El saber filosófico 2012 - fiesra.webcindario.comfiesra.webcindario.com/Elsaberfilosofico.pdf ·...
Transcript of El saber filosófico 2012 - fiesra.webcindario.comfiesra.webcindario.com/Elsaberfilosofico.pdf ·...
1
TEMA 1. TEMA 1. TEMA 1. TEMA 1. EL SABER FILOSÓFICO: RAZÓN Y EL SABER FILOSÓFICO: RAZÓN Y EL SABER FILOSÓFICO: RAZÓN Y EL SABER FILOSÓFICO: RAZÓN Y
CONOCIMIENTO CONOCIMIENTO CONOCIMIENTO CONOCIMIENTO
“ Me comportaré más bien como un vigilante nocturno en el jardín al día siguiente de
una tormenta y cuando ya se está anunciando otra má s fuerte. El hombre camina con
paso cauto, llevando una linterna en la mano; dirig e el haz de luz hacia un macizo,
luego hacia otro, explora un paseo, da marcha atrás , se inclina sobre un árbol viejo
desenraizado; se encamina luego hacia un promontori o, apaga la luz e intenta abarcar
con la mirada toda la panorámica.”
Amin Maalouf, El desajuste del mundo, 2009
“…la confusión filosófica se extiende más allá de l os límites de quien estudia filosofía,
ya sea profesionalmente o como simples aficionados. Es bueno despejar las
confusiones filosóficas no sólo para nuestras vidas políticas y morales, sino también
para la ciencia neurológica, la lingüística y todas las llamadas ciencias cognitivas.
Pero, principalmente, porque es valioso por sí mism o, como debería saber todo aquel
que haya pensado con profundidad sobre cualquier pr ograma filosófico.”
Hilary Putnan, La trenza de tres cabos, 2001
«El Día Mundial de la Filosofía fue instituido por la Organización de las Naciones Unidas para la Edu-
cación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el año 2002, como resultado de la necesidad de la hu-
manidad de reflexionar sobre los acontecimientos ac tuales y hacer frente a los desafíos que nos
plantean. La existencia de la UNESCO, su misión, su s ideales de cultura de la paz, está ligada a la
búsqueda universal del espíritu filosófico.»
PRIMERA PARTE
1. INTRODUCCIÓN.
Todo curso de Filosofía en 1º de Bachillerato tiene que iniciarse con una justificación de la
materia por dos razones. En primer lugar , es una materia nueva dentro de las enseñanzas que,
probablemente, los alumnos ignoran. En segundo lugar, el modo como se utiliza este término en la
vida cotidiana, es tan impreciso que más bien es fácil tomar una cierta manía por entender aspectos
2
tan diversos como, “comerse el coco”, o “divagar sobre cuestiones de un modo confuso y sin llegar a
ningún sitio”. Una doble causa que puede ser causante de la falta de prestigio o reconocimiento social
de esta materia. No sucede lo mismo con el resto de asignaturas que se imparten en el Bachillerato, ya
que la mayoría de los estudiantes aprende muy pronto lo que es la Matemática, la Lengua, o las
Ciencias Naturales, pero no sucede igual con la filosofía. En tercer lugar, no gozamos de una
adecuada difusión cultural, o intereses personales en muchos casos, para conocer los más importantes
filósofos y las filosofías de cada época, si bien son muchos los premios y honores que reciben nuestros
más importantes filósofos del momento. Por último, y a veces la razón más importante es que
tampoco poseemos un suficiente conocimiento de la historia de nuestra tradición cultural, para
descubrir la importancia de todas las aportaciones que, en cada época, hemos de agradecer a la
Filosofía.
Algunas aclaraciones preliminares deben llevarnos a distinguir entre:
a) las personas que hacen filosofía y la han hecho a lo largo de la historia, escribiendo libros donde
cuentan sus descubrimientos y reflexiones: su pensamiento.
b) la filosofía misma como forma de experiencia y de conocimiento, esto es, lo que se sabe a través
de la filosofía o el tipo de conocimiento y actitudes que ella desarrolla, dentro del conjunto del saber y
del ser humano.
c) los profesores de filosofía que se encargan de transmitir y divulgar las dos cuestiones anteriores y
los que acceden a ella como alumnos/as o como interesados por inquietudes personales.
Nos vamos a dedicar en lo sucesivo de este apartado a desarrollar estas tres cuestiones, dentro de lo
posible, de un modo más o menos detallado.
2. LA CUESTIÓN DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA: LAS PERSONAS
QUE HACEN FILOSOFÍA, Y ESCRIBEN LIBROS DONDE CUENTA N SUS
PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES.
«Emparedados en el presente, urgidos y condicionado s por el mundo que nos rodea,
sólo podemos respirar por la historia, por la memor ia colectiva. Y es a través de esa
memoria como podemos escuchar la voz de los textos y descubrir que sus mensajes
no son pura letra; porque nunca nadie escribió por escribir. »
Emilio Lledó, La memoria del logos
La filosofía es ciudadanía. Desde la historia de la humanidad, al menos desde los últimos veintisiete
siglos, tenemos testimonios de un pensamiento que se escribe, por personas y para personas. Esta
3
cuestión nos remite directamente a justificar el título de la materia del curso: Filosofía y ciudadanía.
Ambos términos están relacionados de un modo inseparable, son redundantes, pues el pensamiento es
un producto de la ciudad; es el hombre, como ciudadano, el que piensa. El humano que vive en
ciudades (como veremos en el tema siguiente), que se preocupa por su ciudad, que habla y discute con
sus conciudadanos, es el que piensa, obtiene conclusiones y hace filosofía. El pensamiento es
ciudadano, se hace en la ciudad, y es producto del diálogo con otros hombres, es dialógico. Sin
diálogo no hay pensamiento, y este a su vez genera más diálogo que produce más pensamiento, y todo
dentro de las relaciones ciudadanas, es decir, en la ciudadanía. Podríamos por ello, sin equivocarnos,
decir que la filosofía procede de la política y a su vez como la misma política, incluye a grupos de
personas de procedencias diversas, de opiniones diversas y de diferentes maneras de vivir que se ponen
en contacto en un mismo espacio geográfico y que están obligadas a forjarse sus vidas desde esa
realidad. Un diálogo entre personas diversas sólo es posible en aquellas cuestiones que les son
comunes, y estas no pueden ser otras que los temas de la ciudad, sobre sus gentes, sus gobiernos y sus
mercados. Filosofía es geografía y por ello es también geometría, y nacen juntas, así en Pitágoras
como en Platón, la geometría es condición indispensable para la filosofía, sin embargo el ejercicio de
la filosofía es: “¡Ven, piensa conmigo, conozcamos la verdad juntos!”. La verdad es también
comunitaria y una verdad de muchos es mejor verdad para todos, que la verdad de uno solo.
De acuerdo con lo dicho, se han establecido al menos cuatro periodos básicos en la historia del
pensamiento, consideradas etapas fundamentales en la construcción del saber filosófico. Cada época
ha determinado sus preguntas fundamentales, que han estado en la base de la preocupación intelectual
y práctica de los hombres y mujeres, que han intentado resolverse a través de una serie de conceptos
centrales, y que han determinado una manera peculiar de explicar la realidad y de relacionarse con ella.
Podemos afirmar ahora que, una determinada explicación y comprensión de la realidad determina la
actitud que se adopta para vivir en el mundo; teoría y práctica van de la mano.
