El tiempo posterior

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Béla Tarr, El tiempo posterior Jacques Rancière

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El pensador Jacques Ranciere realiza un análisis de la obra de Bela Tarr.

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Bla Tarr, El tiempo posteriorJacques RancireEl tiempo posteriorUna velada en familia. En la televisin, un conferencista recapitula la versin oficial de la historia de la humanidad. Hubo un hombre primitivo, la poca feudal y el capitalismo. a!ana vendr" el comunismo. #or el momento, el socialismo abre el camino y para ello debe combatir duramente con la competencia capitalista. $s% es la poca oficial en Hun&r%a a fines de los a!os '()*+ un tiempo lineal, conetapas y con tareas bien definidas. El padre de familia de Relaciones prefabricadas le traduce la leccin a su hi,o. -o dice lo que piensa. #ero al&o es se&uro para el espectador+ ese modelo temporal no re&ula su conducta ni la del relato. En los primeros minutos del filme, lo hemos visto en efecto de,ar a su mu,er y a sus hi,os a pesar del llanto de la primera y sin responder a su pre&unta sobre el sentido de su partida. $parentemente, ya ha vuelto o todav%a no se ha ido. . el desarrollo de sus acciones est" muy le,os del ordenamiento oficial de los tiempos y las tareas. En la secuencia anterior, improvisaba un partido de f/tbol en silla de ruedas con los cole&as, encar&ados como l de controlar una central elctrica. En la si&uiente, lo veremos separarse de su mu,er y sus hi,os en la puerta de una piscina ubicada a la sombra de unas chimeneas de f"brica para ir a discutir con un ami&o que piensa que es momento de irse cuando ya no se pueden distin&uir las nubes del cielo del humo de las f"bricas. 0-uestro tiempo ya pas1, constata melanclicamente su mu,er, ba,o un casco depeluquer%a, evocando las horas de baile endemoniado que si&naron los d%as felices de su,uventud. 2a si&uiente secuencia ofrece su ilustracin en la pista de baile donde su marido la de,a sola con su vaso para sacar a bailar a otra mu,er o repetir a coro con los hombres estribillos nost"l&icos+ peon%as de #ascua marchitas u ho,as de oto!o llevadas por el viento. 2ue&o el filme nos conducir" antes de su mismo comien3o, anunciando la partida del esposo y su motivo+ la posibilidad de &anar m"s yndose a traba,ar al e4tran,ero. En un a!o, tal ve3, poder comprar un auto5 en dos a!os, una casa. En vano laesposa le opondr" a esos sue!os consumistas la felicidad de estar ,untos5 sabemos que seir", pues ya lo vimos partir. #or nuestra parte, en vano supondremos que la separacin esirrevocable. $l llanto en primer plano de la esposa abandonada le sucede sin transicin el plano amplio de una tienda donde la pare,a de nuevo reunida consuma la adquisicin de un lavarropas dotado de dieciocho pro&ramas. . el plano final nos los mostrar" abatidos sobre la plataforma de un camin al lado del primer emblema de su nueva prosperidad. 6echado en '(7', Relaciones prefabricadas es el tercer filme de 8la 9arr, producido y reali3ado en la Hun&r%a socialista. 2a orientacin del relato ya se!ala toda la distancia que media entre la planificacin oficial :de la produccin y de los comportamientos: y la realidad del tiempo vivido, las e4pectativas, aspiraciones y desilusiones de los hombres y las mu,eres de la ,oven &eneracin. Esa tensin entre las temporalidades no solamente indica el apartamiento que pod%a permitirse el ,oven 8la 9arr de la visin oficial del presente y del futuro. 