Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” Santiago 1:12

El Sansón que llevo dentro

El mítico Sansón es un reflejo de lo que somos nosotros; sabemos que morar con Dios en el corazón, llevando una plena comunión con su nombre y obedeciendo a sus mandatos tenemos la victoria segura. Como hombres y mujeres de Dios, en nuestro interior corre mucha fuerza espiritual cuando nos ponemos en la mano poderosa de Cristo, Él nos alimenta de tal manera que si algo nos tira inmediatamente la mano de nuestro Señor está para levantarnos e impulsarnos hacia la meta que el Señor nos traza sin importar el obstáculo que haya frente a nosotros. Jueces 14:5-6

Pero así como muchas veces escuchamos recomendaciones de Dios para vivir una vida plena, aun cuando Él nos ha ayudado en conflictos, a librar a los nuestros del enemigo y haciéndonos grandes hijos de Dios, muchas veces olvidamos nuestro caminar y dejamos de escuchar la voz de Dios. Él nos provee de muchos dones al llegar a sus pies, pero en ocasiones no somos buenos administradores de lo que nos da y desperdiciamos sin medida lo que nos fue dado. Nos volvemos caprichosos y soberbios pensando que todo lo sabemos y no queremos escuchar otras voces. Proverbios 26:11-12

El Espíritu Santo desea hablarnos todos los días de cómo tenemos que comportarnos, nos exhorta a hacer lo bueno y desechar lo malo, a tomar bendición y sacar la maldición de nosotros, de nuestros hogares; pero nos ahogamos en nuestras propias decisiones porque no le preguntamos al Señor cuál es su voluntad. Nos equivocamos tantas veces y no reconocemos quienes somos ante el Padre, usamos las fuerzas que Él nos da para nuestro propio beneficio y difícilmente movemos un dedo a favor de los demás, siendo egoístas queriendo llevar solo beneficio personal en lo que hagamos. Jueces 16:4-6

El mundo nos convence de regresar a él, nos atormenta en gran manera y nos presiona de tal manera que por su seducción sedemos y caemos. Pensamos que tenemos el control, que nada nos moverá porque nos sentimos fuertes, pero la verdad resultante es que sin Dios nos volvemos tan vulnerables como cualquiera. Al enemigo solo le basta con que bajemos a tomar del agua que él nos ofrece para tomarnos y destruirnos, solo espera un descuido para que caigamos en su mandíbula y romper el lazo que nos une a nuestro Señor. Así como con Sansón, el enemigo es astuto y hábil para entrar en nuestro corazón, además no viene solo pues trae un ejército contra nosotros que buscará apresarnos. Jueces 16:16-19

Cuando menos nos damos cuenta el enemigo está rodeándonos y quedamos expuestos a la vergüenza de quedar a su merced. El Señor se aparta de nosotros por nuestra propia voluntad, pues tomando decisiones fuera de su voluntad nada sale bien por mucho empeño que le pongamos a ello. Podemos empezar en el camino de Dios con dones provenientes de Dios, con mucha fuerza para combatir contra el enemigo, con muchas ganas, pero si la sabiduría de Dios no mora en nosotros no sabremos administrar lo que de nuestro Señor hemos recibido. Santiago 1:2-5

No seamos como Sansón, que estando en lo más profundo de su desesperación, al borde del colapso, clamemos a dios; es tiempo de utilizar los dones de los cuales hemos sido provistos, no desperdiciemos la gracia que Dios a puesto sobre nosotros y creamos que en su nombre todo lo

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” Santiago 1:12

podemos hacer. No permitamos que perdamos la fuerza, así como Sansón, al despojarnos de algo en lo que confiamos; mejor pongamos toda nuestra fe en que el nombre de Jesús es suficiente para salir adelante y dejemos de confiar en nosotros, pues somos vulnerables, carnales y débiles por nuestra humanidad.

“Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios. Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante. Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal” Proverbios 4:24-27