El Xantolo de Huautla

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El Xantolo de Huautla, la huasteca potosina y su diversidad etnogáfica

Transcript of El Xantolo de Huautla

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EL XANTOLO DE HUAUTLA: RITUALES DE VIDA Y MUERTE EN

LA HUASTECA HIDALGUENSE

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Gobierno del Estado de Hidalgo Instituto Hidalguense de la Cultura

EL XANTOLO DE HUAUTLA:

RITUALES DE VIDA Y MUERTE EN LA HUASTECA HIDALGUENSE

Nydia Ramos Castañeda Darío Luis Pantaleón

Ernesto Ramos Rodríguez

[6]

Gobierno del Estado de Hidalgo Lic. Adolfo Lugo Verduzco

Gobernador Constitucional del Estado

Prof. Manuel Arellano Zavaleta

Secretario de Desarrollo Social

Instituto Hidalguense de la Cultura

Mtra. Ana María V. Prado Gutiérrez

Directora General

Mtra. Denis Márquez Acosta

Directora de Promoción

Lic. Marco Antonio Ocádiz Cruz

Director de Difusión Cultural

Colección: Lo nuestro...

© Los autores

© Instituto Hidalguense de la Cultura

Primera edición: Julio de 1992

Coordinación de la edición: Arturo Trejo Villafuerte

Diseño de la Colección: Alfredo Trejo Villafuerte

Tipografía e impresión: Romasa

Impreso en México. Made in Mexico

ISBN 968-6806-05-9

[7]

PRESENTACION

La finalidad de esta colección titulada Lo nuestro... es resguardar la historia,

tradición y memoria de lo que sucedió y sucede en nuestro Estado, en el medio de

comunicación más cercano y accesible al ser humano: el libro.

La memoria histórica de los pueblos es importante para la cohesión de los

mismos y eso permite señalar y remarcar la identidad local, como hidalguenses, y la

coherencia del ser y sentirse mexicano. En esta colección, las tradiciones y leyendas,

historia y sociología, danza y música, permiten apreciar los valores y méritos que tiene

los grupos sociales de nuestro Estado.

El hecho de que varios de los trabajos que forman esta colección de Lo nuestro...

hayan sido elaborados por investigadores y escritores de o patrocinados por el

INSTITUTO HIDALGUENSE DE LA CULTURA, indica la importancia que tiene para este

el preservar la esencia de lo nuestro. Los diversos temas que abordan estos libros de la

colección señalan la decisión del GOBIERNO DEL ESTADO DE HIDALGO por

resguardar y apoyar todas la manifestaciones culturales que se han generado en y de la

entidad.

Así pues, con esta colección de Lo nuestro.... el lector reafirmará sus

conocimientos sobre historia, danza, tradiciones y leyendas del Estado; disfrutará de un

nuevo conocimiento al saber de la riqueza que Hidalgo posee y aquí es presentada.

Disfrutemos de esta colección, de estos libros, que contienen la esencia y la presencia

del Estado de Hidalgo.

[8]

Este sería el caso de este trabajo de investigación sobre una fiesta tradicional en

los pueblos de la región de la huasteca hidalguense: EL XANTOLO DE HUAUTLA,

donde conviven y se mezclan mitos para concretarse en esta fiesta popular y

celebratoria, profana y religiosa. Una clara muestra de una de las manifestaciones

culturales de nuestro Estado que, esperamos, se comprenda, se asimile y se comparta a

través de este texto.

[9]

AGRADECIMIENTOS

A las comunidades El Aguacate, Hernandeztla y Barrio Bajo de Huautla, por

permitirnos entrar en su vida.

A los Sres. Teófilo Cortez Ramírez, Aurelio Sánchez, a Goyita y al Sr.

Hernández. A Moisés por ayudarnos con la traducción.

A Jesús Cuevas y Marcial Guerrero por su paciencia y el apoyo “tecnológico”. A

Antonio Ledesma y Mónica Navarro, por aclararnos las dudas.

Nydia Ramos Castañeda

Darío Luis Pantaleón

Ernesto Ramos Rodríguez

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INTRODUCCION

Desde que su mujer murió, hace ya seis años, los días 30 de octubre encuentran

a don Aurelio Sánchez entregado a la tarea de preparar solitariamente su ofrenda de

muertos.

Al verlo trabajar en el arco murmurándole a las palmas o trepando sus ochenta

años a una vieja silla de encino para colgar los plátanos, naranjas y mandarinas que se

ofrecerán a las ánimas y a los vivos, uno puede sentir la importancia que el Xantolo

tiene no sólo para Don Aurelio, sino para toda la población huasteca.

Pero a veces, quizá porque la belleza de la celebración nos resulta deslumbrante,

los fuereños no alcanzamos a ver más que la epidermis de una de las fiestas de mayor

importancia en la región. El Xantolo envuelto por el encanto de sus altares, por sus

bailes y por el olor a frutas y tamales, queda para los visitantes como muestra del

colorido paisaje folklórico de la Huasteca, sin ningún otro significado ni trascendencia

más allá de lo “típico”, como objeto de consumo.

Desgraciadamente esta visión parcial y en gran medida encubridora, es la que en

general se da en todas las manifestaciones que poseen un barniz “exótico”. Como

consecuencia las comunidades indígenas y campesinas ricas en tradiciones, fiestas

rituales y ceremoniales son mayoritariamente conocidas a través de medios

propagandísticos que les otorgan este carácter pintoresco dejando entre bambalinas sus

significaciones políticas y sociales.

El Folklore así asumido es una de las formas más comunes en que se expresa la

relación entre culturas dominantes y culturas subordinadas. Esta relación resulta mucho

más clara cuando observamos cómo pueblos que han sabido desenvolverse durante

siglos en una sabia convivencia con su ambiente, hoy se ven acorralados por un

“progreso” que sistemáticamente les va quitando tierra, destruye su ecosistemas o

utilizando otras formas [12] más sutiles pero no menos eficaces trastocan todo su

universo, su identidad y valores en pro de la civilización de los países. Los Yanomamis

en el Amazonas, los Onas en el sur de Chile y Argentina, los Dincas en Nigeria, hoy

peligran no sólo de que sus tradiciones se conviertan en recuerdos sino de que en

recuerdo se convierta toda su existencia.

Hemos tomado como punto de apoyo para este trabajo la posición gramsciana

que entiende al folklore como “una parte distinguible de un patrimonio cultural colectivo

estabilizado cualquiera, y precisamente la parte propia de las clases subprivilegiadas (y

por consiguiente culturalmente subalternas) de una sociedad cualquiera”.(1)

Guillermo Bonfil Batalla ha criticado esta interpretación al ver en ella la

imposibilidad de ser aplicada a la realidad de las culturas populares en México, pues la

idea de esta ecuación dominación/subordinación en Gramsci supone (según Bonfil

Batalla) la existencia de una sociedad de clases, estratificada, donde sus miembros

perteneces a una misma cultura y esto podría ser válido en la sociedad italiana pero no

en México, ya que además de ser esta una sociedad de estratos existen en ella

diferentes tipos de culturas, (los ejemplos más claros son las comunidades indígenas) y

esto plantearía dinámicas distintas en la relación entre cultura dominante y diferentes

culturas subordinadas.

Coincidimos con la idea de la existencia de diferentes culturas en México, pero

esto no quita a la cultura popular su papel subordinado y de resistencia ante otra

hegemonías perteneciente a las clases privilegiadas. Creemos entonces que la

interpretación gramsciana, representa una valiosa aportación para el estudio de las

culturas populares con un enfoque político.

NOTA

1 L.M. Lombardi Satriani, Análisis de la cultura subalterna, p. 176

[13]

I. OBSERVACIONES SOBRE LA CULTURA POPULAR

En México las celebraciones de día de muertos o todos los santos, ha sido foco de

numerosos estudios e investigaciones que desde diversas perspectivas han tratado de

explicar la visión que sobre la muerte tienen los distintos grupos sociales y culturales que

conforman el gran mosaico poblacional mexicano.

Lo curioso es que si bien gran parte de los antropólogos, historiadores y demás

investigadores interesados en la cultura popular, sostienen esta premisa de una sociedad

mexicana caracterizada por diversidad de culturas que interactúan, prevalece la idea de

esta fiesta como la manifestación del sentir de un pueblo mexicano homogéneo,

plenamente identificado y asumido en su condición mestiza. Al respecto Arturo Warman

comenta con gran agudeza:

“Alrededor de esta fiesta cargamos con dos grandes mitos. Uno, el del mexicano

único, estandarizado, del mexicano utópico, del mestizo - mexicano como el crisol de

culturas; el otro el de la relación anormal con la muerte, una relación de coexistencia

cuando tengo la impresión que lo que realmente sucede en el México indígena es la

aceptación de la muerte como parte de la normalidad de la existencia. Se hizo de

esta aceptación una convivencia, una especie de drama aterrador del mexicano que a

diario dialoga con la muerte y esto lo encuentro muy exagerado.”

Esta concepción de la muerte uniforme y compartida por todos los mexicanos está

íntimamente relacionada a la construcción de un proyecto nacional, a la reconstrucción y

unificación política del país luego de la revolución y a la forma en que asumió [14] esta

sociedad la enorme pérdida de vidas humanas que causaron diez años de guerra

revolucionaria. Comenzó a generarse en la década de los veinte y cobró fuerza en los

años cuarenta.

Por supuesto, esta visión, exagerada o no, correspondía a un momento histórico que

la hacía coherente y que produjo además valiosas aportaciones en el plano de la pintura,

la danza, la literatura, etc. Pero en el México actual de aspiraciones capitalistas esta

postura ha caído en contradicciones con el sistema y ha pasado a servir a grupos y a

intereses distintos de los que en su momento sirvió.

Por una parte la idea del mexicano que respeta a la muerte, y es capaz de mirarla

cara a cara ha sido exagerada hasta hablar de una admiración macabra, lógica y

absolutamente falsa, pero muy explotable comercialmente. Por otra parte la contradicción

con el sistema se manifiesta al permitir y alentar éste, la entrada de costumbres como el

halloween, que muestran a la muerte con un significado totalmente diferente, que llevado

al plano lúdico la banaliza, la vuelve intranscendente haciéndola desaparecer. Ante este

proceso de aculturización y mercantilización de las costumbres se han generado como

respuesta y contraposición, corrientes que recurren a la exaltación de los valores y

tradiciones de “genuina extracción mexicana” en una actitud invalidatoria frente a todo

elemento que no reúna los requisitos de “mexicanidad”. Es el caso de algunos defensores

del folklore que pretenden de éste una posición estática e inmutable y menoscaban o

condenan, por ejemplo, el uso de instrumentos de manufactura industrial para la ejecución

de música tradicional mexicana o la presencia del árbol de navidad en las fiestas

decembrinas por no tener éste un origen mexicano (en realidad no pertenece siquiera a la

tradición cristiana ya que donde ésta indica como lugar de nacimiento de Cristo, Belén, en

pleno Medio Oriente, con un suelo árido y temperaturas que con frecuencia sobrepasan

los 40 grados, es poco probable encontrar un bosque de pinos).

El folklore visto de esta manera queda descontextualizado [15] y reducidos sus

productos a una curiosidad de arqueología cultural y niega su carácter dinámico que le

permite mantener vigente sus expresiones adaptándolas para que respondan a las

necesidades de la comunidad, que van cambiando a través del tiempo.

Esta preocupación por mantener asépticas las tradiciones, frecuentemente está

fundamentada en considerar a lo genuinamente mexicano (la pregunta sería, qué es lo

genuinamente mexicano) no como depositario de altos valores sino como portador de los

únicos y verdaderos valores, y pintan en lo popular un paisaje idílico, ingenuo y gentil pero

en definitiva irreal. Es la misma postura pero con signo cambiado de los que apriori

endilgan a los sectores marginados un sinnúmero de calificativos degradantes: el indio es

vago y sucio, los chavos banda son drogadictos y ladrones, etc. La exaltación de las

tradiciones, o en general de la cultura popular, parecería situarlas en un terreno más

favorable para su desarrollo “pero en realidad, la exaltación romántica pone ella misma los

presupuestos para una incomprensión del pueblo: la comprensión sólo es posible si se

instaura en un plano de sustancial igualdad respecto a los términos a comprender, en

tanto que, poner a estos últimos en un plano diferente, ya sea inferior o superior, desdibuja

la posibilidad de una comprensión efectiva (en otro ámbito, la igualdad de la mujer

respecto al hombre ha sido negada a través de las dos vías, la inferioridad “natural” de la

mujer y su “angelización”).(2)

Esta posición puede ser tomada en forma radical como bandera de lucha por algunos

sectores de las clases marginadas, como en el caso de los Panteras Negras en Estados

Unidos, pero también es adoptada, en forma mas sutil por la cultura hegemónica como

modo de penetración, así veremos por ejemplo como se promueven las pintorescas

manifestaciones de la vida tradicional para que sean conocidas con complaciente interés,

las poblacio-[16]nes donde se dan estas tradiciones terminan por parecer, bajo esta

perspectiva y para la mentalidad burguesa, que sólo existen para asumir el rol de

maniquíes de bellos vestidos, de protagonistas de pintorescos ritos, de evocadores de

antiguas leyendas.