2.1. La filosofía antigua.
Trataremos esta cuestión en parte y con más detalle en el tema segundo. Se entiende por filosofía
antigua las actividades filosóficas del mundo grecorromano. Se incluyen una sucesión de filósofos
cuya actividad se desarrolló durante un período de unos 1000 años, desde mediados del primer milenio
a.n.e. hasta mediados del primer milenio después d.n.e.: desde Tales y los primeros presocráticos,
hasta los últimos comentaristas neoplatónicos y aristotélicos. No obstante adelantaremos que el origen
de la filosofía es el asombro y la sorpresa, que los hombres experimentan al enfrentarse al
descubrimiento de la naturaleza como un poder ordenado e independiente de los dioses. El orden
natural determina los intereses de la razón humana, una vez liberada de la voluntad de los dioses; una
naturaleza determinada por la necesidad de lo que no puede ser de otra manera más que como es, y
ello de un modo eterno y cíclico. La tradición griega afirma que el orden surge del Caos, la dificultad
4
resulta al explicar cual es el orden de la naturaleza de una manera racional. Distinguiremos aquí a su
vez un período presocrático, uno ateniense donde incluimos a Platón y Aristóteles, y un período
postaristotélico y alejandrino (donde podemos incluir a los cristianos primeros y neoplatónicos). Sin
duda las figuras más importantes de los filósofos antiguos son Platón y Aristóteles, sin menospreciar al
resto. Los filósofos antiguos crearon y establecieron una parte del material básico para los posteriores
debates filosóficos. Establecieron también las características esenciales del método filosófico, en su
amplitud de miras respecto a problemas principales y el progreso racional a partir de la argumentación
y el debate.
2.2. La filosofía medieval.
Se extiende desde el siglo V, y se suele comenzar en los manuales por San Agustín de Hipona, si bien
otros sitúan su comienzo hacia el siglo IX, denominando la época anterior como Patrística, aunque los
límites temporales son un tanto convencionales. Al igual que San Agustín, los pensadores medievales
desarrollan su filosofía ligada al cristianismo y a su comprensión racional: «la fe que busca entender»
resulta ser una descripción perfecta de la filosofía escrita en el Occidente cristiano a lo largo de la
Edad Media. En el inicio fue de influencia fuertemente platónica, pues las obras de Aristóteles eran
desconocidas, salvo unos pocos tratados. El primer gran filósofo de la Edad Media San Anselmo de
Canterbury (1033-1109) está muy influido por San Agustín y desarrolló un pensamiento de carácter
platónico. Poco a poco, las obras de Aristóteles van llegando a occidente a través del mundo
musulmán, acompañadas de detallados y profundos comentarios de pensadores musulmanes como al-
Färäbï (muerto sobre el 950), Avicena (980-1037) y Averroes (1126-1198) o judíos como Maimónides
(1135-1204). La plena introducción del aristotelismo se dio en la universidad de París por parte de
Tomás de Aquino en el siglo XIII, siglo en que se formaron la primeras universidades junto a la de
París, Oxford y Bolonia y poco después Salamanca. Se considera el siglo XIV como el fin de la Edad
Media, si bien no pocas formas y no pocos problemas medievales permanecieron en filosofía durante
los dos siglos siguientes. Pero la filosofía medieval no es una mera repetición del pensamiento
platónico y aristotélico, pues el horizonte intelectual y afectivo es distinto: tal horizonte no es otro que
el religioso, desarrollado tanto desde el pensamiento cristiano, como judío y musulmán de esta época.
2.3. La filosofía moderna.
Los límites de lo que suele calificarse «filosofía moderna» no son muy precisos, pero lo común es
establecer su comienzo a fines del siglos XVI y su fin a mediados del siglos XIX. Una de sus
preocupaciones fundamentales es hacer de la razón el tribunal supremo y considerarla como la
característica peculiar del hombre. La razón ha sido en la filosofía antigua una propiedad del cosmos, y
en la medieval una luz otorgada por Dios; para la filosofía moderna la razón se ha separado de la
religión y ha ido adquiriendo una progresiva autonomía. El conocimiento racional se convierte en un
5
fin por sí mismo, y la razón va adquiriendo según avanza la época propiedades más claras. Podemos
concebir a Galileo con una mente más racional y experimental que cualquiera de los pensadores
antiguos y medievales. Especialmente importante al respecto, ha sido el triunfo del punto de vista de lo
cuantitativo y mensurable, aplicado a un conocimiento de la Naturaleza, según las líneas de la ciencia
moderna, especialmente la física matemática. Otro interés especial se ha centrado en torno al
conocimiento, cuyas condiciones y desarrollo se ha considerado analizar de un modo necesario, lo que
ha llevado a un examen y profundización de la naturaleza y formas del «entendimiento humano».
Debemos centrar como fenómeno central de este período la Ilustración, donde la confianza en la razón
humana llega a su auge, siendo ésta la que se convierte en bandera de la libertad humana, del progreso
de la humanidad y de los derechos humanos basados en la igualdad y la justicia. Racionalismo (R.
Descartes-1596/1650-, o B: Spinoza -1632/1677-, entre otros); empirismo (D. Hume-1711/1776-, John
Locke-1632/1704-, entre otros); o trascendentalismo (E. Kant-1724/1804), son denominaciones
comunes de esta época para referirse a distintos estilos de pensamiento.
2.4. La filosofía contemporánea.
En cualquier época se han considerado como contemporáneas las doctrinas y actividades filosóficas
propias de su época. La filosofía contemporánea es siempre la filosofía de un «presente», cualquier
«presente». Sin embargo, la organización de la filosofía occidental entiende por «filosofía
contemporánea» en un sentido amplio, desde la aparición del romanticismo filosófico (con una fecha
clave hacia el 1831 año de la muerte de Hegel) hasta nuestros días, y esto se puede entender así
porque, aunque filósofos del siglos XIX disten de los contemporáneos, sin embargo su pensamiento
está hoy tan vigente y resulta tan actual como los demás, piénsese por ejemplo en Kierkegard, Marx,
Nietzsche, Freud, entre otros. Sin entrar en muchos detalles, como características generales de tal
período podemos destacar: muestra un desmoronamiento del idealismo de las épocas anteriores,
acompañado de una crisis de los temas tradicionales de la filosofía (como sucede en el caso de la
«metafísica»), así como una crisis de los ideales de la ilustración; un auge en el cultivo del
cientificismo y del positivismo considerados saberes de un estado último del desarrollo humano.
Aunque haya un resurgir de escuelas de los periodos anteriores (cosa que sucede en todas las épocas),
hay una preocupación creciente por temas como la evolución y un interés constante por los problemas
sociales, así como por las cuestiones y problemas ligados al lenguaje; consecuencia de ello, aparecen
filosofías de los valores y de la vida iniciadas por el irracionalismo de Arthur Schopenhauer; desarrollo
del marxismo, del neopositivismo, de la filosofía analítica, etc.
En general son muchos los puntos de vista y escuelas que pueden destacarse. El importante filósofo
español José Ferrater Mora propone tres indicaciones fundamentales: 1ª El pensamiento
contemporáneo parece moverse entre dos polos, una tendencia humanista, que tiene a la vida humana
como base de la reflexión, y otra constituida por una tendencia cientificista que se preocupa
6
especialmente por los problemas de la naturaleza tal y como son planteados por la ciencia. 2ª Parece
haber tantos grandes grupos o tipos de filosofías como zonas geográfico-culturales hay en el planeta,
hablaremos pues de filosofía del mundo anglo-sajón, europeas-occidentales o iberoamericanas
orientadas hacia un interés por el hombre y la historia; otras dominantes en las regiones comunistas
preocupadas por cuestiones de la sociedad y las condiciones del trabajo o la economía, se hablará
también de filosofía china, británica, española, francesa, latinoamericana, indo-iraní, etc. 3ª Consiste
en volver a ordenar las tendencias filosóficas contemporáneas según la preocupación por ciertos
grupos de problemas unidos a ciertas orientaciones fundamentales, con lo que tendríamos una gran
cantidad de escuelas y tendencias, así por ejemplo, filosofía existencialista, vitalista, fenomenológica,
hermeneútica, positivista, analítica, marxista, y otras que no vamos a enumerar.
3. LA FILOSOFIA: UNA EXPERIENCIA RACIONAL QUE AFECT A A LA
TOTALIDAD.
