El Soberbio Orinoco. Volumen II · superior a la ordinaria timidez de su sexo, se sobrepuso...

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El Soberbio Orinoco Volumen II Por Julio Verne

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ElSoberbioOrinocoVolumenII

Por

JulioVerne

CAPÍTULOPRIMERO

ALGUNASPALABRASDELPASADO

A las ocho de la mañana del 2 de octubre, las piraguas Gallinetta yMoriche, después de descender por el brazo que sigue a la derecha de lapenínsuladeAtabapo,remontabanelcursodelAltoOrinocobajounfavorablevientodeNoroeste.

Lavíspera,despuésdelaconversacióndelsargentoMarcialydeJacquesHelloch, el primero no podía rehusar al segundo el permiso para que lesacompañase, a su sobrino y a él, hasta la misión de Santa Juana. Ahora elsecretodeJuanadeKermoreraconocidoporaquelquelahabíasalvado,ynotardaríaenserloporGermánPaterne.Hubiera sidodifícilque tal revelaciónnoseefectuase,yhastaerapreferiblequelofuera,dadaslascircunstanciasenlasqueibaahacerselasegundapartedelviaje.PerolosdosjóvenessabríanguardarelsecretoconMiguel,Felipe,Varinas,Mirabalyelgobernadordelaprovincia.

Alregreso,silaspesquisasproducíanelresultadoapetecido,elcoronelDeKermortendríaelplacerdepresentarlesasuhija.

ConvínosetambiénqueniValdez,niParchal,niningunodelosmarinerosdelaspiraguasseríanenteradosdelosúltimossucesos.

Porlodemás,sóloaprobaciónmerecíaelhechodequeelsargentoMarcialhubiera hecho pasar a Juana por sobrino suyo, en la esperanza de evitar lasdificultadesdelacampaña,ylomejoreranomodificartanprudenteconducta.

Pintar la estupefacción, el abatimiento primero, y después la cólera delviejosoldadocuandoJacquesHellochlehizoconocerquehabíadescubiertoelsecreto,seríacompletamenteinútil,puessingrantrabajosecomprenderán.

Tampocohayparaquéhablarde lanaturalconfusiónqueexperimentó lajoven al encontrarse en presencia de JacquesHelloch y deGermánPaterne.Ambos se mostraron respetuosísimos con ella y le dieron seguridadescompletas de su amistad y discreción. Y el carácter decidido de la joven,superior a la ordinaria timidezde su sexo, se sobrepusoperfectamente a lascircunstancias.

—Para ustedes, Juan, siempre Juan—dijo, tendiendo lamano a sus doscompatriotas.

—Siempre,señorita…—respondióGermánPaterneinclinándose.

—Sí…,Juan…,miqueridoJuan—respondióJacquesHelloch—.Asíserá

hastaeldíaenquehayamospuestoalaseñoritaJuanadeKermorenmanosdesupadre.

GermánPaternenocreyódeberhacerningunaobservaciónconmotivodeaquelviajequeseibaaprolongarhastaelnacimientodelOrinoco,¡ytalvezmásallá!

Personalmente,estacircunstanciano ledisgustaba,y leprometíaocasiónde enriquecer sus colecciones, herborizando en la flora del alto río. Esto lepermitiría completar su comisión de naturalista, y, realmente, elministro deInstrucciónPúblicaharíamalen lamentarsedeque la expedición sehubieraextendidohastatanlejos.

JuanadeKermorsentíaseconmovidaante la ideadeque losdos jóvenesibanaunirsusesfuerzosalosdeella,acompañándolahastalamisióndeSantaJuana,ydesafiandoeninteréssuyolaseventualidadesdeaquellaexpedición,aumentandoasílasprobabilidadesdebuenéxito.Asíesqueensucorazónsedesbordaba la gratitud hacia el que la había arrancado a lamuerte y queríaestarasuladoduranteelviaje.

—Amigo mío—dijo al sargento—, ¡cúmplase la voluntad de Dios! ¡Élsabeloquehace!

—¡Antesdeagradecer…esperaréalfin!—selimitóaresponderMarcial.

Ysefueasurincónagruñirasusanchas,avergonzado,comountíoquehaperdidoasusobrino.

JacquesHellochhabíadichoaGermánPaterne:

—Comprenderás que no podemos abandonar a la señorita Juana deKermor.

—Todo lo comprendo,mi querido Jacques—respondióGermán Paterne—, ¡hasta las cosas de las que pretendes que no entiendo nada!Has creídosalvar a un joven; has salvado a una joven…, y es evidente que nos seráimposibleabandonaraestainteresantepersona.

—¡NohubieratampocoabandonadoaJuandeKermor!—afirmóJacquesHelloch—. ¡No!No le hubiera dejado expuesto a tantos peligros sin quererparticipardeellos.Eramideber…Nuestrodeber,Germán,eraayudarlehastaelfin.

—¡Conforme!—respondió Germán Paterne con la mayor serenidad delmundo.

He aquí lo que la señoritaDeKermor había sucintamente referido a susdoscompatriotas.

ElcoronelDeKermor,nacidoen1829yqueactualmenteteníasesentay

tres años, se había casado en1859 conuna criolla de laMartinica.Losdosprimeroshijoshabidosdesumatrimoniomurierondecortaedad.Juananoleshabía conocido, y de tal pérdida, los señores De Kermor quedaroninconsolables.

El señor De Kermor, oficial distinguido, debió a su bravura, a suinteligenciayasuscualidadesespecialesrápidosybrillantesascensos.Aloscuarentayunañoseracoronel.Elsoldado,cabodespués,ydespuéssargentoMarcial,profesabagranafectoyadmiraciónaloficialquelesalvólavidaenelcampodebatalladeSolferino.Ambosparticiparondespuésenlafunestayheroicacampañacontralosprusianos.

Dosotressemanasantesdeladeclaracióndeestaguerraen1870,asuntosdefamiliahabíanobligadoalaseñoraDeKermorapartirparalaMartinica.Allí nació Juana. Enmedio de los violentos disgustos que le enervaban, elcoronelexperimentógranalegríaporelnacimientodesuhija.Anoretenerlesudeber,hubiérase reunidoconsumujerehijaen lasAntillasy lashubierallevadoaFrancia.

EnestascondicioneslaseñoraDeKermornoquisoesperarqueelfindelaguerrapermitieraasuesposoirabuscarla.Deseabaencontrarseasulado,yenel mes de mayo de 1871, embarcó en San Pedro de la Martinica en unpaqueboteinglés,elNorton,condestinoaLiverpool.

La señoraDeKermor iba acompañadadeuna criolla, el amade suhija,entonceséstadealgunosmeses.SuintencióneraconservaraquellamujerasuserviciocuandoregresaseaNantes,dondevivíaantesdesupartida.

Enlanochedel23al24demayo,enplenoAtlántico,yacausadeespesaniebla, elNorton fue abordado por el vapor españolVigo, de Santander. ElchoqueechóapiquealNorton,arrastrandoasuspasajeros,exceptocincodeéstos,yalatripulación,exceptodos,sinqueelVigopudieraauxiliarles.

La señora De Kermor no tuvo tiempo de abandonar el camarote queocupaba,situadoenlapartedondeseprodujoelchoque,ylanodrizaperecióigualmente,aunqueconsiguiósubiralpuenteconlaniña.

ÉstalogrósalvarsegraciasalosesfuerzosdeunodelosdosmarinerosdelNorton,queconsiguióllegaralVigo.

Hundido el Norton, el navío español, averiado en la proa, pero cuyasmáquinas no habían resultado estropeadas por el choque, permaneció en ellugar de la catástrofe y echó sus botes a lamar. Sus prolongadas pesquisasfueronvanasytuvoquedirigirsehadalamáspróximadelasAntillas,dondellegóochodíasmástarde.

Deallíseefectuóelrepatriamientodelaspersonasquehabíanencontrado

refugioabordodelVigo.Entrelospasajerosdeestenavíoestabanelseñoryla señora Heredia, ricos colonos de La Habana, que quisieron recoger a lapequeñaJuana.¿Carecíaahoradefamiliaestaniña?Nosepudosaber.Unodelosdosmarinerossalvadosafirmabaquelamadredelapequeña,unafrancesa,habíaembarcadoenelNorton,peroqueignorabasunombre;¿ycómosaberlosinohabíasidoinscritaenlasoficinasdelvaporinglésantesdelembarco?Asísehizoconstarenlainformaciónrelativaalabordajedelosdosnavíos.

Juana,adoptadaporlosHeredia,lessiguióaLaHabana.Allílaeducaron,después de haber procurado inútilmente descubrir a qué familia pertenecía.RecibióelnombredeJuana.Muyinteligente,aprovechólaeducaciónqueledieronyaprendióahablarindistintamenteelfrancésyelespañol.

Por lodemás,sabíasuhistoria,queno lehabíanocultado.AsíesquesupensamientolaarrastrabasiemprehaciaFrancia,dondetalvezseencontrabaunpadrequelallorabayquenoesperabavolverlaaver.

RespectoalcoronelDeKermor,fácilmenteseimaginacuánintensohabíasidosudolorcuandoseviodoblementeheridoporlamuertedesumujerydeaquellahijaqueniaunconocía.Enmediodelasconmocionesdelaguerrade1871, supo que su esposa se había decidido a abandonar a San Pedro de laMartinicaparairareunirseconél.Ignoraba,pues,quehubiesetomadopasajea bordo del Norton. Y cuando lo supo, fue al mismo tiempo de recibir lanoticia de aquel siniestro marítimo. En vano multiplicó sus pesquisas. Noprodujeronmásresultadoquedarlelacertezadequesumujerysuhijahabíanperecidoconlamayorpartedelospasajerosytripulantesdelpaquebote.

Eldolordel coronelDeKermor fue inmenso.Perdía a lavez a lamujeradoradayaaquellaniña,delaquenielprimerbesohabíarecibido.Talefectoleprodujoestadobledesgracia,quese llegóa temerporsu razón.Cayó tangravemente enfermo, que sin los asiduos cuidados de su fiel soldado, elsargentoMarcial,lafamiliaDeKermorsehubieraextinguidoenlapersonadesujefe.

Elcoronel sanó, sinembargo,perosuconvalecencia fue larga.Habiendotomadolaresoluciónderenunciaraloficioquehabíasidoelhonordetodasuvida y que le reservaba magnífico porvenir, presentó su dimisión en 1873.Teníaentoncescuarentaycuatroaños.

Desdeestedía,elcoronelDeKermorviviómuyretirado,enunamodestacasadecampoenChantenay-sur-Loire,cercadeNantes.

No recibía a ningún amigo y no tenía más compañero que el sargentoMarcial,quesehabíaretiradodelservicioalmismotiempoqueél.Noeramásqueuninfelizabandonadosobreunacostadesiertadespuésdeunnaufragio,elnaufragiodesusafectos.

Enfin,dosañosmástardeelcoronelDeKermordesapareció.PretextóunviajeyabandonóaNantes.ElsargentoMarcialesperóinútilmentesuregreso.La mitad de la fortuna del coronel —unos 10 000 francos de renta— fuedejadaporélaaqueldevotocompañerodearmas,quelarecibiódelnotariodelafamilia.Encuantoalaotramitad,elcoronelDeKermorlahabíarealizadoylallevaba…¿Dónde?Estodebíaquedarenelmásimpenetrablemisterio.

El acta de donación al sargento Marcial iba acompañada de una notaconcebidaenlossiguientestérminos:

«Doymi adiós de despedida ami bravo soldado, con el que he queridopartirmisbienes.Quenoprocureencontrarme,puesseríatrabajoinútil.Estoymuerto para él, paramis amigos, para estemundo, como estánmuertos losseresquemásheamadoenlatierra».

Ynadamás.

ElsargentoMarcialnoquisocreerenlaimposibilidaddenovolveravernuncaasucoronel.Practicóalgunaspesquisasconobjetodedescubrirenquépaís había ido a sepultar su desesperada existencia, lejos de los que leconocían,yalosquedabauneternoadiós…

Entretanto, la niña crecía al lado de su familia adoptiva. Doce añostranscurrieron antes que los Heredia llegasen a recoger algunas noticiasrelativas a la familia de la niña.Al fin se supo que una señoraDeKermor,pasajera a bordo del Norton, era la madre de Juana, y que su marido, elcoroneldeestenombre,vivíaaún.

Juanaeraentoncesunaniñadedoceañosqueprometíaconvertirseenunaencantadora joven. Instruida, seria, penetradadeunprofundo sentidode susdeberesposeíaunaenergíapococomúnasuedadyasusexo.

Los Heredia no se creyeron con derecho a ocultarle aquellas nuevasnoticias, y, apartir de estedía, parecióque su espíritu estaba iluminadoporpersistenteluz.Secreyóllamadaparaencontrarasupadre.Estacreenciallegóasersupensamientohabitual,especiedeobsesiónqueproducíamodificaciónnotoriaensuestadointelectualymoral.Aunquemuydichosaenaquellacasa,dondehabíapasadosu infanciaydonde la tratabancomoasuhija,noviviómásque con la ideade reunirse al coronelDeKermor.Se supoque éste sehabía retirado aBretaña, cerca deNantes, su ciudad natal. Le escribió parasabersiresidíaallíactualmente.¡Quétristenuevacuandolajovensupoquesupadrehabíadesaparecidohacíabastantesaños!

Entonces la señorita De Kermor suplicó a sus padres adoptivos que lepermitiesen partir para Europa… Iría a Francia… A Nantes… Conseguiríaencontrar las huellas que se consideraban perdidas. Donde los extrañosfracasan,unahija,guiadaporsuinstinto,puedeobtenerbuenéxito.

LosHeredia consintieronen supartida sin esperanza alguna.La señoritaDeKermorabandonó,pues,aLaHabana,y,trasfeliztravesía,llegóaNantes,donde encontró al sargentoMarcial, que seguía ignorando el paraderode sucoronel.

Júzguesedelaemocióndelviejosoldadocuandoaquellaniña,aquiensecreíavíctimadelacatástrofedelNorton,franqueólosumbralesdelacasadeChantenay. El sargento no quería creerlo, pero le fue preciso. El rostro deJuana le recordaba las faccionesdel coronel; susojos, su fisonomía, todo loquesepuedetransmitirporlasangredesemejanzafísicaymoral.Asíesquerecibióalajovencomoaunángelquesucoronelleenviasedesdeloalto…

Pero en aquella época Marcial había ya abandonado toda esperanza desaberenquépaíselcoronelDeKermorhabíaidoahundirsutristeexistencia.

EncuantoaJuana,tomólaresolucióndenoabandonarlacasapaterna.LafortunaqueelsargentoMarcialhabíarecibido,yqueélpusoadisposicióndela joven, la emplearon ambos en emprender nuevas pesquisas. En vano lafamiliaHerediainsistióparaqueJuanadeKermorvolvieseasulado.Lesfueprecisoresignarseaestarseparadosdesuhijaadoptiva.Juanaagradecióasusbienhechorestodoloqueporellahabíanhecho.Ensucorazónsedesbordabalagratitudhaciaaquéllosaquienessindudanovolveríaaverenlargotiempo.Mas,paraella,elcoronelDeKermorvivíasiempre,ytalvezpodíapensarseasí,puestoquelanoticiadesumuertenohabíallegadoalsargentoMarcialnianingunodelosamigosquehabíadejadoenBretaña…Ellalebuscaría…Ellaleencontraría…Alamorpaternal respondíaesteamor filial,pormásqueelpadrey lahijanosehubieranvistonunca.Habíaentreellosun lazoque lesuníatanfuertequenadapodríaromper.

Lajovenpermaneció,pues,enChantenayconelsargentoMarcial.ÉsteledijoquehabíasidobautizadaconelnombredeJuana,algunosdíasdespuésdenacer, enSanPedrode laMartinica. Juanavivió a su lado, obstinándose enbuscar losmás leves indiciosque lepermitieran lanzarse tras lashuellasdelcoronelDeKermor.

Pero¿aquiéndirigirsepararecibiralgunanoticiadelausente?¿NohabíaelsargentoMarcialintentadotodoslosmedios,sinconseguirnada?¡YpensarqueelcoronelDeKermorsehabíaexpatriadoporcreersesoloenelmundo…!¡Ah! ¡Si supiera que su hija, salvada del naufragio, le esperaba en la casapaterna…!

Transcurrieron varios años… Ningún rayo de luz aclaraba aquellastinieblas… Y sin duda el más impenetrable misterio hubiera continuadoenvolviendoalcoronelDeKermoranoocurrirunsucesoinesperado.

No se habrá olvidado que en 1879 había llegado a Nantes una carta

firmada por el coronel, carta que venía de San Fernando de Atabapo, enVenezuela,AméricadelSur.Dirigidaalnotariode la familiaDeKermor, sereferíaaunasuntopersonalyserecomendabaelmásabsolutosilenciosobrelaexistenciadeestacarta.FallecióelnotariocuandoJuanaseencontrabaaúnenlaisladeMartinicaynadiesabíaquefueselahijadelcoronel.

Siete años después fue hallada la carta entre los papeles del notario.Entonceslosherederosdeéste,queconocíanlahistoriadeJuanadeKermor,su instalación junto al sargento Marcial y las tentativas practicadas paraprocurarse documentos relativos al coronel, se apresuraron a comunicarle elhallazgodelacarta.

Juanaeraentoncesmayor.Enel tiempoquehabíavividobajoelamparomaternal,queasípuededecirse,delantiguocompañerodearmasdesupadre,la educaciónque recibierade la familiaHeredia sehabía completadocon lainstrucciónsólidayseriaqueofrecelapedagogíamoderna.

Imagínese lo que sintió, el ardentísimo deseo que se apoderó de ellacuando el documento referido cayó en susmanos. Era la certeza de que elcoronelDeKermorseencontrabaenSanFernandoen1879.Ysiseignorabaloquehabíasidodeéldespuésdeestetiempo,porlomenoshabíaunindicio,indicio tanbuscadoquepermitíadar losprimerospasosenelcaminode laspesquisas. Se escribió al gobernador de San Fernando varias veces… Lasrespuestasfueronsiemprelasmismas…NadieconocíaalcoronelDeKermor;nadie recordaba que hubiese estado en el pueblo…Y, sin embargo, la cartaexistía.

En estas circunstancias, ¿no sería lo mejor ir a San Fernando?Seguramente.Ylajovenresolviópartirparaestepunto.

La señorita De Kermor sostenía correspondencia regular con la familiaHeredia.Hizoconocerasuspadresadoptivossudeterminacióndeirdondetalvez sería posible encontrar las últimas huellas de su padre, y aquéllos nopudieronmenosdeanimarlaensuresoluciónapesardelasdificultadesdetalviaje.

Pero ¿daría el sargento su aprobación a proyecto tan grave? ¿No seopondríaalcumplimientodeloqueJuanaconsiderabacomoundeber?¿Noseresistiría a él por temor a las fatigas, a los peligros que ella correría en laslejanas regiones deVenezuela? ¡Tantos kilómetros que franquear! ¡Lanzarseuna joven a tan aventurada campaña con un viejo soldado por guía, puesseguramenteélnoladejaríapartirsola…!

—Y, sin embargo, mi buen Marcial tuvo que acceder —dijo Juana,terminandosurelato,queacababadedescorrerantelosdosjóveneselvelodelpasado—.Sí,haconsentido,¿noesverdad?

—Yhetenidoocasióndearrepentirme—respondióelsargentoMarcial—,puestoque,apesardetantasprecauciones…

—Nuestrosecretohasidodescubierto—añadióla jovensonriendo—.Yono soy tu sobrino, ni tú eresmi tío… Pero ni el señor Helloch ni el señorGermánPaternediránnadaanadie…¿Noesverdad,señorHelloch?

—¡Anadie,señorita!

—Nadadeseñorita,señorHelloch—seapresuróadecirJuanadeKermor—. Es preciso no tomar la mala costumbre de llamarme de ese modo.Acabaránustedespordescubrirelsecreto.No…Juan;nadamásqueJuan.

—Sí…, Juan…, y nuestro querido Juan, para variar un poco —dijoGermánPaterne.

—Y ahora, señorHelloch, le explicaré a usted lo queme ha exigidomibuenMarcial.Sehaconvertidoentíomío.Hevestidotrajedemuchacho,hecortadomis cabellos y,metamorfoseada así, he embarcado enSaint-NazaireparaCaracas.Habloelespañolcomomilenguanativa,loquemehasidomuyútilenelviaje.¡YhemeaquíenelpueblodeSanFernando!Después,cuandohayaencontradoamipadre,volveremosaEuropaporLaHabana.Tengoquevisitaralagenerosafamiliaquelehareemplazadocercadesuhija,yalaqueambosdebemostantagratitud.

A los ojos de Juana asomaron algunas lágrimas. Pero se recobró enseguida,yañadió:

—No, tío, no; no hay que lamentar que nuestro secreto haya sidodescubierto. Dios lo ha querido, como ha querido que dos compatriotasnuestros,dosdevotosamigos,sehayanencontradoennuestrocamino.¡Yennombredemipadreagradezcoaustedescontodamialmaloquepormíhanhecho,loquehanresueltohacertodavía!

YtendiólamanoaJacquesHellochyaGermánPaterne,quelaoprimieronafectuosamente.

Al siguiente día, los dos jóvenes, el sargento Marcial y Juan(conservaremos este nombre mientras las circunstancias lo exijan) sedespidierondeMiguel,FelipeyVarinasqueproseguíanconsuspreparativosparaexplorarelGuaviareyelAtabapo.Lostrescolegasnoveíansininquietudque el joven se aventuraba por el curso superior del Orinoco, aun con elconcursodesuscompatriotas.

Haciendovotosporelfelizdesenlacedesuviaje,Migueldijo:

—Talveznosencontraráustedaquíasuregresosimiscompañerosyyononoshemospuestodeacuerdo.

Enfin,despuésdehabersedespedidodelgobernadordeSanFernando,quelesentregóalgunascartasparaloscomisariosdelosprincipalespueblos,traslosabrazosdeMirabal,JacquesHellochyGermánPaterne,JuanyelsargentoMarcialseembarcaronabordodesuspiraguas,dispuestasadesamarrar.

Lapoblaciónasistióalapartida.Algunosvivassaludaronalasdosfalcascuandoéstasseapartarondelariberaderechadelrío.Despuésdebordearlasaguas del Atabapo y del Gaviare, ganaron el Orinoco y desaparecieron endirecciónEste.

CAPÍTULOII

PRIMERAJORNADA

LaMoricheylaGallinetta ibanmandadas,comolohabíansidodesdesupartida de Caicara, por los patrones Parchal y Valdez. Con Parchal y sushombres, Jacques Helloch y Germán Paterne no habían experimentadodificultad por la prolongación del viaje. Alistados para una campaña deduración indeterminada, poco les importaba a aquellas bravas gentes que lacampañatuvieseporresultadolaexploracióndelOrinocohastasunacimiento,odecualquieraotrodesusafluentes,desdeelmomentoqueteníanaseguradobuensalario.

EnloqueserefiereaValdez,fueprecisoestablecernuevascondiciones.ElindionodebíaconduciralsargentoMarcialyasusobrinomásquehastaSanFernando, pues el último no había podido hacer el trato más que de estamanerapordepender todode lasnoticiasqueendichopueblo recogiera.Sesabe que Valdez era natural de San Fernando, donde vivía, y después dedespedirsedelsargentoMarcialteníaelproyectodebajarelríoporcuentadeotrospasajeros,comerciantesoviajeros.

Como el sargento Marcial y Juan habían quedado extraordinariamentesatisfechosde lahabilidadydelcelodeValdez,no sindisgusto sehubieranseparado de él para la segunda parte de la campaña, la más difícilseguramente.Así,pues,lepropusieronquecontinuaseabordodelaGallinettaenelcursodeaquellanavegaciónporelAltoOrinoco.

Valdez consintió con gusto. Sin embargo, de los nueve hombres queformabansu tripulaciónsólocincopudoconservar,pues loscuatro restantesdebían emplearse en la recolección del caucho, que les reportaba grandesbeneficios.Felizmenteelpatrónencontróconquienesreemplazarlos,alistandoatresmariquitaresyaunespañol.

Losprimeros,quepertenecenalastribusdesunombreesparcidasporlos

territoriosdelEste, sonexcelentesbarqueros,yéstosconocíanel ríoenunaextensióndevarioscentenaresdekilómetrosmásalládeSanFernando.

Elespañol,apellidadoJorrés,habíallegadoalpuebloquincedíasantes,ybuscaba precisamente ocasión de ir a Santa Juana, donde, según decía, elpadre Esperante no rehusaría admitirle al servicio de la misión. Así, pues,sabedor de que el hijo del coronel De Kermor emprendía aquel viaje, seapresuróaofrecersecomobarquero.Valdez,alquefaltabaunhombre,aceptósuofrecimiento.Esteespañolparecíadotadodeinteligencia,aunqueladurezade sus facciones y el fuego de su mirada no previniesen en su favor. Era,además,taciturnoypococomunicativo.

ConvieneañadirquelospatronesValdezyParchalhabíanyaremontadoelríohastaelMavaca,unodelostributariosdelaizquierda,aunostrescientoscincuentakilómetrosmásabajodelmacizodeParima,dondeseextiendenlasprimerasaguasdelgranrío.YconvienetambiénhacernotarquelaspiraguasempleadasenelAltoOrinocoson,generalmente,deconstrucciónmás ligeraquelasqueseempleanenelcursomedio.PerolaGallinettaylaMoriche,depequeñas dimensiones no parecieron impropias para aquel género denavegación. Se las había examinado con cuidado, carenado sus fondos,puestasenperfectoestado.Enelmesdeoctubre,laestaciónsecanohabajadoaúnalmínimumelcaucedelrío.Suprofundidaddebía,pues,bastaralasdosfalcas, y lo mejor era no cambiarlas por otras, toda vez que sus pasajerosestabanacostumbradosaellasdesdehacíamásdedosmeses.

EnlaépocaenqueChaffanjonrealizabasuextraordinarioviaje,noexistíamásmapa que el de Coddazzi, en general poco exacto y rectificado por elviajero francés. En consecuencia, el mapa corregido por Chaffanjon iba aservirduranteestasegundapartedelacampaña.

Elvientoera favorableybastante fuerte.Lasdospiraguas, con lasvelasizadas, caminaban rápidamente, casi en la misma línea. Los tripulantes,agrupadosenlaproa,noteníanquehacerusodesusbrazos.Hermosotiempo,conuncielosembradodeligerasnubesprocedentesdelOeste.

En San Fernando, las falcas habían sido abastecidas de carne seca,legumbres, conservas, tabacoyaguardiente, así comodeobjetosdecambio,cuchillos, hachas, bujerías de vidrio, espejos, telas, y también de vestidos,mantasymuniciones.Medidaprudente,pues, subiendomásalládelpueblo,hubierasidodifícilprocurarselonecesario,salvoelalimento.Enloqueaésteconcernía,además,lasescopetasdeJacquesHellochylacarabinadelsargentoMarcialproveeríanabundantemente;lapescanodejaríadeserfructuosa,pueselpescadoabundaenlasembocadurasdelosnumerososríosqueengruesanelcursosuperiordelOrinoco.

Alascincodelatardelasdospiraguas,ayudadasporelviento,amarraron

en lapuntade la islaMina,casi frenteaMava.Unaparejadecapibaras fuemuerta,ynohubonecesidaddetocarlasprovisiones,niparalospasajeros,niparalostripulantes.

Aldíasiguiente,4deoctubre,sevolvióaemprenderlamarchaenigualescondiciones.Despuésdenavegarenlínearectasobrelosveintekilómetrosdela parte delOrinoco, a la que los indios dan el nombre deCañónNube, laMoricheylaGallinettahicieronescalaalpiedelasextrañasrocasdePiedraPintada.AllíGermánPaterneprocuró,envano,descifrarlasinscripciones,enparte cubiertas por las aguas.Efectivamente; las crecidas de la épocade laslluviasmanteníansobreelcaucenormalelniveldelrío.Además,seencuentraotraPiedraPintadamásalládelaembocaduradelCassiquiare,conlosmismossignos jeroglíficos: firmaauténticadeaquellas razas indiasqueel tiempoharespetado.

Por costumbre, los viajeros del Alto Orinoco prefieren desembarcardurante la noche.Establecen una especie de campamento bajo los árboles ysuspendensushamacasdelasramasbajas,durmiendoacamporaso.Verdadque, hasta entonces, los pasajeros se habían contentado con el abrigode losroufs a bordo de sus piraguas, y no pensaron que hubiera motivo paraabandonarlo,pues,apartedequelosdurmientesarriesganelsersorprendidosporlluviasrepentinasyviolentas,bastantecomunesenaquellascomarcas,hayotraseventualidadesnomenosinquietantes.

Asílohicieronobservaraquellanochelosdospatronos.

—Si esto librara de los mosquitos —dijo Valdez— lo mejor seríaacampar…Perolosmosquitossontaninfamesenlaplayacomoenelrío…

—Además —añadió Parchal— se expone uno a las hormigas, cuyaspicadurasproducenhorasdefiebre.

—¿No son esos bichos conocidos con el nombre de veinticuatro? —preguntóJuan,muyinstruidoporlalecturaasiduadelaguía.

—Precisamente—respondióValdez—.Sincontarlaschipitas,bichitosqueapenassevenyqueledevoranaunodelacabezaalospies,ylastermitas,taninsoportablesqueobliganalosindiosahuirdesuscasas…

—Y sin contar las niguas—añadió Parchal—, y también esos vampirosquechupanlasangrehastalaúltimagota…

—Y sin contar las serpientes—aumentó Germán Paterne—, algunas deseismetrosdelargo…Prefierolosmosquitos.

—¡Yonoprefieroniairnosniaotrosí!—declaróJacquesHelloch.

Todosfuerondeestaopinión.Asíesquedecidieronacostarseenlasfalcasmientras alguna borrasca, un chubasco, por ejemplo, no obligara a los

pasajerosabuscarrefugioenlaorilla.

Por la tarde se había podido tocar la embocadura del río Ventuari,importante tributariode la riberaderecha.Eranapenas lascincoyquedabandoshorasdeluz.Sinembargo,siguiendoelconsejodeValdez,sehizoaltoenaquel sitio. Sobre el Ventuari, el río, obstruido por las rocas, presenta unanavegacióndifícilypeligrosa,queseríaimprudenteintentarenlaproximidaddelanoche.

Comieron todos juntos. El sargento Marcial no podía hacer objecionessobre este punto, ahora que el secreto de Juan era conocido por sus doscompatriotas. Jacques Helloch y Germán Paterne demostraban extremareserva en sus relaciones con la joven. Se hubieran reprochado (JacquesHelloch sobre todo) de molestarla con demasiada asiduidad. Sentía, si noaturdimiento,unsentimientoparticularcuandoseencontrabaenpresenciadela señorita De Kermor. Ésta no podía menos de advertirlo, pero no sepreocupaba de ello. Se comportaba con la misma franqueza y sencillez desiempre.Invitabaalosdosjóvenesaquefuesenensupiraguacuandollegabala noche. Después hablaban de los incidentes de la navegación, de laseventualidadesdelporvenir,delasprobabilidadesdeunresultadofeliz,delasnoticiasquesindudaseobtendríanenlamisióndeSantaJuana.

—Es de buen agüero que lleve ese nombre —hizo observar JacquesHelloch—.Sí…,debuenagüero,puestoqueesprecisamente eldeusted…,señorita…

—Juan…, Juan…, si a usted le parece—interrumpió la joven sonriendomientraselsargentofruncíaelceño.

—Sí,Juan—respondióJacquesHelloch;despuésdeindicarconungestoqueningunodelosmarinerosdelasfalcaslehabíaoído.

Aquella noche la conversación recayó sobre el afluente, a cuyaembocaduraestabanamarradaslasdospiraguas.

EsunodelosmásconsiderablesdelOrinoco.Vierteenélenormemasadeaguapor sietebocas,al travésdeunade lascurvasmáspronunciadasde susistemahidrográfico,uncodoenánguloagudo.

El Ventuari desciende del Nordeste al Sudoeste, y riega los territoriosordinariamente habitados por los indiosmacos y los indiosmariquitares. Elcaudal que aporta es, pues, más voluminoso que el de los afluentes de laizquierda.

ÉstallevóaGermánPaterneadeclararencogiéndosedehombros:

—Verdaderamente, losseñoresMiguel,FelipeyVarinas tendríanaquíunbuenmotivodediscusión.HeahíaeseVentuarique lesdisputaría,ynosin

ventaja,elderechoalAtabapoyalGuaviare;ysiesosseñoresestuvieranaquíestanoche,oiríamossusargumentosrespectivos.

—Esprobable—respondióJuan—,puesesteríoeselmásimportantedelaregión.

—Yosientoqueeldemoniodelahidrografíaseapoderedemicerebro—exclamóGermánPaterne—.¿PorquéelVentuarinohadeserelOrinoco?

—Sicreesquevoyadiscutirestaopinión…—dijoJacquesHelloch.

—¿Yporquéno?EstanbuenacomoladelosseñoresVarinasyFelipe…

—Querrásdecirqueestanmala.

—¿Yporquérazón?

—PorqueelOrinocoeselOrinoco…

—¡Magníficoargumento,Jacques!

—¿De modo, señor Helloch —preguntó Juan—, que su opinión estáconformeconladelseñorMiguel?

—Enabsoluto,miqueridoJuan.

—¡Pobre Ventuari! —respondió riendo Germán Paterne—. Veo que notienesprobabilidadesdeéxito…yteabandono.

Losdías4,5y6exigierongrantrabajo,quefueprecisopediralosbrazosdelostripulantes,yaparahalar,yaparalasmaniobrasdelosremosydelaspalancas. Después de Piedra Pintada, las piraguas tuvieron que contorneardurantesieteuochokilómetrosunmontóndeislotesyarrecifesquehacíalamarcha muy lenta y difícil. Aunque el viento seguía soplando del Oeste,servirse de las velas hubiera sido imposible en aquel laberinto. Además lalluviacayóabundantemente,ylospasajerossevieronobligadosaencerrarseensusroufsdurantelargashoras.

Pasados estos arrecifes sucedieron los rápidos de SantaBárbara, que laspiraguasfranquearonfelizmente,sinverseobligadasatransbordoalguno.Novieronenestesitiolasruinasdelantiguopueblo,indicadasporChaffanjon,yno parecía que aquella porción de la ribera izquierda hubiera estado jamáshabitadaporindiossedentarios.

Más allá de Cangreo la navegación pudo continuar en condicionesnormales, lo que permitió a las falcas llegar en la tarde del 6 de octubre alpueblodeGuachapana,dondehicieronescala.

Y si los patrones Valdez y Parchal hicieron alto, fue únicamente paraconcedermediodíayunanochededescansoasustripulantes.

Guachapanasecomponedemediadocenadecabañasabandonadasdesdelargotiempo.Obedeceestoaquelosalrededoresestáninfestadosdetermitas,cuyosnidosmidenhastadosmetrosdealtura.Anteaquella invasiónnohaymásqueunrecurso:cederleselsitio,yestoesloquehabíanhecholosindios.

—Tal es —observó Germán Paterne— el poder de lo infinitamentepequeño. Nada resiste a los bichejos si su número es enorme. Se puederechazar una bandada de tigres, de jaguares, hasta desembarazar de ellos alpaís…,ynoseacampaanteestosbichos.

—Anoserunindiopiaroa,segúnheleído—dijoJuan.

—Peroesoshuyenmásporsupersticiónqueportemor—añadióGermánPaterne—, mientras que las hormigas, las termitas, acaban por hacerinhabitableunpaís…

Alascinco,lostripulantesdelaMoricheseapoderarondeunatortugadegrantamaño.Estequeloniosirvióparacondimentarunaexcelentesopa,yunno menos excelente caldo, al que los indios dan el nombre de sancocho.Además,yestopermitíaeconomizarlasprovisionesdelasfalcas,enlaorilladelosbosquesvecinos,monos,capibarasypecaríesnoesperabanmásqueuntiroparafigurarenlamesadelospasajeros.Portodaspartessepodíarecogerananásybananos.Porencimadelaplayavolabanbandadasdeánades,guacosdevientreblancuzco,gallinasnegras.Enlasaguashormigueabanlospeces,yson tan abundantesque los indígenas losmatana flechazos.Enunahora sehubieranllenadolosbotesdelaspiraguas.

La cuestión de alimentación no debía, pues, preocupar a los viajeros delAltoOrinoco.

MásalládeGuachapana,laanchuradelríonopasadequinientosmetros.Sinembargo,sucursoestásiempredivididopornumerosasislasqueoriginanrápidascorrientesquesedesarrollanconmolestaimpetuosidad.

LaMoricheylaGallinettanopudieronllegaraqueldíamásqueala islaPerrodeAgua,yeracasidenochecuandollegaron.

A veinticuatro horas de allí, después de un día lluvioso, turbado variasvecesporsaltosdevientoqueobligaronanavegaralapalancamásarribadelaislaCamucapi,losviajerosllegaronalalagunaCarida.

Enotraépocahabíaenestesitiounpuebloquefueabandonado,porqueunpiaroahabíasucumbidobajolosdientesdeuntigre,hechoquefuecertificadoaChaffanjon.Elviajero francésnoencontróenestepueblomásquealgunacasautilizadaporunindiobare,menossupersticiosoomenospoltrónquesuscongéneres.Estebare fundóun rancho, cuyoperfectoestadodeprosperidadreconocieron Jacques Helloch y sus compañeros. Comprendía el rancho

algunos campos de maíz, de yuca, plantaciones de bananos, de tabaco yananás.Alserviciodel indioydesumujerhabíaunadocenadepeonesquevivíanenCaridaenlamásdichosaarmonía.

Difícil hubiera sido rehusar la invitación que el indio hizo a los viajerosparaquevisitasensuestablecimiento.Fueabordodelaspiraguasasíqueéstasarribaron.Seleofrecióunvasodeaguardiente.Aceptólo,peroacondicióndeque se iría a beber la tafia y a fumar los cigarrillos a su casa.Hubiera sidopococorrectorehusar,talinvitación,ylospasajerosprometieroniralranchodespuésdecomer.

Entonces se produjo un incidente, al que no se dio ni podía darse granimportancia.EnelmomentoenquedesembarcabadelaGallinetta,elbaresefijó en uno de los hombres de la tripulación, aquel Jorrés, al que el patrónhabíareclutadoenSanFernando.

