EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

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EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA. El sector secundario de la economía comprende todas las actividades relacionadas con la extracción y transformación de fuentes de energía y de materias primas de origen mineral y la elaboración de productos, sea de forma artesanal (que tiene una importancia residual actualmente), sea de forma mecánica, con máquinas, lo que en sentido estricto denominamos industria. Entendemos por industria toda transformación de bienes realizada a gran escala, con el empleo de maquinaria moderna y con una división especializada del trabajo. En España, este sector supone el 16% del PIB y el 14% del empleo. LAS MATERIAS PRIMAS. Las materias primas son los recursos que la industria transforma en productos elaborados o semielaborados. Hay distintos tipos de materias primas: Orgánicas (de origen animal o vegetal), que proceden del sector primario; España tiene abundancia de materias primas orgánicas destinadas a la industria alimentaria, pero es deficitaria en las textiles (algodón, lino, lana de calidad), en cuero y en madera, que debe importar. De origen geológico, que proceden de la minería, que a su vez pertenece a la industria extractiva. De origen geológico son tanto las rocas (que se utilizan para construcción y que se extraen en canteras o graveras) como los minerales. España ha sido un país rico en minerales metálicos, pero actualmente la mayor parte de los yacimientos están agotados. Con todo, hay reservas importantes de cobre, cinc, plomo, níquel, wolframio y oro, que podemos encontrar sobre todo en Huelva, Sevilla, Badajoz, Salamanca y Asturias. También hay algunos minerales no metálicos, como la sal marina, la sal gema o el cuarzo. La minería es una actividad extractiva que se ocupa de obtener estos minerales y actualmente es un sector con serios problemas, por los costes y peligros de extracción, el agotamiento de los filones, que la encarece aún más, la inseguridad y precariedad laboral de los trabajadores y las repercusiones que tiene sobre el medio ambiente, con el rechazo social que conlleva.

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EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

El sector secundario de la economía comprende todas las actividades relacionadas con la

extracción y transformación de fuentes de energía y de materias primas de origen mineral y la

elaboración de productos, sea de forma artesanal (que tiene una importancia residual

actualmente), sea de forma mecánica, con máquinas, lo que en sentido estricto denominamos

industria. Entendemos por industria toda transformación de bienes realizada a gran escala, con

el empleo de maquinaria moderna y con una división especializada del trabajo.

En España, este sector supone el 16% del PIB y el 14% del empleo.

LAS MATERIAS PRIMAS.

Las materias primas son los recursos que

la industria transforma en productos

elaborados o semielaborados. Hay

distintos tipos de materias primas:

Orgánicas (de origen animal o

vegetal), que proceden del sector

primario; España tiene abundancia

de materias primas orgánicas

destinadas a la industria

alimentaria, pero es deficitaria

en las textiles (algodón, lino, lana

de calidad), en cuero y en madera,

que debe importar.

De origen geológico, que proceden de la minería, que a su vez pertenece a la industria

extractiva. De origen geológico son tanto las rocas (que se utilizan para construcción y

que se extraen en canteras o graveras) como los minerales.

España ha sido un país rico en minerales metálicos, pero actualmente la mayor parte de

los yacimientos están agotados. Con todo, hay reservas importantes de cobre, cinc,

plomo, níquel, wolframio y oro, que podemos encontrar sobre todo en Huelva, Sevilla,

Badajoz, Salamanca y Asturias.

También hay algunos minerales no

metálicos, como la sal marina, la sal

gema o el cuarzo.

La minería es una actividad extractiva que se

ocupa de obtener estos minerales y

actualmente es un sector con serios

problemas, por los costes y peligros de

extracción, el agotamiento de los filones, que

la encarece aún más, la inseguridad y

precariedad laboral de los trabajadores y las

repercusiones que tiene sobre el medio

ambiente, con el rechazo social que conlleva.

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LAS FUENTES DE ENERGÍA.

España no es un país rico en fuentes de energía: el consumo supera ampliamente a la producción

y tenemos que importar el 72% de la energía que necesitamos.