Hablar de Filosofía es hablar de una actividad de la razón humana, pero así visto, cualquier actividad
del ser humano es ya un producto de la razón, si eliminamos algunas que son meramente biológicas. Si
bien, no toda acción biológica es irracional, pensemos por ejemplo en el modo como una persona tiene
que arreglárselas para conseguir comida en una situación desesperada; o bien para proporcionarse un
descanso, en medio de un conflicto bélico, como estamos acostumbrados a ver en los acontecimientos
mundiales, y leemos en la prensa, consultamos en Internet o vemos en televisión. Si usamos de nuestra
razón para resolver conflictos con mi pareja o con mis padres, para determinar preferencias, para
calcular los intereses más convenientes, para valorar lo más importante, para hacer ciencia, para elegir
a un gobernante, para buscar un trabajo, una pareja o a un amigo, reformar mi casa, o actuar de un
modo determinado y conveniente en una situación determinada, y si todas estas cuestiones son
importantes en la vida de una persona, tanto más importante ha de ser aquella facultad misma que nos
hace posible determinar todo esto: hablamos de la propia razón, para la que parece claro que no hay
nada ajeno. La idea es clara: soberano es el soberano, pero más soberano aún es quien pone al
soberano en su cargo. Trataremos ahora de pensar en la propia razón, no tanto en lo que ella construye
o impone, o como nos sugiere Michel Foucault en su Historia de la sexualidad «se trata de pensar el
sexo sin la ley y, a la vez, el poder sin el rey»
En este sentido, las actividades o usos de la razón, de las que se ha ocupado la filosofía han sido
clasificadas en dos grandes grupos:
a) Como razón teórica, cuando se propone el problema fundamental de descubrir la realidad con el
afán de desarrollar un conocimiento de ella; el objetivo es la búsqueda de la verdad y compite o se
7
complementa, según el caso con otros saberes. La finalidad es establecer un conocimiento adecuado
del mundo. Aquí la filosofía determina la diferencia entre el sabio y el ignorante, entre el que tiene el
saber o lo busca (sabiduría), y el que carece de tal saber y ni siquiera lo echa en falta (ignorancia).
Entre ambos extremos se sitúa la opinión, posesión de juicios sin fundamento racional -aunque tengan
apariencia de saber, dependen más de un sistema de valores de una comunidad, que de un
planteamiento correcto-; y la creencia que es una adhesión de carácter emocional hacia una idea,
teoría, afirmación o dogma cuya propia validez se fundamenta sólo en la propia adhesión emocional,
sin recurrir tampoco a argumento racionales de validez universal. En tales casos, la filosofía
establecerá diferencias entre aquello que muestran los sentidos (la sensibilidad), y la razón, como las
dos fuentes de conocimiento en un intento de descubrir la verdadera y auténtica realidad, ya sea de
acuerdo o en desacuerdo con las apariencia: cuando es realmente verdadero lo que lo parece y cuando
no.
b) como razón práctica o instrumental, cuando se actúa interviniendo en la realidad para construirla o
modificarla; el objetivo en este caso es la búsqueda de la felicidad, y en tal objetivo tendrá que
competir o ser complementada con otras prácticas. Se atribuye a Sócrates (s.V a.n.e.) esta actitud de
preocupación sobre las cuestiones humanas, donde la sabiduría adquiere el sentido de saber vivir bien,
siendo feliz y justo. El sabio no es sólo el que posee un conocimiento adecuado de la realidad
(dimensión teórica de la razón), sino que usa de este conocimiento para construir una vida feliz y justa,
no sólo para sí mismo, sino también para los que le rodean.
Podemos ver estos dos usos de la razón (teórico y práctico), razón teórica y razón práctica, como dos
grandes ámbitos de la razón, si bien es misión de especialistas estudiarlos por separado o establecer
múltiples relaciones entre ellos.
3.1. Distintos tipos de experiencias como fundamento de los distintos tipos de
saber.
La Filosofía como un tipo de experiencia tiene por objetivo todo el amplio espectro de la experiencia
humana, lo que la obliga a distinguirse y, a la vez que, relacionarse con otros tipos de saberes. En
relación a los distintos tipos de experiencias que son propios de la existencia humana, y de los saberes
que ellas construyen podemos distinguir:
a) Saber común u ordinario: fundado en la experiencia de la vida cotidiana, el saber del anciano, el
saber de haber vivido; se trata de un saber personal basado en las propias vivencias y en los
aprendizajes obtenidos de ellas. Es un saber de la persona, que sólo en parte puede valer para los
demás, aunque también se dice que «nadie experimenta por piel ajena». En ningún caso se trata de un
saber sistemático y se mezcla con todo tipo de creencias y prejuicios.
8
b) Saber científico: casi contrario al ordinario por su carácter sistemático, por la búsqueda de
validez universal, por su validez y por su sentido crítico, está emparentada con la filosofía -no interesa
tanto el qué de lo sucedido sino su porqué-. Si bien a partir de la ciencia moderna, sobretodo con
Galileo Galilei 1564-1642, aparecen dos criterios específicos en los procedimientos de la ciencia, tales
son la experimentación y la matematización. Nos ocuparemos por separado de esta cuestión más
adelante
c) Saber técnico: con frecuencia se asocia a una consecuencia del saber científico, pero no sólo, ya
que también éste plantea retos a la ciencia. Hablamos de tecnología en relación con la capacidad del
ser humano de transformar la realidad y construir nuevas realidades que quedan inmediatamente
integradas en la realidad como formando parte de ella.
d) Saber artístico: la literatura, la música, la poesía, el cine, las artes plásticas, cada una de ellas
expresan de un modo personal experiencia vividas y modos peculiares de entender la realidad en
relación con la belleza. Todas requieren un importante aspecto práctico basado en un saber hacer en
cada arte, donde la libertad del artista se sobrepone a cualquier estilo o imposición de reglas, y su
función está en relación a la belleza y a un modo de placer artístico.
e) Saber religioso: un saber que relaciona al ser humano con la trascendencia ya sea ésta la
divinidad o lo sagrado. Las experiencias de carácter religioso o místico están en la base de tal saber y
remiten, a veces de un modo similar al saber artístico, a vivencias internas en relación con la fe.
f) Otros tipos de experiencia: no es intención agotar el mapa de las experiencias humanas
clasificando otros tipos que podrían incluirse dentro de las anteriores o bien construyendo grupos
independientes desde otros criterios o puntos de vista. Como el conocimiento que se obtiene en las
relaciones entre los seres humanos entre sí, en todos sus aspectos, o con el medio ambiente, si bien
podrían ser incluidos en algunos de los anteriores.
g) La experiencia filosófica la vamos a tratar en los puntos siguientes, si bien respecto a las
señaladas podemos decir que se relacionará con todas ellas sin identificarse con ninguna, y tiene como
origen la propia experiencia cotidiana, que quedará tematizada, indagada hasta sus principios últimos,
analizada y desvelada con los más finos argumentos y reflexiones.
3.2. La experiencia filosófica como fundamento del saber filosófico: Cualidades,
funciones o características y definición de filosofía.
Si bien importantes conceptos centrales de la filosofía han sido la verdad (en relación con el
conocimiento), la justicia (en relación con el bien y el deber), y la belleza, vamos a explicar en qué
consiste la experiencia filosófica siguiendo a una importante y reconocida filósofa húngara, nacida en
Budapest en 1929 y residente actualmente en Estados Unidos, su nombre es Agnes Heller y la obra a la
que nos referimos tiene por título «Por una filosofía radical» publicada en 1980. Su interesante visión
de la filosofía nos servirá, con algunos añadidos, para exponer de un modo sistemático las
9
características de la filosofía, según aspectos que ella aporta como tipo peculiar y específico de
experiencia.
La función emocional de la filosofía como amor a la sabiduría. En la interpretación de los primeros
filósofos, que son también los creadores del concepto, la filosofía es «philo-sophía», amor a la
sabiduría. Sabiduría (sophía) comprendía conceptualmente dos momentos: el saber verdadero, y la
recta, buena conducta, en otras palabras, lo verdadero y lo bueno. Por tanto según su contenido, la
filosofía consiste en el amor por la unidad del saber humano verdadero y el comportamiento humano
correcto: el amor a la unidad entre lo verdadero y lo bueno. El término amor pertenece al léxico de los
sentimientos, y esto encaja perfectamente en entender la filosofía como un impulso, un sentimiento de
llamada, por que toda filosofía es enfática, esto es, está entusiasmada en mostrar su importancia
respecto a lo bueno y verdadero. Pero la filosofía no se reduce a la búsqueda de lo verdadero y lo
bueno, o a la unidad de ambos, sino que además lo encuentra, y ante la afirmación de que nadie puede
hallarlo porque no existe, debemos pensar que este argumento es el reverso de la idea misma de
encontrar, y una consecuencia más del buscar.
