El último viaje de felicidad Cronica Virreinal
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El último viaje de felicidad
ran aproximadamente las 6 de la tarde un miércoles del año 1786 en
el poblado de Rosario, Sinaloa, México. Es un día un poco triste y
desconsolado para mí, observó a mis padres con su cara pálida,
amarillenta y con hambre, la comida nos falta en la mesa, no hay dinero para
sustentar los gastos.
Me pongo a pensar ¿Qué puedo hacer? Pues mi padre, un pobre hombre indio
está cansado y un poco viejo ya no puede más, mucho menos con ese trabajo que
tiene ¡Es mucho para él!, pareciera que estar casado en un castigo para la
sociedad, pues los hombres tienen que brindar tributo al rey de España, ya no
quiero más esclavización; quisiera ayudar, pensar en algo sorprendente para
remediar esta situación.
La tarde está pasando y yo no logro pensar en nada, Michel un buen amigo se
acerca a casa, yo desesperada le cuento lo que sucede , él me tiene un gran aprecio
y decide apoyarme con todo lo que sea necesario; de repente se le ocurre una idea
que tal vez a ciencia cierta parezca loca y como no, quiere que deje a mis padres
en este pequeño infierno, me dice que busquemos trabajo en los alrededores y
pueblos vecinos, que hay mucho oro y que en el camino podemos vender la
mercancía que sabemos elaborar y algunos trabajos más.
Apoco no está loco mi amigo Michel, yo comenzó a cuestionarle: -¿Haber y en
qué piensas que nos iremos? El responde con una sonrisa en su rostro: -pues en
que más, en mi trocon podemos usar mi recua de las 8 mulas, ahí nos llevamos la
mercancía como las artesanías, la cestería, los tejidos de ixtle y los utensilios de
barros, así mismo en el camino podemos elaborarlos y trabajar como en la
E
recolección de sal, todo esto podemos hacerlo con la finalidad de obtener un poco
de monedas para sustentar nuestros gastos y poder llegar a los poblados donde
hay mucho oro y trabajar en las minas. Yo seguí cuestionándolo: -¿Y que, tú
piensas seguir trabajando para los españoles? Pues si no lo sabias los españoles
ocuparon la mano de obra indígena y solo aquellos que quieran un salario ínfimo
trabajan ahí y ¿Qué creen que me respondió? Fue algo que no me lo esperaba: -
y porque trabajar para ellos, si podemos robarles; primeramente por mi mente
pasaron todos aquellos aspectos negativos en los cuales podía verme perjudicada
pero después pensé en todos esos momentos de rabia que sentía al ver a mis padres
muy cansados y tristes y acepte la propuesta de Michel.
Emprendimos al día siguiente, mismo día que hable con mis padres sobre un viaje
en busca de la felicidad, no les explique mucho solo les hice mención que era para
bien de todos y que mejoraría nuestra vida, ellos se quedaron preocupados pero
sabían que iría en busca de trabajo pues todos nuestros productos me los lleve
para venderlos, creían que regresaría pronto pero nunca les dije si volvería o no.
Partimos en aquella recua de caballos de Michel, un poco vieja pero nos podía.
Pasamos por un rio hermoso llamado El quelite, era un paisaje hermoso y muy
verde, ahí se encontraban personas bañándose, niños sonriendo y bebiendo de su
agua, no tenían comida pero si un poco de alegría, que alegría que aun hayan
personas que son felices ¿no? puede que no tengan nada pero con aquello poco
que tienen lo son como lo es la naturaleza. En ese lugar nos paramos para
preguntar sobre las minas y uno de los hombres con una personalidad de acaxes
o xiximes no lo sé bien, primeramente les ofrecimos nuestros productos de los
cuales solo pudimos vender algunos pocos, después le preguntamos sobre la
minería y nos dijo que camináramos un poco más que ahí estarían las obras,
esperamos que se hiciera noche para poder entrar ahí y nos percatamos de que él
clima cambia muy seguido en ocasiones es cálido, luego templado y en las noches
muy frio, misma noche en la que se podía observar personas como nosotros
trabajando en la minería, de la cual sentía mucha pena robarles en su cara pero
tenía que hacerlo, decidimos realizar a lo que íbamos y salimos con éxito, no
fueron muchas piedras pero con algo podíamos comenzar. Esta no era una mina
muy rica y pensábamos que entre más lejos iríamos más oro encontraríamos, que
ocurrencias las nuestras.
Luego nos dirigimos a Mazatlán, en donde me impresione de los lugares de esta
zona, el clima ahí es templado y en algunos lugares rurales cercanos de ahí
practican la ganadería, pudimos observar que los españoles enseñaban a nuestros
hermanos indígenas algunas técnicas para el cuidado del ganado así como el
aprovechamiento de sus derivados como el cuero, la leche y la carne, nos
acercábamos algunos de ellos para venderles y valla que nos compraron buena
cantidad de mercancía ¡bah! Les encanta tirar su dinero pero para el pueblo
nunca hay. En Mazatlán hay prácticas como la pesca, nosotros no sabíamos
realizar dicha acción pero nos acercamos a unas personas que si sabían hacerlo y
nos trataron de enseñar pero no logramos aprender, por supuesto que también
ofrecimos nuestros productos pero al igual que nosotros estaban quebrados de
monedas.
Seguimos con nuestro trayecto y la venta de nuestra mercancía era escasa, los
productos se les hacían muy caros y que podíamos hacer nosotros si era para
sustentar nuestros gastos, pienso que de la misma pobreza que tenemos más caras
parecieran verse las ventas. Llegamos a un poblado llamado Culiacán, luego de
haber pasado por otros muchos lugares no sucedía nada relevante, hicimos
parada en Culiacán y decidimos fabricar más productos para matar tiempo para
en la noche ir a las minas por más oro, en cósala también pudimos hacerlo, en
Badiraguato y Mocorito. Si ese oro fuera de la nación que ricos seriamos, en
realidad pienso que lo es, pero la sociedad no lo vemos así, no luchamos por lo
que es nuestro.
Al paso de los días llegamos a El Fuerte, algo sorprendente sucedió, Michel me
beso, qué pensarían mis padres, ya me quisieran casar, me pidió que no lo tomará
a mal que ya desde hace mucho tiempo quería hacerlo pero no lograba animarse,
en eso vi pasar a un español y decidí mejor ofrecerle mercancía, para mi suerte si
logre vender muchos productos, Michel solo sonrió y me abrazo. No todo es
tragedia en mi vida, ni la de los demás, creo que siempre debemos de verle el lado
bueno a las cosas.
Michel estaba cansado de viajar, entonces le dije que Tucson sería el último viaje
de felicidad, ya había pasado mucho tiempo y no lográbamos regresar, mismo día
en la noche él se metió a robar a una de las minas, lo agarraron los españoles y
no logro escapar, lo sometieron a muerte, yo no podía hacer nada de lo contrario
me harían lo mismo a mí, ¿Qué hago ahora sin mi Michel?
Ni yo misma lo sé, hoy me encuentro aquí con un poco de monedas y mucho oro,
tengo casi de todo menos a él, ¿acaso es eso felicidad?
Pd: él dinero no lo es todo en la vida pues quien cambia felicidad por dinero
no podrá cambiar dinero por felicidad.