Las energías más utilizadas son las no renovables, es decir, aquellas que proceden de elementos

de los que existe un volumen limitado en el subsuelo, y que además son muy contaminantes;

estas fuentes de energía son el petróleo, el carbón, el gas

natural y la energía nuclear. Tienen un alto rendimiento y

producen energía de manera continua, por eso actualmente son

más competitivas que las energías renovables.

El carbón es una roca formada por la descomposición

de restos vegetales durante millones de años. Se

destina sobre todo a calefacciones domésticas, y a

generar electricidad en centrales térmicas. Es la única

fuente de energía de la que España tiene reservas significativas; en España hay 13

cuencas mineras entre las que destacan las de Asturias- León, Teruel y Puertollano. Pero

estas minas (que también pertenecen a la industria extractiva) tienen los mismos

problemas que las de otros minerales y en el año 2018 se cerraron muchas de ellas que

no eran competitivas y tenían

costes superiores a los beneficios

que proporcionan. Por otro lado, el

uso del carbón es muy

contaminante y las centrales

térmicas no han podido adaptarse

a la nueva normativa sobre

emisiones de gases de efecto

invernadero, además de que cada

vez son menos rentables, de forma

que desde el año 2010 también se

están cerrando las centrales

térmicas que utilizan carbón: solo

en el año 2020 se cerraron ocho

de las quince que estaban en activo

y este año 2021 se cerrarán tres

más (está previsto que estas

centrales desaparezcan el año

2025).

El petróleo es un aceite mineral

compuesto por una mezcla de

hidrocarburos que se ha formado

por la descomposición y

almacenamiento, en capas geológicas muy profundas, de restos de animales y plantas que

vivieron hace millones de años en medios acuáticos. Se destina a producir electricidad

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en centrales térmicas y, sobre todo, a obtener derivados

(gasolina, gasoil, fueloil, asfalto, aceites lubricantes…) en

las refinerías (industrias que están sobre todo en la

costa mediterránea y en Puertollano). España tiene una

producción insignificante de petróleo (en la plataforma

continental de Tarragona) y para cubrir sus necesidades

importa petróleo de Irán, Arabia Saudí y Nigeria, entre

otros países, a través de barcos petroleros. La

necesidad de importar petróleo genera en España una

gran dependencia energética y es en gran medida responsable del déficit de la balanza

comercial española.

El gas natural es una mezcla de hidrocarburos gaseosos entre los que predomina el

metano; aparece en yacimientos subterráneos, solo o asociado al petróleo, y su destino

principal es la producción de electricidad en centrales térmicas, sobre todo a través de

un sistema llamado ciclo combinado que ha venido a sustituir muchas de las centrales

térmicas de carbón. La producción de gas natural en España es insignificante (hay

pequeños depósitos en el golfo de Cádiz) y casi todo el que se consume en España se

importa a través de barcos metaneros (desde países como Nigeria o Qatar) o

gasoductos (que proceden de Argelia, Noruega y Portugal).

La energía nuclear por fisión

genera electricidad a partir

del calor que resulta de la

fisión (rotura) de átomos de

uranio pesado. Esta

electricidad se destina sobre a

la industria y al consumo

doméstico y en 2017 suponía el

22, 4% de la electricidad

consumida en España. Se

produce en centrales

nucleares a partir del uranio

que se importa sobre todo de

Níger. Actualmente hay en España seis centrales nucleares en activo (Almaraz I y II

(en Cáceres), Ascó I y II y Vandellós (en Tarragona), Cofrentes (Valencia) y Trillo

(Guadalajara). Este tipo de energía tiene muchos problemas por las dificultades que

supone deshacerse de los residuos nucleares, la necesidad de controlar cuidadosamente

el proceso y el rechazo social, lo que ha motivado el cierre de centrales nucleares en los

últimos años. No obstante, ha sido decisiva para afrontar el pico de consumo de enero

de 2021.