NosehabráolvidadoqueelespañolhabíaofrecidosusserviciossóloporsersuintencióniralamisióndeSantaJuana.

Elbarelepreguntó,despuésdemirarleconalgunacuriosidad.

—Eh,amigo…Yolehevistoaustedenalgunaparte…

Jorrésfruncióligeramenteelentrecejoyseapresuróaresponder:

—Aquí,no…Nohevenidonuncaalrancho.

—Estoesasombroso…PocosextranjerospasanporCarida,ynoseolvidasurostroaunquenoselehayavistomásqueunavez.

—TalvezmehabráustedvistoenSanFernando.

—¿Cuántotiempohacequeestáustedallí…?

—Tressemanas.

—No…,puesallínohasido.HacemásdedosañosquenoheidoaSanFernando.

—Entoncesseengañausted…Nuncamehavisto—respondióelespañolcontonobrusco—.ÉsteeselprimerviajequehagoporelAltoOrinoco.

—Quierocreerleausted—respondióelbare—,ysinembargo…

Aquíterminólaconversación;yaunqueJacquesoyóelfinaldeella,nosepreocupóporloqueoía.Efectivamente,¿porquéhabíadeocultarJorrésquehubieraidoaCarida,desercierto?

Además,Valdeznoteníamásquemotivosdealabanzaporaquelhombreque no retrocedía ante ninguna faena por fatigosa que fuera; únicamente sepodíanotar quevivía apartadode losdemás, quehablabapoco, escuchando

másbienloquesedecía,tantoentrelospasajeroscomoentrelostripulantes.

Sinembargo,despuésdeldiálogoentreelbareyJorrés,aJacquesHellochacometiólelaideadepreguntaralúltimoelmotivoquelellevabaalamisióndeSantaJuana.

Juan,vivamenteinteresadoenloqueconcerníaaestamisión,esperaba,nosinimpaciencia,larespuestadelespañol.

Éstafuemuysencilla,ysinquemostrarainquietuddijo:

—Yo,enmiinfancia,estabaenlaiglesiadenovicio,enelconventodelaMerced,deCádiz.Despuésacometiómeeldeseodeviajar.Heservidocomomarinero en navíos del Estado durante algunos años. Pero este serviciomefatigó, y, vuelto a mi antigua vocación, pensé entrar en las misiones. MeencontrabaenCaracasenunnavíomercante,haceseismeses,yoíhablardelamisión de Santa Juana, fundada hace algunos años por el padre Esperante.Tuve entonces el pensamiento de unirme a él, no dudando que sería bienacogido en este establecimiento que prospera. He abandonado a Caracas, yofreciéndome como barquero, ya a bordo de una piragua, ya de otra, pudellegaraSanFernando.EsperabaallíunaocasiónderemontarelAltoOrinoco,y mis recursos, es decir, lo que había economizado durante el viaje,empezaban a agotarse cuando las piraguas que les conducían a ustedesanclaron en el pueblo. Se extendió la noticia de que el hijo del coronelDeKermor, con la esperanza de encontrar a su padre, se disponía a partir paraSanta Juana.SabiendoqueelpatrónValdez reclutaba su tripulación, solicitéde él queme admitiera, y heme aquí navegando a bordo de laGallinetta…Tengo,pues,motivosparaafirmarqueesteindiojamásmehavistoenCarida,puestoquehearribadoaestepuertoporvezprimera.

A Jacques Helloch y a Juan convencióles el tono de verdad con quehablaba el español. Esto no podía extrañarles, pues, según el relato, aquelhombre había recibido en su juventud alguna instrucción. Le propusieronentonces alistar a algún indio para que se instruyera en el trabajo de laGallinettayconservaraJorréscomopasajeroabordodeunadelaspiraguas.

Jorrés dio las gracias a los dos franceses. Habituado ahora al oficio debarquero, después de haberlo desempeñado hasta el rancho de Carida,continuaríadesempeñándolohastalasfuentesdelrío.

—Y—añadió—sinoconsigoentrarenelpersonaldelamisión,suplicaréaustedesquemellevenaSanFernando,tomándomeasuservicio,yhastaaEuropacuandoregresenustedesaella.

El español hablaba con voz tranquila, pero algo dura, aunque procurasesuavizarla.Vozapropiadaasufisonomíaruda,asuairedecidido,asucabezafuerte de cabellera negra, a su boca, cuyos delgados labios se levantaban,

dejandoverlosblanquísimosdientes.

Teníatambiénunaparticularidadquenadiehastaentonceshabíaadvertido,peroquedesdeaquellafechafuevariasvecesobservadaporJacquesHelloch:era la singular mirada que frecuentemente dirigía a Juan. ¿Había, pues,descubierto el secreto de Juan Kermor, que no sospechaban ni Valdez, niParchal,niningunodelostripulantesdelasdosfalcas?

EstoinquietabaaJacques,yelespañolmerecíaservigilado,aunquenilajovennielsargentoMarcialhubieranconcebidolamenorsospecha.SilasdeJacques Helloch se cambiaban en certidumbres, llegaría la ocasión dedesembarazarse de Jorrés, desembarcándole en algún pueblo, en Esmeralda,por ejemplo, cuando las piraguas anclasen en él.No se le daría explicaciónalguna.Valdez le arreglaría su cuenta, y él se trasladaría comoquisiera a lamisióndeSantaJuana.

A propósito de esta misión, Juan interrogó al español, preguntándole siconocíaalpadreEsperante,juntoalcualdeseabair.

—Sí,señorDeKermor—respondióJorrés,trasunmomentodevacilación.

—¿Lehavistousted?

—EnCaracas.

—¿Enquéépoca?

—En1879,cuandomehallabaabordodeunnavíomercante.

—¿EralaprimeravezqueelpadreEsperanteibaaCaracas?

—Sí…Laprimeravez,ydeallípartióparairafundarlamisióndeSantaJuana.

—¿Yquéclasedehombrees?—añadióJacquesHelloch—.Mejordicho,¿quéclasedehombreeraenaquellaépoca?

—Unhombredeunoscincuentaaños,deelevadaestatura,vigoroso,queusaba barba de abanico, ya gris, y que al presente debe ser blanca. Seadivinabaenélunanaturalezaresuelta,enérgica,comolasdeesosmisionerosquenovacilanenarriesgarsuvidaparaconvertirindios.

—¡Nobleempresa!—dijoJuan.

—¡Lamáshermosaqueconozco!—contestóelespañol.

Con esta respuesta terminó la conversación. Era llegada la hora de ir avisitar el rancho del bare. El sargento Marcial y Juan, Jacques Helloch yGermánPaternedesembarcaronenlaorilla.Después,atravesandoloscamposdemaízyyuca,sedirigieronalacasaenquevivíaelindioconsumujer.

Estabaestacasamáscuidadosamenteconstruidaqueloestándeordinariolas cabañas de los indios de aquella región. Contenía diversos muebles,hamacas,utensiliosdecultivoydecocina,unamesa,varioscestosqueservíanparaguardarobjetos,yalgunosescabeles.

Hizoloshonoreselbare,puessumujernocomprendíaelespañol,lenguadelaqueélseservíacorrientemente.Dichamujereraunaindiamediosalvaje,ysindudainferiorasumarido.

Éste,muyorgullosodesudominio,hablólargamentedesuexplotación,desu porvenir, manifestando el disgusto que sentía porque sus huéspedes nopudieranvisitarelranchoentodasuextensión,aunqueesperabaquealregresopermanecieranallímástiempo.

Algunasgalletasdeyuca,ananásdeprimeracalidad, tafia,queelmismobare extraía de las cañas de azúcar, cigarros de ese tabaco que crece sincultivo,simpleshojasarrolladasenunapequeñacortezadetabari.Todoestofueofrecidoyaceptadodebuenavoluntad.

ÚnicamenteJuanrenuncióaloscigarrosapesardelainsistenciadelindio,y sólo consintió enmojar sus labios con algunas gotas de tafia. Precauciónprudente,porqueeltal licorabrasabacomofuego;ysiJacquesyelsargentonopestañeabanaltomarlo,GermánPaternenopudocontenerungestoquelehubieranenvidiadolosmonos,loquealparecersatisfizoalindio.

Alasdiezseretiraronlosvisitantes,yelbare,seguidodealgunospeones,lesacompañóhastalasfalcas,cuyastripulacionesdormíanprofundamente.

En el momento en que se despedían, el indio no pudo menos de decir,refiriéndoseaJorrés:

—A pesar de todo, estoy seguro de haber visto a ese español en losalrededoresdelrancho.

—Y¿porquéhabíadeocultarlo?—preguntóJuan.

—Nohaymásqueunparecido,mibravoindio—secontentóconreplicarJacquesHelloch.

CAPÍTULOIII

ESCALADEDOSDÍASENDANACO

Hacía cuarenta y ocho horas que ya se dibujaba en el horizonte Este lacimade unamontaña, que los dos patrones,Valdez yParchal, decían ser elmonteYapacana.Añadíanqueestamontañaestabaencantada,yquetodoslos

años, en febrero y marzo, los espíritus encienden en su cúspide una granhoguera, cuyo reflejo se extiende por toda la comarca, elevándose hasta elcielo.

Laspiraguasllegaronenlatardedel11deoctubrealsitioenqueelmontese muestra en sus verdaderas dimensiones; cuatro kilómetros de extensión,anchuradekilómetroymedio,yalturade1200metros.

Durante los tres días que habían seguido a su partida de Carida, lanavegaciónde las falcas, impulsadasporbrisa constante, sehabía efectuadorápidamenteysinobstáculos.SehabíapasadolaislaLima,remontandoelríoen las riberas, bordeadas de espesas palmeras, sinmás dificultad que las deatravesarunpequeñoraudal,llamado«TravesíadelDiablo».

ElcerrodeYapacanaocupalaplaniciequesedesenvuelvealaderechadelOrinoco.ComoindicaChaffanjon,presentalaformadeunenormesarcófago.

—Y¿porqué—dijoGermánPaterne—nohadealbergardevas,dríadas,trolls,elfosyotrosespíritusdeorigenmitológico?

Frente al cerro, la ribera izquierda, más allá de la isla Mavilla, estabaocupada por la casa del delegado venezolano. Era éste unmestizo, llamadoManuel Asunción, que vivía allí con su mujer, mestiza también; y variosniños.Entotal,unainteresantefamilia.

Cuando las falcas se detuvieron ante Danaco ya era de noche, pues lanavegación se había retrasado por una avería sobrevenida a laGallinetta.Apesardetodasuhabilidad,Valdeznopudoimpedirquelapiragua,cogidaenunremolino,chocaseconunaaristadelaroca.Comoconsecuenciadelchoqueabrióse en la piragua un agujero de poca importancia, puesto que pudo sertapado con algunos puñados de hierbas secas. Pero teniendo en cuenta lacontinuacióndelviaje,precisoeraquelaaveríafuerasólidamentereparada,yenDanacolosería.

Lospasajerospermanecieron toda lanochealpiede laorilla,en lacostameridionaldelaislaMavilla,sinqueeldelegadohubierasidoavisadodesullegada.

Alsiguientedía,alalba,laspiraguasatravesaronelbrazodelríoyfueronaamarrar a una especie de puente, destinado a la carga y descarga de lasembarcaciones.

Danaco era entonces un pueblo, no un simple rancho, como el viajerofrancéshaanotadoensurelación.

En efecto: gracias a la inteligente actividad de Manuel Asunción, elestablecimiento había sido engrandecido en algunos años, y su prosperidadtendíaaaumentar.Elmestizohabíatenidolafelizideadeabandonarsulugar

deGuachapana,máspróximoaSanFernando,dondellegabanmásfácilmentelas enojosas requisas del gobernador. Aquí, en Danaco, estaba casi encompleta libertaddeejercersucomercio,yesta libertadproducíaexcelentesresultados.

Al amanecer, Manuel Asunción tuvo conocimiento de la llegada de laspiraguas,yacompañadodealgunospeonesseapresuróairaveralosviajeros.

Éstos descendieron inmediatamente a la orilla. Allí, Juan creyóconveniente presentar las cartas que le había dado el gobernador de SanFernandoparalosdelegadosdelAltoOrinoco.

ManuelAsuncióntomólacarta,laleyó,yconciertoorgullodijo:

—Noteníayonecesidaddeestacartaparahacerbuenrecibimientoa losviajerosqueveníanahacerescalaenDanaco.Losextranjeros,y sobre todolosfranceses,estánsiempresegurosdeserbienacogidosennuestrospueblos.

—Seloagradecemosausted,señorManuel—respondióJacquesHelloch—.Perouna reparaciónque requiere laaveríadeunadenuestras falcasnosobligarátalvezapermaneceraquícuarentayochohoras.

—Yochodías,siustedquiere,caballero.Danacoestásiempreabiertoaloscompatriotas del francés Truchon, al que los plantadores del Alto Orinocodebengratitudinmensa.

—Sabíamos que íbamos a ser perfectamente recibidos, señorManuel—afirmóJuan.

—Y¿cómolosabíanustedes,mijovenamigo?

—Porque esta hospitalidad que usted nos ofrece, la había usted ofrecidohacecincoañosaunodemiscompatriotas,quellegóhastaelnacimientodelOrinoco.

—¡El señor Chaffanjon! —exclamó el delegado—. ¡Sí! Un audazexplorador, del que conservo excelentes recuerdos…, así como de sucompañeroelseñorMoussot.

—Yquehaconservadonomenosexcelentesrecuerdosdeusted—añadióJuan—, como también de los servicios que usted le prestó…, lo que haconsignadoenlarelacióndesuviaje.

—¿Tieneustedesarelación?—preguntóManuel.

—Latengo,ysilodesealetraduciréelpasajequeserefiereausted.

—Muchoplacermecausará—respondióeldelegado,tendiendolamanoalospasajerosdelasfalcas.

En esta relación, no solamente se hablaba en excelentes términos de

Manuel Asunción y de su establecimiento de Danaco, sino también deTruchon,quevalíaalosfrancesestanbuenafamaenelcursosuperiordelrío.

Truchon fue, hace cuarenta años, a fundar un establecimiento en aquelterritorio del Alto Orinoco. Antes los indios no entendían nada de laexplotacióndelcaucho,ygraciasa losprocedimientosqueél introdujo,estaexplotacióntanfructuosahahecholafortunadeaquellaslejanasregiones.Deaquílalegítimapopularidaddelnombrefrancésentodaslasprovinciasdondedichocultivoformalaprincipalindustria.

ManuelAsuncióncontabasesentaañosdeedad.Teníaaúnlaaparienciadeunhombrevigoroso;elcoloratezado,lafisonomíainteligente,lamiradallenade ardor. Sabía mandar y hacerse obedecer, y era bueno, atento, cuidadosoparalosindiosdesurancho.Eranéstosmariquitares,unadelasmejoresrazasindígenas de Venezuela, y el pueblo que había sido formado en tomo delranchoposeíaunapoblaciónexclusivamentemariquitare.

Una vez que los pasajeros aceptaron la hospitalidad ofrecida por eldelegado, diéronse las oportunas órdenes para que se procedierainmediatamentealareparacióndelaaveríadelaGallinetta.Ibaaserprecisodesembarcar el material, sacarla a la orilla y volverla para calafatear susfondos.ConlosobrerosqueManuelAsunciónpusoadisposicióndeValdez,eltrabajoquedaríaterminadoendosdías.

Eran entonces las siete de la mañana. Tiempo cubierto, nubes muyelevadas, sin amenazasde lluvia, temperatura soportable, puesnopasabadeveintisietegradoscentígrados.

Partióse en dirección al pueblo, oculto bajo espesa arboleda y a mediokilómetrodedistancia.

ManuelAsunción,JacquesHellochyJuan,precedían,siguiendounanchosendero,bientrazado,biencuidado,alsargentoMarcialyaGermánPaterne.

Mientras caminaban, Manuel hacía admirar a los viajeros los ricosproductosdelrancho,cuyocultivoseextendíaasíhastaelrío,plantacionesdemangos, limoneros, cacahuetes, palmeras. Más allá, se veían vastasextensionesdebananos,camposdemaíz,deyuca,decañadeazúcarytabaco.Lascaucherasformabanlacosechadeldominio,comotambiénlahabatonca,arbolillosqueproducenlasarapia.

YManuelrepetía:

—Si su compatriota volviera a vernos, ¡qué cambiado encontraría elranchodeDanaco,sinhablardelpueblo,queesyaunodelosmásimportantesdelterritorio!

—¿MásimportantequeEsmeralda?—preguntóJaquesHelloch.

—Seguramente, pues ese pueblecillo está ahora abandonado, mientrasDanaco se halla en pirata prosperidad —respondió el delegado—. UstedesjuzgarándeellocuandopasenanteEsmeralda.Además,losmariquitaressonindiostrabajadoreseindustriosos,yustedespodránobservarquesuscasassontancómodascomolasdelosmapoyesolospiaroasdelMedioOrinoco.

—Sinembargo—replicóJacquesHelloch—,enUrbanahemosentabladorelacionesconuntalseñorMarchal…

—Ya sé…, ya sé…—respondióManuel Asunción—. El propietario delhato deTigra…Un hombre inteligente…He oído hablarmuy bien de él…Pero,ensuma,suhatonoseconvertiránuncaenunpueblo,ypuebloseráensudíaDanaco…,alquellegamosenesteinstante.

Tal vez el delegado sentía algo de celos porMarchal. «Y ¿dónde van aalbergarse los celos?», se pudo preguntar Jacques Helloch. Por lo demás,Manuel Asunción sólo había dicho la verdad respecto al pueblo, del quehablaba con justo orgullo. En aquella época, Danaco se componía de unascincuentacasas,alasquenoconveníaelnombredecabañas.

Estascasasdescansansobreunaespeciedebasamentocilindrocónico,quedominaunalto tejadodehojasdepalma, terminadoenpunta, adornadaconalgunosarambelesensubase.Elbasamentodichoestáentrelazadoconramas,sólidamenteunidasentresí,ycimentadasdeunamezcladecalyarena,cuyashendedurasledanelaspectodeunmurodeladrillo.

Dospuertas,unaopuestaalaotra,permitenelaccesoalinterior.Envezdeuna única habitación tiene dos, para el uso de los miembros de la mismafamilia, y separadas por la sala común. Notable progreso entre las cabañasindias y que impide toda promiscuidad. Obsérvase progreso igual en elmueblaje, compuesto de mesa, escabeles, cubos, hamacas, que, aunquerudimentario,pruebalanecesidaddecomodidad.

Atravesando el pueblo, los viajeros pudieron observar la poblaciónmasculinayfemeninadeDanaco,pueslasmujeresylosniñosnohuyeronalacercarse.

Loshombres,dehermosotipo,robustosydesanaconstitución,teníantalvezmenostipismoqueenlostiemposenquesutrajesereducíaauntaparrabosujeto a la cintura. Lo mismo sucedía con las mujeres, que antaño secontentabanconunmandilcubiertodepedacitosdevidrioysujetosobrelascaderasporuncinturóndeperlas.Actualmente, su traje, semejantealde losmestizos o indios civilizados, no contravenía las leyes de la decencia. Enresumen,seencontrabaelequivalentealponchoamericanoenlosjefes;yencuantoalasmujeres,llevabangrannúmerodebrazaletesenbrazosypiernas.

Despuésdehaberdadounoscienpasosporelpueblo,eldelegadodirigióa

sus huéspedes hacia la derecha. Dosminutos después llegaron ante la casaprincipaldeDanaco.

Figurémonosunacasadoble,omásbiendoscasasunidas,muyelevadassobre su basamento, y con los muros agujereados con puertas y ventanas.Estabarodeadadeunhayedo,protegidaporempalizadas,conpatiodeentradaante la fachada.Magníficos árboles dábanle sombra por ambos lados, y encada unode ellos había un anexodonde se depositaban los instrumentos decultivooseencerrabanlasbestias.

Larecepciónsecelebróenlaprimerahabitacióndeunadelascasas,dondeestabalamujerdeManuelAsunción,mestizadeindiodelBrasilydenegra,acompañadadesusdoshijos,vigorososmozosdeveinticincoytreintaaños,detezmenoscobrizaquesuspadres.

JacquesHellochysuscompañerosfueroncordialmenterecibidos.

Comotodalafamiliacomprendíayhablabaelespañol,laconversaciónfueseguidasindificultad.

—TodavezquelaGallinettaestáenreparacionesqueduraráncuarentayocho horas, el sargento y su sobrino permanecerán aquí —dijo Manuel,dirigiéndoseasumujer—.Túlesprepararásunaodoshabitaciones,segúnlesconvenga.

—Dos…,siustedquiere—respondióelsargento.

—Dos… sea—añadió el delegado—, y si el señor Helloch y su amigoquierendormirenelrancho…

—Se lo agradecemos a usted —respondió Germán Paterne—. Nuestrapiragua, laMoriche, está en buen estado, y deseosos de no proporcionar austedtantotrabajo,estanocheregresaremosabordo…

—Comoustedesgusten,señores…Ustedesnomolestarían,peronosotrosnoqueremosmolestarlesaustedes.

Despuésdijoasuhijo:

—Será menester enviar algunos de nuestros mejores peones para queayudenalostripulantesdelasfalcas…

—Ynosotrostrabajaremosconellos—respondióelmayordelosjóvenes.

Pronuncióestaspalabrasinclinándoserespetuosamenteantesupadreysumadre;muestrasderespetocomunesentrelasfamiliasdeVenezuela.

Despuésdelalmuerzo,muyabundanteencaza,frutasylegumbres,Manuelpreguntóasushuéspedessobreelobjetodesuviaje.HastaentonceselAltoOrinoconohabíasidofrecuentadomásquepor rarosmercaderesque ibana

Cassiquiare,másarribadeDanaco.Másallánohabíacomercio,yúnicamentealosexploradoresselesocurríatratardellegaralnacimientodelrío.

ManuelquedómuysorprendidocuandoJuanlemanifestólosmotivosquelehabíanhechoemprenderaquellacampaña,alaquesehabíanasociadosusdoscompañeros.

—¿Demodoquevaustedenbuscadesupadre?—dijoconunaemocióndelaqueparticipabansushijosysumujer.

—Sí,señorManuel,yesperamosencontrarsushuellasenSantaJuana.

—¿NohaoídoustedhablardelcoronelDeKermor?—preguntóJacquesHellochaManuel.

—Jamásesenombrehasidopronunciadodelantedemí.

—Y, sin embargo—dijo Germán Paterne—, hace años usted estaba yaestablecidoenDanaco.

—No… Todavía ocupábamos el sitio de Guachapana; pero no tenemosconocimientodelallegadaaestesitiodelcoronelDeKermor.

—Noobstante—insistióelsargentoMarcial,quecomprendíalobastanteparatomarparteenlaconversación—,entreSanFernandoySantaJuananohaymáscaminoqueeldelOrinoco.

—Eselmásfácilyelmásdirecto—respondióManuel—,yunviajeroestáenélmenosexpuestoquesiseaventuraseatravésdelosterritoriosdelinteriorrecorridos por los indios. Si el coronel DeKermor se ha dirigido hacia lasfuentesdelrío,hadebidoderemontarlocomoustedeslohacen.

Hablandoasí,ManuelAsunciónnosemostrabamuyafirmativo.

Era, pues, sorprendente que el coronel De Kermor, cuando se dirigía aSanta Juana, no dejara vestigio alguno de aquella navegación sobre elOrinoco,apartirdeSanFernando.

—Señor Manuel —preguntó entonces Jacques Helloch—, ¿ha visitadoustedlamisión?

—No…NohellegadoalEstemásalládelaembocaduradelCassiquiare.

—¿SelehahabladoausteddeSantaJuana?

—Sí…,comodeunestablecimientopróspero,gradasalossacrificiosdesujefe.

—¿NoconoceustedalpadreEsperante?

—Sí…Le he visto una vez…Hará tres años…Había descendido al ríoparaasuntosdelamisión,ysedetuvoundíaenDanaco.

—¿Y qué clase de hombre es ese misionero? —preguntó el sargentoMarcial.

EldelegadohizodelpadreEsperanteunretratoqueconcordabaconelquedelmismohabíahechoelespañolJorrés.NoeradudosoqueelúltimohubieraencontradoalmisioneroenCaracas,comohabíadicho.

—Ydespuésde supasoporDanaco,¿noha tenidoustedmás relacionesconelpadreEsperante?—preguntóJuan.

—Ninguna—respondióManuel—. Sin embargo, varias veces he sabidoporlosindiosqueveníandelEste,queSantaJuanaaumentabaenimportanciacadaaño.LaobradeesemisioneroeshermosayhonraalaHumanidad.

—Sí,señordelegado—declaróJacquesHelloch—,yhonratambiénalpaísquetaleshombresproduce.SeguroestoydequeseremosbienrecibidosporelpadreEsperante.

—Nolodudenustedes—respondióManuel—,ylestrataráaustedescomosifuerancompatriotassuyos.EslaacogidaquereservabaalseñorChaffanjon,siéstehubierallegadohastaSantaJuana.

—¡Ytalveznospongasobrelashuellasdemipadre!—añadióJuan.

Por la tarde, loshuéspedesdeldelegadovisitaronel rancho;suscampos,bien cultivados; susplantaciones, admirablemente conservadas; susbosques,dondeelhijodeManuelcombatíaincesantementealosmonos;suspraderas,dondepacíanlosrebaños.

Seestabaenlaépocadelarecoleccióndelcaucho,recolecciónprematuraaquelaño.Porreglageneralnoempiezahastanoviembre,paracontinuarhastafinesdemarzo.

Manueldijo:

—Siestolesinteresaraaustedes,mañanalesmostrarécómoseprocedeaestarecolección.

—Aceptamos con mucho gusto —respondió Germán Paterne—, y yosacarébuenprovechodeello.

—A condición de levantarse al alba —observó Manuel—. Desde elamanecerseponenmisgomerosalatarea.

—Nolosharemosesperar,estéustedseguro—respondióGermánPaterne—,¿noescierto,Jacques?

—Estaré dispuesto a esa hora—prometió éste—. ¿Y usted, mi queridoJuan?

—Nofaltaré—respondióJuan—,ysimitíoduermeaún…

—¡Tú me despertarás, sobrino, tú me despertarás! Cuento con ello —respondióelsargentoMarcial—.Puestoquehemosvenidoalpaísdelcaucho,sepamosalmenoscómosehace…

—¡Lagomaelástica,sargento,lagomaelástica!—exclamóGermán.

Yregresaronalacasadespuésdeunpaseoquehabíaduradotodalatarde.Lacomidareunióaloshuéspedesdeldelegadoalamismamesa.

La conversación recayó principalmente sobre el viaje y los incidentesocurridosdesdelapartidadeCaicara,lainvasióndelastortugasyelchubascoquehabíacomprometidolaspiraguasylasvidasdelospasajeros.

—Enefecto—afirmóManuel—.Esos chubascos son terribles, y elAltoOrinoconoestá libredeellos.Respectoa las invasionesde tortugas,nohayque temerlasennuestros territorios,quenoofrecenplayaspropiasparaesosanimales…

—¡Nohablemosmaldeellos!—añadióGermánPaterne—.Unsancochode tortugabienhechoesexcelente.Conesosbichosy losasadosdemonos,¿quién lo creerá?, se está seguro de hacer una buena comida, remontandovuestrorío…

—Exacto —dijo el delegado—. Pero, volviendo a los chubascos,desconfíen ustedes de ellos. Son tan repentinos, y tan violentos más arribacomo más abajo de San Fernando…, y no hay que darle al señor Hellochocasiónparaquelesalveaustedotravez,Juan…

—¡Estábien,estábien!—gruñóelsargentoMarcial,alquenoleagradabaeste asunto—. Tendremos cuidado con los chubascos… Se tendrá cuidado,señordelegado.

GermánPaternedijoentonces:

—¿Ynuestroscompañeros,delosquenohablamosalseñorManuel?¿Esqueleshemosolvidadoya?

—Es verdad—añadió Juan—.Esos excelentes señoresMiguel, Felipe yVarinas…

—¿Quiénessonesosseñores?—preguntóManuel.

—Tresvenezolanos,conlosquehemoshechoelviajedeCiudad-BolívaraSanFernando.

—¿Viajeros?—preguntóManuel.

—Ytambiénsabios—declaróGermánPaterne.

—¿Yquésabenesossabios?

—Mejorharíaustedenpreguntarquéesloquenosaben—dijoJacques.

—Bien,¿quéesloquenosaben?

—NosabensielríoqueriegaesteranchoeselOrinoco.

—¡Cómo!—exclamóManuel—.¿Tendríanlaaudaciadedecir…?

—Eluno,elseñorFelipe,sostienequeelverdaderoOrinocoessuafluenteelAtabapo;elotro,elseñorVarinas,afirmaqueessuafluenteelGuaviare.

—¡Quéatrevimiento!—exclamóeldelegado—.Acreerles,¡elOrinoconoseríaelOrinoco!

Manuelestabaverdaderamentefurioso,furordelqueparticipabansumujerysushijos.Suamorpropiosentíaserealmenteheridoenlafibramásdelicada,ensuOrinoco…,¡elríodelosríos!

Fueentoncesprecisoexplicarles loqueMiguely susdoscolegashabíanido a hacer enSanFernando, y a qué investigaciones, seguidas sin dudadediscusionesborrascosas,debíandeentregarseenaquelmomento.

—Y¿quépretendeeseseñorMiguel?—preguntóeldelegado.

—ElseñorMiguelafirmaqueelOrinocoeselríoquehemosseguidodeSanFernandoaDanaco—respondióGermánPaterne.

—¡Y que sale del macizo de la Parima! —afirmó con resonante vozManuel—. Así, si el señor Miguel viene a vemos, será recibido concordialidad.Perolosotrosdosquenovenganalrancho,pueslesarrojaríamosal río, ¡y beberían en él lo bastante para asegurar que su agua es la delOrinoco!

NadamáschistosoqueManuelhablandoconestaseguridadyprofiriendotan terribles amenazas.Aparte toda exageración, hubiera defendido a su ríohastalaúltimagota.

Alasdiezdelanoche,JacquesHellochysucompañerosedespidierondelafamiliadeAsunción,delsargentoydesusobrino,yregresaronasupiragua.

Fueseinvoluntariamente,oporefectodeunpresentimiento,Jacquespensóen Jorrés. No había que dudar que el español conocía al padre Esperante,hubiéraleencontradoenCaracasoenotraparte,puestoquelehabíapintadotalcomoManuelacababadehacerlo.

NosepodíaacusaraJorrésdehaberinventadounsupuestoencuentroconelmisioneroconobjetode imponersea lospasajerosde laspiraguas,quesedirigíanaSantaJuana.

Sin embargo, de otra parte quedaba la afirmación del indio bare,pretendiendoqueJorréshabíayadebidoremontarelOrinoco,almenoshasta

el rancho de Carida. A pesar de la negativa del español, el indio habíasostenido su afirmación. No es tan grande el número de extranjeros querecorren los territorios de Venezuelameridional para que se pueda cometererrorenningunodeellos.Sisetratasedeunindígena,esteerrorhubierasidoadmisible.

¿Podíaserlo,tratándosedeunespañoltanfácilmentereconocible?

Así, pues, si Jorrés había ido aCarida y, en consecuencia, a los lugaressituados más arriba o más abajo de este punto, ¿por qué lo negaba? ¿Quémotivosteníaparaocultarlo?¿AcasoestohubierapodidoinfluirenelespíritudeaquéllosaquienesacompañabaalamisióndeSantaJuana?

Despuésdetodo,talvezelbareseequivocaba.Entreunoquedice:«Lehevistoaustedaquí»,yotroqueresponde:«Nohapodidoustedverme,porquenunca he venido», si hay error, no puede, evidentemente, provenir delsegundo.

Y,sinembargo,esteincidentenodejabadepreocuparaJacquesHelloch,ynoporloqueaéldirectamenteserefería;perotodoloqueconcerníaalviajedelahijadelcoronelDeKermor,todoloquepudieraretrasarocomprometerelresultado,leinquietabaenaltogrado.

Aquellanoche,hastamuytarde,nolefueposibleconciliarelsueño;yalsiguientedíafueprecisoqueGermánPaternelesacasedellecho,dándoleunaamistosapalmada,enelmomentoenqueelsolaparecíaenelhorizonte.

CAPÍTULOIV

ÚLTIMOSCONSEJOSDEMANUELASUNCIÓN

EsinútilinsistirsobrelossentimientosdeJacquesHellochdesdeeldíaenqueJuanhabíadejadoelsitioaJuana,desdeeldíaenquelahijadelcoronelDeKermor,despuésdehabersidosalvadadelasaguasdelOrinoco,nopodíaocultarsebajoeldisfrazdelsupuestosobrinodelsargentoMarcial.

Se explica lógicamente que la naturaleza de estos sentimientos no seocultaseaJuana,quecontabaveintidósaños,aunquebajoeltrajedeunjovennoparecieratenermásquediecisiete.

Germán Paterne, que no entendía nada de aquellas cosas a creer a sucompañero, había notado los cambios que por inevitable gradación seproducíanenelcorazóndeJacquesHelloch.Ysilehubieradicho:«Jacques,túamasalaseñoritaJuanadeKermor»,esseguroqueaúnJacqueslehubierarespondido:«Mipobreamigo,túnoentiendesnadadeestascosas».

Así es queGermán Paterne no esperabamás que unmomento oportunopara expresar su opinión en este asunto, aunque no fuera más que pararehabilitarensupropiapersonaalosnaturalistas,botánicosydemássabiosdeeste jaez,quenoson tanextrañosa lossentimientosmásdelicadosdelalmacomosesuponeenestebajomundo.

Respecto al sargentoMarcial, cuando pensaba en los diversos incidentessobrevenidos, en su secreto descubierto, en sus planes fracasados, en tantasprecaucionesdestruidasporaquelmalditochubasco,ensusituacióndetíodeJuandeKermorirrevocablementeperdida…¡quédereflexionesnoharía!

Enelfondoestabafurioso;furiosocontrasímismo,furiosocontratodos.Juan no debió haberse caído al río durante la borrasca…Él debió arrojarsepara salvarle, y no consentir que otro lo hiciera.Aquel JacquesHelloch notenía necesidad de haber prestado a la joven sus auxilios. ¿A él qué leimportaba? Y, sin embargo, había hecho bien, porque sin él…, no…, ellahubieraseguramenteperecido.Verdadquesepodíaesperarque lascosasnoiríanmáslejos.Elsecretohabíasidocuidadosamenteguardado.Observandolareservadaactituddel salvadordeJuana,el sargentoMarcialnoveíanadadesospechoso, y su coronel, cuando ambos se encontraran frente a frente, notendríaporquédirigirlereprochealguno.

¡PobresargentoMarcial!

Muy de mañana fue despertado por Juan, pues Manuel y sus hijosesperabanyaantelacasa.

Casi en seguida llegaron sus compatriotas, que habían desembarcado uncuartodehoraantes.

Saludáronse,JacquesHellochanuncióquelasreparacionesdelaGallinettaavanzabanyqueestaríadispuestaparanavegaraldíasiguiente.

Partieronenseguidaparaloscamposdondeestabanlosgomeros.

Enrealidad,estoscampossonmásbienbosquesdondesehanmarcadolosárboles,comosehaceenlaépocadelapoda.Nosetratabadecortarlos,perosídehacerunaincisiónenlacorteza,de«ordeñarlos»,comosedicedelárboldelalecheenlasregionesaustralianas.

Manuel,seguidodesushuéspedes,penetróbajoaquellosextrañosmacizosdecauchoenelmomentoenquelosgomeroscomenzabansutarea.

El más curioso de los visitantes, el que más se interesaba en aquellaoperaciónensucalidaddebotánico,era,¿quiénpuedesorprendersedeello?,era Germán Paterne. Quiso observar de cerca el trabajo, y el delegado seapresuróaresponderatodassuspreguntas.

Laoperacióneramuysencilla.

Enprimer lugar, cadaobrero tenía reservadosuncentenardegomeros, eibaaabrirsucortezaconunhachapequeñaybienafilada.

—¿Acasoelnúmerodeincisionesestálimitado?—preguntóGermán.

—Limitado entre cuatro y doce, según el grueso del árbol—respondióManuel—,yesconvenientequesehagaconprecisiónextrema,demaneradenohacerlasmásprofundasquelopreciso.

—Entonces—respondióGermánPaterne—nosetratadeunaamputación,sinodeunasangría.

Terminada la incisión, la savia corre a lo largo del árbol hasta un botecolocadopararecogerlahastalaúltimagota.

—Y¿cuántotiempoduraelderrame?—preguntóGermánPaterne.

—Deseisasietehoras—respondióManuel.

Durante parte de la mañana, Jacques Helloch y sus compañeros sepasearonporaquellaplantación,mientraslosgomerosagujereabanlosárbolescomosi fueran toneles, justaexpresióndequesesirvióMarcial.Setecientosárboles fueron así sometidos a esta operación, flebotómica, que prometíaabundanterecoleccióndecaucho.

Volvieronalacasaalahoradelalmuerzo,alquehicieronloshonorescongranapetito.LosdoshijosdeManuelhabíanorganizadounapartidadecazaen el vecino bosque, y la caza, preparada por su madre, era excelente.Excelente también el pescado, que dos peones habían cogido o asaetadoaquella misma mañana en las orillas del Orinoco. Excelentes las frutas ylegumbresdel rancho, entre otras las avellanas, que aquel año se daban conprofusión.

Haber asistidoa los comienzosde la recoleccióndel caucho,habervistopracticar las incisiones, no bastaba para satisfacer la curiosidad de GermánPaterne, y suplicó a Manuel le indicase la manera cómo se terminaba laoperación.

—Si estuviera usted algunos días enDanaco—respondió el delegado—podríausted,enprimerlugar,observarquedurantelasprimerashorasdespuésdelaincisiónlagomacorreconciertalentitud.Asíesquesepasaunasemanaantesquelosárboleshayanagotadosusavia.

—¿Demodoqueensóloochodíashabrárecogidoustedtodaesagoma?