Vemos entonces cómo la cultura hegemónica mantiene un doble discurso, por una

parte aprovecha y usufructúa los productos transculturizados como costumbres, fiestas,

comida, música, etc. Y por otro exalta la riqueza y los valores de las costumbres, las

fiestas, comidas propios de las culturas subordinadas locales, ocultando así su situación

subordinada.

Analicemos un poco más profundamente esto. Para entender el significado de los

conceptos cultura hegemónica y cultura subordinada, debemos partir del análisis de otro

término, el de cultura popular y de ahí surgiría la pregunta ¿posee la cultura popular

rasgos o características que la diferencian de otro tipo de cultura? Buscar estos factores

determinantes implicaría ubicar la esencia de la cultura popular en los contenidos

particulares de sus manifestaciones, es decir los productos de la cultura popular serían los

que se expresan de tal o cual forma o hablan de tal o cual tema. Y esto ha sido motivo de

largas discusiones sobre cuales son las formas o contenidos verdaderamente populares,

¿Rigo Tovar y Juan Gabriel son más artistas populares que los folkloristas? o ¿la lucha

libre es mas popular que el teatro aunque en éste los personajes que actúen sean

pobres?, ¿Pedro Páramo o Memín Pingüíng?.

Estas preguntas solo reflejan que tampoco es posible explicar a la cultura popular,

tomando en cuenta su “poder de convocatoria” o niveles de difusión y consumo.

El antropólogo Bonfil Batalla sobre este punto muestra una salida a este laberinto al notar

el carácter político de este concepto:

“Popular, se deriva de pueblo. Este término es lo bastante impreciso en su acepción

como para permitirnos abarcar [17] con él a los grupos indios, unidades rurales y a las

capas urbanas empobrecidas, hasta el nivel ocupacional o de ingresos que nos

parezca adecuado para distinguir entre el pueblo y el no pueblo. Porque en este

contexto la noción de pueblo es contrastante: el pueblo no somos todos, sino la

mayoría, una mayoría que se distingue... ¿de qué o de quiénes?. Aquí está una de

las primera claves: si la cultura popular no se define por sus contenidos particulares,

sino por ser la cultura de ciertos sectores esto es, los sectores populares: el pueblo; si

estos sectores se definen a su vez por sus relaciones con otros sectores de la

sociedad (los sectores no populares, el no pueblo), entonces en la naturaleza de esa

relación es en donde estamos haciendo residir la condición definitoria de lo popular”.

Cuál es el parteaguas entre lo popular y lo no popular implícito en esta conceptuación.

Evidentemente estamos hablando de una relación de dominación-subordinación. Los

sectores populares son todos los sectores subordinados y se distinguen de los sectores

dominantes.

Pese a la insuficiente precisión de la pareja de conceptos: dominación-subordinación,

es indudable que su empleo para distinguir los sectores populares de los no populares

introduce una dimensión política en el principio mismo de la noción de lo popular, las

culturas populares resultan ser por definición culturas subordinadas con todas las

implicaciones del término y no es posible en consecuencia aproximarse al estudio de lo

popular dejando de lado su condición de subordinado. Esto es un punto de partida, bien

diferente del que ha caracterizado a una buena parte de la investigación etnográfica sobre

las cultura indias en la antropología mexicana.

Señalado el punto sobre el carácter político de la cultura [18] popular, nos

centraremos en el análisis de la cultura indígena como culturas específicas.

Estudiar la cultura de las clases populares como el solo resultado del proceso de

dominación a la cual se hallan sujetas, es entenderlas, entonces, como subcultura o

niveles inferiores de una sociedad de estratos, además de sociales y económicos,

culturales. Esto es, que así como en la distribución de los bienes materiales, las clases

privilegiadas acaparan la mayor parte de estos y la posibilidad de obtenerlos desciende a

medida que descendemos también en la escala social, el acceso a la cultura seguiría esta

misma dinámica. Las manifestaciones de las clases populares formarían de este modo,

una subcultura con una cosmovisión parcial fragmentada y en última instancia, falsa

porque la dominación le habría restringido cualitativa y cuantitativamente el acceso a todo

los elementos del patrimonio cultural de esta sociedad, reservados para las clases

dominantes, únicos con la capacidad de expresaría en forma válida y coherente, al ser las

que modelan y disfrutan en su “versión completa”.

Bajo este esquema no se podría entonces, plantear ningún proyecto para el desarrollo

de una cultura popular, ya que ésta existiría solo como carencia, como el elemento

degradado e incompleto de una cultura más amplia y compleja. Para revertir esta

situación el proyecto debiera dirigirse hacia una democratización de la cultura que permita

un acceso mas equitativo a los diversos grupos para que compartan en mayor medida los

bienes de una cultura que les es común.

En el caso de México encontrarnos además de una sociedad estratificada con una

desigual distribución de la riqueza, la existencia de diferentes culturas a la dominante. Las

culturas indias no son subculturas, fragmentos de una cultura más amplia y compleja, los

pueblos indios son pueblos dominados y poseen de igual forma culturas dominadas, pero

de un carácter específico. Pero la dominación en este caso tiene características y [19]

efectos diferentes de la dominación que se ejerce sobre los sectores subalternos de una

cultura única, porque cuando se trata de pueblos con una cultura diferente, la cultura

propia de estos pueblos subordinados es el eje de la resistencia, en tanto que los grupos

dominados de una sociedad de cultura única no defienden una cultura diferente, sino que

luchan por un acceso equitativo a una cultura que es también la de los grupos dominantes.

¿En qué medida esta diferencia cultural se ha mantenido en México? Esta es

fácilmente distinguible cuando nos encontramos con una comunidad india que maneja su

propio idioma, creencias, su vestimenta tradicional, que son signos distinguibles de una

determinada identidad étnica, pero cuando la que observamos es una población

campesina mestiza, muchos de estos signos habrán sido abandonados aunque su forma

de organización familiar y comunal, su modo de producción, sus prácticas medicinales y

culinarias de gran parte de su universo simbólico seguirán teniendo muchas semejanzas a

la de las comunidades indias vecinas. Si bien la vestimenta y el lenguaje usado no serán

los mismos, el componente indígena está presente en forma evidente en su cultura.

Lo que ocurre en estas comunidades campesinas es que se habrá perdido la

identidad étnica original pero se mantiene la cultura indígena. El proceso de “mestizaje”

habrá borrado la identidad étnica original, pero esto no significa que se interrumpa de

manera tajante la continuidad de una cultura de matriz indígena. En este caso es válido

sustentar la posición de abordar el estudio de las comunidades campesinas mestizas

como culturas particulares.

En los ámbitos urbanos y sobre todo en el gran conglomerado que es la Ciudad de

México, el panorama es mucho más complejo.

La permanencia de una cultura indígena, es aquí mucho mas difícil de reconocer, más

que en núcleos relativamente reducidos, donde los campesinos e indígenas de México (o

sus descendien-[20]tes) emigrados del campo sostienen los vínculos con sus

comunidades de origen y con su matriz cultural; mantienen la lengua de su región cuando

se relacionan entre ellos, celebran sus fiestas y sus ritos, etc. Pero fuera de estos núcleos

los signos de una cultura indígena son mas difíciles de distinguir. Muchas de las

manifestaciones habrán sido abandonadas y otras transformadas profundamente y

adaptadas en un contexto social e histórico a través de siglos de sujeción colonial.

Si se trata de una transfiguración o por el contrario de una desaparición de la cultura

indígena dentro de los sectores populares urbanos, es un estudio que puede ser abordado

en otros trabajos, lo que nos limitaremos a señalar aquí es que este proceso de

“desindianización” ha generado otros tipos de culturas específicas en las clases bajas de

la población urbana, diferentes no solo en su origen, sino que se han mantenido distintas

debido a la dinámica del orden político económico del sistema.

Así como en la colonia se hacia indispensable mantener la diferencia cultural entre

colonizados y colonizadores para organizar y codificar la dominación, la cultura

hegemónica mantendrá su distancia con las culturas subordinadas, aunque esta distancia

no significa que se mantendrá totalmente aislada una de otra. En sus contactos con los

sectores populares (productores de las culturas subalternas) la cultura hegemónica

establecerá una compleja relación, modificando aquellos aspectos que obstaculicen la

dominación.

Este fenómeno debe interpretarse, entendiendo a la mexicana como una sociedad de

estratos sociales, porque al fin y al cabo lo que se ve aquí, es cómo una clase dominante

utiliza los distintos elementos culturales, ya sea para explotarlos como mercancía, o para ir

marcando las pautas que la delimitarán de los sectores populares.

La cultura de los pueblos indígenas tienen en esta relación un papel de resistencia: su

folklore, leyendas, comidas, medicina tradicional, música, etc. tendrán en distintos niveles

una carga [21] impugnatoria de la cultura en el poder, aunque esta última trata de absorber

y hacer inoperante y por lo contrario potenciar lo que Lombardi Satriani llama la función

conservadora y narcotizante del folklore.(3)

Para el análisis de los productos de la cultura popular propone un esquema donde

ubica a estos productos, según el nivel impugnatorio de sus contenidos. Aunque no

estudiaremos el Xantolo de un forma estricta con respecto a esta clasificación, la

expondremos brevemente a continuación, por resultar útil en la comprensión del concepto

de impugnación cultural.

Los planos que seguidamente se mencionan no se encuentran nítidamente

diferenciados en la realidad. No existe una demarcación taxativa, de modo que un

producto puede ser bajo unos aspectos impugnador y por otros cumplir una función

integradora. Definiendo como impugnadora una forma cualquiera de contraposición de

documentos, de textos, de testimonios, con una intención tanto implícita como explícita,

estos niveles pueden ser indicados esquemáticamente de la siguiente manera:

1. De impugnación inmediata con rebelión explícita o implícita frente al status quo.

2. De impugnación inmediata con aceptación explícita o implícita del status quo.

3. De impugnación implícita (o por posición)

4. De aceptación de la cultura hegemónica (en este nivel no existen elementos de

impugnación y por el contrario se revela principalmente la función conservadora del

folklore).

[22]

En este último nivel pueden distinguirse tres categorías:

a) Productos de la cultura hegemónica compartidos con la cultura popular.

b) Productos de la cultura hegemónica que han pasado paulatinamente a la cultura

popular.

c) Productos de la cultura hegemónica elaborados por ella para la cultura subalterna

e impuestos a ella.

NOTAS 2 L.M. Lombardi Satriani, Op, Cit., p. 129 3 L.M. Lombardi Satriani, Op Cit., P. 179-197

[23] II. MARCO SITUACIONAL

230 Kilómetros y 6 horas de viaje son los que separan a la ciudad de Pachuca de Huautla.

La vía corta es un camino que serpea entre los infinitos verdes de las laderas de la Sierra

Madre Oriental y va sorprendiendo al que lo recorre con hermosos y profundos abismos

que a veces se aparecen ante los ojos, luego de estar ocultos entre la espesa niebla que

frecuentemente cubre el camino, especialmente entre Tlanchinol y Otongo. Esta ruta es

relativamente nueva, terminó de construirse por 1972. Actualmente se encuentra en buen

estado, aunque en la época de lluvias son frecuentes los derrumbes que la dañan o la

cierran totalmente al paso.

“...No, ya tiene tiempo que yo no voy a Pachuca, aunque ya es bien fácil ir para allá.

Cuando yo era arriero tardábamos 15 días en ir y 15 más en regresar a Huautla, había

que dormir ahí donde agarrara a uno la noche y pasar mucho tiempo solo. Estos

trabajos se heredaban porque yo empecé acompañando a mi padre y cuando el se

volvió viejo yo seguí arriando para ganarme la vida...”

Viajar en autobús tiene sus desventajas, una de ellas es la de no poderse detener

aunque sea un ratito junto a alguna de las caídas de agua que son una cristalina invitación

a mojarse las manos y beber un poquito de ellas. Cuando no es época de lluvias varias de

estas caídas se secan pero otras como la de Manteco permanecen, invitantes, durante

todo el año.