Las fuentes de energía renovables son aquellas que no se agotan ni contaminan pero producen

energía de forma más discontinua y son menos competitivas (porque requieren más inversiones)

que las fuentes de energía renovables.

Entre este tipo de energías está la energía hidroeléctrica, que es la que se obtiene

haciendo saltar el agua retenida en un embalse por una tubería en cuya base mueve una

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turbina; un generador convierte la energía

cinética del agua en energía eléctrica; desde

1910 se introdujeron transformadores que

permiten llevar la energía desde las centrales

hidroeléctricas hasta destinos alejados. La

producción de electricidad en centrales

hidroeléctricas fluctúa en función del caudal

de los ríos, que en muchos de ellos que es

bastante irregular. Desde su aparición, este

tipo de energía creció mucho, pero desde

1950 hasta la actualidad su importancia ha

disminuido por la competencia de la energía térmica, nuclear y, últimamente, eólica y

solo supone un 10% en la producción de electricidad.

La energía eólica es la que convierte la fuerza del viento en electricidad: el viento

mueve las aspas de los aerogeneradores que tiene en su

cabeza una turbina y un generador en los que tiene lugar

el proceso* que antes hemos visto. Se produce en

parques eólicos, que están sobre todo en las zonas

elevadas y expuestas a los vientos de ambas Castillas,

Galicia, Aragón, Navarra y, en Cádiz, Tarifa. Se destina al

consumo eléctrico doméstico e industrial. Desde 1991 ha

tenido un crecimiento espectacular: actualmente, España

es la mayor potencia eólica después de Alemania y el 21%

de la electricidad producida en nuestro país procede de

la energía eólica.

La energía solar convierte la radiación solar en calor o electricidad y tiene diferentes

tipos.

o La energía fotovoltaica aprovecha la luz solar que

llega a las placas solares que contienen células de

silicio para transformarla directamente en

electricidad. Las mayores centrales

fotovoltaicas de España están en Toledo, Madrid

y Alicante. También hay pequeñas estaciones

fotovoltaicas llamadas “huertos solares”, que

están ubicadas en espacios rurales.

o La energía solar térmica recoge el calor del sol

para calentar agua, que puede aprovecharse para

calefacción o agua caliente para los hogares, empresas, gimnasios, etc.

o La energía termosolar produce electricidad mediante espejos que concentran los rayos

solares en pequeñas superficies, en las que se alcanzan enormes temperaturas con las

que se produce vapor de agua; éste, a presión, mueve unas turbinas que generan la

electricidad.

La energía de la biomasa convierte los residuos orgánicos (restos de poda o limpieza de

los bosques, basura doméstica, restos de la industria alimentaria, excrementos del

ganado, etc…) en energía térmica (que su vez sirve para generar electricidad o bien se

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utiliza directamente como combustible en la calefacción doméstica) y también para

producir biogás; se produce en explotaciones relativamente pequeñas, sobre todo en el

medio rural, que es donde más se generan este tipo de residuos.

Hay otros tipos de energía renovable que tienen menos peso en España, como la marina o

undomotriz, que convierte el movimiento de las olas en electricidad, o la geotérmica, que

aprovecha el calor interno de la tierra para la calefacción doméstica o para centrales

térmicas.

El consumo y producción de

energía ha ido cambiando a los

largo de nuestra historia

reciente, como se ve en este

gráfico. Actualmente hay un

crecimiento muy importante de

las energías renovables, sobre

todo la energía solar y, en primer

lugar, la energía eólica.

CLASIFICACIÓN DE LAS

INDUSTRIAS (PARA EL GLOSARIO).

Por el destino de la producción:

Industrias de base: son aquellas que producen productos semielaborados, como, por ejemplo, la

siderurgia.

Industrias de equipamiento: son las que elaboran bienes que se utilizan para obtener nuevos

bienes, como las máquinas y herramientas.

Industrias de uso y consumo: son las que fabrican productos finales, aptos para ser consumidos

directamente por la población, como las textiles.