—No,señorPaterne.Todas lasnochescadaunode losgomeros traeráelproductodeldía,ydespués seprocederá sin tardanzaalahumado,necesarioparaobtenerlacoagulacióndelagoma.Despuésdeextenderellíquidosobreuna plancha, se le expone el humomuy espeso de leña verde. Entonces se

forma una primera y dura corteza, a la que se sobrepone una segunda,fabricándosedeestemodounaespeciedepandecaucho,queseencuentraencondicionesdeserentregadoalcomercio,ylaoperaciónquedaterminada.

—Y antes de la llegada de nuestro compatriota Truchon —preguntóJacquesHelloch—,¿losindiosnosabíannadadeesto?

—Nada o casi nada—respondió el delegado—. Ni aun sospechaban elvalor de este producto.Así es que nadie preveía la importancia comercial eindustrial que pudiera tener en el porvenir. El francés Truchon, después dehaberseinstaladoprimeroenSanFernando,yenEsmeraldadespués,revelóalosindioslosprocedimientosdeestaexplotación,lamásconsiderabletalvezdeestapartedeAmérica.

—Entonces,¡vivaelseñorTruchonyelpaísenqueviolaluzprimera!—exclamó,o,másbien,canturreóGermánPaterne.

Ybebióconentusiasmo,primeroalasaluddeTruchon,ydespuésaladeFrancia.

Porlatarde,despuésdeunasiestadealgunashoras,eldelegadopropusoasushuéspedesdirigirsealpuertecillodondesetrabajabaenlareparacióndelapiragua. Quería asegurarse por sí mismo de la manera cómo se hacía eltrabajo.Bajaronatravésdeloscamposdelrancho,hacialaribera,escuchandoa Manuel, que hablaba de sus dominios con el legítimo orgullo de unpropietario.

Cuandollegaronalpuerto, laGallinetta, reparadaporcompleto, ibaaserechadaalagua,juntoalaMoriche,quesebalanceaba.

ValdezyParchal, ayudadospor sushombresypeones,habían terminadobiensutarea.Eldelegadoquedómuysatisfecho,yleparecióqueambasfalcasreuníancondicionesexcelentesparacontinuarelviaje.

NohabíamásquearrastrarlaGallinettasobrelaplaya,yunavezaflote,colocar el rouf y la arboladura y embarcar el material. Juan y el sargentoMarcialpodríaninstalarsedenuevoenella,ylapartidaseefectuaríacuandoenelhorizontebrillaranlasprimeraslucesdelalba.

En aquel momento el sol declinaba tras los vapores purpúreos queanunciaban el viento del Oeste, circunstancia favorable de la que conveníaaprovecharse.

Mientras los marineros y los peones tomaban las disposicionesconvenientespara echar al agua laGallinetta,ManuelAsunción, sushijosylospasajerosdelaspiraguassepaseabanporlaplaya.

Entre los trabajadores, el delegado distinguió a Jorrés, tan distinto en eltipoasuscompañeros.

—¿Quiénesesehombre?—preguntó.

—UnodelosbarquerosembarcadosenlaGallinetta—respondióJacquesHelloch.

—Noesindio…

—No.Esespañol.

—¿Dóndelehanreclutado?

—EnSanFernando.

—Y¿desempeñaeloficiodemarinerodelOrinoco?

—No.Peronoshacíafaltaunhombre,yeseespañol,queteníaelpropósitode ir a Santa Juana, se ha ofrecido y el patrón Valdez ha aceptado susservicios.

Había Jorrés notado que se hablaba de él, y mientras se ocupaba en lamaniobraprestabaoído.

JacquesHellochhizoaldelegadolasiguientepregunta,quenaturalmentevinoasumente:

—¿Acasoconoceustedaesehombre?

—No—respondióManuel—.¿EstuvoantesenelAltoOrinoco?

—El indio bare —dijo Helloch— pretende haberle visto en Cari da,aunqueJorrésafirmaquenuncaestuvoenestepunto.

—Leveoporprimeravez—añadióManuel—;ysimehefijadoenélhasido porque es imposible confundirle con un indio… ¿Dice usted que va aSantaJuana?

—Sudeseopareceserentraralserviciodelamisión.Hizoyasunoviciadoantes de correr mundo, pues ha sido marino. A creerle, conoce al padreEsperante por haberle visto enCaracas hace irnos doce años; y esto pareceprobable,puesnoshahechodelmisionerounretratoigualalqueustedmismonoshahecho.

—Después de todo —respondió Manuel—, poco importa eso si esehombreesunbarquerohábil.Solamentequeenestepaíssedebedesconfiardeesos aventureros que no se sabe de dónde vienen, y que se ignora lo quebuscan.

—Tomamosnotadeestaadvertencia, señorManuel—respondióHelloch—,ynocesarédevigilaraeseespañol.

¿OyóJorrésloqueacababadedecirse?Entodocasonolodemostró,pormásqueensusojosbrillasevariasvecesunfuegoquenoconsiguióocultar.

Después, cuando el delegado y los viajeros se aproximaron a la Gallinetta,aunquenohablasendeél,siguióprestandooído.

La conversación recala en aquel instante sobre la necesidad de tener laspiraguasenbuenestadocuandosetratasederechazarlacorriente,muyduraenlapartesuperiordelrío,yManuelhablabadeelloconinsistencia.

—Aún encontrarán ustedes raudales —dijo— menos largos, menosdifíciles, sin duda, que los de Atures yMaipures, pero de navegaciónmuypeligrosa.Hayhastanecesidaddeefectuararrastressobrelosarrecifes,loquebastaría para poner a las embarcaciones fuera de uso si no son deextraordinaria solidez. Veo que se ha trabajado bien en la del sargentoMarcial…¿Noharevisadoustedlasuya,señorHelloch?

—Notemaustedporella,Manuel.Yadiordendeello,yParchaltienelaseguridaddequelaMoricheestásólidaensusfondos.Debemos,pues,esperarquenuestrasdosfalcaspodránsalirsincontratiempodelosraudales,asícomosoportar las acometidas de los chubascos, que, según usted, no son menosterriblesenlapartesuperiordelrío.

—Eslapuraverdad—respondióeldelegado—;ysiporfaltadeprudenciase arriesgara uno con barqueros que no conocieran el río, no se salvaría deesospeligros,que,porlodemás,nosonlosmásterribles…

—¿Ycuáles son los otros?—preguntó el sargentoMarcial, demostrandoalgunainquietud.

—Losquetraelapresenciadelosindiosalolargodeesasriberas.

—Señor Manuel —dijo entonces Juan—, ¿se refiere usted a losguaharibos?

—No,hijomío—respondióeldelegadosonriendo—;puesesosindiossoninofensivos.Bienséqueenotraépocapasabanporpeligrosos.Yprecisamenteen1879,enlaépocaenqueelcoronelDeKermorsubirlahaciaelnacimientodelOrinoco,selesatribuíaladestruccióndevariospueblosylamuertedeloshabitantesdeéstos.

—¡Mi padre habrá tenido que defenderse de los ataques de esosguaharibos…!—exclamóJuan—.¿Habrá,pues,caídoensusmanos?

—¡No…!¡No…!—seapresuróa responderJacquesHelloch—.ElseñorManuelnohaoídodecirnunca…

—¡Nunca,señorHelloch…!¡Nunca,hijomío…!Ylorepito.Supadredeustednohapodidoservíctimadeesastribusindias,porquedesdehacequinceañosnomerecentanmalareputación…

—¿Ha tenido usted relaciones con ellos, señor Manuel? —preguntó

GermánPaterne.

—Sí…Variasveces,yheadquiridolacertezadequeelseñorChaffanjonmehabíadicholaverdadcuando,asuregreso,mepintabaaesosindioscomoseresmíseros,decortaestatura,débiles,cobardesypoco temibles,ensuma.Así es que yo no les diré a ustedes: «Tengan cuidado con los guaharibos»;pero sí;«Tengancuidadocon losaventurerosde todanaciónque frecuentanesossitios.Desconfíendelosbandidoscapacesdetodosloscrímenes,ydelosque el Gobierno debería librar al territorio haciendo que la milicia lespersiguiera».

—Unapregunta—dijoGermánPaterne—.Loque resultapeligrosoparalosviajeros,¿noloesparalosranchosysuspropietarios?

—Seguramente,señorPaterne,yporesoenDanaco,mishijos,mispeonesyyoestamossiemprealerta.Siesosbandidosseaproximaranalranchoseríanotadasupresenciaynonossorprenderían.Seríanrecibidos,ynolesquedaríadeseo de volver. Además, ellos saben que en Danaco los mariquitares notienen miedo y no se atreverían a atacamos. Respecto a los viajeros quenaveganpor el río, sobre todomásarribadeCassiquiare,nodebendejardeejercerunaextremavigilancia,pueslasriberasnoofrecenseguridad.

—Efectivamente—respondióJacquesHelloch—.Noshandichoqueunanumerosacuadrilladequivasinfestaelterritorio.

—Pordesgracia,escierto—respondióManuelAsunción.

—Ysedicequetienenporjefeaunforzadoevadido…

—Sí…¡yesunhombretemible!

—Con ésta son varías las veces que oímos hablar de ese forzado que,segúnsecuenta,seescapódelpresidiodeCayena—dijoelsargentoMarcial.

—DeCayena…,escierto.

—¿Es,pues,unfrancés?—preguntóJacques.

—No…Unespañol,condenadoenFrancia—respondióManuel.

—¿Ysellama?

—Alfaniz.

—¿Alfaniz…?Unnombresupuesto,quizás—dijoGermánPaterne.

—Parecequeésteessuverdaderonombre.

Si en aquel instante Jacques Helloch hubiese mirado a Jorres, hubierasorprendidoensurostrounaagitaciónquenoacertóadisimular.Elespañolsepaseaba entonces por la orilla, acercándose al grupo a fin de oír mejor la

conversación,mientrasseocupabaenrecogervariosobjetosesparcidosporlaarena.

Pero Jacques Helloch acababa de volverse al oír una exclamación delsargentoMarcial.

—¡Alfaniz…! —había dicho éste, dirigiéndose a Manuel—. ¿Ha dichoustedAlfaniz?

—Sí,Alfaniz.

—Ybien…Tieneustedrazón…Nosetratadeunnombresupuesto…Eselverdaderodeestemiserable.

—¿ConoceustedaAlfaniz?—preguntóvivamenteJacquesHelloch,muysorprendidodeladeclaracióndeMarcial.

—¡Si leconozco…!Habla…, Juan…habla…Refiere lacausadeque leconozcamos…Yomeembrollaríaconmimalespañol,yelseñorManuelnomecomprendería.

Juan refirióentonces lahistoriaqueel sargentoMarcial lehabíacontadotantasveces,cuando,ensucasadeChantenay,amboshablabandelcoronelDeKermor.

En 1871, un poco antes de terminar la desastrosa guerra, cuando élmandaba uno de los regimientos de infantería, tuvo ocasión de intervenir,comotestigo,enundobleasuntoderoboydetraición.

El ladrón era el español Alfaniz. El traidor, operando por cuenta de losprusianosyhaciendoensuprovechoelespionaje,cometía robos,convenidoconundesdichadosoldadodeAdministraciónqueparaescaparalcastigosevioenlanecesidaddesuicidarse.

CuandolostratosdeAlfanizfuerondescubiertos,tuvotiempodehuiryfueimposiblecogerle.Porcircunstanciacasual,suarrestofueefectuadodosañosdespués, en 1873, unos seis meses antes de la desaparición del coronel DeKermor.

Conducido ante el Tribunal del Loira, hundido por las acusaciones delcoronel,fuecondenadoalapenadecadenaperpetua.PoresoAlfanizguardóunodioterriblecontraelcoronelDeKermor,odioquesetradujoenlasmásterriblesamenazas,enesperadequepudieratraducirseenactosdevenganza.

ElespañolfueenviadoalpresidiodeCayena,delcualseevadióen1892,diecinueveañosdespués,condosdesuscompañerosdecondena.Comoenlaépoca de su condena contaba veintitrés años, contaba cuarenta y dos alevadirse. Considerado como malhechor muy peligroso, la Administraciónfrancesapusoencampañaa susagentesa findeencontrar sushuellas,pero

todo fue inútil. Alfaniz había abandonado Cayena; y en medio de aquellosvastos territorios, apenas poblados a través de los inmensos llanos deVenezuela, ¿cómo hubiera sido posible encontrar la pista del presidiarioevadido?

Ensuma;todoloquepudosaberlaAdministraciónfuequeelforzadosehabíapuestoa lacabezade lacuadrilladeaquellosquivasque,arrojadosdeColombia,sehabíantrasladadoalariberaderechadelOrinoco.PrivadosdesujefeporlamuertedeMetaSarrapia,estosindios,losmástemiblesdetodoslosindígenas,sepusieronbajolasórdenesdeAlfaniz.Enrealidad,asucuadrilladebían ser atribuidos los pillajes y matanzas de que las provinciasmeridionalesdelaRepúblicahabíansidoteatrodesdehacíaunaño.

Así, la fatalidad quería que aquel Alfaniz frecuentase precisamente losterritoriosa losque ibanJuandeKermoryelsargentoMarcialenbuscadelcoronel.Nohabíadudadeque,sisuacusadorcaíaensusmanos,elpresidiariono tendría compasión para él. Ésta fue una nueva zozobra añadida a lasmuchas que oprimían el espíritu de la joven, que no pudo contener suslágrimasalpensarqueelmiserableencerradoenelpresidiodeCayena,yqueaborrecíamortalmenteasupadre,sehubieraescapadodelpresidio.

Jacques Helloch yManuel, no obstante, procuraron tranquilizarla. ¿Quémotivohabía para suponer queAlfaniz hubiera descubierto el sitio a que sehabía retirado el coronel De Kermor, sitio que hasta el presente no habíapodidoserdescubiertopesealaspesquisaspracticadas?¡No…!Nohabíaporquétemerqueelcoronelhubieracaídoenmanosdelmiserablebandido.

En todo caso, lo importante era proseguir las pesquisas sin pérdida detiempoysinretrocederanteningúnobstáculo.

Todoestabadispuestoparalamarcha.LoshombresdeValdez—yJorrésentre ellos— se ocupaban en cargar de nuevo a la Gallinetta, que al díasiguientepodríadesamarrar.

Manuel llevó a su casa a sus huéspedes, muy agradecidos de la buenaacogida que habían encontrado en Danaco, con objeto de pasar juntos laúltimavelada.

Después de comer, hablaron. Todos tomaron notas de las insistentesrecomendacionesdeldelegado,sobre todoen loreferentea lavigilanciaquedebíaejercerseabordodelaspiraguas.

Alfin,llegadalahoraderetirarse,lafamiliaAsunciónacompañóhastaelpuertecilloalospasajeros.

Despidiéronseallí;diéronseunosaotroslosúltimosapretonesdemanos,yprometieronversedenuevoalregreso.Manuelnoseolvidódedecir:

—Apropósito, señorHelloch,yusted también, señorPaterne, cuando sereúnan ustedes con sus compañeros que han dejado en San Fernando,transmitanmisparabienesalseñorMiguel…Encuantoasusdoscamaradas,¡todasmismaldiciones!,yvivaelOrinoco…BienentendidoqueelverdaderoessóloelquepasaporDanacoyriegalasriberasdemisdominios.

CAPÍTULOV

BUEYESYGIMNOTOS

Heaquíqueprosiguióaquellanavegaciónsobreelcursosuperiordelrío.Los viajeros tienen siempre confianza en el buen éxito de su viaje. TienendeseosdellegaralamisióndeSantaJuana,y¡quisieraelcieloqueelpadreEsperante les ponga en buen camino, que los informes más precisos lesconduzcanasuobjetivo!¡LogrentambiénevitarunencuentroconlacuadrilladeAlfaniz,quecomprometeríalasuertedelacampaña!

Aquellamismamañana,enelmomentodepartir,JuanaDeKermorhabíadichoaJacquesHelloch,hallándoseasolas:

—SeñorHelloch,nosolamentemehasalvadousted lavida, sinoquehaqueridounir susesfuerzosa losmíos.Mialmaestá llenadegratitud.Nosécómopodrépagaraustedloquehace.

—Nohablemosdegratitud, señorita—respondió JacquesHelloch—.Decompatriotaacompatriotaestosserviciossondeberes,ynadaimpediráqueloscumplahastaelfin.

—Talveznosamenacennuevosygravespeligros,señorHelloch.

—Esperoqueno.Además,esonoesunarazónparaqueyolaabandoneausted…¡Yo…abandonarla!Pues…—añadiómirandoalajoven,quebajabalosojos—estoesloqueustedhapensadodecirme…

—Jacques… Sí…Yo quería…Yo debía…Yo no puedo abusar de estemododesugenerosidad…Solahabíapartidoparaestelargoviaje…Dioslehapuestoaustedenmitaddemicamino…Desdeelfondodemicorazónseloagradezco…Pero…

—Perosupiraguadeustedlaespera,señorita,comoamílamía,yjuntasirán al mismo objeto… He tomado esta resolución sabiendo a lo que meobligaba… y lo que he resuelto… lo hago… Si para que la deje a ustedcontinuarsolaesteviaje tieneustedmásrazonesque lospeligrosdequemehabla…

—¿Jacques—respondióvivamenteJuan—,quéotrasrazonespodríatener?

—Puesbien,Juana…miqueridoJuan,comodebollamarleausted…Nohablemosdeseparación,y¡enmarcha…!

A aquel «querido Juan» le palpitaba intensamente el corazón cuandoregresabaalaGallinetta.JacquesHellochsereunióasuamigo,quelesonreía,yqueledijo:

—ApuestoaquelaseñoritaDeKermortedabalasgraciasporloquehashechoporella…,ytesuplicabaquenohicierasmás…

—Pero yo he rehusado… —exclamó Jacques Helloch—. ¡Nunca laabandonaré!

—¡Caramba! —respondió sencillamente Germán Paterne, dando a suamigoungolpecitoenlaespalda.

Posibleeraqueestaúltimapartedelviajereservasegravescomplicacionesalosviajerosdelasdospiraguas.Sinembargo,nodebíanquejarse.Elvientodel Oeste persistía y las falcas remontaban con rapidez la corriente del ríoayudadasporsuvelamen.

Aquel día, después de haber dejado atrás varias islas, cuyos árbolesdoblaba el viento, llegaron por la tarde a la isla Bayanón, en un codo delOrinoco. Las provisiones abundaban, gracias a la generosidad de ManuelAsunciónydesushijos,ynofueprecisodedicarsealacaza.Comolanocheera clara y espléndidamente iluminada por los rayos de la luna, Parchal yValdezpropusieronnohaceraltohastaelsegundodía.

—Si el curso del río está libre de arrecifes, y si no temen ustedes queseamosarrojadossobrealgunaroca—respondióHelloch.

—No —dijo Valdez—; y es menester aprovechar el buen tiempo paraganarespacio.Esraroqueseatanfavorableenestaépoca.

Laproposicióneraprudenteyfueaceptada,ylaspiraguasnoamarraronentierra.

Transcurriólanochesinincidentes,pormásquelaanchuradelrío,quenoeramásquedetrescientoscincuentametros,fueraenocasionesmenorporelrosariodeislas,sobretodoenladesembocaduradelríoGuanamí,unafluentedelariberaderecha.

Porlamañana, laGallinettaylaMoricheseencontraronalaalturadelaislaTemblador,enlaqueChaffanjonsehabíapuestoenrelaciónconunnegrointeligenteyservicial,llamadoRicardo.Peroestenegro,queteníaentonceselcargo de delegado en Cunucunuma y el Cassiquiare, dos importantestributarios de la derecha y de la izquierda, no ocupaba aquella residencia.

Según el viajero francés, era hombre industrioso, de extrema sobriedad, denotableenergía,encaminode lograréxitoensusempresas,yque,sinduda,después de labrar su fortuna, había ido a fundar algún otro rancho en losterritorios del Norte. Tal vez los pasajeros esperaban encontrarle en la islaTemblador; pues Juan había hablado de él según su «Guía» tan bieninformada.

—LamentoqueeseRicardonoestéaquíya—dijoJacquesHelloch—.Talvezhubiéramossabidoporél siAlfanizha sidovistoen losalrededoresdelrío.

Ydirigiéndosealespañol,añadió:

—Jorrés, durante su estancia en San Fernando, ¿no oyó usted hablar deesos presidiarios evadidos deCayena, y de la cuadrilla de indios que se haunidoaellos?

—Sí,señorHelloch—respondióelespañol.

—¿SehabíaseñaladosupresenciaenlasprovinciasdelAltoOrinoco?

—No,queyosepa…Sehablabadeunapartidadeindiosquivas…

—Precisamente,Jorrés,yasucabezasehapuestoelpresidiarioAlfaniz.

—Eslaprimeravezqueoigoesenombre—declaróelespañol—.Entodocaso,notenemosquetemerelencuentroconlosquivas,pues,segúnsedecíaen el país, ellos pretendían volver a los territorios de Colombia, de dondehabíansidoarrojados,y,deserasí,nopuedenestarenestapartedelOrinoco.

Jorrés estaba bien informado cuando decía que estos quivas debíandirigirse hacia los llanos deColombia, pasandomás alNorte si era preciso.Fueraloquefuera,losviajerosnoolvidaríanlasrecomendacionesdeManuelAsunciónysemantendríanalerta.

Eldíatranscurriósinincidentealguno.Lanavegaciónseefectuabaenlasmejores condiciones de rapidez. Las piraguas iban de isla en isla, noabandonandouna,sinoparatocarenotra.

Por la noche amarraron en la isla Caricha. El viento había calmado, ymejoreraestacionarsequerecurriralaspalancasenlaoscuridad.

EnunaexcursiónqueporlaorilladelaislahicieronJacquesHellochyelsargentoMarcial,mataronunperezosoqueestabaagazapadoentrelasramasde una cecropia, cuyas hojas constituyen su alimento habitual. Después, alvolver,yenlaembocaduradelríoCancha,enelmomentoenqueunaparejade zarigüeyas, pertenecientes a la familia de los didélfidos, se ocupaba enpescarporsucuenta,loscazadoresdieronundoblegolpe,quefuemásdiestroqueoportuno,puesporalimentarsedepescados,lacarnedelaszarigüeyases

coriácea y aceitosa; los indios la desprecian y no pueden reemplazar a losmonos,quesonregaladomanjarhastaparalosestómagoseuropeos.

Estos didélfidos recibieron buena acogida por parte de Germán Paterne,queseocupó,ayudadoporParchal,deprepararlosparaconservarlapiel.

Respectoalperezoso,queúnicamentesealimentadefrutas,selepusoenun agujero lleno de piedras calentadas, donde debía pasar la noche. Lospasajerosselocomeríanenelalmuerzodelsiguientedía,yaunquesucarne,algo fuerte, no les agradó, no sucedió lo mismo a la tripulación. Aquellosindios no eran difíciles de contentar, y uno de ellos llevó aquella nochealgunasdocenasdegruesosgusanosde tierra, llamados lombrices,deunpiede largo,quecortaronen trozos, loshicieroncocerconalgunashierbasyseregalaronconellosasatisfacción.

HayqueadvertirqueGermánPaterne,fielalareglaquesehabíaimpuestode experimentarlo todo por sí mismo, quiso probar aquel guisote. Pero larepugnancia venció a la curiosidad científica, y la experiencia fue hechasolamenteconelbordedeloslabios.

—¡Yo te creía más devoto de la ciencia! —dijo Jacques Helloch,burlándosedesurepugnanciainconciliableconsusinstintosdenaturalista.

—¿Quéquieres,Jacques?¡Elsacrificiodeunnaturalistatienesuslímites!—respondióGermánPaterne,procurandodisimularunaúltimaarcada.

Aldíasiguientepartióseaprimerahoraa findeutilizar labrisamatinal,bastantevivaparahincharlasvelasdelasfalcas.Desdeelsitioenqueestabanveíanse los perfiles de una elevada cadena de montañas por encima de losbosques, que se extendía sobre la ribera derecha hasta el horizonte. Era lacadenadelDuido,delaquelosviajerosseencontrabanaúnaalgunosdíasdedistancia,yimadelasmásimportantesenaquelterritorio.

Veinticuatrohorasdespués,trasfatigosajornada,durantelacualelvientohabía sido intermitente, entre violentas lluvias y cortos claros, Valdez yParchalamarraronenlaPiedraPintada.

NohayqueconfundirestaPiedraPintadaconlaquelosviajeroshabíanyaencontradomásarribadeSanFernando.Sisellamaasí,esporquelasrocasdela ribera derecha están igualmente llenas de figuras y de otros signosjeroglíficas.

Merced al descenso de las aguas, ya pronunciado, tales signos eranclaramentevisiblesen labasede las rocas,yPaternepudoexaminarlosasugusto.

También Chaffanjon había procedido a este examen, como lo prueba larelacióndesuviaje.PerohayqueadvertirquerecorrióestapartedelOrinoco

en la segunda quincena de noviembre, mientras que Jacques Helloch y suscompañerosloefectuabanenlasegundaquincenadeoctubre;yestadiferenciadeunmessetraduceporalgunasdiferenciasclimatológicas,bastantenotablesenunpaís enque la estación seca sucedebruscamente, por decirlo así, a laestaciónlluviosa.

Laalturadelríoera,pues,máselevadaentoncesqueloqueseríaalgunassemanasdespués,yestacircunstanciadebíafavorecerlanavegacióndelasdospiraguas,puessólodelafaltadeaguanacenlosmásdifícilesobstáculos.

Aquella misma noche detuviéronse las falcas en la embocadura delCunucunuma, unode los principales afluentes de la ribera derecha.GermánPaterne no creyó deber defender la causa de aquel tributario, como habíadefendido la del Ventuari. Hubiera podido hacerlo, sin embargo, y con nomenosrazón.

—Pero ¿de qué serviría? —se limitó a decir—. Los señores Varinas yFelipenoestánaquí,yladiscusiónlanguidecería.

Tal vez, en otras circunstancias, Jacques Helloch, teniendo en cuenta lacomisiónqueselehabíaconfiado,hubieraseguidoelejemplodelcompatriotaquelehabíaprecedidoenelAltoOrinoco.TalvezsehubieraembarcadoconParchal y uno de sus hombres en el bote de la Moriche. Tal vez, comoChaffanjon, hubiera explorado el Cunucunuma, durante cinco o seis días, através de los territorios mariquitares. Tal vez, en fin, hubiera renovadorelacionesconaquelcapitángeneral,aquelperillándeAramareysufamilia,quefueronvisitadosyfotografiadosporelviajerofrancés.

Pero las instrucciones delministro eran sacrificadas al nuevo objeto quearrastrabaa JacquesHellochhastaSanta Juana.Teníaprisapor llegaraestepunto, y experimentaba el escrúpulo de retardar el cumplimiento de la obrafilialdeJuana.

Algunavez—nocomoreproche,sinoporremordimientodeconciencia—.GermánPaternelehablabadeaquellacomisiónalgodescuidada.

—¡Bien…;estábien!—respondíaJacquesHelloch—.Loquenohagamosalaidaloharemosalavuelta.

—¿Cuándo?

—¡Cuándoregresemos,pardiez!¿Esquetefigurasquenovolveremos?

—Yo…Nadasédeeso.¿Quiénsabedóndevamos?¿Quiénsabeloqueallípuedesucedemos?SupongamosquenoencontramosalcoronelDeKermor…

—Entoncesseráocasióndepensarendescenderporelrío.

—¿ConlaseñoritaDeKermor?

—Sinduda.

—Ysupongamosquenuestraspesquisas tienenéxito…Queencontramosalcoronel…,quesuhija,comoesprobable,quierepermanecerasulado.¿Tedecidirástúavolver?

—¿Avolver?—respondióJacquesconirresolución.

—Sí…Avolversolo…Esdecir,conmigo.

—Ciertamente,Germán.

—Nocreoenéseciertamente.

—¡Estásloco!

—Sea…;perotambiénloestástú…,aunqueconotrogénerodelocura…nomenosincurable.

—Estáshablandodecosas…

—Delasquenadaentiendo…Convenido.Vamos,Jacques,enconfianza,si no entiendo de esas cosas, veo claro…, y no sé por qué te empeñas enocultar un sentimiento que ninguna relación tiene con nuestra comisióncientífica,yque,además,encuentromuynatural.

—¡Pues bien, amigo mío, sí! —respondió Jacques Helloch con vozalteradaporlaemoción—.¡Sí!Amoaestajoventananimosa,yesasombrosoque la simpatía que me inspiraba se haya convertido en… ¡Sí! ¡La amo!¡Nuncalaabandonaré…!¡Nosédóndemellevaráestesentimientoquedetalmodosehaapoderadodemí!¿Cómoterminaráesto?

—¡Bien!—respondióGermánPaterne.

Ynocreyódeberañadirmásaestapalabra,talvezdemasiadoconcluyente,quelevalióelmejorapretóndemanosquejamásrecibiódesucompañero.

De todas estas complicaciones dedúcese fácilmente que si el curso delCunucunumanofueexploradoalaida,noeraseguroquelofuesealregreso.Y, sin embargo,merecía serlo,pues riegaunapintorescay rica comarca.Suembocaduranomidemenosdedoscientosmetrosdeanchura.

Aldía siguiente,pues, laGallinettay laMorichevolvieronaponerse encamino, y lo que no se hizo por el Cunucunuma, tampoco se hizo por elCassiquiare,afluenteporelquesepasóalasiguientemañana.

Eséste,noobstante,unodelostributariosmásimportantesdelgranrío.Elagua que vierte en él por una sesgadura de la ribera izquierda, viene de lacuenca del Amazonas. Humboldt lo había reconocido, y antes de él, elexploradorSolanosehabíaaseguradodequeexistíaunacomunicaciónentrelasdosensenadas,porelríoNegroprimero,yluegoporelCassiquiare.

En efecto; hacia el año 1725, el capitán portuguésMoraes, siguiendo sunavegaciónporelríoNegro,hastamásabajodeSanGabriel,enlaconfluenciadel Guairía, y después sobre el Guairía hasta San Carlos, bajó por elCassiquiare, y desembocó en el Orinoco después de haber recorrido así laregiónvenezolana-brasileña.

Decididamente el Cassiquiare valía la pena de ser visitado por unexplorador,pormásquesuanchura,enestesitio,noexcedadeunoscuarentametros.Sinembargo,laspiraguascontinuaronsumarchahaciaarriba.

Enestapartedelrío,lariberaderechaesmuyaccidentada.Sinhablardelacadena del Duido, que se dibuja en el horizonte, cubierta de bosquesimpenetrables,loscerrosdeGuaracoformanunaorillanatural,dejandoquelavista se extienda en mucho espacio por la superficie de los llanos de laizquierda,surcadosporelcaprichosoyvariadocursodelCassiquiare.

Las falcas marchaban, pues, bajo el leve viento, teniendo a veces quelucharcontraelimpulsodelacorriente,cuandopocoantesdelmediodíaJuanseñalóunanubemuybajaymuyespesaquerasabalasabana.

ParchalyValdezexaminaron lanube, cuyaspesadasyopacasvolutas seextendían,ganandopocoapocolariberaderecha.

Jorrés,depieen laproade laGallinetta,paseabasusmiradasenaquelladirecciónyprocurabareconocerlacausadelfenómeno.

—Esunanubedepolvo—dijoValdez.

Parchalfuedelamismaopinión.

—¿Quiénpuedelevantaresepolvo?—preguntóelsargentoMarcial.

—Algunamultitudenmarcha—respondióParchal.

—Seríamenesterquefueramuynumerosa—observóGermánPaterne.

—¡Muynumerosa,enefecto!—respondióValdez.

La nube, a doscientos metros de la ribera, avanzaba con rapidez.Desgarrábasealgunasveces,yveíansemasasrojizasmoversealtravésdelasdesgarraduras.

—¿Serálabandadequivas?—exclamóJacquesHelloch.

—Por si así fuera, por prudencia —dijo Parchal—, conduzcamos laspiraguashacialaotraribera.

—Porprudencia,sí—repitióValdez—,ysinperderuninstante.

Lamaniobrafueordenada.Arriáronselasvelas,quehubieransidoestorboparaunamarchaoblicua,y lostripulantes,utilizandolaspalancas,dirigieron

hacialariberaizquierdaalaGallinettayalaMoriche.

Jorrés,despuésdehabermiradocongranatenciónlanubedepolvo,ocupósusitioentrelosremerossinmostrarinquietud.

Pero si el español no estaba inquieto, los viajeros tenían el derecho deestarlo,enelsupuestodequefueranamenazadosdeunencuentroconAlfanizy su gente. No había que esperar compasión de parte de éstos.Afortunadamente,comoellosnodebíandetenermediosparaatravesarelrío,las piraguas, manteniéndose cerca de la ribera izquierda, estarían por elmomentoalabrigodeunataque.

Unavezallí,ValdezyParchalamarraronenlostroncosdelaorilla,ylospasajerosesperaronconlasarmaspreparadasparadefenderse.

Noseesperómuchotiempo.Lasvolutasdepolvonoestabanaunosveintepasosdelrío.Deellassalíangritos,o,másbien,mugidoscaracterísticos,sobrelosquenoeraposibleequivocación.

—¡Nohaynadaquetemer!¡Esunrebañodebueyes!—exclamóValdez.

—Valdeztienerazón—añadióParchal—.Variosmilesdebestiaslevantanesapolvareda.

—¡Yproducenesealboroto!—añadióelsargentoMarcial.

Y aquel alboroto ensordecedor procedía, en efecto, de los berridosescapadosdeaquellavivienteolaquerodabaporlasuperficiedelosllanos.

Juan,alqueJacquesHellochhabíasuplicadosepusiesealabrigodelroufde laGallinetta, reaparecióentonces,movidode lacuriosidaddeverelpasodeunrebañoporelOrinoco.

Estas emigraciones de los bueyes son frecuentes en los territorios deVenezuela. Los propietarios de ellos tienen que conformarse con lasexigenciasdelaestaciónsecaydelaestaciónlluviosa.Cuandolahierbafaltaenlaspraderasdelastierrasaltas,haynecesidaddeirabuscarpastosenlasplanicies bajas, vecinas a los ríos, eligiendopreferentemente los fondos queperiódicamente bañan las crecidas, y cuya vegetación es prodigiosa. Lasgramíneas abundan en tales sitios y suministran a las bestias alimento tanabundantecomonutritivo.

Preciso es, pues, que los llaneros trashumen sus bestias, y cuando sepresentauncursodeagua,ríooarroyo,lofranqueananado.

Jacques Helloch y sus compañeros iban a asistir a este interesanteespectáculo,sintenernadaquetemerdelaaglomeracióndevariosmillaresderumiantes.

Cuando éstos llegaron a la orilla se detuvieron, aumentando el tumulto,

pues losque ibanenúltimafilaempujabana losprimeros,quevacilabanenarrojarse al río; a lo que se determinaron al fin gracias al boyero que lesprecedía.

—Éseesquiendirigealrebaño—dijoValdez—.Vaalanzarsucaballoalacorriente,ylasbestiasleseguirán.

Asísucedió.Deunsaltosearrojóelboyerodesdeloaltodelaorilla.

Losvaqueros,precedidosdeunguíaqueacababadeentonarunaespeciedehimnosalvajedeextrañoritmo,seecharonanado.

Precipitóseenseguidaelganadoenlasaguasdelrío,encuyasuperficienose vio más que cabezas con cuernos corvos. Las poderosas narices de losbueyessoplabancongranviolencia.

Elpasoseefectuófácilmentehastalamitaddelrío,apesardelarapidezde la corriente, y era de esperar que terminaría sin obstáculos, bajo ladireccióndelconductorymercedalahabilidaddelosguías.

Nosucedióasí.

De repente, y cuando se encontraban a unos veinte metros de la riberaderecha, agitáronse losbueyes,y enelmismo instante lasvociferacionesdelos vaqueros se mezclaron a los berridos de los animales. Parecía como siaquellamasasesintierasobrecogidadeunespantocuyacausanoseveía.

—¡Loscaribes!¡Loscaribes!—gritaronlosmarinerosdelaMoricheydelaGallinetta.

—¿Loscaribes?—repitióJacquesHelloch.

—¡Sí!—exclamóParchal—;loscaribesylaspirañas.

Efectivamente,elganadoacababadeencontrarunabandadeesastemiblesrayas y anguilas eléctricas, de esos gimnotos tembladores que pueblan pormilloneslosríosdeVenezuela.

Bajolasdescargasdeaquellasvivientes«botellasdeLeiden»,siempreentensión y de extraordinario poder, los bueyes experimentaron conmocionessucesivas,quedandoparalizados,reducidosalestadoinerte.

Volviánsesobre los flancos,agitabanunaúltimavezsuspatas, sacudidasporlasdescargaseléctricas.

Muchos desaparecieron en algunos segundos; mientras que los otros,rebeldesalavozdesusguías,algunosdeloscualestambiénfueronsacudidosporlosgimnotos,cedieronalacorriente,ynollegaronalaorillaopuesta,sinovarioscentenaresdemetrosmásabajo.

Además,comonohabíasidoposiblecontenerlasfilasdeatrás,losbueyes,

enloquecidos, se vieron obligados a precipitarse en el río llenos de espanto.Perosindudalaenergíaeléctricadepirañasycaribeshabíadisminuido;asíesquegrannúmerodebestiasacabaronporganarlariberaderechayhuíanporellatumultuosamente.

—Heaquíunespectáculo—dijoGermánPaterne—quenosevenienelSena ni en el Loira, ni aun en elGarona…, ¡y es espectáculo digno de servisto!

—¡Mil rayos!Haremos bien en desconfiar de esas abominables anguilas—gruñóelsargentoMarcial.

—Seguramente, mi bravo sargento —declaró Jacques Helloch—; y, sillegaelcaso,desconfiaremosdeellascomodeunabateríadepilaseléctricas.

—Lomásprudente—añadióParchal—esprocurar no caer en las aguasdondehormiguean.

—Meparecemuybien,Parchal—concluyóGermánPaterne.

Lociertoesquelosgimnotospululanenelsenodelosríosvenezolanos.Endesquite,desdeelpuntodevistacomestible,lospescadoresnoignoranqueproporcionan un alimento excelente. Los cogidos por medio de haberlesdejadoagotar suenergíaeléctricaenvariasdescargas,puedenmanejarse sinpeligro.