La función constructora de la filosofía como construcción del propio mundo. La filosofía
construye un mundo, cada filosofía crea su propio mundo, establecido a partir de las razones que
proporciona la argumentación intelectual, esto es, racional, respecto al bien y la verdad. Es así por que
la vida humana no está hecha, no nacemos como los animales con la vida diseñada de antemano, sino
que hemos de ir construyéndola permanentemente desde nosotros mismos y desde el resto de la
sociedad. Un gran filósofo, muy complejo, Hegel, dijo en una ocasión que la gran tarea del hombre era
pensar la vida. Para la filosofía es verdad sólo aquello que cada persona, con ayuda de su propia razón
puede entender como verdadero. Es, por ello, una función de la filosofía conducir al hombre racional
mediante la ayuda del pensamiento racional a las alturas del conocimiento, del bien y de la verdad, que
ella ya conoce. Se sigue de aquí que la filosofía estará en toda persona que utiliza su propia razón,
cuando se atreve a pensar la vida, libremente y sin límites. Los resultados de esta búsqueda quedan
expuestos en las obras de los filósofos con la intención de ser útil al resto de la humanidad, para el
mismo fin. Toda filosofía es utopía porque en su construcción del mundo, cada filosofía incluye los
ideales deseados para una buena vida; utopía racional que se confrontará con la realidad existente. Los
sistemas filosóficos pueden ser en sus intenciones tan infinitos como las obras de arte y toda filosofía
posee, además, rasgos autobiográficos.
La universalidad de la filosofía. Si cada filosofía construye su propio mundo es también porque el
bien y la verdad es una construcción humana que queda enmarcada en un sistema racional, en relación
con una época histórica -el filósofo y toda persona es hijo de su tiempo-, por ello portador de las
exigencias, juicios y prejuicios de su período histórico. Sin embargo, toda filosofía puede ser hecha
propia por cualquiera que esté dispuesto a hacer el esfuerzo intelectual. De aquí se sigue una
10
importante característica de la filosofía, la universalidad, pues a pesar de lo dicho, toda filosofía se va
a construir con pretensiones universales, esto es, se pretende que sea válida para cualquiera que esté
dispuesto a hacer el esfuerzo de entenderla con su razón, y además es universal en otro sentido, ya
que cualquier tema o cuestión puede ser objeto de reflexión filosófica. No existe sistema filosófico que
no reclame la validez universal de su verdad. La variedad de escuelas, corrientes y filosofías diversas,
lo que podría entenderse como un inconveniente o imperfección de la filosofía, no es sino una ventaja
que permite a cada filosofía afirmar su validez universal, cuando simultáneamente pone en duda la
validez de las demás. En ocasiones una nueva filosofía surge cuando se descubren los errores de otra y
ésta por una tercera. Pero no es que cada filosofía supere a la anterior sino, más bien, que cada nueva
filosofía se ofrece como una forma de vida, frente a otras formas de vida.
La función crítica y radical de la filosofía. La filosofía es pues, una incitación a pensar, invitación a
pensar y en consecuencia a observar, analizar, lo bueno y lo verdadero conjuntamente. Pero la filosofía
tiene por objetivo destruir los mitos, desmitificar, porque al determinar lo verdadero y lo bueno
descubre a su vez lo no bueno, o lo no verdadero, e inmediatamente queda denunciado como ficción
inauténtica, o como engaño. La función crítica de la filosofía se concreta, pues, en esa capacidad de
denuncia de todo lo que resulta contrario a la verdad, y de sus autores, resultando peligrosa desde el
punto de vista de los representantes de las ficciones y de los engaños: “la filosofía es peligrosa,
ostentar su representación es peligrosa, ser filósofo es peligroso”. La función crítica de la filosofía la
ha hecho difícil en la actualidad, pero según nos consta lo ha sido siempre: muchos filósofos fueron
condenados a muerte, como Sócrates, Giordano Bruno, Thomas Moro, etc; otros privados de su
libertad como Boecio, Abelardo, Diderot y los demás; otros desterrados o exiliados voluntariamente
como Protágoras, Aristóteles, Descartes, Hobbes, Marx, etc; otros condenados a la soledad, procesados
y amenazados como Rousseau, Kant, Fichte; y de entre los más afortunados, Platón fue vendido como
esclavo, Spinoza excomulgado, Leibniz no pudo publicar su obra principal por prohibición, Feuerbach
olvidado, Kierkegard difamado, y ello sólo por citar algunos ejemplos. Todo ello puede resumirse en
una expresión: «Piensa cómo debes pensar, piensa cómo debes actuar, piensa cómo deber vivir». La
filosofía es también forma de vida y una filosofía que no se vive no es auténtica, y no cumple la
función de la filosofía, que ha de ser en todo filósofo una actitud vital y de compromiso con la realidad
–su realidad-.
La función lógica. En relación con la cuestión anterior, a veces hay personas que, con el disfraz de
corderos pretenden convencernos con argumentos, en apariencia razonables, del beneficio o el interés
de una determinada verdad; y descubrimos que en realidad tal verdad sólo beneficia a unos pocos, bien
por tratarse de los intereses particulares que defienden, o bien por servir a determinadas políticas o
intereses económicos partidistas. Este tipo de argumentos que tienen apariencia de argumentos
filosóficos, no cumplen sin embargo con las condiciones del pensar de la filosofía, por lo que
11
deberíamos hablar de pseudo-filosofías, que sin serlo de un modo auténtico presentan su apariencia. En
este caso, pudiera pasar que tales argumentos podrían parecernos poco convincentes, aunque tengan
ciertos aspectos razonables. O dicho de otra forma: los argumentos son, en el mejor de los casos, par-
cial pero no totalmente convincentes. Si supiéramos o hubiéramos estudiado Lógica, parte esencial de
la Filosofía encargada del estudio de la corrección de los argumentos racionales, sabríamos que a este
tipo de argumentos de corrección engañosa, que aún a pesar de su apariencia de verdad resultan ser
falsos, se les llama falacias. Lógica es una palabra que procede del griego lógos que significa razón.
Lo lógico es pues, lo más racional o razonable y parece que, en nuestro pensamiento, tuviera el efecto
de un antivirus «la lógica es el antivirus del pensamiento», si se nos permite utilizar la jerga
informática. La mayoría de nosotros argumentamos, a sabiendas o no, muy frecuentemente utilizando
falacias para convencer, persuadir, engañar a nuestros congéneres. La Lógica, sin embargo, es una
parte esencial de la Filosofía, así que la Filosofía sirve, por ejemplo, y este sería ya un valor decisivo,
para que no nos engañen, para que no nos timen en un mundo en el que nos agredimos los unos a los
otros continuamente con falacias: así, por ejemplo, se nos intenta «apocar» desde los medios de
comunicación con el argumento de autoridad, falaz donde los haya, consistente en remitir a la opinión
de supuestos expertos, que suelen tener opiniones para todos los gustos; «marear» con cifras que,
sacadas de contexto, no dicen nada; «vender» como científicas opiniones subjetivas o pseudo-
científicas; o aquella ciudad, que podría ser del Valle de Guadalentín o del Campo de Cartagena,
aquejada por olores químicos y por su elevado nivel –objetivo porque es medible- de contaminación
atmosférica, que bombardea a los ciudadanos con publicidad -falaz y engañosa- que hace referencia a
lo importante que es todo lo que se fabrica en esa ciudad, imprescindible para el mundo -cosa que
nadie niega-, y que oculta con ello la solución innegable: que esas cosas tan importantes se fabriquen
lejos, en un lugar en el que no molesten a nadie con sus pestilentes y letales humos; sin duda hay
argumentos de peso para permitir el uso de antenas de telefonías móviles, pero en ningún caso se ha
permitido la investigación y la información de sus perjuicios, aunque haya indicios en pensar que los
hay; o bien en los famosos informes periódicos sobre calidad de vida basados en informes económicos.