Por la materia prima que utilizan:

Industrias pesadas: son aquellas que trabajan con materias primas de gran peso y volumen para

obtener productos de gran tamaño y gran tonelaje, como la siderurgia.

Industrias semipesadas: son aquellas que transforman y obtienen productos de peso y volumen

intermedio, como la construcción de máquinas herramientas.

Industrias ligeras: son aquellas que elaboran productos de pequeño tamaño, como en el caso de

la industria de confección textil.

Por el tipo de productos que elabora:

La industria siderometalúrgica* es la que elabora productos de todo tipo de metales, entre los

que destacan el hierro y acero (entonces hablamos de industria siderurgia). Es una industria de

base y pesada.

Industria textil, la que elabora tejidos y confecciona ropa.

Industria alimentaria, que elabora alimentos más o menos procesados a partir de las materias

primas del sector primario.

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Industria química, que elabora todo tipo de productos sintéticos; a su vez puede ser pesada (a

este grupo pertenecen las fábricas de hormigón y cemento) o ligera (farmacéutica, de

explosivos, plásticos, pinturas, adhesivos….).

Industria de automoción, industria aeronáutica, etc.

EL PROCESO DE INDUSTRIALIZACIÓN EN ESPAÑA.

La industrialización española fue un proceso muy tardío. A lo largo del siglo XIX todos los

países de Europa occidental se industrializaron de una forma más o menos rápida, pero España

lo hizo de forma muy puntual e incompleta. La auténtica industrialización tuvo lugar en España

en los años 60 del siglo XX, con los planes de desarrollo franquistas.

La industria despegó tarde en España debido a diferentes causas.

- Una de las más importantes fue la falta de capitales: La burguesía española había

acumulado capital durante el siglo XVIII con el comercio ultramarino, pero no lo invirtió

en las nuevas industrias, sino que prefirió comprar finas rústicas (sobre todo las que el

Estado desamortizó y vendió en 1836 y 1854) y edificios urbanos y vivir cobrando las

rentas que generaban, siguiendo el modelo rentista que marcaba la nobleza.

- Tampoco había demanda para los productos industriales. En 1824, España perdió su

imperio colonial, donde hasta entonces tenía el monopolio de las exportaciones, y solo

quedaba el mercado local, que era pequeño (había poca población) y pobre (la mayor

parte de la población estaba formada por campesinos con poco poder adquisitivo).

- Había muchas aduanas interiores: todos los productos que entraban en las ciudades

pagaban impuestos. Además había muy malas comunicaciones. Todas estas circunstancias

perjudicaban al comercio.

- Todavía había minas de metales de cierta importancia, que estaban sobre todo en el sur

(Huelva, Ciudad Real…) y también había yacimientos de carbón, pero estos estaban sobre

todo en el norte y entre unas y otros se dispone una orografía transversal muy

desfavorable.

No obstante, en el siglo XIX se desarrollaron en España dos tipos de industrias.

La industrial textil

catalana, dedicada sobre

todo a manufacturar un

tipo de tela de algodón

llamada “indiana”. Esta

industria ya había

despegado en el siglo

XVIII con máquinas

hidráulicas y de vapor

como las que se utilizaban

en las fábricas inglesas;

tras la guerra de Independencia y la pérdida de las colonias entró en crisis pero, gracias

a la repatriación de capitales y a la demanda urbana, creció mucho durante el siglo XIX.

La industria siderúrgica tuvo tres focos: Málaga (que decayó pronto por la falta de

carbón), Asturias y, sobre todo Vizcaya. El esplendor siderúrgico vasco se inició en

1880: en esa fecha se fundaron “La Vizcaya” y “Altos Hornos de Vizcaya”, luego

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fundidas con el nombre de la 2ª, que

siguió creciendo gracias a la demanda de

barcos para la marina.