9ambin permite volver a pensar el desarrollo temporal de la obra del cineasta. Es habitual dividir dicha obra en dos &randes pocas+ est"n los filmes del ,oven cineasta indi&nado, en lucha con los problemas sociales de la Hun&r%a socialista, deseoso de trastocar la rutina burocr"tica ycuestionar los comportamientos que provienen del pasado, el conservadurismo, el e&o%smo, la dominacin machista, el recha3o de los que son diferentes. . est"n los filmes de la madure3, que acompa!an el derrumbe del sistema sovitico y las derivaciones capitalistas que desencantan, cuando la censura del mercado ha sustituido ala del Estado+ pel%culas cada ve3 m"s oscuras, donde la pol%tica se reduce a la manipulacin, la promesa social a una estafa y lo colectivo a la horda brutal. ;e una poca a la otra, de un universo al otro, tambin parece cambiar completamente el estilo de la direccin. 2a indi&nacin del ,oven cineasta se traduc%a en movimientos bruscos de una c"mara en mano que, dentro de un espacio reducido, saltaba de un cuerpo a otro y se acercaba mucho a los rostros para escrutar todas sus e4presiones. El pesimismo del cineasta maduro se e4presa en lar&os planos secuencias que e4ploran toda la profundidad vac%a del campo alrededor de individuos encerrados en su soledad.irculan en el lu&ar, se disipan en el aire o afectan a otros cuerpos y suscitan nuevos movimientos. El realismo est" en la manera de habitar situaciones. $ficionados o profesionales, lo quecuenta para los 0actores1 es su capacidad de percibir las situaciones y de inventar respuestas, una capacidad no formada mediante cursos de arte dram"tico sino por su e4periencia de la vida o por una pr"ctica art%stica for,ada en otro "mbito. Es la capacidad que ponen en pr"ctica 2ars Rudolph, el rocIero alem"n que hi3o posible -as armonas 0erc1meister porque l era J"nos, iroslav Frobot, el director de teatro checo que encarna a aloin en El hombre de -ondres, o Lyula #auer, el escultor, autor de una instalacin memorial sobre el Holocausto en 8udapest y director art%stico de varios filmes de 8la 9arr, que encarna sucesivamente al tabernero maquiavlico de Condena, al tabernero hosco de -as armonas 0erc1meister y al tabernero melanclico de El hombre de -ondres.El e,emplo privile&iado, por supuesto, es el de ih"ly Bi&, el m/sico considerado como coautor de los filmes de 8la 9arr por las pun3antes melod%as que anticipan la te4tura sensible y el ritmo de las secuenciasQ. =nterpreta a =rimias como un persona,e venido de otra parte, como la e,ecucin de una m/sica interior, que les confiere a los discursos mendaces del estafador la misma tonalidad so!adora que a los versos de #etRfi recitados por l en 3ia4e por la llanura hngara, porque so!ar y mentir,como beber y amar, dependen de la misma m/sica5 pertenecen a una misma modalidad fundamental de la espera. Es la misma constancia de afectos que aportan actores que transportan su persona,e de filme en filme, a veces en primer plano, a veces como fi&uras episdicas5 es el mismo rol de ob,eto melanclico del deseo masculino que la misma actri3 Eva $lmassy $lbert encarna a lo lar&o de todo Satantango y furtivamente en el restaurante de El hombre de -ondres, donde su estola de 3orro retiene la mirada dela que antes interpret a la peque!a EstiIe pe&ada al vidrio tras el cual ella se contoneaba al son del acorden. El mismo actor, ih"ly Formos, interpreta el papel de anunciador del desastre en la doble fi&ura de intrprete y cmplice del 0pr%ncipe1 de -as armonas 0erc1meister y del profeta apocal%ptico de El caballo de Turn. . EriIa 8oI conserva, en la constancia de los &estos de la hi,a del vie,o Shlsdorfer o en los deseos de lu,o de la hi,a de aloin, la memoria incorporada de la peque!a idiota. Un lu&ar e,emplarmente ordinario donde puedan ritmarse la espera de lo idnticoy la esperan3a del cambio, donde la tentacin ofrecida y el desastre anunciado conformen la situacin en que los individuos se ,ue&uen su di&nidad, tal es la frmula para la cual los filmes de 8la 9arr deben inventar variantes si&nificativas. El hombre de -ondres e,emplifica una de las posibilidades de la frmula+ su insercin en una intri&a que viene de otra parte. El caballo de Turn e,emplifica el caso inverso+ la forma reducida a sus elementos m%nimos, el filme tras el cual ya no hay ra3n para hacer otros.2o que la novela de