Es decir, no es exagerado afirmar que una parte de la Filosofía es útil al impedir que nos engañen, sino
incluso de vital importancia como para salvar el pellejo, cuando se apela a la lógica como uno de los
más importantes criterios de validez de una filosofía.
Definición de filosofía: Resumiendo todo lo dicho en una definición de filosofía, podríamos
atrevernos a decir (pues toda definición corre siempre el peligro de petrificar una realidad o de fijarla
de un modo confuso o engañoso): La filosofía es el impulso en la búsqueda racional, lógica y
crítica de la verdad y el bien, mediante el que cada persona construye de un modo libre, por sí
mismo y desde sus circunstancias personales, un modo de vida con validez universal.
A este respecto resulta muy ilustrativo el título de la obra que sintetiza el sistema filosófico de
12
Christian Wolff, Pensamientos racionales acerca de Dios, el mundo y el alma del hombre, así como
sobre todas las cosas en general (1720), además de su propia definición de Filosofía como ciencia de
todas las cosas posibles.
El filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) -uno de los más importantes de los filósofos
españoles que recibió parte de su formación en Alemania en las teorías de Kant -, consciente de las
dificultades que presenta la definición de Filosofía, llegó a proponer con gran ingenio, que Filosofía es
“eso que hacen los filósofos”, y para determinar la actividad filosófica y sus características habla de tres
imperativos que rigen toda filosofía, un imperativo es una regla o principio de obligado cumplimiento:
• Imperativo de autonomía: El filósofo no debe partir de creencias previas anteriores a su filosofar, pues es la
filosofía una ciencia sin suposiciones, ya que estas en cualquier caso deben aparecer en el proceso mismo de
filosofar, pero no ser anteriores a él.
• Imperativo de pantonomía: El filósofo trata de conquistar el universo entero, pues cada cosa que se busca se
hará siempre en función de la totalidad.
• Imperativo de esencialidad: El filósofo tiene que buscar la raíz que hay en todo el universo, aunque tal raíz haya
de buscarse en cada una de sus partes.
3.3. Consejos de Kant en la tarea o actividad de filosofar.
A este respecto nos vienen también al caso en tal actividad que denominamos filosofar, las reglas que
debemos tener en cuenta a través de los consejos que nos propone para ello el gran e influyentísimo
filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), que nos saldrá más de una vez al encuentro en nuestro
curso. Kant, muy consciente de la peculiaridad del saber filosófico, solía decirles a sus alumnos -de la
Universidad de Konigsberg, ciudad en la que nació y pasó toda su vida, que «no iba a enseñarles
filosofía, sino a filosofar». Y no iba a enseñarles Filosofía, porque la Filosofía no puede enseñarse
como se enseñan el resto de disciplinas. Y ello tiene directamente que ver con la dificultad o
peculiaridad que acabamos de abordar. Las demás disciplinas son ciencias acabadas -acabadas, al
menos, durante un cierto periodo histórico: ello quiere decir que, durante un tiempo, todos los
científicos están de acuerdo en cuáles son los problemas que plantea y resuelve, por ejemplo, la Física:
y estos son, precisamente, los problemas y soluciones que pueden enseñársele a alguien que quiere
aprender Física. En este sentido puede afirmarse, por tanto, que la Física, como el resto de ciencias
naturales, está acabada, es algo cerrado, perfecto, que puede enseñarse en bloque. En Filosofía, en
cambio, como hemos visto, la situación es bien diferente. No existe una definición unánime de lo que
es, de cuál es su tarea, cuáles son sus problemas y cuáles sus soluciones. En Filosofía -en este sentido
está más emparentada con el arte que con la ciencia- existen más bien corrientes de pensamiento o
escuelas. Por eso ningún filósofo honesto, puede enseñar la propia filosofía como la única Filosofía, y
los propios problemas y soluciones como los problemas y soluciones en general. En este contexto, lo
13
más honesto y sensato que puede hacerse, y eso es lo que se propone Kant, es enseñar una actitud, una
actividad: no un pensamiento, sino a pensar. Se trata de aprender a ejercer la propia razón, sin ningún
dictado exterior, sin límites en cuanto al objeto y siempre movidos por el afán de radicalidad, por el
afán de llegar hasta el fondo de las cosas.
Kant solía, pues, dar a sus alumnos tres consejos generales para que se guiaran en la tarea de filosofar
y evitaran, en lo posible, la comisión de errores muy habituales:
1) Hay que pensar siempre por sí mismo.
2) Hay que pensar siempre poniéndose en lugar del otro.
3) Hay que pensar siempre en consonancia con uno mismo.
1) El primero de los consejos o reglas pretende que, a la hora de hacer Filosofía, no nos guiemos por
autoridad alguna. Recordemos la célebre expresión de Agnes Heller: «Piensa cómo debes pensar, piensa
cómo debes actuar, piensa cómo deber vivir». Los problemas y soluciones que nos planteemos serán
los que concluya nuestra razón argumentando lógicamente y desde nosotros mismos. Nadie puede
obligarnos a pensar de un modo determinado, ya que ese sería siempre el pensamiento de otro que se
nos dicta desde fuera, ni siquiera los que nos impongan «sabios» o la «tradición» apoyados sobre una
supuesta superioridad intelectual. No se debe aceptar nada en Filosofía que no haya sido analizado
previamente por la propia razón, esto es, de un modo crítico, y ésta es la función crítica de la filosofía
de la que hemos hablado. Todo problema o solución ha de someterse al juicio implacable de la propia
razón. El que la propia razón sea la única autoridad cuando se filosofa, hace que cada uno se encuentre
fuerte y emocionalmente apegado a sus convicciones. Sin embargo:
2) El segundo de los consejos o reglas de Kant, viene a moderar, complementar o corregir al primer
consejo. Siempre se corre el riesgo, en el afán de pensar por sí mismo (lo que solemos justificar con las
expresiones, «yo soy así», «yo me las apaño sólo») y excluir toda autoridad, de eliminar un aspecto
muy positivo del pensar ajeno: el pensamiento del otro sirve también para presentar alternativas, para
que no quedemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras propias ideas de un modo obsesivo. Esta
rigidez del pensamiento lo convertiría en inútil por ser incapaz de considerar otras circunstancias. Así
el segundo consejo recomienda pensar poniéndose en lugar de otro, lo que significa considerar otras
posibilidades de pensamiento, seriamente, a fondo, y no de modo superficial, sólo para rebatirlas de
forma rápida. Esta segunda regla aconseja el diálogo racional con la autoridad, con la tradición, y
pretende evitar el dogmatismo, es decir, el encerrarse obcecadamente dentro de las propias tesis o
afirmaciones, ante el riesgo de estar equivocado. La filosofía es democrática, por el hecho de ser
filosofía, aunque no lo sea por su contenido, y mediante el diálogo con la autoridad y la tradición las
propias convicciones quedan rectificadas y fortalecidas. El ejercicio de la filosofía es “¡Ven, piensa
conmigo, conozcamos la verdad juntos!”. Negar esta cualidad sería negar la propia búsqueda de la
14
verdad, ya que toda verdad lo es en cuanto que es reconocida como tal por los demás; sin ello no sería
posible su pretensión de universalidad lo que significa dos cosas, recordando lo ya dicho: lo que la
razón muestra como verdadero lo es para todos, y no hay tema que quede al margen del estudio de la
razón. La noción misma de error implica la de verdad. No tendría mucho sentido una verdad para cada
persona. En este contexto, viene muy bien recordar unos célebres versos de Antonio Machado: ¿Tu
verdad? No. la Verdad,/ y ven conmigo a buscarla./L a tuya, guárdatela.