Hacia 1900 se inició la llamada “segunda

revolución industrial”, en la que comenzaron a

utilizarse nuevas fuentes de energía (el petróleo

y la electricidad), y se desarrollaron la industria

química (medicinas, tintes, explosivos,

cosméticos….), la eléctrica y la de automoción. En

España, estos avances apenas se notaron, pero,

en la periferia de las grandes ciudades

proliferaron pequeñas industrias ligeras (de calzado, textiles, envasados, destilerías…), debido

sobre todo a la repatriación de capitales tras la pérdida de Cuba.

Durante la Primera Guerra Mundial, España permaneció neutral y se benefició mucho de la

demanda de todo tipo de productos por parte de los países beligerantes. Terminada la guerra,

en los años ´20, el estado promovió importantes obras públicas que favorecieron a la industria.

No obstante, los capitalistas españoles no aprovecharon estas oportunidades para reinvertir

sus capitales y modernizar el tejido

industrial del país.

A esto se sumaron otras circunstancias

desfavorables: el crack de 1929, la

depresión de los años 30, la Guerra

Civil y la Segunda Guerra Mundial, en la

que España apoyó al bando del Eje.

Tras la derrota del Eje y hasta

mediados de los años 50 España, que

estaba muy empobrecida, estuvo

además aislada, y trató de salir

adelante con sus solos recursos, evitando

las importaciones, tanto de productos

elaborados como de materias primas y

fuentes de energía, y la entrada de

capitales extranjeros: es lo que se conoce

como autarquía.

En el año 1941, el gobierno fundó el

Instituto Nacional de Industria (INI)

para favorecer la creación de empresas

públicas (entre 1941 y 1945 se fundaron

RENFE, Iberia, Endesa, y la Compañía

Telefónica Nacional) y priorizó las inversiones en sectores vinculados a la defensa militar

(hidrocarburos, vehículos de transporte, siderurgia, construcción naval, etc.).

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Los resultados fueron modestos pues las empresas no eran rentables y la tecnología era

obsoleta.

En 1959, un nuevo gobierno franquista (el de los tecnócratas), puso en marcha una política

económica también nueva que priorizaba el desarrollo económico. Desde 1963, se pusieron en

marcha los Planes de Desarrollo para conseguir, en periodos de cuatro años, el crecimiento

industrial. También fomentó el turismo y facilitó a la salida de emigrantes a países europeos

como Suiza, Alemania o Francia.

Permitió la entrada de capitales extranjeros que, junto a las remesas de los emigrantes

y el dinero de los turistas, impulsaron la economía.

El Estado daba incentivos fiscales, subvenciones y otro tipo de ventajas a los

empresarios que instalasen industrias en lugares estratégicos: los llamados “polos de

desarrollo” en zonas que ya estaban industrializadas, pero débilmente (La Coruña, Vigo,

Oviedo, Zaragoza, Logroño,

Valladolid) y “polos de

promoción industrial” en zonas

no industrializadas todavía

(Huelva, Granada y Córdoba),

con intención de equilibrar así

la economía nacional.

La productividad industrial aumentó

mucho y la industria se convirtió en la

actividad que más contribuía al PIB.

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Las industrias se asentaron en polígonos industriales porque el precio del suelo urbano se

encareció mucho en esta época, y se definieron dos ejes industriales: el del Ebro y el del

Mediterráneo.

Este crecimiento afectó a otros ámbitos:

El crecimiento de la industria atrajo a las ciudades mucha mano de obra procedente del

campo (éxodo rural).

Los agricultores que permanecieron en el campo vieron crecer sus salarios, introdujeron

maquinaria para las tareas agrícolas y demandaron cada vez más productos industriales

(no solo maquinaria agrícola sino también productos de consumo).

Creció el comercio exterior, tanto las importaciones (sobre todo el petróleo, principal

fuente de energía del desarrollo económico) como las exportaciones.

Pero este crecimiento tenía algunas debilidades:

Había un gran contraste entre las empresas grandes (tanto las que pertenecían al INI

como las filiales de las multinacionales), que tenían mucho crecimiento, y las empresas

pequeñas, que eran menos competitivas.

