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El yugo de Cristo Mateo 11: 28 – 30 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Introducción La palabra yugo aparece muchas veces en la Biblia, unas veces su significado es literal, y los otras su sentido es figurado. A veces significa cargas de opresión humanas.

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Levítico 26: 13 Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido. Las duras cargas que Salomón puso sobre el pueblo se describen como “un pesado yugo” (2Cron. 10: 4). Isaías exhortó a Israel a esforzarse por romper todo yugo de injusticia y explotación (Isaías 58: 6,7). Moisés advirtió a Israel que, si no servían a Jehová con alegría y gozo de corazón, una

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nación extranjera les impondría un yugo de hierro. (Deuteronomio 28: 47 – 50). En esta vida todos estamos enyuntados. Nuestra única opción consiste en escoger entre dos clases de yugo. Nos sometemos al yugo de Cristo o permanecemos bajo el yugo del pecado. De esto hablo Jesucristo en Mateo 11: 28 – 30 El yugo del pecado es como una gran carga, en cambio el yugo de Cristo nos hace descansar. Nos hace descansar de tres grandes cargas que son: Las culpas del pasado, las debilidades del presente y los temores del porvenir.

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1. Las culpas del pasado

La Biblia emplea varias expresiones para describir los distintos aspectos de nuestras culpas ante Dios. Podríamos mencionar a dos:

1. Somos culpables de pecado. Pablo dijo a los Romanos que todos hemos pecado (Romanos 3: 23). El libro de los Salmos dice que no hay ni siquiera uno que no haya pecado (Salmo 14: 2,3).

2. Somos culpables de transgresión. Somos culpables contra las Justas demandas de Dios, y si seguimos de esa manera todos seremos destruidos (Salmo 37: 38).

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Pero cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y de nuestras trasgresiones y recibimos por la fe a Jesucristo como nuestro único Salvador, “El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1Juan 1: 9). Entonces descansaremos de la culpa de nuestro pasado (Salmo 32: 1)

2. Las debilidades del presente. Al tomar el yugo de Cristo, nos encontramos en conflicto con tres potentes enemigos.

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1. Con el mundo que nos aborrece (Juan 15: 18,19).

2. Con nuestra propia naturaleza carnal que nos estorba (Gálatas 5: 17).

2. Con el diablo quien moviliza todas las fuerzas espirituales de maldad para derrotarnos (Efe. 6: 12).

Al someternos, pues, al yugo de Jesucristo, ya no andamos solos. Estamos uncidos con El, y su divino poder nos hace descansar de nuestra humana debilidad. Experimentemos lo que Pablo experimentaba, y nos unimos

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con él para decir: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

3. Los temores del porvenir. La noche antes de la crucifixión de nuestro Salvador, el Señor Jesús dijo a sus apóstoles unas palabras muy fortalecedoras que están en. Juan 14: 1 – 3 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os

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tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Años después, el apóstol Juan quien escribió esas palabras fortalecedoras se encontraba en la Isla de Patmos, donde tuvo una experiencia extraordinaria con aquel que quita el temor del porvenir (Apoc. 1: 17,18). Este es el mismo Jesús con quien estamos unidos todos los que nos hemos arrepentido de nuestros pecados para creer en El como nuestro único Señor y Salvador. Estando unidos a Cristo no temamos al porvenir.

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Concluimos ¿Se ha sometido usted al yugo de Jesucristo? Si, no lo ha hecho, seguirá sin un verdadero descanso, no solo en esta vida presente, sino también por toda la eternidad. Ahora mismo el le esta diciendo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os hare descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.”