3) El tercero de los consejos o reglas nos sitúa de lleno en la radicalidad de la filosofía. Las dos reglas
anteriores, como esta tercera, pretenden evitar la comisión de errores. Cabe pensar, que Kant está
recomendando una necesaria coherencia en el pensamiento. Hay que ser coherente, consecuente, deben
evitarse las contradicciones cuando se hace Filosofía, si bien esta regla valdría igualmente para
cualquier tipo de actividad intelectual e incluso para los comportamientos y conductas. Lo incoherente,
o contradictorio, no es ya sólo erróneo, sino que no tiene ni siquiera sentido, no se entiende. Un
pensamiento incoherente, inconsecuente, pierde credibilidad. Pero en su recomendación Kant parece
tener en cuenta otra dificultad propia de la Filosofía. Hemos dicho que el filósofo ha de ser radical,
llegar hasta el fondo de las cosas. Llegar hasta el fondo significa, dicho de otro modo, llegar hasta los
últimos o primeros principios, más allá de los últimos principios no se puede ir ya. También decimos
que las personas tienen principios que guían o dirigen sus actos. Se dice de una persona que es «una
persona de principios» cuando ésta hace gala de una conducta recta, coherente, previsible, de la que en
todo momento es capaz de dar razón. Conociendo los principios de una persona tal podemos predecir
con precisión su conducta en determinadas circunstancias: si mentirá o no, si dará o no limosna, si
pagará o no sus impuestos, etc. Una característica pues, de los principios, es su naturaleza rectora: los
principios rigen, gobiernan. Desde un punto de vista lógico, los principios, en cuanto enunciados, no
pueden derivarse de otros enunciados, pues si así fuera, no serían ya principios, o serían menos
principios que esos enunciados de los que se derivan, a éstos les llamaremos axiomas.
3.4. Los principios en la filosofía
El principio es lo primero, no procede pues de nada anterior. Ello tiene como consecuencia sor-
prendente que los principios sean lógicamente indemostrables, es decir, lo primero y más importante,
de lo que todo deriva, no se puede demostrar lógicamente. Cualquier sistema filosófico, y cualquier
construcción racional de la razón humana, ya sea política, científica, ética o incluso artística, en la
medida en que es un sistema racional, ha de partir de unos principios y proceder luego
consecuentemente, de forma coherente, a la extracción de sus conclusiones. Pues bien, estos puntos de
partida no se pueden demostrar y, además -ya lo hemos visto-, no producen consenso. La demostración
de tales principios no es lógica, sino que tiene lugar por la vía de la evidencia: alguien cree con toda la
claridad que le permite su razón en sus principios y sin necesidad de demostración. A estos principios
15
indemostrables pero evidentes se les suele llamar axiomas. Estos axiomas, además, no son fáciles de
detectar muchas veces por su carácter primero y rector, están en nosotros de manera inconsciente,
actúan desde el fondo pero no siempre somos conscientes de ellos, a veces los hemos puesto ahí desde
la infancia y otras veces nos los han puesto en algún momento de nuestra vida. Son lo que Ortega y
Gasset llamó creencias, distinguiéndolas de las ideas. Las ideas son las razones y argumentos que
manejamos de manera consciente, que intercambiamos con nuestros interlocutores en el discurso
racional. Las ideas las tenemos, pero en cambio las creencias nos tienen a nosotros. En las creencias -
decía Ortega- se está. Las creencias dirigen -frecuentemente sin que nosotros mismos seamos cons-
cientes de ello- nuestro pensamiento y nuestra acción: son en este sentido principios, «príncipes»,
«reyes» de nuestra razón. Lo que está recomendando Kant con su tercer consejo, así como lo hace
Ortega y Gasset, es que identifiquemos estos primeros principios que nos constituyen, que tomemos
conciencia de ellos, que los convirtamos en ideas, que los sometamos a control y que pensemos, dado
el caso, en consonancia con los mismos.
Dicho de otro modo, y para que todo encaje: en Filosofía no reina ni la unanimidad ni el consenso,
sino que existen diversas corrientes o escuelas. Decidirse por una de ellas implica aceptar sus
principios o premisas primeras, y esto depende o condiciona el tipo de persona que se es. Como éstas
son por naturaleza lógicamente indemostrables, sólo podrán aceptarse por evidencia, esto es, porque
coincidan con los propios principios que le hacen a uno ser la persona que es y, consecuentemente,
tener la filosofía que tiene. La Filosofía se convierte con ello en algo personal, pero no subjetivo, ya
que puede ser transmitido de una manera objetiva. Lo que nos recomienda Kant es que seamos con
coherencia el filósofo que en el fondo todos podemos ser.
3.5. El asombro, la sorpresa y la duda como origen del filosofar.
Dijo Aristóteles que el “admirarse es y será siempre el inicio de la filosofía para los hombres”. El
punto de partida es necesariamente el asombro, también Kant con sus consejos quiere encauzar esta
experiencia del ser humano; el asombrarse del mundo, el sorprenderse ante él, supone poner en
cuestión cualquier creencia o prejuicio en la contemplación de la realidad. El asombro se produce
ante un mundo enigmático, que plantea toda suerte de interrogantes. Muchas veces es el asombro
el que nos conduce a la duda, que es la conciencia de no saber y la necesidad de conocimiento,
que nos exige revisar críticamente aquello que todos damos por cierto y por verdadero, al
desconocer, o bien, al no quedar satisfechos con la primera solución que encontramos ante los
enigmas del mundo o de nuestra propia vida. Las preguntas infantiles son la semilla de la filosofía
y sólo deben ser sembradas en el suelo de la filosofía porque ellas contienen dos características:
por un lado la imparcialidad y la puesta en cuestión de ideas preconcebidas (desde donde se
muestra su inutilidad), y por otro, la sed de saber y de conocimiento. Por ello no es casual que el
16
destinatario de la filosofía sea siempre y con preferencia la juventud. Este aspecto se muestra,
desde primera hora, en todo el pensamiento que se expresa en las obras de Platón, donde siempre
son los jóvenes los que requieren y demandan las enseñanzas del maestro. Si bien es cierto que no
hemos de esperar la sabiduría durante la juventud, pues ella llegará más tarde (como nos indica
Platón), ni tampoco la virtud (como nos indica Aristóteles), pero cuando se es joven se está en el
momento más indicados para iniciar el camino. Podemos con ello concluir, que el niño o el joven
que no se asombra, ni sorprende ante la realidad, ha sufrido una desviación perversa de su
naturaleza, aunque otro tema fuera indagar por quiénes o porqué ha sucedido.
4.PROFESORES Y ALUMNOS: LOS LUGARES DE LA FILOSOFÍA
Que la Filosofía tiene un lugar institucional y académico junto al resto de disciplinas, es evidente:
todas o la mayoría de las universidades del mundo tienen una facultad, instituto o departamento de
Filosofía: existen, por tanto, profesores universitarios de Filosofía –que la enseñan y viven de ella- y
estudiantes universitarios con idénticas o parecidas pretensiones laborales: la Filosofía es, como se ha
visto un saber muy extendido en múltiples ramas, la Filosofía General es asignatura de obligado
estudio para todos los bachilleres de nuestro país y, con algunas excepciones y matices, del resto de
países del mundo. Todo esto quiere decir que la Filosofía tiene un lugar más o menos asegurado y
estable dentro de la institución académica o docente.
Si algún filósofo arribase a resultados similarmente decisivos [como los de la medicina] sobre “cuestiones del orden de cómo se
orienta un hombre en el mundo de su experiencia, qué significados encuentra en los acontecimientos, a qué valores aspira, qué
normas guían sus elecciones” (le estoy citando a usted), y si estos hallazgos demostrasen ser tan vitales como la medicina para el
bienestar humano, entonces la filosofía podría ciertamente llegar a organizarse al igual que la medicina en torno a un núcleo
común.»
Willard van Orman Quine en VV.AA., La lechuza de Minerva, Madrid, pp. 232-233
Teniendo en cuenta las relaciones arriba indicadas de la Filosofía con otras disciplinas, hay quienes
han defendido que la Filosofía sería una materia interdisciplinaria, que los asuntos tratados por ella no
podrían resolverse con la ayuda de una, sino con la de varias disciplinas: así, por ejemplo, las
cuestiones éticas se resolverían en cuestiones de carácter psicológico, médico, sociológico, histórico,
económico y político; y sería posible por ello, cancelar las facultades de Filosofía como disciplina
independiente o reconvertirlas en centros de estudios interdisciplinarios. En cualquier caso siempre
tendríamos profesores que impartirían tal disciplina y alumnos necesitados de estudiarla, aparte de
todos aquellos interesados de un modo autodidacta que llegarían a ella por interés propio.