Las industrias españolas estaban anticuadas respectos a las extranjeras y dependían

mucho de las importaciones de capitales, maquinaria y tecnología.

Todo este crecimiento dependía en gran medida del crecimiento económico mundial.

En 1973 se disparó el precio del

petróleo (de nuevo lo hizo en 1979) y

todos los precios lo hicieron a su vez,

los costes industriales crecieron y la

demanda se contrajo: se inició una

crisis económica mundial.

En España, las empresas vieron

disminuir sus beneficios, se

endeudaron y dejaron en el paro a

muchos trabajadores. Además, el país

estaba pasando por una coyuntura

política delicada: los últimos años y el

fin de la dictadura de F. Franco y el cambio político que vino a continuación.

Ya en la década de los 80, distintos gobiernos se emplearon en la restructuración económica.

Pusieron en marcha el proceso de reconversión industrial, que se alargó toda la década

de los años ´80 e incluso primeros ´90; la reconversión industrial pretendía hacer

viables y competitivos los sectores industriales maduros (textil, siderometalúrgico,

naval y eléctrico) ajustando la producción a la

demanda, que era entonces muy baja, facilitando

los despido y las prejubilaciones y también

proporcionando ayudas para la modernización.

Este proceso afectó sobre todo a las grandes

empresas más anticuadas, y desmanteló sobre

todo las industrias siderúrgicas como los Altos

Hornos del Mediterráneo (Sagunto) y los Altos

Hornos de Vizcaya (Bilbao), y los astilleros de

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Cádiz. La reconversión industrial fue una fuente continua de conflictos (huelgas) para

los primeros gobiernos de la democracia.

También pusieron en marcha un proceso de reindustrialización para recomponer, con

nuevas actividades, el tejido industrial de las zonas afectadas por la reconversión. Se

crearon las ZUR (zonas de urgente reindustrialización), como el Ferrol, Vigo o la zona de

la ría del Nervión, en las que el gobierno daba subvenciones a las empresas industriales

que contrataran parados, y las ZID (zonas industriales en declive), en la Cordillera

Cantábrica y Extremadura.

Todas estas políticas lograron eliminar muchas industrias deficitarias, sobre todo en el norte

de España, pero no lograron corregir la endémica debilidad del tejido industrial español.

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN LA ACTUALIDAD

En la década de los ´90 del siglo XX hubo un crecimiento económico generalizado que favoreció

a la industria española, que experimento un repunte importante en torno a 1992 y 1994.

Además, el ingreso en la CEE (en 1986) facilitó la entrada de inversiones extranjeras.

Pero a cambio, en esta misma década crecieron espectacularmente los NPI, Nuevos Países

Industriales, como Taiwan, Corea o la ciudad de Hong Kong, que fabricaban productos

tecnológicos baratos y muy competitivos con los que inundaron en poco tiempo el mercado.

Además, el crecimiento de esos años no solucionó los problemas estructurales de la industria:

La mayoría de las empresas industriales son PyMES, pequeñas y medianas empresas con

menos de 50 trabajadores; el 84,9% de las empresas industriales españolas tienen

menos de 10 trabajadores. Estas pequeñas empresas se adaptan mal a los cambios que

requieren las industrias actuales, sobre todo las TIC. Además, hay muy pocas empresas

grandes, con más de 250 trabajadores (0,4% del total) y son sobre todo

multinacionales.

Las empresas españolas invierten muy poco en investigación y desarrollo (I+D), la mitad

que la media europea (solo invierten el 0,84% del valor de su producción frente al 1,5%

de la media europea) y un 10 % menos que invertían en 2009, mientras que en el

conjunto de Europa ese indicador ha crecido un 27,4%.

Como consecuencia, la industria está obsoleta y tiene una productividad muy baja, un

34 % por debajo de la de la de los 15 miembros más antiguos de la UE.

Tiene mucho retraso y dependencia tecnológica.

Tiene mucha dependencia energética (la principal fuente de energía sigue siendo el

petróleo).