¿QuésedebepensardelrelatodeHumboldt,querefierequeensutiempoeran lanzados gran número de caballos en medio de aquellos monstruosacuáticos,entregándolosasussacudidas,afindefacilitarlapesca?Laopiniónde Elíseo Reclus es que, incluso en la época en que innumerables caballosrecorríanlosllanos,teníandemasiadovalorparaqueselessacrificasedetanbárbaramanera,ydebetenerrazón.

Cuando las piraguas continuaron su marcha, la navegación se hizo máslenta,porserinsuficienteelviento,quegeneralmentesecalmabaporlatarde.Enciertospasosestrechos,dondelacorrienteeramuyrápida,fueprecisohalarcon la espía, lo que ocasionó la pérdida de algunas horas. Era ya de nochecuandolospasajeroshicieronaltoalpiedelpueblodeEsmeralda.

En este momento, en la ribera derecha, el espacio estaba brillantementeiluminadoporunmagníficoresplandorenlacimadelapirámidedelDuido,deunaalturade2474metrossobreelniveldelmar.

No era una erupción volcánica, pero algunas llamas danzaban sobre lasladeras en el cerro,mientras que losmurciélagos pescadores, asustados poraquellasfulguraciones,agitábansesobrelasfalcas,inmóvilesjuntoalaorilla.

CAPÍTULOVI

TERRIBLESINQUIETUDES

Según los bares, la aparición de estas enormes fogatas en la cúspide delDuido debe ser considerada en el país como funesto presagio, anuncio decatástrofes.

Según los mariquitares, este fenómeno es indicio de una serie deacontecimientosfelices.

Estasdostribusindiastienen,pues,imamaneraopuestadeconsiderarlospronósticos de su profética montaña. Pero, sea de quien fuere la razón, locierto es que la vecindad del Duido no ha llevado felicidad al pueblo deEsmeralda.

Difícilmente se encontraría situación más agradable en las sabanascontiguasalOrinoco,pastosmásapropiadosparalasbestias,nimejorclima,en el que son desconocidos los rigores de la temperatura tropical. Y noobstante, Esmeralda está en ima lamentable situación de abandono ydecaimiento. Del antiguo pueblo fundado por los colonos españoles sóloquedan las ruinas de una pequeña iglesia y cinco o seis cabañas ocupadastemporalmenteenlasépocasdelacazaydelapesca.

Cuando la Gallinetta y la Moriche llegaron, no encontraron una solaembarcaciónenelpuerto.

¿Yquiénhaarrojadodeallíalosindios?Pueslegionesdemosquitos,quehacen aquel lugar inhabitable;millares de insectos, cuyamaldita especie nopodríandestruirtodaslasllamasdelDuido.

Detalmodofueronasaltadasporelloslasfalcas,queparanadaservíanlasmosquiteras. Pasajeros y tripulación recibieron tales picaduras —hasta elsobrino del sargentoMarcial, al que éste no logró proteger esta vez— queParchal yValdez desamarraron antes del día, con ayuda de las palancas, enesperadelabrisamatinal.

Esta brisa no comenzó hasta las seis, y las piraguas dos horas despuéspasabanlaembocaduradelIguapo,unodelosafluentesdelariberaderecha.

JacquesHellochnopensóenexplorarel Iguapo,comonohabíapensadoenexplorarelCunucunumanielCassiquiare,yGermánPaternenodijounapalabra,niaunentonofestivo.

HabíaademásunnuevomotivodeinquietudparaelsargentoMarcial,nomenosqueparaJacquesHelloch.

Porfuerteyenérgicaquefuera,habíaquetemerqueJuanadeKermor,que

hasta entonces había resistido a tantas fatigas, pagase su tributo al clima deestepaís.Enlossitiospantanososdeestaregiónreinanfiebresendémicas,queesdifícilevitar.Graciasasuconstitución,JacquesHelloch,GermánPaterneyelsargentoMarcialhabíanselibradodeellas.Graciasasucostumbredeandarpor tales sitios, los tripulantesde las falcas estaban indemnes.Pero la jovenexperimentaba desde hacía algunos días unmalestar general, cuya gravedadnopodíadesconocerse.

Germán Paterne comprendió que Juana de Kermor estaba bajo lainfluencia de las fiebres palúdicas. Sus fuerzas disminuían, el apetito lefaltaba,yunainvenciblelasitudlaobligabaapermanecerlargashorastendidaensulecho.Lajovenhacíaesfuerzospararesistir,entristeciéndolasobretodoelpensamientodequesuestadoaumentabalainquietuddesuscompañerosdeviaje.

Quedaba,noobstante,laesperanzadequelaindisposiciónfuesepasajera.TalvezeldiagnósticodeGermánPaterneeraerróneo.

Además,dadalaenergíamoralyfísicadeJuana,¿noseríalaNaturalezasumejormédico,ynoteníaensujuventudelmejorremedio?

Sin embargo, Jacques Helloch y sus compañeros continuaron su viajellenosdeansiedadcreciente.

Las piraguas amarraron por la noche en la embocadura del Gabirima,afluentedelariberaderecha.Noseencontróhuelladelosindiosbares,aqueserefiereChaffanjon,cosaquenoeraparadisgustar,puestoquelasdoscasasdel Gabirima, en la época en que las visitó el viajero francés, servían dealbergue a una familia de asesinos, uno de cuyos miembros era el antiguocapitán de Esmeralda. No podía averiguarse si habían continuado con suscostumbresosehabíantransformadoengenteshonradas.Entodocasohabíantransportadoaotrapartesumaldadosuhonradez.Enestesitio,pues,nosepudorecogernoticiaalgunasobrelacuadrilladeAlfaniz.

Las falcas partieron al día siguiente conprovisiones de carne de puerco,capibarasypecaríes,queloscazadoreshabíanmatadolavíspera.El tiempoeramalo.Avecesllovíaabundantemente.JuanadeKermorsufríamuchoporefectodeltiempo.Lafiebre,nosólopersistía,sinoqueseagravaba,apesardelosincesantescuidadosquealaenfermaseprodigaban.

Losrodeosdelrío,cuyaanchurasereducíaadoscientosmetros,sobreunsitiosembradodearrecifes,nopermitieronqueaqueldíasepasasedelaislaYano,laúltimaquelaspiraguasencontraríanensusubida.

Aldíasiguiente,21deoctubre,unraudalquecorríaentrealtasorillasmuyjuntasofrecióalgunasdificultades,ypor la tarde laMorichey laGallinetta,ayudadasporelviento,llegaronalríoPadamo.

Lafiebrequeminabalentamentealajovennohabíacedido,Juanaestabamásabatida,ysudebilidadnolepermitíaabandonarellecho.

Entonceselviejosoldadosedirigiólosreprochesmásviolentosporhaberconsentidoaquelviaje.¡Todoloquesucedíaeraporculpasuya…!Y…¿quéhacer…? ¿Cómo impedir el acceso de la fiebre…? ¿Cómo evitar quevolviera…?Aunadmitiendoqueenelbotiquínde laMorichehubieraalgúnremedio eficaz, ¿no era lo más prudente volver atrás…? En algunos días,arrastrados por la corriente, las piraguas estarían de regreso en SanFernando…

Juana de Kermor había oído hablar del asunto al sargento Marcial y aJacquesHelloch,y,muymortificada,dijoconvozdébil:

—¡No…!¡No…!NovolvamosaSanFernando…Yoiréhastalamisión…Yocontinuaréhastaencontraramipadre…ASantaJuana…ASantaJuana…

Despuésdeestesupremoesfuerzocayócasidesvanecida.

Jacques Helloch no sabía qué partido tomar. Ceder a las instancias delsargento Marcial, ¿no sería correr el riesgo de determinar en la joven unafunestacrisis,siellaveíaquelapiraguadescendíaporelrío?¿Noeramejorcontinuar el viaje y llegar a Santa Juana, donde había tanta seguridad deencontrarauxiliocomoenSanFernando?

Yentonces, JacquesHelloch,dirigiéndoseaGermánPaterne, ledijocondesesperación:

—¿Noesposiblehacernada?¿Noconocesun remedioquepuedacortaresta fiebreque lamata…?¿Novesque lapobre joven languidecededíaendía?

GermánPaternenosabíaquéresponder,nihacernadamásdeloquehabíahecho.Elsulfatodequinina,delquehabíabuenaprovisiónenelbotiquín,nodominabaaquellafiebre,pormásquefueraadministradoagrandesdosis.

Y cuando el sargento Marcial, cuando Jacques Helloch le dirigíanpreguntasysúplicas,noencontrabamásrespuestaquelasiguiente:

—Pordesgracia,elsulfatodequininanoprocedeefectosenella…Talvezsería preciso recurrir a algunas hierbas…, a algunas cortezas de árbol…Enestos territorios debe haber… Pero ¿quién nos las indicará? ¿Cómoprocurárnoslas?

Preguntados sobre el asuntoValdez y Parchal, confirmaron lo dicho porGermánPaterne.EnSanFernandoseempleabanciertassustanciasfebrífugasdel país. Son verdaderos específicos contra las fiebres engendradas por lasemanacionespantanosas,delasque,tantolosindígenascomolosextranjeros,sevenatacadosenlaestaciónseca.

—Lomásfrecuente—afirmóValdez—esemplearlacortezadelchincora,y,sobretodo,ladelcoloradito…

—¿Reconoceríaustedesasplantas?—preguntóJacquesHelloch.

—No—respondióValdez—.Nosotrosnosomosmásquebarqueros,ynosalimosdelrío…Seríaprecisorecurriralosllaneros…,ynoseencuentraunoenlasriberas.

GermánPaternenoloignoraba;elefectodelcoloraditoesexcelenteenloscasosdefiebrespalúdicasyeraindudablequeladolenciahubieracedido,detomarlaenfermavarioscocimientosdeestacorteza.

Ante la formal voluntad de Juana de Kermor, sus compañeros habíanresueltocontinuarelviajesinretrasos.

Seguramente en Santa Juana les proporcionarían el precioso específico.Pero ¿cuánto tiempo sería preciso para que las falcas recorriesen losdoscientoskilómetrosquefaltabanparallegaraSantaJuana?

Al alba del siguiente día se continuó el viaje. Tiempo tormentoso,acompañado de lejano rumor de truenos…Viento favorable, del que ni unsoploqueríandesaprovecharValdezyParchal.Estos compartían el dolor desuspasajeros.Sentíangranafectoporaqueljoven,ysedesconsolabanviendoquesudebilidadibaenaumento.Elúnicoquedemostrabaciertaindiferenciaera el español Jorrés. Sus miradas no cesaban de recorrer los llanos de laderecha del río. Cuidándose de no despertar sospechas, se mantenía muy amenudo en la extremidad de la Gallinetta, mientras sus camaradas estabanacostadosalpiedelmástil.UnaodosvecesValdez lo advirtió,y, sinduda,Jacqueshubieraencontradosospechosalaactituddelespañolsihubieratenidoocasióndeobservarle.Perosupensamientoestaba lejos,ycuando las falcasnavegabanjuntas,permanecíalargashorasalaentradadelroufmirandoalajoven,queprocurabasonreírparaagradecerlesuscuidados.

Undía,ellaledijo:

—SeñorJacques…Tengoquepedirleaustedunfavor.

—Hableusted…Hableusted…,señoritaJuana…Loprometo,sealoquesea.

—Señor Jacques… Tal vez me faltarán fuerzas para poder continuarnuestras pesquisas… Cuando lleguemos a la misión, quizá me sea precisopermanecer enSanta Juana…Puesbien…Si sabemos loqueha sidodemipadre…,¿querráusted…?

—¡Hacercuantopuedapara reunirmeconél…! ¡Sí…,Juana,miqueridaJuana…!¡Sí…!¡Partiré…!¡SeguirélashuellasdelcoronelDeKermor…!¡Leencontraré…!¡Leconduciréjuntoasuhija…!

—¡Gracias, Jacques, gracias! —respondió la joven, cuya cabeza cayósobrelaalmohada,despuésquelahubolevantadoporuninstante.

ElPadamosuministraalOrinocouncaudalconsiderabledeaguasclarasyprofundasporunaembocaduramásanchaqueladelmismorío.¡Otrodelostributarios quehubiera podido sostener la competencia con elGuaviare y elAtabapo!Conformesesubía,lacorrienteadquiríavelocidadentredosriberasescarpadas,sobrelasquesedibujabalaorilladeespesosbosques.

Laspiraguasnavegaban,yaalavela,yaalremo.MásarribadelOcamo,laanchuradelríosereducíaaunoscincuentametros.

El final del día fue malo para la enferma, que se vio acometida de unacceso de extraordinaria violencia. Caminaba hada un desenlace fatal ypróximosiGermánPaternenolograbaprocurarseelúnicoremedioquepodíaobrarconeficacia.

¡Cómopintareldolorde lospasajerosde laspiraguas!LadesesperacióndelsargentoMardaleratangrande,querayabaenlalocura.

Loshombresde laGallinettano leperdíandevista, temiendoqueenunaccesodeenajenaciónmentalsearrojasealrío.

JacquesHelloch, juntoa Juana,calmabaconunpocodeagua fría la sedque la devoraba, pendiente de sus palabras, angustiado con sus menoressuspiros. ¿No podría, pues, salvar a la mujer que amaba con un amor tanprofundo,tanpuro,yporlaquehubierasacrificadocienveceslavida?

Acometióle entonces el pensamiento de que él debía haber resistido a lavoluntaddelajovenydarordendevolveraSanFernando.

ErainsensatopretenderllegarentalescondicioneshastaelnacimientodelOrinoco. Aun llegando allí, no se estaría aún en Santa Juana. Si un río noponíaestepuntoencomunicaciónconelOrinoco,seríapreciso tomar lavíaterrestre,caminarbajoaquellosinterminablesbosquesconuncalorsofocante.

Pero cuando Juana de Kermor salía de su letargo, cuando la fiebre lepermitíaalgúnrespiro,preguntabaconvozinquieta:

—SeñorJacques…Vamossiempreenbuenadirección,¿noesverdad?

—Sí…Juana…Sí…—respondíaél.

—¡Pienso sin cesar en mi pobre padre…! ¡He soñado que le habíamosencontrado!¡Yélledemostrabasugratitudportodoloqueustedhabíahechopormíyporél…!

JacquesHellochvolvíalacabezaparaocultarsuslágrimas.

¡Sí…! Aquel hombre tan enérgico lloraba; lloraba al sentirse impotente

ante aquel mal que se agravaba, ante la muerte, sentada a la cabecera deaquellaadoradajoven.

Por la noche, las piraguas se detuvieron en Pedra Mapaya, de dondevolvieronapartirporlamañanatemprano,navegandoyaalavela,yaconelauxiliodelosremos.

Comolasaguasestabanyabastantebajas,lasfalcascorrieronvariasveceselriesgodechocarcontraelfondoarenosodelrío.

Durante aquella fatigosa jornada, las falcas pasaron el punto en que loscerrosMorasaccidentanlariberaderechaconsusprimerasramificaciones.

Porlatarde,unanuevacrisisdeviolenciaextraordinariaamenazóterminarconlavidadelaenferma.Creyeronquehabíallegadosuúltimahora.YfuetalladesesperacióndelsargentoMarcial,que,paraqueJuananopudieseoírsusgritos,GermánPaternetuvoquellevárseloalaMoriche,quesiguióalaotraauncentenardepies.

Elsulfatodequininanoproducíaningúnefecto.

—¡Germán! ¡Germán! —dijo entonces Jacques Helloch, que habíaarrastradoasucompañeroalaproadelaGallinetta—.¡Juanavaamorir!

—¡Nodesesperes,Jacques!

—¡Tedigoquevaamorir! ¡Sino lamataesteacceso,nopodrásoportarotro!

Eraestotancierto,queGermánPaterneinclinólacabeza.

—¡Ynopoderhacernada…,nada!—suspiró.

A las tres de la tarde cayó una lluvia torrencial que refrescó un poco laatmósfera devorante, casi constantemente tormentosa.Nohuboquequejarsede ello, pues el río se aprovechaba de aquel agua que vertían las espesasnubes. Los tributarios de la derecha y de la izquierda, tan numerosos enaquellaparte,ensanchabansuscaucesasegurandoelpasodelaspiraguas.

Alascuatro,elmonteYaname,cuyaalturaesconsiderable,aparecióa laizquierda,a lavueltadeunespesobosque.MásalládelbruscocodoqueenaquelsitiodibujaelOrinoco,seabríalaestrechaembocaduradelríoMavaca.

Elvientohabíaamainadoporcompleto,yValdezyParchalfueronaanclaralpiedeun lugar compuestode algunas cabañas, dondevivíancincoo seisfamiliasmariquitares.

El primero que saltó a la orilla fue Jacques Helloch, después de haberdichoalpatróndelaMoriche:

—Vengausted,Parchal.

¿Dóndeiba?

Acasadeljefedeaquellugar.

¿Quéquería?

PedirlequearrancaseaJuanadelasgarrasdelamuerte.

Eljefehabitabaunacasabastantecómoda,comolosonporreglagenerallas de los mariquitares. Era un indio de irnos cuarenta años de edad,inteligenteyservicial,querecibióconamabilidadalosvisitantes.

Por mandato de Jacques Helloch, Parchal le dirigió inmediatamente lapreguntarelativaalcoloradito.

¿Conocíaestadrogaelcapitán?¿EnMavacacrecíaaquélárbol?

—Sí—respondió el indio—. Y con frecuencia hacemos uso de él paracombatirlasfiebres…

—Quesoncuradas…

—Siempre.

Este diálogo se sostuvo en lengua india, que Jacques Helloch no podíacomprender. Pero cuando Parchal le tradujo las respuestas del capitán,exclamó:

—¡Queeste indionosprocureunpocodeesacorteza…!Se lepagaráalprecioquequiera…¡Contodoloqueposeo!

El capitán sacó de uno de los cestos algunos restos fibrosos y se losentregóaParchal.

Un instante después, Jacques Helloch y el patrón estaban de regreso abordodelaGallinetta.

—¡Germán…!,¡Germán…!,¡elcoloradito,elcoloradito!

EstofuetodoloqueJacquespudodecir.

—¡Bien,Jacques!—respondióGermánPaterne—.Elnuevoaccesonoseha presentado… Éste es el momento… ¡La salvaremos, amigo mío…, lasalvaremos!

MientrasGermánpreparabaelcocimiento,JacquesHelloch,juntoaJuana,la tranquilizaba.La fiebrenohabía resistidonuncaal coloradito…SepodíacreeraljefedeMavaca.

Ylapobreenferma,conlosojosagrandados,lasmejillasblancascomolacera,despuésdelaccesoquehabíaelevadoacuarentagrados la temperaturadesucuerpo,tuvofuerzasparasonreír.

—Mesientomejor—dijo—,y,sinembargo,aúnnohetomadonada.

—Juana…,miqueridaJuana—murmuróJacquesHelloch,arrodillándoseanteella.

AlgunosminutosbastaronaGermánPaterneparahaceruna infusiónconcortezadecoloradito,yJacquesHellochacercólatazaaloslabiosdelajoven.

Cuandohubovaciadoelcontenido:

—¡Gracias!—dijo,ysusojossecerraron.

Era preciso dejarla sola. Germán arrastró lejos a Jacques, que rehusabaapartarse del lecho. Ambos se sentaron en la proa de la piragua, dondequedaronensilencio.

La tripulación había recibido orden de desembarcar a fin de que no seprodujese ruidoabordo.Si Juana sedormía, importabaquenada turbase susueño.

ElsargentoMarcialhabíasidoprevenido.SabíaquesehabíaencontradoelfebrífugoyqueacababadeseradministradoaJuana.Asíesque,abandonandolaMoriche,saltóalaorillaycorrióhacialaGallinetta.

GermánPaternelehizoseñaldequesedetuviera.

Elpobrehombreobedecióy,llorando,seapoyócontraunaroca.

SegúnlaopinióndeGermánPaterne,siunnuevoaccesonosedeclaraba,era que la absorción del coloradito había producido su efecto.Antes de doshorasestaríadecidido,ysesabríasihabíaesperanza,ytalvezhastaseguridaddesalvaralajoven.

¡Con qué inexpresable ansiedad esperaron todos! Escuchaban si algúnsuspiro se escapaba de los labios de Juana…, si llamaba… No… Nopronunciabaunapalabra.JacquesHellochseaproximóalrouf.

Juanadormíatranquilamente.

—¡Sehasalvado!¡Sehasalvado!—murmuróJacquesaloídodeGermán.

—Loespero…Locreo…¡Esbuenoelcoloradito!SóloquelasfarmaciassoncosararaenelAltoOrinoco.

Llegadalahoradelacceso,éstenoserepitió.Nodebíarepetirse.

Porlatarde,cuandoJuanasedespertó,murmuró,ynosinrazónestavez,tendiendolamanoaJacquesHelloch:

—Estoymejor…Sí,estoymejor.

Después,cuandoelsargentoMarcial,quehabíapedidopermisoparaentrar

enlaGallinetta,seencontróasulado,ledijosonriendo,mientrassusmanosenjugabanlaslágrimasdelviejosoldado:

—¡Estovabien,queridotío!

Se veló toda la noche.Nuevas infusiones de la saludable corteza fueronadministradas a la enferma. Durmió apaciblemente, y al siguiente día, aldespertar, nadie dudó de su curación. ¡Qué alegría la de los pasajeros ytripulantesdelasdospiraguas!

EljefedeMavaca,apesardesushonradasnegativas, tuvoelderechodeescoger lo que más podía gustarle del cargamento de la Moriche. El buenhombre semostró discreto. Algunos cuchillos, un hacha, una pieza de tela,algunosespejos,bujeríasdevidrioymediadocenadecigarrosfueronelpreciodelamedicina.

En elmomento de partir se observó que Jorrés no estaba a bordo de laGallinetta,y,sinduda,estabaausentedesdelavísperaporlanoche.

Interrogado por JacquesHelloch cuando volvió, respondió que, como sehabía dado a los tripulantes orden de desembarcar, había ido a dormir albosque.

Precisofuecontentarseconestarespuesta,que,pordemás,eraaceptable.

Durante los cuatrodíasque siguieron, las falcas remontaron,no singranesfuerzo,lacorrientedelOrinoco.Apenasseandabandiezkilómetrospordía.¡Quéimportaba!Juanarecobrabarápidamentelasalud,graciasalosalimentosqueconexquisitocuidadolepreparabaGermánPaterne.

JacquesHellochnoseapartabadel ladode la joven,yel sargentoacabóporencontraraquellonatural.

—¡Estabaescrito!—repetía…—.Pero¡caramba!¿Quédirámicoronel?

Desdeelsiguientedía,laconvalecientepudosalirdelroufentredoceydosdelatarde.Envueltaenunaligeramanta,ytendidasobreunlechodehierbassecasenlaproadelabarca,respirabaelairevivoysaludabledelassabanas.

Laanchuradel ríonoexcedíaentoncesdeunos treintametros.Congranfrecuencia era menester empujar las falcas por medio de las palancas ohalarlas con la espía.Encontráronse algunos raudales bastante difíciles, y elaguaestabatanbajaenalgunossitiosquesetratódedesembarcarelmaterialde las piraguas; pero, por fortuna, se pudo evitar esta larga operación.Arrojándosealagualoshombresaligeraronelpesodelapiragua,ylograronfranquearlospasosdifíciles.AsísehizoenelraudaldeManavicheyeneldeYamaraquín, al pie de los cerros de Bocón, que dominan el río en más deochocientosmetros.

Todas las tardes, Jacques Helloch y el sargentoMarcial iban de caza através de los bosques de la ribera, y traían ristras de guacos y pavas.DecididamenteenestasprovinciasmeridionalesdeVenezuelalacuestióndelaalimentaciónnoesparapreocupar si segustade lacaza,queesde superiorcalidad,ydelpescado,queabundaenlasaguasdelgranrío.

LasaluddeJuanaestabayacompletamenterestablecida.Nohabíatenidoelmenoraccesode fiebredesdeelempleodelcoloradito,ynoerade temeruna recaída. No había más que dejar obrar a la naturaleza, ayudada por lajuventud.

En la jornada del 25 apareció a la derecha una cadena de montañas,indicadaenelmapaconelnombredecerrosGuanayos.

El26,laspiraguaspasaronelraudaldelMarquéscongrandesdificultadesyfatigas.

Enmuchasocasiones,JacquesHelloch,ValdezyParchalfueroninducidosapensarquelariberaderechanoestabatandesiertacomoparecía.

Algunasveces, formashumanas seperfilabanentre losárbolesy tras loszarzales.Enelsupuestoquefuesenguaharibosnohabíaporquéinquietarse,puesestastribussoncasiinofensivas.

NosucedíaasíenlaépocaenqueChaffanjonexplorabaaquellapartedelOrinoco, cuando sus hombres esperaban todos los días el ataque de losindígenas.

JacquesHelloch y el sargentoMarcial procuraron inútilmente reunirse alosseres,fueranquienesfueran,quecreíanentreverenlalindedelbosque.Alcabodieronporvanalapersecución.

Claroesquesi tales indígenasnoeran losguaharibos, sino losquivas,yprecisamente los de Alfaniz, su presencia constituiría el más grave de lospeligros.AsíesqueParchalyValdezvigilabancuidadosamente lasorillasynopermitíanasushombresbajaratierra.

Respecto a la actitudde Jorrés, nadapresentabade sospechosa, yni unasola vezmanifestó la intención de desembarcar. Por lo demás, siete u ochojornadasmásylaspiraguassedetendrían,pornoencontrarbastanteaguaenellechodelrío.ElOrinocoquedaríareducidoaldelgadohilolíquidoquesaledelParima, y cuyos trescientos afluentes forman la gran arteria de la Américameridional.

Entonces sería preciso abandonar las falcas y trasladarse a pie a SantaJuana, en una extensión de cincuenta kilómetros y al través de los espesosbosques de la ribera derecha. Verdad que al final estaba el objeto que tanahincadamenteseperseguía,ylaesperanzadellegaraélenalgunasjornadas

sostendríalosánimos.

Losdías27deoctubreysiguientespudieroncontarseentrelosmásrudosdesde la partida de Caicara. Preciso fueron toda la abnegación de lostripulantesyhabilidadde lospatronosparaconseguir franquearel raudaldeGuaharibos,puntoquetocóen1760DíazdelaFuente,primerexploradordelOrinoco.DeaquílaexclamacióndeGermánPaterne.

—Si los indios de este nombre no son temibles, no se puede decir lomismodelosraudalesquesellamancomoellos.

—¡Milagroseráquepasemossindaño!—respondióValdez.

—PuestoqueelcielohahechounosalvandolavidaanuestroqueridoJuan—dijoJacquesHelloch—,haráotroporlapiraguaquelelleva.Noesmuchounmilagro tratándose de un Dios Todopoderoso, Creador del cielo y de latierra…

—¡Amén…!—murmuróconlamayorseriedadelsargentoMarcial.

Y realmente milagroso fue salir de allí al precio de ligeras averías, dealgunasdesgarraduras,quepudieronserfácilmentereparadaseneltranscursodelanavegación.

Figúreseel lectorunaseriedeestanquesescalonados,sucediéndoseenelespaciodeunosdocekilómetros,yquerecordabalaseriedeesclusasdelcanalde Gotha en Suecia, con la diferencia de que este canal de Estocolmo aGotteborg está provisto de puertas que permiten abrirlos y cerrarlos, lo quefacilita lamarchadelosbarcos.EnlapartedelOrinocoaquenosreferimosesto último falta, y es preciso halar los barcos por la superficie de aquellasmesetasdepiedrasquenodejanunapulgadadeaguabajo losfondosde lasfalcas.Todoslosbarquerostuvieronqueponersealtrabajoyemplearlaespía,sujeta a los árboles o a las rocas. Seguramente si la estación seca hubieraestadomásavanzada,enaquelraudalsehubierandetenidodefinitivamentelaspiraguas.

Tan cierto es esto, que Chaffanjon en aquel mismo sitio tuvo queabandonar su embarcación y continuar en un bote su itinerario, que debíaterminarenelnacimientodelOrinoco.

Alalbasevolvióaemprenderlamarcha.Laanchuradelríonomedíamásqueunosveintemetros.Lasfalcasremontaronaúnalgunosrápidos,alpiedelasierraGuahariba,entreotroselraudaldelosFranceses,ymásdeunavezlas embarcaciones, que apenas flotaban, arrastradas a brazo, labraron surcosprofundosenlaarena.

Al fin,por lanoche,ParchalyValdezamarraronen laorillade la riberaderecha.

Enfrente,sobrelaotraribera,erguíaselamasasombríadeunaltopico.NopodíaserotroqueelpicoMaunoir,llamadoasíporelviajerofrancésenhonordelsecretariogeneraldelaSociedaddeGeografíadeParís.

Talvezporexcesodefatiga,lavigilancianoseríacompletaaquellanoche.Enefecto:despuésdecomernadiepensómásqueenbuscarelreposodequetanta necesidad había. Pasajeros y marineros no tardaron en dormirseprofundamente.

Durante la noche no hubo agresión alguna; ni los indios bravos ni losquivasdeAlfanizatacaronalaspiraguas.Alalbadespertaronlosdospatronesylanzaronungritodedescorazonamiento.

Elaguahabíabajadocincuentacentímetrosdesdelavíspera.Laspiraguasestabanen seco.Apenas si algunoshilos amarillentos corrían sobre el lechodelOrinoco.

Lanavegaciónestaba,pues,interrumpidaportodoeltiempoqueduraselaestaciónseca.

Cuandolostripulantessereunieronenlaproadelaspiraguas,senotóqueunodeloshombresfaltaba.

Jorréshabíadesaparecido,yestaveznodebíavolver.

CAPÍTULOVII

ELCAMPAMENTODELPICOMAUNOIR

ElpicoMaunoirdominalasabanadelariberaizquierdaenunaalturade1500metros.Lacadenaqueseapoyaensuenormemasa,ydelaquepareceser inquebrantablecontrafuerte,prolongasus ramificacionesalSudestehastaperdersedevista.

A80kilómetrosdeallíestáelpicoFernandodeLesseps,concuyonombreestádesignadoenelmapadeChaffanjon.

Allí comienza la comarcamontañosa, en la que el sistemaorográficodeVenezueladibujasusmásaltosrelieves.Allíseredondeananchosyenormesarcos de bóveda; allí se cruzan caprichosas aristas; allí el esqueleto de losmontestomaunaspectoimponenteygrandioso;allísedesenvuelvelasierraParimaqueengendraalOrinocoyallíseyerguelamontañaRoja,rodeadadenubes,esamadrefecundadelosarroyos,segúndicenlosindios;esaRoraima,gigantescapiedramiliarcolocadaenlainterseccióndelasfronterasdelostresEstados.

Deestarelríoencondiciones,JacquesHellochysuscompañeroshubiesennavegadohastalasierraParima,delaquebrotansusprimerasaguas.

Precisofue,congrandisgustosuyo,renunciaraestemediodetransporte.Se hubiera podido continuar el viaje con los botes de las piraguas; pero encada uno de ellos no hubieran podido embarcarse más que dos personas.Además,¿cómoprescindirde laayudade losbarquerospara lamaniobra,yquéhacerconlosequipajes?

En la mañana de este día, Jacques Helloch, Germán Paterne, Juan, querecobraba la saludaojosvistas, el sargentoMarcialy lospatronesValdezyParchal,celebraronconsejo,consejoquehabíadeserdegran importancia,ydelquedependeríalaprolongaciónytalvezeléxitodelacampaña.

Estas seis personas se habían sentado junto a la orilla del bosque, en unsitio qué fue designado con el nombre de campamento del pico Maunoir,aunqueelpico se elevase en laotra ribera.Debajo se extendía lamesetadepiedrasydearena,enlaquelasdosfalcasyacíanensecoalaembocaduradelríoTorrida.

Eltiempoerabueno,labrisafrescayregular.Alaizquierdaresplandecíalacimadelpico,bañadapor losrayossolares,ypor laparteEsteunaanchaplacailuminabasuflancocubiertodeárboles.

Lostripulantesseocupabanendisponersuprimeracomidaenlaproadelas piraguas, empenachadas de una ligera humareda que la brisa arrojaba alSur.

ElvientoveníadelNorte,yflojo,demodoquenohubierasidofavorablealanavegaciónenelcasodequeéstahubierapodidocontinuarse.

Nienlapartebajadelrío,nienlaorilla,nibajolosprimerosárbolesdelbosque se mostraba un indio. Tampoco había vestigios de casas o cabañashabitadas o abandonadas.Y, sin embargo, de ordinario aquellas riberas eranfrecuentadasenestaépoca.Perolastribusesparcidasporlasuperficiedeestosterritorios no se fijan en ninguna parte. Además, los mercaderes de SanFernandono van jamás tan lejos, pues se verían expuestos a que les faltaseagua…Y además, ¿con qué pueblo, con qué rancho harían su comercio deexportación e importación? Más allá de Esmeralda, ahora desierta, no seencuentraniauncasasennúmerosuficienteparaformarunpueblo.Así,pues,es raro que las piraguas pasen de la embocadura delCassiquiare… JacquesHellochtomólapalabraypreguntó:

—¿NohallegadoustednuncamásalláenelAltoOrinoco,Valdez?

—Nunca—respondióelpatróndelaGallinetta.

—¿Niusted,Parchal?

—Niyo—respondióelpatróndelaMoriche.

—¿Algunode los tripulantes conoce el cursodel ríomás arribadel picoMaunoir?

—Ninguno—respondieronParchalyValdez.

—Ninguno…, a excepción, tal vez, de Jorrés —hizo observar GermánPaterne…—; pero ese español se hamarchado. Sospecho que éste no es suprimerpaseoatravésdeestosterritorios,aunquehayasostenidolocontrario.

—¿Adóndehapodidoir?—preguntóelsargentoMarcial.

—Adonde,sinduda,esesperado—respondióJacquesHelloch.

—¿Esperado…?

—Sí… Y, lo confieso; desde hace algún tiempo, ese Jorrés me parecíabastantesospechoso.

—Comoamí—añadióValdez—.Cuandoyolepreguntéelmotivodesuausencia durante toda una noche en el río Mavaca, él me respondió… sinresponderme…

—Sin embargo—dijo Juan—, cuando se embarcó en San Fernando, suintenciónerairalamisióndeSantaJuana.

—Y tampoco hay duda de que conozca al padre Esperante —añadióGermánPaterne.

—Cierto—dijo el sargento Marcial—; pero eso no explica por qué hadesaparecidoprecisamentecuandosolamentenoshallamosaalgunasjornadasdelamisión.

Durante los últimos días, la idea de que Jorrés podía justificar lassospechas que le inspiraba, había hecho progresos en la mente de JacquesHelloch.Nohabíahabladodeellopornoinquietarasuscompañeros.Asíesque era el menos sorprendido por la partida de Jorrés, y esta partida leinspirabagravestemores.

EnestadisposicióndeespíritusepreguntabasinoformaríaJorréspartedelos evadidosdeCayena,mandadosporAlfaniz, español comeél.Si así era,¿quéhacíaJorrésenSanFernandocuandoleencontraron?¿Porquésehallabaenestepueblo…?Lociertoeraquesehallabaallí,yque,sabedordequelospasajeros de las piraguas se proponían ir a Santa Juana, había ofrecido susserviciosalpatróndelaGallinetta.

YJacquesHelloch,desdequesussospechashabíantomadocuerpocomoconsecuenciadeladesaparicióndeJorrés,sehacíaelsiguienterazonamiento:

SiJorrésnopertenecíaalacuadrilladeAlfaniz;sinoestabaanimadode

perversas intenciones, si suproyectoera ira lamisión,¿porquéacababadeabandonarasuscompañerosantesdeltérminodelviaje?

Había partido cuando todo indicaba que debía permanecer con ellos.¿Quiénsabíasi,advertidosecretamentedequelosquivasysujeferecorríanlosalrededores,nohabíaaprovechadolanocheparaunirseaellos?

De ser así, ahora que las piraguas no podían navegar, los viajeros,obligados a aventurarse por aquellos espesos bosques para llegar a SantaJuana, estarían expuestos a los peligros de una agresión, que por suinferioridadnuméricaseríadifícilderechazar.

TaleseranlosseriostemoresqueasaltabanaJacquesHelloch.

Pero a nadie se los había comunicado. Solamente había dicho algunaspalabrasaValdez,queparticipabadesussospechasrespectoalespañol.

Asíesque,despuésde lapreguntaprecisahechaporel sargentoMarcialsobrela inexplicabledesaparicióndeJorrés,quisollevar laconversaciónpordiferenterumboyensentidomáspráctico.

—DejemosaJorrés—dijo—.Puedequevuelva,ypuedequeno…Loqueimportaesocuparnosdenuestrasituaciónactualydelosmediosdeconseguirnuestroobjeto.NosencontramosenlaimposibilidaddecontinuarelviajeporelOrinoco.Circunstanciaenfadosa,loreconozco.

—Pero esa dificultad —dijo Juan— se hubiera presentado dentro dealgunos días. Admitiendo que hubiéramos conseguido llegar a las mismasbocasdelríoconnuestraspiraguas,precisohubierasidodesembarcaralpiedela sierra Parima.Desde allí a lamisión, puesto que Santa Juana no está encomunicación con el Orinoco por un afluente navegable, siempre hemospensadoquelasúltimasjornadasseharíanatravésdelasabana…

—Mi querido Juan—respondió JacquesHelloch—, tiene usted razón, ymás tarde o más temprano, mañana, si no hoy, hubiéramos tenido queabandonar las falcas. Verdad que haber adelantado unos sesenta kilómetrosmásalEste,navegaciónfácildurantelaestaciónlluviosa,noshubieraevitadofatigas…,queyotemoporusted,sobretodo.

—Herecobradoporcompletolasfuerzas,señorHelloch—afirmóJuan—.Estoyendisposicióndepartirhoymismo…,ynomequedaréatrás.

—Biendicho—exclamóGermánPaterne—.Pero concluyamos; ¿puedesdecimos, Jacques, aquédistanciaestamosaúnde las fuentesdel ríoyde lamisión?

—Hecalculadolasdistanciassobreelmapa—respondióJacquesHelloch—.ParallegaraParimadebendefaltamosunoscincuentakilómetros.Peronocreoqueelverdaderocaminoseasubirhastalasfuentes.

—¿Yporqué?—preguntóelsargentoMarcial.

