Caen mansos.Un licor denso y amargobaja por la garganta.¿Qué puedo esperar?¿Volver al mundo extraña sedienta singularcon la muerte pisando mis talones?

Como su abuelollevaba el nombrede un príncipe italiano y los ojos grises tristesde esa abuela catalanaque corrió de la cocinahacia los patiosa mirarpor primera vezun avión que surcaba el cieloentre las nubesy se trizó la piernay murió casi niña.Vaya a saber de quiénes proveníansu timidez extremasu estarse para adentrosu silencio.Yo fui el necesario contrapesoen mínimas cuestionesde la sobrevivencia.Así anduvimostendiéndonos las manospor todo el tiempoque duró su vida.

¿Artificio o verdad?

La frescura de las sábanas limpiasel viento helado en la carala arena ardiente sobre la que andola punzada en la espaldala niebla ante los ojos todome dice que estoy viva.

¿Y el deseo la fiebrela palabra crecida?¿Y este desiertoeste vértigo hacia el abismo?

No hubo floressobre la mortaja.Hubo cartasadiosespara el viaje.

Los nietosdibujaron un barcosobre el helado piso de la funerariaun solguirnaldasy la casalos patiosdonde fueron felices.

Despuéssonaronlas voces altísimasdel coro de las hijas.

Yo no hubiera queridoque se callaranporqueel mundo seguiría girando sin él sin mícomo si nada fueracomo si nada hubiera sido.

Se Vende decía el cartel.La casa empalidecióbajo el aguaribaydonde él mirabapasar la viday los fantasmas.

Me fui con apenasalgunas cosas las necesariaspara seguircomo quien vive.

Crucé el jardínsin mirarcómo se quedaban soloslas dalias y los agapantosque me regalaba.

Lloréentre los brazos de mi hijacomo una niñaque ha perdido todo.

La calandriacomo cada tardepicoteaba su imagen

en el vidrio fingiendoque no pasaba nada.

Si volviera¿sabría quién soy?Pura carnalidadpura materiavoy siendo otraa cada instante tan otraque no me reconozco.En cambio élse mantiene intactoincluso nuevocomo en los días felices.

Quizá–con ojos de otro mundo–ame tambiénmi recuerdola que fuino la que soy.Deseche lo aparentey compasivome cubracon la eterna memoriade lo eterno.Embellecida.

Le gustabanlas manzanas con vino dulcey con canela.Yo mirabala alegríaen su bocay reconocía en su miradala impacienciapara que nadie comieraaquello que era suyoaquellomilagrosamente inacabable.Ahorapor costumbresigo trayendo a casala venturade las manzanas rojas.Para nadie.O sólo paraque aquel olor se quedey me acompañe.

Nada es lo que era.Donde mirose esparce –de polvo–la memoria.

Me pierdo en el Central Parkno por diagonalesni pasajes.Me pierdo de mísombríacomo voy.Sé que no me espera.Voy por irhacia ninguna parte.Voyentre los que se dicen adióslos que se encuentranlos que vuelven a casa.

En Harlem suenaun spiritual.Ella Fitzgerald me llevapor la 125 St.Me sostienecuando las piernasme abandonan.

Cuando recobroel aliento bailamos.

When they Begin the Beguine.

Son otros los aires.No se equivoca el recuerdo.Las ventanas eran ciegasel hollín trepabapor los muros que fueron rojos.¿Y el miedo?¿Y el olor de los meaderos?Otro Harlem.Este errarse ha vuelto indigno.Canta Ellacantatu merecidaeternidad.

Aún respiro –me digo–con los muchos que sonconmigo.Estoy vivabajo la luz del mediodía.Soyen el mundodel corazón a la cabezay a la inversacasi humana.

En Santa Catalinadonde él hubiera queridoque iniciáramos la vida(yo soñaba con el mar)bajo un algarrobojunto al aguadejamosuna urna de barroy sus cenizas.Despuésa la sombratendimos un mantely celebramos su buena vidacon el vino y el pan.El dolor dejó de devorarnosy la risase esparció por el airese oyó el aguaentre las piedrasel canto de los pájaros.

Cuando llegó el veranola correntada oscuradesdibujó el paisajey cambió el sitio de las cosas.

No hubo reclamos.La crecientehabía hecho lo suyo.

Supe entoncesque el universoen movimientoera el destinode su muerte.

La tristezaentre el cieloy la tierra.

Alguien me pide que cante la alegríaque le ponga palabrasa las horasque transcurrieron antes.Pero me he quedado tan sin ganasde saltar por encima de las demolicionesy salir a la luzde enmascarar la sedde respirar como si nada.

A veces merodeoel paraísosólo un momentoque se convierte en vozantes de quebrarse.

Renuncio al placercomo al dolor intensoy en esta medianíaespero.

Hablar en pasadoes como abandonarloen el tiempoen el bosque de arrayanesdonde nos conocimoso en una callecita de Marruecosdonde por una nochenos perdimos el uno del otro.Nombrarlo en pasadoes huir hacia adelante y salvarmeno es lo que quieroporque llega el otoñoy el aire es tibioy tejoy él se queda conmigome abrigame muestra la salida.

Viento de Fondo, 2018Estela Smania, 2018Diseño editorial y portada: Lorena Dí[email protected]

Córdoba, Argentina, primavera de 2018

Smania, EstelaElegía para E/Estela Smania. - 1a ed. - Córdoba: Viento de Fondo, 2018.60 p.; 20 x 14 cm.

ISBN 978-987-29042-5-8

1. Poesía Argentina Contemporánea. I. Título.CDD A861