La industria de la construcción tiene mucha importancia y es el que dinamiza muchos

otros sectores, pero es muy sensible a las coyunturas económicas.

En este contexto, la crisis financiera que estalló el año 2007 ha sido muy adversa para la

industria española. Entre 2007 y 2011 se perdió más del 30% de su producción y se cerraron

49.500 empresas manufactureras, y aún en 2017 seguía un 14% por debajo de su nivel de 2008,

mientras que el conjunto de la industria europea ya había recuperado sus niveles de producción

de aquel año.

Además, las industrias manufactureras apenas representan el 80% del sector industrial (el

otro 20% corresponde a empresas de suministro de energía, agua y similares); es verdad que

las industrias que fabrican bienes de consumo no duraderos (alimentación, bebidas, textil,

limpieza, farmacia, tabaco) se han rehecho gracias al reciente crecimiento del consumo interno,

Page 11: EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

tanto de los nacionales como del

turismo, pero la industria de bienes

de equipo duraderos, la que fabrica

vehículos, productos electrónicos,

muebles y aparatos del hogar y que

tiene un impacto más importante que

la anterior sobre el conjunto de la

actividad y el empleo industriales,

sigue produciendo el 50 % menos que

antes de la crisis.

En cuanto a la participación de la

industria en el PIB español, que en la

década de los 70 llegó a representar

casi el 40%, en 2015 era del 17,1%, prácticamente el mismo valor que en 2007 y hoy apenas

supone el 16% del PIB.

Los sectores industriales.

Hay un gran desequilibro entre los sectores industriales.

Los sectores industriales maduros están en una

situación delicada y son los que más acusan los

problemas que hemos expuesto más arriba. Tienen

poca demanda, mucha competencia y gran retraso

tecnológico.

o La industria metalúrgica continúa con el

proceso de reconversión y reducción, pero aún tiene una relativa importancia:

La industria siderúrgica integral, que elabora elementos de acero en altos

hornos, solo se mantiene en Asturias.

En Cantabria, País Vasco y Cataluña

hay industrias siderúrgicas no

integrales, dedicadas a la

transformación de chatarra.

En Avilés hay industrias de aluminio y

zinc.

En Huelva hay una importante

industria del cobre.

o La construcción naval está muy afectada por

la reconversión y la competencia extranjera,

pero se mantiene en toda la cornisa

cantábrica, Galicia y las Islas.

o La industria textil sufrió mucho el proceso

de reconversión industrial y está muy

amenazada por la competencia; solo destaca

una gran empresa: Inditex (en Galicia), que

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también ha desplazado su producción manufacturera a otros países africanos y

asiáticos.

o Las industrias de papel, madera y corcho (destacando la fabricación de cartón)

tiene bastante importancia.

o También hay industrias de calzado, muebles, electrodomésticos y juguetes

(Valencia).

Los sectores industriales más dinámicos son los

más productivos y los que más demanda, tanto

interna como externa, tienen, pero se mantienen

sobre todo gracias al capital extranjero.

o Las industrias alimentarias, de bebidas y

tabaco son las más importantes y

representan casi el 25% de nuestra

producción manufacturera.

o Las industrias petroquímicas

(refinerías de Castellón y

Tarragona) y de

transformación del petróleo

(elaboran caucho sintético,

plásticos, pinturas…).

o En la industria de la

automoción España ocupa el

segundo puesto de la UE y

tiene sistemas de producción

muy modernos, como la

robotización, pero está en

manos de multinacionales y

muy amenazada por la

deslocalización.

o También es importante la

fabricación de material ferroviario

en Barcelona, destinado sobre todo

a los trenes AVE que se exportan a

Arabia Saudí, Turquía…

Los sectores industriales de tecnología

punta o de alta tecnología han aparecido

en fechas recientes y tienen todavía poca

entidad, pero tienen mucha demanda.

o En este apartado están las

farmacéuticas, que son

importantes en Madrid y

Barcelona.

o Las industrias de construcción

aeronáutica y aéreo- espacial.