—Porquesilamisiónestásituada,comohemossabidoenSanFernandoycomo nos ha confirmado Manuel, sobre el río Torrida, en el Nordeste denuestro campamento,mejor es procurar ir a ella directamente, sin alargar elcaminopasandoporlasierraParima.

—Efectivamente—respondió Juan—. Creo inútil imponemos las fatigasdeesavuelta,yespreferibleirenlínearectaalamisióndeSantaJuana.

—¿Cómo?—preguntóelsargentoMarcial.

—ComolohubiéramoshechounavezllegadosasierraParima.

—¿Apie?

—Apie—respondióJacquesHelloch—.Sobreesosdesiertosterritoriosnohayunlugarniunranchodondepudiéramosprocuramoscaballos.

—¿Y nuestro equipaje? —preguntó Germán Paterne—. Será precisodejarloabordodelaspiraguas.

—Tallocreo—respondióJacquesHelloch—,yestoseráuninconvenientegrande.¿Cómollevarconnosotroscofresdetaltamaño?

—¡Hum!—murmuróGermánPaterne,quepensabaensuscoleccionesdenaturalistamásqueensuscamisasyensuscalcetines.

—Además—dijoJuan—,¡quiénsabesinuestrasulteriorespesquisasnosllevaránmásalládeSantaJuana!

—En ese caso—respondió Jacques Helloch—, si no encontramos en lamisión lo que nos haga falta, haremos que nos lleven nuestro equipaje. Laspiraguasesperaránaquínuestroregreso.ParchalyValdez,ounodeellosporlomenos,lasguardaráconnuestrosbarqueros.Lamisiónnoestátanlejosqueunhombreacaballonopuedafranquear ladistanciaenveinticuatrohoras,eindudablementelascomunicacionesconSantaJuanasonfáciles.

—¿Demodo, señorHelloch,que laopinióndeustedesqueno llevemosmásqueloindispensableparaunviajeque,alomás,durarátresocuatrodías?—preguntóJuan.

—Ésaesmiopinión,miqueridoJuan:elúnicopartidoconveniente;yyopropondría que nos pusiéramos inmediatamente en camino si no tuviéramosqueorganizarelcampamentoenlaembocaduradelríoTorrida.Noolvidemosque en este sitio debemos encontrar las piraguas cuando descendamos elOrinocoparavolveraSanFernando.

—¡Conmicoronel!—exclamóelsargentoMarcial.

—¡Conmipadre!—murmuróJuan.

Una sombra de duda cruzó por la frente de Jacques Helloch. ¡Presentíatantasdificultadesy temía tantosobstáculosantesdeconseguirelobjetodelviaje! Además, ¿se obtendrían en Santa Juana informes precisos quepermitieranlanzarse,conprobabilidadesdeéxito,sobrelashuellasdelcoronelDeKermor?

Sin embargo, guardóse mucho de desanimar a sus compatriotas. Lascircunstanciaslehabíanhechoaceptarelirhastaelfindeaquellacampañayante ningún peligro retrocedería. Convertido en jefe de aquella expedición,cuyoéxitotalvezestabaaúnmuydistante,teníaeldeberdedirigirla,ynadadescuidaríaparacumplirestedeber.

La partida quedó dispuesta para el siguiente día, y se dedicaron a laeleccióndelosobjetosquerequeríaunacaminatadetresocuatrojornadasatravésdelosbosquesdelasierra.

Valdezpropuso,yfueaceptado,queélydosdesushombresacompañaranalosviajeroshastalamisión.Parchalylosdiezyseisrestantespermaneceríanenelcampamentoalcuidadodelaspiraguas.¡Quiénsabíasipasaríanvariosmeses antes de que Jacques Helloch y sus compañeros pudieran reunirse aellos! Entonces, como habría terminado la estación seca, sería posible lanavegación.Porlodemás,cuandosetrataradelregresoseríatiempodeavisar.

Lo que debía dar motivo de disgusto era que aquella región del AltoOrinocoestuvieracompletamentedesierta.

¿Qué ventaja se hubiera sacado de encontrar en aquel sitio a algunasfamiliasindígenas?

Ellas, seguramente, hubieran suministrado preciosos informes sobre elcamino que se debía seguir, sobre la misión de Santa Juana y sobre susituaciónexactaenelNordestedelrío.

Igualmente, Jacques Helloch se hubiera informado de si la cuadrilla dequivasdeAlfanizhabíaaparecidoenlosalrededoresdelariberaderecha;puessiJorréshabíaconseguidoreunirseaella,esquedebíarecorrertalessitios.

Además, sindudahubierahabido facilidaddeencontrarun indioque lesguiara, a fin de franquear los espesos bosques, donde no había más quealgunossenderos,debidosalpasodelasfierasodelosindígenas.

Y como Jacques Helloch expresase ante Valdez su deseo de encontraralgúnindio,elpatrónleinterrumpiódiciendo:

—Esposiblequeaunoodostirosdefusildelcampamentohayaalgunascasasdeguaharibos.

—¿Tieneustedrazonesparacreerlo?

—Tengo una, por lomenos, señorHelloch; pues yendo por la orilla delbosque, a doscientos pasos de la orilla he tropezado con las cenizas de unhogar.

—¿Extinguido?

—Sí;perolascenizasestabanaúncalientes.

—Puedequenosehayaustedengañado,Valdez…Y,sinembargo,sihayguaharibos en las cercanías, ¿cómo no se han apresurado a correr hacia laspiraguas?

—¿Correraellas…?Másbienhabríanhuido.

—¿Yporqué?¿Noesparaellosunafortunaentrarenrelacionesconlosviajeros,unaocasiónderealizarcambiosprovechosos?

—Esos pobres indios son muy cobardes. Su primer cuidado habrá sidoocultarseenelbosque,paravolvercuandocreanpoderhacerlosinpeligro.

—Perosielloshanhuido,por lomenossuscabañasno lohabránhecho,Valdez,ytalvezdescubriremosalgunasenelbosque.

—Fácil es asegurarse de ello —respondió Valdez— haciendo unreconocimiento a doscientos o trescientos pasos de la orilla.Los indios, porcostumbre, no se alejan del río. Si hay una casa en los alrededores, nohabremoscaminadomediahorasinverla.

—Sea, Valdez. Vamos a la descubierta. Pero como la excursión podríaprolongarse,almorcemosprimero,yluegonospondremosencamino.

El campamento fue prontamente organizado bajo la dirección de los dospatronos.Aunquenofaltabanlasreservasdecarnesalada,conservasyharinade yuca, se decidió guardar estas provisiones para el viaje, a fin de no irdesprovistosdeellas.Valdezydosdesushombrescargaríanconlossacos.Aellosseañadiríanalgunosindios,siesqueseencontrabanenloscontornos,yporalgunaspiastrasdesempeñaríancongustoeloficiodeportadoresyguías.

LacazadebíasuministrarmásquelonecesarioaJacquesHellochyasuscompañeros de viaje, como también a los marineros que quedaban en elcampamento del pico Maunoir. Ya se ha dicho que en aquellos sitios laalimentaciónnodebesermotivodepreocupación.Desdelaentradamismadelbosqueveíansevolaránades,guacosypavas;saltaralosmonosdeunárbolaotro,correralospecaríes,yenlasaguasdelríoTorridahormiguearmillaresdepeces.

Durante el almuerzo, Jacques Helloch dio a conocer la resolución quehabía tomado, de acuerdo con Valdez. Ambos irían, en un radio de unkilómetro, en busca de algunos de los indios guaharibos, que tal vez

frecuentabanlosllanosdelAltoOrinoco.

—Tendríagustoenacompañaraustedes—dijoJuan.

—Si yo te lo permitiera, sobrino—declaró el sargentoMarcial—; perocreo que debes reservar tus fuerzas para el viaje. Descansa hoy porprescripciónfacultativa.

Aunque JacquesHellochhubiese tenido inmensoplacer enhacer aquellaexcursión en compañía de la joven, preciso le fue confesar que el sargentoMarcial tenía razón.Bastantes fatigasesperabana losviajerosen sucaminohastaSantaJuanaparaqueJuanadeKermornoseimpusieraundescansodeveinticuatrohoras.

—Mi querido Juan —dijo—, su tío dice bien. Un día de reposo en elcampamentolepermitirárecuperarlasfuerzas…Valdezyyonosbastamos.

—¿Nosenecesita,pues,unnaturalista?—preguntóGermánPaterne.

—No hay necesidad de un naturalista cuando se trata de descubrirnaturales —respondió Jacques Helloch—. Permanezca aquí, Germán, yherboriceasugustoenlaorilladelbosquealolargodelaplaya.

—Yo le ayudaré, señor Paterne —añadió Juana—, y por pocas plantasrarasquehaya,haremosbuenafaena.

Al partir, Jacques Helloch recomendó a Parchal que activase lospreparativos del viaje. Valdez y él esperaban estar de regreso antes de doshoras; y en todocaso, noprolongarían su reconocimientomás alláde ciertadistancia.

Así,pues,elunoconsucarabinaalhombroyelotroconsuhachaenelcinto,abandonaronasuscompañeros,y,torciendoalNordeste,desaparecieronbajolosprimerosárboles.

Eranlasnuevedelamañana.Elsolinundabaelbosquederayosdefuego.Afortunadamentelavegetacióneracompacta.

En la región delOrinoco superior, si lasmontañas no están cubiertas deárboles hasta su cúspide, como lo están las del cursomedio, los bosques semuestranricosenarbustosvariados,productodeunsuelovirgen.

El bosque de la sierra Parima parecía estar desierto. Sin embargo, poralgunasseñalesobservadasporél,—hierbaspisadas,ramasrotas,huellasaúnrecientes—,Valdezpudo,desdeelprincipio,afirmarlapresenciadelosindiosenlariberaderechadelrío.

Es de notar que aquellos macizos de árboles estaban formadosgeneralmentedeplantasdefácilexplotaciónhastaparalosindígenas.Aquíyallá palmeras de diversas especies, no nuevas para los viajeros que habían

remontado el río desde Ciudad-Bolívar hasta el pico Maunoir, bananos,calabaceras,chaparros,cobijasymarinas,cuyacortezasirveparafabricarlossacosindígenas.

Aquí y allá también algunos de esos árboles llamados de leche, que sonpococomunesenlascercaníasdellitoral,ygruposdeesosárbolesdelavida,tan abundantes en elOrinoco.Las hojas de estos preciosos vegetales sirvenparafabricar los tejadosdesuscabañas:susfibrasse transformanenhilosycuerdas, su sustancia es nutritiva, y su savia, después de la fermentación,produceunabebidamuysana.

AmedidaqueJacquesHellochpenetrabaenelbosque,sedespertabanenélsusinstintosdecazador.¡Cómoseponíanatirolospecaríes,losperezosos,losmonosblancos,llamadosviuditas,ylostapires!PeroentreValdezyélnopodían llevar tanta caza, y era mejor no delatar su presencia con lasdetonaciones.Pudieranseroídas,yquiénsabesi losquivasnorondabanporentrelasmalezas.Además,silosguaharibossehabíanretiradopormiedo,nosería aquélla lamejormaneradequeaparecieran. JacquesHellochyValdezcaminaban, pues, en silencio. Seguían por una especie de sendero sinuoso.¿Dónde conducía este sendero…? ¿Terminaba en algún claro del lado de lasierra?

Ensuma,yestofuefácildeadvertir,elcaminonopodíasermásquemuylento, muy penoso, y era preciso contar con los retrasos, las fatigas, lasparadas frecuentes. Si las piraguas hubieran podido llegar a las bocas delOrinoco, tal vez la región de Parima hubiese ofrecido un camino menosobstruidohacialamisióndeSantaJuana.

AestosdiversospensamientosseabandonabaJacquesHellochmientrassucompañero no se distraía del objeto de aquella exploración; es decir, eldescubrimientodeunsitioounacasahabitadaporalgunodeaquellosindios,delosqueesperabaobtenerbuenosservicios.

Despuésdeunahorademarcha,elpatróndelaGallinettagritó:

—¡Unacabaña!

JacquesHellochyélsedetuvieron.

A cien pasos había una cabaña demiserable aspecto. Perdida en lomáshondodeunmacizodepalmeras,sutejado,cónico,casitocabaentierra.Enlabase de este techo se abría una estrecha abertura irregular, que ni aun teníapuerta.

JacquesHellochyValdezsedirigieronhacialacabañaypenetraronenelinterior.

Estabavacía.

En estemomento se oyó una detonación, bastante próxima, en direccióndelNorte.

CAPÍTULOVIII

ELJOVENINDIO

—¡Untiro!—exclamóJacquesHelloch.

—Yamenosdetrescientospasos—respondióValdez.

—¿Seráqueel sargentoMarcial sehapuestoa cazardespuésdenuestrapartida?

—Nolocreo.

—¿Seráelindioaquienperteneceestacasa?

—Veamosprimerosiestáhabitada—respondióelpatróndelaGallinetta.

Ambos,quehabíanretrocedidoalgunospasoscuandoladetonaciónsonó,volvieronaentrarenlacabaña.

Elinterioreratanmiserablecomoelexterior.Habíapocosmuebles.Enelfondo, sobre el suelo de tierra, un lecho de hierba removida recientemente.Variascalabazasestabanalpiedelapared.Enunrincón,uncanastoconrestosdecazabe;unpedazodepecarí,suspendidodeunodelosganchosdeltecho.En montón, dos o tres docenas de esas nueces de gavilla, semejantes aalmendras; un puñado de hormigas bachacas y de comejenes asados, queconstituyen el alimento de los indios bravos, y, sobre una piedra plana, unhogar,dondebrillabaaúnuntizónquearrojabaespesohumo.

—Eldueñodeestacasadebíadeestaraquíantesdenuestrallegada—dijoValdez.

—Y no puede estar lejos—añadió Jacques Helloch—. ¿Será el que hadisparado?

—Estosindiosnotienennifusiles,nipistolas—dijoValdez—;sóloarcosycerbatanas.Estoestodo.

—Pues espreciso saberlo—dijo JacquesHelloch,que, recobradode susinquietudes, se preguntaba si los quivas de Alfaniz no erraban por losalrededores.Yenestecaso—,¡quépeligrosparalosviajerosacampadosalpiedel Maunoir…! Y cuando estuvieran en marcha hacia Santa Juana, ¡quéagresionesdebíanesperar…!

JacquesHellochyValdezsalierondelacabañaconsusarmaspreparadas,y,ocultándosetraslosárbolesyloszarzales,sedirigieronhaciaelsitiodondehabíasonadoeltiro.

La casa que acababan de abandonar no pertenecía a un poblado. En losalrededoresnohabíaseñalesdedesmontesnidecultivo;niunaplantacióndelegumbres,niárbolesfrutales,nipastosparaelganado.

Jacques Helloch y Valdez avanzaban lentamente, escuchando y mirandoconprecaución.

No se percibía más ruido que el grito de los guacos y el silbido de laspavas,ocultasbajo las ramas,oel rocedealgúnanimal salvajealpasarporentrelamaleza.

Veinteminutos llevabanasí, yya sepreguntaban sino sería convenientevolvera lacabañaydeéstaal campamento,cuandocreyeronoírgemidosacortadistancia.

Valdezhizo ademánde inclinarse sobre el suelo, nopara oírmejor, sinoparanoservistoantesdequellegaraelmomentodehaceractodepresencia.

Más allá de unas calabaceras se abría un claro, donde los rayos del solpenetrabanaoleadas.

Apartandolasramas,Valdezpudoobservarelclaroentodasuextensión,yreconocióquelosgemidosveníandeaquellaparte.

JacquesHelloch,inclinadoasulado,conlacarabinapreparada,mirabaporentrelasramas.

—¡Allí!¡Allí!—dijoalfinValdez.

Tantasprecaucionesnoerannecesarias,enaquelmomentoalmenos.Nosedistinguía,alotroextremodelclaro,másqueados individuosalpiedeunapalmera.

Uno de ellos yacía en tierra, inmóvil, como si estuviera dormido, omásbien como muerto. El otro, arrodillado, le levantaba la cabeza y lanzabaaquellosgemidos,cuyacausasecomprendióentonces.

Nohabíapeligroenacercarsealosdosindios,yeldeberimponíaqueselesprestaseauxilio.

No eran de esos bravos errantes o sedentarios, que se encuentran en losterritoriosdelAltoOrinoco.Valdezreconocióensutipoquepertenecíanalarazadelosbanivas,alaqueélmismopertenecía.

Uno —el que no daba señales de vida— parecía un hombre de unoscincuentaaños;elotro,unjovendetrece.

Jacques Helloch y Valdez dieron la vuelta al grupo de árboles y semostraronadiezpasos.

Asíquevioalosdosextranjeros,eljovenindioselevantó.

El espanto se pintó en su rostro. Dudó un instante, Después de haberlevantadoporúltimavezlacabezadelhombrecaídoalpiedelárbol,huyó,sinqueelademánamistosoqueledirigíaValdezconsiguieradetenerle.

Ambos se acercaron al caído, se inclinaron sobre él, le enderezaron,escucharonsurespiración,lepusieronlamanosobreelpecho…

Elcorazónnolatía…Ningúnsoploentreabríasuslabiosdescoloridos.

Elindioestabamuerto;muertonohacíauncuartodehora,puessucuerponopresentabanilafrialdadnilarigidezcadavérica.

Bajo su guayuco,manchado de sangre, veíase su pecho, agujereado porunabalaalaalturadelospulmones.

Valdezexaminóelsuelo,yentrelahierbaenrojecidaencontróunproyectil.

Eralabaladeunrevólverdelcalibredeseismilímetrosymedio.

—ElcalibredelosquehayabordodelaGallinetta—dijoJacquesHelloch—. Los de la Moriche tienen ocho milímetros. ¿Acaso…? —Y pensó enJorrés.

—Esprecisoqueprocuremosencontraralniño—añadió—.Sóloélpuededecimos la razón de que este indio haya sidomuerto, y tal vez quién es elasesino.

—¿Dónde hallarle? —respondió Valdez—. El miedo le ha hechoemprenderlafuga.

—¿Nohabrávueltoalacabaña?

—Noesprobable.

Valdeznoseengañaba.Eljovennosehabíaapartadomásqueuncentenardepasoshacialaizquierda.Desdeallí,ocultotrasdeunárbol,observabaalosdos extranjeros. Cuando comprendió que nada tenía que temer de ellos,cuando vio que prestaban sus cuidados al indio, dio algunos pasos conintencióndeacercarse.

Valdezlevio,ysedirigióaél.Elniñopareciódisponerseahuirdenuevo.

—Hábleleusted,Valdez—dijoJacquesHelloch.

El patrón de la Gallinetta pronunció algunas palabras en lengua india,llamando al niño y diciéndole que se acercase. Le pidió que les ayudase atransportaralindioalacabaña.

Nosinalgunaduda,elniñopareciódecidirse.Alespantoquesepintadaensurostrosucedióunaexpresióndevivodolor,yalgunosgemidosseescaparondesupecho.Volvióapasoslentos,ycuandoestuvojuntoalcuerpodelindio,searrodilló,derramandoabundanteslágrimas.

El joven, de fisonomía dulce y vigorosa constitución, parecía estarenflaquecidoporlasprivacionesylamiseria.¿Cómopodíaserotracosaenlascondicionesenquevivíaenelfondodeaquelbosquedesierto,enelinteriordeaquellacabaña,sinmáscompañíaqueladelindioqueyacíaenelsuelo?Desupechopendíaunadeesascrucecitasque losmisioneroscatólicosdistribuyenentre los prosélitos de las misiones. Parecía inteligente, y como JacquesHellochhablaseaValdezenespañol,éldijoquecomprendíaestalengua.

Selepreguntó:

—¿Cómotellamas?

—Gomo.

—¿Quiénesesteindio?1—Mipadre.

—¡Infortunado!—exclamóJacquesHelloch—.¡Essupadre!

Yviendoqueelindiolloraba,lecogióunamano,leatrajoasíyleconsolóprodigándoletiernascaricias.

Gomo se tranquilizó. Un seguro instinto le decía que en aquellosextranjerosteníaprotectores,amigos.Valdezentonceslepreguntó:

—¿Quiénhamatadoatupadre?

—Unhombre…;llegóamedianoche.Entróenlacasa…

—¿Enaquellaqueestáallí?—respondióValdezseñalandoalacabaña.

—Sí;nohayotraeneselado.

—¿Dedóndeveníaesehombre?

—Nolosé.

—¿Eraunindio?

—No;unespañol.

—¡Unespañol!—exclamóJacquesHelloch.

—Sí…Ycomprendimoscuantonosdijo.

—Y¿quéquería?

—SabersilosquivashabíanllegadoalbosquedeParima.

—¿Quéquivas?—preguntóValdezcon tantavivezacomosucompañero

hubierapodidopreguntarlo.

—LosquivasdeAlfaniz—respondióGomo.

—¡La cuadrilla de ese presidiario evadido!—JacquesHelloch añadió enseguida:

—¿Hansidovistosporaquí?

—Nolosé—respondióelniño.

—¿Yhasoídodecirsisehallabanenelterritorio?—No…

—¿Tehasencontradootrasvecesconellos?—¡Sí…,sí…!

Y los ojos del niño, en cuyo rostro se pintaba el espanto, se llenaronnuevamentedelágrimas.

Preguntado por Valdez, dijo que aquellos quivas y su jefe habíansorprendidoelpueblodeSanSalvador,dondevivíasufamilia,enelNortedela sierra Parima; que habían asesinado a todos los habitantes; que sumadrehabía perecido, y que su padre y él, que consiguieron salvarse, se habíanrefugiadoenaquelbosque,construyendolacasadondevivíandesdehacíadiezmeses.

Respecto a la presencia de los quivas en el país, Gomo no podíasuministrar informealguno.NiélnisupadresabíansihabíansidovistosenlosalrededoresdelOrinoco.

—Y ese español que llegó por la noche a tu casa, ¿os pidió noticiasrespectoaeso?—preguntóValdez.

—Sí…,yseencolerizóporquenopudimosresponderle.

—¿Permanecióenlacasa?

—Hastalamañana.

—¿Yentonces…?

—Quisoquemipadrelesirviesedeguíaparaconducirlealasierra.

—¿Tupadreconsintió?

—Rehusó,porqueaquelhombrenoleinspirabaconfianza.

—¿Yelhombre?

—Partiósolo,alhacersededía…cuandovioquenoqueríamosguiarle.

—¿Havuelto,pues?

—Sí…,unascuatrohorasdespués.

—¿Cuatrohorasdespués?¿Yporquémotivo?

—Sehabíaextraviadoenelbosque.Nopodíaencontrarladireccióndelasierra,yestaveznosamenazóconsurevólveryjuróquenosmataríasinosnegábamos…

—Ytupadresevioobligado…

—Sí…,¡mipadre…!,¡mipobrepadre!—respondióelniño—.Elespañolle cogió por un brazo…, le arrastró fuera de la casa, le obligó a marchardelantedeél…Yolesseguía…Asífuimosduranteunahora.Mipadre,quenoquería guiar a aquel hombre, daba rodeos, sin alejarse mucho… Yo locomprendía, pues conozco el bosque, pero también el español acabó porcomprenderlo.Sepusofurioso…Llenóamipadredeinjurias…Leamenazónuevamente.Mipadre,colérico,seprecipitócontraelespañol…Laluchanodurómucho.Mipadrenoteníaarmas.Yonopodíaauxiliarle.Sonóuntiro…Mi padre cayó mientras el hombre huía… Levanté a mi padre. La sangrebrotabadesupecho.Nifuerzasparahablartenía…Quisovolveracasa…Nopudomásquearrastrarsehastaaquí…¡dondemurió!

Yelniño,llenodeeseamorfilialquecaracterizaalastribusindígenasdelAltoOrinoco,searrojóllorandosobreelcuerpodelindio.

Fue preciso calmarle, consolarle, y, sobre todo, hacerle entender que supadre sería vengado… Se encontraría al asesino… Se le haría expiar sucrimen…

Al oír estas palabras, los ojos de Gomo se abrieron, y a través de laslágrimasbrillóelfuegodelavenganza.

JacquesHellochledirigióunaúltimapregunta.

—¿Hasvistobienaesehombre?

—Sí.Lehevisto,ynoolvidaréjamássurostro.

—¿Puedesdecimoscómoibavestido,suestatura,elcolordesuscabellos,susfacciones…?

—Ibavestidoconunablusaypantalóndemarinero.

—Bien.

—Eraunpocomásaltoqueusted—añadióGomomirandoaValdez.

—Bien.

—Teníaloscabellosmuynegros…Todalabarba,tambiénnegra.

—¡EsJorrés!—dijoJacquesHelloch.

—¡Éles!—dijoValdez.

EntoncespropusieronaGomoquelessiguiera.

—¿Adónde?—preguntóelniño.

—Alrío,alaembocaduradelríoTorrida,dondeestánnuestraspiraguas.

—¿Piraguas?—preguntóGomo.

—¿Nosabíaistúytupadrequeayernochellegarondosfalcas?

—No…;perosielespañolnonoshubieraobligadoaandarporelbosqueleshubiéramosencontradoaustedesalahoradelapesca.

—Pues bien, hijo mío —dijo Jacques Helloch—, te lo repito, ¿quieresvenirconnosotros?

—¿Ymeprometenustedesquebuscaremosalhombrequehamatadoamipadre?

—Teprometoquetupadreserávengado.

—Puesvoy…

—Ven,pues.

Ambos,llevandoaGomo,volvieronatomarelcaminodelOrinoco.

No se abandonaría el cadáver del indio a los dientes de las fieras.PertenecíaalatribudelosbanivasdelpueblodeSanSalvador,convertidosalcatolicismo, y cuya población había sido asesinada por la cuadrilla de losquivas.Así esque JacquesHelloch tenía el propósitodevolverpor la tardeconalgunosmarinerosafindesepultarcristianamenteaquelcuerpo.

Gomo les condujo por el camino más corto, y, sin pasar de nuevo pordelantedelacabaña,llegaronalcampamentomediahoradespués.

ValdezyJacquesHellochhabíanconvenidonodecirunapalabrarespectoaJorrés.LomejoreracallarlasrelacionesqueentreélyAlfanizexistían.Erainútilañadirnuevaspreocupacionesalasqueyateníansuscompañeros.

En efecto: la situación se agravaba por el hecho de que el españolconociera el lazo de parentesco que unía a Juan con el coronelDeKermor.Alfanizlosabríaporél,yparasatisfacerelodioquecontraelcoronelsentíaprocuraríaapoderarsedesuhijo.

Ciertoquelosquivasnohabíanaparecidoenlascercaníasdelrío,yestotranquilizaba,hastaciertopunto,puesdehabersidovistosenlasierraParima,el indio y su hijo hubieran tenido conocimiento de ello. JacquesHelloch selimitaríaadecirqueelespañol,despuésdesufuga,habíatenidounacuestiónconel indio,querehusabaservirledeguíahastalamisióndeSantaJuana,ypormotivodeaquelladisputahabíadadomuertealindio.

Aleccionóse a Gomo en esta forma y él lo comprendió, pues sus ojos

brillabandeinteligencia.NohablaríaanadiedelosquivasdeAlfaniz.

¡QuésorpresaparaelsargentoMarcial,paraJuanyparaGermánPaternecuandoJacquesHellochlespresentóaGomoalregresaralcampamentoylesrefiriólahistoriaconvenida!

Todoshicieronbuenaacogidaalniño,yJuanleatrajohaciasíylecolmódecariciascuandosupoqueaquelpobrecilloestabaahorasoloenelmundo.

¡Noleabandonaría…!No.¡Noleabandonaría!

La llegada de Gomo pudo ser considerada como providencial, pueshabiéndoleJuanpreguntadosiconocíalamisióndeSantaJuana:

—Laconozco—respondió—.Heidoallívariasvecesconmipadre.

—¿Ynosconducirásaella?

—Sí… Sí… Ustedes no son como aquel maldito hombre… que queríatomamosporguías.

AunaseñaldeValdez,Gomoseguardódeañadirunapalabramás.

Respecto al autor del asesinato cometido en la persona del indio, niJacquesHellochniValdezpodíantenerlamenorduda,segúnelretratoqueelniño había hecho del matador. Y si alguna hubieran tenido, habríasedesvanecido cuando se advirtió que un revólver había sido robado de laGallinetta.

EraeldelsargentoMarcial.

—¡Mi revólver, robado —exclamó—, y robado por ese bandido, y haservido para asesinar a ese desventurado indio! ¡Mi revólver, regalo de micoronel!

Eldisgustodelsargentofuetangrandecomosucólera…

¡AydeJorréssicaíaensusmanos!

Gomo se mostró muy agradecido a los cuidados de que fue objeto.Después de almorzar terminó la organización del campamento del picoMaunoir,quedebíaocuparlatripulacióndelasfalcas,ydelospreparativosdeviaje,envistadeunaseparaciónquepodíadurar…nosesabíacuánto.

Entretanto, Gomo había sabido por Juan el objeto que sus compañerosperseguíanyendoalamisióndeSantaJuana.

Surostrosehabíaalterado.

—¿Vaustedareunirseconsupadre?—dijo.

—Sí,hijomío.

—Ustedlevolveráaver…,yyo…,¡yonoveréjamásalmío…!¡Jamás!

Por la tarde, Jacques Helloch, Germán Paterne y los marineros de laMoriche abandonaron el campamento y se dirigieron al claro del bosque.Gomolesacompañaba,yJuanobtuvopermisoparairtambién.

Enmediahorasellegóalsitioenqueyacíaelcuerpodelindioalpiedelapalmera.Lostripulantes,queibanprovistosdeazadones,abrieronunatumbabastanteprofundaparaquelasfierasnopudieranllegaralfondo.

En ella depositóse el cadáver, después que Gomo, derramando copiosollanto,abrazóporúltimavezasupadre.

Llenadetierralatumba,Juansearrodillóalbordedeella,juntoalniño,yambosmurmuraronlamismaoración.

Regresaronalcampamento.

Juannosehabíafatigadomucho…Asegurabaquelasfuerzasnohabíandefaltarle durante el viaje, y así se lo dijo a Jacques Helloch y al sargentoMarcial.

—¡Tengomuchasesperanzas…!—repetía.

Llegada la noche, los pasajeros entraron en el rouf de las piraguas,mientraslosmarinerossedisponíanavigilarenelcampamento.

Abordode laGallinetta sehizo sitioparaGomo.Pero el pobreniñonopudodormir,ygruesossuspirosbrotarondesupechodurantetodalanoche.

CAPÍTULOIX

ATRAVÉSDELASIERRA

AlasseisdelamañanaJacquesHellochysuscompañerosabandonaronelcampamentodelpicoMaunoir,dejándolobajolaguardiadeParchal,enquiensepodíatenerconfianzaabsoluta.

Parchal tenía a sus órdenes a los barqueros de la Gallinetta y de laMoriche,entotalquincehombres.Losdosrestantes,encargadosdeltransportedelosequipajes,acompañabanalosviajeros.Encasodeagresión,siParchalno estaba en condiciones de defenderse ya contra los indígenas o contra unataque de Alfaniz, debería abandonar el campamento, y, en cuanto fueraposible, llegaralamisióndeSantaJuana.Noeradudoso,yJacqueslocreíaasí,quelamisiónestaríaencondicionesderesistiralosquivas,queinfestabanaquellapartedelterritoriovenezolano.

Había hablado con Valdez de este asunto, y en su opinión los buenosauspicios eran más que los malos. Encontrarse con la cuadrilla de Alfanizhubiera sido la más temible eventualidad en las jornadas a través de losbosquesdelasierraParima.Pero,segúnlaafirmacióndeljovenGomo,yporloquesupadrehabíarespondidoaJorrés,latalcuadrillanosehabíamostradoen los alrededores de la sierra. Verdad que, yendo más hacia el Norte, elespañolesperabaevidentementeunirseaaquelAlfaniz,delquetalvezhabíasidocompañerodepresidio.Enfin,silosquivasnoestabanlejos,tampocoloestaba la misión irnos cincuenta kilómetros solamente, y a razón deveinticincokilómetrospordía,lospeatonespodríanprobablementerecorrerladistanciaendosdíasymedio.Habiendopartidoel30deoctubrealamanecer,¿eraexageradopensarquellegaríanaSantaJuanaenlatardedelprimerodenoviembre?No,sielmaltiemponooriginabaalgúnretraso.

Así, pues, los viajeros esperaban, si la suerte les favorecía un poco,efectuarsuviajesinningúnencuentrofastidioso.

Eldestacamentosecomponíadeochopersonas.JacquesHellochyValdezibanalacabeza;despuésJuanyGomo,siguiendoladirecciónindicadaporeljovenindio.SeguíanleGermánPaterneyelsargentoMarcial,ytraséstos,losdos tripulantes de la Gallinetta llevaban los equipajes, reducidos a loestrictamentenecesario;mantasparalasnoches,carneenconservayharinadeyucaencantidadsuficiente.Cadauno llevabasucalabazaconaguardienteotafia.

Seguramente,lacaza,abundanteenaquellosbosques,hubierabastadoparaelalimentodelosviajeros.Peroeramejorquenoindicasensupresenciaporlasdetonacionesdelasarmasdefuego.

Sialgunospecaríesocapibarassedejabancapturarsinnecesidaddequeselestiraseconbala,seríanbienrecibidos.Deestemodolosecosdelasierranorepercutiríanunsolotiro.

Jacques Helloch, el sargento Marcial y Valdez iban armados con suscarabinas, la cartuchera llena y el revólver y el cuchillo al cinto. GermánPaternehabíatomadosufusildecazaysucajadebotánica.

El tiempo se prestaba a la marcha. No había amenaza de lluvias ni detormenta.Elevadasnubestamizabanlosrayossolares.Frescabrisacorríaporla cimade los árboles y penetraba a través de las ramas, haciendovolar lashojas secas. El sol subía, ganando la parte Nordeste. Amenos que hubiesealgunabruscadepresióndelasabana,nosepresentaríaningúnpantano.

Losviajerosnocareceríandeagua.SegúnGomo,elríoTorrida,apartirdesuembocadurasobreelOrinoco,tomabaladireccióndeSantaJuana.Eraunríotorrencialeinnavegable,obstruidoporrocasgraníticas,impracticablepara

las falcasyhastapara losbotes.Formaba caprichosas revueltas a travésdelbosque,ylosviajerosseguiríansuriberaderecha.

Siguiendo las indicaciones de Gomo, después de haber dejado a laizquierda la cabaña abandonada, se dirigieron hacia el Nordeste para cortaroblicuamentelosterritoriosdelasierra.

Nosecaminabaagustoporuncaminocubiertoavecesdeespesacolchadehojassecas,yotrasllenoderamasquelosimpetuososhuracanesarrancanpor centenares. Además, Jacques Helloch tendía más bien a moderar lamarcha, a fin de economizar las fuerzas de Juana, y cuando ella le hacíaalgunaobservaciónconestemotivo,eljovenrespondía:

—Sin duda importa ir de prisa; pero importamás evitar que la fatiga laimposibiliteparaseguircaminando.

—Meencuentrorestablecida,señorHelloch.Notemaustedqueseacausaderetraso.

—Lesuplicoausted,miqueridoJuan,quemepermitaquetomeporustedlas precauciones que crea necesarias. Oe mi conversación con Gomo hededucido la situación de Santa Juana, y he podido marcar nuestro camino,jornadaporjornada,quehecalculadocuidadosamente.Sinohayencuentros,ynoesperoqueloshaya,notendremosnecesidaddedoblarestasjornadas.Sinembargo,siestoespreciso,nosfelicitaremosdenohabermalgastadonuestrasfuerzas, las de usted sobre todo. Mi único disgusto es la imposibilidad dehabernos procurado una caballería, lo que hubiera evitado a usted hacer elviajeapie.

—Gracias, señor Helloch —respondió Juana—. Con sólo esta palabrapuedoresponderatodoloqueustedhacepormí.Realmente,envistadetantosobstáculos que vencer, y que no había querido ver al principio. Yo mepreguntocómoelsargentoysusobrinohubieranpodidoconseguirsuobjetosiDiosnolehubierapuestoaustedennuestrocamino…Y,sinembargo,ustednodebíapasardeSanFernando…

—Yo debía ir donde fuera la señoritaDeKermor; y es evidente que, siemprendíelviajealOrinoco,fueporquedebíamosencontramos.Sí…Estabaescrito…; y está también escrito que usted confíe en mí para todo lo queconciernealviajehastalamisión.

—Asíloharé…¿Aquéamigomásseguropodríaconfiarme?

A mediodía se hizo alto a la orilla del río Torrida, que hubiera sidoimposibleatravesar.Suanchuranopasabadecincuentapies.Ánadesypavasrevoloteaban por la superficie. Gomo consiguió matar algunos a flechazos.Fueronreservadosparalacomidadelatarde,ysecontentaronconcarnefríay

tortadecazabe.

Trasunahoradedescanso,losviajerossepusieronnuevamenteenmarcha.Si la pendiente del suelo se acentuaba, el espesor del bosque no disminuía.Siempre los mismos árboles y las mismas zarzas. Costeando el Torrida seevitaban numerosos obstáculos a través de losmatorrales, llenos de palmasllaneras. No había duda que al llegar la noche se habría andado, salvocomplicaciones,ladistanciacalculadaporJacquesHelloch.

El bosque estabamuy animado.Millares de pájaros volaban de rama enrama, cantando a todo cantar. Losmonos hacían cabriolas sobre las ramas,principalmente algunas parejas de esos aluates chillones, que no chillandurante el día, y reservanpara la noche o lamadrugada sus ensordecedoresconciertos. Entre los volátiles, Germán Paterne tuvo la satisfacción deobservarbandadasdeguácharosodiabolinos,cuyapresenciaindicabaqueseacercabanallitoraldelEste.Turbadosensutranquilidaddiurna,puesapenassi salen hasta la noche de las anfractuosidades rocosas, refugiábanse en lacimade lasmatacas,cuyasbayas, febrífugascomo lacortezadelcoloradito,lessirvendealimento.

Otros pájaros también volaban de rama en rama,maestros en el arte dehacerpiruetas,losmachoshaciendolacortealashembras.AmedidaqueseavanzasehaciaelNordestelasespeciesacuáticasseríanmásraras,puesnosealejandelasriberasdelOrinoco.