Los datos nos hablan de un clima cálido con un promedio de temperatura de 25

grados centígrados y una precipitación pluvial de 1.725 m. por año, pero no sirve para

narrar lo terrible que resultó para la zona de la huasteca el huracán Diana, que en junio de

1990 dejó sin vida y sin vivienda a cientos de personas [24] y arruinó gran parte de los

cultivos que según los campesinos de la zona no serán recuperables hasta dentro de 4 ó 5

años como mínimo.

A medida que se desciende de la Sierra Madre Oriental para entrar a la región

huasteca va aumentando la temperatura y los pinos van dejando lugar a los árboles de

tlacuilo, palo de rosa, cedro blanco, copal y palo azul que con sus enormes ramas ofrecen

la protección de su sombra y quizá algún día se conviertan en muebles destinados a servir

a la familia durante varias generaciones.

Comienzan a aparecer entonces plantaciones de naranjas y mandarinas, y ya

adentrándonos en las comunidades de Huautla se ven los árboles de mango y plátano,

quemados por las heladas que en el invierno pasado (1989) destrozaron las milpas.

Huautla está ubicada sobre una meseta que no rebasa los 740 mts. sobre el nivel del

mar, lo que le permite refrescarse con los vientos que llegan del océano; cuenta con una

población de 23,743 habitantes según datos preliminares del último censo general de

población (1990), 11,435 de ellos son hombres y 12,308 mujeres, con un territorio que

oscila entre los 287.8 kilómetros cuadrados. Está situado a los 21 grados 02 minutos 03

segundos de latitud norte y a los 98 grados 16 minutos 54 segundos de longitud oeste del

meridiano de Greenwich.

Los distintos factores físicos, característicos de cada región: el clima, la calidad del

suelo y la disponibilidad del agua por, ejemplo, representan problemas diversos y también

oportunidades y limitaciones para las poblaciones humanas que los habitan.

El patrón de subsistencia de una sociedad se desarrolla como respuesta a estos

factores.

En la Huasteca los principales cultivos son el maíz, el frijol y el chile que además son

el fundamento de la dieta tradicional y otros complementos alimenticios como la calabaza,

el chayote, el aguacate y el tomate rojo.

[25]

En el transcurso de los últimos años se nota una disminución en la producción de los

alimentos, debido a cambios climáticos, a problemas económicos y agrarios como la

tenencia de la tierra.

“...A los mangos recién les están reverdeando las hojas pero van a tardar como unos

cinco años en volver a dar frutos. Antes no caían estas heladas. Hace cuatro años

cayó otra pero que yo recuerde, no había helado desde hacía unos veinticinco años.

Por eso ya casi no se siembra café, el café no aguanta el frío. También la piña se

siembra poco ahora, lo mismo la lima, porque se fueron acabando y luego si uno

sembraba lima los mismo vecinos se la robaban, yo creo porque la gente tiene

envidia...”.

La calidad del suelo que se nutre por las lluvias del verano y de los ríos Banderas y

Tamoyón, permite varias cosechas durante el año, en una época se siembra maíz, frijol,

chile y en la siguiente, caña de azúcar, además que se recoge la producción de los

árboles frutales: mandarina, naranja, lima y plátano.

En las economías campesinas como ésta, la unidad básica de producción es la

familia. Los recursos son producidos por este grupo y la producción con frecuencia tiene

más bien fines sociales económicos, que estrictamente económicos.

Cada familia, a veces con ayuda de trabajadores contratados, cosecha su propio

campo. El jornal diario de un peón es pagado entre $7, 000 y $ 10, 000. De la cosecha,

utilizan lo que necesitan para su consumo diario y para el comercio en pequeña escala.

En esta comunidad no se observa un alto grado de desarrollo tecnológico para el

trabajo agrícola, de hecho se utiliza casi exclusivamente la agricultura con arado. Otras de

las herramientas básicas para este tipo de producción son el azadón, el machete y el

arado manual.

Gran parte de la producción que se obtiene, es puesta en [26] circulación en el

mercado ya sea en comunidades vecinas, o a intermediarios que acaparan los productos

para después venderlos en los centros urbanos, sin que esto represente ninguna ventaja

para el campesino productor, aunque actualmente en algunos barrios y comunidades de

Huautla se observa la organización del trabajo de cooperativas. La gente que participa en

este tipo de organización siembra un solo producto en todas las parcelas, y se distribuyen

las tareas concernientes al cuidado del cultivo, y luego la cosecha. Cuando ésta se

recoge, son contratados camiones de carga (2 comunidades cuentan con su propio

transporte Barrio Bajo y Tohuaco) en los que se traslada la producción a los centros

urbanos. Este sistema tiene la ventaja de aumentar el margen de las posibles ganancias,

pero también es la causa de problemas al interior de la comunidad, envidias, relaciones

tirantes entre vecinos, problemas con los miembros de la cooperativa que no asisten de

manera constante.

A pesar de que la gran mayoría de los habitantes de Huautla se dedican a la

agricultura; ésta por sí sola no puede sostener a la población. El resto de los Huautlenses

busca otra fuente de ingresos que les permita sobrevivir, se dedican a otras actividades

como la enseñanza, la panadería, la pulquería, la carpintería, la venta en puestos o en

comercios establecidos, la matanza de animales, etc.

La comunidad depende también del comercio con regiones aledañas para la

obtención de otros productos básicos como la sal, azúcar, cacao, arroz, café. Su

ubicación geográfica representa una ventaja: limita al norte y al este con el estado de

Veracruz; al sur con Xochiatipan; al oeste con Atlapexco; al noroeste con Huejutla y al

suroeste con Yahualica; lo que le permite abastecerse en los centros urbanos como

Huejutla, Chicontepec, y Tampico de productos manufacturados (armas, herramientas

agrícolas, muebles, etc.) y vender sus propios productos en estas ciudades y los

municipios vecinos.

El día de plaza en la comunidad, es el acontecimiento [27] comercial más importante

de la semana. Se registra movimiento no solo en la cabecera municipal sino también en

las zonas aledañas. En Huautla se realiza el día domingo, en la plaza o explanada central

del pueblo. Los productos que se venden son muy variados: ollas, canastas, bordados,

utensilios para la casa y el trabajo agrícola, plásticos, ropa, zapatos, juguetes, mercería,

alimentos, frutas, verduras, carnes.

Los vendedores empiezan a llegar desde varios puntos de la región, cuando el día

aún no ha clareado y no se marchan hasta pasadas las dos de la tarde. El lugar asemeja

un hormiguero por el movimiento comercial y la cantidad de gente que asiste al sitio. A

varias comunidades no llega ningún tipo de transporte motor y muchas son las personas

que utilizan movilización de herradura y otras deben hacer a pie el recorrido hasta Huautla,

en varias rancherías existe un servicio de camiones o camionetas de caja que funcionan a

manera de colectivo y no tienen un horario fijo. Cobran entre dos mil y cinco mil pesos el

pasaje.

La plaza es también donde se puede comprar platillos no comunes en la dieta diaria

como el sacahuil, tamales de carne, adobo o algún guiso especial. Algunos hombres

aprovechan el día para cortarse el cabello, en peluquerías improvisadas en los portales de

las casas.

Uno de los grupos más beneficiado con la demanda de productos, es el de los

comerciantes establecidos que venden cerveza y aguardiente. Jóvenes, adultos y

ancianos utilizan las cantinas como centro de reunión a donde se acude a platicar un

poco, a jugar a la baraja o simplemente a beber. No es extraño que a media mañana se

vea deambular por el pueblo a alguien que se ha pasado de copas. Estos comercios son

los últimos que cierran sus puertas, a las cinco de la tarde como límite, según lo

establecido por el reglamento municipal; por eso después de esta hora es común

encontrar por los caminos hombres que vuelven a casa haciendo eses.

[28]

En el municipio de Huautla se produce poco ganado. La mayoría de la gente cría

cerdos, gallinas o guajolotes, algunos son propietarios de un caballo o dos y muy pocos de

ganado vacuno. No es necesario traer carnes de otros lugares para el consumo de la

población, pues este no es muy alto, resulta casi exclusivo de las fiestas familiares o

comunales; de modo que la producción de la localidad es suficiente.

La base de la alimentación es la tortilla, el chile y el frijol; se realizan tres comidas

diarias, una muy ligera al amanecer antes de iniciar la labor del día, la siguiente al

mediodía en el lugar de trabajo que puede ser la milpa o el hogar, la última al anochecer

que resulta la más sustanciosa. No obstante que no existe gran variedad en la dieta

familiar cotidiana, los días de fiesta se elaboran deliciosos platillos, la mayoría hechos a

base de maíz: tamales, xohol, sacahuil, adobo, mole, etc.

En esta comunidad la base de la organización social es la familia, estructurada bajo

una relación monogámica, aunque frecuentemente los hombres con una holgada posición

económica tienen otras parejas "no oficiales" con las cuales forman otras familias

relativamente estables. La mayoría de los ancianos, aunque conserven su pareja, van a

vivir con alguno de los hijos, generalmente el mayor. Tienen acceso a la educación de los

nietos y casi siempre se toman en cuenta sus opiniones, se les tiene respeto por su edad y

sabiduría.

La división del trabajo está ligada a la diferenciación sexual de la mano de obra, las

actividades agrícolas las realizan los hombres, mientras que las mujeres son las

responsables principalmente del cuidado de los niños, de la elaboración del alimento diario

y en ocasiones de la recolección de la cosecha. Los niños desde pequeños son llevados a

la milpa para aprender a trabajar, en cambio las niñas ayudan en las labores de la cocina y

de la casa.

En base a vínculos efectivos y familiares se entablan también relaciones económicas,

hay grupos de hermanos, primos, y hasta compadres que se unen para realizar el trabajo

y así aumentar el [29] patrimonio familiar y elevar el nivel de vida de la familia, estos

núcleos aunque trabajan por un objetivo común, se mantienen separados, cada familia

tiene su propia casa.

Es importante mencionar que el compadrazgo tiene un papel relevante en este tipo de

sociedad. El compadre ocupa un lugar de respeto dentro de la familia; se tienen

atenciones especiales con él. Por ejemplo en algunas fiestas como el Xantolo y el

carnaval es invitado a comer y beber.

Otro de los miembros de la comunidad con un gran peso social, es el profesor, que al

igual que el cura son depositarios de la confianza de la población. Al maestro se le

atribuyen conocimientos en muchos campos, se acude a él en caso de enfermedades o de

problemas familiares, jurídicos y sociales y sus opiniones siempre son importantes en las

decisiones que se han de tomar, a veces fungen como coordinadores en las comunidades.

Agustín Avila nos dice en un estudio realizado sobre el movimiento campesino en la

Huasteca Hidalguense:

“La comunidad campesina constituye una unidad territorial, con espacios internamente

delimitados y jerarquizados: barrios o secciones, parajes, rancherías, sitios. La

comunidad como tal se rige por una serie de principios de autogestión y un relativo

igualitarismo que conlleva una forma muy específica de practicar la democracia, la

comunidad tiende a regular todos los aspectos de la vida social, económica, cultural y

religiosa en su interior. La comunidad se rige por una serie de principios de

autogestión”.

Las distintas comunidades de la región tienen como representante directo, por barrio o

ranchería, al juez, que ostenta un cargo de autoridad civil. Es el encargado de afrontar las

actitudes antisociales, de impartir orden y justicia. Son ellos los únicos con [30] autoridad

para convocar y presidir las asambleas de la comunidad; elegido por los representados,

juega un papel de intermediario entre ésta y la autoridad municipal, ya que se ocupa de las

relaciones institucionales con el exterior. Encontramos también una distribución interna de

cargos y jerarquías que limitan la centralización del poder y poseen un espacio propio y

relativamente autónomo. La máxima jerarquía interna es la asamblea comunal que esta

constituida por todos los miembros de la comunidad que han rebasado el limite de edad,

sin distinción del usufructo sobre la tierra, de sexo o condición social, a diferencia del ejido

que concentra todo el poder de decisión en el puesto del comisariado ejidal.

Después de la asamblea comunal se encuentra el consejo de ancianos que constituye

un cuerpo consultivo que posee un elevado peso moral dentro de las asambleas, sobre

todo en los asuntos que conciernen a la comunidad en su totalidad; y el presidente de

bienes comunales que equivale al comisariado ejidal, dedicado exclusivamente a los

asuntos agrarios tanto en lo interno como en su relación con el exterior.

Entre los cargos menores, en algunas comunidades todavía destaca el de presidente

de capilla, encargado de los asuntos religiosos y de las fiestas, donde curiosamente se

depositan funciones de gran trascendencia, como los rezanderos, quienes son educados

para ello desde pequeños, y de alguna manera son los encargados de guardar la memoria

histórica, para darla a conocer en forma oral. Estos casos se dan por transmisión de

padres a hijos.