Debemos aquí, intentar eliminar algunas confusiones entre el filósofo y el especialista. La Filosofía y
el filósofo no constituyen ninguna especialidad y ninguna profesión, pues ya hemos visto que
cualquiera puede serlo, sugiere a su receptor aquello que debe hacer: “Piensa cómo debes pensar;
17
piensa cómo debes actuar; piensa cómo debes vivir”, la filosofía es una incitación a pensar, una
invitación a pensar. El “filósofo especializado” no posee filosofía alguna aunque conoce todas las
filosofías que pertenecen a su especialidad. El alumno tampoco tiene que llegar a ser filósofo, pero sí
apropiarse activamente de la filosofía, como una invitación a pensar de acuerdo a los criterios sobre los
que hemos estado reflexionando.
5. LA FILOSOFÍA COMO SABER CREPUSCULAR
Recordaremos la cita inicial de Amin Maalouf, (premio Príncipe de Asturias de las Letras del 2010) en
su obra El desajuste del mundo, 2009:
«Me comportaré más bien como un vigilante nocturno en el jardín al día siguiente de una
tormenta y cuando ya se está anunciando otra más fuerte. El hombre camina con paso
cauto, llevando una linterna en la mano; dirige el haz de luz hacia un macizo, luego hacia
otro, explora un paseo, da marcha atrás, se inclina sobre un árbol viejo desenraizado; se
encamina luego hacia un promontorio, apaga la luz e intenta abarcar con la mirada toda la
panorámica. »
Ahora la relacionaremos con esta otra del importante filósofo alemán G.W.F. Hegel, que vivió entre el
1770 y 1831, en su obra Líneas fundamentales de la Filosofía del Derecho:
«Hasta que no comienza a anochecer, no alza el vuelo la lechuza de Minerva.»
Obtendremos con ello una de las más importantes imágenes metafóricas explicativas de la propia
filosofía. La lechuza es el símbolo de Minerva, diosa de la sabiduría. Como el vigilante nocturno, no
comienzan su tarea, más que cuando comienza a caer la noche. Entonces comienzan sus actividades de
observación silenciosa, allí donde los demás animales terminan sus actividades diarias y se recogen
para dormir, otro tipo de realidad comienza a aparecer y los observadores de ella son conscientes de
buscar y de mirar aquello donde los demás no miran, lo que los demás no observan porque se han
retirado y por ello les pasa desapercibido. Es aquí decisivo su capacidad de atención, su poder
analítico, de concentración, para mirar allí donde nadie, y cuando muy pocos los hacen, donde otros
piensan que no hay nada, o sólo oscuridad, la mirada acostumbrada a los más finos detalles en la
noche. Otros desarrollan esta actividad durante el día, pero sólo ellos lo hacen al caer la noche,
transcurrido el día, cuando las tareas están ya hechas. Pero la lechuza no es la sabiduría,
representada por Minerva, sino algo que va siempre con ella, que es más sutil y más etéreo, como lo es
la propia razón o la propia alma de Minerva. La lechuza es el ave de vuelo más silencioso, animal del
aire, de grandes ojos siempre abiertos. Así se alza la lechuza con su vuelo, como el vigilante nocturno
ha de alzarse hacia un promontorio para abarcar con su mirada toda la panorámica. Hay una
18
interpretación interesante en el hecho de dar un especial valor al vuelo o alzarse en las alturas, lo
etéreo ha pertenecido en las más grandes tradiciones del mundo a un nivel superior de la humanidad,
que viene incluso a salvarla, los ángeles son alados, los dioses también son del cielo.
En este enigmático y lírico aforismo ha cifrado G.W.F. Hegel uno de los sentidos fundamentales de la
Filosofía, pues es esencial a la Filosofía su carácter ulterior, que comienza a laborar cuando los demás
han acabado con sus tareas: donde acaba el científico comienza el filósofo de la ciencia, donde con-
cluye el artista empieza a reflexionar el filósofo del arte, donde se detiene el físico, comienza a
especular el metafísico. Donde hay un límite -la noche-, la Filosofía lo rompe, trasgrede, traspasa con
ojos acostumbrados a ver en la oscuridad. Donde acaban los seres y, con ellos, todo objeto de estudio
posible, el filósofo tematiza la nada. Se trata de la razón humana, que nunca reposa buscando
principios últimos, condicionantes absolutamente incondicionados, causas incausadas. Justo cuando
una parte de la razón duerme, alza el vuelo esa sombra suya que nunca descansa. La Filosofía queda
convertida con ello en una actividad de segundo grado, en una reflexión de segundo orden,
respondiendo a la intención poderosa de «querer ir siempre más allá».
En este sentido, aparece la Filosofía como algo secundario en la medida en que viene después, que
presupone y necesita las demás ciencias. Sin embargo, éste sería un modo superficial de ver las cosas:
la Filosofía viene después, pero para establecer las bases, fundamentar, rematar y apuntalar lo que
se ha hecho antes –durante el día-.
«La Filosofía no es una ciencia autónoma que esté junto a o por encima de las disciplinas particulares,
sino que lo filosófico se encuentra en todas las ciencias como la verdadera alma de las mismas, sólo por
virtud de la cual son éstas ciencias en general. Todo saber especial, todo conocimiento especial
presupone principios máximamente universales en los que finalmente desemboca y sin los que no sería
conocimiento en absoluto. La Filosofía no es otra cosa que el sistema de estos principios, el cual
impregna ramificadamente el sistema de todos los conocimientos dándole con ello solidez: se encuentra
por eso en su patria dentro de todas las ciencias, y estoy convencido de que no se puede llegar a la
Filosofía más que yéndola a visitar a su patria. El científico verdaderamente grande es siempre también
filósofo,»
Moritz SCHLICK, Teoría general del conocimiento,
6. LA FILOSOFÍA DE LA SOSPECHA
No puede cerrarse el capítulo de la utilidad de la filosofía sin mencionar una de las grandes
aportaciones de la filosofía contemporánea a la cultura, se trata de la que se denominó, la filosofía de
la sospecha, para referirse a las filosofías de Nietzsche, Marx y Freud, que son llamados los “maestros
de la sospecha”. Cada uno desde perspectivas diferentes provocan una cierta revolución en el
pensamiento al poner en crisis las creencias del pensamiento tradicional, descubriendo significados
19
ocultos que mostraron nuevas verdades insospechadas hasta entonces. Ya Heráclito denunciaba que “la
verdad ama ocultarse”, lo que en estos filósofos se convierte en sospecha. Sospechar (suspectare) es
mirar debajo de las cosas, lo que hay detrás, para contemplar la verdadera realidad. Schopenhauer y
Nietzsche sospecharon de la razón y encontraron que tras ella se encuentra lo irracional que con suma
frecuencia la domina, los valores de la razón son para Nietzsche falsos valores de una moral occidental
que vive en decadencia y que desconoce los principios de una verdadera moral basada en los más
auténticos valores del ser humano. La moral occidental cristiana es decadente porque vive de espaldas
a una realidad, que Dios ha muerto a manos del propio hombre del siglo XX, pero aún no hay
conciencia de ello. El hombre contemporáneo es nihilista, vive sin rumbo, en la nada de los valores.
Un nuevo hombre nacerá capaz de transvalorar todos estos valores para instaurar una nueva moral, que
será la moral del Superhombre.
Marx sospechó de las bonitas ideas que pintan el mundo a todo color, la ideología entendida como el
conjunto de creencias morales, legales, religiosas, artísticas, etc. en relación con el modo de vida de
una sociedad, todo ese mundo pintado de colores, expresa igualmente una falsa conciencia o
conciencia invertida y vio que tras ella se ocultan poderosos intereses económicos. Esta economía (que
constituye la infraestructura social), se basa fundamentalmente en el dominio de una clase social
burguesa, dueños del capital y de los medios de producción, que mantienen su posición hegemónica a
través de un sistema de explotación a una clase trabajadora mucho más numerosa, que es el
proletariado, de la que no pueden prescindir por lo que la someten a través de la necesidad de un
salario. La poderosa expresión del Manifiesto Comunista «¡Proletarios de todos los países, uníos!» es
una de las consignas más famosas y representativas del socialismo internacional.