GermánPaternevioalgunosnidossuspendidosdelasramasporunligerobejuco,quesebalanceabanamaneradecolumpios.Deestosnidos,fueradelalcancedelosreptiles,comosihubieranestadollenosderuiseñores,alosquesehubieranenseñadoasolfearlaescala,seescapabanbandadasdetrupiales,losmejorescantantesdelmundoaéreo.SerecordaráqueelsargentoMarcialyJuan los habían ya visto cuando pasaban por los alrededores de Caicara, aldesembarcardelSimónBolívar.

La tentacióndeapoderarsedeunodeaquellosnidoseramuyfuerteparaqueGermánPaternepudieraresistirseaella.

Peroenelmomentoenquesedisponíaahacerlo,gritóGomo:

—¡Tengaustedcuidado!¡Tengaustedcuidado!

Y en efecto; media docena de trupiales se precipitaron sobre el audaznaturalista,atacándolealosojos.PrecisofuequeValdezyGomoacudieranensuauxilio.

—Tenprudencia—le recomendóJacquesHelloch—,yno teexpongasavolvertuertoociegoaEuropa.

Germánsedioporadvertido.

Era también prudente no rozarse con las malezas que se extienden a laizquierdadel río.Lapalabramiríadanoesexageradacuandoseaplicaa lasserpientes que se arrastran bajo la hierba. Son de temer tanto como loscaimanesenlasaguasdelOrinoco.Siéstos,duranteelverano,sehundenenelfondo de los leganales, aún húmedos, y allí duermen hasta la época de laslluvias, los representantes de la herpetología no se duermen bajo las hojas.Están siempre alerta, y varios de ellos fueron vistos, entre otros untrigonocéfalodedosmetrosdelargo,queValdezseñalóypusoenfuga.

Encuantoatigres,osos,ocelotesyotrasfieras,niunasolasemostróenlascercanías.Pero,probablemente,al llegar lanochedejaríanoírsus rugidos,yseríaoportunovigilarelcampamento.

Hasta entonces, pues, JacquesHelloch y sus compañeros habían evitadotodo mal encuentro. Ni animales peligrosos, ni malhechores, éstos mástemiblesqueaquéllos.Verdadque,sinhaberhabladodeJorrésnideAlfaniz,Jacques Helloch y Valdez no descuidaban una severa vigilancia. Confrecuencia,elpatrónde laGallinetta,adelantándosealgrupode losviajeros,sealejabaporlaizquierdaeibaaladescubierta,afindeimpedirtodasorpresao prevenirse contra ima repentina agresión. Después, no observando nadasospechoso,aunqueavecessealejabamásdemediokilómetro,ValdezvolvíaaocuparsusitiojuntoaJacquesHelloch.Uncambiodemiradaslesbastabaparaentenderse.

Los viajeros marchaban en grupo compacto, tanto como lo permitía laanchura del sendero paralelo al río Torrida. Varias veces, sin embargo, fueprecisoentrarenelbosqueafinderodearaltasrocasoprofundasdepresiones.La dirección del río se mantenía siempre hacia el Nordeste, junto a lasestribacionesdelasierraParima.Enlaotrariberaelbosquesedesenvolvíaengruposdeárboles,dominadosaquíyallíporalgunapalmeragigantesca.Másarribaveíaselapuntadelamontaña,cuyaaristaseptentrionaldebíaunirsealsistemaorográficodelRoraima.

JuanyGomocaminaban juntos, costeando laorilla,bastanteancha,paradarpasoadospersonas.

HablabandelamisióndeSantaJuana.Gomodabadetallesmuycompletosacercade la fundacióndelpadreEsperanteysobreelpadremismo.Todo loquealmisionerosereferíaeramuyinteresante.

—¿Túleconoces?—preguntóJuan.

—Sí.Leconozco…Lehevistoconfrecuencia.DuranteunañomipadreyyovivimosenSantaJuana.

—¿Hacemucho?

—No.Antes de la estación de las lluvias del pasado año.Después de ladesgraciadenuestropueblodeSanSalvador,saqueadoporlosquivas…,otrosindiosynosotroshuimosalamisión.

—¿YfuisteisrecogidosenSantaJuanaporelpadreEsperante?

—Sí.¡Unhombremuybueno!Élqueríaquenosquedáramos.Algunossehanquedado.

—¿Yporquépartisteisvosotros?

—Mipadreloquiso…Somosbanivas…Deseabavolveralosterritorios…Había sido barquero en el río…Yo sabía algo del oficio.Me servía de unapequeñapagaya…Aloscuatroaños,yoremabaconella.

LoquedecíaelniñonoasombrabaaJacquesHellochniasuscompañeros.Por el relato del viajero francés conocían el carácter de los banivas, losmejores navegantes del Orinoco, desde hacía muchos años convertidos alcatolicismo, indios inteligentes y honrados. Por una serie de circunstanciasparticulares y porque lamadre deGomopertenecía a una tribu delEste, supadrehabíafijadosuresidenciaenelpueblodeSanSalvador,másalládelasfuentes del río. Y al decidirse a abandonar a Santa Juana obedecía a suinstinto,quelearrastrabaavolveralosllanos,entreSanFernandoyCaicara.Esperaba,pues,unaocasión:lallegadadepiraguas,abordodelasquehubierapodidoencontrartrabajo,ymientrasesperaba,vivíaenaquellamiserablecasadelasierraParima.

¿Yquéhubierasidodesuhijo,despuésdelasesinatocometidoporJorrés,silasfalcasnosehubieranvistoobligadasadetenerseenelcampamentodelpicoMaunoir?

EntodoestoreflexionabaJuanadeKermorescuchandoalniño.

Después ella llevaba la conversación sobre Santa Juana, sobre el estadoactual de lamisión, ymás particularmente sobre el padre Esperante.Gomorespondíaconseguridadatodasestaspreguntas.Hacíaelretratodelmisioneroespañol, un hombre alto, vigoroso, a pesar de sus sesenta años…; bello…,bello, repetía,consubarbablanca,susojosquebrillabancomoel fuego, talcomo lehabíanpintadoManuelAsunciónyelmiserableJorrés.Yentonces,conelespíritudispuestoparatomarporrealidadessusdeseos,lajovenseveíayaenSantaJuana.ElpadreEsperante laacogíacon losbrazosabiertosy ledaba los informes que tanto ansiaba. Juana sabía lo que era del coronelDeKermordesdesuúltimopasoporSanFernando.Sabía,enfin,dondehabíaidoarefugiarsealabandonarSantaJuana.

A las seisde la tardeJacquesHellochdio la señaldealto,despuésde lasegundajornadadeldía.

Los indios seocuparonenorganizar lonecesarioparapasar lanoche.Elsitioparecíaapropósitoparaello.Unprofundosurcoquecortabalaorillasedibujabahasta losbordesdel río.Sobreestaanfractuosidadenormesárbolesinclinabansusramas,formandounaespeciedecortinaquecaíasobrelaroca.En la parte baja había una cavidad, en la que la jovenpodría tenderse.Conhierbasyhojassecasseleharíaunlecho,yenéldescansaríatanagustocomobajoelroufdelaGallinetta.

Naturalmente,Juanaseoponíaaqueporsucausasetomasentantotrabajo;pero Jacques no quiso escuchar nada, e invocó la autoridad del sargentoMarcial.Precisofuequeelsobrinoobedecieraaltío.

GermánPaterne yValdez prepararon la comida.En el río hormigueabanlospeces.Gomomatóalgunosconsusflechas,alestiloindio,yfueronasadossobreun fueguecilloencendidoen la roca.Con lasconservasy las tortasdecazabe, y ayudando el apetito producido por cinco horas de marcha, loscomensalesreconocieronquenohabíanhediócomidamejordesde…

—¡Desdelaúltima!—declaróGermánPaterne,paraquientodacomidaeraexcelente,acondicióndesatisfacerelhambre.

Llegada lanoche, cadacual fueaescoger su sitio,unavezque Juana sehuboacostadoenelfondodesunicho.Gomosetendióalaentrada.Comoelcampamentonopodíaquedarsinvigilancia,sehabíadecididoquedurantelaprimera, parte de la noche,Valdez permanecería de guardia con uno de sushombres,ydurantelasegunda,JacquesHellochconotro.

Efectivamente, era menester advertir toda aproximación sospechosa delladodelbosqueydelladodelríoodelariberaopuesta.

Aunque el sargento Marcial reclamase su parte de guardia, tuvo queconsentir en descansar hasta el día. A la siguiente noche se aceptaría suofrecimiento,comotambiéneldeGermánPaterne.JacquesHellochyValdezbastarían,relevándose.Así,pues,elsargentofuearecostarsecontralapared,tancercadelajovencomoeraposible.

El concierto de las fieras, al que semezclaba el de losmonos chillones,comenzódesdeeloscurecer,ynodebíaterminarhastalasprimeraslucesdelalba.

La mejor precaución para mantener a estos animales a distancia delcampamento, hubiera sido encender lumbre y sostenerla toda la noche conleña seca. Pero si este fuego hubiera tenido alejados a los animales, podríaatraeralosmalhechores,quizásalosquivas,siandabanporlascercanías,ylomásimportanteeranoservistosporellos.

Bienpronto,aexcepcióndeValdez,apostadoenlaribera,ydelbarquero,

quecercadeélvigilaba,todosdormían.

HacialamedianocheambosfueronrelevadosporJacquesHellochyelotrodelosbarqueros.

Valdeznohabíavistonioídonadasospechoso.Oír,hubierasidodifícilenmediodeltumultodelasaguasdelrío,chocandocontralasrocasdelasierra.

JacquesHellochobligóaValdezaquefueraadescansarunashorasysubióhaciaelribazo.

Desdeallí, no solamentepodíavigilar laorilladelbosque, sino la riberaizquierdadelTorrida.

Sentadoalpiedeunárbolenorme,lasreflexiones,lossentimientosdequesuespírituysucorazónestabanllenos,noleimpidieronhacerbuenaguardia.

¿Era juguete de una ilusión? A las cuatro dé la mañana, cuando elhorizonte del Este comenzaba a blanquear, atrajo su atención ciertomovimiento sobre la ribera opuesta,menos escarpada que la ribera derecha.Parecióle que algunas formas semovían entre los árboles. ¿Eran animales?¿Eranhombres?

Seirguió,tratódeganarlacúspidedelribazo,ylogróaproximarsealgunosmetroshacialaribera.Allípermanecióinmóvil,mirando…

Novionadapreciso.Noobstante,notóalgunaanimaciónen laorilladelmacizo de la otra ribera. ¿Debía dar la voz de alarma, o, por lo menos,despertaraValdez,quedormíaalgunospasosmásallá?Éstefueelpartidoquetomó,y,tocandoalindioenelhombro,hizoquesedespertara.

—Nosemuevausted,Valdez—ledijoenvozbaja—,yobserveustedelotroribazodelrío.

Valdez, extendido a lo largo, no tuvo más que volver la cabeza en ladirecciónindicada.Duranteunminutosumiradaescudriñólaparteinferiordeaqueloscuromacizodeárboles.

—Nome engaño—dijo al fin—, hay tres o cuatro hombres que rondansobrelaribera.

—¿Quéhacer…?

—Nodespertemosanadie.Esimposibleatravesarelríoporestesitio,yamenosquenohayaunvadomásarriba…

—Pero¿yalotrolado?—preguntóJacquesHelloch,señalandoalbosquequeseextendíahaciaelNoroeste.

—Nadahevisto…,nadaveo—respondióValdez,quesehabíavueltosinlevantarse—.Talveznohayallímásquedosotresindiosbravos.

—¿Qué habrán venido a hacer esta noche en la ribera? No; para mí esseguro que nuestro campamento ha sido descubierto. Y…, espere usted,Valdez.Unodeesoshombrestratadedescenderhastaelrío…

—Enefecto—murmuróValdez—;ynoesunindio.Sóloconverleandarseadvierte.

Las primeras luces, después de haber contorneado las lejanas cimas delhorizonte,llegabanenaquelmomentohastaellechodelTorrida.Valdezpudo,pues,asegurarseenloquesereferíaalhombrevistoenelribazoopuesto.

—SonlosquivasdeAlfaniz—dijoJacquesHelloch—.Ellossolostieneninterésenasegurarsedesiestamosonoacompañadosdetodalatripulacióndelaspiraguas.

—Yestohubierasidolomejor—respondióelpatróndelaGallinetta.

—Sinduda,Valdez;peroamenosdeiralOrinocoabuscarrefuerzos…

—No. Si hemos sido reconocidos, no es ya tiempo de enviar a uno denuestroshombresalcampamento.Seremosatacadosantesderecibirauxilio.

Valdez asió vivamente el brazo de Jacques Helloch, que se calló enseguida.

Laluz,másintensaya,alumbrabalasriberasdelTorrida,mientrasquelaanfractuosidad en que dormían Juan, Gomo, el sargento Marcial, GermánPaterneyelsegundobarquero,estabaaúnenvueltaenprofundaoscuridad.

—Yocreo…—dijoValdez—,creo reconocer…¡Sí…! ¡Mivista esmuyaguda…!Nopuedeengañarme.Reconozcoaesehombre…¡Eselespañol!

—¿Jorrés?

—Elmismo.

—Nosediráquehedejadoescaparaesemiserable.

JacquesHellochacababadecogersucarabina,colocadajuntoaélcontraunaroca,yrápidamenteselaechóalhombro.

—¡No,no!—dijoValdez—.Estonosignificaríamásqueunomenos,ytalvezhaycentenaresbajolosárboles.Además,lesesimposiblevadearelrío.

—Aquínopueden—dijoHelloch—;peromásarriba,¿quiénsabe?

Sin embargo, Jacques se rindió a la opinión de Valdez, con tanto másmotivocuantoqueel patrónde laGallinetta erahombredebuenconsejo, yposeíalascualidadesnotablesdeastuciayprudencia,propiasdelosbanivas.

Por lo demás, Jorres—si era él—, en su deseo de observar desde máscerca el campamento, hubiera arriesgado ser visto. Así es que acababa de

entrarbajolosárbolesenelmomentoenqueelmarinero,apostadocercadelTorrida,avanzabacomosihubieranotadoalgunacosa.

Duranteuncuartodehora,JacquesHellochyValdezpermanecieronenelmismositio,sinhacermovimientoalguno.

NiJorrésniningúnotrosemostraronenlariberaopuesta.Nadapasabaenlaorilladeaquelbosque,quecomenzabaadespojarsedelassombras.

Pero con la luz creciente, el español —admitiendo que Valdez no sehubiera equivocado— iba a poder reconocer que solamente dos barquerosacompañabanalospasajerosdelaspiraguasyadvertirlainferioridaddeéstos.

¿Cómocontinuarelviajeencondicionesdeseguridadtaninsuficientes?

Seleshabíadescubierto.Seleshabíaespiado.Jorrésacababadeencontrara Jacques Helloch y a sus compañeros en camino para la misión de SantaJuana. Ahora no perdería sus huellas. Circunstancias de extraordinariagravedad;y,loqueeraaúnmásgrave,elespañolsehabía,ciertamente,unidoa la cuadrilla de quivas que recorría aquellos contornos a las órdenes delpresidiarioAlfaniz.

CAPÍTULOX

ELVADODEFRASCAÉS

Alascincoelcampamentodespertó.

Juanafuelaprimeraqueselevantó.Mientraspaseabaporlaorilladelrío,el sargentoMarcial,GermánPaterneyGomodormían aún envueltos en susmantasyelsombrerosobrelosojos.

ElbarquerodeguardiasehabíaaproximadoaJacquesHellochyaValdez,yleshablabadeloquehabíaobservadodurantesuguardia.ConfirmólodichoporValdez.Él tambiénhabía reconocidoa Jorrésenelhombreque rondabasobreelribazo.

JacquesHellochrecomendóaambosquenodijerannada.Erainútilrevelarlos peligros de la situación agravada por aquel encuentro. Bastaba que lesfuera conocida, y ellos tomarían las medidas que la seguridad de suscompañerosexigía.

Después de reflexiones y argumentos en pro y en contra, se decidiócontinuarhacialamisióndeSantaJuana.

En efecto; si Alfaniz ocupaba los alrededores; si Jacques Helloch y los

suyos debían ser atacados, el ataque se efectuaría lo mismo durante unamarcha hacia adelante que durante una marcha hacia atrás. Verdad es quevolviendoalOrinocoseestaríaacubiertoporelríoTorrida,amenosquenofuese franqueable más arriba. En este caso nada impediría a los quivasdescenderhastaelcampamentodelpicoMaunoir,ynobastaríaelesfuerzodelpersonaldelaspiraguaspararechazarlaagresión.

Por el contrario,marchar hacia Santa Juana presentaba algunas ventajas.Enprimerlugar,seconservaríalaproteccióndelríoTorridamientrasnofueravadeable,yyaseinformaríanporGomodeesto.Además,seaproximaríanasu objeto, y nada había que temer en Santa Juana con su población, quecontabavarioscentenaresdeguaharibos,convertidosenhombresgraciasalaabnegación de unmisionero. Santa Juana ofrecía refugio seguro contra todatentativadeAlfaniz.

Erapreciso,pues,acostadeloquefuera,llegaralamisiónenelplazomásbreveposible,esforzarseenestarenellaantesdelanochepróxima,haciendojornadasdobles.¿Nosepodíanandardeveinticuatroa treintakilómetrosenveintehoras?

Jacques Helloch volvió al campamento a fin de disponer la inmediatapartida.

—Aúnduermen,señorHelloch—dijolajovenacercándoseaél.

—¡Yustedseha levantado laprimera, señorita Juana!—dijo Jacques—.Voyadespertarlesparaquenospongamosencamino.

—¿Nohavistoustednadasospechoso?

—No… nada…, nada; pero partamos. He pensado que, caminando sindetenernos,podríamos,sinoestatarde,porlomenosalanochellegaraSantaJuana.

—¡Ah,señorHelloch!¡Quéimpacienciatengoporestarenlamisión!

—¿DóndeestáGomo?—preguntóJacquesHelloch.

—Allí…,eneserincón…Elpobreniñoduermeprofundamente.

—Es menester que yo le hable… Tengo necesidad de algunas noticiasantesdepartir.

—¿Quiere usted dejarme ese cuidado? —preguntó Juana, y añadió—:Parece usted preocupado esta mañana, señor Helloch. ¿Hay alguna malanoticia?

—¡No…;leaseguroqueno!

La joven tuvo deseos de insistir, pero, comprendiendo que esto sería

molestoparaJacques,sedirigióhaciaGomo,alquedespertódulcemente.

ElsargentoMarcialestirólosbrazos,lanzóalgunosbostezossonorosysepusodepie.

A Germán costó más trabajo despertarle. Envuelto en su manta, con lacabezaapoyadaensucajadeherboristaaguisadealmohada,dormíacomounlirón,animalquetienefamadeserelmayordurmientedelaCreación.

Entretanto Valdez hacía cerrar los sacos, después de haber retirado losrestosde lacomidade lavíspera reservadosparaelalmuerzode lamañana.DespertadoGomo,acudióal ladodeJacques,acompañadodeJuana, juntoaunarocasobrelaqueelprimerohabíadesplegadoelmapadelpaís.Estemapaindicaba los territorios comprendidos entre la sierra Parima y el macizo deRoraima,escalonadospor lasrevueltasdel río.Gomosabía leeryescribir,yestabaendisposicióndedarnoticiéisbastanteprecisassobreaquellacomarca.

—¿Hasvistoalgunavezmapasquerepresentanunaregiónconsusmares,suscontinentes,susmontañasysusríos?—lepreguntóJacquesHelloch.

—Sí,señor…EnlaescueladeSantaJuana—respondióelmuchacho.

—Puesbien:miraéstey tómateel tiempoquenecesitespara reflexionar.Estegranrío,dibujadoaquíensemicírculo,eselOrinoco,alquetúconoces…

—¡Queyoconozcoyalqueamo!

—Sí…Eresunbuenmuchachoytienescariñoatuhermosorío.¿Vesasuextremidadestamontaña?Enellanace…

—La sierra Parima; lo sé, señor… Aquí están los raudales que heremontadofrecuentementeconmipadre.

—Sí…ElraudaldeSalvaju.

—Ydespués…hayunpico.

—El pico deLesseps. Pero no te equivocas.Nosotros no hemos ido tanlejosconnuestraspiraguas.

—No…Notanlejos.

—¿PorquéhaceustedesaspreguntasaGomo,señorHelloch?—preguntóJuana.

—Deseo estar seguro del curso del río Torrida, y tal vez Gomo podrádarmelosdetallesquenecesito.

LajovenlanzóunamiradainterrogativasobreJacquesHelloch,quebajólacabeza.

—Ahora, Gomo —continuó—, he aquí el sitio en que hemos dejado

nuestraspiraguas.Aquí está el bosquedondeestaba la casade tupadre.HeaquílaembocaduradelríoTorrida.

—Aquí…Aquí…—respondióGomo,colocandoeldedosobreelmapa.

—Ahí mismo, Gomo. Atiende ahora. Voy a seguir el curso del río endirecciónaSantaJuana,ytúmeadvertirássinotaserror.

Jacques Helloch paseó su dedo sobre el mapa, dirigiéndole hacia elNordeste,despuésdehaberrodeadolabasedesierraParimaenunespaciodecincuentakilómetros.

Enestepuntohizounacruzconlápiz,ydijo:

—Aquídebedeestarlamisión,¿verdad?

—Sí…;aquí…

—YelríoTorridabajaporaquí…

—Sí…Comoestámarcado.

—¿Peronodesciendedemásarriba?

—Demásarriba,ciertamente…,yalgunasveceslohemosremontadomásallá…

—SantaJuanaseencuentraentoncesenlariberaizquierda…

—Tendremos, pues, que atravesarlo, puesto que estamos en la riberaderecha.

—Asíserápreciso,señor,yescosafácil.

—¿Cómo?

—Haymásarribaunpasoconrocasdondesepuedeasentarelpiecuandolasaguasestánbajas.UnvadollamadoelvadodeFrascaés.

—¿Conocesesevado?

—Sí,señor,yantesdelmediodíahabremosllegadoaél.

Comoelniñohabíatenidoocasióndefranquearestevado,susrespuestaseranafirmativas,loquedebíaalarmaraJacquesHelloch.SielvadoFrascaéspermitíaasuscompañerospasaralariberaizquierdadelríoTorrida,tambiénpermitiríaalosquivaspasaralariberaderecha.JacquesHellochysusamigosnoestaríanresguardadosporelríohastalamisión.

Este hecho empeoraba la situación. Sin embargo, no era motivo pararetroceder, pues, haciéndolo, las posibilidades de una agresión eran muygrandes.EnSantaJuanaestaríanenseguridad.ASantaJuanaconvenía,pues,llegarenveinticuatrohoras.

—¿Y dices —preguntó Jacques Helloch a Gomo— que al mediodíapodemosllegaralvadodeFrascaés?

—Sipartimosenseguida,sí…

Ladistanciaqueseparabaalcampamentodelvadopodíaserdeunosdocekilómetros.Comosehabía resueltoapresurar lamarchacon laesperanzadellegar a la misión a eso de la medianoche, sería conveniente pasar el vadoantesdelprimerdescanso.

Dioselaordendepartir.Todoestabadispuesto:lossacosenloshombrosdelosdosbarqueros;lasmantasarrolladasalaespaldadelosviajeros;lacajadebotánicaenelcintodeGermánPaterne;lasarmaspreparadas…

—¿Creeusted,señorHelloch,queseráposiblellegaraSantaJuanaendiezhoras…?—preguntóelsargentoMarcial.

—Lo espero… Si hace usted buen uso de sus piernas, que en seguidatendrántiemposobradoparadescansar.

—Pormínohadequedar,señorHelloch.Peroél…,Juan…

—Su sobrino —respondió Germán Paterne— batirá el récord… Se leconocequehatenidobuenaescuela…Ustedlehadadopiernasdesoldado,ytieneelpasogimnástico…

Hasta entonces Gomo ignoraba el lazo de parentesco —parentescoimaginario—queuníaalhijodelcoronelDeKermoralsargentoMarcial.

Asíesque,mirandoaesteúltimo,preguntó:

—¿Esustedsutío…?

—Algo…,pequeño…

—Entonces,¿elhermanodesupadre…?

—Supropiohermano…,yporestoJuanesmisobrino…¿Comprendes?

Elmuchachoinclinólacabezaenseñaldehabercomprendido.

Eltiempoestabacubierto.LasnubescorríanbajasempujadasporelvientoSudeste, con serias amenazas de lluvia. Tras el velo gris que formabandesapareció la cúspide de la sierraParima, y hacia el Sur, la punta del picoMaunoirnoaparecíamásqueatravésdelosclarosdelosárboles.

JacquesHellochdirigióunamiradadeinquietudalapartedelhorizontededonde venía el viento. Tras los primeros rayos del sol, el cielo se habíaensombrecidoporefectodelosvaporesquealsubirseespesaban.

Sicaíaunadeesasviolentastempestadesquecontantafrecuenciainundanlassabanasmeridionales,lamarchaseretrasaríayseríadifícilestarenSanta

Juanaenditérminofijado.

Losviajerossepusieronenmarcha,volviendoatomarelsenderoentreelríoTorridaylaorilladelimpenetrablebosque.Ibanenelmismoordenqueeldía anterior; el patrónValdezy JacquesHelloch a la cabeza.Amboshabíanobservadoporúltimavezlariberaopuesta.

Estabadesierta.Desiertostambiénlosmacizosdeárbolesqueseextendíanhacia la izquierda. Ni un ser viviente, a no ser un mundo ensordecedor depájaros,cuyasmelifluaslenguassaludabanalalbaconelacompañamientodeloschillonesmonos.

Animábales a todos la esperanza de llegar a la misión antes de lamedianoche.Noseconseguiríaestomásqueacostadeunamarchaforzada,brevemente interrumpida por corta parada a mediodía. Convenía, pues,apresurarelpaso,yasísehacíasinquejas.Bajoelcielocubiertodebrumas,latemperatura era soportable, feliz circunstancia, pues la orilla del río carecíaporcompletodeárboles.

AvecesJacquesHelloch,devoradoporlainquietud,sevolvíadiciendo:

—¿Vamosmuydeprisaparausted,miqueridoJuan?

—No,señorHelloch,no—lerespondíaJuan—.Nosepreocupeustedpormí,nipormiamigoGomo,queparecetenerpiernasdeciervojoven.

—Sifuerapreciso,yoestaríaestatardeenSantaJuana—respondióGomo.

—¡Diablo,buencorredoreres!—exclamóGermánPaterne,quenoestabadotadodetalesfacultadeslocomotricesysequedabaatrásfrecuentemente.

Verdad que Jacques Helloch no tenía compasión de él. Le llamaba, lepreguntaba,legritaba:

—Vamos,Germán…Tequedasrezagado.

Elotrorespondía:

—Noestamosmásqueaunahora.

—¿Quésabestú?

Y como Germán Paterne lo ignoraba, no tenía más remedio queobedecer…yobedecía.

JacquesHellochquedóuninstantepensativoaloírlarespuestadeGomo…AquellatardepodríaestarenSantaJuana…

Así,pues,Gomoafirmabaqueenseisosietehoraspodíahaberllegadoalamisión.¿Noeraunaprobabilidaddequeconveníaaprovecharse?

Mientrascaminaba,JacquesHellochhizoconoceraValdezlarespuestadel

muchacho.

—Sí…Dentro de seis o siete horas—dijo— el padre Esperante podríaestar prevenido de que nos dirigíamos a Santa Juana. No vacilaría enenviarnosauxilios…Élmismovendría,sinduda.

—Es verdad —respondió Valdez—; pero dejar partir a ese niño seríaprivamosdenuestroguía…Ycreoque,puestoqueconoceelpaís, tenemosnecesidaddeél.

—Tiene usted razón,Valdez.Gomonos es necesario, sobre todo para elpasodelvadodeFrascaés.

—Estaremos allí al mediodía, y franqueado que hayamos el paso…,veremos…

—Sí…Veremos,Valdez…Talvezelpeligroestéenesevado.

Y¿quiénsabíasiaJacquesHellochyasuscompañerosnolesamenazabaunpeligromáspróximo?Despuésdereconocerelcampamentoestablecidoenel ribazo derecho del Torrida, ¿no había podido Jorrés remontar la riberaizquierdadelríoconlacuadrilladeAlfaniz?Ypuesquelosquivasllevabanuna delantera de algunas horas, ¿era imposible que hubiesen, ya pasado elvadodeFrascaés?Yahora,¿novolveríanabajarporlariberaderecha,dondedebíanencontraranuestrosviajeros?Estahipótesiseraverosímil.

Sinembargo,alasnueve,Valdez,quesehabíaalejadoalgunoscentenaresde pasos, aseguró a la vuelta que el camino, al parecer, estaba libre. Y,realmente,nadaindicabalapresenciadelosquivasenlariberaopuesta.

JacquesHellochpensóentonceshaceraltoenaquelsitio,despuésdehaberpreguntadoaGomo:

—¿Aquédistanciaestamosdelvado?

—A unas dos horas de camino—respondió el muchacho, que no sabíacalcularlasdistanciasmásqueporeltiempoquesetardabaenrecorrerlas.

—Descansemos—ordenóJacquesHelloch—,yalmorcemosrápidamenteconlasprovisionesquenosquedan.Esinútilencenderfuego.

En efecto, hubiera sido indicar su presencia en aquel sitio, reflexiónqueJacquesHellochguardóparasí.

—Apresurémonos,amigosmíos,apresurémonos—repitió—.Sólounaltodeuncuartodehora.

¡La joven comprendía demasiado! Jacques Helloch estaba lleno deinquietud,cuyacausaella ignoraba.IndudablementeJuana,engeneral,sabíaquelosquivasrecorríanaquelloslugares;queJorréshabíadesaparecido;pero

no podía sospechar que el español, al remontar el Orinoco a bordo de laGallinetta,lohicieseconlaintencióndereunirseaAlfaniz,niqueexistiesenrelacionesderemotafechaentreelespañolyelpresidiariodeCayena.Enmásdeunaocasiónestuvoapuntodepreguntar:

—¿Quéhay,señorHelloch?

Sinembargo,guardósilencio,confiándosea la inteligenciadeJacques,asuvalor,asuabnegaciónyasudeseodellegaralfinlomásprontoposible.

Almorzaron rápidamente. Germán Paterne, que hubiera prolongado mástiempoelalmuerzo,hizoamaltiempobuenacara,omásbienbuenestómago.

A las nueve y quince, cerrados y cargados los sacos, continuaron sucamino,enelmismoordenqueantes.

El bosque se extendía sin discontinuidad sobre la orilla derecha del ríoTorrida;perolaizquierdateníaentoncesaspectomuydiferente.Enestapartelosárbolessólopresentabangruposesparcidosporlasuperficiedelosllanos,tapizadosdeespesahierba,quetambiéncubríalosflancosdelasierrahastalacima.

El ribazoopuesto,además, llegabacasialniveldel río,yera,pues, fácildominarconlamiradaunavastaextensióndeterrenoquecarecíadelaespesacortina de árboles. Después de haber tenido la sierra al Nordeste, desde lavísperaestabaalSur.

Jacques Helloch y Valdez no dejaban de observar ansiosamente la otraorilla,sindescuidartampocolaqueseguíaremontandoelrío.

Nadasospechosotodavía.

¿TalvezlosquivasesperabanalosviajerosenelvadodeFrascaés?

Alaunadelatarde,Gomoseñalóaalgunoscentenaresdepasosunángulodel río,que, ensanchándosealEste,desaparecía trasunmacizodedesnudasrocas.

—Allíes—dijo.

—¿Allí?—respondió JacquesHelloch, haciendo a sus compañeros señalparaquesedetuvieran.

YaproximándoseparareconocerelríoTorrida,notóqueel lechodeésteestaba lleno de piedras y arena, entre las que no corríanmás que delgadoshilosdeagua,quesepodíanvadearfácilmente.

—¿Quiereustedquemeadelanteparaexaminarlosalrededoresdelvado?—propusoValdezaJacquesHelloch.

—Hágalousted,Valdez;pero,porprudencia,noseaventurealotrolado,y

regreseencuantohayavistosielcaminoestálibre.

Valdezpartió,yminutosdespuésse leperdiódeVistaaldar lavueltaalrío.

Jacques Helloch y sus compañeros esperaron junto al ribazo, formandogrupo.GermánPaternesesentósobrelahierba.

PordueñoquedesímismofueraJacquesHelloch,noconseguíadisimularsuinquietud.

Gomopreguntóentonces:

—¿Porquénocontinuamos?

—Sí…¿porqué?—preguntóJuana—.Y¿porquéValdezhaidodelante?

JacquesHellochnorespondió.Seseparódelgrupoydioalgunospasosendirecciónalrío,impacienteporobservardesdemáscercalaorillaizquierda.

Transcurrieroncincominutos,deesosqueparecendurartantocomohoras.

JuanasehabíaacercadoaJacquesHelloch.

—¿PorquénovuelveValdez?—preguntó,procurandoleerenlosojosdeljovenlospensamientosdeéste.

—Nopuedetardar—secontentóconresponderJacquesHelloch.

Pasaron otros cinco minutos…, luego otros cinco… Ni una palabra sepronuncióenestetiempo.

Valdezhabíatenidotiempodeiryvolver…ynoaparecía.

Sin embargo, no se había oídoningúngrito ni nadaquepudiera inspiraralarma.

JacquesHellochtuvobastanteimperiosobresímismoparaesperarcincominutosmás.

SeguramentenohabíamayorpeligroenganarelvadodeFrascaésqueenpermanecerenaquelsitio lomismoqueenretroceder.Si losviajeroshabíandeseratacados,lomismoloseríanmásarribaquemásabajo.

—Marchemos—dijoalfinJacquesHelloch.

Sepusoalacabezadesuscompañeros,yéstoslesiguieronsinpreguntarnada.Subieronporelribazoduranteunostrescientospasos,yllegaronalcododelríoTorrida.Porestepuntoeraprecisodescenderalvado.

Cinco pasosmás allá, Gomo se dejó deslizar y llegó hasta las primerasrocasmojadasporlacorriente.

Derepente,tumultuososgritosestallaronenelribazoizquierdoalqueiban

allegarJacquesHellochysuscompañeros.

Uncentenardequivas,corriendodetodoslados,seprecipitabanaltravésdelvadoyblandíansusarmaslanzandogritosdemuerte.

JacquesHellochnotuvotiempoparadefenderseatiros.¿Niquépodríansuescopeta y las de Germán Paterne y el sargento Marcial? ¿Qué hubieranpodido las pistolas de los barqueros contra aquellos cien hombres queocupabanycerrabanelvadodeFrascaés?

Rodeados en un instante los viajeros, se vieron en la imposibilidad derechazarlaagresión.

En estemomento, Valdez apareció enmitad de un grupo de quivas quevociferaban.

—¡Valdez!—exclamóJacquesHelloch.

—Estos indecentesmehancogidocomoenunagazapera—respondióelpatróndelaGallinetta.

—¿Yconquiéntenemosqueentendérnoslas?—preguntóGermánPaterne.

—Conlacuadrilladelosquivas—respondióValdez.

—Yconsujefe—añadióunavozamenazadora.

Elhombrequepronuncióestaspalabrasestabadepiesobreelribazo;juntoaélhabíatresindividuosquenoeranderazaindia.

—¡Jorrés!—exclamóJacquesHelloch.

—Llámemeporminombre…¡Alfaniz!

—¡Alfaniz!—repitióelsargentoMarcial.

YsumiradayladeJacquesHelloch,llenasdeespanto,sefijaronenlahijadelcoronelDeKermor.

JorréseraaquelAlfanizquesehabíaevadidodelpresidiodeCayenacontrespresidiarios,cómplicessuyos.

Despuésdehaberreemplazadoaljefedelosquivas,MetaSerrapia,muertoporlamiliciadeVenezuela,elespañolrecorríadesdehacíamásdeunañolasabana.

Cincomesesantes,aquellosquivashabíanformadoelproyectodevolveralosterritoriosdelOestedelOrinoco,delosquehabíansidoarrojadosporlastropascolombianas.

Pero antesde abandonar las regionesmontañosasdelRoraima, sunuevojefequisoefectuarunreconocimientoenaquellapartedelrío.Separóse,pues,

de lacuadrillaybajóa los llanos, llegandohastaSanFernandodeAtabapo,después de haber pasado por el rancho de Carida, donde el indio bareafirmaba, con razón, haberle visto. Esperaba en San Fernando ocasión paravolveralasfuentesdelOrinoco,cuandolaspiraguasGallinettayMorichesepreparabanparapartirhacialamisióndeSantaJuana.

Alfaniz, conocido únicamente por el nombre de Jorrés, pretextando eldeseodevolver a lamisión, ofreció sus servicios al patrónde laGallinetta,que reclutaba gente para aumentar su tripulación, y, como se sabe, fueaceptadoparadesgraciadelosqueibanaaventurarseporelcursodelrío.

Al mismo tiempo que Alfaniz tenía la posibilidad de encontrar a losquivas,satisfaríaalfinelodioquesentíaporelcoronelDeKermor.

Enefecto;había sabidoqueaquel jovenque ibaabordode laGallinettacon el sargentoMarcial iba en busca de su padre, cuyo testimonio ante laAudienciadelLoirainferiorhabíaproducidosucondenaacadenaperpetuaysuenvíoalpresidiodeCayena.

¿No era ésta la ocasión inesperada de apoderarse del joven, tal vez delmismocoronelsiseencontrabanhuellassuyasenlamisióndeSantaJuana,yentodocasodevengarseenelhijoendefectodelpadre?

Lodemássesabe.LanochequepasóentierraenYaname,encontróaunodesuscómplices,yAlfanizhuyócuandolaspiraguasllegaronalcampamentodelpicoMaunoir.Despuésdeasesinaralindioquerehusabaservirledeguía,habíaremontadoelríoTorrida,atravesadoelvadodeFrascaésyreunídose,alfin,conlosquivas.

Ahora, teniendo a Jacques y a los compañeros de éste a su merced, elmiserable esperaba apoderarse de las piraguas en su sitio de escala en elOrinoco.

Elhijo,o,mejordicho,lahijadelcoronelDeKermorestabaensupoder.

CAPÍTULOXI

LAMISIÓNDESANTAJUANA

Treceañosantesdelcomienzodeestahistoria, la regiónqueatraviesaelríoTorridanoposeíaniunaaldea,niunrancho.