Los espacios educativos con lo que cuenta son: escuelas a nivel preescolar, primaria,

secundaria técnica y por televisión, y un Centro de Bachillerato Tecnológico. En las

rancherías este servicio es bilingüe en nahuatl-español, y se cuenta con varias escuelas

de nivel primaria funcionando como internados para pequeños que tienen que trasladarse

desde lugares muy alejados. Estos servicios son otorgados a través de la Secretaría de

[31] Educación Pública que establece programas especiales para zonas rurales y

marginadas, a pesar de todo lo anterior, el índice de deserción escolar es muy alto, lo

mismo que el promedio de analfabetismo. Los centros urbanos que captan la población

que sale de su comunidad con fines educativos o laborales, son Huejutla, Tampico,

Pachuca y la Ciudad de México.

Los profesores de esta región están organizados según normas establecidas por la

Secretaría de Educación Pública en el estado, a través de una Jefatura de Sector de la

que dependen los supervisores de zona, los que a su vez coordinan el trabajo con

directores de escuela.

Afiliados al SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ) sección XV.

Entre sus demandas se encuentra mejoras económicas, capacitación constante e

instalaciones adecuadas.

“... yo como maestro jubilado, que le puedo decir, el gobierno nos paga miserable y

eso que vivimos en nuestra infancia en la comunidad y para venir ahora a ver,

nosotros vemos que el gobierno no cumple..."

Las supervisiones escolares están vinculadas con la autoridad municipal y se apoyan

para realizar festivales, concursos y encuentros para el rescate de las raíces culturales, un

aspecto que parece ser preocupación de las autoridades educativas.

Otro grupo organizado es el de los comerciantes, constituidos en una asociación,

tienen un representante que es el encargado del contacto con el Ayuntamiento de Huautla,

esta asociación no es muy numerosa, de 20 a 25 miembros, entre farmacias, tiendas de

ropa y zapatos, de materiales eléctricos, materiales de construcción, papelerías,

restaurantes y fondas, cantinas y otras sendas de abarrotes en las que además se vende

aguardiente y cerveza.

La gasolinera mas cercana está en Huejutla y éste es [32] también, el lugar ideal por

su cercanía, para comprar muebles, aparatos eléctricos, armas, herramientas y otros

bienes.

Se cuenta con servicio médico de hospital en la cabecera municipal, dependiente de

la Secretaría de Salubridad y Asistencia ( SSA ), donde puede ser atendida cualquier

persona que lo requiera, por una pequeña cuota. Dentro de las comunidades hay puestos

de IMSS-COPLAMAR que ofrecen servicio gratuito. Tres médicos familiares prestan su

servicio en forma particular, no hay servicio de médicos especialistas. En caso de alguna

urgencia es necesario trasladar al paciente a Huejutla o a la ciudad de Tampico.

Ante la falta de médicos se acude a la medicina tradicional. Las personas dedicadas

a esta labor generalmente son ancianos que conocen perfectamente las hierbas curativas,

y el tratamiento que debe seguirse, por lo que gozan de la confianza de la gente.

El acceso a las comunidades es a través de caminos de terracería, empedrados o

vecinales en estos últimos no pueden transitar vehículos, la única carretera pavimentada

es la que llega desde Huejutla a la cabecera de municipio. El servicio de transporte es

variado, por un lado hay dos corridas diarias de autobús en servicio de 2a. Clase que parte

de la ciudad de México, haciendo escala en Pachuca y viceversa. Es posible trasladarse

cada 20 minutos a la ciudad de Huejutla en camionetas de redilas o de caja, minibuses,

autobuses y taxis; el acceso a las comunidades de la región resulta más complicado,

existen camionetas que funcionan como colectivos y solo parten en el momento en que se

les completa el cupo, lo que en ocasiones es muy difícil, ésto solamente es posible el día

de la plaza en que hay mucho movimiento, por lo regular el resto de la semana el acceso a

las comunidades es caminando.

La cabecera tiene varias ventajas frente al resto de las comunidades del municipio,

cuenta con el servicio de agua potable, alcantarillado y teléfono el cual funciona por

operadora y está sometido a un horario, también tiene servicio de correo y [33] oficina de

telégrafos. Mientras que del resto de las comunidades, el 80% cuentan únicamente con

servicio de luz eléctrica y muy pocos de agua potable.

La vivienda también responde a cuestiones sociales, económicas y geográficas, por

eso es que cada espacio territorial presenta un estilo específico de arquitectura. La

mayoría de las casas están pintadas de color blanco o encaladas, lo que da el mismo

resultado, hechas con una mezcla de lodo y zacate, con techo de teja roja; no se dispone

de un espacio muy amplio, generalmente tienen 2 cuartos como máximo. La cocina está

ubicada a un costado de la casa y resulta el lugar mas caliente, pues ahí está ubicado el

fogón sobre una base de lodo y 3 piedras que servirán de apoyo a las ollas. En el cuarto

principal de la casa, siempre frente a la puerta se encuentra el altar familiar con imágenes

de algún santo o de la virgen y algunas fotos colgando de la pared o sobre la mesa. En

una esquina o en el cuarto contiguo se pueden ver los petates que usa la familia,

enrollados en una esquina o un catre. De hecho no se utiliza mucho mobiliario, solamente

lo indispensable, un ropero para guardar ropa, unas cuantas sillas casi siempre pequeñas.

El patio casi siempre es amplio y con algunos árboles que le proporcionan su sombra. En

la cocina una mesa y algunos utensilios de cocina que aquí sí resultan imprescindibles: el

molcajete, el metate, el molino de mano, etc.

El lavado de la ropa se hace en el arroyo más cercano, cuando se realiza en la casa

utilizan una tina hecha de madera a la que llaman batella. Es muy raro que estas

viviendas tengan baño, algunas, muy pocas, cuentan con fosa séptica.

El panorama cambia en forma muy drástica cuando nos encontramos en el centro de

la población, en donde vive la gente con mayores ingresos. Casas pintadas de colores,

con la comodidad de cualquier casa citadina empezando por el baño, sala, comedor,

cocina, varias recámaras algunas de ellas con jardín, 2 ó 3 dejan ver desde lo lejos sus

antenas parabólicas.

[34]

Los medios masivos de comunicación de mayor influencia sobre esta población son la

radio y la televisión; resulta rara la vivienda en la que no tengan por lo menos radio, en

éste se pueden sintonizar estaciones de varios estados de la república, una de estas

estaciones que emite la señal desde Huejutla resulta un excelente medio de

comunicación. A través de ésta se mandan boletines sobre bodas, fiestas de cumpleaños,

recados familiares, etc. Otra estación que tiene mucha aceptación es La Voz de la

Huasteca, desde donde se transmiten cápsulas informativas y culturales en español y

nahuatl, música de viento, sones huastecos y música ranchera.

Los niños, pasan la mayor parte de la tarde viendo programas televisivos de

caricaturas con una gran carga de violencia, las señales que se captan son de canales de

TELEVISA y sus repetidoras del estado de Veracruz, las mujeres prefieren las telenovelas

y en las noches la familia entera observa atentamente alguna película. Se puede observar

la influencia de los medios de comunicación masiva a través de los nuevos patrones de

vestido que se están estableciendo, en el campo de la música, los jóvenes prefieren ritmos

modernos de salsa o rock y rechazan las bandas de viento o los grupos de huapangueros.

A pesar de esto, las bandas de música de viento están tratando de continuar,

incluyendo en su repertorio temas de éxito comercial como “La Lambada”, “La negra

Tomasa”, etc. La gente mayor sigue disfrutando de su música y la identifica como

representativa de su región y como elemento de cohesión del grupo al que pertenece.

Cada sociedad posee un conjunto de creencias y prácticas que se centran en las

relaciones de los humanos con lo sobrenatural: la religión, es un patrón cultural universal

que se remonta a los orígenes de la especie humana. Trata con la naturaleza de la vida y

la muerte, la creación del universo y el origen de la sociedad. Funciona también como un

elemento de cohesión e identidad para los pueblos. En Huautla la gran mayoría practica

[35] la religión católica, el punto de reunión es la parroquia, ubicada en el centro de la

comunidad, dedicada a San Juan Bautista, depende de la diócesis de Huejutla, es

atendida por dos sacerdotes que viven en la casa cural construida a un costado de la

iglesia, ésta consta de una sola nave construida en mampostería y tezontle, con torre de

dos cuerpos.

El protestantismo ha llegado también a estos lugares, planteando una nueva

conquista, existe un pequeño grupo de personas que son Testigos de Jehová, en algunas

comunidades esto ha significado problemas de división, en otros la presión social

impuesta por la mayoría, en este caso el grupo católico es determinante. De manera

específica en la comunidad de Hernandeztla se presentó un grupo de Evangelistas a

trabajar para lograr más adeptos, algunas familias se convirtieron a esa nueva religión y

con el paso del tiempo se vieron en la necesidad de volver al catolicismo por presiones de

tipo social y económico que se fueron generando. Al final el grupo Evangelista fue

convencido de salir de la comunidad con la ayuda del párroco del pueblo.

“… los evangelistas sí comprenden, porque hasta hacen ofrendas, pero luego los

demás del pueblo no nos miran bien, porque no vamos a misa, además es mucho

trabajo y quita el tiempo …”

El traje representativo de la región es, en el hombre, camisa y calzón de manta

blanca, el calzón va anudado a los tobillos y a la cintura, sombrero de palma y huaraches

de cuero con suela de llanta o descalzos. En la mujer, la falda es blanca o de color hasta

los tobillo, y la de manta blanca con bordados en el cuello y las mangas. Generalmente

van descalzas, el cabello largo recogido en una trenza sencilla que atan a la nuca con

listones de colores, este tradicional y hermoso vestido, se usa en las comunidades y

barrios de Huautla, pero no se ven niños ataviados de [36] esta forma tradicional y muy

pocos jóvenes vestidos de esta manera. Otras ropas que se usan, son vestidos de corte

sencillo con colores llamativos o motivos de flores y huaraches de plástico. Los hombres

usan pantalón y camisa común y huaraches o botines. Entre los jóvenes es muy popular

la mezclilla y las camisetas de algodón.

La región denominada como Huasteca Hidalguense se encuentra ubicada al nordeste

del estado de Hidalgo, entre San Luis Potosí, Veracruz y la Sierra de Hidalgo, es descrita

en los libros de texto como “una franja larga y angosta de color siempre verde, cuya altura

nunca excede los 8000 mts. sobre el nivel de mar; ubicada dentro de la Planicie Costera

del Golfo”.

Esta región está habitada en su mayoría por el grupo Nahuatl, el más numeroso que

hay en México, con 1,317,000 hablantes. Debido a su amplia dispersión por el país, pues

habitan en los estado de Puebla, Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, Guerrero, Distrito

Federal, Estado de México, Tlaxcala, Morelos, Oaxaca, Jalisco y Michoacán, presenta

diferencias en sus patrones de vestir, en sus patrones de subsistencia y en algunas

características culturales, siendo su elemento de unión primordial el idioma nahuatl,

llamado genéricamente mexicano. En la Huasteca Hidalguense surge como centro de las

actividades económicas, políticas y jurídicas la ciudad de Huejutla de Reyes, cuenta con

58,806 habitantes y una extensión territorial de 367.80 kilómetros cuadrados.

Esta zona incluye también los municipios de Huautla, Huazalingo, Jaltocan,

Xochiatipán, San Felipe Orizatlán, Calnali, Atlapexco y Tlanchinol.

Durante la época prehispánica esta zona estuvo habitada por el grupo huasteco y

formaba parte de la Huastecapan, que fue conquistada por los mexicas.

[37]

Bassols Batalla anota al respecto:

“... las huastecas fueron asiento originalmente de grupos mayas y olmecas, que

sirvieron como elementos básicos para la conformación de la cultura huasteca, que se

desarrolló en territorios vecinos a la cultura totonaca, del sur de la región económica

actual. Los mexicas fueron elementos que a sangre y fuego dominaron a los

huastecos y los obligaron a abandonar sus tierras...”

De esa manera muchos elementos de la cultura huasteca fueron desplazadas por los

del grupo dominante, circunstancia que dio origen, por ejemplo, a que el idioma huasteco

se diluyera ante la presencia del nahuatl.

Don Francisco del Paso y Troncoso nos dice a la época de la conquista:

“Refirieron los indios de que tenían noticias de que vinieron españoles por el mar de

Pánuco, pero que no supieron que llegaran a Huejutla. Esos primeros españoles

fueron por el rumbo citado, pero fracasaron en su expedición”.