Page 13: EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

La distribución territorial.

Entre las áreas industriales españolas hay un gran desequilibrio:

Las áreas industriales más desarrolladas son las áreas metropolitanas de Madrid y

Barcelona. Están muy consolidadas. Es verdad que en ellas han retrocedido las industrias

de los sectores maduros, como la industrial textil, pero han conseguido convertirse en

las sedes sociales de grandes empresas nacionales y extranjeras, por ejemplo

farmacéuticas, con una mano de obra muy cualificada.

Las áreas y ejes industriales en expansión son, respectivamente, las coronas

metropolitanas y áreas periurbanas de Madrid y Barcelona y las grandes vías de

comunicación del valle del Ebro y el litoral Mediterráneo. Surgen por la deslocalización y

expansión de los núcleos industriales importantes.

Las áreas de industrialización inducida con las que han crecido gracias a las promociones

de los años ´60 (desarrollismo) o las subvenciones de los ´90 (reindustrialización) y

también las que han acogido industrias que quieren reducir costes. Están en algunos

puntos de la costa de Galicia, en el triángulo que forman las ciudades de Sevilla, Cádiz y

Huelva y en las ciudades de Zaragoza, Valladolid y Burgos.

Las áreas industriales en declive son las que tienen sectores industriales maduros, poco

competitivos, en las que más incidió la reconversión industrial y luego fracasaron las

políticas de reindustrialización. Son la Cornisa Cantábrica, gran parte de la costa gallega

(El Ferrol), Sagunto, Puertollano y el área de Cataluña de tradición textil.

Las áreas de industrialización escasa ocupan gran parte del interior peninsular y son

sobre todo las más aisladas (Extremadura y las Islas).

Page 14: EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

La localización industrial.

En la localización industrial actual son decisivos factores como el acceso a la tecnología y a la

innovación, y las políticas territoriales, que fomentan unos emplazamientos en lugar de otros.

También siguen teniendo importancia factores tradicionales, como la proximidad a la mano de

obra, a los transportes y comunicaciones y al capital. En cambio, la proximidad a las fuentes de

energía, a las materias primas y a los mercados, que eran los factores tradicionales de

localización industrial, tiene poco peso.

Los sectores maduros tienden a la deslocalización, buscando mano de obra y suelo barato y

políticas ecológicas poco exigentes. Las empresas innovadoras, en cambio, tienden a la

concentración en parques tecnológicos o clusters.

En España, los emplazamientos más habituales de la industria son:

Los polígonos industriales, espacios

planificados que están a las afueras

de las ciudades pero que no son

urbanos y que albergan, en su

mayoría, industrias, pero también

almacenes, oficinas e incluso algunos

servicios (hipermercados,

restaurantes…). Las ciudades suelen

promover su creación para atraer

industrias.

Los parques tecnológicos, espacios

planificados en el entorno de

ciudades grandes o medianas,

que tienen industrias

innovadoras y de alta

tecnología, centros de

investigación, buenas

comunicaciones y gran calidad

ambiental y estética. En muchas

ocasiones, estos parques surgen

en torno a una gran

multinacional. Un ejemplo sería

el parque tecnológico de

Pozuelo (Madrid), dedicado a la tecnología biomédica.

Page 15: EL SECTOR SECUNDARIO EN ESPAÑA.

¿CÓMO HA APARECIDO ESTE TEMA EN LA EvAU?

La energía en España.

1. Tipos de fuentes de energía.

2. Política energética en España.

La industria en España.

1. Tipos de industria.

2. Principales regiones industriales.

CONCEPTOS:

Astillero

Deslocalización industrial

Energía de biomasa

Energía nuclear

Energías no renovables

Energías renovables

Industria extractiva

Industria ligera

Industria pesada

Industria siderometalúrgica

Materia prima

Oleoducto

Parque tecnológico

Plataforma logística (sector terciario)

Polígono industrial

Puerto seco (sector terciario)

Reconversión industrial

Sector secundario