Apenas si los indios la recorrían cuando la necesidad les obligaba atrashumarsusganados.Enlasuperficiedeestosterritoriosnohabíamásquevastas llanuras, fértiles pero incultas, impenetrables bosques, pantanos

inundadosenel invierno.Nadamásquefieras,ofidios,monos,volátiles,sinolvidar los insectos, y particularmente los mosquitos, representaban la vidaanimal en aquellas comarcas aún casi desconocidas. Era, realmente, eldesierto, en el que no se aventuraban nunca ni los mercaderes ni losexploradoresdelaRepúblicavenezolana.

Elevándose algunos kilómetros al Norte y al Nordeste, se vería unoperdidoenlasuperficiedeunaextraordinariaregiónqueseuníatalvezaladelosAndes, antes que los grandes lagos se hubieran vaciado a través de unaincoherente redde arterias fluviales en lasprofundidadesdelAtlántico.Paísquebrado donde las aristas se confunden y los relieves parecen estar endesacuerdo con las lógicas de la Naturaleza, hasta en sus caprichoshidrográficosyorográficos;área inmensa,generadora inexpugnabledeaquelOrinocoqueenvíaalNorteydesuríoBlancoqueviertealSur,dominadaporel imponente macizo de Roraima, cuya cima, no violada hasta entonces,debíanconquistarImThurnyPerkinalgunosañosmástarde.

Tal era aquella porción lejana deVenezuela, su inutilidad, su abandono,cuandounextranjero,unmisionero,emprendiólatareadetransformarla.Losindiosesparcidosporelterritoriopertenecíanensumayornúmeroalatribudelosguaharibos.Porcostumbrevagabanporlosllanosyporel interiordelosprofundos bosques, en el Norte del ribazo derecho del Orinoco. Eranmiserables salvajes a los que no había llegado el aliento de la civilización.Apenas si tenían algunas cabañas para albergarse, harapos de corteza paracubrir sus cuerpos. Vivían de raíces, de los frutos de las palmeras y dehormigas,sinquesupieranextraerelcazabedelayuca,queconstituyelabasedelaalimentacióndelaAméricaCentral.Parecíanestarenelúltimogradodela escala humana, y eran de pequeña estatura, delgados, con el estómagoprominente,propiode losgeófagos,y,enefecto,duranteel inviernoveíansereducidosaalimentarsecontierra.Suscabellosalgorojizos,quecaíansobresushombros;sufisonomía,donde,noobstante,unobservadorhubieranotadociertainteligenciaenestadorudimentario,sucolormenosfuertequeeldelosotrosindios,quivas,siaroas,bares,mariquitares,banivas,todolesrelegabaalúltimolugarenlasrazasmásinferiores.Yestosindígenasteníantalfamadeterribles, que sus congéneres no se atrevían casi a aventurarse por aquellosterritorios,ysedecíaqueerantanaficionadosalsaqueoyalamatanzaquelosmercaderes de San Fernando no osaban llegar más allá del Ocamo o delMavoca.

Talera ladetestable reputacióndequeaúngozaban losguahariboshacíacincooseisaños,cuandoChaffanjon,desdeñandoelterrordesusbarqueros,nodudóenproseguirsunavegaciónhastalasfuentesdelrío.Perodespuésdehaberlos encontrado en la altura del pico Maunoir, condenó aquellasacusacionesmalfundadascontrapobresindiosinofensivos.

Enaquellaépoca, enqueyagrannúmerodeellos, reunidosa lavozdelmisioneroespañol,formabanelorigendelamisióndeSantaJuana,lareligiónhabíapenetradoenaquellosespíritus,graciasalaabnegacióndelapóstolquelesconsagrabasuvidaylessacrificabatodaslasalegríasdesuexistencia.

ElpadreEsperantetuvoelpensamientodeaplicartodasualmaalaobrade regenerar a los desdichados guaharibos, y con tal objeto se instaló en lomásprofundode la sabanade sierraParima.Resolvió fundarunpuebloqueconayudadeltiempoiríaenaumento.Nocreíaemplearmásgenerosamenteelrestodesufortunaqueaplicándolaaaquellacaritativaempresa,edificándolasobre tansólidoscimientosquenocorrieseel riesgodehundirse trasél.Portodacompañía,alllegaraaqueldesierto,elpadreEsperante,noteníamásqueunjovenllamadoAngelos.Estenoviciodelasmisionesextranjeras,deveinteañosdeedad,estaba,comoelpadreEsperante, inflamadodeceloapostólicoque realizómilagros y prodigios. Ambos, a costa de muchas dificultades ypeligros, sin desfallecer, sin retroceder nunca, habían creado, desarrollado yorganizado lamisióndeSantaJuana.Habíanregenerado la tribueneldobleaspectomoraly físico,constituidounapoblaciónque,entonces,alcanzabaamilhabitantes,comprendiendolosdelosllanosdelascercanías.

EstabalamisiónaunoscincuentakilómetrosalNordestedelasfuentesdelrío y de la embocadura del Torrida. El sitio era hermoso: el suelo deasombrosafertilidadyllenodelosárbolesmásútiles,entreotrosesasmarimascuyacortezaformaunaespeciedefieltronatural,bananos,plátanos,cafetales,que se cubren a la sombra de los grandes árboles de flores rojas, caucho,cacaos, y además camposde cañade azúcary zarzaparrilla, plantacionesdeese tabacodelquesesacael«curanigra»paraelconsumo local,yel«curaseca»,mezclado con salitre, para la exportación; habas toncas que sonmuybuscadas;sarrapias,cuyasvainassirvencomodrogas.Unpocode trabajo,yaquellos campos iban a producir en abundancia raíces de yuca, cañas deazúcar y maíz, que da cuatro cosechas al año con cerca de cuatrocientosgranosporcadaunosembrado.

El suelo de esta comarca poseía tan maravillosa fertilidad, que el buenmétododelcultivodebíanaumentar,porqueestabaaúnvirgen.Nadasehabíagastado de su poder vegetal. Numerosos arroyos corrían por su superficie,hastaenelestío,e ibanaarrojarseenelríoTorrida,queduranteel inviernoaportabagrantributodeaguaallechodelOrinoco.

Enlariberaizquierdadeesteríoseestablecieronlasprimerascasasdelamisión.Noeransimplescabañas,sinocasasquevalíanloquelasmejoresdelas construidas por los banivas o los mariquitares. Urbana, Caicara, SanFernando de Atabapo, hubieran podido envidiar sus sólidas y cómodashabitaciones.

Elpuebloestabasituado juntoauncerroseparadode lasierraParima,ycuyo declive, en su parte baja, se prestaba para una instalación agradable ysana.

Al pie de un talud, bajo la sombra de un frescomorichal, se elevaba laiglesiadeSantaJuana,desencilloestilo,ycuyapiedra fuesuministradaporlascanterasdelasierra.

La iglesia,actualmente,espequeñaparaelnúmerode fielesatraídosporlossermonesdelpadreEsperanteylasceremoniasdelcultocatólico,entoncesquepocoapoco la lenguaespañolasustituíaal idiomade losguaharibos.Y,además,algunosblancos,unoscincuenta,deorigenvenezolano,habíanidoaviviralamisión,siendobienacogidosporeljefedeésta.

PorelOrinoco,llegabadeañoenañotodoloquehabíaexigidolacreaciónde aquel pueblo, y se comprenderá que su nombre se extendiese hasta SanFernando,ydespuéshastaCiudad-BolívaryCaracas.¿YporquéelCongresono había de estimular una obra en tan alto grado civilizadora que debía darvalor a aquellos territorios inútiles, elevar intelectualmente a tribus cuyadegeneraciónymiseriahubieranbienprontoproducidosudesaparición?

Cuando del pequeño campanario, que se alzaba entre los árboles, seescapaban los sonidos de la campana, ¿quién no hubiera admirado elapresuramientoconquealaiglesiaacudíanaquellosindígenas,decentementevestidos y respirando buena salud? Hombres, mujeres, niños y viejos seagrupaban en tomo del padre Esperante, y en la viva expresión de suagradecimiento se hubieran con gusto arrodillado como al pie de la iglesia,ante el presbiterio elevado en la base del cerro en medio de un macizo depalmeras.Eranfelices,susfamiliasprosperaban,vivíanagusto,ycambiabanconprovecholosproductosdesusueloporlosproductosmanufacturadosqueproveníandelcursoinferiordelOrinoco,ysusituaciónnocesabademejorarnideaumentarsubienestar.Deaquíqueotrosllanerosllegasenalamisiónyque se construyeran nuevas casas. El pueblo crecía, extendiéndose por elbosquequelerodeabaconsueternaverdura.Loscultivosaumentabansinquehubiera el temor de que faltase el suelo, puesto que puede decirse que lassabanasdelOrinoconotienenlímites.

FueraerrorsuponerqueelestablecimientodelamisióndeSantaJuananohabíaestadoenocasionessometidoarudaspruebas.Sí.Sehabíadesarrolladoa costa de admirable abnegación, de perseverantes esfuerzos. Al principio,¡qué peligros más grandes! Había sido preciso defender el pueblo nacientecontratribusenvidiosas,arrastradasporsusinstintosdematanzaypillaje.Lapoblación se había visto en el caso de rechazar ataques que amenazabandestruirlaobraensuscomienzos.Pararesistiralascuadrillasquevagabanatravésde lacurvadelOrinocooquebajabandelascordillerasdel litoral,se

tomaron las más urgentes medidas. El misionero se reveló entonces comohombredeacciónysusánimosigualaronasutalentodeorganizador.

Todos los guaharibos que estaban en la plenitud de su vida fueronregimentados, disciplinados, instruidos en el manejo de las armas.Actualmente,unacompañíadecienhombres,provistosde fusilesmodernos,con municiones, hábiles tiradores —pues poseían la precisión de vista delindio—,dabanseguridadalamisiónynodejabanprobabilidaddeéxitoaunaagresiónquenopodíacogerlesdesprevenidos.

¿No se había tenido la prueba de ello un año antes, cuandoAlfaniz, suscómplices del presidio y sus aliados los quivas se habían lanzado sobre elpueblo? Aunque fuesen iguales en número, cuando el padre Esperante lescombatió al frente de sus soldados, los bandidos experimentaron sensiblespérdidas,mientraslasdelosguaharibosfueronpocas.

Precisamentedespuésdeestedesastre,losquivaspensaronenabandonarelpaísyganarlosterritoriossituadosalOestedelOrinoco.

Por lo demás, lamisión de Santa Juana estaba organizada, tanto para ladefensivacomoparalaofensiva.NosignificabaestoqueentraseenlasmirasdelpadreEsperanteejecutaractosdeconquista,puestoqueelterritoriodequedisponía era suficiente para su objeto; pero no quería que cuadrillas demalhechores de la peor especie pudiesen atacar al pueblo sin salirescarmentados. Así es que, con objeto de prevenir todo peligro, habíaprocedidocomomilitar.Y,realmente,¿unmisioneronoesunsoldado…?Ysitiene el deber de sacrificar su vida, ¿no tiene también el de defender a losfielesquesealistanenderredorsuyobajolaenseñadelcristianismo?

Hemos hablado antes de los cultivos que contribuían en mucho a laprosperidad de la misión de Santa Juana. No eran éstos, sin embargo, lasúnicas fuentes de su riqueza. Con los campos sembrados de cerealesconfinabannumerosasplanicies,dondepastaban rebañosdebueyesyvacas,cuyaalimentaciónestabaaseguradaconlahierbadelasabana.Estoconstituíavinaimportanteramadecomercio,comosucedeentodaslasprovinciasdelaRepública de Venezuela. Además, los guaharibos poseían gran número decaballos que en otra época existían pormillares en tomo de los ranchos, ymuchos de ellos eran utilizados en el transporte y en las excursiones de losguaharibos,queprontollegaronaserexcelentesjinetes.Deaquílosfrecuentesreconocimientosquepodíanextendersealascercaníasdelpueblo.

EraelpadreEsperantetalcomolehabíanpintadoMirabal,eljovenGomoyelfalsoJorrés.Surostro,suactitud,susademanesindicabanalhombredeacción,deenérgicavoluntad,aljefequetienelacostumbredelmando.Poseíala energía que jamás desmaya, guiada por poderosa inteligencia. Sumiradafirmeytranquilaseimpregnabaenunaexpresióndeperfectabondad,indicada

porlasonrisapermanentedeloslabiosquedejabaentreverunabarbablancapor el transcurso de los años. Era valiente y generoso, dos cualidades quefrecuentementevanunidas.Pormásquehubierapasadode lossesentaaños,suelevadaestatura,susanchasespaldas,sutóraxdesarrolladoysusrobustosmiembros, daban indicio de gran resistencia física, a la altura de su fuerzaintelectualymoral.

Nadie sabía cuál había sido la vida del misionero antes de dedicarse aaquel apostolado tan rudo. Sobre este asunto él guardaba silencio absoluto.Peroen lanubede tristezaquevelabaaveces su rostro, secomprendíaquellevabaconsigolosdoloresdeuninolvidablepasado.

Conviene advertir que el padre Esperante había sido animosamentesecundado en su empresa por el hermano Angelos, devoto del primero encuerpoyalma,yqueteníaelderechodereivindicargranpartedeléxitodelaobra.

Alladodeéstos,algunosindioselegidosentrelosmejoresconcurríanalaadministracióndelpueblo.VerdadquesepodíadecirqueelpadreEsperante,alcalde y sacerdote, bautizando a los niños, bendiciendo matrimonios yauxiliando a los moribundos, concentraba en sí todos los servicios de lamisión.

¿Y no debía verse pagado de todas sus fatigas al observar el grado deprosperidad a que su obra había llegado? Si los sucesores del misionerocontinuabanelcaminoporéltrazado,¿noestabaaseguradalavidadeaquellacreación?

Desde el ataque de los quivas nada había turbado la tranquilidad de loshabitantesdeSantaJuana,ynadahacíatemerqueseverifícaseotraagresión.

A las cinco de la tarde del primero de noviembre, al siguiente día decuandoJacquesHellochysuscompañeroshabíancaídoenmanosdeAlfaniz,un comienzo, si no de pánico, de inquietud al menos, se manifestó en elpueblo.

UnjovenindioacababadeservistocorriendoporlasabanadelSuroeste,contodalarapidezquesuspiernaslepermitían,comosifueraperseguido.

Algunosguaharibossalierondesuscasas,yasíqueelindiolesvio,gritó:

—¡ElpadreEsperante!¡ElpadreEsperante!

Uninstantedespués,elhermanoAngelosleintroducíaenlahabitacióndelmisionero.

Éste reconoció en seguida a aquel niño, que había frecuentado conasiduidad la escuela de la misión cuando habitaba con su padre en SantaJuana.

—¿Tú,Gomo?—dijo.

Ésteapenaspodíahablar.

—¿Dedóndevienes?

—Meheescapado…Desdeestamañanahecorrido…parallegaraquí…

Elalientolefaltabaalniño.

—Descansa, hijo mío —dijo el misionero—. Estás medio muerto defatiga…

—¿Quierescomer?

—Antestengoquedecirleaustedporquévine.Lepidoauxilio.

—¿Auxilio?

—Losquivasestánalláabajo.Atreshorasdeaquí…Enlasierra…Porlapartedelrío…

—¿Losquivas?—exclamóelhermanoAngelos.

—Ysujefetambién—añadióGomo.

—¡Sujefe!—repitióelpadreEsperante—.Esepresidiarioevadido…,eseAlfaniz…

—Se ha reunido a ellos hace pocos días… y anteanoche han atacado aalgunosviajerosqueyoguiabahaciaSantaJuana.

—¿Viajerosqueveníanalamisión?

—Sí,padre,viajerosfranceses.

—¡Franceses!

Elrostrodelmisionerosecubriódesúbitapalidez;después,suspárpadossecerraronporuninstante.

Tomólamanodeljoven,leatrajoasupecho,y,mirándole:

—¡Di cuanto sepas!—exclamó con voz que involuntaria emoción hacíatemblar.

Gomoañadió:

—Hace cuatro días, en la casa quemi padre y yo habitábamos junto alOrinoco,entróunhombre…Nospreguntódóndeseencontrabanlosquivasysiqueríamosconducirleallí…ÉstossonlosquehandestruidonuestropueblodeSanSalvador…Losquemataronamimadre…Mipadrerehusó,ydeunpistoletazofuemuerto.

—¡Muerto!—murmuróelhermanoAngelos.

—Sí…Porelhombre…PorAlfaniz…

—¡Alfaniz! ¿Y de dónde venía ese miserable? —preguntó el padreEsperante.

—DeSanFernando.

—¿YcómohabíaremontadoelOrinoco?

—Encalidaddebarquero,bajoelnombredeJorrés…,abordodeunadelasdospiraguasqueconducíanalosviajeros…

—¿Ydicesqueesosviajerossonfranceses?

—Sí…Franceses…,quenohanpodidonavegarmásalládelríoTorrida…Dejaronsuspiraguasen laembocadura,yunodeellos,el jefe,acompañadodelpatróndeunadelasfalcas,meencontróenelbosquejuntoalcuerpodemipadre. Tuvieron lástima de mí, me hicieron ir con ellos…, enterraron a mipadre. Después se ofrecieron a conducirme a Santa Juana… Partimos, yanteayer llegamos al vado de Frascaés, donde los quivas nos han atacado yhechoprisioneros.

—¿Ydespués?—preguntóelpadreEsperante.

—¿Después?Losquivas se handirigidopor el ladode la sierra, y hastaestamañananohepodidoescapar.

Elmisionerohabíaescuchadoaljovencongranatención.Elbrillodesusojosindicabalacóleraquesentíacontraaquellosbandidos.

—Hasdicho,hijomío—preguntóporterceravez—,queestosviajerossonfranceses.

—Sí…,padre.

—¿Cuántosson?

—Cuatro…

—¿Ylesacompañaban…?

—El patrón de una de las piraguas…, un baniva, llamadoValdez, y dosbarquerosquellevabanlosequipajes.

—¿Yvenían…?

—De Bolívar, de donde habían partido hace dos meses para ir a SanFernando,afinderemontarelríohastalasierraParima.

ElpadreEsperante, abismadoen sus reflexiones,guardósilenciodurantealgunosmomentos.Despuéspreguntó:

—¿Hashabladodeunjefe?

—Sí…Unodelosviajeros…

—¿Cómosellama?

—JacquesHelloch.

—Tieneuncompañero…

—QuesellamaGermánPaterne,yseocupaenbuscarplantasenlasabana.

—¿Yquiénessonlosotrosdosviajeros?

—Enprimer lugar,un jovenquemehademostradomuchocariño…yalquequieromucho.

ElrostrodeGomoexpresólamásvivagratitud.

—Esejoven—añadió—sellamaJuandeKermor.

Al oír este nombre, el misionero se levantó y su actitud fue la de unhombrequeestáenelúltimogradodelasorpresa.

—¡JuandeKermor!—repitió—.¿Éseessunombre?

—Sí…JuandeKermor.

—¿YdicesqueesejovenhavenidodeFranciaconlosseñoresHellochyPaterne?

—No,padre.SegúnmiamigoJuanmehacontado,sehanencontradoenelcamino…EnelOrinoco…EnUrbana…

—¿YhanllegadoaSanFernando?

—Sí…Ydesdeallíhancontinuadojuntoshacialamisión.

—Y¿cuáleselobjetodelviajedeesejoven?

—Vaenbuscadesupadre.

—¿Supadre…?¿Hasdichosupadre?

—Sí…ElcoronelDeKermor.

—¡ElcoronelDeKermor!—exclamóelmisionero.

Y quien en aquelmomento le observara, hubiera visto que a la sorpresaquedesdeelprimermomentomanifestó,uníaseahoraemociónextraordinaria.Porenérgico,pordueñodesíquefuese,elpadreEsperante,abandonandolamanodelniño,ibayveníaporlasala,víctimadeunaturbaciónquenopodíacontener.

Al fin, tras supremo esfuerzo de voluntad, se calmó, y, volviendo a suspreguntas,dijo:

—¿PorquéJuandeKermorvieneaSantaJuana?

—Conlaesperanzadeobtenernuevasnoticiasquelepermitanencontrarasupadre.

—¿Nosabe,pues,dóndeestá?

—No.HacecatorceañosqueelcoronelDeKermorabandonóFranciaporVenezuela,ysuhijonosabedóndeestá.

—¡Suhijo…!¡Suhijo!—murmuróelmisionero,pasándoselamanoporlafrentecomosiquisierareavivarsusrecuerdos.

Luego,dirigiéndoseaGomo,dijo:

—¿Yhapartidosolo…,soloparatalviaje?

—No.

—¿Quiénleacompaña?

—Unviejosoldado.

—¿Unviejosoldado?

—Sí…ElsargentoMarcial.

—¡ElsargentoMarcial!—repitióelpadreEsperante.

Yestavez,anosujetarleelhermanoAngelos,hubieracaídocomoheridoporunrayosobreelsuelodelahabitación.

CAPÍTULOXII

ENCAMINO

Socorrer a aquellos franceses prisioneros de los quivas, no era cosa quepermitieradudasdespuésdelasprecisasrespuestasdeljovenindio.

Elmisionerosehubiera,pues,puestoencaminoaquellamismatarde,ysehubieraarrojadoaltravésdelasabana,desaberenquédirecciónefectuarsuspesquisas.

Enefecto.¿DóndeseencontrabaactualmenteAlfaniz…?¿CercadelvadodeFrascaés…?No…Según afirmabaGomo, había abandonado este sitio alsiguientedíadelataque.Además,suinterésleexigíaalejarsedeSantaJuana,sepultarseenmediodelosbosquesvecinosdelasierra,talveztambiénvolveral Orinoco, a la embocadura del Torrida, para apoderarse de las piraguas ytripulacionesdeéstas.

ElpadreEsperantecomprendióqueeraprecisoreconocerdetenidamentelasituaciónantesdeponerseencampaña.

Alasseis,dosindiosmontaronacaballoysedirigieronhaciaelvadodeFrascaés.

Treshorasdespués estabandevuelta, sinhaber encontradohuella de losquivas.

¿HabíanatravesadoelríoAlfanizysucuadrillaparallegaralosbosquesdelOeste,obajaríanhacialasierraParima,parallegarporelribazoizquierdodelríoalcampamentodelpicoMaunoir?

Otrosdosindiosabandonaronlamisiónconlaordendeobservarlasabanapor la parte de las fuentes del Orinoco, pues era fácil que Alfaniz hubierabajadodirectamentehaciaelrío.

Alamanecer,estosdosindiosregresaronaSantaJuana,despuésdehaberdesarrolladosuspesquisasenunaextensióndeveinticincokilómetros.

No habían visto a los quivas, pero, almenos, sabían por algunos indiosbravos,encontradosen lasabana,que lacuadrilla ibahacia lasierraParima.Alfanizintentaba,pues,llegaralnacimientodelOrinoco,conlaintencióndecaer sobre el campamento del picoMaunoir. En la sierra Parima era, pues,precisosorprenderle,yconlaayudadeDiosse libraríaalfinal territoriodeaquellacuadrilladeindiosypresidiarios.

AparecíaelsolcuandoelpadreEsperanteabandonólamisión.

Su tropa se componía de un centenar de guaharibos, especialmenteejercitados en elmanejo de las armasmodernas. Estos valientes sabían quemarchabancontralosquivas,enemigossuyosderemotafecha,ynosóloparadispersarlos,sinoparadestruirloshastaelúltimodeellos.

Unaveintenadeestos indios ibanacaballoescoltandoaalgunascarretasqueconducíanvíveresparavariosdías.

El pueblo había quedado bajo la autoridad del hermanoAngelos, que sepondríaencomunicaciónconlosexpedicionariospormediodecorreos.

El padre Esperante, a caballo, al frente de su tropa, habíase vestido contrajemáscómodoqueeldeunmisionero.Cubríasucabezaconuncasquetedetela,suspiesconbotas;unaescopetadedoscañonespendíadesusilla,yalcintollevabaunrevólver.

Mostrábasesilenciosoypensativo, llenode inexplicablequebrantamientomoral, que se esforzaba en ocultar. Las revelaciones hechas por Gomo seconfundíanensuespíritu.

Estaba como un ciego al que se hubiera vuelto la luz y que se hubiera

olvidadodeella.

AlsalirdeSantaJuanalosexpedicionariostomaronatravésdelasabana,dirigiéndose al Sudeste, planicie de vegetación arborescente, de numerososchaparros y palmeras enanas, agitadas por el viento. Aquellos indios,acostumbradosacaminar,avanzabanrápidamente,ylosqueibanapienosequedabanatrásdelosjinetes.

Elsolseinclinabagradualmente.LaspartescenagosasdelasierraParima—pantanos que no se debían llenar más que en la estación lluviosa—,solidificadas entonces por el calor, ofrecían una superficie resistente, quepermitíapasarporellassintenerquerodeadas.

ElcaminoformabacasiunánguloagudoconelqueGomohabíaseguidoguiando a Jacques Helloch y a sus compañeros. Era el más corto entre lamisiónyelmacizodelaParima.Enalgunashuellasrecientesseconocíaquenumerosaspersonaslohabíanrecorridopocosdíasantes.

Los guaharibos se alejaban, pues, del río Torrida, que corría hacia elSudeste. Su itinerario encontraba varios afluentes de poca importancia en laribera izquierda. Secos ahora, no presentaban obstáculos. Solamente hubonecesidaddeevitaralgunosarroyos,aúnllenosdeaguaestancada.

Despuésdeunaltodemediahora,almediodía,elpadreEsperantesiguiósumarcha;yfuetalladiligenciadesplegada,quealascincolosguaharibossedeteníanalpiedelmacizode laParima,no lejosdel sitiodonde seelevaelcerroalqueChaffanjonhadadoelnombredeFernandodeLesseps.

En aquel sitio se notaron indicios de un campamento recientementeestablecido.Cenizasfrías,restosdecomida,lechosdehierbas,indicabanqueallísehabíapasadolanocheanterior.Nohabía,pues,dudadequelosquivasysusprisioneroshabíantomadoladireccióndelrío.

Durantelaparada,queduróunahoraypermitióqueloscaballospastasen,elpadreEsperantesepaseabaapartadodesugente.TodosupensamientoseuníaaaquellosdosnombresqueGomohabíapronunciado.

—¡El sargento Marcial…! —repetía—. ¡Aquí…! ¡Dirigiéndose a SantaJuana!

DespuéspensabaenJuandeKermor…Enaquelhijoqueibaenbuscadesupadre…¿Quiéneraaqueljoven?¡Elcoronelnoteníahijos…!¡No!Gomose había engañado… En todo caso, allí había franceses prisioneros,compatriotasaquieneslibrardelosquivas…

Volvióseaemprender lamarcha,ya las seis llegarona la riberaderechadelOrinoco.

Allí se vertían las primeras aguas de la sierra Parima por la garganta en

cuyofondounatrevidoexploradorhabíaenarboladoelpabellóndeFranciael18dediciembrede1886.

Aquellapartedelasierraestabaerizadadeárbolessecularesdestinadosamorirdeviejos,pueselhachadeunleñadornoiríajamásaderribarlosentanlejanasregiones.

Elsitioparecíaabsolutamentedesierto.Niunapiragua,niunbotehubieranpodidollegarhastaallídurantelaestacióncálida.Lasdosfalcashabíandebidodetenersecincuentakilómetrosmásabajo.

Silosguaharibosestabananimadosporelmismoardorquesujefe,estoscincuenta kilómetros podían ser recorridos durante la noche, y losexpedicionarios llegarían al amanecer al campamento del picoMaunoir.Nohabíatemordeperderse,puesbastaríacostearelribazoderechodelrío,cuyocauceseconoofreceríaningúnobstáculo.

ElpadreEsperantenotuvoquepreguntarasusindiossiqueríanhaceresteesfuerzo. Se levantó, echó a andar, y jinetes y peatones le siguieron. ElOrinoco,muyestrechoensunacimiento,nomedíaentoncesmásquealgunosmetrosdeanchura,entreribazosescalpados,mezcladearcillayrocas.Enestaprimerapartede su curso, y en la épocade lasgrandes lluvias, unapiraguahubieratenidoquefranquearvariosraudales,ynolohubieraconseguidomásqueacostaderetrasosdeconsideración.

A eso de las ocho de la noche los guaharibos atravesaron el vado deCrespo,designadoconestenombreenelmapadelviajerofrancésenhonoralpresidentedelaRepúblicadeVenezuela.

Declinando sobre el fondo purísimo del cielo, el sol había desaparecidotrasunhorizontelibredenubes.Lasestrellasibanapalidecerantelosrayosdelalunallena.

Favorecidospor aquella claridad,queduró toda lanoche, losguaharibospudieron hacer larga y rápidamarcha.No fueron ni aunmolestados por lospantanos cubiertos de hierba que la oscuridad no les hubiera permitidoatravesar sin el riesgo de hundirse en ellos hasta la mitad del cuerpo.Másabajodelribazo,ellechodelríopresentabaunamontonamientoderocasquedebía hacer la navegación casi imposible, aun en la época de las grandescrecidas de la estación de las lluvias. Tres meses antes la Gallinetta y laMorichenohubieranpodidosubirporloslugaresindicadosenelmapaconlosnombres de ramales de Guereri, Yuvilla y Salvaju. Hubiera sido precisorecurriralarrastre,yesdudosoqueestapartedelAltoOrinocopuedanuncaconvertirseenvíadecomunicaciónpracticable.Aaquellaaltura,elcursodelrío se reduce a algunos arroyuelos que circulan entre los arrecifes y apenasmojanlablancaarcilladelosribazos.Sinembargo,desdeelcerroFernando

deLessepslaprofundidadibaenaumentogradual,mercedalostributariosdeladerechaylaizquierda.

Cuandoaparecióeldía,elpadreEsperantehabíallegadoalcododelrío,aunosdocekilómetrosdelTorrida.

EnmenosdetreshorashubierapodidoestarjuntoalpatrónParchalylostripulantesquequedaronguardandolaspiraguas.

HaciaelSuroeste,delotroladodelOrinoco,seperfilabaelpicoMaunoir,cuya cima alumbraban las primeras luces del alba. En esta ribera seredondeabauncerrodeunossetecientosmetrosdealtura.

Descansólagenteunahora.Losquivassehabíandirigidoalolargodelríoafindebajaralcampamento.¿Seencontrabanaúnenéste,odespuésdehabersaqueado las piraguas habían huido al través de la sabana? ¡Quién sabía siAlfaniz no estaría tentado a poner en ejecución el proyecto de volver a losterritoriosdelOestedeVenezuela,llevandosusprisionerosconél!

Secaminóduranteunahora,yelpadreEsperantenohubierahechoalto,sin duda, hasta llegar a la desembocadura del río Torrida a no ser por elsiguienteaccidente.

Eran las seis.El joven indioprecedíaa losexpedicionariosunoscuantospasos, por aquella orilla que varias veces había recorrido con su padre.Procuraba advertir las huellas del paso de los quivas, cuando de pronto sedetuvo,seinclinósobreelsuelo…yseleoyólanzarungrito.Enaquelsitio,alpiedeunárbol,yacíaunhombresumidoenlainmovilidaddelsueñoodelamuerte.

AloírelgritodeGomo,elpadreEsperantedirigiósucaballohaciaaquellaparte,yenungalopesereunióconeljoven.

—¡Esél…!¡Él…!—gritabaéste.

—¡Él!—respondióelmisionero.

Ysaltandoatierraseacercóalhombre.

—¡Elsargento…!¡ElsargentoMarcial!—exclamó.

Elsargentoestabatendidoenaquelsitio,manchadoconsusangre.

Teníaelpechoagujereadodeunbalazo.Talvezestabamuerto…

—¡Marcial…!¡Marcial…!—repetíaelpadreEsperante,decuyosojosseescapabangruesaslágrimas.

Y levantaba al desdichado… Acercaba su cabeza a la suya… Buscabaalientoenaquelloslabios…Apocoseleoyórepetir:

—¡Vive…!¡Vive!

En efecto; el sargento Marcial acababa de exhalar un débil suspiro.Levantó el brazo, que volvió a caer falto de fuerzas…Después sus ojos seentreabrieronporuninstante,ysumiradasefijóenelmisionero.

—¡Usted…!¡Micoronel…!Allíabajo…¡Alfaniz…!

Yperdióelconocimientodespuésdepronunciarestafraseentrecortadapormovimientosconvulsivos.

Irguióse el padre Esperante, lleno de inexplicable turbación, efecto detantasideasconfusaseinconciliables.ElsargentoMarcialallí…Aqueljovenqueleacompañabaparabuscarasupadreyquenoestabaconél…Ambosenaquellas lejanas comarcas deVenezuela…¿Quién le daría la explicación decosas tan inexplicables si el desgraciado moría sin haber podido hablar?¡No…!¡Nomoriría…!Elmisionero le salvaríaunavezmás,como lohabíasalvadoenelcampodebatalla…Élselodisputaríaalamuerte.

A su orden aproximaron una de las carretas, y el sargento Marcial fuedepositado en ella sobre un lecho de hierbas. Ni sus ojos ni sus labios seabrieron. Pero aunque muy débilmente, el aliento pasaba entre sus labiosdescoloridos.

Continuóse la marcha. El padre Esperante iba junto a la carreta dondereposaba su antiguo compañero de armas, que le había reconocido trasausenciatanlarga…Susargento,aquienhabíadejadocatorceañosantesenBretaña, de donde el coronel De Kermor había partido sin intención deregresar… Y le encontraba allí…, en aquella región perdida, herido de unbalazo,ytalvezpormanodeAlfaniz.

«De modo—pensaba— que Gomo no se engañaba cuando hablaba delsargento Marcial… Pero ¿qué ha querido decir…? Ese hijo… Ese hijo enbuscadesupadre…¿Mihijo…?¿Mihijo…?».

Ydirigiéndosealjovenindioquecaminabaasulado,lepreguntó:

—Mehasdichoqueesesoldadonohavenidosolo,¿verdad?¿Conélveníaunjoven?

—Sí…,miamigoJuan.

—¿Yambossedirigíanalamisión?

—Sí…,enbuscadelcoronelDeKermor…

—¿Yesejoveneselhijodelcoronel?

—Sí…Suhijo…

Antetancategóricasrespuestas,elpadreEsperantesentíalatirsucorazón

comosi fueraaestallar.En fin,no lequedabamás recursoqueesperar. ¿Seaclararíaelmisterioantesdequeeldíaterminara?

Laexpediciónnotendíamásqueaundobleobjeto:atacaralosquivassise les encontraba en el campamento del pico Maunoir —y las palabraspronunciadas por el sargentoMarcial daban la seguridad de queAlfaniz seencontrabaallí—yarrancarlesusprisioneros.

Losguaharibos tomaron el pasode carrera, y las carretasquedaron atrásprotegidasporsuficienteescolta.

¿Noestabantodaslasprobabilidadesdeéxitodepartedelancianocoronel,convertidoenelmisionerodeSanta Juana, jefedeaquellosanimosos indiosqueibaalanzarcontraunacuadrillademiserables?Unpocoantesdelasochoel padre Esperante se detuvo, y los guaharibos suspendieron su marcha,despuésdehaberllegadoaunclarotraselcododelrío.EnfrenteseerguíaelpicoMaunoir.Enelribazonoseveíaanadie.EntrelasorillasdelOrinoco,niunasolaembarcación.

Enlavueltaqueformabaelcodoelevábaseunahumaredaqueindicabalapresencia deun campamento en aquel sitio, y por consecuencia en la riberaderechadelríoTorrida.

Este campamento no podía ser otro que él de los quivas, pero conveníaasegurarsedeello.

Algunosguaharibostreparonporentreloszarzales,ytresminutosdespuésvolvían afirmando que el campamento estaba ocupado por la cuadrilla deAlfaniz.

LagentedelpadreEsperantesereunióenelfondodelclaro.Lascarretasse unieron a ella, y la que conducía al sargentoMarcial fue colocada en elcentro.

Después de haber visto que el estado del herido no había empeorado, elcoronelDeKermor tomó sus disposiciones para envolver aAlfaniz y a loscompañerosdeéste.Dirigiendosusjinetesafindeatravesaroblicuamenteelclaro,conseguiríasitiaralosquivasydespuésdestruirlesporcompleto.

Algunosinstantesdespuésoyéronsegritosterribles,alosquesemezclarondetonacionesdearmadefuego.

Los guaharibos acababan de precipitarse sobreAlfaniz antes de que éstepudieraapercibirsealadefensa.Aunqueporunayotraparteeranigualesennúmero, los guaharibos estaban mejor armados y mejor dirigidos que losquivas.Lasarmasdequeelespañoldisponíaeranlasrobadasalaspiraguas;algunos revólveresdejadosenaquéllaspor JacquesHelloch,y las robadasalosprisioneros.Laluchanopodíaserlarga,ynolofue.Desdeelmomentoen

quelacuadrillahabíasidosorprendida,estabavencida.Así,lamayorpartedelos quivas abandonaron el sitio tras débil resistencia. Unos se lanzaron albosque, otros huyeron al través del río casi seco, a fin de ganar la sabanaopuesta.Lamayorpartecayóheridaporlasbalas.

Almismotiempo,JacquesHelloch.GermánPaterne,Valdez,Parchalylatripulacióndelasfalcassehabíanlanzadosobrelosquivasquelesguardaban.

Gomofueelprimeroquecorrióaellosgritando:

—¡SantaJuana…!¡SantaJuana…!

Así, pues, toda la acción quedó bien pronto concentrada en medio delcampamento. Allí Alfaniz, los presidiarios de Cayena y algunos quivas sedefendían a pistoletazos. Varios guaharibos fueron heridos, aunqueafortunadamentenodegravedad.

Entonces se vio al padre Esperante lanzarse en medio del grupo querodeabaalespañol.

Juana de Kermor se sentía irresistiblemente atraída hacia el misionero.Queríareunirseaél…,peroJacquesHellochladetuvo.

Alfaniz, abandonado por los quivas, de los que no se oíanmás que loslejanos gritos, resistía aún.Dos de sus compañeros de presidio acababan decaermuertosasulado.

ElpadreEsperanteseencontrófrenteafrentedelespañol,yconungestodetuvoalosguaharibosquelerodeaban.

Alfanizretrocedióhaciaelribazodelrío,llevandoenlamanounrevólvercargadoconvariasbalas.