La expedición de Garay, sólo logró insurrecciones, por lo que Cortés tuvo que ir a

pacificarlos con su ejército. Con él entró a la Huasteca el primer religioso, fray Bartolomé

de Olmedo, que lo acompañó en su conquista.

Apareció después Nuño de Guzmán, quien allanó y repartió toda la Huasteca, lo que

provocó dificultades con el Cabildo de México al querer extender su dominio hasta

Yahualica y Huautla.

Durante la guerra de Independencia operaba en esta región el coronel realista

Arredondo quien tenía dividida su fuerza en dos secciones, una al mando de Cayetano

Quintero y otra de [38] Alejandro Guitian.

Se tienen noticias de que el pueblo de Huautla, fue fundado por el año 1500, el

jeroglífico está contenido en el Códice Mendocino; perteneció al señorío de Metztitlán del

que dependía Yahualica al que tributo en la época prehispánica.

Durante la época de la dominación española figura como República de Indios

dependiente de la alcaldía mayor de Yahualica con una población de 215 familias.

Nuño de Guzmán, gobernador de Pánuco tratando de ampliar su dominios, había

invadido pueblos que correspondían a la jurisdicción de México; el ayuntamiento de la

capital deseando evitar un encuentro armado, el 19 de enero de 1528 consintió en dejarle

los pueblos de Huautla y Yahualica, pero él siguió con empeños conquistadores, por lo

que el ayuntamiento acordó el 27 de abril de ese mismo año, rendir un informe al Rey,

para encerarlo sobre los abusos de ese gobernante.

En 1848 se inició en esta población, un motín antirracista, denominado “Guerra de

Castas”, promovido por Pedro Hernández, quien logró persuadir a un grupo de indios a

rebelarse y matar a cualquiera que no fuese indio puro, saqueando la iglesia y quemando

varias casas de esta población.

A raíz de la conquista, Huautla pertenecía a la Alcaldía Mayor de Metztitlán, y después

a la Intendencia de México.

Luego de la Independencia, Huautla perteneció a Huejutla, dentro de la intendencia de

México, y desde la época del presidente Benito Juárez forma parte del Estado de Hidalgo.

[39]

III. ACERCA DE LA CELEBRACION DEL XANTOLO

En la actualidad la fiesta de muertos es una de las costumbres más arraigadas

entre la población nahuatl.

El día de muertos, llamado Xantolo en la zona de la Huasteca Hidalguense se

lleva a cabo los días 30 y 31 de octubre y 1 y 2 de noviembre.

En Huautla los preparativos para la fiesta del Xantolo empiezan a partir de la

siembra de la flor de cempoalxochitl, el 24 de junio, que coincide con la celebración

católica a San Juan Bautista, santo patrón del pueblo. La siembra de la flor se realiza

en forma comunitaria en la milpa familiar o comunal y participan en ella los hombres de

la familia y los vecinos.

El cempoalxochitl conocida como cempasúchil, flor o rosa de muerto, o flor de

cementerio. Resulta muy atractiva por su color amarillo o anaranjado profundo con un

abundante número de pétalos, dispuestos en cabezuelas sencillas, dobles o múltiples,

además la caracteriza su olor, que es muy penetrante. En México es identificada como

símbolo de la celebración a los muertos por su difundida aplicación en ofrendas florales;

además de su uso decorativo, tiene una gran importancia económica. Es muy buscada

por el contenido que posee en carotenoides, una sustancia que sirve para producir un

ingrediente pigmentante, muy utilizado en alimentos avícolas que origina un tono

amarillo en la piel del pollo y en la yema del huevo. En nuestro país se siembran entre

12 y 15 mil hectáreas con un rendimiento promedio de 10 toneladas por hectárea, lo que

lo convierte en el principal productor en el mundo. Los países a los que abastece son:

Estados Unidos, España, Francia, Austria, Italia y Australia.

Como mencionamos, la siembra de esta flor coincide con la celebración al santo

patrón San Juan Bautista, ese día en la [40] hacen varias misas, una de ellas especial,

para los bautizos y confirmaciones. La fiesta dura 3 días durante los que se disfruta de

una pequeña feria, a diario se queman juegos pirotécnicos y se realiza baile. El día 27,

finaliza la fiesta y se quema un “castillo” mas elaborado que los anteriores.

A partir de la fecha en que se siembra la flor, empieza un compás de espera en

que las familias se preparan para el Xantolo. La engorda de animales que serán

consumidos en casa o vendidos, el bordado de servilletas o la realización de otras

actividades que permitirán reunir los fondos necesarios para llevar a cabo la fiesta.

El siguiente acontecimiento importante, es el día de San Lucas el 18 de octubre,

en el que se acostumbra poner ofrenda de tamales en el altar de la familia, adornado

con un arco de flores. Los alimentos que se ofrendan este día son tamales, aguas de

frutas, refrescos y aguardiente. Esto se hace como una bienvenida anticipada, para los

muertos que ya se acercan. Los hombres de la familia permanecen en casa como

símbolo de que es un día especial. Es muy común escuchar de los labios de la gente,

“netzcaya xantolo”, se acerca el xantolo.

Nosotros pudimos comprobar los comentarios de los informantes, respecto a que

en la actualidad no toda la gente celebra el día de San Lucas, pues muchas familias

prefieren celebrar en la “fiesta grande”, como la llaman ellos, ya que la ofrenda implica

un gasto que muchas familias no pueden realizar. A partir de esta fecha los grupos de

bailarines se organizan para poner las danzas.

El domingo previo al 30 de octubre, se efectúa el día de plaza más importante de

todo el año, de tal forma, que es denominado como “domingo grande”. La plaza es el

centro comercial de más importancia en la región, se acude con la finalidad de conseguir

los elementos que servirán para construir la ofrenda y el altar. Podemos encontrar ollas,

vasijas, ánforas, copaleros de barro, petates de diferentes tamaños, servilletas,

manteles y blusas con [41] hermosos bordados, canastas y muchos artículos

artesanales más. Para la preparación de la comida maíz, frijol, chile seco, hojas de

plátano y de maíz para elaborar tamales, tomate, jitomate, carnes, quesos, pan, cacao,

flores, frutas y mucho más.

El día 30 de octubre se inicia el Xantolo, con la elaboración del altar denominado

como “día de la compostura”. Consiste en el arreglo del altar familiar con un arco hecho

de flor de cempoalxochitl, palma y una flor de un intenso color morado llamada mano de

león, que al mezclarse logran un bellísimo contraste. La mesa se cubre con manteles

bordados en donde se depositan las imágenes de algún santo o de la virgen de

Guadalupe y en algunas casas las fotos de familiares ya fallecidos. Los bordados que

se usan para cubrir los altares son realizados sobre tela de color blanco, motivos de

flores o imágenes de la virgen de Guadalupe trazados en punto de cruz, en colores muy

variados. En algunos hogares estos manteles ya no se utilizan, en su lugar se pone un

mantel de plástico. En lo alto cuelgan naranjas, limas, mandarinas, manzanas y unos

cuantos panes con figuras humanas rociadas de azúcar de colores. Al pie del altar en

un tronco de ocote o de plátano, se puede ver una larga hilera de ceras.

Para esta fiesta muchas personas pintan y arreglan su vivienda, hay quien

cambia sus muebles por otros nuevos, esto se realiza de acuerdo a la posibilidad de

cada familia. Además del altar principal que se realiza dentro de la vivienda, afuera en el

patio se pone uno pequeño para las ánimas que no tienen familia que les ofrenden. En

la compostura del altar participa toda la familia, el padre y los hijos mayores son los que

cuelgan el arco y cuelgan la fruta, los hijos pequeños se encargan de traerla y las

mujeres bordan y guisan.

Al siguiente día se recuerda a los “inocentes” o “angelitos”, es decir a los niños

muertos. Esta fecha coincide con la del calendario católico que conmemora a los santos

inocentes. En otros países de tradición católica, como Argentina y Chile, se [42]

recuerda a los santos del calendario católico, pero no se habla de que sea un día

dedicado exclusivamente a los niños.

Es importante señalar que en la mayoría de las familias de esta región hay un

niño que recordar, lo que de alguna manera nos habla del alto índice de mortandad en

infantes.

Para los “angelitos”, se realizan comidas especiales sin picante y de sabores

dulces. Tamales hechos con piloncillo, conocidos como xohol, caldo de pollo, frutas,

aguas frescas y refrescos, y algunos dulces; todo esto es ofrecido en una pequeña

mesa delante del altar en donde también se pone agua en ollas de barro y juguetes del

mismo material, que son elaborados en la comunidad de Chililico muy cercana a

Huautla. Exactamente a las 12 del día repican las campanas y lanzan cohetes desde

muchos puntos de la comunidad, en este momento, los niños de la casa observados por

el resto de la familia salen con una cera encendida, copas y una canasta con pétalos de

cempoalxochitl, trazando con ellos, primero al pie del altar una cruz y a continuación un

camino que se unirá en el exterior a otro principal. En el pueblo se encuentran en

grandes vías que llevarán a las ánimas a la que un día fue su casa. Mujeres jóvenes y

niñas suben y bajan con canastas llenas de comida para los familiares, compadres y

amigos de la familia.

Los niños siguen a los grupos de bailarines y músico que transitan los barrios de

casa en casa con el objeto de divertir a la gente a cambio de un trago, un poco de

comida y unas cuantas monedas.

En las casas, conocidos o no, son atendidos con mucho esmero invitándolos a

saborear de la comida y bebida que hay en el altar, los dueños de la casa se esmeran

en ofrecer lo mejor que tienen a sus invitados, ocupándose de que estén cómodos. No

aceptar es tomado como una ofensa a los anfitriones o como un síntoma de que el

invitado no se encuentra a gusto

El resto de la tarde se pueden ver y oír los grupos de músicos y danzantes, en

diferentes puntos de la comunidad.

[43]

El 1 de noviembre, la celebración es dedicada a los mayores, el ritual es el

mismo, varía únicamente la ofrenda alimenticia, que en esta ocasión es de sabores más

fuertes, tamales hechos con salsa roja, adobo o mole, y para beber, aguardiente o

refino.

El día 2 de noviembre la ceremonia es en el cementerio, preparado con

anterioridad, las tumbas lucen limpias de hierba y basura, hasta las mas humildes ha

sido encaladas o pintadas.

Desde muy temprano la familia se dirige al camposanto con su canasta llena de

flores y la comida que servirá para honrar al difunto. Lo primero que se realiza al llegar,

es una cruz de flores sobre la tumba, se extienden las veladores y se coloca la ofrenda

de alimentos, ésta debe incluir algo de beber, refrescos, agua, cerveza o aguardiente. A

media mañana empiezan a llegar grupos de huapangueros a los que se debe pagar

para que toquen las piezas favoritas del difunto, algunas familias prefieren llevar su

grabadora.

A las 12 del día se queman cohetes y después de esta hora se realiza la misa

dedicada a los fieles difuntos, el cura de la comunidad acude al cementerio; la gente

coopera con la iglesia depositando su limosna en un mesa que es instalada en la

entrada del cementerio, desde donde se oficia la misa. Los nombres de los difuntos van

desfilando uno tras otro mezclándose con los cantos de la gente.

Las familias llegan al cementerio a cualquier hora y cuando tienen hambre se

sientan a comer. alrededor de la tumba.

Todavía al atardecer se pueden ver las sombras que se deslizan entre las tumbas

y cuando anochece se observa desde lejos el cementerio iluminado con veladoras y

cirios.

Al finalizar el mes de noviembre se repite todo el ritual, la compostura, el día de

los santos inocentes, el de los fieles difuntos y para concluir la bendición que coincide

con el santoral católico de San Andrés que es como se conoce a esta última parte del

ritual. Esta vez la fiesta no resulta tan espléndida, como la anterior.

[44]

El día de San Andrés se cierra el ciclo, que no volverá hasta el año siguiente.

Uno de los elementos estéticos que más sobresale durante la celebración del

Xantolo son los altares y las ofrendas.

La elaboración de las ofrendas es un acto casi universal. Muchos pueblos las

realizan.

Fray Bernardino de Sahagún relata en su libro que al morir los nahuas podían ir a

tres lugares distintos, según el tipo de muerte que hubiesen sufrido. Estos lugares eran

el Mictlán, Tlalocán y el Sol.

Al Mictlán iban las personas que morían de enfermedad común, así fueran nobles

o gente del pueblo. Allí los recibía Mictlantecutli y Mictlacihual, señores de los muertos.