Freud sospechó de la mente humana, del ser consciente dueño absoluto de sus actos, y descubrió que
nos habita otro, el inconsciente o subconsciente, que a veces nos guía como si fuéramos marionetas
llevados por los instintos más primitivos, a los que Freud llamará “pulsiones”. Estas expresan dos
fuerzas del inconsciente Eros y Thanathos, que la conciencia reprime por causa de los modelos ideales
que construyen la cultura en cada persona. Esta represión es causa de innumerables enfermedades
psiquiátricas y médicas, y construyen una personalidad neurótica. Tales estados se investigan desde la
interpretación de los sueños y desde la hipnosis, donde se accede al subconsciente tras quedar la razón
paralizada. El ser humano debe dar salida a esos impulsos y canalizarlos hacia efectos positivos de
liberación.
El panorama de la filosofía contemporánea ha aprendido y enseña a sospechar, bajo la influencia
profunda de estos tres maestros. El complicado mundo actual invita a la sospecha. Hemos de sospechar
de cuanto nos rodea, esto es, «des-entrañar» nuestro entorno, verle las entrañas: y sólo el que conoce el
mecanismo puede intervenir en el funcionamiento para mejorarlo. Es preciso sospechar de nosotros
mismos para perfeccionarnos. La Filosofía, además de teórica, ha de ser práctica: si no sirve para
20
mejorar el mundo, incluidos a nosotros mismos, no sirve para nada.
«Para captar los signos de elevación y decadencia poseo un olfato más fino que el que hombre alguno
haya tenido jamás [ ... ] aquella psicología del "mirar por detrás de la esquina" y todas las demás cosas
que me son propias no las aprendí hasta entonces, son el auténtico regalo de aquella época, en la cual
todo se refinó dentro de mí, la observación misma y todos los órganos de ella. Desde la óptica del
enfermo, elevar la vista hacia conceptos y valores más sanos, y luego, a la inversa, desde la plenitud y
autoseguridad de la vida rica, bajar los ojos hasta el secreto trabajo del instinto de décadence -éste fue
mi más largo ejercicio, mi auténtica experiencia, si en algo, fue en esto en lo que yo llegué a ser
maestro. Ahora lo tengo en la mano, poseo mano para dar la vuelta a las perspectivas: primera razón
por la cual acaso únicamente a mí le sea posible en absoluto una "transvaloración de los valores”.»
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
PREGUNTAS DE EXAMEN Y COMENTARIOS DE TEXTO
" … Algo, sin remedio, tenemos que hacer o que estar haciendo siempre, pues esa vida que nos es dada, no nos es dada hecha, sino que cada uno de nosotros tiene que hacérsela, cada cual la suya. Esa vida que nos es dada, nos es dada vacía y el hombre tiene que írsela llenando, ocupándola. Son esto nuestras ocupaciones. Esto no acontece con la piedra, la planta, el animal. A ellos les es dado su ser ya prefijado y resuelto…Al hombre le es dada la forzosidad de tener que estar haciendo siempre algo, so pena de sucumbir, mas no le es, de antemano y de una vez para siempre, presente lo que tiene que hacer. Porque lo más extraño y azorante de esa circunstancia o mundo en que tenemos que vivir consiste en que nos presenta siempre, dentro de su círculo u horizonte inexorable, una variedad de posibilidades para nuestra acción, variedad ante la cual no tenemos más remedio que elegir y, por lo tanto, ejercitar nuestra libertad…." (J. Ortega y Gasset, El hombre y la Gente) " El intentar obtener un saber, un conocimiento adecuado de las cosas, para actuar adecuadamente sobre ellas de
manera ajustada a sus propósitos, es algo que el hombre hace desde que lo hay. La filosofía consiste, sí, en eso mismo, pero rechazando ciertas formas y técnicas de conocimiento y sustituyéndolas por otras" (P.Garagorri: Introd. a Ortega.)
"…la filosofía surgió en el ánimo de algunos hombres cuando se sintieron en desvío respecto a las creencias vigentes,
y tuvieron la audacia incomparable de atreverse a sustituirlas por otras nuevas: la fe en el poder esclarecedor de la
21
propia razón humana como método superior de conocimiento, la fe en la mera razón como intérprete de la enigmática realidad que nos rodea" (P.Garagorri: Introd. a Ortega.)
" En Grecia es la filosofía quien inventa el Conocimiento como modo de pensar riguroso, el cual se impone al hombre haciéndole ver que las cosas tienen que ser como son y no de otra manera. Descubre el pensamiento necesario o necesitativo." (José Ortega y Gasset, La idea de Principio en Leibniz)
"Una filosofía que no entristece o no contraría a nadie no es una filosofía. Sirve para detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso: denunciar la bajeza del pensamiento en todas sus formas" (G.Deleuze. Nietzsche y la filosofía)
"En la historia intelectual de la humanidad un nuevo tipo de pensamiento no desplaza nunca del todo al anterior, sino más bien se superpone a él.
Nuestra manera de pensar en un momento dado consta de muchos estratos, como una cebolla" (Jesús Mosterín, Historia de la Filosofía)
PREGUNTAS DE EXAMEN DE LA PRIMERA PARTE DEL TEMA Razones por las que la filosofía no goza de un alto prestigio. 0.75 Relaciones entre la filosofía y la ciudadanía.1 Por qué la filosofía es ciudadanía.0.75 Clasifica los períodos de la filosofía y enumera a dos filósofos de cada período. 0.5 La filosofía antigua: periodo, cualidades y algunos filósofos.0.75 Cita dos filósofos de la filosofía antigua:0.2 La filosofía medieval: periodo, cualidades y algunos filósofos.0.75 Cita dos filósofos de la filosofía medieval:0.2 La filosofía moderna: periodo, cualidades y algunos filósofos.0.75 Cita dos filósofos de la filosofía moderna:0.2 La filosofía contemporánea: periodo, cualidades y algunos filósofos.0.75 Cita dos filósofos de la filosofía contemporánea:0.2 Criterios de clasificación de la filosofía contemporánea de José Ferrater Mora, con algunos ejemplos de escuelas.0.75 Los usos teórico y práctico de la razon.1 Explica dos tipos de saberes en relación con la experiencia de la que proceden.0.5 La función emocional de la filosofía.0.5 La función constructora de la filosofía.0.5 La universalidad de la filosofía.0.5 La función crítica y radical de la filosofía.0.75 La función lógica de la filosofía.1 La filosofía en su función de evitar engaños:0.75 Define falacia y lógica.0.5 Definición de filosofía según sus cualidades.0.5 Definición de filosofía según Christian Wolff .0.25 Los imperativos de la filosofía según Ortega y Gasset.0.75 Enumera los consejos de Kant en la tarea de filosofar.0.25 Por qué para Kant no se debe enseñar filosofía.0.5 Explica el primer consejo de Kant en la tarea de filosofar.0.5 Explica el significado del consejo de Kant: Hay que pensar poniéndose en lugar del otro.0.75 Qué significa para Kant “pensar en consonancia con uno mismo”.0.5 Qué se entiende por una persona de principios.0.25 Los principios en la filosofía y en Ortega y Gasset.1.25 Los principios en Ortega y Gasset y su propuesta respecto a ellos.0.5 Por qué decimos que los jóvenes son los mejores receptores de la filosofía.0.75 La filosofía como producto del asombro y la sorpresa.1 Enumera sin explicar lugares de la filosofía. (0.1x5) 0.5 Qué significa el carácter interdisciplinar de la filosofía y que consecuencia conlleva. 0.5 Explica la metáfora que identifica a la filosofía con la Lechuza de Minerva. 1 Explica qué significa que la filosofía es un saber secundario o de segundo grado. 0.5 Los filósofos de la sospecha. 1. La filosofía de la sospecha: Nietzsche. 0.5 Freud y Marx como filósofos de la sospecha.0.75