Hubouninstantedecalma…LapoderosavozdelpadreEsperanteresonó,diciendo:

—¡Alfaniz!¡Soyyo!

—¡ElmisionerodeSantaJuana!—exclamóelespañol.

Yempuñandosurevólveribaadisparar,cuandoJacquesHellochlecogiólamanoylabalaseperdióalolejos.

—¡Sí, Alfaniz! ¡El padre de la misión de Santa Juana… y también elcoronelDeKermor!

Alfaniz, viendo a algunos pasos a Juan, al que creía hijo del coronel, leapuntóconsuarma.

Antes dequehubiera disparado sonóun tiro, y elmiserable cayóheridoporlacerterabaladelpadreEsperante.

Enestemomento lacarretaque transportabaal sargentoMarcial llegóallugardelalucha.

Juana sehabíaarrojadoenbrazosdel coronelDeKermor, llamándole supadre.

Éste, que no podía reconocer en aquel joven a su hija, a la que creíamuerta,alaquenuncahabíavisto,repetía:

—Yonotengohijos…

El sargento Marcial acababa de enderezarse, y con los brazos tendidoshaciaJuana,dij:

—¡No,micoronel…,perotieneustedunahija…,yahíestá!

CAPÍTULOXIII

DOSMESESENLAMISIÓN

Desde la desaparición del coronel De Kermor, desde su partida para elNuevo Mundo, habían transcurrido catorce años, cuya historia vamos aextractar:

En1872supo,conelnaufragiodelNorton,lanoticiadequesumujerysuhija habían perecido en este siniestro marítimo. Las condiciones en que lacatástrofe se había verificado no le permitían creer que de dos seres tanqueridos,eluno,suhijaJuana,decortaedadentonces,sehubierasalvado.Niaun la conocía,puestoqueél sehabíavistoobligadoa salirde laMartinicaalgunosmesesantesdequelaniñanaciera.Duranteunañomás,elcoronelDeKermor siguió al frente de su regimiento. Después presentó su dimisión, ycomoningúnlazodefamilialeuníaalmundo,resolvióconsagrarelrestodesuvidaalagenerosaobradelasmisionesextranjeras.

Habíasiempreenél,conelalmadeunsoldado,elalmadeunapóstol.Eloficial estaba en condiciones de fundirse en el sacerdote, en el sacerdotemilitantequeseconsagraalaconversión,enotrostérminos,alacivilizacióndelastribussalvajes.

ElcoronelDeKermor,sinhaberpuestoanadie,niaunalsargentoMarcial,al tanto de sus proyectos, abandonó secretamente Francia en 1875, y fue aVenezuela,dondetantastribusindiasestabansumidasenlaignorancia,yenladegradaciónfísicaymoral.

Cuandoterminósusestudioseclesiásticosenestepaís,seordenóeingresóenlaCompañíadelasmisionesextranjerasconelnombredepadreEsperante,

quedebíaasegurarelincógnitodesunuevaexistencia.

Ladimisióndeoficialdatabade1873,ysuordenaciónde1878,épocaenquecontabacuarentaynueveañosdeedad.

En Caracas tomó el padre Esperante la resolución de ir a vivir en losterritorioscasidesconocidosdeVenezuelameridional,dondelosmisionerossemostrabanraramente.Numerosospueblosindígenasnohabíanrecibidojamáslasenseñanzascivilizadasdelcristianismo,oporlomenoshabíanquedadoenestadosalvaje.Buscarloshasta lasregiones limítrofesdel imperiodelBrasil,talfuelaobraaqueelmisionerofrancéssesentíallamado,y,nosospechandonadiesuvidaanterior,partióalcomenzarelaño1879.

Después de haber remontado el curso medio del Orinoco, el padreEsperante, que hablaba el español como su lengua nativa, llegó a SanFernando, donde permaneció algunosmeses. Desde este pueblo dirigió unacarta a uno de sus amigos, notario de Nantes. Rogaba al destinatario queguardasesecretosobreestacarta,laúltimaquedebíafirmarconsuverdaderonombre,yqueeranecesariaparaelarreglodeunnegocioparticular.

Conviene recordar que dicha carta, encontrada entre los papeles delnotario,nofuecomunicadaalsargentoMarcialhasta1891,cuandoJuanadeKermorsehabíareunidoaéldesdehacíaseisaños.

En San Fernando, gracias a sus recursos personales, el padre Esperantepudoprocurarseelmaterialnecesariopara lacreacióndeunestablecimientomásalládelasfuentesdelrío.EnaquelsitiotambiénseunióaélelhermanoAngelos,yafamiliarizadoconlascostumbres indiasyquedebíaaportara laobradelpadreEsperantesuconcursonomenosútilquellenodeabnegación.

El hermano Angelos llamó la atención del padre Esperante sobre losguaharibos,delosqueelmayornúmerovaganporlasorillasdelAltoOrinocoyenlavecindaddelasierraParima.Evangelizandoaestosindiosseharíaunactodecaridad,puesestabanenmíseroestado,yactodecivilización,puessecontaban entre losmás feroces de los indígenas deVenezuela. Como no seignora, estos guaharibos tenían reputación de bandidos, asesinos y hastaantropófagos, reputación que no merecían. Pero no era esto motivo paradetenerahombre tandeterminadocomoelexcoronelDeKermor,y resolviócrearuncentrodemisiónenelNortedelRoraima,agrupandoentornosuyoalosindígenasdelaregión.

ElpadreEsperantey el hermanoAngelos abandonaronSanFernandoendospiraguasqueconteníanenabundancialosobjetosindispensablesparalosprincipios de su establecimiento. El resto del material debía ser enviadoconforme las necesidades de la pequeña colonia lo exigieran. Las falcasremontaron el río, haciendo escala en los principales pueblos y ranchos

ribereños,yllegaronalríoTorrida,enelterritoriodelosguaharibos.

Después de más de una tentativa infructuosa y de muchos peligros, losindios se sintieron atraídos por las promesas del padre Esperante, por subondad, por su generosidad. En el mapa tomó lugar un pueblo al que elmisioneroledioelnombredesuhija:SantaJuana.

Transcurrieron catorce años. La misión prosperó, como ya se ha dicho.Parecía, pues, que nada ligaría al padre Esperante a su pasado doloroso,cuandoseefectuaronlossucesosquesirvendebaseaestahistoria.

DespuésdelaspalabrasdelsargentoMarcial,elcoronelhabíaestrechadoasuhijaensusbrazosyregósufrenteconsuslágrimas.Enalgunaspalabraslajovenlerefiriósuvida:susalvamentoabordodelVigo,suexistenciaconlafamiliaHerediaenLaHabana,suregresoaFrancia,losañosquehabíavividoenlacasadeChantenay,laresoluciónquetomócuandoelsargentoMarcialyellatuvieronconocimientodelacartaescritaenSanFernando,lapartidaparaVenezuelabajoelnombreytrajedeJuan,elviajeporelOrinoco,elataquedelcriminalAlfanizenelvadodeFrascaés,y,enfin,aquellamilagrosasalvación.

Ambosvolvieronentoncesalacarretajuntoalviejosoldado.ElsargentoMarcialsesentíareanimado.Estabaebriodegozo.Lloraba,ydesuslabiosseescapabanestaspalabras:

—Micoronel…,micoronel…AhoraquenuestraJuanahaencontradoasupadre…yopuedomorir.

—Teloprohíbo,miantiguocompañero.

—¡Ah…!¡Siustedmeloprohíbe!

—Nosotrostecuidaremos.

—Siustedes…mecuidan…nomoriré…Seguramentequeno.

—Peroesprecisotenercalma.

—Latengo,micoronel…Veausted…Yavieneamíelsueño…Unbuensueñoestavez.

—Duerme,mi viejo amigo, duerme.Vamos a regresar a Santa Juana.Elcaminonoteproduciráfatigaalguna,ydentrodealgunosdíasestarásenpie…

ElcoronelDeKermorsehabíainclinadosobreellechoyhabíaposadosuslabios sobre la frente del sargento Marcial, y «su viejo amigo» se durmiósonriendo.

—Padremío—exclamóJuana—,lesalvaremos…

—¡Sí,miqueridaJuana,conlaayudadeDios!—respondióelmisionero.

Germán y él habían examinado la herida del sargento yVio les pareciógrave.

SúposeentoncesqueelcriminaleraAlfaniz,quehabíaheridoalsoldadoenelmomentoenqueéste,enunaccesodefuror,searrojósobreél.

ElpadreEsperantedijo:

—Hoydeseoquemisbravosindiosdescansen,ytambiénsuscompañerosdeusted,señorHelloch,puestienennecesidaddeello.Mañanaporlamañanavolveremosaemprenderlamarchahacialamisión,yGomonosguiaráhastaSantaJuanaporelcaminomáscorto.

—Aesevalienteniñodebemosnuestrasalvación—dijoJuana.

—Losé—respondióelpadreEsperante.

YllamandoaGomo,ledijo:

—Venacá,Gomo.Yoteabrazoennombredetodoslosquehassalvado.

Ydespuésdesalirdelosbrazosdelmisionero,GomopasóalosdeJuana,alaqueensuturbacióncontinuaballamando«¡miamigoJuan!».

Como la joven había abandonado los vestidos masculinos que desde elcomienzo del viaje usaba, su padre se preguntaba si sus compañeros sabíanque«Juan»eralaseñoritaJuanadeKermor.

Noibanatardarensaberlo.

Cuando hubo estrechado las manos de Jacques Helloch, de GermánPaterne,deParchalydeValdez,aquellosdoshonradospatronos,cuyalealtadnosehabíadebilitadoenelcursodelalargaypenosaexpedición,Juanatomólapalabra:

—Padre mío, es preciso que sepa usted todo lo que debo a mis doscompatriotas,alosquenuncapodrépagar…

—Señorita…—interrumpió Jacques Helloch con temblorosa voz—. Yosuplicoausted…Yonohehechonada.

—Déjemeustedhablar,señorHelloch.

—EntonceshableusteddeJacques,peronodemí—dijoGermánPaterneriendo—,puesyonomerezcoelogio.

—Alosdoslesdeboreconocimiento,misqueridoscompañeros—replicóJuana—. Sí…, a los dos, padremío. Sí, el señorHellochme ha salvado lavida…

—¿Ustedhasalvadolavidademihija?—exclamóelcoronel.

YfueprecisoqueJacquesse resignaseaoírel relatoquehizoJuanadelnaufragiodelasdospiraguasanteSanFernando,ycómo,graciasaél,habíaescapadodelamuerte.

Lajovenañadió:

—Decía,padre,que si el señorHellochmeha salvado lavida,hahechoaúnmásacompañándonosaMarcialyamíyasociándoseanuestraspesquisasconelseñorGermánPaterne.

—¡Vaya!—exclamóesteúltimoprotestando—.Creausted, señorita, queteníamosintencióndellegarhastalasfuentesdelOrinoco…ÉstaeralamisiónqueelMinisteriodeInstrucciónPública…

—No, Germán, no —respondió Juana sonriendo—. Ustedes debíandetenerseenSanFernando,yhanvenidoustedeshastaSantaJuana.

—¡Esquetaleranuestrodeber!—declarósencillamenteJacquesHelloch.

ClaroesquealcoronelDeKermorseledaríandespuésmásdetallesyqueconoceríalosdiversosincidentesdeaquelaventuradoviaje.Pero,entretanto,apesar de la reserva deseada por Jacques Helloch, y viendo a Juana tanagradecida, el padre tal vez comprendía ya qué sentimientos llenaban elcorazóndesuhija.

MientrasJuanadeKermor,JacquesHelloch,GermánPaterneyelcoronelhablaban de estas cosas, Parchal y Valdez preparaban el campamento parapasarenélelrestodeldíaydelanoche.Sushombreshabíantransportadoalbosqueloscuerposdelosquehabíansucumbido.

Respectoalosguaharibosheridosenlalucha,GermánPaterneseocupódecurarles.

Después,yunavezretiradaslasprovisionesdelascarretasparaquecadacualtomasesuparte,ymientrasseencendíanhoguerasdeleñaendiferentessitios,JacquesHellochyGermánPaterne,seguidosdelcoronelDeKermorydesuhija,sedirigieronhacialaspiraguas,ensecosobrelaarena.Nohabíansidodestruidasporlosquivas,puesAlfanizcontabaconservirsedeellasparavolveralosterritoriosdelOestesubiendoporelVentuari.

Siseverificabaunacrecidaenelrío,lasfalcasestaríanendisposicióndebajarporél.

—¡Demosgracias a esoscanallasquehan respetadomiscolecciones!—exclamóGermánPaterne—.Volveré a Europa con ellas. ¡Después de haberhechotantasfotosduranteelviaje,estuveapuntoderegresarsinunsoloclisé!Jamás me hubiera atrevido a presentarme ante el Ministerio de InstrucciónPública.

Se concibe la alegría del naturalista, y la satisfacción de los demáspasajerosdelaGallinettaydelaMoriche,alencontrarabordoelmaterialdesuviaje,sinhablardelasarmasquerecogieron.

Al presente, las piraguas podían permanecer sin temor junto a ladesembocaduradel ríoTorrida,bajo laguardade los tripulantes.Llegadadefueralahoradevolveraembarcar,almenosenlaMoriche,JacquesHellochyGermánPaternenotendríanotracosaquehacersinosubirabordo.

Pero aún no se trataba de esto. El padre Esperante iba a llevar a SantaJuanaasuhija,alsargentoMarcial,aGomoyalamayorpartedelosindios.¿Y cómo no habían de aceptar los dos franceses el ofrecimiento de pasaralgunosdíasyhastaalgunassemanasenlamisiónencasadeuncompatriota?

Aceptaron.

—Espreciso—dijoGermánPaterneaJacquesHelloch—.¿CómovolveraEuropasinhabervistoSantaJuana?JamásmeatreveríaapresentarmeanteelMinisteriodeInstrucciónPública…,nitú,Jacques.

—Niyo,Germán.

Durante aquel día todos comieron de las reservas de las piraguas y lasprovisionestraídasdelpueblo.ElsargentoMarcialcomiósolo;pero¡eratandichoso por haber encontrado a su coronel hasta bajo el hábito del padreEsperante…!ElbuenairedeSantaJuanalerestableceríaenalgunosdías.Nohabíadudadeello.

JacquesHelloch y Juana hablan tenido que hacer al coronelDeKermorunadetalladarelacióndesuviaje.Éllesescuchaba,observaba,adivinabasinesfuerzolossentimientosdequeelcorazóndeJacquesHellochestaballeno,yquedabapensativo.

Enefecto,¿quénuevosdeberesibaacrearlelanuevasituación?

La joven vistió el traje propio de su sexo desde aquel día, pues llevabaalgunoscuidadosamenteguardadosenunamaletaenlaGallinetta.

GermánPaternedijoasuamigo:

—Encantadora de hombre…Encantadora demujer…Verdad que yo noentiendodeestascosas.

Al siguiente día, después de despedirse de Parchal y de Valdez, queprefirieronquedarguardandolaspiraguas,elpadreEsperante,sushuéspedesylosguaharibosdejaronel campamentodelpicoMaunoir.Con loscaballosylas carretas la marcha se efectuaría sin fatiga a través de los bosques y lasabana.

Nosecontinuóporelcaminoanteriormenteseguidohada las fuentesdel

río, como Jacques Helloch lo había hecho guiado por el joven indio. Lamarchafuetanrápida,quealmediodíallegaronalvadodeFrascaés.

Ningunahuelladelosquivas,dispersosahora,sehabíaencontrado,yyanoerandetemer.

En el sitio indicado se hizo una parada de corta duración; y como elmovimientodelacarretanohabíafatigadoalsargentoMarcial,secontinuólamarchahaciaSantaJuana.

Ladistanciaentreelvadoyelpueblopudoserrecorridaenalgunashoras,yporlatardellegaronalamisión.

PorlamaneracomoelpadreEsperantefuerecibido,JacquesHellochysuscompañeroscomprendieronlomuchoqueleamabansusfielesindios.

En la casa del padre Esperante se reservaron dos cuartos para Juana deKermor y el sargentoMarcial, y en una casa vecina otros dos para JacquesHelloch y Germán Paterne, de los que el hermano Angelos les hizo loshonores.

Al día siguiente, la campana de la iglesia llamó a los fieles para queacudieran a unamisa en acción de gracias.Ofició el padreEsperante. ¡QuéemociónladeJuanaalverporprimeravezasupadreanteelaltar!¡YcuálnohubierasidoladelsargentoMarcialdehaberpodidoestarpresente!

InútilfueradardetallesrespectoalosdíasquelosexpedicionariospasaronenSanta Juana,Sépase, ante todo, que el heridomejorabanotablemente.Alterminar la semana le fue concedido permiso para sentarse en un cómodosillóndepieldeciervoalasombradelaspalmeras.

El coronelDeKermory suhija habíanmantenido largas conversacionessobre el pasado. Juana supo entonces que el coronel, esposo privado de sumujer,padreprivadodesushijos,habíaqueridodedicartodasuvidaaaquellaobra apostólica. ¿Podría abandonarla ahora, dejándola sin terminar? No,seguramente.Juanaquedaríaasuladoyleconsagraríatodasuvida.

A estas conversaciones sucedían las del padre Esperante con el sargentoMarcial. El misionero agradecía al viejo soldado lo que por su hija habíahecho.Leagradecíaquehubieraconsentidoenaquelviaje.DespuéslehacíapreguntasrespectoaJacquesHelloch.Lepreguntabasinohabíaobservadoaambos:aJuanayaél…

—¡Qué quiere usted,mi coronel!—respondía el sargentoMarcial—.Yohabía tomado toda clase de precauciones. Juan era unmozo deBretaña, unsobrino al que su tío hacía viajar por estos países salvajes. Pero JacquesHellochynuestraqueridaniñasehanencontradoenelcamino…Yohehechotodo lo posible para impedir…, y no lo he conseguido… ¡El diablo se ha

mezcladoenelasunto!

—No;Dios,mibravocompañero—respondióelpadreEsperante.

Adelantabaeltiempoylascosasnoavanzaban.¿PorquéJacquesHellochdudabadehablar? ¿Se engañaba, pues, sobre suspropios sentimientosy losque había inspirado a Juana de Kermor? No. Pero una discreción que lehonrabalehacíaguardarsilencio.Lehubieraparecidoqueponíaprecioalosserviciosprestados.

PeroGermánPaternedecidióecharporlacalledeenmedio,yundíadijoasuamigo:

—¿Cuándopartimos?

—Cuandoquieras,Germán.

—Comprendido.Pero,cuandoyonoquiera,túnoquerrás.

—¿Porqué?

—PorquelaseñoritaDeKermorestaráentoncescasada.

—¿Casada?

—Sí;puestoquevoyapedirsumano.

—¿Túvas…?—exclamóJacques.

—Noparamí,sinoparati.

Ylohizocomolodijo,sinqueledetuvieranlasobjeciones,quejuzgabainaceptables.

JacquesHelloch y Juana deKermor comparecieron ante elmisionero enpresencia de Germán Paterne y del sargentoMarcial. A la pregunta que supadrelehizo,respondióasílajoven.

—Jacques —dijo con voz muy conmovida—, estoy dispuesta a ser suesposa,ytodamividanoserábastanteparaprobarlemireconocimiento.

—Juana,miqueríaJuana—respondióJacquesHelloch—,laamo.Sí…¡laamo!

—Nodigasmás,querido—exclamóGermánPaterne—.Noencontraríasfrasesmejores.

ElcoronelDeKermorestrechóensusbrazosasusdoshijos.

SeacordóqueelmatrimonioseefectuaseenSantaJuanapasadosquincedías. Después de casarlos, como gobernador civil de la misión, el padreEsperante dada a los esposos la bendición nupcial, que sería tambiénbendición paterna. Jacques Helloch, por carecer de familia, no tenía que

obtener consentimiento de nadie. Su fortuna y la de Juana, confiada alsargento Marcial, bastarían para asegurarles cómoda existencia. AlgunassemanasdespuésdelmatrimoniopartiríaneiríanaLaHabanaparavisitaralafamilia Heredia. Luego regresarían a Europa, a Francia, a Bretaña, paraterminarsusnegocios,yalfinvolveríanaSantaJuana,dondeencontraríanalcoronelDeKermoryasuviejosoldado.

El25denoviembre,yantelapoblaciónenfiesta,enpresenciadeGermánPaterne y del sargento Marcial, testigos de los jóvenes esposos, el padrecelebróelmatrimoniocivilyreligiosodesuhijaJuanadeKermorconJacquesHelloch.

Conmovedoraceremoniaquenoseextrañaráprodujeraemociónprofunda,quesemanifestóporalegríasinigualentrelosbravosguaharibos.

Transcurriócercadeunmes,yentoncesGermánPaternepensóqueyaeratiempodevolverparadarcuentadelresultadodelamisióncientíficaqueseencargóaélyasucompañeroporelministrodeInstrucciónPública.Comoseve,siemprehacíainterveniralministro.

—¿Ya?—respondióJacquesHelloch.

Nohabíacontadolosdías.Erademasiadodichosoparaentregarseatalescálculos.

—Sí, ya—respondió Germán Paterne—. Su Excelencia debe creer quehemossidodevoradospor los jaguaresvenezolanos,oquehemos terminadonuestracarreracientíficaenelestómagodeloscaribes.

DeacuerdoconelpadreEsperante,lapartidadelamisiónfuefijadaparaeldía22dediciembre.

ElcoronelDeKermorveíaconprofundapenallegarlahoradesepararsedesuhija,pormásquelaausencianohabíadedurarmásquealgunosmeses.

Ciertoqueelviajeseharíaencondicionesfavorables,yquelaseñoradeHellochnocorreríalospeligrosqueJuanadeKermorhabíacorrido.LabajadaporelríoseefectuaríarápidamentehastaCiudad-Bolívar.SindudanoveríanaMiguel,FelipeyVarinas,puesdebíandehaberabandonadoSanFernando.

En cinco semanas las piraguas llegarían aCaicara, donde los viajeros seembarcarían en el paquebote delBajoOrinoco.Respecto al regreso a SantaJuana, se realizaría con todas las probabilidades posibles de rapidez yseguridad.

—Y,además,mi coronel—dijo el sargentoMarcial—,vuestrahija tieneunbuenmaridoqueladefienda,yestovalemásqueunviejosoldado,quenohasidocapazdesalvarlanidelasolasdelOrinoconidelamordeesevalienteJacquesHelloch.

CAPÍTULOXIV

¡HASTALAVISTA!

El 25 de diciembre, por la mañana, las piraguas estaban dispuestas adescenderelcursodelrío.

Enaquellaépocadelaño, lascrecidasnohabíanaúnelevadoelniveldelOrinoco.Había sido, pues, preciso arrastrar a laGallinetta y a laMoriche acincokilómetrosmásabajo,aladesembocaduradeunríodepocaimportanciadelariberaderecha,dondelaprofundidaddelaguaerasuficiente.Apartirdeestesitio,laspiraguasnocorríanmásriesgoqueeldeencallardurantealgunashoras,ynoeldepermanecerensecohastaelcomienzodelaestaciónlluviosa.

ElpadreEsperantequisoacompañarasushijosalnuevocampamento.Elsargento Marcial, completamente restableció, se unió a él, lo mismo queGomo,convertidoenhijoadoptivodelamisióndeSantaJuana.

Unos cincuenta guaharibos formaron la escolta, y todos llegaronfelizmentealadesembocaduradelrío.

Llegadalahoradelapartida,ValdezocupósusitioenlaGallinetta,dondeJacquesysumujerdebíanembarcar.ParchalelsuyoenlaMoriche,cuyoroufcobijaría,alavez,laspreciosascoleccionesdeGermánPaterneylanomenospreciosapersonadelcoleccionista.

Como las dos falcas navegarían unidas, Germán Paterne no se veríareducido a la más espantosa soledad. Siempre que lo deseara tendría lacompañíadelosdosesposos.Además,lostrescomeríanjuntosabordodelaGallinetta, salvo el caso en que Jacques y Juana Helloch aceptaran lainvitaciónqueGermánleshicieraparacomerabordodelaMoriche.

El tiempoera favorable, esdecirqueelvientoveníadelEste.Los rayossolares, tamizados por ligero velo de nubes, hacían muy soportable latemperatura.

El coronelDeKermor y el sargentoMarcial bajaron al final de la orillaparaabrazarasusqueridoshijos.Niunosniotrosprocurabanhacersefuertescontralaemociónpropiadelcaso.

Juana,porenérgicaquefuera,llorabasilenciosamenteentrelosbrazosdesupadre.

—¡Yo te traeré a su lado, mi querida Juana!—dijo Jacques Helloch—.DentrodealgunosmesesestaremoslosdosdevueltaenSantaJuana.

—¡Lostres!—añadióGermánPaterne—.Puesmeheolvidadoderecogeralgunasplantas rarasquesóloexistenen los territoriosde lamisión…,yyoconvenceréalministrodeInstrucciónPública…

—¡Adiós, mi buen Marcial, adiós…! —dijo la joven abrazando alsargento.

—¡Adiós… Juana! ¡Y piensa en el bueno de tu tío, que no te olvidarájamás…!

LlególeaGomoelturno,yrecibiósubuenaracióndeabrazos.

—¡Adiós, padre mío! —dijo Jacques Helloch, estrechando la mano delmisionero—.Y¡hastalavista…!¡Hastalavista…!

JacquesHelloch,sumujeryGermánPaterneembarcaronenlaGallinetta.

Las velas fueron izadas, largáronse las amarras, y las dos piraguassiguieron la corriente en el momento en que el padre Esperante tendió losbrazosparadarsuúltimabendiciónalosviajeros.

Luegoelsargento,Gomoyél,escoltadospor losguaharibos,volvieronatomarelcaminoqueconducíaalamisión.

Nohayparaque referir, jornadapor jornada, lanavegaciónde las falcasbajandoporelOrinoco.Elviaje,graciasa lacorriente,exigiría tresocuatrovecesmenos tiempo,ydiezvecesmenosesfuerzos,ypresentaríadiezvecesmenospeligrosquesisetratasedesubirhacialasfuenteselrío.Elempleodela espía no fue necesario para halar las piraguas, y las palancas bastaroncuandoelvientoamainabaoeracontrario.

Losviajerosvolvieronaverloslugaresporlosqueyahabíanpasado;losmismospueblos, losmismos ranchos, losmismos raudales.Como lacrecidacomenzaba, las falcas encontraron agua suficiente para evitar undescargamiento,yelviajeserealizabasinpenasnifatigas.

¡Quécontrastecuandolajovenysumaridorecordabanlostormentos,lasinquietudes,lospeligrosdeaquellanavegaciónalgunassemanasantes!

Alverelsitiodeljefebare,Juanarecordóqueallíhubierasucumbidoalafiebre si JacquesHelloch no hubiese descubierto el precioso coloradito queimpidiólavueltadeunmortalacceso.

Después, no lejos del cerro Guaraco, reconocieron el sitio en que lamanadadebueyeshabíasidoatacadaporlosterriblesgimnotoseléctricos.

EnDanaco, JacquesHellochpresentóasumujeraManuelAsunción,encuyacasa,encompañíadeGermánPaterne,aceptarahospitalidadporundía.¡CalcúleselasorpresadelagentedelranchocuandoreconocieronenaquellahermosajovenalsobrinoJuan,queconsutíoMarcialhabíaocupadounade

lascasasdelpobladomariquitare!

Enfin,el4deenero,laGallinettaylaMoricheabandonaronelcursodelOrinocoporeldelAtabapo,yfueronaamarrarenelpuertodelpueblo.

HacíatresmesesqueJacquesHellochysuscompañeroshabíandejadoenSan Fernando aMiguel, Felipe yVarinas. ¿Se encontraban aún allí los trescolegas? Se confesará que era improbable. Después de tratar a fondo lacuestióndelOrinoco,delGuaviareydelAtabapo,debíanhabersepuestoencaminoparaCiudad-Bolívar.

Germán Paterne tenía curiosidad por saber cuál de los tres ríos le habíallevado.Ycomolasfalcasexigiríanunaescaladealgunosdías,afindetomarprovisionesantesdedescenderhaciaCaicara,tendríatiempodesatisfacersusdeseos.

JacquesHelloch, sumujer yGermán Paterne desembarcaron, pues, y sealojaronenlacasaqueelsargentoMarcialhabíayahabitado.

Elmismodíavisitaronalgobernador,que supocon satisfacciónextremalossucesosdequelamisióndeSantaJuanahabíasidoteatro;porunaparte,ladestrucción casi completa de la cuadrilla de Alfaniz, y, por otra, el felizresultadodelviaje.

RespectoaMiguel,FelipeyVarinas…¡nohayqueasombrarse!Nohabíanabandonadoelpueblo,muchomásempeñadosenlacuestiónhidrográficadelostresríosqueantesdesupartidadeCiudad-Bolívar.

En efecto: aquella misma tarde los pasajeros de la Gallinetta y de laMorichepudieronestrecharlasmanosdelostrespasajerosdelaMaripare.

Miguely sus colegashicieronbuenaacogidaa sus compañerosdeviaje.¡Calcúlese también su sorpresa cuando vieron a Juan, a su querido Juan,vestidodemujerydelbrazodeJacquesHelloch!

—¿Nosdiránustedesporquéhacambiadodetraje?—preguntóVarinas.

—Porquesehacasadoconmigo—respondióJacques.

—¡Usted seha casadocon JuandeKermor!—exclamóFelipe, abriendolosojosdesmesuradamente.

—¡No…!ConlaseñoritaJuanadeKermor.

—¿Cómo?¿LaseñoritaJuanadeKermor?—dijoMiguel.

—¡Es lahermanade Juan!—respondió riendoGermánPaterne—. ¡Mireustedcómoseparecen!

Todoseexplicó.Diosealosnuevosespososlamáscordialenhorabuena,ysefelicitóalaseñoradeHellochporhaberencontradoasupadre.

—¿Y el Orinoco? —preguntó Germán Paterne—. ¿Está siempre en susitio?

—Siempre—declaróMiguel.

—Ybien:¿sonsusaguaslasquehanllevadoanuestraspiraguashastaelnacimientodelasierraParima?

A esta concreta pregunta, los rostros de Varinas y Felipe seensombrecieron. Sus ojos lanzaron resplandores, anuncios de tormenta,mientrasMiguelmeneabalacabeza.

Yladiscusiónseentabló,conunvigorqueeltiemponohabíaconseguidodebilitar,entreelpartidariodelAtabapoyeldelGuaviare.No.Noestabandeacuerdo,noloestaríanjamás,yantesquecederelunoalotrohubierandadolarazónaMiguel,declarándoseafavordelOrinoco.

—Respondaustedaesto,caballero—exclamóVarinas—,yniegueusted,siaelloseatreve,queelGuaviarenohasidodesignadomuchasvecesconelnombredeOrinocooccidentalporgeógrafosdereconocidacompetencia.

—Decompetenciaigualaladeusted,caballero—respondióFelipe.

Senotaráquea lasprimeraspalabras ladiscusiónllegabaasumáximumdeintensidad.Nohayqueextrañarlo;todoslosdías,desdequeelsolaparecíahastaqueseocultaba,ladiscusiónseguíaentrelosdosadversarios.

Varinasdijo:

—Nacer en la sierra Suma-Paz, al Este del Alto Magdalena, en losterritoriosdeColombia,estanhonrosocomosalirde…nosesabedónde.

—¿Que no se sabe, caballero?—respondió Felipe con acritud—. ¡Tieneusted aplomo para decir tal cosa, refiriéndose al Atabapo, que baja de losllanosregadosporelríoNegro,yestableceunacomunicaciónconlacuencadelAmazonas!

—¡PerolasaguasdesuAtabaposonnegras,ynollegaránamezclarseconlasdelOrinoco!

—¡Pero lasaguasdelGuaviare sondeunblancoamarillento,yustednoserá capaz de distinguirlas a algunos kilómetros más abajo de SanFernando…!

—Pero el Guaviare, señor Varinas, es un río que posee millares decaimanes, como el Orinoco, y el Atabapo no cuenta más que con pecesridículos,sinvalor,enclenquesynegroscomoélmismo.

—EnvíeustednavíosasuAtabapo,yveráustedsivanlejos,amenosdeacarrearlos; mientras que los del Guaviare pueden remontarlo hasta una

distanciademilkilómetros,hastaelconfluenteAri-Ari,ymáslejostodavía.

—Conacarreoono, laverdadesquesomosel lazohidrográficoentreelAmazonasylaRepúblicadeVenezuela.

—YnosotrosentreVenezuelayColombia.

—¡Vamos…! ¿No tiene usted el Apure para formar ese lazo denavegación?

—Yusted¿notieneelCassiquiare?

—EnsuGuaviarenohaymásquetortugas.

—EnsuAtabaponohaymásquemosquitos.

—Enfin,elGuaviarevierteenelAtabapo…aquímismo,segúnopinióndetodoelmundo.

—No…EselAtabapoelquevierteenelGuaviare,comoafirmantodaslasgentes de buena fe, y lo que aporta el Guaviare no es inferior a tres mildoscientosmetroscúbicos.

—YcomoelDanubio—dijoentoncesGermánPaterne,citandoalpoetadelasOrientales—,«corredeOccidenteaOriente».

Argumento del que Varinas no se había aún servido, pero que insertócuidadosamenteenellegajodelGuaviare.

Duranteestecambioderéplicasenfavordelosdostributarios,Miguelnocesaba de sonreír, dejando tranquilamente correr al Orinoco por los 2500kilómetrosentrelasierraParimayelestuariodesuscincuentabrazos,queseramificanaltravésdellitoraldelAtlántico.

Entretanto,lospreparativosavanzaban.Laspiraguas,visitadas,reparadas,puestasenperfectoestadoyconsusprovisionesrenovadas,estaríandispuestasparael9deenero.

Jacques y Juana Helloch escribieron una carta a su padre, en la que noolvidaban al sargento ni a Gomo. Esta carta llegaría a Santa Juana porconductodelosmercaderesquedeordinariosubenporelríoalprincipiarlaestacióndelaslluvias.

Decíatodoloquepuedendecirloscorazonesfelicesyagradecidos.

Lavísperadeldíafijadoparapartir,lospasajerosfueroninvitadosunavezmásporelgobernadordeSanFernando.

Durante la velada hubo tregua, y la discusiónhidrográfica no se renovó.Noesquehubieraterminado;peroloscontrincantesdisponíandemesesydeañosparacontinuarla.

—¿Demodo, señorMiguel—preguntó Juana—, que no nos acompañanustedes?

—Parecequeno,señora—respondióelsabio,muyresignadoaprolongarsuestanciaenlaconfluenciadelAtabapoyelGuaviare.

—Tenemosaúnquedilucidaralgunospuntosimportantes—dijoVarinas.

—Ypesquisasquepracticar—añadióFelipe.

—Entonces,¡hastalavista,señores!—dijoJacquesHelloch.

—¿Hastalavista?—preguntóMiguel.

—Sí —respondió Germán Paterne—. En San Fernando… Cuandoregresemos…dentrodeseismeses,puesnoesprobablequeestédecididalainterminablecuestióndelOrinoco.

Al siguiente día, 9 de enero, después de despedirse del gobernador, deMiguel y de sus colegas, los viajeros se embarcaron, y, arrastrados por larápida corriente del río Orinoco, Atabapo o Guaviare, comoquiera que sellamase, las dos piraguas perdieron bien pronto de vista el pueblo de SanFernando.

Aunahoradeallí, la jovenvolvióaverel sitioenque las falcashabíanzozobradoydondeJacqueslahabíasalvadoconpeligrodesuvida,durantelaterribletormenta.

—Sí…,miqueridaJuana—dijoJacques—.Allífue.

—Allí fue, mi querido Jacques, donde tuviste el pensamiento de noabandonar a tu querido Juan, de acompañarle en medio de tantos peligroshastaeltérminodesuviaje.

—¡Y uno hubo que no se mostró satisfecho! —exclamó Paterne—. ElsargentoMarcial…Noestabaeltíocontentodeltododesusobrino.

Durantelosdíassiguientes,laspiraguas,favorecidasporlabrisa,hicieronuna navegación muy rápida. Franquearon sin grandes dificultades, por notratarse más que de bajar por ellos, los raudales de Maipure y de Atures,pasandodespuésporlaembocaduradelMetayelpueblodeCariben.Lasislasdelríosuministrarontodalacazanecesaria,ylapescafuefructífera.

SellegóanteelranchodeMarchal,enTigra.Allí,conformealapromesaquehabíanhecho,lospasajerosdelasfalcasfueronduranteveinticuatrohoraslos huéspedes del excelente hombre. ¡Con qué alegría les cumplimentó éstepor el feliz éxitode su empresa,miradadesde el doblepuntodevistade lapresencia del coronel De Kermor en Santa Juana y de lo que allí habíasucedido!

En Urbana las piraguas tomaron provisiones para la última parte de suviaje.

—¿Ylastortugas?—dijoGermánPaterne—.Jacques,¿teacuerdasdelastortugas…?¡Eh…!¡Miraquellegaraquísobretortugas…!

—Enestepueblonosvimosporvezprimera,Germán—dijolajoven.

—Graciasaesasexcelentesbestias,alasquedebemosbastantegratitud—declaróJacquesHelloch.

—Que les probaremos comiéndonoslas, pues la tortuga del Orinoco esexcelente—exclamóGermánPaterne,quemirabasiemprelascosasdesdeunpuntodevistaespecial.

El 25 de enero las falcas llegaron a Caicara, donde los pasajeros sesepararondelospatronesydesustripulaciones,nosinhaberdadolasgraciasaaquellasbravasgentes,cuyosserviciospagarongenerosamente.

DesdeCaicara,elpaquebotedelApuretransportóalosviajerosendosdíasa Ciudad-Bolívar, desde donde el ferrocarril les llevó a Caracas. Diez díasdespuésestabanenLaHabana, juntoa lafamiliaHeredia,yveinticincodíasdespuésenEuropa,enFrancia,enBretaña,enSaint-Nazaire,enNantes.

GermánPaternedijoentonces:

—¿Sabes, Jacques? Hemos recorrido cinco mil kilómetros sobre elOrinoco…¿Tehaparecidolargoelviaje?

—Al bajar, no—respondió JacquesHellochmirando a Juana, dichosa ysonriente.

FIN

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