Los ancianos eran los encargados de adornar el cuerpo y “encogíanles las

piernas, atándolas para preparar el bulto mortuorio”. El cuerpo se amortajaba con

mantas y se amarraba fuertemente. Se quemaban todas sus pertenencias para que le

sirvieran de abrigo en el momento de ir al Mictlán, ya que se pasaba por ocho páramos y

collados. Después atravesaban un río llamado Chiconahuapan que era el último paso

antes de llegar a la ciudad de los muertos, para lo cual debían de montarse sobre un

perrito de color amarillento, que los ayudaría en este trance, por eso se mataba a uno

para que acompañara al difunto. El Mictlán es descrito como un lugar ancho, sin luz, ni

ventanas.

Al Tlalocán iban las personas que morían por rayo, los abogados, los leprosos,

los sarnosos. Lugar de los traloques donde jamás faltaban alimentos y frutas, lugar de

constante veraneo, no se pasaban penas. En cuanto a la forma en que solían

enterrarse estos muertos, relata Sahagún “No los quemaban, sino enterraban los

cuerpos de dicho enfermo y les ponían semillas de bledos en las quijadas y sobre el

rostro, poníanles color azul en la frente, con papeles cortados, los vestían con papeles y

en las manos una vara”.

A los guerreros muertos en combate y las mujeres muertas [45] en el parto, les

estaba destinado ir a la casa del sol; y al salir éste gritaban y miraban hacia él; lo

acompañaban desde el amanecer hasta el mediodía cuando se hacían peleas de grupo.

Al llegar a las mujeres que Tonatiuh o el mediodía dejaban el lugar para las mujeres que

morían en el parto que lo acompañaban hasta la puesta del sol. Pasados cuatro años

después de la muerte, las almas de los guerreros se convertían en aves, y las mujeres

en mocihuaquetze lo que significa mujeres valientes.

En los paises orientales como Japón y China, la festividad es conocida como el

festival Bon, que es la realización Budista en honor de los espíritus de los antecesores.

Es típico colocar un altar individual al frente del altar de la familia, para dar la bienvenida

al alma de sus ascendentes. Las ofrendas hechas en el altar son básicamente flores,

pero hay otro tipo de ofrendas comestibles. Generalmente se trata de arroz, vegetales,

panecillos, fideos y frutas. En algunas ocasiones se incluye la carne de puerco.

En el municipio de Huautla los altares que se realizan para la celebración del

Xantolo o día de muertos no presentan un patrón estético específico. Cada familia

introduce variaciones propias para realizarlo, aunque los elementos que se utilizan sean

los mismo.

El altar familiar se ubica en todas las casas de frente a la puerta principal, que

durante el día permanecerá abierta.

Este sitio es el que se utiliza para poner la ofrenda en el Xantolo, el elemento más

llamativo resulta el arco. Elaborado con una vara flexible, en la que se van colocando

una por una las flores de cempoalxochitl, mano de león y la palma; habrá familias que

prescindirán de la mano de león o quien lo realice únicamente con flores de muerto.

Este arco se coloca sobre la mesa en la parte del frente, a continuación los chiquillos de

la casa traen las frutas y los panes que en forma individual serán colgadas del techo.

Algunas familias colocan también panes con figuras de hombrecitos que son traídos

desde algunos ranchos y que se elaboran [46] especialmente para esta fiesta.

Se colocan los manteles, las veladoras y los cirios y todo está listo para recibir las

ofrendas alimenticias.

En la cocina se trabaja mucho elaborando, tamales hechos con masa de maíz,

pollo o carne de cerdo en una salsa roja hecha a base de chiles anchos, se elaboran

también adobos y moles, también tamales, pero éstos hechos con piloncillo que les da

un sabor dulce u otros llamados piques que son hechos con frijol.

Como hemos especificado en los capítulos anteriores, algunos de los alimentos

que se consumen en esta época son diferentes a los del resto del año. Además de

cumplir una misión dentro de la ofrenda a los muertos, se hacen para complacer a la

familia.

El Xantolo es la ocasión en que la familia se reúne, en estos momentos no

importa que tan independientes o distanciados puedan estar unos de otros.

Por estas fechas la gente duerme poco, a pesar del trabajo que se realiza durante

el día, en la madrugada se escucha el murmullo de las voces, desde los caminos. El

contacto familiar que se da durante estos días permite que las anécdotas y las historias

familiares o de la comunidad sigan transmitiéndose.

Los grupos de danzantes se preparan a partir del día de San Lucas (18 de

octubre). Tienen un capitán que es el encargado de organizar al grupo, buscar músicos

para que los acompañen, conseguir las ropas que se van a utilizar, etc.

Los ensayos empiezan unos días después, 3 veces a la semana o más,

dependiendo de la danza y de los bailarines. Hay grupos que ya están organizados y

bailan año tras año, sólo cuando se incluye un nuevo elemento se realizan varios

ensayos.

Las danzas a través de los años han sufrido modificaciones. Algunas en la

actualidad, ya no se practican. Entre las más conocidas pudimos observar los grupos

de Cuanegros y de Matlachines.

En la danza de los Cuanegros, participan tres hombres [47] únicamente, uno de

ellos disfrazado de mujer va vestido con ropas comunes, en algunos casos la cara va

cubierta con una máscara hecha con tela y en otras totalmente descubierta. A este

personaje se le conoce como la “señorita”, la “gringa” o simplemente la muchacha. Los

dos hombres visten sobre su ropa común, un chaleco de color llamativo (amarillo o

anaranjado) y utilizan máscaras elaboradas en madera que son las que marcan la

diferencia entre uno y otro. Una es de color negro y otra de color claro, llevan un

pañuelo en la mano y una escopeta o fusil de madera, y para completar el atuendo se

cubren la cabeza con una gorra. El baile representa la disputa de la muchacha, consiste

en distraer al enemigo a través de artimañas para quedarse con la mujer. Según datos

de los informantes uno de los elementos que más se ha transformado en esta danza es

el vestido, sobre todo en los hombres, anteriormente vestían pantalones a rayas con

pinzas en el frente, chalecos de colores llamativos, botines y gorra, parece ser que

siempre se usó el pañuelo y la carabina.

Los músicos que los acompañan tocan violín y huapanguera, Entre los sones más

conocidos que se emplean para este baile se encuentra “El Caimán”. Otros sones se

van transmitiendo de padres a hijos y se desconocen los nombres.

Otra danza muy conocida es la de Los Matlachines, conforman el grupo entre

diez o doce elementos, la mitad de ellos disfrazados de mujer, de modo que se forman

cinco o seis parejas. Los hombres van vestidos con ropa común y las mujeres con

vestidos de colores brillantes, muy llamativos. Llevan la cara cubierta por una máscara

elaborada en tela que cubre la cabeza completamente, la nariz es hecha en forma

exagerada muy puntiaguda.

Otro elemento que forma parte del grupo es el “mono” o “diablo”. Vestido

completamente de rojo y con un lazo o cadena en la mano, funge como jefe o guía del

grupo, juega con los niños y les hace bromas a los adultos.

En esta danza también el vestido, es el elemento que ha [48] sufrido

modificaciones. Anteriormente la mujer vestía ropas llamativas y máscara y además

portaba un sombrero que tenía como adorno un ramo de rosas y una mascada en el

cuello. Los hombres llevaban chaparreras, botín o huarache, chamarra de cuero y

sombrero huasteco. El acompañamiento musical se hace con violín y jarana. Se

desconoce el nombre de los sones. El único que es identificado, por las personas

mayores, es justamente el “Son del Mono” que además tiene una coreografía especial

en la que todas las mujeres bailan con él.

En la comunidad del Aguacate, pudimos observar otra danza, que ya no es muy

practicada, llamada “Los Alonsos”. Se baila entre dos hombres, uno de ellos representa

a la mujer que lleva vestido a la usanza indígena, enagua con un bordado en la parte

inferior y blusa de manta con el bordado clásico en las mangas y el cuello, un rebozo les

cubre la cara, generalmente bailan descalzos. El hombre va vestido con pantalón,

camisa, sombrero y botines y porta una máscara de viejito. El acompañamiento es con

violín y huapanguera. Se desconoce el nombre de los sones.

Otro baile que ha desaparecido totalmente y que sólo conocemos a través de los

informantes es el llamado “Los Tecomates”, en este baile, al igual que en los anteriores

participaban únicamente hombres, pero a diferencia de los otros, no se vestían de

mujeres. Se usaba calzón a media pierna, media alta de color, alpargatas, la camisa

tenía elástico en las mangas y la cintura y se procuraba que quedara suelta, las

combinaciones de calzón y camisa, eran en colores contrastantes. En la cabeza

llevaban un tocado hecho con un pañuelo del que colgaban cascabeles, el pantalón

tenía también colgado un cascabel, algunos grupos de bailarines llevaban panderos.

Estas danzas eran acompañadas con el violín y la jarana. No hay datos sobre los

sones.

La “danza de los viejitos” todavía se baila en algunas comunidades, se conforma

por cinco o seis parejas de bailarines, [49] la mitad de ellos hombres vestidos de mujer.

Van vestidos con calzón y camisa de manta los hombres y las mujeres con enaguas y

blusa bordada, los hombres usan huaraches y jorongo. Las máscaras que usan son de

cartón semejando caras de viejitos. Son acompañados con violín y huapanguera. Entre

los sones que se tocan están el del Tejón, y otro llamado son de “Los enanos”, en el que

se trata de atrapar un animal, un armadillo, un venado o un tejón. Simulan la búsqueda,

la rodean y cuando la atrapan concluye la danza.

Las máscaras de madera que se usan en la danza de los Cuanegros y en la de

los Viejitos, son heredadas por el bailarín para algunos de sus hijos y se cree que esto

se realiza desde hace varias generaciones. Las danzantes que poseen una máscara,

que han dejado de bailar y no tienen hijos, las prestan para que en la ceremonia del

Xantolo sean utilizadas. Para que el dueño pueda prestar la máscara se le debe llevar

una veladora el día de la petición y aguardiente el día que se le devuelve, este ritual es

la única forma de tener acceso a las máscaras, ya que los ancianos las tienen

guardadas y no se las puede ver.

Un culto a los muertos

En páginas anteriores mencionamos la inexactitud que encierra el hecho de

considerar que en México, existe una sola manera de ver y entender a la muerte, única

relación de carácter nacional como producto mexicano estándar, utópico e irreal. Por el

contrario, la pluralidad étnica, cultural y socioeconómica de este país, se manifiesta

también a través de distintas concepciones de la muerte.

En la Huasteca la celebración del Xantolo o Todos Santos expresa una forma

especifica de asumir la muerte, con grandes coincidencias con la celebración de otras

regiones o ciudades del país, pero también con sustanciales diferencias que impiden

[50] considerar a ésta “como variaciones de un mismo tema”.

Lo primero que debe notarse, es que el Xantolo es una celebración que expresa

un culto a los muertos, más no a la muerte, y éstos son conceptos que no hay que

confundir. Si bien tienen ritos asociados, no siempre deben ser ligados. En el Xantolo

no encontramos elementos del simbolismo característico con que se representa a la

muerte. No se colocan en los altares calaveras de dulces, ni se usan en forma

deliberada máscaras de la muerte en los bailes, ni tampoco se acostumbra escribir las

calaveras poéticas. Es decir, los elementos del Xantolo no se utilizan como un

acercamiento a la muerte, entendida ésta como ente, con características y atributos

propios, ni como una elaboración simbólica del acto de morir. El conjunto de ritos que

integran la celebración del día de muertos en la Huasteca gira en torno a lo familiar, a la

veneración de sus propios muertos, a los antepasados, al linaje. Al morir los seres

queridos dejan este mundo, pero es posible entrar en contacto con ellos al celebrarlos

en estos días. Pero esto no es lo mismo que venerar a la muerte.

“Aquí ponemos la ofrenda para honrar a nuestros seres queridos que ya se

fueron, nuestros padres, nuestros abuelos, y también para los abuelos de nuestros

abuelos, porque aunque nosotros no los conocimos, sus almas siguen viniendo a

este lugar, porque aquí fue donde nacieron. Por eso hay que seguir haciendo el

Xantolo, así cuando nosotros también nos vayamos, y ya nadie se acuerde ni como

nos llamábamos, igual vamos a tener una ofrenda, un recuerdo y nos vamos a

alegrar”.

El ritual como elemento de cohesión

Las ceremonias del Xantolo en Huautla es un importante factor de cohesión social

entre los miembros de la comunidad en dos [51] sentidos: implícitamente, todas las

ceremonias y fiestas rituales, ejercen sobre el grupo que lo practica una función

integradora, ya que éstas representan en formas concretas un conjunto de aspiraciones

e ideas comunes a todos los miembros de la comunidad; y por otra parte,

explícitamente, el Xantolo, a marcar ese respeto y veneración a las generaciones

precedentes, establece un nexo entre el presente y el pasado y fortalece la identidad del

grupo, dándole a su propia vida, un sentido de continuidad y permanencia en el futuro.

Sobre los orígenes del culto

El término de continuidad, resulta bastante amplio y puede ser tomado en este

caso, para ser interpretado en forma bastante laxa. El Xantolo, dijimos, se establece

bajo la premisa de que existe una vida después de la muerte, es decir que hay una

“continuidad” en la existencia, que ésta sólo cambia en su forma al traspasar el umbral

de lo terreno. También, al mantener vivas las tradiciones y costumbres, se puede hablar

de una continuidad cultural y en la identidad étnica.

Pero si tratamos, al buscar el origen de estas fiestas, de vincularlas

mecánicamente a la visión prehispánica de la muerte, sus ritos y ceremonias, es decir,

de explicar al Xantolo como la continuidad del culto fúnebre del mundo prehispánico,

estaremos pisando terrenos más inciertos.(4)

[52]

Al igual que en todos los pueblos, la religión de las culturas prehispánicas tuvo

una gran carga fúnebre. En estos pueblos estuvo presente la veneración a los muertos

y también hubo un culto a la muerte como deidad, que regía sobre ciertas fechas y

ciertas esferas del universo. Ambos puntos se encontraban imbricados en una estrecha

relación, pero el violento proceso de evangelización fue imponiendo distancia entre

ambos. El culto a la muerte fue marginado y reducido a los ámbitos de la brujería y la

hechicería, y fue practicado sobre todo, en los barrios y lugares apartados, y ya no como

algo indígena, sino mestizo. El culto a los muertos fue trastocado, pero se mantuvo en

los días asignados por la iglesia católica. Vemos así que para el siglo pasado ya no se

encuentran noticias del culto a la muerte, aunque sí se habla de las fiestas de muertos.

El concepto de que el mexicano venera a la muerte, surge en los años

postrevolucionarios.

Sobre esto el antropólogo Carlos Navarrete menciona:

“Si vemos la literatura de Guillermo Prieto, García Cubas, los costumbristas

del XIX, nadie registra conceptos de la muerte, aunque mencionen las festividades

de muertos, y ellos se hubieran dado cuenta, pues eran muy perspicaces y metidos

en su mundo popular. Cuando sale, hacia los años veinte el libro del Dr. Atl sobre

el arte popular mexicano, no se menciona el calaverismo de José Guadalupe

Posada. No hay en el trabajo de Atl (quien también conoció muy bien el arte

popular en su momento) especial mención de un culto a la muerte. La posterior

identificación de Posada con las calaveras no es vista por Atl como algo

importante. Es hasta que otros artistas e intelectuales como Diego Rivera, Francis

Tour, O’Higgins, el pintor francés Jean Charlotte descubren a Posada, cuando el

concepto del mexicano adorador de la muerte cobra fuerza. La idea del mexicano

que se ríe, que baila [53] con la muerte, que no le tiene miedo, sino que la venera

surge hasta la época de los treinta o de los cuarenta entonces, este concepto no es

algo falso, sino que nace en el momento en que el mexicano se está buscando a sí

mismo, cuando busca sus raíces”.

Pero el culto a los muertos en los pueblos prehispánicos, y sus creencias en torno

a una prolongación de la existencia en otros mundos, también diferían con los conceptos

católicos y fueron violentamente cambiados por la creencia de que en la vida

ultraterrena se darían premio o castigo eternos, al comportamiento llevado en la

existencia mundana.

Teniendo la certeza de la muerte como destino final de todos, los aztecas

concebían el acto de morir como el tránsito a un más allá que poseía distintas

características, según fuera no la conducta moral de esta vida, sino la forma de morir y

la ocupación a la que el difunto se había dedicado, de este modo, existían para el azteca

tres paraísos y un infierno con nueve regiones donde las almas sufren por cuatro años,

hasta alcanzar el descanso definitivo. En primer lugar está el Tonatiuhichan o casa del

sol; un sitio al oriente al que iban los guerreros muertos en combate o en la piedra de los

sacrificios. Estos muertos acompañaban al sol en su viaje hasta el oriente. Después de

cuatro años se transforman en colibríes. Estos eran los privilegiados a los que el sol

elegía para su séquito y vivían una vida de delicias.

El segundo paraíso llamado Cinalco o casa del maíz, quedaba al occidente y a él

iban las mujeres que morían en el parto. El tercer lugar afortunado era el Tlalocán o

casa del agua, lo ubicaban al sur y a él se dirigían los ahogados, los muertos por un

rayo, de lepra, o de alguna enfermedad relacionada con el agua. En este sitio el dios

Tláloc disponía para ellos toda clase de árboles frutales, maíz y frijol en abundancia.

Pero no todos eran llamados al morir por el sol o por Tláloc; la mayoría sin

mayores méritos se dirigía al norte donde estaba [54] el Mictlán y estaba destinada a

peregrinar a través de nueve regiones y sufrir por ellas hasta alcanzar el reposo.

En este lugar, reinaban Mictlantecutli y Mictecacihuatl, el señor y la señora de la

muerte.

Así los muertos no privilegiados antes de llegar a Mictlan debían pasar por un

caudaloso río, el Chignahuapan, que es la primera prueba a la que los someten los

dioses por eso se enterraba junto con el muerto, el cadáver de un perro de color

amarillento ya que éste le ayudaría a cruzar el río. El alma debía pasar después entre

dos montañas que se juntan; en tercer lugar por una montaña de obsidiana; en cuarto

lugar por un sitio donde soplaba un viento helado que cortaba como si llevara navajas;

luego por donde flotan las banderas; el sexto es un lugar en que se flecha; en el séptimo

había fieras que devoraban los corazones; en el octavo se debía pasar por estrechos

lugares entre piedras y en el noveno y último, el Chignahumictlan, descansan o

desaparecen las almas.

La muerte, representaba para los aztecas un traspasar esta vida en dirección

hacia alguno de los 4 puntos cardinales, para encontrar en cada caso, alguna de las

formas de prolongación que hemos intentado reseñar. Repetimos entonces que la

evangelización reprimió y transformó de manera radical todo el culto de la muerte y a los

muertos y esto aleja aún más la posibilidad de encontrar esta continuidad entre el culto

mexica y el culto indígena y mestizo en la actualidad.

Por supuesto, las celebraciones de día de muertos no surgen de la nada y

tampoco podemos decir que se trata de ceremonias recibidas íntegramente por los

españoles, porque a pesar de todo el proceso de aculturización sufrida en la conquista y

la colonia, todavía sobreviven elementos del simbolismo prehispánico, pero insistimos,

esto no es suficiente para afirmar que existe una continuidad del culto de muertos de

esa época, hasta nuestros días, como todo lo indígena, no implica una total y exclusiva

herencia del mundo prehispánico.

[55]

El Xantolo debe entenderse como producto de un complejo y largo proceso

sincrético, que sigue operando en la actualidad. En el ceremonial todavía se encuentran

rasgos del universo simbólico y conceptual de los mexicas, junto con el ritual católico

introducido por los españoles con la conquista, de quienes muy poco se sabe sobre su

concepción de la muerte. A estos elementos se continúan agregando otros, que a veces

desplazan a los antiguos o poco funcionales. Así máscaras de la mujer maravilla o de

hombres lobos son usadas por los Matlachines en sus danzas.

Sobre el origen de colocar ofrendas anuales a los muertos, se han tejido diversas

conjeturas, remontándose unas, a las tradiciones mexicas, y otras que señalan su origen

en la tradición católica de la España medieval o en las antiguas civilizaciones orientales.

Para ejemplificar solo presentaremos en forma suscinta dos de estas hipótesis.

Dolores Olmedo, directora de los museos Diego Rivera y Frida Kalho opina que el

origen de esta fiesta viene de la época de los aztecas, de la ceremonia del Tzompantli,

que consistía en ofrendar al sol, en el templo mayor, los cráneos de los enemigos

capturados, o de los traidores; y también. de la costumbre de enterrar al difunto junto

con todo lo que se creía necesario para que éste atravesara el camino al reino de la

muerte, el Mictlan.

En cambio el antropólogo y folclorólogo Raúl Guerrero Guerrero, sitúa el origen

de las ofrendas mortuorias en la antigua China y en Egipto. Los árabes tuvieron

contacto con esta civilización en el siglo VIII y tomaron de ellos el culto a los muertos.

De esta manera, cuando los árabes conquistaron parte de España implantaron entre

todos los aspectos culturales, la costumbre de ofrecer cada año la comida a los muertos,

la cual fue poco a poco adoptada por los españoles y éstos posteriormente la

introdujeron a México en el siglo XVI. Esta costumbre no se debe a los curas o frailes,

sino a los soldados que fueron en su mayoría andaluces y extremeños, cuyas regiones

fueron invadi-[56]das por los árabes. Las coincidencias entre estas culturas tan alejadas

en el tiempo y en el espacio, se explican de esta forma bajo una concepción difusionista.

Pero de aquí se desprende otra pregunta, ¿porqué los ritos mortuorios de estas

características no se propagaron entre otros pueblos que también tuvieron contacto con

estas culturas?

Creemos que la respuesta a esta pregunta debe darse bajo una perspectiva

materialista-histórica ya que las similitudes entre los aztecas con civilizaciones como la

china y la egipcia van más allá del plano de las costumbres, tocan aspectos científicos,

de orden social, económicos, etc.

Estas civilizaciones, denominadas por algunos teóricos, culturas teocráticas de

regadío (Marx las llama de modo de producción asiáticas) se caracterizan por

establecerse junto a las márgenes de grandes ríos o lagos, como el Ganges en la India,

el Yan-Tse-Quiang y el Amarillo en China, el Tigris y el Éufrates en la Mesopotamia, o

en el caso de los aztecas, el lado donde fue construida Tenochtitlan; se trataba de

sociedades de clases o castas donde las dirigentes, cumplían también funciones

sacerdotales o ligadas a la religión y eran también los depositarios de los conocimientos

necesarios para el desarrollo de la economía; la propiedad de la tierra era comunitaria y

el excedente económico era administrado por la clase o casta dominante, que lo

destinaba para la ampliación del aparato productivo (obras de regadíos, caminos,

puentes, y también conquista de otros pueblos), para fines suntuarios, y una parte la

devolvían a la comunidad. Sus conocimientos eran empíricos y todo lo teórico estaba

ligado a lo religioso; fueron grandes astrónomos y desarrollaron calendarios; eran

politeístas, con cultos al sol, la fertilidad, la muerte, y a otros elementos vinculados a la

agricultura. Según Mandell se trataba de sistemas fuertemente centralizados, y muy

estables y resistentes a los cambios, ya que sólo conmociones externas muy graves

lograban destruirlas. En el caso de China este sólo ocurrió hasta el siglo XIX, en los [57]

aztecas, en el siglo XVI, con la conquista.

Las características comunes de los aztecas con las antiguas civilizaciones

asiáticas (africana en el caso de los egipcios), son más abundantes, pero sería tema de

otro trabajo profundizar en su análisis, lo que deseamos exponer aquí es que las

similitudes de algunos de los rasgos culturales entre estos pueblos, se desprenden de

su modo de producción económica, de sus aparatos estructurales con características

similares.

Las repercusiones en lo económico

Como es lógico suponer, una celebración con la importancia y características del

Xantolo, produce importantes variaciones en el plano económico cotidiano de la región.

Durante la fiesta y desde los días anteriores a ésta se darán una serie de

relaciones muy activas donde estarán presentes elementos de redistribución de bienes,

y también de acumulación y extracción de excedentes.

El carácter privado de estas fiestas hace que la redistribución se de

principalmente hacia el interior de la familia. Con la comida preparada especialmente

para la ocasión, ya que se habrá comprado o sacrificado algún animal, o se habrá

elaborado algún, otro plato que no se incluye en forma común a la dieta.

Muchas familias tienen uno o varios de sus miembros viviendo fuera de la

comunidad, ya sea estudiando o trabajando, pero para estas fechas, todos llegan para

reunirse en la celebración y generalmente también hacen aportaciones monetarias o de

otra índole, que se distribuirán entre los familiares.

Aunque ha disminuido en los últimos años, todavía es frecuente visitar al

compadre de pila (el padrino de bautizo de algún hijo) llevando cervezas, aguardiente,

bolsas con fruta, etc. Y el compadre por su parte los invitará con las comidas que hayan

sido preparadas en su casa. Los grupos de danzantes que recorren las casas también

son invitados con comida, refrescos, cervezas [58] y se les da una mínima cantidad de

dinero. De manera que vemos una real y efectiva distribución alimentaria.

Junto con esta distribución se dan también elementos de acumulación, sobre todo

los días previos al Xantolo, que es cuando se realizan las compras de todo lo necesario

para estas celebraciones.

En los productos donde se ve mayor especulación son los cohetes, los ramos de

flor de cempoalxochitl, el aguardiente, la carne de cerdo, y las frutas que hayan tenido

una mala temporada. Por ejemplo el plátano llegó a costar hasta mil pesos la pieza (el

precio normal oscila entre setecientos y mil quinientos pesos el kilo).

La iglesia por su parte también recibe aportaciones monetarias. Para la

celebración de la bendición, y en algunos lugares, las personas que desean que

nombren a sus muertos deben dar dinero al cura oficiante.

El Xantolo se vincula directamente con el carácter agrario de las comunidades

huastecas. Las fechas en que se realiza coincide, en el calendario agrícola con la

época de cosecha de la segunda temporada. La visita de las almas, entonces, resulta

también, el compartir con ellas, el producto de lo que se ha sembrado, trabajado y

cosechado y dependiendo del provecho obtenido, será también el brillo con que se

celebre el ritual.

El Xantolo en la Huasteca continúa manteniendo su importancia dentro de la

población, por lo que es posible hablar de la fiesta como un acontecimiento en el que se

compromete toda la comunidad aunque la celebración se realice en forma privada, en

cada casa, El evidente esfuerzo económico que representa la celebración del Xantolo,

es absorbido, en su totalidad por cada familia en particular, ya que la fiesta no es una

celebración comunal, sino que se realiza, repetimos, en forma privada. Los únicos

momentos del Xantolo en donde se da esta participación en común, es en la misa del

día de la bendición, y en cierto grado, las danzas que se van ejecutando de casa en

casa.

[59]

Los gastos abarcan además de los relativos a la confección de la ofrenda, la

compra de bebidas y la elaboración de alimentos, otros preparativos que, dependiendo

de las posibilidades de cada familia, van desde mejoras en la vivienda, o la compra de

alguna prenda de vestir hasta el corte de cabello de los hombres. El factor económico

ha sido causa y motivo de variantes en muchos aspectos formales en la celebración.

Los días de San Lucas y San Andrés, dedicados a dar la bienvenida y la despedida a los

muertos poco a poco van perdiendo su fuerza y cada vez son menos las casas donde se

acostumbra hacerlas. También elementos de manufactura artesanal son

frecuentemente cambiados por otros de tipo industrial, algunos Matlachines dejan sus

máscaras tradicionales por otras de plástico, que les resultan más prácticas y baratas,

los manteles bordados con imágenes de tipo religioso también son cada vez menos

usados y en su lugar colocan manteles plásticos, y así otros cambios en las ofrendas

alimenticias y en la forma de honrar a los muertos en el cementerio, como el reemplazo

de los músicos por una grabadora. Otro de los cambios es la introducción en los bailes

organizados con fines de lucro, que se hacen el sábado más próximo al Día de la

Bendición, con grupos de música tropical.

Evidentemente, las ceremonias del Xantolo constituyen una alteración en la

economía doméstica muy importante, las familias tardan, en promedio, un mes en

recuperarse de los gastos extras de dinero. Este impacto en la economía familiar se

puede ver en forma clara cuando comparamos la actividad comercial en la plaza del

Domingo Grande (el anterior al Xantolo) con la del Domingo Chico (el siguiente al fin de

la fiesta) donde el comercio se reduce a niveles mínimos.

Todos estos cambios, la sustitución, complementación o refuncionalización de los

elementos tradicionales del Xantolo su coexistencia con diversiones urbanas, patentizan

la imposición por parte de la cultura hegemonías, pero también “los intentos de reoperar

sobre ellas, vincular el pasado con sus contradicciones [60] presentes”.(5)

El Xantolo, ¿factor de resistencia cultural?

Partiendo de la premisa de que las comunidades indias y campesinas de la

Huasteca están inmersas dentro de ese amplísimo sector social que son las clases

bajas o marginadas, y que por lo tanto sus manifestaciones culturales o sus productos

culturales se encuentran también en una relación de subordinacion ante la cultura de

una clase dominante, cabría preguntarse qué funciones cumple la cultura indígena en

general y el Xantolo en particular en esta relación clasista.

Ya mencionamos su carácter cohesionador y reforzador de la identidad, y esto

implica una función de resistencia ante la tendencia del capitalismo, de asemejar y

absorber la forma de producción material y cultural de los pueblos indígenas y

campesino. La fiesta sigue manejando creencias y simbolismos que no se dejan diluir

por las determinaciones económicas actuales. El Xantolo surge de experiencias

históricas, representa (con ambigüedades) esa parte de la cultura que no se entrega ni

confía, en las promesas del mercado o el turismo.

Implícitamente muchos de los elementos del Xantolo juegan un papel

impugnatorio de la cultura hegemónica, es decir que su sola presencia constituye un

límite a la universalidad de los valores "oficiales" o una contraposición a los productos

de la cultura hegemónicas. Así por ejemplo la gente que toca música en el cementerio

el día de la bendición, se encuentra en contraposición a la actitud solemne con que se

acostumbra asistir en el medio urbano.

[61]

En algunas danzas la carga impugnatoria es más evidente. En los negritos

(Cuanegros) los tres danzantes, dos enmascarados y uno disfrazado de mujer simulan

ser partícipes de una disputa. El “español” y el “negrito” luchan por conquistar a la

“señorita”. Aunque los dos hombres están armados con "fusiles", quien originalmente

posee la prenda en disputa es el español, y el negrito por medio de artimañas, engaños

y a veces con amagos de "violencia" arrebata al español la muchacha.

La imagen de la diferencia social de los personajes, aparece en esta danza,

marcando también su diferencia étnica y muestra a la condición del subordinado como

posible de ser revertida, aún usando medios poco lícitos. Vemos aquí una rebelión

explícita del oprimido ante su dominador.

Pero junto a estos elementos impugnatarios, coexisten en la fiesta de muertos,

otros que contrariamente a lo primero aceptan o repiten, expresiones, textos o valores

de la cultura hegemónicas. Como ejemplo podemos ver que la misma dinámica de

subordinación es ejercida sobre la mujer. En el Xantolo ésta se patentiza en los

festejos, las danzas, etc. La ausencia de mujeres en la mayoría de las danzas del

Xantolo se debe a que no les es permitido participar en la relativa libertad de

comportamiento que opera en estas fechas.

“¿Las danzas? Sí son muy bonitas y alegres, y son de nosotros los indios...

las mujeres no danzan porque tienen que guardar su lugar, ellas no pueden ir por

las calles bailando y haciendo desfiguros, ellas tienen su lugar en las casas, pero sí

pueden ver las danzas”.

Vemos entonces que los distintos elementos que componen el festejo del Xantolo

tienen contenidos que a veces resultan impugnatarios de la cultura hegemónica, pero

otras la reproducen o son funcionales al sistema.

Las maneras ambivalentes, contradictorias de combinar el [62] pasado con el

presente y con el porvenir, permite atribuir a esta celebración diferentes significados. No

es posible, dar a estas fiestas un sentido totalmente impugnador o exclusivamente

narcotizante y conservador, ya que se debe analizar en cada caso su sentido para los

protagonistas y los espectadores según los contextos o coyunturas.

La ceremonia de Todos Santos cumple distintas funciones de cohesión,

resignación, catarsis y reforzamiento colectivo. E indagar dónde y cómo se dan estas

distintas funciones, puede ser motivo de estudios a profundidad de las fiestas en la

Huasteca y su conexión con la condición política y económica de sus pobladores. Esto

rebasa ampliamente los objetivos del presente trabajo, que quiere, al buscar una

respuesta a la pregunta que nos formulamos, dejar entrever que no basta “rescatar” la

cultura popular, evitar que se pierdan las leyendas, las artesanías y las fiestas. Que

tampoco es suficiente encerrar sus mejores resultados en museos o libros

suntuosamente ilustrados. “La medicina tradicional, las artesanías y las fiestas pueden

servir a los sectores oprimidos en tanto ellos los reconocen como símbolos de identidad

para cohesionarse en tanto los indígenas y las clases populares urbanas logren

convertir esos ‘residuos’ del pasado en manifestaciones contestatarias. Para

conseguirlo es vital que lleguen a reapropiarse del sentido simbólico de sus productos y

además organizarse de manera que puedan ir reasumiendo la propiedad de los medios

de producción y distribución, y que así les sea capaz de oponerse al sistema

hegemónico. Es decir, luchar por el control económico y cultural de su producción. En

la medida en que las clases populares, rurales y urbanas, desempeñen este papel

protagónico iremos teniendo una cultura popular que surja democráticamente de la

reconstrucción crítica de la experiencia vivida”.(6)

NOTAS 4 Primeramente habría que distinguir que todas las culturas del México

prehispánico rendían culto a la muerte y a los muertos, aunque los mexicas fueron los

que con mayor profusión lo plasmaron en su arte. Esto ha dado píe a la idea un tanto

deformada de asociar la “relación del mexicano y la muerte” con una visión azteca

pasando por encima de la concepción de los mayas, mixtecas, zapotecas, etc.

En el caso de la Huasteca, sí cabría ver como antecedentes el culto mexica ya

que éstos sometieron a los huastecos en el siglo XV e impusieron su cultura en esta

región. 5 Néstor García Canclini, Las Culturas populares en el capitalismo, Ed. Nueva

Imagen, México, pág. 186. 6 Néstor García Canclini, Op. Cit. pág. 161

[65]

1. Preparándose para recibir el Xantolo

[66]

2. Preparándose para recibir el Xantolo

[67]

3. El domingo grande

[68]

4. El domingo grande

[69]

5. Haciendo el camino para guiar a las ánimas

[70]

6. Un altar para las ánimas perdidas

[71]

7. Esperando a los muertos

[72]

Esperando a los muertos

[73]

9. Don Aurelio Sánchez y su altar

[74]

10. Don Aurelio Sánchez y su altar

[75]

11. Matlachines

[76]

11 bis. Matlachines

[77]

12. Cuanegros

[78]

12 bis. Cuanegros

[79]

13. Matlachines

[80]

14. Matlachines

[81]

15. ...y luego los tamales

[82]

16. ...y luego los tamales

[83]

17. Cuanegros

[84]

18. Cuanegros

[85]

19. Conquistando a la “señorita”

[86]

20. Conquistando a la “señorita”

[87]

21. A las doce prendemos las demás velas

[88]

22. Camino al Aguacate

[89]

23. Entre imágenes y recortes

[90]

24. Hernandeztla

[91]

25. La bendición

[92]

26. Cruces de cempoalxochitl

[93]

27. El panteón de Huautla

[94]

28. Esto le gustaba en vida

[95]

28 bis. Esto le gustaba en vida

[96]

29. Y abajo el plástico, la virgen bordada

[97]

30. Huautla

[98]

31. Huautla

[99]

32. Música para las almas

[100]

32 bis. Música para las almas

[101] BIBLIOGRAFIA

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para la Integración Social, San Pablos Editores, 1981.

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[102]

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Varela Barraza, Hilda. Cultura y Resistencia cultural, una lectura política. Ediciones

El Caballito, México, 1980.

[103]

INDICE

Agradecimientos ................................................................................................... 9

Inducción .............................................................................................................. 11

I. Observaciones sobre la cultura popular .......................................................... 13

II. Marco Situacional .......................................................................................... 23

III. Acerca de la celebración del Xantolo ........................................................... 39

Un culto a los muertos ................................................................................. 49

El ritual como elemento de cohesión ........................................................... 50

Sobre los orígenes del culto ........................................................................ 51

La repercusión en lo económico .................................................................. 57

El Xantolo ¿factor de resistencia cultural? ................................................... 60

Fotografías .......................................................................................................... 63

Bibliografía ......................................................................................................... 101

[104]

[105]

El Xantolo de Huautla: rituales de vida y

Muerte en la Huasteca Hidalguense de Nydia

Ramos Castañeda, Darío Luis Pantaleón y

Ernesto Ramos Rodríguez se terminó de impri-

mir el 25 de Julio de 1992 en los talleres de

Promotora de Impresión, S.A. de C.V. La

tipografía la realizó ROMASA y el cuidado y

revisión de la edición estuvo a cargo de Alfredo

y Arturo Trejo Villafuerte. El tiraje fue de

1, 000 ejemplares.